Los usos políticos de Gaza
The political uses of
Gaza
María
Eugenia Gantus
Universidad Nacional Autónoma de México, México
maegantus@gmail.com
Resumen
El objetivo de este trabajo es analizar la situación de la Franja
de Gaza teniendo en cuenta los elementos que la distinguen de Cisjordania en
cuanto a las estrategias utilizadas por Israel para su control y las razones
por las cuales se produce estas diferenciaciones.
Palabras claves
Franja de Gaza; Palestina; Israel; Conflicto árabe –israelí;
ocupación
Abstract
The aim of this paper is to analyze the
situation in the Gaza Strip taking into account the elements that distinguish
it from the West Bank as to the strategies used by Israel to control and the
reasons why these differentiations occurs.
Keywords
Gaza; Palestine; Israel; Arab-Israeli Conflict; occupation
“Sobre esta
tierra hay algo que merece vivir: sobre esta tierra está la señora de la
tierra, la madre de los comienzos, la madre de los finales.
Se llamaba Palestina. Se sigue llamando
Palestina.
Señora: yo
merezco, porque tú eres mi dama, yo merezco vivir.”
Mahmud
Darwish[1]
I- Introducción
La magnitud y los alcances de la ofensiva
israelí desencadenada sobre Gaza el pasado 7 de julio de 2014 han vuelto
nuevamente la atención mundial sobre el conflicto árabe-israelí. Para explicar
los objetivos de la avanzada israelí, denominada “Margen Protector”, las partes
involucradas han ensayado distintos argumentos, muchos de los cuales apenas
resisten el análisis más básico.
Cualquier intento de explicar la última
ofensiva sobre la Franja de Gaza requiere partir de una serie de
consideraciones que vayan más allá, en el análisis, de las declamaciones
bienintencionadas a favor de la causa palestina que terminan por empañar la
comprensión de las políticas israelíes en la zona.
En primer lugar, es necesario reconocer las
diferencias en los procesos de resistencia de la población palestina en la
Franja de Gaza y en Cisjordania para luego remarcar las distintas políticas que
Israel ha tenido para cada uno de estos espacios. No podemos comprender las
acciones israelíes en el territorio gazatí si no es a partir de la
complejización del escenario palestino y las “respuestas diferenciadas”
instrumentadas por la fuerza ocupante.
En las líneas que siguen intentaremos señalar
las diferencias entre la situación de Cisjordania y la Franja de Gaza para luego avanzar sobre una explicación de
las acciones militares israelíes en este último territorio.
II- Las políticas israelíes para
Gaza
Una cuestión fundamental a la hora de
comprender las acciones israelíes en los territorios ocupados a partir de 1967
es el estatus que los ocupantes otorgaron a ambos espacios geográficos y las
políticas diferenciadas con relación a las estrategias de control sobre los
mismos.
Como señala el intelectual palestino Bichara
Khader, tras la primera Guerra Árabe – Israelí (1948 -1949), “la Palestina
política desaparece del mapa de la región (…) y contrariamente al periodo
precedente en el que el pueblo palestino vivía agrupado, en un terreno
homogéneo y delimitado, después de 1948 se asiste a una verdadera fragmentación
del cuerpo social palestino”[2].
Después de 1949, los palestinos se ven
fragmentados en distintos espacios regidos bajo diferentes administraciones:
los “árabes de Israel” (palestinos que han quedado en los territorios ocupados
por Israel en 1948 y que cuentan con
pasaporte israelí), los palestinos de Cisjordania (ciudadano jordanos desde la
anexión jordana), los palestinos de Gaza (bajo administración egipcia), los
palestinos refugiados en Líbano (en campamentos de refugiados), los palestinos
refugiados en Siria (considerados como sirios por el Gobierno de ese país), los
palestinos refugiados en Jordania y los palestinos emigrados.
El reducido espacio gazatíse vio inundado por
la población desplaza por la política de limpieza étnica emprendida por las
autoridades israelíes. Para comprender la magnitud de dicha diáspora es
menester recordar que los refugiados constituyen el setenta y cinco por ciento
de la actual población de la Franja de Gaza.
Ahron Bregman, al señalar las dificultades de
la situación gazatí tras la primera Guerra árabe –Israelí, añade, al impacto
demográfico que significó la llegada de los refugiados, la pérdida de los
territorios más fértiles para la agricultura y el pastoreo. Estos elementos
generaron las condiciones de sobrepoblación y pobreza que caracterizaron a la
Franja de Gaza desde entonces.
Sin embargo, fue este mismo aglutinamiento
poblacional el que preservó la naturaleza palestina del territorio y
obstaculizó los planes israelíes de anexión, ensayados desde 1967,
inmediatamente después de la ocupación de Gaza y Cisjordania tras la Guerra de
los Seis Días.
