Opiniones
y actitudes de los jóvenes en los años 1960. Una
inmensa minoría en una encuesta realizada por José Enrique
Miguens
Opinions
and attitudes of young people in the 1960s.
A
huge minority in a survey conducted by José Enrique
Miguens
Bettina Alejandra Favero
Universidad Nacional de Mar del Plata
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas,
Argentina
Resumen
A lo largo de los años sesenta del siglo XX se realizaron
en la Argentina una importante cantidad de encuestas de opinión pública. El fin
de las mismas era conocer la opinión de la gente corriente sobre distintos
temas de actualidad como las elecciones, la marcha de
la economía, el rol de las fuerzas armadas, el papel de los sindicatos, entre
otras.
En este artículo, se analizará una de ellas: “Opiniones y
actitudes de la población urbana frente a las elecciones de julio de 1963”
realizada en junio de 1963 por el grupo encabezado
por José Enrique Miguens.
Específicamente se observarán los
datos sesgados de la misma y cuáles fueron las respuestas de los jóvenes ante
las distintas preguntas.
Palabras clave
Jóvenes; opinión publica; actitudes; elecciones;
encuestas
Abstract
Throughout
the sixties of the twentieth century, a large number
of public opinion surveys were conducted in Argentina. The purpose of these was
to know the opinion of ordinary people on various current issues such as
elections, the progress of the economy, the role of the armed forces, the role
of unions, among others.
In
this paper, one of them will be analyzed: "Opinions and attitudes of the
urban population facing the elections of July 1963" held in June 1963 by
the group headed by José Enrique Miguens.
Specifically,
the biased data of the same will be observed and what
were the answers of the young people to the different questions.
Keywords
young people; public opinion; attitudes; elections; surveys
Introducción
El
objetivo de este artículo es analizar los datos arrojados por una encuesta
“Opiniones y actitudes de la población urbana frente
a las elecciones de julio de 1963” realizada en el mes de junio de 1963 por el
Centro de Investigaciones Motivaciones y Sociales (CIMS)
dirigido por José Enrique Miguens. Específicamente,
se profundizará el análisis en las actitudes de la población ante las
elecciones, el espíritu con que se encaraban posibles salidas electorales y las
posiciones políticas democráticas y autoritarias
ahondando en las opiniones de los jóvenes, sector identificado por la encuesta como los menores de 30 años.
Era una tendencia por
aquellos años la realización de encuestas de opinión pública
que permitían medir y sondear el termómetro
político y social e informar sobre los cambios políticos,
sociales y culturales a través de revistas de circulación masiva. Panorama y Siete Días fieles reflejos de
revistas estadounidenses inspiradas en un periodismo moderno, concitaban la
atención de buena parte de los sectores medios argentinos[1]. Así, para
enriquecer este análisis, se cruzará la información
relevada con una encuesta realizada por Gallup[2] Argentina y publicada en la
revista Panorama en junio de 1963. Bajo el
título “Radiografía
de la opinión pública en vísperas de los comicios”, el semanario presentaba
este trabajo realizado por treinta y ocho encuestadores durante veintiún días a miles de personas. La
misma buscaba “esclarecer el confuso horizonte político” del país sondeando sobre los problemas más graves que se afrontaban, el papel
de los políticos y los candidatos preferidos por la mayoría de la población,
entre otros.
Las fuentes con las que
trabajaré se presentan como instantáneas del pasado, radiografías de un tiempo
que responden a intereses diversos. Así, se pondrán
en contexto los resultados de los sondeos como también se intentará conocer la
finalidad y el origen de los mismos, es decir para quienes y para qué fueron
hechas. Parafreaseando a Jacques Ozouf, el historiador
debe “apartar el sondeo de su finalidad corriente. E, incluso, tal vez,
modificarlo (…) ya que el mismo proporciona indicaciones sobre el estado de la
opinión en un momento preciso”[3].
También es necesario
considerar que las encuestas son la voz de los “sin
opinión” del pasado ya que en las mismas se puede conocer el parecer de
aquellos que hasta ese momento no habían sido tomados en consideración en los
estudios históricos o sociológicos[4]. Similar a aquello que
sucede cuando se utilizan entrevistas orales, el
producto final de estos sondeos refleja la opinión sobre determinados problemas
que suceden en ese momento y que incumben a “un número representativo de
personas de un mismo país, en una misma época y en una misma sociedad”[5]. En este caso, si bien la encuesta trabajada recorta su universo en la
población urbana de diversas ciudades de la provincia de Buenos Aires (Capital
Federal, Gran Buenos Aires, Bahía Blanca y Mar del Plata) en un amplio abanico
de edades y situaciones socio-económicas, el interés
se centrará en un subgrupo específico: los jóvenes menores de 30 años.
José Enrique Miguens: breve
trayectoria de vida
José
Enrique Miguens (1918 - 2011) fue abogado y sociólogo[6]. Realizó
sus estudios en Derecho en la Universidad Nacional de Buenos Aires. En 1944 es
becado a los Estados Unidos, donde toma contacto con Talcott Parsons y
participa del curso de su Sociología Económica y empieza a vincularse con
la sociología. En su regreso al país, continuará su
práctica como sociólogo en el ámbito universitario
participando de las cátedras e institutos de sociología de las facultades de
Ciencias Económicas entre 1947 y 1955 y la de
Derecho y Ciencias Sociales entre 1948 y 1953, ambas dependientes de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA). Con
la caída del peronismo y los cambios generados en las cátedras de la
universidad sobre todo en el ámbito de la sociología en la que perfilaba la
figura de Gino Germani, Miguens se alejó del sector estatal.[7]
A
partir de 1958, reordenó su vida académica y profesional. Así, fundó la segunda
carrera de Sociología de la Argentina en la Universidad Católica
Argentina (UCA) y estuvo al frente del Departamento
de Sociología entre 1959 y 1966. En el ámbito privado, fue uno de los pioneros en desarrollar las investigaciones de
mercado y de opinión pública. Fundó el Centro de Investigaciones
Motivacionales y Sociales (CIMS) que funcionó entre 1959 y 1963. El
Centro se dedicaba a la realización de estudios centrados
en un abanico de temas: las actitudes con respecto a las privatizaciones; las
imágenes de los partidos políticos, de las fuerzas armadas, de la Iglesia
Católica; las percepciones sobre los conflictos internacionales que afectaban a
Argentina, con especial atención en las disputas
limítrofes. El CIMS trabajó para empresas privadas, sindicatos, la iglesia católica,
partidos políticos, o el mismo Estado, nacional o provincial. Durante
estos años, el trabajo de Miguens se centró en analizar los vínculos entre el poder económico y el poder político como también el “militarismo
político” es decir un “doble proceso
de politización de las Fuerzas Armadas y de militarización de los actores políticos”[8].
Miguens
interactuó intensamente con la Iglesia Católica y con
las Fuerzas Armadas en aquellos años. En
relación al ámbito católico, formó parte del
proyecto fundador de la UCA invitado por Monseñor
Octavio Derisi en 1958[9]. También participo en
Criterio y en la revista de la institución jesuita Centro de Investigación y Acción
Social (CIAS), además de publicar libros en
editoriales de corte católico como Ciudad y Espíritu y Plus
Ultra[10]. Su vinculación con las
Fuerzas Armadas se dio desde 1958 cuando fue profesor de Sociología en la
Escuela Superior de Guerra. A ello se sumó su
participación en 1962 como asesor en el conflicto entre “Azules y Colorados”[11] en el que se unió al bando
“legalista o azul” y participó de la “Sección de Acción
Psicológica”, dirigida por el coronel
José María Díaz en Campo de Mayo. Fue el encargado de redactar los 149 comunicados que se
difundían cada media hora por las radios de la ciudad y que buscaban crear
consenso entre la población.
