Reseñas
bibliográficas
Pablo BIROLO, Militarización
y política en el Río de la Plata colonial. Cevallos y las campañas militares
contra los portugueses, 1756-1778, Buenos Aires, Prometeo, 2014, 256
páginas.
En la línea historiográfica de la nueva historia
militar planteada por historiadores como Marchena, Kuethe y Mc Farlene, el
libro de Birolo reflexiona sobre el proceso de militarización en el Río de la
Plata y pone en cuestión la imagen clásica de éste como deudor de las
Invasiones Inglesas. Las observaciones y análisis del autor respecto de las
campañas militares contra los portugueses instalados en Colonia del Sacramento
le permiten reformular la cronología de la militarización en el Río de la Plata
y proponer que esta movilización tuvo sus orígenes en la primera campaña por la
toma de Colonia de Sacramento en 1680 hasta su recuperación definitiva en 1777.
El eje central para el estudio de la militarización gira alrededor de las dos
campañas militares encabezadas por Pedro de Cevallos en 1762 y 1777 que le
permiten plantar varias líneas problemáticas como: los cambios introducidos en
la organización de la defensa a partir del ascenso de los Borbones, la
composición de las tropas expedicionarias, el financiamiento, la relación entre
la guerra en América y la diplomacia en la metrópoli con las potencias
competidoras, el papel de los territorios americanos en el marco de los
conflictos bélicos internacionales, entre otros.
La investigación se construyó a partir de
diversas fuentes, con un interés particular en la documentación de tipo
epistolar entre los gobernadores rioplatenses y los funcionarios metropolitanos
encargados de los asuntos coloniales. Estas cartas permiten componer los modos
en que se percibían los problemas de la organización de la defensa y las
fuerzas militares en estos territorios.
El libro está organizado en 10 capítulos, los
dos primeros dedicados a la descripción de los antecedentes en la organización
de la defensa de los territorios americanos en general y particularmente del
Río de la Plata. Para ello se ponderan la organización y composición de las
campañas militares a Colonia de Sacramento de 1680, 1704, 1735; previas a las
de Pedro de Cevallos.
Los capítulos siguientes constituyen el nudo
problemático de la investigación centrada en las dos expediciones militares de
Pedro de Cevallos de 1762 y 1777. El capítulo tres se concentra en el arribo
del nuevo gobernador Cevallos, enviado con el objetivo de concretar lo acordado
en el tratado de Madrid y revolver varios frentes de conflicto, sofocar la
sublevación guaraní contra la reubicación de las misiones, concretar el
traslado de las poblaciones guaraníes, recuperar militarmente Colonia.
Problemas que implicaban resolver la cuestión militar en el marco de una lucha
política facciosa entre jesuitas y anti-jesuitas, teniendo en consideración que
todas las expediciones previas a las del gobernador Cevallos, el componente
mayoritario de las milicias fueron los guaraníes de las misiones.
En el capítulo cuatro se analiza el proyecto
militar del Gobernador, en el marco del cambio en la política exterior que
supuso la muerte de Fernando VI y el ascenso de su hermano Carlos III, que puso
fin a la política de neutralidad de su antecesor. Pero el proyecto militar de Cevallos implicó
la implementación de un plan estratégico que no se limitó sólo a la
reorganización de las milicias. Un ejemplo de esto son las medidas tomadas en
torno a la limitación y persecución de las prácticas del contrabando, que
restaban recursos indispensables para sostener el financiamiento de las
milicias. Con este objetivo se instalan diferentes guardias de frontera para la
vigilancia de personas y bienes.
