“La educación es un derecho, no un privilegio”: la lucha estudiantil
contra el arancel universitario durante la última dictadura en Argentina
(1980-1983)[1]
Universidad de Buenos Aires;
Instituto de Altos Estudios Sociales;
Universidad Nacional de San Martín;
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina)
guadalupeseia@gmail.com
Resumen
La dictadura del autodenominado “Proceso
de Reorganización Nacional” (1976-1983) buscó imponer un modelo universitario
abiertamente anti-reformista y excluyente, eliminando la autonomía y el
co-gobierno universitario, imponiendo cupos y aranceles para el acceso y la
permanencia del estudiantado. En este artículo analizamos la oposición
estudiantil al arancelamiento del cursado de las carreras de grado en la
Universidad de Buenos Aires a partir de 1980, luego de la sanción de la Ley
Universitaria.
Sostenemos que la reivindicación contra
el arancel fue fundamental para potenciar la re-organización estudiantil en el
marco de la última dictadura. Asimismo, argumentamos la relevancia de la
movilización estudiantil para revertir el modelo universitario de la dictadura
y para la construcción de los principios fundamentales de la universidad
democrática. En ese sentido, este texto se propone como un aporte a la
historización de la conquista de la educación superior pública y gratuita como
un derecho humano.
Palabras clave
Movimiento Estudiantil; Arancel;
Gratuidad; Universidad; Dictadura.
Abstract
The dictatorship
of the "National Reorganization Process" (1976-1983) sought to impose
an openly anti-reformist and exclusive university model, eliminating university
autonomy and co-government, imposing quotas and fees for student access and
permanence. In this article we analyze the student opposition to the fees on
high education at the University of Buenos Aires since 1980, after the sanction
of the new university law.
We maintain that
the claim against the fees was fundamental to enhance student re-organization
under the last dictatorship. Likewise, we argue the relevance of student
mobilization to reverse the university model of the dictatorship and to the
construction of the fundamental principles of the democratic university. In
that sense, this text is proposed as a contribution to the historicization of
the conquest of public and free higher education as a human right.
Keywords
Student Movement;
Fees; Tuition Free; University; Dictatorship
Introducción[2]
A cien años de la
Reforma Universitaria y setenta de la declaración de
la gratuidad universitaria[3], el
acceso a la educación superior concentra actualmente la atención de cientistas
sociales y también autoridades educativas. En el presente artículo, nos
ocupamos de una etapa histórica en que se buscó erradicar ambas conquistas del
modelo universitario argentino. La dictadura del autodenominado “Proceso de
Reorganización Nacional” (1976-1983) buscó imponer un modelo universitario
abiertamente anti-reformista y excluyente eliminando la autonomía y el
co-gobierno universitario, re-imponiendo cupos y aranceles para el acceso y la
permanencia del estudiantado.
Nos
concentramos en la oposición estudiantil al arancelamiento del cursado de las
carreras de grado en la Universidad de Buenos Aires a partir de 1980, luego de
la sanción de la Ley Universitaria. Con el análisis de la militancia
estudiantil contra el arancelamiento, nos proponemos colaborar a revertir una
vacancia existente en la historización de la gratuidad universitaria. Hasta el
momento han primado miradas centradas en los cambios en el marco legal que
dispuso cambios para afirmar o revertir la gratuidad de la educación superior
en Argentina (Rodríguez, 2015); el significado de esta medida en el proyecto
universitario y de país de los diferentes gobiernos que concretaron esas
políticas (Benente, 2019); o bien sobre los efectos que la disposición de la
eliminación o la imposición de aranceles tuvo sobre el sistema universitario
(Buchbinder y Marquina, 2008; Seia, 2018a; Friedemann, 2019).
Existen
escasos trabajos que incorporan en su abordaje un análisis de los
posicionamientos del movimiento estudiantil sobre las disposiciones relativas a
la gratuidad durante los gobiernos peronistas (Pis Diez, 2019; Friedemann,
2019), en contraste con los estudios sobre las movilizaciones estudiantiles
contra el denominado “limitacionismo” durante la primera mitad de la década de
1970 bajo la dictadura autodenominada como “Revolución Argentina”[4]
(Bonavena y Millán, 2008; Seia, 2014; Califa y Seia, 2017). En esta última
línea interpretativa se ha destacado la importancia de la movilización
estudiantil para revertir las medidas restrictivas del acceso y la permanencia
en las universidades nacionales. Esta hipótesis, que ha sido poco explorada
para otras etapas históricas, es retomada en este artículo para el estudio de
los años de la última dictadura en Argentina.
En
este artículo argumentamos la relevancia de la movilización estudiantil contra
el arancel durante la última dictadura en dos sentidos fundamentales. En primer
lugar, sostenemos que dicha reivindicación potenció la actividad del movimiento
estudiantil de la UBA que venía re-articulando su organización desde los meses
posteriores al golpe de estado de 1976, así como también posibilitó la
construcción de un discurso crecientemente crítico hacia el modelo de
universidad propuesto por la dictadura. En segundo lugar, afirmamos que la movilización
estudiantil contra el arancel, en particular, y las limitaciones en el acceso y
la permanencia, en general, fueron piezas claves para la construcción de una
agenda universitaria y de un modelo de universidad de la democracia.
En
las páginas siguientes describimos la agencia estudiantil como parte de la
oposición a la dictadura en la universidad y también de la construcción de la
universidad democrática, discutiendo aquellas afirmaciones que describieron la
“muerte” del movimiento estudiantil a partir de la dictadura en Argentina
(Vila, 1985; Brunner, 1985).[5] En
ese sentido, este texto se propone como un aporte más a la historización de la
conquista de la educación superior como un derecho humano (CRES, 2018; Benente,
2019).
Este
texto constituye un fragmento de nuestra tesis doctoral acerca de las
reconfiguraciones del movimiento estudiantil de la UBA durante la última
dictadura. Es producto de un trabajo de triangulación intermetodológica por el
que analizamos complementariamente diferentes tipos de fuentes. Por un lado,
material estadístico procesado por diferentes reparticiones universitarias y
educativas, junto a datos brindados en la prensa periódica de la etapa y
sistematizados por nosotros. Por otro lado, el análisis cualitativo se basa en
la sistematización de fuentes documentales heterogéneas como publicaciones
juveniles de los partidos políticos de izquierda, centros de estudiantes y
federaciones, la prensa nacional, normativa universitaria y educativa, etc. y
también fuentes orales constituidas por testimonios de estudiantes de la UBA
con y sin militancia durante los años de la dictadura.[6] Por último, también
retomamos y reflexionamos sobre la bibliografía especializada, tanto clásica
como reciente.
Gratuidad
y expansión universitaria (1949-1976)
En
Argentina, la gratuidad universitaria había sido dispuesta en 1949[7],
hasta entonces, los estudiantes debían abonar tarifas diferenciadas por
derechos de inscripción anuales; por derechos de cursar trabajos prácticos y rendir
exámenes; de utilización de la biblioteca; también, por trámites varios como la
habilitación de títulos y la emisión de certificados. Estos fueron eliminados
definitivamente en 1953. (Pis Diez, 2019). En el marco del proyecto
universitario peronista que cuestionaba los principios reformistas en el
funcionamiento de las casas de altos estudios, la erradicación de los aranceles
fue recibida con cierta “indiferencia” por parte del movimiento estudiantil
(Pis Diez, 2019), aún cuando la gratuidad de la educación superior se había
constituido tempranamente como una consigna del reformismo (Buchbinder, 2018).
En ese contexto, desde las federaciones se postulaba la necesidad de becas y
mayor presupuesto universitario para solventar los gastos más onerosos que
implicaban estudiar una carrera universitaria (pensionados, bibliotecas,
comedores, etc.).[8]
Entre
1949 y 1955 la matrícula universitaria se triplicó (Cano, 1985). El sistema
universitaria argentino se consolidó como uno de masas en el marco de un proceso
regional y global de expansión universitaria. A pesar de las transformaciones
que tuvieron lugar en las casas de altos estudios a partir del golpe de estado
autodenominado como “Revolución Libertadora” (1955), la gratuidad no fue
cuestionada a nivel de la legislación hasta 1967 cuando un nuevo régimen
autoritario sancionó la Ley Orgánica de Universidades Nacionales Nº 17.245. La
misma eliminó el voto de la representación estudiantil en el cogobierno,
estableció exámenes de ingreso y definió a la gratuidad como un régimen al que
se accedía tras aprobar un número de materias determinado, según lo fijara cada
universidad (Pis Diez, 2019). La Federación Universitaria Argentina (FUA)
denunciaba al gobierno dictatorial por, entre otras cosas, haber atentado contra
la gratuidad con medidas como las restricciones presupuestarias, los subsidios
a las universidades privadas, el cierre de los comedores estudiantiles, la
disminución del número de becas, etc. (Seia, 2014).
Asimismo,
la dictadura de la autodenominada “Revolución Argentina” aspiró a reducir la
matrícula universitaria como parte de su programa para revertir la
“infiltración comunista” de los claustros (Califa y Seia, 2018). Sin embargo,
la lucha estudiantil contra la política bautizada como “limitacionista”, logró
superar los cupos pre-fijados para el ingreso universitario, colaborando con un
nuevo ciclo expansivo del sistema universitario.[9] Esta
victoria se cristalizó en la Universidad de Buenos Aires cuando en 1973 se
dispuso el ingreso irrestricto para el ciclo lectivo siguiente. En paralelo, el
artículo tres de la Ley Nº 20.654/1974 estableció la gratuidad sin requisitos.
