El repertorio teatral de Amigos del Arte:
entre la “cultura anarquista” y la “cultura de masas”. Mar del Plata, 1939-1947
The theatrical
repertoire of Amigos del Arte: between the “anarchist culture” and the “mass
culture”. Mar del Plata, 1939-1947
Milagros
Dolabani
Facultad de Humanidades,
Universidad Nacional de Mar
del Plata, Argentina
milagrosdola@hotmail.com
Resumen
El grupo
teatral “Amigos del Arte”, perteneciente a la Biblioteca Popular Juventud
Moderna de la ciudad de Mar del Plata, tuvo presencia entre los años 1939-1947,
ligándose su actividad cultural al accionar político y sindical anarquista
presente en esa institución. El análisis de su repertorio teatral será el
objeto de este artículo, considerando en la recopilación de obras, textos y
autores la presencia de componentes referidos a una “cultura anarquista” o bien
de una “cultura de masas”. Para ello consideraremos posiciones más
tradicionales sobre teatro anarquista, ancladas en experiencias pertenecientes
a las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX. En su desarrollo
partiremos de un enfoque que relacione las obras utilizadas con las particularidades
del contexto socio-histórico en el que el grupo filodramático tuvo presencia y
donde realizaba sus funciones teatrales.
Palabras Clave
teatro; anarquismo; cultura de masas; cultura anarquista
Abstract
The theatrical group "Amigos del Arte", belonging to Popular
Library “Juventud Moderna” of the city of Mar del Plata, Argentina, had
presence between the years 1939-1947, linking its cultural activity to the
politician and anarchist trade union present in the institution where it was
serving. The analysis of his theatrical repertoire is the subject of this
article, considering the presence of components referred to a "anarchist
culture" or a "mass culture" in the compilation of dramatic
works, texts and authors. We will also consider more traditional positions on
the so-called anarchist theater, anchored in the last decades of the nineteenth
century and the first of the twentieth. For its development we use an approach
that relates the particularities of the works used by the group with the
characteristics of the socio-historical context in which the philodramatic
group had a presence and in which it developed its theatrical functions.
Keywords
theather; anarquism; mass culture; anarquist culture
Introducción
El anarquismo dentro de la
tradición militante en América Latina se ha caracterizado por la multiplicidad
de medios utilizados para la transformación de la sociedad burguesa, pues el
establecimiento de una sociedad nueva no estaba signado solamente por la
abolición del sistema de clases y el capital, sino también de todo tipo de
autoridad incluyendo la Iglesia, el Ejército y el Estado. De allí que sus
esfuerzos se dirigieron a la conformación de círculos y sindicatos, pero
también de ateneos, bibliotecas, escuelas, periódicos y demás formas que
sirvieran a los fines emancipatorios perseguidos, así como de ámbitos que
comprendían la sociabilidad y la recreación.
Dentro de
sus proyectos emancipatorios, el teatro fue muchas veces concebido como una de
las herramientas para la difusión de las ideas, importante medio desde el que
se batallaba con las formas y prácticas culturales hegemónicas, así como
también desde el que se intentaba enfrentar el avance de las industrias
culturales emergentes a mediados del siglo XX. En ese sentido los cuadros
filodramáticos pertenecientes a las distintas agrupaciones, bibliotecas y
círculos, también recogían la tarea de denuncia social y arenga ante el público
al que dirigían su mensaje.[1]
En este artículo, nos centraremos
en la experiencia del conjunto filodramático “Amigos del arte” perteneciente a
la Biblioteca Popular Juventud Moderna (BPJM), institución históricamente
ligada al mundo obrero y al movimiento anarquista de Mar del Plata. Su
actividad transcurre entre los años 1939, momento en que se realiza la primera
función teatral, y 1947, cuando la biblioteca es clausurada por el gobierno
peronista, período al que se circunscribe el presente trabajo. En su desarrollo
analizaremos el repertorio de obras y autores escogido por el mismo, atendiendo
a las transformaciones acontecidas en el contexto de estudio referidas a la
emergencia de manifestaciones culturales de masas, los tópicos tocados en las
obras seleccionadas, así como también a investigaciones más clásicas sobre
teatro anarquista. Éstas últimas destacan en la selección de textos y obras de
teatro la preeminencia de la difusión de las ideas ácratas, cuyos mensajes
proselitistas esparcidos hacia la audiencia tenían el propósito de conformar
una cultura alternativa o de oposición a la cultura hegemónica y sus medios de
comunicación y entretenimiento.[2] De esa manera se buscaba trascender el campo
meramente estético para influir en la política, privilegiando el valor
propagandístico del arte por sobre su perfección formal, entendiendo a la
propaganda política no en términos electoralistas o parlamentarios, sino como
la difusión de concepciones del mundo distintas a la visión del mundo
dominante.[3]
Para nuestro trabajo adoptamos
una concepción del estudio teatral que lo comprende en relación a las
particularidades de la cultura y del contexto en el que toma lugar, relacionado
sus textos dramáticos y la procedencia de sus dramaturgos con el contexto en el
que surge y se desarrolla. Aunque los análisis “inmanentistas” centrados en la
dimensión interna del teatro tuvieron vigencia en décadas anteriores,[4] consideramos pertinente no descuidar ese
aspecto, pues permite aproximarnos tanto a las líneas estéticas, como a los
contenidos que el grupo filodramático privilegiaba a la hora de efectuar sus
puestas.
El
anarquismo y el teatro en la Mar del Plata de los años cuarenta
En los años
posteriores al golpe de estado de 1930 fueron manifestándose cambios que
afectaron las formas de sociabilidad, la cultura, la política y las
organizaciones sindicales a escala nacional y local. La BPJM, institución que
desde 1911 reunió al mundo obrero y popular de la ciudad, comenzó un período de
revitalización luego de los difíciles años experimentados durante la dictadura
de Uriburu, tomando parte en distintas actividades de promoción cultural
(conferencias científicas y filosóficas, realización de pic-nics y su propio
cuadro filodramático) y gremial, constituyéndose en 1940 la Unión Obrera Local
(UOL) de gremios autónomos, con sede en esa misma casa.
Dicha
revitalización forma parte del clima más favorable abierto hacia la
participación política y cultural iniciado a mediados de los años ´30, junto a
la reactivación económica experimentada en un contexto donde la ciudad va
transformándose lentamente de balneario de elites a balneario de masas. Por su
parte, en esos años Mar del Plata experimenta un importante crecimiento de la
población, constituido por nuevas generaciones de marplatenses, hijos y nietos
de la población inmigrante de ultramar. Pero también la llegada de corrientes
migratorias provenientes de ciudades cercanas como consecuencia del impacto
sufrido en sus actividades agrícola-ganaderas tras la crisis del ´29, engrosará
la proporción de población económicamente activa e incrementará el porcentaje
de población sindicalizada, repercutiendo en el grado de conflictividad social
local. Así es que “La confluencia de una nueva generación de militantes
anarquistas y de una nueva generación de obreros/as dejó una profunda huella en
la historia de las luchas sociales de la ciudad”,[5] ingresando nuevos y nuevas militantes a las
actividades de la BPJM, e impulsando desde allí distintas iniciativas, como la
constitución del conjunto filodramático “Amigos del Arte”.