Otro tema que el autor examina en este capítulo
es la composición de las tropas organizadas por Cevallos para la conquista de
Colonia en 1762/63, para ello hace un contra punto con las formaciones de las
expediciones anteriores. Lo que destaca es el cambio en el tipo de población
que integra las tropas, por primera vez las fuerzas españolas constituyen la
mayoría de soldados, a diferencia de las otras campañas militares –de 1680,
1704 y 1735- cuya mayoría la constituían los guaraníes. Por otro lado, se
analiza el peso que tenía el contrabando entre los habitantes de Buenos Aires y
sus vecinos portugueses en el marco de un enfrentamiento bélico que, sin dudas,
puso en una encrucijada las lealtades de quienes tenían que enfrentar a sus
socios comerciales. Una cuestión que contribuye a explicar la insistencia en el
envío de tropas veteranas para mejorar la defensa, ya que sus integrantes
escapaban de los lazos relacionales locales.
El desenlace de la guerra de los siete años,
otra vez, exige la devolución de los territorios recientemente conquistado, una
cuestión que pone de manifiesto la importancia estratégica de los territorios
Americanos, pero además, evidencia una política ambigua que implicaba perder en
la arena diplomática, lo ganado en el campo de batalla.
En el capítulo cinco se aborda el proceso de
militarización en Buenos Aires a partir de la Real Instrucción para la
formación de Cuerpos de Milicias Provinciales de 1764, un plan que puso todo el
peso de la defensa en las milicias, pero ahora disciplinadas a partir del
entrenamiento y enseñanza de los soldados veteranos enviados para tal fin. Este
cambio supuso la conformación de una sociedad marcadamente militarizada que
suscitó la oposición de diferentes sectores. El autor analiza en detalle las
consecuencias que la militarización supuso, como la oposición capitular a la
extensión del fuero militar sobre los milicianos y la imagen de Cevallos como
representante del proyecto Borbónico, el impacto sobre la fuerza de trabajo
masculina, los problemas en torno a la deserción y las diferencias entres las
ventajas y desventajas que suponían dotar a determinados espacios con tropas
milicianas o veteranas.
Un aspecto que enriquece, aun más, la mirada
sobre el tema es la puesta en perspectiva del proceso de militarización en
Buenos Aires en relación a otros casos como el de Santa Fe y Corrientes que
desarrolla en el capítulo 6. El primero de ellos expresa la obediencia al
gobernador en reciprocidad a la ayuda recibida por los santafesinos para
solucionar la permanente amenaza indígena, y por otra, a su larga experiencia
de movilización militar para defender sus fronteras. Mientras que el
levantamiento correntino, en oposición a la movilización miliciana, se analiza
en clave de la lucha facciosa (jesuita-anti-jesuita). La estrategia de
acercamiento a la compañía de Jesús por parte de Cevallos en el intento por
resolver el traslado de las misiones guaraníes, determinó su desplazamiento de
la Gobernación, por la decisión del rey Carlos III de expulsar a los jesuitas
de todos sus dominios.
En el capítulo 7 se trata el tema de la
militarización pero en ausencia del que fue su principal reformador. En esta
nueva etapa, debía pensarse una nueva reorganización de las milicias luego de
la expulsión de la orden Jesuítica para resolver los problemas fronterizos con
los portugueses. El autor analiza las medidas tomadas por el gobernador Vértiz
y la estrategia de control sobre la población para hacer más eficiente el
reclutamiento. La nueva campaña ofensiva preparada por Vértiz ya no contaría
con la otrora destacada participación de los guaraníes de las misiones,
situación que influyó decididamente en una nueva reforma militar y defensiva.
Hacia 1775 los portugueses avanzan sobre los
territorio de Río Grande y ante esta situación la corona española diseña una
política ofensiva que se trasformó en la más grande de las expediciones
enviadas a los territorios americanos hasta el momento. En los capítulos 8 y 9
se consideran las múltiples medidas que reorganizaron y cambiaron la posición
política ocupada por el Río de la Plata en los dominios americanos. El proyecto
estratégico encargado al Conde de Ricla para organizar una expedición de gran
envergadura, encontró su ejecutor en Cevallos, un hombre con vasta experiencia
en la región. Este proyecto de la corona consistió, además, en la
reorganización territorial que supuso la creación del Virreinato del Rio de la
Plata conjuntamente con la implementación de una serie de medidas que
aceleraron el proceso de crecimiento de la nueva jurisdicción. La figura de
Cevallos se convirtió en la expresión más inmediata de las Reformas Borbónicas,
cuyo aspecto central fue la militarización de las estructuras de gobierno.
