Historiografía y jóvenes: la conversión
de la juventud en objeto de estudio historiográfico[1]
Historiography and young people: the
transformation of youth in an historiographical topic
Sandra Souto Kustrín
Departamento de Historia Moderna y Contemporánea,
Instituto de Historia,
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Madrid).
sandra.souto@cchs.csic.es
Resumen
El objetivo
de este artículo es analizar los diferentes hitos
en la evolución de la historia de los jóvenes, su vinculación con los sucesos
históricos internacionales y con el desarrollo de la historiografía entendida
como “la ciencia que estudia la historia”. Se tratan las influencias de las
diferentes corrientes historiográficas que se desarrollaron en el siglo XX,
mostrando que el crecimiento de las investigaciones sobre la historia de la
juventud no ha estado solo vinculado a la propia historia de los jóvenes sino
también, y de forma muy importante, a los cambios en la misma historiografía.
Finalmente, se destaca el auge actual de la historia sobre la juventud, la
importancia de la comparación como metodología adecuada para el estudio de las
temáticas relacionadas con aquella, y el papel que pueden tener estas investigaciones
en una historiografía que defiende volver a la “vieja” idea de Eric Hobsbawm de
definir la historia social como historia de la sociedad.
Palabras
clave
Juventud; historiografía; método comparativo; historia social;
historia de la juventud
Abstract
The aim of this article is to analyse the several milestones in the evolution of the history of youth. Its relation
to historic international events and to the development of the historiography,
understood as “the science that studies history”, are considered. The article
addresses the influence of the various historiographical schools developed
during the 20th century. It shows
that the increase in the investigations on the history of youth has not only
been linked to young people’s own history, but also, and very significantly, to
the changes in the historiography itself. Finally, it outlines the current boom
in the history of youth, the importance of the comparison as an appropriate
methodology for the study of the subjects related with that history, and the
role these researches can have in a historiography that defends the return to
the "old" Eric Hobsbawm's idea of defining social history as the
history of society.
Keywords
Youth; historiography; comparative method; social history; youth history
Introducción: jóvenes y ciencias sociales
La conformación de la
juventud como grupo social fue un proceso
socio-cultural e histórico que hunde sus raíces en la modernización producida
desde finales del siglo XVIII en el mundo occidental y, posteriormente, en otros ámbitos geográficos.
Influyeron en su desarrollo, entre otros factores, la concentración de la
población en las ciudades, la regulación del acceso al mercado laboral y de las
condiciones de trabajo de niños y adolescentes, el establecimiento de la
educación obligatoria, la formación de “ejércitos nacionales” a través del
servicio militar obligatorio, la regulación del derecho de voto, la creación de
sistemas judiciales específicos para los jóvenes delincuentes o los diversos
cambios culturales provocados por la modernización. El desarrollo de la
juventud como sujeto autónomo llevó, especialmente desde
el siglo XIX, a la formación de organizaciones y movimientos juveniles tanto de forma autónoma como creados por los adultos, dado
que la interrelación entre ambos grupos de edad es compleja. Sin
embargo, la conformación de la juventud como grupo social no se produjo de
forma homogénea no solo en los distintos países, sino tampoco entre los
diversos sectores sociales: fue en primer lugar un fenómeno occidental, de
clases medias y altas, urbano y masculino. Todo esto explica que, especialmente
desde mediados del siglo XIX, se produjeran reflexiones “académicas” sobre la
juventud, que alcanzaron un gran desarrollo en el periodo comprendido entre las
dos guerras mundiales. Aparecieron nuevos conceptos como “delincuencia juvenil”
o “adolescencia”, iniciándose la distinción entre adolescentes y jóvenes
adultos y pronto se empezó a hablar de “conflicto generacional” y “cuestión
juvenil”.[2]
Estos estudios, elaborados por
pedagogos, sociólogos, psicólogos o trabajadores sociales, no tenían carácter
historiográfico sino que buscaban hacer frente a los nuevos problemas presentes
en la sociedad, mientras que, bajo la influencia del positivismo historicista,
representado por Leopold von Ranke, la escuela metódico documental estableció
durante el siglo XIX unas reglas y preceptos metodológicos que fijaron la
ortodoxia historiográfica dominante, al menos, hasta la Primera Guerra Mundial.
Era una historiografía -entendida
como disciplina que estudia la historia-
que
ponía el énfasis en la individualidad y singularidad de los fenómenos
históricos y se centraba en los acontecimientos, la actividad de los gobiernos
y las grandes personalidades: una historia política, narrativa que rechazaba
las generalizaciones pero que aportó un cambio metodológico que destacaba por
la utilización rigurosa de métodos críticos para interpretar los documentos.[3]
La Primera Guerra Mundial creó una generación nueva en Europa. El mismo concepto de generación se popularizó
a partir del final de la Gran Guerra, cuando en Alemania la idea de generación
se equiparó a la de juventud y se produjo la primera
gran oleada de movilización juvenil de la historia europea.[4] Hubo en ese periodo algunos
intentos de definiciones socio-culturales de la juventud,[5] pero
predominó una visión psicológica
que había tenido su primer exponente en la obra de Stanley Hall, quien
introdujo el concepto de adolescencia en el ámbito académico. Así, la juventud
se definió principalmente en función de procesos biológicos y como un periodo
de la vida caracterizado por un estado de confusión interna e incertidumbre,
comúnmente expresado en conductas egoístas, crueles o criminales.[6]
Los estudios sobre la cada vez más importante problemática juvenil se
hicieron más abundantes a lo largo del periodo de entreguerras y en muchos
casos fueron encargados por gobiernos e instituciones académicas y políticas
nacionales e internacionales.[7] En 1934, la Asociación de Sociología de Estados Unidos organizó una
conferencia en la Universidad de Yale para analizar la investigación sobre la
juventud, considerando que ésta última estaba creando en dicho país una cultura
propia. En 1937 el mismo gobierno norteamericano encargó y publicó un estudio
sobre la juventud en el mundo.[8] Hubo también un interés creciente
por el asociacionismo juvenil, que aumentó con la aparición de formas de
encuadramiento de la juventud por parte del Estado, como las que se llevaron a cabo en la Italia fascista, la Rusia
soviética y la Alemania nazi.[9] La
Segunda Guerra Mundial y los primeros años de la posguerra mostraron que la
principal preocupación eran los jóvenes alemanes, probablemente porque Alemania
era uno de los países europeos en que el asociacionismo juvenil había alcanzado
un mayor desarrollo en el periodo de entreguerras, porque los jóvenes habían
sido socializados en las organizaciones nazis más tiempo que los italianos en
sus equivalentes juveniles fascistas y por la mayor importancia política y
militar de Alemania.[10] En este contexto, surgieron los que quizá
podamos considerar primeros estudios historiográficos sobre los movimientos
juveniles.[11] Y quizá también por esta importancia del
asociacionismo juvenil y de la participación política de los jóvenes en
Alemania, una de las primeras obras historiográficas que realizaba un amplio
análisis de la juventud se centró en este país.[12]
También en
el periodo de entreguerras se inició una importante renovación historiográfica sobre la base de la metodología
prestada por otras ciencias sociales, principalmente la sociología, la economía
y la antropología. Esta renovación se consagró en la segunda postguerra, a
partir de la escuela francesa de Annales,
la historiografía marxista británica y la historia económica cuantitativista
norteamericana. Entre 1960 y 1980 se produjo un periodo de expansión y
esplendor de una historia social que se caracterizó por el rechazo del
acontecimiento, la explicación causal frente a la interpretación, el predominio
de la estructura, el centro en los grupos sociales frente a los individuos y el
uso de variables fundamentalmente económicas y sociales más que culturales o
políticas. Sin embargo,
prácticamente ninguna de las tres grandes corrientes de la historia social del
periodo - la historiografía analista, la historiografía marxista británica y la
historia social norteamericana- tuvieron entre sus objetos de estudio a los
jóvenes, a pesar de que la última se caracterizó por analizar los hechos
sociales en relación funcional con el equilibrio social, investigando temas
variados. Annales priorizó la larga
duración, representada por la geohistoria
de Fernand Braudel en su El Mediterráneo
y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, publicado por primera vez
en 1949. Era una historia “inmóvil” en que el cambio y la ruptura no eran
importantes, la política pasaba a un muy segundo plano y el papel del sujeto
–individual o colectivo- era escaso. La tradición marxista británica, por el
contrario, reservó un lugar a la acción humana y no perdió de vista que las
relaciones sociales, en cuanto suponen de dominación y subordinación, son
siempre políticas. Mantuvo unas premisas teóricas flexibles, sensibles a las
complejas interacciones entre lo económico, lo social, lo político y lo
cultural, un gusto por el empirismo y un discurso narrativo, pero le costó
abandonar el centro marxista en las clases, aunque de sus aledaños surgirían
los primeros estudios importantes sobre la juventud desde una perspectiva
histórica.[13]
Los jóvenes entran en la historiografía académica
La
movilización juvenil de los años sesenta del siglo XX y los intentos de
explicación de ésta, llevaron al desarrollo de análisis históricos sobre la juventud.[14] Con escasas excepciones, estos análisis se
relacionaban con las visiones psicológicas existentes en el periodo de
entreguerras, retomadas por las teorías funcionalistas dominantes en las
ciencias sociales en las décadas centrales del siglo XX, y que conectaban con las teorías psicosociológicas sobre los conflictos
sociales en auge: la juventud se consideraba un momento en que las
personas están en tensión entre los valores particulares de la familia y los
valores universales de la sociedad. Así, su participación en los conflictos
solo podía ser producto de la anomia -de una desviación o ruptura de las normas
sociales-, o de disfunciones
psicológicas de los individuos provocadas por la edad.[15]
Pero los conflictos relacionados con el mayo de 1968
también influyeron, junto con la
crisis internacional de los años 70 y el agotamiento del modelo de desarrollo
posbélico, en el desarrollo de una crisis de confianza en los modelos
deterministas y en el cuestionamiento de muchos de los presupuestos vigentes en
la historiografía en las décadas anteriores - lo que, siguiendo a Thomas Kuhn,
se llamó crisis de los grandes paradigmas-,
y se empezó a situar a los jóvenes en el debate historiográfico. La historia de
la juventud como grupo de edad y como grupo social, por tanto, ha pasado a ser
sujeto de la investigación historiográfica desde hace relativamente poco
tiempo, en lo que ha influido no solo la consolidación de los jóvenes como
grupo social y su creciente importancia sociopolítica, sino también el
desarrollo de la historiografía.
