Aportes
para una historia de la Revolución Libertadora en Mendoza
Yamile Álvarez
Facultad de
Filosofía y Letras
(Universidad
Nacional de Cuyo)
yamileal63@gmail.com
Resumen
El 16 de septiembre
de 1955 se produjo en nuestro país la autodenominada Revolución Libertadora,
que puso fin al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón. Este
acontecimiento marca un punto de inflexión en la historia argentina ya que dio
inicio a un período de gran inestabilidad política e institucional
caracterizado por la proscripción del peronismo y la alternancia de gobiernos
militares y pseudos-democráticos.
Debido a su
importancia este hecho histórico ha sido objeto de numerosas e importantes investigaciones,
realizadas por especialistas argentinos y extranjeros, pero haciendo hincapié
fundamentalmente en el orden nacional y descuidando lo acontecido en los
espacios provinciales.
Es por ello que a
través de este trabajo, me propuse reconstruir los acontecimientos históricos
que tuvieron lugar en Mendoza desde el estallido del movimiento revolucionario
hasta la renuncia del general Perón, y determinar la contribución de ellos en
el éxito final del movimiento revolucionario.
Palabras claves
Historia Argentina, Historia Regional, Peronismo,
Proscripción, Revolución Libertadora
Abstract
The Revolution of the
16 September 1955, that ended the second government of General Perón, gave
beginning to a period of great political and institutional instability
characterized by the proscription of the Peronism and the rotation of
military and pseudos-democratic governments.
Due to its
importance, this numerous event has been object of important investigations,
realised by Argentine and foreign specialists, who make emphasis in the
national order essentially.
It is therefore that
some years ago we approached this thematic, at provincial level, and we set out
to reconstruct the historical events that had taken place in Mendoza during the
denominated “Liberty Revolution” and to determine the contribution of them in
the final success of the revolutionary movement.
Keywords
Argentina History, Regional
History, Peronism, Proscription, Liberty Revolution
Introducción
El 16 de septiembre
de 1955 se produjo en nuestro país la autodenominada Revolución Libertadora,
que puso fin al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón. Este
acontecimiento marca un punto de inflexión en la historia argentina ya que dio
inicio a un período de gran inestabilidad política e institucional
caracterizado por la proscripción del peronismo y la alternancia de gobiernos
militares y pseudos-democráticos.
Debido a su
importancia este hecho histórico ha sido objeto de numerosas e importantes
investigaciones, realizadas por especialistas argentinos y extranjeros, pero
haciendo hincapié fundamentalmente en el orden nacional y descuidando lo
acontecido en los espacios provinciales.[1]
Es por ello que a
través de este trabajo, me propuse reconstruir los acontecimientos históricos
que tuvieron lugar en Mendoza desde el estallido del movimiento revolucionario
hasta la renuncia del general Perón y su posterior consolidación, y confirmar o
no, si la contribución de ellos fue determinante en el éxito final de la
Revolución Libertadora.
Para alcanzar este
objetivo, y debido a la ausencia de investigaciones sobre el tema, he recurrido
al análisis de los periódicos locales editados en el año 1955 y, al testimonio
de algunos de los protagonistas, civiles y militares, de estos hechos
históricos que aún vivían y estaban dispuestos a relatarnos sus experiencias.[2]
El artículo está
organizado en tres apartados. El primero describe el ambiente que se vivía en
Mendoza en los meses previos al estallido revolucionario; el segundo
reconstruye el desarrollo de los acontecimientos desde el inicio del movimiento
hasta la caída del gobierno provincial, y el último se ocupa de las tratativas
para la conformación de un gobierno nacional provisorio en Mendoza, cosa que
finalmente no se llevó a cabo, y las primeras medidas adoptadas por el gobierno
de la intervención federal.
Mendoza en los meses previos al estallido
En el transcurso de
las dos primeras presidencias de Juan D. Perón, la provincia de Mendoza fue
gobernada por Faustino Picallo-Rafael Tabanera (1946-1949), Blas
Brísoli-Rodolfo Schmidt (1949-1952) y Carlos Evans-Juan de la Torre
(1952-1955), todos ellos pertenecientes al partido peronista. En los tres casos
ganaron las elecciones con un amplio caudal de votos. Estas administraciones se
caracterizaron por la realización de numerosas obras públicas y en general son
calificadas, por oficialistas y opositores, como honestas y respetables. Al respecto Carlos Aguinaga, uno de los
principales dirigentes del partido Demócrata de ese entonces opinaba:
Los gobiernos de Mendoza fueron, dentro de la
ubicación general, comprometidos con la política del gobierno nacional, pero en
el conjunto si se analiza la falta de garantías, la agresión, el populismo, en
Mendoza no fue así.
… si bien hicieron política económica y social
impuesta desde Buenos Aires, lo hicieron con equilibrio y moderación, desde
luego que hubieron persecuciones, pero muy limitadas a los sectores dirigentes
de los partidos muy comprometidos de la oposición. Pero como conjunto de la
colectividad mendocina, yo creo que Mendoza, es uno de los lugares donde menos
se sufrió el cambio que se pretendía hacer desde Buenos Aires. El balance fue
positivo.[3]
En forma similar se manifestaba Ernesto Corvalán Nanclares, un importante
dirigente peronista de aquella época:
En términos amplios y generales, hay un calificativo
que se les puede dar a esos gobiernos, en el sentido que todos fueron gobiernos
honestos, que trataron de desarrollar políticas importantes en la provincia de
Mendoza.[4]
Los meses previos al estallido de la Revolución Libertadora se
caracterizaron por el endurecimiento de las relaciones entre el gobierno de
Juan D. Perón y la Iglesia Católica. Atentados, manifestaciones y numerosas
detenciones de civiles y religiosos se produjeron en Buenos Aires y el resto
del país.
Estos acontecimientos tuvieron amplia difusión, aunque muy parcializada,
en los periódicos oficialistas locales “Los Andes” y “La Libertad”, y en los
ámbitos político y legislativo era donde tenían mayor resonancia.
La crónica local da cuenta de que el 25 de mayo de 1955, con el auspicio
de la Acción Católica Argentina, el obispo diocesano Monseñor Alfonso Buteler
ofreció una misa vespertina en la Basílica de San Francisco para rogar por la
patria. El templo se colmó de fieles y por altoparlantes instalados en la calle
se hacía referencia a la situación por la que pasaba la Iglesia en esos
momentos. Una vez concluida la ceremonia religiosa se entonó el Himno Nacional
en el atrio de la iglesia, y se organizó una manifestación pública que avanzó
hacia el centro de la ciudad. En el trayecto un cordón policial trató de
detener a los manifestantes, ya que no contaban con el permiso correspondiente.
Como no lo lograron, fueron interceptados por una autobomba del cuerpo de
bomberos que lanzó chorros de agua sobre el público produciéndose la
dispersión. Como consecuencia de estos hechos varias personas fueron detenidas[5] y condenadas a 15 y 10 días de prisión por infringir la ley nacional
14.400 que prohibía las reuniones públicas. Este acontecimiento fue repudiado
por el partido peronista mendocino, la CGT regional Mendoza y los bloques de
diputados y senadores peronistas provinciales.
