Votar en el pueblo. Elecciones comunales de 1925 en Santa Teresa, un pueblo del sur santafesino. Disciplinamiento electoral y social

Votar en el pueblo. Elecciones comunales de 1925 en Santa Teresa, un pueblo del sur santafesino. Disciplinamiento electoral y social

Voting in the village. Municipal elections of 1925 in Santa Teresa, a town in the south of Santa Fe. Electoral and social discipline

Paulo Menotti

Universidad Nacional de Rosario,

Instituto de Educación Superior Nº 29 “Galileo Galilei” (Argentina)

paulomenotti@yahoo.com.ar

https://orcid.org/0000-0001-9112-4735

Resumen

Este artículo indaga en la política y la sociedad de pequeñas localidades del sur de Santa Fe durante la década de 1920 a partir del estudio de las elecciones comunales. En particular, el texto toma al pueblo de Santa Teresa del departamento Constitución como referencia y a los comicios de noviembre de 1925 como objeto de análisis. Ese año, el acto electoral pareció desarrollarse de manera pacífica pero dicha paz ocultaba distintos conflictos que habían tenido lugar en dicho pueblo. Estas disputas habían separado a los integrantes de la clase dominante, una pequeña oligarquía local de acuerdo a sus diferentes posiciones políticas que habían dividido las simpatías en el pueblo y lo volverían a hacer en el futuro. Además, este texto refleja el modo en el cual se desenvolvían las elecciones en esas pequeñas localidades y la forma en la que esa pequeña clase dominante mantuvo el control político más allá de la ampliación democrática de 1912.

Palabras clave:  Elecciones; pequeñas localidades; política.

Abstract

This article inquiries into politics and society of small towns in the south of Santa Fe, an Argentinian province, during the 1920s by studying the municipal elections. In particular, the study focuses on the town of Santa Teresa, located in the department of Constitución, and its object of analysis are the November 1925’s elections. That year, the electoral act seemed to have developed peacefully, though this peace hid different conflicts that had taken place in that town. These disputes had separated the members of the dominant class, a small local oligarchy according to their different political positions that had divided the sympathies of the town and would do so again in the future. In addition, this article reflects the way in which the elections were carried out in these little towns and the way in which the small dominant class maintained political control beyond the democratic expansion of 1912.

Keywords: Elections; small towns; politics.

Introducción

El 1° de noviembre de 1925 se llevaron a cabo las elecciones para renovar las comisiones de fomento de los pueblos de Santa Fe. En Santa Teresa, una localidad del sureño departamento Constitución también tuvieron lugar y el acto electoral se desarrolló con tranquilidad hasta que apenas unas jornadas posteriores aparecieron denuncias de intimidación, coacción y violencia por parte de las autoridades. Aunque este pueblo no fue un constante escenario de conflictos, sí había tenido sus momentos de enfrentamientos políticos que registraron apremios en 1919. Las elecciones de 1925 habían mostrado cierta calma hasta que unos días más tarde se conoció la denuncia de un vecino que acusó a la policía local de haberlo golpeado por reclamar que le devuelvan su libreta de enrolamiento.

Esta situación desnudó una realidad que era mal tapada por las autoridades del pueblo, por la clase dominante[1] que se encargaba de las elecciones y que contaba con el auxilio de la policía para desplegar sus intereses. Desde hacía tiempo el discurso político de esa pequeña oligarquía ya no era efectivo en esa comunidad y debieron recurrir a otras formas para lograr el control político como el apremio plasmado en el retiro de libretas de enrolamiento bajo amenaza de despido, quedar por fuera de las bolsas de trabajo o abuso y violencia policial.

En base a lo expuesto, nuestra hipótesis expresa que a mediados de la década de 1920, dicha manera de control político fue una forma de respuesta desde la burguesía hacia la clase trabajadora que había elegido el camino de la protesta radicalizada entre 1918 y 1924. Durante ese periodo de seis años se debilitó, y hasta llegó a fragmentarse, el lazo que unía a los trabajadores con las expresiones partidarias de la clase dominante que, por entonces, estaban cristalizadas en la Unión Cívica Radical (UCR) y del Partido Demócrata Progresista (PDP). La UCR, a su vez, en tanto partido mayoritario que controló el poder entre 1912 y 1930 en la provincia de Santa Fe, se halló dividida entre propuestas de corte obreristas frente a otras que se opusieron drásticamente a esas expresiones de acercamiento al movimiento obrero. Ninguna de estas expresiones partidarias pareció ser acompañada por los trabajadores de dicha localidad.

De acuerdo a lo expuesto, queda en evidencia que durante las elecciones estaba mucho más en juego que la política electoral y aparecían las tensiones sociales. Debido a esto, en el presente trabajo expondremos la forma mediante la cual se llevaban a cabo las elecciones en pueblos santafesinos durante la década de 1920, poniendo énfasis en su característica de democracia ampliada, propia de los primeros gobiernos radicales, pero también y de modo paralelo se pondrá el foco en el modo en que la clase dominante local controlaba las actividades que hacían al acto electoral.

¿Qué diferencias hubo hacia el interior de esta clase social?, ¿qué disputas o acuerdos se registraron entre los distintos partidos?, ¿cuál fue la respuesta de los trabajadores de dicha comunidad? Esas serán las preguntas que intentaremos responder en este texto y para las cuales tendremos en cuenta la conformación social de esa localidad desde su fundación hasta la década de 1920, lo que permitirá analizar la forma en la que fueron desplegando su discurso la dirigencia política de esa época. Gracias a este análisis, podremos reflexionar acerca del comportamiento de la burguesía local y de la clase trabajadora. Además, se analizarán las posiciones de los partidos políticos a nivel nacional y provincial para intentar percibir las diferencias o similitudes a nivel local.  

Un pueblo del sur santafesino

Al igual que tantos otros pueblos del sur santafesino, Santa Teresa –que se ubica en el sur de la provincia de Santa Fe a 20 kilómetros al norte del Arroyo Del Medio- surgió con el impulso colonizador en una segunda corriente en el último cuarto del siglo XIX tras la exitosa experiencia de la colonia Esperanza en 1856. La fundación formal se produjo el 19 de marzo de 1889 cuando, gracias al fomento de la Compañía Ferrocarril Gran Sud Santa Fe y Córdoba que nacía en Villa Constitución y se extendía hacia el sur de Córdoba.

Figura 1. Santa Teresa en el mapa del Departamento Constitución, en Santa Fe.

