Contrastes en
torno a la construcción del pasado indígena regional en espacios museográficos
del sudeste bonaerense: un acercamiento desde las historias institucionales[1]
Contrasts around the construction of the regional
indigenous past in museums of Southeast Buenos Aires: an approach from
institutional history
Felicitas
Sánchez Azcárate
Laboratorio
de Arqueología Regional Bonaerense,
Universidad Nacional de Mar del
Plata, Argentina
feli21_sanchez@hotmail.com
Resumen
En este
trabajo se analizan los modos en que se representa el pasado indígena regional
en dos espacios museográficos del sudeste de la provincia de Buenos Aires: el Museo Histórico “Fuerte Independencia” (Tandil)
y el Museo Municipal “José Hernández” (Mar del Plata). Se considera que estas
instituciones, al constituirse en ámbitos de educación no formal, son
susceptibles de indagar las particularidades de sus procesos históricos
fundacionales, desarrollos institucionales posteriores e identificar aquellos
factores que posibilitaron la generación de perspectivas expositivas y
discursivas contrastantes sobre el pasado local y regional. Se evalúa la
incidencia del carácter público y privado de esos museos y el rol que adquirió
la “Museografía Tradicional” y las “Asociaciones
Tradicionalista” en la producción de discursos estereotipados sobre las
sociedades indígenas pampeanas.
Palabras clave
Pasado
indígena; Museos regionales; Educación no formal; Museografía Tradicional;
Asociaciones Tradicionalistas
Abstract
This research work analyses the ways in which the
regional indigenous past is displayed in two museums
of the Buenos Aires Province: History Museum “Fuerte Independencia” (Tandil) and Municipal Museum “José Hernández” (Mar del Plata). For being developed based on
non-formal educational environments, it is considered that these two
institutions are capable of looking into the particulars of their foundational
historic processes and subsequent institutional developments, and identifying
those factors enabling to create contrasting exhibition and display methods on
the local and regional past history. The influence of the public and private
character of these museums is evaluated, along with
the role “Traditional Museography” and
“Traditionalist Associations” played on the production of new stereotyped
discourses about indigenous communities in the “Pampas.”
Keywords
Indigenous Past; Regional Museums; Non-Formal Education; Traditional Museography; Traditionalist Associations
Introducción
Desde hace poco más de 30 años los museos
comenzaron a ser objeto de investigación para los cientistas
sociales. En Argentina fue la disciplina arqueológica la pionera sobre estos
estudios[2]. Desde la historia el interés por dichos
espacios surgió recién a partir del último cambio de siglo y se relacionó con
el análisis de los diversos actores que configuran la memoria histórica de la
sociedad, así como los recursos y mecanismos empleados al respecto[3]. En este marco,
las instituciones museológicas son concebidas como ámbitos de educación no
formal -en términos de su actividad de transmisión cultural- que intervienen
activamente en la configuración de representaciones sociales sobre el pasado[4].
Los museos históricos, surgidos junto a la
consolidación del Estado, fueron considerados como dispositivos asociados a la
construcción de identidades nacionales. Se evidenciaba que durante el proceso
de formación de la nación argentina, a partir de la segunda mitad del siglo XIX,
se dispusieron una serie de instituciones, entre las que se destacó la
educación formal en las escuelas y no formal en establecimientos como los
grandes museos de ciencias, cuya principal función era forjar una identidad
común, única y homogénea que sentará las bases del país en formación[5].
Como resultado del proceso antes descripto, los
actores sociales que no se adecuaban a la imagen que se suponía que debía
encarnar el ser nacional fueron
excluidos o relegados del relato histórico dominante y, como consecuencia, de
las instituciones educativas que lo reflejaban y difundían. De esta forma,
amplios colectivos sociales como los pueblos indígenas o los afrodescendientes
fueron invisibilizados. Específicamente, los pueblos
nativos fueron subsumidos a un rol pasivo en la historia de la formación de esa
identidad y ubicados en la prehistoria como parte de un pasado natural y
primitivo.
Si bien desde hace algunas décadas esta perspectiva
ha cambiado y las sociedades indígenas son incorporadas en los relatos
históricos, esto no parece tener correlato en ciertos espacios museográficos.
Esta problemática guarda relación directa con el devenir histórico de cada
institución: mientras algunos museos han actualizado su concepción museológica,
renovando su discurso sobre el pasado mediante vínculos entablados con
especialistas, universidades nacionales y/o centros de estudios especializados,
otros en cambio, han continuado alejados de los ámbitos científicos,
reproduciendo una concepción decimonónica sobre estos espacios, el patrimonio e
incluso la memoria histórica.
Por esta razón, entre las temáticas abordadas por
historiadores y antropólogos que analizan los museos y sus problemáticas se
destaca la búsqueda por develar las narrativas hegemónicas y las
representaciones sociales que construyen y/o reproducen los espacios
museográficos sobre el pasado[6].
El siguiente artículo se enmarca dentro de esta
línea investigativa ya que busca indagar las historias institucionales y el
origen de las colecciones arqueológicas de dos museos
históricos[7] emplazados en el sudeste de la provincia de Buenos
Aires: el museo histórico “Fuerte Independencia” ubicado en Tandil, ciudad cabecera de
partido homónimo y, en segundo lugar, el museo municipal “José Hernández”,
situado en la Reserva integral Laguna de los Padres a unos
Ambas instituciones museológicas poseen
características en común, como el hecho de haber sido fundadas en la década de
1960 bajo el amparo de asociaciones tradicionalistas. A su vez, están ubicadas
en ciudades del sudeste bonaerense –Tandil y Mar del Plata- que reciben una
gran afluencia turística durante la mayor parte del año. Por último, en ambos
sitios existen centros de estudios históricos y universidades nacionales en
donde se desarrollan conocimientos actualizados sobre la historia regional.
Sin embargo, las instituciones propuestas
reconstruyen y difunden versiones diferentes sobre el pasado milenario
regional: mientras que el museo de Tandil se limita a representar la cuestión
indígena mediante una serie de objetos y/o materiales alusivos a estas
sociedades -dispuestos en forma aleatoria sin referencias precisas ni ningún
criterio temporal ni espacial que posibilite el acercamiento a la forma de vida
de éstas sociedades-, el museo de Mar del Plata presenta un enfoque distinto
que contempla a las poblaciones indígenas a partir de una muestra contextualizada, dinámica e interactiva que
posibilita un acercamiento al pasado regional contemplado la diversidad de
actores que lo configuran.