Hacia el final del capítulo el autor reflexiona
sobre los problemas recurrentes en la defensa de estos territorios como son el
financiamiento de las milicias y la competencia entre Lima y Buenos Aires por
la administración de los recursos y las estrechas relaciones económicas entre
porteños y portugueses.
El problema de la defensa planteó dos desafíos a
resolver, por un lado la defensa externa, de los emplazamientos costeros ante
la amenaza de otras potencias extranjeras y por otro, la defensa interna de la
frontera indígena y portuguesa. La agenda política de Cevallos concentró todos
sus esfuerzos en la protección de la frontera externa y dejó en suspenso el
problema de la frontera interna. Una vez resulto el conflicto portugués, los
esfuerzos militares se volcaron al cuidado de las oportunidades económicas que
ofrecía el nuevo virreinato y ello implicaba volcar la mira hacia la defensa
interna.
Por último, el desenlace del libro está dedicado
al análisis de las representaciones que
los contemporáneos tenían de la figura de Cevallos y de la transformación de su
imagen que pasó del rechazo, como representante de una reforma política que
limitaba los poderes locales, a la de líder político. Un tipo de liderazgo
cuyos rasgos mostraban la permanencia de las tradiciones políticas coloniales
en la etapa post-revolucionaria.
El libro de Birolo presenta una propuesta
interesante sobre el proceso de militarización inscribiéndolo en un horizonte
cronológico amplio, que le permite reformular los planteos clásicos sobre la
movilización militar en el contexto de las invasiones inglesas y marcar los
antecedes coloniales de ese proceso. Desarrolla las principales líneas de
trasformación planteadas por las Reformas
Borbónicas como la militarización de la sociedad, el territorio y los estilos
de gobierno. Una investigación que traza muchos caminos para futuras
investigaciones que permitan continuar en la construcción de conocimiento. En
este sentido sería interesante reformular la cronología de las Reformas
Borbónicas que propone el libro, en una clave distinta, en la cual el
virreinato del Río de la Plata ya no sería el inicio de un proceso, sino que,
la decisión política de su creación comienza a cerrar un proceso abierto a
comienzo del siglo XVIII. Este cambio de mirada reforzaría aún más la hipótesis
sobre las raíces coloniales de la movilización militar rioplatense que se
plantea en el libro.
María Celeste Forconi
Investigaciones
Sociohistóricas Regionales,
Concejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas,
Centro de Estudios de
Historia Social sobre la Justicia y el Gobierno,
Universidad Nacional de
Rosario, Argentina
mcforconi@hotmail.com
Gabriela ÁGUILA; Santiago
GARAÑO; Pablo SCATIZZA (coordinadores), Represión estatal y violencia paraestatal en
la historia reciente argentina. Nuevos abordajes a 40 años del golpe de Estado,
La Plata, Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias
de la Educación, 2016, 484 páginas.
“Represión estatal y
violencia paraestatal en la Historia Reciente Argentina” fue publicado en 2016
por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la
Universidad Nacional de la Plata y compilado por los historiadores Gabriela
Águila y Pablo Scatizza y por el antropólogo Santiago Garaño. Cuenta con 484
páginas donde diferentes científicos vinculados a la Red de Estudios sobre
Represión y violencia política (RER) analizan las características y los
alcances de la represión durante la última dictadura militar.
Se trata de un
valioso aporte a la Historia reciente en tanto analiza desde diferentes ángulos
y escalas las bases teórico - ideológicas, históricas y prácticas que
permitieron instalar la violencia política, el exterminio y la desaparición
clandestina a partir de 1976.