Este
sociólogo e intelectual católico que
había adherido al peronismo en sus primeros años, era un comprometido con los
proyectos políticos que las Fuerzas Armadas buscaban establecer entre la
“Revolución Libertadora” y la “Revolución
Argentina” así, puede ser una pieza
interesante para entender aquel contexto de los años 1950 y 1960.
El Archivo “Dr. José Enrique Miguens”
En la
Biblioteca Max von Buch de la Universidad de San Andrés se
encuentra el archivo Miguens[12]. Allí existen una serie de
estudios basados en las encuestas realizadas por el sociólogo y su grupo de
trabajo (Centro de Investigaciones Motivacionales y Sociales - CIMS) desde el
año 1957 hasta 1973. Existen 111 estudios centrados en distintos aspectos de la vida política y económica nacional como también en
problemáticas específicas. Por ejemplo una
serie de estudios sobre opinión pública[13] que sondean el
comportamiento económico de la población; la imagen del presidente de turno
como también la del ejército o las fuerzas armadas en
general; las relaciones con los Estados Unidos; las actitudes frente a las
políticas petroleras; la integración económica latinoamericana y la
seguridad continental; las actitudes de la población frente al plan económico
del gobierno nacional y al papel de las instituciones
políticas frente a él, entre otras.[14]
Todos
estos estudios e informes se encuentran microfilmados y están clasificados y
ordenados por fecha. Los mismos son presentados a través de una carátula en la
que se detalla la información que contienen: la
fecha, el título, la cantidad de páginas y el autor. A ello se suman las notas
que gacen referencia a anotaciones en manuscrito y también están las fichas y
tarjetas que llevaban consigo los encuestadores.
A modo
de ejemplo, presentamos la carátula del estudio
objeto de este análisis.
Estudio
N° 23
Fecha:
[ Junio ] de 1963
Título:
Opiniones y actitudes de la población urbana frente a las elecciones generales
del 7 de julio de 1963 [O.P 8]
Cantidad de páginas: 115
Autor:
José Enrique Miguens y Asociados
Descripción de la encuesta
El
estudio nº 23 “Opiniones y actitudes de la población urbana frente a las
elecciones de julio de 1963” consta de varias partes que analizan la encuesta
realizada[15]. La muestra está formada por un total de 1447 encuestados divididos en 713
varones y 734 mujeres de los cuales el 24,3% reside en Capital Federal, el
20,4% en el Gran Buenos Aires, el 27,6% en Mar del Plata y el 27,6% en Bahía
Blanca.
En
cuanto a los grupos de edades: el 17,2 % de lo
encuestados son menores de 30 años, el 30,2% tienen entre 30 y 39 años, el
28,5% entre 40 y 49 años y el 24,1% más de 50
años. De
ellos, el 1,4% no tiene ningún tipo de estudio, el 26,6 % la primaria
incompleta y el 38,8% completa, el 16,4% la secundaria
incompleta y el 10,1% completa, el 4,4% tiene título universitario y el 2,2%
son profesionales. Por último, en relación a las categorías
socioeconómicas, están
divididas en cuatro sectores A, B, C y D, entendiendo a A como el más alto y D
el más bajo[16]. Cabe aclarar que las
mismas se refieren a los entrevistados que son cabeza de familia, por lo tanto
disminuyen los totales. Así, el universo se reduce a 930 encuestados que son cabeza de familia de los que, el 6,9% se
ubican en la categoría A y B, el 8,1% en la C, el 75,1% en la C* y el 9,9% en
la D. Si se toman como referencia los porcentajes más altos, podría
caracterizarse este universo como de hombres y mujeres
que habitaban en grandes ciudades de la zona central del país y que oscilaban
entre los 30 y los 50 años con estudios primarios completos y pertenecientes a
sectores medios.
El
estudio consta de cuatro partes que se detallan a continuación.
Parte I: Actitudes de la
población ante las elecciones.
1) Vocación electoral.
2) Resultados que se esperan de los comicios.
3) Limite de resistencia del público.
4) Conducción hacia las elecciones por parte de las FF.AA.
Parte II: Estado de espíritu con que se encaran posibles
alternativas electorales.
1) Candidato radical a la presidencia.
2) Lealtad electoral.
3) Substitución de candidato en el Colegio Electoral.
4) Conducta popular ante anulación de elecciones.
Parte III: Configuración de la opinión sobre la moralidad del país.
1) Opinión sobre corrupción generalizada.
2) Actitudes polares sobre inmoralidad.
3) Tensión entre represión y legalidad.
Parte IV: Delimitación de las posiciones políticas
generales: democráticas y autoritarias.
1) Confianza en la eficiencia de las instituciones.
2) Salida de la crisis.
3) Exclusividad de la solución.
4) Respeto a la opinión de los otros.
5) Autoritarismo.
Parte V: Resumen de la muestra empleada.
Parte VI: Conclusiones generales.
Cada
una de estas partes contiene las preguntas realizadas y los opciones de
respuesta dadas. Las preguntas no siguen un orden ascendente se han transcripto
siguiendo la disposición original. Luego de la presentación de las preguntas se observan las conclusiones de cada una de
las partes y los cuadros con los porcentajes de los resultados.
En este
artículo se trabajará en profundidad algunos de los resultados presentados en
las partes I, II y IV del estudio que tratan los
temas que interesan al presente análisis: las actitudes de la población frente
a las elecciones, el espíritu ante posibles alternativas electorales y las
posiciones democráticas y autoritarias de la población prestando especial
atención a los sectores juveniles.
El contexto histórico[17]
Como se menciona en las páginas
anteriores, este sondeo se realizó en los meses previos a las elecciones
presidenciales de julio de 1963. En aquellos años, la Argentina pasaba por un
período signado por la proscripción del peronismo y
el protagonismo de las Fuerzas Armadas que contribuían a la inestabilidad
política. Así, desde 1955, año en que
fue derrocado por un golpe de Estado el presidente Juan Domingo Perón, se
intercalaron gobiernos democráticos y militares.
El 16
de septiembre de 1955, Perón era desplazado del poder y se instalaba un
gobierno militar con un fuerte apoyo de sectores civiles, encabezado por el
general Eduardo Lonardi. La autodenominada “Revolución Libertadora” tenía como
uno de sus objetivos principales el retorno a una
sociedad “democrática” que parecía perdida desde 1952 con la crisis que sufrió
el segundo gobierno de Perón.
La
cuestión principal era ¿qué hacer con el peronismo? Las respuestas diferirían
dentro de los sectores castrenses. Las intenciones
del general Lonardi, cristalizadas en su famoso discurso desde la Casa Rosada
donde anunció que no habría “ni vencedores ni vencidos” generó tensiones con
los sectores antiperonistas, al punto que dos meses después, Lonardi presentó su renuncia y fue sucedido por la dupla Aramburu - Rojas.