A partir del análisis de documentación
inédita conservada en los archivos institucionales de ambos espacios
museográficos, entre los que se destacan Estatutos y Cuadernillos Informativos,
y de entrevistas semiestructuradas efectuadas a sus directivos se pretende
develar de qué forma las historias de ambos museos influyen y/o condicionan la
mirada actual que transmite cada uno en torno al pasado milenario regional.
Asimismo y de modo complementario, se analizarán artículos periodísticos de
alcance local y nacional, y bibliografía édita sobre
la temática en cuestión con el fin de contextualizar el periodo analizado. Por
último, se dispone del Informe de Asesoramiento Museológico para el Museo
Municipal “José Hernández”, elaborado entre los años 1996-1997, que cuenta con
valiosa información para abordar el devenir histórico de esta institución.
Historia del
Museo Histórico “Fuerte Independencia”
El 20 de agosto de 1955 se crea en la ciudad de Tandil la Institución
tradicionalista “Fuerte Independencia”.[8] Su fundación se originó por iniciativa de vecinos de la ciudad, amantes
del folklore y de las tradiciones criollas. La comisión encargada de llevar
adelante este proyecto estaba precedida por Carlos de Ferrari Bravo, junto a una comisión
integrada por catorce personas[9].
En palabras de sus fundadores el
nombre Fuerte Independencia había sido elegido“…en homenaje a aquella avanzada heroica en la lucha de fronteras
que así llamará su jefe, y a la vez fundador de nuestra ciudad, el Brigadier
General Don Martin Rodríguez”[10]. Dicha avanzada sobre los indígenas
determinará la ideología imperante desde la fundación del museo en torno a la
representación sobre los pueblos nativos.
Durante los
primeros años la institución se centró en la
enseñanza de las danzas criollas, con el principal objetivo de defender el patrimonio folklórico nacional. En esta etapa, algunos integrantes de la comisión directiva
realizaron distintos viajes a la República Oriental del Uruguay entre los años
1957, 1958, 1960 y 1961, invitados por la Institución Tradicionalistas uruguaya
“El Pericón”. En 1958 durante uno de estos viajes, participaron del Primer
Congreso Tradicionalista del Río de la Plata, el cual se realizó en el Ateneo
de la ciudad de Montevideo y concurrieron delegaciones de países como
Argentina, Uruguay y Brasil. El objetivo central era establecer pautas comunes
para orientar y estructurar al conjunto de instituciones tradicionalistas de la
región[11].
De esta forma comenzaban a
estrechar vínculos con otras entidades de similares características. Por otro
lado, la enseñanza de las danzas nativas para niños y adultos, la realización
de fogones periódicos, conferencias, festivales musicales y de poesías
criollas, exhibiciones de destreza gaucha y exposiciones de artes plásticas[12],
fueron otorgándole cada vez mayor visibilidad dentro del ámbito cultural y
social de la ciudad.
El 8 de junio de 1960 surgirá desde el seno de la comisión directiva una sub-comisión compuesta por Emilse Giannibelli, Carlos Alllende y Domingo Polpadre que impulsará la creación de una biblioteca folklórica tradicionalista. En este marco, surgió la necesidad de adquirir un espacio propio para instalar la biblioteca y desarrollar el resto de las actividades, hecho que se concretó en el año 1962.
Figura 1: Fachada
original del Museo Tradicionalista Fuerte Independencia. Calle 4 de abril 845.
Año 1963. Archivo de la Institución.
Ya instalados en la calle 4
de abril al 845, bajo la dirección del artista Carlos Allende, surgirá
la idea de fundar un Museo. De esta forma, el 7 de septiembre de 1963 se inaugurará el
Museo Tradicionalista “Fuerte
Independencia”. Apadrinado por figuras destacadas de la ciudad como
Antonio Santamarina y Rosa
G. A. de Lalloz, y bendecido por el Monseñor Luis J. Actis, se creaba el primer y único museo que trasmitía y
divulgaba el pasado histórico de la ciudad (Figura 1). Presidía entonces la institución Ricardo Ballent,
junto a una comisión directiva de catorce miembros.
El surgimiento
y desarrollo del museo, por aquel entonces denominado “Museo Tradicionalista
Fuerte Independencia”[13], se debió a las donaciones realizadas por vecinos de la ciudad y a la
entrega en “custodia”[14]
de otros tantos objetos, generando que a solo un año de iniciadas las tareas la
institución contara con más de 600 piezas de “valor histórico”[15].
Esto último estuvo íntimamente ligado al fenómeno del coleccionismo y el museo
tuvo su origen en el traspaso de las colecciones del ámbito estrictamente
privado al público.
El museo y sus
colecciones
Durante los primeros años la
institución estuvo conformada solo por cuatro salas en las que se
exhibían diversos objetos como la bandera Argentina correspondiente al Batallón
1ero de Guardias Nacionales, marcas de hacienda, frenos y roldanas de jagüeles,
armas utilizadas por el ejército durante la “Campaña del Desierto”, piezas de
carretas, cañones pertenecientes a lo que había sido el Fuerte Independencia,
entre otros. También existía en una de las salas la reconstrucción de una
pequeña Pulpería que incluía distintas piezas propias del periodo colonial. En
otra sala se representaba la historia del alambrado, aunque también se exponían
objetos de la vida cotidiana como faroles a kerosene y ollas. Cabe destacar la
presencia de un carruaje del año 1827 perteneciente a Rómulo Pereyra Iraola, donado a la institución por Antonio Santamarina, reconocido coleccionista y ex intendente de la
ciudad.
En la actualidad el museo cuenta con un total de
dieciséis salas conformadas por numerosos objetos. Los aficionados locales
desempeñaron un rol central en la conformación del fondo museográfico, donando
desde colecciones arqueológicas, faunísticas y numismáticas hasta objetos con
valor histórico como documentos, fotografías, instrumentos musicales, prendas,
armas, vehículos de época, aviones, pinturas, etc.
Salvo algunas excepciones, existe poca información
sobre el origen de los objetos que conforman el fondo museográfico de la
institución, nunca se realizó un seguimiento sistemático de qué ingresaba,
quién lo donaba o dejaba “bajo custodia”, cuándo se efectuaba la entrega, etc.
Mediante una entrevista realizada a un integrante de la comisión directiva, se
pudo comprobar que salvo una colección de puntas de proyectil líticas que la
institución compró durante sus primeros años de existencia, todo el patrimonio
ha sido adquirido a través de donaciones o de la “entrega en custodia”.
