La mirada de Adolf Loos sobre el café
vienés como tercer lugar
Adolf Loos' approach to the
Viennese coffee house as a "third place"
Jesús
López Baeza
HafenCity
Universität Hamburg (Alemania)
jesus.lopez@spinunit.eu
Resumen
Durante el período correspondiente al
cambio del siglo XIX al XX en Viena, se persigue un estilo propio y único, der
Wiener Stil, que diferencie al imperio Habsburgo de Alemania, del resto de
Europa, y de la tradición historicis-ta. Esta búsqueda de una identidad propia
se aborda desde varios prismas importantes o corrientes estilísticas, con
preocupaciones e intenciones diferentes y algunos puntos en común. El
pensamiento propio de cada corriente se refleja en su estilo formal y es
resultado de los procesos de gestación y generación de las mismas. Asimismo, la
figura del café vienés es fundamental, en términos sociales y culturales, para
comprender estos procesos. En este contexto, resulta imprescindible el trabajo
del arquitecto Adolf Loos que ha sido investigado en múltiples ocasiones y
desde diversas disciplinas, al igual que su concepción sobre la publicidad y la
privacidad; sin embargo, cómo éstas afectan a los espacios que se sitúan en el
límite entre lo público y lo privado, todavía no ha sido tratado en
profundidad. Este trabajo analiza el espacio del café vienés como un lugar en
el que el carácter de lo público y de lo doméstico intersectan y se profundiza
en ellos desde el prisma de pensamiento loosiano, en relación con las
co-rrientes coetáneas.
Palabras clave
Viena; Café; Adolf Loos; Tercer Lugar
Abstract
During the turn
of the 19th century in Vienna, a novel and unique artistic style was pursued.
In German, “der Wiener Stil” was intended to differentiate the Habsburg Empire’s
style from the previous historicist tradition, and from the aesthetics trends
followed by the rest of European countries. This search for an own identity is
approached from several important perspectives and performed through a set of stylistic
trends, all of them having different concerns and intentions, and some points
in common. The thoughts of each artistic trend are reflected on its formal style
and they are the result of specific processes of generation. In this con-text, the
role of Viennese coffee house is fundamental to understand these processes both
in social and cultural terms. Within this frame of reference, the work of the
architect Adolf
Loos has been a popular research topic for several disciplines, with special
focus on his essential conception of publicity and privacy; however, the way this
conception affects space – and especially when on the intersection between the public
and the private realms – has not yet been discussed in depth. Thus, the present
work analyzes the figure of the Viennese café as a place where the public and
the domestic intersect. It does so through the prism of Loos’ thought and in relation
to Austrian artistic trends.
Keywords
Vienna; Café;
Adolf Loos; Third
Un preludio
La riqueza y complejidad sociocultural en la
transición del siglo XIX al XX se muestra evidente. Responde a unas tendencias
sin precedentes, influidas por nuevos descubrimientos tecno-científicos que
sitúan a la ciencia como motor de desarrollo del conocimiento y la cultura. Los
tiempos se perciben como diferentes, más modernos e independientes del contexto
histórico hasta ese momento. Es por ello que los estilos artísticos manifiestan
una voluntad de ruptura con la estética precedente. La ciudad de Viena es el
centro económico y cultural de Europa central y la sede de muchas de estas
nuevas ideas y conceptos que aspiran a renovar y redefinir el pensamiento
científico y los estilos artísticos por completo (Franz 2013). La Viena del fin-de-siècle[1] no es
únicamente la capital administrativa del imperio Habsburgo, sino que también
constituye la principal base económica y cultural en la que éste se sustenta,
instituyéndose como un corazón creativo en el que se establecerían artistas,
hombres de ciencia y arquitectos como Adolf Loos, Joseph Hoffmann, Sigmund
Freud o Gustav Klimt (Franz 2013).
En este contexto, el estudio del pensamiento del
arquitecto Adolf Loos es fundamental para la comprensión de la reflexión
arquitectónica en las narrativas actuales. Como reza el título de la exposición
de Beatriz Colomina de 2013 en GSAPP, Loos es “nuestro contemporáneo” (Colomina 2013)[2]. Si bien es cierto que el personaje de Adolf Loos
ha sido investigado en múltiples ocasiones y desde diversos puntos de vista, su
concepción de la publicidad y la privacidad, y cómo éstas afectan a los
espacios que se sitúan en la intersección entre lo público y lo privado – los
terceros lugares[3]
–, resulta de interés para completar una visión contemporánea sobre el
arquitecto austriaco en su contexto del fenómeno renovador global.
Este planteamiento pone en relación con la herencia
histórica inmediatamente anterior al momento del cambio de siglo XIX al XX en
Viena, con el nacimiento de los diferentes estilos de la modernidad[4],
sus manifiestos o ideales, y el
reflejo de los mismos en sus características formales definitorias.
Posteriormente, se evalúa la importancia del café[5]
como foro cultural de intercambio de ideas y discusiones intelectuales, y su
papel en este contexto a través del prisma de pensamiento de Adolf Loos como
precursor de muchos de los cambios mencionados.
El estilo de
la Viena de 1900
La cultura europea de fin-de-Siècle se caracteriza por una enorme cantidad de estilos
artísticos que preceden o dan lugar a la época contemporánea. Estos son fruto
de una gran diversidad de corrientes de pensamiento influidas por puntos de
vista en ocasiones complementarios, y en ocasiones contrapuestos. Menz (2011) describe este periodo, para la ciudad de Viena,
como “el momento en que un grupo de
jóvenes artistas, arquitectos, escritores, músicos, diseñadores y pensadores
transgredieron las normas para crear un nuevo mundo”. Afirma también que “esta
revolución artística transformó Viena en una metrópolis dinámica a la
vanguardia del modernismo más innovador”.[6]
Esta nueva era de modernidad no se limita únicamente
a las artes plásticas o la arquitectura. Elegancia, osadía y opulencia se
combinaban para dar lugar a una nueva etapa de pensamiento y cultura. Comenzaba
a explorarse la sexualidad, la psicología, los sueños, el erotismo, tanto desde
el arte como desde la más pura ciencia. En este contexto, el límite entre lo
público y lo privado se desdibuja (Colomina 1992), y la moralidad queda cuestionada (Schwartz 2012; Szeps and
Szeps-Zuckerkadl 1938).
En el campo de la arquitectura y las artes
decorativas, es el estilo la cuestión
que más polémica desata (Reynolds 1997; Varnedoe 1986). A mediados del siglo XIX, los estilos inspirados
en la historia eran los que recibían mayor impulso, sirviendo de inspiración
para nuevos diseños tanto en la arquitectura como en los pequeños objetos (Reynolds 1997; Loos 2012b). Este historicismo se basaba principalmente en
diseños orientales, y diseños de estilo renacentista centroeuropeo. Este
fenómeno conduce a que en la década de 1890, un estilo propio del siglo XIX no
hubiera aparecido todavía. En Alemania, el estilo renacentista alemán se veía
como un modo de representar la unidad nacional bajo un nuevo lenguaje de diseño, según lo defendían teóricos y críticos
como Georg Hirth o Julius Lessing (Reynolds 1997), para los que la nueva Alemania debía, ante todo,
tener una identidad estética propia para conseguir una unidad patriótica. El revival del Renacimiento alemán se
convirtió en la estética del Reich.