A ello
se sumaban los sectores civiles que apoyaron la destitución de Perón y que,
concretado el golpe de estado, reclamaron el retorno del poder político y la
realización de nuevos comicios electorales. Así, en
1958, se convocó a elecciones con la proscripción del peronismo y del
comunismo. De esta forma, Arturo Frondizi, candidato por la Unión Cívica
Radical Intransigente (UCRI), llegó a la presidencia buscando superar la
dicotomía “peronismo-antiperonismo” y reordenar el
sistema político. Frondizi debió gobernar entre dos factores de poder: los
sindicatos peronistas y los militares. Así generó políticas innovadoras que
permitieron que su presidencia tuviera aspectos de éxito. No obstante ello, la oposición de la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP), la
relación tirante con los sindicatos y el poder de las Fuerzas Armadas
ensombrecieron los logros del proceso de modernización económica e
industrialización acelerada.
Luego
de las elecciones de marzo de 1962 en las que nueve
candidatos justicialistas se alzaron con la victoria, la falta de apoyo de los
partidos políticos opositores y de las fuerzas militares al gobierno
frondizista era un hecho[18]. Se
acordó con José María Guido (presidente del Senado) que
asumiera la presidencia hasta el llamado a nuevas elecciones. Durante este
interregno, el “problema peronista” siguió sin resolverse y las posibles
soluciones al mismo venían de la mano de las armas en menoscabo de la vía
electoral.
En este
marco, las facciones antiintegracionistas de las FFAA
recrudecieron las medidas antiperonistas con atentados perpetrados por grupos
armados de extrema derecha. Para revertir esta situación, se encausaron una
serie de medidas desde la facción legalista (integracionista) de las fuerzas militares. Así, el general Onganía
solicitó la destitución tanto del Comandante en Jefe del Ejército, como del
Jefe de Estado Mayor (Lorio y Labayru, respectivamente), actitud que fue
respaldada por el comandante de la guarnición de Campo
de Mayo, el general Julio Alsogaray. De esta manera, el enfrentamiento entre
los rebeldes integracionistas, que pasarían a ser conocidos como los azules y
los antiintegracionistas, colorados, se decidió por medio de las armas,
imponiéndose los rebeldes luego de cuatro días de
“pequeños combates”. Los colorados no habían sido vencidos en forma definitiva,
pero las jornadas de septiembre de 1962, habían cambiado en forma radical la
cúpula del Ejército. Así como remarca Rouquié, ciento cuarenta oficiales superiores fueron pasados a retiro, purga que fue llevada a
cabo por el secretario de Guerra del presidente Guido: el teniente general
Benjamín Rattenbach.
Tras la
derrota de la facción colorada, Onganía fue designado Comandante en Jefe del
Ejército y fue puesto en práctica un plan de
“integración subordinada del peronismo”, que conllevo a la legalización de la
Unión Popular, sucesos que no agradaron al ex vicepresidente y almirante (R)
Rojas, quien preparaba un nuevo golpe, a gestarse el 2 de abril de 1963 que no tuvo gran incidencia en el cronograma eleccionario de
ese año.
En este
contexto, en el año 1963 se llamó a elecciones presidenciales con el peronismo
nuevamente proscripto. Así, el Partido Justicialista y el sindicalismo
respondieron a esta medida convocando al voto en
blanco. Arturo Illia, candidato de la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP)
fue elegido presidente de la Nación con el 25% de los votos. Un muy bajo
respaldo electoral que se veía reflejado en el porcentaje de votos en blanco
(21%) correspondiente al peronismo proscripto.
Actitudes de la población
ante las elecciones
En esta
primera parte, se indagará sobre las actitudes de la población respecto a las
elecciones de julio de 1963. Desde no hace mucho tiempo, historiadores y
sociólogos han comenzado a utilizar como categoría
de estudio a las actitudes políticas y sociales buscando analizar el consenso o
la indiferencia social y política de la llamada “gente corriente” en relación a
situaciones dictatoriales[19]. Al respecto, se cuenta con ejemplos de
trabajos que partiendo desde el rol de la prensa, el
empresariado o los trabajadores intentan estudiar este fenómeno tanto en España
como en Argentina pero que no han dado la suficiente luz a la problemática por
permanecer sesgados en un sector[20]. Así, se ha podido
reconocer la variedad y la complejidad de actitudes
posibles como también llegar a conclusiones que
demuestran la ambigüedad del fenómeno.
En este
caso, el estudio parte con cuatro preguntas que indagan sobre las actitudes de
la población encuestada en función de las elecciones
que se realizarán en el 7 de julio de 1963[21]. En ellas es posible
observar cuestiones que eran muy relevantes para todo el espectro político y
que buscaban conocer el consenso de la población en relación a cuestiones de la
vida democrática. Con ello me refiero a asuntos que
marcaban la agenda política de aquellos años, tales como la proscripción del
peronismo o el papel de las Fuerzas Armadas en la transición democrática en este período de la
historia argentina[22].
La
pregunta nº 1 se basaba en la opinión pública sobre
el papel del proceso eleccionario y el rol que le adjudicaba la población al
mismo:
“El
país dentro de pocos días va a realizar elecciones generales. Nos interesa
saber qué importancia da Ud. a ese hecho. Sírvase
señalar
de estos calificativos cuál es que define mejor su
posición ante las elecciones: Contraproducentes - Innecesarias - Convenientes -
Imprescindibles - No sabe”[23]
Ante la
vocación electoral de la población, la encuesta comprueba una “decidida actitud
democrática y ampliamente optimista acerca de los
resultados positivos que las elecciones van a traer al país”[24]. Así, el 80,7% de la
población estudiada se pronunciaba por la conveniencia de las elecciones; el
8,7% por la inconveniencia de las mismas con un 5,5% que las consideraba innecesarias y un 3,2 contraproducentes. Esto indicaría un
ambiente proclive a la elección de autoridades por la vía democrática en un
momento político complejo en el que se definían alianzas y candidaturas entre
los partidos políticos bajo la mirada de las Fuerzas
Armadas. Ese alto porcentaje a favor de las elecciones democráticas es
remarcado en el análisis de la encuesta reforzando la idea de que entre
diciembre de 1962 y abril de 1963, se habría dado un incremento de esta
“posición partidaria de las elecciones” comparándola
con los resultados de una encuesta realizada por la Secretaría de Información
del Estado que había arrojado un 69% de adhesión a la salida electoral.[25]
En
relación a los jóvenes, el estudio refleja que el “sector de los menores de 30 años es el grupo que tiene mayores actitudes positivas con un 86,5% (el 66%
considera las elecciones como ‘convenientes’ y el 20,5% como ‘imprescindibles’)
y una mayor decisión en la opinión reflejada en el más bajo ‘No sabe” (4,5%)”[26]. Solo el 6,5% las considera ‘innecesarias’ y el 2,5% ‘contraproducentes’.
Resultaría que los sectores juveniles estarían mejor predispuestos a adherir a
la vía democrática para el futuro del país. Lamentablemente, la encuesta no
cruza los datos con posición socio-económica o estudios
realizados, elementos que podrían enriquecer el análisis de esta altísima
actitud positiva con respecto a las elecciones.
Por su
parte y contraponiendo a estos resultados, la encuesta publicada por “Panorama”[27] indicaba que la mayoría de
la población había perdido el interés por la política
y estaba desinformada sobre el proceso eleccionario, un 35% no conocía la fecha
de las elecciones y un 74% desconocía los “principales aspectos de la
plataforma del partido por el que votaba desde hace años”[28].
