La categoría
«régimen de acumulación»: límites y potencialidades para el estudio de la
historia económica argentina. Hacia una propuesta para su reconceptualización
The category
"accumulation regime":
limits and potentialities for the study
of Argentine economic history. Towards a proposal for its reconceptualization
Julieta Ayelén Almada
Centro de Estudios
Avanzados de la Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad Nacional de Córdoba;
Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina)
Federico Hernán Reche
Centro de Investigaciones
María Saleme Burnichon,
Facultad de Filosofía y
Humanidades,
Universidad Nacional de
Córdoba;
Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (Argentina)
Sergio Ramiro Saiz Bonzano
Facultad de Ciencias Sociales y Facultad de Filosofía y
Humanidades;
Universidad Nacional de
Córdoba (Argentina)
s.saizbonzano@gmail.com
Resumen
El artículo recupera un conjunto de problemas de orden teórico y
metodológico en torno a la categoría «régimen de acumulación» y diferentes
interpretaciones a las que ésta ha dado lugar dentro de los estudios sociales
argentinos orientados al estudio de la historia económica. En este sentido, se
destaca la potencialidad heurística de dicha categoría para el abordaje
económico-político situado del conflicto capital-trabajo y se recupera una
propuesta para su reconceptualización, que procura superar ciertas limitaciones
conceptuales identificadas en las formulaciones hasta el momento existentes.
Palabras Clave
Historiografía económica; régimen de acumulación;
economía política.
Abstract
The article recovers a set
of theoretical and methodological problems around the category
"accumulation regime" and different interpretations to which it has
given rise within the Argentine social studies oriented to the study of
economic history. In this sense, the heuristic potential of this category for
the situated economic-political approach of the capital-labor
conflict is emphasized and a proposal is recovered for its reconceptualization
that tries to overcome certain conceptual limitations identified in the
formulations until now existing.
Keywords
Economic Historiography; accumulation regime;
political economy.
Introducción[1]
Las producciones recientes orientadas a la comprensión de los procesos y transformaciones económicas
en Argentina, concentradas especialmente en el período iniciado con la última
dictadura cívico-militar, se han apoyado sobre un conjunto de categorías con
cierto aire de familia. Entre ellas destaca la de «régimen de acumulación» (RA), que ha sido recuperada por un
importante conjunto de investigaciones empíricas con diversas procedencias
disciplinares (economía política, sociología económica, historia económica),
cuyos problemas se encuentran delimitados en la compleja intersección de lo
económico y lo político.
En efecto, la gran mayoría de las propuestas
interpretativas en torno a importantes discusiones historiográficas recientes,
se encuentran articuladas alrededor de la categoría RA. Es el caso, por
ejemplo, de los debates en relación al agotamiento o interrupción de la
industrialización sustitutiva; al lugar que le cupo a la última dictadura
cívico-militar en el cambio de ciclo;
o bien a la caracterización de los años ´80 como momento final de un largo
proceso de crisis económica y política o, alternativamente, como parte del
nuevo régimen de acumulación iniciado a mediados de los años ´70. sa, la categoría RA se ha constituido, progresivamente,
como una clave heurística recurrente al momento de la periodización y el
análisis histórico en un creciente número de trabajos cuyos autores, por otra
parte, se inscriben en diferentes tradiciones teórico-políticas.
Sin embargo, esta amplia difusión de la categoría RA no
se ha correspondido con un esfuerzo similar orientado a examinar en profundidad
su consistencia conceptual, al tiempo que los autores que la recuperan en el
medio local tampoco se han detenido a realizar precisiones sustantivas sobre su
alcance, contenido y extensión.[2] Muestra de
ello es no sólo su divergente nominalización (a veces indistinta al interior de
un mismo trabajo), sino principalmente sus diferentes conceptualizaciones como
resultado del marco heterogéneo de referencia –en todos los casos sólo parcialmente
coincidente– que retoman quienes la utilizan en el medio académico local (v.g. Nun, 1987a y 1989; Neffa, 1996 y 1998; Arceo, 2003;
Basualdo, 2001, 2006 y 2010).
Aun bajo esta suerte de dispersión conceptual, cabe
destacar que la categoría RA ha dado lugar a contribuciones significativas al
interior de los estudios sociales argentinos. Desde nuestro punto de vista ello
se vincula con que, a través de ella, se propone visibilizar que lo económico y
lo político no designan conjuntos estructuralmente separados de
contradicciones: por el contrario, en todos los casos, se busca abordarlas como
dimensiones co-constitutivas de la realidad social.
Sin embargo, en la medida en fue adquiriendo contenidos y extensiones
diferentes dentro de cada programática teórico-política a la que se incorporó,
esta categoría ha dado lugar a interpretaciones contrapuestas que, a su vez,
cristalizan en periodizaciones igualmente divergentes.
En este marco, nos detendremos aquí en las principales
formulaciones existentes de la categoría RA, mediante el análisis de los
desplazamientos que en ésta han producido sus diversos contextos de
delimitación y operativización. Desde allí, y en función de ciertas
limitaciones conceptuales identificadas, presentaremos un conjunto de
estrategias de investigación que permitirían aportar mayor rigurosidad
teórico-metodológica a la categoría RA y orientar una propuesta de
(re)conceptualización que la potencie como herramienta analítica consistente
para el estudio históricamente situado del conflicto capital-trabajo,
contribuyendo de este modo al abordaje crítico del vínculo co-constitutivo
entre lo económico y lo político en los estudios históricos.
Para ello, el artículo se propone dar cuenta de la
existencia de un conjunto de categorías con cierto parecido de familia que han
organizado múltiples interpretaciones y periodizaciones al interior de la
historia económica de la argentina reciente, algunas de las cuales han devenido
dominantes en el campo historiográfico; presentar elementos para una crítica
conceptual de la categoría «régimen de acumulación», a partir del análisis del
modo en que dichas interpretaciones –y sus periodizaciones derivadas– acaban
reproduciendo la escisión entre lo económico y lo político; y por último,
delinear las estrategias de análisis que creemos necesarias desarrollar a fin
de elaborar una reconceptualización de la categoría.
