Bases para una relectura con perspectiva de género de la Menorca Talayótica
Bases para una relectura con perspectiva de género de la Menorca Talayótica
Bases for a gender-based reinterpretation of Talayotic Menorca
Octavio Torres Gomariz
Galipat Servizos Culturais S.L.,
Universitat de Barcelona (España)
octavio.torres@ub.edu
https://orcid.org/0000-0002-1933-5551
Resumen
La declaración de la Menorca Talayótica como Patrimonio Mundial en 2023 constituye un hito para la arqueología y la gestión patrimonial insular, pero también una oportunidad para revisar críticamente los discursos que la sustentan. Este trabajo plantea una lectura diferente de la candidatura y de su proyección social desde la arqueología feminista y con perspectiva de género. Partiendo de una contextualización teórica y una recogida de datos que conforman los antecedentes científicos para esta nueva propuesta, se analiza aquí el expediente de la candidatura. La identificación de un discurso androcéntrico centrado en la monumentalidad y la técnica, que deja fuera la diversidad social y las prácticas cotidianas, abre la puerta a repensar la Menorca Talayótica desde otra perspectiva más inclusiva que refuerce su valor social y educativo como patrimonio compartido y plural.
Palabras clave: Menorca Talayótica; Arqueología feminista; Género; Patrimonio; Museos.
Abstract
The declaration of Talayotic Menorca as a World Heritage Site in 2023 is a milestone for archaeology and heritage management on the island, but also an opportunity to critically review the discourses that underpin it. This work proposes a different reading of the candidacy and its social impact from a feminist archaeology and gender perspective. Based on a theoretical contextualization and a collection of data that form the scientific background for this new proposal, the candidacy file is analyzed here. The identification of an androcentric discourse focused on monumentality and technique, which leaves out social diversity and everyday practices, opens the door to rethinking Talayotic Menorca from a more inclusive perspective that reinforces its social and educational value as a shared and plural heritage.
Keywords: Talayotic Menorca; Feminist archaeology; Gender; Heritage; Museums.
¿Menorca Talayótica? Una introducción a la candidatura
El pasado año 2023 culminaba el proceso político y social que arrancó en 2010 para inscribir en la Lista de Patrimonio Mundial reconocida por la UNESCO de un conjunto de yacimientos prehistóricos de la isla de Menorca[1]. La denominada Menorca Talayótica quedó estructurada en torno a nueve unidades o componentes de paisaje repartidos por todo el territorio insular, que albergan enclaves arqueológicos definidos por una arquitectura ciclópea, caracterizada por el uso de bloques de gran tamaño, dispuestos generalmente sin argamasa. Esta concentración de yacimientos, que integra una variada tipología constructiva, se reconoce como “un testimonio excepcional de la génesis y evolución de un proceso cultural divergente”, desarrollado en la isla desde mediados de la Edad del Bronce hasta la conquista romana (aprox. 1800–123 a.n.e.).
La candidatura fue finalmente admitida en la célebre lista sobre la base de los criterios (iii) y (iv) de la UNESCO: constituir un testimonio único o excepcional de una tradición cultural, y ofrecer un ejemplo representativo de una tipología arquitectónica o de un paisaje histórico. Conviene recordar en este aspecto que un primer intento de inclusión, presentado en 2017, fue aplazado tras un informe que reclamaba precisar qué se entendía por “talayótico” más allá de las construcciones monumentales, así como diferenciarlo de la vecina Mallorca, cuya cultura arquitectónica muestra afinidades. Se sugería, además, explorar una reformulación que incorporase otros valores patrimoniales de carácter transversal. Este requerimiento orientó la reformulación de la propuesta, de modo que la arqueología del paisaje y la arqueoastronomía pasaron a ser ejes centrales de la nueva candidatura (2021), que sería finalmente aprobada en 2023.
Es en este marco donde se inscriben diversas contribuciones derivadas de la investigación impulsada por la propia candidatura, como los estudios sobre paisajes interconectados (Galmés, 2024) o los análisis de fenómenos astronómicos vinculados a determinadas construcciones (Riudavets et al., 2023). No resulta casual la coincidencia entre el incremento de publicaciones científicas y el proceso de inscripción: la administración pública lleva más de una década promoviendo proyectos centrados en los yacimientos y en las líneas de investigación relacionadas con la candidatura. Ello ha derivado en un notable aumento de intervenciones arqueológicas y en una tendencia ascendente en la producción bibliográfica (Ferrer & Riudavets, 2018), consolidando así la relación entre investigación científica y reconocimiento internacional.
Ahora bien, cabe preguntarse si este incremento de investigaciones y proyectos se ha traducido en una mayor comprensión e integración del patrimonio menorquín en la propia sociedad insular. Dicho de otro modo: ¿la población entiende realmente qué significa la Menorca Talayótica? Una revisión de la actualidad mediática en torno a la declaración puede arrojar algunas pistas sobre esta pregunta. Dejando de lado la reciente controversia política suscitada por la carretera de Rafal Rubí, algunas noticias invitan a reflexionar desde distintas perspectivas. Por un lado, los episodios de vandalismo, como los daños sufridos por la Naveta de Tudons ya en marzo de 2018, o las informaciones recurrentes sobre expolio de yacimientos que llegan hasta hoy, ponen de relieve que el reconocimiento internacional no garantiza automáticamente una sensibilización directa hacia estos bienes. Desde el ámbito turístico algunos estudios han señalado que la inscripción ha reforzado la identidad cultural de la isla, aunque persisten vulnerabilidades significativas en la gestión de las visitas a los yacimientos (Tudurí, 2019). A ello se suma la preocupación del colectivo arqueológico respecto a la posible instrumentalización económica del patrimonio, aunque pese a las inversiones en promoción turística, no se ha constatado por el momento un aumento significativo del número de visitantes, ni foráneos ni locales[2]. Entre estas propuestas, surge por el momento una cuestión central: ¿la Menorca Talayótica se concibe únicamente como un recurso turístico o un motor de producción científica, o bien puede convertirse en un proyecto social, capaz de articular identidades y valores compartidos fundamentados en la historia y arqueología de la isla? En este caso, ¿cómo hacerlo?