La empresa inglesa se propuso fundar un pueblo cada 20 kilómetros para que las locomotoras a vapor pudieran cargar agua y, además, para permitir transportar las cosechas a menos de esa misma distancia en carros para hacer viable la producción cerealera. En un texto –rescatado por el historiador Omar Scenna- escrito por uno de los primeros pobladores de la localidad, Félix Hormazábal recordaba la llegada de los empleados de la empresa inglesa que exploraban la región para la instalación de las vías férreas. En esas memorias, Hormazábal recordó que lo había sorprendido haber visto extranjeros hacia fines de la década de 1880 y que luego trabajó para la Compañía de Tierras del Sud de Santa Fe y Córdoba como agente inmobiliario. Esa empresa había comprado en cada estación de trenes que instalaban entre “sesenta a setenta cuadras de terreno, los que fraccionaban en manzanas y solares”[2].

De esta manera, el trazado del ferrocarril y la fundación de localidades permitió poblar la región en el espacio rural y en pueblos en el sur santafesino en gran medida gracias a la masiva inmigración ultramarina y a la migración de otras provincias argentinas que se asentaron en estos pueblos como Santa Teresa. Sin embargo y a pesar de que no hay registros de habitantes del censo de 1869, es posible que la región sur santafesina haya estado siendo repoblada por personas que ocupaban el espacio a lo largo del siglo XIX, a medida que se fue desplazando a la gente de los pueblos originarios[3].

En el Primer Censo de Santa Fe, de 1887, no aparece Santa Teresa ni sus vecinas del sur, Peyrano, J. B. Molina o General Gelly, por ejemplo, y en lugar de éstas la recopilación de datos los denomina Arroyo del Medio Centro. En dicha medición se contó a 1984 pobladores de los cuales 1831 eran varones y 153 mujeres. Se debe subrayar que el 92,3 por ciento eran nativos. Este registro coincide en gran medida con las localidades antes nombradas y con otras que pertenecían al departamento General López[4]. Ese mismo recuento poblacional coincide con los relatos de Hormazábal quien había puesto una pulpería junto a su socio Picabea, y aunque ambos eran inmigrantes españoles arribados a la Argentina una o dos décadas antes, les había sorprendido la aparición de extranjeros en la zona.

Hacia 1895 el Segundo Censo de la República Argentina, a seis años de la fundación formal de Santa Teresa, señaló la existencia de 332 habitantes si se tienen en cuenta sus espacios urbano y rural[5]. Ese recuento poblacional dividió al distrito en tres partes. La primera contaba a la población rural de Santa Teresa y Pavón Arriba (la localidad vecina hacia el norte) y arrojó la cantidad de 149 habitantes (98 varones y 51 mujeres). La segunda parte, Santa Teresa campo se ocupó de la gente que habitaba exclusivamente el espacio rural con 84 habitantes (57 varones y 27 mujeres). Por último, el espacio urbano estaba habitado por 99 personas (33 mujeres y 66 varones). Por entonces, la mayoría eran varones y había un 60 por ciento de argentinos y un 40 por ciento de extranjeros cuya mayor proporción eran italianos en un 90 por ciento y muy por detrás había franceses, españoles, alemanes, suizos, belgas, paraguayos, uruguayos y chileno.

De acuerdo a las ocupaciones que estos habitantes declararon en el censo de 1895, hallamos 78 jornaleros, 72 agricultores, 20 peones, 16 labradores, 15 cocineras, 13 boyeros, 13 comerciantes, diez dependientes, nueve medianeros, nueve propietarios, ocho planchadoras, siete chacareros, seis capataces de estancia, seis hacendadas, seis lavanderas, cinco albañiles, cinco peones agrícolas, cinco propietarias, cuatro carpinteros, cuatro corraleros, cuatro costureras, cuatro estancieros, cuatro herreros, cuatro mucamas, cuatro repartidores, cuatro sirvientas, tres capataces, tres carreros, tres carniceros, tres hacendados, tres ladrilleros, dos cocineros, dos panaderos, dos pintores, un boticario, un cochero, un contador, un fiambrero, un fideero, un foguista, un gallinero, un hornero, un leñero, una maestra, un maestro, un maquinista, un mecánico, un mercachifle, un quintero, un recibidor y un resero. Se podría estimar que el 51 por ciento, e incluso algunos más, pertenecían a la clase trabajadora.

Con el nuevo siglo y la llegada de inmigrantes de Europa y Asia, junto a migrantes de otras provincias, Santa Teresa creció demográficamente en casi diez veces desde su recuento inicial. El Tercer Censo Nacional señaló que en 1914 vivían en Santa Teresa unas 3.376 personas de las cuales el 40,52 por ciento eran extranjeras y el 60 por ciento eran varones[6]. Al perderse las notas de este censo, no podemos conocer las ocupaciones de los habitantes de Santa Teresa al inicio de la Primera Guerra Mundial pero es claro que la principal ocupación fue la del agro tanto para los agricultores, chacareros o colonos, como para los jornaleros, es decir, obreros rurales que vendían su fuerza de trabajo por día o jornal, principalmente en la realización de tareas en el campo como la cosecha de trigo y maíz entre noviembre y junio, como en la trilla en los meses de agosto y septiembre. Estos jornaleros no vivieron en el espacio rural, sino que lo hicieron, en su mayoría, en el barrio Alto Verde de esa localidad. A estas personas, los otros vecinos de Santa Teresa denominan “Los del otro lado de las vías”.  

Entre 1918 y 1920 la Comuna de Santa Teresa intentó realizar un censo a nivel local y es posible que se haya llevado a cabo, pero no se hallaron esos registros. Recién en 1925 logramos acceder a una fuente de información que nos permite, en parte, comparar la composición social de esta población. En el marco de las elecciones comunales, se armó un dossier informativo sobre el desarrollo de ese proceso electoral llamado Expediente elecciones 1925. Gracias a este documento del Archivo de la Comuna de Santa Teresa conocemos parte del componente social masculino de la localidad. En las elecciones de ese año, de la que podían votar argentinos y extranjeros, se anotaron para votar 875 varones de 18 a 75 años. Aquí encontramos que las proporciones se mantienen porque el 66 por ciento son argentinos, aunque muchos de ellos pertenecen a la segunda o tercera generación de inmigrantes, y dentro de los extranjeros la mayor proporción eran italianos (71 por ciento). En esta oportunidad y a diferencia de fines del siglo XIX, encontramos que la comunidad de españoles creció y ocupaba un 16 por ciento de los inmigrantes en el pueblo, y además extranjeros de otros lugares como los árabes (sin diferenciar su origen nacional), rusos y de otros países de Europa del Este[7].

