Poder, memoria e identidad en San Luis. Acerca de la “puntanidad”
en la construcción del poder hegemónico de la provincia
Power, memory and identity in San Luis. On the “puntanidad” in the
construction of the province’s hegemonic power
-Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y
Ambientales,
Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas.
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,
Universidad Nacional de Cuyo (Argentina)
Resumen
En el
presente trabajo nos proponemos una aproximación a la construcción del poder
político vigente en la provincia de San Luis desde 1983, indagando en los mecanismos
de producción y reproducción simbólica que consolidan su hegemonía. El
interrogante que guía este artículo es ¿dónde encuentra sus fuentes de
legitimación el poder local y cómo las utiliza? En este sentido, nuestra
preocupación se centra en los usos del pasado que hace el bloque dominante
puntano, la imagen que construye sobre éste y el tipo de identidad que desde
allí impulsa.
Presentamos
en las siguientes páginas un primer acercamiento a la temática de la identidad
y su relación con la memoria a través de la denominada “puntanidad”.
Palabras Clave
San Luis; Hegemonía; Identidad; Memoria; Puntanidad
Abstract
In this paper we aim to approach the topic of political power
construction in effect in the province of San Luis since 1983, examining the
mechanisms of production and symbolic reproduction that consolidate its
hegemony. The question that guides this article is: where does local power find
its sources of legitimacy and how does it use them? In this sense, our concern
is focused on the uses of the past that the Puntano dominant block makes, the
image of it that it builds and the type of identity it drives from there. In
the following pages we present a first approach to the theme of identity and
its relationship with memory through the so-called “puntanidad”.
Keywords
San Luis; Hegemony;
Identity; Memory; Puntanidad
Introducción
¿Cómo se articulan poder, historia y memoria?
¿De qué forma las miradas sobre el pasado son puestas en juego en la
construcción del poder? Si todo poder necesita legitimarse ¿dónde encuentra el
poder puntano los elementos que hacen a tal legitimación? Nos interesa abordar
estos interrogantes a través del análisis de la construcción del poder político
en la provincia de San Luis[1].
Nuestra preocupación es dilucidar cuáles son los mecanismos de producción y
reproducción simbólica que han permitido que un mismo bloque de poder gobierne
dicha provincia desde 1983.
En síntesis qué y cómo recuerda el poder
puntano y cómo dicha operación forma parte del entramado de dominación.
Como hipótesis de trabajo sostenemos que la
difusión de una mirada de la historia lineal y evolutiva, centrada en la
ausencia de conflictos, el culto a la personalidad y la idea de un destino de
grandeza de la provincia, abona a una identidad estática y homogénea de los/as
puntanos/as que obtura la posibilidad de pensar formas de organización social
diferentes.
A fin de avanzar en dicho sentido nos
proponemos analizar las características que asume el relato dominante sobre el
pasado en la provincia y sus modos de circulación, a partir del análisis de un
conjunto de fuentes que se detallan a continuación. Nos interesa advertir como
ello se relaciona con la construcción de una identidad sobre el ser puntano/a.
El presente trabajo retoma y se enmarca
dentro de las discusiones sobre la construcción de las memorias sociales, los
usos políticos del pasado y su relación con la construcción de las identidades.
La vasta literatura existente sobre estos
tópicos nos permite ampliar el abanico de herramientas para el análisis de
fenómenos complejos que a nuestro entender requieren de miradas que superen
formas binarias de pensamiento, tales como los pares oficial/subalterno,
manipulación/represión, local/nacional para poder ver así los entrecruzamientos
y mutuos condicionamientos.
En estas páginas haremos foco en los usos
oficiales del pasado por parte del bloque dominante puntano, pero sin perder de
vista la necesaria profundización que tendremos que realizar a futuro sobre
cómo otros espacios institucionales y grupos sociales participan en la
construcción de las memorias y por tanto cómo se recepciona, consensúa y
resignifica la visión dominante y cómo, al mismo tiempo, dichos procesos
tensionan y modifican al poder.
En este sentido, es inevitable la referencia
a los numerosos aportes existentes en el campo de los estudios de la memoria
entendida en tanto construcción social y en permanente disputa, desde los
trabajos clásicos como los de Halbwachs (2004) a otros más cercanos en el
tiempo como Yerushalmi (1998);
Loreaux (1998); Traverso (2007); Pollak
(2006); Jelin (2002), entre otros.
Si la construcción de las memorias da cuenta
de los sentidos que los sujetos otorgan a la experiencia vivida, la disputa en
torno a las interpretaciones y relatos sobre el pasado es inherente al mismo
proceso de construcción y por tanto dicha disputa se manifiesta en las
características que las identidades adquieren. Su análisis, por tanto, es
fundamental para la comprensión de las relaciones sociales. Las identidades se
establecen y mantienen a través de una variedad de prácticas, lugares y formas
de memoria: se explican en términos de memoria, se sostienen sobre los
recuerdos (Da Silva Catela 2001).
Desde este punto de partida es que nos
proponemos reflexionar sobre cómo los diversos grupos articulan en sus relatos
visiones del pasado. En este sentido, son numerosos los aportes tales como el
análisis de Henry Rousso (2012) sobre las memorias en torno a Vichy o la
necesidad de analizar qué se recuerda y qué se olvida como propone Alessandro
Portelli (2013) en su influyente trabajo sobre las fosas arditianas y sus
aportes sobre el quehacer de la historia oral.
Siguiendo a Ruth Sautu (2003), nuestro
trabajo se enmarca en los estudios cualitativos del tipo histórico-narrativo[2]. En
esta línea abordamos por un lado el análisis de trabajos existentes sobre la
temática mediante la estrategia bibliográfica. Dicha revisión nos ha
posibilitado establecer criterios desde los cuales abordar el análisis de
materiales escritos sobre la “puntanidad”. Tomamos dichos materiales como
muestras representativas del discurso en circulación teniendo en cuenta dos
criterios: por un lado, su intención explícita de definir y ejemplificar qué se
entiende por “puntanidad”; por otro lado, los espacios institucionales en los
que se originan y los canales de circulación por los que se difunden,
organizaciones de la sociedad civil en un caso y agencia de noticias web del
gobierno de la provincia en el otro, la cual incluye entre sus secciones una
denominada “puntanidad”.