El punto culminante de la tensión Iglesia católica-Estado peronista se
produjo en junio cuando con motivo de la procesión de Corpus Christi realizada
en la Capital Federal, se acusó a miembros de la Iglesia de quemar una bandera
argentina. A esto le sucedió el bombardeo de la Plaza de Mayo por parte de la
aviación naval, que dejó un saldo de cientos de civiles heridos y muertos. En
respuesta a ello, partidarios del gobierno incendiaron iglesias y locales de
partidos opositores.
Estos acontecimientos fueron reflejados en forma amplia por la prensa
local. “La Libertad” en su edición del 12 de junio titulaba “Quemaron una
Bandera Argentina y la reemplazaron por la del Vaticano. Traidores”, y el 13 de
junio “Buscaba mártires la criminal comparsa de los curas Tato y Novoa.
Bárbaros! Responde el país. Un plan urdido fría y satánicamente. Extranjeros y
Judas de la Patria componían la asesina procesión”.
El gobierno provincial, el partido peronista, la Cámara de diputados y senadores,
la Federación Económica de Mendoza, la Universidad Nacional de Cuyo, las
municipalidades y todos gremios y sindicatos de la provincia condenaron los
hechos y expresaron su adhesión a la política presidencial. El 14 de junio la
CGT regional Mendoza llevó a cabo un paro general de actividades que abarcó
todas las ramas de la industria y el comercio.
A raíz del alzamiento militar se repitieron las concentraciones populares
en adhesión a Perón, las declaraciones de condena y un nuevo paro general de la
CGT regional que se realizó el 17 de junio.
Mientras tanto los grupos católicos optaron por armarse con lo que tenían
a mano y hacer guardias en las distintas iglesias de Mendoza para evitar que
ocurrieran en la provincia los mismos desmanes que en la Capital.
En el ámbito militar la Agrupación de Montaña Cuyo y la IV Brigada Aérea
se mantuvieron leales al gobierno provincial y nacional.
En los meses de julio y agosto solo se registraron algunos ataques con
bombas de alquitrán en los frentes de algunos locales del partido peronista.
Fuera de estos hechos aislados, no se percibía un ambiente revolucionario a
nivel popular, pero existían contactos y planes conspirativos entre las
principales figuras de los partidos radical y demócrata.
La Revolución Libertadora
en Mendoza
El golpe militar que
estalló en Córdoba el 16 de septiembre de 1955, en Mendoza contó con la
participación de civiles, pertenecientes a los partidos Demócrata y Radical, y
de militares, jefes y oficiales de la Agrupación de Montaña Cuyo. Sin embargo,
la figura más relevante llegó desde Buenos Aires para organizar el
levantamiento y fue el general Julio Lagos.
La personalidad de este militar nos resulta bastante
contradictoria y difícil de definir, ya que a través de diversos testimonios
sabemos que fue uno de los primeros y más entusiastas partidarios de Perón.
Incluso fue el primer militar afiliado al Partido Peronista, lo cual le valió
las críticas de muchos colegas que luego se mantendrían leales al gobierno del
general Perón, y fue acreedor de la medalla a la lealtad peronista. A modo de
justificación una crónica periodística posterior a la revolución sostenía:
el general
Lagos tomó su decisión impulsado por los vandálicos hechos ocurridos en la
Capital Federal, quema de las Iglesias y otros desmanes, luego del fracasado
intento del 16 de junio. Apersonado al día siguiente al entonces ministro de
Ejército, general Lucero, le hizo conocer sus ideas y ante él fijó su posición.
El general Lucero le prometió entonces que todas esas cuestiones serían
solucionadas.
Tales
planteos, se nos dice, no tuvieron eco y, por el contrario, significaron el
alejamiento del general Lagos del Comando del II Ejército y el posterior
anuncio periodístico de su pase a retiro.[6]
Los acontecimientos que tuvieron a Mendoza como protagonista
comenzaron a desarrollarse el 13 de septiembre cuando el Mayor Guevara se puso
en contacto con el general Lagos y le comunicó que, bajo la jefatura del
general Eduardo Lonardi, el 16 de septiembre estallaría una revolución en
Córdoba. Su misión era sublevar el Segundo Ejército con sede en la ciudad de
San Luis, del cual había sido comandante hasta poco tiempo antes, para evitar
que estas fuerzas fueran utilizadas para reprimir a Córdoba.
Esa misma noche Lagos partió en auto hacia Mendoza junto con su
hermano Carlos y el Dr. Bonifacio del Carril. Al día siguiente, cerca del
mediodía, llegaron a las Sierras de San Luis y en la Cuesta del Gato, se
entrevistaron con el general Eugenio Arandía, que era jefe del Estado Mayor del
Segundo Ejército. Las noticias que les comunica no eran muy buenas: se había
hecho cargo del comando el general José María Epifanio Sosa Molina, enviado por
el ministro Lucero, con la misión de investigar las posibles conexiones con el
fallido levantamiento del general Videla Balaguer. Los oficiales estaban muy
vigilados y los contactos revolucionarios se habían roto. De allí que lo mejor,
según Arandía, era seguir viaje a Mendoza y ponerse en contacto con el teniente
coronel Fernando Elizondo para restablecer los hilos conspirativos.
Lagos y sus acompañantes partieron inmediatamente rumbo a Mendoza,
a donde llegaron el 15 de septiembre. Se dirigieron a la casa de la familia
Arizu, en donde se encontraron con el teniente coronel Elizondo, quien le
manifestó al general su adhesión a la revolución, pero bosquejó un panorama
bastante pesimista ya que las tropas estaban dispersas en la montaña, en las
provincias de Mendoza y San Juan, por lo que prácticamente era imposible
reunirlas y comunicarse con los jefes que debían sublevarlas. De todas formas
se comprometió a intentarlo.
Con este fin, esa noche se puso en contacto con el ex teniente de
aviación Ricardo Ahualli, dado de baja por su participación en la revolución de
1951, y le ordenó que se comunicara en Campo de los Andes con el coronel
Cecilio Labayrú, y en San Juan con el teniente coronel Fonseca, para
notificarles de la presencia del general Lagos en Mendoza y del estallido de la
revolución en Córdoba. Ambos debían manifestar cual era su posición frente al
movimiento revolucionario.
Ahualli envió dos emisarios para cumplimentar este pedido y en
ambos casos las respuestas fueron afirmativas. También se le ordenó averiguar
cuál era la posición de la Base Aérea, por lo que tomó contacto con el capitán
Mario Saccone. La contestación fue que tanto él, como el primer teniente
Galioti y varios oficiales más se hacían responsables de que la IV Brigada
Aérea se volviera rebelde a pesar de que los suboficiales habían sido armados
para mantener la lealtad de la base al gobierno.
El 16 de septiembre en Mendoza todo comenzó normalmente. Sin
embargo, los civiles revolucionarios fueron alertados de lo que iba a suceder,
por lo que se hallaban a la expectativa esperando el momento para actuar.