Como parte
de las transformaciones en que el periodo se ve envuelto, la organización
gremial también sufrirá distintas reconfiguraciones, signada por la formación
de nuevos sindicatos, y en ese marco por la ruptura de relaciones de la UOL con
la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) para alinearse con la Federación
Anarco Comunista Argentina (FACA) a partir de 1940. Dicha reconfiguración fue
acompañada de la realización de nuevas lecturas y del trazado de tácticas más
próximas a una coyuntura donde el Estado estará cada vez más presente
intermediando en los conflictos entre capital/trabajo, siendo una de las más
significativas la aceptación de adquirir conquistas laborales sancionadas
legalmente.
Por otro lado, respecto a las
actividades del mundo de la recreación y la cultura, se abre un periodo donde
proliferan los cuadros filodramáticos, los que presentes en las décadas
previas, se asociaban a instituciones sociales o políticas.[6] El grupo filodramático “Juventud Moderna”,
precursor de “Amigos del Arte”, constituye un ejemplo del lazo tendido entre
grupos vocacionales de teatro e instituciones políticas, desempeñándose en la
BPJM durante los años 1922-1925, como retomaremos más adelante.
Durante los años ´30 y ´40 la
composición de las audiencias culturales también fue trastocándose,
prosiguiendo con un proceso iniciado en los años ´20, cuando soportes de
comunicación como la radiodifusión y el cine se expanden y superponen. Como
sostiene González Velasco respecto a esas transformaciones “[la lógica de la
industria del cine] En principio, impactó en el teatro, no sólo como tipo de
espectáculo…, sino porque todo lo que hacía a su composición en poco tiempo
quedó vinculado al cine y a la radio. Así, los artistas teatrales encontraron
nuevos trabajos en los radioteatros y en las películas. Pero también fueron
hacia allí los autores, los productores, los directores.”[7]
En las salas
de cines locales esos cambios comenzaron a experimentarse a partir de los ´30,
las que también funcionaban como teatros; soportes que hasta el momento habían
permanecidos separados como el cine, la radio y el teatro “terminaron
hibridando el metatexto teatral y radiofónico en el común recipiente del
tablado”.[8] Sin embargo es a partir de la década de 1940
que las transformaciones descritas comienzan a tener más protagonismo, con una
mayor presencia de las salas de cine en zonas céntricas y en los barrios que se
extendían hacia los bordes de la ciudad, y con la aparición más asidua de
elencos teatrales de formación local.[9]
El repertorio de “Amigos del
Arte”
Desde
su primera función teatral en 1939 hasta la clausura de la Biblioteca en la que
desempeñaba su actividad artística en 1947, Amigos del Arte representó en 35 funciones un total de 27 obras
de teatro, repitiéndose la puesta en escena de algunas de ellas en distintos
momentos de su trayectoria. La forma que solían adoptar sus funciones, y en
consonancia con una larga tradición anarquista, era la de “velada artística”,
eventos en los que usualmente se representaban más de una obra, y que también
solían incluir recitales de guitarras criollas y recitados de “diálogos en
verso”.
Bajo la sistematización del total
de obras realizadas, destacamos que a pesar de que muchas de las ellas fueron
interpretadas en más de una ocasión, la mayoría lo hicieron solo en el día de
su debut. Así es que dentro del total de 27 obras escogidas, 22 aplican a esa
categoría, dentro de las que 15 pertenecieron a dramaturgos y autores escogidos
exclusivamente en esa oportunidad.
A ese respecto tanto Julio
Sánchez Gardel como Rodolfo González Pacheco fueron los dramaturgos más
representados de su repertorio, no sólo por la cantidad de veces en que se puso
en escena alguna de sus obras -cuatro en total para cada uno-, sino también por
usarse más de una obra de su autoría: Los
Mirasoles en tres ocasiones, y Amor
de Otoño del primero; mientras que de González Pacheco Hermano Lobo también en tres ocasiones e Hijos del Pueblo en una única función.
En las próximas páginas nos
dedicaremos al examen de los autores y obras escogidas, mediante un análisis
intensivo de los textos de las obras representadas, sugiriéndonos una serie de
escenas que nos parece oportuno recorrer para poner en diálogo los textos
teatrales, el contexto en que fueron representados y la bibliografía académica
sobre teatro y anarquismo. A ese respecto, investigaciones centradas en las
experiencias de teatro anarquista durante las últimas décadas del siglo XIX y
las primeras del XX, exponen como uno de sus rasgos centrales la presencia de
autores o dramas cuyo propósito era el de esparcir mensajes proselitistas o de
crítica social demarcada.[10] Dichas observaciones coinciden con lo
examinado en el repertorio del primer conjunto filodramático de la biblioteca,
pues en las funciones de “Juventud Moderna” se destaca la presencia de autores
ligados de un modo u otro con el movimiento libertario: Alberto Ghiraldo, Tito
Livio Foppa, Florencio Sánchez, son autores que van en ese sentido,
coexistiendo con obras de contenido y denuncia social como Juan José de Joaquín Dicenta, Tierra
Baja de Ángel Guimerá, La Fragua
de Armando Discépolo, o El Sargento Palma
de Martín Coronado.[11]
Adelantándonos al desarrollo de
nuestro análisis, las escenas que hemos delineado nos arrojan un perfil más
heterogéneo respecto de aquella primera experiencia teatral de la asociación;
escenas que por su parte no logran ni pretenden clasificar y/o dividir el
repertorio en diversos grupos, sino deconstruirlo a partir de una serie de
interrogantes que nos devuelvan una imagen caleidoscópica de su labor.
Siguiendo con esa premisa, consideramos que la sistematización, el análisis y
la descripción de las obras representadas por “Amigos del Arte”, nos abre un
canal de aproximación conveniente hacia su experiencia teatral concreta.
La
nacionalidad de los autores: un paréntesis para los españoles republicanos
Realizando una clasificación
basada en el país de origen de los autores, éstos eran en su mayoría argentinos
o bien extranjeros que se habían radicado en el país y que aquí desarrollaron
su carrera profesional. Dentro de dicho grupo, nos interesa destacar la
presencia de aquellos cuya nacionalidad era española, como Serafín y Joaquín
Álvarez Quintero, Eusebio Sierra y Vicente Medina, éste último radicado en
Argentina pero cuya obra se destaca por el retrato e incorporación de elementos
propios de la identidad y el folklore de Murcia.
