Las primeras declaraciones de los profesionales de la salud del
Hospital de Campo de Mayo. Una aproximación a las actitudes sociales en la última Dictadura
The first depositions of the Hospital de
Campo de Mayo's health professionals. An overview to the social attitudes
during the last military dictatoship in Argentina
Clara Sarsale
Instituto de Desarrollo Económico y Social
Universidad Nacional General Sarmiento / Universidad de Buenos
Aires, Argentina
csarsale@gmail.com
Resumen
En los primeros meses del
gobierno de Raúl Alfonsín, en 1984, la Comisión Nacional sobre la Desaparición
de Personas comenzó a recibir testimonios de todo aquel que tuviera información
sobre lo acontecido en los años de dictadura. Entre los declarantes se encontraron
familiares de desaparecidos, sobrevivientes, entre otros testigos menos
usuales. Allí residirá el foco de este trabajo: en el testimonio de algunos de
los profesionales de la salud del Hospital Militar de Campo de Mayo frente a la
CONADEP. Estos profesionales, asistieron los partos de mujeres que se
encontraban secuestradas por la dictadura. Como se verá en el artículo,
ubicados en el corazón del sistema represivo, estos profesionales tuvieron
diversas respuestas frente a lo que estaba ocurriendo. Su estudio, permite
abrir nuevas preguntas sobre las actitudes sociales en dictadura.
Palabras
clave
Dictadura; Actitudes Sociales; Testimonios; Profesionales de
la salud; Campo de Mayo
Abstract
On the first months of Raúl Alfonsín government, in 1984, the Comisión
Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) started gathering
testimonies from anyone that had information about what happened during the
military dictatorship. The deponents were relatives ofdesaparecidos,
survivors, among other unusual witnesses. That is the focus of this work; the
testimonies given to the CONADEP by some of the health professionals of the
Hospital Militar Campo de Mayo. These professionals assisted the births of
women that were kidnapped by the dictatorship. As we will show on this paper,
acting on the heart of the repressive system, they had different responses
towards what happened which permits to ask new questions regarding the social
attitudes during these years.
Keywords
Social attitudes; Testimonies; Health
professionals; Campo de Mayo
Introducción
En este texto se recorrerá
brevemente algunos debates historiográficos que han problematizado la cuestión
del consenso, principalmente en el nazismo. Luego, a la luz de esas
reflexiones, analizaré los testimonios de profesionales de la salud que
trabajaron en el Hospital Militar de Campo de Mayo durante la dictadura. Estos
testimonios, posibilitarán la reflexión sobre la diversidad de actitudes
sociales que .tuvieron lugar en la sociedad argentina durante la última
dictadura militar.
¿Qué lugar ocupa el consenso en
la instauración y sostenimiento de una dictadura? ¿En qué medida cada régimen
se propone generar ese apoyo? ¿Qué lugar y qué posibilidades de visibilización
tienen, por el contrario, la oposición y la resistencia? Estas preguntas básicas han sido formuladas
tarde o temprano en todos los países que han atravesado procesos dictatoriales.
Sin dudas, el contexto histórico local[1]
es central para comprender cuándo surgen esas preguntas en cada una de esas
sociedades. Sin embargo, se puede afirmar que esas preguntas encuentran
condiciones de posibilidad en la medida en que se ha llegado a algún grado de
acuerdo respecto de quiénes fueron los principales responsables. En el caso
alemán, por ejemplo, las investigaciones sobre vida cotidiana comienzan recién
a fines de los setentas[2].
La Alltagsgeschichte
o la historia de la vida cotidiana conlleva un supuesto: “por debajo de la
barbarie y del horror del régimen había patrones de normalidad social que
fueron, por supuesto afectados por el nazismo (…) pero que eran anteriores a él
y lo sobrevivieron” (Kershaw, XX, 291)[3].
En este sentido, las preguntas sobre la vida cotidiana y las actitudes sociales
implican la inscripción de un acontecimiento histórico específico (el nazismo,
por ejemplo) en el devenir histórico de Alemania. El otro supuesto que subyace
es la consideración de los individuos como sujetos que toman decisiones y
actúan, en parte, de manera racional. En palabras de Lüdtke, referente de la Alltagsgeschichte, ésta “se centra en la
práctica de la multitud. (…) La práctica hace alusión a la forma en que los
hombres se apropian de las condiciones en las que viven, producen experiencias,
utilizan modos de expresión e interpretaciones – y las actúan nuevamente por su
parte-. En el proceso de apropiación los agentes se convierten en actores que
interpretan y se muestran, presionan o rechazan” (Lüdtke, 1995,49). Desde esta
perspectiva, entonces, las actitudes sociales no aparecen como reflejo del
poder hegemónico sino que son actos de apropiación y resignificación del mismo.
Teniendo en cuenta esto, las preguntas que propone la Alltagsgeschichte son, en última instancia, preguntas por las
condiciones de realización del poder: “de qué modo se imponía este dominio
desde arriba y se (co)producía al mismo tiempo desde abajo” (Lüdtke, 1995,60).
Otro hito en la producción
historiográfica sobre el nazismo, fue Aquellos hombres grises. El batallón
101 y la Solución Final en Polonia (1992) de Christopher Browning. El
autor, a partir de un minucioso análisis de
fuentes, da cuenta de las diversas posibilidades que tuvieron los integrantes
del Batallón 101 para decidir participar o no en el asesinato de judíos. A
partir del análisis de las fuentes, Browning establece que sólo una minoría
eligió apartarse de la tarea encomendada. Además, plantea que aún quienes si
participaron de la matanza tuvieron que consumir grandes cantidades de alcohol
para atravesar la situación o bien que, una vez comenzada la tarea, trataron de
evadirse de la misma. Lo que pone de relieve Browning con su célebre estudio,
es la inexistencia de una linealidad necesaria en el accionar de los
ejecutores. A partir de su análisis, puede afirmarse la importancia de analizar
un caso específico como prisma para mirar los màrgenes de acción en una
dictadura y complejizar su estudio utilizando una mayor cantidad de variables
para explicar el comportamiento que no se limiten a opciones dicotómicas como
víctima o victimario.
