Dossier Nº 15
REDES SOCIALES Y
PODER POLÍTICO. AMÉRICA LATINA SIGLOS XIX Y XX
Social networks and
political power. Latin America 19 th and 20 th centuries
Presentación
A
finales de la década de 1970 los paradigmas historiográficos dominantes comenzaron a ser puestos en cuestión,
produciéndose lo que se ha dado en llamar la “crisis” de la historia. Ello se
debió por un lado, al cambio de perspectiva respecto a la escala de observación
–de este
modo el microanálisis comenzó a ser visto como una herramienta metodológica
sugerente para el abordaje de lo social– y por
el otro, a la introducción de nuevas variables que orientaron la atención hacia
la dinámica de las estructuras, colocando en el centro de la escena a los
actores y a su entorno social.[1]
En este
contexto la categoría de red social asomó con fuerza. Particularmente en el
campo historiográfico adquirió una perspectiva transversal vinculando distintas
áreas –como la
historia económica, política, social, de mujeres, entre otras– e incorporando algunos aportes de otras
disciplinas como la sociología y la antropología.[2] En un
primer momento el concepto comenzó a ser utilizado en un sentido metafórico
para manifestar las interacciones de un sistema social. Aunque posteriormente
adquirió un uso analítico como respuesta a la insatisfacción que los cientistas
sociales experimentaron ante el esquema estructural-funcionalista por presentar
ciertas limitaciones para el estudio de las sociedades.[3]
Si bien el análisis de redes ha cobrado especial
importancia en algunas áreas de estudio, los especialistas afirman que aún no
ha demostrado todas sus potencialidades. Esto se ha debido, entre otras
variables, a la continuidad de su uso metafórico más que analítico y a la ausencia
de herramentales teóricos provenientes de la disciplina histórica
convirtiéndolo en un término múltiple y ecléctico.[4]
Bertrand
fue uno de los historiadores que manifestó su preocupación por definir este concepto con el objetivo que su
uso no fuera meramente metafórico. Según dicho autor la red debe ser entendida
en una triple dimensión morfológica, relacional y dinámica. Primeramente ella
remite a “una estructura construida por la existencia de lazos o de relaciones
entre diversos individuos”.[5] Pero
también refiere al aspecto relacional y dinámico, en tanto que es un sistema de
intercambios –en el
que circulan bienes y servicios tanto materiales como inmateriales– que se modifica, reestructura
o desestructura a lo largo del tiempo.[6]
La red instrumentada como categoría de análisis
se presenta como desafiante debido a sus límites y potencialidades.
Especialmente por ser una metodología que todavía no ha llegado a su plena
madurez.[7] Uno de
los problemas con los que se enfrentan los investigadores atraídos por este
tipo de enfoques refiere a la utilización de las fuentes para la reconstrucción
de las redes, ya que la documentación siempre es parca cuando se intenta
esbozar redes completas. Asimismo su análisis se encuentra limitado por la
temporalidad que experimentan los lazos sociales que pueden reconstruirse.[8] Por otra
parte ciertas dificultades se presentan
cuando el investigador intenta avanzar sobre la delimitación de los
actores que integran esas estructuras y la caracterización de lazos que las
sustentan.[9] Sin
embargo a pesar de todo ello el enfoque de redes sigue demostrando ser efectivo
para visibilizar la complejidad de lo social y comprender el prisma de
posibilidades de elección que los actores experimentan al interior de sus
estructuras sociales.[10]
En este
sentido creemos que el presente dossier puede llegar a ser una contribución
para pensar los retos y potencialidades que este tipo de análisis puede generar
entre los historiadores, en lo que respecta al abordaje del estudio de las
elites y de los grupos intelectuales. Claramente los trabajos que lo componen
utilizan el enfoque de redes no como objeto en sí mismo sino para acercarse a
una diversidad de ejes temáticos. Si bien los autores comparten dicha
metodología, la manera en que entienden a la red y las problemáticas que intentan
abordar a partir de ella son divergentes.
