La
Revolución cubana de 1895. El aporte de los viajes de Arístides Agüero a Perú,
Chile y Bolivia.
The
Cuban Revolution of 1895. The contribution of Arístides Agüero's trips to Peru,
Chile and Bolivia.
Claudio Antonio Gallegos
Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur;
Concejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas;
Departamento de Economía,
Universidad Nacional del
Sur (Argentina)
Resumen
El presente
artículo tiene como objetivo analizar las redes desarrolladas por el Partido
Revolucionario Cubano sobre Perú, Chile y Bolivia, con la intención de lograr
apoyo a la insurrección cubana de 1895. Dentro de los estudios sobre la guerra
de 1895 se evidencia una ausencia en lo que respecta a relaciones diplomáticas
por parte de la República de Cuba. A través de correspondencia pública y
privada se demuestra, entonces, como uno de los delegados de dicho partido,
Arístides Agüero, construye relaciones de poder por medio de diversas acciones
sobre la Región Andina Sur. Considerada la guerra como un hecho social complejo
recurrente en la historia de la humanidad –desde una mirada sociológica y
geopolítica-, se busca describir el impacto de dichas redes localizando sus
ámbitos de realización, ya sean organizacionales, políticos o bélicos.
Asimismo, se busca complementar los estudios acerca de un conflicto mayor como
lo representa la independencia cubana.
Palabras clave
Insurrección;
Cuba; España; Arístides Agüero; Partido Revolucionario Cubano
Abstract
This article aims to analyze the networks
developed by the Cuban Revolutionary Party on Peru, Chile and Bolivia, with the
intention of obtaining support for the Cuban insurrection of 1895. Within the
studies on the war of 1895 there is evidence of an absence in regarding to
diplomatic relations on the part of the Republic of Cuba. Through public and
private correspondence it will be demonstrated, then, how one of the delegates
of that party, Arístides Agüero, builds power relations through various actions
on the Southern Andean Region. Considering war as a complex social fact, the
aim is to describe the impact of networks by locating their areas of
realization, whether they are organizational, political or military. Likewise,
it seeks to complement studies on a greater conflict as represented by Cuban
independence.
Keywords
Insurrection; Cuba; Spain; Aristides
Agüero; Cuban Revolutionary Party
Introducción
El siglo XIX refiere, entre otros aspectos, a las
luchas revolucionarias del continente americano en búsqueda de culminar con los
lazos coloniales con la monarquía española. Parecería que 1824 plantea el fin
de este proceso, pero en realidad, según las fuentes trabajadas para este
artículo, sólo representa un paréntesis a ser reabierto en las contiendas por
la liberación de Cuba y Puerto Rico .
La extensa y variada producción historiográfica del
tema analiza este hecho como algo desagregado del resto de las independencias
por el solo hecho de ocurrir a destiempo. Para 1868 y, aún más para 1895 y
1898, Nuestramérica está compuesta por
una amplia gama de jóvenes Estados en estrecha relación con las potencias
europeas.
En este mismo sentido, la mayoría de los estudios
han ignorado la preocupación de las fuerzas insurrectas cubanas en búsqueda del
apoyo y legitimación del acto libertario por parte del resto de las naciones
del continente, como fragmento del escenario regional de desarrollo del
conflicto.
En contrapartida, es posible encontrar una amplia
gama de escritos referentes a la extensa red de apoyo a la causa española
frente a los conflictos suscitados en Cuba. Pero la presencia de enviados
plenipotenciarios del Partido Revolucionario Cubano (en adelante PRC) por
Nuestramérica referencia escasos estudios.
El mentado partido fue fundado en enero de 1892 con
el objetivo, entre otros, de instaurar en el exterior una extensa red de apoyo
y legitimación a la causa independentista por medio de la creación de clubes,
agencias, asociaciones, etc. Los primeros fueron creados en Estados Unidos pero
con posterioridad también se desarrollaron por el resto del continente.
Estas acciones dan cuenta de la necesidad de
expandir la guerra más allá del campo de batalla: se espera una guerra desde
dentro y fuera de la isla. A diferencia de la primera guerra por la
Independencia de Cuba, en la Revolución de 1895 habría un plan ideado para
llevar a cabo nuevas relaciones con el resto de los estados.
En este contexto es que entre 1895 y 1898,
Arístides Agüero lleva a cabo un viaje diplomático por el sur del continente
para tratar el proceder de las naciones del sector en cuanto al proceso
independentista cubano. De los países que recorre, haremos especial énfasis en
los enmarcados dentro de la Región Andina Sur (Chile, Bolivia y Perú), debido a
que este artículo representa una parte de una investigación mayor enmarcada en
organismos de Ciencia y Tecnología de la República Argentina.
El objetivo del presente trabajo, entonces, radica
en rastrear la conformación de las diversas redes gracias al viaje de Agüero,
los actores que formaron parte de ellas y sus acciones, así como también
describir el impacto de las mismas, localizando sus ámbitos de realización, ya
sean organizacionales, políticos o bélicos.
La documentación para el estudio que se plantea se
basa en epistolario, diarios de campañas, censos poblacionales, diarios de
guerra, anales de información y medios gráficos de prensa, entre otros. En este
sentido queda claro que la heurística abre el camino de análisis. Las fuentes
son indagadas desde el análisis crítico del discurso, considerando su
contenido. Las mismas fueron obtenidas y trabajadas, en forma personal, en
archivos ubicados en Argentina (Biblioteca Nacional Argentina), España (Archivo
del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España; Archivo
Histórico Nacional; Archivo de la Administración de Alcalá de Henares), Cuba
(Biblioteca Nacional de Cuba “José Martí”) y Estados Unidos (Columbia University
Libraries; New York Public Library y National Archives at Washington, DC),
algunas de los cuales son citadas en el cuerpo de este artículo.