En 1996 se dio inicio a un
fuerte debate en el campo historiográfico con la publicación del libro de
Daniel Goldhagen “Los verdugos
voluntarios de Hitler”. El libro, que resultó un absoluto éxito editorial
entre el público no especializado, partía de las mismas fuentes que Browning
pero alcanzaba conclusiones totalmente diferentes. Como señala Finchelstein, “Goldhagen postula la existencia
de un continuum antisemita específicamente alemán, un super pogrom que
comienza en el medioevo y desemboca en un “antisemitismo esencialista” que hace
que cualquier alemán quiera matar judíos” (Finchelstein,
1999,37). Más allá de las críticas metodológicas a la investigación de
Goldhagen, lo que está en el centro de la discusión es la posibilidad de acción
(de resistencia, aceptación, resignificación) por parte de los sujetos en un
proceso dictatorial. Desde la mirada esencialista que propone Goldhagen los
sujetos resultan meros reproductores de una cultura (la antisemita en el caso
del nazismo) que han heredado y frente a la que son necesariamente pasivos.
Para el análisis que propongo
en este trabajo, retomo la líneas de interpretación planteadas por la Alltagsgeschichte y la investigación de
C. Browning, en la que los individuos son sujetos activos y por lo tanto, es
necesario pensar con qué categorías puede abordarse sus acciones en contextos
dictatoriales y en qué medida resultan aplicables en cada caso histórico. El
historiador español Saz Campos, plantea
una pregunta dilemática: el consenso, ¿resulta un concepto iluminador o, por el
contrario “relega a segundo plano el factor represivo, mucho más importante en
la sustentación de la dictadura (…) [y]
conduc[e] a una minusvaloración de un cúmulo de actitudes de
resentimiento y rechazo”?(2004, 171) Saz
Campos propone al consenso como una categoría para estudiar cómo construye cada
dictadura su legitimidad frente a la sociedad al tiempo que señala que “el
ciudadano experimenta actitudes que no se pueden reducir a la noción de
consenso porque puede expresar elementos de rechazo, elementos de cierta
resistencia, que luego pueden conducir a una identificación con el régimen o a
una oposición abierta” (157, 2014). Teniendo en cuenta esto es necesario, como
señala Hernández Burgos “no sólo atender a la recepción de los discursos
emitidos “desde arriba”, sino comprender que estos también son coproducidos
“desde abajo” (...)” (2012,27).
Tanto los planteos de la Alltagsgeschichte como los de Saz Campos
y Hernández Burgos, invitan a pensar en la necesidad de realizar estudios
monográficos para poder dar cuenta de la diversidad de actitudes sociales en regímenes
dictatoriales.
Las
fuentes en los estudios sobre actitudes sociales.
Como se ha plasmado en el
apartado anterior, la posibilidad de asir las actitudes sociales, ver la
producción de acciones y sentidos y la apropiación y transformación de éstas
por distintos sujetos de la sociedad es sumamente compleja. Desde luego, las fuentes
orales deberán ocupar un lugar preponderante en este tipo de estudios dado que
permiten acceder a un relato experiencial en primera persona, y enfatizar
determinados aspectos relevantes para la investigación en proceso. Sin embargo,
en este trabajo, dada la intención de enfocar en un momento particular de la
historia argentina y de analizar las variaciones en los testimonios según el
contexto de enunciación, se optó por trabajar sólo con testimonios judiciales.
Esta decisión no ignora que la escena judicial está sumamente reglada y marcada
por un funcionamiento jerárquico que impacta en el los testimoniantes. Las
reglas que organizan la escena judicial, descoloca e incomoda a quienes no las
manejan, pudiendo – por ejemplo - reducir la fluidez en el habla de quien
declara (Kaufman, 1991; Sarrabayrouse, 2004); además en los tribunales está
siempre la posibilidad de autoincriminarse en un delito por lo que los
testimoniantes desarrollan diversas estrategias a la hora de expresarse. Por
último, y tal como se pondrá de relieve en el próximo apartado, el contexto de
producción de los testimonios tiene un rol importante en el contenido del
mismo. Todos estos señalamientos son un llamado de atención metodológico que
tratará de contemplarse en el uso de las fuentes que se hace en el presente
artículo.
En este trabajo, el análisis de
estas fuentes permitirá ver ciertos matices respecto a la interpretación
dominante en la década del 80 sobre el rol de la sociedad; en el relato sobre
el pasado reciente que se plasma en el Nunca más[4]
(1984), “la "sociedad" es retratada
como conjunto en una posición dual: como posible víctima y como observadora
ajena que, si justifica el horror, es debido al terror imperante. En ambos
casos, inocente del ejercicio de la violencia y del horror” (Crenzel, 2007,52).
Ahora bien, en las declaraciones en las que se basa el Nunca más y las
que se producen en los meses siguientes a su publicación, se pueden rastrear –
como se verá – una diversidad de actitudes sociales. Aquí radica entonces, el interés
por el uso de este tipo de fuentes en este trabajo.
Campo de Mayo: los primeros testimonios sobre la maternidad clandestina.