Volviendo al expediente de candidatura aprobado en 2021, la descripción del bien se articula en torno a varios ejes fundamentales: el paleoambiente, las construcciones prehistóricas, las manifestaciones de astronomía cultural, las técnicas constructivas y el uso de los recursos, así como la articulación del paisaje. En el apartado siguiente, dedicado a la historia y evolución, se presentan de manera transversal distintas dimensiones del pasado insular: patrones de asentamiento, creencias, influencias e intercambios exteriores, cultura material y significados, junto con la trayectoria historiográfica de su investigación. A través de estos apartados se perfila una imagen de las comunidades prehistóricas de Menorca, que habrían desplegado un esfuerzo colosal para levantar sus monumentos en un territorio de dimensiones reducidas, generando una tradición arquitectónica poderosa sustentada en complejas formas de organización social. Se alude así a procesos de progresiva jerarquización y de creciente complejidad social, visibles en la monumentalidad ciclópea y que en sus fases finales habrían dado lugar a una diferenciación socioeconómica entre individuos o sectores de la población. Los diferentes paisajes funerarios y territoriales son evidencias de estas transformaciones, además de prácticas simbólicas que encuentran su expresión en fenómenos astronómicos, componiendo un marco interpretativo amplio, una narrativa del pasado en la que, sin embargo, se hace patente una notable ausencia: el género.
La ausencia literal de esta categoría analítica, de gran utilidad para el análisis histórico (Scott, 1986), en todo el expediente es la razón de ser de este trabajo, que intenta explorar de qué manera la perspectiva de género puede contribuir a reforzar el conocimiento social y la percepción pública de la Menorca Talayótica, tanto de sus contenidos como de su proyección. Se abordará cómo una mirada de género sobre los discursos patrimoniales insertos en la candidatura permite ampliar los marcos de comprensión e implicación social mediante un reestudio que pasa por aplicar un enfoque inclusivo e igualitario a la prehistoria menorquina. Esto no pasa únicamente por abordar las relaciones de género en estos períodos (algo poco explorado hasta el momento) o tratar de definir lo que serían las “mujeres y hombres talayóticos”, sino también en repensar los relatos históricos creados hasta ahora, equilibrando el enfoque dado a los agentes históricos, primando una visión más social y favoreciendo así una mayor conexión con las comunidades locales en las que se insertan estos bienes patrimoniales. De esta manera, el marco conceptual de la candidatura podrá devenir también espacio de reflexión crítica, de construcción de identidades inclusivas y de transmisión de valores igualitarios en la sociedad contemporánea.
¿Por qué la perspectiva de género? Breve contextualización teórico-metodológica desde la arqueología española
Mientras que la incorporación del paisaje como categoría arqueológica conecta con los enfoques postprocesuales sobre el territorio y su potencial como medio interpretativo en clave patrimonial, el género y los estudios feministas aplicados a la arqueología parece que no fueron considerados como una vía de explicación capaz de cohesionar y enriquecer el expediente de candidatura. Esta omisión plantea una pregunta: ¿por qué no y qué habría supuesto hacerlo en el marco de esta candidatura? Para responder a ello creo que puede ser de ayuda una breve contextualización teórica y metodológica en este ámbito.
El desarrollo de la arqueología feminista en España cuenta con una trayectoria relativamente reciente, pero no por ello menos extensa, desde la publicación de los primeros trabajos en la década de 1990 y, como hito referencial, a partir de la sesión “Arqueología de las mujeres” celebrada en la Reunión de Arqueología Teórica de Santiago de Compostela en noviembre de 1992. Desde entonces se han tejido redes y proyectos de investigación impulsados por universidades y museos que se han materializado en numerosos artículos, libros y actas de congresos que llegan hasta nuestros días y que la convierten sin duda en una de las ramas más prolíficas de nuestro panorama científico. En dichas publicaciones se ha señalado con claridad el sesgo androcéntrico de nuestra disciplina arqueológica en múltiples dimensiones: desde la explicación de los orígenes de la humanidad (Querol & Triviño, 2004) hasta la invisibilización sistemática de las mujeres y de las actividades vinculadas al cuidado y al mantenimiento cotidiano (González Marcén & Picazo, 2005; Hernando, 2005), fundamentales para explicar las desigualdades históricas construidas desde el presente y proyectadas al pasado (Sanahuja, 2002). Estas revisiones han dado lugar de forma paralela al cuestionamiento de las explicaciones históricas que vertebran museos y espacios destinados a la divulgación y transmisión del pasado, poniendo de relieve la necesidad de analizar críticamente el peso del lenguaje, tanto escrito como visual, en los recursos utilizados, así como la elección de temáticas o piezas arqueológicas que conforman discursos sesgados y excluyentes (González Marcén, 2006; 2008).