Esta mirada al pasado quizás demasiado profunda
neutraliza el arte impidiendo que éste se desarrolle de manera natural (Riegel 1895)[7]. Consecuentemente teóricos como Von Falke (1888) o Von Eitelberger (1879) critican este fenómeno en el que estilos revival no representarían la situación
cultural del momento, sino que habrían sido impuestos deliberadamente con
intenciones políticas. Es por ello que la decisión que se toma en Austria
conduce a la emancipación del historicismo para inclinarse por diseños ligados
a justificaciones intelectuales (Folnesics 1890; Witt-Dörring
2013a). Muthesius (1908) lo describe como un acercamiento desinteresado a la
ciencia que, lejos de tratarse de la búsqueda de una identidad en el pasado
romántico y emocional al estilo de los alemanes, supondría un nuevo estilo
propio que reflejaría el espíritu científico de la nueva era.
Es aquí cuando las artes decorativas surgen como un
modo de renovación de la cultura, elevándose a una categoría superior al
reconocerse su capacidad de influir o determinar los modos en los que las
personas viven, se comportan, y se relacionan (Muthesius 1908)[8]. Evidenciando la mutua relación entre arte y
ciencia y los nuevos modos de pensar y en particular, la sustancial influencia
de la psicología conductista, Protig (1883) enuncia: “Zeig mir, was du um dich und an dir
hast, und ich will dir sagen, wer du bist”, dime lo que llevas puesto y lo que tienes
alrededor[9], y te diré quién eres. La ciencia y los estilos de
diseño se influyen entre si, hacen preguntas que el otro responde, y se sirven
de mutua fuente de inspiración.
En Viena, el desarrollo del arte en la época moderna
queda, al principio, postergado por cuestiones económicas, y enfocado al
beneficio de los artistas. Jensen (1996) afirma que el nacimiento de la Sezession
(1897-1905) supone la evolución de un modelo de negocio basado en el mecenas, a otro nuevo modelo orientado
en el sistema comercial de compradores y productores privados. Dicho colectivo
surge como un grupo novedoso de arquitectos, diseñadores gráficos y artistas
decorativos, con una nueva y variada
estética diametralmente opuesta a los estilos revival previos (Fiell and Fiell 1999). Nace de un pequeño grupo de artistas que se reúne
por primera vez como el Siebener Klub
en el café Sperl de Viena (Fahr-Becker 2008). Su lema“Der
Kunst ihre Zeit, der Zeit ihre Freiheit”, a cada tiempo su arte, y a cada
arte su libertad[10], hace referencia a este establecimiento de un
estilo nuevo y propio para el momento, y al mismo tiempo a la ruptura con la
tradición artista-mecenas. El arte es algo vivo y libre, que no debe responder
a una intención política o comercial (Bahr 1899).
Este
estilo está basado en tres pilares principales: los trabajos de Koloman Moser y
sus influencias japonesas, en el Flächenkunst,
las influencias clasicistas e historicistas de las décadas previas, la conocida
como era Bidermeier, y por último, las artes populares (Witt-Dörring 2013b). El
estilo de la Sezession varía por cada uno de sus autores, pero las líneas
generales apuntan hacia la geometrización,
las líneas rectas, las fuertes simetrías, contrastes entre materiales y
texturas, y el uso de acabados metálicos o dorados.
En cuanto a su adscripción conceptual, el movimiento
de Sezession vienesa se asocia con el pensamiento riegeliano del diseño con voluntad específica de convertirse en
arte. Con su fundación, lo que se pretende es integrar el arte en el diseño de
los objetos de la vida diaria, con un estilo propio y definitorio que los dote
de identidad. Así, mejorando la calidad de los bienes a través de un mayor
cuidado de la estética se conseguiría una mejora de la calidad de vida de las
personas. Ludwig Hervesi describe su obra como mágica (Fahr-Becker 2008; Lajos Hevesi
1906). Otto Wagner, en contraste al ideal de la
popularización de los estilos revival
en Alemania en las décadas anteriores, define el estilo sezessionista como un Nacimiento frente al renacimiento del Renacimiento (Fahr-Becker 2008).
En 1897 la Sezession se funda con uno de sus
principales propósitos de crear un
estilo austríaco inimitable, único y propio, pero que, con la perspectiva de la
historia, acaecida décadas después, acaba convirtiéndose en el estilo vienés o Wiener Stil. Sin embargo, la creciente y
rápida popularidad de Sezession se convertiría la principal amenaza del
principal activo de Sezession, ser
diferentes en estilo. Klimt, Hoffmann y Moser se convierten en la última
moda, “con toda la tiranía sin sentido
que la moda tiene” (Bahr 1899)[11]. En este momento, el espacio social sufre grandes transformaciones. Desde lecturas
públicas a discusiones de café, la opinión pública tiene un papel
extraordinario en las narrativas la ciudad (Stewart 2013, 2009). La crítica y lo que el público opina determina lo que interesa, lo que es importante, y en
última instancia, lo que lo define. Bahr (1899) distingue dos tipos de crítica, en la Viena de
1900. Por un lado, la antigua crítica,
que influye directamente en el arte en términos comerciales, sirve de guía al comprador y, consecuentemente,
influye en la producción de arte. Por otro lado, la nueva crítica que comienza a desarrollarse en este momento y
analiza las obras posicionándose en el punto de vista psicológico del artista
mismo (Bahr 1899). Es por esto que con la evolución de la Sezession
hacia un estado de popularidad, ésta comienza a ser considerada comercial y la crítica se torna negativa
(Hess 2006).
Seguidamente y como consecuencia de este proceso, el
movimiento de la Wiener Werkstätte se convierte en uno de los beneficiarios de
este fenómeno. En este contexto, es necesario destacar la figura de Berta
Zuckerkandl, que junto con Ludwig Hervesi lanzan a la Wiener Werkstätte por
primera vez a las páginas de Fremden-Blatt
en 1905. La Wiener Werkstätte se funda en 1903 por los sezessionistas Josef
Hoffmann y Koloman Moser con una gran influencia de las organizaciones de Arts and Crafts inglesas que defienden
el arte a través de las artes decorativas y la artesanía (Fiell and Fiell 1999) (Fig. 1). Fue su experiencia como profesores en la
Wiener Kunstgewerbeschule junto con Alfred Roller, lo que les permite
transmitir e implementar las ideas sezessionistas recogidas en el Ver Sacrum[12] sobre sus
estudiantes, conduciéndoles eventualmente a la Werkstätte, la cual contaría con
un programa de enseñanza puesto en práctica en 1905 (Jensen 1996), año de disolución de Sezession y momento en que
los talleres que conformaban la Wiener Werkstätte toman automáticamente su
relevo (Fiell and Fiell 1999).
La Wiener Werkstätte evoluciona desde la Sezession
con un punto de partida similar; la voluntad de crear el trabajo de arte total,
Gesamtkunstwerk. Los asociados a la
Wiener Werkstätte[13]
retan a la sociedad industrializada mediante la realización de manufacturadas
desde una gran diversidad de campos, compartiendo un mismo paraguas estilístico
que conformaba un estilo unificado simple
y práctico (Fahr-Becker 2008). La Wiener Werkstätte consigue armonizar los
motivos geométricos con sutiles formas orgánicas o naturales (Fahr-Becker 2008), aún compartiendo características formales con la
Sezession. Sin embargo, la Wiener Werkstätte pone más atención sobre el trabajo
artesanal realizado por expertos tradicionales (Fahr-Becker 2008), trabajando con metal, con piedra, con madera, con
piel, y experimentando con materiales como el oro, metales, piedras preciosas o
papel maché en un estilo caracterizado por la geometría, la simetría, y las
formas simples, dejando huella posteriormente sobre el Art Decó y la Bauhaus (Fahr-Becker 2008) (Figura 1).