En esta oportunidad si quedaron plasmadas las ocupaciones de los inscriptos y pudimos comprobar que se mantienen las proporciones de agricultores y jornaleros, aunque se multiplicaron por más de cuatro veces sus cantidades. En su descripción tenemos 307 agricultores, 303 jornaleros, 111 comerciantes, 101 empleados, ocho carreros, ocho herreros, ocho mecánicos, seis peluqueros, cuatro conductores, cuatro panaderos, tres carpinteros, tres maquinistas, tres rentistas, dos albañiles, dos comisionistas, dos constructores, dos sastres, dos zapateros, un colchonero, un educacionista, un eclesiástico, un engrasador, un escribano, un estudiante, un farmacéutico, un idóneo de farmacia, un fidelero, un industrial, un ingeniero, un lechero, un lonero, un médico, un pintor, un procurador, un propietario, un talabartero y un verdulero[8].

Si bien la nomenclatura de profesiones lleve a pensar que existió una mayor pertenencia a un estrato social superior, ese dato debe ser sopesado. Por ejemplo, la clasificación de comerciantes con una importante participación en el registro demográfico, no debería llevar a pensarlos como personas de altos ingresos. No obstante, aunque no existen aclaraciones, muchos de estos no lograban tener un local propio, es decir eran vendedores ambulantes. Además, es posible que algunos hayan compartido el mismo negocio. Está claro que un pequeño grupo de comerciantes formó parte de la clase dominante y el resto lograba ingresos apenas por encima de jornaleros, similares o, tal vez, menores. Con respecto a la calificación de “empleados”, considerados “trabajadores de cuello blanco” y por tanto con una posición superior a la de obreros, tampoco debería llamar a engaño porque gran parte de éstos eran equiparables a los jornaleros. En ese sentido, sólo una pequeña parte de los empleados formaron parte de una “aristocracia obrera” y más de las tres cuartas partes permanecieron entre la clase trabajadora. Incluso, llama la atención que entre “empleados” hallamos al comisario, además de otros policías. Es posible que hayan entrado en esa categoría los trabajadores del correo y del ferrocarril, entre otros. Obviamente, se agruparon en esa denominación los dependientes de casas comerciales.

De la nómina de oficios y profesiones se puede agregar que expresa una clase media reflejada en agricultores, comerciantes y a algunos profesionales como el médico, el procurador y el farmacéutico. De la primera categoría se debe aclarar que, si bien eran pequeños empresarios rurales, muchos de ellos estaban apenas un poco por encima de la forma de vida de jornaleros, por ejemplo.

Por último, del conjunto de inscriptos surge una pequeña burguesía representada por rentistas y propietarios, además de un pequeño grupo de comerciantes dedicados al rubro de Almacenes de Ramos Generales que los chacareros denominaban peyorativamente “rameros”[9]. Entre éstos encontramos a esa elite de la clase dominante de este pueblo que estaban agrupados entre los 25 “mayores contribuyentes” que tenían derechos políticos por encima del resto de la población. A este pequeño grupo, también accedieron algunas personalidades destacadas del pueblo.

En dicha nómina, está claro que la mayoría absoluta no se inscribió y es posible que haya quedado un número importante de personas sin ser registradas, aunque las proporciones de crecimiento demográfico, en este caso de varones adultos entre 18 y 75 años se mantuvieron. Hasta aquí se debe señalar que, más allá de la enorme exclusión de mujeres que conforman la mitad o más de la población, la inscripción para el proceso electoral respondió al de la democracia ampliada que vivía el país e, incluso más, porque permitió votar a los extranjeros, muchos de los cuales pertenecieron a la clase trabajadora.

De acuerdo a lo mencionado, podemos afirmar que Santa Teresa era para 1925 un pueblo en crecimiento que, luego de ese abrupto incremento poblacional de principios de siglo mantuvo su demografía estable. Si nos detenemos en las tareas y oficios que se desempeñaban, notamos que se habían ampliado sus actividades y se había dado una división de trabajo con una especialización de tareas aunque no se debe exagerar ese aspecto. El pueblo había generado una dinámica que se reflejó en el comercio con un centenar de personas con esa ocupación y más de un centenar de empleados. Eso refleja que había aumentado su vida comercial y que varias instituciones del Estado se hacían presentes o habían aumentado sus planteles de “empleados”. La policía era una de éstas, el correo y el Juzgado de Paz. También la escuela primaria que había abandonado la educación por parte de maestros particulares que enseñaban desde sus casas para dar forma a la Escuela fiscal N° 184 “Domingo F. Sarmiento”, que en esos años también veía concretado su edificio escolar. Es posible que en esos años se haya creado también otra escuela primaria, la Escuela fiscal N° 185 del barrio Alto Verde. Además de esto, el pueblo contaba con dos clubes deportivos, Olimpia e Independiente donde se practicaba tenis y fútbol, un grupo de teatro “filodramático” de entusiastas aficionados, e instituciones étnicas como la Sociedad Italiana y la Sociedad Española, la que desde entonces proyectaba films internacionales como Monsieur Beaucarie, protagonizada por Rodolfo Valentino[10].

Por último, se debe tener en cuenta que hacia 1925 la Comisión de fomento de Santa Teresa tenía la representación de otros pueblos que incluía en su jurisdicción como Francisco Paz y La Vanguardia. Ésta última logró su autonomía hacia 1929 y con ella fragmentó en cierta medida a la demografía recién expresada.  

Un protocolo electoral

En 1925 estaba en vigencia la ley 1780, provincial, de Comisiones de Fomento y comunas que establecía, en su artículo 57 el régimen electoral para elegir a los representantes comunales. Ésta expresaba que, en los pueblos santafesinos, es decir, poblaciones que no superaban los diez mil habitantes se formaba una Junta de Principales Contribuyentes que contenía una nómina de 25 personas cuyos pagos a las rentas provinciales fueran superiores al resto de los vecinos. Como se vio previamente, ésta estaba formada por importantes propietarios, como Felipe Ferreri, y comerciantes del pueblo, en particular los dueños de Almacenes de Ramos Generales, como Piero Baiocchi y Francisco De Giuli, que se dedicaban a la venta de productos básicos de alimentación y vestimenta, pero también cumplían un importante papel como entidades financieras brindando créditos a los agricultores[11].