Me encontré, dice Roberto Videla Zapata, en la entrada del Banco
Mendoza en la mañana temprano a eso de las 8:30 con Roberto Norton que estaba
vinculado con el movimiento revolucionario... Me dice, acá han llegado Lagos,
con el hermano y Bonifacio del Carril y están en la casa del Turco Roth que
estaba a una cuadra de mi casa, en la esquina N.O. de la calle Arístides
Villanueva y Huarpes, y necesitan con urgencia una buena radio, así que
encargate de buscarles una buena radio y llevásela. Yo la radio que tenía era
muy pobre, así que me fui a la casa de Daniel Larriqueta, que tenía una muy
buena radio, le expliqué sucintamente que la necesitaba, me la dió y fui a la
casa donde estaba Lagos, con el hermano y Bonifacio del Carril que había sido
compañero mío de la facultad en Buenos Aires y yo le entregué en propias manos
la radio y me puse a disposición de ellos.[7]
Una vez que el general Lagos se instaló en la casa de Roth,
Bonifacio del Carril se dirigió a la casa del Dr. Vera Vallejo en busca de
noticias. Allí fue informado de que el general Lonardi se había sublevado en
Córdoba, y que se había ordenado a las fuerzas de Cuyo marchar rumbo a Córdoba
para participar de la represión. Para organizar la marcha había llegado a
Mendoza procedente de San Luis el general José Epifanio Sosa Molina. Se había
dispuesto el requisamiento de todos los camiones de la Provincia. Por su parte
Elizondo se había comunicado con los oficiales de más confianza y pedía a Lagos
instrucciones.[8]
Mientras tanto la crónica periodística describía de la siguiente
manera el primer día de la revolución:
Una jornada
normal de trabajo se desarrolló ayer en Mendoza, sólo alterada en la medida que
los acontecimientos que son de dominio público pudieron repercutir en algunos
sectores. La ciudad amaneció tranquila, notándose algún movimiento anormal
alrededor de las 10, en que los bancos suspendieron sus actividades al público
y algunos colegios regidos por instituciones religiosas dieron asueto a sus
alumnos. El resto de las escuelas provinciales y otros institutos desarrollaron
sus clases normalmente.
... Los
comercios funcionaron a plena normalidad cerrando a mediodía a la hora
acostumbrada y reabriendo sus puertas en horas de la tarde, según el horario
establecido. El cierre por la tarde se adelantó en una hora, atendiendo órdenes
impartidas en ese sentido y relacionadas con el toque de queda ordenado por las
autoridades. En la CGT, todo el día se registró movimiento de dirigentes, los
que acudían a recibir órdenes. En la delegación regional Mendoza, según se nos
manifestó, se realizaron algunas asambleas de orden interno durante la jornada,
impartiéndose directivas recibidas de la central nacional obrera en el sentido
de que los trabajadores debían abstenerse de toda clase de manifestaciones y
acudir a sus tareas habituales.[9]
Cabe destacar que, con motivo de la implantación del estado de
sitio por parte del gobierno nacional, se dispuso en la provincia el
"toque de queda" a partir de las 18:30, por lo que todas las
reuniones quedaron suspendidas a partir de esa hora. La policía desde temprano mantuvo vigilancia en los servicios
esenciales como centros de comunicaciones, emisoras radiales, diarios, etc.
En el seno del gobierno provincial, el entonces diputado peronista
Alberto Serú García nos relató cómo se vivía esta situación:
cuando
se produjo el movimiento, en Mendoza se realizan reuniones a nivel
gubernamental. Los primeros momentos la situación es confusa. … a posteriori
con motivo de las radios rebeldes que se empezaron a escuchar, se empezó a
tener la sensación de que el movimiento era más fuerte, mas serio… Con un grupo
de amigos personalmente le digo al gobernador que visitaría a los jefes del
comando militar que estaban en aquel entonces en la calle Patricias Mendocinas.
… El coronel que nos atendió nos dijo que estimaba que no había mayores
problemas, que la unidad de batalla bajo el mando del general local respondía a
sus mandos naturales, es decir al gobierno constitucional. No obstante eso,
como advertíamos movimiento de dirigentes políticos en la calle y el proceso
iba avanzando, yo le planteé al gobernador Evans, la conveniencia de ordenar la
detención de todos los dirigentes políticos de la oposición. Propuse que todos
los dirigentes políticos de la oposición, que no serían más de 200, fueran
detenidos y concentrados en el Hotel de Villavicencio, que en ese momento estaba en reparaciones. La idea no prosperó en ese momento,
parecía exagerada.[10]
En el ámbito militar, la Agrupación de Montaña Cuyo estaba al
mando del general Héctor Raviolo Audisio, y respecto a la situación que se
vivía en aquellos días, el entonces capitán Horacio Farmache nos decía:
A los pocos días (principios de
septiembre) yo como oficial de operaciones tomé conocimiento de algunas
actitudes que evidenciaban que había gente que estaba conspirando, no tanto a
nivel militar porque nosotros en aquel entonces éramos muy respetuosos de
nuestros camaradas, es decir que la información que nos llegaba en todos los
casos por la vía militar se refería a actividades conspirativas de tipo civil,
es decir gente que estaba comprometiéndose en una actitud que no era
indudablemente constitucional, ni legal. En esos días se implantó el plan
Conintes, abreviatura que significaba conmoción interna del Estado que le daba
al Comando de la Agrupación de Montaña Cuyo responsabilidades muy concretas en
el manejo del orden público.
Ya con la implantación del plan CONINTES, el comando empezó a recibir
información del servicio de inteligencia y así se tuvo un cuadro de situación
de que indudablemente había un proceso de conspiración en marcha, no obstante
no hubo motivo para tomar ninguna medida en particular ni dentro del ámbito
militar, ni tampoco dentro del ámbito civil porque acá en Mendoza la
repercusión era muy relativa. Los elementos conspirativos eran muy fáciles de
ubicarse y como no se trató en ningún momento de investigar por razones de
respeto al camarada, la forma de pensar del personal militar, prácticamente no
hubo ninguna acción, que pudiera ser motivo de preocupación.[11]
El 16 de septiembre la Agrupación recibió un radiograma del
Comando en Jefe del Ejército ordenando el alistamiento para marchar sobre
vehículos a Córdoba.[12] El comandante general Raviolo Audisio que se hallaba en Buenos
Aires, partió esa misma mañana rumbo a Mendoza para ponerse al frente de las
tropas. Al pasar por San Luis se entrevistó con el general Eugenio Arandía,
Jefe del Estado Mayor del Segundo Ejército, quien le manifestó que los
oficiales del comando mantenían su lealtad y fidelidad a la Constitución y a la
ley.
A medianoche llegó a Mendoza y se puso al frente de la Agrupación
que ya había iniciado la marcha en dirección a Córdoba. Con respecto a este
acontecimiento Alberto Serú García recordaba:
Cuando
la columna militar salió a San Luis yo propuse a Evans que planteara al general
Lucero, con quien hablaba por teléfono a Buenos Aires, que en cada camión
viajara un dirigente de civil, que se proveyera de vino a cada camión con
soldados y que durante todo el trayecto a San Luis y mientras las tropas
estuvieran en San Luis se programaran actividades de adhesión a Perón, al
peronismo y a la doctrina, incluso con el canto, de tanto en tanto, de la
marcha peronista para tonificar al grueso de los soldados. El gobernador Evans
lo planteó delante de mí al general Lucero por teléfono y el general Lucero se
opuso terminantemente… Es decir desecharon mi idea.[13]
Durante el trayecto, Elizondo y otros oficiales revolucionarios
fueron hablando con los distintos jefes para tantear sus opiniones. A media
mañana del 17 de septiembre, la columna llegó a San Luis para abastecerse.