El nacimiento mediático de la Werkstätte, y sus
posteriores apariciones constantes en la prensa se ganan rápidamente la
popularidad en opinión pública (Hevesi 1906). La estrategia de impacto sobre el tejido
socio-cultural desde el la perspectiva discursivo-narrativa ideada por
Zuckerkandl no sólo considera en el lanzamiento a la popularidad de la
Werkstätte por medio de la prensa escrita, sino que también lo hace desde la
difusión oral en los espacios de discusión[14]
intelectual. El café Vienés es donde la idea del nacimiento de la Sezession se
gesta, así como posteriormente, la decisión de apoyar a la Werkstätte desde la
crítica y con consecuencia intencionada de impacto a la opinión pública (Hevesi 1908)[15].
En este contexto de nacimiento de tendencias
estilísticas y de diseño con una componente intelectual imperativa, al otro
extremo de la narrativa de la Werkstätte se encuentran otra nueva generación de
intelectuales incluyendo a Dagobert Peche, Josef Frank, Oskar Wlach y Oskar
Strnad, los cuales critican el concepto de Gesamtkunstwerk
inclinándose por la emancipación de la utilidad, llegando a expresiones
artísticas y estéticas con la utilidad o
funcionalidad relegada a un segundo
plano (Witt-Dörring 2013b). Ellos se inspiran en figuras naturales orgánicas y
más propias del Art Noveau (Fahr-Becker 2008), influidas por la etapa historicista de las décadas anteriores, bebiendo del rococó o el
barroco (Fiell and Fiell 1999).
"Wir wollen einen
innigen Kontakt zwischen Publikum, Entwerfer und Handwerker herstellen und
gutes, einfaches Hausgerät schaffen. Wir gehen von Zweck aus, die
Gebrauchsfähigkeit ist uns erste Bedingung, unsere Stärke soll in guten
Verhältnissen und in guter Materialbehandlung liegen”[16].
Buscamos crear un
contacto íntimo entre el público, el diseñador y el artesano, para crear
objetos buenos y simples. Partimos del propósito de que la utilidad es la
prioridad más alta, y que nuestra fuerza debe recaer en las buenas proporciones
y el buen tratamiento de los materiales.
Fig. 1.
Imagen de un juego de té diseñado por Josef Hoffmann. Manufacturado por Konrad
Koch para la Wiener Werkstätte en 1903. Imagen realizada por Georg Mayer © MAK
Museum Viena.
Der Jugendstil toma el nombre de la revista Jugend publicada por
primera vez en Múnich en 1896 (Fiell and Fiell 1999). Este grupo de artistas no pretende únicamente una
reforma del arte historicista, sino que se inclina hacia un estilo de vida
independiente de las tendencias comerciales, siendo esta la crítica principal
hacia los sezessionistas, estudiando la naturaleza desde un punto de vista
científico y sirviendo de inspiración para sus diseños caracterizados por el
dinamismo y el desarrollo orgánico, apostando por motivos vegetales manieristas
apoyados por estudios morfológicos de patrones de crecimiento desde la botánica
(Fiell and Fiell 1999, Fahr-Becker 2008).
El pensamiento y las ideas de Gesamtkunstwerk – el trabajo de arte total – compartidas por los
sezessionistas y los miembros de la Wiener Werkstätte se sitúan diametralmente
opuestos a Adolf Loos y su alternative
Weg in die Moderne, camino alternativo hacia la modernidad (Witt-Dörring 2013a). En el marco de estas tendencias, Adolf Loos recibe
una cierta influencia en sus primeros años en Viena de Karl Mayreder, profesor
de la Technische Hochschule quien, abierto a nuevas ideas, le transmite su
interés por los problemas de índole urbano y el lenguaje de la antigüedad
clásica (Carranza Macías 2016). En consecuencia, Loos se posicionaba en una
modernidad cultural, en contraste con la modernidad formal y estilística de sus
coetáneos (Witt-Dörring 2013b). Para Loos, la modernidad es una cuestión que se
acerca más a la actitud que a la intención de desarrollar un estilo determinado
basado en la ornamentación asociado a los sezessionistas y caracterizando al
Jugendstil. Loos habla de que la unidad de arte y funcionalidad en los objetos
utilitarios era un proceso carente de interés (Witt-Dörring 2013b). Respeta a Otto Wagner, al considerarlo el único
sezessionista capaz de diseñar teniendo en cuenta tanto el arte como la
funcionalidad, es decir, sin sobreponer su propia expresión artística sobre el
trabajo tradicional de los artesanos y con el fin de crear un belleza
artificial que estuviera presente en la vida de los objetos, intentando
modificar la vida de las personas y el uso que éstas hacen de aquéllos. Los
diseños de Loos no responden exclusivamente a una voluntad de estilo específica
– en el sentido de la Kunstwollen riegeliana –, sino que tanto el estilo
como función – e.g. la distribución programática de las viviendas según su
concepto de Raumplan en el que cada
espacio es dotado de las dimensiones que el propio espacio necesita – son
consecuencia del estudio de los hábitos y las necesidades del cliente concreto,
y de la respuesta que se da a sus necesidades específicas. Él estudia el
descanso y el espacio personal (Arnau Amo and Gutiérrez Mozo 2014). En sus escritos valora significativamente las
superficies textiles, alfombras, tapices, cortinas, y se inclina por las telas
como representación de la calidez, de la intimidad[17].
El papel del
espacio social
Cuando Loos resulta conocido como arquitecto,
participa en una primera serie de artículos para la Neue Freie Presse. Fue por el aniversario del reinado del Kaiser
Franz Josephs en 1898 en la Imperial
Jubilee Exhibition, cuando tiene lugar una exhibición en el Prater de Viena
sobre objetos de diseño austriacos. Esta exhibición trata de mostrar el público
el nuevo estilo de Austria, con la intención de exponer el
carácter metropolitano de Viena al resto de Europa para reafirmarse como
capital cultural. En este contexto, tienen lugar múltiples conferencias,
lecturas y debates y “la nueva ciudad
moderna se construye a través del discurso” (Witt-Dörring 2013b). En este foro, Loos aprovecha la oportunidad para
discutir y poner de manifiesto sus discrepancias sobre aquellos productos y
arremeter contra los sezessionistas. Su estilo ingenioso y la elevada crítica a
los estilos austriacos lo convierten de la noche a la mañana en el portavoz de
una generación que pretendía acabar con el siglo XIX (Stuiber 2012).
El proceso de transmisión de conocimiento en
lecturas públicas es complejo, y es estudiado con la intención de obtener un
determinado resultado para situarse en el espacio
social de una ciudad. Stewart (2009) explica la afirmación de Ludwig Wittgenstein en la
que enuncia que los límites del contexto espacial y temporal son fluidos. Wittgenstein
introduce el concepto de juego de
lenguaje como una interpretación particular del mundo, en la que el objeto
de estudio es el discurso que se mueve entre el contexto pragmático del
discurso propio y la situación espacio-temporal del momento en el que el
discurso se produce (Stewart 2009). La personalidad del orador es un elemento
fundamental, ya que no es únicamente relevante lo que se dice, sino también
quién lo dice, cómo lo dice y a quién lo dice. Es así como lo que se pone en
juego es la performance, no
únicamente el discurso textual (Stewart 2009). Por ello, el personaje de Adolf Loos no puede ser
comprendido, en la época actual, únicamente desde sus escritos (Arnau Amo and Gutiérrez Mozo 2014).