La categoría «régimen de acumulación» y sus parecidos de
familia
En
el contexto de la crisis capitalista de los años ’70 y
al tiempo que la tradición neoliberal alcanzaba posiciones
hegemónicas en los
ámbitos académicos e institucionales, dentro de la
teoría social se
desarrollaron un conjunto de perspectivas críticas articuladas
en torno a la
necesidad de explicar la capacidad de recomposición del modo de
producción
capitalista, considerando que las crisis recurrentes a las que se
enfrenta son
constitutivas de su propia dinámica y se generan por factores
esencialmente
endógenos. Desde allí, preocupados por aprehender el
carácter socialmente
estructurado de la acumulación capitalista, estos enfoques
propusieron diversas
maneras de (re)vincular lo económico y lo político en el
abordaje de
situaciones históricas concretas, construyendo para ello nuevos
entramados
conceptuales. Es al interior de este esfuerzo donde se inscribe el
desarrollo
de diversas categorías analíticas de alcance medio que
posibilitan periodizar y
analizar el devenir histórico-económico de las sociedades
contemporáneas, tales
como «modo de desarrollo», «modo de
regulación», «régimen de
acumulación»,
«estructuras sociales de acumulación», «modo
de acumulación», «estrategias de
acumulación» (Aglietta, [1976] 1986; Boyer, [1986]
1989; Gordon, Edwards y Reich, 1982; Jessop, 1983).
Dentro de este conjunto, la categoría «régimen de
acumulación» (RA) ha cobrado singular relevancia en la actualidad al interior
de los estudios sociales argentinos, en particular orientando la periodización
y el análisis de la historia económica. No obstante, tres elementos destacan en
relación al modo en que ésta es recuperada por un extenso conjunto de trabajos.
En primer lugar, dicha categoría se presenta bajo
múltiples y divergentes nominalizaciones. Así, aunque su uso más extendido la
refiere como «régimen de acumulación»,
tal como fuera especificada por el regulacionismo
parisino (Neffa, 1998; Boyer y Neffa, 2004), esta categoría fue introducida en
el medio académico local por José Nun (1987a y 1987b)
designándola como «régimen social de
acumulación». Por su parte, otro conjunto relevante de producciones la presentan
indistintamente como «modo de
acumulación», «patrón de acumulación»
o «régimen de acumulación» (Arceo,
2003; Basualdo, 2001, 2007 y 2010).
En segundo lugar, cabe destacar que existen diferentes
trabajos en los que dicha categoría es referida indistintamente –a modo
sinonímico– bajo todas las formas que hemos presentado hasta aquí (v.g.
Basualdo, 2006 y 2010), aun cuando cada una de ellas remita a
conceptualizaciones cuyo contenido y extensión, así como su entramado teórico
de referencia, son sólo parcialmente coincidentes. Esta suerte de dispersión y
relativa indeterminación conceptual ha dado lugar, por su parte, a diferentes
abordajes críticos de esta categoría y algunas de sus interpretaciones
historiográficas derivadas (v.g. Astarita, 2008; Bonnet, 2008; Grigera, 2011 y 2013; Pérez Álvarez, 2013; Sartelli y Kabat; 2016).
Finalmente, en tercer lugar, debe resaltarse que las
nominalizaciones señaladas se inscriben en un conjunto categorial más amplio
que –aun bajo diferentes delimitaciones conceptuales–
presenta cierto parecido de familia y organiza un importante número de
contribuciones: «modelo de acumulación» (Schorr y Wainer, 2017), «modo de acumulación» (Bonnet, 2015; Piva, 2012 y 2015), «patrón
de reproducción de capital» (Osorio, 2014; Constantino y Cantamutto, 2014), «estructuras de acumulación»
(Torrado, 1992), «patrón de crecimiento» (Costa, 2010), «modelo de desarrollo»
(Svampa, 2011).
Desde nuestro punto de vista, las implicancias de esta
múltiple nominalización exceden largamente a una cuestión de nomenclatura o un
mero debate terminológico: remiten a la propia densidad conceptual de la
categoría RA y, desde allí, se proyectan sobre las interpretaciones
historiográficas articuladas a partir de ésta. En particular, ello se ha puesto
de manifiesto en las diferencias sustantivas existentes a nivel de la
periodización y el análisis de las transformaciones operadas en Argentina a
partir de mediados de la década de 1970 entre, por ejemplo, los abordajes de
Neffa (1998 y 2008) y Basualdo (2001 y 2010).
Principales conceptualizaciones de la categoría «régimen
de acumulación» en los estudios sociales argentinos
La primera aparición de la categoría en el medio
académico local se produjo gracias a José Nun, quien
bajo la nominalización «régimen social de acumulación» la introdujo en
el primero de los ya clásicos Ensayos
sobre la transición democrática en la Argentina (Nun
y Portantiero, 1987).[3] A juzgar
por sus referencias al momento de delimitarla, se trata de una hipótesis explicativa
propia que fue forjada en el marco del debate en torno a la "transición
democrática",[4]
recuperando aportes de diferentes escuelas anglófonas: la economía radical y
sus enfoques de las "estructuras sociales de acumulación", el
institucionalismo, junto a los aportes de Jessop en
el campo de la teoría política.[5]
Desde allí, Nun afirma que,
"así como hay un régimen político de gobierno, hay
también un régimen social de acumulación, en cuyo contexto operan los agentes
económicos. Si la evidencia histórica señala, por un lado, que la producción
capitalista es altamente adaptable […], revela, por el otro, que esta
producción exige un marco institucional más o menos estable que la favorezca y,
sobre todo, que posea algún nivel mínimo de coherencia" (1987a: 37).
