Del
“gabinete montonero” a la Universidad de Buenos Aires (1973-1974)
From the “montonero’s cabinet” to the University of Buenos Aires
(1973-1974)
Sergio Friedemann
Universidad
de Buenos Aires (Argentina)
ser.fri@gmail.com
Resumen
El artículo se inscribe en un cruce del campo de estudios sobre la
universidad con la historia del peronismo. El propósito del texto es
reconstruir las redes, grupos político-técnicos y profesionales que formaron
parte de un listado que la organización Montoneros le elevó a Perón y Cámpora
en abril de 1973, para que definieran el armado del gabinete del Poder
Ejecutivo Nacional. A partir del “organigrama” o “gabinete montonero”, como se
lo conoció, es posible observar que diversas personas sugeridas para
ministerios y secretarías del gobierno central fueron finalmente designadas en
la Universidad de Buenos Aires. Allí, la izquierda peronista pudo protagonizar
una reforma universitaria que resultaría inconclusa. El trabajo contribuye a
examinar la heterogeneidad interna de este sector y la complejidad de las
relaciones entre Montoneros y sus organizaciones de superficie o aliadas.
Siguiendo un enfoque cualitativo, tendremos en cuenta las menciones al
“organigrama” en literatura académica, periodística y testimonial, complementando
la indagación con fuentes primarias escritas y orales. La confrontación de
distintos tipos de fuentes permite reconstruir entramados de pertenencia y
afinidades entre grupos y actores que se vincularon con la “tendencia
revolucionaria” del peronismo, pero sin subordinarse necesariamente a su
organización hegemónica Montoneros.
Palabras Clave
Universidad; Peronismo; Montoneros; Izquierda Peronista; Años
sesenta y setenta.
Abstract
The article is
located in the crossing path between the studies on universities and the
history of Peronism. The purpose of the paper is to reconstruct the networks,
and the political-technical and professional groups that were part of a list
that the Montoneros organization submitted to Perón and Cámpora in April 1973,
so that they could include them in the cabinet of the Executive Branch. From
this "organizational chart", or "montonero´s
cabinet" as it became known, it is possible to notice that several people
that were suggested for ministries and secretariats of the central government were
finally appointed at the University of Buenos Aires. From there, the Peronist
left carry out a university reform that would finally be unconcluded.
This paper aims to examine the internal heterogeneity of this group and the
complexity of the relations between Montoneros and
its allied or “surface” organizations. Following a qualitative approach, we
will analyze the references to this
"organizational chart" in academic, journalistic and testimonial
literature, along with primary written and oral sources. The confrontation of
different types of sources allows us to reconstruct networks of belonging and
affinities between groups and actors that were linked to the
"revolutionary tendency" of Peronism, but without necessarily
subordinating themselves to the hegemonic organization: Montoneros.
Keywords
University; Peronism; Montoneros; Peronist
Left; sixties and seventies.
Introducción
El presente trabajo forma parte de una investigación en curso sobre la
relación entre universidad, peronismo y sectores medios[1]
en los años sesenta y setenta.
Dialoga con aquellos trabajos que se centran en la participación
institucional y los proyectos políticos de la izquierda peronista, más allá de
la violencia política o la lucha armada (Abbatista,
2014; Antúnez, 2011; Camelli, 2018; González Canosa, 2018; Pozzoni, 2015; Tocho, 2015,
2020; entre otros). En particular, en este escrito procuramos reconstruir
las redes y grupos profesionales y político-técnicos que formaron parte de un
listado que Montoneros le elevó a Perón en abril de 1973, con motivo de la
inminente asunción de Héctor Cámpora como presidente de la Nación[2], para que
la cúpula del peronismo definiera el armado del gabinete del Poder Ejecutivo
Nacional. A partir del “organigrama” o “gabinete montonero”, como se
lo conoció,[3] es posible
observar que diversas personas sugeridas para asumir ministerios y secretarías
del gobierno central son las que finalmente ocuparon espacios de relevancia en
la Universidad de Buenos Aires (UBA). Dicho recorrido contribuye a examinar la
heterogeneidad interna de la izquierda peronista y la complejidad de las
relaciones entre Montoneros y otras organizaciones que en su conjunto asumieron
el nombre, en el espacio público, de “tendencia revolucionaria” del peronismo.
A su vez, aporta elementos al análisis de las tensiones entre la estrategia de
la “guerra popular revolucionaria”[4] planteada por la
organización Montoneros y la adecuación coyuntural a la táctica político-electoral.
Las menciones al organigrama han sido frecuentes, tanto en bibliografía
del género periodístico y testimonial (Bernetti, 1983;
Bonasso, 2000; Gasparini, 2008; Perdía, 1997; Yofre,
2015; entre otros) como en trabajos académicos (Antúnez, 2011; Bartoletti, 2010; Tocho, 2015). Sin embargo, no se ha analizado con
detenimiento el contenido de dicho listado para una mejor comprensión de las
redes de pertenencia y los modos de inserción de la izquierda peronista en los
organigramas estatales tras la asunción de Cámpora como presidente. La
confrontación de distintos tipos de fuentes, y en especial la incorporación de
entrevistas en profundidad a militantes-profesionales que formaron parte de la
propuesta de gabinete, permite a su vez un mayor conocimiento sobre las redes
de pertenencia y afinidades entre grupos y actores que se vincularon con la
“tendencia revolucionaria” del peronismo, pero sin subordinarse necesariamente
a Montoneros, la organización hegemónica de ese entramado. A su vez, diversos
testimonios sugieren la idea de un “premio consuelo”: al no acceder a cargos
jerárquicos del gobierno nacional, debieron conformarse con gestionar la
universidad.
Además de las entrevistas y las fuentes secundarias, utilizamos fuentes
documentales primarias como correspondencia del exilio de Perón, prensa gráfica,
documentación institucional de la UBA, publicaciones ministeriales, entre
otras. Los testimonios son utilizados con los recaudos que sugiere el campo de
estudios sobre la memoria social y la historia reciente, pero sugerimos que de
igual modo deben considerarse las fuentes secundarias contenidas en
bibliografía del género periodístico o testimonial. Se trata de producciones de
sentido que operan en los campos de disputa por la construcción de memorias (Jelin, 2002). Dichas
producciones están atravesadas, indefectiblemente, por la selectividad propia
de la memoria y el olvido, fruto del paso del tiempo, pero también por los usos
políticos del pasado, los recuerdos ritualizados y la delimitación respecto de
lo que los actores consideran “decible” y “escuchable” en el momento en el que
se publica o recuerda lo narrado.
El artículo tiene tres secciones, además de esta introducción y sus
reflexiones finales. En la primera de ellas, nos enfocamos en los meses previos
al retorno a la democracia a los fines de examinar la relación entre Montoneros
y un conjunto más amplio de actores que habitaron de manera diversa el espacio
de la izquierda peronista.[5] Será
considerada la creación de grupos político-técnicos-profesionales, la promoción
de la Juventud Peronista como “cuarta rama” del movimiento y la relación de los
diferentes “frentes de masas” con la organización Montoneros.
En la segunda sección nos dedicamos a analizar el “gabinete montonero” y
se organiza a su vez en tres partes. En primer lugar, realizamos una
aproximación a las distintas fuentes secundarias que permitieron acceder de
forma parcial al “organigrama” desde sus primeras menciones en los años
ochenta. En segundo lugar, analizamos la aparición de una versión facsimilar
del documento en un libro del género periodístico de investigación del año
2015, e indagamos brevemente acerca de documentación sobre peronismo que
circula en manos privadas. En tercer lugar, recurrimos a una serie de entrevistas
a profesionales e intelectuales, algunos de las cuales figuraban en el listado
que aquí se analiza.
La tercera sección se dedica a repasar sintéticamente las políticas
universitarias implementadas en la UBA desde fines de mayo de 1973. Ello
permite observar que, a pesar de la heterogeneidad de la izquierda peronista, sus
diferentes expresiones participaron -no exentas de conflictos- en un proyecto
institucional de reforma universitaria. A su vez, mostramos cómo dicha reforma
fue interrumpida bajo el gobierno de Isabel Perón con el desplazamiento de la
izquierda del peronismo por parte de la derecha nacionalista.
La coyuntura
electoral, los equipos técnicos-profesionales y la disputa por los cargos
Con los ecos del Cordobazo todavía latentes, dos sucesos iban a
redefinir el panorama político nacional al comenzar la década del setenta. El
primero fue la espectacular aparición pública de la organización Montoneros,
con el secuestro y posterior ejecución del Gral. Aramburu en 1970. Y al año
siguiente, el llamado del presidente de facto Alejandro Lanusse al “Gran
Acuerdo Nacional” (GAN), que desembocaría en el retorno de la democracia
electoral con la inclusión del peronismo, aunque sin la candidatura de Perón. Es
de notar que estos dos hechos iban a enmarcarse en dos de las diferentes tácticas
desplegadas por diversos sectores del peronismo para terminar con la
proscripción: la político-electoral y la insurreccional-revolucionaria.[6]
Perón
otorgaba vital importancia a la planificación técnica, y durante los últimos
años del exilio se mostró activo en su correspondencia con la directiva de
“acopiar materia gris”.[7] Sin embargo, no era una
tarea que le asignara a un solo interlocutor. Leopoldo Frenkel encabezaba el
Consejo de Planificación, y Julián Licastro con José
Luis Fernández Valoni dirigían el Comando Tecnológico
Peronista. Perón puso en contacto a Frenkel con Licastro
y les propuso trabajar juntos, pero esos intentos fracasaron y ambos grupos continuaron
funcionando por separado. Luego recibió a Rolando García en Madrid y lo puso al
frente de un nuevo organismo: el Consejo Tecnológico del Movimiento Nacional
Justicialista. Si bien la creación de espacios de este tipo no era nueva en el
movimiento peronista, la perspectiva de retornar al gobierno junto con el
beneplácito de Perón llevó a que florezcan numerosos grupos más pequeños. Y
sobre la hora electoral, desde Montoneros se impulsaron los “Equipos
político-técnicos de la Juventud Peronista” (EPT-JP).[8]
Ante la perspectiva de institucionalizar el movimiento peronista en el
esquema del sistema político argentino, y a su vez la desconfianza en la concreción
de elecciones libres, Perón decidió tejer puentes con los sectores más
radicalizados. Además de nombrar como delegado personal a Héctor Cámpora,
reemplazando a Jorge Paladino, decidió incorporar como “cuarta rama” del
movimiento a la “juventud”, sumándose a las tradicionales ramas política, femenina
y sindical, lo cual fue resistido por la última (Bartoletti,
2010). A su vez anunció que cada rama recibiría un 25% de los cargos. Si
bien “Juventud Peronista” (JP) fue un significante en disputa, en poco tiempo
Montoneros iba a lograr hegemonizarlo.