Sobre las mismas recaen diversas preguntas de
investigación entre las que se destacan: Durante la revolución de 1895 ¿es
posible dar cuanta de una programación de actividades por parte del PRC en
busca de apoyo a la causa independentista cubana por parte de los Estados de
Nuestramérica? Y si éste fuera el caso ¿Quiénes realizaron dichas tareas? ¿De
qué manera fueron llevadas a la práctica? ¿Es posible evidenciar éxitos o
fracasos en el análisis del accionar de los enviados de Cuba?
Estas son solo algunas de las cuestiones que es
necesario analizar para poder comprender un aspecto de esta guerra escasamente
trabajado , sobre el que es necesario profundizar a fin de complementar los
estudios existentes.
Para ello se ha estructurado este artículo en dos
partes: primero, una breve contextualización histórica sobre el proceso que se
pretende abordar que representa el marco de acción del PRC para el envío de
delegados, haciendo especial hincapié en Arístides Agüero y, en una segunda
parte se da cuenta del periplo del mencionado actor sobre Perú, Chile y
Bolivia.
Contextualización
Guillermo Moncada sobre la zona de Santiago, y
Bartolomé Masó por el río Cauto, inician el 24 de febrero de 1895 un nuevo
levantamiento en la isla de Cuba, específicamente sobre el Oriente, que se
conocerá como “Grito de Baire”.
Este alzamiento intentó ser exitoso en diversas
poblaciones de la isla pero no tuvo en todos lados la misma suerte. Claro
ejemplo de ello lo referencia el fracaso de las acciones sobre Occidente como
consecuencia del apresamiento de dos de los principales líderes del momento por
parte de las fuerzas españolas: Julio Sanguily
y José María Aguirre .
Casi como un reflejo de lo ocurrido hacia 1868, la
insurrección daba cuenta de algunos rasgos de inmadurez a ser subsanados. De
este modo, el foco de los enfrentamientos se direccionó sobre el Oriente de la
isla.
Un mes después del “Grito de Baire”, José Martí,
como delegado del PRC y Máximo Gómez, como General en Jefe del Ejército
Libertador, respectivamente, firman el “Manifiesto de Montecristi”, en alusión
a la localidad dominicana en donde fue sellado el mismo. Resulta pertinente
citar el primer párrafo del mismo:
“La revolución de
independencia, iniciada en Yara después de [s] preparación gloriosa y cruenta,
ha entrado en Cuba en un nuevo período de guerra, en virtud del orden y
acuerdos del Partido Revolucionario en el extranjero y en la Isla, y de la
ejemplar congregación en él de todos los elementos consagrados al saneamiento y
emancipación del país, para bien de América y del mundo; y los representantes
electos de la revolución que hoy se confirma, [sus títulos] reconocen y acatan
su deber, –sin usurpar el acento y las declaraciones sólo propias de la
majestad de la república constituida, –de repetir ante la patria, que no se
[debe] ha de ensangrentar sin razón, ni sin justa esperanza de triunfo los
propósitos precisos, hijos del juicio y ajenos a la venganza, con que se ha
compuesto, y llegará a su victoria racional, la guerra inextinguible que hoy
lleva a los combates, en conmovedora y prudente democracia, los elementos todos
de la sociedad de Cuba” (Martí, 1975, p.93).
Explícitamente deja en claro la necesidad de
establecer la idea de la guerra incluso en el extranjero, considerando,
también, que la misma no debe estar teñida de odio, cólera o venganza.
El ideólogo de la gesta de 1895 contaba con el
apoyo de los sectores más radicales de la sociedad cubana, compuesto por
trabajadores comprometidos en llevar a cabo un proceso democrático
revolucionario y de liberación nacional. Son premisas de este grupo el respeto
por el republicanismo y la democracia, vinculadas a la idea de conformar la
unidad de los pueblos de Nuestramérica junto a un explícito rechazo a
injerencias de tipo imperialistas en la zona. Sin embargo, José Martí muere en
combate el 19 de mayo de 1895, y a partir de ese momento la revolución debe
rediseñar su accionar producto de la muerte de su líder.
El 16 de septiembre de 1895, en la población de
Jimaguayú, en Camaguey, se congregaron los representantes de los distintos
grupos de rebeldes para dar una nueva Constitución republicana a la Cuba Libre
y designar un gobierno. La breve Constitución de Jimaguayú, descartando la
formación de una asamblea legislativa permanente, creó un simple Consejo de
Gobierno, compuesto por un Presidente y un Vicepresidente –lo serían Salvador
Cisneros Betancourt y Bartolomé Masó.
En lo que respecta a los sucesos en la isla, luego
de darse a conocer dicha carta orgánica, Antonio Maceo, como uno de los Jefes
de las fuerzas insurrectas se instala en el oriente mientras que Máximo Gómez
hace lo propio sobre la zona de Las Villas. Luego de este reordenamiento
estratégico, cubanos y españoles se enfrentan en Iguará, con diferencia
favorable para los cubanos.
Los primeros meses son beneficiosos para los
insurrectos, pero el esfuerzo de la guerra deja como resultado tropas exhaustas
y mala alimentación, sumado a inconsistente armamento. Es por ello que la nueva
estrategia no es defensiva sino ofensiva.
El fuerte español ubicado en cercanías de Mal
Tiempo es atacado por las fuerzas cubanas logrando el éxito esperado en lo que
respecta a obtención de alimentos, armamentos y municiones. De esta manera se
revitaliza el ejército con miras a continuar su plan de despliegue hacia el
oeste. Si bien permanecen con buena racha al poder atravesar la columna de
Matanzas, luego optan por la división de filas para ingresar en Caliseo, y es
en ese momento donde deben retirarse al enfrentarse a un superior ejército
español, muy bien organizado y preparado para dar batalla. Es dable recordar
que esas tropas realistas se encuentran comandadas por Martínez Campos.
En enero de 1896 se reúnen en La Habana Máximo
Gómez y Antonio Maceo con el fin de coordinar la marcha de la guerra. El
primero de ellos se dirige hacia la provincia de Pinar del Río, mientras que el
segundo permanece en La Habana desarrollando una táctica defensiva.