Las críticas al rechazo de la
política en la historia social clásica
y el desarrollo de la sociología histórica frente al funcionalismo parsoniano,
fundamentalmente ahistórico, hicieron que se iniciase una llamada “nueva
historia política”, que se centró en el concepto de poder, buscó insertar los
factores políticos en los fenómenos sociales y destacó la importancia de la
relación recíproca entre los centros de gobierno y las instituciones y la
política del hombre de la calle.[16]
La
historia social se volvió cada vez más política y la historia política cada vez
más social. Surgieron la
historia de la vida cotidiana alemana, los History
Workshop británicos, la historia de las mentalidades de la llamada tercera generación de Annales o la
microhistoria. Todas estas corrientes ampliaron las perspectivas analíticas, los
métodos y los temas de investigación de la historia social, que recuperó al sujeto y desarrolló un especial
énfasis en el análisis del sentido y la acción simbólica, abriendo un diálogo
variado con otras ciencias sociales y dando lugar a un sinnúmero de parcelas
temáticas. La historia social clásica
tendía a las variables sociológicas cuantificables en un ámbito geográfico
nacional o plurinacional y a la búsqueda de explicaciones mediante el
establecimiento de regularidades causales, mientras que esta nueva historia
social prefería las variables culturales y el marco local y explicar
interpretando significados. Se
intentaba integrar el conjunto de las divisiones presentes en una sociedad lo
que, junto con el análisis de sus construcciones y discursos culturales,
permitió también interesarse por contradicciones sociales importantes pero
orilladas desde la antigua perspectiva de clase del norte industrializado –como
las diferencias étnicas, religiosas
o de edad- y ha llevado a defender globalizar
una historia que se construyó de forma eurocéntrica, provincializando la historia europea.[17]
Siguiendo esta evolución, en un
primer momento los análisis sobre la juventud en el periodo anterior a la
Segunda Guerra Mundial se centraron en las organizaciones juveniles, e igual
que se investigaba a partidos políticos o sindicatos, se analizaba a aquellas
desde una perspectiva tradicional, descriptiva e institucional, como muestran
el origen de las investigaciones sobre la juventud británica en la organización
de los Boy Scouts -estudios que se destacaban ya en los años setenta-, o los
primeros análisis franceses sobre las variadas formas de encuadramiento de la
juventud en la Francia de Vichy.[18]
Es significativo que uno de los
primeros intentos de realizar una historia de los jóvenes más amplia estuviera
coordinado por uno de los teorizadores de la microhistoria, Giovanni Levi.[19] La obra que coeditó considera a los jóvenes
a partir de criterios biológicos y
de los límites actuales de los grupos de edad, aunque algunas de las
contribuciones incluidas muestran la falta de un concepto para designar la edad
adulta en las primeras etapas de la historia, o que la idea de juventud como
etapa de formación solo es aplicable a los miembros de la nobleza en la Edad
Media y en gran parte de la Edad Moderna. Otra muestra de la influencia del
desarrollo de la historiografía en la investigación sobre la juventud es que
uno de los primeros estudios
comprensivos sobre ésta fue el que publicó
el historiador austríaco Michael Mitterauer al que Georg Iggers incluye, junto
con Jürgen Kocka y Hans-Ulrich Wehler, en lo que llama “ciencia social
histórica”, en la que la clase ocupa un lugar decisivo, pero se destacan otros
elementos como la etnia o la religión y se tienen muy presentes en la
delimitación de todos estos grupos sociales la cultura, las formas de vida y
los comportamientos. Esta “ciencia social histórica” forma parte de la historia
social alemana, que siempre ha permanecido unida al análisis de los sistemas
políticos y del poder y a las relaciones de dominación y subordinación, aunque
también ha tenido siempre poca influencia académica por la fuerza del
historicismo en ese país.[20]
En el ámbito británico, fueron importantes para el desarrollo de los
estudios sobre los jóvenes los análisis de las culturas juveniles británicas de
la segunda posguerra realizados desde el Centre for Contemporary Cultural Studies (1964-2002),
creado por William Hoggart en Birmingham y origen de los estudios culturales. La
llamada Escuela de Birmingham destacó
por la defensa de la interdisciplinariedad y por una perspectiva gramsciana
–dentro de una gran variedad teórica- que rechazaba la dependencia de la
infraestructura económica y partía de conceptos como hegemonía, resistencia
o dominación. Defendía la necesidad de tener en cuenta, junto al concepto de
clase, el género, la raza y la edad, y pasar de un análisis centrado en los
intelectuales y/o las culturas nacionales a las culturas de los grupos
sociales, especialmente de las clases populares, estudiando cómo estas culturas
expresan desde rechazo a adhesión al orden social existente. Conectaba, por
tanto, con la perspectiva cultural de la historiografía marxista británica, en
concreto con los trabajos de E.P. Thompson, que colaboró en los comienzos de
este centro. La Escuela de Birmingham introdujo conceptos como los de
subcultura y contracultura juveniles o pánico moral. Aunque sus formulaciones de estos
conceptos no han estado exentos de críticas y/o matizaciones, sus “esfuerzos
interdisciplinares” llevaron al desarrollo de “la historia de la juventud y la
infancia”[21] y, a partir de estas perspectivas, la juventud pasó a ser objeto de
estudio historiográfico en primer lugar de manos de una historia social que
amplió su campo de estudio a diferentes grupos y movimientos sociales y,
después, desde las diferentes perspectivas de la historia socio-cultural o de
la nueva historia cultural.