Partiendo de los datos recopilados se puede afirmar
que fueron pocos los donantes que entregaron grandes colecciones, entre ellos
sobresalen las familias Santamarina, Allende,
Figueroa y Olivero. Las colecciones donadas por dichas familias, pertenecientes
a un sector social destacado de la ciudad, estuvieron integradas en su mayoría
por objetos antiguos o “de época” y objetos gauchescos: carruajes, pinturas,
mates, herraduras, estribos, cuchillo, etc. Solo se distingue el caso de
Eduardo Olivero –aviador tandilense que participó en la Primera Guerra Mundial-
quién donó una serie de objetos relativos a su experiencia como aviador: fotos, placas, banderas de guerra y libros, que
conforman actualmente la primera sala del museo.
No puede dejar de mencionarse el rol central que
desempañaron las Fuerzas Armadas en la conformación del museo. Uniformes,
medallas, cañones, tanques, aviones y minas constituyen una parte importante
del acervo cultural y llegaron a la institución a través de donaciones
realizadas por militares. Pudo comprobarse a través de entrevistar a allegados
a Ricardo Ballent, que éste actuó como “puente” entre
ambas instituciones. Ballent, que junto con Carlos
Allende fueron los fundadores del Museo y presidió la institución hasta su
muerte en el año 2005, se interesaba
mucho por mantener lazos con las Fuerzas Armadas, nunca faltaba a los actos
militares, festejaba las fechas patrias e invitaba a generales y tenientes al
museo para rendirles homenaje. Su labor profesional como martillero público y
su identidad patriótica -entendida ésta en términos políticos/militares-
posibilitaron la creación de vínculos con familias tradicionales de la ciudad,
así como con las Fuerzas Amadas.
Ampliaciones
A medida que el museo fue creciendo la comisión
directiva comenzó a plantearse la necesidad de realizar refacciones,
ampliaciones y la posibilidad de comprar inmuebles linderos. Si bien no se
cuenta con información precisa acerca de las distintas etapas ni de la compra
de los terrenos aledaños, se estima gracias a las entrevistas efectuadas que la
última ampliación se efectúo hace 20 años (Figura 2).
Luego de comprar el inmueble original, se adquirió
el galpón que actualmente alberga la sala “Don Carlos Ballent”
y la sala “Imágenes Religiosas”. Posteriormente se anexó la totalidad del
terreno, que continua hasta la calle 4 de abril. En un segundo momento se
adquirió el galpón que alberga la Sala “El Campo” y un inmueble situado sobre
la Avenida Marconi ubicado en la misma manzana que el Museo, donde se
encuentran hoy las salas 10, 11, 12 y 13.
Las salas 12 y 13 (“Telégrafo/Ferrocarril y
“Ciencias Naturales”) fueron construidas a partir del cierre de dos museos que
existían en la ciudad: el “Museo Ferroviario”[16]
que estaba ubicado en las calles Aristóbulo del Valle y Alem,
fundado en 1994 y, el “Museo de Ciencias Naturales” que desde el 2005 funcionaba en la calle Mitre al 386[17] . Ambos debieron
concluir sus actividades por cuestiones económicas y se trasladaron al Museo
Histórico entre los años 2011 y 2013. La última ampliación que se
realizó fue la compra del galpón donde se encuentra la sala 16 “Don Carlos
Allende”.
En el año 2000 se inauguró la sala de los carruajes
(hoy “El Campo”) y se recibió la donación de las pertenencias del escultor
Carlos Allende. Durante el 2010 comenzó a remodelarse la sala “La Farmacia” que
se inauguró en julio del 2011 gracias a la donación de la familia Berlari, quienes cuatro años antes habían cedido todo el
mobiliario: frascos, balanzas, botiquines y demás elementos de la histórica
Farmacia Central, ubicada en Rodríguez al 400. La
obra se financió con los recursos reunidos en un asado que el Museo realizó por
los festejos del Bicentenario en las instalaciones de la Sociedad Rural.[18]
Pero el evento que hasta la actualidad constituyó
la mayor atracción para los miembros de la comisión directiva fue la
inauguración de la Sala “Islas Malvinas”, que finalmente se concretó en mayo
del 2014 luego de 3 años de trabajo y complicaciones financieras[19].
La fecha elegida fue el 1 de mayo en conmemoración al bautismo de fuego de la
fuerza aérea en la Guerra de Malvinas. Para los miembros de la comisión esta
sala es la más moderna e interactiva[20].
Figura 2: Plano actual del Museo
Histórico Fuerte Independencia. Archivo
de la institución.
La cuestión
indígena en la muestra
Las poblaciones indígenas de la región aparecen
representadas en la Sala 2 del museo, denominada “Don Carlos Allende”. Este
espacio está compuesto por restos materiales –puntas de proyectiles, morteros,
vasijas, lanzas e imágenes- ubicados de forma azarosa e intercalados con
objetos gauchescos. Las vitrinas no exponen información sobre los modos de vida
indígena, es un tema relegado en la muestra del museo. Este aspecto tiene
vinculación directa con la tendencia tradicionalista y militarista que
predomina en las salas, en donde el gaucho es el sujeto social que adquiere
mayor jerarquía y visibilidad a la hora de abordar el pasado regional.
En este caso, la cuestión indígena aparece aislada,
simplificada y detenida en el tiempo, generando la imposibilidad de representar
a estos pueblos en interacción con la “sociedad blanca”.
Historia del Museo
Municipal “José Hernández”
El Museo Municipal “José Hernández” se encuentra ubicado en los predios de la Reserva Integral Laguna de los Padres a 25 km de la ciudad de Mar del Plata, en el área rural del Partido de General Pueyrredón. El edifico donde está instalado el museo perteneció al casco de la antigua Estancia Laguna de los Padres, construido entre 1885 y 1886, por su propietario Eusebio Zubiaurre (Figura 3). Por aquel entonces era una extensa propiedad ganadera[21].
Figura
3: Casco histórico donde está emplazado el Museo Municipal José Hernández. Foto
actual. Archivo de la Institución
El museo fue creado en el
año 1960, pero la historia de la institución comenzó a fines de la década de
1940[22]. Durante aquel
periodo el gobierno de Juan Domingo Perón impulsó una política agraria que dio
lugar a un proceso de expropiación de un conjunto de predios rurales cercanos a
los ejidos urbanos, entre los cuales se encontraba la “Estancia Laguna de los
Padres”, cuyo casco años después se transformará
en el edificio que alberga al museo. El gobernador Domingo Mercante (1946-1952) fue quien propulsó dicha
política en la provincia de Buenos Aires que tuvo como objetivo la formación de
colonias rurales y la delimitación de reservas ecológicas a modo de parques.