En este grupo de autores podemos
incluir al escritor de la primera obra realizada por el incipiente grupo
filodramático en el año 1939, El secreto
de Ramón J. Sender, quien junto a Vicente Medina –autor de Lorenzo, obra representada en 1946-[12]
se caracterizaron por la denuncia social. Medina fue un férreo defensor del
frente republicano en las elecciones de 1936, mientras que Sender tomó parte de
los conflictos vividos en su época escribiendo sobre la guerra civil española,
la guerra de Marruecos, y fundando en 1933 la asociación Amigos de Rusia,
posición de la que más tarde se alejaría para colaborar con el frente
republicano durante la Guerra civil.
Por su parte el sainete escrito
en 1903 Mañana de Sol de Joaquín y
Serafín Álvarez Quintero, fue la primera obra representada una vez que el grupo
filodramático se constituyó formalmente en 1940. A diferencia de los
dramaturgos señalados, los hermanos Álvarez Quintero no firmaron obras que
posean contenido político o social, sino más bien sainetes líricos o juguetes
cómicos de “realismo costumbrista ingenuo”[13] representando la vida cotidiana andaluza.
“Mañanita de Sol” como se difundía en el periódico El Trabajo, fue representada en el marco de evento más amplio a
beneficio de los refugiados españoles en Francia,[14]
el 1° de noviembre de 1940 en el teatro Colón local.[15]
Una de las particularidades de
esta obra es, además de contar con solo cuatro personajes, la corta extensión
de su texto, de apenas de 15 páginas en la primera edición de 1905, con la que
trabajamos. Consideramos que esas pueden ser algunas de las motivaciones que
llevaron al conjunto a escogerla, además de darse en el marco de la ayuda a los
refugiados españoles, para lo que se eligieron dos autores reconocidos dentro
de la tradición teatral de ese país. Asimismo la lectura de su texto no
presenta gran complejidad, con contenido dramático sencillo, sin darse un nudo
conflictivo demarcado. La obra cuenta con un cuadro y cuatro actos, situada en
una plaza de Madrid durante el otoño, lugar en que se encuentran los personajes
principales, dos adultos mayores –Doña Laura y Don Gonzalo- y sus acompañantes,
los jóvenes Petra y Juanito. Sin un gran requerimiento de despliegue físico en
escena, se centra en la conversación de los dos protagonistas en el banco de la
plaza, apoyada principalmente en su diálogo. Tampoco requiere del uso de
utilería ni de un vestuario específico, contando solo con un libro, el que
lleva el personaje de Don Gonzalo.
La primera escena es entre Doña
Laura y Petra, momento en que llegan al parque, y en la segunda escena se
acercan Don Gonzalo y Juanito buscando un sitio para sentarse. En ella
comienzan los intercambios de carácter cómico entre los dos protagonistas,
quienes “riñen” por ocupar un mismo asiento. Es en la tercera escena, una vez
solos y a partir de la lectura del libro que lleva Don Gonzalo, que comienzan a
rememorar un viejo romance del que, sin saberlo, ambos son los protagonistas.
Es un texto cargado de imágenes poéticas, donde se citan autores españoles clásicos
como por ejemplo, cuando Don Gonzalo lee de su libro: “Todo en amor es triste;
mas triste y todo, es lo mejor que existe. De Campoamor; es de Campoamor”.[16] Y luego refiriéndose a su amor de juventud
recuerda: “Era ideal. Ideal…Blanca como la nieve…Los cabellos muy negros…Los
ojos muy negros y muy dulces (…) ¡Qué formas de belleza soberana Modela Dios en
la escultura humana!”.[17]
Finalmente al no poseer un nudo
conflictivo que debe resolverse, en la última escena ambos reconocen en el otro
ese viejo amor que recordaban del pasado, y sin decirlo, simplemente se
despiden en tono amable hasta la siguiente “Mañana de Sol”.
Volviendo
sobre la nacionalidad de los autores seleccionados por “Amigos del Arte”, nos
interrogamos sobre las razones que pueden explicar la presencia relativamente
importante de los españoles frente a otros dramaturgos extranjeros. En relación a ello cabe destacar también que,
aunque dentro de la totalidad de autores la proporción de españoles es mínima
-4 sobre 22 autores escogidos- la misma se concentra dentro de los primeros
años de su trayectoria. Así es que en 1939 la única obra representada es de
Sender, una de las dos obras realizadas en 1940 es Mañana de Sol y, en 1943 Nicolás
de Eugenio Sierra, dentro de las tres obras efectuadas ese año. Esta
concentración temporal, así como la posición política de alguno de estos
autores, nos invita a vincular su presencia con las campañas apoyadas por el
anarquismo a favor de los republicanos durante la Guerra civil española.[18] La campaña para colaborar con los refugiados
españoles en Francia, contexto en el que se realizó Mañana de Sol,[19] o bien
con la “Coordinadora de ayuda a los perseguidos por la reacción internacional”[20] apoyada en 1942 con una función a beneficio,
son ejemplos que van en ese sentido.
No obstante, los tópicos tratados
en esas campañas no fueron avalados únicamente por el movimiento libertario,
pues tanto la lucha antifascista como el soporte brindado al frente republicano
en la Guerra Civil, fueron apoyados tanto por el comunismo[21] como por el socialismo.[22] En ese sentido retomamos lo que Bisso
sostuvo sobre la labor del Partido Socialista en la provincia de Buenos Aires,
donde el antifascismo “funcionó no sólo como arma de combate ideológico, sino
también como eficaz motor de movilización política y marco diseñador de
renovadas experiencias de sociabilidad local”.[23] En efecto, durante los primeros años de la
II Guerra Mundial la acción antifascista se unió a las manifestaciones en
defensa de los presos de Bragado, cuya causa había sido reabierta en esos años
y que también apoyó un inaugural “Amigos del Arte”,[24] dentro del que participaba la “Comisión
Nacional de Solidaridad Internacional Antifascista”. De esa manera, al indagar
en el trasfondo político de esos años observamos la presencia de elementos que
remiten a causas políticas con proyección nacional ligadas a distintos sectores
dentro del arco político de las izquierdas, las que imprimían dinamismo a la
agrupación -en especial durante los primeros años de su conformación- acercándonos
así a una visión más amplia de su labor cultural.