El proceso electoral para definir a los representantes de las comisiones de fomento contaba con la iniciativa de la Comuna de cada pueblo en relación con la Dirección General de Rentas (DGR) de la provincia que le enviaba la nómina de los primeros contribuyentes a partir de las ciudades cabeceras de departamentos provinciales. A fines de mayo de 1925, la oficina de la DGR en Villa Constitución envió a la Comuna ese listado. La Comisión de Fomento debía entonces publicar la lista de los 25 primeros contribuyentes que se instituía como una comisión encargada de convocar a nuevas elecciones comunales. Sin embargo, en los primeros días de junio, desde la Comuna de Santa Teresa se reclamó una corrección de ese listado[12]. Se pedía que se tachara a cuatro integrantes y se incorporara a otros, entre éstos estaba el hermano (Remo Baiocchi) del por entonces presidente de la Comisión de Fomento (Piero Baiocchi). Entre los tachados se encontraba Juan Fontana, quien había sido dirigente rural en el Grito de Alcorta representando a los colonos santateresinos, posiblemente antiguo socialista, e integrante de la nueva lista del radicalismo. Una seguidilla de notas continuó hasta julio con reclamos desde varias partes. Por último, no se incorporó a Remo Baiocchi porque la DGR no halló los pagos correspondientes por ejercer como vendedor ambulante.

A fin de cuentas, la Junta de los 25 primeros contribuyentes encargada de organizar el acto electoral, quedó presidida por Juan Mazzoni un antiguo dirigente político de la localidad ligado al radicalismo y al caudillo regional de Villa Constitución, Juan Cepeda[13]. Según Scenna:

Los comités “cepedistas” crecían y se mantenían fuertes, amparados en el brazo armado de la policía de cada pueblo, en la prepotencia de los matones y en el accionar de los punteros políticos que rodeaban a los presidentes de comunas. Formaban así una especie de bandas, donde la impunidad les permitía cometer todo exceso de autoridad, robos, ventajas de cualquier tipo, apropiaciones y los consiguientes aprietes y fraudes en épocas de elecciones (Scenna, 2018).

Mazzoni había sido el idóneo que realizó el primer censo en el pueblo, luego durante la década de 1910 fue presidente de la Comisión de Fomento y había sido juez de Paz. Como secretario de la Junta de Primeros contribuyentes quedó Pedro Bocca, un comerciante que no figuraba en el primer listado que había enviado la DGR y que había sido agregado posteriormente tras los reclamos de ajustes. Es posible que haya existido en estas actuaciones una puja por ocupar ese espacio entre la elite comercial y empresaria local que también respondía a las distintas identidades políticas, aunque nos faltan elementos para corroborar esta hipótesis.  

La continuación de ese protocolo pre-electoral implicaba la convocatoria a inscripción de los varones extranjeros, que pagaban impuestos, y los argentinos con libretas de enrolamiento, es decir que habían sido inscriptos en el registro de la conscripción militar. Debido a esto, el presidente de los Primeros contribuyentes desde agosto comenzó a reclamar a la Comuna la entrega del material para dicho fin, es decir, libros confeccionados exclusivamente. Además, dicha Junta estableció las fechas de inscripción que se realizaron en el “atrio de la Iglesia” católica. Entre septiembre y octubre se inscribió a los votantes y, al establecer en 785 personas el número de votantes, se definió la cantidad de mesas que también, a partir de un sorteo realizado por los mayores contribuyentes, quedó en número de cinco. Para las mesas electorales se eligieron tres titulares y tres suplentes por mesa. Por último, la Comisión de Fomento realizaba una convocatoria formal a elecciones comunales para el periodo 1926 y 1927 con la publicación de afiches en los que señalaba el lugar en el que se situaba cada mesa electoral.

En las elecciones de 1925, los centros de votación fueron en la Mesa 1, ubicada en el recinto de la Comisión de Fomento (Comuna), la Mesa 2 en el Juzgado de Paz, la Mesa 3 en el local de Correos y telégrafos, la Mesa 4 en el local del Colegio fiscal y la Mesa 5 en el Atrio de la Iglesia.

El 28 de octubre se presentó solamente una lista, de la Unión Cívica Radical (UCR) liderada por Juan Mazzoni y formada por los titulares Armando Zamudio, Severo Marino, Pedro Gallesio Molina y Salvador Solá. Como suplentes estaban Eduardo Público, Juan Ramorini, Juan Fontana, Octavio Cavallieri y Ramón Montenegro. Y, como controladores de cuentas, figuraban Luis Piazza, J. P. Miretto y J. Vidal López[14].

Las elecciones se llevaron a cabo el 1º de noviembre de 1925 sin que se haya ocasionado ningún tipo de problemas. De los más de 800 inscriptos no votaron 152 personas y ninguno de ellos votó en blanco. Es decir, hubo 768 sufragios positivos. No queda claro cómo era el procedimiento del acto electoral. Se podría estimar que no hubo listas y es posible que al momento de inscripción o posteriormente, los votantes hayan recibido una boleta en la que debían anotar o marcar a los candidatos elegidos. De hecho, y de acuerdo al recuento electoral, surge que se eligió a candidatos de manera individual y, quienes mayor cantidad de votos recibían eran quienes integraban la Comisión de Fomento futura.

Elecciones con resultado descontado

En las elecciones del 1º de noviembre de 1925 para la Comisión de Fomento de Santa Teresa los más votados fueron -para titulares- Juan Mazzoni (727 votos), Severo Marino (728 votos), Pedro Gallesio Molina (727 votos), Armando Zamudio (727 votos) y Salvador Solá (727 votos). Para suplentes recibieron mayor cantidad de sufragios Román P. Montenegro (727 votos), Octavio Cavallieri (710 votos), Juan Fontana (709 votos), Eduardo Público (708 votos) y Juan Ramorini (708 votos). Y para revisadores de cuentas Luis Piazza (725 votos), Juan P. Miretto (725 votos) y José Vidal López (726 votos)[15]. Al ser la única lista, el diario La Capital había anticipado ese mismo domingo 1° de noviembre, que su “triunfo” se daba por “descontado”[16].

De esta manera y sin oposición visible se impuso la lista de radicales cepedistas en Santa Teresa. El oficialismo provincial del Radicalismo Unificado –ligado al Antipersonalismo del presidente Marcelo T. de Alvear- del gobernador Ricardo Aldao y de su vicegobernador Juan Cepeda triunfaba de esa manera sin gastar energía en disputarle espacio a la oposición.