Heather Hess describe a Loos como el mayor rival
ideológico de la Wiener Werkstätte (Hess 2006). Antes de 1903, los trabajos tanto de Loos como de
Hoffmann son enormemente mediáticos y llenan páginas de periódicos y revistas.
No obstante, después de esa fecha, Loos desaparece de la prensa arquitectónica
escrita. Continúa su cruzada dialéctica contra la Werkstätte mediante sus
propios escritos y lecturas públicas. Según Colomina (1994), Loos era un
personaje que no se llevaba bien con la prensa arquitectónica. Sus obras no son
para ser fotografiadas (Arnau Amo and Gutiérrez Mozo 2014), imposibilitando así su difusión y, por tanto, que
éstas se comprendan correctamente desde sus narrativas espaciales e
intelectuales. Él mismo explica que cada espacio y cada pieza de mobiliario
están diseñados para las necesidades específicas el cliente y su modo de
habitar. El intento de transmitir las piezas, difundirlas y reproducirlas sería
fútil, ya que tanto su utilidad como su entendimiento no estarían enfocadas al
lector (Loos 2012b). “La
arquitectura fotogénica es mala arquitectura” (Loos 2012c) y se ejemplifica con su diseño del Café Museum,
donde la correcta representación de éste no radica en las fotografías que
fueran difundidas por las revistas, sino en la experiencia propia de su
interior (Loos 2012a).
Nos encontramos, así, con un personaje de
confrontación y con una controversia potencial. Schwartz (2012) investiga la
persona de Adolf Loos y sus relaciones puntuales con lo que él llama el caso; “una serie de prácticas que involucran la convergencia de
investigaciones científicas, procesos legales, y la esfera pública”[18]. Los encuentros de Loos con el caso son de una controversia particular, y están siempre
relacionados con la intersección entre el reino de lo público y lo privado (Schwartz 2012). De este modo, es inevitable considerar que estos
encuentros influyeran en su propia concepción de este límite, y
consecuentemente, en su arquitectura y su manera de diseñar espacios.
Uno de sus encuentros con el caso tiene lugar en 1910, con una discusión respecto a la fachada
del edificio para la sastrería Goldman und Salatsch (Schwartz 2012) – actualmente conocida como Looshaus en Michaelerplatz –. Aquí la fachada del edificio se
considera inapropiada estéticamente y
en consecuencia es llevada a discusión pública. Loos defiende su diseño ante el
público en discusiones, las cuales son consideradas un elemento de promoción de
su arquitectura y su pensamiento más que la propia arquitectura sobre la que se
discute. Afirma Schwartz que la decisión final – colocar maceteros decorativos
en los alféizares – es producto de una negociación pública y lo propone como ejemplo
de cómo el público – o el espacio
social – influye directamente en el
espacio físico. Afirma que “planeado
o no, la fachada del edificio Goldman und Salatsch es como es, porque lleva las
huellas de esta negociación” (Schwartz 2012). Colomina (1994) cuestiona las causas y las
intenciones de este diseño y esta polémica, planteando que quizás fuera una
fachada inapropiada inicialmente, con
la intención de generar discusión, y así defender y difundir públicamente su
concepción de la arquitectura, proponiendo que la figura de Adolf Loos es
controversial de forma intencionada, con la finalidad de suplir la ausencia en
la prensa arquitectónica escrita. En este sentido, Loos provoca polémica desde
la sátira como una estrategia publicitaria para hacer llegar su arquitectura al
reino de lo público, apoyándose en su posición social y en su amistad con el
periodista Karl Kraus (Schwartz 2012).
La arquitectura residencial de Loos es una
arquitectura de contrastes que diferencia lo privado de lo público con una
máscara plana y aséptica que oculta y protege la intimidad del verdadero acto
de habitar. Dos de los encuentros de
Loos con el caso se caracterizan por
un factor fundamental: se hace público algo que originalmente es privado[19].
Sus diversas apariciones en prensa y discusiones públicas y sus tácticas
publicitarias ponen de manifiesto algo que su arquitectura transmite de forma inequívoca:
Él insiste en una separación radical entre el interior y el exterior como un
modo de preservar el espacio para la intimidad y el habitar. El espacio
interior debe ser subjetivo, propio y adaptado a la persona que lo habita. El
exterior, la fachada, ha de ser muda, ha de ser una máscara que proteja al
ocupante, sus deseos y sus necesidades más vitales. La
diferencia entre el interior y el exterior es producto de la idea de censurar
la intimidad, de recoger y guardar lo que es propio y proyectar hacia el
exterior un carácter diferente frente, una personalidad social distinta de cara
al público (Colomina 1992). La arquitectura de Adolf Loos es una arquitectura
de contrastes y separación. Separación entre interior y exterior, entre público
y privado, entre hombres y mujeres, entre invitados y anfitriones, y entre los
miembros de la familia y el servicio. De manera análoga, la estética del
exterior está separada del interior. Una es simple, plana y geométrica, y la
otra cuenta con una enorme variedad de superficies, colores, texturas y
materiales.
“El exterior debe
asemejarse a un traje de etiqueta, una máscara masculina, como ser unificado y
protegido por una fachada anodina. El interior es la escena de la sexualidad y
la reproducción, y de todas las cosas que separan al sujeto del mundo externo” (Colomina 1992)[20].
El trabajo de Loos está enfocado a la acción de habitar, con la interacción de los habitantes con el espacio que los rodea,
donde el individuo y el espacio se transforman uno a otro en un proceso de apropiación [21] (Heynen and Baydar
2005). Es por ello que Loos arremete los estilos intencionados con la voluntad de convertirse en arte, de Kunstwollen riegeliana[22]. Él se sitúa bajo el paraguas se Gotfried Semper,
supeditando el estilo estético a las
artes técnicas y tectónicas fundadas en los materiales y en las herramientas
que les confieren forma y utilidad (Arnau Amo and Gutiérrez Mozo 2014). Loos confía en los materiales para los
revestimientos y acabados, ya que son los que contactan directamente con la vida que habita el interior de la arquitectura. La casa no es más que la
estructura que sustenta estos materiales (Arnau Amo and Gutiérrez Mozo 2014;
Loos 2012b).
El café como
lugar
Las lecturas públicas son efímeras, son eventos
temporales que tienen lugar durante un periodo de tiempo limitado. Esta tenue
durabilidad causa una tensión que contribuye al atractivo de las mismas (Stewart 2009). Una lectura pública transforma un espacio en un lugar, desde el punto de vista de la teoría espacial de Duarte
(2007) la cual establece como elemento constituyente del lugar la componente social intangible, frente al espacio como el substrato en la que ésta
sucede. Desde esta perspectiva, Stewart (2013) realiza una taxonomía de los lugares donde las
lecturas públicas se desarrollan. Las analiza en términos de movilidad,
extensión y localización, y los categoriza según el grado de carácter público o
privado, siendo el más público la calle o la plaza, y el más privado el salón
de una casa. El café se encuentra en el estadio central, que denomina Dissemination and Dialogue, Diseminación
y Diálogo. Stewart (2009) se refiere a Hans Schliepmann al explicar que
aunque los cafés no fueran específicamente diseñados para la divulgación,
influyeron imperativamente en la historia como espacios de comunicación (Stewart 2009). El café, en toda su complejidad y riqueza, es un supremo protagonista en la historia
intelectual de Europa y, en particular, de la ciudad de Viena.
“La fructuosa relación
entre la actividad intelectual y el café ha creado una dimensión pública
emblemática más allá del espacio en sí” (Pireddu, 2013).