Con la idea de atravesar la fuerte Trocha de
Muriel, parte Maceo. Logra llegar a occidente y se sitúa en Matua. Habían
transcurrido 90 días en los que, según Foner (1795):
“Se habían cubierto 1696
kilómetros, se disputaron 27 batallas, se tomaron 22 ciudades importantes, se
capturaron más de 2000 rifles, 8000 cartuchos de munición y 3000 caballos. Una
hazaña impensable para un puñado de patriotas cubanos que se enfrentaron a 124
batallones de infantería, 40 escuadrones de caballería, 16 baterías de
artillería de campaña, 6701 generales y otros oficiales, 183571 tropas
individuales en línea, más de 60000 voluntarios y guerrilleros y un sistema de
trochas” (p. 95).
Los inesperados éxitos cubanos según las fuerzas
españolas, dieron lugar a un nuevo cambio de mando y es por ello que Martínez
Campos, quien dimitió de su puesto, fue suplantado por Valeriano Weyler. El
nuevo gobernador de Cuba tiene como objetivo poner fin a la insurrección y
pacificar la isla. Por ello recibe un refuerzo de 3000 hombres para combatir
con las fuerzas ofensivas comandadas por Maceo, las cuales referenciaban un
número menor.
Los meses de agosto, septiembre y octubre de 1896
presentan diversidad de batallas con triunfos para ambos bandos. Entre ellos se
recuerda la lucha en Montezuelo, Tumbas de Estorino, Ceja del Negro, entre
otras.
Debido a conflictos internos en lo concerniente a
las decisiones de gobierno en esta segunda etapa de la República de Cuba en
Armas, Gómez solicita la presencia de Maceo en La Habana. En el tránsito a
dicha ciudad se enfrenta a las fuerzas españolas quienes provocan su muerte.
El 7 de diciembre de 1896 la insurrección sufre un
nuevo golpe con la desaparición de Maceo, habiendo transcurrido recién un poco
más de un año de la muerte de Martí. Más allá de estos desafortunados hechos
para los cubanos, se percibe un incremento en las ansias de libertad observable
en la continuación de la guerra.
La política de España se recrudeció con mucha
intensidad. Prueba de ello fue la implementación de la reconcentración de
población, que dejó efectos devastadores para los cubanos, dando cuenta de una
crueldad quizá inusitada para ese momento.
Así, la revolución de a poco se fue diluyendo producto también de la
puesta en funcionamiento de la autonomía en Cuba para asuntos domésticos en
1897 por medio de Ramón Blanco, nuevo representante español.
Ahora bien, el 19 de septiembre de 1895 en la
Asamblea de Jimaguayú a la que se hizo referencia con anterioridad, fue elegido
Tomás Estrada Palma como Delegado Plenipotenciario del gobierno provisional de
Cuba. Sin embargo, la misión de Agüero fue aprobada con anterioridad a esta
fecha –que no le daba a Estrada Palma la potestad de elegir agentes de la
república- por lo que, su viaje es de
carácter partidista y no gubernamental. Incluso recién el 21 de noviembre de
1895 Arístides Agüero recibe, oficialmente, las atribuciones de delegado.
Según José Martí (1892), el lugar primordial para
conseguir el apoyo y la legitimación a la causa de Cuba eran los países de
Nuestramérica. Sostenía que eran necesarias acciones sobre esas geografías “a
fin de acelerar –con menos sangre y sacrificios– el éxito de la guerra y la
fundación de la nueva República indispensable al equilibrio americano” (pp.
96-97).
Pero la realidad daba cuenta de que los jóvenes
estados en plena etapa de conformación y consolidación intentaban robustecer
sus relaciones con las naciones de Europa, entre las que claramente España
jugaba un importante rol.
En este sentido, la mayor parte de las cancillerías
de las naciones del sur del continente apelaron, hacia 1895, a la neutralidad
en lo concerniente al enfrentamiento entre Cuba y España. La añeja potencia
europea jugaba un nuevo rol sobre Nuestramérica continental, pasando de lazos
de coloniaje a relaciones económicas y políticas de tipo modernas, dando pasó,
asimismo, a un marcado hispanismo ferviente.
Claramente lo expresaba Arístides Agüero desde
Chile en carta enviada a Tomás Estrada Palma el 11 de abril de 1896:
“Estas repúblicas tiene
todavía gran respeto a la antigua señora y dueña y esto lo disfrazan de dos
modos, ya fingiendo un amor a la madre patria por ser tan desgraciada, la misma
raza, etc., ya diciendo, que no pueden crear a su país nuevas complicaciones
internacionales, etc., etc.” (Correspondencia, 1943, t. II, p. 39).
Incluso en uno de sus informes finales, el
mencionado delegado cubano comenta su parecer respecto de los países del sur en
carta fechada 22 de mayo de 1898:
“Respecto a la cuestión
cubana en Sud América le voy a dar una ligera reseña del estado de la opinión.
Brasil favorable a nosotros; pero no reconocerá –por ahora– pues, limitará los
yankees en su última resolución. Uruguay hostil a los yankees no reconocerá por
las razones que el año pasado le expuse más las simpatías españolas en la
enemistad yankee. Argentina y Chile hostiles a Washington hemos perdido mucho
terreno y las simpatías a España aumentan cada día. La guerra entre ambos está
sobre el tapete aun. Perú, Bolivia, Ecuador –francamente partidarios de España–
tienen un arbitraje de la reina regente y por nada nos reconocerán hoy ni
mañana. En resumen no creo nos reconozcan ningún país latinoamericano, unos por
simpatías españolas, otros por antipatías yankees y otros por apatía
sempiterna” (Correspondencia, 1943, t. II, p. 145).
Puede considerarse al viaje de Arístides Agüero,
entre 1895 y 1898, como uno de los más destacados trabajos diplomáticos por la
independencia cubana. Hombre joven, parte de una familia con extensa
participación en la vida sociopolítica de la Isla.
