Breve discusión conceptual del movimiento
estudiantil chileno posterior al 2011: una visión desde las y los estudiantes
revolucionarios
Brief conceptual
discussion of the Chilean student movement after 2011: a vision from the revolutionary
students
Camila Ignacia
Araya Guzmán[1]
carayaguzman@gmail.com
Resumen
El
presente artículo, dará a conocer algunos resultados obtenidos en la
investigación “Ideas Políticas y Clivajes en el Movimiento Estudiantil Chileno”,
los cuales refieren a la dimensión emergente –desde los discursos de jóvenes
militantes de organizaciones que se autodefinen marxistas- al cómo se dota de
contenido y significancia el movimiento estudiantil, permitiendo construir una
pequeña y superficial conceptualización de lo que es –o ha sido- el movimiento
estudiantil chileno en el período 2011-2016.
El
enfoque metodológico utilizado fue de carácter cualitativo, y se realizaron
doce entrevistas[2]
en profundidad a jóvenes hombres y mujeres[3]
militantes de organizaciones políticas-estudiantiles que se autodefinen
marxistas y de izquierda revolucionaria, a las cuales se les aplicó un análisis
de contenido.
Palabras claves
movimiento
estudiantil; significaciones; organizaciones estudiantiles; jóvenes militantes,
izquierda revolucionaria.
Abstract
This article will present some results obtained in the
research "Political Ideas and Cleavages in the Chilean Student
Movement", which refer to the emerging dimension -from the speeches of
young militants of self-defining Marxist organizations- to how it is endowed of
content and significance the student movement, allowing to build a small and
superficial conceptualization of what is-or has been-the Chilean student
movement in the period 2011-2016.
The methodological approach used was of a qualitative
character, and twelve in-depth interviews were conducted with young men and
women militants of political-student organizations that define themselves as
Marxists and revolutionary leftists, to whom a content analysis was applied.
Keywords
student movement; meanings; student organizations;
young militants; revolutionary left.
Explicación orgánica-contextual del movimiento estudiantil de Chile 2011
El presente artículo, da a conocer algunos resultados obtenidos de la
investigación “Ideas Políticas y Clivajes en el Movimiento Estudiantil
Chileno”, centrándose en el objetivo de identificar cómo jóvenes estudiantes y
militantes de izquierda -que se autodefine marxista y revolucionaria-
conceptualizan al movimiento estudiantil chileno posterior al 2011. Para ello,
se utilizó un enfoque de carácter cualitativo, aplicándose un análisis de
contenido a doce entrevistas en profundidad semi-estructuradas, realizadas a
jóvenes militantes de distintas organizaciones políticas-estudiantiles de
izquierda revolucionaria, las cuales se categorizaron en frentes intermedios,
plataformas político estudiantiles y organizaciones políticas.
La problemática anteriormente planteada, se enmarca en un contexto de
clímax del movimiento estudiantil y del despertar de la sociedad, pues desde
inicios del siglo XXI, nos hemos ido encontrando con distintas movilizaciones
estudiantiles que han sido de gran relevancia, entendiendo que durante toda la
última década de los 90’, Chile vivía en un letargo episodio de despolitización
no sólo de la juventud sino que de toda la sociedad en general, como
consecuencia de haber vivido diecisiete años de dictadura y el haber tenido una
salida pactada a la democracia, esto se manifestó en lo que Norbert Lechner
denominó como crisis de la cultura política[4]. Es por
ello que, las distintas expresiones del movimiento estudiantil chileno desde el
inicio del siglo XXI[5], nos
van demostrando la existencia de un proceso de politización ascendente –tal y
como lo planteó el informe de Desarrollo Humano en el 2015[6]- en
donde cada experiencia ha contribuido para la organización política y la
generación de conciencia frente a la construcción de relaciones sociales de
manera integral.
Es así que, el movimiento estudiantil que estalla el año 2011, marca un
cambio de escenario político importante, no sólo porque su impacto “opera como
expresión visible del malestar acumulado por la sociedad bajo el imperio de las
políticas neoliberales”[7], sino
que también porque se incorpora un nuevo sujeto político, como por ejemplo el
estudiante de universidad privada[8].