Julián Licastro y Rodolfo Galimberti fueron nombrados delegados de
la nueva rama juvenil en el Consejo Superior del Movimiento Nacional
Justicialista, organismo encabezado por Cámpora. Licastro
era un exteniente expulsado del ejército por dar su apoyo al Cordobazo y, como
adelantamos, dirigía el Comando Tecnológico Peronista. Galimberti era el líder
de Juventud Argentina por la Emancipación Nacional (JAEN), agrupación juvenil creada
en 1967 y cuyos militantes pasarían en su mayoría a engrosar las filas de
Montoneros junto con Galimberti. Otros, como Carlos Grosso, se alinearían con Licastro.
Según
Gillespie (2008), Montoneros reclutó a
Galimberti en algún momento de 1972. Juan Manuel Abal Medina estima que lo hizo
en el contexto electoral de marzo del ´73, pero que desde tiempo antes “quería
ser montonero y funcionaba como enlace de los montoneros”.[9] Lo cierto
es que si hasta principios de 1972 Galimberti finaliza
sus cartas a Perón solo con su firma autografiada, ya en febrero de 1973 se
visualiza a continuación la idéntica fórmula a la usada por Montoneros para
cerrar sus comunicados: “¡PERÓN O MUERTE! ¡VIVA LA PATRIA!”.[10] Su pase a Montoneros, junto a la organización de la JP en siete
regionales, son sucesos clave para comprender la estrecha vinculación de lo que
se conoció como “Juventud Peronista - Regionales” (JP-R) con esa organización.
Finalmente, no le fue otorgado un 25% a la rama juvenil en la confección
de las listas legislativas, pero ello parecía un problema menor para Galimberti
según le escribe a Perón en el mes de febrero:
Específicamente con relación al 25% que nos
correspondía como rama en las listas le informo que si bien no se cumplió totalmente
a pesar de los denodados esfuerzos del compañero Abal Medina (…), el balance
que nosotros hacemos es en líneas generales positivo ya que se garantizó
mínimamente la presencia de elementos leales en las regionales claves. [11]
Según la entrevista a Abal Medina ya citada, a la juventud le dieron
“muy poco” en las listas parlamentarias: solo ocho lugares, uno por cada
regional. Y Galimberti parece darle mayor importancia a la definición de los
jefes regionales de la JP que a la inserción institucional de sus militantes. Aunque
merece indagarse con más detenimiento, esta valoración podría relacionarse con
la desconfianza que la organización armada arrastraba respecto de la táctica
político-electoral, privilegiando el fortalecimiento de las agrupaciones de
superficie de la “tendencia revolucionaria”. No obstante, también se muestra
interesado en evitar ciertos nombramientos a la hora de confeccionar el
gabinete:
La preocupación que subsiste debe atribuirse a
que los logreros enquistados en la burocracia sindical insisten en promover a
sus agentes descalificados como por ejemplo, Gómez
Morales y Cafiero.[12]
Gómez Morales y Cafiero habían sido propuestos por Lanusse para integrar
el gabinete en el marco del GAN, pero rechazaron la propuesta al no contar con
el visto bueno de Perón (Denaday, 2020).
Ambos colaboraban con el Consejo de Planificación encabezado por
Frenkel, y nuevamente iban a aparecer “vetados”
en la propuesta de gabinete que Montoneros le entregaría al líder justicialista.
Las
memorias de Frenkel, por su lado, indican que cuando Cámpora convocó a algunos
de los referentes de los equipos profesionales para sintetizar las diversas
propuestas, “no fue posible llegar a un programa común”, en gran medida porque
Rolando García sostenía “una propuesta completamente utópica”: la “estatización
de las unidades productivas que proporcionaban bienes de consumo masivo” (Fernández Pardo & Frenkel, 2004, p. 152).
Como puede verse, los profesionales, científicos e intelectuales no quedaron al
margen de las disputas intraperonistas.
Si bien la relación entre la JP-R y Montoneros fue compleja, y no todos
los jefes se subordinaron de igual modo y en todo momento a “la orga”, compartimos con Julieta Bartoletti
(2010) la observación de que con “la
creación de las regionales”, Montoneros logra “designar y/o incorporar a sus
filas a quienes se ubican en posiciones de dirección, haciendo de la JPR una
estructura ‘de superficie’, paralela a la clandestina, y dirigida por ella” (p.
404).
A la situación presentada hasta aquí debemos agregar -y adelantar- que
el equipo de Julián Licastro iba a coordinar con FAR
y Montoneros la confección del “organigrama”. Por lo tanto, los dos delegados
de la rama juvenil quedarían bajo el paraguas de la “tendencia” que
hegemonizaba Montoneros en la coyuntura pre- y postelectoral.
Esta conjunción de hechos constituyó el mecanismo por el cual se insertó
institucionalmente en el Partido Justicialista la Juventud Peronista y con
ella, indirectamente, Montoneros, que creció sin pausa hasta bien entrado 1973.
No sin debates internos y desacuerdos entre la militancia (González Canosa, 2018; Tocho, 2015),
finalmente el grueso de la entonces llamada “tendencia revolucionaria” se
inclinaría a la posibilidad de ocupar cargos gubernamentales o legislativos, procurando
distinguir la llegada al gobierno de la “toma del poder”. Aunque desconfiaran
de la vía electoral, quienes apostaron por la revolucionaria no quedaron al
margen de la política institucional.
La JP-R tuvo una importante participación en la campaña electoral, y Montoneros
aprovechó la oportunidad de hegemonizar a un conjunto más amplio de espacios
organizativos, redes, grupos y figuras intelectuales. Sin abandonar el accionar
militar, fortaleció una política “de superficie” a través del armado de “frentes
de masas”. A la JP-R se sumaron la Juventud Universitaria Peronista (JUP), la Juventud
Trabajadora Peronista (JTP), la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), el Movimiento
Villero Peronista (MVP) y la Rama Femenina - Agrupación Evita.[13] Pero
también los ya mencionados EPT-JP. De lo dicho hasta aquí no debe concluirse una subordinación absoluta e
invariable a lo largo del período y en todos los territorios por estas
agrupaciones de superficie hacia Montoneros. Son los estudios de caso los que
pueden brindar mayor conocimiento sobre la mayor o menos posibilidad de
conducción de esos entramados.
El “gabinete montonero” y los
cargos en la UBA
Las primeras huellas del organigrama
La heterogeneidad del peronismo se hizo valer luego de la victoria
electoral del 11 de marzo de 1973, que llevó la fórmula Cámpora-Solano Lima a
la primera línea del Poder Ejecutivo. Dos meses y medio de transición fueron el
escenario de diversas pujas intraperonistas por
ocupar los espacios vacantes, y especialmente del gabinete nacional, el cual ya
se empezaba a tejer desde la quinta de Madrid donde Perón aún mantenía su
residencia. En Argentina, a su vez, los equipos técnicos y profesionales se
preparaban para la responsabilidad de gobernar o por lo menos para la
elaboración de propuestas de políticas públicas. En ese escenario, FAR y Montoneros,
que todavía no se habían fusionado, pero estaban en proceso (González Canosa, 2012), le elevaron a Perón un
listado de personas que dichas organizaciones (en diálogo con los equipos
técnicos) proponían para los diferentes ministerios, secretarías,
subsecretarías, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Policía, entre
otros ámbitos. Las personas que estaban incluidas en el “gabinete montonero” no
eran necesariamente parte de esa organización ni de su mancomunada FAR, pero sí
tenían un buen vínculo con ellas, eran referentes de la izquierda peronista
entre los intelectuales y profesionales de su área o provenían de algún grupo aliado.
Las menciones al “organigrama” son recurrentes en bibliografía sobre
Montoneros, pero están basadas en testimonios o memorias de la militancia que proporcionan
pocos datos sobre el tema y hasta el momento no se ha sistematizado y ponderado
la información disponible desde el campo académico.
Una de las primeras referencias es la de Jorge Bernetti
en El Peronismo de la Victoria, cuya
primera edición es de 1983. Allí el autor narra que, previo a la asunción de
Cámpora, Montoneros y FAR “elevan a Perón una lista de unos trescientos nombres
con indicaciones acerca de los cargos que podrían ocupar en la función pública”
(Bernetti, 1983, p. 107). El número 300 reaparecería
en posteriores trabajos.
Juan Gasparini (2008) [1988] se refiere a una serie de
reuniones que tuvieron Roberto Quieto y Mario Firmenich con Perón en Europa.