Es precisamente este ámbito de los estudios feministas aplicados a los museos el que puede arrojar mayor luz sobre la problemática que plantea este trabajo. Desde los análisis pioneros de Carmen Rísquez Cuenca y Francisca Hornos Mata acerca de la presencia (y sobre todo ausencia) de las mujeres en las salas de los museos arqueológicos (2000; 2005), se ha ido consolidando una línea de investigación que entiende estos espacios como escenarios de transmisión de relatos históricos sesgados y androcéntricos, que perpetúan estereotipos y contribuyen a la reproducción de un imaginario patriarcal. El examen de la proporción de figuras femeninas respecto al total de representaciones, de las actividades atribuidas a unas y otros, así como de las posturas o roles en que aparecen, se convirtió en uno de los ejes metodológicos de interpretación en este ámbito (Querol, 2005; Querol & Hornos, 2011), permitiendo cuantificar y visibilizar estos patrones. A modo de ejemplo, dichos estudios destacaban que el porcentaje más elevado de representación femenina en representaciones de los museos arqueológicos analizados se registraba en el Museo de Almería, con tan solo un 33%. En esta línea, las palabras de Hornos y Rísquez (2005) son muy ilustrativas al respecto: “No existen museos neutros, no hay formas asépticas, inocentes de representar a las mujeres en el pasado. Todas las representaciones del pasado: las de las mujeres, las de los hombres, las de los grupos humanos son subjetivas y lo que tenemos que resolver es cómo participamos en eso, como espectadoras de una muestra, como autoras de un texto, de un guion para trasmitir.”
Es en este contexto cuando surge uno de los grandes proyectos que marcarán el desarrollo de los estudios feministas y de género en la arqueología española: Pastwomen. Se trata de uno de los grupos de investigación más consolidados y longevos de nuestro presente, gracias sin duda a su carácter coral y a la colaboración entre investigadoras de distintas universidades e instituciones en el marco de diversos proyectos financiados desde administraciones públicas. El proyecto nació en 2007 con un objetivo fundamental: renovar las reconstrucciones históricas para visibilizar el trabajo de las mujeres y su cultura material, generando al mismo tiempo recursos específicos para la divulgación accesibles y gratuitos. Resulta especialmente significativo situar este origen en el contexto social y político de aquel momento, marcado por la promulgación de la Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres. Dicha norma, en su capítulo II (artículo 24), señala expresamente a las instituciones educativas como garantes de la igualdad en la formación de mujeres y hombres, y establece la necesidad de implementar medidas destinadas a reconocer y transmitir el papel histórico de las mujeres. En este marco legal, los museos y equipamientos patrimoniales, que tienen una dimensión educativa clara, deben incorporarse a estas prácticas coeducativas promovidas por ley (Cacheda, 2022), diseñando recursos y actividades basadas en narrativas inclusivas y en enfoques coeducativos.
En este trinomio entre (co)educación, arqueología y museos es donde se insertan proyectos que marcan un segundo estadio de esta línea de investigación iniciada con la revisión de los contenidos de los museos y continuada por su materialización en propuestas de nuevas exposiciones temporales, contenidos educativos e itinerarios temáticos. Aunque podríamos citar muchas de ellas, la exposición itinerante “Las mujeres en la Prehistoria” (Soler, 2006) creada en el Museu de Prehistòria de València es uno de los hitos más representativos, que trataba de ubicar a las mujeres en la prehistoria a través de su materialidad de sus prácticas cotidianas, tanto de producción como de reproducción. Unos años después arrancaría la iniciativa estatal “Itinerarios en Femenino”, que aunó a diversas instituciones científicas con el personal de los museos participantes en un convenio único para la revisión de los fondos museísticos de escenarios de máxima representación cultural como son, entre otros, el Museo Nacional del Prado o el propio Museo Arqueológico Nacional (López Fernández-Cao, 2013). Ambos ejemplos ilustran una dinámica que se ha mantenido hasta la actualidad: las exposiciones temporales y el diseño de itinerarios temáticos han sido, en gran medida, las principales herramientas de materialización del citado trinomio, pues constituyen espacios privilegiados para poner en práctica estos enfoques.
Estos contenidos son el resultado de sucesivos proyectos de investigación que centraron su atención en la incorporación de la perspectiva de género a los discursos museográficos, y que cristalizaron en las primeras publicaciones monográficas dedicadas a recorridos alternativos y a propuestas específicas de cada museo en la aplicación de estas prácticas (Izquierdo, López & Prados, 2014; Prados & López, 2017). A partir de esta base se observa, además, la consolidación académica del campo a través de la aparición de las primeras tesis doctorales centradas en el análisis crítico de la legitimación de los discursos androcéntricos desde las vitrinas de los museos arqueológicos, la creación específica de herramientas de coeducación patrimonial o nuevos modelos de socialización del patrimonio pensados desde la perspectiva de género (Bécares, 2020; Cacheda, 2021; Herranz, 2022). Paralelamente, gracias a la existencia de distintos organismos feministas autonómicos se impulsaron proyectos que reforzaron esta línea de trabajo, potenciando un análisis más amplio y sistemático de los espacios expositivos en el ámbito arqueológico (Campos et al., 2021).
En la actualidad, este tema sigue vigente como muestra la publicación de reuniones recientes (Fatás et al. 2024; Soler y Jardón, 2024) así como obras corales (Herranz y Prados, 2025). Aunque de entre todas las publicaciones, es especialmente relevante para este recorrido historiográfico la monografía “Comunicando el pasado en imágenes. Herramientas para la creación y análisis con una perspectiva de género” (De Miguel, del Valle & Diéguez, 2023) que contiene una herramienta fundamental para este tipo de análisis: el denominado “test de Baeza” (González Marcén, Picazo & Cacheda, 2023). Esta propuesta cuestiona el carácter androcéntrico de las ilustraciones arqueológicas a partir del establecimiento de criterios generales que parten de asegurar la diversidad social del pasado; evitar estereotipos; eliminar la infravaloración de las tareas femeninas e infantiles; mostrar un dinamismo equitativo en las situaciones representadas evitando el hieratismo y la pasividad feminizadas; incorporar las actividades de mantenimiento; y relacionar las acciones representadas con el entorno en donde se ubican.
Este recorrido historiográfico muestra cómo la arqueología feminista española ha generado herramientas conceptuales y metodológicas sólidas para analizar los discursos arqueológicos y patrimoniales. Sin embargo, a pesar de ello, parece que estas perspectivas no han tenido todavía un reflejo claro en los estudios ni en las estrategias vinculadas a la Menorca Talayótica. En este sentido, resulta especialmente interesante examinar ahora los antecedentes propios de la investigación de género en el ámbito menorquín, para valorar en qué medida podrían haber dialogado (o aún pueden hacerlo) con el relato patrimonial de la isla y la candidatura.