El café se asocia de igual manera al espacio físico
como al espacio cultural intangible al que Rittner, Haine y Jackson bautizan
como The Thinking Space (Pireddu 2016). En este sentido, tanto la capital francesa como la
austriaca han demostrado que el interior de los cafés son un catalítico para el
desarrollo de movimientos filosóficos y de pensamiento crítico, y son asociados
por varios estudios realizados por Haine (1998) con nombres de intelectuales y escritores particulares
(Pireddu 2016).
El café es considerado dentro del marco conceptual
de la teoría espacial, como un tercer
lugar que se sitúa en la frontera entre la esfera de lo público y la del
espacio doméstico privado con multitud de elementos en común con el ambiente
doméstico, el confort, y las dinámicas sociales y de comportamiento, lo sitúan
precisamente en esta intersección. Pireddu (2013) afirma que la propia consciencia de la modernidad
urbana del cambio de siglo es expresada por Baudelaire desde una silla en un
café icónico de Montmatre que también vio nacer al Dadaísmo y el Surrealismo (Pireddu 2013). La cultura de la cafetería vienesa fue importada
de los modelos parisinos y adaptada a su propio contexto, convirtiéndose en un
foro intelectual y cultural para reuniones de la aristocracia, la burguesía,
artistas e intelectuales (Timms 2013), también considerado una extensión del salón propio
de una casa Kurdiovsky (2013)
Carranza Macías (2016) explica que en la planta baja
de la Griensteidl-Haus en Michaelerplatz (Figura 2) se ubicaba el café homónimo
que, en 1890 ve nacer en su interior al movimiento literario de la Jung-Wien, caracterizado por la voluntad
de ruptura con la generación previa de intelectuales burgueses y su síntesis
historicista.
Fig. 2.
Imagen del interior del Café Griensteidl en 1897. Tomada por Carl von Zamboni.
© Wien Museum. 2006.
Es muy probable que fuera en este café, en
Griensteidl, antes de su demolición, donde Adolf Loos comenzara a relacionarse
con los círculos intelectuales y artísticos más elevados (Carranza Macías 2016). Fue aquí donde conoció a su amigo y periodista
Karl Kraus, escritor de la Jung-Wien,
quien le transmitió las ideas de las nuevas formas de prensa y opinión pública,
de la nueva crítica y la difusión de ideas, desde donde concluiría que la
prensa influye de manera determinante sobre el espacio social. De esta manera,
la publicidad y la privacidad, lo que muestran, lo que transmiten y lo que
ocultan para la intimidad, son conceptos que Loos incorpora a su concepción de
la arquitectura y el acto de habitar.
También en el interior de este café, ambos Adolf Loos y Karl Kraus conocen a
Peter Altemberg, que “ejercía un fuerte
magnetismo entre los jóvenes escritores y artistas de la ciudad” (Carranza Macías 2016). Con la demolición del café Griensteidl en 1897,
los artistas e intelectuales que con frecuencia se reunían allí se trasladaron
al Café Central (Carranza Macías 2016), situado en Herrengasse a pocos metros de
Michaelerplatz.
Es también en una de estas cafeterías donde nace el
grupo que dará lugar en 1897 a Sezession (Fahr-Becker 2008); en el café Sperl, situado en Gumperdorfer Straße,
a dos calles de distancia del lugar donde se erigiría su sede un año después,
diseñada por Joseph Maria Olbrich. A su vez, este edificio se encontraría en
Operngasse, calle en la que en 1899 abriría sus puertas el conocido Café Museum
(Fig. 2) de Adolf Loos. Seis años después de la Sezession, la Wiener Werkstätte
se gesta también en una discusión de cafetería (Fahr-Becker 2008).
El café
según Loos
Es evidente el estrecho vínculo que une el café
vienés con la sociedad artística e intelectual de la época. El café Museum,
diseñado por Adolf Loos e inaugurado en 1899, es conocido por ser el encuentro
tradicional de intelectuales como Karl Kraus y Peter Altembeg en el campo de la
literatura, Egon Schiele, Oskar Kokoschka y Gustav Schütt en la pintura, Alan
Berg y Oscar Straus en el campo de la música, o el caricaturista y cantante de
cabaret Carl Hollitzer, quien lo consideraba como una segunda casa (Segel 1993). Esta última afirmación pone de manifiesto el
carácter de tercer lugar del café –
definido por el mimo Oldemburg (1989) como una casa lejos de casa, a home away from home – el cual ofrece
características domésticas de privacidad al mismo tiempo en que éstas
intersectan con la interacción social en público. Los terceros lugares se
definen por características como la conversación como elemento central, la
asiduidad de los asistentes, la neutralidad del espacio, el confort y y el
ambiente alegre o playful (Oldemburg
1989).
El café Museum se sitúa en la planta baja del
edifico que se sitúa entre Operngasse y Karlplatz, a escasos metros del edifico
de Sezession. Debido a su condición de esquina, la planta del edificio dibuja
una forma de “L” y está dividida en tres espacios diferenciados: una sala en el
brazo más largo, el hall de entrada en el vértice, y una sala en el brazo más
corto. Está probablemente inspirado por el Romantisches Café diseñado por Franz
Schwechten en Berlín, con una planta similar, y donde también arcos definen en
espacio interior y delimitan las salas (Stewart 2009). De una forma similar al Romantisches Café, en el
Café Museum la sala de menor tamaño era llamada la pool of swimmers o piscina de
los nadadores y estaba reservada para las personas que se habían ganado su nombre y con él, un asiento en la sala y un
puesto de relevancia en el mundo intelectual (Stewart 2009). La sala mayor, sin embargo, era frecuentada por
jóvenes con aspiraciones intelectuales y culturales que esperaban llamar la
atención de alguno de los presentes en la
pool o piscina (Stewart 2009)[23]. En la sala mayor se encuentran dispuestas en fila
tres mesas de billar o pool tables.
En este caso concreto, no es la arquitectura en sí misma la principal cualidad
del espacio interior del café, sino que se convierte en un contenedor de que
integra una colección de actividades, dinámicas y relaciones sociales que dan
lugar a la definición de este ambiente interior. En otras palabras, la
protagonista del café Museum no es la arquitectura de éste, sino el conjunto de
relaciones que suceden en ella, de manera que la concepción de la arquitectura como estructura que
sostiene al acto de habitar es aquí
extrapolada a la escena pública y a un espacio que no se habita, sino que vive. En
este caso y desde la perspectiva de Duarte (2007), las salas del Café Museum se
considerarían espacios como substrato
del lugar que constituye el ambiente
social intangible presente en dichos espacios. En línea con esta idea de
espacio neutro conteniendo el gran
valor intangible social y discursivo, el sezessionista y crítico de arte Ludwig
Hevesi lo bautiza como Café Nihilism por su característica carencia de
ornamentación y su simplicidad estilística (Segel 1993). Hevesi (1908) afirma que el estilo de Loos se hace evidente en
este café en su distancia al sezessionismo. Sin embargo, no lo considera un
enemigo de la Sezession, sino que lo de lo describe como una visión complementaria.
En el vértice se encuentra el hall de entrada (Fig. 3), con un elegante recibidor frente a la
puerta sobre el que se exhiben pasteles y dulces. Este expositor puede
percibirse desde el exterior, mirando a través de la puerta, y es el elemento que
da la bienvenida a quien entra en el café. La gran variedad de dulces se
exhiben de una manera sensual y sugerente y son multiplicados por los espejos
que se sitúan tras ellos. Además, es en el trayecto hacia ellos, desde la
puerta hacia el expositor, cuando la persona que acaba de entrar al café
percibe de manera simultánea el ambiente de las dos salas, y análogamente es
vista por las personas de ambas salas, siendo cada sala no es visible desde la
otra, pero debido a la condición de la planta en forma de esquina.