Por entonces el radicalismo atravesaba un cisma a nivel nacional, iniciado el año previo, que dividió a la Unión Cívica Radical (UCR) entre los seguidores del expresidente Yrigoyen quienes retuvieron al Comité Nacional formando el Personalismo y, los llamados Antipersonalistas que se alinearon tras la dirigencia de Marcelo T. de Alvear. Mientras Yrigoyen, “el caudillo de la plebe”, el “radicalismo fuerza”, según los conservadores, mantuvo un acercamiento a la clase trabajadora a pesar que durante su mandato se produjeron las mayores masacres obreras (en la Semana trágica, las huelgas de La Forestal y en la Patagonia rebelde), el segundo considerado por la oposición conservadora como “el presidente de estilo francés” o “el radicalismo sombra”, propuso un estilo más alejado del movimiento obrero (Béjar, 2005). El Antipersonalismo, que emergió con la llegada de Alvear a la presidencia, ya se venía gestando debido a las críticas dentro de la UCR del estilo personalista de Yrigoyen, a quien también catalogaban de demagogo. Al yrigoyenismo le cuestionaban el aumento del gasto público para incluir a la militancia radical en empleos del Estado, cuestión de imitó el gobierno de Alvear, y de originar una impagable deuda externa. Fueron esas las razones esbozadas que articularon al Antipersonalismo aunque el discurso obrerista fue lo que más peso había tenido para la fragmentación de la UCR a nivel nacional. De esa manera se conformó la UCRA en un partido opositor, pero no logró doblegar al yrigoyenismo, salvo en la provincia de Santa Fe que se convirtió en el partido oficial con el gobierno de Ricardo Aldao (Persello, 2007; Rock, 2010).

El radicalismo santafesino ya estaba dividido desde 1913 entre los Nacionalistas (del Comité Nacional) que por entonces apoyaron al gobernador Menchaca, y los Disidentes que nucleaban a distintos dirigentes y llevaron como gobernador en 1916 a Rodolfo Lehmann. Sin embargo, la conflictividad obrera volvió a abrir aguas en el radicalismo disidente entre Nordistas, de perfil conservador, y Sudistas, una corriente obrerista y un tanto izquierdista. Los sudistas, a su vez, en 1920 se volvieron a dividir entre Elizaldistas (liderados por Francisco Elizalde) y Caballeristas[17]. Ésta última fracción fue dirigida por Ricardo Caballero, un caudillo de Rosario que tuvo un marcado apoyo obrero y eso le permitió tener incidencia en el sur provincial. Caballero también se convirtió en un importante armador del radicalismo en momentos electorales. En 1916, había sido él quien convenció a los electores Disidentes de Santa Fe para que apoyen a Yrigoyen y así permitirle llegar a la Presidencia.

Hacia 1925, un nuevo escenario de fragmentación y dispersión se presentaba para la UCR santafesina y Caballero se encargó de la tarea de tender puentes y conformar acuerdos electorales a fin de no perder espacio frente al Partido Demócrata Progresista o el Partido Socialista. Un año antes (1924), la UCR santafesina estaba dividida entre Radicales Unificados liderados por el gobernador Enrique Mosca y que unía a los antiguos Disidentes, entre ellos a Ricardo Caballero. Otra fracción eran los Radicales opositores liderados por Alcides Greca opuestos al ex gobernador Mosca (1920-1924) por vetar a la Constitución de 1921 y, también, eran quienes mantenían un discurso obrerista[18]. Una tercera parte de la UCR eran los Elizaldistas. Hacia 1926 nuevamente se reordenaron las fracciones y debido al realineamiento provocado entre los radicales a nivel nacional, en Santa Fe pasaron los Unificados a enlistarse en el Antipersonalismo, bajo el liderazgo del gobernador Ricardo Aldao, frente a los Yrigoyenistas. Es claro que varios dirigentes radicales operaron para no fragmentar al partido en Santa Fe y de esa manera en 1925 mantuvieron una unidad sostenida con lazos que rápidamente se cortaron (Karush, 2006).

En el sur santafesino, más precisamente en el Departamento Constitución el vicegobernador Juan Cepeda, que había estado militando en el Comité Nacional, pero hacia la mitad de la década se volcó decididamente hacia el Antipersonalismo, buscó por medios democráticos y antidemocráticos mantener su hegemonía política restándole espacio al caudillo de Rosario, Ricardo Caballero que tenía a su alfil en el sur en la figura de José M. Montes.

De acuerdo a las fuentes con las que contamos no es posible afirmar con qué línea política se alinearon los miembros de la saliente Comisión de fomento encabezada por Baiocchi. Nuestra hipótesis es que, más allá de las diferencias entre los elementos de esta dirigencia política que conformaba la Comisión de Fomento entrante en 1925 y la saliente hubo un acuerdo de traspaso pacífico de la gestión de un grupo a otro.

Ese acuerdo se mantuvo al interior de la nueva Comisión de Fomento en la que participaron algunos elementos que habían estado durante el gobierno de Francisco Borsani, entre 1918 y 1922, y que claramente estaban ligados al yrigoyenismo. De hecho, uno de sus principales dirigentes, Juan M. Ansalas había sido duramente cuestionado por el fuerte empresariado local por no haber reprimido a las protestas obreras de ese periodo durante su gestión como jefe político del Departamento Constitución. Esos cruces de acusaciones fueron soslayados en 1925 y la Comisión de Fomento liderada por Mazzoni aceptó entre sus filas a Fontana quien, desde su temprana militancia en el socialismo, se había pasado al yrigoyenismo, además de Luis Piazza que es posible que haya estado ligado a la fracción más popular de la UCR, el Personalismo.

Desbordes del pueblo y violencia policial

La alianza hacia el interior de la burguesía local, sin embargo, no alcanzó para contener a las diferencias con la clase trabajadora del pueblo. En 1925 se vivió un nuevo episodio que expuso que únicamente la violencia era la manera que hallaron los principales comerciantes, empresarios y propietarios de poder contener a los obreros santateresinos y a sus expresiones políticas, entre ellas la del Partido Socialista, en el marco de elecciones locales.  

Un acontecimiento previo se había producido en el periodo del ciclo de huelgas entre 1917 y 1922 que, en Santa Teresa conmovió a la comunidad, en particular a la clase dominante, y que empoderó a la clase trabajadora que obtuvo una serie de derechos. Frente a esto, la elite local decidió cerrar filas, formar un frente y obstruir el crecimiento sindical de los trabajadores santateresinos, incluso llegando a formas de represión grave. En esa coyuntura, la elite social local requirió los servicios del Escuadrón de Policía de Rosario para contener los reclamos obreros, se conformó una Cooperativa de trilladores (de dueños de máquinas trilladoras) y se pidió la colaboración política de los principales mandatarios a nivel provincial y nacional.