¿Un pasado sin género? Antecedentes de la investigación arqueológica menorquina
Son todavía escasas las ocasiones en las que se ha planteado un análisis de género de las poblaciones baleáricas, entendido como el estudio del papel que desempeñó la articulación de un sistema de género en las sociedades pre y protohistóricas del archipiélago. Aunque la investigación ha abordado con detalle cuestiones relativas a la estructura política y social, las élites y las familias, o la figura de los mercenarios y comerciantes (Rosselló-Bordoy, 1979; Gasull et al., 1984; Guerrero, 1994), mujeres y hombres (u otros géneros no identificados) han sido con frecuencia relegados a menciones marginales, muchas veces dependientes de los testimonios clásicos (Blanes et al., 1987), especialmente en relación con los célebres honderos baleáricos.
Existen, no obstante, algunos precedentes que han abierto camino al estudio del género en la prehistoria balear, especialmente en el ámbito mallorquín. Entre ellos, destaca el trabajo de J. Coll (1997), pionero en analizar el papel de la mujer en la sociedad talayótica y la división sexual del trabajo. En la misma línea, la tesis de J. Hernández-Gasch (1998) sobre la necrópolis de Son Real planteó la existencia de posibles patrones diferenciados por sexo en los rituales de inhumación. Los trabajos desde la Universitat Autònoma de Barcelona (Lull et al., 2001) desarrollaron un modelo de progresiva jerarquización social y política, centrando su análisis en el asentamiento de Son Fornés. En ellos, la representación masculina como fuerza militar y guerrera sugiere una lectura de género en la construcción del poder dentro de estas comunidades. Investigaciones posteriores (Palomar, 2005; Balaguer, 2005) profundizaron en la materialidad cerámica y metalúrgica, identificando posibles diferencias sexuales derivadas de la división de tareas y de la disposición de los ajuares funerarios. En este marco destaca también el estudio del Edificio Alfa de Puig Morter de Son Ferragut (Castro, Sanahuja y Escoriza, 2003), en el que se propuso la existencia de grupos domésticos con desigualdades de género y una estructura de parentesco de tipo poligínico y patrilocal.
Estos trabajos definieron un horizonte interpretativo que influyó también en la comprensión de la sociedad talayótica menorquina, donde el género se considera un factor relevante en la consolidación de la jerarquía y la complejidad social en las Gimnesias (Pons, 2018). Sin embargo, en el caso menorquín, los datos arqueológicos son escasos y la investigación con perspectiva de género no ha ido más allá. Una excepción significativa la constituye el estudio de la UAB en la Cova de des Mussol (Lull et al., 1999), un espacio de rituales iniciáticos fechado entre el II y el I Milenio a.n.e. Allí se recuperaron unas tallas antropomorfas y zooantropomorfas de madera junto con otros materiales cerámicos de gran simbología. Este conjunto fue leído como una primera expresión de una potencia ctónica femenina generadora de vida, que fue posteriormente sustituida por una ideología más patriarcal vinculada a figuras humanas masculinas. El propio equipo se preguntaba entonces “¿estamos ante una afirmación político-ideológica de tipo patriarcal que se impone sobre una tradición en la que se valoraba ideológicamente lo femenino en los términos de una Madre-Tierra ctónica?”
Este cambio ideológico en Mussol pudo materializarse en una liturgia practicada por un reducido grupo de especialistas masculinos, posiblemente de carácter chamánico. Propuestas recientes (Ferrer, 2021) coinciden en señalar que algunos individuos varones ocuparían posiciones dominantes dentro de la jerarquía social menorquina durante el II y, especialmente, el I Milenio a.n.e. Las fuentes clásicas refuerzan esta visión al describir a los honderos baleáricos como mercenarios de élite en los ejércitos púnicos y romanos (Guerrero, 1980; Domínguez Monedero, 2005). En paralelo, el registro arqueológico refleja una creciente militarización: figurillas de bronce de guerreros como expresiones iconográficas (Orfila, 1983), fortificaciones en los poblados inexistentes hasta el momento (Hernández-Gasch, Torres & Puig, 2023) y armas en ajuares funerarios cada vez más extendidas (Gornés & Gual, 2018).
En esta línea, se ha propuesto que las mujeres desempeñaron un papel relevante en la transmisión de modelos iconográficos entre comunidades, posiblemente asociado a dinámicas de exogamia (Ferrer, 2021). Esta hipótesis coincide con la lectura de los espacios domésticos, caracterizados en estos momentos por una marcada jerarquización interna y una orientación hacia el interior, indicadores de una organización social compleja (Torres, 2017). Pero estas viviendas no solo reflejan un modelo social, también materializan la articulación de las relaciones de género. Partiendo de lo que conocemos sobre la preeminencia masculina, la exogamia femenina transmitida por las fuentes, o la prohibición de las mujeres de acceder al sistema de mercenariado y su ausencia en las representaciones iconográficas, podemos señalar que nos encontramos ante una sociedad patriarcal (Torres, 2021). En ella las mujeres desempeñaron un papel fundamental tanto en la producción como en la reproducción social, sosteniendo la economía doméstica y la transmisión de los saberes colectivos. Las fuentes clásicas señalan también que el aprendizaje del tiro con honda comenzaba en la infancia bajo la instrucción materna, lo que las convierte en agentes de socialización del conocimiento bélico, tecnológico y simbólico dentro del grupo, algo sobre lo que se volverá más adelante.