La fachada del café está revestida de un mortero
color crema plano y uniforme. Con un primer acercamiento, podría afirmarse que
lo que se pretende con una fachada de estas características es similar a lo que
persigue Loos con las fachadas en su arquitectura residencial: ocultar y
proteger la intimidad de los interiores. Sin embargo, en el café Museum se
ponen en juego las ventanas como un elemento fundamental en la relación entre
interior y exterior. Se diseña un set
de dos cortinas por cada ventana, situándose a diferente altura y profundidad
en el hueco. La cortina superior es encargada de controlar la entrada de luz a
la sala y se encuentra abierta. Por el día contribuye a la sensación de
amplitud y por la noche irradia la luz del interior hacia la calle,
convirtiendo el espacio interior en un escaparate de sí mismo. No obstante, una
segunda cortina está situada en la parte inferior de los huecos, a la altura de
los ojos de quien está sentado en la mesa situada frente a las ventanas. Ésta
es la encargada de la intimidad, ya que puede ser abierta o cerrada a voluntad
del cliente. Así, iluminación e intimidad quedan desvinculadas.
Fig. 3.
Imagen del interior del café Museum desde el hall de entrada. © Albertina
Museum.
Fig. 3. Imagen del interior del café Museum desde el hall de entrada. © Albertina Museum.
El café es un lugar público y privado de manera
sincrónica: el cliente pasa en ellos un lapso de tiempo relativamente largo,
pero no es dueño del espacio ni de los objetos que se encuentran allí. Debe
compartir el espacio y formar parte del ambiente sin ser sujeto activo de
modificaciones, sino de recibir un determinado diseño espacial y adaptarse a
las condiciones de éste para utilizarlo de una manera prolongada en el tiempo
y, con gran probabilidad, reiterada. Gracias a esta recurrencia el cliente
reconoce lo objetos, los espacios, y la dimensión social de los mismos.
Reconoce los agentes que intervienen y las relaciones y procesos que tienen
lugar entre éstos, a otros clientes, al servicio, horarios, eventos, quién se
sienta habitualmente en cada mesa, etc. Así, el café se convierte en un tercer lugar interior, público, y cuyas
condiciones físicas y sociales permanecen constantes. Esta invariabilidad
permite al cliente anticiparse y reconocer elementos y procesos y, por tanto,
aumentar la sensación de conocimiento y control de los mismos. Este fenómeno se
traduce en un incremento de la sensación de confort que tiene como consecuencia
que la asiduidad se mantenga. Cuanto más se frecuenta el café, mejor se conoce
y, por tanto, más se frecuenta.
De esta manera el conocimiento, por medio de la
capacidad de anticipación, está vinculado a la sensación de control sobre la
situación. Es por este motivo por el que los cafés de mayor tamaño tienden a
simular una reducción de escala, ya que una menor cantidad de información para
asimilar supone un incremento de la capacidad de anticipación y, por tanto, de
la sensación de control ligada al confort. Un espacio menor contiene menos
cosas. Por lo tanto, la sensación de un espacio de menor tamaño es más
confortable que un gran espacio en el que el individuo está expuesto. La
reducción de escala se pretende, en casos como el café Sperl, el café Prückel,
o el mismo café Museum, con la colocación de revestimientos verticales hasta
una altura límite, diferenciando la parte superior de las paredes. También, la
altura de las lámparas y los apliques se controla, siempre a una cota
determinada. Dejando la parte superior de los muros, y los techos sin revestir
ni iluminar, la percepción de los mismos se reduce y la escala se acota, incrementando
el confort.
Las relaciones de visibilidad y exposición de las
personas que se encuentran en el interior de los espacios con respecto a las
que se encuentran en el exterior, o las que acaban de entrar, es un tema
recurrente en la arquitectura de Adolf Loos en este tipo de terceros lugares. También sucede con las
situaciones de control, o jerarquización de los agentes. En múltiples
ocasiones, la arquitectura residencial de Loos sitúa unos espacios por encima
de otros, prestando atención a las iluminaciones y los contrastes favoreciendo
la situación de control de unos agentes sobre otros. Intimidad y control son
dos aspectos fundamentales en la arquitectura residencial de Loos (Colomina 1992).
Loos diseña el American Bar en 1908 con una ilusión
de amplitud situando espejos en la parte superior de los cerramientos –
cercanos al techo – que no son accesibles desde la perspectiva visual de los
clientes, de manera que no compromete la intimidad de los mismos (Fig. 4).
Estos espejos multiplican el espacio mediante el efecto óptico de extender la
dimensión de los techos, los cuales parecen continuar aunque la vista no acceda
a ver el final. Estos espejos reflejan únicamente espacios, no personas. La situación
de control también se consigue mediante la posición de los asientos respecto a
las mesas: todos los bancos se encuentran de espaldas a la pared, permitiendo a
los comensales observar lo que sucede en el espacio central de bar.
Fig. 4.
Imagen del interior del American Bar en la actualidad, tras su reconstrucción a
su estado original. © Albertina Museum.
De manera similar al café Museum, la relación con la
calle también es objeto de atención. Sin embargo, aquí no se pretende mostrar
el interior como un escaparate, sino que se oculta del exterior. La fachada la
componen tres puertas. La central, es la de acceso, pero no conecta visualmente
con el interior sino con el atrio, en
el que se encuentra una segunda puerta de acceso al espacio interior del bar.
Las dos puertas laterales dan acceso a dos cabinas individuales con mesas
privadas, desde las que los clientes observan y son observados por la calle,
pero sin conexión directa con el interior del bar, el cual permanece oculto y
protegido de la mirada de los peatones. Además, estas cabinas se encuentran
elevadas respecto a la cota de la calle, favoreciendo en cierta medida la
situación de dominancia de los clientes respecto a los transeúntes.
Esta
preocupación por la visibilidad y las comunicaciones pone de manifiesto que la
intención primaria del diseño loosiano de los terceros lugares: el ambiente interior. Lo que realmente define el
café Museum es la discusión intelectual que se genera en un interior. Por
tanto, con paredes blancas o sin ellas, con ornamento o sin él, la
trascendencia del café Museum radica en el juego de relaciones entre espacios,
en la exposición y la visibilidad, y cómo ésta se diseña y controla, y en
ambiente de carga intelectual que se genera en su interior. Aplicado a la
arquitectura residencial de Loos, el diseño envuelve y protege la tradición.
Aquí, es evidente cómo el espacio arquitectónico contiene, paradójicamente, la
tradición más profunda y definitoria del ser humano: la comunicación y el
diálogo (Colomina 1992).
Conclusiones
En el momento del cambio del siglo XIX al XX, la
ciudad de Viena se reafirma como capital cultural en el centro de Europa. Al
igual que en ciudades como París o Berlín, el ambiente del interior de los
cafés se convierte en un foro que de alguna manera, tiende a atraer discusiones
y debates acerca de arte, cultura y ciencia. Es por ello que las élites
culturales de la época se reúnen en ellos con frecuencia.