En 1901, bajo la presidencia
Julio Argentino Roca, se aprobó la compra de los terrenos que hoy conforman Campo
de Mayo para la construcción de una enorme guarnición militar. Tres años más
tarde, en 1904, se aprobó la construcción del Hospital Militar de Campo de Mayo
con asistencia básica. Con el paso de los años, se incorporaron al Hospital
nuevas especialidades como traumatología y dermatología entre otras. Según se
destaca en su web, el Hospital brindó servicios a la comunidad luego del
terremoto en San Juan (1944), en el brote de poliomelitis de 1956, en el
conflicto fronterizo con Chile y tras la Guerra de Malvinas. Aunque en esta
breve historización no aparece mencionada, desde el regreso de la democracia se
conoce que allí funcionó una maternidad clandestina durante la dictadura
militar que comenzó en 1977[5].
A partir de la vuelta de la
democracia y la conformación de la CONADEP comenzaron las denuncias sobre la
maternidad clandestina de Campo de Mayo. Un grupo de enfermeras[6] y una médica
concurrieron tempranamente a declarar a la CONADEP[7]
(1984). Luego de esos primeros
testimonios, otros profesionales continuaron declarando tanto la justicia civil
y la justicia militar. Según la información recabada hasta el momento y
teniendo en cuenta los juicios que tratan la apropiación de niños en general y
no apropiaciones particulares, los profesionales de Campo de Mayo han declarado
frente al Poder Judicial de la Nación en 1984, a la Justicia Militar[8]
(1985) y luego en 1998, 2011 y 2014[9].
En cada uno de los juicios
mencionados, aunque lo que se investiga y juzga es el funcionamiento y los
nacimientos en la maternidad clandestina del Hospital de Campo de Mayo, se abre
un resquicio, a partir de las declaraciones, para analizar las actitudes
sociales adoptadas por los profesionales que trabajaron allí. Teniendo en
cuenta esto, es importante destacar que tanto las enfermeras como los médicos
del Hospital de Campo de Mayo, actuaron en tanto profesionales de la salud;
esto es, sus superiores los requirieron “no (...) una ejecución mecánica, sino
la utilización de su experiencia y de su saber especializado. La actividad y la
disposición a involucrarse, el desarrollo creativo de las instrucciones eran y
estaban consideradas como imprescindibles” (Lüdtke 1995, 64). Esta afirmación
no desconoce el contexto represivo que se vivía, si no que pretende poner en
foco la agencia de los sujetos en ese contexto.
Teniendo en cuenta esta
perspectiva, se analizarán algunos de los primeros testimonios brindados por
profesionales de la salud (una obstétrica, una médica tocoginecóloga y un
enfermero radiólogo) en 1984 y 1985.
Estas primeras declaraciones
tuvieron un peso fundamental en la construcción de la historia de la maternidad
clandestina de Campo de Mayo ya que – junto con otros testimonios - sentaron
las bases sobre las cuales se investigó y que permitieron posteriormente
condenar a algunos de los responsables civiles y militares en los juicios de
2011 y 2014[10].
¿Qué información aparece en
esas primeras declaraciones? Los primeros testimonios, en primer lugar, fueron
la comprobación de la existencia de la maternidad clandestina de Campo de Mayo.
Asimismo, permitieron saber que 1977 y 1978 fueron los años de más actividad en
la maternidad clandestina. En segundo lugar, posibilitaron conocer, al menos en
parte, el dispositivo de funcionamiento de la maternidad. El pabellón de
epidemiología fue el lugar donde fueron recluidas las embarazadas (según
algunos relatos también se alojaron allí heridos). Las mujeres embarazadas eran
llevadas allí desde “El Campito”, uno de los centros clandestinos que
funcionaban en Campo de Mayo. Una vez en epidemiología, las mujeres eran
retenidas en habitaciones separadas con baño y ventanas tapiadas; en algunas
descripciones se menciona también que estaban con los ojos vendados. Allí, los
profesionales del Hospital llevaban el control de la salud de las mujeres y el
avance del embarazo, atendían los partos y hacían las curaciones postparto. En
los casos en que era necesario practicar una cesárea, las mujeres eran
trasladadas al edificio central en donde funcionaba el servicio de maternidad
del Hospital en el que también eran atendidas las esposas de los militares.
Las detenidas y sus bebés eran identificadas como N.N., y las indicaciones
respecto de la medicación anotada en una hoja en blanco[11]
sin dejar – en la mayor parte de los casos-
registro en el libro de parto ni historia
clínica. El pabellón tenía custodia militar en la puerta de forma constante.
Los profesionales civiles debían entrar siempre al sector de epidemiología con
personal militar; por su parte, los médicos militares se manejaban con libertad
pudiendo entrar y salir en cualquier momento.
Las primeras declaraciones
fueron hechas ante la CONADEP y la
información que brindaron tuvo un grado mucho mayor de generalidad – esto puede
verse por ejemplo, en la extensión de las mismos no supera las dos páginas –
que las que les demandó la Justicia Militar donde se interrogó con minuciosidad
sobre algunos aspectos como el trato médico dado a las embarazadas. No es esta
la única diferencia entre las declaraciones: si bien la Justicia Militar toma
como base lo testimoniado en CONADEP, en el interrogatorio militar puede
advertirse un halo persecutorio, intimidador. En este sentido, a la hora de
analizar los testimonios producidos en la instancia judicial debe advertirse el
contexto en el cual éstos han sido producidos. Luego de siete años en el
gobierno, el poder político y social que conservaban las FF.AA. y su capacidad
de amedrentar era significativa. Además, algunos de los testimoniantes todavía
trabajaban en el Hospital de Campo de Mayo por lo que el Ejército seguía siendo
su empleador.