La misión que comandaba, como delegado del PRC,
buscaba lograr un plan de acción entre cuatro repúblicas: Perú, Chile, Bolivia
y Ecuador. Para este periplo se designó a Nicolás de Cárdenas como su compañero
de viaje. El esquema de su plan de acción se basó en organizar comités cubanos
en todas las regiones; celebrar conferencias y mítines en todas las ciudades
que se pueda; obtención de peticiones departamentales en favor de la beligerancia
dirigidas a las Cámaras y al Ejecutivo y ganar votos en las cámaras para la
aprobación de esas peticiones populares (Morales & Sánchez, 1998).
El objetivo principal, lograr apoyo y legitimación
a la causa más la recaudación de dinero, fue acompañado de un documento de suma
importancia para la época: “Cuba contra España”, escrito por Enrique José
Varona. El mismo fue concebido como un manifiesto del Partido Revolucionario
Cubano a los pueblos de Hispanoamérica. Entre sus líneas se puede ver la
importancia de la legitimidad de la rebelión cubana contra el dominio español.
Como fundamentación a sus afirmaciones se apelaba a cuestiones relacionadas con
el mal manejo administrativo y político por parte de la metrópoli.
Arístides Agüero refiere en diversas cartas y de
manera recurrente a la obra de Varona, sosteniendo que la misma es de vital
ayuda ante el desconocimiento generalizado de la situación en Cuba: “aquí hay
desconocimiento completo de nuestra Patria, multitud de preocupaciones y
grandes errores sobre nuestra conducta y objetivo. Nada más breve y claro que
su obrita, nada más serio y mesurado que sus conceptos” (Archivo Nacional, caja
116, Núm. 311)
Es claro que el trabajo de las misiones
diplomáticas del PRC estuvo plagado de inconvenientes y desorden producto de la
descoordinación entre este servicio exterior cubano y el desarrollo propio de
la guerra en la Isla. Causa de ello fue, entre otros factores, el general
desconocimiento de las particularidades de cada uno de los países que se visitó
sumado a la escasa experiencia en materia de relaciones internacionales.
La articulación de las acciones en América del Sur
se caracterizó por ser lenta. Las particularidades de cada uno de los Estados,
lo vasto del territorio y la gran inmigración española en la zona hicieron que
el ritmo de trabajo no sea el esperado. Ejemplo de ello fue que Chile esperó a
la constitución de la República de Cuba para reconocer a Agüero, a quien
consideraban solo un agente de un partido.
Los viajes de Agüero
Luego de una escala en Panamá, donde logra
recolectar algo de dinero, y más allá de las noticias desalentadoras que
llegaban a la Isla, Agüero arriba a Perú y es muy bien recibido. Prueba de ello
lo representa el lugar que le otorgaron a sus palabras en diversos periódicos
locales. Resalta, entre tantos, El Comercio, solidario con la causa cubana
desde la guerra de 1868.
No es un dato menor su escala en Panamá. Agüero
partió de Cuba el 10 de agosto de 1895 y llega a Colón el 18 de agosto. Allí se
encontró con el Dr. Manuel Coroalles, un cubano residente en el Istmo desde
hacía varios años, que había logrado desarrollar un importante centro
farmacéutico. Su paso por este Estado reflejaba la necesidad de recaudar fondos
para continuar su viaje por el sur.
Ya en Perú, se encuentra con José Payán, personaje
destacado de la Guerra de los Diez Años devenido en exitoso banquero con
contactos en el gobierno. Más allá de su
postura anexionista, representaba un hombre importante en lo concerniente al
desarrollo de estrategias de guerra fuera de la Isla. Su idea era comandar a
Agüero en el sur del continente para lograr un acuerdo diplomático secreto de
apoyo a la causa cubana.
Pero Perú para 1895 vivía momentos de tensión. Otra
revolución, distinta a la encarada en Cuba, enfrentaba a Cáceres y De Piérola.
Gran cantidad de pérdidas humanas en distintas batallas sangrientas dejaron
como saldo la victoria de De Piérola, dando inicio a una nueva etapa en la
historia peruana.
De Piérola en el poder representaba la unión entre
la oligarquía guanera, la jerarquía eclesiástica y la clase media. Estos
últimos resaltan sus tradiciones y orgullo hispánico y católico.
Antes de que Agüero se entreviste con el Presidente
realiza, junto a su compañero Cárdenas, una serie de actividades de propaganda
y organización. En septiembre, el Comité Patriota Cubano, formado por un
reducido número de emigrantes, recibe a los agentes del PRC y en conjunto
deciden re-nombrar a la agrupación como Leoncio Prado.
Las actividades continuaron buscando presencia en la
prensa peruana. Recorrieron los siguientes periódicos: El Comercio, La Opinión
Nacional y El Tiempo. Logran concertar canjes con los periódicos cubanos Patria
y El Porvenir. Esto daría inicio a relaciones formales con corresponsales y
citación de fuentes.
También se encuentran con jóvenes estudiantes y
obreros concentrados en el Club de los Estudiantes y la Unión Federal de
Obreros. Con ellos se organiza un mitin pro-cubano. Es preciso recordar que
dentro del plan de acción se sugería la posibilidad de organizar clubes de
mujeres, sobre todo en Lima, con el objeto de buscar fondos destinados, pura y
exclusivamente, a reunir auxilios para los heridos de guerra.
El 12 de septiembre se reconstruye el Club Lima,
presidido por Manuel Portuondo. Cuenta con la presencia de Juan Dunay como
tesorero y Francisco López Chávez como secretario. También se crea un club
compuesto sólo por peruanos y se lo denomina Club Independencia de Cuba, con
fuerte presencia de los estudiantes.
La realidad era que la emigración cubana por Perú
era escaza, las recaudaciones no eran abundantes, pero sí se había logrado una
presencia considerable en la opinión pública. Esto último dio lugar a una
reunión con el Presidente.