Allí los líderes de FAR y Montoneros le “sometieron a Perón una lista de
trescientas personas que deseaban ver ocupando cargos gubernamentales”, pero
también le habrían informado que Galimberti se había encuadrado en la guerrilla
(p. 49).
En 1997, Roberto Perdía publicó La
otra historia: testimonio de un jefe Montonero. Según su versión, él estuvo
presente en Roma junto a Quieto y Firmenich cuando le entregaron el listado a
Perón. Luego le siguieron otras reuniones en Madrid. Perdía da algunas pistas
sobre la confección del documento: previo al viaje se realizaron reuniones de
los “equipos político-técnicos de la JP” con los “Comandos Tecnológicos” y los
“Consejos Tecnológicos Peronistas” (en clara referencia a los grupos de Licastro y García). Por ello, los nombres sugeridos habrían
expresado “propuestas sintetizadas por los diferentes equipos de trabajo y que
nosotros llevaríamos a Perón” incluyendo “políticos o técnicos propios, amigos
y aliados”. También menciona que la iniciativa incluía una serie de vetos.
En Diario de un clandestino, Bonasso (2000) suma numerosos datos que los conocidos hasta
entonces. Por ejemplo, que el listado fue “elaborado por compañeros como
Alejandro Peyrou que coordinan a los grupos de
profesionales”, y que antes de entregárselo a Perón la lista “fue corregida de
puño y letra por el Pepe Firmenich” (Bonasso,
2000, p. 116). Luego menciona que también participó de su armado José
Luis Fernández Valoni, “el segundo de Licastro” (p. 119). Y agrega que hay coincidencias entre la
lista de Firmenich y otra que Cámpora le elevó a Perón. Es decir que habría más
de un listado similar. Pero además Bonasso incluye una
veintena de nombres del total supuesto de 300, dice que la lista tenía “unas
seis carillas” y que para cada cargo se presenta una terna.
También es del año 2000 la biografía de Rodolfo Galimberti escrita por
Roberto Caballero y Marcelo Larraquy. Allí se afirma que la lista se la
entregaron Firmenich y Perdía al presidente electo Cámpora en una reunión
secreta organizada por Galimberti el 16 de abril de 1973, en el departamento de
su novia en Recoleta. Esta versión es congruente con la posible existencia de
al menos dos listados, uno entregado a Cámpora y otro a Perón.
Existen diversas entrevistas a Mario Firmenich, editadas y publicadas en
diferentes soportes, que sostienen varios de los elementos presentados. En una
de ellas, realizada por el historiador Felipe Pigna y transmitida por
televisión, el exjefe montonero habla de varios encuentros en Roma y en Madrid,
donde se conversó sobre las propuestas para el gabinete: “Ahí tuvimos varias
conversaciones, le entregamos los documentos escritos que llevábamos, con
equipos eventuales de gobierno, con los distintos ministerios y demás...”.[14] Minutos
después, según la edición televisiva, Firmenich vuelve sobre la cocina del
documento, presentándolo como un armado heterogéneo, pero dentro de los
márgenes del “peronismo combativo” y “revolucionario”.
Otros testimonios disponibles son los del propio Alejandro Peyrou. En 2010 escribió para el anuario de Lucha Armada, donde corrobora que él participó
de la confección de la lista, pero que no se había mencionado la idea de
entregársela a Perón.[15] Tiempo
después aparece entrevistado para un libro sobre la organización Lealtad, donde
agrega:
Por el rol que yo tenía respecto de los temas
técnicos, cuya responsable era Adriana Lesgart, me
toca escribir la lista de aspirantes a cargos que tiene la “Orga”.
Eran ternas de todos los ministerios, secretarios y subsecretarios. Más los
servicios penitenciarios, más Policía Federal, y otras cosas (Duzdevich, Raffoul, & Beltramini, 2015, p. 100).
Desde el campo académico, Fernanda Tocho (2015)
vuelve sobre “el famoso organigrama de 300 personas”, tomando como fuente a
Perdía (1997) pero sumando una nueva
entrevista realizada por la investigadora a Peyrou,
quien ratifica su protagonismo. La autora, que investiga la participación de
“la tendencia” en el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires en 1973, afirma a
partir de ese testimonio que el listado sirvió como base para definir cargos en
la gobernación.
Otras investigaciones académicas que mencionan el episodio lo hacen a
partir de las mismas fuentes hasta aquí presentadas. Bartoletti,
en su tesis doctoral sobre Montoneros, se basa en los textos de Perdía (1997), Bonasso (2011) y Caballero & Larraquy (2002), interpretando que, desde la mirada de
Perón, eran “excesivas” las “pretensiones de la Juventud” (Bartoletti, 2010, p. 431). Tampoco brinda
información novedosa, sobre este punto, la tesis doctoral de Damián Antúnez (2011) acerca de la participación de la
“tendencia” en los gobiernos provinciales.
El listado elevado por Montoneros, coinciden casi todas las versiones, generó
por lo menos recelo en sus destinatarios. Bonasso
escribe que “el viejo lo tomó muy mal” (2000, p.
116). Según Caballero & Larraquy (2002),
Cámpora habría recibido la lista con sorpresa, afirmando a los “muchachos” que
se estaban “sobreestimando” (p. 150). Los autores también se refieren al encuentro
en Madrid en el que Galimberti fue desplazado de su cargo de delegado, luego del
famoso discurso promoviendo las “milicias populares” en el acto de lanzamiento
de la UES. Allí Perón habría afirmado: “La juventud tiene que empezar de abajo, como siempre ha sido, y no
pretender ministerios” (p. 154).
Sería legítimo preguntarnos si lo que más molestó a Perón y Cámpora
fueron las propuestas de nombramientos o las objeciones. En la entrevista ya
citada, Firmenich lo cuenta de este modo:
Entonces juntamos todo lo que era la materia
gris de la época, del peronismo combativo, revolucionario, y nos pusimos de
acuerdo inclusive en equipos de gobierno, con los ministerios y demás, también
nos pusimos de acuerdo en algunas personas que no queríamos ver ni pintadas…[16]
Tal vez para contrapesar los “vetos”, en las rememoraciones se suele
destacar cierta amplitud ideológica: “Incluso no descartábamos la participación
de algunos radicales, como por ejemplo el equipo de Roque Carranza para
economía” (Perdía, 1997, p. 140). Bonasso aporta datos textuales: “Entendemos que podría
ofrecerse a los radicales: a) En el área económica: equipos del Ing. Roque
Carranza.[17] b) En el área energética: Equipos del Dr.
Conrado Storani.” Respecto de las objeciones, reproduce: “Estimamos como
peligrosa y contraria a los objetivos del futuro gobierno la presencia de…” y
menciona que en la lista aparecían “veinte censurados” de los cuales nombra a
Miguel Ángel Bellizi para el Ministerio de Bienestar
Social; Juan José Taccone para Trabajo, y Antonio
Cafiero, Alfredo Gómez Morales, y equipos del frondicismo
para Economía (Bonasso, 2000, pp. 116–119).[18] En la
versión facsimilar del listado que reproduce Yofre (2015), y a la que nos referiremos a continuación, la redacción es casi
idéntica y no hay un nombre que se contradiga con los pocos que menciona Bonasso.[19]
La versión
facsimilar del “Tata” Yofre
En Puerta de Hierro, publicado en 2015,
Juan Bautista Yofre (periodista y ex titular de la SIDE, los servicios de
inteligencia argentinos), se propone sacar a la luz “documentos inéditos del
cuarto de los cocodrilos” (p. 8), según el autor un subsuelo de la quinta del
exilio madrileño donde Perón habría guardado su archivo documental y
correspondencia. En el libro, y en entrevistas realizadas con motivo de su
publicación, Yofre explícitamente deja asentado que no puede revelar cómo
obtuvo parte de los documentos. De hecho, los fondos documentales sobre el
exilio de Perón se vieron incrementados en los últimos años, y las sedes
académicas y gubernamentales donde se encuentran tampoco brindan información
oficial sobre el orígen de los “papeles de Perón”. Algunos
de los archivos abiertos recientemente al público obtuvieron los documentos de
manera privada, e incluso existe documentación a la venta.[20] En definitiva, estamos ante un campo de investigación
cuyas fuentes son, en muchos casos, de dificil
acceso, en algunos casos inexistentes y en otros de incomprobable veracidad.
Por ese motivo, las fuentes de este tenor no pueden ser tomadas sin recaudos epistemológicos,
pero tampoco deben ignorarse o subestimarse. Su utilidad debe ser ponderada y
dentro de lo posible, contrastada.
Respecto
del “gabinete montonero”, Yofre es el primero que ofrece una versión facsimilar.
A simple vista se observa que es el mismo documento puesto a la venta en Roma
desde junio de 2018 a través de una subasta y adjudicado recientemente en 2700
euros.[21] Yofre dice que en el
archivo de Perón la lista “fue guardada celosamente”. Y que traía adjunto un
papel escrito por López Rega, cuya copia también
reproduce: “‘Los Muchachos de la Juventud’ (Montos) le enviaron esta lista al Jefe para formar el gobierno” (en Yofre, 2015, p. 395). Debemos mencionar que la tipografía es efectivamente muy similar a la de
López Rega, según se desprende de un documento de su
autoría que hemos relevado.[22]
Imagen Nº 1
Subasta de elementos pertenecientes a Juan D.
