Dossier Nº 23

 

El movimiento estudiantil argentino y latinoamericano. Historia, debates y perspectivas a 100 años de la Reforma Universitaria y 50 de la Revolución Mundial

 

 


The argentine and latin american student movement. History, debates and perspectives 100 years of the University Reform and 50 of the World Revolution

 

 

 

Resumen

En el marco del centenario de la Reforma Universitaria de Córdoba, hito fundacional del movimiento estudiantil argentino y latinoamericano y del cincuentenario de las icónicos acontecimientos del Mayo Francés, la Primavera de Praga y el 68 mejicano, el presente dossier pone a disposición de los lectores un conjunto tan rico como diverso de trabajos que, más allá de su heterogeneidad, tienen la común virtud de visibilizar el rol protagónico y la  centralidad que en el escenario político latinoamericano ha tenido ese estudiantado organizado y movilizado, a la vez que no dejan de señalar las  limitaciones, tensiones y disputas internas que lo han atravesado y condicionado.   

 

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El movimiento estudiantil latinoamericano, desde sus orígenes en los albores del Siglo XX, ha sido un actor colectivo relevante, con enorme visibilidad pública y que ha estado involucrado activamente en los procesos más significativos de transformación social que agitaron nuestras sociedades, luchando recurrentemente por la democratización de las mismas. Con características particulares y especificidades propias de cada espacio nacional, pero también con demandas y preocupaciones comunes ha protagonizado importantes movilizaciones y ha sido partícipe activo, cuando no iniciador, de intensos ciclos de protesta en los que logró articular sus propios intereses y reclamos a los de otros sectores sociales subalternos.

Este año es particularmente significativo a la hora de dar cuenta y destacar esa centralidad del movimiento estudiantil en tanto se cumplieron durante el mismo, aniversarios de importantes acontecimientos que lo tuvieron como protagonista.

En primer lugar, es el año del centenario de la Reforma Universitaria de Córdoba, hito fundante del propio movimiento estudiantil argentino y latinoamericano. En aquellas jornadas de junio y de septiembre de 1918 se condensaron, a la vez que se llevaron a un nuevo plano, experiencias, debates, y reclamos que habían ido surgiendo con el siglo y de forma paralela en distintos países de América Latina de la mano de la configuración de una nueva identidad colectiva, la estudiantil. Identidad que se fue gestando al calor de un fuerte sentimiento latinoamericanista y antiimperialista que marcó profundamente los orígenes del movimiento, como bien lo evidencian los Congresos Internacionales de Estudiantes Americanos de 1908, 1910 y 1912[1]. Pero la Reforma no solo fue un momento de condensación y potenciación de experiencias y planteos previos, fue también un catalizador que amplió y proyectó la crítica y la acción transformadora alimentando procesos que trascendieron las cuestiones universitarias y académicas. Fuera del escenario argentino, ello fue aún más notorio, como lo evidencian los experiencias peruana y cubana[2].

2018 es, a la vez, el año del cincuentenario de grandes acontecimientos que se sucedieron en distintas partes del planeta y en los cuales el estudiantado jugó un papel protagónico; acontecimientos que pueden ser considerados momentos de una segunda –y nuevamente fallida- “revolución mundial”[3]. Entre ellos destacan: el Mayo Francés, donde el movimiento estudiantil logró activar a la clase obrera y juntos  pusieron en cuestión el régimen gaullista, las bases del consenso de postguerra en las sociedades del Norte desarrollado y también a la izquierda tradicional y sus organizaciones;  la Primavera de Praga, con su apuesta por un “socialismo con rostro humano”, el anverso, en el otro bloque, del cuestionamiento al orden instaurado en Yalta,    y en la cual los estudiantes checoslovacos participaron activamente planteando sus propias demandas pero siempre buscando alcanzar la unidad con los obreros y el resto de los sectores checos disidentes, habilitando la creación de múltiples instancias comunes; y, en el escenario latinoamericano, el 68 mejicano[4], en el que el estudiantado movilizado logró dar expresión y visibilidad a las reivindicaciones de amplios sectores de la población que se sentían agobiados bajo el peso de un régimen autoritario y asfixiante que se escudaba bajo un discurso y un imaginario revolucionario y democrático.

No caben dudas que esos dos momentos, los años en torno a la Reforma y la década del sesenta, han sido aquellos en que el movimiento estudiantil latinoamericano cobró mayor protagonismo, pero no fueron los únicos en que su activismo y movilización desafiaron las instituciones académicas y políticas de nuestras sociedades, presionando en aras de transformaciones significativas, en general, en un sentido democrático y con el objetivo de ampliar o sostener derechos conquistados. En los últimos años, hemos visto como en varios espacios nacionales, incluso el argentino, ha vuelto a tomar las calles cobrando nueva visibilidad y ocupando otra vez un lugar importante en el escenario político de la región.