Los primeros proyectos propuestos por la
fuerza ocupante para Gaza fueron los presentados por el Viceprimer Ministro
Ygal Alón y por el Ministro de Defensa Moshe Dayan que, aunque contrapuestos en
algunos puntos, procuraban tanto garantizar la anexión del espacio como reducir
a su mínima expresión la potencial “amenaza” de la población palestina en el
mismo.
Si bien ninguno de los proyectos fue adoptado
completa y oficialmente por el gobierno israelí, las sucesivas administraciones
implementaron elementos de ambos.
El Plan Dayan apuntaba a generar algún tipo
de relación, siempre de subordinación, entre la población palestina y la
israelí principalmente a partir de la dependencia económica[3]. El desarrollo
de infraestructura de energía eléctrica y agua potable, destinado a suministrar
estos servicios a partir de las respectivas redes nacionales israelíes, tuvo
como objetivo fortalecer estos lazos de dependencia y fue entendido de esta
manera por la población gazatí, que se manifestó en contra de estos
emprendimientos. A esto se sumó la instalación de una serie de proyectos
económicos apoyados por el Estado que generaron empleo para los pobladores de
la Franja de Gaza en territorio y empresas israelíes, los que terminaron de
cerrar el cerco de dependencia subordinada que proponía Dayan.
“Esto es
análogo – decía el entonces Ministro de Defensa
israelí - a la relación entre un hombre y una mujer a la que ha raptado, que
no quiere y no desea casarse con él. Una vez llegan los hijos, estos ven al
hombre como su padre y a la mujer como su madre. El rapto no tiene ya
relevancia para ellos. Vosotros (por los palestinos) también, como pueblo, no
nos queréis hoy, pero nosotros estamos imponiéndonos a vosotros”[4].
El Plan Alón, por su parte, proponía
garantizar la anexión de la Franja de Gaza mediante el otorgamiento de
ciudadanía israelí a los gazatíes oriundos del lugar e “inducir” la salida de
los palestinos refugiados mediante una serie de acuerdos con Jordania. El
proyecto de Alón procuraba reducir drásticamente la población de la zona para
liberar espacios colonizables por los israelíes y, al mismo tiempo, delegar la
administración de la población palestina al gobierno jordano en zonas
desmilitarizadas. Ante la negativa de la mayor parte de la población de aceptar
la ciudadanía israelí, el ocupante tomó medidas enérgicas para llevar a cabo la
“limpieza” del territorio gazatí y dio inicio a una campaña de traslados
forzosos y masivos que redujeron, en sólo un año, en un veinticinco por ciento
a los palestinos residentes en la Franja de Gaza. Es interesante señalar el
esfuerzo israelí por trasladar a los palestinos de Gaza hacia Cisjordania para
garantizar luego, mediante el asedio y la pauperización de sus condiciones de
vida, la reubicación de los mismos en territorio jordano.
Notamos, ya en 1968, que las autoridades
israelíes fueron conscientes de las dificultades que supondría la densidad
poblacional de la Franja de Gaza para la implementación de un programa de
colonización y anexión que consideraron más factible de ser ejecutado en el
territorio de Cisjordania.
Los planes israelíes destinados a reducir la
población palestina en la Franja de Gaza fueron finalmente inútiles y, a pesar
de las colonias que se fueron asentando en el territorio, las autoridades de
ocupación comenzaron a ver a este reducido territorio como la fuente de una
serie de problemas relacionados tanto con la administración como con la
seguridad y estabilidad del proyecto de anexión.
Asistimos a procesos distintos en la
composición demográfica de las poblaciones palestinas de Gaza y Cisjordania
relacionadas directamente con las políticas de colonización israelíes y que se
han ido acentuando en las sucesivas décadas de ocupación. Mientras que en el
primer territorio se ha ido concentrando la población palestina desplazada
hasta convertirlo en la zona más densamente poblada del planeta[5], en el
segundo se ha producido, como resultado directo de las acciones israelíes, una
dispersión y una cada vez mayor fragmentación de la población palestina.
En el discurso de los gobernantes israelíes
Cisjordania nunca dejó de ser “Judea y Samaria”, un espacio al que no se estaba
dispuesto a renunciar. El propio Isaac Shamir expresó con vehemencia: “No le
daremos a los árabes ni un centímetro de nuestra tierra (en referencia a
Cisjordania) aunque tengamos que negociar durante diez años”[6]. La Franja
de Gaza, en cambio, había empezado a ser entendida como un verdadero lastre; si
Levi Eshkol hacia fines de la década del sesenta ya la había considerado como
una espinosa rosa (en alusión a su población), Isaac Rabín, en los
noventa, deseaba ver ese territorio hundido en el mar.