El general Raviolo Audisio con su estado mayor se estableció en la
oficina del Comandante del Segundo Ejército, y allí un grupo de jefes y
oficiales entre los que se hallaban los tenientes coroneles Eduardo Aguirre,
Fernando Elizondo, Alberto Cabello, Juan José Avila, Porrini y López Rosas;
mayores Santamaría, Blanco, Argumedo, Quiroga, Rosa Gutiérrez y el capitán
Colombo, pidieron una reunión con él. Habló el teniente coronel Aguirre quien
le expresó que ellos eran solidarios con el golpe de Estado y que no querían
marchar a Córdoba y le pedían que se plegara a la Revolución. El general
Raviolo expresó que quería conocer la opinión de cada uno de los jefes,
declarándose la mayoría revolucionaria. Se mantuvieron leales los coroneles
Croce, Botto y Agustoni, el teniente coronel Valentín Ugarte, el coronel Di
Sisto y el teniente coronel Renato Stassi. Entonces, el general Raviolo dijo:
Señores
yo en estos momentos me retiro a mi casa porque como general no puede aceptar
que acá haya dos bandos. Yo soy un general y tengo la obligación de mantener la
unidad espiritual de mis cuadros y subordinación al poder constitucional, como
soy leal a la Constitución y la ley, observo que en este momento mi misión está
terminada. Yo regreso a mi casa, me retiro del Ejército, que se haga cargo el
más antiguo.[14]
Respecto a esta actitud y de los acontecimientos que la produjeron
nos dio su opinión el teniente coronel Farmache:
El general Raviolo Audisio era un hombre de bien y posiblemente por
tener esa jerarquía moral y espiritual no optó por la medida que debía haber
tomado como militar, que es haber metido presos a los que eran rebeldes.
Prefirió no adoptar esa medida que posiblemente, vulneraba su sentido de
camaradería y de solidaridad y su responsabilidad como comandante y facilitó
que los oficiales que se habían declarados revolucionarios se hicieran cargo de
la situación...
Es obvio que lo que pasó en San Luis fue consecuencia de un trabajo
previo que habían hecho ciertos oficiales que estaban en una actitud
revolucionaria. Pero lo que puedo asegurar es que tanto el comandante de la
Agrupación de Montaña Cuyo, como los hombres que estábamos a su alrededor, uno
de ellos era yo, ignorábamos en absoluto esas posturas.[15]
Este oficial, mientras se producía la reunión de jefes, fue
protagonista del único hecho de violencia que se registró ese día en San Luis.
Fue herido de bala en una pierna por el capitán Simón Severo López mientras
tomaba café en una de las habitaciones del comando. Posteriormente fue
trasladado en una ambulancia al Hospital Militar de Mendoza.
Luego del retiro del general Raviolo Audisio, se hizo cargo del
mando de las tropas el general Eugenio Arandía, quien decidió retornar con
ellas a Mendoza, pero antes instauró la Revolución en Cuyo, abriendo un tercer
frente contra Perón. Se instaló en San Luis el primer gobierno revolucionario
provincial a cargo del coronel Carlos Trogliero y fue ocupado el Aeródromo de
Villa Mercedes, base de los bombarderos pesados.
Mientras tanto el 17 de septiembre la actividad en la capital y el
resto de la provincia fue normal. El gobierno provincial, comunicó a la
población, a través de las emisoras locales que se hallaba constituido en pleno
en el Palacio de Gobierno, en permanente contacto con el comando de represión.
Por su parte el general Lagos decidió esperar el regreso de las tropas y
hacerse cargo del mando aquí en Mendoza.
En la delegación regional de la CGT hubo mucho movimiento de
dirigentes y afiliados que se mantuvieron en contacto con la CGT nacional y con
el gobierno provincial. Decio Naranjo, dirigente gremial en aquellos días nos
comentó al respecto:
Cuando nos enteramos de que el Ejército de Cuyo volvía rebelde,
nosotros nos convocamos todos en la CGT para tratar de ver si podíamos de
alguna manera impedir el regreso de este Ejército, para lo cual se toman
algunas medidas aisladas, como vigilar el puente de Palmira para ver si había
alguna posibilidad de impedir el ingreso de las fuerzas rebeldes. La dirigencia
sindical vive una eterna zozobra... Lo único posible era tratar de dinamitar el
puente de Palmira para que no volvieran las tropas pero no se pudo hacer porque
no se consiguieron explosivos suficientes. Las camionetas las habíamos conseguido
en una repartición pública pero no habían elementos necesarios para llegar a
hacer este acto. Si no, se hubiera volado.[16]
Entretanto, las tropas rebeldes procedentes de San Luis al mando
del general Arandía llegaron al puente de Palmira al anochecer y decidieron
detenerse allí para no marchar de noche y evitar cualquier ataque por parte de
los leales al gobierno de Perón, ya sean civiles o militares. El general Arandía mandó a buscar al
general Lagos a la ciudad de Mendoza y en el Puente de Palmira,[17] a le entregó el mando. Allí esperaron hasta que amaneciera para
entrar en Mendoza.
Esa madrugada se vivieron horas de gran nerviosismo en la Casa de
Gobierno. Numerosos funcionarios, legisladores y políticos se hallaban en las
salas contiguas al despacho del gobernador, que estaba reunido junto al vice
gobernador y sus ministros. El Dr. Evans se mantenía en continuo contacto con
la Jefatura de Policía, el Ministro del Interior y la Base Aérea. A las cuatro
de la mañana, el gobernador y sus acompañantes abandonaron la Casa de Gobierno.
Ya no volvería más a ella. El gobierno provincial no tomó ninguna medida para
tratar de evitar la entrada de las tropas a Mendoza, ni organizó algún tipo de
resistencia armada. Al respecto Serú García sostuvo:
En la
reunión en la Casa de Gobierno sostuve la necesidad de hacer el último esfuerzo
de conversar con los jefes y con la tropa… Cuando se resolvió quien iría a esta
charla, si mal no recuerdo, dijeron que fuera yo que había sido el de la
moción. Yo salí en auto con un chofer de la gobernación y creo que me
acompañaba el ex diputado Albino, que era el escribano de gobierno, y nos
fuimos sin otro rumbo que ir en dirección al Este hasta encontrar el primer
contingente militar y conversar con el jefe… No vimos a nadie. Estando por
Santa Rosa vimos llegar una camioneta, una ambulancia, y el sargento que
manejaba nos dijo que llevaban un herido, que lo dejaran seguir. Llevaban al
capitán Farmache. Nosotros nos cansamos y perdimos un poco confianza en nuestra
gestión, así que nos volvimos.[18]
Las tropas penetraron en la
mañana del 18 de septiembre. Un piquete del Ejército ocupó posiciones en los
jardines y en la explanada frente a la Casa de Gobierno. Posteriormente,
llegaron más soldados para ocupar los balcones y terrazas y el edificio en
construcción del Palacio de Justicia, en espera de que se hiciera cargo del
gobierno el general (R) Roberto V. Nazar, designado por el general Lagos
Interventor de la Provincia. El Comando Revolucionario se instaló en la
compañía de comunicaciones que se hallaba ubicada en la calle Boulogne Sur Mer.