De este modo, nuestra categoría designa aquí el
"conjunto complejo de las instituciones y de las prácticas que inciden en
el proceso de acumulación de capital, entendiendo a este último como una actividad microeconómica de generación de
ganancias y de tomas de decisiones de inversión" (ibíd.;
cursivas nuestras). En otras palabras, el régimen social de acumulación refiere
a "un proceso histórico pluridimensional de mediano o largo plazo, que
define eso que corrientemente se llama una ´etapa` o un ´estadio`
capitalista" (39), supone la existencia de mecanismos que coordinan un dilatado
espectro de actividades privadas y públicas, al tiempo que articula modos de
legitimación que le son propios (v.g. 41).
Por otra parte, Nun resalta lo
deliberado de los dos primeros términos −régimen
social− en su conceptualización, como un esfuerzo orientado a "exorcizar
de entrada cualquier tentación economicista" (36). En una crítica que
emparenta a Marx con los economistas clásicos,[6]
Nun rechaza las formulaciones mecanicistas y derivacionistas del problema de la determinación. En este
marco, afirma que "la política o la ideología son siempre constitutivas de la economía" (ibíd.;
cursivas en el original), para luego proceder a diferenciar la categoría
régimen social de acumulación tanto del proceso de acumulación en sí,[7] como de la
"noción clásica de modo de producción que supone a éste
determinado en la última instancia por la economía" (37).
No obstante, debe destacarse aquí que a pesar de aquella
insistencia de Nun respecto al carácter constitutivo
de lo político-ideológico al interior de los procesos económicos, en el párrafo
siguiente vuelve a reinstalar la exterioridad entre lo político y lo económico
al puntualizar que "aunque lo
engloba, aquel conjunto [el RSA] es,
en gran medida, externo a esta actividad",
en referencia al proceso de acumulación capitalista (ibíd.;
cursivas nuestras). A pesar de esta última contradicción sutil, Nun –siguiendo a Polanyi– rechaza el espontaneísmo
contenido en las tesis neoclásicas del "equilibrio general",
destacando la intervención permanente del Estado –y con él de la política– en
la economía, más allá de qué tipo de intervención se trate y cuál sea su
direccionalidad.[8]
Por otro lado, la categoría RSA parece haber permitido,
dentro de los debates en torno a la denominada "transición
democrática", una "salida" teórica a un problema político.[9] Frente a
la derrota política que implicó el terrorismo de Estado para los diversos
proyectos de transformación social sobre los que se impuso –y, particularmente,
para aquellos intelectuales que los abonaron–, las nociones «régimen político de gobierno» y «régimen social de acumulación»
intentaron delimitar conceptualmente las fronteras entre la economía y la
política. La revalorización de esta última, en abierto rechazo a la
determinación y las consecuencias políticas que se le atribuyeron en el marco
de aquel debate, tomó así la forma de una creciente y vertiginosa
autonomización. En ese repliegue conceptual se insertó nuestra categoría, a
partir de una relectura –entre tantas– del marxismo al calor de la experiencia
histórica. Sin embargo, esta apuesta por la superación del derivacionismo
y el instrumentalismo –aquella "dialéctica contingente de estructuras y de
estrategias" recuperada por Nun de los trabajos
de Jessop– habría acabado por sedimentar, bajo el
signo de la autonomía, una relación de exterioridad entre economía y política.
Con posterioridad, la producción desarrollada en torno al
Centro de Estudios e Investigaciones Laborales - Programa de Investigaciones
Económicas sobre Tecnología, Trabajo y Empleo (CEIL-PIETTE) del CONICET,
incorporó en los estudios sociales argentinos la categoría «régimen de
acumulación». La traducción vernácula del regulacionismo
parisino, encabezada por Julio César Neffa, se propuso “estudiar algunas de las
grandes crisis del régimen de acumulación y del modo de regulación en
Argentina” (Neffa, 1998: 13). En estos estudios se hace una referencia
constante a Aglietta, Lipietz
y Boyer al momento de delinear su perspectiva analítica (Neffa, 1998, 2004,
2008; Neffa et al., 2010), al tiempo
que se expresan de manera recurrente los vínculos institucionales con el Centre d’Etudes Prospectives et de Recherches d'Economie Mathématique Appliquée à la Planification
(CEPREMAP) de París y otras agencias francesas de investigación en las que
aquellos se cuentan entre sus principales referentes.[10]
Esta recuperación de la perspectiva regulacionista ha
generado cierto énfasis en el abordaje de las crisis argentinas desde un
análisis histórico de media o larga duración, privilegiando el estudio de las
diferentes formas institucionales en cada período histórico identificado, sus
características y articulación. En efecto, las definiciones teóricas que
estructuran esta corriente se apoyan en las precisiones conceptuales del regulacionismo parisino, replicándolas casi textualmente.
En ese sentido, en torno a la perspectiva del CEIL-PIETTE
cabe destacar que ésta declina de realizar corrimientos teóricos significativos
al interior del enfoque regulacionista parisino; por
el contrario, se referencia en su vertiente más institucionalista. Debemos
recordar aquí que la llamada Teoría de la Regulación (TR) construyó una serie
de herramientas analíticas que –consideradas conjuntamente– asumen la forma de
una "teoría de alcance medio": nos referimos a las categorías «modo de regulación» y «régimen de acumulación», cuya
articulación da lugar al «modo de
desarrollo» (Boyer, 2007). En cuanto a la categoría que nos ocupa, ésta es
nominada por la TR como «régimen de
acumulación» y refiere a la forma de estabilización dinámica que adopta el
modo de producción capitalista: se trata del conjunto de regularidades que
aseguran una progresión general y relativamente coherente de la acumulación del
capital, permitiendo absorber o posponer las distorsiones o desequilibrios que
nacen permanentemente del mismo proceso (Boyer y Saillard,
1996).