Perón, en la que se vendió el documento analizado en este artículo. La versión
es idéntica a la reproducida por Yofre. También se informa que el producto en
venta incluye el escrito de López Rega.[23]
Reiteremos
que es posible que sea tan solo una de las versiones del organigrama, pero se
trataría de una que llegó a estar en manos de Perón. A su vez, coincide en
buena medida con lo expuesto por Bonasso (2000). Las
19 personas que menciona aparecen en la versión de Yofre: un documento de cinco
carillas que incluye un total de 50 cargos y 88 propuestas para ocuparlos (en
algunos casos hay ternas, y también hay nombres repetidos para diversos
espacios). El único contrapunto importante con las fuentes previas es el de la
cantidad de nombres (se indicaban 300). Respecto de las carillas, si Bonasso mencionaba un “aproximado de seis”, en Yofre es tan
solo una menos. En rigor, al observar el documento, resulta improbable que en esa
longitud se inserten 300 nombres y los cargos para los que se postulan. El
número parece surgir del rumor
circulante entre la militancia,[24] posiblemente con el fin de exagerar la magnitud de
cuadros técnicos disponibles por parte de la izquierda peronista que buscaba
conducir Montoneros.
Entre los
nombres, sobresalen efectivamente figuras que integraron equipos técnicos o
profesionales que se conformaron poco antes de 1973 para elaborar propuestas de
gobierno. Licastro y Rolando García se sugieren para
intendente de la Capital y ministro de obras públicas, respectivamente. De los EPT-JP
aparecen Juan Pablo Franco y Alcira Argumedo (miembros de las ex Cátedras
Nacionales), Bonasso y Jorge Bernetti
(del “Bloque Peronista de Prensa”), Oscar Sbarra Mitre, Ignacio Lopatín[25] y Alfredo
Ibarlucía.[26] Se
observan otros grupos disciplinares o profesionales que ya tenían años de
actividad, como la Asociación Gremial de Abogados y su Agrupación de Abogados
Peronistas.[27] También
figuras de la cultura, intelectuales o curas tercermundistas, como Rodolfo
Puiggrós, Juan José Hernández Arregui, el sacerdote Mugica,
entre otros.
El único
que aparece propuesto en el listado y efectivamente fue ministro es Esteban
Righi, quien se sugería como titular de Justicia pero
fue nombrado Ministro del Interior. Righi provenía de la red de abogados
mencionada, pero también era socio del hijo de Cámpora. A los 34 años, fue el
más joven del gabinete y uno de los que mejor vínculo estrechó con la “tendencia”
(Antúnez, 2011; Gillespie, 2008). También
aparece en el “gabinete montonero” Juan Manuel Abal Medina, ungido por Perón
como secretario general del Movimiento Nacional Justicialista. Inversamente,
quienes sí ocuparon diversos cargos nacionales fueron dos de los allí vetados
por Montoneros, Gómez Morales y Cafiero.[28]
Agreguemos que si Licastro
aparecía como candidato a intendente de la Capital Federal, la designación
recayó en Leopoldo Frenkel.[29]
Pero lo
que aquí nos interesa es que del documento publicado por Yofre se desprende que
aquellas figuras y grupos que la izquierda peronista esperaba ver ocupando
cargos en el gobierno nacional terminaron, en buena medida, insertos en la
gestión de la Universidad de Buenos Aires, además de otros espacios como el gobierno
de la provincia.
Por
razones expositivas, no reproducimos aquí todos los nombres restantes del
listado, sino, en primer lugar, aquellos de los que hemos podido constatar su
participación en la UBA.
Cuadro Nº 1
Nombre |
“Organigrama montonero” |
Cargo en la UBA |
Red |
Rodolfo Puiggrós |
Ministro de Educación |
Rector |
Vínculo personal con Perón. Referente
teórico de la JP. Ingresará en el exilio al Movimiento Peronista Montonero |
Alfredo Ibarlucía |
Subsecretario de Vivienda |
Decano de Arquitectura |
Convocado por agrupaciones
de arquitectura que confluyen en la JUP; EPT-JP. |
Oscar Sbarra Mitre |
Ministro de Hacienda; Subsecretario de Comercio Interior |
Decano de Económicas |
EPT-JP; Luego JP Lealtad |
Mario Kestelboim |
Subsecretario de Asuntos Legislativos; Director de Policía del Trabajo |
Decano de Derecho |
Agrupación de Abogados Peronistas
/ Asociación Gremial de Abogados; Se aleja de la tendencia |
Enrique Martínez |
Ministro de Industria y Minería; subsecretario de Minería |
Decano de Ingeniería |
Consejo Tecnológico; Se aleja
de la tendencia |
Saad Chedid |
Subsecretario de Relaciones Exteriores y Culto |
Director del Instituto del Tercer Mundo “Manuel Ugarte” |
Consejo Tecnológico; amigo
de Puiggrós |
José Eduardo Machicote |
Subsecretario de asuntos económicos internacionales |
Secretario General del Instituto del Tercer Mundo |
Consejo Tecnológico |
Alcira Argumedo |
Subsecretaria de Cultura |
Integrante del directorio
del Instituto del Tercer Mundo (también tiene cargo en Pcia.
de Bs. As.) |
Cátedras Nacionales; EPT-JP;
JP Lealtad |
Roberto Lugo |
Titular del Instituto Nacional de Tecnología Industrial - INTI |
Director del Instituto de Estudios de la Realidad Argentina; Decano de
Exactas |
Consejo Tecnológico; JP
Lealtad |
Juan Pablo Franco |
Subsecretario de Educación |
Director del Instituto de Investigaciones de Sociología |
Cátedras Nacionales; EPT-JP |
Rodolfo Ortega Peña |
Ministro de trabajo; Subsecretario de trabajo |
Instituto de Historia del Derecho; Director
del Departamento de Historia y varios institutos. (Luego diputado nacional) |
Agrupación de Abogados
Peronistas / Asociación Gremial de Abogados / PB |
Eduardo Luis Duhalde |
Ministro de justicia; Subsecretario de justicia |
Director del Instituto de Historia
Argentina y Latinoamericana |
Agrupación de Abogados
Peronistas / Asociación Gremial de Abogados / PB |
Mario Hernández |
Ministro de justicia; subsecretario de justicia; subsecretario del
Ministerio del Interior |
Secretario académico de la Facultad de Derecho |
Agrupación de Abogados
Peronistas / Asociación Gremial de Abogados |
Alicia Pierini |
Subsecretaria de promoción y asistencia de la comunidad del Ministerio
de Bienestar Social |
Secretaria de extensión universitaria de la misma facultad |
Agrupación de Abogados
Peronistas / Asociación Gremial de Abogados |
José Carlos Escudero |
Subsecretario de salud pública |
Miembro del directorio de Eudeba y luego docente de la Escuela de
Salud Pública |
Consejo Tecnológico |
Osores Soler |
Subsecretario de Salud pública |
Director del Hospital de Clínicas |
Consejo Tecnológico |
Elaboración
propia. Los datos de las columnas 1 y 2 se toman de Yofre (2015)
También
aparece en el organigrama quien fuera nombrado secretario académico de la
Universidad Nacional del Sur (Augusto Pérez Lindo, ternado como Subsecretario
de Asuntos Universitarios) y otros profesionales que pasaron a ocupar cargos en
el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, como Rolando García, Alcira
Argumedo, Pedro Krotsch, Alejandro Peyrou, Hugo di Florio y Guillermo Gallo Mendoza (Tocho, 2015), seguramente entre otros. No
descartamos que más integrantes de la lista hayan participado en diversos
cargos o hayan ejercido la docencia en universidades nacionales.
De las
personas incluidas en el cuadro, sobresalen principalmente aquellos que estaban
vinculados al Consejo Tecnológico que dirigía Rolando García y a la Asociación
Gremial de Abogados, pero también exintegrantes de las Cátedras Nacionales y
adherentes a los EPT-JP. Esas pertenencias no son excluyentes respecto a una
mayor o menor vinculación con organizaciones político-militares como FAR, FAP o
Montoneros. Ello permite mostrar que el llamado “gabinete montonero” distaba de
representar a una sola organización. En todo caso, ante la oportunidad político-institucional que se abría
para la izquierda peronista, no existían las condiciones para que pudiera ser
capitalizada por su expresión hegemónica. Por un lado, los responsables de una
organización militarizada, con frecuencia en la clandestinidad, no estaban
dispuestos a realizar el desplazamiento hacia una política de superficie. Por
otro lado, la participación estatal era vista tan solo como un medio táctico de
menor importancia frente a una estrategia de largo alcance: la “guerra popular
revolucionaria”. Y no menos cierto es que Montoneros no contaba con cuadros
técnicos capaces de ocupar los espacios que la correlación de fuerzas le
permitía. En definitiva, era la organización la que actuaba con
cierta expectativa de conducir a ese conjunto de actores del mundo profesional
e intelectual, nombrados como la “tendencia”, pero que en muchos casos se
alejarían de ella. Así lo recuerda el decano de Derecho Mario Kestelboim, que renunció al decanato por desacuerdos con la
JUP y Montoneros:
Yo era el decano montonero, no habiendo
sido nunca montonero. Hasta ese momento no tenía la necesidad de salir a decir
“yo no soy montonero” …. No quería parecer que estaba de acuerdo con lo que no
estaba de acuerdo. Políticamente tenía que diferenciarme de quienes parecían
mis mandantes.[30]
Los
testimonios: ¿premio consuelo?