El dossier se compone de tres artículos escritos
por investigadores de destacada trayectoria. La sección se abre con el artículo
de Francisco Bolsi denominado “Redes sociales, vínculos familiares y poder político
en el Río de la Plata en el siglo XIX. Los Posse en Tucumán, 1820–1870”, seguidos por los
trabajos de Daniele Bonfanti “Plural ha sido la celeste historia. Consolidación
y decadencia de las redes de poder de la elite modernizadora rioplatense, 1850–1930” y Gabriela De Lima Grecco
“Redes de poder durante el “Estado Novo” brasileño: los intelectuales
autoritarios y la constelación Capanema”.
En la
primera de las investigaciones mencionadas Bolsi, a través del caso de los
Posse en Tucumán, examina la configuración de las redes sociales y los vínculos
parentales de este clan familiar entre los años 1820–1870 con el objeto de abordar
la configuración de la elite tucumana. El autor, tomando la conceptualización
propuesta por Moutoukias, concibe a la red como un cúmulo de relaciones
formales e informales, que se construyen no sólo a partir de los vínculos
basados en el parentesco sino también en otros sustentados en la solidaridad,
el compadronazgo y el paisanaje.
Por su parte Bonfanti comparte algunas de las
preocupaciones de Bolsi al utilizar la red social para abordar a un sector de
la elite modernizadora uruguaya con el objeto de pesquisar su conformación,
consolidación y decadencia. En este sentido la red es pensada como un canal de
transmisión forjada por ciertos sectores de la elite para la difusión de
técnicas y conocimientos. Mientras que el primero de los autores toma para su
análisis a un órgano corporativo como lo es la Asociación Rural del Uruguay, el
segundo se centra en el caso de la familia Posse al considerarla paradigmática
de la elite tucumana debido a su destacada participación en el ámbito político
–tanto nacional como local– y
económico –por ser
propietarios de ingenios azucareros–.
En ambos artículos el análisis de redes permite
indagar el amalgamiento que al interior de las elites se evidenció entre los
espacios empresariales y políticos. Si para el caso que estudia Bolsi el éxito
económico de los Posse parece ser congruente con su destacado rol en la
política –a pesar de los avatares que la familia debió
experimentar en contextos adversos– los
miembros de la Asociación Rural del Uruguay, examinada por Bonfanti, han visto
concretar sus planes económicos fracasando en sus intentos por involucrarse en
las redes de poder. En este sentido los autores analizan a la red desde su
dinámica tomando en consideración las mutaciones y reconfiguraciones que éstas
han experimentado a lo largo del período analizado. Resulta interesante, en
términos comparativos, poner en diálogo estas dos experiencias divergentes ya
que el enfoque de redes aporta explicaciones significativas para comprender el
éxito y fracaso que cada uno de los grupos de la elite experimentó en relación
a sus pretensiones de acceder a los espacios de poder político. Respecto al
caso de los Posse Bolsi argumenta que la pervivencia de la familia en este
ámbito se debió al fortalecimiento de los lazos de solidaridad entre los
miembros de la parentela y sus connacionales, como así también a su capacidad
política por movilizar amplias masas clientelares. Contrariamente a ello
Bonfanti fundamenta que la elite modernizadora uruguaya vio echar por tierra
sus pretensiones políticas, entre otras causas, por no lograr aglutinar
clientelas políticas.
En relación a los trabajos anteriormente
referidos la propuesta de De Lima Grecco comparte la misma preocupación que el
resto de los autores por analizar cómo ciertos sectores sociales se
relacionaron con el espacio político. Aquí el foco está puesto en las redes
construidas por intelectuales y poder político durante el Estado Novo en
Brasil. La importancia de la temática radica en demostrar cómo esos lazos
coadyuvaron a la consolidación del régimen liderado por Vargas en tanto que su
accionar permitió la puesta en marcha de una nueva política cultural. La autora
define a esas redes como colaborativas del sistema de poder, heterogéneas –por integrar a un conjunto
diverso de intelectuales– y
versátiles, en las que se destacaron lazos de compañerismo y camaradería. Asimismo la historiadora acuerda en afirmar
que estas redes no sólo fueron políticas sino también fraternas y que en
algunos casos funcionaron como estructuras de protección.