Los artículos que se
presentan amplían notoriamente los aspectos en que la violencia de la última
dictadura ha sido investigada. En primer lugar, temporalmente ya que los
análisis exceden el periodo 76-83 buscando rasgos de una experiencia común en
los años ´60. En segundo término, a nivel de los actores ya que no centran su
atención exclusivamente en la responsabilidad militar sino también en los
agentes de poder constitucionales y en la sociedad civil. En tercer lugar, a
nivel de los hechos dado que avanzan más allá del secuestro, la tortura y la
desaparición abarcando fenómenos como el exilio, la apropiación de menores y
las experiencias de los presos políticos. Finalmente, a nivel de las escalas en
tanto cuenta con una serie de artículos que analizan la represión en plano
local.
El libro se divide
en tres secciones que reflejan la génesis y la aplicación de la violencia
estatal en Argentina.
La primera parte “La
represión antes del golpe: orígenes y condiciones de posibilidad” analiza los
discursos, procesos y políticas, militares y constitucionales, que hicieron
posible y justificaron la represión política desde 1955. Dicha sección se
inicia con una historización de la represión estatal realizada por Marina
Franco, quien plantea la idea de “normalidad” en relación a la violencia de la
última dictadura. Para ella, la violación a los DDHH formó parte de un
entramado que excede al periodo 1976-1983 y que se iniciaría en 1955 en torno a
“la concepción del conflicto social y político como amenaza total que debía ser
eliminada”[1], siendo la
violencia prerrogativa de las dictaduras y de los gobiernos constitucionales.
Asimismo, analiza la excepción hecha norma en torno al rol central y autónomo
que fueron tomando las FFAA para controlar el orden interno.
Siguiendo este eje,
Hernán Merele analiza la represión ´73- ´76 rompiendo con los estudios
tradicionales que describen al periodo dominado por el accionar de la Triple A
y por una posición clara y uniforme del gobierno constitucional en oposición a
los grupos revolucionarios. Merele sostiene que en la represión existió una
fuerte participación civil – partidaria del peronismo y que, recién con la
renuncia de Cámpora, el gobierno internalizó la idea militar del enemigo
subversivo dando lugar prioritario a la acción parapolicial.
Por otro lado,
centrándose en el papel militar, Esteban Portoriero estudia la transformación
ideológica de las FFAA con la introducción de la doctrina antisubversiva
francesa y la Doctrina de Seguridad Nacional estadounidense. Utilizando
reglamentos militares como principales fuentes, sostiene que el ejército
argentino elaboró una doctrina propia combinando argumentos y metodologías de
las dos corrientes mencionadas. De este modo, y sobre todo luego del aumento
del conflicto social en el ´69, los militares modificaron la idea del enemigo,
posicionando a la subversión como problema interno a eliminar.
Siguiendo estos
parámetros, Divinzenso y Garaño analizan los mecanismos con que los militares
complementaron y justificaron su accionar. María Alicia Divinzenso aporta un
interesante trabajo sobre la “Acción cívica” de las FFAA, impulsada a partir
del ´60 por la DSN paralelamente a la acción represiva, para ganar espacio al
accionar comunista frente a las problemáticas sociales y a los sectores
potencialmente revolucionarios. La autora realiza un análisis pormenorizado del
II Cuerpo del Ejército en Rosario creado en 1960, donde observa a la Acción
cívica como un método para sumar adscripción social, mediante la acción militar
en educación, salud pública y bienestar, y como herramienta para una mayor vigilancia y
disciplinamiento.
Finalmente, Santiago
Garaño estudia la importancia del Operativo Independencia como teatro de
operaciones donde las FFAA legitimaron y publicitaron su papel en la lucha
antisubversiva así como ejercitaron las prácticas represivas clandestinas que a
partir de 1976 se aplicarían a escala nacional: la aplicación del terror
social, la tortura, la desaparición forzada y los centros clandestino de
detención.
La segunda sección
del libro “Prácticas, dispositivos y efectos sociales en contextos de
represión” presenta siete artículos sobre las prácticas y sujetos de la
violencia estatal. Asimismo, pone atención en los procesos de resistencia
frente a la represión.