Hemos
entrevistado a profesionales que tuvieron protagonismo en torno a la
participación en diversos de los grupos político-técnicos o en el sistema
universitario en torno a 1973, la mayoría en la Universidad de Buenos Aires, y
algunos de sus testimonios son relevantes para el presente trabajo. Veamos dos
fragmentos de distintas entrevistas realizadas a José Carlos Escudero, ternado
en el “organigrama” para ocupar la Subsecretaría de Salud Pública:
Yo descubrí en el exilio mexicano que FAR
me había propuesto como Ministro de Salud. … El candidato de Montoneros era
Mario Testa y al final, como fue evidente, no fuimos ninguno de los dos.[31]
Después me entero en México, que se
planteaban las organizaciones guerrilleras qué ministro de salud iban a
proponer. Montoneros propuso a un tipo que murió, Osores Soler, y FAR me
propone a mí, sin yo saberlo, eso me enteré en México.[32]
Estos
fragmentos muestran varias cuestiones. Mario Testa fue elegido en 1973 decano
de Medicina y a su vez coordinaba el equipo de Salud de los EPT-JP, pero no
estaba en el organigrama según la versión que reproduce Yofre. Si tomamos esta
como cierta, es correcto el segundo fragmento. La memoria producida en dos
contextos diferentes muestra también su fragilidad y la necesidad de contrastar
los testimonos con otras fuentes: “Bue… se me mezclan
los recuerdos”.[33] También habilita a
reflexionar sobre el contexto de producción del documento, en tanto uno de los
ternados sería una propuesta de FAR, otro de Montoneros. Escudero dice que aunque no militaba orgánicamente en las FAR, colaboraba
con ella. Pero también asume haber participado del Consejo Tecnológico de Rolando
García. Las redes de pertenencia o afinidad pueden ser múltiples y no
necesariamente excluyentes.
También vemos
que, respecto del “gabinete montonero”, no siempre quienes lo integraron
estuvieron al tanto de tal proposición, lo cual puede hablarnos de expectativas
no necesariamente personales, sino de las dirigencias de las organizaciones respecto
de la conformación del gabinete. Según las entrevistas realizadas, tampoco
estaban al tanto Roberto Lugo ni Jorge Bernetti.
El primero
participaba del Consejo Tecnológico con Rolando García y trabajaba en el INTI, y
aparece como candidato a director de ese organismo. No sabía si quiera que
existía esa lista. Pero dice que la proposición “tenía sentido… Yo lo hubiera aceptado”.[34]
Lugo asumió al frente de un instituto en la UBA y después fue convocado para
reemplazar al decano de Exactas.
En el caso de Bernetti, él militaba en el
“Bloque Peronista de Prensa”, un armado sindical de profesionales de la
comunicación que tenían vínculo con Montoneros y donde según él también
participaban Bonasso, Ascone (estos dos junto con Bernetti aparecen ternados para la “Secretaría de Prensa y
Difusión”), Casullo, Schmucler, Caletti,
entre otros. Varios de ellos terminan siendo funcionarios en el Ministerio de
Educación de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires. Bernetti
supo del listado, por información “que circuló”. No sabía que él estaba
incluido, aunque “lo presuponía”.[35]
Otros
testimonios indican haber tenido conocimiento sobre la propuesta de gabinete, y
en algunos casos sugieren la idea de un “premio consuelo”: determinadas
personas esperaban ocupar algún ministerio pero
terminaron con un decanato o un cargo menor. En general, sin embargo, dicha
idea es atribuida a un tercero y no es narrada en primera persona. Por ejemplo,
Mario Kestelboim, decano de Derecho en 1973-1974,
recuerda la experiencia de los diferentes grupos profesionales: “mi impresión
es que ellos se preparaban para el
gobierno nacional y cuando no tuvieron acceso (risas), accedieron al gobierno
de la Universidad”.[36]
Explícitamente se refiere a Sbarra Mitre (EPT-JP), Rolando García y
Enrique Martínez (Consejo Tecnológico). Ciertamente, los tres que menciona
están en el organigrama según la versión que reproduce Yofre. Luego hace
mención a Ortega Peña y Duhalde, sus ex compañeros de la Asociación Gremial de
Abogados y que fueron a trabajar a la Facultad de Derecho bajo su gestión:
Ellos estaban organizándose para asumir el
Ministerio de Trabajo. De esos equipos técnicos tenían en mira el Ministerio de
Trabajo y lo único que consiguieron fue ser candidato 15/16… [a diputado
nacional, en referencia a Ortega Peña][37]
Ortega
Peña y Duhalde, cercanos al Peronismo de Base, se fueron distanciando del
gobierno, lanzando fuertes críticas desde la revista Militancia peronista para la liberación. En efecto, en el organigrama aparecían ambos, pero también el propio Kestelboim. En su narrativa parece excluirse de
cierta expectativa de acceder él mismo al gabinete de Cámpora.
Rolando García aparecía en el “organigrama” como candidato a Ministro de
Obras y Servicios Públicos y terminó dirigiendo la Asesoría Provincial de
Desarrollo en la Provincia de Buenos Aires. Enrique Martínez militaba
con él en el Consejo Tecnológico:
Rolando García por supuesto hubiera
preferido ser Ministro de Educación, o Ministro de Economía o de Planificación,
pero Cámpora lo postergó en su momento y obviamente los que siguieron lo
postergaron mucho más.[38]
Respecto de su propia experiencia, Martínez narra que le habían ofrecido
la Subsecretaría de Industria (figuraba en el “organigrama” como Ministro de
Industria y Minería” y como subsecretario de Minería de la misma cartera), pero
terminó como decano de Ingeniería. En su caso, según transmite, porque se lo
pidieron.[39]
Augusto
Pérez Lindo, por su lado, sabía que estaba propuesto en un listado para
ocuparse de los asuntos universitarios del Ministerio de Cultura y Educación,
corroborando la versión de Yofre. Adicionalmente, constribuye
a la idea de que la expectativa previa era ocupar cargos de mayor importancia:
Yo había estado en la primera lista (…) para
que yo fuera Secretario de Políticas Universitarias (…). Pero cuando asumió
Cámpora, y Galimberti anunció que el nuevo gobierno iba a crear milicias
populares, (…) todos los candidatos que tenía la tendencia revolucionaria, y yo
entre ellos, quedamos tachados. Y entonces a mí me pusieron como Secretario
General Académico en la Universidad Nacional del Sur.[40]
Perez Lindo provenía de JAEN, la misma
organización que Galimberti antes de pasar a Montoneros, y que Carlos Grosso,
quien había sido propuesto para subsecretario general de educación y terminó a
cargo de la Dirección Nacional de Educación del Adulto (DINEA) del ministerio. Grosso
formaba parte del Comando Tecnológico Peronista que dirigía Licastro.
Significativo
para el caso que hemos estudiado es la terna propuesta para el cargo de ministro
de cultura y educación: Rodolfo Puiggrós, Lucio Gera y Juan José Hernández
Arregui (Yofre, 2015). Puiggrós fue elegido rector de la UBA, y según una
versión testimonial que hemos recogido, él y Hernández Arregui estuvieron en
una terna elevada por Montoneros, pero para que el ministro Taiana eligiera al
rector.[41] ¿El entrevistado confunde la terna para el
Ministerio con la terna para el rectorado? ¿O se elevaron propuestas similares
para las universidades una vez definido el Poder Ejecutivo? Jorge Taiana (h.),
que se desempeñaba como secretario de su padre, el ministro, recuerda la
existencia del organigrama: “eso sale todo mal”. Y agrega que, haya existido o
no una terna, “la verdad es que el que lo elige a Puiggrós es Perón”.[42]
La reforma
universitaria de la izquierda peronista y su derrota
Luego
de dieciocho años de proscripción del peronismo, y siete de dictadura militar,
el 25 de mayo de 1973 un gobierno democrácticamente
electo retornaba a la República Argentina. Héctor Cámpora asumía como
presidente y Jorge Alberto Taiana como ministro de Cultura y Educación.[43]
Cuatro días más tarde ambos firmaban un decreto por el cual quedaban
intervenidas las universidades nacionales. El decreto se fundamentaba en la
situación de “dependencia económica y cultural” sufrida por el país, para lo
cual se requería “poner definitivamente las Universidades Nacionales al
servicio del pueblo.” La tarea anunciada requería una reformulación de los
objetivos, contenidos y métodos de enseñanza.[44]
En el
caso de la UBA, rebautizada como “Universidad Nacional y Popular de Buenos
Aires”, ya vimos que asumió como rector Rodolfo Puiggrós, un historiador
marxista y peronista (Friedemann, 2014).
En septiembre fue asesinado el secretario general de la CGT José Ignacio Rucci, y en octubre Puiggrós fue desplazado, en el marco de
una avanzada más generalizada sobre la izquierda peronista por parte de otros
sectores del movimiento. Luego de una semana de protestas encabezadas por la
Juventud Universitaria Peronista (JUP) y otras fuerzas aliadas, se logró evitar
que asuma su sucesor, el decano de Odontología Alberto Banfi,
y en cambio ocupó su lugar el secretario general Ernesto Villanueva.[45] En
marzo de 1974 se aprobó la ley universitaria (“Ley Taiana”), y como rector
normalizador asumió el “conservador popular” Vicente Solano Lima, un aliado del
peronismo que luego de ser vicepresidente de Cámpora ocupó el cargo de
secretario general de la presidencia de Perón. Tres de los decanos que se
habían distanciado de la conducción política de la universidad y se acercaron a
la JP-Lealtad vieron en el nuevo rector la oportunidad de “desplazar a los
montoneros”.[46] Pero
luego de acercarle la idea al nuevo rector fueron dos de ellos los que debieron
dar un paso al costado. Tanto en el conflicto por la sucesión de Puiggrós (y
aunque no se lo repuso en su puesto), como en este nuevo episodio, la Juventud
Universitaria Peronista mostró un renovado poder de incidencia en las
designaciones de la institución porteña.