Sin embargo, estas medidas tuvieron un carácter simbólico, ya que el proceso de
expropiación no estuvo articulado a ningún plan agrario nacional.
En este contexto y hacia
fines de la década de 1950 un grupo de vecinos de la ciudad de Mar del Plata[23] propició la idea
de crear una institución cuya finalidad fuera mantener y difundir las
“tradiciones nacionales” en sus diferentes manifestaciones. Consideraban que
para transmitir la cultura tradicionalista en forma permanente era necesario
crear un museo y propusieron que se emplazara en la Laguna de los Padres, dado
que ésta“…fue asiento de la primera
avanzada de la civilización en esta parte del sudeste bonaerense representada
por la Reducción del Pilar (hoy reconstruida); centro, por decirlo así, de los
establecimientos ganaderos de aquel entonces; por haber sido allí donde José
Hernández paso su juventud, se hizo diestro de los trabajos del campo, y dominó
el ganado, penetró en lo íntimo del gaucho cosechando sabidurías y experiencias que luego volcó en
su poema “Martin Fierro”[24].
De este modo, entendían que dicho sitio
era representativo de la “argentinidad” ya que materializaba la avanzada sobre ese territorio y
sobre las poblaciones que lo habitaban.
Esta
inquietud fue transmitida a los círculos gubernamentales y coincidió con la
organización de los festejos del Sesquicentenario de la Revolución de Mayo. En
este contexto, la creación del museo era
un hecho político en sincronía con las celebraciones programadas.
Para concretar la formación del museo se creó la Comisión Pro
Museo Tradicionalista Argentino José Hernández que será el ente encargado
en llevar adelante la administración durante sus primeros años[25]. De esta forma, 11
de marzo de 1960 se inauguraba el “Museo Tradicionalista
Argentino José Hernández”. El nombre elegido se debía a la
creencia generalizada de que el autor del “Martin Fierro” había vivido en el
Casco de la Estancia durante su adolescencia[26]. El acto inaugural incluía un programa en donde
participaban reconocidas personalidades políticas y religiosas tanto del ámbito
local como nacional[27].
Cuando el museo se aproximaba a cumplir un año comenzaron
las tratativas para adquirir la personería jurídica, hecho que se concretó el
11 de diciembre de 1963. En este contexto, se
resuelve constituir la “Asociación Museo Tradicionalista Argentino José
Hernández”, la cual continuaría la labor llevada adelante hasta el momento por
la “Comisión Pro Museo Tradicionalista Argentino José Hernández”. Se
conformaron así las diferentes comisiones que integrarían la asociación:
Comisión Directiva, Revisora de Cuentas, Asesora y de Prensa, y Propaganda.
Alfredo D. Rabelli y Delia V. de Rabellino
fueron los encargados de firmar el acta de asamblea[28]. Esta estructura
administrativa se mantendría intacta hasta el año 1996.
El museo y sus colecciones
Los primeros vínculos
institucionales para constituir las exposiciones del museo se establecieron con
el señor Horacio González Solar, representante del Museo “Motivos Populares
Argentinos José Hernández” de la ciudad de Buenos Aires. Dicha institución aportó
piezas, vitrinas y personal encargado de su custodia.
Por otro lado, se le propuso al intendente municipal de entonces, Teodoro Bronzini, que ceda el busto del General Juan Martin de
Pueyrredón que se hallaba en el corralón municipal. El mandatario aceptó y el
busto fue emplazado en la entrada del casco histórico, siendo parte del
programa propuesto para el día de la inauguración del museo. También se
adquirió por parte de la dirección de la Escuela Nº 13 del Partido de General
Pueyrredón, el busto de José Hernández que ocupó un lugar destacado en las
salas[29].
En el mes de octubre de
1960 José Argentino Gianelli donó una importante
colección y, además, aceptó ocuparse de la atención del Museo. En noviembre se
lo designó formalmente encargado del museo[30].
En adelante el ingreso de
piezas y/u objetos con valor histórico se incrementó gradualmente, generando
que el patrimonio del museo comenzara a enriquecerse. En el año 1965 se
inauguró una sección dedicada exclusivamente a Mar del Plata con piezas de
Lorenzo Scaglia[31],
autodidacta de reconocida trayectoria nacional, y de la Municipalidad de
General Pueyrredón.
Al cabo de algunos años y
gracias a la adquisición de colecciones más numerosas conformadas por objetos
gauchescos, arqueológicos, armas de fuego, uniformes militares, piezas
numismáticas y carruajes, la institución terminó de configurar su perfil
tradicionalista.
La muestra museográfica
-conformada por siete salas- estaba
centrada en la figura del gaucho, considerado el emblema de la argentinidad. En
las muestras se exponían objetos que representaban temáticas tales como: “El
Gaucho figura ecuestre”, “El Fortín”, “Misiones Jesuitas y Primeros
Pobladores”, “José Hernández: el Martin Fierro”, “La estancia Laguna de los
Padres” y “La Fundación de Mar del Plata”. Por su parte, las sociedades
indígenas aparecían representadas en la Sala 4, junto con las Misiones
Jesuitas. Integraban este espacio fotografías, dibujos y textos sobre el
asentamiento jesuita instalado en la Reducción Nuestra Señora del Pilar, a poca
distancia del actual museo. Por último, conformaban la sala una colección de
instrumentos líticos entre los que se encontraban lascas, percutores, puntas y
núcleos.[32]
La colección de material
lítico era lo único que el museo exhibía relacionado a las sociedades
indígenas, lo que permite afirmar que estos pueblos eran representados solo a
partir de dichos instrumentos. En este sentido, se reproducía una visión
simplista, ahistórica y estereotipada del indígena.
Un cambio de
rumbo
Durante 36 años la Asociación Tradicionalista fue
la encargada del funcionamiento del museo y bajo su responsabilidad se
encontraban el edificio y los terrenos circundantes. El rol de la
institución durante esta etapa se relacionó con la exhibición de objetos
gauchescos, la realización de jineteadas anuales y otras actividades de
difusión.
En el año 1996 el museo es traspasado al ente
de Cultura de la Municipalidad de General Pueyrredón, quedando bajo la
dependencia de su Secretaría de Cultura. Desde el municipio aludían que el
casco histórico no se estaba preservando adecuadamente y que el museo se
mantenía abierto pocos meses al año, ambas cuestiones íntimamente relacionadas.