Como sintetiza Coll (1997), las mujeres postalayóticas asumían un triple papel: productoras sociales e ideológicas del grupo; objeto de intercambio en alianzas; y reproductoras de la fuerza de trabajo, un valor esencial para la supervivencia insular. En esta división sexual del trabajo, las mujeres debieron asumir una carga laboral superior a la de los hombres, además de las tareas relacionadas con el mantenimiento y la reproducción social (Castro, Sanahuja y Escoriza, 2003). La dedicación de los hombres al entrenamiento y servicio militar, orientado al mercenariado, debió redistribuir las responsabilidades domésticas y agrícolas sobre las mujeres, intensificando su dependencia y carga económica (Lull et al. 1999). Esta situación requería de un espacio donde escenificarse y materializarse. Las casas postalayóticas actuaron como estos escenarios materiales de reproducción del sistema patriarcal, arquitectónica y simbólicamente: el patio central, la segregación espacial y el control visual del interior estructuraban la privacidad y el control sobre las mujeres e individuos infantiles del grupo doméstico (Torres, 2021). Bajo la autoridad masculina, eran espacios habitados, centros de producción y de cuidados donde se desarrollaba la vida cotidiana entre hogares, telares, cultivos y rebaños, y en los que se transmitían los valores y habilidades necesarias para la supervivencia insular.
El marco colonial de la segunda mitad del I Milenio a.n.e. introdujo, además, nuevos factores de desigualdad. Las relaciones asimétricas de poder entre las comunidades autóctonas y las ciudades púnicas del Mediterráneo occidental, especialmente Ibiza y Cartago, alteraron las dinámicas sociales y de género. La integración de las islas en la órbita púnica impulsó el fenómeno del mercenariado, consolidando el ideal masculino guerrero (Guerrero, 1980). Este proceso, a su vez, abrió la puerta a la adquisición de mujeres por parte de estos mismos mercenarios (Ferrer, 2021), introduciendo así la variable de clase como nuevo eje de desigualdad, exacerbando la dependencia y exclusión de algunas mujeres.
El ámbito funerario ofrece también datos que, aunque fragmentarios, permiten aproximaciones de género en este horizonte. Los análisis osteoarqueológicos de Cova des Pas (Armentano et al., 2010) y Cova des Càrritx (Rihuete, 2000) evidencian en mujeres adultas un notable desgaste articular, vinculado al transporte de cargas y a posiciones acuclilladas. Estudios recientes, como el de Cova de Biniedrís, muestran entesopatías y afecciones degenerativas similares en ambos sexos, lo que sugiere una división del trabajo menos marcada (Alarcón et al., 2020). No obstante, a pesar de la heterogeneidad de datos, la lectura de estas condiciones de vida desde la perspectiva de género permite reconocer pequeñas desigualdades, como la mayor incidencia de anemias y estrés nutricional en mujeres debido a la maternidad, que aumentaba la mortalidad perinatal (Carballo & Torres, 2020). La menor estatura femenina detecata en Càrritx podría derivarse, asimismo, de una alimentación deficiente en la infancia, reflejo de una distribución desigual de recursos por género (Rihuete, 2000). Finalmente, resultan especialmente sugerentes las evidencias de cuidados: signos de recuperación ante patologías infecciosas y tumorales en mujeres longevas (Armentano et al., 2011; 2013), trepanaciones cicatrizadas (Alarcón et al., 2020) o posibles huellas materiales de la práctica del tiro con honda, documentadas en entesopatías del redondo menor y el braquiorradial en Calescoves (Gornés y Gual, 2018). Aunque parciales, estas evidencias osteoarqueológicas permiten reconstruir, al menos en parte, las condiciones diferenciales de vida y trabajo en la Menorca prehistórica.
Este análisis y recopilación muestra cómo la investigación, si bien aún puede ampliarse, ofrece ya indicios suficientes para considerar el género como una categoría de análisis fundamental, capaz de actuar como motor explicativo histórico e integrarse en los discursos y explicaciones de museos y recursos patrimoniales. Es pertinente preguntarse ahora cómo trasladar estas propuestas y de qué manera los museos y los proyectos de comunicación patrimonial pueden contribuir a visibilizar estas narrativas en clave de género. Con este objetivo se plantea este proyecto “Menorca Talayótica con perspectiva de género”.
¿Cómo hacerlo? Una propuesta de la teoría a la práctica partiendo del expediente de Menorca Talayótica
Este proyecto busca mejorar la comprensión de las sociedades pasadas de la isla partiendo del marco patrimonial de la Menorca Talayótica, enriquecer su lectura histórica desde la igualdad y aumentar la conexión de las comunidades locales y visitantes con el pasado a través de las prácticas cotidianas, vehiculadas mediante la perspectiva de género. En definitiva, pretende generar marcos culturales más cercanos, más humanos y relacionales, capaces de vincular pasado y presente. Por ello la estrategia resulta clara: hay que transformar el hilo conductor del proceso histórico en algo más relacional, identitario y comunitario. En una estrategia de valorización patrimonial, se trata de incorporar las experiencias humanas que trascienden los objetos y lo que llamamos cultura material, huyendo de la mirada de la maravilla, la individualidad y lo masculinizado para reconectar con lo cotidiano (Hernando, 2005). El interés de las personas hacia el pasado, más allá de la fascinación anecdótica e irreal por lo remoto y monumental, reside precisamente en aquello que nos une (Gándara, 2017): reconocer cómo, en este caso, las estructuras patriarcales hunden sus raíces en la historia y cómo comprenderlas desde la vida diaria puede ayudarnos a construir un futuro más equitativo. Más que seguir acumulando datos, tal vez necesitemos otros sentidos. Más que odiseas sobrehumanas, plantear historias comunes, capaces de reconocerse entre pasado y presente. Hacer de lo ordinario lo extraordinario.