Las fuerzas militares también ocuparon la sede de la delegación
regional de la CGT, ya que corrían rumores de que allí habían armas, al igual
que en los gremios. Pero todas estas versiones fueron infundadas, ya que en la
CGT sólo se encontró una pistola y los dirigentes se entregaron pacíficamente.[19] Otro de los edificios ocupados militarmente fue el Correo
Central. Al teniente coronel Cabello se le ordenó tomar la IV Brigada Aérea,
cosa que hizo después de una simbólica resistencia y esto permitió establecer
la comunicación aérea con Córdoba. A medida que la población se iba enterando
lentamente de estos hechos, se fue volcando a las calles mediante
manifestaciones callejeras. Lo hacían en vehículos o a pie y eran personas de
muy diversas edades y condiciones, mujeres y hombres. Se agitaban banderas y
pañuelos blancos y se expresaban vivas a la Revolución, censurando al Poder
Ejecutivo Nacional.
Hubo algunos manifestantes que portaban piezas de bronce que
habían estado colocadas en distintos lugares de la ciudad como homenaje al
Presidente de la Nación y a Eva Perón, carteles del Partido Peronista y otros
elementos que de una u otra manera tenían algún significado vinculado al
peronismo. Al llegar frente al diario "Los Andes" muchos de ellos
pidieron que tocaran las sirenas. Sin embargo, no todo fue tan pacífico, y
algunos grupos atacaron el diario "La Libertad" produciendo daños en
sus secciones de administración general y redacción y prendieron fuego a las
cortinas y papeles de los locales del frente. También sufrieron daños los
locales que ocupaban la UES rama masculina y femenina, los del Partido
Peronista y el de la CGT. En la plaza Eva Perón fueron arrancados los letreros
con su denominación y las placas de bronce que adornaban el monolito allí
existente. Asimismo, fueron destruidos los bustos de Eva Perón de la Estación
del Ferrocarril General San Martín, en el Barrio Cívico, y en la Municipalidad
de Godoy Cruz.
Aproximadamente al mediodía el comando revolucionario a cargo del
Gobierno, tomó posesión de la estación de radio LRA que realizó transmisiones
bajo la denominación de "Radio Ejército de Los Andes" y a través de
ella se difundieron durante el día informaciones, proclamas y advertencias en relación
a lo que acontecía en Cuyo. Una de estas proclamas sostenía:
Las fuerzas
del 2° Ejército vienen a traer la libertad, entendiéndose por libertad entre
otras cosas lo siguiente: queremos Fuerzas Armadas donde no se inmiscuya la
política, y no como ahora, donde se imparte y se obliga a acatar la doctrina de
un partido político so pena de la baja, si se pretende dudar tan siquiera, de
todo lo que interesadamente se dice. Por escuelas sin política tendenciosa;
porque no se obligue a los empleados públicos a afiliarse a ningún partido,
sino que cada uno tenga sus propias convicciones, sin demostrarlas en su
puesto; por la libertad de nuestros camaradas que pese a la ley de amnistía
sancionada por el Congreso aún continúan en las cárceles junto con los peores
delincuentes.[20]
La asunción del general Nazar
como interventor Provincial se llevó a cabo al anochecer. Cabe destacar que el
general Nazar era amigo personal del general Perón con quien había estado en
Italia. El general Franklin Lucero sostiene que:
Tuvo libre
acceso a la Presidencia de la Nación; planteaba directamente sus inquietudes
políticas y la de sus amigos al general Perón, era el verdadero gestor de
Mendoza y obtuvo para sus familiares positivos beneficios.[21]
Según sus familiares, estaba retirado desde hacía un año porque
estando como jefe en Neuquén había dado buen trato a los oficiales que estaban
bajo arresto. Desde hacía tiempo estaba en contacto con los revolucionarios,
principalmente con el teniente coronel Elizondo. Sin embargo, días antes de la
Revolución, pidió a un político mendocino que iba a entrevistarse con Perón,
que le recordara al general su promesa de nombrarlo embajador en el Paraguay.
En la bibliografía referida a la "Revolución del 55" se
habla de la existencia en Córdoba y en Buenos Aires de "Comandos
Civiles" que actuaron durante esos días. En Mendoza también los hubo.
Algunos de estos grupos se habían formado antes de que estallase la revolución
en previsión de una posible guerra civil y estaban integrados en su mayoría por
políticos de la oposición. Pero a partir de la noche del 18 de setiembre y en
los días subsiguientes, se presentaron como voluntarios gentes de muy diversos
sectores políticos y culturales. Los lugares de concentración eran las sedes de
los partidos políticos, el comando Revolucionario y la sastrería militar. Aquí
impartía las órdenes el mayor Carlos Elías Villanueva. Se les repartió
garibaldinas y fusiles "Mauser" y la función de estos grupos civiles
a cuyo frente iba un oficial y suboficial, era la de ayudar y cooperar con las
tropas previendo un posible ataque leal. Se los envió a recorrer los
departamentos y a vigilar los lugares claves, como por ejemplo, la estación de
tranvías, la usina de Alvarez Condarco, la usina eléctrica de la calle San Martín,
etc. En caso de que hubiera disturbios en esos lugares debían defenderlos hasta
que llegaran las tropas del Ejército. Se destacan, entre las misiones en las
que participaron, la toma de la delegación de la Policía Federal a cargo del
mayor Rufino Ortega con el apoyo de numerosos civiles aportados especialmente
por el radicalismo, la ocupación de la dependencia policial de la provincia, en
donde el jefe designado por el comando revolucionario, capitán (R) Miguel Ángel
Pott Godoy sustituyó al entonces jefe Roberto Castro Villalba. Sobre este tema
el dirigente demócrata Roberto Videla Zapata nos refería:
a mí
me tocó junto con mi cuñado, Alberto Guiñazú, que era fiscal federal y que
también se había ido a ofrecer y con otro más que no recuerdo el nombre, ir a
recorrer y establecer vigilancia sobre la zona de Maipú, Gutiérrez hasta la
destilería, así que estuvimos toda la noche dando vueltas a ver si se veía
alguna cosa rara, porque llamaba la atención que habiendo tenido tanta mayoría
de votos siempre acá Perón, y teniendo la prensa, no se produjera ninguna
reacción.[22]
Las emisoras radiales mendocinas fueron otro de los objetivos
asignados a estos civiles; una de ellas LV10 Radio de Cuyo, situada en la calle
Las Heras, fue tomada por un grupo encabezado por el Dr. Dante D'Angela
Patrucco. La acción de los comandos civiles se desarrolló durante los primeros
días de la Revolución y terminó a los pocos días, cuando se restableció la
normalidad. [23]
La Revolución triunfó en Mendoza el 18 de septiembre, mucho antes
incluso que en el resto del país donde la situación de los rebeldes era más que
comprometida. Creemos que esta circunstancia fue trascendental para el triunfo
de la revolución a nivel nacional, ya que desde el punto de vista militar le
restaba un importante aporte en tropas y materiales a las fuerzas de la
represión, abría un tercer frente revolucionario que comprendía un parte grande
e importante del territorio nacional con frontera abierta a otro país y
permitía, en caso de que la situación de Córdoba se agravase, la evacuación por
vía aérea de esa guarnición. Pero además de las consideraciones de tipo
militar, el teniente coronel Horacio Farmache hizo hincapié en el impacto moral
que la defección de Cuyo debió haber producido en el presidente Perón:
Yo creo que Mendoza tuvo mucha gravitación no por el hecho militar en
sí, sino porque gravitó mucho sobre la decisión de Perón. Perón presentó la
renuncia no por verse forzado por las circunstancias de orden militar. En ese
momento un 70 u 80% del ejército era leal al gobierno constitucional. Los que
se habían sublevado no pasaban de ser un porcentaje menor y sobre todo radicado
en el cuadro de oficiales. El resto de los oficiales, sobre todo la
suboficialidad del ejército y la tropa, seguía siendo leal a Perón.