En cuanto a la segunda cuestión de la encuesta, conocer cuál
era la actitud de la población ante las elecciones, la pregunta nº 3 era
planteada así:
“Dejando
de lado los posibles candidatos que pudieran resultar electos en los próximos
comicios, ¿qué resultados
van a traer en general al país?: Buenos
- Malos - Los dos - No sabe”[29].
Sobre
los resultados que se esperaban de las elecciones, la encuesta describe que
“interesaba conocer las fantasías, expectativas y temores de la población
acerca de lo que podría resultar de los Comicios como
hecho histórico, prescindiendo de quien pudiera ser elegido en ellos”. A ello
se sumaba, la voluntad de detectar “cuáles son los principales puntos de
esperanza o de temor de la población”. Estos datos serían fundamentales para una “campaña post electoral de acción
psicológica tendiente a robustecer la estabilidad del nuevo
gobierno y la confianza de la población en él”[30]. Se percibía un gran
optimismo para las elecciones que se veía reflejado en el 69,9% de la población
sondeada con solo un 9,2% que era pesimista, un 6,3%
que esperaba resultados tanto buenos como malos y un 14,5% que no emitía opinión. El informe destaca que
el grueso de éste optimismo se anclaba en los diversos estratos de las clases
medias urbanas y que disminuía entre los estratos
inferiores por el “no sabe”.
Respecto
a los jóvenes, el 71,7% creía que los resultados serían buenos, el 10,2% malos,
el 6,3% los dos y el 14,5% no sabe.
En
relación a los distintos puntos de apoyo o temor acerca de las consecuencias de las elecciones, el informe aclara que “se
formuló una sub-pregunta aclaratoria a los que dieron respuestas positivas”,
así el 31,8% esperaba la “estabilidad política”, le sigue el “desarrollo
económico” con el 20%, la “honestidad” con el 19,9% y “mejores gobernantes” con un 18,4%. Entre los resultados
malos, lo que más se temía era la “inestabilidad política” con un 4,8%. De esta
forma, parecía que se esperaban las elecciones con un “gran sentido positivo y
constructivo”[31].
Al
confrontar estos resultados con la encuesta de Panorama, ante la pregunta: “¿cree
usted que se llegarán a realizar elecciones en el curso de este año?”[32], el 54% opinó que sí,
mientras que un 34% optó por el no. Este segundo porcentaje, es leído por la
revista como un “escepticismo colectivo” que se opondría al optimismo planteado
por la encuesta de Miguens.
En
tercer lugar, y en un contexto histórico marcado por
la desperonización, se incursionaba sobre la cuestión
proscriptiva del peronismo:
“Se
dice que el gobierno está estudiando algunas medidas para prohibir que el
peronismo concurra a las próximas elecciones: Estaría Ud. de acuerdo con esta
medida? Si - No - No sabe - No responde”[33]
Este
punto es interesante observarlo en función de lo que ocurrió durante las
elecciones de 1963 ya que se centra en el “grado de tolerancia del público a
las medidas gubernamentales de regulación y contralor de las elecciones y hasta donde podrían llegar estas medidas sin empujar
a la masa de votantes a una abstención electoral o a una abstención
revolucionaria”[34]. La pregunta apuntaba a “hipotéticas medidas de
prohibición del peronismo para ver qué proporción de la población las aceptaría y luego determinar en el sector que no las
acepta, cuál sería su comportamiento”[35]. Así, hubo un 29,7% de los
entrevistados que se mostraron de acuerdo con la medida y un 48,3% en
desacuerdo.
En
relación a los distritos, las cifras de los partidarios
de legalizar el antiperonismo “como era de esperar son mayores en la ciudad de
Mar del Plata con el 35,5% de acuerdo”[36] mientras que los partidos
suburbanos son quienes detentan el 59,7% de los comicios sin restricciones.
Por su
parte los jóvenes, siguieron las pautas de las
propias categorías socioeconómicas, es decir que en los
sectores más altos primaba el acuerdo de
prohibición del peronismo mientras que se diluía entre los sectores más bajos.
Lamentablemente, la encuesta no provee mayor información
al respecto.
Panorama, también marcaba esta
tendencia destacando que la mayoría de la población encuestada no estaba de
acuerdo con las proscripciones afirmando con un 73% que todos los partidos
políticos debían tener candidatos.[37]
A ello
se sumaba otra pregunta a quienes no estaban de acuerdo con la prohibición al
peronismo que buscaba saber qué harían en ese caso. El 72,2%
contestó que votaría igual. Vale aclarar que el estudio hace hincapié en que
las respuestas pueden estar “deformadas por temor y
que poca gente se anime a confesar que adoptaría otras posiciones más enérgicas”[38]. El informe afirma que al
acercarse la fecha de las elecciones, el porcentaje de votos en blanco descendió del 16,5% al 2,1% en la
segunda ola y al 0,9% en la tercera.
Por
último, se vincula al papel llevado hasta ese momento por las Fuerzas Armadas
para la transición democrática. Desde el mes de abril de
1962 la tensión entre distintos sectores militares debida a la cuestión del
peronismo, había crecido hasta transformarse en un
enfrentamiento de dos facciones: los “azules” y los “colorados”. El resultado
fue la victoria de los “azules” y el nombramiento del general Juan Carlos
Onganía como Comandante en Jefe del Ejército. Así, se puso en marcha “un esquema de integración subordinado del peronismo, se trataba de
una operación a dos puntas: reconocer al peronismo como parte de la realidad
política nacional y ofrecer garantías de que éste no tendría en sus manos el
control del gobierno siguiente”.[39] En éste ámbito, la encuesta pregunta: “Le parece que las Fuerzas
Armadas están haciendo todo lo que deben para que el país llegue a las
elecciones? Si - No - No sabe”
El
informe relata que hasta el 2 de julio, momento en que se concluyó el trabajo
de campo, el público
tenía una moderada confianza en la conducción del proceso
eleccionario por parte de las Fuerzas Armadas: 36,4% opinaba que las Fuerzas
Armadas hacían todo lo que debían, 29,3% que no hacían todo lo que debían y
34,3% no tenían opinión. El informe marca una “indefinición de la población con
tendencias a la mayor confianza a medida que se iba aproximando la fecha de los
comicios. El total de la población estudiada no estaba emotivamente definida,
ni habían tomado decididamente una posición a favor o en contra de la conducción del proceso por parte de las Fuerzas
Armadas”[40].
Panorama presenta expectativas
similares. En marzo del año 1963, “el 21% consideraba urgente el retorno de las
Fuerzas Armadas a sus funciones específicas. En abril, ocurrido el
enfrentamiento de los grupos armados, el 30% opinaba que los militares eran los
responsables de todos los problemas que sufre la
Argentina. Las cifras indican que este sentimiento se da con más fuerza en la
clase alta, y que son los hombres y los jóvenes quienes más la comparten. Es
decir, los sectores que aparecen más politizados”.[41] Estos últimos porcentajes podrían emparentarse con el 29,3% de
los resultados de Miguens que indicaban que las Fuerzas Armadas no hacían todo
lo que debían.
Sobre las alternativas
electorales
La
segunda parte del estudio “Estado del espíritu con que se encaran posibles alternativas electorales” consta de tres
preguntas volcadas hacia los candidatos radicales (UCRP y UCRI) como también al
juego del Colegio Electoral en la elección del presidente y a probables
escenarios en caso de ganar un candidato popular. Nos
interesa indagar la última parte de la sección, es decir la aceptación o no de
los resultados de las elecciones y su posible anulación como también cuál sería
la reacción de la gente ante la victoria de un candidato popular.