En primer lugar, daremos cuenta del punto de
partida conceptual para analizar la provincia de San Luis; en segundo lugar,
presentaremos los rasgos que adquiere la identidad del puntano/a de acuerdo a
la construcción del bloque dominante y su relación con la mirada del pasado;
finalmente analizaremos una selección de materiales sobre la denominada
“Puntanidad” que circulan en San Luis a través de medios con amplia llegada a
la comunidad.
Lo local y
lo regional o la posibilidad de pensar la historia en relación
Al indagar en los estudios previos que
abordan la provincia de San Luis en los temas que referimos, observamos que la
literatura continua siendo escasa. No obstante partimos de los aportes
existentes sobre la caracterización del poder puntano (Samper, 2006; Trocello,
2008), de las contribuciones sobre la identidad y los discursos del poder
(Rinaldi, 2010; Tomadoni y Oviedo,2000) y los debates en torno a los usos de la
historia, el papel de los historiadores y su relación con la política
(Argüello,2019; Samper O.,2017; Fernández y Suarez,2015), entre otros.
En contraste, en otras provincias asistimos a
un notable crecimiento de investigaciones sobre la relación historia, política
y memoria en espacios locales. Si bien abarcan períodos temporales diversos
contribuyen a nuestro estudio en tanto herramientas para trabajar la escala
local (más no localista) y su relación con las dinámicas nacionales. Asimismo,
ponen el énfasis en los usos del pasado como forma de legitimación del poder y
se enmarcan en el campo de los estudios de la memoria en los que aquí
abrevamos. Tal es el caso de Marta Philp
(2011) y sus indagaciones sobre Córdoba; Eduardo Escudero (2017) sobre Río
Cuarto; Ana Teresa Martínez (2013) sobre Santiago del Estero y Yolanda Urquiza
y Silvia Jordán (2014) en Misiones, entre otros.
Ahora bien, para poder abordar el entramado
de poder puntano y los pilares sobre los que se asienta, se torna necesario dar
cuenta del punto de vista desde el cual tomamos nuestro objeto. En este
sentido, nos preguntamos cómo trabajar un caso específico sin que ello adopte
las características de un “estudio de caso”.
Dicha pregunta se basa en la preocupación por
encontrar formas de poner en diálogo y relación los procesos históricos
nacionales con los provinciales de modo tal que los segundos no queden
subsumidos a los primeros, pero, al mismo tiempo, no perdamos de vista que el
caso no es en sí mismo sino que es en relación.
En esta línea, queremos cuestionar aquellas
visiones que parten de la idea de “feudo” para explicar ciertas dinámicas en
las provincias gobernadas por un mismo bloque de poder durante largos períodos
de tiempo. Consideramos que tales posiciones no sólo revisten un error de tipo
teórico y de análisis histórico, sino que simplifican y obturan la posibilidad
de alcanzar una comprensión más profunda de fenómenos de gran complejidad que
no se adaptan a la historia nacional[3].
Para el caso de San Luis, la noción de
“feudo” es aplicada corrientemente y permite observar rápidamente que la
provincia vive bajo un poder concentrado en pocas manos y que gran parte de la
población depende directamente del Estado y del poder discrecional del gobierno
para su subsistencia. Sin embargo, consideramos que aunque puedan existir prácticas
en la vida social y política que remitan a la relación feudal, de ningún modo
ello es suficiente para definir a la provincia como un feudo. San Luis, al
igual que las demás provincias se encuentra inserta en las lógicas de
producción y acumulación capitalista que la incorporan a su vez al mapa
nacional y regional[4].
Disentimos entonces con aquellos estudios que
explican la dominación en San Luis a partir de una “familia dueña” de la
provincia que ejerce el poder en forma directa ya sea por “tradición”, por
“atraso cultural” o por “concentración patrimonial”. Tal es el caso de trabajos
como La manufactura de ‘ciudadanos siervos’. Cultura política y regímenes
neopatrimonialistas de Gloria Trocello (2008) o San Luis entre el atraso y el
autoritarismo de José Samper[5] (2006)
por mencionar algunos trabajos que abrevan en estas líneas de pensamiento.
Aun cuando estos rasgos estén presentes
consideramos que no pueden tomarse como explicaciones únicas, en tanto
contribuyen a simplificaciones que dejan de lado elementos sustanciales para la
construcción del poder hegemónico tales como: las trayectorias políticas de
quienes lo detentan; el carácter histórico del entramado que se conforma desde
1983 y su relación con la dinámica nacional antes, durante y después de la
última dictadura; el contexto económico, político y social nacional y
provincial; los otros sectores además de
la “familia gobernante” que intervienen en el poder; la relación
Estado-sociedad civil; etc.
Retomamos entonces la noción gramsciana de hegemonía
para aproximarnos a explicar qué es lo que hace posible que San Luis sea
gobernada desde 1983 por el mismo bloque de poder. Es decir, nuestro interés
radica en abonar a una comprensión del entramado de coerción y consenso que se
constituye a partir del retorno a la democracia y que deviene en “consenso
activo de los dominados” (Gramsci, 1971).
En esta línea, se trata entonces de
comprender que la construcción hegemónica y sus elementos ideológicos se
asientan sobre bases materiales pero que adquieren una “relativa autonomía” que
permite que la dimensión política no se vea inmediatamente modificada por los
vaivenes del elemento económico (Thwaites Rey, 1994). Para el abordaje de
nuestro objeto creemos fundamental dar cuenta de tal “autonomía relativa” de
los elementos ideológico-culturales y su función en la construcción de la
legitimidad del poder. Las bases materiales de la dominación nos permiten ver
que San Luis no puede ser explicada sólo desde las voluntades individuales de
sus gobernantes y por tanto deben tenerse en cuenta los sistemas de alianzas y
la relación estado- sociedad civil. Nos permitimos una cita extensa que creemos
da en el punto de lo que aquí buscamos mostrar:
“Lo que con mayor énfasis quiere
destacar Gramsci es que la clase dominante ejerce su poder no sólo por medio de
la coacción, sino además porque logra imponer su visión del mundo, una
filosofía, una moral, costumbres, un ‘sentido común’ que favorecen el
reconocimiento de su dominación por las clases dominadas. Pero a su vez, y he
aquí una cuestión fundamental, la posibilidad de difusión de ciertos valores
está determinada por las relaciones de compromiso que la clase dominante
efectúa con otras fuerzas sociales, expresadas en el Estado, que aparece como
el lugar privilegiado donde se establecen las pujas y se materializan las
correlaciones de fuerzas cambiantes en ‘equilibrios’, ‘inestables’ por
definición, entre los grupos fundamentales antagónicos…” (Thwaites
Rey, 1994)
Lo dicho hasta aquí nos obliga a reflexionar
y a complejizar nuestra mirada acerca del poder puntano y acerca de lo que
significa “consenso” activo. Entendemos que ese consentimiento “…no se expresa
como consenso ideológico abstracto, más allá de toda realidad concreta de las
masas, si no que arraiga en la percepción profunda de sus condiciones de vida,
aun ‘tras la lente distorsionada’…de la ideología dominante…” (Thwaites Rey,
1994). Es decir, necesariamente el poder retoma y resuelve algunas demandas de
las clases populares que contribuyen a consolidar un poder que de otro modo
sería sólo represión.
