Coordinaciones
regionales humanitarias. Exiliados, religiosos y organismos de derechos humanos
en la formación de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares
de Detenidos Desaparecidos (1979-1982)
Regional humanitarian coordinations. Exiles,
religious and human rights organizations in the formation of the Latin American
Federation of Associations of Relatives of Disappeared Detainees (1979-1982)
Mario Ayala
Instituto de la Cultura, Sociedad y
Estado;
Universidad Nacional de Tierra del Fuego;
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina)
mhayala@untdf.edu.ar
Resumen
Este artículo analiza el rol de las
redes transnacionales religiosas y de exiliados sudamericanos con base en
Venezuela en la formación de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de
Familiares de Detenidos Desaparecidos (FEDEFAM). Lo hace a partir del análisis
de las actividades de la Fundación Latinoamericana por los Derechos Humanos y
el Desarrollo Social (FundaLatin), una organización
ecuménica de derechos humanos fundada en 1978 en Caracas por iniciativa de un
grupo de religiosos y exiliados chilenos y argentinos que trabajaban en la
solidaridad con los refugiados y en la denuncia internacional de las
dictaduras. La metodología escogida fue mayormente cualitativa, análisis
crítico de documentos y realización de entrevistas orales. La hipótesis central
es que las redes religiosas y de exiliados latinoamericanos con base en Venezuela
fueron claves en la planificación, organización, coordinación y sostenimiento
del proyecto de FEDEFAM entre el año 1979 y 1982, buscando una mayor
articulación de las demandas y denuncias de las organizaciones nacionales de
familiares en el ámbito regional e internacional.
Palabras clave
Redes transnacionales; derechos humanos;
FundaLatin; exiliados; religiosos; FEDEFAM
Abstract
This article
analyzes the role of transnational religious networks and South American exiles
based in Venezuela in the formation of the Latin American Federation of
Associations of Relatives of Disappeared Detainees (FEDEFAM). It does so from
the analysis of the activities of the Latin American Foundation for Human
Rights and Social Development (FundaLatin), an
ecumenical human rights organization founded in 1978 in Caracas on the
initiative of a group of religious and Chilean and Argentine exiles who worked
in solidarity with refugees and in the international denunciation of
dictatorships. The chosen methodology was mostly qualitative, critical analysis
of documents, and oral interviews. The central hypothesis is that the Latin
American religious and exile networks based in Venezuela were key in planning,
organizing, coordinating and sustaining the FEDEFAM project between 1979 and
1982, seeking greater articulation of the organizations' demands and
complaints. nationals of relatives at regional and international level.
Keywords
Transnational
networks; human rights; FundaLatin; religious; exiles;
FEDEFAM
Introducción
Durante las confrontaciones
ideológicas de la Guerra Fría y sus consecuentes violaciones masivas de los
derechos humanos en la región (Roniger, 2018: 77), en
particular durante las oleadas de represivas en el Cono Sur en la década del
setenta, la denuncia y la solidaridad con las víctimas se estructuraron
transnacionalmente en diversas redes integradas por actores que actuaban en el
ámbito nacional, regional y global. Esta estrategia de trabajo en red más allá
de las fronteras nacionales tuvo como objetivo unificador la defensa de los
derechos humanos y la denuncia de sus violaciones en la esfera pública
internacional para presionar a las dictaduras militares. Bajo la egida de la
Doctrina de Seguridad Nacional (DSN) anticomunista estadounidense los regímenes
militares de Argentina, Chile, Bolivia, Brasil, Uruguay y Paraguay aplicaron
políticas represivas masivas y radicales como la tortura y la desaparición
forzosa para desmovilizar a los sectores populares y lograr una reorganización
socioeconómica y política interna (Pettiná, 2018:
136-137).
De
acuerdo a Keck y Sikkink (2000) este tipo de trabajo
en redes puede definirse como una forma de organización en un patrón de acción
no jerárquico y flexible entre actores e individuos entorno a un tema, con
distinta intensidad de conexiones entre sus miembros y múltiples puntos de
intersección con otros sujetos y redes. Las autoras conceptualizaron una red
transnacional de defensa como
“… formada
por actores que trabajan internacionalmente en torno a un tema, y que están
vinculados por valores compartidos, por un discurso común y un denso
intercambio de información y servicios. […] El intercambio de información
conforma el núcleo de la relación. La novedad de estas redes reside en la
capacidad de los actores internacionales no tradicionales para movilizar
información estratégicamente, con el objeto de ayudar a crear nuevos temas y
categorías, y para persuadir, presionar e influir en organizaciones y gobiernos
mucho más poderosos. En las redes, los activistas no sólo intentan influir en
las consecuencias políticas, sino transformar los términos y la naturaleza del
debate.” (Keck y Sikkink, 1999:90).
Además, las redes
trasnacionales de defensa se diferencian de otras redes por la posición central
que ocupan en ellas los valores o principios en la motivación de su formación.
Son significativas tanto a nivel transnacional, como regional y nacional y las que
se centran en derechos humanos ponen recursos internacionales a disposición de
nuevos actores de la política nacional y las luchas sociales (Keck y Sikkink, 1999:89-90). Con este marco analítico Keck y Sikkink estudiaron la eficacia de la red transnacional de
defensa de los derechos humanos en América Latina de la década del setenta en
relación al caso de Argentina bajo la última dictadura militar. Los golpes y la
represión en países del Cono Sur de América Latina y Grecia habrían aumentado
la conciencia global sobre las violaciones de los derechos humanos. Según las
autoras, esta red transnacional de defensa integrada por ONG’s
creció en Europa y Estados Unidos y se complementó con las organizaciones
derechos humanos que surgieron en toda América Latina para denunciar la
represión de los gobiernos y brindar fuentes de información alternativa. A
estos dos actores se agregó el trabajo internacional de derechos humanos que
realizaron los exiliados (Keck y Sikkink, 2000:133).
Sin embargo, su influyente investigación no abordó las redes regionales
transnacionales de defensa de derechos humanos de la época, un tramo
estratégico entre el nivel nacional y el internacional.