La historia de los jóvenes en una historiografía fragmentada
Los cambios en la política
mundial a partir de 1989 dieron más fuerza a la sensación de crisis de la
historiografía, en la que adquirió una gran influencia el llamado pensamiento
posmoderno -el postestructuralismo,
la teoría crítica o el llamado “giro lingüístico”, representados por la
lingüística deconstruccionista de Jacques Derrida o la antropología cultural y
simbólica de Clifford Geertz-, que también impregnó a los llamados cultural studies. Esto es especialmente
cierto sobre los estudios culturales norteamericanos
que se caracterizan por un gran eclecticismo temático, teórico y metodológico. [22]
La “condición postmoderna” se
basa en la negación de que el pensamiento racionalista de la modernidad
conduzca inevitablemente al progreso humano y en la importancia concedida al
lenguaje, y, por tanto, al discurso: el giro lingüístico considera que el
lenguaje humano es el definidor de la realidad. El análisis del lenguaje llevó
al análisis del discurso y a la consideración de la escritura de la historia
como una forma de este último: para el pensamiento posmodernista la realidad no
existe más allá del lenguaje. Frente a la documentación, los datos y la misma
realidad, se defiende el predominio absoluto de la interpretación. Lo
destacable en una obra histórica sería su carácter estético: contar una “buena
historia” y contarla bien.[23]
Las limitaciones de los discursos
más radicales del postmodernismo parecen claras. Existe una gran diferencia
entre “una teoría que niega a la exposición histórica todo derecho a
considerarse a sí misma como realista y una historiografía que es plenamente
consciente de la complejidad del conocimiento histórico” pero que “parte del
supuesto de que los hombres reales tuvieron pensamientos y sentimientos reales,
los cuales condujeron a acciones reales que pueden ser reconocidas y expuestas
históricamente”: “La historia es un arte que no inventa, sino que organiza objets trouvés”, la materia prima sobre la que se basan los relatos históricos “son
hechos verificables, a través de pruebas “materiales” que requieren unos
procedimientos metodológicos.[24]
Sin embargo, el reto postmoderno
ha favorecido una mayor reflexión sobre la relación entre los textos históricos
y el contexto en que se elaboraron: la realidad material influye siempre en los
discursos y representaciones y el lenguaje no es una construcción abstracta
sino un artefacto histórico-social
que sólo adquiere sentido en determinados contextos. Para el tema que nos
ocupa, por ejemplo, todavía en el siglo XVI en Francia había solo tres edades del hombre: infancia, juventud y
vejez. La juventud significaba la plenitud de la vida, con lo que no había
espacio para su concepción actual y menos para la adolescencia. El concepto de
infancia incluía a la actual adolescencia y recién a partir del siglo XVII (y
solo entre las clases altas) la niñez adquirió su sentido moderno, mientras que
la adolescencia se empezó a intuir en
el siglo XVIII.[25]
A la vez, el mismo lenguaje juega
un papel importante tanto en el mantenimiento de las relaciones sociales y de
poder como en los planteamientos de resistencia o de cambio de éstas, como han
mostrado, por ejemplo, los estudios sobre las mujeres. El concepto de discurso
ha sido también un medio de acercarse más a la compleja realidad histórica, y
no precisamente para negarla, como muestra la historia de los conceptos de
Reinhart Koselleck.[26]
Así, en
las últimas décadas del siglo pasado la historia en general se volvió más
cultural, en un llamado giro cultural
presente en todas las ciencias sociales. Se desarrolló una historia cultural (ya no social) de la política
que estudia las representaciones, símbolos y discursos de la acción y la
actividad política, tanto de la elite como de las capas populares, y una
historia social que prioriza el mundo de las representaciones, las
subjetividades e identidades. Se dejó de lado una historia social de la cultura
para adentrarse en otra del simbolismo cultural y de los momentos privados de
los individuos, como la sexualidad, los desórdenes mentales, el dolor o el
placer, pasando, en palabras de Roger Chartier, de la historia social de la
cultura a la historia cultural de lo social.[27] Se ha producido una gran ampliación del concepto
de cultura hasta el punto de que se podría decir que no hay más acuerdo sobre
lo que constituye la historia cultural que sobre lo que constituye la cultura:
arte, cultura material, escrita y oral, mentalidades, valores y actitudes,
tradiciones, imaginarios colectivos, memoria… Se destacó, además, su autonomía:
la cultura sería capaz de resistir las presiones sociales y hasta de conformar
la realidad, con el debate de fondo sobre la primacía de lo cultural o mental
frente a lo material o del individuo frente al colectivo.[28]
En el campo de los estudios sobre
la juventud, la inclusión de los aspectos culturales ha llevado al desarrollo
de temáticas más amplias y variadas, como el trabajo, la educación, la familia y la posición de los jóvenes en ésta, las formas de
independizarse, la delincuencia o el ocio. Del estudio de la
movilización juvenil más estructurada se ha pasado a analizar sus formas más
difusas o el papel de las bandas juveniles, mostrando, como se dijo ya en 1986
en el mundo anglosajón, un “saludable pluralismo de aproximaciones e
interpretaciones”, desde las psicológicas a las socioculturales, pasando por el
estudio de la juventud como transición en el ciclo de la vida y el análisis de
las instituciones sociales y las políticas públicas dirigidas a la juventud y a
sus problemas, reales o supuestos.[29]
La educación de
la juventud y la experiencia juvenil son vistas como centrales para la
construccion de las “identidades del siglo xx”, ya sea de género, clase o
nación, y para el proceso de crecimiento y maduración. En estos análisis se incluyen la infancia y la juventud como
muestra, por una parte, de la lenta y difícil delimitación histórica entre
niños y jóvenes – los procesos de definición y delimitación de la niñez y de la
juventud estuvieron estrechamente interrelacionados- y, por otra, de la
conceptualización del tránsito a la edad adulta en términos de una gran
variedad de caminos en función de diferentes elementos demográficos, sociales,
económicos, culturales o políticos -es decir, históricos y no solo
psicológicos- que afectan a las relaciones entre los jóvenes también en función
de variables como la clase, la raza o el género. Más recientemente, se ha añadido
la relación entre juventud y sexualidad, como muestran los estudios sobre las
campañas de las clases medias para elevar la edad de consentimiento de las
mujeres que han analizado las relaciones entre los discursos médicos, legales y
populares.[30]
En los orígenes de la
historiografía sobre la juventud, las mujeres jóvenes recibieron “una atención
insuficiente” y los estudios sobre los jóvenes tendieron a centrarse en los
hombres. Fue principalmente desde la historia de las mujeres desde la que se
iniciaron los análisis de la situación, muy diferente, de la mujer joven: hasta
finales del siglo XIX los conceptos relacionados con los grupos de edad eran
distintos según los géneros, los cambios provocados por la transición al
trabajo remunerado en las relaciones entre trabajo adolescente y adulto
variaron entre hombres y mujeres y las diferencias en el acceso a la educación
fueron importantes y se mantuvieron durante un largo periodo. Así, los women studies anglosajones han elaborado
una perspectiva propia sobre la juventud, enfatizando la influencia del género,
la familia y la sexualidad en las experiencias de los jóvenes, aunque, como en
todo fenómeno social, las cuestiones derivadas del género se combinan con otros
constreñimientos y oportunidades del momento histórico como la religión o la
clase. [31]
En el ámbito europeo se han desarrollado
numerosas investigaciones sobre el surgimiento y desarrollo de la juventud como
grupo social, sus características socio-culturales o las diferentes culturas
juveniles surgidas desde finales del siglo XIX en algunos países y,
especialmente en el periodo de entreguerras, en todo el continente, o sus
formas de organización y su participación en la conflictividad social y
política. Alemania sigue siendo, junto con el Reino Unido, el país sobre el que
hay más investigaciones, pero los estudios sobre los jóvenes han alcanzado un
gran desarrollo en países como Francia e Italia. En España, la ampliación
temática de la historia social no ha llevado, salvo muy escasas excepciones, a
incluir la edad en sus estudios, y la temática juvenil sigue todavía muy vinculada
al estudio de su participación política, tratan
principalmente sobre algunas organizaciones concretas y, en muchos casos, son
historias tradicionales que hacen hincapié en su organización y en la evolución
de sus posiciones ideológicas y, cuando se analizan aspectos relacionados, como
la familia o el género, apenas se trata específicamente la cuestión juvenil,
aunque en algunos casos hasta se indique en el título.[32]
Al igual que ha sucedido en el
conjunto de la historiografía, la ampliación de temáticas y metodologías sobre
la problemática juvenil se ha hecho sin acabar
con los temas tradicionales y abundan las obras sobre la Juventud Hitleriana o
los Boy Scouts británicos, pero no
existen estudios detallados sobre las organizaciones juveniles obreras italianas,
los análisis sobre las organizaciones juveniles francesas de la primera mitad
del siglo XX se concentran principalmente en la Francia de Vichy o escasean los
trabajos sobre la Internacional Juvenil Socialista o la Comunista.
Las nuevas perspectivas de
análisis –trabajo, familia, ocio, delincuencia, movilización, protesta…-
generalmente no se integran entre sí y faltan obras de síntesis. Los análisis comparativos entre los
diferentes países europeos son más que escasos y en los libros colectivos o monográficos
publicados en revistas no hay análisis comparativos, sino estudios
independientes sobre distintos países.[33]
La historia
de la sociedad y la historia de los jóvenes
En los
inicios del siglo XXI se ha producido una
reacción contra los “excesos del culturalismo”, incluso desde quienes lo
cultivaron, en un ambiente de cansancio de la atención hegemónica a la cultura
que parece general a todas las ciencias sociales. Se reconoce que a la disolución de la aspiración totalizadora de la
historia social le han seguido las lógicas de totalización de las nuevas formas
de historia cultural “que pueden ser igualmente exageradas”. Así, algunos
historiadores hablan de que el giro lingüístico ha dado lugar a un giro
histórico.[34]
Se ha propuesto un enfoque
historiográfico que permita una aproximación entre las perspectivas sociales y
culturales y que combine la atención a la estructura y al significado, buscando
un nuevo y difícil equilibrio entre estructura y procesos sociales, por una
parte, y acciones, experiencias y percepciones– tanto individuales como
colectivas-, por otra, entre el cómo y el porqué. Sobre todo, se pretende
intentar evitar volver a crear corsés
prefabricados que dejen fuera elementos que condicionaron y condicionan la acción de los individuos y
colectivos y, por tanto, la historia. [35]
Se tiende a considerar
fundamentales para el desarrollo futuro de la historia los conceptos de
experiencia, práctica y construcción social de la realidad. Los comportamientos
sociales se explicarían por la percepción que los actores tienen de la realidad
y de problemas objetivos y por los significados que le atribuyen, en un proceso
que se define, siguiendo a Anthony Giddens, como “recursivo”: las prácticas y
actividades humanas son continuamente recreadas por los actores sociales a
través de los mecanismos mediante los que se expresan, en un proceso de
deconstrucción y reconstrucción que deja una cierta libertad al ser humano a
través de lo que se define como “acción creativa”. Geoff Eley defiende reiterar la importancia
de la historia social en el sentido principal por el cual Hobsbawm se pronunció
en su célebre ensayo de 1971: como historia de la sociedad.[36]
En este contexto, la historia de
los jóvenes se presenta como un campo muy prometedor para la historiografía
contemporánea no sólo como sujeto de estudio en sí mismo sino como campo de
análisis y de explicación de las distintas facetas de la realidad social en su
conjunto, que podría analizar, entre otros temas, los siguientes:
- el uso de las categorías sociales de adolescencia y juventud, su
aparición y evolución con el significado actual en diferentes idiomas, en
relación con la conformación de la juventud como
grupo social con sus diferencias temporales, geográficas (incluidas las
diferencias entre el mundo urbano y el rural), de clase o género, y que no debe
perder de vista la influencia de las otras diferenciaciones presentes en la
sociedad.