De este modo el pensamiento gramsciano nos
permite advertir que el poder en San Luis no puede entenderse ni como mera
represión ni como sólo manipulación, polos en los que oscilan algunos de los
abordajes existentes. El punto entonces es indagar en aquellos mecanismos que
permiten al bloque de poder puntano mantenerse a lo largo del tiempo,
consiguiendo y reactualizando una adhesión que se logra a través de un sutil
equilibrio entre la resolución de algunas demandas (otorgándole dimensión
material a la dominación) y la construcción de un sólido andamiaje ideológico
que permite la reproducción del poder.
Al mismo tiempo, problematizar la noción de
feudo nos insta a profundizar en la relación entre lo común y lo específico,
entre lo provincial y lo nacional. Es decir, romper con la idea de lo
“extraordinario”, lo “excepcional”, que sólo se entiende en sí mismo, para
pensar en términos de relaciones, contribuyendo así a explicaciones más
profundas acerca del poder, la cultura política y la relación
provincias-nación.
Pensar en relación implica pensar también en
diversas escalas, es decir, cómo se van concatenando niveles y cómo éstos se
condicionan mutuamente. Creemos necesario asumir una mirada que tome a los
casos provinciales no como meros ejemplos de la historia nacional. Como propone
Jensen, dejar de entender lo local, regional y nacional bajo una “lógica
jerárquica que reduce a las dos primeras a la exclusiva condición de
laboratorio para comprobar lo pensado para la Historia con mayúsculas” (2010).
Por ello, coincidimos con Bandieri (2017) en
que la historia local/regional puede volverse: “un campo fértil y operativo,
sobre todo si se evita su delimitación anticipada y se atiende a la
construcción de relaciones sociales que, en última instancia, permitirán su
definición como ámbito regional…”.
En síntesis, ingresamos desde San Luis para
poner en cuestión verdades macro, la Historia y la Memoria con mayúsculas que
diluyen las especificidades y no permiten advertir así el espectro de prácticas
diversas, dispares y heterogéneas en el ejercicio del poder. Y, como
contracara, criticamos aquellas visiones que ven en experiencias como la de San
Luis sólo la excepción que confirma la regla.
Historia e
identidad: acerca de la ‘puntanidad’ en el discurso oficial puntano
Según Rinaldi (2010) “Gramsci al referirse a
la organización material que hace que una clase dominante mantenga, defienda y
desarrolle su ‘frente’ teórico e ideológico enfatiza el papel de la prensa…” punto
que puede generalizarse actualmente a todos los medios de comunicación. No
obstante, la autora siguiendo al pensador italiano también advierte que la
prensa es la parte más dinámica de esta estructura ideológica, pero no la única
y que, por tanto, debe incluirse todo aquello que influye o puede influir en la
opinión pública: las bibliotecas, las escuelas, los círculos y clubes de
distinto tipo, hasta la arquitectura, la disposición de las calles y los
nombres de éstas (Rinaldi, 2010).Siguiendo sus señalamientos, en este apartado
haremos un aproximación al entramado de instituciones y herramientas a través
del cual se construye el relato oficial en relación al pasado.
Dentro de los estudios existentes sobre la
construcción de poder en la provincia aparece como pieza fundamental el control
de los medios de comunicación, en especial, El Diario de la República,
periódico más importante y de mayor tirada en San Luis. El mismo fue adquirido
por los hermanos Rodríguez Saá en 1984. Es sin duda el principal canal de
difusión de la ideología dominante.
La centralidad de este medio ha sido
complementada a lo largo del tiempo con producciones en otros soportes y
canales que hacen a la difusión de los discursos hegemónicos sobre el pasado
provincial: fascículos especiales; publicaciones conjuntas entre el Diario e
instituciones creadas a tal fin; fundaciones y organizaciones destinadas a la
producción y circulación de materiales; programas y políticas culturales
impulsadas desde el Estado.
Algunos investigadores (Tomadoni &
Oviedo, 2000; Rinaldi, 2010; Argüello, 2018) han delineado los rasgos que
resalta el discurso dominante sobre la historia de la provincia y la identidad
de los/as puntanos/as. Nos centraremos en este punto sin pretensiones de
agotarlo.
Nuestro interés entonces, dentro de las
construcciones simbólicas del bloque de poder, está en los aspectos ligados a
un relato “en sentido único” relativo al pasado y al forjamiento de una
identidad “desde arriba”, que opera legitimando el poder vigente en la provincia
de San Luis. En una línea de largo
aliento, éste ancla en la negación del conflicto y lo diferente; refuerza el
destino de grandeza de San Luis y la identidad del puntano frente a una
postergación indefinida de la provincia por parte de la nación (Rinaldi, 2010).
Asimismo, marca importantes silencios sobre experiencias y prácticas que pongan
en cuestión las bases del relato. Ello se evidencia, por ejemplo, en el
silenciamiento del genocidio en Argentina y el borramiento de los rasgos
sociopolíticos contestatarios de la sociedad puntana en los años previos a la
dictadura, específicamente, del período 1973-1976[6].
Tomadoni y Oviedo (2000) resaltan como
dimensión ideológica presente en el discurso dominante:
“…el ‘relato’ del destino de
grandeza del pueblo puntano, que ha permanecido en situación de mera ‘potencia’
desde las guerras por la Independencia, sin que su realización se tornara
posible hasta el gobierno del Dr. Rodríguez Saá. Es a partir de 1983 que ese
destino comienza a encarnarse en logros crecientes en todos los ámbitos de la
vida personal y colectiva”.