Ni aún con el auxilio requerido, se había podido frenar el reclamo de derechos obreros que siguieron organizados en el Sindicato de Oficios Varios, en el Sindicato de Estibadores y en el Sindicato de Carreros logrando claras reivindicaciones como aumentos de salarios y reconocimiento de horas de trabajo. Incluso en 1923 surgió la propuesta de crear un Sindicato Femenino en Santa Teresa. Asimismo, en esa época hubo manifestaciones obreras en las calles del pueblo y los socialistas conformaron bibliotecas obreras para enseñar a leer y escribir a trabajadores y a sus hijos. Esto preocupó a la clase dominante local y la solución llegó más tarde. En enero de 1924 un grupo de obreros del pueblo fueron encarcelados y torturados por protestar. Luego fueron trasladados a Villa Constitución y a Rosario donde fueron nuevamente vejados y procesados. El caso cobró relevancia en la prensa obrera donde se lo conoció como “Los cuatro de Santa Teresa”.

El segundo episodio se vivió justamente en 1925 cuando el clima electoral se tornó tenso y el oficialismo de Aldao-Cepeda se encargó de controlar los resultados. A mediados de noviembre apareció la denuncia del vecino de Santa Teresa José Feliciani quien afirmó que “Cachito” Basualdo[19] había sido apaleado frente a la Sociedad Italiana por el agente de Policía Martínez que le hizo emanar sangre por nariz, boca y oídos, y que junto a otros agentes continuó dándole puntapiés una vez que la víctima estaba en el suelo desvanecido. La golpiza se debía a que Basualdo le había reclamado la devolución de su libreta de enrolamiento que había sido retenida por el comisario Gorrochategui, a fin de controlar su voto. A su vez se acusó al agente Martínez de actuar al servicio del comisario en cuestiones personales, disparando contra su padre quien, a su vez, era el suegro de su superior en la Policía. También se señaló al policía como un traidor de la causa obrera por haber defraudado al Sindicato de Carreros local, del cual había sido secretario general y había sido expulsado por robar a la institución.[20] 

El hecho en Santa Teresa no fue el único porque ese año se vivieron situaciones similares. En Peyrano, el pueblo vecino, los demócratas progresistas denunciaron que el comisario local, bajo el amparo del jefe político del Departamento Constitución había reunido a un grupo de vecinos para obligarlos a firmar el resultado amañado de las elecciones.[21] En Alcorta –otra localidad vecina- unos días antes del acto electoral el radical yrigoyenista Lorenzo Echezarreta, presidente de la Comisión de Fomento denunció que grupos de personas recorrieron el pueblo amenazando a los opositores al gobierno provincial. La denuncia realizada a través de una carta enviada a las máximas autoridades del país estaba apoyada por otras instituciones de ese pueblo como la Sociedad Italiana, la Sociedad Española y la Sociedad Francesa de Alcorta[22]. Sumado a esto, en el norte y en el centro de Santa Fe se registraron varios inconvenientes y hasta el asesinato de dos partidarios. En Vera, partidarios de López, el caudillo radical ligado a la gobernación de Aldao, dispararon sus armas desde un tren matando a opositores. Sumado a esto, la prensa acusó a la policía de San Cristóbal de viciar los padrones, de abusar en el tachado de votantes y de favorecer al oficialismo[23].

Como vimos antes, en Santa Teresa no se produjo una disputa entre distintos partidos, ni entre la UCR frente al PDP que por entonces no hallaba una firme representación en esta localidad, ni entre las distintas divisiones del radicalismo que habían acordado. Como expresamos, se produjo una respuesta de la burguesía de unificar sus fuerzas ante el reclamo obrero. Si bien, existe un consenso entre historiadores de que hubo un reflujo obrero durante la década de 1920, más precisamente durante el gobierno de Alvear, hay diferentes razones para explicar este proceso que, como vemos en Santa Teresa mostraba sus diferencias. Una explicación es la recuperación económica del país tras la crisis provocada por la Primera Guerra Mundial que mejoró en un diez por ciento los salarios. Este razonamiento es aceptable, aunque en 1925 se produjo una breve crisis que desmejoró la situación y, es claro que, muchas veces la mejoría económica lleva a mayores reclamos obreros. La segunda tesis que da cuenta del repliegue de reclamos obreros sostiene que hubo una gran división en sindicatos y partidos de los trabajadores. Esto también es aceptable y, aunque no estudiamos en detalle la composición de organizaciones sindicales en Santa Teresa, es cierto que aparece entre los policías denunciados un antiguo dirigente obrero. Por último, la represión policial como forma de respuesta de la clase dominante para contener a la clase trabajadora aparece como una interpretación viable a esta cuestión.  

Es posible proponer esta explicación para el caso santateresino. Como vimos antes, apenas hubo una serie de reclamos y cuatro tachaduras para integrar la lista de los 25 Mayores contribuyentes que intentaron acomodar a un pariente del, por entonces, presidente comunal en esa nómina. No sorprende que Mazzoni haya aparecido presidiendo esta lista y no podemos confirmar si fue un representante de la oposición o un socio político de Baiocchi. Don Piero, además de ser el presidente comunal era el representante de la Casa Baiocchi, el Almacén de Ramos Generales más importante del pueblo que incluso era dueño de máquinas trilladoras. Su hermano, Pablo Baiocchi era un reconocido empresario que tenía una clara incidencia en la Bolsa de Comercio de Rosario y en la comunidad italiana de esa ciudad. Gracias al impulso de este burgués, se formó en 1918 una Cooperativa de Trilladores y eso no fue otra cosa que una plataforma patronal para reaccionar a los crecientes reclamos obreros. También, este empresario tuvo acceso a los despachos del gobernador Rodolfo Lehmann y sus pedidos también se hicieron oír en Casa Rosada.

Por esto, no llama la atención que Baiocchi haya presidido a la Comisión de fomento de Santa Teresa entre 1922 y 1926, para volver más tarde. No es raro pensar en un acuerdo entre caballeros a mediados de la década. Una tranquila continuación se dio entonces con Mazzoni con las elecciones de 1925.

De acuerdo a estos elementos, surge la cuestión de la forma en que se desarrolló la participación electoral de la clase trabajadora, como señalamos formada por jornaleros, comerciantes chicos y empleados, pero también de los agricultores. El diario La Tierra denunció que varios caudillos de pueblo recorrieron los campos amenazando a los chacareros para que emitieran su voto[24]. Como se ejemplificó antes, también era común que a los trabajadores del pueblo se los presionara y se les retuviera la Libreta de enrolamiento. Un carrero, Pedro Llovera recordó al historiador Omar Scenna que si querían trabajar con sus carros transportando la cosecha u otras actividades, debían entregar su documentación personal a partir de la cual les controlaban el voto (Scenna, 2018).  