Por su parte, cabe destacar que el movimiento estudiantil chileno del
2011 no nace espontáneamente, sino que –como se ha mencionado anteriormente-
refleja la acumulación de experiencias provenientes principalmente del mundo
secundario, ya que “los estudiantes universitarios venían cumpliendo hace al
menos una década y media un ciclo de movilizaciones, la mayoría poco masivas,
que se repetía año tras año, las que giraban en torno a demandas de reformas al
sistema de educación superior dependiente de la agenda del gobierno y ministro
de turno”[9]. No obstante, es
el 2011, en que los estudiantes universitarios logran influir en la agenda
gubernamental, demandando educación pública, gratuita y de calidad. Las
primeras manifestaciones estudiantiles del año, se llevaron a cabo por los
estudiantes de la Universidad Central, quienes estaban en contra de la venta
del 50% del plantel a la Sociedad de Inversores Norte Sur, de ahí que se comienza
a masificar el discurso del fin al lucro
en la educación como otra demanda. A esto se le suma “el retraso en la
entrega de las becas y del pase escolar, así como la expectación generada por
las propuestas del gobierno para la educación superior generaron el ambiente
que derivó en una escalada de manifestaciones y protestas en las que se vieron
involucrados los estudiantes de universidades públicas y privadas”[10].
De esta manera, las movilizaciones estudiantiles del 2011 comenzaron a
marcar las prioridades de la agenda del –ese entonces- Gobierno de Sebastián
Piñera, cuestión que marca un giro en la dinámica de actuar del movimiento
estudiantil.
Desde el punto de vista organizacional, el 2011 marcó visiblemente la
disputa, entre las distintas organizaciones, del direccionamiento del
movimiento estudiantil, en una primera instancia con las juventudes de partidos
tradicionales, como las Juventudes Comunistas (JJ.CC), pero luego del 2011 con
el llamado Bloque de Conducción[11],
manifestándose en las disputas por la vocerías de la Confederación de
Estudiantes de Chile (ConfeCh). Es así que, según Marcelo Mella[12] la
plenaria del ConfeCh durante los años 2011 y 2015 se conforman por cuatro
fuerzas políticas de acuerdo al equilibrio entre identidad y estrategia:
a- Derecha: reúne a organizaciones como Gremialistas,
Acción Liberal (AL) y la Juventud Demócrata Cristiana (JDC);
b- Centro: participan de este sector organizaciones de
una izquierda más tradicional como por ejemplo las Juventudes Comunistas
(JJ.CC), Juventudes Socialistas (J.S), Juventud Partido por la Democracia (JPPD)
y Nueva Acción Universitaria (NAU)[13];
c- Izquierda: dentro de este sector, participa el llamado
Bloque de Conducción: Unión Nacional Estudiantil (UNE), Frente de Estudiantes
Libertarios (FEL) e Izquierda Autónoma (IA);
d- Ultra-Izquierda[14]:
las organizaciones que conforman esta caracterización por su nivel de actoría
son el Movimiento Popular Guachuneit (MPG), Grupos de Acción Popular (GAP),
Movimiento De Izquierda Revolucionaria (MIR), Frente Estudiantil Revolucionario
(FER), Juventud Guevarista (JG), Partido de Trabajadores Revolucionarios (PT),
Fuerza Universitaria Rebelde (FUR), Juventud Rebelde (JR) y la Corriente
Crítica Universitaria (CCU).
Es importante destacar que para efecto de este artículo, se trabaja con
los discursos del sector que Marcelo Mella denomina como ultra-izquierda, pero
que acá, y según los relatos de las y los entrevistados, se caracteriza como
izquierda revolucionaria. También es importante esclarecer que existen más
organizaciones que pertenecen a este sector y que no aparecen en la categorización
del autor, pero que como se dijo anteriormente, las organizaciones estarán
categorizadas en frentes intermedios, organizaciones políticas y plataformas
político-estudiantiles.
Breve historia del movimiento estudiantil chileno desde el siglo XX y
XXI
El movimiento estudiantil se puede entender como un actor importante del
siglo XX, que permite reflexionar sobre la participación política de la
juventud en los procesos de historización y transformación de la sociedad.
Refleja además la influencia de los conflictos políticos tradicionales en la
institución educativa universitaria, por ejemplo, Manuel Garretón nos cuenta
que “la educación universitaria se había dividido con la creación de la
Universidad Católica en 1888, donde se atrincheró toda la elite católica. La
Universidad de Chile en cambio tenía una tradición laica firmemente
establecida”[15].
La ‘cuestión social’, el sistema parlamentarista, marcaron un contexto
que determinó la necesidad del surgimiento de organizaciones estudiantiles, que
transversalmente está ligado con la cuestión de clase, ya que “las primeras
organizaciones estudiantiles datan de comienzos de siglo, cuando a la
Universidad de Chile comienzan a ingresar jóvenes provenientes de los grupos
medios, muchos de ellos de provincia. Las nuevas organizaciones, acordes con el
clima que ya se respiraba en la sociedad, poseían tres tendencias
fundamentales: gran preocupación por la “cuestión social”; un anticlericalismo
militante y mentalidad laica; una gran fe en el progreso y en la ilustración
como instrumento del cambio social”[16].