- La evolución de la composición,
distribución espacial, nivel educativo y participación en el mercado laboral de
los jóvenes, los cambios que se produjeron en aquellos y la influencia de las
diversas legislaciones que los regularon en algunos casos.
- Las diferentes ideas y concepciones de la
juventud presentes en los distintos sectores sociales, políticos y culturales y la de los mismos jóvenes sobre
ellos, su relación –o no- con la
realidad y cómo influyeron en las políticas
elaboradas por poderes públicos e instituciones sociales y políticas dirigidas
a los jóvenes y el carácter de estas políticas (regulación de sus formas de
ocio, su participación en la política, el papel del servicio militar
obligatorio o el tratamiento de la delincuencia juvenil), que incluyeron la
creación de servicios e instituciones concretos.
- Los espacios de socialización de la juventud
y las diferentes culturas juveniles, las formas y tipos de ocio dirigido hacia
los jóvenes y cómo estos podían influir en la generación de consenso o
conflicto en torno a diferentes políticas, ideologías o religiones y en la
inclusión o exclusión social de la gente joven.
- El surgimiento y
desarrollo de las diferentes organizaciones juveniles (estudiantiles,
recreativas, culturales, religiosas, políticas…), los objetivos que se
planteaban, su papel en la sociedad y las relaciones que se establecieron entre
ellas, incluyendo las relaciones entre movimientos juveniles de diferentes países y las desarrolladas en
instituciones y actividades internacionales (internacionales juveniles
políticas, jamborees de los scouts,
asambleas de la juventud católica...), que se iniciaron mucho antes de la
llamada globalización.
Un estudio de este carácter
requiere de la utilización de una metodología comparativa, especialmente de la
comparación que se realiza entre sociedades vecinas y contemporáneas. Como ya
defendió Marc Bloch en 1928, la comparación “quizá sea también el futuro de
nuestra ciencia”. El historiador francés propuso entonces un programa de historia comparada de las sociedades
europeas, partiendo de que hay procesos históricos que tienen un carácter
internacional - como el desarrollo de la juventud y de los movimientos
juveniles y los mismos factores que lo permitieron- lo que da lugar a similitudes
y diferencias entre distintos países.[37]
Esto no implica negar los peligros de la comparación, empezando
por las dificultades de un conocimiento concreto de cada uno de los contextos
que se comparan, la hipergeneralización
a partir de grandes modelos o categorías preestablecidas, la realización de
analogías superficiales o el anacronismo. Como ya dijo el mismo Marc Bloch, “la
comparación no presenta ningún valor si, de hecho, no se basa en estudios
detallados, críticos y sólidamente documentados”, tras una definición clara de
lo que es comparable. Para el fundador de la Escuela de Annales, el método
comparativo permitiría explicar los fenómenos históricos, revelar los
auténticos resortes de las semejanzas, explicar supervivencias, investigar las
influencias recíprocas y generalizar fenómenos de fuerte recurrencia histórica
y con posibilidades de delimitación suficiente.[38]
El método comparativo ha dado ya importantes frutos en la
historiografía contemporaneísta y, como dice Chris Lorenz, el establecimiento
de semejanzas y diferencias entre fenómenos similares de distintos países es
también un procedimiento adecuado para evitar establecer características
particulares nacionales o locales empíricamente injustificadas.[39]
Como conclusión, se puede decir
que la historia de la juventud como grupo de edad y, por tanto, como grupo
social, ha pasado a ser sujeto de la investigación historiográfica desde hace
relativamente poco tiempo. Sin embargo, a pesar de que –o, quizá, a la vez que-
esta investigación ha tenido un desarrollo desigual en los distintos países del
entorno occidental, se ha conformado en algunos como un ámbito de creciente
importancia de la historia social y cultural en sus diversas variantes. Ya en
el año 2007 se planteó que el estudio de la juventud y de los conceptos
asociados a ella había pasado a ser central en la historia social occidental.
Probablemente no se pueda considerar que llevará a “la emergencia de una nueva
disciplina”, como se dijo al año siguiente, pero
estamos lejos de la época en que se afirmaba que las culturas juveniles habían
aparecido, casi súbitamente, a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial y
que la primera oleada de movilización juvenil se produjo en torno a los
diferentes mayos de 1968. Por el
contrario, ahora se dice que “la edad dorada de la juventud, con sus
aspectos positivos y negativos, no comenzó en los años cincuenta, sino (…) en
los treinta y primeros cuarenta” y terminó durante la crisis económica de los
setenta.[40]
Bibliografía
Philippe
Ariés. El niño y la vida familiar en el
Antiguo Régimen. Madrid, Taurus, 1987 (or. 1973)
Julio Aróstegui. La
investigación histórica. Teoría y método, Barcelona, Crítica, 1995
Ludivigny Bantigny, (coord.). “Les jeunes, sujets et
enjeux politiques. France, XXe. Siècle”. Histoire@Politique,
Politique, culture, societé, nº. 4. París, 2008.
Henry Berr. Problèmes
d’avenir. Le mal de la jeunesse allemande. París,
Editions Albin Michel,1946
Marc Bloch. “A favor de una historia comparada de las
civilizaciones europeas”, en Ídem Historia
e historiadores. Madrid, Akal, 1999,
pp. 113-147 (or. 1928)
Fritz Borinski y Werner Milch. Jugendbewegung: the story of German youth,
1896-1933. Londres, German Educational Reconstruction,
1945
Isabel Burdiel y María Cruz Romeo. “Historia y lenguaje: la vuelta al relato dos décadas después”. Hispania, vol LVI, nº. 192.
Madrid, 1996, pp. 333-346
Bureau International d’Education. Les periódiques pour la
Jeunesse. Ginebra, 1936
Peter Burke, (ed.). Formas
de hacer historia. Madrid, Alianza, 1993
Peter Burke. “La nueva historia socio-cultural”. Historia Social, nº. 17. Valencia, 1993,
pp. 105-114
Ciro F. Cardoso. “Combatiendo la arrogancia epistemológica:
algunos caminos que se podrían recorrer”. Edad
Media. Revista de historia, nº. 9. Valladolid, 2008, pp. 105-128
Mary Carpenter. Juvenile
Delinquents: Their Condition and treatment. Londres, W. and F.G. Cash, 1853
Julián Casanova. La historia
social y los historiadores: ¿Cenicienta o princesa? Barcelona, Crítica,
1991
Julián Casanova. “Historia local, historia social y
microhistoria”, en Ignacio Peiró y Pedro Rújula, (coord.). La historia local en la España contemporánea. Estudios y reflexiones
desde Aragón. Barcelona, L’Avenç, 1999,
pp. 17-28
Julián Casanova. “Los límites de la objetividad y el desafío
posmodernista”, en Carlos Forcadell, (ed.). Razones
de historiador. Magisterio y presencia de Juan José Carreras, Zaragoza,
Institución Fernando El Católico, 2009, pp. 323-334
Roger Chartier. “El mundo como representación”. Historia Social, nº. 10. Valencia, 1991,
pp. 163-175 (or. 1989)
Roger Chartier. “De la historia social de la cultura a la historia
cultural de lo social”. Historia Social, nº. 17. Valencia, 1993, pp. 97-103
Stanley Cohen. Folk Devils and Moral Panics. The creation of the Mods and Rockers.
Oxford, Martin Robertson, 1980 (or.1972)
Joël Colton et alii. La jeunesse et ses
mouvements. Influence
sur l’évolution des sociétés aux XIXe et XXe siècles. París,
Centre National de la Recherche Scientifique, 1992.
Pamela Cox y Heather
Shore, (eds.). Becoming Delinquent:
European Youth, 1650-1950. Aldershot, Ashgate Publishing Limited, 2002.