En este trabajo, tomaré tres
testimonios de distintos profesionales del Hospital: Jorge Luis Eposto, la Dra.
Bonsignore de Petrillo y la obstétrica Valaris para reflexionar sobre las
diferentes actitudes sociales adoptadas. Si bien no pretende ser una muestra
concluyente se eligieron estos tres testimonios por tratarse de distintas
especialidades y además por las diferencias de género y la pertenencia o no a
la corporación militar.
Jorge Luis Eposto fue técnico
radiólogo y enfermero con grado de cabo primero en el Hospital Militar; como
tantos otros, Eposto vivía en el barrio de Sub oficiales de Campo de Mayo. Sin
embargo, es el único militar que el 30 de enero de 1984 se acercó a prestar
testimonio en la CONADEP. Lo hizo, según consigna el acta de su declaración, de
forma espontánea y no, como harán luego otros militares, por la convocatoria a
declarar que extiende CONADEP. Al igual que las otras dos testimoniantes que se
analizarán en este trabajo, Eposto señaló al pabellón de epidemiología como el
lugar donde se mantenía a las embarazadas internadas y atadas. Sin embargo, en
sus palabras se filtran las huellas de la época: a las mujeres embarazadas las
define como extremistas.
Si bien él vió cuatro o cinco
mujeres, sabe por sus compañeros que hubo más embarazadas en epidemiología.
También declaró que éstas eran trasladadas al Hospital al momento del parto y
que las madres eran separadas de sus bebés luego del alumbramiento.
Por su pertenencia a la
corporación militar, Eposto accedía a otro tipo de información y a otros
informantes. Por ejemplo, vivir en el barrio de sub oficiales le permitió dar
cuenta de la existencia de lo que luego se identificaría como “vuelos de la
muerte”. Según su relato, el veía cada vez que estaba de guardia y oía desde su
casa, un avión dirigiéndose siempre en la misma dirección que pasaba alrededor
de las 23:30 y regresaba a la una de la madrugada. Según se decía entre el
personal del Hospital, en los aviones trasladaban personas para tirarlas al mar.
En su declaración, Eposto también mencionó la existencia de Grupos de tareas.
Según narra, se enteró de esto por un colega enfermero radiólogo que
participaba de las acciones del grupo de tareas colaborando con su conocimiento
profesional en caso de ser necesario. Como puede notarse, el testimonio de este
enfermero se fue conformando entrelazando experiencias personales con
información o rumores circulantes.
Las declaraciones hechas ante
CONADEP por Eposto fueron ratificadas en instancia judicial en agosto del 1984.
Allí agrega a su declaración una denuncia por haber recibido una amenaza
personal de muerte. Si bien no se dispone de más información que los dichos de
Eposto, resulta una información significativa respecto del contexto en el que
se realizaban las declaraciones.
Como era de prever, las
declaraciones de Eposto frente a la Justicia militar tienen un carácter
bastante diferente dado que es la propia corporación militar la que está siendo
denunciada. Esto hace que quienes están llevando adelante el interrogatorio
sean, simultáneamente, juez y parte. La búsqueda de información precisa en el
interrogatorio, es enfática. En el contexto militar, la clandestinidad como
parte del dispositivo represivo parece no ser tenido en cuenta a la hora de
preguntar. El testimonio de Eposto resulta entonces mucho más endeble, plagado
de referencias como “por haber escuchado un comentario proveniente de una
persona o personas que en este momento no puedo recordar” o “dicha versión
llegó a través de algún comentario escuchado dentro del Hospital” (Eposto, JM,
09/05/1985). En esta declaración, a partir de las repreguntas, Eposto agrega
más información a su testimonio. Ser militar le había posibilitado ingresar con
mayor libertad al servicio de epidemiología. En su declaración aparece el
siguiente relato: “[a las embarazadas] las pudo observar (…) en horas de la
tarde (…) y se solía trasladar por su propia voluntad hasta las dependencias
del Servicio de Epidemiología para enterarse de lo que pasaba en dicho lugar
sólo a los efectos de satisfacer su curiosidad; que en tales circunstancias,
accedía al interior del pasillo al que daban las puertas de las habitaciones de
las internadas con la excusa y el pretexto de ir a conversar con el suboficial
que se encontraba allí normalmente apostado como custodia; que al suboficial al
que hace referencia era un suboficial del Ejército y no de Gendarmería al que,
por pertenecer al personal destinado al Hospital Militar, el dicente siempre
conocía (...)”. (Eposto, JM, 09/05/1985).
La apelación a la curiosidad que introduce Eposto resulta llamativa. Más
allá de la caracterización moral que se quiera hacer, abre una serie de
interrogantes: ¿eran franqueables las puertas del servicio de epidemilogía de
forma sencilla? ¿aún en la excepcionalidad reinante, los lazos de camaradería
tuvieron un peso tan alto como para permitir a alguien ingresar a un lugar
prohibido? La imagen que se puede construir a partir del relato es muy
diferente de la idea de organización y marcialidad que suele dominar el imaginario
sobre la dictadura.
