La
lucha antifascista: hacia la politización reformista de la clase obrera. El caso entrerriano, 1931-1943
The anti-fascist struggle: towards the
reformist politicization of the working class. The entrerriano
case, 1931-1943
Rodolfo
Leyes
Universidad Autónoma de Entre Ríos,
Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina)
rodolfoleyes@yahoo.com.ar
Resumen
El presente trabajo trata las transformaciones políticas que vivieron
el movimiento obrero y la izquierda en la provincia de Entre Ríos entre los años
1931-1943. Durante el periodo de estudio encontramos una serie de luchas que
llevaron a cabo dichas fuerzas contra el avance del fascismo que, según los
contemporáneos, se desarrollaba en todo el país.
Sin embargo, la intervención contra las fuerzas fascistas concretó una
alianza con sectores progresistas de los partidos burgueses, en especial, con
los radicales en el poder. De la mano de la alianza para construir un frente
popular antifascista, mostramos cómo los partidos y los gremios fueron morigerando
el discurso clasista y revolucionario en sus demandas y como la democracia
burguesa va ocupando un lugar destacado en el discurso y la acción de lucha.
Proponemos que el movimiento obrero entrerriano y los partidos de
izquierdas, en la lucha antifascista, produjeron el desarrollo del reformismo
obrero.
Palabras Clave
Movimiento obrero; Partidos de izquierdas; Antifascismo; Reformismo
obrero; Entre Ríos
Abstract
The present
work deals with the political transformations that the labor movement and the
left lived in the province of Entre Ríos between the years 1931-1943. During
the period of study we find a series of struggles carried out by these forces
against the advance of fascism that, according to contemporaries, developed
throughout the country.
However, the
intervention against the fascist forces made an alliance with progressive
sectors of the bourgeois parties, especially with the radicals in government.
From the hand of the alliance to build a popular anti-fascist front, we show
how the parties and the unions were moderating the classist and revolutionary
discourse in their demands and how bourgeois democracy is occupying a prominent place in the discourse
and action of struggle.
We propose
that the workers movement from Entre Ríos and the left parties, in the
anti-fascist struggle, they produced the development of worker reformism.
Keywords
Workers
movement; Left parties; Antifascism; Workers reform; Entre Ríos
Introducción
La década del treinta fue una década de crisis. Los cambios
alcanzaron todos los aspectos de la vida social, que poco a poco se acomodaron
al nuevo contexto. Entre Ríos no escapó a estas transformaciones. Los límites
del desarrollo expansivo y los buenos precios agrarios de los años veinte
sirvieron para continuar un desarrollo capitalista en profundidad pero, como
correlato social por la creciente desocupación, los obreros buscaron refugio en
las ciudades. Por otra parte, la industria sustitutiva acrecentó el tamaño del
proletariado fabril que se unificó en torno a sindicatos de ramas de industria
sustituyendo los sindicatos por oficios. En el ámbito político, la crisis
precipitó la caída de Yrigoyen e inauguró la era de golpes militares. Una
oleada de derecha que admiraba los regímenes corporativistas y reaccionarios de
Europa se alzó en Argentina (Deutsch y Dolkart, 2001). Al golpe de Estado le siguió la
proscripción a la UCR. Pero también la represión estatal a los disidentes
políticos y sindicales.
El surgimiento del fascismo fue un punto de inflexión para la
izquierda y los sectores progresistas. En efecto, gobiernos capitalistas,
nacionalistas, estatistas que reclamaban la subordinación a la ley –inclusive
la Ley Marcial- con un peso central en la tradición religiosa, hicieron de los
fascistas el enemigo ideal para la izquierda en sus variantes. La lucha
antifascista contra un enemigo que se combatía a nivel mundial hacía más épico
el enfrentamiento(Hobsbawm, 2005). En este sentido la lucha contra el enemigo común produjo
fuertes cambios de estrategias y reconfiguración de las alianzas
político-sociales.
Si bien la llegada de exiliados con noticias sobre las políticas
represivas de los fascistas italianos y de los nazis alemanes era conocida, fue
el golpe de Estado de 1930 lo que precipitó la lucha antifascista. Los desfiles
de la Legión Cívica –agrupamiento de extrema derecha- no dejaban lugar a dudas
de su similitud con los desfiles de los camisas pardas nazis. La cárcel de
Ushuaia, llena de opositores políticos recordaban las cárceles italianas, la
represión permanente sobre el movimiento obrero, la clausura de sindicatos, de
escuelas obreras judías e incluso el fusilamiento del anarquista Severino Di
Giovanni, fueron algunos de los hechos que mayor repercusión tuvieron en los
primeros años de la década, agravado luego, por las noticias de la Guerra civil
española y la Segunda Guerra mundial que amplificaron las posiciones con la
llegada de nuevos contingentes de exiliados (Montenegro,2006;
Romero, 2011; Iñigo Carrera, 2006).
La década del treinta para la provincia de Entre Ríos tuvo marcas
particulares. Por un lado vemos que la crisis golpeó fuerte en la economía
agraria. El agro-pampeano sufrió no solo los embates de las retracciones de los
mercados, sino también de las pérdidas de las cosechas (campañas 1932-1933 y
1939-1940) (Biasizo, 2008). Estas contracciones,
sumadas a la creciente mecanización de las tareas agrarias y de las industrias
asociadas, afectaron fuertemente la contratación de la mano de obra, lo que
generó la formación temprana de una sobrepoblación obrera que no encontraría
trabajo. Carente de una industria sustitutiva que absorbiera a los obreros
desocupados, la migración fue la salida más rápida y efectiva del estado de
miseria (Leyes, 2018).
En el ámbito político, la provincia no fue intervenida por el
Poder Ejecutivo nacional durante toda la década, permitiendo cierto
relajamiento en la vida política y gremial, y los actores pudieron continuar
sus prácticas políticas normalmente. En particular para los miembros de la
Unión Cívica Radical, pertenecientes al ala antipersonalista, que continuaron
en el gobierno. En este marco político y económico la provincia de Entre Ríos
desarrolló un movimiento antifascista que creció durante aquellos años
denunciando no solo las situaciones extra-provinciales,
sino también el accionar de las fuerzas endógenas que se desarrollaban en la
provincia (Argachá, y Busiello,
2013; McGee Deutsch, 2003).
La historiografía captó la reacción de los grupos antifascistas en
Argentina. Si bien aún no contamos con una obra que sintetice los aportes hasta
el momento, existen dos de tipos explicaciones:
las que presentan la reacción antifascista como continuidad de la tradición
liberal con una mirada teleológica hasta el peronismo y aquella que reflejó la
relación entre el surgimiento del fascismo y el movimiento obrero.
En el primer grupo tenemos los trabajos de José Luis Romero (1956),
Gino Germani (1962) y Tulio Halperín Donghi (2006).
Las obras de los autores tienen en común la denuncia del fascismo en los
treinta y son apologéticas en tono anti-peronista,
denunciaban el riesgo del fascismo y cómo con ciertos matices según la autoría
el peronismo vino a ser una variante nacional de aquel movimiento (Romero 2011,
Sebastiani 2006). Y encontró una profundización en
los trabajos de Andrés Bisso, quien estudió el
antifascismo en dos trabajos. El primero aborda la Acción Argentina (Bisso 2005), una alianza entre liberales y socialistas que
formó el “espectro antifascista liberal-socialista”, dónde Bisso
da cuenta de la participación de los miembros del Partido Socialista (PS),
Radical y otros menores que buscó romper los posicionamientos neutralistas de
la política exterior argentina a favor de las fuerzas aliadas y reivindicando
la diversidad social y religiosa, esta posición trazó una línea de continuidad
con la tradición liberal argentina y presentó a los fascistas como
antinacionales.
La segunda obra de Bisso (2007) fue El antifascismo argentino, presenta una compilación
de documentos seleccionados del antifascismo argentino de los años 1922-1946 y
tiene diálogo final con el peronismo. La compilación cuenta con un estudio
realizado por el autor que busca mostrar la variedad de formas del discurso
antifascista. Ese es su principal aporte y también su límite. Habida cuenta de
la falta de trabajos específicos, delinear los márgenes del discurso nos
facilita acercarnos a un objeto nombrado pero desconocido, no obstante, conocer
lo que se decía no nos permite estar al tanto del desarrollo real de la fuerza
antifascista.