Como señala Mouin Rabbani, “tras seguir
una política de integración forzada entre 1967 y los últimos años de la década
de los ochenta, la política israelí dio un giro hacia la separación durante la
Intifada de 1987-1993 y después hacia la fragmentación durante los años de
Oslo. Para la Franja de Gaza (…) estos cambios supusieron una separación
gradual del mundo exterior”[7].
Como veremos más adelante, la Franja de Gaza,
por sus características, ya había demostrado su potencial desestabilizador
cuando estalló la primera Intifada y las autoridades israelíes comenzaron a
elaborar proyectos orientados a delegar la administración del territorio sin
dejar de controlarlo militar y económicamente.
Aunque la Organización para la Liberación
Palestina había hecho todo lo posible por capitalizar las repercusiones de la
Intifada, hacia 1991 Arafat se sentó a negociar con Israel, en una posición muy
desfavorable, los pasos a seguir con el fin de avanzar en una serie de acuerdos
que allanaran el camino hacia la autodeterminación palestina. “La sensación
de urgencia se reforzaba por el hecho de que la OLP perdía terreno en los
territorios ocupados en beneficio de los movimientos de oposición,
especialmente Hamas y la Yihad Islámica”[8]. Estas
negociaciones concluyeron en los Acuerdos de Oslo de 1993 donde lo interesante,
con relación al tema que estamos abordando, es que mientras los israelíes
propusieron una transferencia casi completa de la Franja de Gaza (con excepción
de los asentamientos) a la administración palestina en cuestiones de educación, salud, seguridad social,
impuestos, aduanas y turismo; para Cisjordania se propuso apenas comenzar con
la ciudad de Jericó, para evaluar posteriormente la incorporación de otras
ciudades con población mayoritariamente palestina. Vemos claramente el interés
israelí en delegar la administración de la Franja de Gaza lo antes posible sin
renunciar al control real del espacio.
Cuando el proceso de negociación parecía
completamente estancado, un grupo de países (Estados Unidos, Rusia, la Unión
Europea y posteriormente Naciones Unidas) presentaron en 2003 un proyecto, la
Hoja de Ruta, que preveía la resolución
del conflicto para el año 2005, luego de cumplimentada una serie de fases.
“La Hoja de
Ruta – afirma Edward Said - más que un plan de paz, es un plan de
pacificación: busca cómo terminar con el problema de Palestina. De ahí que se
repita tanto el término ‘actuación’ en la rígida prosa del documento: es decir,
qué comportamiento se espera de los palestinos, casi en el sentido social de la
palabra. Nada de violencia, nada de protestas, más democracia, mejores
dirigentes e instituciones, todo basado en la idea de que el problema
fundamental ha sido la ferocidad de la resistencia palestina, y no la ocupación
que le dio origen”[9].
Aunque Said no se equivocaba en su lectura de
la propuesta del Cuarteto, lo cierto es que esa incluía concesiones que Israel,
ya bajo el gobierno de Ariel Sharon, no estaba dispuesta a otorgar.
La Hoja de Ruta contemplaba la realización de
una Conferencia Internacional hacia 2004 “(…) para ratificar el acuerdo
alcanzado acerca de un Estado palestino independiente con fronteras
provisionales y emprender oficialmente un proceso con el apoyo activo,
sostenido y operacional del Cuarteto que permita llegar a una solución sobre un
estatuto definitivo y permanente en 2005, incluidas cuestiones como las
fronteras, Jerusalén, los refugiados y los asentamientos”.[10]
Para desactivar las presiones internacionales
ante el vencimiento de los plazos previsto por el Cuarteto, Sharon decidió
tomar una medida unilateral con respecto a Gaza y anunció la “desconexión” del
territorio en 2005. Aunque la medida significó el desmantelamiento de las
colonias instaladas en la Franja de Gaza y la retirada de las fuerzas militares
del territorio, la misma sirvió exactamente a los propósitos israelíes de
detener cualquier avance hacia la constitución de un Estado palestino
independiente.
“Lo
importante de la retirada (de Gaza) – afirma el
portavoz de Sharon, Dov Weissglas – es que congela el proceso de paz. Y
cuando se congela ese proceso, se impide la creación de un Estado palestino y
se impide la discusión sobre los refugiados, las fronteras y Jerusalén. En
efecto, todo ese paquete al que se denomina Estado palestino, con todo lo que
conlleva, ha desaparecido de forma indefinida de nuestro orden del día”[11]
La situación de la Franja de Gaza cambia a
partir de entonces y los usos que se hacen de las acciones israelíes desatadas
sobre la población palestina adquieren otra naturaleza que no puede ser
definida ni comprendida a partir de generalizaciones o eslóganes efectistas.