En este trabajo, siguiendo a Catoggio (2012; 2014; 2016), utilizamos la noción de redes
religiosas transnacionales para hacer referencia a articulaciones flexibles de
organizaciones confesionales (católicas y protestantes) y no confesionales de
América Latina centradas en la protección de los derechos humanos y la
asistencia a los represaliados, exiliados y refugiados en las décadas del
setenta y ochenta. Estas redes brindaron sus relaciones, infraestructuras y
recursos a las acciones de solidaridad y denuncia de las violaciones de los
derechos humanos en la región. De acuerdo con la autora la literatura de los
exilios latinoamericanos ha señalado la importancia del factor religioso en la
conformación y desarrollo de redes de activismo trasnacional pero no cuenta con
trabajos específicos que lo aborden (Catoggio, 2016:
187).
En cuanto a la noción de redes
de exiliados (Roniger, 2011a; 2011b) el contexto
internacional de la década del setenta brindó a los exiliados latinoamericanos
la posibilidad de interactuar con redes transnacionales de activación política
que les permitieron constituir estrategias de trabajo en red con otros
exiliados y organizaciones del país de refugio alrededor de la defensa de los
derechos humanos como una forma de lucha contra el régimen que los había
excluido. Estas formas de articulación mejoraron sus oportunidades políticas y
capacidades para efectuar acciones colectivas en los países de acogida y en la
esfera pública internacional con el objetivo de generar cambios en el Estado
expulsor (Roniger, 2011b: 42). En este contexto, como
señala Roniger (2018: 29), la formación de
organizaciones no gubernamentales junto con el activismo en las comunidades del
exilio y las organizaciones civiles – y religiosas, agregamos nosotros— habrían
de insertar el nuevo discurso de los derechos humanos bajo las dictaduras e
impactar la evolución de normativa jurídica tras las transiciones a la
democracia en América Latina.
Historiográficamente, el
trabajo se inscribe entre dos campos de investigación de la historia
contemporánea reciente de América Latina: los estudios sobre los exilios y la
historia de las normativas, instituciones y movimientos sociales de derechos
humanos, en particular aquellos que se desencadenaron frente a las dictaduras
del Cono Sur (Alonso, 2008, 2010; Roniger, 2018; Sinkkink; 2018). Como han indicado Roniger
(2018) y Sinkkink (2018), el aporte de los estados y
los movimientos sociales latinoamericanos a la formulación de un discurso y un
sistema internacional de derechos humanos tiene una larga historia que se
remonta al siglo XIX. Para ambos, América Latina contribuyó al desarrollo de
derechos e instituciones de derechos humanos con ideas, instituciones y
normativas a nivel global. En el periodo reciente la región aportó al derecho
internacional de derechos humanos con la figura legal de la desaparición
forzada y los Juicios por la Verdad para conocer paradero de desaparecidos (Roniger, 2018: 77 y ss.). Estos dos estudios generales,
también dan cuenta de una vacancia de investigaciones sobre organizaciones y
redes regionales de derechos humanos con base en países latinoamericanos, que
han comenzado a ser abordados en los últimos años (por ejemplo, en Catoggio, 2012, 2014, 2016; Ayala, 2014, 2017; Badan Ribeiro, 2016; Sagredo Mazuela, 2017).
El interrogante central que se
intenta abordar en este artículo es el rol de las redes regionales
transnacionales de religiosos y exiliados sudamericanos con base en Venezuela
en la formación de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares
de Detenidos Desaparecidos (FEDEFAM). Lo hacemos a partir del análisis de las actividades
de la Fundación Latinoamericana por los Derechos Humanos y el Desarrollo Social
(FundaLatin), una organización ecuménica de derechos
humanos fundada en 1978 en Caracas por iniciativa de un grupo religiosos y de
exiliados chilenos y argentinos que trabajaban en la solidaridad con los
refugiados y en la denuncia internacional de las dictaduras. La relevancia de
este tema es clave para avanzar en el conocimiento empírico de las
organizaciones regionales de derechos humanos con base en países del sur global
durante las décadas de 1970/1980, y en la construcción de marcos
teóricos-metodológicos adecuados para su estudio que den cuenta de su escala
regional con una perspectiva transnacional y global, por el otro. La
metodología escogida fue mayormente cualitativa, recurriendo al análisis
crítico de documentos y la realización de entrevistas orales. Las fuentes de la
investigación fueron las Actas de los congresos de la FEDEFAM de los años 1981
y 1982 (consultados en el Archivo de la organización en Caracas entre 2011 y
2012), entrevistas personales con exiliados que participaron de las actividades
de FundaLatin y la FEDEFAM y los documentos que
resguardaron en sus archivos personales.
La hipótesis que se propone es
que las redes religiosas y de exiliados con base en Venezuela fueron claves en
la planificación, organización, coordinación y sostenimiento del proyecto de
FEDEFAM entre el año 1979 y 1982. Estos activistas religiosos y exiliados
visualizaron como necesaria la articulación de iniciativas transnacionales para
garantizar la coordinación regional de planes de acción, proyectos estratégicos
y realización de encuentros sobre la política de desaparición forzada en la
América Latina y el Caribe. Fue centralmente una forma de activismo
transnacional que buscó una mayor coordinación de las demandas y denuncias de
las organizaciones nacionales de familiares en el plano interno, regional e
internacional.
El artículo está organizado en
cuatro partes y unas observaciones finales. En la primera parte se reconstruye
el rol de FundaLatin en la organización del I
Congreso Latinoamericano de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Costa Rica,
enero de 1981) que dio origen a la FEDEFAM. En la segunda se analiza el Plan de
Acción de febrero-noviembre de 1981, definido por el I Congreso y llevado a
adelante por el equipo coordinador de FundaLatin. La
tercera se ocupa del II Congreso Latinoamericano de Familiares de Detenidos
Desaparecidos que constituyó la FEDEFAM y de los actores y redes que
colaboraron en él. La cuarta parte es dedicada a una panorámica del proyecto de
FEDEFAM después de 1981.
FundaLatin y la
organización del I Congreso Latinoamericano de Familiares de Detenidos
Desaparecidos
FundaLatin fue
fundada en Caracas en 1978 por un grupo de exiliados sudamericanos y
venezolanos religiosos y laicos, como una organización ecuménica inspirada en
la Teología de la Liberación (TL) y enfocada en la promoción integral de los
derechos humanos en la región. Se constituyó con la visión estratégica que
desde Venezuela se podía realizar un trabajo de solidaridad humanitaria hacia
la región y el ámbito internacional, pues la existencia de
libertades democráticas transformaban al país en un lugar seguro para
realizar encuentros y gestiones públicas. Los proyectos principales de FundaLatin fueron la construcción de una red regional de
denuncia de la situación de los derechos humanos y el impulso de federaciones
regionales de organizaciones de derechos humanos. Las más exitosa de ellas fue
la FEDEFAM, una organización regional centrada en la denuncia de las
desapariciones forzadas como elemento común de las dictaduras militares y
gobiernos autoritarios que se enmarcaban en la doctrina de Seguridad Nacional (FundaLatin, 1981a) anticomunista de la última etapa de la
Guerra Fría (véase Ayala, 2014; 2017; Poveda Brito, 2011).