Tal como dijimos, existe otro grupo de trabajos que tratan la
relación entre el movimiento obrero y las fuerzas reaccionarias. Tres autores
incluyeron las luchas antifascistas en sus estudios: Matsushita (2014), Godio (1989) e Iñigo Carrera (2004, 2016). El
trabajo del japonés Matsushita da cuenta de las perspectivas y discrepancias
que tenían los socialistas y los sindicalistas en el seno de la CGT al respecto
del fascismo y que facilitó la ruptura de 1935 (Matsushita 2014: 161-171). Algo
similar hizo Julio Godio, aunque centrado en la situación del Partido Comunista (PC) y el
viraje del Séptimo Congreso de la Internacional Comunista en 1935 y los cambios
que la sección local del PC aplicó disciplinadamente tendientes a la
conformación del Frente Popular (Godio 1989).
Por último, Nicolás Iñigo Carrera señala la conformación de una
fuerza social a lo largo de la década del treinta. Esta mirada tiene un enfoque
teleológico, en tanto concluye que la búsqueda de una integración al aparato
del Estado y el reconocimiento de los derechos obreros concluiría su primera
etapa en 1945 (Iñigo Carrera 2004:39). Partícipe
de la tesis “continuista” omite que en la etapa formativa del peronismo se
debió realizar un trabajo punitivo contra los mismos elementos que generaron la
histórica huelga de 1936 (Torre 2011). En su última obra, muestra nuevos
elementos históricos, anteriores a 1936, encabezados por los sectores
revolucionarios del movimiento obrero. Afirma que la lucha contra el fascismo
fue uno de los elementos que permitió romper el aislamiento de los sectores más
radicalizados del movimiento obrero (Iñigo Carrera 2016: 287).
La historiografía provincial solo cuenta con dos trabajos donde se
relacione la lucha antifascista. El primero se trata de Filiberto Reula (1971). La obra de Reula
afirma que el radicalismo fue el principal actor en la lucha antifascista. La
tesis de licenciatura de Clara Vuotto (2018), con un
carácter más reciente, es la primera en analizar el movimiento obrero
entrerriano en la lucha antifascista. La autora enmarca las prácticas
antifascistas de la Federación Obrera Comarcal Entrerriana en la lucha contra
la violencia estatal y paraestatal.
Desde nuestro ángulo pretendemos aportar pruebas empíricas sobre
la formación de un cuerpo antifascista en la provincia de Entre Ríos compuesto
por todas las tendencias de izquierda presentes en el territorio. Asimismo,
intervenir en las discusiones sobre las transformaciones históricas de la
conciencia de la clase trabajadora señalando la lucha antifascista como uno de
los medios de la politización obrera que flexibilizó sus alianzas, favoreció el
acercamiento con otras fuerzas obreras y confluyó, finalmente, con miembros de
partidos patronales. Por lo tanto, la lucha antifascista, es un observable para
considerar los procesos de integración al sistema social establecido y al
desarrollo del reformismo obrero.
Para la reconstrucción histórica, trabajamos con una gran variedad
de fuentes periodísticas de alcance local, provincial y nacional. También hemos
utilizado fuentes del Archivo General de la Nación de los Fondos Documentales
del Ministerio del Interior.
1- Voz de
alerta contra Uriburu, 1931-1932
La provincia de Entre Ríos vivió una excepción durante el golpe de
1930 al no ser intervenida por el Poder Ejecutivo Nacional. El movimiento
obrero, libre de fuertes represiones[1], aprovechó para lanzar una campaña en contra de Uriburu y la
posibilidad de un fascismo “criollo”(Bisso 2007:36).
Los comunistas de la provincia comenzaron una agitación contra su gobierno en
el verano de 1931. Tildaban de fascista a Uriburu –también señalaban a
Yrigoyen- e insistían en la necesidad de una huelga general revolucionaria. Si
bien la represión alcanzó a estos militantes –incluso algunos de ellos fueron
enviados a Ushuaia- (Leyes 2018), el resto del movimiento obrero continuó
realizando acciones en contra del presidente.
En octubre de aquel mismo año, la Unión Obrera Departamental de
Concepción del Uruguay (UOD), realizó un gran mitin obrero contra la dictadura
y solicitaron al presidente y al gobernador la vuelta a la normalidad
constitucional, la derogación del Estado de Sitio y la Ley Marcial[2]. Cuando Uriburu abandonó el poder en febrero del año siguiente,
los sindicalistas publicaron una serie de comunicados en los cuales denunciaban que su gobierno representaba el renacer de los
tiempos de Rosas y que se debía luchar por la libertad de quienes aún se
encontraban en las “mazmorras carcelarias del capitalismo conservador y
retrógrado por orden del tirano que se fue”. Convocaron al pueblo a concurrir a
un gran acto contra la dictadura a la que calificaban de fascista[3]. Luego de aquel acto, los miembros de la UOD elevaron una nota
–rubricada por mil quinientos obreros- al Presidente Agustín P. Justo en
solicitud de la libertad de los presos políticos, reapertura de los locales
sindicales y estudiantiles, libertad de propaganda y disolución de la Legión
Cívica[4]. En la localidad de Diamante también se realizó un acto de
concurrencia masiva. Según los organizadores, participaron delegaciones de
Concepción del Uruguay, Santa Fe y Paraná. Al igual que en Concepción del Uruguay,
elevaron una nota al Presidente y pedían la vuelta del vapor “Chaco”, que se
dirigía a Europa con los deportados por Uriburu[5].
Este primer enfrentamiento contra las fuerzas reaccionarias giró
en torno a la figura del presidente y a los peligros que gobiernos militares
representaban para los trabajadores. A pesar de la concurrencia masiva, los
actos aún no lograron conformar el frente antifascista que conoceremos más
adelante, sino que se resumieron en un llamado en abstracto a un pueblo
compuesto por trabajadores, estudiantes e intelectuales que se debía mantener
en estado de alerta.
2-Sindicatos
anti-fascistas y defensa de la libertad
Este apartado versa sobre el modo en que los sindicatos encararon
la lucha antifascista. En este sentido, queremos destacar que la organización
gremial entrerriana estuvo hegemonizado antes del peronismo por el sindicalismo puro. Esa tendencia
ideológica tuvo como marca la negación de la participación política, sin
embargo, el propio desarrollo de la realidad los impulsó a lo largo de toda la
década del treinta a tomar posición. Si bien no se constituyeron en partido
electoral, a comienzos de la década del cuarenta, su alianza tácita con el
radicalismo en el gobierno surgió públicamente. La aparición de las fuerzas reaccionarias
llevó a los sindicatos enrolados en la Unión Obrera de la Provincia de Entre
Ríos (UOPER)[6] a tomar una posición activa frente aquellas organizaciones, lo
cual se tradujo en su politización siempre tensionada por la idea de
“apoliticismo” partidario. Por ello se esforzaron por enmarcar la lucha
antifascista en la lucha sindical: “…el mejoramiento de los obreros en el
terreno económico se trasuntan en una acción permanente en defensa de las
libertades individuales y colectivas de los mismos, contraria siempre a los
estados de reacción que vienen pregonando los grupos de la extrema derecha…”[7].
La línea trazada en el Congreso fundacional de la UOPER en 1932
fue ratificada en el Primer Congreso extraordinario de 1935 cuando se discutió
integrar un Frente Único con los partidos políticos, donde se afirmó que el
arma para luchar contra la reacción era el sindicato. Por lo tanto, se debía
extender la organización gremial para enfrentar a los fascistas[8]. A pesar de ello, la participación de los sindicatos como fuerzas
antifascistas los empujó a la conformación de una alianza con otras fuerzas que
plantearon el mismo tipo de lucha.