Darryl Li, del Palestinian Centre for
Human Rights con sede en Gaza, sostiene que desde la “desconexión” este
territorio se ha convertido en un laboratorio israelí en varios sentidos: en
primer lugar Israel mide la eficacia de instrumentar una política de “máximo
control” del territorio con el menor grado de responsabilidad sobre el mismo;
en segundo lugar somete a prueba instrumentos de control de la población que
pueden ser utilizados en otros espacios (como Cisjordania); y, en tercer lugar,
a partir del grado de concentración y segregación que presenta la Franja de
Gaza puede usarla como laboratorio para medir actitudes, tácticas y reacciones
sin exponer a la población israelí.
La lectura de Li nos permite comprender los elementos diferenciadores de Gaza con relación a las políticas implementadas en Cisjordania y vislumbrar los usos que Israel ha reservado para esta pequeña porción del territorio palestino, sobre todo a partir de 2005.
Mapa en el que se observa, en color negro, la distribución de la
población palestina[12]
III- Gaza y la resistencia palestina
Gaza ha vivido un proceso diferente al de
Cisjordania, no solamente en cuanto a las políticas israelíes aplicadas en su
territorio, como vimos en las líneas precedentes, sino también en las
modalidades y perfiles de la resistencia generada desde el mismo.
La voluntad de los gazatíes de detener por la
vía de las armas el temprano avance israelí ya había sido puesto de manifiesto
en 1948 y puso en alerta, no solamente al ocupante sino también a la propia
monarquía egipcia que jugó un papel clave en los intentos de desmovilización de
la resistencia. Para 1948 el rey Faruk gobernaba en el país africano, aun
totalmente dependiente de las directrices emanadas por Gran Bretaña. El
comportamiento del “Ladrón del Cairo” (como se conocía al monarca), al
momento de producirse la creación del estado sionista, no podía ser sino
lamentable.
“No puedo
olvidarlo. Yo estaba en Gaza. Un oficial egipcio vino hacia mi grupo y ordenó
que entregáramos nuestras armas. Al principio no podía creer lo que oía.
Preguntamos por qué y el oficial respondió que era una orden de la Liga Árabe.
Protestamos en vano. El oficial me dio un recibo por mi fusil. Dijo que me lo
devolverían cuando terminara la guerra”[13].
Así recordaba Yasser Arafat la primera medida
tomada por el gobierno egipcio durante la guerra de 1948 contra Israel. Estas
medidas se refuerzan con el alto el fuego de treinta días aceptado por la Liga
Árabe el 10 de junio de 1948 y cuya única consecuencia sería la consolidación
de las posiciones sionistas en el terreno. El propio secretario general de la
Liga reconocía que “(…) el pueblo árabe jamás nos perdonará lo que hemos
hecho”[14]. Faruk, desde
un primer momento, intentó desmovilizar a los palestinos residentes en Gaza;
las primeras acciones de resistencia armada a la ocupación ya registradas en
1953, dan cuenta del fracaso de estas políticas.
La caída total del territorio en manos de
Israel en 1967, exacerbó las acciones de resistencia armada contra el ocupante
e intensificó los ataques de represalia, encabezados desde 1971 por el mismo
Ariel Sharon, en prácticas que se pueden definir como verdaderos crímenes de
guerra. Las políticas de “aclareo” ordenadas por Sharon en Gaza se repetirán
algunos años más tarde en los campamentos de refugiados palestinos en Líbano en
acciones coordinadas entre las Fuerzas Armadas israelíes y grupos aliados como
el Kataib (Partido de las Falanges Libanesas).
La población gazatí participó activamente en
las acciones de resistencia conocidas como “el levantamiento de la primavera”
de 1982 que sacudió a todo el espacio palestino y que permitió demostrar la
continuidad de las políticas represivas de Israel después del impacto que
significaron los Acuerdos de Camp David de 1978 para las demandas palestinas.
Los Acuerdos no solamente rompieron el frente árabe, que siempre había
demandado no negociar aisladamente con Israel,
sino que formó parte fundamental de un largo proceso en el que los
Estados árabes fueron cerrando sus fronteras, junto con Israel, a las acciones
armadas palestinas mediante la represión y la expulsión sistemática de sus
militantes. Dicho proceso, iniciado en 1970 con el tristemente célebre
Septiembre Negro en Jordania, concluiría en 1982 con la expulsión de la OLP de
Líbano.
El
traslado forzado de la dirigencia palestina a Túnez tras la salida del país de
los cedros a principios de los ochenta, condujo a la profundización de la
brecha entre los representantes de la OLP y las bases palestinas en los
territorios ocupados. Esta situación se empezaría a revertir parcialmente a
partir de uno de los acontecimientos más importantes en la historia de la
resistencia y que tuvo a Gaza como origen: la Intifada de 1987.
El 8 de diciembre de 1987 cuatro obreros
palestinos son asesinados por un soldado israelí al embestirlos deliberadamente
con su vehículo militar en un control cerca de Jabaliya, en la Franja de
Gaza. Este acto, las manifestaciones en
protesta y la represión que les sucedieron dieron lugar a la explosión de la Intifada
(levantamiento) en todos los territorios ocupados.