Por otro lado, la preeminencia de
españoles entre los autores también puede asociarse al perfil del público que
acudía a las funciones, aunque es llamativo que se escogieran obras de autores
españoles y no de italianos, cuya presencia en los contingentes de la
inmigración de posguerra es más relevante para esta zona.[25]
La gauchesca y el costumbrismo
La segunda escena trazada en
nuestro análisis refiere a dos géneros que retratan la vida rural argentina,
pero desde ángulos distintos, tanto en el plano ideológico como argumental. Nos
referimos a Los Mirasoles de Julio
Sánchez Gardel, comedia costumbrista de tres actos situada en el norte
argentino, y Hermano Lobo de González
Pacheco, drama antiburgués también de tres actos perteneciente al género
gauchesco, situado en una estancia en algún sitio de las pampas.
Antes de realizar nuestro
análisis y siguiendo a Mogliani,[26] señalamos que el costumbrismo corresponde al
procedimiento teatral caracterizado por la búsqueda de representación de la
vida, las costumbres, el lenguaje y las formas de ser regionales,
diferenciándose del nativismo y la gauchesca, pues cada uno responde a
caracterizaciones, intereses políticos e ideológicos disímiles. El nativismo muestra
un modo propio de tratar a la temática rural en su propósito de representar las
costumbres criollas en escena para rescatarlas y preservarlas de su
desaparición frente al peligro inmigratorio, respondiendo a una posición
ideológica nacionalista conservadora. En contraposición, la gauchesca -con Martín Fierro y Juan Moreira como máximos exponentes- realiza una crítica activa a
los ideales de orden y progreso pregonados desde la generación del ´80,
reivindicando la figura del gaucho en tanto ser libre y opuesto a la autoridad
del estado.
En este marco Julio Sánchez
Gardel es considerado uno de los iniciadores del teatro costumbrista y
folklórico en Argentina, y su obra Los
Mirasoles, una comedia de motivos
telúricos que retrata la vida provinciana. Aunque por cuestiones de extensión
no nos dedicaremos a analizar la obra en su totalidad, mencionamos que su
argumento está centrado en la tensión entre Buenos Aires y el interior del
país, contrastando la tranquila vida del Norte argentino con “las luces de la
ciudad”. Un romance inesperado entre los personajes más jóvenes de la obra
opera en este caso como un prisma desde el que se presenta dicha tensión,
prevaleciendo la posición del personaje del abuelo, quien valora las costumbres
y la vida típica del interior frente a la quimérica e ilusoria vida en la gran
ciudad: “¡Buenos Aires! ¡Cómo enceguece y trastorna tu resplandor a estas
pobres provincias que aún no saben vivir solas!”.[27] Finalmente la posición que prevalece es la
del anciano, quien pone voz al mensaje que desea transmitir la obra, en su
adscripción al género costumbrista: los dos jóvenes aceptan su posición y con
ella, el lugar de origen al que pertenecen.
Por su parte, y como
mencionábamos previamente, Los Mirasoles
junto a Hermano Lobo, fueron las dos
piezas más representadas a lo largo de la trayectoria del conjunto
filodramático, llevándonos a indagar sobre los posibles motivos de dicha
reiteración. En una primera instancia, además de su grado de ensayo y
preparación, entendimos que la obra tenía una gran aceptación en la audiencia,
vinculando su éxito con la identificación entre las vivencias de los personajes
de la obra y las del propio público, como parte de una sociedad marcada por el
ritmo de la migración interna. En ese sentido, podemos imaginar una Mar del
Plata alejada de cierta impronta modernizadora atribuida desde distintas
lecturas académicas, sosteniendo en su lugar que “la importancia de las
migraciones internas en el crecimiento de la ciudad nos habla no sólo de
sujetos que se van del campo para vivir en la ciudad con mayúsculas, sino de
aquellos que viviendo en la ciudad mantienen fuertes lazos de familiaridad con
el entorno rural.”[28]
En ese sentido es dable sostener
que muchas de las prácticas e imaginario que los y las migrantes traían
consigo, no desaparecían de un momento para otro, sino que persistían en el
nuevo lugar de residencia. Algunos investigaciones sostienen, aunque para fines
del siglo XIX, que frente a las corrientes inmigratorias y migratorias dadas en
ese contexto, los migrantes provenientes del interior del país reproducían sus
costumbres en el mundo urbano, mientras que aquellos, como una forma de
aproximarse a la cultura a la que recién se incorporaban, se esforzaban por
imitarlos. De allí la relevancia que adquirieron distintas expresiones de la
vida campera en el mundo urbano en los años previos al Centenario, con el circo
criollo de los hermanos Podestá y su Juan
Moreira de 1886 como uno de sus difusores por excelencia, sumado a la
amplia penetración de la literatura de folletín dentro del horizonte cultural
de las clases populares, donde se difundían las historias de personajes como
Santos Vega, Martín Fierro, o el ya mencionado Juan Moreira.[29] Asimismo Leandro Delgado indagó en los
vínculos tendidos entre el criollismo y el anarquismo, mencionando como uno de
sus antecedentes destacados el suplemento Martín Fierro aparecido en 1904 en el
periódico anarquista “La Protesta”. Dicho suplemento, dirigido por Alberto
Ghiraldo, fue a criterio del autor un intento por ampliar el público lector del
periódico, así como también de reinterpretar el mito fundante de la Argentina
de la mano de su apropiación de la figura del gaucho.[30]
Acercándonos a los años del
Centenario empero, Gamerro sostiene que se produce una disputa por la figura
del gaucho entre la elite conservadora y los sectores sociales ligados al
ideario anarquista. La elite pasa en un movimiento discursivo de la dicotomía
civilización/barbarie a nacional/extranjero, convirtiendo a su enemigo del
pasado, el gaucho, en su aliado contra el nuevo peligro extranjerizante. Por su
parte el discurso anarquista incorpora la gauchesca en tanto forma local de su
posición sobre el hombre natural, en correspondencia con la idea roussoniana
del buen salvaje, quien se niega a firmar el contrato social con la sociedad,
el estado y la civilización.[31]
Dentro de esa caracterización,
Rodolfo González Pacheco ha sido un autor que, multifacético en su papel de
teórico como de militante, periodista, escritor y dramaturgo, constituyó un rol
significativo dentro de la arena intelectual libertaria en la Argentina
posterior a 1910. Asimismo y aunque parte de su obra como dramaturgo se
inscribe dentro de la “gauchesca anarquista”, la misma no se ciñe a un tipo de
teatro en particular, atravesando diversos géneros a lo largo de su producción
dramática.[32]
González Pacheco a su vez,
constituye el único autor elegido por Amigos del Arte ligado directamente a la
tradición anarquista en Argentina, y que junto a Florencio Sánchez –igualmente
utilizado por el grupo filodramático-[33]
representa también al género de teatro caracterizado como “drama social”. Las
obras representadas a ese respecto fueron Hermano
Lobo por primera vez en 1943,[34] así
como en dos oportunidades durante 1945,[35]
e Hijos del Pueblo en la
conmemoración del primero de mayo del mismo año.[36]
Hermano
lobo, obra estructurada en tres actos
y situada en una “estancia gaucha” se centra en el vínculo entre dos amigos o
“hermanos” cuyas personalidades se contraponen pero que comparten las ideas
libertarias, y que viven de manera nómade realizando trabajos como peones
temporarios en estancias y campos, sin otro propósito que “andar, caminar,
vagar”, despojados de “posesiones y alcurnias”.[37] Enrique, soñador, charlatán y elocuente,
viaja junto a Lorenzo, hombre parco y de pocas palabras, cuyo destino en común
se bifurca al finalizar el primer acto, pues éste elige quedarse en la estancia
con Margarita, la hija del estanciero, mientras que su compañero prosigue con
el destino elegido previamente por ambos.