Dicha legislación también impulsó la “asistencia social a la comunidad
universitaria” e instauró un “sistema de becas” que incluía ayudas económicas,
becas estímulos, asignación a la familia del estudiante[10],
becas para estudiantes extranjeros y becas de honor (Friedemann, 2019).[11]
Sin
embargo, los aspectos progresivos de dicha legislación apenas llegaron a
ponerse en práctica debido a que ya desde mediados de 1974 la gestión ministerial de Oscar Ivanissevich
definió nuevas intervenciones en las universidades nacionales. En la UBA se
desplegó un operativo de “depuración” coordinado por Alberto Ottalagano, el
rector designado para “sanear los claustros” de la “amenaza comunista”
(Friedemann, 2015; Seia, 2016). En ese marco, fueron re-instituidas las
limitaciones al ingreso universitario a través del establecimiento de cupos,
aunque no se dio marcha atrás con la gratuidad. El movimiento estudiantil
condenó el retroceso hacia la “universidad elitista”, sin lograr revertir las
medidas. La matrícula porteña inició una tendencia de caída, agudizada durante
la última dictadura (Seia, 2018; Friedemann, 2019).[12]
Una universidad
anti-reformista y excluyente (1976-1983)[13]
Las
Fuerzas Armadas (FFAA) intervinieron las universidades nacionales pocos días
después del golpe de estado, designando delegados primero miembros de las
fuerzas y luego civiles que eran parte del cuerpo docente de cada casa de
estudios. Desde el Ministerio de Cultura y Educación se diagnosticó un
“problema universitario” que tenía dos facetas principales: la “infiltración
comunista” de los claustros y su crecimiento “desmedido y desordenando”, que asimismo
potenciaba el “accionar subversivo” en las casas de estudio (Seia, 2019a).
La
respuesta al “problema universitario”, entonces, combinó la represión feroz
sobre la militancia estudiantil[14], la
“depuración” del cuerpo docente y no docente de las unidades académicas y la
prolongación de la prohibición de la actividad política y gremial en las
universidades[15], por
un lado. Por otro, se dispuso el funcionamiento de las casas de estudio
subordinado a la voluntad de la Junta Militar de Gobierno y sus delegados
civiles, eliminando cualquier atisbo de autonomía universitaria (Seia, 2018b),
y se avanzó en un proceso de “re-dimensionamiento” de la matrícula estudiantil
que consistió en su achicamiento a través de la imposición de cupos (Seia,
2018a). La UBA se vio particularmente afectada por esta política, donde cada
año quedaban afuera alrededor de treinta mil aspirantes. La matrícula de esta
institución cayó de 146.909 estudiantes en 1976 a 106.793 en 1983 (Véase Tabla
1).
Tabla 1. Matrícula,
ingresantes, cupos y aspirantes de la UBA (1973-1984)
Año |
Matrícula* |
Ingresantes** |
Cupos*** |
Aspirantes*** |
1973 |
133.272 |
36.239 |
Irrestricto |
---- |
1974 |
166.215 |
40.535 |
Irrestricto |
---- |
1975 |
152.863 |
30.028 |
29.000 |
33.456 |
1976 |
146.909 |
20.789 |
10.500 |
27.869 |
1977 |
134.224 |
11.647 |
13.845 |
24.983 |
1978 |
117.360 |
11.956 |
12.380 |
40.075 |
1979 |
114.550 |
11.163 |
11.050 |
46.312 |
1980 |
108.387 |
10.866 |
9.830 |
38.473 |
1981 |
110.286 |
11.422 |
9.830 |
39.473 |
1982 |
102.766 |
14.526 |
10.145 |
41.065 |
1983 |
106.793 |
15.815 |
9.780 |
44.884 |
1984 |
150.938 |
40.096 |
Irrestricto |
--- |
Fuente: Elaboración
propia.
*
Datos brindados por el Dpto. de Información Universitaria, Sec. de Políticas
Universitarias, Ministerio de Educación (2018). El censo de la UBA informa que
la matrícula de 1980 era de 95.255 estudiantes.
**
Datos brindados por la UBA. Series estadísticas N° 5
***
Datos brindados por el Diario La Nación (1975-1983)
Este
modelo de universidad anti-reformista, despolitizada, pequeña, excluyente y más
sencilla de vigilar se intentó cristalizar mediante la sanción en 1980 de la
ley N° 22.207 de Régimen Orgánico de Universidades Nacionales.[16]
Entre los aspectos más cuestionados, además de las características inconsultas
del proceso de elaboración y aprobación de la norma, se encontraban la
inexistencia de co-gobierno, la amenaza permanente de intervención del Poder
Ejecutivo y la legalización de los cupos y el cobro de aranceles para ingresar
y cursar carreras de grado en las universidades nacionales.
La
política de arancelamiento fue otra de las modalidades que adquirió la política
de “re-dimensionamiento” del sistema universitario (Cano, 1985; Buchbinder y
Marquina, 2008; Soprano y Rodríguez, 2009; Rodríguez, 2015). Se trató de una
medida regresiva en tanto el nivel de grado era gratuito desde mediados de
siglo y había sido uno de los factores centrales en el crecimiento de la
matrícula universitaria. Esta política fue interpretada como un paliativo a la
dificultosa situación económica que atravesaban las universidades nacionales
producto de una caída del aporte del Estado Nacional en su presupuesto.[17]
Sin
embargo, ya desde hacía años, el estudiantado de la UBA debía abonar para
acceder a una serie de servicios y trámites elementales para avanzar en sus
carreras (fotocopias, certificados, legalizaciones, uso de computadoras y
laboratorios, realización de trabajos prácticos en laboratorios, actividades
deportivas, jardín maternal, etc.). Estos montos se actualizaban en paralelo al
proceso inflacionario que atravesaba el país y a la caída del presupuesto
universitario. A esto se sumó que desde 1980, los aspirantes al ingreso
debieron abonar un arancel específico para tener derecho a los cursos y el
examen de ingreso.[18] En
1981, el rectorado de la UBA aprobó los aranceles para las todas carreras de
grado de las facultades.[19]
Respecto del plan de becas para estudiantes, se reglamentó que las mismas
serían adjudicadas por diez meses. La facultad le asignaría a cada becario un
consejero de estudios que debía informar regularmente el rendimiento académico
del alumno.[20]
Según la normativa, las sumas recaudadas en concepto de arancel se aplicarían a
la financiación del sistema de becas y subsidios de la universidad, previa
deducción de los gastos que representaban los costos de implementación y control.[21]
El
establecimiento del arancel causó críticas bastantes extendidas y, como
veremos, potenció la organización y movilización estudiantil. En ese sentido,
consideramos importante ponderar a esta política más allá de sus efectos
económicos[22] o
institucionales, en tanto la misma tuvo una significación crucial en el proceso
de reorganización del movimiento estudiantil, así como también en la
construcción de su pliego de reivindicaciones.
La militancia estudiantil de la UBA entre 1976 y
1980[23]
Entre
1976 y 1978 se dieron el noventa por ciento de las desapariciones y detenciones
de los y las trabajadores y estudiantes de las facultades de la UBA. En los
claustros, mediante la presencia permanente de agentes de la Policía Federal y
de las Fuerzas Armadas se procuró instalar un clima de miedo entre el
estudiantado junto a la demonización de la política en la universidad,
identificada como una de las causas del “caos y la violencia” que allí se había
extendido.[24] En
sus testimonios, los y las militantes universitarios durante esos años
recuerdan las dificultades para generar vínculos de confianza y solidaridad
entre compañeros, así como también conversar de temas por fuera de la
currícula.[25] A
pesar de los riesgos, quienes pertenecían a las organizaciones estudiantiles
buscaron estrategias para ir rompiendo con la consigna de que a la universidad
sólo se iba a estudiar.[26]
En
ese marco, entre 1976 y 1980, el movimiento estudiantil de la UBA, golpeado por
la represión, buscó mantener su actividad al menos parcialmente a través de sus
estructuras organizativas históricas. Si bien prácticamente todas las
agrupaciones estudiantiles fueron ilegalizadas, las diferentes tendencias
políticas atravesaron situaciones heterogéneas. La Juventud Universitaria Peronista
(JUP) había sufrido con fuerza el embate de la Alianza Anticomunista Argentina
ya antes del golpe de estado, y en la mayoría de las facultades no había
conseguido participar de los comicios de centro de estudiantes de 1975 (Millán,
2018). En los meses posteriores al 24 de marzo de 1976, en facultades como
Arquitectura, las células peronistas vinculadas a Montoneros procuraron
desarrollar algunas acciones de resistencia o “defensa activa” contra la
dictadura y la intervención universitaria (Seia, 2019a).[27] Sin embargo, para 1977 lo
que quedaba de la JUP había sido desarticulado producto de la represión y del
movimiento de militantes universitarios a otros frentes políticos (Saadi,
2004).[28]
En
contraste con la situación de la tendencia revolucionaria del peronismo, la
agrupación Franja Morada[29]
vinculada a la Unión Cívica Radical (UCR) había logrado la presidencia de tres
centros de estudiantes en los comicios de 1975, consolidando su posición a
nivel de la UBA[30],
mientras que la Junta de Gobierno no había dispuesto su ilegalización. Este
sector venía insistiendo con un posicionamiento contra el terrorismo y la
violencia de “ambos signos” que sostenían golpeaba a las facultades. Este
discurso era compartido por el Movimiento de Orientación Reformista (MOR), la
agrupación universitaria del Partido Comunista (PC) que también había obtenido
la presidencia en tres centros en 1975. Si bien el MOR había sido ilegalizado,
el PC como la UCR sólo habían sufrido la suspensión de sus actividades[31], de
este modo, las agrupaciones estudiantiles contaban con un marco institucional
que amparaba y en cierta medida, protegía a sus militantes.[32]
Dichas
agrupaciones estuvieron en mejores condiciones para continuar reuniéndose y
también para mantener en actividad a los Centros de Estudiantes que presidían.