Las consecuencias de este movimiento fueron
significativas:
-
Puso nuevamente en el centro de la atención
mundial la necesidad de dar solución a las demandas palestinas.
-
Supuso una recuperación de la moral de lucha
palestina severamente afectada después de la experiencia libanesa.
-
Obligó a Jordania a desvincularse de cualquier
aspiración de administración de los territorios ocupados.
-
Devolvió la situación de conflicto a los
territorios ocupados, señalando la presencia de una población palestina con
identidad y reivindicaciones políticas propias.
-
En el caso de la OLP, permitió la reconexión
de las bases palestinas con su dirigencia en el exilio tunecino.
-
En el caso de Hamás, precipitó la creación
del movimiento islámico con un programa de lucha claramente definido.
Producto de una larga historia de
implantación de la Hermandad Musulmana en Palestina, con su formación local creada
en 1946 en Jerusalén, el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) se fundó el
14 de diciembre de 1987. La Intifada, iniciada pocos días antes, fue uno
de los elementos decisivos en la formación de Hamás al fortalecer la postura,
dentro de la Hermandad Musulmana, que hacía un llamamiento a la acción armada
contra el ocupante frente a la posición tradicional del movimiento que promovía
la previa islamización profunda de la sociedad.
Tanto Hamás como la OLP procuraron aprovechar
el levantamiento popular para fortalecer sus respectivas posiciones dentro de
la resistencia. La primera de estas organizaciones emitió un comunicado
apoyando a la Intifada el mismo día de su fundación (aunque ya el 11 de
diciembre se había pronunciado en el mismo sentido como Hermandad Musulmana),
mientras que la segunda “se esforzó en capitalizar los logros de la Intifada
y en movilizar a la opinión pública internacional alrededor del objetivo del
establecimiento de un Estado palestino”[15].
Como señalamos en el apartado precedente, la
necesidad israelí de desactivar la Intifada y el temor de Arafat ante el
crecimiento, en el terreno, de las organizaciones islámicas opositoras,
confluyeron en los proyectos negociadores que dieron como resultado los
Acuerdos de Oslo en 1993.
Los acuerdos le permitieron a Arafat
capitalizar una serie de éxitos simbólicos, como la administración civil de
Gaza y Jericó y el regreso triunfal el 1 de julio de 1994 a la Franja de Gaza
del líder palestino, ya encabezando la Autoridad Nacional Palestina. Si bien la
OLP consiguió posicionarse como la única representante de los palestinos en la
mesa de negociaciones, los escasos resultados reales que pudieran conducir a la
conformación de un Estado independiente significó el gradual desprestigio de
esta organización.
Dos elementos se conjugaron para dar lugar a
un nuevo escenario político en la Franja de Gaza: por un lado la política de
“desconexión” implementada por Sharon en 2005, que ya hemos nombrado, y por el
otro la decisión, en marzo del mismo año, de Hamás de participar en los
procesos electorales que, desde 1996, se realizaban en los territorios
ocupados.
Como señala el académico palestino Khaled
Hroub, el triunfo de Hamás en las elecciones de 2006 para el Consejo
Legislativo Palestino se debió a una serie de factores:
“(Hamás)
cosechó los beneficios de muchos años de trabajo (…) Al menos la mitad de los
electores apoyaba a Hamás por su programa y objetivos declarados;
también por sus calurosas manos prestas a ayudar a los más pobres y
necesitados. La otra mitad de los que votaron por Hamas estuvieron influidos
por otras fuerzas. El fracaso del proceso de paz, combinado con la brutalidad
siempre creciente de la ocupación israelí (…). Otro factor principal que ayudó
a Hamás en su victoria (…) fue el fracaso de la Autoridad Nacional
Palestina en casi todos los aspectos”[16].
El triunfo de Hamás representó un verdadero
terremoto político no solamente para la OLP[17], que veía
en peligro el mantenimiento de una infraestructura burocrática caracterizada
por la corrupción, sino también para la comunidad internacional que, a pesar de
la declamaciones, prefería desconocer los resultados de todo proceso
democrático que pudiese significar un peligro para los intereses del Estado de
Israel en la región.
Después de durísimos enfrentamientos armados,
Al Fatah (principal fuerza dentro de la OLP) consolidó sus posiciones en
Cisjordania, mientras que Hamás hizo lo propio en territorio gazatí.
En grado de connivencia entre las autoridades
de la OLP y el gobierno israelí se pusieron de manifiesto en los ignominiosos
acuerdos en materia de seguridad destinados a garantizar la represión por parte
de fuerzas policiales palestinas de cualquier intento de levantamiento surgido
en los territorios ocupados y que condujeron a la detención de cientos de
militantes de Hamás y la Yihad Islámica.