El segundo acto transcurre veinte
años después en la misma estancia, convertida ahora en una “mansión burguesa”
con Lorenzo como su administrador, pues hereda la propiedad tras casarse con
Margarita. Allí regresa Enrique acompañado de Máximo, un joven anarquista que
representa a las “nuevas generaciones” de militantes. Enrique vuelve luego de
seguir con la vida que previamente había concebido junto a su antiguo
compañero, pero a diferencia de éste, se encuentra demacrado, flaco y viejo por
las penurias vividas a la intemperie y varias estadías en prisión. Lorenzo por
su parte tomó el camino opuesto, pues al quedarse en la estancia renuncia a las
ideas que profesaba, adquiriendo una apariencia robusta y convirtiéndose en un
rico estanciero. A propósito así se lo explicaba a su antiguo camarada:
Soy rico,
pero no soy malo. En 20 años, he multiplicado también por 20 el haber de
Margarita. Mas sin violencias y sin abusos; vos habrás visto. Peones, labriegos
y capataces se mueven bajo mi vista como las piezas bien lubricadas de una
máquina. Al principio tuve mis inconvenientes, claro. Estos hombres de trabajo
son un poco bestias chúcaras; hay que aperarlos, meterlos al surco, gritarles
para que cinchen; hasta indicarles la hora del descanso.[38]
Sin embargo
el conflicto central de la obra surge cuando Máximo y Stella, la hija de
Lorenzo, se enamoran, frente a lo que Lorenzo se opone, negando así también su
pasado libertario. Ante esa oposición, Enrique decide marcharse nuevamente
junto a Máximo a pesar de que Stella, Margarita y también Lorenzo le pidan que
se quede, pues desean que pase sus últimos años de vida en la estancia junto a
ellos, ofreciéndole incluso parte de sus propiedades. Lo que está en juego de
fondo son el respeto y fidelidad por las ideas que compartían antes de
separarse, pues Lorenzo las abandonó tempranamente, y Enrique se mantiene
apegado a las mismas, chocando ambas perspectivas con el romance entre Máximo y
Stella como disparador:
Enrique:
¡Ah, ah! Me das lo que has pillado a las gentes: el sudor de tus peones, las
reses que no comen los pobres, el pan y la leche de las madres y los nenes. ¡La
vergüenza de tu vida; eso me das! ¡Pero lo tuyo, lo verdadero tuyo, lo que se
da al amigo, al compañero, al hermano, te lo guardas, te lo encierras! ¡Muchas
gracias! ¡Y, sin embargo, oye bien: eso también te será quitado, porque tampoco
te lo mereces![39]
Así es que en el acto final,
Enrique planea el regreso a la estancia junto a Máximo, para que este se fugue
junto a Stella: sigilosamente en el medio de la noche logran sortear la
vigilancia de Lorenzo, y pueden escaparse. Pero en el instante en que los
jóvenes se marchan, Lorenzo dispara a Máximo y Enrique, interponiéndose, es
herido de muerte, poniéndose “entre las garras de él y las alas de ellos”.[40]
Por ultimo deseamos realizar una
distinción entre las dos obras mencionadas en este apartado. Aunque no la hemos
analizado en profundidad, mencionamos que Los
Mirasoles, al igual que Hermano Lobo,
utilizan la idea de un romance prohibido o inesperado entre sus personajes más
jóvenes como disparador para plantear el mensaje que desea transmitir el texto.
Pero mientras que en la primera corresponde a la valorización y aceptación de
la posición de cada personaje en su lugar de origen –esto es la vida sencilla
del pueblo, el trabajo de la tierra, etc., tal como propone el costumbrismo- en
la segunda lo que predomina es un mensaje de rechazo a lo establecido, esencialmente
antiburgués, y de crítica hacia la acumulación de tierra y la explotación de
quienes la trabajan, centrada en el personaje de Lorenzo. En este también se
intenta revalorizar la posición inicial de sus personajes –ambos anarquistas-
pero a diferencia de Los Mirasoles,
esa posición inicial se anclaba en la transformación del mundo mediante las
ideas y la acción, y no en la aceptación romántica del mismo. Recordemos en
este punto la apropiación que el anarquismo intentó realizar de las costumbres autóctonas,
así como del morador por antonomasia de los campos argentinos, el gaucho,
adaptándolas a sus propósitos emancipatorios. No obstante, y siguiendo
nuevamente a Delgado, la lectura que el anarquismo realizó de la figura del
gaucho irá transformándose con el correr del siglo XX, momento en que los
dramaturgos encontrarán en el arrabal el nuevo medio en el que se darán
interpretaciones más realistas y menos románticas de sus habitantes. Allí
aparecerán una serie de personajes más concretos y contemporáneos, en los que
sobrevive el espíritu del gaucho desaparecido, encarnado en las figuras del
malevo, el guapo y el compadrito, junto a una serie nueva de protagonistas
propios de ese medio con los que convive y sufre el mismo sometimiento de
clase: el gringo recién llegado, la obrera tuberculosa, la prostituta enferma,
la madre pobre y sacrificada, el niño vendedor de diarios, o “la costurerita
que dio aquel mal paso”. Parte de esos personajes que el nuevo contexto traía
consigo, serán retomados en algunas de las obras que el Amigos del Arte
representó, especialmente a partir de 1945.
Teatro, cine
y tango
La última escena trazada para el
análisis de los textos utilizados por el grupo filodramático analizado
corresponde a una serie de autores que se desempeñaron como dramaturgos,
guionistas de cine y radioteatro, así como letristas y compositores de tango.
Es interesante mencionar que muchos de ellos se iniciaron en el teatro,
escribiendo comedias breves, sainetes o revistas, para pasar luego a ser guionistas
o directores de cine. Así es que desde 1945, de las 24 funciones realizadas
hasta 1947, más de la mitad correspondía a autores de estas características,
dentro de los que podemos mencionar a Eugenio Gerardo López, Julio A. Burón,
Ricardo Hicken, Juan Villalba, Arnaldo Malfatti y Nicolás De las Llaneras,
Manuel Romero, Hermido Braga, quienes solían colaborar entre sí en sus
distintos proyectos.