Es en los interiores de estos cafés donde nace cada
una de las corrientes de la modernidad vienesa. Se producen fruto de las
discusiones y negociaciones, de las dinámicas
sociales que suceden en el interior de estos terceros lugares. Tal y como afirma Florida (2002), unas dinámicas sociales en movimiento constante
estimulan la creatividad y el surgimiento de nuevas ideas. Este proceso se
traduce en el contacto entre individuos. El tipo de ambiente, la comunicación
entre personas pertenecientes a un mismo campo influye directamente en la
fluidez en el intercambio de conocimiento entre ellos. Este fenómeno es, según
Florida (2002), la clave para comprender el crecimiento, el
progreso, y el avance de la sociedad occidental. Desde esta perspectiva, café
vienés es un elemento catalizador en la gran zancada que dio la cultura
centroeuropea en los alrededores de 1900 y es un ejemplo de cómo papel del
espacio social es imperativo para el propio entendimiento de las dinámicas
sociales globales asociadas a esta época, conformando un patrimonio cultural en
sí mismo.
En este contexto, el pensamiento de Adolf Loos se
aleja de sus contemporáneos, inclinándose por el enriquecimiento del modo de
vida de las personas que habitan los espacios, desde la comprensión de los
mismos modos de habitar. Pone en valor las tradiciones y los tiempos pasados,
pero no busca en ellos una referencia estilística directa. Apuesta por una
separación radical entre el interior y el exterior en el caso de las viviendas,
protegiendo la intimidad de lo que sucede en el interior del espacio mediante
una máscara plana, neutra y pura.
En el caso de la arquitectura de los terceros lugares, la atención de Loos no
se focaliza sobre la domesticidad, los materiales, o los objetos que
representan tradiciones. Sus espacios hablan de relaciones entre personas,
situaciones de visibilidad, exposición, o control. Son espacios de
característica neutra que permiten y facilitan el desarrollo de la dimensión
social, el objeto último de este tipo de arquitectura.
El hecho de que las conexiones visuales, la
intimidad, y las situaciones de control sean un elemento definitorio de la
arquitectura de Loos, pone de manifiesto cierta correspondencia con su
presencia en el caso y su forma de
actuar en ellos de cara a su propia concepción de la publicidad, la privacidad,
lo íntimo y lo personal. La imagen y la opinión pública son elementos
determinantes en el desarrollo del caso,
y lo que el público conoce y opina son los elementos que establecen el espacio
discursivo social. La arquitectura de Loos pone especial énfasis en el diseño
de los elementos que regulan la exposición, decidiendo qué es lo que el público
puede percibir. Además, autores como Schwartz o Colomina definen al personaje
de Loos como una persona mediática, que intencionadamente genera polémica para
publicitar sus diseños y su concepción de la arquitectura. Loos controla lo que
dice y hace, en definitiva, lo que el público percibe, para generar una imagen pública concreta. Es, por tanto,
natural, pensar que su propia arquitectura actúe de la misma manera: su
arquitectura está pensada para controlar la percepción desde el punto de vista
social, siendo sus vínculos con el caso
de probable influencia en (1) la relación de Loos con el público en cuanto a la
difusión de su arquitectura y pensamiento mediante la generación intencionada
de un espacio discursivo de discusión y (2) su concepción la privacidad y la
intimidad, que por tanto, influiría en sus diseños espaciales, tanto de
espacios residenciales como de terceros
lugares.
Bibliografía
Arnau Amo, Joaquín, and María Elia
Gutiérrez Mozo. “Hacer… Hablar; Hablar… Tal Vez Habitar. Apuntes Sobre Lo Dicho
Y Hecho Por Adolf Loos (1870-1933).” I2 Innovación E Investigación En
Arquitectura Y Territorio, no. 2:1–24. https://doi.org/10.14198/i2.2014.2.05,
2014.
Bahr, Hermann. “Zur
Kritik Der Kritik,” 23–29, n.d.
Bahr, Hermann. “Die
Falsche Sezession.” In
Secession. Wiener Verlag, 1899.
Carranza Macías, Tomás. “Escaparates de La
Modernidad. La Tienda Como Laboratorio de Arquitectura [Dissertation].” ETSAM
Madrid, 2016.
Colomina, Beatriz.
“The Split Wall: Domestic Vouyerism.” Sexuality and Space 74, 1992.
Colomina, Beatriz.
Publicity and Privacy: Modern Architecture as Mass Media. Chicago: MIT Press,
1994.
Colomina, Beatriz.
“Adolf Loos. Our Contemporary.” New York: GSAPP, 2013.
Eitelberger, Rudolf
Von. “Die Kunstbestrebungen Österreichs.” In Gasammelte Schriften Vol. 2, 1879.
Fahr-Becker,
Gabriele. Wiener Werkstätte: 1903-1932. Taschen America LLC, 2008.
Falke, Jakob Von.
Geschichte Des Deutschen Kunstgewerbes. Berlin: G. Grote, 1888.
Fiell, Charlotete,
and Peter Fiell. Design of the 20th Century. Taschen America LLC, 1999.
Florida, Richard.
“The Rise of the Creative Class.” The Washington Monthly 34 (5):15–25, 2002.
Folnesics, Josef.
Romantik Und Die Kunstgewerbe, 1890.
Franz, Rainald.
“Traces of Modernism. Cultural Transfer between Vienna, Bohemia and Moravia
1890-1938.” In MAK/GUIDE Vienna 1900, 15–19. Prestel, 2013.
Haine, Scott. The
World of the Paris Café: Sociability among the French Working Class, 1789-1914.
JHU Press, 1998.
Hess, Heather J.
The Wiener Werkstätte and Its Critics. New Brunswick, New Jersey: Graduate
School-New Brunswick Rutgers, State University of New Jersey, 2006.
Hevesi, Lajos. Acht
Jahre Sezession (März 1897-Juni 1905) Kritik-Polemik-Chronik. C. Konegen, 1906.
Hevesi, Ludwig.
“Zum Geleit.” In Zeitkunst Wien 1901-1907, edited by Berta Zuckerkandl. Vienna
and Leipzig: Hugo Heller, 1908.
Heynen, Hilde, and
Gülsüm Baydar. Negotiating Domesticity: Spatial Productions of Gender in Modern
Architecture. Routledge, 2005.
Jensen, Robert.
Marketing Modernism in Fin-de-Siècle Europe. Princeton University Press, 1996.
Kurdiovsky,
Richard. “The Cliché of the Viennese Café as an Extended Living Room: Formal
Parallels and Differences.” In The Viennese Cafe and Fin-de-Siecle Culture.
Berghahn Books, 2013.
Loos, Adolf. “Architektur.”
In Ornament Und Verbrechen, 118–69. Vienna: Metroverlag, 2012a.
Loos, Adolf.
“Interieurs: Ein Präludium.” In Ornament Und Verbrechen, 54–63. Vienna:
Metroverlag, 2012b.
Loos, Adolf.
“Ornament Und Verbrechen.” In Ornament Und Verbrechen, 94–109. Vienna:
Metroverlag, 2012c.
Menz, Christipher.
“Vienna: Art & Design. Klimt, Schiele, Hoffmann, Loos.” Melbourne: NGV,
2011.
Muthesius, Hermann.
Wirtschaftsformen Im Kunstgewerbe. Berlin: Verlag von Leonard Simion, 1908.
Pireddu, Nicoletta.
“Eds. The Thinking Space. The Café as a Cultural Institution in Paris, Italy
and Vienna.” Ashgate: Farnham, 2013.
Pireddu, Nicoletta
“The Thinking Space. The Café as an Institution in Paris, Italy and Vienna. Ed.
by Leona Rittner, W. Scott Haine and Jeffrey Jackson (Farnham and Burlington :
Ashgate, 2013).,” no. January, 2016.
Oldenburg, R.