Otros intentos de conceptualización de esta categoría en
los estudios sociales argentinos que resultan pertinentes mencionar aquí son
los formulados por Enrique Arceo y Eduardo Basualdo, cuyos aportes conceptuales,
sus síntesis heurísticas y sus propuestas de periodización sobre la historia
argentina del S. XX; junto a la prolífica producción de los equipos de
investigación que contribuyeron a formar y su sostenida vinculación con
distintas organizaciones sindicales, han delimitado una perspectiva analítica
específica referenciada hoy en torno al Centro de Investigación y Formación
para la República Argentina de la Central de Trabajadores Argentinos
(CIFRA-CTA).
Así, sin explicitar las vertientes teóricas de las que
abreva, Arceo (2003) señala que un RA debe ser abordado atendiendo al tipo y
grado de inserción en la economía internacional, así como a las actividades
económicas más dinámicas dentro de la coyuntura en estudio. Desde allí,
sostiene que
“las características del modo de acumulación dependen de
la estructura económico-social, de las luchas políticas y sociales que fueron
conformando esa estructura y de la composición del bloque de clases que deviene
dominante y que impone un sendero de acumulación acorde con sus intereses. El
lugar central que ocupa la composición del bloque de clases dominante en la
configuración del modo de acumulación determina que, una vez consolidado éste,
el devenir histórico concreto aparezca ineluctablemente subordinado, en sus
grandes rasgos, a las exigencias que plantea su reproducción ampliada, que no
son sino el reflejo de la lógica de maximización de beneficios del bloque
dominante resultante de sus características y de las condiciones históricas
específicas en que se desenvuelve” (ibíd.: 19).
El modo de acumulación así configurado aparece, entonces,
como el único posible y las modalidades de su desarrollo como inevitables, en
la medida que las clases y fracciones no hegemónicas no son capaces de
construir el poder ideológico, social y político que altere la correlación de
fuerzas existente (ibíd.).
Por su parte, Basualdo (2006) –quien sí da cuenta de un
marco heterogéneo de enfoques teóricos de referencia–[11]
plantea que las transformaciones en los sectores dominantes, en las
características y el papel del Estado y en las representaciones políticas, son
las diferentes dimensiones de un RA. A su vez, éste importa también cambios en
la composición y las modalidades de inserción de los asalariados en el mercado
de trabajo y su capacidad de negociación, así como en el grado de
heterogeneidad y las modalidades de articulación en la economía de los
restantes sectores populares. Desde allí, el RA dominante alude para Basualdo
"a la articulación de un determinado funcionamiento de las variables económicas, vinculado a una
definida estructura económica, una
peculiar forma de estado y las luchas
entre los bloques sociales existentes"
(2007: 6; cursivas en el original). Un RA importa así para este autor variables
económicas que deben presentar una regularidad en su evolución, atendiendo
tanto al ritmo de repetición de los fenómenos económicos, como a su dinamismo
en relación a la evolución relativa de los agregados económicos o de grandes
actividades económicas; junto a un orden de prelación a su interior, una
jerarquía interna que vincula su importancia relativa y la relación de
causalidad o dependencia que mantienen entre ellas. El comportamiento de las
variables económicas se encuentra asociado aquí
"a una determinada estructura económica que si bien expresa los avances tecnológicos y de los
procesos productivos, todos ellos finalmente se aplican como resultado de las
luchas sociales que se entablaron entre el capital y el trabajo e involucran a
las diferentes fracciones del capital y los distintos estratos sociales dentro
de los trabajadores" (ibíd.: 8).
A continuación Basualdo
sostiene, asimismo, que "cada régimen de acumulación es conducido por un
bloque de poder específico que articula las distintas fracciones del
capital", bloque que no es homogéneo a su interior y donde determinadas
fracciones ejercen el predominio económico y la hegemonía política. En ese
sentido, expresa que
"no necesariamente ambos atributos se concentran en
una misma fracción del capital, sino que generalmente uno está disociado del
otro. Es decir, que el predominio económico y la hegemonía política son
patrimonio de fracciones del capital diferentes, aunque ambas integran el mismo
bloque de poder. El predominio alude a la estructura económica mientras que la
hegemonía a la incidencia sobre la dinámica estatal" (ibíd.).
Desde aquí, debe destacarse que si bien la perspectiva
del CIFRA renuncia a considerar al Estado como una forma institucional entre
otras (al modo del regulacionismo parisino y su
traducción vernácula por parte del CEIL-PIETTE), éste permanece como sujeto. De
este modo, según nuestra mirada, se instalan nuevamente –aunque en una versión
más sofisticada– las contradicciones implícitas en la autonomización de la
política, subyacente tanto en los aportes de Nun como
en las propuestas regulacionistas. Esta
autonomización de la política encuentra sus raíces, para nosotros, en la
conceptualización del Estado formulada por Basualdo, quien lo presenta en una
primera instancia "como un sujeto social y económico más, que garantiza
las relaciones capitalistas de producción, pero está desvinculado tanto de los
trabajadores como de los capitalistas" (2007: 8). Desde allí, continúa
afirmando –junto con O´Donnell– que aquél
"es el garante de la existencia y reproducción de la
burguesía y del trabajador asalariado como clases, ya que ello está implicado
necesariamente por la vigencia y reproducción de aquellas relaciones [...] el
Estado es el garante del trabajador en cuanto clase, no sólo de la burguesía.
Esto entraña −lógica y prácticamente− que en ciertas instancias el Estado sea
protector de la primera frente a la segunda. Pero no como neutral, sino para
reponerla como clase subordinada que debe vender fuerza de trabajo y, por lo
tanto, reproducir la relación social que el Estado garantiza" (O´Donnell cita en Basualdo, 2007: 8).