Durante 1933, la actividad mantiene elementos de continuidad con
los actos contra Uriburu, lo que se define mejor es el enemigo contra el que se
lucha y las alianzas con los partidos políticos. Ese año se inauguró un espacio antifascista en Concepción del Uruguay. En
junio se realizaron actos en dicha ciudad, que tuvieron como escenario la plaza
principal. El diario radical La Juventud
señaló el éxito de la actividad que contó con oradores del PS, de la UCR y el
referente de la UOD, Juan Balsechi[9]. También en la ciudad de Diamante se realizaron actos donde se
denunciaron los crímenes fascistas y se dio “el toque de alerta frente al
avance del fascismo y sus legiones armadas”[10]. La coincidencia de la agitación sindical en los dos centros de
actividad gremial de la provincia da cuenta de la organización común de los
actos.
A principios de 1934 se publican una
serie de manifiestos que transparentaban la lucha antifascista. En enero, la
UOD publicó un manifiesto contra las fuerzas de la reacción que, según ellos,
financiaban la conformación de grupos de rompe-huelgas.
Ellos como militantes gremiales no podían permitir el desarrollo de
organizaciones que a rostro descubierto lucharan contra el gremialismo[11]. Tiempo después, los portuarios de Concepción del Uruguay, publicaron un comunicado
donde declaraban el boicot a los productos de la
granja San Marcelo, propiedad de Rodolfo Solanas Pacheco. Sus argumentos
resaltaban que el propietario financiaba un sindicato amarillo y que como
militante del Partido Demócrata Nacional (PDN), era simpatizante fascista[12].
En octubre del mismo año El
Tiempo publicó una proclama de la UOD de Concepción del Uruguay titulado
“La palabra obrera contra la reacción fascista” en la cual daban cuenta de la
actuación de las fuerzas reaccionarias, sus ataques a las comunidades judías y
su oposición a la organización obrera. Esta proclama señalaba a los estancieros
e industriales de la provincia como los “fascistas criollos”[13]. En diciembre se publicó un manifiesto más extenso en el periódico
de la CGT. Plantearon que no se entendía cuál era el objeto de presentar a la
provincia en un estado caótico por el solo hecho de que la UOPER realizaba una
campaña para organizar y elevar la calidad de vida de los trabajadores.
Afirmaron que la propia constitución provincial consideraba el bienestar de los
trabajadores, la jornada legal de ocho horas y el pago en moneda nacional.
Terminaban con la consigna: “A la violencia de los de arriba, sepamos
contestarle con la más vigorosa y arrolladora acción de nuestras fuerzas
sindicales (…) ¡Seamos enérgicos y fuertes soldados del gran ejército del
trabajo!”[14]. A pesar del tono, no encontramos ninguna
referencia a la conformación de milicias de autodefensa o similares; solo
menciones de apoyo a la iniciativa manifestada por la CGT en caso de
concretarse un cuerpo defensivo[15].
En octubre de 1936, se realizaron una serie de actos con
participación de la UOD y la adhesión de varios partidos políticos contra la
reacción. Consideraban que los reaccionarios proponían un sistema de fuerza y
oprobio en beneficio del “alto capitalismo imperialista”[16]. Días más tarde, se informó que las agrupaciones que respondían
al “Frente Popular” (Sic) habían logrado un acto multitudinario con 2.000
participantes. Se había iniciado el acto con el canto del himno nacional
argentino. El primero en hacer uso de la palabra fue el radical uruguayense Isidoro Neyra.
También habló el radical Atanasio Eguiguren y el diputado nacional por el
socialismo, Juan Antonio Solari. Juan Balsechi fue el
orador designado por la UOD[17].
A fines de abril de 1938, con motivo del Tercer Congreso de la
UOPER, se resolvió la creación de un organismo que “…agrupe a todas las fuerzas
democráticas y liberales para combatir al fascismo y al nazismo. (…) El
propósito de esta importante resolución, es agrupar a todas los elementos
enemigos del fascismo de los diversos sectores de la opinión pública y
sindical”[18].
Por otra parte, las fuerzas sindicales entrerrianas participaron
como aliados de las fuerzas republicanas y de izquierda durante la Guerra Civil
española. A poco de conocerse el estallido de la guerra, Eduardo Pereyra,
Secretario de la UOPER, envió un telegrama más en tono de apoyo republicano que
revolucionario a sus pares de la Unión General de Trabajadores en Madrid: “…
expresa amplia solidaridad en estos momentos de valiente lucha de proletariado
y pueblo español para detener fuerzas reaccionarias que pretenden anular
libertades y conquistas obrera. Pronto éxito y alcance total emancipación…”.[19] Además de telegramas y de las conocidas manifestaciones públicas,
se lanzó un bono contribución para juntar dinero que fue despachado hacia la
España republicana, que afirmaba: “…el triunfo del ejército leal, es el triunfo
de la clase obrera del mundo contra la opresión y si el fascismo llegara a
triunfar! Guay de los trabajadores organizados y de sus limitadas libertades
sindicales!”[20]. Para fines de 1939, las acciones de finanzas que se realizaban
tenían por finalidad enviar dinero a España para ayudar a los exiliados republicanos
que habían sido derrotados. El día 4 de diciembre realizaron un pic-nic para reunir fondos e insistían: “Camaradas
trabajadores, residentes españoles, pueblo de Uruguay: los trabajadores, el
pueblo, los niños y ancianos de España republicana reclaman vuestra
solidaridad; contribuid con vuestra presencia al éxito de este pic-nic en beneficio de todos ellos…”[21].
La actividad antifascista estimuló los halagos de las esferas
oficiales, que saludaron a los sindicatos por su compromiso con el régimen político:
“Se viene observando, en los últimos tiempos, la acción de las
asociaciones gremiales argentinas en el sentido de aunar esfuerzos para
defender las libertades democráticas públicas y privadas consagradas por
nuestra organización jurídica constitucional. Se trata, como se ve, de una
labor no habitual a los sindicatos (…) Comprenden los trabajadores argentinos
que las aspiraciones de mejoramiento colectivo, la dignificación individual y
la posibilidad de alcanzar cada día condiciones más justas de vida, sólo serán
posibles dentro de un sistema jurídico inspirado en una concepción democrática
del mundo y de la sociedad”[22].
Para comienzos de los años cuarenta, con una década de cruces con
las fuerzas de derechas, la pugna era cada vez más abierta. Cuando los conservadores
del PDN de Concepción del Uruguay atacaron a la UOPER, los obreros entrerrianos
llevaron su situación al Congreso de la Unión Sindical Argentina y este se
pronunció contra los “pasquines nazi-fascistas”:
“Si la Unión Obrera Provincial ha tolerado en silencio hasta ahora
tan canallesca campaña periodística, desde hoy declara que sabrá marcar a fuego
a los enemigos declarados de la organización obrera, para que, como ciudadanos
argentinos, sepan oportunamente darles el castigo que merecen, desalojándolos
del escenario político de nuestra provincia”[23].
Con los ánimos ya exacerbados, algunas semanas después, los
conservadores prepararon un golpe encarcelando a Juan Balsechi[24].
3-
Antifascismo y “Frente Popular”: los partidos políticos de izquierda
En el apartado anterior destacamos la participación de los
sindicalistas en las acciones antifascistas. Su concurrencia los obligó a
buscar una alianza con los partidos políticos, especialmente con los
socialistas y radicales. Aunque sus discursos y definiciones políticas no eran iguales,
finalmente confluían en las mismas alianzas y métodos. Para los partidos políticos la lucha era de raíz
democrático-republicana. Es decir, se defendía la tradición liberal ante el
riesgo que conllevaba la victoria de las fuerzas contrarias a estos preceptos.
Bisso planteó la
convivencia de dos discursos. Uno que reivindicaba la tradición del liberalismo
argentino, en el que participaban fuerzas patronales progresistas y los
socialistas. Y otro que tenía a los comunistas como sus voceros más fervientes.
Estas líneas fueron denominadas por el autor como antifascismos tradicionalista y revolucionario, respectivamente (Bisso 2007:55). Sin embargo, la
apelación a la tradición liberal fue la posición predominante. Los cambios de
política de los comunistas y el creciente reformismo de los sindicalistas puros no dejaron portavoces de la posición revolucionaria.