Así, en Ciencias
Económicas, Arquitectura, Medicina, Ciencias Exactas y Naturales, Farmacia y
Bioquímica, comunistas y radicales desarrollaron actividades de carácter
gremial (venta de apuntes, presentación de petitorios) y recreativo
(organización de pic-nics, peñas, torneos deportivos, etc.) desde los Centros
de Estudiantes.[33] No
obstante, estas actividades no siempre eran publicitadas abiertamente y en
muchas ocasiones eran impedidas por las fuerzas represivas en tanto las
organizaciones y actividades gremiales estaban prohibidas por la legislación
vigente.[34] Es
por eso que las Comisiones Directivas se reunían por fuera de los claustros en
bares, sedes de los consejos o colegios profesionales o de los partidos políticos
no ilegalizados.[35]
Según la FJC, en 1977 funcionaban
regularmente, aún ilegalmente, 60 Centros de Estudiantes universitarios en
Argentina.[36]
Asimismo,
el MOR/FJC y la FM avanzaron en acuerdos para reorganizar en 1977 la Federación
Universitaria de Buenos Aires (FUBA).[37] De este
espacio también participaron otras tendencias políticas como la Juventud
Socialista del Partido Socialista de los Trabajadores (JS/PST), la Juventud
Comunista Revolucionaria del Partido Comunista Revolucionario (JCR/PCR), la
primero Tendencia Estudiantil Revolucionaria Socialista y luego la Unión de
Juventudes por el Socialismo del Partido Obrero (TERS-UJS/PO) y el Movimiento
Nacional Reformista del Partido Socialista.[38]
Vale destacar que a diferencia del comunismo, el radicalismo y el socialismo,
los partidos y agrupaciones universitarias trotskistas y maoístas fueron
ilegalizados.[39]
A pesar de ello, fundamentalmente estas agrupaciones procuraron continuar con
su actividad organizativa y política en un marco de semi-clandestinidad. A
nivel universitario, los grupos de izquierda trotskistas tuvieron mayor
inserción temprana en unidades académicas como Filosofía y Letras y Psicología.[40]
También
en 1977, dichas fuerzas políticas, aunque con distinta presencia en cada
facultad, participaron de la conformación de las Comisiones Reorganizadoras de
los Centros de Estudiantes allí donde no había habido elecciones en 1975 o bien
no había sido posible sostener el funcionamiento del mismo luego del golpe de
estado.[41]
Las mismas también se reunían por fuera de las facultades. Desde allí se fue
entretejiendo una red colaborativa entre militantes de las agrupaciones en pos
de objetivos comunes, inicialmente, la legalización del Centro de Estudiantes,
el fin de la presencia policial y un número de reivindicaciones gremiales que
también enarbolaban los Centros Estudiantes y las federaciones. Estas
organizaciones demandaban la ampliación de la oferta horaria de cursada,
incrementar el presupuesto para educación para aumentar el monto y el número de
las becas y los sueldos del personal docente y no docente, mejorar el
funcionamiento de los comedores, etc.[42]
La cuestión del ingreso fue especialmente denunciada debido a que cada año
miles de aspirantes que quedaban afuera de la universidad.[43]
La federación proponía el ingreso de todos los que aprueben el examen y la
eliminación de los cupos arbitrarios.[44]
También se denunciaba la situación de los estudiantes presos y desaparecidos,
solicitando su libertad.[45]
En
función de esta descripción es factible comenzar a cuestionar las afirmaciones
acerca del fin del movimiento estudiantil a partir del golpe de estado de 1976.
Observamos el esfuerzo de la militancia estudiantil por sostener aún con
dificultades y en condiciones de clandestinidad la actividad de las
organizaciones políticas y entidades gremiales. Esto es fundamental para
comprender la relativamente rápida y activa respuesta estudiantil contra el
arancelamiento de los estudios de grado. A la vez, nos permite problematizar
las ideas de refundación del movimiento estudiantil bajo la dictadura en tanto
hemos dado cuenta de continuidades respecto de las modalidades de organización
así como también de buena parte de las fuerzas políticas con preponderancia en el
ámbito universitario.
Contra
el arancel: organización y movilización en la UBA (1981-1983)
Cuando
en 1980 se conoció la sanción de la ley, la amenaza del arancelamiento se
sintió de inmediato entre el estudiantado porteño, y las diversas agrupaciones
políticas que desarrollaban actividades hasta ese momento condenaron esa
posibilidad e iniciaron su militancia contra la medida.
“El arancelamiento no mejorará la situación presupuestaria. Su
aplicación constituye una violación al derecho constitucional al estudio. Es un
paso más al criterio de “subsidiariedad del estado” sostenido desde el palacio
de hacienda y como uno de sus más graves efectos, hipotecará la formación de
científicos y técnicos requeridos para cualquier proyecto de desarrollo
nacional independiente.”[46]
“El argumento oficial de que el arancel contribuirá a otorgar igualdad
de posibilidades para estudiar quedó descalificado al conocerse el nuevo
recorte del porcentaje del presupuesto nacional destinado a educación. La implantación
del arancelamiento corresponde al espíritu de la ley universitaria sancionada
hace un año, que legaliza el limitacionismo y la falta de democracia en la
universidad.”[47]
Para
las agrupaciones trotskistas (UJS/PO y JS/PST), el proyecto oficial expresaba
el carácter “antipopular y antidemocrático” del régimen ya que cada vez se
quedaba mayor cantidad de jóvenes por fuera de la educación superior. Estaba en
riesgo el acceso a la enseñanza como un derecho garantizado por la constitución
nacional.[48] En
este punto coincidía la FJC que planteaba que, si a los crecientes costos
corrientes de estudiar se sumaba el del arancel, el resultado inevitable sería
el aumento de la deserción, particularmente la de los sectores de menores
recursos.[49]
Asimismo, estas agrupaciones de la izquierda universitaria, daban cuenta de la
imbricación entre la ley universitaria y el arancel, que surgió como
posibilidad concreta a partir de su sanción. Los matices surgían en el énfasis
que el trotskismo realizaba sobre la vinculación entre las autoridades
educativas, económicas y los militares a cargo del poder ejecutivo. Para este
sector, resistir el arancelamiento y revocar la ley universitaria era parte de
una batalla más amplia contra la dictadura.
En
julio de 1980, la FUA se aprobó un plan de lucha nacional que incluida la
organización de mesas redondas y asambleas,
comisiones contra el arancel en el marco de los centros de estudiantes,
la solicitud de entrevistas con sectores políticos y sindicales, y la realización
de un acto público (sin fecha definida).[50] El
punto central del plan era la recolección de firmas de respaldo a un petitorio
contra el arancel en todas las universidades nacionales. Las diversas
tendencias políticas militaron activamente para reunir las firmas. En la UBA se
estimaba haber reunido 4.000[51],
mientras que a nivel nacional, se contabilizaba entre 10.000 y 20.000.[52]
Ya en
1981 cuando se oficializó el cobro del arancel en la UBA, la reacción
estudiantil no se hizo esperar y potenció los niveles de organización logrados
hasta ese momento. En las facultades las agrupaciones convocaron al “no pago
del arancel” a través de una vía burocrática establecida en la normativa, la
exención. Los estudiantes podían solicitar a las autoridades ser condonados del
pago del arancel si argumentaban imposibilidades económicas. Esta opción
funcionó como una “grieta” que las organizaciones estudiantiles aprovecharon
como mecanismo “dentro de la norma” para rechazar el arancelamiento. Como
argumento central, recurrían al derecho a aprender garantizado por la
constitución nacional. Así, en sus publicaciones, llamaban a no pagar y
compartían un modelo de nota para concretarlo:
“Señor decano: Me dirijo a usted en virtud de lo dispuesto por la ley universitaria
y la Reglamentación del Arancelamiento a fin de solicitar mi exención.
Fundamento mi pedido en el hecho, señalado en la legislación citada
precedentemente, de no contar con los recursos necesarios para abonar el
arancel fijado, como paso a detallar más abajo A las razones expuestas quiero
agregar los preceptos de la Constitución Nacional. En efecto, ésta en su
artículo 14 establece el derecho de ‘aprender’; y en el artículo 16 expresa que
‘todos los habitantes son iguales ante la ley’. La imposición del arancel
universitario, en la forma que ha sido establecido, viola ese derecho de
aprender y el principio de igualdad, fijados por las cláusulas citadas.”[53]
En
ese marco, las Comisiones Reorganizadoras, los Centros, las Comisiones de Ingresantes
de las facultades organizaron reuniones donde la participación fue
considerable. Desde allí, también se impulsó “no pago” y se conformaron
Comisiones Contra el Arancel.[54] Los
militantes buscaron coordinar que aquellos estudiantes que acordaban con la
medida presentaran la documentación en la facultad el mismo día y durante la
misma franja horaria.[55] De
este modo, se generaba una concentración estudiantil para completar un trámite
administrativo.