Las tareas organizativas
iniciales para constituir la nueva organización regional estuvieron a cargo de
un grupo de trabajo dirigido por el sacerdote Juan Vives Suria,
ex presidente de Caritas venezolana y de la Comisión Católica de Migración, y
director de FundaLatin, y Patrick Rice, un sacerdote
obrero ex detenido-desaparecido en la Argentina, expulsado de este país a fines
de 1976 y que partir de vivir esa experiencia límite decidió dedicarse a la
lucha contra la política de desaparición forzada de personas. Tanto Vives Suria como Rice eran religiosos católicos en actividad
seguidores de la Teología de la Liberación. Ambos tenían una vasta experiencia
en el trabajo de solidaridad internacional con migrantes, exiliados y otras
víctimas de violaciones de los derechos humanos, y formaban parte de redes
religiosas y ecuménicas transnacionales. Por esta actividad conocían los
mecanismos de denuncia internacional y de gestiones ante organismos
gubernamentales y multilaterales. Además, Rice, de origen irlandés, acreditaba
una práctica previa en el trabajo humanitario en Estados Unidos e Inglaterra,
entre 1977 y 1979, junto a otros religiosos, exiliados argentinos, y activistas
locales, lo que lo convertía en un especialista en la materia al interior de FundaLatin (Entrevista con Patrick Rice, 12/12/2008, Ciudad
de Buenos Aires). De modo que las trayectorias, experiencias de activismo
trasnacional y relaciones anteriores de Vives Suria y
Rice en el universo de actores religiosos de la región, así como el trabajo con
exiliados y organizaciones internacionales de derechos humanos, les permitieron
activar los contactos que facilitaron la coordinación del proyecto de
Federación entre las organizaciones nacionales de familiares de desaparecidos,
las redes religiosas regionales y las organizaciones de exiliados.
En esta tarea también fueron
claves los capitales y relaciones de otros miembros del equipo fundador de FundaLatin, como Joaquín Undurraga, su vicepresidente,
economista chileno exiliado en Caracas; Guido Zuleta, secretario general;
Héctor Fagundes Ledesma, profesor de Derechos Humanos
de la Universidad Central de Venezuela y la exiliada chilena Victoria Cáceres,
entre otros (Entrevista con Patrick Rice, 12/12/2008, Ciudad de Buenos Aires).
Todos ellos adscribían a la Teología de la Liberación, habían trabajado en la
ayuda de los refugiados latinoamericanos en Venezuela y participado activamente
de las campañas y disputas con los católicos conservadores para incidir en los
debates de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano que se
realizó en Puebla, México, a inicios de 1979 (véase Jiménez Lozano, 1979). Los
sectores de la Teología de la Liberación se oponían a las estructuras de
injusticia y explotación en la región y a las dictaduras y las violaciones de
los derechos humanos y con sus acciones consiguieron que la Conferencia
concluyera ratificando el compromiso de los católicos latinoamericanos con la
“opción preferencial por los pobres”. Para Undurraga (1983) – promotor de la
líneas estratégicas de FundaLatin, según Rice— la
Teología de la Liberación llevaba implícita una visión de lo cristiano que, sin
negar la doctrina, partía de los hechos de la realidad y permitía a los
católicos el apoyo a las luchas de liberación, un dialogo con los marxistas y
la construcción de alianzas con otros actores –como las organizaciones
populares, los movimientos políticos y las iglesias protestantes— entorno a la
defensa de los derechos humanos en América Latina en un sentido integral.
De acuerdo a Patrick Rice, la
idea de crear la FEDEFAM surgió en un encuentro entre activistas y familiares
de Argentina, Uruguay, El Salvador, Chile y Bolivia, que concurrieron a la IX
Reunión de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA),
que tuvo lugar en La Paz (Bolivia) del 22 al 31 de octubre de 1979. Habían
confluido allí para denunciar las violaciones de derecho humanos en sus países.
La Central Obrera Boliviana (COB) habilitó sus instalaciones para alojarlos y
facilitar sus reuniones. El día posterior al cierre de la reunión de la OEA, el
1 de noviembre, un golpe militar derrocó al presidente boliviano Walter Guevara
Arze y la ciudad de La Paz fue ocupada por tropas
militares que iniciaron una feroz represión sobre los sindicatos y toda
oposición popular. La represión de esta dictadura de catorce días encabezada
por el coronel Natusch Busch pasó a la historia como
la masacre de Todos Santos que, de acuerdo a diversas fuentes, provocó de 100 a
200 muertos y 40 a 125 desaparecidos (véase Dunkerley,
2003; Mealla, 2013). En aquel contexto boliviano, y a
nivel regional con la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
de la OEA (CIDH) a Argentina en septiembre , recordó
Rice, los activistas de derechos humanos y los familiares se convencieron de la
necesidad de “profundizar los vínculos de unión a través de una reunión más
formal” para denunciar la política de desapariciones forzadas de la dictaduras
de la región. La idea comenzó a concretarse un año más tarde, cuando FundaLatin, en coordinación con la Comisión Ecuménica Pro
Derechos Humanos de Costa Rica (CEPRODHU), tuvo la iniciativa de constituir un
grupo de trabajo para organizar el Primer Congreso Latinoamericano de
Familiares de Desaparecidos, que sesionó en un convento de San José, Costa
Rica, entre el 20 y el 23 de enero de 1981 (Entrevistas con Patrick Rice,
12/12/2008 y 10/03/2010, Ciudad de Buenos Aires; Rice, 2009).