Después de la primera
declaración frente a la justicia militar, en octubre, Eposto vuelve a ser
convocado a declarar con el objetivo de precisar los datos que ha brindado. La
declaración no varía mucho ya que Eposto evade las respuestas de forma
sistemática. Sin embargo, cabe destacar algunos pasajes del testimonio que dan
cuenta de un momento transicional en el que aún se están consolidando algunos
sentidos sobre el pasado. En su declaración frente a CONADEP, Eposto hace referencia
a la existencia de Grupos de Tareas en los que participaba un enfermero “para
brindar asistencia al personal del Grupo de Tareas” y, según indica, lo sabe
por “entre otras referencias por un enfermero que iba al Hospital y contaba su
participación en el Grupo de Tareas” (Eposto, CONADEP, 30/01/1984). Si bien no
es interrogado sobre esta cuestión en la primera declaración, en esta
oportunidad se le pregunta “de qué delito cree poder acusar (…) [a] los
llamados grupos de tarea”. Eposto, señala que “no le consta que (…) durante sus
actuaciones en la lucha contra la subversión haya cometido algún tipo de
delito, desmán o exceso” (Eposto, JM, 24/10/1985). Si bien es evidente que para
1985 ya era claro el accionar de los Grupos de Tarea, e incluso es posible
inferir que Eposto conoce el rol que éstos cumplieron en el sistema represivo y
por eso lo menciona en CONADEP, resulta significativo que aún haya margen para
interrogar sobre esta cuestión; más aún cuando en CONADEP no se repreguntó al
respecto y tampoco en el primer interrogatorio en la justicia militar.
Otro pasaje destacable de la
declaración, es cuando Eposto, al final, de forma espontánea, hace algunas
aclaraciones sobre su declaración en CONADEP. En primer lugar indica que se
negó a que apareciera su nombre pero que igualmente fue incluido “en el libro
“Nunca más”, (…) en uno de los párrafos de más notoriedad, haciendo
evidentemente caso omiso a su particular deseo (…) de que el nombre no fuera
insertado en la publicación” (Eposto, JM, 24/10/1985). Además, señala Eposto,
que el Dr. Aragón, secretario de CONADEP, le habían dicho que poner su nombre
le podría traer beneficios. En segundo lugar, aclara que “el motivo de la
«presentación expontánea» (sic) [que hizo frente a CONADEP] tuvo su origen en el
deseo de obtener el cumplimiento de una promesa que le hiciera el señor
Pimentel, en el sentido de que si efectuaba una denuncia importante, se
trataría de favorecer al dicente con un puesto Nacional” (Eposto, JM,
24/10/1985). Los dos pasajes citados no habían sido expuestos frente a la
justicia civil ni en la primera declaración ante el tribunal militar por lo que
merece considerarse el motivo por el que, en esta oportunidad, Eposto hace
pública esta información. Declarar frente a la justicia militar es, en cierto
grado, declarar ante pares, en la propia corporación. Los beneficios que le
habrían ofrecido, el desconocimiento sobre la ilegalidad de los grupos de
tareas, pueden leerse como una manera de excusar su comportamiento fuera del
círculo militar, de lo que puede ser leído como una traición. En este sentido,
más allá de la veracidad o no de los hechos declarados, los cambios en las
declaraciones se van resignificando en función del interlocutor y el espacio en
que éstas se producen.
Mientras que en CONADEP los
dichos de los testimoniantes no eran cuestionados, al menos no de forma
inquisitiva, el tribunal militar fue un espacio hostil para quienes debían
enfrentarlo. Esto fue así para Eposto, pero también para Nélida Valaris, una
obstétrica civil que trabajaba en el Hospital de Campo de Mayo. Valaris, se
presentó a declarar en CONADEP en abril de 1984. Valaris tuvo que atender dos
partos clandestinos durante la dictadura. El primero de ellos fue en la Cárcel
de encausados que funcionaba al interior del enorme predio de Campo de Mayo[12].
En su testimonio frente a CONADEP (que luego formará parte del texto del “Nunca
más”) Valaris contó que el parto se produjo en agosto de 1977 en la enfermería
de la cárcel, a la que fue llevada en una camioneta. La sala donde se hallaba
la mujer rubia y joven, estuvo siempre llena de hombre de fajina y de civil.
También contó, que estos recuerdos le quedaron grabados “porque la situación la
desbordó” (Valaris, CONADEP, 1984) y que “se negó rotundamente a concurrir [a
la Cárcel de encausados] recibiendo la orden directa de Di Benedetto, director
del Hospital” (Valaris, CONADEP, 1984).
El relato de Valaris en
términos de experiencia dista del de Eposto; frente a la apelación de la
curiosidad en el caso de Eposto, aparece la negativa de la obstétrica a atender
el parto, incluso exponiéndose a discutir con su superior, el Dr. Caserotto.
Las diferencias se evidencian en las respuestas que brinda cada uno frente a la
Justicia Militar. La declaración de Valaris es extensa; se le pregunta con gran
detalle por el estado de situación de las embarazadas, por el funcionamiento
del Hospital, los traslados de las embarazadas, entre otras preguntas. La
primera de ellas apunta desentrañar la negativa con que Valaris respondió
frente a uno de los partos; el tribunal le pidió que “manifieste con el mayor
detalle las causas por las cuales se negara inicialmente a concurrir a la
prisión militar de encausados, orden dada por el Doctor Caserotto para asistir
a una mujer detenida que se encontraba en situación de dar a luz” (JM
21/05/1985). Según testimonia Valaris, su negativa se vincula a “que la
actividad que se le demandaba no era la que le correspondía en razón de los
servicios para los que se halla contratada. (…) que en la circunstancia temió
que por tener que trasladarse a cumplir la orden que se le daba (…) pudiera
darse alguna urgencia en su servicio que no pudiera atender por encontrarse
alejada del mismo. Que además la asaltó el temor de tener que enfrentar alguna
urgencia que escapara a las posibilidades de su idoneidad (…); que asimismo
consideró que por tratarse de la clase de paciente que se tenía que asistir, le
hubiera tocado cumplir la tarea al Dr. Caserotto o al Dr. Lederer” (Valaris,
JM, 21/05/1985). Como en el caso de Eposto, frente al tribunal militar, Valaris
también se ve obligada a explicar su accionar. Lo que en la CONADEP no era
cuestionable ya que se infería que Valaris se opuso en tanto se trataba de
atender un parto ilegal, si lo era para la Justicia Militar. Valaris recurrió a
argumentos puramente profesionales o burocráticos; como señalé en otra
oportunidad (Sarsale, 2014), la resistencia se estructura a partir de la
obediencia a la norma y no de la ruptura de ésta. Cabe agregar para analizar la
respuesta de Valaris, que ella seguía trabajando en el Hospital y que había
sido amenazada antes de ir a declarar a CONADEP por quienes seguían siendo sus
superiores, el Dr. Caserotto y el Dr. Di Benedetto[13].