Este proyecto se sitúa así en la confluencia entre la arqueología pública y la arqueología feminista, con una vocación transformadora de la realidad actual a través de la representación inclusiva del pasado, la puesta en valor de las experiencias históricas y la incorporación del género como una variable esencial de la memoria colectiva y del patrimonio arqueológico, histórico y cultural (González Marcén & Sánchez Romero, 2018). La metodología por tanto parte de un análisis exhaustivo de la bibliografía y documentación científica con el objetivo de establecer un estado actual de la cuestión sobre el potencial del género como explicación histórica. A partir de este marco teórico, el siguiente paso consiste en evaluar cómo dicha información se materializa (o no) en los principales espacios de socialización del patrimonio arqueológico menorquín y de la candidatura de la Menorca Talayótica, más allá de los propios yacimientos. El análisis se centra así en los principales museos de la isla: Museu de Menorca, en Maó; Museu de Can Saura, en Ciutadella; y Torre d’en Galmés, en Alaior, uno de los yacimientos arqueológicos puestos en valor y dotados de un mayor número de recursos interpretativos. En estos espacios se examinan las representaciones presentes en vitrinas y paneles, evaluando la presencia y ausencia de personajes, las tareas y roles atribuidos a cada género, y los posibles sesgos en el lenguaje escrito y visual empleado. Para ello, se tomarán como referencia los marcos teóricos previos y herramientas específicas como el test de Baeza.
A partir de este diagnóstico, se elaborarán propuestas y materiales específicos para incorporar la perspectiva de género en los espacios museográficos y arqueológicos de la isla. Estas acciones incluirán la redacción de nuevos textos interpretativos, el diseño de recursos didácticos y la definición de estrategias de actuación que integren una mirada inclusiva, integradora y comunitaria en el discurso patrimonial. Entre las intervenciones previstas, destaca la creación de un itinerario de relectura de las exposiciones permanentes desde la arqueología feminista en ambos espacios, así como actuaciones concretas de carácter temporal orientadas a visibilizar las experiencias históricas vinculadas a la vida cotidiana. El proyecto contempla además una amplia labor de divulgación, tanto mediante charlas y participación en foros especializados, como a través de formatos participativos y formativos. Esta última se concretará en talleres y jornadas abiertas, concebidas para fomentar el interés y el debate en torno a la temática, así como para implicar al colectivo arqueológico y al conjunto de la sociedad en la construcción de relatos patrimoniales corales más igualitarios, representativos y socialmente transformadores.
Entrando en materia, a continuación, se presenta el análisis del texto del expediente de la Menorca Talayótica, texto referencial y base para la articulación de la candidatura[3]. Dicho análisis se concentra principalmente en la primera parte del texto del expediente sobre la propia descripción del bien, dividida entre una introducción que lo disecciona a nivel descriptivo y un conjunto de capítulos, “Historia y evolución”, que abordan de manera transversal la explicación histórica que hilvana el texto: asentamientos y territorio, sociedad y creencias, influencias e intercambios, cultura material y significados, y finalmente historiografía y museos. Estos capítulos constituyen el núcleo narrativo y argumental sobre el que se sustenta el relato patrimonial del bien y, por tanto, los valores de excepcionalidad y representatividad que justifican su inscripción en la lista de la UNESCO.
Para este análisis desde la arqueología feminista y con perspectiva de género se estudia la propia construcción discursiva que refleja unas determinadas tradiciones epistémicas, modelos interpretativos y jerarquías de valor. A tal fin, se ha realizado una lectura crítica en tres niveles complementarios: lexicogramatical, centrado en el tipo de sujetos y acciones empleadas en la redacción y su incidencia en la visibilidad o invisibilidad de los agentes históricos; semántico, orientado a detectar los ejes temáticos privilegiados (monumentalidad, técnica, jerarquía) y las ausencias sistemáticas (vida cotidiana, trabajo doméstico, cuidados o relaciones de género); y escalar, destinado a identificar cómo el texto articula las distintas escalas de análisis (cuerpo, espacio doméstico, comunidad, paisaje) y qué desequilibrios emergen entre ellas.
En el primer plano destaca la ausencia de lenguaje inclusivo y así como la no utilización de las palabras sexo o género como categorías descriptivas o explicativas. Los términos mujer y hombre aparecen de forma anecdótica y sin una función analítica. Como ejemplo representativo, por tres ocasiones en las que se contabiliza el término “home” (hombre en catalán), nada más hay una referencia a “dona” (mujer en catalán). El texto se construye sobre un masculino genérico para designar a las comunidades humanas (“caps”, “constructor/constructors”), sin alternativas inclusivas que visibilicen la diversidad de sujetos implicados en los procesos históricos. Esta elección lingüística no es neutra, procede de un modelo discursivo androcéntrico que refuerza la idea de un pasado protagonizado por hombres, trasladando inconscientemente al discurso patrimonial una visión parcial y sesgada de las sociedades prehistóricas. Desde la perspectiva de la arqueología feminista, esta carencia confirma que la neutralidad aparente del lenguaje técnico encubre una visión ciertamente generizada del pasado, donde el sujeto masculino se erige como medida universal. Más allá de señalar la omisión, el objetivo de este análisis es mostrar como dicha omisión condiciona la comprensión histórica del conjunto y limita su potencial de conexión con las sociedades contemporáneas.
El texto del expediente configura un relato fuertemente condicionado por una tradición arqueológica de corte monumentalista y arquitectónica, una cuestión que la propia historiografía viene señalando en términos autocríticos (Calvo & Guerrero, 2011). La Menorca Talayótica se presenta como una “odisea” basada en la fuerza constructiva y la capacidad organizativa de las comunidades prehistóricas, donde la identidad social se refleja en términos de técnica, monumentalidad y dominio del entorno. Esta narrativa, de apariencia objetiva y neutra, se apoya en un sujeto colectivo abstracto (“societat”, “comunitats”) que no tiene rostro, cuerpo o diversidad interna aparente. Esto, en la práctica, puede conllevar la reproducción de una figuración de sujeto masculino hegemónico como agente histórico universal, constructor y productor del paisaje si no se matiza.