De acuerdo con los documentos
consultados y testimonios reunidos, las razones para organizar la FEDEFAM como
una estrategia de coordinación regional de organizaciones de derechos humanos
centrada en la denuncia de la desapariciones forzadas, fueron la baja coordinación de las organizaciones nacionales
y su necesidad de acceder a las organizaciones no gubernamentales y organismos
internacionales de derechos humanos para realizar las denuncias, ante un
escenario de regionalización de la práctica represiva y la coordinación de las
dictaduras y gobiernos autoritarios para eliminar opositores. La centralidad de
este tema para los organizadores fue expuesta en el Documento Base de FundaLatin en el I Congreso de Familiares Desaparecidos de
América Latina, con el que se iniciaron las discusiones:
“En los
golpes militares que, en la década del 70, se suceden en Uruguay, Bolivia,
Chile, Argentina, Perú, Centro-América y nuevamente en Bolivia, se constata una
progresiva y eficiente coordinación de los aparatos represivos de las
dictaduras, implementando y extendiendo el método de las desapariciones, en una
muestra más de su desprecio por derechos fundamentales del hombre.
[…] La
falta de coordinación de los organismos [de familiares de víctimas de
desaparición forzada] de distintos países y la constante represión y
legislación que, en nombre de la Seguridad Nacional, se dan los factores que
detentan el poder en cada país. Las relaciones entre los organismos son
esporádicas, coyunturales y en algunos casos, muy pocas, productos de una serie
de factores que se quiere profundizar y aportar en este congreso, lográndose
alguna forma de respuesta coordinada ante los planes monolíticos y
perfectamente coordinados del enemigo.” (FundaLatin,
1981ª)
Ahora bien ¿Por qué las
denuncias y demandas por las desapariciones forzadas fueron planteadas en términos
de derechos humanos y parentesco? Para responder a este interrogante, siguiendo
a Elizabeth Jelin, no debe pasarse por alto la
centralidad que tuvieron los lazos de familia en la construcción de la figura
del desaparecido como víctima, y en la búsqueda de verdad y justicia, en los
contextos políticos dictatoriales de represión y censura donde las actividades
de organizaciones políticas y sindicatos estaban suspendidas (Jelin en Crenzel, 2010). Los
miembros de FundaLatin visualizaron el poder de este reclamo
cuando era realizado por sus familiares y decidieron darle un apoyo de
coordinación regional y proyección internacional.
En los recuerdos de dos
organizadores del I Congreso, Patrick Rice por FundaLatin
y Viviana por Amnistía Internacional-sección Venezuela (Entrevistas con Patrick
Rice, 12/12/2008 y 10/03/2010, Ciudad de Buenos Aires; Entrevista con Viviana,
06/12/2008, City Bell, La Plata), hallamos elementos importantes que permiten
acceder a los motivos que los llevaron a impulsar el proyecto y a sus
percepciones del momento. Estos relatos enfatizaron en primer lugar la
sensación de desconcierto e incertidumbre que los atravesaba frente a la
masividad y regionalización de las desapariciones forzadas. En segundo lugar,
destacaron las condiciones locales en que se realizó el evento. La escasa
colaboración del gobierno de Costa Rica, por ejemplo
otorgando visas de cortesía de pocos días a los participantes, o negándose a
brindar seguridad al Convento donde se realizó el evento, “a pesar de que había
un gran temor por la seguridad y se temía que las dictaduras actuaran en forma
conjunta y realizaran secuestros masivos” y/o que se infiltren sus servicios de
inteligencia (Correspondencia con Viviana, 21/07/2019, Córdoba). Además, el I
Congreso recibió la cobertura periodística de Radio Noticias del Continente(RNC) , emisora de onda corta con una potente
señal de alcance continental creada a mediados de 1979 con recursos humanos y
financieros de la organización político-militar argentina Montoneros, que transmitió
en directo algunas de sus partes (Entrevistas con Patrick Rice, 10/03/2010,
Ciudad de Buenos Aires).
A pesar de todos estos
condicionantes el I Congreso de Familiares Desaparecidos de América Latina se
realizó y contó con una importante participación que puso en evidencia la
amplitud de la red transnacional de defensa de derechos humanos que en aquel
momento articulaba FundaLatin a nivel regional y
mundial; y que incluía un extenso espectro de relaciones y apoyos que le
permitieron organizar el congreso en un tercer país y garantizar la
colaboración de diversos actores claves. En primer lugar, se observó la
participación de delegaciones de asociaciones y organizaciones integradas por
familiares de desaparecidos de ocho países, con residencia en países de origen,
en el exilio y/o en terceros estados, a saber: Argentina ,
Chile , El Salvador , Guatemala , Haití
, México , Paraguay y Uruguay (FEDEFAM, 1981ª: 274-276).
Segundo, el Congreso contó con
un fuerte respaldo de organizaciones de derechos humanos, religiosas, de
exiliados y de solidaridad con base en países de origen y en el exterior. Las
organizaciones dedicadas al caso de Argentina fueron Servicio de Auxilio
Católico (Argentina), Grupo Defensa de los Derechos Humanos en Argentina
(Canadá), Comité de Solidaridad con el Pueblo Argentino de New York, Comité
Argentino de Solidaridad y Revista Denuncia (Estados Unidos), Comité Argentino
de Defensa de Derechos Humanos (CADHU), Trabajadores Argentinos de la Salud
Mental, Unidad y Resistencia Argentina en el Exilio (URAE), Comunidad de
Cristianos Argentinos (México). Las que hacían foco en Bolivia, Comité
Costarricense de Solidaridad con Bolivia y Comité de Solidaridad con la A.P.D.H
en Bolivia en Lima. Las dedicadas a Chile el Comité de Solidaridad con Chile
(Costa Rica) y el Instituto de Estudios Políticos-Proyecto Derechos Humanos
(Estados Unidos). Para Guatemala, Comité Ecuménico Pro Derechos Humanos
(Guatemala), Comité Costarricense de Solidaridad con Guatemala (Costa Rica)
Comité Internacional por la vida de Alaide Foppa (España y México). Y para el caso de Paraguay se hizo
presente el Comité de Iglesias de Paraguay. La delegación de organizaciones e
instituciones locales estuvo integrada por el Consejo Superior Universitario
Centroamericano, Comité Ecuménico Pro Derechos Humanos, Partido Socialista
Costarricense, Juventud Democrática Cristiana, CENAP, CSUCA-Programa de
Solidaridad (FEDEFAM, 1981ª: 274-276). Mientras que la delegación venezolana
quedó compuesta por miembros de la comisión organizadora de FundaLatin,
representantes de la sección venezolana de Amnistía Internacional y de la Cruz Roja y miembros de la
Coordinadora Pro Derechos Humanos en la Argentina (CPDHA), un grupo de acción
solidaria formado por exiliados argentinos en Caracas hacia fines de 1980 para
apoyar a los organismos de derechos humanos del interior de Argentina y
denunciar a la dictadura militar (Véase Ayala, 2017).