Las primeras discusiones giraban en torno a los posicionamientos
de los partidos nacionales frente a fenómenos internacionales, como el ascenso
de los fascistas italianos o lucha republicana en España[25]. Estas discusiones ayudaron a la formación incipiente de un
cuerpo antifascista con carácter multipartidista. Un claro ejemplo de esta
composición fue el Comité de Acción Antifascista de Concepción del Uruguay,
fundado en junio de 1933 e integrado por militantes “de distintas ideologías
cívicas”, según declararon. Estos comités impulsaron actos por las ciudades más
importantes de la provincia. En Concepción del Uruguay, el acto fue en la plaza
principal de la ciudad y participaron diversos oradores: Alfredo Palacios y
Mario Bravo del PS y Eduardo Laurencena, Ricardo Rojas y Ernesto Sanmartino por la UCR. También fueron invitados los
sindicalistas de la UOD, a los que ya hicimos mención[26].
En Paraná, un
comité análogo realizó en junio de
1933 un acto al que concurrieron cerca de tres mil personas. Hablaron el
diputado socialista Juan Nux, el director del diario
radical El Tiempo, Silvano Santander,
el socialista Elio Leyes y algunos estudiantes secundarios. Se destacó la
intervención de Raúl Uranga, en aquel momento miembro del Partido Socialista
Independiente[27]. Afirmó que la Legión Cívica estaba compuesta por “pitucos” de la
calle Florida de Buenos Aires, y que si cien de estos elementos podían disolver
una columna obrera, diez obreros armados eran capaces de darles una dura
lección a cincuenta legionarios juntos. El discurso recibió grandes aplausos.
Luego se realizó una marcha por el centro de Paraná[28]. Era la marcha más grande realizada contra el fascismo en el
territorio provincial. Ese mismo día, pero en Concordia, el doctor Edgardo
Bulnes dirigió un discurso de una hora y media en el Teatro Odeón: “Ni con
Roma, ni con Moscú: América”, concluyó[29]. El diputado nacional por el socialismo, Juan Nux
dijo que todos los problemas económicos que existían en el país debían ser
solucionado con la cooperación de los partidos políticos para lograr así “el
bienestar social de todos los habitantes, único medio de afianzar la democracia
y establecer la libertad ciudadana sobre bases sólidas”[30].
Luego del asesinato
del diputado cordobés José Guevara en manos de legionarios, el PS se dio a la
tarea de realizar una gran agitación por todo el país contra el fascismo. En la
provincia de Entre Ríos, durante el mes de octubre, realizaron actos en cuatro
localidades: Paraná, Basavilbaso, Nogoyá y La Paz.
Los oradores fueron únicamente socialistas[31]. En julio de 1934, se realizaron actos en Diamante contra los
miembros de la Acción Nacionalista que, según se denunciaba, habían aprovechado
el 25 de mayo para realizar un desfile. Participaron miembros de la UCR, los
socialistas y los gremios anarquistas de la ciudad[32]. Sin embargo, la suerte de Frente Único antifascista que se había
formado en los primeros años de la década del `30 se fue desmembrando. La Vanguardia se refirió al abandono del
Centro Socialista de Concepción del Uruguay y de los miembros de la UOD para no
prestarse a las “maniobras de los comunistas”[33].
En el contexto relativamente moderado de una provincia que no
sufrió directamente los embates de las fuerzas reaccionarias, mantener una
distancia con respecto a los comunistas era un ejercicio que todas las fuerzas
practicaron. A mediados de la década de 1930 la acción de los comunistas estaba
concentrada en unos pocos núcleos y con un peso importante en la comunidad de
artistas y escritores vanguardistas (Leyes 2018). A partir de 1935 cuando la
Internacional Comunista dictó una nueva línea de intervención, la formación de
frentes populares antifascistas fue la prioridad[34].
La idea de unidad de los sectores progresistas volvió al ruedo
cuando estalló la Guerra Civil española. En este contexto, todos los partidos izquierda se inclinaron
rápidamente a favor del bando republicano. Los socialistas de Concordia y los
de Paraná organizaron un acto de solidaridad y colectas para los trabajadores
españoles[35]. Incluso, llegaron a conformar en Paraná el comité de “Amigos de
la República Española”, para divulgar la causa. Entre los oradores se
encontraban radicales y socialistas. También se invitó a
organizaciones estudiantiles, obreras y políticas[36]. Los socialistas obreros decían: “Si los partidos políticos son
expresión de las clases sociales, necesariamente deberán seguir existiendo. Lo
único posible en esta etapa de lucha contra la reacción y el fascismo es la
unión para un objetivo común: Salvar la democracia”[37].
Por su parte los
comunistas anunciaban que en enero de 1936 realizarían su congreso provincial:
“…tendrá como punto principal (…) la unidad de la juventud que piensa
libremente para combatir ideas políticas exóticas y reaccionarias como es el
fascismo y luchan por el afianzamiento de las instituciones populares”[38]. La
prédica de los comunistas era sencilla: para detener el avance fascista había
que formar un frente popular. Consideraban también que,
en Entre Ríos, debía ser conducido por los radicales. En julio de 1937,
con motivo de la visita del candidato a presidente Marcelo T. de Alvear a la
provincia, los comunistas distribuyeron en Rosario del Tala un manifiesto de
apoyo a Alvear que según ellos era garantía de libertades democráticas. Se
posicionaron contra los monopolios y las minorías oligárquicas. Consideraban
que solo un “…potente y amplio frente popular, será la fuerza de asegurar al
pueblo argentino sus libertades democráticas y oponer un dique a las hordas
fascistas comandadas por Fresco y sus secuaces”. El
comunicado finalizaba con una reflexión acerca de los sucesos españoles, como
muestra de lo que era capaz la reacción a la que el Frente Popular debía
contraponerse para defender las “maltrechas” libertades democráticas: “La oligarquía,
agente de los monopolios y sus sirvientes, las hordas del fascismo. La unión
hará la fuerza de la democracia y la democracia salvará al país. Solidaridad
con el heroico pueblo español”.[39]
El último caso que analizaremos es el del pequeño Partido
Socialista Obrero (PSO). Nacido de una expulsión del PS a mediados de los años
treinta, el PSO intentó posicionarse más a la izquierda que su partido
originario, esta tónica lo llevó a un acercamiento de facto con los comunistas.
En un momento fue el socialismo mayoritario en la provincia de Entre Ríos, lo
que nos habla por lo menos de un ambiente social que habilitaba un corrimiento a
la izquierda de las fuerzas progresistas. Aunque, hacia los años cuarenta, su
militancia iría mermando y sus cuadros pasarían al ostracismo, pues algunos de ellos volverían
al PS o ingresarían al PC (Iñigo Carrera 2006).
Los miembros del PSO intentaron desarrollar un discurso más
contestatario contra el imperialismo como principal enemigo, y contra la
oligarquía que, según ellos, era su aliada nacional coaligada con sectores del
fascismo local para facilitar el fraude. Creían al igual que los comunistas que
solo un Frente Popular, encabezado por los radicales podía contener el avance
de tales fuerzas[40]. Finalmente, toda su energía fue puesta en la intensión de crear
este frente.
En 1936, los miembros del PSO fueron los principales propagandistas
del acto en homenaje a Sáenz Peña –una suerte de reivindicación del voto- que
concentraría a todas las fuerzas progresistas de Paraná. Desde los sindicatos,
pasando por los estudiantes, partidos provinciales e incluso miembros del
Partido Demócrata-Progresista de Santa Fe se dieron cita allí. Los comunistas
también estuvieron presentes, aunque no se les permitió el uso de la palabra[41].
Durante el Primer Congreso provincial del PSO en febrero de 1938,
se incluyó una resolución que denunciaba la actitud antidemocrática de “agentes
a sueldo del hitlerismo alemán” junto a miembros del catolicismo entre los
miembros de las colonias agrarias de origen germánico[42]. El nuevo partido que proponía un giro a la izquierda, terminó
reclamando por la defensa de la democracia y la Constitución haciendo un
llamado a los radicales. En este sentido se trató de una nueva sigla partidaria
con la misma política que los otros dos partidos de izquierda.