Pero la procedencia artística de
sus dramaturgos no era la única novedad para el repertorio del grupo filodramático,
sino también las temáticas retratadas en sus obras; en ellas se mostraba entre
otros tópicos, la vida del arrabal, las aspiraciones de ascenso social y la
picardía propia de los bajos fondos de Buenos Aires, con el tango como banda
sonora, sumado a un uso amplio del lunfardo y a la presencia de personajes
pintorescos y arrabaleros.
Así sucedía con Ilusiones del viejo y de la vieja de
Juan Villalba, obra representada por Amigos del Arte en el salón de actos de la
biblioteca durante noviembre de 1946,[41] la que retrata los pesares de una familia de
conventillo en el contexto de la crisis de 1930, momento en que la misma fue
escrita. La obra está compuesta por tres cuadros, cada uno desarrollado en
torno a uno de los hijos de los personajes principales: Doña Elisa, costurera y
su marido Don Pascual, que trabaja como sereno por la noche. Las “ilusiones” de
las que habla el título refieren a que sus hijos Sara, Carlos y Ángel puedan
adquirir un futuro mejor respecto a la situación económica en la que viven, a
partir del ascenso social. Los personajes son arquetípicos, así como las
situaciones en las que se ven envueltos, de enredos y comedia, cargados de un
fuerte dramatismo. La presencia de esos elementos nos inclina a retomar lo que
Karush caracteriza como componentes de la estructura del denominado melodrama
popular, signada por una estética de exceso emocional, y una visión maniquea de
una sociedad dividida entre pobres y ricos, buenos y malos.[42]
El primer cuadro se centra en los
preparativos del cumpleaños sorpresa para Sarita “la nena” de la familia antes
de que llegue de su trabajo en una oficina, lo cual es visto negativamente por
sus padres, realizando una apreciación diferencial respecto a las actividades
desarrolladas por sus hijos varones.[43]
Así lo expresaba su madre “Elisa: (…) No te imaginás cuanto sufro al verla
todas las mañanas levantarse tan temprano para ir a esa bendita oficina.”[44] Pero Sara no regresa y se despide de la
familia con una carta enviada por un mensajero, marchándose con un muchacho,
frente a lo cual sus padres quedan devastados. Así en la última línea del
primer cuadro aparece una imagen cargada de emotividad y dramatismo “Pascual:
(conteniendo las lágrimas) ¡Su mala hija no vendrá nunca más a esta casa!”.[45] Luego, en la siguiente didascalia se lee
“(…) Doña Elisa toma el vestido que antes colocó sobre la silla y lo besa
llorando. Don Pascual se sienta en un rincón de la escena, los codos sobre las
rodillas y las manos en la cabeza.”[46]
En el segundo acto se rompen las
ilusiones de Carlos, el hijo mayor, prototipo de “atorrante” y porteño,
frecuente apostador de caballos y parroquiano, pero que no duda en defender y
apoyar a su madre cuando la situación lo requiere. Carlos pide dinero prestado
para jugar en las carreras y termina perdiéndolo, motivo por el cual es
encarcelado.
El último cuadro se centra en
Ángel, la esperanza que les queda a Elisa y Pascual, el que está por recibirse
de médico. La ilusión por Ángel abarca dos aspectos pues por un lado, en él
recae la expectativa del ascenso social tan deseado una vez que se halla
recibido; pero ese deseo se encuentra unido a las añoranzas de respetabilidad
asociada tradicionalmente con la adquisición del título, expresándose en
“colgar la chapa” en la puerta de la habitación en la que viven y rodearse de
“gente bien”.
Sin embargo ese deseo de ascenso
social mediante la educación de uno de sus hijos contrasta con la crítica a la
mejoría en la situación económica de sus vecinos, los propietarios de la
habitación en la que viven en el conventillo, “nuevos ricos” que obtuvieron su
fortuna mediante la herencia y no del esfuerzo personal. Así se lo recrimina
Elisa a su vecino Pocho, a propósito de su madre y hermanas:
Elisa: (…)
en cuanto a venir a visitarnos estás en la obligación. No sé si tu madre te
habrá dicho que mis brazos fueron los primeros que te alzaron el día que
naciste, en el conventillo que tenía tu abuela en la otra cuadra, en la pieza
treinta y tres.
Pocho: ¡con
qué fina ironía me ha dicho que mi cuna fue un conventillo!
Elisa: yo no
sé de esas cosas m´ hijo, pero a veces me indigna ver a la gente tan encrespada
mirarla a una por encima del hombro, como despreciándola, sin acordarse de lo
que han sido antes. ¡No es más gente el que tiene más dinero, Pocho![47]
Por su parte, y a pesar de que
las ilusiones de Pascual y Elisa van cayendo una a una, los personajes
secundarios –los vecinos Miranda, Pocho y Carmen- además de otorgar comicidad,
son los que, al final continúan yendo a su casa para acompañarlos y ayudarlos.
Así y siguiendo nuevamente a Karush la obra analizada retoma aquellos
componentes del melodrama popular basados en la alabanza de la dignidad y
solidaridad de los humildes, encarnados en los personajes de Carmen -que ayuda
a Elisa con sus labores cotidianas así como con su trabajo de costurera- y en
el personaje de Miranda, quien además de acompañarlos todos los días y
llevarles alimentos, también ayuda a Elisa con su trabajo, realizando repartos
de la ropa que repara.
Esa alabanza de la solidaridad y
dignidad de los humildes, se contrapone a la denigración del rico egoísta e
inmoral, elementos representados por la familia de Pocho, nuevos ricos que
olvidan sus orígenes, como se vio en la cita más arriba. También esa crítica se
observa en el último cuadro cuando al obtener el título de médico, Ángel en
lugar de celebrar con sus padres que impacientemente lo aguardan, decide irse
con su novia, una joven rica que “pertenece a un ambiente muy distinto al
nuestro” y la que Ángel le oculta la situación de pobreza en la que viven pues
“le causaría mala impresión y eso podría perjudicar mi porvenir.” Frente a lo
cual su madre responde “comprendo, hijo mío; pero la verdad de nuestra pobreza,
no es tan miserable como tu mentira.”[48]
A modo de cierre
A lo largo del presente trabajo,
el análisis de las obras representadas por Amigos del Arte, nos arrojó una
concepción más amplia de la que a priori
podríamos sostener sobre el tipo de teatro desarrollado. Como describimos en
las páginas precedentes consideramos relevante la incorporación de textos de
autores ligados al movimiento libertario, pero como vimos esos casos
constituían más bien excepciones que una tendencia general.