Según Rinaldi (2010) “el relato en torno al
cual la familia Rodriguez Saá construye la justificación histórica de su
dominación, se sostiene en una pseudo-crítica a la historiografía local y en la
reinvención de una supuesta ‘verdadera historia’…”. Esta “verdadera historia”
se caracteriza también por sacar a la provincia de la falta de reconocimiento a
la que la nación la habría confinado. Se asienta sobre pasados lejanos con
especial énfasis en la participación de San Luis en las luchas por la
independencia, dentro del ejército sanmartiniano[7].
Entre los canales de producción y circulación
de los materiales de “revisión” de la historia encontramos, por un lado,
instituciones creadas específicamente para esta labor y, por otro lado,
acciones y políticas públicas orientadas en este sentido. Entre las primeras ya
Rinaldi (2010) destacaba el lugar ocupado por el ICCED (Instituto Cultural y
Científico El Diario) de cuantiosa actividad durante la década del ‘90, a
través del cual Alberto Rodríguez Saá “intenta una… rearticulación de las
relaciones entre profesores/as de historia, geografía y ciencias de la
educación, agentes del campo de la cultura…y el campo del poder, mediada por
prebendas políticas”. El instituto publicó y distribuyó una importante cantidad
de libros sobre figuras destacadas de la provincia, obras literarias, de
historia, entre otros[8]a través
de El Diario de la República, y auspició actividades culturales diversas. Al
mismo tiempo la FISAL (Fundación de Investigación Social Argentino
Latinoamericana), fundada por Adolfo Rodríguez Saá en 1999, lleva adelante
cursos de formación, así como también investigaciones cuyo objetivo es
contribuir a la elaboración de políticas públicas, poniendo de manifiesto su
ligazón directa con el poder.
En lo que respecta a políticas impulsadas
directamente desde el Estado, podemos mencionar el otorgamiento de subsidios y
becas para producciones artísticas y culturales, por ejemplo, las becas BAS
XXI; medidas que fomentan publicaciones sobre temáticas diversas de la cultura
provincial como el subprograma San Luis Libro[9];
la creación de museos y monumentos[10]
como el Museo de la Poesía Juan C. Lafinur[11].
El gobierno provincial llevó adelante un fuerte accionar entorno a la figura de
Lafinur, incluso repatrió sus restos en 2007. Se realizan hasta hoy reiterados
homenajes destacando entre otras cosas su parentesco con Jorge Luis Borges y la
admiración que éste le profesaba a modo de refuerzo de su destacable figura.
Asimismo, a los medios de comunicación
tradicionales (prensa, canal de televisión estatal, radios) se agrega con mayor
énfasis en los últimos años el uso de redes sociales y sitios web. Tal es el
caso, por ejemplo, de la Agencia de Noticias San Luis perteneciente al gobierno
de la provincia.
Siguiendo a Rinaldi (2010) podemos afirmar
que el poder puntano construye su justificación histórica de dominación en una
“pseudo-crítica a la historiografía local y en la reinvención de una supuesta
‘verdadera historia’”. Lo que de tal operación se desprende entonces, es el
“destino de grandeza” de la provincia continuamente relegada por la nación que
encuentra su rumbo una vez que Adolfo Rodríguez Saá asume la gobernación y
comienza la modernización de San Luis, a través de la industrialización.
Cabe destacar que el principal impulsor y
vocero de la “verdadera historia de San Luis” es el propio Alberto Rodriguez
Saá quien, a través de sus discursos, conferencias y políticas, desde distintos
resortes del Estado y también como integrante de organizaciones de la sociedad
civil, ha materializado tal producción. Sus argumentos retoman la labor de
otros historiadores y escritores como es el caso de Juan W. Gez, Víctor Saá,
Hugo Fourcade, Urbano J.Nuñez, Jesús Liberato Tobares, entre otros. Su mirada
no se basa en el trabajo del historiador exclusivamente sino que pone especial
énfasis en la literatura puntana y en lo que allí se encuentra sobre la
“esencia del puntano/a”.
Si bien la relación entre el discurso oficial
y la producción historiográfica requiere de un trabajo aparte, queremos
mencionar algunos aportes que creemos dan luz sobre los puntos que venimos
desarrollando. En este sentido, retomamos lo señalado por Tomás Argüello (2018)
quien destaca cómo el discurso hegemónico sobre la “puntanidad” se asienta
sobre un relato del pasado que ya se erigía hacia mediados del S.XX en la obra
de algunos historiadores como Urbano J. Nuñez. Asimismo, y en consonancia con
nuestro punto de partida en el que referimos el interés por dar cuenta del
entramado entre nación y provincia, Argüello observa que la obra de J. Nuñez
instala como legítimo un discurso del pasado provincial que condice con las
posturas hegemónicas de la nacionalidad que se asientan sobre la linealidad del
devenir histórico en el que los hechos se suceden por una suma de voluntades
individuales:
“…una visión progresiva de la
historia. Todo el proceso histórico se encamina hacia el progreso y grandeza
del pueblo puntano. Sus atributos cuantificados en términos morales son
expresados por sus héroes, vecinos destacados representantes políticos del
cabildo y luego de la revolución. En fin es un relato del pasado que describe
el accionar de distintos individuos destacados por el amor a su terruño y
valores patrióticos…” (Argüello, 2018)
En síntesis, se puede observar que algunos de
los rasgos distintivos del discurso hegemónico post ‘83 se sostienen en el
trabajo de historiadores, tales como la visión lineal y progresiva de la
historia, la grandeza a la que estaría destinado el pueblo puntano, el culto a
la personalidad y la inexistencia de conflictos. Ello abona la idea de que el
poder puntano elabora su legitimación a través de un discurso que retoma y
adapta las imágenes y formas planteadas por historiadores locales, quienes
reproducen interpretaciones de la historia nacional pero al mismo tiempo
señalan especificidades como la magnitud del aporte de San Luis a la gesta
sanmartiniana y cómo ello representa un hito que configuraría luego toda la
historia del pueblo puntano.
Por último, cabe agregar que si bien el poder
puntano hace un uso de los aportes de los historiadores adaptado a sus
intereses, las dificultades para la comprensión y conocimiento de la historia
de San Luis, tanto la reciente como la de periodos más alejados en el tiempo,
se encuentra en las falencias de la propia producción historiográfica, que
omite hechos o los adecua de acuerdo a cuanto éstos tensionan o cuestionan la
historia liberal.
En esta línea, coincidimos con Julio
Fernández y Mariano Suarez (2015) quienes en su trabajo Aportes para un estudio
histórico del período 1973-1976 en San Luis, dan cuenta del endeble método de
los historiadores puntanos y el marcado silencio sobre períodos específicos.