En cuanto a los
dispositivos de violencia, Silvina Jensen y Soledad Lastra analizan el exilio
rompiendo su relación exclusiva con los gobiernos de facto en tanto la faz
represiva del fenómeno antecedió y excedió al periodo 76-83, inscribiéndose
incluso en periodos democráticos. Asimismo, el artículo analiza cómo este
mecanismo sirvió para deslegitimar internamente a quienes se exiliaron.
Siguiendo la
temática, Débora D´Antonio analiza la cárcel como instrumento de violencia
estatal. Centrándose en los presos políticos de los penales de Devoto y Rawson
estudia cómo se intentó aniquilar la subversión mediante el confinamiento,
quebrando todo espacio colectivo y avasallando las libertades individuales
desde una perspectiva de género. Asimismo, recorre los espacios de resistencia
de presos y presas contra la violencia del Estado, esgrimidos también desde una
identificación social de género.
Los artículos de
Marianela Scocco y de María Sarrabayrousse Oliveira tratan los mecanismos de
las FFAA para darle legalidad a la
represión política: los consejos de guerra militares y la creación del fuero
antisubversivo, “El Camarón”. Scocco analiza cómo la justicia militar fue
aplicada a civiles argumentando la incapacidad de la justicia ordinaria en
procesos de alta conflictividad social como la lucha antisubversiva. De este
modo, las decisiones administrativas e ilegales eran ficcionalizadas como
procesos judiciales y adquirían su carácter legal. Por su parte,
Sarrabayrousse Oliveira reflexiona sobre las alianzas que los represores
tuvieron en el sistema judicial en torno a la constitución de un nuevo grupo de
poder formado por los jueces “minoristas” y la Cámara del Crimen. La autora
refiere a cómo las prácticas de la dictadura fueron avaladas por las relaciones
políticas, ideológicas y de sociabilidad que el Estado represor mantenía con
dicha estructura.
En este mismo
enfoque se ubica Carla Villalta con el análisis sobre la apropiación de
niños. Sin quitarle responsabilidad ni especificidad al accionar militar,
Villalta da cuenta de cómo se enmarcó en prácticas y discursos aceptados
socialmente en torno a los niños en contextos de vulnerabilidad. Asimismo,
refiere al conglomerado de responsabilidades judiciales y civiles que hicieron
más sencillas las acciones militares.
Si bien varios de
los artículos mencionados refieren a los sujetos que fueron objeto de la
represión, Basualdo, Jasinski y Kahan aportan análisis poco explorados: la
represión a los trabajadores, al movimiento sindical y a la colectividad judía.
Victoria Basualdo y
Alejandro Jasinski observan cómo el ataque al movimiento obrero recibió la
colaboración de las estructuras empresariales en el contexto de
reestructuración económica. De ese modo dan cuenta del proceso de
“normalización” que intentaron las FFAA donde las empresas colaboradoras cedían
espacios y aportaban a la detención y/o desaparición de trabajadores.
Emmanuel Kahan por
su parte, presenta un polémico análisis que “pone en suspenso”[2] la vinculación directa entre el
antisemitismo militar y el trato hacia los detenidos judíos. A partir del caso
del periodista judío Jacobo Timerman y de los documentos militares en torno a
su detención, argumenta que no se puede pensar a los judíos como víctimas
especiales de la represión dado que las prácticas deshumanizantes y denigrantes
fueron aplicadas a la totalidad de los detenidos por el Estado terrorista.
Finalmente, la
tercera sección del libro “Formas y escalas de la represión en Dictadura”
realiza un trabajo exhaustivo a escala local articulando trabajos sobre los
modos, las temporalidades, las fuerzas y el alcance de la represión.
Dentro de este enfoque se incorporan cinco trabajos centrados en ámbitos
concretos de análisis.