En ese sentido, el surgimiento de la Federación de Estudiantes de la
Universidad de Chile en 1906, marca un proceso en que, a palabras de Gabriel
Salazar, la Universidad se convierte en un “crisol de fusiones históricas de
largo alcance”[17], es
decir una fusión dialéctica entre la juventud peonal[18], con la
juventud oligarca y media. No obstante, “el origen del movimiento estudiantil
chileno, convencionalmente, se ubica en la década de 1920 y 1930”[19], y el
cual en un principio posee una influencia anarquista y libertaria, es por ello
que se puede establecer que su surgimiento en el siglo XX “nace en un período
marcado por el ascenso de formas modernas de la política, en las que la
participación de las masas se hizo fundamental, y en que las posiciones
políticas asumidas por los sectores populares tendieron a la reforma profunda
del orden oligárquico tradicional” [20]. Sin
embargo, a medida que avanza el siglo XX, la conformación social del movimiento
estudiantil va mutando de acuerdo al contexto nacional e internacional, ya que
“si bien el movimiento estudiantil siempre estuvo junto a los sectores
populares en sus luchas, la mayor parte del tiempo no fue un movimiento
fuertemente ligado a la izquierda. De partida, porque el carácter social de los
estudiantes era más bien elitaria y con el correr del siglo XX se le integraron
los sectores de las capas medias, principalmente hijos de funcionarios,
profesionales liberales y profesores normalistas”[21], lo que
no impidió que dentro de las universidades se pudieran constituir
organizaciones de militantes de izquierda con distintas caracterizaciones. En
primer lugar, en la década de los 60’ no se puede desconocer la influencia de
la Revolución Cubana, ya que se considera como un “hito que cambió las
estrategias y tácticas de las organizaciones de izquierda revolucionarias, las
que apuntarían a la emergencia de guerrillas en oposición a la creación de
frentes populares interclasistas, que promovía la Unión Soviética”[22], es en
este contexto que los movimientos estudiantiles y juveniles también se mueven.
En términos generales –en el mismo período-, éstos se caracterizaron por
asumir un compromiso de doble militancia, una orientada al partido y otra a los
frentes de masas; durante la dictadura esta lógica militante se desfiguró
debido a la fuerte represión, y obligó a que el vínculo político-social fuese
reconfigurado hacia un activismo cultural, ya que las instancias de
representación estudiantil no fueron reconocidas por el Estado; por último,
durante la transición democrática, a pesar que los partidos se insertaron
nuevamente en el sistema político[23] “la
mantención de la Constitución autoritaria y el modelo económico, generó la
desarticulación de las militancias partidistas de masas en la izquierda
universitaria[24].
En este sentido, sería importante entonces conocer los distintos
períodos del movimiento estudiantil chileno con el fin de comprender el
contexto de cada uno de ellos, para esto Víctor Muñoz y Carlos Durán proponen
la siguiente periodización[25]
Cuadro 1 Cuadro de resumen “Periodización del movimiento estudiantil
chileno” |
|||
Período |
Denominación |
Características contextuales |
Termina cuando |
1967-1973 |
“Lucha en torno a los
escenarios, las posibilidades y los límites de la política” |
Influencia de los
discursos revolucionarios / Politización de movimientos reformistas
universitarios |
Golpe de Estado |
1973-1982 |
“Apelación patriótica,
apolítica y de unidad nacional, versus resistencia cultural” |
Establecimiento de una
nueva Constitución: Estado subsidiario y Consolidación del neoliberalismo /
Ley General de Universidades /Importancia de la militancia oficialista y su
influencia discursiva de unidad nacional y patriotismo apolítico / Militancia
de izquierda universitaria orientada a la resistencia, desde el activismo
cultural |
Crisis política y
económica |
1983-1989 |
“Democracia versus
dictadura. La formalización política oficialista y los caminos de la
sublevación, la protesta y la transición en la oposición” |
Politización pública del
movimiento estudiantil en la dicotomía democracia-dictadura/ Emergencia
protesta social por la crisis de la deuda/ Apertura del diálogo con los
sectores opositores |
“inicio” de la transición
democrática |
1990-2005 |
“Crisis de la politicidad
social juvenil y politización a contracorriente” |
La democracia mantuvo el
modelo económico neoliberal / Enclaves autoritarios / Vaciamiento social del
sistema político Influencia discursiva sobre la técnica y eficiencia /
Pérdida de valoraciones ideológicas / Desarticulación temporal del movimiento
estudiantil / Desencanto y politización defensiva/ Surgimiento de colectivos
políticos al interior de las universidades |
Cuestionamiento a los
ejes estructurales del modelo |
2006-2011 |
“Politización ascendente,
interpelación a la sociedad y disputa por la
política”. |
Influencia de un discurso
de participación ciudadana que generó fuertes expectativas / Revolución
Pinguina: rearme de la organización estudiantil / Cuestionamiento de la estructura
desde el mundo estudiantil / Influencia del mundo estudiantil en la agenda
política |
Rompimiento del sentido
común de la política tecnocrática y la despolitización social |
2011-2017 |
“De la política de los
campus a la política nacional. Repartidización y reconfiguración del campo
político” |
Irrupción de las
movilizaciones sociales más grandes desde el retorno a la democracia /
Capitalización de las demandas estudiantiles y surgimiento del Frente Amplio
(FA) / Surgimiento de nuevas organizaciones y repartidización de las
organizaciones estudiantil-juveniles / Influencia del movimiento estudiantil
en la agenda política que permitió que se desarrolle una reforma educacional
/ |
-- |
Fuente: elaboración propia en base a Víctor Muñoz y Carlos Durán |
La propuesta de periodización, nos refleja muy brevemente las mutaciones
que ha ido teniendo el movimiento estudiantil desde la mitad del siglo XX hasta
la actualidad, en donde aún no se podría definir cuál sería el cierre del
ciclo, ya que sigue en trámite la reforma educacional, la cual
–estratégicamente- se fue legislando divididamente por proyecto, lo que ha
significado una desarticulación para el movimiento estudiantil y el retorno del
manejo de la agenda pública tanto por parte del Gobierno de Michelle Bachelet
(2014-2018) como la de Sebastián Piñera (2018-2022), en un contexto donde los
principales líderes estudiantiles del 2011 llegaron al Parlamento.