El antifascismo en Entre Ríos tuvo un nuevo impulso llegada la década
del cuarenta, cuando el fascismo tomó una nueva dimensión en la guerra más
sangrienta que se vivió hasta el momento, la Segunda Guerra Mundial. Los
socialistas en todo el país crearon una organización llamada Acción Argentina (Bisso 2005), que pronto reunió a parte de las fuerzas
progresistas, menos a los comunistas locales que estaban inmovilizados por el
pacto Nazi-Soviético. En julio de 1940 cuando se constituyó la delegación de la
Acción Argentina en Villaguay declararon: “Por una patria grande, democrática,
civilizada y justa, económicamente próspera y políticamente libre”[43]. Frente a las recurrentes negativas de los radicales a la
unificación electoral, la Acción Argentina venía a institucionalizar una suerte
de Frente Popular práctico dirigido contra las fuerzas fascistas. Llegó a
poseer nueve filiales[44] en toda la provincia (Bisso 2005: 351-357).
Como señalamos más
arriba, las piezas se movían en dirección de una alianza, aunque la principal
fuerza partidaria de la provincia –los radicales- se mostraran orgánicamente
renuentes a aquella confluencia.
4-1941,
cohesión antifascista y dirección Radical
El año 1941 marcó un cambio en la lucha antifascista de Entre Ríos
a raíz de dos hechos[45]. El primero fue la reincorporación de los comunistas al bando
antifascista por la ruptura del tratado de no agresión Nazi-Soviético. El
segundo fue la llegada a la provincia de la Comisión Investigadora de
Actividades Antiargentinas (CIAA)[46].
La incorporación de los comunistas a la lucha fue inmediata tras
la invasión nazi a Rusia. Por ello, el partido convocó a las fuerzas
democráticas contra el régimen fascista alemán y todos sus acólitos nacionales.
El llamado se tradujo en varias tareas, como dar prensa a las nuevas
organizaciones antifascistas que se iban creando, en especial si existía alguna
mención a la invasión a la patria de los soviets. Por ejemplo, en Gualeguaychú
se formó un Comité de Defensa de la Democracia dirigido por el presidente de la
Cámara de Diputados provincial junto a otros diputados, miembros del Concejo
Deliberante y de los sindicatos. Sobre esta unidad, los comunistas afirmaron
que era uno de los hechos más auspiciosos y una prueba
del compromiso con la causa antifascista[47]. En la misma línea, celebraron la realización de un acto
democrático por parte de la UCR entrerriana, felicitaron la decisión y dieron
su completo apoyo, al tiempo que llamaron a aplastar al “nazi-fascismo”[48]. Otro caso fue la constitución del “Comité de ayuda a los pueblos
que luchan contra el nazifascismo” en Concepción del
Uruguay, compuesto por la UOD, UCR, Comité de la Juventud Radical, Centro
Socialista, PC, UOPER, ATE, Centro Social Israelita, Comité de defensa de la
democracia, Comité de ayuda directa a las víctimas de guerra[49].
Se organizaron actos en lugares alejados como San José de
Feliciano, en los que participaban el PC coligados a la Acción Argentina[50]. Los reproches del diario conservador El Entre Ríos, no tardó en llegar. Aseveraban que la Acción Argentina
había perdido toda seriedad y respeto, y que en un acto de Paraná, se había
insistido en dar vivas a la URSS y al Comunismo. Reclamaban por la represión de
sus actividades y la adhesión del gobierno de la provincia al decreto nacional
contra las actividades de la Acción Argentina y del Frente Popular[51]. La constitución de este agrupamiento llamó la atención de uno de
los diarios conservadores que aprovechó para cuestionar la composición de la
alianza: “¿Cómo es posible, pués (Sic), que partidos
argentinos admitan uniones con el comunismo?”[52]. En
esta lucha local y por intermedio de las instituciones nacionales, los
conservadores buscaron entorpecer
el accionar propagandístico de la Acción Argentina. Por ejemplo, en diciembre
de 1941, se quejaban los miembros de ésta, que no recibían las encomiendas ni
los telegramas desde Buenos Aires y denunciaban que detrás estaba la mano del
Poder Ejecutivo Nacional[53].
El segundo hecho que agitó el ambiente fue el supuesto
descubrimiento de un complot nazi en la provincia de Entre Ríos en agosto de
1941. La noticia tuvo fuerte repercusión mediática y dio muestras a los
antifascistas de que el virus nazi estaba presente en el territorio provincial[54]. El órgano comunista La
Hora se encargó de publicar la nómina de nombres de los supuestos
complotados, sus localidades e incluso
direcciones domiciliarias[55]. Por este hecho se llegó a encarcelar a cincuenta personas que
fueron indagadas para esclarecer su relación con el complot. Había algunos
curas, militares y hombres de negocios[56].
A medida que los meses de agosto y septiembre fueron pasando, el
saldo de presos implicados en el supuesto complot aumentó y la participación de
la CIAA empeoró los ánimos. Finalmente, los informes hicieron menciones
aisladas a las prácticas nazis en las escuelas confesionales y en algunos medios de prensa de la provincia, pero nada
concreto[57]. Los conservadores argumentaron que el verdadero fin de la
Comisión era la persecución política contra sus afiliados, a la par que se
señaló que los radicales no atacaban a los verdaderos enemigos de la patria,
los comunistas[58]. Como respuesta los radicales sacaron a relucir los casos de
represión a los comunistas a fin de desmarcarse[59]. Incluso se llegó a interpelar al ministro de gobierno en la
cámara de diputados provincial que determinó el alejamiento de Raúl Uranga,
quién era presidente del Departamento Provincial de Trabajo[60]. Es sugerente que los radicales acusaron a los conservadores de
apañar a nazis, y los conservadores respondieron que ellos lo hacían con los
comunistas.
La formación del Frente Popular antifascista se iría constituyendo
con todos sus elementos desde 1941. Podemos reconocer un año más tarde, en un
acto realizado en Concepción del Uruguay, que conformación de aquel frente de
facto estaba en marcha. Estuvieron presentes: Juventud Democrática, Raúl Uranga
en representación de la UCR, PS, PC, Acción Argentina, Comité ayuda a los países
democráticos, Junta de la Victoria, Centro de Empleados de Comercio, UOD y ATE[61]. Frente a este acto, los conservadores afirmaron: “El `Frente
Popular´ entrerriano está, pués (Sic), en funciones.
Los verdaderos argentinos, los que aman a su Dios y a la tradición nacional y a
la verdadera democracia sabrán como oponerle valla”[62].
El camino a la unidad democrática –como era denominada por los
contemporáneos- continuaba su desarrollo. En la antesala del golpe de 1943 se
realizó una reunión del Consejo de la UOPER dónde manifestaron:
“…únicamente estableciéndose un Gobierno de un carácter
democrático, podrán los trabajadores en general, conquistar el derecho de
reunión, de prensa y palabra, porque viviendo bajo el imperio de la reacción,
las organizaciones sindicales se ven trabadas en el libre juego de sus
actividades, por tal razón exhorta a los sindicatos adheridos a que secunden
todo movimiento e iniciativa tendiente a lograrla unidad de todas las fuerzas
democráticas y liberales, con el propósito de luchar contra la reacción y el
nazi-fascismo e imponer el verdadero régimen constitucional en nuestra
República…”[63]
Más de una década de luchas en común, acercamientos y
reconfiguración de las políticas sectoriales se sintetizaron en 1943 en un
llamado a la unidad por parte del grupo más renuente a entregar su lucha
corporativa y autonómica, los sindicalistas
puros de Concepción del Uruguay. Sin embargo, poco menos de un mes le
duraría la posibilidad de política unitaria. Entre las primeras medidas de la
Revolución de Junio estuvo la clausura de los sindicatos, de las organizaciones
que luchaban por los aliados en la Segunda Guerra Mundial y se encarceló a
sindicalistas y políticos de los diferentes partidos democráticos (Leyes 2017).
Una verdadera década de cambios había unificado las alianzas que volverían a
estar presente en 1946 bajo el nombre de Unión Democrática.