Señalan a su vez un claro interés ideológico por parte de los historiadores en
dicho silenciamiento ya que son procesos que cuestionan el sentido común. Los
autores muestran que a dicho lugar de ocultamiento ha sido destinada la
gobernación de Elías Adre (1973-1976) -vinculada a la Tendencia Revolucionaria-,
pero también, por ejemplo, el de la gobernación de Pablo Lucero quien ejerció
el poder durante la década de 1840.
Podemos afirmar que la posibilidad de
sostener el poder en el tiempo se relaciona, entre otros elementos, con la
construcción de un relato cuya articulación entre memoria y olvido debe
necesariamente homogeneizar la mirada y sacar del escenario todas aquellas
prácticas y discursos que puedan erosionar las bases de dicho poder. Como
vimos, San Luis es presentada a través del discurso dominante como una
provincia sin conflictos. En su argumentación San Luis es grande desde su
fundación y la posibilidad de alcanzar esa grandeza se ha visto obstaculizada
por las deudas que la nación mantiene con ésta. Si se ha “progresado” es
gracias al accionar de Adolfo y Alberto Rodriguez Saá, quienes han
“transformado la provincia”.
“La
puntanidad” en circulación
En este apartado nos proponemos analizar dos
artículos en circulación que fueron producidos desde ámbitos ligados al sector
dominante y que buscan conceptualizar y delinear lo que se entiende por
“puntanidad”. Tal concepto sintetiza ideas presentes desde hace décadas acerca
de qué es ser puntano/a y qué acciones “cultivan” su identidad y profundizan su
pertenencia a la comunidad. En estas delimitaciones de qué es ser o no ser
puntano/a se cuela la mirada hegemónica sobre el pasado, el conflicto (o su
ausencia), y el lugar de San Luis en la historia nacional descriptas más
arriba.
Los escritos que abordaremos son La
‘puntanidad’ (2013) elaborado por Cecilia Rojo y publicado en la Revista FISAL
como investigación realizada a pedido del gobierno de San Luis para el Plan
Maestro de las Culturas 2013-2023; y ¿Qué es la Puntanidad? (2015) escrito por
Matías Gómez y publicado en el sitio web Agencia de Noticias San Luis
dependiente del gobierno de la provincia.
La selección de estos artículos se hizo a los
fines de identificar cómo los aspectos que hemos venido señalando acerca del
discurso legitimador del poder puntano aparecen en diferentes registros. El artículo
de Rojo fue publicado en la revista digital de FISAL y presentado con carácter
de investigación destinada a fundamentar políticas públicas del gobierno
provincial. Por su parte el texto de Gómez apunta a un público más amplio
asiduo a un portal de noticias como es Agencia de Noticias San Luis.
Buscamos mostrar a través de estos textos los
puntos que referenciamos en los apartados anteriores: un discurso que se
caracteriza por una visión única del pasado, centrado en el culto a la
personalidad y en el destino de grandeza de la provincia, de carácter estático
y a-conflictivo; que desde el poder promueve una identidad homogeneizante,
acrítica, funcional al disciplinamiento e imposibilitada de pensar formas de
organización social diferentes.
La ‘Puntanidad’
Como ya mencionamos, la FISAL (Fundación de
Investigación Social Argentino Latinoamericana) fue fundada por Adolfo
Rodriguez Saá en 1999 y desde entonces lleva adelante acciones que buscan
implementar propuestas de “desarrollo y sustentabilidad” tanto para el ámbito
público como el privado. La fundación posee una publicación digital en la que
se presentan los resultados de investigaciones llevadas a cabo desde la
institución.
El artículo de Rojo reconstruye lo que es la
‘puntanidad’ desde distintas aristas. La naturaleza, como primera definición
del puntano: el territorio que lo comprende, las características geográficas
que formarían su carácter. La segunda, la cultura construida.
Rojo (2013) cita a Liberato Tobares[12] quien
define al puntano por:
“…su amor a la tierra…su
religiosidad profunda (religiosidad que no se limita al cumplimiento de las
ceremonias litúrgicas y que se amalgama fuertemente a su concepto de la vida a
la que asigna un valor trascendente y a
los valores que nutren su existencia); su vocación docente (Tobares se refiere
aquí a la época en que los hombres y las mujeres ‘antepusieron al logro de las
conquistas materiales, la educación como medio para alcanzar la plenitud
humana); su hospitalidad…; y su sentido de la libertad (San Luis hizo el más
alto aporte en términos relativos y en materia de hombres y bienes a la causa
de la emancipación nacional y americana, pese a ser la provincia más pobre de
Cuyo) …”.
Luego la autora se centra en la figura del
poeta puntano Antonio Esteban Agüero como referente de la puntanidad, en cuya
obra se encontrarían los rasgos que definen la identidad provincial.
La segunda parte del artículo hace foco en
una extensa lista de personalidades vinculadas a la ciencia y el arte como los
más altos modos de expresión de la “esencia puntana”. Posteriormente realiza un
recorrido en el cual se señalan los aspectos que sobresalen según la década
hasta llegar al año 1983, momento en el que empieza una “transformación
radical” de la provincia. En lo que se parece más a un resumen de gestión que a
una investigación sobre el tema, la autora enumera todas las acciones de
gobierno que desde 1983 contribuyen a la puntanidad y a la “profundización de
sus valores”: creación de instituciones específicas; becas y subsidios para lo
producción cultural; creación de monumentos; inversión en infraestructura
tecnológica y digitalización; etc. Citamos a continuación un fragmento a fin de
ilustrar el espíritu de la exposición:
“En una etapa más reciente de
nuestra historia cultural –que comienza con el retorno a la democracia en 1983
y se extiende hasta nuestros días- el pasado, el presente y el futuro conviven
conformando una nueva identidad puntana que abraza la naturaleza, sus
antepasados aborígenes y su folklore criollo, revaloriza su patrimonio y las
figuras de los grandes precursores, se enorgullece de su presente, marcado por
las florecientes industrias culturales, y se atreve a proyectarse hacia el
futuro promoviendo una cultura digital y medioambiental. A modo de ‘abrazo a
nuestro pasado’, desde el retorno a la democracia el Estado Provincial hizo
mucho por preservar nuestra ‘puntanidad’: protegió legalmente el patrimonio
cultural y natural de la provincia y creó nuevo patrimonio…” (Rojo 2013).