Para
medir el “arraigo del verdadero sentimiento
democrático en el país y el espíritu de lealtad con que se se va a las
elecciones”, el estudio presentó a los encuestados la hipótesis del triunfo de
un candidato contrario para ver si “aceptaría el resultado o preferiría
recurrir a alguna maniobra, tal como la anulación de
los comicios”. [42]
La
pregunta 12 indica: “Si en las próximas elecciones fuera elegido presidente de
la República por mayoría un candidato contrario a las ideas suyas: ¿aceptaría
usted el resultado o preferirían que se anularan las
elecciones?: Aceptaría - Anular - No sabe - No responde”.[43]
Los
resultados arrojaron que el 83,6% aceptaría los resultados y solo el 8,4%
permitiría la anulación de las elecciones lo que indicaba “una alta actitud
democrática y una madurez del electorado”.[44]
En
cuanto a las edades, el segmento identificado como “jóvenes” (menores de 30
años) es el que ostentaba el porcentaje más alto (87,6%) de lealtad electoral.
Por categoría socio económica, las más altas son las más leales con un 95,3%
mientras que el porcentaje desciende hasta llegar a
un 71,7% en la más baja. A ello se suma una correlación entre instrucción
recibida y lealtad electoral, es decir, a mayor instrucción mayor lealtad. Esta
correlación se podría comprender en función del acceso
de los jóvenes a la educación primaria y secundaria. Si se comparara con sus
padres, la posibilidad de concluir los estudios era más alta en los años 1960
que en la década de 1940[45]. Contar con estudios
completos podría considerarse como un factor para explicar
la mayor importancia dada a la democracia por estos jóvenes.
En
sintonía con este análisis, un trabajo que rescata las memorias de la Argentina
contemporánea, se detuvo en las percepciones y en el recuerdo de las vivencias
de la “gente común” ante los golpes de estado. Es
interesante destacar que las intervenciones militares de la década de 1960
(1962 y 1966) son las más rechazadas por los entrevistados. Los presidentes
radicales destituidos fueron “quienes merecieron una imagen positiva compartida
tanto por peronistas como antiperonistas” bajo la
opinión de que “un presidente tiene que terminar con su mandato”. [46]
En
sintonía, la sociedad argentina de aquellos años era respetuosa de las
decisiones democráticas, sobre todo los sectores juveniles. Probablemente, y en relación con los tiempos que corrían: las
proscripciones al peronismo o al comunismo, las intervenciones de provincias y
las anulaciones de elecciones realizadas en el año 1962 con la destitución del
entonces presidente Frondizi, se puede percibir un
fuerte rechazo a este tipo de injerencia que no respetaba el pronunciamiento de
los electores en las urnas o la presentación de listas o de candidatos.[47]
En
cuanto a las reacciones que podría provocar la anulación de elecciones ganadas
por un candidato popular[48], la pregunta 14
interpelaba:
“Si
triunfara un candidato popular y las elecciones fueran anuladas, qué cree que
haría la gente?: Lo vería con
simpatías - Criticaría las
FF.AA. - Haría disturbios callejeros - Haría
huelgas y sabotajes - Desearía una revolución - Aguantaría”.[49]
Los
resultados son contundentes, solo el 1,1% vería con simpatía este tipo de
medida y un 25,4% criticaría a las Fuerzas Armadas. A ello se suma un 11,8% que
haría disturbios callejeros, un 13,5% huelgas y
sabotajes y un 10,1% la revolución. Es interesante destacar el porcentaje
relativo a la opción “aguantaría” que asciende a un 38,1% [50] y que es el más alto. Aquí
nos encontraríamos con actitudes que podrían situarse
entre una aceptación de la realidad que comprendería probablemente la
resignación. Lamentablemente, el informe no desagrega esa respuesta por edades
pero creo que marca una actitud de la sociedad argentina que era habitual en
aquellos años: el “aguantar” lo que sucediera. Esa
parte de la sociedad con una postura resignada, probablemente apoyaría los
golpes de estado o los consideraría como un recurso válido cuando no estaba de
acuerdo con los gobiernos elegidos constitucionalmente. Esta actitud no ha sido estudiada en profundidad, se la ha analizado en algunos
trabajos que toman a la gente común como objeto de estudio pero creo que sería
enriquecedor estudiarlo para poder comprender aún más a la sociedad sesentista
sobre todo si se trata de un porcentaje representativo
cercano al 40% de la población que podría definir una elección o consensuar un
golpe de estado.[51]
Si se
hace una comparación con los resultados arrojados por la encuesta Gallup, se observan resultados
similares. Ante la pregunta “¿qué pasará si las
elecciones son anuladas nuevamente?” el 63% opinaba que tendría consecuencias
negativas para la democracia. Detallando los resultados,
los mismos indicaban que:
•
el
pueblo se levantaría (revolución, guerra civil): 26%
•
no pasaría nada: 13%
•
no sabe: 13%
•
se
agravaría la crisis hasta llegar al caos político, económico y social: 10%
•
se
mantendría la actual situación de inestabilidad: 8%
•
habría malestar y disturbios: 6%
•
sobrevendría una dictadura: 6%
•
las FF.
AA. se harían cargo del gobierno: 6%
•
otras respuestas: 12%
En este
caso, cabe destacar que el 40% de los jóvenes (18 a 25 años) creía que el
pueblo se levantaría o se agravaría la crisis acompañada del caos político,
económico y social[52].
Confianza en las instituciones
Con el
fin de sondear la confianza en la eficacia de las instituciones, el estudio
midió este aspecto a partir de cuatro instituciones fundamentales. Así, se
presentaba la consulta:
“¿Le
parece que el funcionamiento del Congreso o
Parlamento puede ser un obstáculo o una ayuda para la tarea de hacer adelantar
el país?: Obstáculo - Ayuda - No sabe - No responde.
Y las
Fuerzas Armadas - las Universidades - los Partidos políticos - los Sindicatos”[53]
La
opinión del público indicaba que el congreso era apto
y efectivo para una reconstrucción nacional. Era el que tenía un menor
porcentaje de los que lo consideraban un obstáculo (6,8%) y el mayor (después
de las universidades) que lo consideraba una ayuda (74,4%). Las universidades
eran las instituciones con mayor prestigio de todas
las presentadas con un 81,8%. Las Fuerzas Armadas “corren el actual peligro de
convertirse en el chivo emisario del resentimiento y la frustración argentinos”[54]. Las cifras negativas
superaban a las positivas: obstáculo (38,2%), ayuda
(35,5%) y un 17,7% no sabe.
En
cuanto a los partidos políticos un 55,5% pensaba que eran una ayuda para el
progreso y un 16,6% un obstáculo. A ello se sumaba un 20% no sabe, señalando un
alto sector de indecisos. Por último, los sindicatos
si bien tenían un balance positivo con un 61,3%, aparecía un fuerte sector de
oposición con un 17,5% que los consideraba un obstáculo.
Haciendo
espejo con la otra encuesta de opinión analizada, se obtienen similares
resultados. El 61% de los encuestados prefería el
sistema democrático mientras que el 3% se definía por una dictadura militar.