(1989). The great good place: Café, coffee shops, community centers,
beauty parlors, general stores, bars, hangouts, and how they get you through
the day. Paragon House Publishers.
Portig, Gustav. Die
Nationale Bedeutung Des Kunstgewerbes, 1883.
Reynolds, Diana
Graham. Alois Riegl and the Politics of Art History: Intellectual Traditions
and Austrian Identity In“ fin-de-Siècle,” 1997.
Riegel, Alois. Über
Renaissance Der Kunst., 1895.
Schwartz, Frederic
J. “Architecture and Crime: Adolf Loos and the Culture of the ‘Case.’” The Art
Bulletin 94 (3):437–57, 2012.
Segel, Harold B.
The Vienna Coffeehouse Wits, 1890-1938. Purdue University Press, 1993.
Stewart, Janete.
Public Speaking in the City: Debating and Shaping the Urban Experience.
Palgrave Macmillan, 2009.
Stewart, Janete.
Fashioning Vienna: Adolf Loos’s Cultural Criticism. Routledge, 2013.
Stuiber, Peter.
“Vorwort.” In Ornament Und Verbrechen. Metroverlag, 2012.
Szeps, Berta, and
Frau Szeps-Zuckerkadl. My Life and History. Cassell, 1938.
Timms, Edward.
“Coffeeehouses and Tea Parties: Conversational Spaces as a Stimulus to
Creativity in Sigmund Freud’s Vienna and Virginia Woolf’s London.” In The
Viennese Cafe and Fin-de-Siecle Culture. The Viennese cafe and fin-de-siecle
culture, 2013.
Varnedoe, Kirk. “.
Vienna 1900: Art, Architecture & Design.” New York: MoMA, 1986.
Witt-Dörring,
Christian. “Auf Der Suche Nach Einem Modern Stil.” In MAK/GUIDE Vienna 1900.
Vienna: Prestel, 2013a.
Witt-Dörring,
Christian. “Der Wiener Stil.” In
MAK/GUIDE Vienna 1900. Vienna:
Prestel, 2013b.
Recibido: 12/11/2019
Evaluado: 20/12/2019
Versión Final: 02/02/2020
[1] Fin-de-siècle: Se utiliza el término en francés
original, ya que así se encuentra presente en textos de referencia tanto en
inglés como alemán, refiriéndose al período de los últimos años del siglo XIX y
los primeros del XX.
[2] Texto para la exposición Adolf Loos:
Our Contemporary en el Arthur Ross Architecture
Gallery, Buell Hall de la Graduate School of Architecture, Planning and
Preservation de la Universidad de Columbia. 2013.
[3] El término “Terceros Lugares” es tomado según la definición de Third Places de Oldenburg (1989) como
lugares de interacción y concentración de capital social, que por definición – “A home away from home” – contienen
carácter doméstico, y a la vez público.
[4] Modernidad, Modernismo: Se han tomado ambas palabras como sinónimos. Si bien es cierto que existen matices, las ediciones traducidas que se han consultado las utilizan como equivalentes desde el término inglés modernism, referido al movimiento caracterizado por cambios filosóficos, sociológicos, artísticos, culturales, científicos, y arquitectónicos que transforman la sociedad en los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX.
[5] Café: Se utiliza como equivalente los
términos en inglés cafe, coffeehouse
y en alemán Kaffeehaus. No debe
confundirse con el término inglés cafeteria
la cual se caracteriza por los mostradores de comida rápida y self service presentes en comedores
comunes, o con la bebida caliente coffee.
[6] Texto para la exposición Melbourne Winter Masterpieces 2011 en el
National Galery of Victoria International.
[7] También citado por Reynolds Geschichte
Des Deutschen Kunstgewerbes
(Berlin: G. Grote, 1888).
[8] “[...]
die Kunstgewerbe ist zu einer Kulturbewegung im weitesten Sinne des Wortes
geworden,die unsere Sitte des Wohnens, des Umganges, der Geselligkeit
beeinflufit.” También
citado por Hess Marketing
Modernism in Fin-de-Siècle Europe (Princeton University Press, 1996).
[9] En alemán original, traducido por el autor
[10] En alemán original, traducido por el autor
[11] “Hat
noch vor einem Jahr fast Courage dazu gehört, für die Sezession, so gehört jetzt
schon beinahe Courage dazu, gegen die Sezession zu sein. Sie ist eine Mode
geworden, mit der ganzen unsinnige Tyrannei, die Mode haben.“ En alemán original, traducido por el autor.
[12] Revista de difusión de obras y pensamiento publicada por la Sezession
vienesa entre 1898 y 1903.
[13]El propio nombre, Wiener Werkstätte, es un indicativo de su ideal. El conjunto de la
Wiener Werkstätte lo constituyen diversos talleres o workshops por lo que se habrían llamado Wiener Werkstätten en plural. Sin embargo, la denominación Werkstätte responde a la intencionalidad
de manifestar el ideal de Gesamtkunstwerk
o obra de arte total; el conjunto de talleres, o los Wiener Werkstätten eran en sí mismos una Gesamtkunstwerk, un solo taller, una sola obra de arte total que
integraba todas las artes (Fahr-Becker 2008).
[14] Discusión o Lectura Pública: Se utilizan como equivalentes a los términos en
inglés public speaking y public discussion. Se caracteriza por
la acción oratoria pública para informar, influenciar o entretener a una
audiencia determinada.
[15] Hevesi repite esta historia en el prólogo que escribe
para la antología de Zuckerkandl Zeitkunst. Nicholas Powell describe la historia en The Sacred
Spring: The Arts in Vienna, 1898-1918. Greenwich, Conn.: New York Graphic
Society, 1974. P. 117. También citado por Hess Fiell and Fiell.
[16] Fragmento del manifiesto en el que se basaba el programa
de estudios de la Wiener Werkstätte, basado en los pensamientos generales de Ver Sacrum y el estilo utilitarista de
Otto Wagner escrito por Hoffmann, J. y Moser, K. En alemán original, traducido
por el autor.
[17] Un ejemplo es la habitación de Lina y Adolf Loos en Bösendorfrestraße,
Viena, donde prácticamente la totalidad del espacio está cubierto de textiles.
La suavidad y calidez que transmiten y representan corroboran la percepción de
los interiores como feminidad, erotismo e intimidad. También es evidente en
Loos la influencia anglosajona tanto inglesa como americana observando, en el
caso de los interiores, no únicamente con repetidas referencias al mobiliario
de Hepplewhite y Chippendale en la forma de las curvas y los materiales, sino a
la presencia explícita de las mismas en algunos de sus interiores.
[18] En inglés original, traducido por el autor.
[19]En 1905 participa
como testigo en el caso de Theodor Beer, y en 1928 es acusado. En ambos casos,
las acusaciones se centran en la posesión de fotografías de carácter privado de
personas menores de edad, centrándose la discusión en la naturaleza artística o
delictiva de dichas fotografías y con gran impacto mediático. (Schwarz 2012).
[20] En ingles original. Traducción de A.M.R.
[21] “Appropriation” en inglés original, traducido por el autor.
[22] Sobre
la Kunstwollen, Riegl escribe: “Hay algo
en el hombre que le lleva a encontrar placer en la belleza formal, algo que ni
nosotros ni los seguidores de la escuela que explica el origen de las artes por
la técnica y los materiales somos capaces de definir” Citado por Arnau Amo
y Gutiérrez Mozo (2002).
[23] En inglés original, traducido por el autor. También puede considerarse
el término pecera, como refiriéndose
a que en ella nadan los peces gordos.