Natalie Z. Davis. “Las formas de la historia social”. Historia Social, nº 10. Valencia, 1991,
pp. 177-182
Miguel Ángel del Arco Blanco. “Un paso más allá de la historia
cultural: los cultural studies”, en
Teresa María Ortega López, (ed.). Por una
historia global. El debate historiográfico en los últimos tiempos,
Granada-Zaragoza, Prensas Universitarias, 2008, pp. 259-289
Marcel Detienne. Comparar lo
incomparable, Alegato en favor de una ciencia histórica comparada,
Barcelona, Península, 2001
Patrizia Dogliani. Storia
dei Giovani. Milán, Bruno Mondadori, 2003
Patrizia Dogliani, (ed.). Giovani e Generazioni nel Mondo Contemporaneo. La Ricerca storica in Italia. Bolonia, Clueb, 2009
François Dosse. La historia
en migajas. De
<<Annales>> a la <<nueva historia>>. Valencia, Alfons El Magnànim, 1988
Dieter Dowe, (ed.). Jugendprotest und Generationenkonflikt in Europa im 20. Jahrhundert.
Deutschland, England, Frankreich und Italien im Vergleich. Bonn, Verlag
Neue Gesellschaft, 1986
Hans Ebeling. The German youth movement: its past and future, Londres, The New
Europe Publishing Co., 1945
Shmuel Noah Eisenstadt. From Generation to Generation. New
Brunswick y Londres, Transaction Publishers, 2003 (or. 1971)
Geoff Eley. Una línea
torcida. De la historia cultural a la historia de la sociedad. Valencia,
PUV, 2008
Erik Erikson. Identidad, juventud y crisis. Madrid,
Taurus,1992 (or. 1978)
Anthony Esler. Bombs, Beards and Barricades. 150 Years of Youth in Revolt. Nueva
York, Stein and Day Publishers,1971
Lewis S. Feuer. The Conflict of generations. The Character and Significance of Student
Movements. Londres, Heinemann, 1969
Carlos Forcadell. “La historia social, de la “clase” a la
“identidad”, en Elena Hernández Sandoica y Alicia Langa, (eds.). Sobre la historia actual. Entre política y
cultura. Madrid, Abada, 2005, pp. 15-35
David Fowler. The first teenagers: the lifestyles of young wage-earners in interwar
Britain. Londres, Woburn Press,1995.
Vera Franke, (ed.). Youth of Germany. A lost Generation? Nueva York, American Association for a Democratic
Germany, 1945
Sigmund Freud. “La metamorfosis de la pubertad”, en Tres ensayos sobre teoría sexual.
Madrid, Alianza, 1990, pp. 72-106 (or. 1905)
Hans Gadamer. Verdad y método. Salamanca, Sígueme,1997
Olivier Galland. Sociologie de la
jeunesse. L’entrée dans la vie. París, Armand Colin,
2007
John R. Gillis. Youth and History. Tradition and change in
European Age Relations 1770-Present. Nueva York-San Francisco-Londres,
Academic Press, 1974
Carlo Ginzburg y Carlo Poni. “El nombre y el
cómo: intercambio desigual y mercado historiográfico”. Historia Social, nº. 10. Valencia, 1991, pp. 63-70 (or. 1979)
Eduardo González Calleja y Sandra Souto
Kustrín. “Juventud y política. Orientación bibliográfica”. Ayer, nº. 59-3. Madrid, 2005, pp. 283-298
Harvey J. Graff. “The
History of Childhood and Youth: Beyond Infancy”. History of Education Quarterly, vol. 26, nº. 1. Cambridge, 1986,
pp. 95-109
Levi D. Gresh. “Britain Tackled the Youth Problem”. The Journal of Educational Sociology,
vol. 13, nº. 6. 1940, pp. 360-364
Ranahit Guha. La historia en el término de la historia universal. Barcelona, Crítica, 2003
G. Stanley Hall. Adolescence: its psychology and its
relations to physiology, anthropology, sociology, sex, crime, religion and
education. Londres, Sidney Appleton, 1904
Stuart Hall y Tony
Jefferson, (eds.). Resistance through
Rituals. Youth subcultures in post-war Britain. Londres, Hutchinson &
Co. Publishers, 1976
Elizabeth Harvey. Youth and the welfare state in Weimar
Germany. Oxford-Nueva York, Clarendon Press-Oxford University Press, 1993
Dick Hebdige. Subculture: the meaning of style.
Londres, Methuen, 1979
Oded Heilbronner. “From a Culture for Youth to a Culture of Youth: Recent Trends in the Historiography of
Western Youth Cultures”. Contemporary European History. vol. 17, nº. 4. Cambridge-Nueva York, 2008,
pp. 575-591
Eric J. Hobsbawm. “De la
historia social a la historia de la sociedad”. Historia Social, nº. 10. Valencia, 1991, pp. 11-25 (or. 1971)
Eric J. Hobsbawm. “El historiador entre la
búsqueda de lo universal y la búsqueda de la identidad”. Historia Social, nº. 25. Valencia, 1996, pp.
81-90
Stephen Humphries. Hooligans or Rebels? An Oral History of
Working-Class Childhood and Youth, 1889-1939. Oxford, Basil Blackwell, 1981.
Lynn Hunt, (ed.). The new cultural history. Berkeley, University of California Press,
1989
Georg Iggers. La Ciencia Histórica en el siglo XX. Las tendencias actuales.
Barcelona, Idea Universitaria, 1998
Ivan Jablonka
y Ludivigny Bantigny. Jeunesse oblige. Histoire des jeunes en
France (XIXe-XXIe siècle). París, PUF, 2009
Louise
A. Jackson. “Youth and Modernity”. Journal
of Contemporary History, vol. 42/4. Beverly Hills,
CA., 2007, pp. 639-647
Santos Juliá. Historia social/sociología histórica. Madrid, Siglo XXI, 1989
Issac L. Kandel. The Making of Nazis. Nueva York,
Teachers College, Columbia University, 1935.
Henry J. Kellermann. The present status of German youth, Washington,
U.S. Printing Office, 1946
Donald R. Kelley. “El giro cultural en la
investigación histórica”, en Ignacio Olábarri y Francisco Javier Caspistegui,
(eds.). La “nueva” historia Cultural: la
influencia del postestructuralismo y el auge de la interdisciplinariedad.
Madrid, Editorial Complutense, 1996, pp. 35-48
Reinhart Koselleck. “Historia de los
conceptos y conceptos de historia”. Ayer, nº. 53. Madrid, 2004, pp. 27-45
Edward J. Kunzer.
“The Youth of Nazi German”. The Journal
of Educational Sociology, vol. 11, nº. 6. 1938, pp. 342-350
Walter Z. Laqueur. Young Germany. A history of the German Youth
Movement. Nueva York, Basic Books, 1962
Giovanni Levi y
Jean-Claude Schmitt, (eds.). Historia de los jóvenes, 2 vol. Madrid, Taurus, 1996
Xavier de Lignac. La France attend sa jeunesse. Enquête sur la France qui vient. París, Plon, 1938
Chris Lorenz.
“Comparative Historiography: Problems and Perspectives”. History and Theory, vol. 38/1. Malden,
Mass., 1999, pp. 25-39
Gregory M. Luebbert. Liberalismo, fascismo o socialdemocracia. Clases sociales y orígenes
políticos de los regímenes de la Europa de entreguerras. Zaragoza, Prensas
Universitarias de Zaragoza, 1997
Charles Maier. La refundación de la Europa burguesa: estabilización en Francia,
Alemania e Italia en la década posterior a la I Guerra Mundial. Madrid,
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1987
Charles Maier, (ed.). “Estudios de Historia
Comparada”. Studia Historica. Historia
Contemporánea, vol. X-XI. Salamanca, 1992-1993
Karl Mannheim. “El problema de las
generaciones”. Revista Española de
Investigaciones Sociológicas, nº. 62. Madrid, 1993, pp. 193-242 (or. 1928)
Armand Mattelart y Érik Neveu. Introducción a los estudios culturales. Barcelona, Paidós, 2004
Mary
Jo Maynes, Birgitte Sǿland y Christina Benninghaus, (eds.). Secret gardens, satanic mills: placing girls
in European history, 1750-1960. Bloomington, IN., Indiana University Press,
2005
Margaret Mead. Coming of age in Samoa. A psychological
study of primitive youth for western civilisation. Nueva York, W. Morrow
& Company, 1928.
Michael Mitterauer. A history of youth. Oxford, Basil
Blackwell, 1992 (or. 1986)
Arthur E. Morgan. The Needs of Youth: a Report Made to King
George's Jubilee Trust Fund. Londres-Nueva York-Toronto, Oxford University
Press, 1939
Graham Murdock y
Robin McCron. “Youth and Class: The career of a confusion”, en Geoff Mungham y
Geoff Pearson, (eds.). Working class
youth culture. Londres, Henley-on-Thames y Boston, Routledge y Kegan Paul,
1976, pp. 10-26
John Neubauer. The
Fin-de-Siècle Culture of Adolescence. New
Haven, Yale University Press, 1992
Oficina Internacional del Trabajo. La Organización Internacional del Trabajo y
los Problemas de la Juventud. Ginebra,1938.
Talcott Parsons. “Age
and sex in the Social Structure of the United States”. American Sociological Review, vol. 7, nº. 5. Menasha (Wis.), 1942,
pp. 604-616
Geofrey Pearson. Hooligan: A History of Respectable Fears.