La fractura entre las expresiones políticas
gobernantes en Cisjordania y la Franja de Gaza, la estigmatización de Hamás
como representante legítimo de las aspiraciones palestinas por parte de la
propia OLP, le permitió a Israel instrumentar sobre Gaza, con un altísimo grado
de impunidad, las políticas descriptas más arriba por Darryl Li.
La Franja de Gaza se convirtió, con la
anuencia de la OLP, en un laboratorio con forma de “cárcel a cielo abierto”[18], sobre el
cual el gobierno israelí desató acciones permanentes de hostilidad en procura
de satisfacer necesidades políticas y militares de diversa índole.
A partir de los escenarios descriptos debemos
intentar una explicación de la última agresión militar israelí en la Franja de
Gaza en julio de 2014.
IV- Diversos usos de los espacios en disputa
Esta última acción militar israelí en la
Franja de Gaza ha sido justificada por el gobierno de Netanyahu a partir de una
serie de argumentos sumamente débiles pero que han sido amplia y acríticamente
difundidos por los grandes medios de comunicación.
En primer lugar, se mencionó el asesinato de
tres jóvenes israelíes supuestamente realizado por organizaciones armadas
palestinas. Pero dichas muertes no se llevaron a cabo en Gaza sino en
Cisjordania y, como se comprobó más tarde, se trató de un hecho que no tuvo
nada que ver con el conflicto árabe –israelí[19].
En segundo lugar, se hizo referencia a la
existencia de túneles que utilizaba Hamás para aprovisionarse de armamento que
ponía en peligro la seguridad de los ciudadanos israelíes. Sin embargo, dichos
túneles son la respuesta al bloqueo al que está sometida la Franja de Gaza, que
impide a la población civil abastecerse de productos de primera necesidad.
Dicho bloqueo se ha fortalecido y endurecido aún más desde el golpe de Estado
que quitó del poder a Muhammad Mursi reemplazándolo por Andel Fatah Al Sisi,
enemigo de la Hermandad Musulmana y aliado del gobierno israelí. Al Sisi se ha
abocado a la destrucción de los túneles del lado egipcio, siguiendo la política
iniciada en su momento por el dictador
Hosni Mubarak, con la intención de ahogar a Hamás y a la población
gazatí.
En tercer lugar, se ha empleado el término
“guerra” para hacer referencia a la ofensiva israelí como si nos encontráramos
frente a contendientes en igualdad de condiciones; pero comparando la capacidad
militar de Hamás e Israel veremos la inconsistencia de esta idea. Gaza no
cuenta con aviones, barcos, tanques, misiles ni ejército, simplemente posee una
limitada cantidad de cohetes (proyectiles que no pueden ser dirigidos a
voluntad) y fuerzas irregulares con armamento anticuado. Al hablar de “guerra”
los muertos civiles son definidos como “daños colaterales”, en la misma línea
discursiva que empleara Estados Unidos desde la invasión a Irak en 1991, y se
responsabiliza a Hamás por dichas muertes afirmando que la población civil es
usada como “escudo humano”. Sin embargo, si tenemos en cuenta los bombardeos
desatados sobre barrios completos (en la zona más densamente poblada del
mundo), la muerte premeditada de niños palestinos (registradas por los medios
de comunicación), y las declaraciones de militares y políticos israelíes
señalando la “necesidad” de acabar con los civiles para eliminar de raíz las
posibles amenazas futuras, dan cuenta de lo endeble de dicha representación del
conflicto. En este sentido, las explícitas declaraciones de Ayelet Shaked,
llamando públicamente a asesinar a las madres palestinas para evitar que sigan
criando “pequeñas serpientes”[20], distan
mucho de ser meras expresiones de sectores marginales de la población israelí;
estas palabras, que en otros países hubiesen significado el fin de su carrera
política, le permitieron a Shaked acceder a la titularidad del Ministerio de
Justicia[21].
Desde los sectores pro-palestinos se ha
hablado del intento israelí de eliminar completamente a la población de Gaza
mediante estas acciones militares que han causado más de dos mil muertos
palestinos. Pero este abordaje no explica por qué Israel, a pesar del enorme
aparato militar del que dispone y de la impunidad a nivel internacional de la
que ha hecho gala, no ha procedido a desplazar a los palestinos de manera
definitiva como hizo en tantas otras regiones árabes y continua haciendo en
Cisjordania, no da cuenta de las especificidades de la situación de la Franja
de Gaza señaladas en las líneas precedentes. El propio Dov Weissglass señalo
con claridad en 2006 lo que Israel pretendía hacer con la población gazatí: “La
idea es poner a los palestinos a dieta, no hacerles morir de hambre”[22].