A pesar de estos señalamientos, quisiéramos no obstante
destacar la atención prestada por la perspectiva del CIFRA a las
contradicciones y disputas internas al capital. Desde nuestra mirada, el
análisis diferenciado de sus fracciones se presenta aquí como ineludible y
absolutamente necesario, sobre todo para cualquier programática
teórico-política que pretenda abordar el conflicto capital-trabajo desde la
perspectiva de este último. Sin embargo, debemos señalar que la escasa
consideración ofrecida por los autores de este enfoque a dicho conflicto en
términos de sus dos actores fundamentales, insoslayable en cualquier
interpretación marxista, ha habilitado diferentes cuestionamientos a esta
perspectiva.
¿Revinculación de lo económico
y lo político en el análisis de la historia económica argentina?
Este conjunto de categorías con cierto parecido de
familia se encuentran presentes en numerosos estudios que, desde hace poco más
de una década, han renovado las investigaciones históricas sobre los procesos
económicos que han signado la Argentina reciente. Inclusive, las
periodizaciones en disputa, en las que se expresan, por ejemplo, las diversas
interpretaciones del final de la industrialización sustitutiva, o el papel de
la última dictadura cívico-militar como bisagra en la historia económica
argentina, expresan múltiples recortes fundamentados en estas categorías.
Efectivamente, la categoría RA asume un papel fundamental
en relación con una de las operaciones centrales de la disciplina
historiográfica: la de la periodización. Al interior del análisis histórico,
periodizar no sólo implica el responder a la adecuación al objeto disciplinar a
partir de la delimitación espacio-temporal del problema, sino que también, en
el mismo movimiento, supone establecer un principio homogeneizador que otorga
unidad a un determinado proceso. En ese sentido, la periodización –tanto en el
recorte del objeto como en la organización del relato histórico– es una de las
formas más inmediatas en las que interviene la perspectiva analítica del
investigador en el análisis de los procesos sociales y, dentro de ellas,
corrientemente la menos explicitada.
Al delimitar un proceso histórico a partir de rupturas en
la continuidad, toda periodización supone la regularidad de ciertas variables,
así como una relación lógica de prelación entre ellas, contenida en la
perspectiva analítica, y que permite fundar un principio de causalidad que
habilita la explicación histórica. A este respecto, en el análisis de la
producción historiográfica sobre la economía argentina, con prescindencia del
marco conceptual al que adscriban sus autores, dos elementos resaltan desde
nuestro punto de vista. Por un lado, en la inmensa mayoría de los trabajos que
exceden el estudio de caso y abordan la media o la larga duración, la
periodización se realiza atendiendo a un criterio acontecimental
antes que procesual. Más allá de si éste representa lo singular o lo específico
–para retomar la distinción realizada por Veyne (1984)–, una fecha, más
precisamente un día, inaugura y sintetiza la ruptura. Y aun cuando la
periodización toma como referencia años, estos expresan, indefectiblemente, un
día de esos años: 1943 significa así
4 de junio, 1955 significa 16 de
setiembre, 1976 significa 24 de
marzo. Por otro lado, en los casos en que el criterio de periodización no
remite directamente a la política, lo hace, alternativamente, a la economía. En
estas ocasiones, cuando no se alude sin más a la modificación en la tendencia
de variables económicas exclusivamente, reaparece el criterio acontecimental bajo la forma de una definición de política
económica bajo determinado gobierno.
Aunque el análisis pormenorizado de las regularidades
señaladas (periodizaciones que privilegian un criterio acontecimiental
y que localizan la discontinuidad en el espacio político o el económico),
excede el horizonte del presente trabajo, nuestra indagación se encuentra
permeada por preguntas como la siguiente: ¿no opera en estas formas de
periodización, veladamente, el problema de la determinación? Pareciera que en
el criterio de periodización habita, como expresábamos, una decisión previa no
explicitada: es en la política o en
la economía, siempre como disyuntiva y nunca como díada, donde los procesos
sociales encuentran unidad. La elección de privilegiar uno de esos espacios de
la vida social pareciera vincularse, así, a un silencioso principio de
jerarquía que funda la causalidad histórica. Por otra parte, ¿no habremos los historiadores naturalizado ciertos criterios
para fundamentar nuestras periodizaciones, descuidando la problematización de
los supuestos que los fundan? En otras palabras: periodizar es necesario,
inmanente a toda operación historiográfica; sin embargo, los criterios a través
de los cuales periodizamos no lo son. Si bien debiéramos atender a propiedades
inherentes a los objetos con los que trabajamos (su "temporalidad
diferencial" para retomar la expresión de Annales),
ellas rara vez se manifiestan. Estas problemáticas se presentan también, y de
manera recurrente, en los estudios sociales argentinos que sobre la base de la
categoría RA analizan y periodizan las transformaciones económicas de la
Argentina reciente.
En efecto, hacia mediados de los años `90, la versión
vernácula del regulacionismo parisino retomó –en su
análisis de la historia económica argentina– las periodizaciones de las lecturas
liberales dominantes que centran la crisis terminal del proceso de
industrialización por sustitución de importaciones en 1989. A partir de aquí,
se desarrollaría un nuevo RA que tomaría vigor en los años ’90 y que estaría
acompañado por una transformación en las formas institucionales que configuran
el modo de regulación (Neffa, 1998). Esta identificación de un nuevo RA a
partir de 1989 resulta coincidente con el planteo de Nun
(1995, 2001a), según el cual en los años ‘90 se advierte un nuevo régimen
social de acumulación que suplanta aquel que se encontraba en su fase terminal
y que expresa su mayor crisis hacia fines de los ‘80.