Solano
Lima renunció a sus dos cargos horas antes del fallecimiento de Perón, sin
alegar motivos[47], y en
el rectorado lo reemplazó Raúl Laguzzi, decano de
Farmacia y Bioquímica que años más tarde se identificaría retrospectivamente
como cercano a la Juventud Peronista.[48] Luego de la muerte de Perón, asumió
en reemplazo su esposa y vicepresidenta Isabel, quien relevó al ministro Taiana
por Oscar Ivanissevich[49], un nacionalista
católico de extrema derecha.
La
“misión Ivanissevich” iba a llevar adelante una
“cruzada contra el marxismo”, y durante 34 días la UBA iba a ser una férrea
opositora a las políticas universitarias del nuevo ministro. En un escenario de
creciente violencia, un atentado en el domicilio del rector Laguzzi
terminó con la vida de su bebé de 6 meses. Finalmente, la UBA fue intervenida
por decreto en el mes de septiembre, y Alberto Ottalagano,
autodeclarado fascista (Ottalagano, 1983), ocupó el rectorado. Todos los decanos fueron
cesanteados y en muchos casos recibieron amenazas, atentados o debieron
exiliarse. La triple A entraba a los pasillos de las facultades.
Como
puede verse, es posible sostener dos subperíodos siguiendo el caso específico
de la UBA: el primero (29 de mayo de 1973 - 17 de septiembre de 1974) es el de
la institucionalización inconclusa de una reforma universitaria impulsada por
la izquierda del peronismo, con sus avances, resistencias y retrocesos. Y el
segundo (17 de septiembre de 1974 - 24 de marzo de 1976) coincide con su desplazamiento
por parte de la derecha nacionalista. En el primer subperíodo se observa un
predominio de aquellas miradas políticas, ideológicas, académicas y pedagógicas
congruentes con los posicionamientos de la izquierda peronista en otros
ámbitos. Y las trayectorias de la mayoría de sus autoridades se muestran
cercanas a diversos espacios que buscaron conjugar identidad peronista,
tradición de izquierdas y adhesión a métodos de lucha insurreccionales o
revolucionarios. Durante la llamada “misión Ivanissevich”,
en cambio, se llevó adelante una contrarreforma universitaria cuyas propuestas
se encontraban en las antípodas de las efectuadas en el período anterior. Esto no significa que todas las
posiciones del peronismo pudieran resumirse en ese binomio. En efecto,
existieron grupos políticos con participación universitaria que buscaron
mostrarse equidistantes a uno y otro sector, como el caso del Frente
Estudiantil Nacional y su organización entonces aliada Guardia de Hierro.[50]
Aunque no
es el objeto central de este trabajo, vale la pena repasar sintéticamente las
características que asumió el proceso de transformación de la Universidad de
Buenos Aires durante el primer subperíodo y contrastarlas con el segundo.[51] Ello permite visualizar que,
a pesar de las diferencias internas al heterogéneo espacio de la izquierda
peronista, esta pudo actuar como colectivo, llevando adelante una serie de
políticas que en términos analíticos puede ser concebida como reforma
universitaria (Cerych, 1984; Krotsch,
2009).
En primer
lugar, la cuestión del ingreso. Tanto el
presidente Cámpora como el ministro Taiana, y de igual modo desde la
Universidad de Buenos Aires, se manifestó el propósito explícito de transformar
la universidad, caracterizada como elitista, en una “Universidad del Pueblo”,
donde tuvieran lugar “todas las clases sociales” (Puiggrós, 1974). En esa búsqueda, se derogó todo mecanismo
restrictivo de ingreso (exámenes y cupos).[52]
En cambio, el ministro Ivanissevich iba a afirmar que
el acceso irrestricto era un “golpe bajo a la fe los jóvenes”, y desde 1975
sería reimplantado el examen de ingreso con cupos limitados. Para entonces, el
rector Ottalagano había sido reemplazado por Julio Lyonnet, que fue el encargado de anunciar la cantidad de
vacantes en cada facultad. Para su
asignación por parte de los aspirantes, el orden de mérito se realizaría según
el promedio obtenido en la secundaria.[53]
En segundo
lugar, la política de investigación y enseñanza en una fuerte vinculación con
el territorio. Desde la mirada de
la izquierda peronista, el conocimiento que se debía producir y transmitir
debía estar en sintonía con las necesidades y prioridades nacionales, y
especialmente de las clases trabajadoras. Se crearon institutos y centros con
la finalidad de llevar adelante investigación pura y aplicada, y por otro lado
se impulsó la enseñanza ligada a la práctica territorial y la producción de
bienes y servicios, buscando eliminar las
“diferencias entre trabajo manual y trabajo intelectual”.[54] En cambio, para el nuevo ministro Ivanissevich
la investigación era “un gasto que no pueden soportar los países en
desarrollo”, por lo que debía realizarse fuera de las universidades por
empresas privadas.[55] Durante los rectorados de Ottalagano
y Lyonnet, los nuevos institutos fueron suspendidos
junto con los programas de becas y subsidios de investigación otorgados previamente.
En cuanto
a la cuestión pedagógica, en el primer subperíodo se reemplazaron planes de
estudio en todas las facultades, se ensayaron métodos de evaluación novedosos y
se postuló que la relación docente-alumno debía ser menos jerárquica, otorgando
mayor protagonismo al estudiante. Respecto de los
planes de estudio, un denominador común fue la inclusión de materias
obligatorias y también optativas con contenido histórico, social y político, la
búsqueda de introducir asignaturas que vinculen el ejercicio de la profesión
con la “realidad argentina”, y en algunas carreras, una mayor formación para el
sector público en desmedro del sector privado. Sobre todo en las humanísticas, se incorporó
bibliografía del “Tercer Mundo”, incluso de sus líderes populares como el mismo
Perón, Fidel Castro o Mao Tse Tong.
En la mayoría de los casos, los nuevos planes se aprobaron entre febrero
y marzo de 1974 para comenzar a aplicarse durante el ciclo lectivo que se
iniciaba. Respecto de los métodos de evaluación se ensayaron diferentes
mecanismos para lograr un mayor trabajo grupal y peso de responsabilidad en los
estudiantes (Friedemann, 2016a). Los
nuevos planes de estudio, formas de evaluación y las propuestas pedagógicas
innovadoras fueron derogadas durante el rectorado de Ottalagano.[56]
Por
último, mencionemos el protagonismo de los estudiantes ya no de su propio
aprendizaje, sino en cuanto a la participación política. Según Taiana, era un propósito de su gestión el “permitir la
canalización de las inquietudes juveniles”.[57] Se
habilitaron las elecciones a los centros de estudiantes (hasta entonces solo
clandestinas) y se incorporó en la nueva legislación el cogobierno con
participación estudiantil. Sin embargo, la comisión de educación del Senado
incluyó un artículo que prohibía el “proselitismo político partidario o de ideas contrarias al sistema
democrático que es propio de nuestra organización nacional”[58],
lo cual fue motivo de controversias en el debate parlamentario, incluso al
interior del bloque oficialista. Este artículo puede interpretarse como
un nuevo avance sobre la izquierda peronista. En la misma línea, meses después
el rector Ottalagano iba a prohibir las asambleas y
las elecciones a los centros de estudiantes, entre otras medidas que reprimían
la participación política del estudiantado (Friedemann,
2016b).
Respecto del primer subperíodo, ¿quiénes llevaron adelante estas
transformaciones universitarias en las diferentes unidades académicas de la
UBA? ¿Cómo nombrar a ese conjunto de actores? En otro sitio hemos mostrado cómo
se definieron los nombramientos en las once facultades (Friedemann,
2018), lo cual muestra ciertos elementos en común, pero también de
heterogeneidad en lo que aquí denominamos izquierda peronista. Algunas
narrativas se refieren a la “universidad montonera”, pero ello resulta
simplificador. Es cierto que en casi todos los casos la JUP tuvo un fuerte
poder de incidencia en las designaciones, pero en las facultades ello podía
significar algo diferente, y ese protagonismo lo compartieron con espacios
preexistentes. En resumidas cuentas, figuras que participaban o eran cercanas a
diversas organizaciones, como las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y el
Peronismo de Base (PB), las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Montoneros,
se completaban con otras que fueron convocadas por ellas, simplemente adherían
al accionar de la “tendencia revolucionaria” o se asumían como “periféricos”. En
muchos casos, su designación se debió a la participación previa en grupos
político-técnicos o redes disciplinares. Nos referimos principalmente a la
Asociación Gremial de Abogados, las Cátedras Nacionales, al Consejo Tecnológico
dirigido por Rolando García, junto a profesionales de diversas disciplinas que
fueron tenidos en cuenta por el peronismo universitario de cada facultad.
También hubo un decano de Guardia de Hierro, en una alianza poco duradera con
la JUP, y otro del radicalismo (Friedemann,
2018), en un contexto en el que radicales y comunistas, entre otros
espacios, acompañaron con mayor o menor apego el proceso de reforma
universitaria impulsado por la izquierda del peronismo.
¿Por qué la universidad más grande del país pudo ser controlada por ese
sector del peronismo hasta septiembre de 1974, en un contexto de
enfrentamientos en los que claramente no saldría favorecida? A pesar de que el
comienzo de la derrota de la izquierda peronista puede considerarse previo a la
asunción de Cámpora (Bernetti, 1983), fue
justamente en las universidades nacionales (además de unos pocos gobiernos provinciales)
que su participación sí se destacó. Tanto la derecha peronista, como la izquierda,
evaluaron mientras sucedían los acontecimientos que la UBA era uno de los
últimos espacios que pudo conservar “la tendencia”.[59]
Reflexiones finales
A lo largo del artículo nos propusimos contribuir a los estudios que se
enfocan en la inserción institucional de la izquierda peronista durante los
gobiernos de Cámpora y Perón, a través de un episodio puntual como fue el
“organigrama” o “gabinete montonero”, elevado a ambos durante la
coyuntura electoral de comienzos de 1973. A partir de ese documento, fue
posible observar que muchas de las propuestas de la “tendencia” para asumir
ministerios y secretarías del gobierno central son las que finalmente ocuparon espacios
de relevancia en la UBA.