Durante los primeros años que transcurrieron luego del cambio de
administración y con el fin de regularizar el accionar de la institución, se
constituyó una comisión de enlace que perduró hasta 1998. Dicha comisión,
además de incorporar a la Licenciada en antropología Ana Lía Verón, buscaba incluir a los miembros de la
Asociación Tradicionalista. Sin embargo, con el paso del tiempo esta
última iniciativa no prosperaría y la administración del museo recaería sobre
la figura de Verón.
A partir del traspaso a la órbita municipal
la institución propone renovarse, manifestando la intensión de modificar el
discurso museológico[33]. Durante este proceso se cambiará, en parte,
la denominación del museo, que pasará de llamarse “Museo tradicionalista
Argentino José Hernández” a “Museo Municipal José Hernández”.
En este marco se llevará adelante una
actividad de cooperación entre dos entidades especializadas: el Grupo de
Investigación “Arqueología Regional Bonaerense” (ARBO) dependiente de la
Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP) y el Museo Etnográfico J. B.
Ambrosetti, dependiente de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Los objetivos propuestos eran claros:
“Realizar un diagnóstico preliminar de las condiciones estructurales del
edificio, asesorar respecto de la redefinición del perfil museológico y
museográfico, asesorar sobre la elaboración de una política patrimonial y de
actividades de difusión e investigación para dicha institución y confeccionar
un informe con recomendaciones a corto, mediano y largo plazo …”[34] Se buscaba reconfigurar el perfil de la
institución adoptando las funciones esenciales de la museología contemporánea:
conservación, difusión, transmisión e investigación. A su vez, se asumía
explícitamente que estas instituciones intervienen activamente en la
construcción social de representaciones, discursos y narrativas sobre el pasado
mediante la interpretación de objetos. La transformación más relevante recaía
en el cambio de concepción respecto a la pieza exhibida: el objeto expuesto ya
no habla por sí mismo –como suponía la museografía tradicional-, sino que forma
parte del complejo sistema de comunicación que la exhibición propone,
convirtiéndose en un objeto interpretado.
Finalizada la administración de la Licenciada
Verón en el año 2001, la dirección del museo se mantuvo acéfala. Recién en el
2008 se creó el cargo de “Jefatura” y se
designó a Andrea Basualdo jefa del museo[35]. En ese momento se reconfiguró la estructura
orgánica de la institución que pasaría a estar integrada por: un jefe, un
superior administrativo, un técnico -encargado de la conservación preventiva de
las piezas-, dos personas responsables del servicio educativo y un cajero. La
creación de dichos cargos, que se mantienen hasta la actualidad, tuvo como
principales objetivos organizar y jerarquizar la institución.
Nuevos
vínculos entablados
El traspaso a la órbita municipal posibilitó
la incorporación a un circuito más amplio y dinámico de relaciones que permitió
establecer vínculos con otras instituciones. Por un lado, relaciones
estrechados con entidades especializadas que colaboran hasta la actualidad con
la dinámica diaria del museo, como el caso de la Central Atómica de Ezeiza que brinda ayuda relacionada con la conservación de
los documentos que forman parte del patrimonio, el Archivo Histórico de La
Plata que ofrece asesoramiento relativo la conservación y análisis de los documentos históricos
–cartas, fotografías, etc.-, el museo de Ciencias Naturales de La Plata que
colabora con la conservación preventiva de las piezas y/o
objetos que conforman el patrimonio del museo, entre otros.
Por otro
lado se establecen vínculos interinstitucionales a partir de la conformación de
exposiciones itinerantes. En estos casos el museo traslada muestras a otras
dependencias[36] y también
recibe muestras temporarias de otras
instituciones, entre ellas el museo de ciencias naturales de Corrientes, el
museo histórico provincial de Santa Fe y el museo etnográfico J. B. Ambrosetti
de la ciudad de Buenos Aires. Por último, la institución ha participado del
encuentro anual de museos universitarios en calidad de “museo estatal”.
En el año 2004 se concretó un proyecto de extensión universitaria
impulsado por el Laboratorio de Arqueología Regional Bonaerense –LARBO/UNMDP-
denominado “Los pueblos originarios pampeanos. Identidad, Museología y
Arqueología regional”, financiado por la Secretaría de Políticas Universitarias[37]. A partir de
este, se montó una exposición llamada “Nuestra historia profunda: arqueología
y pueblos originarios” que ocupaba dos salas del área derecha del edificio y
estaba integrada por
fotografías, información escrita actualizada y contextualizada,
periodizaciones, mapas conceptuales, réplicas
de vasijas de cerámica indígena, tres dioramas (figuras humanas), secuencias
de producción cerámica y lítica, réplicas arqueológicas, y fragmento de fuentes
históricas. En
este sentido, se logró generar un espacio de divulgación y reflexión
sobre la historia milenaria de la región Pampeana y consolidar lazos
interinstitucionales con representantes municipales, docentes y la Mesa de
Trabajo de los Pueblos originarios Mapuches, entre otros apoyos recibidos.
Los vínculos concretados demuestran que la
institución se ha insertado en un circuito de relaciones con entidades
especializadas que superan el alcance local/regional. Esto evidencia que el
traspaso a la órbita estatal ha sido favorable en este aspecto, ya que las
relaciones entabladas dinamizan y sociabilizan aun
más el trabajo y las muestras del museo.
Al respecto cabe preguntarse de qué manera repercutieron estos cambios y
relaciones entabladas en los temas expuestos en el museo. ¿Se transformó el
discurso que reproducía y representaba la institución? ¿Qué lugar ocupa la
historia indígena desde entonces?
El proceso iniciado en 1996 transformó la
concepción del espacio museográfico, entendido desde entonces como un lugar
dinámico de educación no formal dónde debe existir la necesaria colaboración de
entidades especializadas que posibiliten un acercamiento hacia el pasado
contemplando la diversidad sociocultural de actores que lo configuran.
En la actualidad el museo se encuentra
conformado por ocho salas. En las primeras cuatro se
representa el pasado milenario regional través de dos muestras permanentes tituladas:
“Nuestra Historia Profunda” y la “Expansión de la Frontera Ganadera”.