5-La lucha antifascista como catalizador de
la conciencia política
Las clases sociales sufren transformaciones en su conciencia de la
realidad. Dicha conciencia es tensionada por dos fuerzas: por un lado, la
evolución de las fuerzas productivas y por otro, la lucha de clases. Por ello
es que, si bien podemos establecer una división del grado de comprensión de la
realidad, esta no se presenta linealmente, ni en un permanente ascenso. Sino,
condicionada por el desarrollo de aquellas dos fuerzas indicadas. En este
sentido, Gramsci planteó que las clases sociales son, en primera instancia,
parte del sistema productivo pero sin ninguna identificación especial, pasan
más adelante a una identificación económico-corporativa que tiene demandas de
tipo económicas, hasta llegar a conformar una conciencia política de clase. Es
decir, entiende cuáles son sus intereses materiales y busca discutir con el
Estado la forma de cambiar la realidad y disputar espacios de poder: este es el
pasaje al reformismo (Gramsci 2003: 51-62).
Más difícil es argumentar el conjunto de situaciones que
posibilita el pasaje de un estado a otro. Consideramos que el reformismo obrero
es aquella etapa en que se intenta modificar el Estado sin perder la autonomía
como clase. En este proceso, los obreros morigeran sus demandas a cambio de
obtener algunas mejoras secundarias de acuerdo a sus intereses. Así, admiten la
representación burguesa e incluso de sus instituciones, al mismo tiempo la
clase dominante deberá reconocer y ceder a las organizaciones obreras algunos
de sus derechos.
Hiroshi Matsushita
explicó que el motivo estructural del creciente reformismo obrero argentino de
los años treinta fue la desocupación (Matsushita 2014: 374).
En efecto, el fenómeno de la desocupación obligó a los
trabajadores a cambiar sus estrategias. Así fue que moderar las demandas y
acomodarse al sistema social existente abrió un camino de resultados positivos
para los obreros, pues reconocía la conformación de sindicatos y partidos
políticos de izquierda comprometidos con la sociedad capitalista. Por esta vía
el reformismo obrero se fue consolidando en el movimiento obrero pre-peronista. Sin embargo, la explicación de orden
estructural no basta para explicar los cambios en las prácticas de los
trabajadores. La crisis y la desocupación acercaron los sindicatos al Estado,
mientras la lucha antifascista fue uno de los caminos que los acercará al
partido de gobierno y ahondará las relaciones con ellos.
Para las fuerzas de
izquierda, el desarrollo del fascismo significaba el aniquilamiento de las
libertades mínimas. Con este nuevo escenario de urgencia, quedó atrás la
división tajante entre obreros y burgueses, a favor de un frente que defendía
las libertades democrático-burguesas contra un enemigo único. El siguiente cuadro nos sirve para sintetizar las fuerzas, las
acciones y las alianzas establecidas.
Actos y mítines antifascistas en Entre Ríos
divididos por fuerzas políticas y años, 1931-1943. |
||||||||||||||
|
1931 |
1932 |
1933 |
1934 |
1935 |
1936 |
1937 |
1938 |
1939 |
1940 |
1941 |
1942 |
1943 |
Total |
Sindicatos |
2 |
2 |
|
|
1 |
|
|
|
1 |
|
|
|
|
5 |
Partido
Socialista |
|
|
|
4 |
|
2 |
|
1 |
|
1 |
|
|
|
8 |
Partido
Comunista |
1 |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
1 |
Sindicatos
y UCR |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
1 |
1 |
Partido
Comunista y UCR |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
1 |
|
|
1 |
Todas
las fuerzas junto a la UCR |
|
|
4 |
1 |
|
2 |
|
|
|
|
2 |
1 |
|
10 |
Total |
3 |
2 |
4 |
5 |
1 |
4 |
0 |
1 |
1 |
1 |
3 |
1 |
1 |
|
La reconstrucción nos ofrece un total de 27 actos y mítines en más
de diez localidades. La participación tuvo dos momentos de ascensos. El primero
fue entre 1931-1934, teniendo el pico en 1933[64]. Impulsado al principio por los sindicatos y el Partido Comunista
para luego tomar forma el frente popular antifascista. El segundo momento de
agitación antifascista tiene un punto mínimo muy bajo pero se destaca el año
1941 como un retorno de la actividad comprendiendo el único caso de actividad
en conjunto entre miembros de la UCR[65]
y el Partido Comunista. Este primer momento estuvo marcado por la denuncia
contra el nazismo y el crecimiento de las organizaciones de derecha.
Del total de las acciones, se reconoce a los socialistas como la
fuerza que mayor cantidad de acciones públicas realizaron, en particular
durante 1934, año del asesinato del Diputado Guevara. Sin embargo, son las
acciones en común entre varias fuerzas (diez acciones) las que prevalecieron
durante toda la extensión del recorte.
La conclusión a la que debemos arribar por el cuadro es que el
movimiento antifascista entrerriano tuvo su mayor impulso con la unificación de
todas las fuerzas progresistas. Pero esta conclusión no agota la mirada sobre
el proceso, sino que afirma lo que es nuestra principal hipótesis: la lucha
antifascista acercó a las organizaciones en torno a un problema en común y esto
facilitó la politización de espacios que eran renuentes a abandonar sus
intereses corporativos, como los sindicatos, y apuntaló la formación de una
alianza social que se tejía en torno al partido de gobierno, principal
beneficiado de la nueva configuración.
Conclusiones
La aparición de fuerzas fascistas despertó un fuerte movimiento de
repudio. En un comienzo, un conjunto de fuerzas de izquierdas y liberales
fueron coincidiendo en la necesidad de combatir este nuevo movimiento que
atentaba, potencialmente, contra las libertades conocidas. En este contexto, el
antifascismo entrerriano fue parte de la corriente general de lucha en contra
de la reacción que se desató en toda la Argentina.
Que se destaquen las actividades en las que participó todo el arco
político de izquierda es el dato fundamental para comprender el tamaño del
movimiento. Fue así que los sindicatos enrolados en la UOPER propusieron su
participación en dicho movimiento a fin de defender las libertades sindicales,
usando el espejo europeo para señalar las consecuencias del advenimiento de las
fuerzas reaccionarias.
Algo análogo sucedió con los partidos políticos de izquierda,
aunque hay que destacar que su posicionamiento fue abiertamente reformista
desde un principio. Es decir, priorizaban la unificación de las fuerzas
antifascistas en torno a la defensa de la democracia y la república, elemento
propio de la línea política general del PS, pero que parecía alejado del
discurso general del PSO. Por su parte, el PC tuvo una política que acompañó
los movimientos de las directrices soviéticas. En un primer momento atacó a los
radicales y a Yrigoyen, más tarde realizó llamados a la formación de un Frente
Popular antifascista –en coincidencia con los otros partidos de izquierda- pero
en 1939, con la firma del Pacto Nazi-Soviético de no agresión, los comunistas
se alejaron y pregonaron por la paz. En 1941, la invasión nazi a la Unión
Soviética los trajo nuevamente al terreno del Frente Popular. Sin embargo, sus
militantes siempre fueron tolerados con desconfianza por las demás fuerzas.
Los mayores beneficiarios de la disputa antifascista fueron los
radicales. Todas las fuerzas –incluyendo a los sindicalistas hacía el final del
periodo- solicitaron que sean ellos los organizadores del Frente Popular.
Discursivamente, el llamado a los radicales, fue más mesurado y relacionado con
la defensa de la democracia y la constitución. Se posponía la lucha
revolucionaria a favor de la urgencia por defender las libertades mínimas con una dirección burguesa. La falta de una
definición política autónoma por parte de los partidos de izquierda y la
adopción de la estrategia frentista por parte de los sindicatos facilitaron el
puente con la burguesía y la integración a los intereses estatales.
Finalmente, podemos concluir que la lucha antifascista acercó a
las fuerzas obreras al campo burgués por medio
de alianzas con sectores patronales –en
particular el oficialismo entrerriano- a los que
instó a dirigir el movimiento en nombre de la
democracia, la constitución y la república como valores supremos e inmediatos. En otros términos, sostenemos que la
lucha antifascista fue el impulso al reformismo obrero que se desarrolló a lo
largo de la década advirtiendo los peligros de las fuerzas reaccionarias que
finalmente concretaron su golpe en 1943.