El trabajo contribuye a observar la heterogeneidad interna de ese
espacio que llamamos izquierda peronista y la complejidad de las relaciones
tejidas entre su expresión hegemónica, Montoneros, y el resto de sus integrantes.
En esa línea, hemos reflexionado sobre la relación entre los “frentes de masas”
y el peronismo, pero explorando a su vez la conformación de equipos
político-técnicos-profesionales, impulsados en buena medida por Perón.
Una primera cuestión ya presente en la bibliografía secundaria es que el
famoso “organigrama montonero” incluía a las FAR. Si bien ambas organizaciones estaban
en proceso de unificación, esta no se había concretado. Por otro lado, aunque
Montoneros hegemonizara ese proceso, no tenía cuadros técnicos propios que a su
vez fueran figuras de renombre como para llenar un organigrama estatal. Y
aunque los hubiera tenido, hemos visto que no era la prioridad el ocupar cargos
gubernamentales sino la preparación para la “toma definitiva del poder”. Lo que
sí existía era un conjunto de grupos y figuras que podían dejarse conducir por
Montoneros en la coyuntura electoral de 1973, pero que con el transcurrir de
los acontecimientos no necesariamente iban a mantenerse “encuadrados”. Nos
referimos a experiencias político-técnicas y disciplinares, como las ex Cátedras
Nacionales de la Facultad de Filosofía y Letras (algunos integrantes eran
cercanos al PB y las FAP, algunos se sumaron a Montoneros, y entre ellos varios
siguieron hacia Lealtad), un grupo de científicos liderado por Rolando García
que en buena medida se integró al Consejo Tecnológico conformado en 1972
(algunos tenían vínculo con Montoneros, otros se integrarían luego, y varios de
ellos ni siquiera eran peronistas), una red de abogados defensores de presos
políticos que constituyeron la Asociación Gremial de Abogados (varios de ellos
cercanos al PB), y otras redes de periodistas, arquitectos, médicos,
intelectuales y curas tercermundistas que estaban más o menos relacionados con las
diferentes organizaciones. También grupos aliados, como los radicales
alfonsinistas y el Comando Tecnológico de Julián Licastro
llegaron a formar parte de la propuesta del “gabinete montonero”.
Una serie de entrevistas nos permitió obtener información adicional
sobre el proceso de producción de dicho documento, y a su vez relacionarlo con
las expectativas depositadas en la asunción de cargos a partir de 1973,
sugiriendo algunos entrevistados la idea de un “premio consuelo”.
El trabajo
también contribuye a reflexionar sobre los usos académicos de la bibliografía
testimonial y/o periodística. Textos como los de Bonasso,
Perdía y Yofre, ajenos al formato académico, contribuyen y a la vez tensionan
el propio campo historiográfico (Campos, 2014).
Sus aportes, sin dejarse de lado, deben ser ponderados y contrastados con otro
tipo de fuentes orales y escritas. No dejan de ser registros que se insertan en
los trabajos de la memoria y sus disputas (Jelin,
2002), recaudos generalmente considerados solo para el uso de fuentes
orales. En todos los casos, se trata de un pasado que se reescribe en el
presente. Pero también es posible visibilizar las ausencias. No sólo ausencias
físicas de quienes no pueden ya testimoniar, sino también ausencia de
documentos y su aparición no del todo caprichosa. La memoria es selectiva no
solo porque los recuerdos del pasado son siempre inacabados y cambiantes, sino
porque también son selectivos los documentos que salen a la luz y los que no, así
como los modos, registros narrativos y momentos históricos en los que lo hacen.
Bibliografía[60]
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opinen, intervengan”. Un estudio sobre El Diario de los Chicos publicado por el
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Interescuelas/Departamentos de Historia, Universidad
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Antúnez, D. (2011). La tendencia revolucionaria del
peronismo en los gobiernos provinciales (Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Santa
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Recibido: 11/07/2020
Evaluado: 04/08/2020
Versión Final: 14/09/2020
[1]
Con “sectores
medios” no nos referimos a una posición objetiva en la
estructura de clases
sino a una de las categorías utilizadas por los propios actores
para referirse
a intelectuales, universitarios, científicos, técnicos,
profesionales y
artistas. En ocasiones aparecen mencionados en las fuentes como
“clase media”,
“capas intermedias”, “sectores intermedios”,
“pequeña/mediana burguesía”, entre
otras.
[2] Juan Domingo
Perón, exiliado en Madrid, había sido excluido de la contienda electoral por
una cláusula de residencia impuesta por la dictadura militar saliente. Poco
tiempo después Cámpora y el vicepresidente Vicente Solano Lima presentan su
renuncia, y se convoca a nuevas elecciones. En octubre de 1973 asume Perón como
presidente y su esposa María Estela Martínez (conocida como Isabel) como
vicepresidenta. Tras la muerte de Perón el 1º de julio de 1974 ella lo releva.
[3] A lo largo del
trabajo nos referimos al “organigrama” o “gabinete montonero” siguiendo los
usos nativos según el trabajo periodístico-testimonial de Miguel Bonasso (2000, p. 119),
entre otros.
[4] Véase, entre
otros, “Bases de la Juventud Universitaria Peronista”. La Nación, 24 de abril de 1973, p. 10.
[5] Llamamos “izquierda
peronista” a un heterogéneo entramado o zona político-intelectual que adoptando
o adhiriendo a la identidad peronista se apropió a su vez de elementos propios
de la cultura de izquierdas y la tradición marxista o socialista. Sobre distintos
usos de la categoría en la historiografía sobre el peronismo, y su utilidad,
véase Caruso et. al. (2017).
[6] Una tercera
táctica considerada durante el exilio de Perón fue la golpista.
[7] Correspondencia de Perón con Julián Licastro
y Leopoldo Frenkel, entre otros. Juan
Domingo Perón Papers, Hoover Institution Archives,
Stanford University; Chávez y Puente (2010); Fernández Pardo y Frenkel (2004).
[8] Según un testimonio, participaron allí en la
planificación de políticas universitarias, entre otros, Ernesto Villanueva,
Adriana Puiggrós, Augusto Pérez Lindo y Pedro Krotsch.
Entrevista realizada a Augusto Pérez Lindo el 25 de enero de 2011.
[9] Testimonio de
Juan Manuel Abal Medina, 2005. Red de Archivos Orales de la República
Argentina, Programa de Historia Política, Instituto de Investigaciones Gino
Germani. Abal Medina era entonces el secretario general del Movimiento Nacional
Justicialista.
[10] Correspondencia
de Rodolfo Galimberti a Juan Domingo Perón, 1972-1973. Juan Domingo Perón Papers, Box 3, Hoover Institution Archives, Stanford
University. La carta anterior a febrero de 1973 con
la que contamos es de marzo
de 1972.
[11] Rodolfo
Galimberti a Juan D. Perón, 28/2/1973. Juan Domingo Perón Papers, Box 3, Hoover Institution Archives, Stanford
University.
[12] Ibidem
[13] En un momento
posterior, se sumó el Movimiento de Inquilinos Peronistas (MIP). “Las
agrupaciones en la etapa de la resistencia”, Evita Montonera, Nº 3, marzo de 1975.
[14]
Entrevista televisiva de Felipe Pigna a Mario Firmenich, 2004. Pasado Pensado, recuperada de https://www.youtube.com/watch?v=6HkN0MKK0gU
[15] No agrega más
información a la conocida, pero la corrobora. Alejandro Peyrou,
“La JP Lealtad”, Lucha Armada,
Anuario 2010, recuperado de http://pajarorojo.com.ar/?p=4140.
[16]
Entrevista televisiva de Felipe Pigna a Mario Firmenich, 2004. Pasado Pensado, recuperada de https://www.youtube.com/watch?v=6HkN0MKK0gU
[17] Según Guillermo
Gallo Mendoza, en entrevista con el autor, fue él quien sugirió a Roque
Carranza para ministro de Economía. Carranza, militante del reformismo
universitario, fue detenido por un atentado realizado en 1953 en Plaza de Mayo
mientras se producía un acto de la CGT, evento del cual, según Gallo Mendoza,
estaba arrepentido. En los setenta se encontraba colaborando con el Consejo
Tecnológico que dirigía Rolando García mientras participaba del Movimiento Renovación
y Cambio dirigido por Raúl Alfonsín.
[18] En El presidente que no fue, de 1997, Bonasso también se refiere al asunto y plantea con asombro
que se le propuso el ministerio de economía a un radical. Pero en lugar de
Roque Carranza menciona a Héctor Hidalgo Sosa (Bonasso,
2011, p. 447 [1997]) Por otro lado, Galasso (2005) dedica unas páginas al episodio y suma
declaraciones de Firmenich de 2004. Firmenich menciona que se propuso a Alfredo
Concepción, otro radical, para el Ministerio de Economía, y coincide con la
versión de que se había vetado a Antonio Cafiero. Ahora son tres los nombres
que aparecen como propuestas de darle a un radical la cartera económica. Pueden
tratarse de equívocos habituales en los testimonios orales o de diferentes
versiones del listado.