En este caso, los pueblos indígenas son
interpretados como sujetos activos del pasado regional. La exposición permite
aproximarse y conocer la dinámica de los grupos indígenas que allí se
encontraban: cómo y de qué vivían, en qué período lo hicieron, qué regiones
ocupaban, los vínculos que mantenían con el “hombre blanco”, y los procesos y
reconfiguraciones que sufrieron a partir de la avanzada del estado nacional
sobre su territorio. Por su parte, los objetos no se encuentran expuestos de
forma aleatoria, sino que existe un orden claro en el recorrido, lo cual
permite que el visitante que desconoce la temática pueda recorrer la muestra
sin mayores dificultades.
Consideraciones
finales
El análisis de las historias institucionales y de
las colecciones que conforman ambos espacios museográficos permite afirmar que
la particularidad de cada proceso fundacional y su posterior desarrollo
posibilitaron la generación de diversas perspectivas y representaciones sobre
el pasado local, regional e incluso nacional, así como también distintas
maneras de concebir el patrimonio y la memoria histórica.
Como sostiene Puppio
ambos espacios museográficos surgieron en un periodo donde la creación de
museos en el ámbito de los municipios de la provincia de Buenos Aires, aunque
no era un fenómeno nuevo, adquiría características distintivas. Esto se explica
a partir de la política estatal en el ámbito de la provincia de Buenos Aires
llevada adelante durante los gobiernos peronistas de Domingo Mercante
(1946-1951) y Carlos Vicente Aloe (1951-1955), que promovía la creación de
museos y una política centralizada en su manejo, ya que se los consideraba
instituciones pedagógicas que debían ser planificadas desde el estado[38]. En este contexto que incentivaba la creación de dichos espacios,
muchos coleccionistas autodidactas optaron por utilizar distintas estrategias
para hacer públicas sus colecciones, hecho que explica en parte la conformación
de los dos museos analizados en este trabajo.
A su vez, fueron entidades tradicionalistas las que
impulsaron estos espacios en sus comienzos, compartiendo y legitimando a través
de la puesta en escena tanto un sistema de creencias como de prácticas
profesionales -las de los coleccionistas-. En ambos casos, la historia que
reproducían colocaba al gaucho como el actor social que obtenía mayor jerarquía
y visibilidad a la hora de abordar el pasado regional. A través de esto se expresaba la objetivación de un discurso cultural/ideológico
concreto: el “discurso criollista”[39]. A partir de las primeras décadas del
siglo XX en un contexto caracterizado por la fuerte migración ultramarina, el
gaucho adquiría cada vez mayor relevancia y la clase dominante comenzó a
exaltar su figura colocándola como emblema de la argentinidad. El gaucho se
transformó en objeto de culto capaz de contener los rasgos esenciales de la
nacionalidad argentina.[40]
Pero mientras el museo
“José Hernández” renovó su
discurso museológico y museográfico a partir del traspaso a la órbita municipal
en el año 1996, el museo “Fuerte Independencia”
continuó reproduciendo ese “discurso criollista”
e incluso militarista. A partir de entonces cabe preguntarse: ¿este relato
histórico es representativo de la sociedad tandilense en su conjunto? ¿Qué
sucede con los grupos sociales que no se adaptan al modelo imperante que
reproduce el museo - indígenas, obreros, estudiantes, mujeres, etc.?
La investigación efectuada permite afirmar que la
institución estuvo íntimamente relacionada desde sus orígenes al sector
dominante de la ciudad de Tandil. Los vínculos entablados con familias
destacadas como Santamarina, Allende, Figueroa e
incluso Roca, y las Fuerzas Armadas, fueron configurando un perfil ideológico
conservador y sectorial, que impide una aproximación plural y reflexiva sobre
el pasado. El museo nunca promovió vínculos con entidades especializadas,
incluso en una ciudad donde existen universidades y centros de estudios
dedicados al pasado regional.
El problema
central en este caso recae en que es el único museo histórico que existe en la
ciudad y como tal recibe, además de turistas, visitas escolares durante la
mayor parte del año. De esta forma, la salida educativa al museo se transforma
en una reproducción de los discursos escolares decimonónicos, donde permanecen
estereotipos y juicios de valor asociados a enfoques eurocéntricos propios del
ideario político de fines del siglo XIX y principios del XX[41].
Esto se
vuelve aún más complejo si se tiene en cuenta que la institución museo,
entendida como ámbito de educación no formal, cuenta con valiosos recursos que
posibilitan la aproximación al pasado desde una óptica que se aleja de la
historia escrita tradicional, permitiendo al visitante ser parte activa del
proceso de comunicación cultural mediante montajes, recreaciones, etc. Como
bien afirma Conforti, debido al debilitamiento
actual de la superestructura que dio
origen a la educación “formal” ha comenzado a emerger con mayor fuerza la
educación no formal como una práctica legítima para el tratamiento de diversos
temas de relevancia social que históricamente permanecieron relegados de la currícula escolar, como fueron las poblaciones indígenas[42].
A modo de conclusión y luego del
trabajo efectuado, se afirma que el museo municipal “José Hernández” se enmarca
dentro de la denominada “Nueva Museología” en donde lo central es la capacidad
de comunicación e interacción de la muestra. Para alcanzar esto se montó un
recorrido que incluye reconstrucciones, secuencias didácticas, fotografías,
soporte escrito, objetos y visitas guiadas interactivas que incluyen la
participación del visitante. En contraposición, el museo “Fuerte Independencia”
se enmarca dentro de la denominada “Museografía Tradicional” propia del siglo
XIX, en donde la importancia de la muestra recae en los objetos. No existe un
discurso articulador coherente en el recorrido ni relación entre las distintas
salas que conforman la muestra, se considera que los objetos “hablan por sí
mismos”[43]. El museo se transforma así en un lugar estático en donde
no se contempla el rol del visitante. Asimismo, se homogeneiza a los pueblos
indígenas bajo la denominación de “Indios
Pampas” y se los representa de manera ahistórica,
a partir de sus restos materiales –colecciones de puntas de proyectiles,
vasijas, morteros, lanzas, etc.-
En este sentido, el museo situado en la
ciudad de Tandil no intentó nunca renovar su discurso museológico ni
museográfico, por lo que continúa reproduciendo un relato hegemónico, no solo
sobre las sociedades indígenas, sino también sobre la historia de la ciudad, y
no en menor medida, sobre la historia del Estado nacional argentino.
Bibliografía
Adolfo Prieto. El
discurso criollista en la formación de la Argentina
moderna. Sudamericana. Buenos Aires, 1998.