Contra este consenso historiográfico, y entre las
perspectivas que plantaron una renovación en la periodización, Basualdo (2006)
se posiciona recuperando en sus análisis la categoría RA. Ésta le permite
desarrollar una fuerte crítica a la periodización hasta entonces dominante, que
implicó un verdadero giro en las interpretaciones de, por ejemplo, el papel de
la última dictadura cívico-militar. El autor centrará su crítica en la idea de
agotamiento de la ISI, afirmando que hasta 1976 el ciclo de industrialización
en Argentina mostraba signos positivos. Es desde el golpe de estado que se
configura un nuevo RA, con la interrupción de la sustitución de importaciones y
la implantación de la valorización financiera.
Resulta imposible comprender estas periodizaciones
distintas con interpretaciones historiográficas contrapuestas, sin atender a la
jerarquización diferenciada de ciertos acontecimientos-bisagra en los propios
relatos históricos. Así, para algunos autores, el quiebre que implicó para la
realidad argentina la última dictadura cívico- militar y sus consecuencias en
todas las esferas de análisis, tiene supuestos teóricos y políticos
radicalmente diferentes de quienes centran las transformaciones en los cambios
introducidos exclusivamente por el gobierno menemista. Estas disimiles
interpretaciones no pueden sino asentarse sobre jerarquizaciones contrapuestas,
al interior de la categoría que ordena la periodización.
Tal como hemos advertido en esta breve presentación, las
categorías centrales de las perspectivas analizadas, aunque –parcialmente–
productivas en su esfuerzo por restituir el vínculo economía-política, se
encuentran atravesadas por una debilidad teórico-metodológica insalvable,
derivada de la negación o incorporación acrítica de un abordaje consistente del
problema de la determinación. Esto conlleva que dichas perspectivas, tanto en
su articulación conceptual interna cuanto, en las interpretaciones históricas
resultantes y sus propias periodizaciones, acaben por recaer en una forma
solapada aquella escisión, presentando la articulación entre lo económico y lo
político como una relación de exterioridad.
Por un nuevo programa de investigación
Sobre la base del reconocimiento de este conjunto de
limitaciones analíticas e inconsistencias conceptuales, presentes en las
formulaciones hasta ahora existentes, creemos necesario proponer el desarrollo
de un sólido trabajo de indagación que busque sentar las bases para una
(re)formulación de la categoría RA. Ello en la medida en que entendemos que el
núcleo de su consistencia conceptual radica en el vínculo sintético que ésta
permitiría establecer entre las formas de
valorización y los conceptos Estado, hegemonía y lucha de clases.
La categoría RA puede referir entonces así, a una síntesis económico-política
que articularía la relación entre: a)
la dinámica estructural dominante de valorización a escala global y aquella
vigente al interior de una formación social específica en determinado período,
junto a sus articulaciones, contradicciones y crisis endógenas; b) el proceso de lucha de clases que
configuran dicha dinámica a escala nacional, al interior del cual determinado
bloque social deviene dominante y logra imponer una direccionalidad específica
al proceso de valorización; y c) las
modalidades de articulación de los dispositivos estatales que permiten al
bloque dominante la reproducción ampliada de sus intereses de manera coherente
y estable durante cierto período. Bajo estos términos, dentro de formaciones
sociales capitalistas, delimitamos conceptualmente entonces al Estado como territorio, objeto y resultado
–simultáneamente– de la lucha de clases: una configuración institucional
–material y simbólica– conformada históricamente a partir de la disputa
estratégica que a su interior libran diferentes clases y fracciones
–articuladas como bloques sociales de poder– por la hegemonía; disputa
estructurada en torno a la direccionalidad del proceso de acumulación.
Desde aquí, y a partir de la síntesis conceptual que
supone, cabe destacar que la potencialidad heurística de la categoría RA
radica, para nosotros, en que permite visibilizar –al interior del análisis
histórico– que lo económico y lo político no designan conjuntos
estructuralmente separados de contradicciones, que se desarrollan a nivel de la
producción y la circulación/distribución, respectivamente. Por el contrario, la
categoría RA posibilitaría abordarlas como dimensiones co-constitutivas
de la realidad social: dimensiones que, aunque analíticamente distinguibles,
operan de modo orgánico y concurrente –no lógicamente sucesivo– en el proceso
de desarrollo histórico. Entendemos que cobran relevancia aquí los efectos
duraderos del proceso de escisión (teórico-política) entre estas dos
dimensiones al que contribuyeron diferentes campos disciplinares de las
ciencias sociales, en particular la conformación de la economía política
clásica y –especialmente– la síntesis neoclásica dentro de la teoría económica.
En esa medida esta categoría interpela, a su vez, los criterios en los que se
funda una de las operaciones fundamentales inherentes al análisis histórico: la
periodización (Saiz Bonzano, 2011).
Por otra parte, y en este mismo sentido, creemos que una
de las primeras tareas para la restitución del vínculo entre economía y política,
consiste en retomar una clave teórico-metodológica de análisis que permita
indagar en profundidad y con mayor alcance, a través de una crítica
histórico-conceptual, los modos en los que diferentes paradigmas y perspectivas
estructuraron –al interior de la economía política– el complejo vínculo entre
aquellas dimensiones, para poder disciplinar –con mayor rigurosidad teórica y
metodológica– herramientas analíticas consistentes para el estudio
históricamente situado del conflicto capital-trabajo.
Al mismo tiempo, quisiéramos destacar que el conjunto de
discusiones que aquí proponemos se encuentra atravesado por dos núcleos
teóricos principales de la teoría social contemporánea. El primero de ellos
refiere a la tensión que mantienen las nociones de estructura y agencia al
interior de la teoría social, en el esfuerzo por dotar de un marco de
inteligibilidad a las prácticas y los procesos históricos. Por otra parte, el
segundo remite a la centralidad del conflicto
capital-trabajo en la configuración de las formaciones económico-sociales
contemporáneas; con él, y particularmente a partir de lo que ha dado en
llamarse la metáfora estructura /
superestructura utilizada por Marx ([1859] 1980), una de las formas en que
al interior de la tradición marxista se actualizará de manera permanente
aquella tensión entre prácticas objetivadas y agencias estructurantes.