¿Qué es la
Puntanidad?
El texto elaborado por Matías Goméz, en
formato de nota periodística, busca reconstruir a través de las voces de
distintos referentes de la política, el arte y la cultura lo que es la
puntanidad. En el marco de la “Semana de la puntanidad”[13]
en 2015, el autor rastrea desde un registro periodístico la significación del
término y de las actividades que fomenta la ley. El medio en el que se publica
es un portal oficial del gobierno de San Luis cuya línea editorial responde al
mismo y reproduce de manera lineal los planteos del poder sea cual sea la
temática que se aborde.
El artículo inicia citando al entonces
gobernador Claudio Poggi y al principal impulsor de la puntanidad, Alberto
Rodriguez Saá. Nos permitimos una cita extensa de las palabras de este último
ya que consideramos se pone de manifiesto lo que a lo largo de este trabajo
hemos expuesto como características del discurso dominante sobre la identidad
local:
“La Puntanidad es el amor que le
tenemos a nuestra provincia… Pancha Hernández, Antonio Esteban Agüero, Jesús
Liberato Tobares, Carlos Sánchez Vacca, Yaco Monti, Kameleba, Los Watusi, entre
otros evocados, enraízan. ‘La Puntanidad es todo lo que nos diferencia de otros
pueblos, pero además todo lo que nos une a todos los puntanos y, además, es
nuestra alma, que va desde las cosas más sencillas hasta las más profundas’ …
Además de la gesta del pueblo puntano para la campaña libertadora del general
San Martín, del federalismo de los cabildantes, y el aporte de las maestras
puntanas al mundo, el ex gobernador se detuvo a repasar la vida de Rosendo
Hernández, Germán Avé Lallemant, Juan Crisóstomo Lafinur y el “Mono” Gatica.
Antes, aclaró: ‘En la historia de la cultura hay intereses. Es como una
literatura del pasado, escrita tratando de usar la mayor objetividad, pero
generalmente justificando intereses o ideologías. Esto no sirve para la
Puntanidad. El que da el veredicto de lo que es la Puntanidad es nuestro pueblo:
lo acepta o lo deja pasar’.
En cada expresión del pueblo,
sostuvo después, se ‘avivan nuestros sentimientos y nos generan unión’. También
consideró tomar a la expresión Sanluisismo como eje. ‘Sanluicentrismo. Miremos
a San Luis desde este centro. Miremos a la economía desde este centro, a la
geografía, a la historia, que la podemos contar igual. Miremos la revolución
científica y cronológica desde este centro. Miremos la globalización y los
avances del mundo desde este centro’, apuntó” (Gómez 2015).
La nota se desarrolla luego con breves
entrevistas realizadas a representantes del arte y la cultura. Cada uno de
ellos describe lo que a su entender contempla la idea de puntanidad y propone
acciones. Por cuestiones de espacio no nos referiremos a todas, tomaremos las
más representativas de la exposición.
La primera entrevista es a Liberato Tobares,
quien vuelve a mencionar su definición del puntano que expusiéramos más arriba
y en la que no redundaremos. Luego el escritor puntano Jorge Sallenave también caracteriza
al puntano:
“En general, durante la época que
yo toco [años ‘50 y ‘60], el puntano era un tipo muy solidario, quizás
demasiado tímido en algunas cosas. Respetuoso por demás, confiado, y
desinteresado’, describió el escritor, acerca de lo que considera ‘la esencia
del puntano’. ‘Además, en gran medida, es un tipo culto. Busca siempre tener
conocimientos’…El escritor además señaló que hubo un giro de 360º cuando, por
diversas acciones políticas, San Luis dejó de considerarse como un lugar de paso,
para convertirse en un destino… Pese a todo, es posible y quizás deseable que
la historia ‘nos hable’, que esas voces antiguas y nobles nos sigan dictando
caminos por donde transitar. A mí me gusta imaginar que es así, sentir que la
memoria de San Luis nos ayuda a construir y condiciona nuestro presente. Sobre
todo porque la historia de nuestra provincia está llena de hechos y
protagonistas que obraron con gran nobleza, desprendimiento y amor a la tierra.
San Luis ha sido una provincia muy sufrida y los hombres que forjaron su
identidad debieron siempre dar mucho: nada les fue regalado. Por eso nos asombran y despiertan nuestra
admiración” (Gómez 2015).
Gómez luego retoma al historiador José
Villegas, quien investiga sobre los llamados “hitos” de la Puntanidad:
“En su análisis, el concepto
tiene cuatro características. En primer lugar es antiguo ya que los Huarpes
algarroberos toman el término ‘puntano’ de los primeros adelantados
provenientes de Chile por el Oeste; segundo resulta inclusivo, al contener a
nacidos y los que eligieron a San Luis para vivir; en tercer lugar, identifica
puesto que ‘desde los primeros tiempos de nuestra existencia fuimos, para todos
quienes se referían a nuestros habitantes, los puntanos’; por último, la
filosófica noción, alude a una historia de gloria. Sobre este eje, giran las
investigaciones de Villegas, quien desde la década del 80 revisa la historia
oficial bajo la lupa en la era de la transformación” (Gómez 2015).
Por último, el artículo de Gómez cita las
palabras de Pablo Héctor Ossola, periodista y docente oriundo de Villa
Mercedes, quien publicó en 2009 una obra que describe el surgimiento de la raza
ranquel y explica la entrega de tierras a los descendientes originarios por
parte del Gobierno de la Provincia.
La breve exposición de algunos de los textos
que articula Gómez en una nota que circula a través del portal oficial del
gobierno ha tenido como finalidad dar una primera imagen y aproximación al
discurso dominante acerca de la “identidad del puntano/a” y a la visión de la
historia que propone el poder.
A partir de lo que hemos desarrollado en los
apartados anteriores y lo que podemos vislumbrar en los fragmentos presentados
podemos afirmar que el discurso en circulación propone una visión
homogeneizante de la identidad asentada sobre “tradiciones” y “valores”
presentados como verdades irrefutables. En ninguna de sus manifestaciones la
puntanidad admite la pluralidad ni la diferencia.
Por otra parte, se presenta una identidad
estática cuyos cambios a través del tiempo se relacionan con lo que “cada
generación le suma”. No hay conflictos ni procesos históricos en dicha
construcción. De hecho, la idea de marcar “hitos” de la puntanidad remite más a
mostrar sucesos de manera grandilocuente que a cargar de historicidad la
identidad. En este sentido, hay algo de esa identidad que “siempre se mantiene”
independientemente de las variaciones que pueda introducirle el derrotero de
nuestras sociedades.