Fuentes y referencias bibliográficas
Fuentes inéditas
Información del
Jefe del 12º Distrito de Correos y telégrafos al Presidente Justo, Paraná,
14/07/1937, en AGR-MI. S.VII. Fondo Agustín P. Justo. Caja Nº55, Doc. 82.
Parte del Jefe de
Correos y telégrafos al Presidente Justo, Gualeguaychú,
21/07/1937, en AGR-MI. S.VII.FAPJ. Caja Nº55, Doc. Nº
95.
Medios
periodísticos
Diario La Acción, Conservador,
vinculado al episcopado de Paraná, Paraná.
Periódico Actualidad, UCR,
Nogoyá.
Periódico El Censor, Partido Demócrata Nacional,
Gualeguaychú.
Periódico El Debate,
UCR, Gualeguay.
Periódico
El Despertar, Órgano de la Unión
Obrera de la Provincia de Entre Ríos, Concepción del Uruguay.
Periódico El Entre Ríos, Partido Demócrata Nacional,
Colón.
Periódico El Litoral, Partido Demócrata Nacional, Concordia.
Periódico El Tiempo, UCR, Paraná.
Periódico El Trabajo, Órgano del Partido
Socialista-Seccional Concepción del Uruguay
Periódico La Juventud, UCR,
Concepción del Uruguay.
Periódico La Vanguardia,
Órgano del Partido Socialista, Buenos Aires.
Periódico Los Principios, UCR Concepción del
Uruguay.
Periódico Sembrando, Basavilbaso. Órgano del
Partido Socialista de Basavilbaso.
Provincia de Entre Ríos. Boletín
del Departamento de Trabajo, septiembre de 1941.
Semanario CGT, Órgano de la
Confederación General del Trabajo, Buenos Aires.
Semanario La Lucha, Órgano del
Partido Socialista Obrero de Entre Ríos, Paraná.
Semanario Unión
Sindical, Buenos Aires,
Órgano de la Unión Sindical Argentina.
Semanario Unión Sindical,
Órgano de la Unión Sindical Argentina, Buenos Aires.
Vespertino El Diario, UCR,
Paraná.
Entre
Ríos, Diario de Sesiones de la Cámara de
Diputados, Año 1941, 82º Periodo Legislativo, Sesión del 26 de agosto de
1941, Paraná, Imprenta de la Provincia, 1941.
Referencias
bibliográficas
Argachá C. y Busiello O. (2013). Nazismo y
otros extremismos en Entre Ríos. Yusty: Concepción del
Uruguay,.
Biasizo, R. (2008). Cambios
estructurales en la economía de Entre Ríos, en el periodo de intervencionismo
conservador, 1930-1945: la estrategia de agriculturación
diversificada, como política del estado provincial,
Ediciones Cooperativas: Buenos Aires.
Bisso A. (2005). Acción Argentina. Un antifascismo nacional en tiempos de guerra mundial.
Buenos Aires: Prometeo Libros.
Bisso A. (Comp.) (2007). El antifascismo argentino. Buenos Aires:
CeDInCI Editores.
Borda A. (1987). Perfil de un libertario. Reconstruir:
Buenos Aires.
Casas S. (2006). “El antifascismo y la lucha
política en la Argentina en el contexto de la Guerra Civil Española”, ponencia
presentada en el Congreso Internacional La Guerra Civil Española 1936-1939,
Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales.
García Sebastiani (Ed.) (2006). Fascismo y antifascismo.
Peronismo y antiperonismo.
Conflictos políticos e ideológicos en la Argentina (1930-1955).
Frankfurt-Madrid: Iberoamericana Vervuert.
Germani G. (1962). Política y sociedad en una época de transición. Buenos Aires: Paidos.
Gilbert J. & Balsechi
E. (2008). Voces del sindicalismo entrerriano: memorias de la Unión Obrera
Departamental de Concepción del Uruguay, 1918-1943.Buenos Aires: Ediciones del zorrito.
Godio, J. (1989). El movimiento obrero argentino (1930-1943): Socialismo,
comunismo y nacionalismo obrero. Legasa: Buenos Aires.
Gramsci A. (2003).
Notas sobre Maquiavelo, sobre la política
y sobre el Estado moderno. Buenos Aires: Ed. Nueva Visión.
Halperín Donghi, T. (2006). Argentina en el callejón. Ariel: Buenos
Aires.
Hobsbawm E. (2005). Historia del Siglo XX, Buenos Aires: Crítica.
Iñigo Carrera, N. (2004).
La estrategia de
la clase obrera: 1936, Buenos Aires, Ediciones Madres de la
Plaza de Mayo.
Iñigo Carrera, N. (2006).
“Alternativas revolucionarias en los 30: la Alianza Obrera Spartacus
y el Partido Socialista Obrero”, en Bignani, H. y
Roig, A. El pensamiento alternativo en la
Argentina del siglo XX. Obrerismo, vanguardia, justicia social (1930-1960).
Editorial Biblos: Buenos Aires.
Iñigo Carrera, N. (2016).
La Otra estrategia. La voluntad
revolucionaria (1930-1935), Imago Mundi: Buenos
Aires.
Leyes, R. (2016). “Caravanas de hombres marchaban: El éxodo obrero en Entre Ríos.
1925-1945”, Folia Histórica del Nordeste, Nº27; Resistencia.
Leyes, R. (2017). “Represión a la izquierda en la provincia argentina de Entre Ríos durante
la Revolución de Junio, 1943-1945”, Izquierdas, 32, marzo, Santiago de Chile.
Leyes, R. (2018). “Detrás de las crisis: Inversiones
de capital, mecanización y desocupación en Entre Ríos, 1928-1946”, Revista
Pampa, Nº17, Santa
Fe-Montevideo.
Leyes, R. (2018). “Un espectro se cierne sobre
Entre Ríos: una aproximación a la acción de los comunistas en la provincia,
1931-1943”, Estudios Sociales, Vol.
55, Santa Fe, UNL, Segundo semestre.
Matsushita H. (2014).
Movimiento obrero argentino, 1930-1945.
Buenos Aires: Ediciones RyR.
McGee Deutsch, S. (2003). Contrarrevolución
en la Argentina. La Liga Patriótica Argentina, 1900-1932. UNQ: Bernal.
McGee Deutsch, S.; Dolkart, R. H.
(Ed.) (2001). La Derecha argentina.
Nacionalistas, neoliberales, militares y clericales. Buenos Aires: Javier Vergara
Editor.
Montenegro, S. (2002). La guerra civil española
y la política argentina. Tesis de grado Doctor. Madrid: Universidad
Complutense de Madrid.
Partido Comunista
(1947). Esbozo de historia
del Partido Comunista de la Argentina, Editorial Anteo: Buenos Aires.
República
Argentina (1941). Cámara de Diputados, Comisión Investigadora de Actividades Antiargentinas: Informes,
Buenos Aires, Agosto y Septiembre.
Reula F. (1971). Historia de Entre Ríos. Santa Fe: Editorial Castelvi.
Romero, J. L. (2005). Las ideas políticas en Argentina. FCE:
Buenos Aires,.
Romero, J. L. (2011) “La
Guerra Civil Española y la polarización ideológica y política: la Argentina
1936-1946”, Anuario Colombiano de
historia social y de la cultura. Vol. 38 No. 2, Bogotá.
Torre, J. C. (2011). La
vieja guardia sindical y Perón. Ediciones RyR: Buenos
Aires.
Vuotto C. (2018). La acción directa, moneda corriente en la
provincia. Prácticas libertarias en la Federación Obrera Comarcal Entrerriana
(1932-1935). Tesis de Licenciatura de Historia. UADER-FHAyCS,
Paraná.
Recibido: 04/02/2019
Evaluado: 31/03/2019
Versión Final: 17/04/2019
[1]El único caso que
conocemos es el encarcelamiento del dirigente anarquista Ángel Borda, liberado
luego por el gobernador Etchevehere. (Borda. 1987: 39-40)
[2]Periódico El Trabajo, Órgano de la seccional Concepción del Uruguay del
Partido Socialista. Octubre de 1931.