Luego de la visita a De Piérola se decidió que
Nicolás de Cárdenas permaneciera en Lima mientras que Arístides Agüero
continuara su periplo hacia Chile. Antes de su partida, la Delegación en Nueva
York recibe un resumen de las actividades realizadas por medio de una carta que
envía el 16 de septiembre de 1895:
“1° Hemos organizado el
Club cubano Leoncio Prado: de ello recibirá nota por la directiva.
2° provocamos erogación
cubana, el club dio 500 soles, Payán 750 y su cuñado 100; total 1350 soles. La
erogación peruana aún está en trabajo, será de obreros, estudiantes y particulares.
3° Sesión en Unión
Federal de Obreros; aquí obtuvimos, previos discursos, y, que den algún dinero,
pasen telegramas a las demás sociedades obreras del Perú invitándolas con el
mismo fin y por último un acuerdo con los estudiantes para hacer una velada
musical a beneficio de Cuba.
4° Sesión en el
Consistorio Carolino de los estudiantes limeños, prometieron acudir a las demás
universidades, trabajar veladas de común acuerdo con los obreros y hacer
erogación por Cuba.
5° Constitución de un
club de peruanos Independencia de Cuba en el Callao (sic); trabajará propagando
y recolectando fondos
6° Hemos comenzado a
tratar de formar un depósito de armas, aquí ofrecen muchas los particulares y
es probable que por alto conducto se nos de mayor número de ellas; al presente
podemos contar 40 Manlicher y sin otro auxilio superior espero llegarán a 100.
7° Hemos visitado los
personajes más elevados de este país y algo se puede esperar. Payán les dará
más detalles luego.
8° Visitamos y
facilitamos a la prensa todos los periódicos que de allí recibimos; está muy
animada por nuestra causa” (Correspondencia, 1943, t. II, pp. 22-23)
La cita anterior evidencia la conexión entre los
delegados y la sede del PRC en Nueva York, como parte de una estrategia. Luego
de la recepción de dicha carta, el periódico cubano Patria reprodujo la
editorial de su par peruano El Comercio, donde se destacaron las exitosas
intervenciones tanto de Agüero como de Cárdenas.
Asimismo, comenzaron a aparecer entre las columnas
del periódico peruano algunos extractos de Patria, como ocurriera también con
su par de la colonia italiana en Perú La Voce d´ Italia.
La idea rectora de formar un acuerdo diplomático
con Perú, Chile y Bolivia conoce su primer traspié. El paso por Lima no tuvo
como resultado la firma de las autoridades del gobierno. De todas formas, Perú
representaba el país con mayor apoyo a la causa cubana, seguido por Chile y
Brasil.
La negativa por parte de Perú a realizar acuerdos
formales tiene como origen los problemas limítrofes de esta nación con Ecuador.
Será la corona española la encargada de actuar como árbitro en esta contienda.
Es por eso que se permite el ingreso de la misión del PRC y la realización de
actividades pro-cubanas siempre y cuando esto no genere conflicto en la
sociedad. En la correspondencia diplomática entre cubanos puede leerse en
reiteradas oportunidades este pedido por parte del gobierno peruano.
Con un poco más de 1000 soles, recolectados en distintas
actividades, Agüero continúa su misión con destino a Chile.
El primer contacto con el país transandino lo tiene
en la ciudad de Iquique, como paso para poder llegar a Tarapacá, lugar de
desarrollo de uno de los primeros clubes patrióticos, fundado por Antonio
Rosado.
Al igual que en Perú, la emigración patriótica por
la zona no representaba un número realmente considerable. Según el intercambio
epistolar, la colonia cubana en Santiago de Chile no llegaba a quince miembros.
Sin embargo, había sido posible la conformación de una serie de clubes
pro-cubanos tales como el Comité Internacional Republicano Independiente de
Cuba; la Sociedad Sudamericana de Señoras N°1 y el Club Revolucionario Cubano.
Unido a ello, medios gráficos entre los que se destacan El Americano
(bisemanario) y La Ley referenciaban la causa cubana de manera positiva
(Gallegos, 2017, p.32).
De todas formas, las diversas acciones realizadas
para conseguir apoyo económico dieron como saldo la obtención de 6000 pesos
chilenos, los cuales tenían como destino la ciudad de Nueva York. Desde allí se organizaba el financiamiento de
las acciones realizadas en la isla.
La cantidad de dinero mencionada no era menor, así
lo da a entender Arístides Agüero en sus correspondencias, destacando la capacidad
organizativa para lograr un gran éxito en un muy corto período de tiempo.
A partir de ese momento, Chile comienza a ser
considerado un excelente lugar para desarrollar estrategias tendientes a lograr
los objetivos propuestos en la misión. Da cuenta de la potencialidad que
demuestra el país y llega a sostener “aquí hay dinero como en ningún otro
lugar” (Morales & Sánchez, 1998, p. 260).
Los actores chilenos de esas acciones provenían de
los sectores obrero y artesano de la ciudad. Asimismo ellos llevaban adelante
las tareas de propaganda por la causa de Cuba en los medios que tenían a su
alcance. Solo por nombrar un caso, la Confederación Obrera en coordinación con
una variedad de asociaciones y en compañía de estudiantes sobre todo universitarios,
dieron lugar a la realización de diversos actos en favor de la independencia de
Cuba.
Al igual que en Perú, la colonia italiana abraza
los ideales de liberación. La Sociedad Republicana Socialista Giuseppe Mazzini
organiza un comité pro-cubano y recauda fondos. Se constituye también el Comité
Internacional Republicano Independiente de Cuba. Dicha entidad organiza una
actividad solidaria con Cuba en el Teatro Municipal del Puerto y a la misma
concurren 400 personas.
Con este panorama se encontró Agüero a su llegada.
Es por ello que la misión diplomática comienza a centrarse más en este país que
en Perú, como se había pensado en un primer momento. Es menester destacar
también el trabajo de Eugenio María de Hostos y Nicolás Tanco, como fervientes
defensores y propagadores de las gestas libertarias.