Londres y Basingstoke, The Macmillan Press Ltd., 1983
Juan Sisinio Pérez Garzón. “Cuestiones sobre
historia social. En la estela de Tuñón de Lara”. Cuadernos de Historia Contemporánea, vol. 30. Madrid, 2008, pp.
23-41
Denis Pernot. La jeunesse en discours (1880-1925). Discours social et
creation littéraire. París,
Honoré Champion, 2007.
René Rémond, (dir.). Pour une histoire politique. París, Seuil, 1998
Paul Ricoeur. Tiempo y narración. Madrid, Cristiandad, 1987
Mark Roseman, (ed.). Generations in
conflict. Youth revolt and generation formation in Germany 1770-1968. Nueva York, Cambrige University Press, 1995
Giovani Sartori.
“Compare Why and How. Comparing, Miscomparing and the Comparative Method, en
Mattei Dogan and Ali Kazancigil, (eds.). Comparing
Nations: Concepts, Strategies, Substance. Oxford (UK)-Cambridge(USA),
Blackwell, 1994, pp. 14-34.
Christopher Schmidt-Nowara. “Las plantillas
rotas de la historia: ¿Qué viene después del giro lingüístico?”. Historia Social, nº. 63. Valencia, 2009,
pp. 169-173
Justo Serna y Anaclet Pons. “Formas de hacer
microhistoria”, en Miguel Ángel Cabrera y Marie McMahon, (eds.). La situación de la historia. Ensayos de
historiografía. La Laguna, Universidad, 2003, pp. 193-214
Justo Serna y Anaclet Pons. La historia cultural, Autores, obras,
lugares. Madrid, Akal, 2005
William Sewell Jr. Logics of History. Chicago, University
of Chicago Press, 2005.
Société des Nations.
Commission consultative des questions sociales. Le cinema recreatif et la jeunesse. Ginebra, 1938
C. John Sommerville. “Bibliographic Note: Toward a History of
Childhood and Youth”. The Journal of
Interdisciplinary History, vol. 3, nº. 2. Cambridge (Mass.), 1972, pp.
439-447
Gabrielle M. Spiegel. “La historia de la
práctica: nuevas tendencias en historia tras el giro lingüístico”. Ayer, nº. 62. Madrid, 2006, pp. 19-50
Sandra Souto Kustrín. “<<El mundo ha
llegado a ser consciente de su juventud como nunca antes>>: Juventud y movilización
política en la Europa de entreguerras”. Mélanges de la Casa de Velázquez,
vol. 34-1. Madrid, 2004, pp. 179-215
Sandra Souto Kustrín. “El encuentro entre la
sociología y la historia: las teorías
de los movimientos sociales y la
historiografía española”. Trocadero,
nº. 17. Cádiz, 2005, pp. 37-55
Sandra Souto Kustrín. “Juventud, teoría e
historia: la formación de un sujeto social y de un objeto de análisis”. Historia Actual Online, nº. 13. Cádiz,
2007, pp. 171-192
Sandra Souto Kustrín,
(coord.). “Ser joven en la Europa de entreguerras: política, cultura y
movilización”. Hispania, vol. LXVII, nº. 225. Madrid, 2007
Sandra Souto Kustrín.
"Jóvenes, marxistas y revolucionarios” en
Manuel Álvarez Tardío y Fernando del Rey Reguillo (dirs.). Políticas del odio. Violencia y crisis de las democracias en el mundo
de entreguerras. Madrid, Tecnos, 2017, pp. 115-165
Eduard Spranger. Psicología de la edad juvenil. Madrid, Revista de Occidente, 1929
John Springhall. Youth, Empire and
Society British Youth Movements, 1883-1940. Londres-Hamden (Conn.), Croom
Helm-Archon Books,1977.
John Springhall. Coming of age: adolescence in Britain,
1860-1960. Dublín, Gill and Macmillan, 1986
John Springhall. Youth, popular culture and moral panics:
penny gaffs to gangsta-rap, 1830-1996. Nueva York, St. Martin’s Press, 1998
Edward P. Thompson. The making of the English Working Class.
Londres, Victor Gollanz, 1963
Frederic M. Thrasher.
The Gang: a study of 1313 gangs in
Chicago. Chicago, The University of Chicago Press, 1927.
Penny Tinkler. Constructing Girlhood: Popular Magazines for
Girls Growing up in England, 1920-1950. Londres, Taylor and Francis, 1995
Selina Todd. Young Women, Work and family in England, 1918-
1950. Oxford, Oxford University Press, 2005
Frans
Van Poppel, Michel Oris y James Lee. The Road to independence.
Leaving Home in Western and Eastern Societes, 16th-20th Century. Berna, Peter Lang, 2004
Vv. Aa. “Vichy et la
jeunesse”. Revue d'histoire de la
deuxième guerre mondiale, nº. 56. París, 1964
Vv. Aa. “De la
historia cultural a la historia social”. Historia
Social, nº. 69. Valencia, 2011(Or. American
Historical Review, vol 113/2 (abril 2008)
Vv.Aa. “Género, Juventud y Compromiso”. Ayer,
nº. 100. Madrid, 2015
Vv. Aa.
Bildung
und freizeit. Berichte und bilder aus der deutschen jugendpfledge und
jugendbewegung/Education and leisure. Reports and pictures of German Youth
Welfare and the Youth Movement. Berlín,
Reichsausschuss der Deutschen Jugendverbände, 1929
J. Robert Wegs. Growing up working class: continuity and
change among Viennese Youth, 1890-1938. University Park y Londres The
Pennsylvania State University Press, 1989
Hayden White. Metahistoria. La imaginación histórica en la
Europa del siglo XIX. México,
FCE, 1992
Walter T. Winslow. Youth. A World Problem. A Study in World
Perspective of Youth Conditions, Movements and programs. Washington,
Government Printing Office, 1937.
Recibido: 20/11/2017
Evaluado: 15/12/2018
Versión Final: 20/01/2018
[1] Este trabajo ha sido posible gracias al
proyecto CSIC 201510I026, Hacia una
historia comparada de la juventud en la Edad Contemporánea y al proyecto HAR2015-65115-P, La violencia política de
1936 y el 18 de julio como punto de ruptura. Un análisis micro.
[2] Sandra Souto Kustrín. “Juventud, teoría e
historia: la formación de un sujeto social y de un objeto de análisis”. Historia Actual Online, nº. 13. Cádiz, 2007, pp. 171-192. Ejemplos en Mary
Carpenter. Juvenile Delinquents: Their
Condition and treatment. Londres, W. and F.G. Cash, 1853; Karl Mannheim. “El problema
de las generaciones”. Revista Española de
Investigaciones Sociológicas, nº. 62. Madrid, 1993, pp. 193-242 (or.
1928); y Levi D. Gresh. “Britain Tackled the Youth Problem. The Journal of Educational Sociology,
vol. 13, nº. 6. 1940, pp. 360-364.
[3] Julio Aróstegui. La investigación histórica. Teoría y método.
Barcelona, Crítica, 1995, pp. 23-27 y pp. 98-101.
[4] Olivier Galland. Sociologie de la jeunesse. L’entrée dans la vie. París, Armand Colin, 2007, p. 104; Sandra Souto Kustrín. “<<El mundo ha llegado a ser consciente de
su juventud como nunca antes>>: Juventud y movilización política en la
Europa de entreguerras”. Mélanges de la Casa de Velázquez. vol. 34-1.
Madrid, 2004, pp. 179-215; y “Jóvenes,
marxistas y revolucionarios” en Manuel Álvarez Tardío y Fernando del Rey
Reguillo, (dirs.). Políticas del odio.
Violencia y crisis de las democracias en el mundo de entreguerras. Madrid, Tecnos, 2017, pp. 115-165.
[5] Margaret
Mead. Coming of age in Samoa. A
psychological study of primitive youth for western civilisation. Nueva York, W. Morrow &
Company, 1928 y Eduard Spranger. Psicología
de la edad juvenil. Madrid, Revista de Occidente, 1929.
[6] G. Stanley Hall. Adolescence: its psychology
and its relations to physiology, anthropology, sociology, sex, crime, religion
and education. Londres, Sidney Appleton, 1904.
[7] Véase, por ejemplo,
Frederic M. Thrasher. The Gang:
a study of 1313 gangs in Chicago. Chicago, The University of Chicago
Press, 1927; Vv. Aa. Bildung und
freizeit. Berichte und bilder aus der deutschen jugendpfledge und
jugendbewegung/Education and leisure. Reports and pictures of German Youth
Welfare and the Youth Movement. Berlín, Reichsausschuss der Deutschen
Jugendverbände, 1929; Bureau International d’Education. Les periódiques pour la
Jeunesse. Ginebra, 1936; Société
des Nations. Commission consultative des questions sociales. Le cinema recreatif et la jeunesse. Ginebra, 1938; Oficina
Internacional del Trabajo. La
Organización Internacional del Trabajo y los Problemas de la Juventud. Ginebra,
1938; Arthur E. Morgan. The Needs of
Youth: a Report Made to King George's Jubilee Trust Fund. Londres-Nueva
York-Toronto, Oxford University Press, 1939; Xavier de Lignac. La France attend sa jeunesse. Enquête sur la France qui vient. París, Plon, 1938.