Yo creo que gravitó no sólo por el hecho militar en sí, sino porque en
ese momento Perón, que tenía gran afecto por las tropas de montaña, que dentro
de las tropas de montaña tenía amigos que quería mucho como el general Nazar,
el general Raviolo, los coroneles Plantamura, Aguirre, esos oficiales habían
sido amigos de él y él los había apreciado y hasta protegido dentro de su
carrera, y claro, Raviolo tuvo una conducta digna distinta a la de otros, pero
otros se pasaron directamente al bando revolucionario y eso deber haber
golpeado mucho sobre Perón, desde el punto de vista moral y espiritual.[24]
Gobierno nacional provisorio en Mendoza
El 19 de septiembre por la mañana llegó a Mendoza el ayudante del
general Lonardi, Mayor Juan F. Guevara, portando una carta del jefe de la
revolución en donde le pedía al general Lagos, que le enviara toda la
infantería, ametralladoras y morteros que pudiera ya que su situación en
Córdoba era muy comprometida. Pero el general Lagos contaba con muy pocos
hombres en Mendoza, los cuales le eran indispensables para mantener el orden en
la ciudad, mientras que el resto de las tropas estaban repartidas entre San
Juan y San Luis. De todas formas decidió quitar hombres de cada compañía para
reunir un batallón de doscientos hombres que se embarcó hacia Córdoba esa noche
a las órdenes del capitán Januzzi.
Esa misma mañana el general Lagos recibió la visita del
representante de la Marina de Guerra, capitán de fragata de Carlos García
Favre, quien le propuso organizar en Mendoza un Gobierno nacional provisorio
que obtuviera reconocimiento internacional. Las razones por él sostenidas eran
que, como la escuadra nacional se había sublevado y había establecido el
bloqueo del Río de la Plata y de todos lo puertos argentinos, este bloqueo frente
a las potencias internacionales era ilegal y sólo podía ser regularizado con la
constitución de un gobierno revolucionario que asumiera la condición de
beligerante, caso contrario, el bloqueo se podía considerar un acto de
piratería e incluso provocar alguna intervención extranjera. El mismo general
Lonardi, poco después, pidió al general Lagos la constitución de este gobierno
en Mendoza. Consideraba que dada su precaria situación iba a ser derrotado en
breve y en ese caso, Lagos debía continuar la resistencia armada desde Mendoza,
donde existían las condiciones necesarias para poder sostenerse durante largo
tiempo, debido a que poseía una extensa frontera internacional abierta.
Incluso, de ser necesario, se pensó en separar la región de Cuyo del resto del
país.
El general Lagos encargó esta delicada misión a su asesor legal
Bonifacio del Carril, que se conectó con el Dr Vera Vallejo explicándole
claramente la situación. Este dirigente llamó a las dos principales figuras
demócratas de ese momento que eran Carlos Aguinaga y Raúl Benegas. Sobre este
tema Carlos Aguinaga nos relató:
Cuando
la situación de Córdoba peligraba y se creía que estaba a punto de caer… Del
Carril nos pidió que integráramos el gobierno nacional que se establecería en
Mendoza. Nosotros dijimos que queríamos que si el gobierno se instalaba en
Mendoza debía ser también con dirigentes de partidos opositores del resto del
país y porque el ofrecimiento era para que fueran todos mendocinos. … nosotros
planteamos que en los viajes que se hacían a Córdoba para llevar ayuda, se
trajeran algunos dirigentes de Córdoba donde los partidos opositores al
peronismo tenían un sector muy importante… Cuando a mí me mandó a llamar al Dr.
Vera Vallejo, yo le plantee de entrada el problema de que se tenía que hacer
con toda la oposición y especialmente con los radicales, y con ese motivo Vera
Vallejo invitó a los dirigente radicales Leopoldo Suárez y Alfredo Vítolo a las
reuniones que se realizaban conmigo y con Raúl Benegas.[25]
Todos aceptaron el ofrecimiento pero dicho gobierno no alcanzó a
constituirse ya que Perón abandonó el gobierno pocas horas después. No se
redactó ningún documento o acta sobre estas conversaciones, pero dos días
después los cuatro dirigentes enviaron una carta de apoyo a la Revolución al
general Lagos. Dicha carta fue redactada de puño y letra por el propio Carlos
Aguinaga, pero los radicales se negaron a que se diera a publicidad. Es la
única prueba escrita que existe sobre este plan inconcreto de constituir un
gobierno nacional provisorio en Mendoza. En ella, entre otras cosas, expresan:
La revolución en Cuyo ha
contribuido decisivamente en el resultado glorioso de la jornada, y el 2°
Ejército bajo su mando, ha podido utilizar con verdad el nombre de Ejército de
los Andes.
Nosotros, que hemos tenido el
honor, en un momento difícil de actuar en la misión que se nos encomendara, por
encima de las diferencias ideológicas y unidos por esos altos ideales, que son
comunes a todos los argentinos, y que se manifiestan espontáneamente cuando la
Patria pareciera exigirlo con más intensidad, debemos expresarle nuestro
reconocimiento por la confianza que significó la demanda y que cumplimos,
también, por la confianza que teníamos en los móviles de la revolución. [26]
Al delegar Perón sus funciones en una Junta Militar, la
constitución de un gobierno revolucionario dejó de ser necesaria, por lo que
Del Carril se reunió esa misma tarde con Aguinaga, Benegas, Suárez y Vitoló
para expresarles estas consideraciones. Todos coincidieron al respecto y ofrecieron
seguir actuando juntos con la participación de representantes del Partido
Socialista y Demócrata Progresista para asesorar al gobierno de la Revolución
en lo que fuera necesario. De esta manera quedó constituida la primera Junta
Consultiva Provincial, la cual tenía como sede de sus reuniones la Legislatura,
aunque careció de carácter oficial.
Esa tarde cuando se conocieron las noticias procedentes de Buenos
Aires, gran cantidad de gente de todas las edades se volcaron a las calles
céntricas para expresar su alegría portando banderas y leyendas con fases
alusivas al movimiento revolucionario.
Estas manifestaciones se extendieron durante varias horas, sonaron
las sirenas del diario "Los Andes" y repiquetearon las campanas de la
Iglesia de la Compañía de Jesús, pero todo se desarrolló sin inconvenientes.
Casi al mismo tiempo que eran exteriorizadas estas manifestaciones de júbilo,
se produjo el único acto de violencia registrado en Mendoza durante estos días.