Agüero también desarrolla relaciones con la prensa
a fin de poder operar sobre la opinión pública. En este sentido toma contacto
con periódicos tales como El Americano, La Ley, La Nueva República, Democracia,
Revista Cuco, Revista Cómica y El Heraldo.
La prensa chilena, hasta el momento del arribo de
Agüero, se caracterizaba por dar a conocer partes de guerra, por ejemplo, sin
exponer algún tipo de preferencia en el conflicto. Pero la presencia de este
delegado en el país puede ser un punto a considerar al ver que esos medios de
prensa comienzan una campaña de búsqueda de armamento.
Por otro lado, Agüero tuvo que hacer frente a
aquellos que no comulgaban con su causa. En carta enviada a Tomás Estrada Palma
el 16 de octubre de 1895 sostiene que “los demócratas, radicales, obreros y
estudiantes están con nosotros, pero los conservadores y clericales nos hacen
la guerra sorda” (Correspondencia, 1943, t. II, p. 27).
La denominación “guerra sorda” era utilizada para caracterizar
los bandos desde posturas incluso culturales. En este sentido, España
representaría el catolicismo, la gallardía, la Madre Patria, la cultura y la
raza. En contrapartida, Chile quedaba en
el lugar de nación racista, criminal y anti-papal al apoyar y defender una
causa en contra de España. También se debe destacar que los defensores de los
derechos españoles sobre Cuba que se encontraban en Chile denostaban la
presencia de Estados Unidos, a quienes la adjetivan como intrusa.
En la última parte de su periplo, Agüero visitó
Viña del Mar, Valparaíso, Limache y Quillota, para pasar finalmente por Talca,
Concepción y Aranco. Este trayecto deja como saldo una recaudación inesperada
de 18000 pesos chilenos.
Son claros los primeros logros: apoyo por parte de
varios medios gráficos de prensa, desarrollo de un mayor número de actividades
pro-cubanas fomentadas desde la Confederación Obrera e incluso la presencia de
varios militares chilenos dispuesto a prestarse como voluntarios en la guerra
en Cuba.
Es necesario destacar en este momento que Arístides
Agüero, junto al puertorriqueño Eugenio María de Hostos, fue el principal
reclutador de soldados chilenos dispuestos a viajar a Cuba para unirse a las
fuerzas insurrectas. Se han logrado reconocer alrededor de 20 personas
provenientes de Chile en el Ejercito libertador cubano (García del Pino, 1996).
De esta manera, es posible referenciar una variedad
considerable de chilenos que se alistarán para luchar por Cuba entre los cuales
se destaca Pedro Vargas Sotomayor.
A la temprana edad de 15 años, Sotomayor asiste a
un mitín acerca del fin del coloniaje español en Cuba. Para 1895 viaja a la
isla, específicamente a la ciudad de Santiago donde toma contacto con Antonio
Maceo por recomendación de Agüero. Su desempeño sorprende al líder cubano a
punto tal de nombrarlo maestro de mambises.
Fue partícipe de la recordada batalla de Mal Tiempo
el 15 de diciembre de 1895 donde es derrocada una columna española produciendo
considerables bajas en el ejército enemigo.
Un año después, integró el ejército que intervino en la batalla de Ceja
del Negro frente a las tropas de Valeriano Weyler. En este contexto, y de
manera repentina, fallece Sotomayor a causa de una enfermedad psiquiátrica. Los
datos acerca de este deceso son variados y contradictorios por lo cual resulta
complejo establecer, incluso, el lugar de su muerte.
Recapitulando, el objetivo de lograr el
reconocimiento formal y público de la beligerancia en la isla no fue cumplido
en Chile, como así tampoco en la mayoría de las jóvenes naciones del sur del
continente.
Si bien desde la isla se pensaba que Chile o
Venezuela podrían dar el primer paso esto no ocurrió. Y en este caso nuevamente
los hechos domésticos se entrelazan con los cubanos. Chile se encontraba con la
amenaza de un conflicto armado con la República Argentina en cuanto a los
desentendimientos públicos en temas fronterizos, lo que llevó al gobierno del
primero de ellos, e incluso también al segundo, a una postura neutral frente al
conflicto que enfrentaba a Cuba con España. La posibilidad que en este caso
también fuera la corona española la encargada de dirimir en el asunto de las
naciones del sur pone freno a los gobiernos en cuanto a apoyos explícitos.
La misión en Bolivia se modificó en su propio
desarrollo. Las localidades seleccionadas para visitar fueron La Paz y
Cochabamba. Pero en un informe a Estrada Palma del 4 de enero de 1896, el
delegado Agüero comenta que una persona cercana al presidente, que no nombra,
le advierte: “Sr. Agüero, creo será conveniente marche Ud. por donde vino, si
Ud. visita La Paz y Cochabamba, temo haya motines, etcétera, porque el partido
oposicionista está haciendo política con Cuba y creo prepárase una asonada al
Gobierno” (Archivo Nacional, caja 309, núm. 28).
Finalmente Agüero desiste de la idea de visitar
dichas ciudades, donde casualmente llegarían representantes de España para
participar en diversos actos. Ante la posibilidad de ser expulsado, el delegado
cubano opta por no viajar.
Hacia el mes de agosto de 1896 Arístides Agüero
emprende su viaje a Bolivia. Llega a Sucre el 15 de agosto y comienza con sus
tareas de delegado del PRC. En ese entonces había sido recientemente elegido
como Presidente el conservador Severo Fernández Alonso, con quien Agüero se
reúne. Asimismo, poseía una serie de cartas para el jefe del partido liberal
boliviano, José Manuel Pando, pero en este caso no se concretó la reunión.