Debe sumarse la opción del “peronismo con Peron o sin Peron” que alcanzaba el
21%. [55]
En
síntesis, nos encontraríamos con una sociedad que respetaba las instituciones democráticas y condenaba el rol de las
Fuerzas Armadas realizado hasta ese momento. Si comparáramos estos resultados
con los sondeos de opinión publicados luego del golpe de 1966, la imagen cambia
considerablemente. Al respecto, una encuesta que tomó
Guillermo O’Donnell[56] para su investigación sobre
este período indicaba que el 66% de los argentinos aprobaba el golpe de estado
de ese año y sólo el 6% se oponía al mismo. Por otro lado, en septiembre de ese
mismo año, la revista Panorama informaba que el 37%
de los argentinos creía que el país podía ser llevado adelante por los
militares y solo el 6% avalaba a los políticos[57].
Algunas conclusiones
Con
este trabajo me propuse hacer un análisis de un estudio específico realizado
por el sociólogo José Enrique Miguens que pude
contraponer con una encuesta realizada por Gallup para la revista Panorama a principios del año 1963 y
a pocos meses de las elecciones nacionales que dieron con el triunfo del
candidato de la UCRP, Arturo Illia.
Ambas
encuestas de opinión pública concluyen que algunos sectores de la sociedad
argentina, buscaban la salida a la crisis a través de las elecciones
democráticas considerándolas como una única vía posible ante la situación que
se vivía. Se esperaba lograr una estabilidad política
que permitiera la organización del país a través de las llamadas instituciones
republicanas como el congreso o los partidos políticos. En cuanto a las Fuerzas
Armadas, no se las veía como las encargadas de solucionar los problemas del país.
En base
a los resultados reflejados, la fotografía de aquella sociedad argentina era
pro-democrática, contraria a las proscripciones y a la intervención militar y
respetuosa de las instituciones republicanas.
Los
sectores juveniles eran los que tenían una mayor
responsabilidad democrática, ya que consideraban la necesidad de realizar las
elecciones presidenciales, se oponían a la proscripción de algunos partidos
políticos y consideraban importante la no injerencia de las Fuerzas Armadas en
las cuestiones de la política nacional. A ello se
sumaba su preocupación y toma de conciencia ante determinadas situaciones
conflictivas tales como la anulación de elecciones. Esta inmensa minoría era
quien mayor importancia le daba a la vida democrática y republicana.
Estos
sondeos permiten considerar una dimensión parcial de la sociedad de esos años
por lo tanto no son representativos pero si son significativos de una
experiencia. Conocerlos da cuenta de un momento político en el que “tomar una
instantánea” de la sociedad permitiría entender
cuáles eran las opiniones de la gente ante determinadas situaciones hipotéticas
que podrían sobrevenir. En su momento (y aún hoy lo siguen siendo) fueron una
herramienta fundamental para los grupos de poder: políticos, militares, empresarios, sindicalistas se informaban a través
de los sondeos y conocían cuáles eran las grandes preocupaciones de los
argentinos para planificar acciones a corto plazo. Este instrumento es una
fotografía instantánea de aquel momento, por lo tanto
favorece el análisis de un período corto o breve, casi acontecimental.
Ante
las elecciones ha desarrollarse en el año 1963 y con una fuerte inestabilidad
política, resultó interesante rescatar las opiniones de la gente y recuperar e
interpretar ese pasado a pesar de que el escenario
hubiera matizado algunas de las respuestas.
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Recibido: 06/11/2017
Evaluado: 30/11/2017
Versión
Final: 27/01/2018
[1] Los sectores medios se informaban de la actualidad política, económica, social y cultural a través de revistas como “Siete Días” y “Panorama”. La revista “Siete Días Ilustrados” tenía promedios de
venta semanal que alcanzaban los 112.366 ejemplares. Datos computados por el Instituto Verificador de Circulaciones. Ver: Siete Dias Ilustrados, octubre de 1968. Por su parte la revista “Panorama”, reflejaba la tipología de la
revista estadounidense “Time”. Ver: Eugenia Scarzanella. Abril. Da Perón a Videla: un editore italiano a Buenos Aires. Roma, Nova Delphi, 2013; Miguel Ángel Taroncher. “Renovación, consumo cultural e influencia del “Nuevo
Periodismo” en la década del sesenta”, ponencia presentada en el XIII Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina, Buenos Aires, 2005; Daniel Muchnik. Aquel periodismo. Política, medios y periodistas en la
Argentina (1965 – 2012). Buenos Aires, Edhasa, 2012.
[2] En 1936, Literary Digest utilizó una muestra significativa de 2.3 millones de votantes, en
la cual habían determinado que la población norteamericana tendía a simpatizar
con Alf Landon del Partido Republicano. Al mismo tiempo, George Gallup condujo
una encuesta mucho más pequeña, pero con mejores
bases científicas, utilizando muestras demográficas representativas y predijo
la victoria de Roosevelt en 1936 generando el primer hito en la historia de las
encuestas de opinión pública. En: Iván Abreu Sojo. “El valor
de las encuestas de opinión pública”. Latina. Revista de Comunicación Social. Año 2, nº 15, Tenerife,1999. Disponible en: <http://ull.es/publicaciones/latina> [Consulta: 6/10/2017].
[3] Jacques Ozouf. “La opinión
pública: apología de los sondeos”, en: Jacques Le Goff y Pierre Nora. Hacer la historia. Nuevos Temas. Vol. III. Barcelona, Paidós, 1991, pp. 232 y 233.
[4] Philippe Mechet. “¿Cómo se interpreta una encuesta?”. Cuadernos de información. Pontificia Universidad Católica
de Chile, nº 8, Santiago de Chile, 1993, pp. 47 - 53.
[5] Idem, p. 49.
[6] Las referencias a la trayectoria de Miguens fueron tomadas
de Leandro Aramburu y Guido Georgi. “Institucionalización y profesionalización
de la sociología argentina: revisando la trayectoria de José Enrique Miguens”. Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas. Núm. Especial: América Latina. Madrid, 2013. Disponible en <http://revistas.ucm.es/index.php/NOMA/article/view/42340> [Consulta: 27/9/2016].
[7] Gino Germani es considerado el
“fundador” de la sociología científica argentina. En 1957 fue designado
Director del Instituto y de la Carrera de Sociología en la UBA y desde ese
lugar impulsó una linea de estudios sobre la sociedad y la política argentina
que hasta ese momento no se habían desarrollado. Ver:
Carolina Mera y Julián Rebón (coordinadores). Gino Germani. La sociedad en cuestión. Antología comentada. Buenos Aires, CLACSO, 2010. Sobre las diferencias
académicas entre Germani y Miguens se ha consultado: Leandro Aramburu y Guido Georgi. “Institucionalización y profesionalización… Op. Cit. y Andrés Shoai. “La estratificación social en los
orígenes de las encuestas de opinión pública en Argentina”, ponencia presentada
en las IX
Jornadas de Sociología, UBA, Buenos Aires, 2011.
[8] Leandro Aramburu y Guido Giorgi, Idem, p. 11.