Cabe destacar el rol reproductor de las
instituciones y de referentes de diversos ámbitos, quienes admiten sin ningún
tipo de reflexión crítica la propuesta de este discurso esencialista y
mistificador abonado de los más diversos modos en los últimos 30 años.
El concepto de puntanidad, sin embargo, goza
de la necesaria vaguedad para que entren en él una multiplicidad de rasgos que
van desde los condicionamientos geográficos hasta la música y el trabajo. Pero
claramente no admite matices, ni diferencias, ni disputas. Mucho menos tiene
algo que ver con la política ni con procesos colectivos de otra índole. El/la
puntano/a es así, es su esencia, no hay nada que pueda cuestionar este hecho.
Asimismo, en los dos textos analizados
aparecen el culto a la personalidad de manera contundente. La cultura, la
identidad, es obra de hombres y mujeres destacados, con rasgos de genialidad en
su área de influencia. Poetas, científicos, historiadores, algunos políticos… y
en caso de referirse a hechos colectivos éstos se relacionan a grandes momentos
como la mil veces nombrada participación de San Luis en las luchas por la
independencia.
Conclusiones
A lo largo de estas páginas nos hemos
propuesto una primera aproximación a la problemática de la memoria y la
identidad como construcción del poder político en la provincia de San Luis
desde 1983.
En este sentido nos preocupó debatir los
enfoques teóricos desde los que suelen abordarse las dinámicas provinciales y
contribuir a una mirada relacional entre la escala nacional y la provincial.
Consideramos que la idea de “feudo” abona a una visión simplificada y recortada
de la realidad puntana que no es suficiente para comprenderla. Por ello,
proponemos ampliar la visión a través de la teoría gramsciana de la hegemonía a
partir de la cual podemos observar cómo la construcción de una identidad y de
una mirada homogeneizante acerca del pasado hacen a la consolidación de un
poder que ha logrado resistir los vaivenes económicos y políticos a lo largo de
tres décadas.
En este sentido consideremos necesario
realizar investigaciones que den cuenta del carácter complejo que el poder
hegemónico puntano posee, poniendo en este caso especial énfasis en los
discursos en circulación sobre el pasado. Si todo poder necesita legitimarse en
un marco histórico, ha sido nuestra intención mostrar qué tipo de historia
reconstruye este poder y cómo lo relaciona con la identidad: una historia
evolutiva, en la que resaltan figuras destacadas, sin conflictos, en la que la
provincia posee un destino de grandeza que ha permanecido trunco por las deudas
que la nación posee con San Luis. Esto, desde el discurso del poder, sólo fue
revertido por el accionar de los gobiernos de Adolfo y Alberto Rodriguez Saá.
Al mismo tiempo, esta visión lineal de la
historia se enlaza con una mirada estática sobre la identidad de los/as
puntanos/as, quienes aparecen como personas “trabajadoras y sacrificadas que
viven en forma armoniosa”. Desde este anclaje la diferencia o la pluralidad no
tienen lugar. Los antagonismos o enfrentamientos vienen siempre propiciados por
elementos externos a la comunidad.
Este sentido común difundido desde el poder
es el que consideramos contribuye al disciplinamiento y falta de
cuestionamiento al estado de cosas existente, a la vez que obstaculiza pensar y
crear proyectos sociales y políticos alternativos. No obstante, se vuelve
fundamental profundizar en futuros trabajos en un análisis de las identidades
que no sólo de cuenta del carácter coercitivo de las instituciones, sino
también de los modos de simbolización de las propias sociedades. Atender al
proceso de construcción de las identidades en forma dinámica y no como mera
imposición, es decir, interrogarnos sobre qué base social/cultural cuaja la
visión propuesta desde el poder.
Si bien los elementos que describimos se
encuentran en otras experiencias, y aquí volvemos a remitir a la necesaria
relación entre escalas y a sus mutuos condicionamientos, lo cierto es que el
poder político en San Luis tiene especial preocupación por la producción y
reproducción de materiales en torno a estas temáticas, que se pone de
manifiesto en el caudal de producciones elaboradas y divulgadas en distintos
formatos, ya sea desde el Estado en forma directa o por organizaciones de la
sociedad civil. Circulación que hemos ejemplificado a través de los textos
acerca de la “puntanidad” que analizamos. Dichos textos son una muestra, en
distintos registros, de la abundante producción en este sentido y de su
reproducción en distintos ámbitos, uno de llegada más masiva a través del
portal de noticias Agencia San Luis y el otro de llegada más reducida pero que
justifica y legitima, desde la figura de una fundación (FISAL), que tal
discurso sea la base de políticas públicas.
Este es un primer paso que busca contribuir a
una explicación del poder político en San Luis desde el retorno a la democracia
que lo enmarque históricamente y lo relacione con dinámicas más amplias, que
permita sacarlo del lugar de excepcionalidad que invisibiliza sus mecanismos de
construcción.
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Recibido: 01/07/2019
Evaluado: 11/08/2019
Versión
Final: 20/10/2019
[1]El presente trabajo se enmarca en una investigación mayor que conforma
la tesis doctoral “Poder, historia y
memorias: un análisis sobre la construcción de hegemonía en San Luis desde el
retorno democrático a partir de las representaciones sobre el pasado reciente” (INCIHUSA-CONICET).
[2]En
la clasificación de los métodos cualitativos propuesta
por Sautu, los
estudios histórico-narrativos requieren la enunciación
de conceptos
y proposiciones teóricas generales;
sistematizar
las fuentes
de datos; inferir asociaciones, regularidades, pautas emergentes de los propios datos; enunciarinterpretaciones teóricas y
construir conceptos; por otra parte, se los incluye dentro
de
análisis macrosociales es decir estructurales como el cambio
social, político,
económico y las dinámicas culturales. Incluye la
dimensión histórica de los
hechos que analiza. Dentro de los documentos que este tipo de estudio
analiza
se encuentran la prensa escrita (diarios, revistas) y material
bibliográfico
publicado.
Sin embargo, a
la luz de los resultados alcanzados en estas páginas y en otras indagaciones,
vemos necesario avanzar en un futuro en herramientas del análisis del discurso
para el abordaje de los materiales.