El uso de expresiones como “capacitat col·lectiva”, “resiliència” o “societat ben organitzada” refuerza una visión cohesionada y armónica de las comunidades pasadas, pero invisibiliza en cierta manera los mecanismos concretos de su reproducción social: quién cuidaba, quién transmitía el conocimiento, quién mantenía los recursos o quién sostenía la vida cotidiana. Las actividades de mantenimiento, el cuidado de los cuerpos, la crianza o la gestión de la subsistencia no aparecen. Esta exclusión responde a una jerarquización del conocimiento que privilegia lo visible/monumental frente a lo invisible/cotidiano. Esta jerarquización también se observa en el hilo conductor. La progresión cultural se narra como un proceso de creciente complejidad arquitectónica y por tanto política y social. Las transformaciones sociales se miden en piedra y volumen, no en relaciones humanas. El resultado es un modelo de progreso que naturaliza la aparición de la jerarquía, la militarización y la centralización del poder, invisibilizando la aportación de la esfera doméstica y de los colectivos subordinados al mantenimiento del sistema, valores reivindicados desde la arqueología feminista como contrahegemónicos (García Luque & Jardón, 2023). El propio texto, sin embargo, tiene indicios propios que muestran intereses por estos ámbitos, como la producción y procesado de alimentos, el uso comunal de grandes edificios o la ritualidad funeraria vinculada a la memoria y el cuerpo en la Cova des Càrritx, que se centran en la existencia de prácticas materiales y simbólicas idóneas para un enfoque de género, pero quedan formulados de manera más marginal.
El apartado “societat i creences” constituye uno de los intentos más explícitos del expediente por dotar a la narrativa patrimonial de una dimensión social e ideológica. Sin embargo, el análisis de su contenido revela que, pese a su intención, reproduce los mismos sesgos androcéntricos observados. El texto estructura su discurso en torno a tres ejes: la organización, las manifestaciones rituales y la religiosidad. Se alude a la aparición de élites, al control de los recursos y al surgimiento de especialistas rituales, así como a la monumentalidad de los recintos de taula o a las prácticas funerarias en cuevas. En conjunto, una sociedad talayótica cohesionada, regida por un sistema de creencias formalizado, que en sus momentos finales estarían protagonizadas por divinidades donde destaca el toro y otras deidades masculinas antropomorfas. Esto, unido a la mención de “especialistas” reafirman una lectura del poder simbólico en clave jerárquica y masculina, aunque el texto no lo explicita. La semántica empleada remite a un sacerdocio o dirección espiritual relacionada con un control político patriarcal, pero además de no concretarse como tal, tampoco se contempla el papel de las mujeres en este proceso, a pesar de contar con la misma información ya expresada anteriormente sobre su función como transmisoras de saberes, iconografías y mentalidades (Ferrer, 2021). En este sentido, las prácticas rituales, como el “pentinat de la mort” de Cova des Càrritx se expresan también como actos colectivos pero impersonales, sin referencia a quiénes podrían realizarlo o qué significados podrían haber tenido para los distintos miembros de la comunidad. En paralelo, en las diversas representaciones que se hace de él, aparece figurado y protagonizado sobre todo por mujeres (Sintes & León, 2019), algo que llama la atención de nuevo por la falta de desarrollo como propuesta interpretativa previa, dando por entendido que son tareas que recaen sobre las mujeres.
Un proceso similar, aunque inverso, se observa con los honderos baleáricos. En el texto del expediente aparecen principalmente vinculados a las relaciones exteriores, por su participación como mercenarios en los ejércitos púnicos primero y romanos después. La redacción los menciona siempre en masculino, enfatizando su destreza y reconocimiento como guerreros, y presentándolos como puente de la isla con la koiné mediterránea, en tanto durante sus viajes se convertirían en transmisores de iconografías reflejadas en la cultura material. La causa de su pericia, según se recoge tanto en las fuentes clásicas como en el propio expediente, se debe a un prolongado entrenamiento iniciado desde la infancia: las madres habrían obligado a sus hijos a practicar constantemente con la honda, bajo forma de juego e incluso incentivo alimentario. Sin embargo, este aspecto no se desarrolla ni se articula con el resto del discurso, quedando relegado a una anécdota marginal. El texto omite así el papel de las mujeres talayóticas en la socialización y transmisión de un conocimiento técnico que confirió prestigio militar y reconocimiento identitario a las islas, e incluso pudo estar en el origen del propio etnónimo “balear” (ballo, βαλλείν = lanzar) como recoge el texto. Se trata, por tanto, de una oportunidad perdida para romper con el relato androcéntrico y reconocer a las mujeres como agentes activas en la génesis y reproducción de una tecnología bélica y cultural fundamental para la definición del grupo. Llama la atención incluso que, en su lugar, el texto refiere la posible existencia de “centros de entrenamiento”, de los cuales no disponemos aún de evidencia arqueológica, desplazando de nuevo la atención hacia lo institucional y masculino.
Figura 1. Ilustración “idealizada” de honderos menorquines incluida en el expediente (Fuente: Consell Insular de Menorca).