[3]Los Principios, 27/02/1932.
[4]Los Principios, 29/02/1932.
[5]Los Principios, 08/03/1932.
[6]La UOPER fue el
principal agrupamiento de fuerzas obreras de la provincia de Entre Ríos, se
logró a partir de la confluencia de dos corrientes de organización sindical que
se vinieron gestando desde la década anterior: la corriente anarquista, con
sede en Diamante y la corriente sindicalista pura con sede en Concepción del
Uruguay. La corriente sindicalista siempre fue hegemónica dentro de aquella
estructura y sobre todo luego de la expulsión de los anarquistas en 1935. Algo
que está de algún modo implícito en el nombre mismo que adaptó la denominación
departamental (UOD) por la provincial (UOP) (Gilbert y Balsechi 2008)
[7]El Despertar, Mayo de 1938.
[8]El Despertar, Septiembre de 1932. CGT,
12/04/1935.
[9]La Juventud, 10/06/1933.
[10]El
Debate, Gualeguay,
18/11/1933.
[11]La Vanguardia, 10/01/1934.
[12]La Vanguardia, 19/01/1934. La Vanguardia,
23/03/1934. Efectivamente, Solanos Pacheco fue presidente de un partido llamado
Unión Cívica Nacionalista y fue investigado por la Comisión de Actividades
Antiargentinas de la Cámara de Diputados de la Nación. Como resultado de esta
investigación, fue procesado como simpatizante nazi en 1941, El Diario, Paraná, 22/08/1941. El Censor, Gualeguaychú, 29/08/1941. Dos años más tarde, sería designado como
delegado por la Secretaria de Trabajo y Previsión a fines de 1943 por la
revolución de Junio. Los Principios, 27/01/1943. El Litoral, Concordia, meses de
noviembre-diciembre de 1943.
[13]El Tiempo, Paraná, 26/10/1934.
[14]CGT, 07/12/1934.
[15]CGT, 14/12/1934. Al respecto de la reacción nacionalista contra la
agitación sindical: CGT, 01/02/1935, CGT, 22/02/1935.
[16]La Juventud, 10/10/1936.
[17]La Juventud, 13/10/1936.
[18]El Despertar, Abril de 1938.
[19]El Debate, 04/08/1936.
[20]El Despertar, febrero de 1938.
[21]La Juventud, 22/11/1939. El llamado se amplió días más tarde: La Juventud, 28/11/1939.
[22]Provincia de Entre
Ríos. Boletín del Departamento de Trabajo,
septiembre de 1941, p. 1.
[23]Actualidad, Nogoyá, 24/02/1943.
[24]El Despertar, 18/03/1943. Los Principios,
18/03/1943.
[25]Por ejemplo en
1932 se dieron actos en Paraná en apoyo al primer año de la república española
con la presencia de socialistas y radicales. Diario La Acción, Paraná, 09/04/1932.
[26]El Debate, 03/06/1933 y 17/06/1933. La
Juventud, 10/06/1933.
[27]Uranga se pasará a
la UCR a mediados de los treinta, dará un fuerte impulso al Departamento Provincial
del Trabajo y será uno de los más grandes referentes del radicalismo durante
años hasta alcanzar la gobernación en 1958.
[28]El Tiempo, 02/06/1933.
[29]El Debate, Gualeguay, 03/06/1933.
[30]El Tiempo, 02/06/1933.
[31]El Tiempo, 13/10/1933.
[32]La Vanguardia, 07/07/1934.
[33]La Vanguardia, 22/07/1935.
[34]Partido Comunista.
Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, Buenos Aires, Editorial Anteo, 1947,
p.79.
[35]La Vanguardia, 22/08/1936. La Lucha,
10/09/1936. La Lucha, 20/10/1938.
[36]El Tiempo, 02/02/1937.
[37]La Lucha, 07/01/1938.
[38]El Debate, 09/01/1936.
[39]Información del
Jefe del 12º Distrito de Correos y telégrafos al Presidente Justo, Paraná, 14/07/1937, en AGR-MI. S.VII.
Fondo Agustín P. Justo. Caja Nº55, Doc. 82.
[40]Parte del Jefe de
Correos y telégrafos al Presidente Justo, Gualeguaychú, 21/07/1937, en AGR-MI. S.VII.FAPJ. Caja Nº55, Doc. Nº
95. El Tiempo, Paraná, 21/07/1937. La Lucha, 10/01/1938.
[41]La Lucha, 10/09/1936.
[42]La Lucha, 10/02/1938.
[43]La Vanguardia, 02/07/1940.
[44] Las filiales
eran: Basavilbaso, Colón, Concepción del Uruguay, Concordia, Chajarí, Villa
Domínguez, Maciá, Paraná y Villaguay.
[45]Una muestra del
estado de ánimo fue el debate que se concitó en torno a la prohibición de la
proyección de la película El Gran
Dictador de Charles Chaplin en enero de 1941, por la cual un intentó
estallar una bomba en un cine de Gualeguaychú. Ver: La Juventud, 08/02/1941. El
Censor, 10/02/1941.
[46]La Comisión
Investigadora de Actividades Antiargentinas se conformó en 1941 designando al
diputado radical Damonte Taborda, al diputado socialista Juan Solari y al
diputado radical y entrerriano, Silvano Santander. El fin de la Comisión era
investigar la existencia de infiltración “antiargentina”. Específicamente, era
una comisión que buscaba la existencia de acciones fascistas en todo el
territorio nacional. Ver: República Argentina. Cámara de Diputados, Comisión
Investigadora de Actividades Antiargentinas: Informes, Buenos Aires, Agosto y Septiembre, 1941.
[47]La Hora, 10/07/1941.
[48]La Hora, 28/07/1941.
[49]La Hora, 06/10/1941. Resulta interesante que el único registro que tenemos de
una reunión de organizaciones exclusivamente israelíes, se haya realizado en
1935 en la localidad de Basabilbaso, centro urbano con una de las mayores
concentraciones de miembros de la comunidad judía. El hecho de que hayan
abandonado esta política de distinción religiosa se debió probablemente a no
quedar aislados por un lado y por otro, al peso de los miembros hebreos en
organizaciones establecidas, como los partidos de izquierda. Periódico Sembrando, Basavilbaso, 01/06/1935, p.5.
[50]La Hora, 19/10/1941.
[51]El Entre Ríos, 04/12/1941. Sobre el acto mencionado: La Hora, 05/11/1941.
[52]El Censor, 08/09/1941. El Censor,
07/10/1941.
[53]La Hora, 02/12/1941.
[54]Ver El Diario de agosto y septiembre de
1941.
[55]La Hora, 04/08/1941. La lista es de más de cien individuos, mayoritariamente
hombres y con una representación en todo el territorio provincial.
[56]El Diario, 02/09/1941. El Censor,
26/09/1941.
[57]Cfr.: Cámara de
Diputados, Comisión Investigadora de Actividades Antiargentinas: Informes... Op. Cit. A pesar de la
publicación de los cinco informes de la CIAA, la falta de estudios serios y
amplios sobre la acción fascista en Entre Ríos no nos permite concluir que su
presencia haya sido marginal.
[58]El Entre Ríos, 28/08/1941.
[59]El Diario, 29/08/1941.
[60]Entre Ríos, Diario de Sesiones de la Cámara de
Diputados, Año 1941, 82º Periodo Legislativo, Sesión del 26 de agosto de
1941, Paraná, Imprenta de la Provincia, 1941, pp. 130-132. Sobre el alejamiento
de Uranga: El Censor, 04/09/1941.
[61]Los Principios, circa octubre 1942.
[62]El Entre Ríos, 01/10/1942.
[63]Unión Sindical, 31/05/1943.
[64]Antes del año 1931 no se ha encontrado ningún tipo de acción
antifascista dentro del territorio provincial.
[65]Se ha considerado
la presencia de la UCR no solo en los casos que el partido públicamente así lo
dispuso, sino también en los casos donde reconocidos
militantes de esa fuerza
estuvieron
presentes en las actividades.