Alejandro Cattaruzza. Descifrando pasados: debates y
representaciones de la historia nacional. En A. Cattaruzza,
(Dir.), Nueva Historia Argentina, 2001.
Cesar Román.
Cuando Mar
del Plata era Campo. Ediciones
Suarez, 2004.
Cuadernillo Informativo de circulación interna.
Asociación Museo Tradicionalista Argentino José
Hernández, años (1963-1975), en Archivo del Museo Municipal José Hernández (AMJH). Mar del Plata,
Laguna de los Padres, pp. 1-12.
Cuadernillo Informativo de Inauguración de la Sede
Social Museo y Biblioteca Fuerte Independencia año 1963, en Biblioteca/Archivo del Museo Histórico Fuerte Independencia (AMHFI). Tandil,
pp. 1-2.
Estatuto de la Institución Tradicionalista
Fuerte Independencia en Biblioteca/Archivo del Museo Histórico Fuerte Independencia (AMHFI). Tandil,
año 1964, p 1.
Felicitas
Sánchez Azcárate. “Cuando el mito supera la realidad: La
figura de José Hernández y su pasaje por la Laguna de los Padres”, presentado
en II jornadas Martinfierristas, Ayacucho, Buenos
Aires, 2013.
Informe de Asesoramiento Museológico para el
Museo Municipal José Hernández (1996-1997), en Laboratorio de Arqueología
Regional Bonaerense. Mar del Plata, pp. 4-19.
Irene Brichetti. La
construcción del pasado regional en museos del sudeste de la provincia de
Buenos Aires. Tesis de Licenciatura en Historia, Facultad de Humanidades de
la Universidad Nacional de Mar del Plata, 2008.
Irene Brichetti.
“Sabios,
exploradores y artesanos. Amalgamas del pasado en la Mar del Plata de primera
mitad del siglo XX (1924-1954)”. RMA Museología, 2014.
Irene Brichetti y José Vera. "Grandes corredores de la
Pampa". Continuidades y... ¿rupturas? En las narrativas escolares sobre
los indígenas que habitaron el territorio bonaerense, en Diana Mazzanti y Mónica Berón (directoras).
Cazadores-Recolectores del Cono Sur. Revista de Arqueología. UNMDP, EUDEM,
2011.
Isabel Lamonier. Museo y Sociedad, Centro Editor
de América Latina, Buenos Aires.1993.
José Antonio Pérez Gollán.
“La situación del patrimonio cultural en la Argentina, Mesa redonda: en el país
de nomeacuerdo, Ciencia
Hoy 3 (16): 32.1991.
María Alejandra Pupio. “Coleccionistas de objetos históricos, arqueológicos
y de ciencias naturales en museos municipales de la provincia de Buenos Aires
en la década de 1950”, História, Ciencias, Saúde-Manguinhos, V. 12, 2005, pp. 205-229.
María Elida Blasco. Un museo para la
colonia. El Museo Histórico y Colonial de Luján (1918-1930), Rosario: Prohistoria, 2011, pp. 21-139.
María Eugenia Conforti.
“Educación no formal y patrimonio arqueológico. Su articulación y
conceptualización”. Intersecciones en Antropología. Facultad de Ciencias
Sociales - UNCPBA - 11: 103-114. 2010. ISSN 1666-2105, 2010, p 6. María Luz Endere y José Luis Prato. Patrimonio, ciencia y comunidad. Su abordaje
en los partidos de Azul, Olavarria y Tandil. INCUAPA,
UNCPBA, 2009, pp. 19-37.
Mariano Nagy. “Los museos de la última frontera
bonaerense y sus narrativas acerca de los pueblos indígenas”. Revista del Museo de Antropología.
Facultad de Filosofía y Letras 6: 79-90. UBA. ISSN: 1852-060X, 2013.
Marta Dujovne.
Entre musas y musarañas. Una visita al
museo. Fondo de cultura económico, Montevideo.1995
Recibido: 10/09/2016
Evaluado: 27/10/2016
Versión Final:
24/11/2016
[1] Este
trabajo es el resultado de una beca de Estimulo a las Vocaciones Científicas
otorgada por el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) en el año 2014.
[2] Entre ellos se destacan los trabajos de Isabel Lamonier. Museo y Sociedad, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires.1993; Marta Dujovne. Entre musas y musarañas. Una visita al museo.
Fondo de cultura económico, Montevideo.1995; José Antonio Pérez Gollán. “La situación del
patrimonio cultural en la Argentina, Mesa redonda: en el país de nomeacuerdo, Ciencia
Hoy 3 (16): 32.1991.
[3] María Elida Blasco. Un museo para la colonia. El Museo Histórico y
Colonial de Luján (1918-1930), Rosario: Prohistoria,
pp. 21-139. 2011; Irene Brichetti. La
construcción del pasado regional en museos del sudeste de la provincia de
Buenos Aire. Tesis de Licenciatura en Historia, Facultad de Humanidades de
la Universidad Nacional de Mar del Plata, 2008; Mariano Nagy. “Los
museos de la última frontera bonaerense y sus narrativas acerca de los
pueblos indígenas”. Revista del Museo
de Antropología. Facultad de Filosofía y Letras 6: 79-90. UBA. ISSN: 1852-060X,
2013.
[4] Como bien
afirma María Eugenia Conforti, la educación no formal
incluye todas aquellas propuestas educativas estructuradas en contextos que no
están diseñados específicamente para las relaciones de enseñanza-aprendizaje;
no sólo el museo sino otras, como por ejemplo la ciudad, las casas de cultura,
sociedades de fomento, clubes, etc. María Eugenia Conforti.
“Educación no formal y patrimonio arqueológico. Su articulación y
conceptualización”. Intersecciones en Antropología. Facultad de Ciencias
Sociales - UNCPBA - 11: 103-114. 2010. ISSN 1666-2105, 2010, p 6.
[5] María Luz Endere y José Luis Prato. Patrimonio, ciencia y comunidad. Su abordaje
en los partidos de Azul, Olavarria y Tandil. INCUAPA,
UNCPBA, 2009, pp. 19-37.
[6] María Elida Blasco. Un museo para la colonia…, Op. Cit., pp. 121-139; Nagy Mariano. “Los museos de la
última…”Op. Cit. pp. 79-90.
[7]
Adoptamos la definición de Museo elaborada por el Consejo Internacional de
Museos (ICOM) que lo define como: “una
institución permanente, sin fines de lucro, abierta al público, al servicio de
la sociedad y su desarrollo, que adquiere, conserva, investiga, comunica y
exhibe, con fines educativos y de promoción social, testimonios materiales del
hombre y su entorno”.