Cómo se concibe el movimiento estudiantil chileno
Actualmente no se puede entender al movimiento estudiantil chileno bajo
una definición constante en el tiempo, porque sus dinámicas van cambiando de
acuerdo al direccionamiento estratégico que este tenga, por lo que pueden
surgir diversas definiciones. De esta manera la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (FLACSO) lo define –durante el período 2011-2016- “como un
movimiento social que cuenta con una lógica orgánica propia y unas demandas e
ideologías políticas coherentemente definidas”[26]. Sin
embargo, en esta oportunidad y enfocado en el mismo período, me gustaría
definirlo, como un campo de disputa política, debido a tres razones.
La primera se relaciona con lo que decía Salazar[27], sigue
existiendo una fusión dialéctica entre la juventud de sectores populares (ya no
peonal) y la juventud de sectores medios y adinerados (ya no oligarcas), sin
embargo el reconocerse de un sector u otro asume la postura desde donde se debe
organizar políticamente. La segunda, porque a nivel orgánico ConfeCh, puede que
las demandas e ideología de quien la conduzca estén coherentemente definidas.
Pero, dentro de los actores que conforman el movimiento estudiantil –en este
caso- militantes de distintas organizaciones, las definiciones aún están en
construcción. Y por último, porque las definiciones y formas de cómo se debería
llevar a cabo la movilización estudiantil –que están en construcción-, son las
que entran en disputa. Por lo tanto, se puede concebir al movimiento
estudiantil chileno como la expresión de un proceso histórico –que tendrá
distintas dinámicas y significaciones, dependiendo del contexto-, en donde las
y los sujetos que lo movilizan se encuentran construyendo un proyecto, que
contempla la proyección de la transformación social, desde una determinada
política.
Por otro lado, y retomando a Salazar[28], hay
que tener en cuenta que el contexto ha cambiado, pues la fusión dialéctica de
clases es distinta, ya que hoy, tal cual como lo fue la política estalinista
con los frentes populares, existe una facilidad de ejecutar consensos entre
distintos sectores, sobre todo a nivel Confech, que ha logrado generar demandas
conjuntas entre todas sus corrientes, exceptuando al movimiento gremial. Pero,
lo que más llama la atención es cómo se va significando el movimiento
estudiantil desde el mundo universitario, en base a un análisis estructural, ya
que, con los procesos de mercantilización y privatización de la educación -por
parte de la dictadura de Pinochet-, que dio origen al negocio de las
universidades privadas, ha generado la privatización del espacio estudiantil
–como una trinchera de lucha- y del conocimiento, por lo que este ya no es
considerado como un elemento importante para la transformación social.