[9] En el año 1966 se produjo un enfrentamiento entre Derisi y
Miguens que reflejaba las diferencias dentro de la iglesia
argentina post conciliar. El conflicto se inició con una solicitada
firmada por la Asociación de Estudiantes de Sociología de la UCA, el director y
un grupo de profesores de la carrera que instaba a los católicos a posicionarse
frente al Concilio. Ante esta, Derisi promulgó una
ordenanza donde prohibía a estudiantes y docentes realizar declaraciones
públicas que involucraran a la UCA. Este clima de tensión se agravó ante los
episodios de la “Noche de los Bastones Largos” y la solidaridad de muchos de
los docentes de la UCA que apoyaron a los detenidos y
repudiaron los actos violentos. Ante la negación de retractarse por parte de
los involucrados, Derisi optó por la suspensión de los mismos generando una
serie de renuncias de docentes de los departamentos de Psicología y Sociología y del director de este último, Miguens. Ver:
José Zanca. Los intelectuales católicos y el
fin de la cristiandad. 1955 - 1966. Buenos Aires, FCE,
2006, pp. 197 - 200 y María Julia Ortiz. “La
rebelión trunca de la ‘pedagogía
democrática’ en el Departamento de Sociología de la UCA. 1966-1967”, ponencia
presentada en el Primer
Workshop de Discusión sobre Historia de la
Juventud.“Juventud, actitudes sociales y emociones políticas en el siglo XX”, Mar del Plata, 2015.
[10] Tanto Criterio fundada en 1928 como la revista del CIAS nacida en 1951, dieron espacio a intelectuales de la
época. En el último caso, se relacionó con el nacimiento de la sociología
religiosa que generó un campo vinculado a las estructuras y a la acción
pastoral del catolicismo argentino tendiendo un
puente entre la investigación y la promoción social. Ver: María Soledad
Catoggio. “Intelectuales orgánicos del catolicismo frente a la represión en sus
filas. El asesinato de Carlos Mugica en Criterio y la revista del CIAS”, ponencia presentada en XXVII Congreso de la Asociación Latinoamericana de
Sociología. VIII Jornadas de Sociología de la Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2006.
[11] El sector “azul”, compuesto por militares legalistas de
extracción nacionalista, concebía la idea de dar
cierta participación controlada al peronismo, afianzar la autoridad
presidencial como garantía para superar el caos, el alejamiento de las fuerzas
armada de la política y el llamado a elecciones. El bando “colorado”, nucleaba
al oficialismo antiperonista que buscaba impedir la
vuelta del peronismo al poder y de ser necesario intervenir en la vida democrática.
[12] Agradezco a Lucas Genine y a Victor Pegoraro el
relevamiento de las fichas y de las encuestas en el archivo.
[13] En 1958 Miguens realizó la
Primera Encuesta Nacional de Opinión Pública. Esta sería la primera de una
serie de sondeos realizados para la Secretaría de Información del Estado de la
Presidencia de la Nación. Se trató de un acontecimiento pionero debido al
alcance geográfico alcanzado por el estudio, la
diversidad de las preguntas y el objetivo específico de la misma. Información
extraída de: Andres Shoai. “La estratificación social en los orígenes… Op. Cit., p. 4.
[14] Disponible en: <http://www.biblioteca.udesa.edu.ar /colección José Enrique Miguens,1958 – 1973>.
[Consulta: 20/8/2016].
[15] Las reflexiones de Miguens unos años después de la
realización de estas encuestas destacaban a la opinión pública argentina como
“moderna, alerta, informada y sensible a cualquier cambio en su circunstancia
exterior”. A ello le sumaba la “independencia de la
opinión política y económica contra las manipulaciones masivas” del público
argentino. José Enrique Miguens. “Morfología y comportamiento de la opinión
pública urbana argentina”. En: Juan F. Marsal (compilador) Argentina conflictiva. Seis estudios sobre problemas sociales argentinos. Buenos Aires, Paidós, p. 174. Citado en: Andres Shoai. “La estratificación social en los orígenes… Op. Cit., p. 11.
[16] En referencia a esta categorización socioeconómica, la
categoría A alude a la clase dirigencial, la categoría
B a la clase media superior, la categoría C a la clase media inferior y la
categoría D a la clase obrera, cada una de estas estaba definida por la función
que desempeñaba el jefe de hogar. Así, en una familia de clase A el jefe de
hogar cumplía una función “dirigencial”; en la clase
media superior su función era “ejecutiva”; en la clase media inferior era
“subordinada no manual” y en la clase obrera se refería a aquellos jefes de
hogar que cumplían la “función de trabajador manual”. Información extraída de: Andrés Shoai. Idem, p. 9.
[17] Para esta breve referencia histórica se han consultado:
Robert Potash. El Ejército y la política en la Argentina 1962-1973. Segunda Parte. Buenos Aires, Ed. Sudamericana,
1994; Alain, Rouquié. Poder militar y sociedad política
en la Argentina – Tomo II. Buenos Aires, Hispamérica,
1986; Daniel James. Violencia, proscripción y autoritarismo (1955 - 1976). Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 2003.
[18] Tras la exclusión del Partido Justicialista (PJ) de la arena
electoral luego de la renovación de las legislaturas
provinciales a principios del ’59 y el anuncio de Perón de la “traición de
Frondizi”, el poder ejecutivo debió afrontar en las elecciones provinciales de
marzo de 1962 a una victoria mayoritaria de la Unión Popular (nombre bajo el que se aglutinaba la mayoría de las fuerzas
peronistas por entonces).
[19] Se han consultado algunos
estudios recientes al respecto: Gabriela Aguila y Luciano Alonso. Procesos represivos y
actitudes sociales. Entre la España franquista y las dictaduras
del Cono Sur. Buenos Aires, Prometeo, 2013 y Miguel Ángel
del Arco, Carlos Fuertes Muñoz, Claudio Hernández Burgos y Jorge Marco (eds.) No solo miedo. Actitudes
políticas y opinión popular bajo la dictadura franquista (1936-1977). Granada, Comares editores, 2013.
[20] En los últimos veinte
años se han multiplicado los estudios sobre estos temas. A modo de ejemplo cito
algunos trabajos publicados en España y en Argentina: Francisco Sevillano
Calero. Ecos de papel. La opinión de los españoles en la época de Franco. Madrid, Biblioteca Nueva,
2000; Pere Ysás y Carme Molinero. “La historia social en la época franquista.
Una aproximación”. Historia Social, n°30, Valencia, 1998, pp.
133-154; Marcos Novaro y Vicente Palermo. La dictadura militar (1976
– 1983). Del golpe de Estado a la restauración
democrática. Buenos Aires, Paidós, 2003; Alfredo
Pucciarelli, (compilador) Empresarios, tecnócratas y militares. La
trama corporativa de la última dictadura. Buenos Aires, Siglo XXI,
2004; Hugo Quiroga y César Tcach (compiladores). A veinte años del golpe.
Con memoria democrática. Rosario, Homo Sapiens, 1996.
[21] Los candidatos que se presentaron para las
elecciones presidenciales fueron: Oscar Alende por la Unión Cívica Radical
Intransigente (UCRI), Arturo Illia por la Unión
Cívica Radical del Pueblo (UCRP), Pedro Aramburu por la Unión del Pueblo
Argentino (UDELPA), Horacio Sueldo por la Democracia Cristiana (DC), Alfredo
Palacios por el Partido Socialista Argentino (PSA) y Alfredo Orgaz por el
Partido Socialista Democrático (PSD). Desde el
Ministerio del Interior se vetaron las candidaturas del Frente Nacional y
Popular (coalición organizada por Arturo Frondizi y Juan Peron) que llevaba
como candidatos a Vicente Solano Lima y Carlos Begnis, ante esto la coalición propuso el voto en blanco. Información extraída de: Miguel
Angel Taroncher. Periodistas y prensa semanal en el golpe de
estado del 28 de junio de 1966: la caída de Illia y la revolución argentina. Tesis doctoral. Valencia, 2004, pp. 111-114.