No se debe dejar de lado la cuestión del clientelismo político. Está claro y es posible que haya existido, aunque es difícil comprobar para un historiador del presente. Sin embargo, existe un borroso límite entre clientelismo y presión política que es difícil aclarar en el presente texto.

   

Elecciones y disciplinamiento social

A lo largo de este texto analizamos las elecciones para la Comisión de Fomento en noviembre de 1925 en Santa Teresa, un pueblo del sur santafesino. El análisis se hizo a partir del protocolo del acto electoral, el resultado y los apremios policiales tras los sufragios. Nuestra hipótesis es que tanto las elecciones como la violencia institucional hacia los trabajadores del pueblo, son parte de un modo de disciplinamiento de la clase dominante sobre la clase trabajadora de la localidad. Debido a esto, iniciamos nuestro análisis a partir de la composición social del pueblo ligado a la producción agrícola y se expusieron las diferencias sociales existentes y quiénes eran los 25 Primeros contribuyentes, una minoría que detentaba el poder económico y político.

A su vez, nos interrogamos sobre qué poder tenían cada clase social, cómo estaba formada la comunidad santateresina. Al comparar el censo de 1895 y el registro electoral de 1925, pudimos conjeturar que, además de la existencia de un 40 por ciento de extranjeros, existió una enorme cantidad de obreros rurales clasificados como jornaleros, los que al igual que los agricultores –también denominados colonos o chacareros– contaron con más de un tercio cada uno de la población activa masculina de la población. Sin embargo, en la categoría de obreros rurales también se debería incorporar a los denominados “empleados”, también a aquellos denominados “peones”, e incluso a quienes contaron con un oficio como ser “carpintero”, “panadero” o “herreros”, entre otros. Al hacer señalar esta distinción social, queda más claro de quién se trataba el grupo que conformaba la lista de 25 Mayores contribuyentes, es decir que formaban parte de la elite de la clase empresaria tanto propietaria como comerciante que ya estaba consolidada. Ése fue el grupo que detentó el poder político en la localidad y entre quienes se traspasó la gestión de la Comisión de Fomento.

Esa junta de 25 Mayores contribuyentes se encargó de organizar el acto electoral, de ajustar la nómina, de disputarse los espacios de poder, de convocar al electorado, de conformar las mesas, las elecciones mismas y el escrutinio. Durante ese procedimiento apenas aparecieron discrepancias que permitieron unas elecciones, a simple vista, pacíficas.  

La lista triunfadora que no tuvo oposición fue la de la UCR liderada en el plano local por Juan Mazzoni, a nivel provincial por el vicegobernador Juan Cepeda, ligado al sector conservador del partido tanto en la provincia, con los Unificados, como a nivel nacional con los Antipersonalistas. Cepeda, también llamado “El Gaucho” debido a que utilizaba medios “criollistas” -es decir según su óptica corruptos- de hacer política, desplegó formas de violencia en algunos lugares donde hubo denuncias, como en Alcorta donde los radicales yrigoyenistas protestaron, o en Peyrano donde los demócratas progresistas hicieron acusaciones. También los agricultores y socialistas denunciaron presiones para votar por el oficialismo. En Santa Teresa también hubo denuncias, pero, en este caso, por graves abusos policiales hacia un trabajador del pueblo. En este caso no fue una acusación de corte partidario.

Fue en ese marco, en el que la clase dominante realizó un acuerdo para pasar pacíficamente la gestión de una fracción, no conocemos en detalle su signo partidario, a otra ligada al cepedismo, a la UCR Antipersonalista. No es que estas divisiones al interior de esa elite empresaria no hayan existido. Lo que sucedió en 1925 fue que esa clase dominante prefirió formar un frente para oponerse a los trabajadores cuyo empoderamiento venía demostrando desde 1917 cuando había iniciado un ciclo de huelgas de protesta y había ganado derechos. A esa creciente organización obrera se le dio un corte represivo cuando fueron encarcelados y torturados varios obreros en enero de 1924. En ese marco, era preferible hacer frente a los trabajadores que continuar con las diferencias políticas, hacia el interior de la burguesía local.

Debido a esto, el disciplinamiento fue orientado hacia los trabajadores y hacia los chacareros, y no sorprende que el único que haya sido ultrajado fue Basualdo, un exponente obrero del socialismo en el pueblo.

Bibliografía

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Béjar, M. D. (2005). El régimen fraudulento. La política en la provincia de Buenos Aires, 1930 – 1943, Buenos Aires: Siglo XXI.

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Karush, M. (2006). Radicalismo y conflicto obrero urbano, En Nueva Historia de Santa Fe, 9, “El siglo Veinte. Problemas sociales, políticas de Estado y economías regionales (1912-1976)” Rosario: Prohistoria, La Capital.

Mauro, D. (2013). Reformismo liberal y política de masas. Demócratas progresistas y radicales en Santa Fe (1921 – 1937), Rosario: Prohistoria ediciones.

Mauro, D. (2014). “Las tramas subterráneas de los partidos: juegos de azar, prostitución y clarividencia. El financiamiento político en la provincia de Santa Fe durante la década de 1920”, En Diego Mauro y Leandro Lichtmajer (comp.) Los costos de la política. Del Centenario al primer peronismo, Buenos Aires: Imago Mundi.

Menotti, P. y Tellechea, C. (2020). “Los D’Anna de Peyrano. Conflictividad y violencia política en un pueblo santafesino durante los años 30”, En Oscar Videla (comp.) Historias locales, conflictividades múltiples: Santa Fe y Entre Ríos durante el siglo XX, Rosario: ISHIR.

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Rapalo, M. E.  (2012). Patrones y obreros: la ofensiva de la clase propietaria, 1918-1930, Buenos Aires: Siglo Veintiuno.

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Rock, D. (2007). El radicalismo argentino, 1890-1930, Amorrortu, Buenos Aires.

Scenna, O. (2018). “El Turco Palomita. La expresión del cepedismo en Santa Teresa (Sta. Fe)”, XXVII Encuentro de la Agrupación de Historiadores Federados del Sudeste de Córdoba y Sudoeste de Santa Fe, Los Quirquinchos.

Videla, O. y Zanella, E. (comp.) (2004) Historia y política. Cuestión social, radicalismo y revisionismo en Ricardo Caballero, Buenos Aires: Imago Mundi.

Fuentes

Archivo de la Comuna de Santa Teresa.

Entrevista del autor al historiador Omar Scenna. Enero de 2022.