Darryl Li había señalado el rol de
“laboratorio” reservado para la Franja de Gaza en los proyectos israelíes desde
2005 y vimos con claridad las políticas diferenciadas, de concentración y cerco
para Gaza y de dispersión y fragmentación para Cisjordania. Avancemos ahora en
los usos que Israel ha hecho del espacio y la población gazatí en la actual
coyuntura política.
En primer lugar, el ataque israelí de julio
de 2014 estuvo orientado a desarticular la unidad palestina. Gaza está siendo
utilizada como “elemento ejemplificador” tal como sucedió con la aldea
palestina de Deir Yassin en 1948 donde la población civil fue exterminada con
el único fin de atemorizar a los palestinos inhibiendo cualquier posibilidad de
resistencia. No es casual que esta ofensiva se produzca después de que Hamas y
la OLP acordaran avanzar en la conformación de un gobierno de unidad nacional
que garantice la representación de los intereses de todos los palestinos en su
conjunto. La avanzada militar israelí es un claro mensaje de advertencia hacia
los palestinos en particular y los árabes en general, de lo que va a suceder
ante cualquier intento serio de oponerse al proyecto israelí.
En segundo lugar, las acciones llevadas a
cabo deliberadamente contra la población civil apuntan a minar las bases de
legitimidad de Hamás, responsabilizándolo por las pérdidas humanas y materiales
de la población gazatí. La magnitud de la destrucción desatada sobre Gaza queda
expuesta en las previsiones de organismos internacionales que calculan que la
reconstrucción de la infraestructura de la región, para situarla al pobre nivel
existente antes del ataque israelí, llevará por lo menos veinte años[23].
Un tercer elemento es la necesidad permanente
de los ideólogos de las políticas de seguridad israelíes de contar con un
“enemigo” amenazante y próximo. El discurso de la derecha sionista[24] en el poder
se basa en la presunta existencia de un entorno hostil frente al cual no puede
haber más respuesta que la acción militar.
Israel saca mucho más provecho político de
una Gaza con “palestinos peligrosos” que de un territorio ocupado por colonos
israelíes, pues le permite asegurar la adhesión de la población israelí cada
vez que se vislumbren problemas políticos internos. Justamente, por medio de
esta ofensiva en Gaza, el gobierno de Netanyahu consiguió casi el noventa por
ciento de aprobación de la sociedad israelí[25].
Para comprender que no estamos ante un efecto
político secundario sino frente a un objetivo claramente definido (consolidar
al gobierno israelí de turno) basta con revisar los sondeos que dieron cuenta de
la postura política de los ciudadanos israelíes tras los ataques de 2008
(Operación “Plomo Fundido”) y de 2012 (Operación “Pilar Defensivo) que
arrojaron un apoyo al gobierno de un noventa y cuatro por ciento[26] y un noventa por ciento[27]
respectivamente.
En cuarto lugar, y pensando nuevamente a Gaza
como un escenario experimental, las autoridades israelíes utilizaron la última
incursión para medir las fuerzas reales de la resistencia palestina. La
invasión israelí le permitió al gobierno sionista poner al descubierto la
capacidad militar de Hamás en el terreno y evaluar las condiciones de sus
fuerzas armadas en un escenario, el de la lucha urbana, en el que han mostrado
históricamente mayores debilidades. El grado de concentración de población
exclusivamente palestina y la ausencia de colonos en la Franja de Gaza, le
permite a Israel probar nuevos armamentos, con la seguridad de que las muertes
allí ocasionadas no tendrán costo electoral alguno.
En quinto lugar, el último ataque israelí
permitió medir los apoyos con los que puede contar la resistencia palestina en
el ámbito del mundo islámico y del mundo árabe, más allá de las declaraciones
grandilocuentes de sus gobernantes, en los nuevos escenarios regionales
caracterizados por el declive de la llamada “primavera árabe” y el nuevo
impulso reaccionario.
Finalmente, Israel pudo ver el grado de
impunidad con el que cuenta en el ámbito internacional si desea emprender en el
futuro acciones militares de esta magnitud. Pocas veces hemos asistido a una
cobertura periodística tan exhaustiva de los crímenes de guerra llevados a cabo
por una potencia ocupante: fusilamientos de niños[28],
destrucción de escuelas y hospitales[29] y el ahogo
económico de población civil por medio del bloqueo total han sido algunas de
las situaciones difundidas por los medios de comunicación sin que las mismas
motivaran acciones concretas de la comunidad internacional para detenerlas. Ni
siquiera la masacre vista como espectáculo por la población israelí[30] generó
crítica alguna de tipo moral hacia los ciudadanos del país que insiste en
presentarse como “la única democracia de Oriente Medio”.