La crónica periodística nos dice lo siguiente:
hacia el final de la tarde, algunas personas
civiles adoptaron una actitud homicida en contra de hombres que vestían el
uniforme del Ejército. Esto ocurrió en la manzana que ocupan en block el Plaza
Hotel, el Casino y el teatro Independencia. El sorpresivo ataque con armas de
fuego, que partió de ese inmueble, causó en el primer momento un soldado muerto
y un oficial herido. Las tropas que en ese momento se hallaban allí o
circulaban por el lugar tomaron prestamente posición de defensa, mientras los
atacantes se atrincheraban en parte del edificio y del pequeño jardín del
casino que da a la calle Sarmiento. Eran, al parecer, empleados del casino y
del Plaza Hotel, haciendo las tropas una descarga de ametralladoras. Todo hacía
presumir que los atacantes se proponían mantener su actitud y continuar
atacando con armas de fuego. Entonces comenzaron a afluir en torno de la
manzana y en sus proximidades otras fuerzas: del
ejército, aeronáutica y policía,
con algunos camiones provistos de ametralladoras y otras armas.
... El ejército insistió largamente con
altavoces instando a la rendición. Alrededor de las 20.30 se escucharon los
últimos disparos. Si bien se sabe que los revoltosos fueron
completamente reducidos, se ignora si hubo otros heridos o no.[27]
El oficial herido fue el teniente Salice. Corrieron varios rumores
sobre este hecho, se llegó a decir que era un contra golpe peronista, o que
debido a la proximidad de la CGT, los obreros eran los responsables. Pero
resultaron ser rumores infundados. Uno de nuestros testigos, el ex teniente
Ahualli, sostuvo que quizás el tiroteo fue provocado por las mismas tropas al
querer apoderarse del edificio del Casino en grupos separados y debido a la
confusión reinante, se habría producido un intercambio de disparos. Los heridos
en este incidente fueron trasladados al Hospital Militar.
Ese mismo día, se realizaron las primeras detenciones de
ex-funcionarios del régimen depuesto.
A partir del 20 de septiembre el interventor militar general
Roberto Nazar inició la organización de su gabinete, cuyos miembros civiles
pertenecían en su mayoría, a los partidos Demócrata y Radical. También por
decreto cesaron en sus funciones los intendentes municipales y consejos
deliberantes. En los días siguientes se declaró en comisión al poder judicial a
fin de reorganizarlo. El 23 de septiembre a la noche Nazar dirigió su primer
mensaje radial a los mendocinos. En él señaló que los objetivos de la
revolución eran “reestablecer el amplio ejercicio de los derechos individuales,
asegurar el normal funcionamiento de las instituciones republicanas y preparar
el camino para reestablecer la vigencia plena de un auténtico orden
constitucional y legal”. También sostuvo que la Revolución Libertadora se había
hecho porque “con el pretexto de realizar la justicia social se han vulnerado
todos los otros derechos, tan importantes como aquellos”.[28] Y resaltó que la justicia social era un derecho de los obreros,
por lo tanto “no crean pues, los trabajadores, que la justicia social ha sido
dádiva de un hombre por las masas, porque las masas los han ganado por su
propia acción”. A lo largo de todo su discurso, el énfasis estuvo puesto en el
restablecimiento de la libertad en todos los órdenes de la sociedad.
El general Nazar estuvo a cargo de la intervención federal hasta
el 20 de noviembre de 1955, en que presentó su renuncia. En su lugar fue
designado Interventor el general Héctor Ladvocat.
Conclusión
La Revolución Libertadora, que puso fin al gobierno de Juan D.
Perón, marcó un punto de inflexión en nuestra historia, ya que dio inicio a un
período de gran inestabilidad política e institucional caracterizado por la
proscripción del peronismo.
En Mendoza la revolución fue llevada a cabo por civiles
pertenecientes a los partidos demócrata y radical que desde hacía tiempo
mantenían reuniones, y por un puñado de oficiales de la Agrupación de Montaña
Cuyo dirigidos por el general Lagos, que lograron revertir la lealtad inicial
del regimiento y convertirlo en revolucionario.
Probablemente por esto y el hecho de que en Mendoza los meses
previos transcurrieron con tranquilidad, es que la dirigencia tanto política
como sindical oficialista fue sorprendida por el estallido del movimiento y no
hubo ningún atisbo de resistencia, ni actos de violencia.
El 18 de septiembre la revolución ya había triunfado en Mendoza
mucho antes que en el resto del país. Considero que este prematuro triunfo fue
decisivo para el éxito definitivo de la revolución, ya que desde el punto de
vista militar restó fuerzas a la represión del levantamiento en Córdoba, abrió
un nuevo y extenso foco rebelde con frontera internacional y afectó moralmente
al Presidente, según uno de nuestros testigos, dada su predilección por los
montañeses.
Prueba de la importancia del levantamiento provincial es el hecho
de que, en los momentos críticos, se pensó en constituir un Gobierno Nacional
Provisorio en Mendoza. La finalidad de esta creación era lograr a la brevedad
posible el reconocimiento internacional del movimiento. Los testimonios orales
de algunos dirigentes políticos que jugaron un papel decisivo en este suceso,
nos han permitido obtener una valiosa información al respecto. Por estas
fuentes sabemos que este Gobierno Nacional Provisorio, iba a estar integrado
por dos demócratas (Aguinaga y Benegas) y por dos radicales (Suárez y Vítolo).
En definitiva, no se constituyó debido al alejamiento de Perón. De todos modos
sus eventuales integrantes pasaron a formar de la primera Junta Consultiva
provincial, asesora del gobierno del general Nazar.
En lo que respecta a los objetivos del movimiento, desde el
principio los militares revolucionarios, a través de las proclamas, y luego en
el primer discurso del interventor federal, manifestaron sus intenciones de
restablecer la libertad en todos sus aspectos y los derechos individuales que,
a su entender, habían sido violados por el régimen depuesto.
Bibliografía
Laura Benadiba y Daniel Plotinsky. De entrevistadores y relatos
de vida. Introducción a la Historia Oral. Buenos Aires, Imago Mundi, 2005.
Omar Cueto y otros. Historia
de Mendoza. Mendoza, Los Andes, 1995.
Pedro S. Martínez. Historia
de Mendoza. Buenos Aires, Plus Ultra, 1979.
Bonifacio Del Carril. Crónica interna de la Revolución
Libertadora. Buenos Aires, Emecé, 1959.
Diario Los Andes. Cien años de vida mendocina. Mendoza, 1982.
Eduardo García. Yo fui testigo. Buenos Aires, Luis Lascerre
y Cía. S.A. Editoras, 1971.
Alicia Gartner. Historia
Oral, memoria y patrimonio. Aportes para un abordaje pedagógico. Buenos
Aires, Imago Mundi, 2015.
Junta de Estudios Históricos de Mendoza. Historia Contemporánea
de Mendoza a través de sus gobernadores. T I (1932-1966). Mendoza, 1996.
Franklin Lucero. El
precio de la lealtad, injusticias sin precedentes en la tradición argentina. Buenos
Aires, Propulsión, 1959.
Benito Marianeti. Las
luchas sociales en Mendoza. Mendoza,
Editorial Cuyo, 1970.
Arturo Roig y otros, (compiladores). Mendoza, a través de su
historia. Mendoza, Book, 2004.
Dora Schwarzstein. “El
lugar de las fuentes orales en los archivos: una cuestión en debate”. Estudios Sociales, N° 22-23, Año XII.
Santa Fe, 2002, pp 11-22.
Periódicos
"Los Andes", Mendoza. Ediciones correspondientes al año
1955.