El artículo resulta interesante en tanto que De
Lima Grecco, a partir de un minucioso trabajo de investigación, ha llegado a
recrear el funcionamiento de la red. Ésta parece haberse estructurado a partir
de tres figuras relevantes como lo eran el presidente de la nación, su ministro
de educación y el grupo de intelectuales. En palabras de la autora a partir de
los nudos que se construyeron entre ellos se fueron desplegando una
multiplicidad y diversidad de lazos sociales que iban integrando a miembros
anteriores. Claramente en este estudio pueden observarse algunos puntos de
consonancia con la propuesta de Bolsi, en tanto que en ambas investigaciones,
las características que adquirieron las redes permiten explicar el éxito que
ciertos sectores demostraron en relación a sus vínculos con el poder.
Ciertamente los tres artículos que componen
este dossier tienen en común el utilizar el herramental de las redes sociales
con el objeto de contribuir a una serie de problemáticas, como la importancia
de los intelectuales en la construcción del proyecto ideológico sustentado por
el Estado Novo, las causales del fracaso en la inserción de las denominadas
redes de poder por parte de los sectores empresariales modernizadores uruguayos
y los factores que explican la pervivencia de ciertas familias en el seno de la
elite tucumana. Por otra parte en los trabajos puede evidenciarse algunas de las
características que componen la red social –claramente enfatizadas por Bertrand– como su dimensión dinámica y
relacional. Asimismo en cada uno de las investigaciones se visualiza un
importante sustento analítico basado en una minuciosa reconstrucción de los
lazos sociales como consecuencia de la diversidad de fuentes consultadas por
los historiadores. Pero por sobre todo las investigaciones ponen sobre el
tapete la complejidad a la que nos enfrenta el abordaje de este tipo de
herramentales analíticos y las potencialidades que aún sigue experimentando
para la captación de la complejidad social.
Finalmente para concluir quisiera agradecer a
los autores que eligieron este espacio para poner en consideración sus trabajos académicos, como así también a los miembros
de la Revista Páginas –particularmente
a su director Dr. Oscar Videla– y a la Dra. Marta Bonaudo, por los contactos y
las sugerencias recibidas para la elaboración del presente dossier.
Romina Garcilazo
Instituto de
Investigaciones Socio-históricas Regionales
Centro de Estudios
Sociales Regionales
(Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas)
-
Escuela de Historia
(Universidad Nacional de Rosario)
romina_garcilazo@hotmail.com
[1] Michel Bertrand. “Del actor a la red:
análisis de redes e interdisciplinaridad” Nuevo Mundo Mundos
Nuevos [En ligne], Colloques, mis en ligne le
[2] Gabriela Dalla Corte. “Asociaciones y
redes sociales en el proceso de ocupación del espacio americano: el español
Carlos Casado del Alisal entre la pampa argentina y el chaco paraguayo”. Marta
Bonaudo, Andrea Reguera y Blanca Zeberio (coord.). Las escalas de la historia comparada. Tomo I. Dinámicas sociales,
poderes políticos y sistemas jurídicos. Buenos Aires, Miño y Dávila, 2008;
pág. 68.
[3] Juan Pro Ruiz. “Las élites de la España
Liberal: Clases y redes en la definición del espacio social (1880-1931)”. Revista Historia Social; n° 21. España, 1995, pág. 65.
[4] Pilar Ponce Leiva y Arrigo Amadori.
“Redes sociales y ejercicio del poder en América Hispana: consideraciones
teóricas y propuestas de análisis”. Revista
Complutense de Historia de América. Madrid; Vol. 34, 2008, págs. 22 y 23.
[5] Michel Bertrand. “Del actor a la red…”,
Op. Cit.
[6]
Michel Bertrand. “De la familia a la red de sociabilidad”. Revista de Historia Mexicana de Sociología;
nº 2, 1999. La versión aquí utilizada es la reproducida en la Revista Páginas; n° 6, 2012; “Del actor
a la red…”, Op. Cit.
[7]
Pilar Ponce Leiva y Arrigo
Amadori. “Redes sociales y el ejercicio del poder…”, Op. Cit, pág. 23.
[8] Michel
Bertrand. “Del actor a la red…”, Op. Cit, pág. 4.
[9] Pilar Ponce Leiva y Arrigo Amadori. “Redes sociales y el
ejercicio del poder…”, Op. Cit, págs. 23 y 26.
[10] Michel Bertrand. “De la familia a la
red…”, Op. Cit, pág. 58.