De este modo, las universidades públicas se han convertido en
reproductoras de la elite, ya que –como se dijo en un momento- este espacio se
despeonizó. Mientras que en las universidades privadas, gracias al derecho de
endeudamiento a través de los créditos, se ha ido –por decirlo de algún modo-
proletarizando, y es así como lo perciben las y los entrevistados
“…el movimiento
estudiantil es una cuestión…sobre todo las universidades estatales, bastante
cuicos, por decirlo así, bastante clase alta, es la universidad privada donde
mayoritariamente existe el estudiantado de sectores de menores recursos, más
popular, pero es un estudiantado que muchas veces pasa, que lo único que quiere
es entrar a la universidad, terminar y ponerse a trabajar, no porque quiera
ganar plata y ser millonario sino porque está buscando sacar a su familia
adelante…”[29]
También se percibe que el capital temporal permite un trabajo militante,
el cual permite la elitización de la condición de izquierda, puesto que
aquellos que trabajan –por necesidad- y estudian, no poseen el tiempo para
desarrollar la militancia, de ahí la dificultad para avanzar en las
transformaciones sociales que pueda plantear una izquierda universitaria
“…pasa también que
la izquierda en el mundo estudiantil, llega a ser… no todos obviamente, pero
tiene su sector medio elite también metido. Entonces en ese sentido es difícil
luchar contra eso, de que las personas logren decir están todos los sectores…
mira vamos a avanzar y hay que luchar por las transformaciones políticas,
sociales, económicas, culturales del país y eso implica tener una conciencia de
clase…”[30]
Por otro lado, tenemos que históricamente, y visto desde una perspectiva
marxista y de clase, el sujeto estudiante se ha considerado como una fuerza
auxiliar que acompaña al trabajador en su lucha, lo cual se refleja en
consignas tales como “hoy estudiantes,
mañana trabajadores” o “de la sala de
clases a la lucha de clases”. Otros ven en el movimiento estudiantil el
único espacio en donde se ha permitido que la izquierda revolucionaria tenga
relevancia en el siglo XXI
“…el movimiento
estudiantil es la única franja social que en la cual esta izquierda, o la
izquierda revolucionaria ha tenido cierto asidero, ha conducido u orientado
ciertos procesos de movilización a través de sus instrumentos más
representativos que son las federaciones y la CONFECH, y ahí hay hartas
disputas…”[31]
Sin embargo, y desde una visión
negativa, el movimiento estudiantil a partir del 2011, no sólo significaría el
espacio que le permitiría a la izquierda revolucionaria (re)construirse, sino
que también –en tanto espacio público- se prestó para la capitalización
identitaria de las distintas orgánicas, lo cual moral y éticamente es mal visto
dentro de la militancia universitaria
“…después del 2011 el movimiento
estudiantil quedo ahí como una especie de escenario publico donde llegaba
cualquier dirigente, planteaba sus cosas y..."sah mira yo estoy con estos cabros y podría salir en la prensa y
darse a conocer"…”[32]
En este sentido, es que el 2011 como fecha, asume una importante
relevancia, puesto que se reconoce como el inicio de un nuevo ciclo político,
que por supuesto está caracterizado por las movilizaciones estudiantiles del
momento, pero también por la acumulación
de protestas desde inicios de los 90’
“…el resquebrajamiento del sentido común
neoliberal, y la irrupción de las masas como actor político, no es algo que le
atribuyamos únicamente al movimiento estudiantil…”[33]
Si bien no se le
puede atribuir toda la responsabilidad
al movimiento estudiantil del 2011 de este nuevo ciclo político, si se
considera como la única franja social que realiza una crítica estructural del
modelo neoliberal chileno, al diferenciar los tipos de demandas de otras
manifestaciones. Esta diferenciación asume importancia, ya que permite, no sólo
analizar la perspectiva política que puedan tener los sectores que impulsan las
demandas, sino que también refleja el proceso de politización de la sociedad y
sus distintos sectores, generando la apertura para el surgimiento de nuevas
organizaciones o reestructuración de las ya existentes
“…desde los 2000 en adelante la única
franja social en Chile que entraba a cuestionar pilares estructurales del
modelo neoliberal era el movimiento estudiantil po’, más allá desde lo que por
ejemplo el 2006 los del cobre quemaron diez camiones en el norte, pero eran
demandas reivindicativas, economicistas que iban en función de satisfacer sus
intereses inmediatos, que en este caso eran las condiciones de trabajo laboral
y materiales de vida que poseían los trabajadores del cobre. Pero, el
movimiento estudiantil fue a cuestionar más allá de cuestiones económicas, dio
el salto cualitativo de comenzar con este cuestionamiento más político, y fue
la primera demanda que desde la salida de la dictadura, desde la salida pactada
en adelante, que entra en contradicción con el modelo neoliberal, es decir,
recuperar algo que había tomado el mercado ehhh y recuperarlo como derecho
social como históricamente había sido anteriormente (…) Entonces, ocurre eso el
2011 y ahí vimos la necesidad po, que no podíamos seguir con estas políticas o
este tipo de trabajo político más compartimentado, más ehhh underground, más
semi clandestino por así decirlo, sino que teníamos que abrirnos a desarrollar
política social”[34]
Desde esta lógica se evidencia
la idea de necesidad en función de explicar las razones de surgimiento,
resurgimiento o visibilización de las organizaciones de izquierda
revolucionaria, que se pueden caracterizar en 1) la necesidad de
reestructurarse de acuerdo a los conflictos del contexto nacional; 2) la
necesidad de hacerle frente a la izquierda tradicional del espacio
universitario; 3) la necesidad de brindar organicidad a las experiencias de los
distintos encuentros al calor de las movilizaciones estudiantiles del siglo
XXI, que también se traducen en la trayectoria del paso de la vida estudiantil
escolar a la vida estudiantil universitaria; y 4) desde una visón táctica
organizacional, se establece la necesidad de creación de frentes intermedios
para generar el vínculo con sectores que no se estaba llegando[35].