[3]Consideramos necesario seguir profundizando en futuros trabajos sobre la
cuestión feudo/no feudo como forma de definir la experiencia política de
algunas provincias en Argentina. En este sentido, si bien existe una abundante
literatura en torno a América Latina no sucede lo mismo con otras escalas, como
la provincial. Quizás algo sobre dicho interrogante puede empezar a
vislumbrarse en los trabajos sobre el clientelismo político (Vommaro &
Combes, 2016) como práctica donde se pone en juego una relación personalizada
entre sujetos en desigual situación, que podría remitir a algunos rasgos de
aquello que se quiere mostrar a través de la idea de provincia-feudo. No
obstante, creemos que aún falta mucho camino por recorrer en esta línea de
discusión, necesaria en el marco del análisis de experiencias invisibilizadas
bajo la idea de feudo y que consideramos requieren de nuevas
conceptualizaciones que puedan captar su complejidad.
[4] Algunos aportes en este sentido
aparecen en los trabajos de Cristian Funes, entre ellos El Adolfo y el Alberto.
La construcción del régimen de los Rodríguez Saá en San Luis (2015) publicado
en Razón y Revolución.
[5]Respecto al trabajo de Samper cabe aclarar que si bien considera al
período que se inicia en 1983 como una etapa de crecimiento y modernización de
la mano de Adolfo Rodriguez Saá, su visión y explicación de la historia puntana
se centra en las “familias gobernantes” y en categorías como atraso/progreso,
civilización, autoritarismo según el accionar de los dirigentes políticos. Pone
especial énfasis en criticar las prácticas de Alberto Rodriguez Saá como
características de una sociedad “sumisa y atrasada” que sólo funciona a través
del paternalismo.
[6]Si bien no desarrollaremos aquí lo referido a la mirada del poder
oficial sobre el genocidio y los años previos al mismo, hacemos mención a ello
porque consideramos es un punto central en el andamiaje discursivo del poder,
donde se evidencia la negación del conflicto, la diferencia y la posibilidad de
pensar proyectos políticos alternativos. Continuaremos esta línea de indagación
en futuros trabajos.
[7] Cuando se hace referencia al aporte de
San Luis al ejército sanmartiniano y las luchas por la independencia se tiene
en cuenta tanto el aporte material como el gran número de personas que se
unieron al mismo. Esto implicó que el desarrollo económico y social posterior
de San Luis fuese desigual en relación a otras provincias. El impacto en la
estructura social de la provincia que tuvieron estas luchas fue reconocido por
la nación en el Acta de Reparación Histórica firmada en 1973, en la que también
se incluye a Catamarca y La Rioja. A través de dicha ley se buscaba reparar y
fomentar el crecimiento económico de estas tres provincias cuya vida social
había quedado relegada por los hechos antes descriptos. Lo que el gobernador
Elías Adre (1973-1976) pudo llevar adelante a partir de la firma del Acta se
vio interrumpido por la dictadura, pero su mención reviste central importancia
ya que es el antecedente directo de la aplicación de la Ley de Promoción
Industrial ya en el retorno a la democracia. Dicha ley es piedra angular del
bloque de poder puntano post 1983. La misma fomentaba la radicación de
industrias en la provincia mediante la exención impositiva atendiendo el
desigual desarrollo de San Luis por las causas antes mencionadas. La provincia se
vio fuertemente transformada por la llegada de un número significativo de
empresas. Arribo que a su vez estuvo enmarcado en una trama de corrupción
(sobornos a las empresas que quisieran afincarse) que no sólo permitió el
enriquecimiento personal de integrantes del bloque de poder sino el
establecimiento de una lógica de funcionamiento entre el poder político y el
capital privado signada por este tipo de prácticas.
[8]Las publicaciones impulsadas por el ICCED abarcaron un amplio espectro
de temáticas que sin embargo tienen en común reforzar una visión de la
identidad de los/as puntanos/as centrada en figuras destacadas ya sea a través
de la difusión de su obra, como es el caso de “La Psicología del puntano” del
historiador Víctor Saá, o reconstruyendo sus biografías, como un libro homenaje
al jugador de fútbol puntano Juan G. Funes, por mencionar algunos ejemplos.
[9]Entre las numerosas publicaciones de este programa y a modo de ejemplo
de la línea editorial que asume podemos mencionar el libro “San Luis, Hombres y
Mujeres Constructores de su Historia” de María Graciela Mulhall. El mismo reúne
biografías de hombres y mujeres que a lo largo del tiempo realizaron
contribuciones relevantes para la vida social, política, intelectual,
religiosa, artística y cultural de San Luis.
[10]La construcción de monumentos, museos y espacios culturales ocupa un
lugar privilegiado para el poder puntano. Los mismos se caracterizan por ser
proyectos de gran envergadura tanto en lo edilicio como en la presentación que
el gobierno hace de ellos. Por razones de espacio mencionaremos a modo de
ejemplo el Monumento al Pueblo Puntano de la Independencia que homenajea la
participación de la provincia en esta gesta. El mismo se ubica en Las Chacras,
zona en la que se alojó San Martín durante el armado del ejército libertador.
[11]Filósofo, poeta, educador, político nacido en La Carolina-San Luis en
1797 fallecido en Chile en 1824.
[12]Jesús Liberato Tobares (San Luis 1929) de profesión abogado, posee una
profusa obra escrita en torno a temas históricos, literarios y folklóricos de
la provincia de San Luis.
[13]Cabe recordar que en el año 2014 se aprobó
con fuerza de ley la “Semana de la puntanidad y el sanluisismo”. La misma
comprende los días previos y posteriores al aniversario de la fundación de la
provincia (25 de agosto) y prevé una serie de acciones tendientes a que las
instituciones educativas incorporen a sus calendarios actividades relacionadas
entre otras con: flora y fauna; expresiones artísticas en todas sus variantes;
leyendas; mitos; cuentos; prosa; geografía; hidrografía y orografía; historia
regional; toponimia de los parajes, pueblos y ciudades; culturas originarias y
restitución de derechos; gastronomía; profesiones, oficios, costumbres y
artesanías; homenajes a personalidades destacadas y personajes populares de la
localidad; economía, desarrollo social y planes estratégicos; artífices de la
democracia; los nuevos derechos en la Sociedad del Conocimiento; valores de la
puntanidad y epopeyas del pueblo puntano; realización de UN (1) acto central
por Región Educativa que involucre a toda la comunidad.