En particular, nuestra perspectiva analítica suscribe con
el esfuerzo de aquellas corrientes de la teoría social contemporánea que han
intentado superar tanto el mecanicismo economicista, como el subjetivismo
implícito en la autonomización absoluta de la esfera política (Thompson, 1978; Meiksins Wood, 1983; Bourdieu y Wacquant,
2005). Asimismo, al centrar el análisis en el capital en tanto relación social
determinante,[12]
consideramos al conflicto entre la producción social y la apropiación privada
como la contradicción fundamental de las sociedades contemporáneas (Marx,
[1867] 1975).
Sobre la base de estas consideraciones y con el objetivo
de (re)formular una categoría con gran potencialidad heurística para el
análisis de la historia económica, creemos fundamental desarrollar un abordaje
multidimensional estructurado a partir de tres estrategias de investigación:
(1) una crítica histórico-conceptual de las "situaciones clásicas",[13] orientada
a analizar el modo en que los principales paradigmas del campo disciplinar de
la economía política construyeron la (des)vinculación entre lo económico y lo
político en su aproximación a la realidad social; (2) una crítica conceptual de
las categorías centrales que estructuran las principales perspectivas
heterodoxas que, en el marco de su cuestionamiento al entramado teórico de la
síntesis neoclásica, se propusieron restituir el vínculo economía-política; (3)
un análisis comparado de un conjunto de propuestas conceptuales y estrategias
metodológicas que, al interior de los estudios sociales argentinos, se
conformaron a partir del trabajo de investigación empírica sobre el análisis
históricamente situado del conflicto capital-trabajo.
La primera estrategia de investigación planteada, de
carácter histórico-conceptual, requeriría realizar una revisión crítica de
obras y autores centrales en la historia del pensamiento económico orientada a
indagar, mediante el modo en que son formuladas sus categorías económicas
principales, cómo se expresa la conflictiva articulación entre lo económico y
lo político dentro de estos paradigmas "fundacionales", considerados
como teorías sociales.
La segunda estrategia procuraría identificar y
problematizar la estructura conceptual de la teoría de la regulación, la
economía radical americana y la nueva economía institucional, principales
matrices teóricas de referencia de las diversas formulaciones existentes de la
categoría RA. Estos enfoques surgieron en la década de 1970 en el marco de la
crisis que dio lugar al proceso de reestructuración capitalista, como
interpelaciones críticas a los paradigmas teóricos entonces dominantes y, en
particular, en confrontación abierta con la centralidad creciente de la
síntesis neoclásica al interior de la teoría económica. Como parte de ese
esfuerzo compartido, interrogándose sobre las causas estructurales de aquella
crisis y procurando dar cuenta de la sostenida capacidad de recomposición del
modo de producción capitalista frente a su inestabilidad sistémica y sus crisis
endógenas, estas tradiciones construyeron diferentes entramados conceptuales
orientados a (re)vincular lo económico y lo político en el abordaje de
situaciones históricas concretas, construyendo nuevas categorías analíticas que
posibilitan periodizar y analizar el devenir histórico-económico de las
sociedades contemporáneas, tales como «modo
de desarrollo» (Aglietta, [1976] 1986) y «estructuras sociales de acumulación»
(Gordon, Edwards y Reich, 1982) o que buscan redefinir lo económico desde su
anclaje institucional (North, [1990] 1993). De esta manera, esta segunda
estrategia de indagación debería recuperar los esfuerzos realizados por las
tradiciones teóricas referidas para repensar las formas de lo económico
restituyendo su dimensión política y procurando una aproximación a los alcances
de sus postulados teórico-epistemológicos a partir de una crítica conceptual de
sus categorías estructurantes.
La tercera estrategia de investigación recuperaría
diversos aportes desarrollados por un conjunto de investigaciones empíricas,
formuladas al interior de los estudios sociales argentinos y con diversas
procedencias disciplinares (economía política, sociología económica, historia
económica), cuyos objetos se encuentran delimitados en la intersección de lo
económico y lo político. En un abordaje crítico y relacional, el análisis de
dichas investigaciones permitiría establecer la posibilidad de articular
críticamente un conjunto de propuestas conceptuales y estrategias
metodológicas, desarrolladas a partir de las exigencias que impone el análisis
históricamente situado del conflicto capital-trabajo.
Creemos que todo ello permitiría, por una parte, indagar
en torno al modo en que distintas perspectivas resuelven la vinculación entre
lo económico y lo político, en el marco de la operativización empírica de sus
categorías analíticas. Por otra parte, posibilitaría dilucidar la densidad
conceptual y la potencialidad heurística de éstas, a partir de la consistencia
teórico-metodológica de su operativización.
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Recibido: 10/05/2019
Evaluado:
14/06/2019
Versión Final: 01/08/2019
[1] Este
trabajo recupera discusiones y avances desarrollados en el marco del proyecto
de investigación SECyT-UNC “Lo económico y lo
político como dimensiones co-constitutivas de la
realidad social. Aportes teóricos y metodológicos para el estudio situado del conflicto
capital-trabajo en Argentina”, dirigido por la Dra. Silvia Morón. Asimismo, agradecemos
las observaciones y sugerencias formuladas por dos árbitros anónimos para la
corrección del presente artículo.
[2] Entre los pocos trabajos que la
abordan específicamente se encuentran Basualdo (2007 y 2019), junto a Schorr y Wainer (2017). Asimismo,
entre los aportes formulados en una clave similar a la que organiza la presente
contribución, cabe mencionar aquí el de Nogueira (2010).
[3] Reelaboraciones del mismo ensayo
pueden consultarse en Nun (1987b y 1989), mientras
que la misma definición de la categoría que nos ocupa puede verse en Nun (2001b).