El 2011, asume una significación
importante a la hora de comprender el movimiento estudiantil chileno como una
apertura a un nuevo ciclo político que se venía desarrollando con anterioridad.
Pero, por otro lado, esta fecha en cuanto a efectos de movilización, expectativas
a largo plazo, apoyo ciudadano y de distintos sectores se va diluyendo –según
las y los entrevistados-, afirmando que precisamente
“…el 2011 lo que tenía era que
efectivamente permeaba y llegaba a la mayoría de la población…”[36]
No obstante, la diferencia de
lecturas, hace que el movimiento estudiantil carezca de claridad política,
precisamente porque quienes lo conducen generan prácticas de carácter mediático
más que político, en donde los análisis referentes al movimiento estudiantil se
centran en los liderazgos principales, más que en las bases estudiantiles que
es donde se generan las discusiones, los conflictos y las disputas. Un ejemplo
de esto fue la llamada Ofensiva
Estudiantil[37], y el análisis que se presenta
sobre esto fue que
“…si uno hace un análisis del
2011 hasta hoy día, el movimiento estudiantil ha madurado en experiencia, pero
en términos de claridades políticas no cachay, y en ese sentido creemos que la
ofensiva careció completamente de una claridad política de cómo hoy día enfrentar
la lucha por la educación gratuita, y que más bien se transformó en una lucha
coyuntural, mediática, pero que los distintos centros de universidades, o en
los mismos colegios la discusión nunca, o por lo menos en los espacios que
nosotros hemos estado como directamente frente a la reforma, nunca se dio esa
discusión, sino más bien fueron reivindicaciones internas que se trataron de
unir con una demandad que vine desde el 2011”[38]
En consecuencia, el
movimiento estudiantil chileno actual, en el contexto de la reforma
educacional, se significa desde la atomización orgánica y dirigencial que lo
moviliza, cuyo riesgo se refleja en el sentimiento de la derrota
“…entonces el movimiento estudiantil ya se
desgastó, nosotros vemos que ya nos derrotaron, la lucha por la educación ya
sufrió la derrota, sufrimos una derrota y va a ser difícil nosotros volver a
retomar procesos más de avanzada en función de lo que plantea el Gobierno, sí
va a estar a la palestra el tema de la educación, pero va a ser difícil ya poner
o tratar de imponer la voluntad en el Gobierno
a través de una movilización a largo plazo, masiva y legítima como lo
fue el 2011”[39]
Este sentimiento de derrota, que
asume un riesgo, se puede traducir en una determinada institucionalización del
proceso de politización que se ha venido creando, lo cual de manera dialéctica,
dificultaría la avanzada construcción de la izquierda revolucionaria.
Reflexiones
finales
Para finalizar,
debemos tener presente que el movimiento estudiantil chileno en el período
2011-2016, se definió como un proceso histórico, que tiene distintas dinámicas
y significaciones, porque depende del contexto en que se manifieste, es en este
contexto donde las y los sujetos que dan forma a este proceso, intentan
construir un proyecto de transformación social, de acuerdo a una política
táctica y estratégica determinada.
En este sentido, a
través de los relatos de las y los entrevistados, podemos identificar dos
perspectivas de análisis dicotómicas que brindan significancia conceptual al
movimiento estudiantil. Por un lado, tenemos una perspectiva de análisis
positiva, que se manifiesta en la apertura de un nuevo ciclo político, que se
venía gestando con las distintas experiencias de movilizaciones estudiantiles
iniciadas a principios del año 2000, y que apuntan a establecer demandas de
carácter estructural criticando la sociedad neoliberal.
Además de lo
anterior, el movimiento estudiantil chileno, como espacio público de
participación política, es considerado importante para el funcionamiento de una
izquierda tradicional, pero también para la (re)construcción o visibilización
de una izquierda revolucionaria en el siglo XXI, tenga esta incidencia o no en
el plano legislativo, ya que la incidencia que se refleja es en la apertura que
brinda el contexto para la activación de organizaciones que se posicionan desde
la autodefinición de la categoría revolucionaria.
Por otro lado,
tenemos una perspectiva de análisis negativa sobre el movimiento estudiantil,
puesto que se considera que este espacio, como consecuencia de la privatización
del sistema educativo derivó en la consolidación de su elitización,
significando que incluso la disputa del conocimiento ya no fuera una trinchera
de lucha.