[8]
Estatuto de la Asociación, 1964. p. 1.
[9] Entre éstos se destacaban: Cecilia
S. de Freceise Rico, Sante
Salvador, Emilse Gianibelli,
Rodolfo Saling, Julio C. Escobar, Teresa C. de Saling, Leonel Acevedo Díaz, Alfredo Serres,
Emilio Ramos, Leonetto Binelli,
etc.
[10]
Cuadernillo informativo de la Inauguración y actividades del Museo y Biblioteca
“Fuerte Independencia”, Septiembre de 1963, p. 1.
[11]
Ibídem.
[12] Cabe
destacar que el artista plástico tandilense Carlos Allende era integrante
activo de la comisión directiva.
[13] El museo sufrió un cambio en su denominación. En los inicios y por el
tipo de proyecto que pretendían conformar se llamaba “Museo Tradicionalista
Fuerte Independencia”. Pero debido a la gran cantidad de documentos históricos
que había ido adquiriendo la institución, las personas a cargo de la
Biblioteca/Archivo decidieron que era más apropiado denominarlo “Museo
Histórico Fuerte Independencia”. Fue así que a comienzos de la década de 1990
el Museo cambió de nombre.
[14] Por
aquel momento los vecinos entregaban en custodia determinadas piezas
consideradas con valor histórico. Con el paso del tiempo, la mayoría de esas
piezas pasaron a formar parte del acervo cultural del museo. Pero podía suceder
que el dueño de la pieza la reclamara y la institución debía devolverla.
[15]
Cuadernillo informativo de la Inauguración y actividades del Museo y Biblioteca
“Fuerte Independencia”, Septiembre de 1963, p. 2.
[16] La Nación, Buenos Aires, 9/07/2005.
[17] Ordenanza Municipal Nº 8060/2000. Creación del
“Museo de Ciencias Naturales”, Tandil, 2005.
[18] El Eco de Tandil, Tandil,
9/08/2011, p. 25
[19] La Voz de Tandil, Tandil, 16 /12/2011,
p. 23
[20] El Eco de Tandil, Tandil, 2/05/2014; El Diario de Tandil, Tandil, 30/04/2014.
[21]
Informe de Asesoramiento Museológico para el Museo Municipal José Hernández (1996-1997), p. 6.
[22] La historia de la Estancia “Laguna de los Padres” se remonta a las
primeras décadas del siglo XIX, este trabajo se limitará a abordar la historia de Museo que allí
se emplaza. Para conocer sobre la historia de la estancia ver Cesar Román. Cuando Mar
del Plata era Campo. Ediciones
Suarez, 2004.
[23] Entre
los que se destacaban Esteban H. Aguirre, Alfredo D. Rabellino,
Ernesto Cilley Hernández, Tomas Vignolo,
Ignacio Leal Lasota, Gregorio Gorozo,
José Argentino Zoppi, Miguel Borthiry,
Roberto Damián Núñez,
Dardo Moya y Héctor Vezzi Sendra.
[24] Cuadernillo informativo de circulación
interna de la Asociación Museo Tradicionalista Argentino José Hernández
(1963-1975), p.1.
[25] La Nación, Buenos Aires, 26/02/1960.
[26] Sin embargo, recientemente se constató
que dicho personaje estuvo por esta zona durante la década de 1840, mientras
que la construcción del casco de la Estancia se remite a mediados de la década
de 1880, razón por la cual no es posible que Hernández haya pasado su
adolescencia allí. Sobre este tema ver: Felicitas Sánchez Azcárate.
“Cuando el mito supera la
realidad: La figura de José Hernández y su pasaje por la Laguna de los Padres”,
presentado en II Jornadas Martinfierristas, Ayacucho,
Buenos Aires, 2013.
[27] La Capital, Mar del Plata, 11/03/1960,
p.25
[28]
Cuadernillo informativo de circulación interna de la Asociación Museo
Tradicionalista Argentino José Hernández (1960-1975), p. 12.
[29] Ídem,
p. 5.
[30] Ídem,
p. 7.
[31] Para mayor información sobre este personaje y su trayectoria como
coleccionista ver: Irene Brichetti. “Sabios, exploradores y artesanos. Amalgamas del pasado en la Mar del
Plata de primera mitad del siglo XX (1924-1954)”. RMA Museología, 2014.
[32]
Informe de Asesoramiento Museológico para el Museo Municipal José Hernández (1996-1997), pp. 17-19.
[33] Ídem,
p. 3.
[34]
Informe de Asesoramiento Museológico para el Museo Municipal José Hernández (1996-1997), p. 4.
[35] Andrea Basualdo es la jefa actual del MMJH. Es Profesora Nacional
de Folklore, título que obtuvo en el año 1997.
En el 2013 se recibió de Licenciada en Museología. Gran parte de la
información recogida para esta sección se obtuvo a partir de entrevistas
dirigidas a ella.
[36] Por ejemplo, se envían muestras a la ciudad
de Madariaga para la exposición rural, a Ayacucho para las jornadas “Martinfierristas” o al museo histórico de Balcarce con una
exposición relativa al gaucho “Martin Fierro”.
[37] SPU Nº 407/04
[38] María Alejandra Pupio.
“Coleccionistas de objetos históricos, arqueológicos y de ciencias naturales en
museos municipales de la provincia de Buenos Aires en la década de 1950”, História, Ciencias, Saúde-Manguinhos,
V. 12, 2005, pp. 205-229.
[39] Sobre el “discurso criollista” ver: Adolfo
Prieto. El discurso criollista en la formación de
la Argentina moderna. Sudamericana. Buenos Aires, 1998.
[40] Alejandro Cattaruzza. Descifrando pasados: debates y
representaciones de la historia nacional. En A. Cattaruzza,
(Dir.), Nueva Historia Argentina, 2001.
[41] Irene Brichetti y José Vera. "Grandes corredores de la
Pampa". Continuidades y... ¿rupturas? En las narrativas escolares sobre
los indígenas que habitaron el territorio bonaerense, en Diana Mazzanti y Mónica Berón (directoras).
Cazadores-Recolectores del Cono Sur. Revista de Arqueología. UNMDP, EUDEM,
2011.
[42] María
Eugenia Conforti. “Educación no formal y…, Op. Cit., p. 2
[43] Marta
Dujovne. Entre
musas y musarañas…, Op. Cit., p. 5.