“Participaron más de 800/900 personas, muchas ... Lo que hicimos, porque
había una pequeña brecha pero no podías hacer movilizaciones, entonces lo que
hicimos es, como se podía pedir beca, juntarnos todos a la misma hora y pedir beca
… había toda una cola laaarga de gente.”[56]
“Buenos
Aires también pelea”
Este
proceso creciente de organización colectiva contra el arancel alcanzó un mayor
desarrollo durante la segunda mitad de 1981. El 17 de septiembre se desarrolló
una concentración de aproximadamente ciento cincuenta estudiantes en el centro
porteño organizada por las Comisiones Reorganizadoras de Ingeniería, Filosofía
y Letras, los Centros de Medicina, Ciencias Exactas y Farmacia, con la adhesión
de la FUA y la FUBA. Los cánticos entonados se pronunciaron contra el rector
porteño Lucas Lennon, los cupos de ingreso y el arancel.[57]
En
octubre, la FUBA convocó a una movilización al Palacio Pizzurno donde se
ubicaba el Ministerio de Cultura y Educación con el objetivo de entregar a las
autoridades el petitorio junto a las firmas recolectadas a lo largo del último
año. Se trató de la primera movilización callejera estudiantil en Buenos Aires
bajo la dictadura. Uno de los volantes de la convocatoria se titulaba “Buenos
Aires también pelea”, destacando que las casas de estudio ubicadas en la
entonces Capital Federal se sumaban a la movilización que venía desarrollándose
en otras ciudades del país como Rosario y Córdoba.[58]
El
veintidós de octubre, entonces, tuvo lugar el primer acto estudiantil público
en la Facultad de Ciencias Económicas. Se repartieron volantes, se desplegó un
cartel desde pisos superiores y los militantes de las diversas agrupaciones
tomaron turnos para hablar.[59]
Luego inició la movilización que partió desde Plaza Houssay con una
concentración de entre doscientos y trescientos estudiantes, a los que se
fueron sumando otros a lo largo del recorrido. El cartel que encabezaba la
columna decía: “Queremos democracia en la universidad. No al arancel. Por la
participación.”. Entre los cánticos se escuchaban “libertad, libertad, queremos
democracia en la universidad”, “los centros de estudiantes, unidos y adelante”,
“se va a acabar, se va a acabar el arancel en la universidad”, “Atención,
atención, el único camino es la movilización”, “FUA-FUBA, la lucha continúa”.[60]
Una
vez en las puertas del ministerio, mientras una delegación estudiantil
presentaba el petitorio y un documento elaborado por la FUBA, fue la policía
–que había seguido de cerca toda la movilización- la que puso fin a la
concentración deteniendo a los presentes y golpeando a los reporteros gráficos,
a la vez que destruían sus cámaras. En Ciudad Universitaria, ese mismo día,
también se registró la detención de militantes estudiantiles.[61] Ante
dicho desenlace, el veintinueve de octubre, en la facultad de Ciencias Exactas
y Naturales, el Centro de Estudiantes realizó una conferencia de prensa
denunciando la represión a la movilización y, particularmente, la detención de
sus militantes.[62]
Numerosas organizaciones políticas y asociaciones de periodistas se sumaron al
repudio de lo ocurrido.[63] Lo
acontecido durante esas jornadas logró
gran visibilidad y repercusión también entre el estudiantado:
“Cuando volví a la facultad el bar era un hervidero. La gente preguntaba
y participaba en las habladas por los cursos. Es que la movilización demostró
que se puede. Que estuvimos juntos radicales, comunistas, peronistas y de otras
corrientes. Que la gente nos rodeó de solidaridad, durante y después de la
marcha.”[64]
Esta
movilización fue relevante para la consolidación del proceso de rearticulación
del movimiento estudiantil porteño así como también para su irrupción en la
escena pública. Luego de la misma se desarrollaron nuevas iniciativas que
potenciaron los niveles de organización. En Filosofía y Letras, por ejemplo, la
Comisión Reorganizadora convocó a una concentración que reunió ciento cincuenta
personas ante el decanato para presentar un petitorio con ochocientas firmas,
obteniendo una respuesta positiva: las chequeras de aranceles al día no serían
exigidas para realizar trámites administrativos en la facultad.[65]
El
reclamo contra el arancelamiento fue un elemento significativo en el proceso de
reagrupamiento del movimiento estudiantil entre fines de 1980 y 1981. Esta
forma de acción disidente fue una de las primeras acciones de protesta
desarrollada por el movimiento estudiantil que adquirió notoriedad pública en
Buenos Aires. Con la movilización, las organizaciones estudiantiles expresaron
públicamente que rechazaban varios aspectos de la política universitaria de la
dictadura, cristalizada además en la ley universitaria.
Esta
creciente movilización estudiantil contra la política universitaria de la
dictadura debe insertarse en lo que Marina Franco (2018) denominó como el
“inicio del giro opositor” durante 1981. La historiadora describe que las
condiciones de mayor distención política que propició el presidente de facto
Roberto Viola implicaron la aparición de cierta opinión pública y una notable
activación social. Ese año es recordado como el “renacer” político y cultural
posibilitado por la ampliación de libertades y la relajación de la censura.
Dicha reactivación política tomó forma con el surgimiento de la Multipartidaria[66] y
de una creciente movilización sindical opositora, potenciado por el surgimiento
de iniciativas y formas de encuentro social y cultural de “ánimo desafiante” o
incluso anti-dictatorial.
Los
planteos de la historiadora resultan iluminadores para pensar el fenómeno universitario
y estudiantil específicamente. A lo largo de 1981 las autoridades
universitarias buscaron desplegar nuevas estrategias hacia el “nuevo
estudiantado” que ahora recordaban se componía de personas, promoviendo su
participación en diversos aspectos de la vida en los claustros (Seia, 2019a).
En la UBA, la Secretaría de Asuntos Estudiantiles fue cobrando importancia a
partir del papel activo en el surgimiento de espacios de organización
estudiantiles paralelos a las comisiones, agrupaciones y centros de estudiantes
existentes.[67]
Asimismo, el clima de “apertura” promovido por el discurso del nuevo ministro
de educación, Carlos Burundarena, generaba expectativas entre ciertos sectores
del movimiento estudiantil, así como también un marco de una relativa y
creciente “libertad” para actuar en los claustros. En ese contexto, se
consolidaron formas organizativas estudiantiles previas, surgieron otras nuevas
y se desplegaron acciones gremiales de carácter opositor hacia la política
universitaria. En efecto, los propios militantes de diversas tendencias
políticas coincidían en que 1981 los encontraba en una nueva situación:
“Lo que sí es nuevo es que por primera vez desde 1976 centenares de
compañeros se han reagrupado en diferentes facultades y universidades
constituyendo comisiones pro-centro, coordinadoras, comisiones reorganizadoras
… expresando su voluntad de articular una respuesta a los ataques del gobierno
y en particular ante la próxima aplicación de los aranceles.”[68]
“La
educación es un derecho, no un privilegio”
La
etapa final de la última dictadura en Argentina coincidió con un nuevo momento
para el movimiento estudiantil de la UBA (Seia, 2016; Cristal, 2017). Las
agrupaciones desembarcaron definitivamente en las facultades con actividades y
convocatorias públicas, con mesas y carteles, con ‘habladas’ en comedores,
bares y aulas. La guerra de Malvinas abrió una brecha, posibilitando a quienes
ya venían formando parte de las agrupaciones y las comisiones pro-centro,
generar nuevos espacios de intercambio con el estudiantado y consolidar los ya
existentes. También, impulsó y consolidó la participación de un nuevo sector
del estudiantado que carecía de experiencia política previa, algunos se sumaron
a agrupaciones pre-existentes, otros confluyeron en la conformación de nuevas
organizaciones, las llamadas “agrupaciones independientes”. Por último, esta
oportunidad política brindó margen de acción a sectores políticos como el
Partido Intransigente o los grupos peronistas para insertarse en la vida
política universitaria (Seia, 2019a).
Durante
1982 y 1983 la reivindicación estudiantil por el acceso a las carreras fue
central en la UBA. Como mencionamos, las agrupaciones estudiantiles
cuestionaron tempranamente y con insistencia la política “limitacionista” de la
dictadura a partir del establecimiento de cupos sin otro criterio que el de
reducir la matrícula estudiantil (Seia, 2019a).[69] Las Comisiones de
Ingresantes junto a las Comisiones Reorganizadoras, los Centros y las
agrupaciones de izquierda exigieron, y lograron en algunos casos, que quienes
hubieran aprobado los exámenes pudieran cursar a pesar de que el cupo se
hubiera completado. Entre 1979 y 1983, los cupos pre-establecidos fueron
superados por el número efectivo de ingresantes (Véase Tabla 1). Esta
diferencia fue creciendo hacia el final de la dictadura producto de la
movilización estudiantil de cada facultad, en 1983 lograron ingresar 6.035
aspirantes más por sobre el cupo de 9.780 fijado por las autoridades de la UBA.
Las
críticas a los cupos, las irregularidades en el ingreso, las trabas a la
permanencia, sintetizadas en la denuncia contra el “limitacionismo”, se
articularon directamente con las medidas de arancelamiento, en tanto esta era
interpretada como una faceta abiertamente económica que limitaba el acceso y la
permanencia de los estudiantes de menores recursos en las facultades. El
cuatro de septiembre de 1982 se
reunieron las regionales que confluían en la Junta Representativa de la FUA.