Los historiadores
Gabriela Águila y Luciano Alonso hacen foco en la provincia de Santa Fe. Águila
recorre las características de la represión en Rosario entendiendo la
existencia de “variaciones y diversidades locales”[3] en su implementación. Para la
autora, hacia fines de 1975 ya se observa un fuerte incremento de la violencia
estatal liderada por las fuerzas armadas y de seguridad y complementada con la
presencia de violencia paraestatal. Dichas acciones cobraron una mayor
articulación y alcance una vez iniciada efectivamente la Dictadura. Águila
describe los dispositivos y circuitos represivos en torno al II Cuerpo del
Ejército, bajo la comandancia de los Generales Díaz Bessone y Galtieri, y al
Servicio de Informaciones de la policía de Rosario, dependiente de la Unidad
Regional II dirigida por el comandante Agustín Feced.
Alonso, por su
parte, presenta el caso de la represión en la ciudad de Santa Fe teniendo en
cuenta sus particulares características productivas, sociales e ideológicas. El
autor entiende que si bien el foco de la violencia estaba en las fuerzas de
seguridad, la represión cotidiana en dicha ciudad excedió, en tiempo y modos,
la violencia estatal. Esta opresión iba “más allá de la muerte”[4] y se manifestaba en la
estructura social a través de la “cultura autoritaria”[5] que vinculaba el accionar
estatal represivo y la sociedad civil.
En cuanto a la
represión en el sur del país, Pablo Scatizza aporta un cuantioso enfoque sobre
la represión en el Comahue al presentar las líneas principales de recientes
investigaciones sobre dicha región. El autor corre el foco de los grandes centros
urbanos, “zonas calientes” para la lucha antisubversiva, y analiza el
despliegue represivo en un área que no califica específicamente en esos
parámetros. De esta manera, analiza las fuerzas y los modos de la represión así
como la presencia de los centros clandestinos de detención y tortura en el
Comahue.
María Montero sigue
esta línea de análisis, ampliando el enfoque de estudio de la represión.
Centrada en el caso de Bahía Blanca, hace foco en los organismos de
inteligencia que estructuraron la “Comunidad informativa”[6] de las fuerzas de seguridad y
que tuvieron “una participación activa y cardinal en distintos momentos y
lugares del circuito represivo”[7].
Finalmente, y como
cierre articulador de todo el libro Melisa Slatman presenta un análisis de la Operación
Cóndor como herramienta de eslabonamiento regional para la violencia política
del Estado. La OC es posicionada como un “andamiaje con evolución histórica”[8] que permitió crear un espacio
trasnacional de represión. De ese modo, la autora analiza exhaustivamente las
estructuras represivas nacionales para comprender cómo el Plan las vinculó y
articuló.
A modo de síntesis,
“Represión estatal y violencia paraestatal en la Historia Reciente Argentina”
articula diversas perspectivas, escalas, fuentes y objetos de análisis con un
fuerte componente de actualidad en las investigaciones. Los artículos abren
nuevos interrogantes para completar los espacios aún poco explorados en torno a
la violencia estatal y a la represión política. Asimismo, la compilación valoriza
la presencia de la RER como canalizador de las investigaciones sobre violencia
política y de aportes a la Historia Reciente, instituyendo un valioso insumo
para quienes realizan sus indagaciones en dichos ámbitos. Quizás, como futura
proyección, resultaría enriquecedora una mayor profundización
multidisciplinaria.
Daniela Pighin
Universidad
Nacional de General Sarmiento, Argentina
danielapighin@hotmail.com.ar
[1] Gabriela Águila, Santiago Garaño y Pablo Scatizza (coordinadores).
Represión estatal y violencia paraestatal
en la historia reciente argentina: Nuevos abordajes a 40 años del golpe de
Estado. La Plata, Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades
y Ciencias de la Educación, 2016, p. 18
[2] Ídem, p. 11
[3] Ídem, p.341
[4] Ídem, p.448
[5] Ídem, p.424
[6] Ídem,
p.378
[7] Ídem,
p.385
[8] Ídem, p. 454