Esta elitización del
espacio universitario, no sólo se refleja en la pérdida de la concepción de
trinchera de lucha, sino que también se vincula con la militancia política
estudiantil, puesto que se considera la existencia de una elitización del
trabajo militante, sobre todo de izquierda, que está determinada por un capital
temporal de las y los estudiantes según las necesidades que ellos tengan. Lo
anterior se traduce en el claro ejemplo de que existen estudiantes que deben
estudiar y trabajar y otros que no, en un contexto en donde no existe un
determinado desarrollo de la conciencia de clase producto de la
neoliberalización de la vida privada cotidiana y la desarticulación de la vida
social, lo cual reduce la capacidad de acciones militantes.
El otro problema que
gira en torno a la militancia, es que el movimiento estudiantil –y reitero, en
tanto espacio público- se capitaliza de manera identitaria para las propias
organizaciones que lo componen, y entra en dilema con la ética y moral
militante. Esta crítica que se plantea, se debe a que el movimiento estudiantil
se encuentra totalmente atomizado, significando la pérdida de claridad política
al interior de este. Evidentemente, el 2011 el movimiento estudiantil mostró
públicamente una unificación y coherencia en sus planteamientos a pesar de la
existencia de diversas organizaciones y conflictos internos, sin embargo, desde
el 2014 cuando entra a discutirse la reforma educacional, las diferencias se
comienzan a hacer más visibles, por lo que la atomización de este les jugó en
contra, ya que con la llegada del segundo gobierno de Michelle Bachelet, las
demandas se capitalizaron e institucionalizaron, al igual que algunas
organizaciones estudiantiles, significando poco asidero del movimiento
estudiantil en lo que respecta a la reforma educacional.
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izquierdas políticas en Chile y México (Universidad de Chile – UNAM 1984-2006).
Santiago. Ed. LOM, 2011.
Recibido: 30/06/2018
Evaluado: 15/07/2018
Versión Final: 15/08/2018
[1] Asistente de
Investigación Proyecto Fondecyt Postdoctorado Nº 3170504, titulado
"Culturas políticas contestatarias en la movilización universitaria
(2012-2017). Narrativas de un proceso en curso". (2017-2020). Centro de
Estudios Regionales (CEDER), Universidad de Los Lagos"
[2] Las entrevistas
las realizó la investigadora quien escribe, entre los meses de mayo y octubre
del año 2016, y están sujetas bajo anonimato según los consentimientos
informados.
[3] Las y los jóvenes entrevistados se encuentran en la
mayoría de edad, además de ser estudiantes universitarios.
[4] Norbert
Lechner. Las sombras del mañana. La
dimensión subjetiva de la política. Santiago, Ed. LOM, 2002.
[5] 2001: “El
Mochilazo”; 2006: “Revolución Pinguina”; 2011: “La Primavera de Chile” o “El
despertar de la sociedad”.
[6] Rodrigo Márquez
(Coordinador). Informe de desarrollo
humano. Los tiempos de la politización. Santiago, PNUD, 2015.
[7] Mario Garcés. El despertar de la sociedad. Los movimientos
sociales en América Latina y Chile. Santiago, Ed. LOM, 2012, p. 137.
[8] Francisco
Figueroa. Llegamos para quedarnos.
Crónicas de la revuelta estudiantil. Santiago, Ed. LOM, 2013.
[9] Centro Alerta y
OPECH. 2011: Aportes para interpretar una
década de lucha por autoeducación. Santiago, Ed. Quimantú, 2012, p. 17.
[10] Octavio
Avendaño. “Fracturas y representación política en el movimiento estudiantil.
Chile 2011”. En Revista Última Década, N° 41, Valparaíso, 2014, p. 49.
[11] Coalición entre
la Unión Nacional Estudiantil (UNE), Izquierda Autónoma (IA) y Frente de
Estudiantes Libertarios (FEL)
[12] Marcelo Mella.
“Composición, correlaciones de fuerza y elaboración de estrategias en el pleno
CONFECH (2011-2015). Chile. En Revista Última Década, N° 45, Valparaíso, 2016,
pp. 75-92.
[13] Esta última
organización cumplió un rol fundamental en el direccionamiento de la lucha por
la reforma educacional, tanto así que los ex dirigentes de esta organización,
forman el Partido Revolución Democrática, que se legaliza el 2016, consiguiendo
representación en la Cámara de Diputados tanto para las elecciones presidenciales
del 2014 como también para las últimas elecciones del 2018, que además de
aumentar su representación de Diputados, logran un escaño en la Cámara del
Senado.