La respuesta que dió, no fue sólo una explicación para su accionar pasado, sino
en gran medida, una protección para su presente, resguardándose en la
obediencia que caracteriza a la disciplina militar.
Nélida Valaris no fue la única
que se opuso a atender un parto; la Dra. Bonsignore de Petrillo es otra de las
profesionales que lo hizo según declaró de forma espontánea en CONADEP el mismo
día que Valaris, el 10 de abril de 1984. La Dra. Bonsignore atendió dos partos
de “parturientas que estaban vendadas, que no se identificaban” (Bonsignore,
CONADEP, 1984). Uno de los partos lo atendió junto a Valaris; el otro caso que
tuvo que atender¨ fue una cesárea. La Dra. Bonsignore se encontraba realizando
guardia pasiva en su hogar cuando recibe el llamado de emergencia para ir a
atender una cesárea. Al llegar a la sala donde debía cambiarse para ingresar al
quirófano se encuentra, para su sorpresa, con personal vestido de fajina entre
quienes se encontraba el Dr. Bianco[14].
En la declaración que brindó ante la Justicia Militar, Bonsignore aclaró que
quien le dio la orden para practicar la cesárea fue el Dr. Caserotto, jefe del
servicio sin embargo ella se negó. Es llamativo que no sea interrogada sobre
las razones de esta negativa. Tal vez, la explicación yace en el relato que han
hecho posteriormente colegas de Petrillo. En el juicio del 2011, el Dr. Poisson
ha declarado que “la Dra. Petrillo fue obligada por Caserotto a hacer una
cesárea en una paciente que no pudo identificar, que no tenía historia clínica,
que no debió inscribir en los libros. (…) Ella fue obligada a punta de pistola.
(…)” (Poisson, Plan Sistemático, 2011). En este mismo sentido, otro médico,
Raffinetti también en 2011 contó que “lo que sé es que la obligaron,
prácticamente la levantaron de los pelos para atender a esa persona”
(Raffinetti, Plan Sistémico, 2011)[15].
Teniendo en cuenta estas declaraciones es posible pensar que el tribunal
militar preguntaba más en la medida en que las respuestas no fueran perjudicial
para la corporación. Por un lado, el tribunal militar no preguntó y por el
otro, tampoco Bonsignore mencionó las amenazas. Es lógico pensar que, aunque ya
se había instalado la democracia, las fuerzas armadas seguían conservando un
enorme poder simbólico y real. Y este factor debe ser considerado para los tres
testimonios donde las amenazas se hacen presentes de una u otra manera. Sin
embargo, y en línea con lo que sucedió durante el período dictatorial, las
amenazas y el temor no explican todo. Como se ha visto, aún en ese contexto
represivo, los sujetos rechazan, se oponen, sienten curiosidad, circulan
información.
Síntesis y nuevas preguntas.
¿Qué permiten pensar estos
pequeños fragmentos de testimonio? En primer lugar, dan cuenta de la coyuntura
histórico política en la que se inscriben que, como dije anteriormente, está
signada por una disputa entre el poder civil y el de las FF.AA. expresado en
este caso en la disputa entre la Justicia civil y militar. Esta disputa se
traduce en las múltiples declaraciones que tienen que hacer los testimoniantes
ratificando una y otra vez las declaraciones precedentes. En segundo lugar, es
notorio que los testimoniantes tienen en cuenta quiénes son sus interlocutores
y establecen estrategias a partir de esa información. En este sentido, el poder
que aún retenían las Fuerzas Armadas, y en especial en el caso de quienes
todavía trabajaban en el Hospital impacta en los testimonios. La denuncia de
haber sido amenazado que hace Eposto y la amenaza que hoy se sabe recibieron
Valaris y Bonsignore son indicios del ejercicio de ese poder amedrentador que
tenían las FF.AA.
En tercer lugar, y en línea con el interés de este texto, los testimonios se
presentan como una puerta para pensar sobre los modos de actuar durante la
dictadura. En los testimonios analizados se encuentra, por un lado, la referencia
a la curiosidad por parte de Eposto respecto de lo que estaba sucediendo. Por
el otro, dos de las testimoniantes se han opuesto al menos en una primera
instancia a atender los partos tal y cómo se los demandaban sus superiores.
Esta situación, en la década del ochenta, probablemente encontraba escasa
repercusión enmarcada en el gran relato que proveyó la Teoría de los dos
demonios que inocentizaba a la sociedad. En este sentido, no se trataba de
familiares de víctimas cuyo enfrentamiento a las autoridades podía explicarse
en relación a su historia familiar, ni tampoco de una resistencia llevada
adelante por militantes, o en los últimos años de la dictadura cuando ésta se
encontraba debilitada. Lo que se está señalando es la existencia de algún grado
de oposición a las órdenes militares en plena guarnición militar y la paradoja
de que estas acciones de oposición, contra lo imaginable, no conllevaron
reprimendas por parte de los militares ni siquiera en términos de sumarios
administrativos[16].