En tercer lugar, participó un
nutrido grupo de observadores y representantes de los gobiernos de Costa Rica,
Venezuela, Nicaragua; de la oficina regional del Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ; y
personalidades y organismos de solidaridad y derechos humanos de América
Latina, Europa y Estados Unidos .
Las conclusiones del I
Congreso se publicaron en una Declaración con cuatro definiciones cardinales.
Primero, realizar una convocatoria a todos los organismos de familiares de
desaparecidos del continente (en países bajo represión, en el exilio o en terceros
países) a crear una conciencia continental sobre la aberrante práctica
represiva “de hacer desaparecer al adversario”. Segundo, buscar un mayor
intercambio y coordinación entre las organizaciones nacionales de familiares de
desaparecidos para aumentar la eficacia de sus reclamos. Tercero, proponer a
las organizaciones internacionales como la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) y la Organización de los Estados Americanos (OEA) “desarrollar un nuevo
ordenamiento jurídico” que permitiera encuadrar la novedad de la forma
represiva de las desapariciones forzadas de personas. Y cuarto, trabajar de
forma coordinada a nivel internacional para denunciar la práctica de las
desapariciones forzadas, la coordinación represiva y el tráfico internacional
de prisioneros de las dictaduras militares de la región (Equipo de Coordinación
FundaLatin, 1981b; Revista 2001, 1981:11)
A nivel organizativo y de plan
de acción, el Congreso tomó cinco decisiones y delegó su ejecución en el grupo
coordinador de FundaLatin, a saber: 1) la
organización de un segundo Congreso en Caracas a fines de 1981 para la creación
de una “Federación de Familiares de Detenidos Desparecidos de América Latina”;
2) el nombramiento de Patrick Rice como coordinador ejecutivo del proyecto; 3)
la realización de una campaña internacional entre el 25 y 31 mayo de 1981 bajo
el lema la “Semana del detenido desaparecido”; 4) la constitución de un grupo
de trabajo de juristas con el objetivo de elaborar un proyecto de convención
contra la desaparición forzosa e involuntaria de personas que la declarara como
un crimen de lesa humanidad; y 5) la realización de una gira por la región
encabezada por Rice para contactar e informar sobre el proyecto de la
Federación.(Equipo de Coordinación FundaLatin, 1981ª,
1981b) En cumplimiento del mandato los miembros de FundaLatin
regresaron a Venezuela y desde allí comenzaron a trabajar, activando y
ampliando sus relaciones y redes en busca de apoyos y asesoramiento con el
objetivo de cumplir con el mandato organizativo y el Plan de Acción acordado
para 1981.
El Plan de Acción de
febrero-noviembre de 1981
La primera actividad del grupo
coordinador de FundaLatin fue la organización y
lanzamiento de la campaña internacional de la “Semana del Detenido
Desaparecido” entre el 24 y el 31 de mayo de 1981. La campaña, una actividad de
alcance transnacional, fue coordinada con organizaciones de familiares de
desaparecidos (en el interior y en el exilio), organizaciones de exiliados y de
solidaridad de América Latina, Europa y los Estados Unidos. Inspirada en las
campañas de Amnistía Internacional, se concentró en informar y denunciar sobre
la práctica específica de la desaparición forzada de personas con la intención
de influir en la opinión pública nacional e internacional, los gobiernos, las
iglesias y los organismos intergubernamentales. A partir de estas acciones se
esperaba conseguir apoyos públicos y gubernamentales a fin de concretar la
promulgación de una Convención Internacional contra las Desapariciones Forzadas
(Equipo de coordinación FundaLatin, 1981ª; Entrevista
con Patrick Rice, 12/12/2008, Ciudad de Buenos Aires).
La segunda actividad del Plan
de Acción fue convocar a las asociaciones de familiares de desaparecidos de
países que no habían participado de la reunión de Costa Rica. En esta línea,
Rice como coordinador ejecutivo del proyecto de Federación realizó una gira por
Brasil en junio de 1981 intentando contactar y sumar a organizaciones de este
país. La gira fue positiva, en tanto se sumaron al proyecto el Comité por la
Amnistía en el Brasil y el Comité Brasilero de Solidaridad con los Pueblos de
América. Asimismo, se planteó el tema de la inclusión en la Federación de los
familiares de desaparecidos en terceros países (por ejemplo, brasileros,
chilenos, paraguayos y uruguayos desaparecidos en la Argentina) junto a las
asociaciones locales (Equipo de Coordinación FundaLatin,
1981ª, 1981b).
La tercera actividad del
equipo de coordinación fue gestionar la constitución de un grupo de juristas
que elaborara un proyecto de Convención contra las Desapariciones Forzadas y
buscar manifestaciones de apoyo parlamentario a la misma. Para cumplir con el
primer objetivo recurrieron a agrupaciones de juristas en el exilio como la
Comisión Argentina de Derechos Humanos (CADHU) , a
Amnistía Internacional (AI), y a profesionales de renombre internacional (véase
por ejemplo: Patrick Rice al jurista Leonte Herdocia 27/07/1981, en FEDEFAM, 1981ª: 329-330). Mientras
que para el segundo activaron sus contactos políticos en Venezuela y en mayo de
1981 lograron una declaración del Congreso de este país a favor de la creación
de una Convención Internacional contra las Desapariciones Forzadas.
La cuarta línea de acción del
grupo coordinador fue intentar apoyar con información y acciones al Grupo de
Trabajo sobre Desapariciones Forzadas de la Comisión de Derechos Humanos de la
ONU (GTDFONU), creado el 29 de febrero de 1980 por la Comisión de Derechos
Humanos del organismo con un año de mandato . Las
acciones de los activistas demandaban la ampliación del mandato del GTDFONU y
buscaban en simultáneo garantizar la articulación de las organizaciones de
familiares con él. Un paso importante de la estrategia era buscar que la futura
FEDEFAM se constituyera como una organización no gubernamental con estatus
consultivo ante la ONU (Entrevistas con Patrick Rice, 12/12/2008 y 10/03/2010,
Ciudad de Buenos Aires).
La quinta línea de acción que
ocupó al equipo dirigido por Rice fue la realización de gestiones a nivel
nacional e internacional para garantizar la logística y funcionamiento del II
Congreso de Familiares de Detenidos de América Latina programado para fines de
noviembre de 1981 en Caracas, tema que se abordará ampliamente en el apartado
siguiente.