Desde allí, se convocó a los estudiantes a bregar por el ingreso irrestricto,
sin exámenes ni cupos, también por la fin del arancel sobre la enseñanza
universitaria y la derogación de la ley 22.207 para la democratización de los
claustros. Se definió también la realización de un nuevo plan de lucha a nivel
nacional.[70] El
mismo se concentraba en la recolección de firmas en un nuevo petitorio que fue
presentado ante el Ministerio de Cultura y Educación en la movilización del
veintidós de octubre de ese año bajo la consigna “la educación es un derecho,
no un privilegio”. En ella se calculó que participaron 2.000 personas junto a
los Centros de Estudiantes y las Comisiones Reorganizadoras de la UBA.[71]
En
1983 también se convocó desde la FUA a un plan de lucha nacional que tuvo una
importante repercusión en Rosario, Córdoba, La Plata y Buenos Aires. Por fuera
de la Capital Federal el nivel de movilización fue importante y tuvo
continuidad por varios meses, articulándose con otras demandas estudiantiles
hacia los rectorados de cada institución.[72] En
Buenos Aires, el Comité Reorganizador de la FUBA, los Centros de Estudiantes,
las agrupaciones, los Cuerpos de Delegados, las Comisiones y la Junta
Coordinadora de Ingresantes se movilizaron en dos ocasiones (diez y veintidós
de marzo) al Ministerio de Cultura y Educación para presentar petitorios a las
autoridades exigiendo “ingreso de todos los aspirantes, derogación del sistema
cupos y mayor presupuesto”.[73]
Para
este momento las reivindicaciones estudiantiles eran articuladas en una crítica
general a la política universitaria de la dictadura. La situación universitaria
era entendida como un producto de las orientaciones impuestas en los últimos
años. La condena a los regímenes excluyentes de ingreso y permanencia era
articulada con una crítica a una universidad “elitista”, “anti-popular” y
“pequeña”, “de espaldas al pueblo argentino”. En cambio, se reafirmaba el
derecho a la educación pública y gratuita, exigiendo mayoritariamente el
ingreso para todos los aspirantes y el no arancelamiento de la educación
superior. Con matices, las agrupaciones iban delineando cómo debía ser la
universidad “democrática”: sin aranceles, ni cupos, ni limitaciones para el
ingreso, la cursada y el egreso de los jóvenes.[74]
Si la
primera mitad de 1983, a nivel universitario, las movilizaciones se focalizaron
contra el ingreso restringido, los meses siguientes a la par de las campañas
electorales de las facultades para la renovación de las autoridades de los
Centros de Estudiantes[75], la
cuestión del arancel tomó protagonismo entre las reivindicaciones
estudiantiles. La mayoría de las agrupaciones estudiantiles se oponían al
arancel y lo expresaban en sus plataformas electorales. Las mismas solicitaban
el aumento del presupuesto educativo y universitario, así como la anulación de
los aranceles.[76]
Incluso, la agrupación liberal Unión para la Apertura Universitaria (UPAU)
sostenía que el estado debía garantizar los recursos para desarrollar las
tareas educativas, exigiendo su derogación.[77]
Todos estos sectores exigían asimismo un sistema de becas con una mayor
extensión y financiamiento estatal que el vigente.[78]
La
movilización contra el arancel logró visibilidad, expresando una preocupación
del estudiantado.[79] En
Filosofía y Letras, por ejemplo, la asamblea estudiantil decidió no pagar más
el arancel.[80] Para
concretar la medida de protesta, los estudiantes entregaron las chequeras
necesarias para abonar a las autoridades ya electas del Centro de Estudiantes.[81] En
Filosofía y Letras se reunieron mil seiscientas y seiscientas en Sociología, a
pesar de que quienes militaban recuerdan que muchos de sus compañeros no
estaban dispuestos a entregar las chequeras en caso de que se las solicitaran
para realizar algún trámite o rendir examen.[82]
Una
situación similar se vivió en la organización de la “quema de chequeras”. La
misma fue impulsada por el Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras y se
sumaron los de Medicina y Ciencias Económicas. Con la participación de mil personas,
la acción se realizó en las inmediaciones de la Plaza Houssay.[83] Ante
la realidad de incinerar la documentación que la universidad exigía para abonar
los aranceles, en general hubo resistencia por parte el estudiantado para
entregar las chequeras. Incluso, un militante de una agrupación “independiente
de derecha” recuerda que los miembros de las agrupaciones que proponían la
quema habían entregado una fotocopia.[84] Para superar este obstáculo
se idearon “chequeras gigantes” de cartulina que además lograban un mayor
impacto visual que las originales. Se trató de uno de los actos estudiantiles
más importantes de los últimos meses de la dictadura.[85]
Las
anécdotas respecto a la dificultad para obtener las chequeras nos permiten
reflexionar sobre de los relativos “éxitos” de las autoridades universitarias,
así como también las “zonas grises” de las actitudes del estudiantado hacia la
política universitaria de la dictadura.[86] A pesar de que una parte
mayoritaria del estudiantado no estaba de acuerdo con el arancelamiento de la
universidad, numerosos jóvenes (incluso algunos que militaban) se negaban a
brindar su propia chequera para protestar contra dicha medida. En los
testimonios de los y las militantes que recolectaban las chequeras se describen
que entre sus compañeros había sentimientos de temor por represalias de las
autoridades como no poder rendir exámenes o la pérdida de la regularidad, o
bien ante la posibilidad de obstáculos administrativos por no tener la
documentación de pago. Así si bien existían un descontento extendido para con
el arancel, concretar acciones de protesta y de carácter “definitivo” como era
la quema de las chequeras no era sencillo. El pasaje del desacuerdo a la
movilización colectiva no era ni directo ni inmediato. Encontramos líneas de
acción no conformistas e incluso protestas de carácter anti-dictatorial que se
funden con señales de resignación y adaptación en el marco de una universidad
intervenida.
A
pesar de dichas dificultades para desarrollar las medidas de protesta, cuando
se concretaban las mismas lograban avances en su pelea contra el arancel al
conseguir que no fueran exigidos los comprobantes de pago para el desarrollo de
la vida académica y administrativa en las facultades. En la Facultad de
Medicina, asimismo, la movilización estudiantil de más de cien asistentes
convocada por el Centro de Estudiantes contra el cobro del arancel logró que el
decanato se comprometiera a no exigir la chequera con los pagos al día para
rendir los exámenes. Entre sus cánticos, la prensa destacaba: “Se va acabar, se
va a acabar el arancel en la facultad” y “Yo quiero estudiar, sin arancel y sin
policía en la universidad.”.[87]
Comprobamos que, a medida que se acercaba el fin del gobierno de facto y ante
la movilización estudiantil, las autoridades iban flexibilizando las exigencias
respecto al arancel.
A
modo de cierre
En el
presente artículo hemos descripto el proceso de organización y movilización
estudiantil contra el arancelamiento de los estudios de grado durante la última
dictadura, particularmente, en la UBA. La lucha contra la imposición de cobro
de tarifas para acceder y permanecer en el sistema de educación superior en
tanto derecho garantizado por la Constitución Nacional se articuló rápidamente
con la pelea contra el denominado “limitacionismo” de la política universitaria
de la dictadura que no tenía otra finalidad que el achicamiento de las unidades
académicas. Finalmente, estos cuestionamientos conformaron una crítica general
al modelo universitario del “Proceso de Reorganización Nacional” y al régimen
que había intentado imponerlo.
La
movilización contra el arancel recurrió a un repertorio de acciones variado que
incluyó desde el aprovechamiento de las “brechas institucionales” para impulsar
el “no pago”, la recolección de firmas en respaldo a petitorios para presentar
ante las autoridades, concentraciones y recuperó la movilización callejera de
la tradición histórica del movimiento estudiantil argentino. Asimismo, potenció
el surgimiento de comisiones de estudiantes contra el mismo en el marco de los
Centros y las Comisiones Reorganizadoras que desde los meses posteriores al
golpe de estado se esforzaban para sostener su actividad a partir de la acción
de los y las militantes de las agrupaciones radicales y de izquierda, ante la
desarticulación de los grupos peronistas.
De
este modo, hemos descripto, por un lado, la centralidad de la reivindicación
contra el arancel en el proceso de rearticulación del movimiento estudiantil
universitario de Buenos Aires. Por otro, que a nivel universitario los y las
jóvenes formaron parte activa de agrupaciones, comisiones, centros y
federaciones, incluso antes de la derrota en la Guerra de Malvinas o del
proceso electoral a nivel nacional. El movimiento estudiantil, con sus dificultades
y sus novedades, buscó seguir desarrollando sus actividades militantes,
sosteniendo sus organizaciones y ocupándose de los principales problemas de la
vida universitaria bajo la dictadura. Los límites en la imposición del proyecto
autoritario en los claustros, y de sus superación en el marco de la transición
democrática, no pueden ser comprendidos cabalmente si se soslaya el papel de
esta actor que declararon muerto luego del golpe de estado.
Las
críticas al modelo universitario anti-reformista, excluyente y elitista del
autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”, posibilitaron al
movimiento estudiantil construir por oposición un modelo alternativo, el de la
democracia, en el cual se volvía fundamental la garantía del derecho a la educación.
Este fue justamente uno de los argumentos centrales que enarbolaban las
agrupaciones estudiantiles para convocar al “no pago” del arancel y pedir su
erradicación definitiva. Las limitaciones en el ingreso junto al conjunto de
aranceles y el resto de los gastos involucrados en la realización de una
carrera universitaria significaban trabas fundamentales para el respeto del
derecho a la educación y la igualdad ante la ley de los ciudadanos argentinos.
En
función de lo expuesto, consideramos fundamental recuperar el papel protagónico
desplegado por el movimiento estudiantil, aún con dificultades y limitaciones
para movilizar a la mayoría del alumnado, en la defensa y la reinstauración de
la gratuidad de la educación superior en las universidades públicas. La
derogación de la Ley N° 22.207/80 en 1984 no puede ser entendida sin la
resistencia estudiantil contra dicha normativa en general y contra algunos de
sus artículos, en particular, como el arancelamiento de la formación
universitaria. De este modo, tampoco podemos explicar la expansión de la
matrícula universitaria sin considerar el aporte clave de la militancia
estudiantil en la construcción de una agenda universitaria que incluía el libre
acceso y el fin del cobro de tarifas para desarrollar estudios superiores. En
buena medida, ciertos principios fundamentales del sistema universitario de la
etapa democrática son deudores de la incorporación al ideario colectivo sobre
la educación pública de las banderas desplegadas por el movimiento estudiantil
durante la última dictadura en Argentina.[88]
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América Latina y el Caribe, “III Conferencia Regional de Educación Superior
para América Latina y el Caribe”, Córdoba, 2018.
Diarios La Voz, Clarín, Tiempo
Argentino, La Nación, Buenos Aires, 1982-1983. Recortes seleccionados y
agrupados por la Secretaria de Prensa de la UBA.[89]
Partido Comunista Revolucionario (PCR), Informe
Universitario, Buenos Aires, 1981.
Partido Socialista de los Trabajadores (PST),
Informes Universitarios, Buenos Aires, 1981-1983.
Revista Aquí y Ahora, órgano de comunicación
de la Federación Juvenil Comunista (FJC-PC), Buenos Aires, 1981-1982.
Revista Criterio, n. 1799, Buenos Aires,
1979.
Hoja
Estudiantil (PST), “Presentar las exenciones, un primer paso para
no pagar el arancel”, n. 1, Buenos Aires, 1981.
Revista Imagen, órgano de comunicación de la
FJC-PC, Buenos Aires, 1977-1981.
Revista Nueva Generación, órgano de
comunicación de la Unión de Juventudes por el Socialismo (UJS-PO), Buenos
Aires, 1977-1981.
Revista Nueva Juventud, órgano de
comunicación de la Juventud Comunista Revolucionaria (JCR-PCR), Buenos Aires,
1976-1982.