[14] La categoría de
ultra izquierda podría disputarse, ya que generalmente se utiliza para 1) la
criminalización e infatilización a sectores que se autodefinen como
revolucionarios, o 2) que sencillamente se encuentran fuera de la lógica del
sistema político tradicional, ya que incluso el llamado Bloque de Conducción también fue denominado como ultraizquierda por
los medios de comunicación, para el autor Marcelo Mella el Bloque de Conducción se encontraría dentro de la categoría de
Izquierda.
[15] Manuel
Garretón. El movimiento estudiantil:
conceptos e historia. T. IV, Santiago, Ed. Sur, 1984, p. 64.
[16] Ibídem.
[17] Gabriel
Salazar. Historia de Chile. Niñez y juventud. T. V, Santiago, 2014,
p. 111.
[18] El peonaje como
tal se puede concebir como parte de la estructura social del sistema de
Hacienda que se implementó durante el desarrollo de la colonización hasta
–incluso- principios del siglo XX y que representaba la mano de obra barata.
Por su parte, la juventud como categoría es más compleja de analizar en este
período de tiempo, no obstante para el contexto que habla G. Salazar, juventud
peonal se puede entender -en el marco del inicio de la cuestión social- como
aquella juventud proveniente de sectores empobrecidos y populares, ya sean del
campo o la ciudad.
[19] Marcelo Mella,
Héctor Ríos y Ricardo Rivera. “Condiciones orgánicas y correlaciones de fuerza
del movimiento estudiantil chileno. Una aproximación desde la Confech
(2011-2015)”. En Revista Izquierdas, N° 27. Santiago, 2016, p. 131.
[20] Luis
Thielemann. La anomalía social de la
transición. Movimiento estudiantil e izquierda universitaria en el Chile de los
noventa (1987-2000). Santiago, Ed.
Tiempo Robados, 2016, p.33
[21] Ibídem, p.34
[22] Camila Araya. “Resurgimiento
de las organizaciones estudiantiles de izquierda revolucionaria. Percepciones y
autodefinición de los actores”. En Revista de Estudios Políticos y
Estratégicos, Vol. 5, N°2, 2017, p. 83.
[23] Víctor Muñoz. Generaciones. Juventud universitaria e izquierdas
políticas en Chile y México (Universidad de Chile – UNAM 1984-2006).
Santiago. Ed. LOM, 2011.
[24] Ibídem, p. 189.
[25] Víctor Muñoz y
Carlos Durán. “Los jóvenes y los movimientos estudiantiles en el Chile
reciente. Ciclos sociopolíticos entre 1967 y 2017”. En Revista Izquierdas, N°
45. Santiago, 2019 [adelanto de edición], pp. 129-159
[26] Lucía Miranda
(coordinadora). Protestar es de buena
educación. Orgánica, demandas e ideología del Movimiento Estudiantil Chileno.
Santiago, FLACSO, 2016, p. 13.
[27] Gabriel
Salazar. Historia de Chile. Niñez y juventud. T. V, Santiago, 2014.
[28] Ibíd.
[29] Entrevista
realizada a Claudio, militante Frente Intermedio
2, mayor de edad, Universidad Privada de Santiago.
[30] Ibídem.
[31] Entrevista
realizada a Ramón, militante Organización Política-Estudiantil 4, mayor de
edad, Universidad Pública de Concepción.
[32] Entrevista
realizada a Claudio, militante Frente Intermedio 2, mayor de edad, Universidad
Privada de Santiago.
[33] Entrevista
realizada a Pablo, militante Organización Política-Estudiantil 3, mayor de
edad, Universidad Privada de Santiago
[34] Entrevista
realizada a Ramón, militante Organización Política-Estudiantil 4, mayor de
edad, Universidad Pública de Concepción
[35] Camila Araya.
“Resurgimiento de las organizaciones estudiantiles de izquierda revolucionaria.
Percepciones y autodefinición de los actores”. En Revista de Estudios Políticos
y Estratégicos, Vol. 5, N°2, 2017, pp. 80-102
[36] Entrevista
realizada a Pablo, militante Organización Política-Estudiantil 3, mayor de
edad, Universidad Privada de Santiago.
[37] La Ofensiva
Estudiantil fue la consigna con que un grupo estudiantes y militantes de la
Asamblea de Estudiantes Secundarios (ACES) junto con la Juventud Rebelde (JR)
–hoy Unión Rebelde (UR)-, hicieron ocupación del Palacio Presidencial La
Moneda, haciéndose pasar por turistas dejando el mensaje “Notifíquese: hoy
comienza la ofensiva”, el 24 de mayo del 2016.
[38] Entrevista
realizada a Violeta, militante Frente Intermedio 4, mayor de edad, Universidad
Privada de Santiago.
[39] Entrevista
realizada a Ramón, militante Organización Política-Estudiantil 4, mayor de
edad, Universidad Pública
de Concepción.