En este marco de conmemoraciones, pero también de nuevas y desafiantes movilizaciones, este dossier se propone alentar la reflexión y aportar miradas novedosas en torno a ese movimiento estudiantil argentino y latinoamericano, a partir de presentar cuatro trabajos que atienden a períodos, escenarios y situaciones muy diversas, y que lo hacen desde perspectivas teóricas-metodológicas y preguntas también ellas sumamente heterogéneas. Así, mientras los dos primeros artículos remiten, en una escala local, a los dos momentos de mayor visibilidad y trascendencia de este actor colectivo en nuestro país – los años en torno a la Reforma Universitaria y los primeros setenta-, los otros dos se ocupan de dar cuenta de su movilización, potencialidades y limitaciones en el actual contexto latinoamericano, centrando su atención en los casos de Chile y de Brasil.  

El trabajo que inicia este dossier, escrito por Eliana Bertero y José Larker, supone un valioso aporte al conocimiento sobre los orígenes del movimiento estudiantil argentino en tanto reconstruye el proceso de emergencia y configuración de ese actor colectivo durante la segunda década del Siglo XX, en un escenario local escasamente abordado hasta el momento, la ciudad de Santa Fe. Los autores dan cuenta de cómo al calor de la lucha en pos de la creación de una nueva institución universitaria moderna, científica, autónoma de la elite política local y con proyección regional, en definitiva, una institución a la medida de sus propios intereses y valores, los estudiantes santafesinos fueron configurando una identidad colectiva, unas organizaciones formales y un repertorio de confrontación particular.  A la vez que exponen el entramado de relaciones en que ese estudiantado movilizado se insertaba, arrojando luz sobre las densas redes locales y nacionales de las que formaba parte, así como también sobre las alianzas que supo tejer en su desafío a las conservadoras autoridades de la Universidad Provincial de Santa Fe, fundamentalmente con los sectores reformistas liberales, pero también con entidades obreras de la ciudad.

Por su parte, el artículo de Juan Sebastián Califa nos ubica, en el ámbito de la Universidad de Buenos Aires, en el clivaje de las décadas del sesenta y del setenta, con particular énfasis en el año 1971. A diferencia del anterior trabajo, aquí, la atención está centrada fundamentalmente en los debates, disputas y, pujas internas al propio movimiento estudiantil en torno a cuáles eran las formas organizativas más adecuadas para canalizar la participación del estudiantado y su lucha contra la dictadura: los centros de estudiantes o los cuerpos de delegados. Poniendo el foco en esa cuestión,  y atendiendo a las especificidades de las diversas facultades que tenía la UBA por aquel entonces, el autor da cuenta de la fractura existente entre un sector que mantenía una fuerte identidad reformista – y en el cual los comunistas tenían un importante peso- y otro, vinculado a una nueva izquierda compuesta de muy diversas corrientes (peronistas, maoístas, trotskistas, guevaristas) que ponían en cuestión la vigencia de las tradiciones y formas de organización heredadas de la Reforma, tanto como a la propia “vieja” izquierda que las defendía. El trabajo explora así en un aspecto muy poco abordado, las formas organizativas alternativas a los centros y federaciones que la aceleración de la radicalización del movimiento a fines de la década del sesenta habilitó, analizando tanto las potencialidades como las limitaciones que éstas evidenciaron en el corto plazo en que fueron implementadas. 

El tercero de los trabajos que publicamos, el de Camila Araya Guzmán, nos aleja ya del escenario argentino y nos proyecta sobre el espacio latinoamericano, en tanto se ocupa del movimiento estudiantil chileno en el período comprendido por los años 2011-2016. Momento este de gran centralidad para el estudiantado universitario del vecino país que, tras décadas de desmovilización y reflujo, recupera protagonismo y se lanza desafiante y masivamente a las calles en demanda de educación pública, gratuita y de calidad, abriendo así un ciclo de protesta de enorme visibilidad e impacto político.  A largo del artículo la autora va dando cuenta de la composición y las características más destacadas del movimiento, a la vez que realiza un breve recorrido por su casi centenaria historia. Pero el foco de su atención estará puesto fundamentalmente en reconstruir y analizar las significaciones que en torno a sus estrategias, posibilidades y limitaciones construyen las agrupaciones de la izquierda revolucionaria que lo conforman. De allí que, en el conjunto del dossier el trabajo destaca tanto por el recurso prioritario a fuentes orales recabadas mediante entrevistas, como por una perspectiva fuertemente preocupada por dar cuenta de los marcos de sentido construidos por los propios activistas del movimiento.  