Revista Opción, órgano de comunicación de la
Juventud del PST, Buenos Aires, 1978-1982.
Secretaría de Derechos Humanos de la Nación,
Informe del Registro Unificado de Víctimas del Terrorismo de Estado (RUVTE),
2018.
Secretaría de Políticas Universitarias del
Ministerio de Educación de la Nación, Series estadísticas, 2015.
Universidad de Buenos Aires, Resoluciones
rectorales, 1976-1983.
Universidad de Buenos Aires, Series Estadísticas N°
5. Disponible en: http://www.uba.ar/institucional/censos/series/default.htm
[Última consulta: 16/10/2019]
Volantes, informes y plataformas estudiantiles UBA,
Buenos Aires, 1976-1983.
Testimonios
Entrevistas a Andrés Delich, Víctor Cipolla, Lucas Luchilo, Federico
Storani y José Demichelis (militantes de la Franja Morada); Pablo Alabarces
(militante del Movimiento de Transformación Universitaria); Juan Pablo Paz y
Patricio Geli (militantes de la Federación Juvenil Comunista); Pablo Mauas y
Daniel Sierra (militantes de la Unión de Juventudes por el Socialismo); y
Virginia Ferraro, realizadas por G. Seia durante 2015.
Entrevistas a Claudia y Sergio (militantes de la juventud del Partido
Socialista de los Trabajadores), Alejandro González Escudero (militante de
Nexo-Revalúo), Irma Medina (militante de la Juventud Universitaria Peronista),
Ileana Celotto y Hernán Díaz(militantes de la Unión de Juventudes por el
Socialismo); Marcelo Buckley (militante de la Franja Morada), realizadas por G.
Seia durante 2017.
Recibido: 04/01/2020
Evaluado: 15/02/2020
Versión Final: 24/03/2020
[1] El presente artículo
se basa en la investigación desarrollada para nuestras tesis doctoral (2019) y consiste
en una re-elaboración crítica y ampliada de la ponencia “La resistencia contra
el arancelamiento en la Universidad de Buenos Aires (UBA) durante la última
dictadura (1976-1983)” presentada en las VI Jornadas de Estudio y Reflexión
sobre Movimiento Estudiantil Argentino y Latinoamericano, desarrolladas en el
Instituto de Investigaciones Gino Germani en 2016.
[2] Agradecemos las observaciones y
sugerencias realizadas por las/los evaluadores del manuscrito. Las
interpretaciones aquí propuestas corren exclusivamente por nuestra cuenta.
[3] El
desarancelamiento de los estudios universitarios se estableció mediante el
Decreto N° 29.337 del 22 de noviembre de 1949 (Benente, 2019).
[4]
Durante esa etapa, la gratuidad de los estudios de grado estaba sujeta a una serie
de condiciones de regularidad y méritos académicos (Pis Diez, 2019). Las
restricciones más importantes pasaron por la imposición de cupos al acceso
(Califa y Seia, 2017).
[5] Vila (1985) sostuvo que el rock
nacional se constituyó como el movimiento social sobre el cual se habían
volcado las actitudes críticas o no conformistas hacia el régimen dictatorial.
En los últimos años, los trabajos sobre historia de los partidos políticos de
izquierda, Osuna (2015) y Casola (2009; 2015) han dado cuenta de la continuidad
y las particularidades de la actividad militante de partidos trotskistas y
comunistas durante la última dictadura. Por otro lado, Luciani (2017) y Manzano
(2017) han reconstruido heterogéneos espacios de participación política juvenil
durante la última dictadura, mientras que Blanco y Vommaro (2017; 2018) y
Larrondo y Cozachcow (2017) han focalizado han analizado las militancias
juveniles durante la década de 1980.
[6] Los testimonios fueron construidos a
partir de entrevistas en profundidad, en su mayoría realizadas por nosotros o
bien disponibles en acervos orales de las facultades. La muestra general reúne
58 testimonios de varones (41) y mujeres (17) que cursaron carreras de grado en
las facultades de la UBA entre 1974 y 1983, con (37 casos) y sin militancia (21
casos) política universitaria. Los y las entrevistadas autorizaron a utilizar
su nombre y apellido, opción que sostenemos en función de la relevancia de sus
trayectorias de militancia. Cuando no brindamos apellido, se trata de un
pseudónimo a pedido de la o el entrevistado. En este artículo citamos 11
testimonios, todos construidos en entrevistas realizadas por nosotros en 2015 y
2017 en la ciudad de Buenos Aires. Para mayores precisiones sobre la muestra y
el proceso de construcción de las fuentes orales, véase Seia (2019).
[7] Ley
Universitaria Nº 14.297 (1954) reafirmó la gratuidad (Friedemann, 2019).
[8] Para análisis sobre el movimiento
estudiantil durante los primeros dos gobiernos peronistas,
véase Toer (1988), Califa (2014) y Pis Diez (2018).
[9]
Califa y Seia (2017) han matizado que la expansión de la matrícula
universitaria entre 1971 y 1973 se deba a la creación de nuevas universidades
(Friedemann, 2019). La participación de las nuevas unidades académicas en la
matrícula total fue relativamente pequeña durante sus primeros años de
existencia, a la vez que en muchos casos se trató de casas de estudios
nacionalizadas que ya eran parte del sistema (Mendonça, 2017).
[10] Este
tipo de asignación resulta interesante de considerar en tanto que no se
constituyó como una reivindicación extendida en el movimiento estudiantil
argentino. En contraste, el movimiento estudiantil español durante la década de
1970, años identificados como tardofranquismo, exigía al gobierno de transición
que los estudiantes recibieran un salario para compensar el ingreso que perdían
las familias cuando los jóvenes dejaban de trabajar para estudiar.
[11] Esta
legislación incluyó una serie de puntos fuertemente cuestionados por el
movimiento estudiantil debido a su carácter represivo y de potencial amenaza a
la autonomía universitaria. Sobre el contenido de la ley, su proceso de
discusión y las críticas a la misma, véase Buchbinder (2014).
[12] Sobre el debate en torno a los cambios
en el movimiento estudiantil porteño durante el tercer peronismo, véase Millán
(2016; 2018) y Dip (2017).
[13] Para
un abordaje en detalle de cada una de las líneas de acción desarrolladas en la
UBA por la dictadura, véase Seia (2018a; 2018b; 2017). Laura Rodríguez (2015)
propone un abordaje general de la política universitaria de la dictadura,
incorporando el estudio de diversas casas de estudio.
[14] Según
el Registro Unificado de Víctimas del Terrorismo de Estado (RUVTE), sólo para las facultades, 926 personas que trabajaban y/o estudiaban en la
UBA fueron asesinadas y/o desaparecidas entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de
diciembre de 1983. Esta
cifra fue obtenida al omitir las reiteraciones de las personas que aparecen en
las nóminas de diversas unidades académicas y/o en los listados de graduados y
docentes de forma simultánea construidas por el RUVTE. Agradecemos la
colaboración del Ingeniero Joaquín Seia en el análisis de los datos.
[15] Las
agrupaciones, centros y federaciones estudiantiles fueron ilegalizadas en 1976.
De todos modos, se ha descripto que estas organizaciones sostuvieron cierto
nivel de actividad por fuera de las facultades debido a la incesante vigilancia
que allí se instaló. Las mismas desarrollaron diferente tipos de actividades
(Seia, 2019a).
[16] Sobre
ley y sus críticas a la misma, véase Rodríguez (2015) y Seia (2017).
[17] La
revista católica Criterio afirmaba que el arancelamiento contaba con el
apoyo del Ministerio de Economía, empeñado en reducir drásticamente el gasto
público corriente y en limitar el nivel de inversión pública. Asimismo,
describían que la medida era defendida por los rectores ante la escasez de
recursos financieros con que contaban (n. 1799, noviembre de 1979).
[18] Resolución Rectoral UBA (RRU) N°775, 26/11/1979; N°797, 27/11/1980.
[19] RRU N°95, 20/03/1981; N°110, 31/03/1981.
[20] RRU N°480, 03/08/1981; N°617, 06/10/1981.
[21]
Rodríguez (2015) detalla que el rector de la Universidad Nacional de La Plata
afirmaba que apenas le sobraban fondos luego de deducidos los costos implicados
en la aplicación del arancel.
[22] Vale destacar que numerosos testimonios se refirieron al arancel como
un monto exiguo con difusos recuerdos respecto de si lo pagaron efectivamente o
no.
[23] En adelante cuando nos referimos a las
agrupaciones y los centros de estudiantes nos estamos refiriendo a aquellas
organizaciones político-gremiales con actividad en las facultades de la UBA.
Del mismo modo cuando nombramos ciertas facultades y no se especifica que se
trate de unidades académicas de otras universidades, hacemos referencia a las
de la UBA. Aquí presentamos una caracterización sintética
sobre los años señalados. Hemos optado por no incluir un análisis detallado de
las iniciativas desarrolladas por las agrupaciones y los centros de
estudiantes, entre ellas las actividades recreativas y culturales y el
desarrollo de las revistas estudiantiles. Para un análisis en profundidad,
véase Seia (2019a).
[24] Sobre la represión sobre la comunidad
de la UBA y las reconfiguraciones de la vida universitaria bajo la intervención
durante la última dictadura, véase Seia (2019b; 2019c). En el presente artículo
focalizamos sobre la acción colectiva del estudiantado contra la política
universitaria de la dictadura. La misma encontró ciertos límites y ciertos
márgenes de organización y actividad en el marco del terrorismo de estado. De
este modo, a continuación proponemos una reconstrucción empírica que cuestiona
las visiones extendidas acerca de la vida en las facultades como pura
oscuridad, silencio y terror.
[25] Entrevistas a J.P. Paz (FJC), I.
Celotto (UJS), V. Cipolla (FM), P. Alabarces (MTU), I. Medina (JUP), entre
otras.