[4] Sobre los debates intelectuales que
tuvieron lugar en Latinoamérica entre fines de los ´70 y principios de los ´80,
así como las hipótesis explicativas del “giro democrático” y la programática
teórico-política que fue conformándose en torno a la denominada
"transición democrática", pueden consultarse los trabajos de Lesgart (2002 y 2004) y Lechner (1982 y 1988). Una
sintética reseña de estos en relación a aquellos tópicos puede encontrarse en
Saiz Bonzano (2012) y Morón y Caro (2013), que operan
como referencia inmediata de las reflexiones que aquí desarrollamos.
[5] En efecto, en todos los trabajos
referidos arriba este autor remite a las obras de Gordon, Edwards y Reich
(1982), Block (1986) y Jessop (1983) al momento de
conceptualizar la categoría «régimen social de acumulación». Con posterioridad,
recién en el ensayo de 1989, Nun mencionará al regulacionismo francés señalando que "más
recientemente, he tomado conocimiento de las significativas contribuciones de
la llamada ´escuela francesa de la regulación`, que reserva el nombre de régimen de acumulación para las
relaciones económicas y llama modo de
regulación al conjunto de instituciones y pautas de conducta que las
controlan" (1989: 122, nota 20; cursivas en el original), remitiendo a la
lectura de Lipietz. Por último, cabe señalar que Nun reconoce posteriormente el parentesco con la teoría de
la regulación y –especialmente– con el enfoque norteamericano de las
"estructuras sociales de acumulación", pero se distancia de ambas
perspectivas en la medida que, según afirma, le “otorgan un papel determinante
a la forma particular de organización del trabajo en la empresa industrial lo
cual suele teñirlos de un economicismo excesivo” (Nun,
2001a: 598; cursivas nuestras).
[6] Ello en la medida que, al decir de Nun, comparten la perspectiva según la cual "los
comportamientos de los agentes económicos se agregaban por sí mismos en
totalidades coherentes" (Nun, 1987a: 36-37).
[7] Al cual, tal como vimos arriba,
pareciera definir en sintonía con la teoría estándar como resultado de opciones
individuales a nivel microeconómico. A este respecto, al abordar la
"dialéctica de estructuras y de estrategias" –que veremos más
adelante−, consideramos significativo que Nun refiera
a la fuerza inercial de los marcos institucionales y las imágenes e
interpretaciones en las que aquélla se concretiza, en términos de "una
particular organización del mercado o una determinada estructura de precios
relativos" (1987a: 39-40).
[8] Nun se
acerca significativamente a los regulacionistas al
describir esta intervención del Estado en la economía, en particular
precisándola como orientada a "organizar los mercados, los sistemas de
moneda y de crédito, la oferta de mano de obra, las relaciones entre
trabajadores y empresarios, los servicios de infraestructura, el comercio
exterior, las pautas de crecimiento urbano, etc." (ibíd.:
38).
[9] Aquí, el término "salida" se
nos presenta como problemático; no obstante, acabamos por utilizarlo a falta de
otro que nos exprese con mayor precisión. Asimismo, cabría otra aclaración:
nuestra categoría no habría permitido, en
sí misma, dicha "salida teórica"; sin embargo, sus implicancias
conceptuales la situarían en un punto arquimedeano de
la programática teórico-política de la "transición democrática".
[10] Nótese que numerosos trabajos de la
escuela francesa de la regulación han sido traducidos y editados en nuestro
país por el CEIL-PIETTE, en particular la producción de Robert Boyer. Asimismo,
en cuanto a las relaciones institucionales internacionales de aquel Centro,
además de las mantenidas con el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO),
destacan las vinculadas a diferentes agencias públicas francesas de
investigación: el CEIL-PIETTE es sede de la Red Franco-Latinoamericana de
Investigadores sobre Trabajo y Tecnologías, teniendo a su cargo su coordinación;
mantiene una relación privilegiada con el Centre
de Recherches et Documentation
sur l´Amérique Latine (CREDAL), UMR del CNRS y de
la Universidad de París III; al tiempo que es la agencia de ejecución de varios
convenios firmados por el CONICET con instituciones como el Centre de Etudes
et de Recherches sur les Qualifications
(CEREQ), el Equipe de Recherche
"Travail et Mobilités"
de la Universidad de París X y el Centre d´Etudes de l´Emploi (CEE).
[11] Basualdo (2001) recupera el
concepto gramsciano de hegemonía a partir de los aportes de Gramsci (1974) y
Portelli (1980), mientras que en otro trabajo (Basualdo, 2007) retoma las
contribuciones de Poulantzas (1976) y O´Donnell
(1984) para profundizar en vínculo entre acumulación, dominación, clases
sociales y Estado. En ese mismo texto, refiere también a la matriz
insumo-producto −y la formación de bloques sectoriales− desarrollada por Leontief (1985), y a Marx (1975) para la conceptualización
de los procesos de concentración y centralización económicas. En cuanto a la
categoría que nos ocupa, Basualdo (2006) retoma para su conceptualización a
Boyer (1989), Arceo (2003) y Nun (2001b).
[12] El sentido en el que recuperamos aquí
la categoría determinación y sus
problemas derivados coincide con el precisado por Wiliams
(1978).
[13] Schumpeter utiliza este término como
forma de categorizar los desplazamientos
paradigmáticos dentro de la historia del pensamiento económico, definiendo
a la situación clásica como “el logro
de concordancia sustancial tras un largo periodo de pugnas y controversias, la
consolidación del trabajo nuevo y original precedente” (1982: 87). Cabe
destacar aquí que, tal como lo indica nuestro énfasis en torno a los
desplazamientos paradigmáticos, éstas nos interesan por el momento fundacional
que importan, antes que por la "concordancia" que expresan.