[19] La única excepción
importante es el número de 300, que en Yofre se reduce a 88. Otra diferencia es
que Sbarra Mitre, según Bonasso candidato a subsecretario
de Comercio Exterior, figura en la versión de Yofre para subsecretario, pero de
Comercio Interior. Por último, cabe mencionar que según Bonasso
tanto Carlos Grosso como Julián Licastro habrían sido
objetados por Firmenich, aunque esos supuestos vetos no se ven reflejados en la
versión que según Yofre habría recibido Perón. Otra diferencia es que Cafiero aparecerá
con el nombre erróneo de “Félix” en la versión de Yofre.
[20] Al relevar
numerosa documentación de la colección titulada “Juan Domingo Peron Papers” del Instituto Hoover, Universidad de Stanford, California, hemos
consultado sobre la procedencia del mismo y se nos informó que proviene de un
vendedor privado, y que no compraron todo. Tampoco el Archivo Intermedio del
Archivo General de la Nación, Argentina, brinda información precisa respecto
del fondo particular Juan Domingo Perón que habría sido enviado desde Presidencia
de la Nación (Hasta el momento en que estas líneas se escriben, no se ha
finalizado la descripción documental de dicho fondo).
[21] Agradezco a Juan
Luis Besoky quien me brindó el dato sobre el remate
en Roma.
[22] José López Rega, “Para la Juventud. Filosofía del hombre nuevo”. Se
trata de un borrador de artículo mecanografiado y con anotaciones manuscritas
preparado por López Rega para la revista Las Bases. Juan Domingo Perón Papers, Box 9, Hoover Institution Archives, Stanford
University.
[23] Recuperado de
https://auctions.bertolamifinearts.com/it/lot/32170/un-documento-inedito-del-1973-di-rilevante-/ . Última consulta: 10/9/2020
[24] Cuando les
consultamos sobre el episodio a Juan Gasparini (comunicación por correo
electrónico, mayo de 2018) y Jorge Bernetti
(entrevista con el autor, 19 de julio de 2018), ambos respondieron que la
información es la que circulaba entre los militantes. También Bonasso (2000) lo presenta como una novedad transmitida de
forma oral.
[25] La pertenencia de
los anteriores a los EPT-JP surge de Nicolás Casullo, “Proyectos de los seis
equipos técnico-políticos”, La Opinión,
28/4/1973, p. 10. Agradezco a Fernanda Tocho haber compartido la nota. Respecto
de Alcira Argumedo, va a ser más importante su cargo en la Provincia de Buenos
Aires que en la UBA. Argumedo, además de ser una destacada protagonista de las
Cátedras Nacionales, había militado en las FAP y luego en Montoneros para
sumarse a su desprendimiento Lealtad (Tocho, 2020; Pozzoni
2015).
[26] Según Bartoletti (2010) Ibarlucía fue
uno de los oradores en el acto de lanzamiento de los EPT-JP
[27] Sobre esta red de
abogados, véanse los trabajos de Mauricio Chama (2006, entre otros) y Pablo Perel, et. al.
(2006). Las Cátedras
Nacionales han sido extensamente estudiadas (Ghilini
& Dip, 2015; Mallimaci
& Giorgi, 2007; entre muchos otros). Hasta donde sabemos, el Consejo
Tecnológico dirigido por Rolando García no ha sido analizado en investigaciones
de largo aliento, pero una tesis de maestría sobre la revista Ciencia Nueva lo aborda colateralmente (Faierman, 2018). Hemos abordado en un trabajo previo estas
tres redes disciplinares como “experiencias configuradoras” del proyecto
universitario del ´73 (Friedemann, 2016a).
[28] Gómez Morales fue
presidente del Banco Central bajo la gestión del Gelbard como ministro, y luego
lo sucedió como ministro de economía. Cafiero quedó a cargo de la Caja de
Ahorro y Seguro, luego fue secretario de comercio, interventor de Mendoza,
embajador y finalmente ministro de economía bajo el gobierno de Isabel.
[29] Luego de la
“masacre de Ezeiza”, Frenkel iba a ser acusado por la izquierda peronista de
participar de los sucesos y tres funcionarios suyos iban a renunciar. “En
Ezeiza participaron los de la Municipalidad”. El Descamisado, 7, p. 28. Sobre Frenkel y el Consejo de
Planificación, véase Denaday (2018)
[30] Entrevista realizada a Mario Kestelboim el 15 de julio de 2013.
[31] Entrevista
realizada a José Carlos Escudero. Buenos Aires, 29 de abril de 2018.
[32] Escudero, J C.
“Salud, historia y poder en la América Latina” [Video].Federico
L, Librandi J. Entrevistadores. Buenos Aires: CeDoPS; 2015. Video 61 min, Sonido, Color, min. 29.
[33] Idem, min. 27.
[34] Entrevista a Roberto Lugo, 5 de diciembre de 2018
[35] Entrevista a
Jorge Bernetti, 19 de julio de 2018.
[36] Entrevista realizada a Mario Kestelboim.
Buenos Aires, 15 de julio de 2013.
[37] Ibidem.
[38] Entrevista realizada a Enrique Martínez. Villa Martelli, 2 de mayo de
2011.
[39] Ibidem
[40] Entrevista realizada a Augusto Pérez Lindo. Buenos Aires, 25 de enero
de 2011.
[41] Entrevista
realizada a Ernesto Villanueva. Buenos Aires, 4 de agosto de 2010.
[42] Entrevista realizada a Jorge Taiana (h.). Buenos Aires, 28 de abril de
2011.
[43] Jorge Alberto
Taiana (1911-2001) fue un médico personal de Perón y Eva Perón. Graduado de la
Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires en la década del
treinta, fue becado para realizar estudios de posgrado en el exterior
especializándose en cirugía torácica y obteniendo diversos premios
internacionales. En 1952 fue nombrado decano de la Facultad de Medicina y un
año más tarde rector de la UBA. Entre 1973 y 1974 fue Ministro de Cultura y
Educación, luego debió exiliarse al ser amenazado de muerte por la triple A.
Volvió al país cuando su hijo fue encarcelado antes del golpe de Estado. La
dictadura militar lo mantuvo detenido 5 años. “Jorge Taiana”. La Nación, 27 de junio de 2001,
recuperado de http://www.lanacion.com.ar/315667-jorge-alberto-taiana;
Entrevista realizada a Jorge Taiana (h.) el 28 de abril de 2011. Algunos
testimonios autobiográficos se encuentran a su vez en Taiana (2000).
[44] Decreto Nº 35 del 29/5/73. Boletín oficial de la República Argentina
del 13/7/73.
[45] Ernesto
Villanueva era entonces un joven sociólogo que había participado de las
Cátedras Nacionales como ayudante de cátedra, militó en las FAP y luego en
Montoneros. A los 28 años, fue el rector más joven de la historia de la UBA.
[46] Entrevista
realizada a Enrique Martínez el 2 de mayo de 2011. La “alianza circunstancial”
que Martínez (decano de Ingeniería) dice haber realizado fue con dos decanos
que se incorporaron a las filas de la JP-Lealtad, la mayor escisión de
Montoneros: Sbarra Mitre (Económicas) y Lugo (Exactas). Sobre este episodio,
véase Friedemann (2018)
[47] “Lima abandonaría indeclinablemente la Universidad”. La Opinión, 6/7/1974, p. 1.
[48] Andrés Osojnik (2006). “Raúl Laguzzi. La indemnización”. Página 12, suplemento especial 19° aniversario, recuperado de http://www.pagina12.com.ar/especiales/19aniversario/15.htm.
[49] Oscar Ivanissevich (1895-1976), como Taiana, fue médico cirujano
y rector interventor de la Universidad de Buenos Aires, en este caso nombrado
por el presidente Farrell en mayo de 1946. Tres meses después dejó el cargo
afirmando que los estudiantes debían estudiar y no hacer política, lo que
llevaba al desorden como sucedía desde la reforma del ´18 (Ivanissevich, 1946). No obstante, dos años más
tarde fue nombrado ministro de Educación, cargo que dejó en 1950.
[50] Ambas conformaron
la Organización Única para el Trasvasamiento
Generacional (OUTG). Véase Anchou (2007) y Reta
(2009).
[51] Para un mayor desarrollo
nos remitimos a Friedemann (2016)
[52] Res. CS. Nº 209 del 10/8/1973 y Nº 783 del
30/10/1973; “Habríase resuelto la derogación de
cursos”. La Nación, 22 de junio de
1973, p. 9; “Suspenden medidas del estatuto universitario”. La Nación, 26 de junio de 1973, p. 13.
[53] Res. CS. Nº 47 del 16/1/1975
[54] Ley 20.654;
Juventud Universitaria Peronista, “El peronismo en la universidad”, abril de
1973. El documento fue publicado en Envido, 9, mayo de 1973, pp 54-61.
[55] “Mensaje de su
Excelencia el señor ministro de Cultura y Educación doctor Oscar Ivanissevich. 10 de setiembre de 1974”. Buenos Aires,
Centro Nacional de Documentación e información educativa, Ministerio de Cultura
y Educación, 1974.
[56] Res. CS. Nº 293 del 10/12/1974, entre otras.
[57] “Una prohibición
a estudiantes se dejó sin efecto”. La
Prensa, 2 de junio de 1973.
[58] Artículo 5º de la
Ley 20.654.
[59] Entrevista realizada por Sandra Carli en los
años ochenta a Ernesto Crescenti, presidente del
Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras por la JUP entre 1973 y 1974; “Cuentas claras y
política espesa”. Revista El caudillo de
la tercera posición. Año II Nº 42. Setiembre 6 de 1974. Recuperada de
http://www.ruinasdigitales.com/el-caudillo/
[60] Las fuentes
primarias como documentos y entrevistas son incorporadas a lo largo del trabajo
en notas al pie de página.