Finalmente, y concluyendo el dossier, Fernando Romero Wimer y Paula Fernández Hellmund, analizan en el actual y complejo contexto político de Brasil, el accionar de la mayor organización estudiantil universitaria de aquel país, la União Nacional Dos Estudantes (UNE). Al igual que Camila Araya Guzmán para el caso chileno, los autores recuperan a lo largo del trabajo la conformación y trayectoria histórica del movimiento estudiantil brasilero, su composición social, y los rasgos característicos del mismo, para luego detenerse particularmente en el análisis del accionar que éste ha tenido frente al juzgamiento y la prisión del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva y el impeachment a Dilma Rousseff. Específicamente se preocupan por describir y analizar las distintas medidas adoptadas por la UNE ante estos embates a las dos grandes figuras del Partido dos Trabalhadores, en tanto la dirección de esa organización estudiantil había trabado estrechas relaciones con los gobiernos de esta fuerza política. Es para destacar que el artículo aporta un interesante contrapunto respecto a las otras tres producciones, en tanto expone una realidad divergente en la cual, más allá de las convocatorias lanzadas por la conducción, las bases estudiantiles se han revelado mayormente desinteresadas y apáticas, con lo cual y al menos hasta el momento, el estudiantado universitario organizado no ha logrado asumir un papel protagónico en el escenario político brasilero actual.   

 

 

Natalia Vega

Universidad Nacional del Litoral

Centro de Estudios Sociales Interdisciplinarios del Litoral (CESIL)

nataliavegarodriguez@hotmail.com

ntlvegarodriguez@gmail.com

 

 

Bibliografía

Giovanni Arrighi,  Terence Hopkins e Immanuel Wallerstein. Movimientos antisistémicos. Madrid. Akal, 1999.

Pablo Bonavena y Mariano Millán, (editores), Los ‘68 latinoamericanos. Movimientos estudiantiles, política y cultura en Méjico, Brasil, Uruguay, Chile, argentina y Colombia. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Instituto de Investigaciones Gino Germani-UBA, 2018.

Pablo Buchbinder. ¿Revolución en los claustros? La Reforma Universitaria de 1918. Buenos Aires. Sudamericana, 2008.

Eduardo Dalmasso. 1918.Raíces y valores del movimiento reformista. Córdoba, Universidad Nacional de Córdoba, 2018.

Juan Carlos Portantiero. Estudiantes y política en América Latina. El proceso de la Reforma Universitaria (1918-1938). Méjico. Siglo XXI, 1978.

 



[1] Eduardo Dalmasso. 1918.Raíces y valores del movimiento reformista. Córdoba, Universidad Nacional de Córdoba, 2018, pp.70-74.

[2] En relación a estas experiencias y sus diferencias con el proceso reformista argentino, confróntese: Juan Carlos Portantiero. Estudiantes y política en América Latina. El proceso de la Reforma Universitaria (1918-1938). Méjico. Siglo XXI, 1978 y Pablo Buchbinder. ¿Revolución en los claustros? La Reforma Universitaria de 1918. Buenos Aires. Sudamericana, 2008.

[3] Arrighi, Hopkins y Wallerstein sostienen que solo hubo dos revoluciones mundiales, la primera en 1848 y la segunda en 1968; y, a la vez afirman que “(a)mbas constituyeron un fracaso histórico. Ambas transformaron el mundo”. Giovanni Arrighi,  Terence Hopkins e Immanuel Wallerstein. Movimientos antisistémicos. Madrid. Akal, 1999, p. 83.

[4] En Latinoamérica el 68 mejicano destaca no solo por su masividad y visibilidad, sino también por la represión brutal con que el Estado respondió al desafío estudiantil, la cual alcanzó su máxima expresión en la llamada “Masacre de Tlatelolco”;  pero es importante señalar que también hubo en otros países de la región grandes ciclos de protesta con multitudinarias movilizaciones estudiantiles y obrero-estudiantiles que incidieron profundamente en el desarrollo posterior de sus respectivas sociedades y regímenes políticos. Cfr. Pablo Bonavena y Mariano Millán, (editores), Los ‘68 latinoamericanos. Movimientos estudiantiles, política y cultura en Méjico, Brasil, Uruguay, Chile, argentina y Colombia. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Instituto de Investigaciones Gino Germani-UBA, 2018.