V- Ideas finales
La última ofensiva le ha reportado muchos
beneficios al actual gobierno israelí: ha conseguido el apoyo masivo de la
población, ha podido evaluar la capacidad real de Hamás y la de sus propias
fuerzas militares, dejó en claro quiénes son sus aliados en el Mundo Árabe,
puso en evidencia la pasividad internacional ante este tipo de acciones contra
la población civil a pesar de la enorme difusión de las matanzas, y castigó de
manera “ejemplar” el intento de unidad palestino.
Israel no busca la eliminación total de los
palestinos en Gaza, no pretende desplazarlos y quedarse con su territorio, el
proyecto israelí es aún más perturbador. Manteniendo a Gaza como un enorme
campo de concentración, Israel puede utilizar a la población gazatí como blanco
cada vez que la coyuntura política interna lo demande. Lo ha hecho en el pasado y, a partir de la
inacción de la comunidad internacional ante las masacres cometidas desde el 7
de julio, podemos prever que lo seguirá haciendo en el futuro.
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Recibido: 15/09/2016
Evaluado: 20/10/2016
Versión Final: 03 /12/2016
[1] Fragmento del poema “Sobre esta tierra”
(1986), traducido del árabe por María Luisa Prieto.
[2]Khader Bichara. Los hijos de Agenor,
Barcelona, Edicions Bellaterra, 1999, p.
266.
[3] En muchos sentidos similar a lo propuesto
por Simón Peres varias décadas más
tarde.
[4]Ahron Bregman. La ocupación,
Barcelona, Memoria Crítica, 2014, p. 88.
[5] Con un espacio de apenas 385 kilómetros
cuadrados tiene una población de más de un millón quinientos mil palestinos.
[6]Ahron Bregman. La ocupación,
Barcelona, Memoria Crítica, 2014, p. 235.
[7]Mouin Rabbani. Segando la hierba en Gaza.
2014. Disponible en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=187765
[8]Khader Bichara. Los hijos de Agenor, Barcelona, Edicions Bellaterra, 1999, p.331.
[9]
Edward Said (2003). La Hoja de Ruta: ¿hacia qué y hacia dónde? ,
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[10]Documento disponible en: http://www.cinu.org.mx/biblioteca/documentos/palestina/hoja_de_ruta.pdf
[11]Ilan Pappé. La limpieza étnica de
Palestina, Barcelona, Memoria Crítica, 2008, p. 325
[12]Diseñado por John
Emerson, tomado de Darryl Li ,“The Gaza Strip as Laboratory: Notes in the Wake
of Disengagement” en Journal of
Palestine Studies, Vol. 35, No. 2, California, University of California Press,
2006.
[13]Remi Favret. Arafat, un destino para un
pueblo, Madrid, Biografías Espasa, 1991, p.36.
[14]Ídem, p.37.
[15]Khader Bichara. Los hijos de… Op. Cit., p. 304.
[16]Khaled Hroub. Hamas: Political Thought and Practice, United States,
Institute for Palestine Studies, 2000, p.25.
[17]Para comprender los alcances y repercusiones
del triunfo de Hamas véase Belal Shobaki (2007), “El cambio político desde
la perspectiva de los movimientos políticos islámicos en Cisjordania y Gaza:
Hamás como modelo” (en árabe), Universidad Nacional An-Najah (Palestina).
Disponible en http://scholar.najah.edu/content/political-change-perspective-political-islamic-movements-west-bank-and-gaza-hamas-model
[18] Raed Abusahlia. El Presidente de Cáritas
Jerusalén: Gaza sigue siendo una prisión a cielo abierto. 2013. Disponible
en http://www.palestinalibre.org/articulo.php?a=46180
[19] http://www.elciudadano.cl/2014/07/24/109647/el-asesinato-de-los-tres-jovenes-israelies-fue-un-crimen-civil-por-motivos-economicos/
[21] http://www.telesurtv.net/news/Israeli-que-pidio-matar-a-madres-palestinas-es-ahora-Ministra-20150512-0151.html
[22]Mouin Rabbani. Segando la hierba…Op.
Cit. Disponible en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=187765
[23]http://www.europapress.es/internacional/noticia-reconstruccion-gaza-podria-durar-20-anos-costar-4500-millones-euros-20140830175904.html
[24] Sin embargo, y a pesar de las diferencias
ideológicas esgrimidas entre los distintos partidos israelíes, autores como
Beit Hallahmi afirman que la naturaleza sionista de estas expresiones políticas
es la que define su posicionamiento con respecto a los palestinos. Esto
permitiría explicar la continuidad de los programas armamentistas y expansivos
que se han desarrollado en las sucesivas administraciones más allá de su
adscripción ideológica.
[25]http://noticias.lainformacion.com/mundo/el-87-de-los-judios-israelies-apoyan-a-netanyahu-y-la-guerra-en-gaza_ZrUlCIxVjHTs6uWX6Nyuk/