La particularidad de las acciones en Bolivia radica
en la ausencia de emigración cubana. Agüero, en reiteradas oportunidades,
resalta en su correspondencia su tarea propagandística solitaria, sin ayuda de
compatriotas. Se suma a esto la pobreza característica de la zona que tiene
como resultado una colecta insignificante. En contrapartida, la presencia
española demuestra riqueza y buenas relaciones con el poder.
Tampoco se encuentran canales de legitimación y
apoyo a la causa cubana en la prensa antes de la llegada del enviado del PRC.
El periódico La Industria referencia los hechos cubanos muy esporádicamente.
Ya como una constante propia de la zona, las
cuestiones limítrofes representaban el centro de la atención de las Relaciones
Internacionales del país. Cuestión que se veía reflejada, también, en el
expansionismo norteamericano. La línea pan hispanista, que se enfrenta a la
panamericana, logra varios adeptos a la causa, revigorizando aún más la defensa
a España.
Más allá de los inconvenientes, Arístides Agüero
logra formar el Comité Central Cubano con presencia de destacados políticos del
momento pertenecientes a distintas fuerzas.
Es menester destacar que el presidente honorario del mismo era Gregorio
Pacheco, dueño de una gran cantidad de minas de plata. Acto seguido se llevó a
cabo un mitín en donde se dio lectura a una solicitud popular dirigida al
gobierno buscando su apoyo a la lucha en Cuba. Diez días después, se realizó
otra reunión, con mayor concurrencia, en donde se expuso un resumen de las
acciones cubanas frente a España desde 1821. Se aclaraba que los españoles no
habían podido triunfar sobre la insurrección y que todas las provincias estaban
sublevadas. Asimismo se reconoce la beligerancia de los cubanos y el apoyo de
Bolivia a la causa independentista.
Sucre, inesperadamente, se convierte en una ciudad
de considerable apoyo. Antes de la partida de Agüero a Potosí, se envía a las
Cámaras y al Ejecutivo un acta de los mítines realizados. En ella se dejaba en
claro, también, la presencia de un gobierno cubano en la isla, con su propio
ejército, recaudación de impuestos, y varios representantes en el exterior.
Ya en Potosí, la misión buscaba, por un lado,
recolectar fondos en una zona caracterizada por el desarrollo acuífero y, por
el otro lado, dar a conocer la petición de Sucre. Para reforzar las acciones se
crearon comités departamentales coordinados desde Sucre.
El saldo termina siendo positivo en lo que respecta
a peticiones departamentales que reconocen la beligerancia de los cubanos. Las
recaudaciones no tuvieron la misma suerte.
Es necesario dar a conocer también la escasa
presencia de fuentes que refieran a esta temática en particular. Tanto
periódicos locales como otro tipo de fuentes públicas y privadas brindan
escasos datos para reconstruir las redes el PRC en Bolivia. Más allá de eso, la
información existente da cuenta de un panorama general en el país que permite
realizar las aseveraciones que fueron vertidas en este artículo.
Conclusiones
El plan del PRC por América del Sur, en la
práctica, modifico sus actividades en función de las particularidades propias
de los lugares que se visitó. En un primer momento, ante los diversos escollos
que fueron expresados en el cuerpo de este trabajo, se consideró como difícil
lograr los objetivos de la misión. Así lo comunica Agüero:
“Creo como usted que
necesitamos predicar mucho –aún a los sordos-, pero tengo la convicción de que
la América nos abandona. El pueblo mucho entusiasmo, las clases altas
retraídas: enemigas, los gobiernos indiferentes, tímidos y sin altura de miras”
(Archivo Nacional, caja 116, núm. 311)
En líneas generales es posible divisar éxitos y
fracasos en distintas zonas, sin que una se caracterice por sobre la otra por
algo en especial. Tanto comités, asociaciones o clubes y la prensa local
desarrollan diversas actividades en donde el éxito es aleatorio.
Una única constante lo representa el apoyo de los
representantes de la comunidad italiana en los distintos países estudiados. Los
referenciados en este trabajo, más otros analizados, dan cuenta del persistente
apoyo a la independencia de Cuba por periódicos italianos y distintas
Sociedades de Socorros Mutuos. Si bien es clara la necesidad de ahondar en este
punto en cuestión, resulta indispensable tomar en consideración el contexto
europeo de aquel momento para arriesgar una hipótesis que dé cuenta del
reiterativo apoyo de la comunidad italiana en Nuestramérica a la insurrección
cubana sin dejar de lado la posible necesidad de plantear, sobre todo, un
enfrentamiento a España.
Por otro lado, la emigración patriótica representó
un número casi insignificante para ser tomado como base de la construcción de
redes de apoyo y legitimación antes de la llegada del delegado, salvo en el
caso de Perú. En algunos países si había clubes o comités con anterioridad,
mientras que en Bolivia las actividades de propaganda fueron desde cero.
La diplomacia de las jóvenes naciones del sur del
continente queda expuesta ante la llegada de diversos enviados en general y
ante Agüero en particular. Se da cuenta de falta de información e inoperancia
producto de la falta de formación. Son varias las cartas, de distintos actores,
en donde es posible leer la improvisación a la que se apelaba en materia de
política internacional.
También era una realidad que el contexto de los
países de Sudamérica no colaboraba con la idea de construir proyectos de
unidad. En este sentido se diluye rápidamente la idea de conformar un bloque en
el sur, unido y poderoso, que impulsara la legitimidad de las luchas en Cuba,
junto al apoyo incondicional de su causa libertaria.
Finalmente, el viaje de Agüero colaboró con un
importante desarrollo en la opinión pública, la recolección de dinero y armas
para la guerra, y el afán de varios militares de enfrentar a España en tierras
cubanas.
Retomando lo expresado en la introducción de este
trabajo, la idea rectora del PRC giraba en torno de unir el proceso
independentista continental al surgido, con posterioridad en el tiempo, en la
zona insular. Es por ello que el trasfondo de los apoyos, o la falta de los
mismos, debe ser analizado a la luz, por un lado, de las identidades nacionales
de los estados a los cuales se visitó y, por otro lado, en relación a la
significación de la idea de nación que desde Cuba planteaba la superación de
las fronteras estatales y propiciaba una identidad Nuestramericana. Al mismo
tiempo, era sencillo suponer la resistencia a la lucha de una causa “ajena” en
donde podía perderse incluso la vida.