En simultáneo con estas
gestiones para garantizar del Plan de Acción de 1981, los coordinadores del
proyecto de Federación se interesaron por la búsqueda modelos organizativos y
métodos de protesta no violentos como campañas y acciones comunicativas
orientadas a la opinión pública de países democráticos y desde estas a la
esfera pública internacional. Estas experiencias fueron un importante insumo
para la organización de la semana mundial de los detenidos-desaparecidos, que
combinó las innovaciones de las organizaciones locales de familiares como las
Madres de Plaza de Mayo (véase el respecto Jelin en Crenzel 2010) y de ONGs
internacionales como Amnistía Internacional (AI). A la vez buscaron intercambios
de experiencias con organizaciones transnacionales ecuménicas y de derechos
humanos, estudiando sus modelos organizativos y repertorios de acción, tanto
para FundaLatin como para la naciente FEDEFAM (véase,
por ejemplo: Patrick Rice a Gianni Novello de Pax Christi Internacional, 27/07/1981, en FEDEFAM, 1981ª:
300). La documentación consultada permite destacar que además de la búsqueda de
articulaciones, apoyos e intercambios, el equipo de FundaLatin
se interesó por la búsqueda de métodos de lucha no violentos y fundamentados en
los principios de los derechos humanos, el ecumenismo cristiano y los valores
humanistas.
El II Congreso de Familiares
de Desaparecidos de América Latina y la constitución de FEDEFAM
Después de diez meses de
gestiones y actividades de visualización de la política de desapariciones
forzadas en los ámbitos nacionales e internacionales, el grupo organizador de FundaLatin garantizó la realización del II Congreso de
Familiares de Detenidos-Desaparecidos de América Latina en Caracas, los días 24
y 28 noviembre de 1981. Bajo el lema “Hasta Encontrarlos”, el evento tuvo como
objetivo central constituir la FEDEFAM, definiéndola como un “mecanismo de
denuncia de esta gravísima violación a nivel mundial y de protección y
coordinación de los familiares” que permitiera “formular un programa de
actividades” y “propiciar el estudio y la adopción de una Convención
Internacional que ayudará a erradicar las detenciones y desapariciones”
(FEDEFAM, 1981b: 1). Por este motivo, las sesiones del II Congreso discutieron
intensamente el establecimiento de los estatutos de la Federación que
definieron sus objetivos, métodos de acción, modalidades de funcionamiento,
características de sus miembros y la estructura y formas de elección de
autoridades (FEDEFAM, 1981b). A su vez, el encuentro ratificó la continuidad de
Patrick Rice como su Secretario Ejecutivo y creó su boletín informativo
bimestral Hasta Encontrarlos, que comenzó a publicarse en mayo de 1982
(FEDEFAM, 1982ª).
El estudio de la documentación
del II Congreso y las memorias de los activistas que lo organizaron revelan que
la convocatoria logró reunir a 130 delegados de los actores meta del proyecto.
La lista de estos actores incluyó asociaciones de familiares de desaparecidos y
presos políticos, comités de exiliados, comités de solidaridad y organizaciones
derechos humanos con base en América Latina, Europa, Estados Unidos y Canadá.
El análisis de la información de estas organizaciones por país de origen y de
residencia nos permitirá plantear dos cuestiones centrales para este trabajo:
la amplitud de la red regional de derechos humanos construida por los
religiosos y exiliados miembros de la red de FundaLatin,
por un lado; y por otro, dimensionar el trabajo de las redes de exiliados del
Cono Sur en ella, en particular las de argentinos. Veamos cómo estas dos
cuestiones se presentaron en las fuentes estudiadas.
Primeramente, observamos un
elevado número de formaciones con foco en países del Cono Sur. Las
organizaciones orientadas al caso de Argentina fueron las más numerosas
constituyendo un total de catorce, entre las cuales se contaban Asociación
Madres de Plaza de Mayo, Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, Comisión de
Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas (las tres
operando dentro del país), delegaciones de la COSOFAM con sede en Holanda,
Barcelona, Italia, México, CADHU (México) y agrupaciones de exiliados de México
(Unidad y Resistencia Argentina en el Exilio, Trabajadores Argentinos de la
Salud Mental y Comunidad Cristiana Argentina), Venezuela (Coordinadora Pro
Derechos Humanos en la Argentina, Grupo de Solidaridad de Ciudad Bolívar) e
Italia (Comité Antifascista contra la Represión en Argentina). Le seguían seis
organizaciones con interés en Chile: Agrupación de Familiares de
Detenidos-Desaparecidos de Chile, Agrupación de Familiares de exiliados de
Concepción, Comisión de Derechos Humanos (las tres operando
en el interior del país), Agrupación de Familiares de Detenidos en Chile
(México), Comité de Apoyo a los Presos Políticos y Familiares de
Detenidos-Desaparecidos de Chile (Venezuela) y el Instituto de Estudios
Políticos-Proyecto Derechos Humanos (Estados Unidos). Para el caso de Paraguay
fueron cuatro: Comisión de Derechos Humanos (Paraguay), Agrupación de
Familiares de Paraguayos Desaparecidos (Argentina) y el Comité de Solidaridad
por Detenidos Desaparecidos en Paraguay y la Asociación Cultural Democrática de
Paraguay (Venezuela). Mientras que otras cuatro apuntaban a Uruguay: Madres del
Uruguay con Familiares de Detenidos Desaparecidos en la Argentina (Uruguay),
Colectivo por la Defensa de los Rehenes de Uruguay (Venezuela), Asociación de
Familiares de Desaparecidos Uruguayos (México), Agrupación de Familiares de
Uruguayos Desaparecidos (Francia).
En contraste, las organizaciones
centradas en países de Centroamérica, México y el Caribe constituyeron un
pequeño grupo. Para el caso de El Salvador participaron el Comité de Madres y
Familiares de Desaparecidos, Reos Políticos y Asesinados y la Comisión de
Derechos Humanos de El Salvador, que operaban dentro del país. Para Guatemala,
la Comisión de Derechos Humanos en Centro América y el Comité de UNAM de
Guatemala, ambos con sede en Costa Rica. Para el caso de Haití, el Comité
Haitiano de Solidaridad (Venezuela) y el Comité para la Liberación de Sylvio Claude y demás Presos Políticos de Haití (Estados
Unidos). Y las organizaciones con foco en México: el Comité Pro-Defensa de
Presos, Perseguidos, Exiliados y Desaparecidos Políticos de México y el Frente
Nacional contra la Represión (FEDEFAM, 1981b: 1-3).