Hormazábal, Félix. “Carta a la señorita Cassinera”, Comisión de Cultura Comunal. A Cien Años de su Fundación 1889 – 1989, s/e, Santa Teresa, 1989.

Recibido: 04/05/2024

Evaluado: 18/07/2024

Versión Final: 20/08/2024

páginas / año 18 – n° 46/ ISSN 1851-992X /2026                         


[1] Por clase dominante entendemos a un grupo social que es dueño de los medios de producción y utiliza sus recursos para mantenerse en una posición de privilegio. En este caso, seguimos la propuesta de Andrea Reguera que analizó a otros historiadores y no acotó a este conjunto a grandes terratenientes sino que lo amplió a comerciantes y empresarios (Reguera, 2006).

[2] Hormazábal, Félix (1989). “Carta a la señorita Cassinera”, En Comisión de Cultura Comunal. A Cien Años de su Fundación 1889 – 1989, s/e, Santa Teresa.

[3] Es posible que la gente de los pueblos originarios que aún perduraba en la región se halla incorporado a las poblaciones que migraban desde el extranjero o de otras provincias. De momento, es una simple conjetura porque no existen estudios sobre este tema en la región del sur santafesino.

[4] Primer Censo de Santa Fe de 1887, p. 10.

[5] Segundo Censo de la República Argentina de 1895. Familysearch.org, visto entre 2012 y 2014.

[6] Tercer Censo Nacional, Tomo. II, Buenos Aires, 1914, p. 39.

[7] Cuestionario para el censo de los pueblos. Archivo de la Comuna de Santa Teresa.

[8] Expediente elecciones 1925. Archivo de la Comuna de Santa Teresa.

[9] “Santa Teresa. (…) Los Rameros intermediarios se preparan para hacer la buena cosecha, engañando y embrollando la buena fe de los colonos”, La Tierra, viernes 9 de enero de 1920, Año VIII, N° 363, p. 1.

[10] La Capital, domingo 1° de noviembre de 1925, Año LVIII, N° 18.076, p. 9.

[11] En el listado presentado por la Comisión de Fomento de Santa Teresa de los 25 mayores contribuyentes figuran: Felipe Ferreri, Piero Baiocchi, Francisco Salomé, Luis Ferreri, Salvador Solá, Francisco De Giuli, Miguel Gallo, León Esrequis, Antonio Avetta, Salvador Del Tedesco, Emilio Menéndez, Juan Ramorini, Juan Abud, Pedro Gallesio, Juan Mazzoni, Antonio Milano, Fortunato Yos, Luis Moresco, Antonio Bongiorno, Antonio Castelli, Pedro Rosas, Juan Fontana, Hipólito Feijo, Félix Goggi y Juan Rufart. Archivo de la Comuna de Santa Teresa.

[12] 12 de junio de 1925. Carta de la Comisión de Fomento a la DGR pidiendo que rectifique la nómina de 25 Primeros Contribuyentes y que incluya a Francisco Natino, Pedro Carmena, Antonio Castelletta y Remo Baiocchi. Firman presidente de la CF, Piero Baiocchi y el secretario Domingo Ferreri. Archivo de la Comuna de Santa Teresa.

[13] Surgido del Partido Autonomista Nacional y conservador, Juan Cepeda se unió a la UCR en 1912 y desde entonces fue un importante caudillo radical del sur provincial, en particular del departamento Constitución. En 1919 llegó a ser gobernador interino debido a la renuncia de Rodolfo Lehmann. Desde esa función no dudó en aplicar la represión a los reclamos de los trabajadores. Más tarde, como jefe político de Rosario decidió el ataque policial a caballo contra mujeres, niños y ancianos en la llamada “Masacre de plaza San Martín”. En los años 20 se unió al antipersonalismo de la UCR y en los 30 a la UCR Santa Fe de tendencia conservadora. La Tierra, viernes 2 de enero de 1920, Año VIII, N° 362, p. 1; (Rapalo, 2012); (Menotti, Tellechea, 2020).  

[14] La Capital, domingo 1° de noviembre de 1925, Año LVIII, N° 18.076, p. 9.

[15] Archivo de la Comuna de Santa Teresa.

[16] La Capital, domingo 1° de noviembre de 1925, Año LVIII, N° 18.076, p. 9.

[17] Ricardo Caballero fue un político radical que había tenido su origen en el anarquismo. Vicegobernador electro junto a Manuel Menchaca en 1912, lideró a los Disidentes de ese Partido del sur santafesino y luego a otras corrientes convirtiéndose en un importante líder del sur provincial. Caballero tuvo una extensa carrera política y se caracterizó por un discurso obrerista, antiimperialista y criollista. Francisco Elizalde fue un político de la UCR electo vicegobernador en 1916 junto a Rodolfo Lehmann. Apenas asumido renunció a su cargo en oposición al apoyo de la fracción Disidente a Hipólito Yrigoyen. Un año más tarde se opuso a Caballero por el acercamiento de éste a Enrique Mosca, dirigente radical opositor a Lehmann. En 1918, Elizalde formó su propia corriente dentro de la UCR del sur santafesino (Karush, 2002; Videla, Zanella, 2004).

[18] Alcides Greca fue una persona difícil de encasillar. Político, jurisconsulto, hombre de letras y cineasta fueron algunas de sus principales ocupaciones. Nació en San Javier en 1889, militó en la UCR, partido por el que fue diputado provincial entre 1912 y 1916, senador provincial (1920-1923), constituyente (1920-1921) y diputado nacional (1926-1930). Como constituyente apoyó las reformas liberales de la Constitución provincial de 1921 y como legislador impulsó y defendió leyes obreras (Antequera, 2020).  

[19] Según el historiador Scenna, Basualdo era socialista y en su familia se debatía la entrega de libretas de enrolamiento cuyo incumplimiento podía perjudicar laboralmente a sus integrantes. Entrevista con el autor, enero 2022.

[20] Democracia, sábado 14 de noviembre de 1925, Año II, Número 61, p. 1.

[21] Idem.

[22] La Capital, domingo 1° de noviembre de 1925, Año LVIII, N° 18.076, p. 1.

[23] Según la prensa, el caudillo de Vera, López, quien era hermano del ministro de Gobierno de la provincia de Santa Fe, viajaba con 150 hombres dispuestos a amedrentar y a votar a favor de su líder. Éstos dispararon desde el tren dejando dos muertos. Santa Fe, martes 3 de noviembre de 1925, Año XV, N° 7483, p. 1.

[24] La Tierra, martes 3 de noviembre de 1925, Año XI, N° 1056, p. 1.