[26] En 1978, el gobierno dictatorial
emitía una serie de propagandas televisivas haciendo referencia a la realidad
universitaria. En una se veía cómo un estudiante varón, vestido con saco y
corbata tiraba a la basura un volante de una agrupación estudiantil al tiempo
que afirmaba “Yo vengo a estudiar”. (Opción,
“Yo vengo a estudiar”, n. 7, septiembre de 1978, p. 6). En otra se sostenía:
“Dos años de estudio, de paz, de una realidad que armoniza la fuerza de la
vocación con la dedicación responsable. Dos años durante los cuales los
estudiantes se dedicaron exclusivamente a capacitarse para un futuro, antes
incierto y ahora promisorio. 24 de marzo de 1978, segundo aniversario del
Proceso de Reorganización Nacional. Dos años en que la Argentina recupera su
histórico camino de libertad.”. (Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=E1TS6llTZ3A. última consulta: 24/03/2020). Para un
análisis sobre el uso de la propaganda y los medios de comunicación por la
última dictadura, véase Risler (2018).
[27] Volantes y obleas de las Milicias
Montoneras de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, 1976-1977; registros del
decano interventor sobre la “actividad subversiva” dicha unidad académica,
1976-1977. Sobre la política de “defensa activa” montonera, véase Gillespie
(1987).
[28] Entrevista a Irma Medina, militante
JUP, 2017.
[29] Beltrán (2013) realiza un recorrido
por la historia de esta organización, mientras que Polak y Gorbier (1994)
analizan los cambios que atravesó la agrupación durante la última dictadura.
[30] Sobre los comicioes estudiantiles de
1975, véase el análisis de Millán (2018).
[31] Casola (2015)
describe que el PC sostuvo un intenso nivel de actividad durante toda la
dictadura, tanto en el movimiento obrero y estudiantil, como en las
organizaciones de mujeres y de Derechos Humanos. La misma, sostiene, no se
orientó a fortalecer la oposición a la dictadura, sino a defender a la
denominada “fracción moderada” dentro de la Junta Militar contra la imposición
del “ala fascista”. En ese sentido, desde el partido se buscó promover el
“diálogo” entre los militares y los jóvenes comunistas a partir del semanario Vamos publicado durante 1976 (Manzano,
2017; Saraniti, 2018). La Federación Juvenil Comunista (FJC) fue una de las
agrupaciones fundamentales para el sostenimiento en actividad del movimiento
estudiantil durante toda la dictadura (Gilbert, 2009).
[32] Esto no implica que la represión no
recayó sobre los miembros de sus organizaciones.
[33] Entrevistas a J.P. Paz, P. Geli (FJC),
2015; V. Cipolla, F. Storani, L. Luchilo, J. Demichelis (FM), 2017.
[34] Por ejemplo, el pic-nic del día de la primavera organizado por el
CECEN en 1979 fue interrumpido por la Policía Federal y tuvo un saldo de la
totalidad de los asistentes detenidos en la propia Ciudad Universitaria
(Entrevista a J.P. Paz (FJC), 2015).
[35] A modo de
ejemplo, el
Colegio Profesional de Ciencias Económicas albergó durante toda la etapa a la
Comisión Directiva del CECE (Beltrán, 2013; entrevista a M. Buckley (FM), 2017).
[36] Imagen,
“En una universidad en crisis, ¿qué hacen los estudiantes?”, 1977, s.p.
[37] Respecto de la Federación
Universitaria Argentina (FUA), estas mismas organizaciones a nivel nacional
acordaron designar como presidente a Marcelo
Marcó de la FM y conformar una Junta Representativa Unificada de la que
formaban parte la FJC/MOR y el MNR/PS (Gómez, 1995; Beltrán, 2013). Recordemos
que FUA se encontraba partida en dos desde 1971 (Califa, 2017). Sobre los
debates respecto de la orientación política de la FUA durante la dictadura,
véase Seia (2019a). A grandes rasgos, la izquierda trotskista denunciaba el
“participacionismo” y “dialoguismo” promovido por el comunismo y el radicalismo
que dirigían la FUA. A pesar del contexto dictatorial, dichas agrupaciones
exigían “romper con la parálisis” para enfrentar la política represiva y
“limitacionista” del régimen.
[38] Opción, “Vuelve la FUBA”, n. 4, junio de 1978.
[39] Sobre las reconfiguraciones del PST
durante la dictadura, véase Osuna (2015).
[40] Entrevistas a D. Sierra, P. Mauas, I.
Celotto, H. Díaz (UJS), 2015 y 2017; Sergio, Claudia (JS/PST), 2017.
[41] En Derecho, la Comisión se constituyó
durante el año 1977 con la participación de la FJC, la FM y los sectores
universitarios del Partido Intransigente y el PST. En Ingeniería y Filosofía y
Letras convivieron dos comisiones por facultad. En la primera estaba la CRECEI, orientada por FJC/MOR y la CERCEI,
vinculada a FM. En la segunda facultad, existía la CRECEFYL, orientada por
agrupaciones trotskistas, y la Pro-CEFYL, promovida y orientada por la
FJC con la participación del peronismo y el radicalismo. (Clarín, 06/10/1982, s.p.; Gómez, 1995; Dalmazzo, 1995; Polak y
Gorbier, 1994).
[42] Imagen, “Cursos de apoyo y desaliento”, n. 11, 17/02/1978, p. 4, “Los olvidos
del ministro”, n. 14, 21/04-04/05/1978, p. 4, “La opinión estudiantil”, n. 14,
21/04-04/05/1978, p. 4; Opción, “Catalán: el Martínez
de Hoz de la enseñanza”, op. cit.
[43] Imagen,
“Igual que el PRODE”, n. 13, a. II, 6-20/04/1978, p. 5, “Universidad: cada vez
menos”, “Los olvidos de un ministro”, n. 14, 21/04-04/05/1978, pp. 4-5.
[44] Imagen, “Vía libre a los que aprueben”, n. 12, /03/1978, p. 4; Opción,
“Vuelve la FUBA”, n. 4, junio de 1978, s.p., “Petitorio en Psicología”, n. 5, julio de 1978, s.p., “Por la defensa
del movimiento estudiantil”, n. 8, octubre de 1978, s.p.
[45] Volante del CEA, “Denunciemos los
secuestros y torturas a la Comisión de la OEA el 7/9-9 hs. Todos a Av. De Mayo
760”, 06/09/1979; Volante, “A los universitarios argentinos”, Comisión
Interuniversitaria de DDHH, 1979; Imagen,
“Denunció la FUA”, n. 50, 6-18/10/1979, p. 2, “Dos ‘casos’ que
preocupan”, n. 20, 01-17/07/1978, pp. 4-5, “El silencio no es
respuesta”, n. 48, 07-21/09/1979; Opción, “Lo que perdimos, lo que
debemos reganar”, n. 16, noviembre de 1979, pp. 14-15.
[46] Volante del Centro de Estudiantes de Arquitectura (CEA), “La
educación… ¿es un privilegio?”, circa 1979/1980.
[47] Volante CEA, 31/03/1981.
[48] Opción, “Se vienen los
aranceles”, n. 20, junio de 1980, p. 9; “Aranceles, ¿educación para todos?”, n.
22, agosto de 1980, p. 9; “Plan de lucha FUA, un primer paso”, n. 23, agosto de
1980, p. 9; “Universidad 1980: ruido en las aulas”, n. 25, diciembre de 1980,
p. 12; Nueva Generación, “Fuera la ley
universitaria”, n. 6, junio de 1980; “4 preguntas y respuestas sobre los
aranceles”, n. 7, 12/10/1980; “La FUA y la lucha contra los aranceles”, n. 8,
06/12/1980.;
[49] Imagen, “Ahora a la facultad se va a
pagar”, n. 71, 28/08-10/09/1980; “¿Qué se oculta detrás del arancel?”, n. 72,
11/09/-24/09/1980; “Aspiren nomás, que total el aire es gratis”, n. 77,
20/11-03/12/1981; “75 a 82”, n. 78, 04-16/12/1980.
[50] Imagen, “Otra cosa es con plan de
acción”, n. 69, 31/07-12/08/1980, p. 15; “Mes de lucha”, n. 72,
11/09/-24/09/1980; “La FUA en acción”, n. 74, octubre de 1980; “El plan de
lucha va”, n. 77, 20/11-03/12/1981.
[51] Minuta universitaria JS/PST, “Balance de estudiantil”, diciembre de
1980.
[52] Las diversas fuentes brindan cifras contradictorias. Imagen, “La FUA en acción”, n. 74, octubre de 1980; “El plan de lucha va”, n.
77, 20/11-03/12/1981; “Alguien se está haciendo el oso”, n. 79,
18/12/1980-07/01/1981; Informe PCR, diciembre de 1981; Informe Estudiantil
JS/PST, noviembre de 1981.
[53] Hoja Estudiantil (JS/PST),
“Presentar las exenciones, un primer paso para no pagar el arancel”, n. 1,
abril de 1981. En el mismo sentido, también se promovió el pedido de las becas
estipuladas por la reglamentación del sistema de aranceles (Volante Estudiantes
Socialistas, “¡Que no se aplique el arancel!”, 1981).
[54] Volante Estudiantes Socialistas, “¡Que no se aplique el arancel!”,
1981. En octubre de 1980, la FJC contabilizaba 70 comisiones contra el arancel
a nivel nacional, 36 en las facultades de la ciudad de Buenos Aires (Imagen, “La FUA en acción”, op. cit.)
[55] Hoja Estudiantil, “Un comienzo
de clases agitado”, n. 1, abril de 1981; Entrevistas a Claudia, (JS/PST), 2017.
[56] Entrevista a Sergio (JS/PST), 2017.
[57] Aquí y Ahora, “Estudiantes en las
calles”, n. 16, 24/09-07/10/1981.
[58] Nueva Generación, “Por una gran
movilización nacional”, n. 11, 8 de noviembre de 1981, p. 2; Aquí y Ahora, “Habla el estudiante de la foto”, n. 19, octubre/noviembre de 1981.