La diversa selección de obras
representadas por la agrupación nos inclinan a suponer un perfil que no estaba
cerrado a lo que acontecía en el ámbito cultural, acercándose en ocasiones a la
escena comercial al incorporar notorios autores de cine o procedentes de
géneros diversos como la revista o el radioteatro. A ese respecto, la agrupación
de esas obras o dramaturgos en el apartado “Teatro, cine y tango” nos permitió
adentrarnos en un universo donde, aunque las obras seleccionadas no se
destacaban por esgrimir críticas abiertas hacia el sistema capitalista,
incorporaban elementos propios del melodrama popular, con sus respectivos
componentes clasistas y rasgos maniqueos.
Por su parte también describimos
y analizamos la utilización de autores y textos pertenecientes al campo
popular, en particular los representantes del género costumbrista y de la
gauchesca. Así es que, aunque la relación entre anarquismo y la literatura
popular gauchesca ha sido ampliamente indagada, vimos cómo la reiteración de
obras que iban en ese sentido -Hermano
Lobo- fue acompañada de la frecuencia en la interpretación de otras
pertenecientes a géneros cercanos como el costumbrismo, como el caso de Los Mirasoles. Esa reiteración no
obstante, fue analizada de acuerdo a las particularidades de una aldea en
transformación, signada por el arribo de contingentes migratorios y por la
presencia de características pertenecientes al imaginario y a prácticas
rurales, más que a una ciudad modernizada en términos germanianos.
Asimismo y ateniéndonos a la
reconstrucción del repertorio teatral, su heterogeneidad nos permite plantear
como posibilidad el atravesamiento de sus miembros por los cambios que en
esferas más generales se estaban expresando, con la cada vez más penetrante
cultura de masas y su respectiva diversificación en los soportes de
comunicación y entretenimiento. Aunque no lo hemos desarrollado en profundidad,
es lícito mencionar que los miembros del grupo filodramático conformaban esa
“nueva generación de militantes” que se habían incorporado a las actividades de
la Biblioteca en un período distinto al que presenciaron sus militantes más
antiguos, especialmente en los años previos al golpe de estado de 1930. En ese
sentido fue que señalamos el repertorio seguido por el primer conjunto
filodramático de la asociación, cuyas obras remitían indefectiblemente a un
contexto menos atravesado por los cambios culturales que posteriormente se
sucedieron, colocándolo más cerca de los estudios tradicionales sobre teatro
anarquista citados en este trabajo.
De esta manera, considerando lo
que en el ámbito gremial se suscitaba, donde nuevas lecturas y tácticas se
imponían y donde muchos de los miembros del grupo filodramático participaban,
podemos entender a la labor cultural y la gremial de la BPJM como dos esferas
que conformaban una misma organización política, la que desplegaba estrategias
tendientes a la atracción y adhesión de nuevos militantes a su proyecto. En ese
sentido la heterogeneidad en la selección de las obras para su representación
puede leerse como parte de esos intentos por mantener su injerencia dentro del
activismo local, en un contexto en el que la emergencia de la cultura de masas
era inminente, en la que por su parte, los actores vocacionales del grupo
filodramático también se encontraban inmersos.
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Recibido: 01/05/2017
Evaluado: 25/05/2017
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[1] Eva Golluscio de Montoya. “Elementos
para una ‘teoría’ teatral libertaria (Argentina 1900)”. Latin
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[2] Sergio Pereira Poza. “Formas
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[3] Carlos Fos, en Lorena Verzero,
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[4] Lorena Verzero. “Hacia una historia
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[5] Agustín Nieto. “Anarquistas
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‘anarquismo argentino’ a la luz de algunas experiencias libertarias en el
movimiento obrero, Mar del Plata 1940-1943”, Taller de la Historia, vol. V, N° 5, 2013, pp. 245-277, p. 620.
[6] Gabriel Cabrejas. “Teatro y animación
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[7] Carolina González Velasco. “Mercado de
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[8] Gabriel Cabrejas. Teatro y animación
social…, Op. Cit., p. 77.
[9] Gabriel Cabrejas. “Mar del Plata 1940:
teatro y periodismo. La aparición de la crítica”, Fabiani, N. (comp.). Estética e historia del teatro marplatense.
Volumen V, Mar del Plata, Editorial
Martín, 2007a, pp. 261-272.
[10] Los estudios clásicos sobre teatro
libertario lo describen como otra de las herramientas utilizadas por el
movimiento anarquista para la difusión de sus ideas, como un eslabón más dentro
de sus “actos militantes”, con escasa existencia autónoma por fuera de esos
eventos. Su objetivo central era el de “acercar la Idea”, en tanto medio de
esclarecimiento con características panfletarias, con una marcada presencia de
la tradición oral, dado las elevadas tasas de analfabetismo de la audiencia.
Eva Golluscio de Montoya, Ibídem. En la misma línea argumental, Carlos Fos lo
conceptualiza como otro de los elementos de transformación social utilizados
por el activismo libertario, en contraposición al teatro comercial y a la
audiencia a la que iba dirigido, constituyendo un medio con fines proselitistas
y educacionales. Carlos Fos. “Palabras preliminares”, “La red de producción
ácrata: dos acólitos en acción”, en Lorena Verzero, (edición y compilación), En las tablas libertarias, Buenos Aires,
Atuel, 2010. Sergio Pereira Poza circunscribe el universo de estudio del teatro
anarquista a las obras de dramaturgos pertenecientes o afines al colectivo, sin
considerar aquellas experiencias alejadas del denominado “drama libertario”.
Centrado en autores como Florencio Sánchez, Alberto Ghiraldo, Rodolfo González
Pacheco y José de Maturana, sostiene que se caracterizaron por colocar en el
centro de la acción a personajes populares, utilizando su lenguaje y
disponiéndolos en situaciones cotidianas, con el objeto de romper la distancia
entre la escena y el espectador, induciéndolo de ese modo a la acción. Sergio
Pereira Poza, Ibídem.
Por último, aunque Fernanda De la Rosa también
destaca en las veladas libertarias sus fines propagandistas y didácticos, las
describe como un espacio donde el arte, el ocio, la política, la propaganda y
la educación se encontraban yuxtapuestos, pues el esparcimiento y la diversión
iban de la mano del adoctrinamiento. María Fernanda De La Rosa. “¿Ocio o
Propaganda? El rol del arte libertario en Buenos Aires entre 1910 y 1930”, ponencia
presentada en las XIV Jornadas Interescuelas/Departamentales de Historia,
Bariloche, Rio Negro, 2009. Disponible en http://cdsa.aacademica.org/000-010/661
[11] Héctor Woollands. Notas para la historia de la Biblioteca Popular Juventud Moderna,
Mar del Plata, Ediciones Biblioteca Popular Juventud Moderna, 1989.