[8] Graham
Murdock y Robin McCron. “Youth and
Class: The career of a confusion”, en Geoff Mungham y Geoff Pearson, (eds.). Working class youth culture. Londres,
Henley-on-Thames y Boston, Routledge y Kegan Paul, 1976, pp. 10-26, p. 11.
Walter T. Winslow. Youth. A World
Problem. A Study in World Perspective of Youth Conditions, Movements and
programs. Washington, Government Printing Office, 1937.
[9] Issac L.
Kandel. The Making of Nazis. Nueva
York, Teachers College, Columbia University, 1935; Edward J. Kunzer. “The Youth
of Nazi German”. The Journal of
Educational Sociology, vol. 11, nº. 6. 1938, pp. 342-350.
[10] Vera Franke, (ed.). Youth of Germany. A lost Generation?
Nueva York, American Association for a Democratic Germany, 1945; Henry J.
Kellermann. The present status of German
youth. Washington, U.S. Printing Office, 1946; Henry Berr. Problèmes d’avenir. Le mal de la jeunesse allemande. París, Editions Albin Michel,1946.
[11] Fritz
Borinski y Werner Milch. Jugendbewegung:
the story of German youth, 1896-1933. Londres, German Educational
Reconstruction, 1945; Hans Ebeling. The
German youth movement: its past and future. Londres, The New Europe
Publishing Co., 1945.
[12] Walter Z.
Laqueur. Young Germany. A history of the
German Youth Movement. Nueva York, Basic Books, 1962.
[13] Sobre las diferentes formas de historia
social “clásicas” se puede ver Santos Juliá. Historia social/sociología histórica. Madrid, Siglo XXI, 1989 o Julián
Casanova. La historia social y los
historiadores: ¿Cenicienta o princesa? Barcelona, Crítica, 1991; sobre
Annales, François Dosse. La historia en
migajas. De <<Annales>> a
la <<nueva historia>>. Valencia, Alfons El Magnànim, 1988.
[14] Lewis S.
Feuer. The Conflict of generations. The
Character and Significance of Student Movements. Londres, Heinemann, 1969;
Anthony Esler. Bombs, Beards and
Barricades. 150 Years of Youth in Revolt. Nueva York, Stein and Day
Publishers,1971; John R. Gillis. Youth
and History. Tradition and change in European Age Relations 1770-Present. Nueva
York-San Francisco-Londres, Academic Press, 1974.
[15] Sigmund Freud. “La metamorfosis de la
pubertad”, en Tres ensayos sobre teoría
sexual. Madrid, Alianza, 1990, pp. 72-106 (or. 1905); Talcott Parsons. “Age and
sex in the Social Structure of the United States”. American
Sociological Review. vol. 7, nº. 5. Menasha (Wis), 1942, pp. 604-616; Sandra Souto
Kustrín. “El encuentro entre la sociología y la historia: las teorías de los
movimientos sociales y la historiografía española”. Trocadero, nº. 17. Cádiz, 2005, pp. 37-55. Ejemplos y desarrollos
de estas teorías con relación a la juventud en Shmuel N. Eisenstadt. From Generation to
Generation. New Brunswick y Londres, Transaction Publishers, 2003 (or. 1971) y
Erik Erikson. Identidad. Juventud y crisis. Madrid, Taurus,1992 (or. 1978).
[16] René Rémond, (dir.). Pour une histoire politique. París, Seuil, 1998.
[17] Natalie Z. Davis. “Las formas de la historia
social”. Historia Social, nº 10.
Valencia, 1991, pp. 177-182; Peter Burke. “Obertura: la nueva historia, su
pasado y su futuro”, en Ídem, (ed.). Formas
de hacer historia. Madrid, Alianza, 1993, p. 11-37; Ranahit Guha. La historia en
el término de la historia universal. Barcelona, Crítica, 2003.
[18] C. John Sommerville. “Bibliographic Note: Toward a History
of Childhood and Youth”. The Journal of Interdisciplinary History.
vol. 3, nº. 2. Cambridge (Mass), 1972, pp.
439-447, p. 442. Ejemplos en John Springhall. Youth, Empire and Society British Youth Movements, 1883-1940. Londres-Hamden (Conn.), Croom
Helm-Archon Books, 1977 y Vv. Aa. “Vichy et la jeunesse”. Revue d'histoire de la deuxième guerre
mondiale, nº. 56. París, 1964.
[19] Sobre la microhistoria, véase Carlo Ginzburg
y Carlo Poni. “El nombre y el cómo: intercambio desigual y mercado
historiográfico”. Historia Social,
nº. 10. Valencia, 1991, pp. 63-70 (or. 1979); Justo Serna y Anaclet Pons.
“Formas de hacer microhistoria”, en Miguel Ángel Cabrera y Marie McMahon,
(eds.). La situación de la historia.
Ensayos de historiografía. La Laguna, Universidad, 2003, pp. 193-214; y
Julián Casanova. “Historia local, historia social y microhistoria”, en Ignacio
Peiró y Pedro Rújula, (coord.). La
historia local en la España contemporánea. Estudios y reflexiones desde Aragón.
Barcelona, L’Avenç,1999, pp. 17-28.
[20] Giovanni Levi y Jean-Claude Schmitt, (eds.). Historia de los jóvenes, 2 vol. Madrid, Taurus,
1996; Michael Mitterauer. A history of
youth. Oxford, Basil Blackwell, 1992 (or. 1986). Georg Iggers. La Ciencia Histórica en el siglo XX. Las tendencias actuales. Barcelona,
Idea Universitaria, 1998, pp. 62-72.
[21] Edward P. Thompson. The making of the English Working Class. Londres, Victor Gollanz, 1963.
Estudios sobre la juventud realizados por miembros de la Escuela de Birmingham
en Stuart Hall y Tony Jefferson, (eds.). Resistance through Rituals. Youth subcultures in post-war Britain.
Londres, Hutchinson & Co. Publishers, 1976; Stanley Cohen. Folk Devils and Moral Panics. The creation
of the Mods and Rockers. Oxford, Martin Robertson, 1980 (or. 1972). Dick
Hebdige. Subculture: the meaning of style.
Londres,
Methuen, 1979. Trabajos historiográficos muy influidos por esta escuela a la
vez que presentan matizaciones y críticas en Geofrey Pearson. Hooligan: A History of Respectable Fears. Londres
y Basingstoke, The Macmillan Press Ltd., 1983; Stephen Humphries. Hooligans or Rebels? An Oral History of
Working-Class Childhood and Youth, 1889-1939. Oxford, Basil Blackwell, 1981; John
Springhall. Coming of age: adolescence in
Britain, 1860-1960. Dublín, Gill and Macmillan, 1986 y Youth, popular culture and moral panics: penny gaffs to gangsta-rap,
1830-1996. Nueva
York, St. Martin’s Press, 1998. La cita en Geoff Eley. Una línea torcida. De la historia cultural a la historia de la sociedad.
Valencia, PUV, 2008, pp. 85-86.
[22] Véase Armand Mattelart y Érik Neveu. Introducción a los estudios culturales.
Barcelona, Paidós, 2004; y Miguel
Ángel del Arco Blanco. “Un paso más allá de la historia cultural: los cultural studies”, en Teresa María
Ortega López, (ed.). Por una historia
global. El debate historiográfico en los últimos tiempos. Granada-Zaragoza, Prensas Universitarias,
2008, pp. 259-289.
[23] Se toma como referencias a Paul Ricoeur. Tiempo y narración. Madrid, Cristiandad,
1987; Hayden White. Metahistoria. La
imaginación histórica en la Europa del siglo XIX. México, FCE, 1992; y Hans
Gadamer. Verdad y método. Salamanca,
Sígueme,1997.
[24] Las citas, en Georg Iggers. La Ciencia Histórica…. Op. Cit., p. 97,
y Eric J. Hobsbawm. “El historiador entre la búsqueda de lo universal y la
búsqueda de la identidad”. Historia
Social, nº. 25. Valencia, 1996,
pp. 81-90, p. 86. Véase también Julián Casanova. “Los límites de la objetividad
y el desafío posmodernista”, en Carlos Forcadell, (ed.). Razones de historiador. Magisterio y presencia de Juan José Carreras.
Zaragoza, Institución Fernando El Católico, 2009, pp. 323-334.
[25] Philippe Ariés. El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen. Madrid, Taurus, 1987
(or. 1973), pp. 46-52. Los problemas de los usos en el pasado de los términos
relacionados con la juventud en el inglés, en John Springhall. Coming of age … Op. Cit., pp. 13-14.
[26] Isabel Burdiel y María
Cruz Romeo. “Historia y lenguaje: la vuelta al relato dos
décadas después”. Hispania,
vol LVI, nº. 192. Madrid, 1996, pp. 333-346 ; Ciro F. Cardoso. “Combatiendo la arrogancia epistemológica:
algunos caminos que se podrían recorrer”. Edad
Media, Revista de historia, nº. 9, Valladolid, 2008, pp. 105-128; Reinhart Koselleck. “Historia de los conceptos
y conceptos de historia”. Ayer, nº.