"La Libertad", Mendoza. Ediciones correspondientes al
año 1955.
"La Palabra", Mendoza. Ediciones correspondientes al año
1955.
"La Tarde", Mendoza. Ediciones correspondientes al año
1955.
“Proceso”, Mendoza, 6 de octubre de 1955.
Fuentes Orales
Dr. Carlos Aguinaga.
Vicecomodoro (R) Ricardo Ahualli.
Teniente coronel (R) Horacio Farmache.
Sr. Decio Naranjo.
Dr. Alberto Serú García.
Dr. Robe
[1] En
Mendoza existe muy poca bibliografía de carácter general que haga referencia a
este período de la historia provincial. Estas son: Adolfo Cueto Aníbal Romano y
Pablo Sacchero. Historia de Mendoza. Mendoza, Los Andes, 1995. Obra de divulgación,
publicada por el Diario Los Andes en 28 fascículos. El período que nos ocupa es
tratado sintéticamente en el fascículo 23, haciendo hincapié fundamentalmente
en los aspectos institucionales. Diario Los Andes. Cien años de vida
mendocina, Mendoza, 1982. Obra conmemorativa del centenario del Diario Los
Andes, en donde se describen brevemente, por años, los principales aspectos de
la vida mendocina entre 1882 y 1992. Junta de Estudios Históricos de Mendoza. Historia
Contemporánea de Mendoza a través de sus gobernadores. T I
(1932-1966). Mendoza, 1996. Se trata de
una compilación de artículos en donde se reseña la labor gubernativa de los
gobernadores elegidos en forma democrática. Benito Marianeti. Las luchas sociales en Mendoza. Mendoza, Ed. Cuyo, 1970. Se trata
de una reducida crónica de las luchas del movimiento obrero mendocino desde la
óptica de un dirigente comunista. Su exposición es sumamente desordenada. Pedro
S. Martínez. Historia de
Mendoza. Buenos Aires, Plus
Ultra, 1979. Esta obra nos ofrece un panorama histórico, político y cultural de
Mendoza, desde la fundación hasta 1976. Arturo Roig y otros, (compiladores,. Mendoza,
a través de su historia. Mendoza, Book, 2004.
[2] Como sostienen
Laura Benadiba y Daniel Plotinsky en su libro De entrevistadores y relatos
de vida. Introducción a la Historia Oral.
Buenos Aires, Imago Mundi, 2005, p.13: “Si bien las fuentes orales tienen
validez informativa y nos permiten conseguir testimonios reveladores sobre
acontecimientos pasados, lo más singular y precioso es que introducen la
subjetividad del hablante. Y en ese sentido, la subjetividad (lo que los
protagonistas creen) es un hecho histórico, tanto como lo que realmente
sucedió”.
[3] Dr. Carlos
Aguinaga, dirigente demócrata, entrevista realizada en 1990.
[4] Dr. Ernesto
Corvalán Nanclares, dirigente peronista, entrevista realizada en 1990.
[5] Los detenidos
fueron Eligio Moreira Varela, cura párroco de San José; Dante Picote, Cura
párroco de Godoy Cruz; Heriberto Ferreira, sacerdote de la Iglesia de La
Merced; y los ciudadanos Armando Juan Gei, Augusto E. Moscoso, José Donati,
Genaro Príncipe, José Jiménez, Marcelino Castillo; Alberto A. Ruíz; Andrés
Flores, José Correa Llano, José Luis Rúpolo, Carlos Ángel Arandina, Ángel
Héctor Marione; Amadeo Cicchitti, Enzo Santoni, miembro de la mesa directiva de
la UCR y Pascual Illanes ex diputado provincial por la UCR.
[6] Proceso, Mendoza, 6/10/ 1955, p. 2.
[7] Roberto Videla Zapata, dirigente demócrata, entrevista realizada en Mendoza,
noviembre de 1990.
[8] El ex primer
teniente Ahualli, en una entrevista realizada en 1990, nos refirió que los
civiles que rodeaban a Lagos opinaban que el general debía hacerse cargo en el
camino de la columna que avanzaba hacia San Luis. Tanto Ahualli como el ex
primer teniente Fonseca que lo acompañaban, le hicieron ver que en el camino
había varios puestos de guardia y que iba a ser imposible sortearlos a todos
con éxito. Es por ello que el general Lagos decidió esperar en Mendoza el
regreso de las tropas.
[9] Los Andes, Mendoza, 17/09/1955, p.4.
[10] Alberto Serú García, ex legislador peronista, entrevista realizada en
Mendoza, marzo 1991
[11] Horacio Farmache, militar retirado, entrevista realizada en Mendoza,
octubre de 1990.
[12] Según nos relató Farmache,
en menos de doce horas se trasladaron las tropas procedentes de San Juan,
Uspallata, Campo de los Andes, Tupungato y San Rafael, que eran los
destacamentos de montaña, a la ciudad de Mendoza. Como en aquel entonces las
unidades del ejército no estaban motorizadas, mucho menos mecanizadas, eran
tropas de a pie o a caballo, y como el desplazamiento tenía que hacerse con la
mayor urgencia posible, se dio la orden de requisar camiones, vehículos
civiles, ómnibus de empresas del medio tanto de San Juan como de Mendoza, y de
esta forma se trasladó a los aproximadamente 3.000 soldados que tenía la
Agrupación de Montaña Cuyo.
[13] Alberto Serú García, más de 60, ex legislador peronista, Mendoza, marzo
1991.
[14] Horacio Farmache, militar retirado, entrevista realizada en Mendoza,
octubre de 1990.
[15] Ibídem.
[16] Decio Naranjo, dirigente gremial peronista, secretario general de la CGT
regional por varios períodos, entrevista realizada en Mendoza, diciembre de
1990.
[17] Este puente es
estratégico ya que cruza el río Mendoza y es la puerta de acceso a la ciudad
capital, de allí que quedó custodiado luego del retorno de las tropas.
[18] Alberto Serú García, ex legislador peronista, entrevista realizada en
Mendoza, marzo 1991.
[19] El ex primer
teniente Ahualli nos manifestó que el general Lagos lo envió a la CGT a
investigar si allí había armas. Apresaron a la gente de la CGT empezando por el
secretario general Gómez, y después de interrogarlos brevemente los dejó
marcharse porque era falso que hubiera armas.
[20] Los Andes,
Mendoza, 19/09/1955, p.4
[21] Franklin Lucero. El precio de la lealtad, injusticias sin precedentes en la
tradición argentina. Buenos Aires, Propulsión, 1959. p. 154.
[22] Roberto Videla Zapata, dirigente demócrata. Entrevista realizada en
Mendoza, octubre de 1990.
[23] Los datos
obtenidos para reconstruir la existencia y el accionar de los comandos civiles
fueron aportados por algunos de sus integrantes y el diario local Proceso del 6
de octubre de 1955.
[24] Horacio Farmache, militar retirado, entrevista realizada en Mendoza,
octubre de 1990.
[25] Carlos Aguinaga, dirigente demócrata. Entrevista realizada en Mendoza,
septiembre de 1990.
[26] Carta enviada al
general Lagos el 21 de septiembre de 1955. Gentileza Dr. Carlos Aguinaga.
[27] Los Andes, Mendoza, 20 /09/ 1955, p 2.
[28] Los Andes, Mendoza, 24/09/1955, p.3