Retomando las perspectivas historiográficas con las que se dio inicio a este
trabajo, podemos ver a estos individuos como sujetos activos, coproductores de
las situaciones en las que participan y no meros ejecutores de las órdenes
ajenas. Las dos mujeres que se niegan a atender partos, no logran su cometido,
el poder de las autoridades se impone sobre ellas. Sin embargo, contra la
interpretación de la sociedad como víctima que aparece en el Nunca más,
o como aquellas que la describen como cómplice, estos casos muestran otros
márgenes de acción. El caso de Eposto es también elocuente en este sentido.
Este radiólogo no es obligado a ir y mirar lo que pasa al interior de
epidemiología, ni se requieren sus servicios, ni se demanda que hable con el
personal que custodia el lugar. Pero él lo hace de todas formas motivado por su
propia curiosidad, por su propio interés. Es esa su manera de apropiarse de una
situación claramente excepcional.
El análisis aquí propuesto no
permite establecer ni una conclusión inamovible, ni generalizable. Sin embargo,
permite abrir la trama del tejido, ver los hilos que la componen, sus
interrelaciones y diferencias. La ampliación de este análisis a más testimonios
y fuentes permitirá continuar con esta problematización.
Alejandro Baer. Holocausto. Recuerdo y representación. Madrid, Ed.
Losada, 2006.
Cristopher Browning. Aquellos hombres grises. El batallón 101 y la solución
final en Polonia. Buenos Aires, Ed. Edhasa, 2011.
Alf Lüdtke. “De los héroes de la Resistencia a los coautores.
‘Altagsgechichte ́Alemania” en Luis Castells (ed.) La historia de la vida
cotidiana, Madrid Marcial Pons, 1995.
Ana Inés Seitz; Valeria Durán; Federico Iglesias; Sabrina Ríos;
Laura Schenquer, “Decir no sólo miedo y represión quiere decir que también el
miedo y la represión formaron parte del franquismo”. Páginas. Revista digital
de la Escuela de historia – UNR, N.º 10, Año VI, Rosario, 2014, pp. 151-161.
Disponible en http://rephip.unr.edu.ar/bitstream/handle/2133/4725/337-1316-1-PB.pdf?sequence=1
Clara Sarsale. “Testigos involuntarios entre víctimas y
victimarios. Reflexiones en torno a tres testimonios del Juicio por la Verdad
en Mar del Plata”. Prácticas de oficio.
Investigación y reflexión en Ciencias Sociales. Nº13, 2014. ISSN 1851-5636. Disponible en: http://ides.org.ar/publicaciones/practicasdeoficio/practicas-de-oficio-reflexion-e-investigacion-en-ciencias-sociales-nro-13
Claudio Hernández Burgos. Las bases sociales de la dictadura y las
actitudes ciudadanas durante el régimen de Franco, Granada (1936 -1976).
Granada, Ed. Universidad de Granada, 2012.
CONADEP, Nunca más. Informe de la Comisión Nacional sobre la
desaparición de personas. Ed. Eudeba Buenos Aires, 1984.
Daniel Goldhagen. Los verdugos voluntarios de Hitler. Los alemanes
corrientes y el Holocausto. Madrid, Ed. Taurus, 1998.
Daniel Lvovich. “Actitudes
sociales y dictaduras: las historiografías española y argentina en perspectiva comparada”.
Páginas. Revista digital de la Escuela de historia – UNR, N.º I, Año I Rosario,
2008, pp.21 – 49. Disponible en http://revistapaginas.unr.edu.ar/index.php/RevPaginas/article/view/149
Emilio Crenzel. “Dos prólogos para un mismo informe: el Nunca más
y la memoria de las desapariciones”. Prohistoria Nº.11. Rosario, 2007, pp.49
-60.
Federico Finchelstein. Los alemanes, el holocausto y la culpa
colectiva. El Debate Goldhagen. Buenos Aires, Ed. Eudeba, 1999.
Ian Kershaw. La dictadura nazi. Problemas y perspectivas de
investigación., Buenos Aires, Ed. Siglo XXI, 2004.
Ismael Saz Campos. Fascismo y Franquismo. Valencia, Ed.
Universitat de Valencia, 2004.
Referencia fuentes
JM: Justicia militar
Plan sistemático: Juicio llevado adelante en el Tribunal Oral
Federal nº6 durante el 2011 y el 2012 en el que se juzgó a algunos militares
entre los que se encontraban Videla y Bignone por la aplicación de un Plan
sistemático de apropiación de menores durante la última Dictadura.
CONADEP. Comisión Nacional sobre la desaparición de personas.
Recibido:
20/06/2016
Evaluado: 17/07/2016
Versión
Final: 24/08/2016
[1] Daniel
Lvovich (2008) señala como un punto importante a
tener en cuenta para analizar el desarrollo de estudios sobre las actitudes
sociales, el lugar que ocuparon en el relato post dictatorial las
organizaciones de resistencia. Para el caso español, por ejemplo, la salida pactada
del franquismo conllevó primordialmente una serie de políticas de olvido que
anularon la apertura de investigaciones. En el
caso italiano, por el contrario, la memoria de los resistentes tuvo un lugar
central en la narrativa posterior lo que habilitó a una discusión más
temprana sobre lo sucedido.