53. Madrid, 2004, pp. 27-45.
[27] Roger Chartier. “El mundo como representación”. Historia Social, nº. 10. Valencia, 1991,
pp. 163-175 (or. 1989) y “De la historia social de la cultura a la historia
cultural de lo social”. Historia Social, nº. 17.
Valencia, 1993, pp. 97-103; Lynn Hunt, (ed.).
The new cultural history. Berkeley, University of
California Press, 1989; Donald R. Kelley. “El giro cultural en la investigación
histórica”, en Ignacio Olábarri y Francisco Javier Caspistegui, (eds.). La “nueva” historia cultural: la influencia
del postestructuralismo y el auge de la interdisciplinariedad. Madrid,
Editorial Complutense, 1996, pp. 35-48; Carlos Forcadell. “La historia social,
de la “clase” a la “identidad”, en Elena Hernández Sandoica y Alicia Langa,
(eds.). Sobre la historia actual. Entre
política y cultura, Madrid, Abada, 2005, pp. 15-35; Justo Serna y Anaclet
Pons. La historia cultural, Autores,
obras, lugares. Madrid, Akal, 2005.
[28] Gabrielle M. Spiegel. “La historia de la
práctica: nuevas tendencias en historia tras el giro lingüístico”. Ayer, nº. 62. Madrid, 2006, pp. 19-50.
Peter Burke. “La nueva historia socio-cultural”. Historia Social, nº. 17. Valencia, 1993, pp. 105-114.
[29] Harvey J. Graff.
“The History of Childhood and Youth: Beyond Infancy”. History of Education Quarterly, vol. 26, nº. 1. Cambridge, 1986,
pp. 95-109, p. 95. Ejemplos en John
Neubauer. The Fin-de-Siècle Culture of Adolescence. New Haven,
Yale University Press, 1992; Elizabeth Harvey. Youth and the welfare state in Weimar Germany. Oxford-Nueva York,
Clarendon Press-Oxford University Press,1993; David Fowler. The first teenagers: the lifestyles of young
wage-earners in interwar Britain. Londres, Woburn Press,1995; Pamela Cox y
Heather Shore, (eds.). Becoming
Delinquent: European Youth, 1650-1950. Aldershot, Ashgate Publishing
Limited, 2002; Frans Van Poppel, Michel Oris y James Lee. The Road to independence. Leaving Home in Western and Eastern Societes,
16th-20th Century. Berna, Peter Lang, 2004; Denis Pernot. La jeunesse en discours (1880-1925).
Discours social et creation littéraire. París, Honoré Champion, 2007.
[30] Louise A. Jackson.
“Youth and Modernity”. Journal of
Contemporary History, vol. 42/4. Beverly Hills, CA., 2007, pp. 639-647, la
cita en p. 644. Harvey J. Graff. “The History of Childhood…”. Op. Cit.
[31] Harvey J. Graff.
“The History of Childhood…”. Op. Cit., la cita en p. 103. Ver también Michael
Mitterauer. A history of youth. Op.
Cit., pp. 87 y 130. Estudios en Mary Jo Maynes,
Birgitte Sǿland y Christina Benninghaus, (eds.). Secret gardens, satanic mills: placing girls in European history,
1750-1960. Bloomington, IN., Indiana University Press, 2005; Selina
Todd. Young Women, Work and family in
England, 1918- 1950. Oxford, Oxford University Press, 2005. Se habla ya de construcción
de la identidad juvenil femenina: Penny Tinkler. Constructing Girlhood: Popular Magazines for Girls Growing up in
England, 1920-1950. Londres, Taylor and Francis, 1995.
[32] Mark Roseman, (ed.).
Generations in conflict. Youth revolt and
generation formation in Germany 1770-1968. Nueva York, Cambrige University
Press, 1995; Ludivigny Bantigny, (coord.). “Les jeunes, sujets et enjeux politiques.
France, XXe. Siècle”. Histoire@Politique,
Politique, culture, societé, nº. 4. París, 2008; Ivan Jablonka
y Ludivigny Bantigny. Jeunesse oblige. Histoire
des jeunes en France (XIXe-XXIe siècle). París, PUF, 2009; Patrizia
Dogliani, (ed.). Giovani e Generazioni nel Mondo
Contemporaneo. La Ricerca storica in
Italia. Bolonia, Clueb, 2009; Eduardo González Calleja y Sandra Souto
Kustrín. “Juventud y política. Orientación bibliográfica”. Ayer, nº. 59. Madrid, 2005, pp. 283-298; Vv.Aa. “Género, Juventud y Compromiso”. Ayer. nº. 100. Madrid, 2015.
[33] Excepciones a la falta de integración de
diferentes temáticas se pueden ver en John Springhall. Coming of age …. Op. Cit.; J. Robert Wegs.
Growing up working class: continuity and
change among Viennese Youth, 1890-1938. University Park y Londres, The Pennsylvania
State University Press, 1989; o Patrizia Dogliani. Storia dei Giovani. Milán, Bruno Mondadori, 2003. Obras colectivas que contienen
trabajos por países en Dieter Dowe (ed.). Jugendprotest und Generationenkonflikt in Europa im 20. Jahrhundert. Deutschland,
England, Frankreich und Italien im Vergleich. Bonn, Verlag Neue
Gesellschaft, 1986; Joël Colton et
alii. La jeunesse et ses mouvements. Influence sur l’évolution des sociétés aux
XIXe et XXe siècles. París, Centre National de la Recherche
Scientifique, 1992; Sandra Souto Kustrín, (coord.). “Ser joven en la Europa de
entreguerras: política, cultura y movilización”. Hispania, vol. LXVII, nº. 225. Madrid, 2007.
[34] La cita, en Gabrielle M. Spiegel. “La
historia de…. Op. Cit., p. 49. Véase también Geoff Eley. Una línea torcida…. Op. Cit. o Christopher Schmidt-Nowara. “Las
plantillas rotas de la historia: ¿Qué viene después del giro lingüístico?”. Historia Social. nº. 63.
Valencia, 2009, pp. 169-173.
[35] William Sewell Jr. Logics of History. Chicago, University of Chicago
Press, 2005; Geoff Eley: Una línea
torcida…. Op. Cit.; Vv. Aa. “De la historia cultural a la
historia social”. Historia Social,
nº. 69. Valencia 2011, debate sobre Una
línea torcida.
[36]Juan Sisinio Pérez Garzón. “Cuestiones sobre
historia social. En la estela de Tuñón de Lara”. Cuadernos de Historia Contemporánea, vol. 30. Madrid, 2008, pp.
23-41; Gabrielle M. Spiegel.
“Comentarios sobre Una Línea Torcida”, en Vv. Aa. “De la historia cultural a…. Op. Cit., pp. 107-118; Geoff Eley: Una línea torcida…. Op. Cit., p. 283.
Eric J. Hobsbawm. “De la historia social a la historia de la sociedad”. Historia Social, nº. 10. Valencia, 1991,
pp. 11-25 (or. 1971).
[37] Marc Bloch. “A favor de una historia
comparada de las civilizaciones europeas”, en Ídem. Historia e historiadores. Madrid, Akal, 1999, pp. 113-147 (or.
1928), la cita en p. 114.
[38] Marc Bloch. “A
favor….”. Op. Cit., p. 143. Véase también Charles Maier, (ed.).
“Estudios de Historia Comparada”. Studia
Historica. Historia Contemporánea, vol. X-XI. Salamanca, 1992-1993
o Giovani Sartori. “Compare Why and How. Comparing, Miscomparing and the
Comparative Method, en Mattei Dogan and Ali Kazancigil, (eds.). Comparing Nations: Concepts, Strategies,
Substance. Oxford (UK)-Cambridge(USA), Blackwell, 1994, pp. 14-34. Es una propuesta de comparación
totalmente opuesta a la de la antropología que defiende Marcel
Detienne. Comparar lo incomparable,
Alegato en favor de una ciencia histórica comparada. Barcelona, Península,
2001.
[39] Charles Maier. La refundación de la Europa burguesa: estabilización en Francia,
Alemania e Italia en la década posterior a la I Guerra Mundial. Madrid,
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1987; Gregory M. Luebbert. Liberalismo, fascismo o socialdemocracia.
Clases sociales y orígenes políticos de los regímenes de la Europa de
entreguerras. Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 1997;
Chris Lorenz. “Comparative Historiography: Problems and Perspectives”. History and Theory, vol. 38/1. Malden,
Mass., 1999, pp. 25-39, p. 36.
[40] Louise A. Jackson. “Youth and Modernity”. Op. Cit., p. 639; Oded
Heilbronner. “From a Culture for Youth to a
Culture of Youth: Recent Trends in the Historiography of Western Youth Cultures”. Contemporary European History, vol. 17, nº. 4. Cambridge-Nueva
York, 2008, pp. 575-591,
p. 590.