[12] Diario El Trabajo, Mar del Plata,
28/04/1946.
[13] Ramón Ruiz. Historia del teatro español. Siglo XX, Madrid, Ediciones Cátedra S.A., 1977.
[14] Diario El Trabajo, Mar del Plata,
12/11/1940.
[15] Diario El Trabajo, Mar del Plata,
01/11/1940.
[16] Serafín y Joaquín Álvarez Quintero. Mañana de Sol, Madrid, sin datos de
editorial, 1905, p. 12.
[17] Ídem, p.14.
[18] Lidia Bocanegra Barbecho. "La
ayuda argentina a la República española. Un análisis a través del ejemplo
marplatense, 1939", I Congreso La Guerra Civil Española 1936-1939, Edita
la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Madrid, 2007, pp. 1-20, disponible
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[19] Diario El trabajo, Mar del Plata,
01/11/1940.
[20] Diario El trabajo, Mar del Plata,
14/11/1942.
[21] Verónica Diz y Fernando López
Trujillo. Resistencia Libertaria,
editorial Madreselva, Buenos Aires, 2007.
[22] Andrés Bisso. “Mímicas de guerra,
costumbres de paz. Las prácticas de movilización antifascista del Partido
Socialista en el interior bonaerense durante la Segunda Guerra Mundial
(1939-1945)”, ponencia presentada en las X Jornadas Interescuelas/Departamentales
de Historia, Rosario, Santa Fé, 2005.
[23] Ídem, p. 1.
[24] El denominado proceso de Bragado se
inició en esa localidad bonaerense en 1931, cuando tres militantes anarquistas
-Vuotto, Mainini y De Diago- fueron puestos en prisión tras ser acusados de
realizar un atentado contra un político conservador local. La campaña por la
liberación de los presos por su parte, tuvo un rol destacado en la conformación
del grupo filodramático, para lo cual instituyen el “Comité juvenil de ayuda a
los presos de Bragado” donde participaban jóvenes militantes que recientemente
se incorporaban a la BPJM. Esos jóvenes son los que organizarían la primera
función teatral en 1939 poniendo en escena El
secreto de Sender, quedando a
posteriori como hito fundante de la agrupación artística. Héctor Woollands.
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[25] Betina Favero. La última inmigración. Italianos en Mar del Plata (1945-1960),
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[26] Laura Mogliani. Nativismo y
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[27] Julio Sánchez Gardel. “Los Mirasoles”, en
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[28] Nicolás Quiroga. La dimensión local
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[29] Adolfo Prieto. El discurso criollista en la formación de la Argentina Moderna,
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[30] Leandro Delgado. “Criollismo y
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[31] Un ejemplo clásico de la relación
entre gauchesca y anarquismo lo constituyen los escritos de Juan Crusao, en
particular su Carta Gaucha, seudónimo
de Luis Woollands, padre de Héctor Woollands, participante activo de Amigos del
Arte y de la BPJM. Carlos Gamerro. “La gauchesca anarquista”, Filología. La voz del otro, Año XXIV, N°
1-2, Universidad de Buenos Aires. Facultad de filosofía y letras, 1989, pp.
133-164.
[32] Maria Fernanda De la Rosa, “Detrás de
escena. Rodolfo González Pacheco y su influencia en la cultura libertaria
argentina, 1910-1930”, ponencia presentada en III Jornadas Nacionales de Historia
Social, La Falda, Córdoba, 2011. Disponible en: http://www.cehsegreti.org.ar/historia-social-3/html/trabajosmesa7.html. [Consulta: 21/06/2017]
[33] M´
hijo el dotor de Florencio Sánchez fue la última obra realizada antes de la
clausura del Biblioteca y de la Casa del pueblo, el 22 de noviembre de 1947.
Diario El Trabajo, Mar del Plata, 21/11/1947.
[34] Diario El Trabajo, Mar del Plata,
12/06/1943.
[35] Desarrollada en un cine-teatro de
Necochea en el marco de las funciones a beneficio de la UOL de esa ciudad.
Diario El Trabajo, Mar del Plata, 03/05/1945; y también en el Teatro Odeón de
Mar del Plata, en el marco de la función a beneficio del Centro de higiene
maternal e infantil. Diario El trabajo, Mar del Plata, 20/07/1945.
[36] Diario El Trabajo, Mar del Plata,
26/04/1945.
[37] Rodolfo González Pacheco. “Hermano
Lobo”, Obras Completas. Tomo I, Buenos Aires, La obra, 1953, pp. 105-188, p.
158.
[38] Rodolfo González Pacheco. Hermano
Lobo, Op. Cit., p. 170.
[39] Ibídem.
[40] Ídem, p. 184.
[41] Diario El
Trabajo, Mar del Plata, 08/11/1946.
[42] Mathew Karush. Cultura de clase. Radio y cine en la
creación de una Argentina dividida (1920-1946), Buenos Aires, Ariel, 2013.
[43] En el análisis que realiza del tango,
Karush sostiene que a partir de 1917 sus letras comienzan a cambiar haciéndose
más “amigables” respecto a las de principios de siglo. En ellas se expresa con
claridad las nuevas ansiedades de los trabajadores, así como la misoginia
contra la mujer que abandona su hogar seducida por las luces del centro y los
cabarets, castigada con “tuberculosis, prostitución y abandono”. En ese marco
el poema de Evaristo Carriego “La costurerita que dio aquel mal paso” se
constituyó en modelo replicado infinidad de veces no sólo en el tango, sino
también en el teatro bajo la forma de sainetes (La melenita de oro de Samuel Linnig en 1922, Tu cuna fue un conventillo de Alberto Vacarezza de 1920, El cabaret de Montmartre de Alberto
Novión, entre otras), así como posteriormente en el cine. Pero el cabaret no
era lo único que alejaba de sus hogares a las mujeres en la década del ´20 y
´30, sino que su inserción en el mercado laboral también amenazaba la vigencia
de los roles tradicionales de género. Así es que la crítica que el tango
realizaba al ascenso social -considerado falso e inauténtico- se ejercía
diferencialmente según el género, castigando a las mujeres que se alejaban de
su sitio tradicional en el hogar.
[44] Juan Villalba. “Ilusiones del viejo y
de la vieja”, La Escena. Revista teatral,
Año XIII, N° 635, Agosto de 1930, Buenos
Aires, p. 1. Disponible en: http://digital.iai.spk berlin.de/viewer/image/755624149/1/#topDocAnchor. [Consulta:
01/04/2016].
[45] Ídem, p. 10.
[46] Ibídem.
[47] Ídem, p. 3.
[48] Ídem, P. 23.