[59] Nueva Generación, “La
movilización del 22 en Capital”, op. cit.; Aquí y Ahora, “Habla el estudiante de la foto”, op. cit.
[60] La Nación, “Grave incidente en un
acto estudiantil”, 23/10/1981; Nueva Generación, “La movilización del 22 en Capital”, n. 11, 8 de noviembre de 1981,
p. 3; Opción, “Al vasco Burundarena, la
vaca le salió toro”, n. 33, noviembre de 1981.
[61] Nueva Generación, “La
movilización del 22 en Capital”, n. 11, 8 de noviembre de 1981, p. 3; La Nación, “La Policía informó sobre la agresión a un fotógrafo”,24/10/1981.
[62] Aquí y Ahora, “Habla el estudiante de
la foto”, n. 19, octubre/noviembre de 1981; Opción, “Al vasco Burundarena…”, op. cit.
[63] Nueva Generación, “Declaración
de la UJS: Repudiemos la represión policial.”, “Por una gran movilización
nacional”, “Los periodistas se movilizan”, n. 11, 8 de noviembre de 1981;
Declaración Juventud Socialista, “Posición de la Juventud Socialista en el
plenario de la FUA”, 11/11/1981.
[64] Aquí y Ahora, “Habla el estudiante de
la foto”, op. cit.
[65] Informe N°1 de la CRECEFyL, 26/10/1981; Nueva
Generación, “Filosofía y Letras: Triunfó la movilización
contra la 320”, n. 11, 8 de noviembre de 1981.
[66] En ese contexto, Larrondo y Cozachcow
(2017) ubican el surgimiento del Movimiento de las Juventudes Políticas de los
partidos políticos nacionales que funcionó bajo ese nombre entre 1983 y 1987.
[67] Se
destacó la creación de revistas estudiantiles solventadas y coordinadas por las
autoridades de cada facultad, así como también el impulso para la formación de
agrupaciones estudiantiles ideológicamente afines al modelo universitario
dictatorial, estás fueron denominadas como “agrupaciones independientes de
derecha” o despectivamente como las “crías del proceso”. Entre las revistas se
destacó la experiencia de Base Cero
de la Facultad de Ciencias Económicas y entre las agrupaciones no es posible
soslayar a grupos como Iustum (Derecho), Quantum
(Ingeniería), Sinapsis (Medicina), Nexo-Revalúo (Ciencias Económicas), Nobis (Filosofía y Letras), Línea de
Agronomía Independiente (LAI), Lista Veterinaria Independiente, Estudiantes
Independientes de la Facultad de Odontología, entre otras. Para un análisis de
las mimas, véase Seia (2019a).
[68] Nueva Generación, “La FUA y la
contra los aranceles”, n.8, 6 de diciembre de 1980, p.7. También: Imagen, “Cambio de clima”, n. 75, 23/10-05/11/1980; Opción, “1980: se acabó la pasividad”, n. 25, III, diciembre de 1980.
[69] Es interesante detenerse en que al
hacerlo, las fuerzas políticas no recuperaban explícitamente la experiencia de
lucha contra una política similar desarrollada durante la dictadura de la
autodenominada “Revolución Argentina”. Identificamos una operación de memoria
por parte de la militancia que, consideramos, apostaba a despegarse de las
ideas demonizadoras del movimiento estudiantil radicalizado de la década
previa, así como también de los discursos sobre la peligrosidad del
«sobre-dimensionamiento» de las universidades (Cristal y Seia, 2018).
[70] La Voz, “Enérgico reclamo del
movimiento estudiantil”, 07/09/1982.
[71] La Voz, “Ratifica la FUA el acto
estudiantil del día 22”, 09/10/1982; “Comienza una agitada semana por la
movilización estudiantil”, 18/10/1982; “Primera Concentración de la FUA desde
1976”, 18/09/1982; “Petitorio Universitario”, 20/09/1982; “Manifestación estudiantil
por la derogación de la Ley Universitaria”, 23/10/1982; La Nación, “Entusiasta marcha de estudiantes universitarios”, 23/10/1982.
[72] Clarín, “Movilización de la FUA.
Ingreso a las universidades”, 15/02/1983.
[73] Clarín, “La FUBA convoca a los
aspirantes”, 06/03/1983, “Masiva solicitud de los aspirantes al ingreso”,
11/03/1983, “Marcha de protesta estudiantil”, 23/03/1983, “Concentración de
universitarios”, 20/03/1983; La Voz, “El ingreso irrestricto es el reclamo del estudiantado”, 06/03/1982; La Nación, “Aspirantes al ingreso en la UBA realizaron una marcha”, 11/03/1983,
“El ingreso en la UBA”, 23/03/1983; Tiempo Argentino, “Realizan los estudiantes una marcha contra los cupos”; 10/03/1983,
“Se cumplió la marcha de protesta estudiantil”, 11/03/1983, “Licciardo no
recibió a la FUBA; movilización de estudiantes”, 23/03/1983; Prensa
Obrera, “Todos a la movilización del 10 de marzo en
Pza. Houssay, a las 18 hs.”, n. 7, I, 04/03/1983, p.8; “Es posible ganar;
¡Abajo los cupos!”, n. 8, marzo de 1983, p. 11; “Nueva manifestación, el martes
22”, n. 9, 18/03/1983, p. 11, “Balance de la movilización nacional contra los
cupos”, n. 10, 25/03/1983, p. 9; Volante de la Juventud Peronista Universitaria
(JPU), convocatoria a la marcha del 22/03/1983.
[74] Esta
visión, compartida a grandes rasgos por la mayoría de las agrupaciones
estudiantiles, no era sostenida por las nuevas “agrupaciones independientes de
derecha”. Estas reivindicaban un modelo universitario más próximo al propuesto
por la dictadura. Al respecto, véase Seia (2019a) y Manzano (2018).
[75] Para
un análisis de los resultados de las elecciones de Centro de Estudiantes de la
UBA durante 1983, véase Cristal (2017) y Seia (2019a).
[76] Plataforma MAPU (Filosofía y Letras), “Programa”, 1983; Programa
FM-Corriente Nacional y Popular (Filosofía y Letras), 1983; Propuesta Lista
Unitaria (UJS, GEI, MAS – Filosofía y Letras), 1983; Plataforma Electoral
Movimiento de Transformación Universitaria (MTU) (Filosofía y Letras), 1983;
Plataforma Lista de Unidad Antidictatorial (Frente de Agrupaciones
Universitarias de Izquierda –FAUDI-, Filosofía y Letras), 1983; La Nación, “La propuesta de GESTAR
para Ciencias Veterinarias”, 17/07/1983; “Un singular gobierno tripartito
propone EDNA” (Derecho), 18/07/1983; Plataformas FM-Junta Coordinadora
Nacional, 1983; Plataforma Agrupación Unidad (Sociología), 1983; Plataforma
Frente Estudiantil Nacional y Popular (Derecho), 1983; Volante JPU, 1983;
Plataforma Estudiantes para la Liberación Nacional (Filosofía), 1983.
[77] Plataforma UPAU (Derecho), 1983.
[78] Las
agrupaciones “independientes de derecha” coincidían en la necesidad urgente de
un aumento considerable del presupuesto pero acordaban con las autoridades
universitarias en que rigiera el principio de “solidaridad estudiantil” que
suponía el pago de un arancel (Plataforma Iustum, Derecho, 1983;
Entrevista a A. González Escudero (Nexo-Revalúo), 2017).
[79] Es interesante destacar que en las universidades privadas de la ciudad
de Buenos Aires sus estudiantes se movilizaron por el congelamiento de los
aranceles realizando concentraciones callejeras múltiples.
[80] Entrevista a P. Alabarces (MTU), 2015; Volante FAUDI (Filosofía y
Letras), “¿Qué pasa en la facultad?”, 1983.
[81] La Nación, “Los estudiantes de
Filosofía dejaron de pagar el arancel” julio de 1983; Tiempo
Argentino, “Los estudiantes de Filosofía dejaron de pagar
aranceles”, 22/07/1983.
[82] Aquí y Ahora, “Movilización
universitaria”, n. 21, agosto de 1983.
[83] Aquí y Ahora, “Los universitarios dan
el presente”, n. 23, septiembre de 1983.
[84] Entrevista a A. González Escudero
(Nexo-Revalúo), 2017.
[85] Entrevistas a P. Alabarces (MTU), L. Luchilo, V. Cipolla, A. Delich
(FM-JCN), Virginia Ferraro (sin militancia orgánica), P. Mauas (UJS), J.P. Paz
(FJC), A. González Escudero (Nexo-Revalúo), realizadas por la autora entre 2015
y 2017.
[86] Sobre la heterogeneidad y complejidad
de las actitudes sociales bajo regímenes autoritarios, véase Peukert (1987);
Ludtke (1995), Passerini (2009). Sobre el caso argentino, los trabajos de
Lvovich (2009; 2010) y Águila (2008; 2015) son una referencia destacada. Sobre
la variedad de actitudes hacia le dictadura en las universidades argentinas,
véase Rodríguez (2014), Luciani (2014) y Seia (2015).
[87] La Nación, “Procuran un acuerdo
programático para la FUBA”, 04/08/1983; Clarín, “Protesta callejera de estudiantes de medicina”, 06/08/1983.
[88] Sobre los rasgos del sistema
universitario argentino durante la etapa democrática, véase Buchbinder y
Marquina (2008) y Mendonça (2020), sobre los rasgos del movimiento estudiantil
en esos años, consultar Millán y Seia (2019) y Cristal (2020). En este conjunto
de textos se reflexiona acerca de los cambios institucionales y políticos a
nivel universitario luego del final de la dictadura, atendiendo a las
modalidades en que la agenda estudiantil construida en dictadura fue tramitada
y también se fue actualizando ante nuevas realidades y problemáticas de un
sistema masivo, heterogéneo y fragmentado.
[89] Por
este motivo no disponemos de los números de página de los artículos citados en
dichos
diarios.