[22] Tcach deja constancia de cuatro
de ellos: por un lado es posible emplear el término de “semidemocracia”, atribuido al funcionamiento
electoral del país a pesar de la proscripción del peronismo; en segundo lugar,
se ha usado el calificativo “parlamento negro”, en relación a la forma en que
la lógica política se desarrollaba por canales
no institucionales (tal es el caso de los planteos militares); en tercer lugar
es llamado “empate”, dado el equilibro hegemónico existente entre los distintos
actores políticos, allí donde cada uno tenía la capacidad de obstruir el libre desarrollo de los proyectos de los demás, pero
carecía de la capacidad de encausar los propios sin el acuerdo con las otras
fuerzas; por último, se lo ha llamado “juego imposible”, ya que durante este
período las posibilidades de victoria electoral sin
el voto del peronismo (por entonces proscrito) se acercaban a la nulidad, así
como también se imposibilitaba mantener un gobierno civil sin el visto
bueno de las Fuerzas Armadas (FFAA). En: César Tcach. “Golpes, proscripciones y partidos políticos”. James, Daniel (director). Violencia, proscripción y autoritarismo (1955-1976), Nueva Historia Argentina, Tomo IX. Buenos Aires, Sudamericana, 2007.
[23] “Opiniones y actitudes de la población urbana frente a las
elecciones de julio de 1963”, José Enrique Miguens y
Asociados, junio de 1963. En: Archivo Dr. José E. Miguens, Biblioteca Max Max von Buch, Universidad de San Andrés. En adelante: EOP.
[24] EOP, p. VI.
[25] En los quince días previos a las elecciones, se realizaron
“dos olas más de entrevistas”. Así, las tendencias positivas a favor de las
elecciones pasaron del 80,7% al 94,9% hasta el 95,6% en los días anteriores a
los comicios del 2 de julio. En: EOP, p. 5.
[26] EOP, p. 1.
[27] Para esta encuesta, Gallup Argentina seleccionó a mil hombres y a mil mujeres distribuidos por
partes iguales en Capital Federal y Gran Buenos Aires. El perfil del universo
encuestado marca a un/a argentino/a medio/a entre 26 y 35 años con un grado de escolaridad primaria completo. En la revista
se informan los datos de la muestra:
- posición económica: 15% alta, 55% media%, 30% baja
- edad: 22% de 18 a 25 años; 36% de 26 a 35 años; 31% de 36 a
50 años y 21% de 51 años en adelante
- instrucción: 11% universitaria;
28% secundaria; 53% primaria completa; 2% primaria incompleta.
En: Panorama, Buenos Aires, junio de 1963, p. 31.
[28] Panorama, Buenos Aires, junio de 1963, p. 31.
[29] EOP, p. VI.
[30] EOP, p. 5.
[31] EOP, p. 10.
[32] Panorama, Buenos Aires, junio de 1963, p. 30.
[33] EOP, p. VII.
[34] EOP, p. 11.
[35] EOP, p. 11.
[36] EOP, p. 12. Esta apreciación se relaciona con un imaginario
que vinculaba a la ciudad de Mar del Plata como una ciudad antiperonista en la
que no había ganado nunca las elecciones el partido
peronista. En los últimos años se han realizado estudios históricos que
permiten poner en tensión esta idea. Ver: Nicolás Quiroga. “El Partido
Peronista en Mar del Plata: articulación horizontal y articulación vertical,
1945-1955”. Boletín del Instituto de Historia
Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, Tercera serie, Nº. 26, segundo semestre 2004, pp. 75-116.
[37] Panorama, Buenos Aires, junio de 1963, p. 34.
[38] EOP, p. 13.
[39] Cesar Tcach. “Golpes, proscripciones …”. Op. Cit., p. 40 y Alain Rouquie. Poder militar y sociedad política en la Argentina, 1943 -
1973.
Buenos Aires, Emecé, 1982, pp. 212 - 215.
[40] EOP, p. 15.
[41] Panorama, Buenos Aires, junio de 1963, p. 31.
[42] EOP, p. 34.
[43] EOP, p. 30 y 31.
[44] EOP, p. 35.
[45] Desde mediados de los años cuarenta hasta mediados
de la década del ́70 la expansión de la matrícula
secundaria fue constante. En términos absolutos, la población
escolarizada del nivel secundario en 1960 alcanzaba a 1.794.123 jóvenes, es decir el 45,3% de los jóvenes en edad
teórica de asistir al nivel medio. En: Mariana Mora (coordinadora) La obligatoriedad de la educación secundaria en la
Argentina. Deudas pendientes y nuevos desafíos. Buenos Aires, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, 2007, p.12.
[46] Marcela Ferrari; Lila Ricci y María Estela Spinelli
(compiladoras) Memorias
de la Argentina contemporánea. 1946 - 2002. La visión de los mayores. Mar del Plata, EUDEM, 2007, pp. 138-140.
[47] En marzo de 1962 se realizaron
elecciones para renovar gobernadores provinciales. Las listas justicialistas
triunfaron en Buenos Aires, Jujuy, Chaco, Misiones, Neuquén, Rio Negro, Salta,
San Juan y Tucumán y obtuvieron la primera mayoría en los comicios con un 32%
de los votos. Ante la presión de los militares y
sectores empresarios antiperonistas, Frondizi decidió intervenir las provincias
donde habían triunfado estos candidatos lo que desembocó en un nuevo golpe de
estado que destituyó al presidente unos días más tarde. En: Alain Rouquie. Poder militar y sociedad política … Op. Cit. pp. 187 y 188.
[48] Es importante destacar que en el informe no se define lo
“popular”, por lo que estimo que se daba por sentada la interpretación del
término en función de los acontecimientos de aquellos
años. Al respecto supongo que se refiere a un candidato peronista aunque la
fuente nunca lo delimita a un sector partidario.
[49] EOP, pp. 29 y 30.
[50] EOP, pp. 39 y 40.
[51] Sobre los trabajos que han explorado esta actitud, aunque
en los mismos no se analice como tal la idea de actitudes desde un marco
teórico específico, podemos citar a: Sebastián Carassai. Los años setenta de la gente común. La naturalización de la
violencia. Buenos Aires, Siglo XXI, 2013 y Marcela Ferrrari, Lila
Ricci y María Estela Spinelli (compiladoras). Memorias de la Argentina contemporánea… Op. Cit.
[52] Panorama, Buenos Aires, junio de 1963, p. 33.
[53] EOP, p. 72.
[54] EOP, p. 75.
[55] Panorama, Buenos Aires, junio de 1963, p.
32.
[56] Guillermo O’Donnell. El estado
burocrático-autoritario. Triunfos, derrotas y crisis. Buenos Aires, Editorial de
Belgrano, 1982, pp. 62 y 63.
[57] Esta pregunta forma parte
de una investigación de opinión pública realizada por la revista a los treinta
días de asumir como presidente de facto el general Onganía. La encuesta “Habla
el pueblo. ¿Qué espera del gobierno? fue realizada por el Departamento de Investigaciones de Mercado y Sondeos de la Editorial
Abril abarcando el área de Gran Buenos Aires y Capital Federal sobre una
muestra de 300 casos elegidos al azar según la distribución de la población por
estratos económico-sociales. Ver: Panorama, Buenos Aires, septiembre de 1966, pp. 12 y sigs.