[2] Es
interesante señalar que el desarrollo de esta escuela historiográfica coincide
con un momento de expansión del debate público sobre lo ocurrido en la Alemania
nazi. En este sentido, según plantea Baer cumple un rol de importancia la
transmisión de la serie Holocausto (1979) y el cambio generacional que
posibilita la realización de preguntas críticas por parte de los hijos
(2006,119).
[3] Frente al planteo de la Alltagsgeschichte, Friëdlander, señala el riesgo de que: “en una
perspectiva general del Tercer Reich apoyada en la normalización y la
relativización de la era nazi, (…) la tendencia a cargar el extremo de la
“normalidad” del continuo difícilmente podía ser evitada.” (Kershaw, 2004,
294).
[4] El informe Nunca más publicado
por EUDEBA en 1984 fue el producto de la investigación realizada por la
Comisión sobre la desaparición de personas (CONADEP de ahora en adelante) que
conformó el Poder Ejecutivo para averiguar sobre el destino de los desaparecidos.
[5] Anteriormente
hubo partos en el Centro Clandestino que funcionaba en Campo de Mayo. En el
Hospital, según se sabe los partos comenzaron en 1977.
[6] El primer grupo estuvo compuesto por
voluntarios, y luego, un segundo grupo compuesto por otros miembros del
Hospital fueron convocados a declarar por la Comisión Nacional sobre la
desaparición de Personas (CONADEP) creada en 1983 para investigar lo acontecido
con las personas desaparecidas.
[7] Sus testimonios fueron posteriormente publicados en el Capítulo 2 del “Nunca más” dedicado a las víctimas en un apartado denominado “Niños desaparecidos y embarazadas” en el subapartado “El Hospital Campo de Mayo”.
[8] Se trata de declaraciones de carácter testimonial tomadas en Campo
de Mayo, de acuerdo a lo regulado por el Código Penal Argentino y del Código de
Justicia Militar donde se los interroga sobre los dichos frente a la CONADEP.
[9] En el marco de las leyes de obediencia
debida y punto final y el imperio de los indultos, una de las estrategias
judiciales de los organismos de DD.HH.
fue querellar por la apropiación de menores durante la dictadura
militar. En 1998, el juez Marquevich encarcela a Videla por el delito de
apropiación. Ese juicio, será la base documental sobre el que se estructurará
posteriormente el juicio denominado “Plan sistemático de apropiación de bebés”
llevado a cabo por el TOF 6 en el 2011. Finalmente, en 2014 se realiza el
juicio donde además de las jerarquías militares se juzga a médicos y una
enfermera de Campo de Mayo.
[10] El juicio de 2011 tramitado
por el TOF 6 de la Ciudad de Buenos Aires, fue conocido como “Plan sistemático
de apropiación de menores” donde se juzgó a Jorge Rafael Videla, Reynaldo
Benito Bignone, Santiago Omar Riveros, Antonio Vañek, Jorge Eduardo Acosta,
Rubén Oscar Franco, Juan Antonio Azic, Jorge Luis Magnacco, Inés Susana
Colombo, Víctor Alejandro Gallo, Eduardo Alfredo Ruffo. El juicio de 2014,
tramitado por el mismo juzgado, fue conocido como “Juicio a los médicos de
Campo de Mayo” y se juzgó a Santiago Omar Riveros, Reynaldo Benito Bignone,
Raúl Eugenio Martín, Norberto Atilio Bianco y Luisa Yolanda Arroche. Además de
los juicios mencionados en este texto, en 2014 fue condenada Lidia Fanni
Villavicencio, obstetra del Hospital de Campo de Mayo, por firmar el certificado
falso de nacimiento de Catalina de Sanctis Ovando
[11] Esta situación tiene algunas excepciones; el parto
de Silvia Mónica Quintela Dallasta fue anotado fuera de fecha en el libro de
partos fraguando su nombre y poniendo en su lugar el de Susana Colombo, la
apropiadora de Francisco Madariaga Quintela. El nacimiento de Catalina de
Sanctis Ovando también fue anotado, atribuyéndole la maternidad a su
apropiadora, Francisca Miorilla. Además, el parto de Myriam Ovando aparece
registrado pero según el libro de partos, se trató de un legrado de 45 días.
[12] En la declaración que Valaris realiza
en 1998, brinda muchos más datos y precisiones sobre este parto.
[13] Las amenazas no fueron denunciadas por
Valaris ni frente a CONADEP, ni en sus primeras declaraciones, a diferencia de
Eposto que lo denuncia rápidamente frente a la justicia civil. Recién en 1998,
Valaris empieza a hacer referencia a las mismas; para esa fecha ya no trabajaba
en Campo de Mayo.
[14] El Dr. Bianco de especialidad
traumatólogo cumplió un rol fundamental en la estructuración de la maternidad
clandestina. En múltiples declaraciones se lo señala llevando y trayendo del
sector de epidemiología a las embarazadas. Además, según refiere Bonsignore,
durante los años 76 y 77 no ejerció como médico pasando a usar ropa de fajina y
dedicarse al traslado de heridos de todo tipo y embarazadas (Bonsignore, JC –
San isidro 21/08/1984). En 2014, Bianco recibió la última condena por
apropiación de menores junto con la obstetra Arroche, Riveros y Bignone.
[15] Aclaración: no he podido acceder aún a
la declaración de Bonsignore en el Juicio realizado en 2011.
[16] Me
refiero exclusivamente al caso del Hospital de Campo de Mayo, ya que – como es
sabido – en otras dependencias como el Hospital de Quilmes, Generosa Fratassi,
una enfermera del Hospital, fue desaparecida por informar el nacimiento de una
niña cuya madre se encontraba desaparecia.