De este modo, la figura del hondero se erige como un símbolo de identidad masculina (viril) y guerrera, que se prolonga hasta el presente. Entre las páginas 267 y 271, esta construcción se hace incluso visual mediante una secuencia de imágenes muy significativa: una primera recreación de dos honderos masculinos en acción, la asociación de estas figuras con las importaciones púnicas y las figurillas de bronce de guerreros, y finalmente una fotografía contemporánea con un hondero lanzando en un yacimiento arqueológico como parte de una visita. Es también curioso observar con una búsqueda rápida por internet cómo este deporte, hoy reconocido como regional autóctono por ley, está protagonizado por hombres, tanto en las representaciones históricas (en las que la Menorca Talayótica está invirtiendo notablemente) como en los encuentros deportivos actuales. En esta relación entre pasado y presente que podría ser muy enriquecedora, esta proyección sesgada es sintomática de un relato patrimonial que asocia el heroísmo, la fuerza y la identidad al ámbito masculino y público, relegando a la esfera privada feminizada (y por tanto invisible) las tareas de cuidado, enseñanza y transmisión del conocimiento que en realidad son su propia condición de posibilidad. Esta estructura narrativa contribuye a reforzar una jerarquía simbólica de género, en la que lo masculino aparece como creador de la historia y lo femenino como subordinado. Como señalan Antonia García Luque y Paula Jardón Giner (2023), la repetición de este tipo de representaciones especialmente en ámbitos educativos naturaliza jerarquías patriarcales al convertirlas en universales y atemporales dentro de los discursos patrimoniales.
Reformular esta dimensión en el discurso de la Menorca Talayótica permitiría redefinir el valor universal del bien desde una perspectiva más inclusiva, en la que los símbolos más viriles del pasado se reconozcan también como el resultado de prácticas de cuidado, enseñanza y continuidad cultural, que lejos de ser feminizadas, debieran ser universales. Las madres, tradicionalmente ausentes en los discursos históricos, podrían ser reivindicadas como agentes de reproducción ideológica y social, garantes de la continuidad de un saber que definía la posición de las islas en el Mediterráneo, entrenadoras de los célebres honderos y honderas baleáricas. Esto también dotaría de otros significados este tipo de prácticas hegemónicas como la guerra. La honda podría entenderse como una tecnología social, no únicamente como un arma: un objeto que articula vínculos, aprendizajes y transmisión intergeneracional. El acto de enseñar a lanzar la honda trasciende entonces la simple instrucción militar. Supone un gesto cultural, donde el cuidado y la disciplina se entrelazan para construir identidades colectivas.
¿Conclusiones? Ideas de cierre y propuestas de futuro
El relato patrimonial de la Menorca Talayótica adolece de una ausencia fundamental: el género. Su aparente neutralidad discursiva encubre una forma de androcentrismo estructural que diluye la diversidad humana del pasado en una colectividad técnica y despersonalizada. El expediente no emplea el término género en ningún momento, y apenas incluye referencias aisladas a mujer o hombre, lo que transmite una idea de un pasado sin rostros ni cuerpos. Tampoco hay lugar para la infancia ni para la vejez. La neutralidad narrativa, en realidad, deviene en exclusión, porque al borrar las diferencias, elimina también las relaciones sociales que conforman el proceso histórico. A ello se suma el uso de imágenes que consolidan la reproducción de valores sexistas en la divulgación histórica. Las imágenes tienen, por su naturaleza icónica y su poder cognitivo, una capacidad de impacto mucho mayor, especialmente en la actual sociedad de la información (González Marcén & Sánchez Romero, 2018). Las recreaciones centradas en los honderos, por ejemplo, esencializan el género, perpetuando la figura masculina como símbolo de fuerza y acción, y negando al género su condición de construcción cultural e histórica, y por tanto cambiable. De este modo, el discurso patrimonial proyecta al futuro un modelo identitario rígido, estereotipado y excluyente, que convierte el pasado en un espejo deformado de las desigualdades presentes.
El pensamiento simbólico que articula la narrativa del expediente se asocia casi exclusivamente a la monumentalidad arquitectónica. Este enfoque formalista excluye otras formas de agencia simbólica, como la cotidianidad de gestos, cuidados y prácticas que también sostuvieron la vida social y ritual de las comunidades prehistóricas que construyeron y habitaron esas arquitecturas. La monumentalidad fue el resultado de dinámicas de cooperación, de mantenimiento y de transmisión del conocimiento, ámbitos donde la perspectiva de género puede ofrecer una lectura complementaria y necesaria. Desde este marco, esta incorporación no debe entenderse como una reinterpretación forzada, sino como una profundización epistemológica que devuelve a la arqueología su condición de ciencia social: una disciplina que estudia personas, no únicamente estructuras, y que, como tal, lo cuenta y divulga. En esta línea, ampliar estas dimensiones refuerza la lectura arqueológica y aumenta el potencial educativo y social del patrimonio. Un relato que omite estas dimensiones es menos capaz de conectar con las experiencias contemporáneas. Integrar la perspectiva de género permitiría así ampliar la noción de “valor universal excepcional” que sostiene la candidatura, dotándola de una lectura más inclusiva, plural y humana del pasado menorquín, en la que la memoria de las mujeres, los cuerpos, la cotidianidad y los cuidados sean reconocidas como parte inseparable de este patrimonio común.
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Recibido: 13/10/2025
Evaluado: 25/10/2025
Versión Final: 30/10/2025
páginas / año 18 – n° 46/ ISSN 1851-992X /2026
[1] Este artículo es parte de un proyecto financiado por el Consell Insular de Menorca a través de sus “Accions per millorar el coneixement històric de Menorca any 2024 (exp. 2112-2024-000001)”, línea 3 de investigaciones de tipo histórico.
[2] Titulares como “Morir de éxito: ser Patrimonio de la Humanidad puede convertirse en tu tumba” (22/9/2023, elDiario.es), “El primer año de la Menorca Talayótica dispara las excavaciones, pero no atrae más turistas” (15/9/2024, Diario Menorca) o “El Consell de Menorca lleva invertidos 30 millones en promoción turística en los últimos seis años” (8/1/2025, Diario Menorca) ilustran este panorama.
[3] Documento accesible en la web de Menorca Talayótica: https://www.menorcatalayotica.info/WebEditor/Pagines/File/ExpedienteMenorcaTalayotica.pdf