En segundo lugar, el II
Congreso consiguió la presencia de 29 observadores de organizaciones
gubernamentales, no gubernamentales y religiosas nacionales e internacionales,
que dieron un respaldo clave a la iniciativa y la visualizaron a nivel local,
regional e internacional. Consideramos importante enumerar a estas
organizaciones en el orden que lo hicieron los organizadores: Grupo de Trabajo
sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias (Naciones Unidas), Comisión
Internacional de Juristas, Amnesty International
(Inglaterra), Amnesty International (Alemania), Amnesty International (Estados Unidos), Amnesty
International (Venezuela), Paz y Desarrollo (Canadá), Derechos Humanos Internet
(sic) (Estados Unidos), Fundación Monseñor Romero (Bélgica), Fiscalía General
de la Republica (Venezuela), Servicio Social Internacional (Venezuela), Equipo
Eclesial Coro de Venezuela, Hermanas Carmelitas de Venezuela, Hermanas de San
José de Tarbes de Venezuela, Universidad Católica
Andrés Bello (Venezuela), Comité de Apoyo (Los Teques), Embajada de Holanda en
Venezuela, Frente Amplio de Uruguay (Venezuela), C.N.T. del Uruguay
(Venezuela), Partido Demócrata Cristiano (Haití), Comité de Apoyo a los Presos
Políticos-El Hatillo (Venezuela), Equipo Eclesial Nueva Tacagua
(Venezuela), Comisión Justicia y Paz de Catia (Venezuela), Grupo Petare
(Venezuela), Fundación La Sallé de Ciencias Naturales (Venezuela), Universidad
de los Andes (Venezuela), Centro Pellín (Caracas), ITER (Caracas), CEVEJ
(Caracas) (FEDEFAM, 1981b: 1-2).
Este listado de organizaciones
e instituciones observadoras del Congreso nos permite conocer la densidad de la
red humanitaria articulada por FundaLatin y las redes
de exiliados en esta coyuntura. En primer término
destaca como significativa la presencia del GTDFONU, la Comisión Internacional
de Juristas, secciones de AI, la Fiscalía General de la República de Venezuela,
Derechos Humanos Internet, Fundación Monseñor Romero y el Servicio Social
Internacional; y en segundo término, una importante participación de actores
locales, principalmente de redes religiosas y ecuménicas –incluidas
organizaciones eclesiales de la zona de Caracas y alrededores—, secundadas por
dos universidades.
En tercer lugar, el II
Congreso recibió 130 mensajes y adhesiones de religiosos, organizaciones de
derechos humanos, sindicatos, partidos, embajadas, comités, universidades y
autoridades de gobierno de 29 países de América y Europa .
Esta evidencia nos permite
hacer las siguientes observaciones. En primer lugar, indica que la práctica de
la desaparición forzada era motivo de preocupación o de resistencia en toda la
región. En segundo lugar, muestra el peso determinante de las organizaciones de
derechos humanos (tanto en el interior como en el exilio), redes de religiosos
y exiliados con foco en países del Cono Sur: Argentina (14), Chile (6),
Paraguay (4) y Uruguay (4). En tercer lugar, señalan la importancia de las
organizaciones de solidaridad y defensa de los derechos humanos integrados por
exiliados latinoamericanos con base de acción en Venezuela (8), México (6),
España (2) –principales destinos de la ola de exiliados de los setenta— y resto
de Europa (4). Por último, señala que las organizaciones centradas en Argentina
que se encontraban en el exterior sumaban un total de 10 y sólo 4 tenían
residencia en su país, mientras que para Chile esta relación era de 3/3, y para
Uruguay y Paraguay de 3/1. Lo cual señala el peso que tuvo en la creación de
FEDEFAM el activismo de las organizaciones de exiliados y agrupaciones de
familiares de desaparecidos que operaban desde el exilio.
En suma, el análisis de las
organizaciones observadoras, adherentes y participantes II Congreso de
Familiares de Desaparecidos de América Latina, nos permite destacar rol
determinante de las redes transnacionales religiosas y de exiliados en la
articulación en una estrategia regional y transnacional de organizaciones de
familiares de desaparecidos que fue FEDEFAM. En el caso de la red religiosa
humanitaria regional de la que formaba parte FundaLatin,
su contribución fue clave en la concepción, gestión y realización del proyecto
de la FEDEFAM. Como ha señalado Soledad Catoggio, la
trama religiosa de las redes humanitarias y el activismo transnacional durante
las dictaduras del Cono Sur fueron claves “en la gestión de la circulación y
los intercambios entre las víctimas dentro y fuera del país; los dotó de una
infraestructura y de una serie de recursos que fueron claves para la asistencia
a las víctimas y sus familiares y para la denuncia de las dictaduras” (Catoggio, 2014: 187). Respecto de las redes de exiliados
del Cono Sur, su participación en el proyecto de Federación debe entenderse
como parte de una estrategia colectiva de trabajo político en redes amplias,
tanto en el país de refugio como a nivel regional-transnacional, con el
objetivo de potenciar la denuncia de las violaciones a los derechos humanos y
el apoyo a las organizaciones que trabajaban en el interior del país (Ayala,
2014; 2017).
FundaLatin y el
proyecto de FEDEFAM después de 1981
La documentación de la FEDEFAM
muestra que las redes transnacionales religiosas y de exiliados fueron claves
en la organización, coordinación y sostenimiento del proyecto de la FEDEFAM
hasta el año 1982. Si bien en el II Congreso quedó constituida la FEDEFAM, como
una organización de denuncia de las desapariciones forzadas y de protección y
coordinación de las organizaciones de familiares, se decidió delegar nuevamente
en FundaLatin la organización de su III Congreso y la
coordinación del trabajo en el proyecto de una Convención Internacional para la
Protección contra las desapariciones forzadas que debía presentarse en el mismo
(FEDEFAM, 1981b: 2). Sobre la base de ese mandato FundaLatin
organizó el III Congreso Latinoamericano de Familiares de Detenidos
Desaparecidos en Lima, Perú, del 4 al 8 de noviembre de 1982, con la ayuda de
su red de organizaciones religiosas y ecuménicas defensoras de derechos
humanos, entre las cuales la más cercana en nivel local era la Comisión
Evangélica Latinoamericana de Educación Cristiana (CELADEC) (Entrevista con
Patrick Rice, 12/12/2008, Ciudad de Buenos Aires). El encuentro funcionó en
dependencias gestionadas por el CELADEC, logró una importante repercusión
mediática y política local-regional, y cumplió con el objetivo central de
consensuar un proyecto de Convención contra la Desaparición Forzada de Personas
–que fue remitida a Estados miembros de Naciones Unidas y otras instancias
internacionales— y en la constitución de las autoridades de la Federación
mediante una dirección colegiada (véase FEDEFAM, 1982).