La presencia de chilenos en las fuerzas
revolucionarias cubanas da cuenta de un significado de americanismo vinculado a
experiencias más generales en donde la patria convoca, une y propone la lucha
para lograr el fin de los lazos coloniales, incluso entregando la vida.
Pero también es dable destacar la estrategia del
PRC en esta guerra. Ante la considerable asimetría entre fuerzas, desde el
punto que se quiera comparar, obraron en consecuencia logrando que la
diplomacia española desarrolle también operaciones más allá de la geografía de
contienda.
Esto demuestra que la insurgencia de 1895 sí
contaba con planes específicos. Algunos de ellos fueron exitosos y otros no
tanto. Vieron que la guerra, en ese momento, iba más allá del enfrentamiento
armado e instó a la Madre Patria a enfrentarse en otros territorios y con otras
armas. Como se dijo anteriormente, la idea de asimilar la lucha en Cuba a las
gestas independentistas de Nuestramérica fue el eje rector.
Agüero culmina sus viajes entre éxitos y fracasos.
El PRC demuestra habilidad en su planteo diplomático. Pero la guerra finalmente
contará con otro actor que eliminará la presencia española de sus últimas
colonias e implantará una República tutelada en Cuba: Estados Unidos. Otros
actores de una misma guerra que va modificando sus formas en tanto el tiempo
transcurre.
Bibliografía
Archivo Nacional de la República de Cuba, Fondos
Donativos. Cajas varias.
Blakemore, Harold (1992). Chile, desde la guerra
del Pacífico hasta la depresión mundial, 1880-1930. En Bethell, Leslie;
Historia de América Latina.
Barcelona: Editorial Crítica, Tomo 10.
Casasús, Juan José Expósito. (1953). La emigración
cubana y la independencia de la patria. La Habana: Editorial Lex.
Correspondencia de la Delegación Cubana en Nueva
York durante la guerra de
Independencia de 1895 a 1898. (1943), La Habana:
Publicaciones del Archivo Nacional de Cuba.
De Vega, Mariano Esteban, De Luis Martín, Francisco
y Morales Moya, Antonio (2004). Jirones de Hispanidad. España, Cuba, Puerto
Rico y Filipinas en la perspectiva de dos cambios de siglo. Salamanca:
Ediciones Universidad de Salamanca.
Estrade, Paul (1998). El papel de la emigración
patriótica en las guerras de independencia de Cuba (1868-1898). Tebeto: Anuario
del Archivo Histórico Insular
de Fuerteventura. N° 11.
Foner, Phillip. (1975). La guerra hispano - cubano
- americana y el nacimiento del imperialismo.1895 - 1902. Madrid: Akal editor.
Vols. 1 y 2.
Gallego, Tesifonte (1897). La Insurrección Cubana.
Crónicas de la Campaña. La preparación
para la guerra. Madrid: Imprenta Central de los Ferrocarriles.
Gallegos, Claudio (2017). Internacionalismo
revolucionario en América Latina: el accionar de Chile frente al proceso
independentista cubano (1868- 1898). Revista
de la Red de Intercátedras de Historia de América Latina Contemporánea. Año 4,
Número 7, https://revistas.unc.edu.ar/index.php/RIHALC/article/view/18921/18819
García del Pino, César (1996). Expediciones de la
Guerra de Independencia. 1895-1898. La
Habana: Editorial de Ciencias Sociales.
Guerra Vilaboy, Sergio (2000). Los gobiernos
hispanoamericanos y la guerra de 1898. Baluarte. Estudios gaditano – cubanos.
Número 2.
Hidalgo Paz, Ibrahim (2004). Cuba 1895 - 1898.
Contradicciones y disoluciones. La Habana: Centro de Estudios Martianos.
Klarén, Peter (1992). Los orígenes del Perú
moderno, 1880-1930. En Bethell, Leslie; Historia de América Latina. Barcelona:
Editorial Crítica, Tomo 10.
Klein, Herbert (1992). Bolivia, desde la guerra del
Pacífico hasta la guerra del Chaco, 1880-1932. En Bethell, Leslie; Historia de
América Latina. Barcelona:
Editorial Crítica, Tomo 10.
Lawrence Tone, John (2006). Guerra y genocidio en
Cuba: 1895-1898. Madrid: Turner.
Martí, José (1975). Obras Completas. La Habana:
Editorial de Ciencias Sociales, tomo 4.
Martí, José (1892). A los presidentes de los Clubs
del Partido Revolucionario Cubano en el Cuerpo de Consejo de Key West”.
Epistolario. Edición Crítica, tomo III.
Morales, Salvador y Sánchez, Agustín (1998).
Diplomacias en conflicto. Cuba y España en el horizonte latinoamericano del 98.
México: Centro de Investigación Científica Ing. Jorge L. Yamayo A.C.
Naranjo Orovio, Consuelo (2009). Historia de Cuba.
Madrid: CSIC - Doce Calles.
Nievas, Flabián (2008). Aportes para una sociología
de la guerra. Buenos Aires: Proyecto Editorial.
Pirala, Antonio (1895-1898). Anales de la guerra de
Cuba. Madrid: Felipe González.
Torres – Cuevas, Eduardo y Loyola Vega, Oscar
(2001). Historia de Cuba. 1492 – 1898. La Habana: Editorial Pueblo y Educación.
Santovenia, Emeterio (1929). Eloy Alfaro y Cuba, La
Habana: Imprenta E Siglo XX.
Scott, Rebecca (1985). Slave Emancipation in Cuba:
The Transition to Free Labor, 1860- 1899. Princeton: Princenton University Press.
Recibido: 15/07/2019
Evaluado: 20/08/2019
Versión Final: 21/09/2019