A partir de este III Congreso,
FEDEFAM inició un lento proceso de consolidación que la llevó a autonomizarse
de FundaLatin, estableciendo una sede propia en
Caracas –hasta ese momento funcionaba en las oficinas de FundaLatin—desde
donde realizaron el trabajo de coordinación y archivo. Sin embargo –de acuerdo
al testimonio de Rice— más allá de las declaraciones, resoluciones y acuerdos
de los congresos, FEDEFAM tuvo poca capacidad para llevar adelante las campañas
definidas en sus planes de acción debido a su condición de organización de
segundo grado subordinada a las dinámicas de las organizaciones nacionales y a
los contextos represivos en que actuaban. De modo que la Dirección y Secretaría
Ejecutiva de la FEDEFAM en ningún período contaron con autonomía relativa para
llevar a cabo acciones y posicionamientos que no hubieran sido acordados y
discutidos por cada organización integrante. La mayoría de la cuales, además,
actuaban en un contexto de inseguridad, represión y hostigamiento y en una
situación de emergencia continua. Por estas razones su trabajo se concentró
mayormente en tres actividades: 1) gestiones ante organismos internacionales y
Estados para lograr la aprobación del proyecto de Convención Internacional; 2)
coordinación de la semana internacional del detenido-desaparecido; y 3)
organización de los congresos (Entrevistas con Patrick Rice, 12/12/2008 y
10/03/2010, Ciudad de Buenos Aires).
Sin embargo, en las dos
décadas siguientes FEDEFAM permitió a las organizaciones de afectados de la
región potenciar la denuncia contra sus Estados en el ámbito internacional y,
como resultado, lograr incrementar las presiones externas sobre ellos para que
modificaran su política de violaciones a los derechos humanos. En Venezuela en
este trabajo tuvieron un desempeño importante la red religiosa-ecuménica de FundaLatin y la red de exiliados latinoamericanos en este
país, en especial los sudamericanos y entre estos los argentinos que tenían
residencia en Caracas y ciudades cercanas (Ayala, 2017).
Con el inicio de la transición
a la democracia en el Cono Sur a mediados de los ochenta muchos exiliados
retornaron a sus países, pero FEDEFAM continuó trabajando en la lucha
internacional contra la política de desapariciones forzadas. Actualmente es
reconocida como la ONG latinoamericana que tuvo un rol central en las campañas
internacionales que contribuyeron a la adopción por la Asamblea General de ONU
de la Declaración sobre la protección de todas las personas contra las
desapariciones forzadas, en 1992, y posteriormente a la sanción de la
Convención Contra las Desapariciones Forzadas por la OEA (1994) y las Naciones
Unidas (aprobada en diciembre de 2006 y ratificada y efectivizada en diciembre
de 2010).
Observaciones finales
Después de confrontar los
objetivos de esta investigación con las fuentes y reflexionar sobre los
resultados, nuestra conclusión principal es las redes religiosas y de exiliados
sudamericanos con base en Venezuela fueron claves en la planificación,
organización, coordinación y sostenimiento del proyecto de FEDEFAM entre el año
1979 y 1982.
La trayectorias y experiencias
previas de los sacerdotes Vives Suria, Patrick Rice y
el equipo fundador de FundaLatin, y su relación en
las redes del exilio conosureño y latinoamericano les
permitieron activar los contactos y redes internacionales que facilitaron la
coordinación del proyecto de la FEDEFAM. A su vez, el estudio de las redes de
los exiliados sudamericanos que participaron de la formación de la FEDEFAM
demuestra la existencia de dinámicas redes transnacionales de lucha contra las
dictaduras militares centradas en la denuncia de las violaciones de los
derechos humanos, que articularon a las agrupaciones de solidaridad y derechos
humanos formadas en el exilio con las organizaciones que realizaban el mismo
trabajo en el interior del país.
Puede afirmarse que los
religiosos y exiliados chilenos y argentinos miembros de FundaLatin
y sus redes regionales visualizaron el poder de los lazos de familia en la
construcción de la figura del desaparecido como víctima; y la necesidad de
articulación de iniciativas transnacionales para garantizar la coordinación
regional de organizaciones de familiares nacionales en planes de acción,
proyectos estratégicos y realización de encuentros contra la política de
desaparición forzada en la América Latina. Para lograr estos objetivos
desarrollaron una forma de activismo transnacional que impulsó y apoyó la
formación de una organización
regional de organizaciones de familiares de
desaparecidos. Mejorando
la protección de las organizaciones en el terreno y
permitiéndoles coordinar actividades de denuncia internacional en
colaboración otras redes transnacionales
de defensa de derechos humanos y al mismo tiempo impulsar la adopción de una
Convención Internacional contra las desapariciones forzadas.
En definitiva, la red
transnacional de defensa que dio origen a FEDEFAM no solamente se ocupó de coordinar
a las organizaciones nacionales a nivel regional y mejorar las acciones de
denuncia internacional. Si no que buscó presionar e influir en gobiernos y
organismos intergubernamentales para crear nuevos temas y categorías que
apuntaban a transformar los términos y la naturaleza del debate: considerar a
la práctica represiva de la desaparición forzada como un delito de lesa
humanidad y exigir la sanción de una Convención de ONU sobre Desaparición
Forzada de Personas, que permitiera el uso de la jurisdicción universal para
investigar, juzgar y sancionar a los responsables de las desapariciones
forzadas.
Este trabajo aproximativo pone
en evidencia que aún resta mucho por investigar sobre el problema de las redes
regionales transnacionales de defensa de los derechos humanos durante el último
ciclo de dictaduras de Seguridad Nacional. En el caso de la FEDEFAM es
necesario avanzar en indagaciones sobre cómo fue la interacción, recepción y
aplicación de los lineamientos de esta organización regional en cada contexto
nacional.
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Entrevista
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con Viviana, 21/07/2019, Córdoba.
Recibido: 25/01/2020
Evaluado: 26/02/2020
Versión Final: 15/03/2020