El Partido
Comunista en el Movimiento Obrero Unificado: una alianza con el sindicalismo
peronista (1959-1960)
The
Communist Party in the Unified Labor Movement: an
alliance with the Peronist syndicalism (1959-1960)
Ezequiel Patricio Murmis
Universidad de Buenos Aires,
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas,
Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr.
Emilio Ravignani” (Argentina)
e.murmis@hotmail.com
https://orcid.org/0000-0002-8316-4021
Resumen
En el presente artículo se analizan las características que asumió
la intervención del Partido Comunista de la Argentina (PC) en el “Movimiento
Obrero Unificado” (MOU), un agrupamiento sindical que reunió entre 1959 y 1960
a peronistas, comunistas e independientes. En el marco de la reaparición del
sindicalismo comunista como un sector insoslayable del movimiento obrero, se
estudian las condiciones que hicieron posible el encuentro de diversos sectores
de la clase obrera organizada estableciendo relaciones entre el contexto de
mutación del modelo de acumulación, el auge represivo del gobierno de Arturo
Frondizi, la situación particular del movimiento obrero y los lineamientos
políticos y fundamentos programáticos de la acción partidaria del comunismo.
Para llevar a cabo este trabajo desde la óptica comunista se
utilizan las publicaciones partidarias del PC como el diario La Hora (LH), el
semanario Nuestra Palabra (NP) y la revista teórica mensual Nueva Era (NE); y
los documentos disponibles en el “Archivo del Sindicalismo Argentino - Senén
González” de la Biblioteca de la Universidad Torcuato Di Tella (ASASG - UTDT).
Palabras Clave
Partido Comunista; Movimiento Obrero Unificado; Sindicalismo
Peronista; Movimiento de Unidad y Coordinación Sindical; 62 Organizaciones.
Abstract
This article aims to analyze the characteristics that assumed the intervention
of the Argentine Communist Party (PC) in the « Unified Labor
Movement », a union alliance that brought together Peronists, Communists and
Independents between 1959 and 1960. In the context of the reappearance of
communist unionism as an unavoidable sector of the labor
movement, we study the conditions that made possible the meeting of various
sectors of the organized working class, establishing links between the mutation
of the accumulation model, the increasing repression of the Arturo Frondizi´s government, the particular situation of the labor movement and the political and programmatic
guidelines of communism.
To carry out this
work from the communist point of view, the documents used include the partisan
publications of the PC, such as the newspaper La Hora (LH), the weekly
newspaper Nuestra Palabra (NP) and the monthly theoretical magazine Nueva Era
(NE); and the documents available in the "Archive of Argentine Unionism - Senén González" of the Library of the Torcuato Di Tella University
(ASASG - UTDT).
Keywords
Communist Party; Unified Labor Movement;
Peronist Syndicalism; Unity and Union Coordination Movement; 62 Organizations.
Introducción
El objetivo de este artículo es analizar las características que asumió
la intervención del Partido Comunista de la Argentina (PC) en el “Movimiento
Obrero Unificado” (MOU), un agrupamiento sindical que reunió entre 1959 y 1960
a peronistas, comunistas e independientes. Buscando comprender las condiciones
de posibilidad de este acercamiento desde la óptica comunista, se establecerán
relaciones con los fundamentos programáticos y los lineamientos políticos
coyunturales del partido en un contexto signado por la mutación del modelo de
acumulación (Peralta Ramos, 1973), la intervención de la CGT –decretada en 1955
y prolongada hasta 1963–, el avance represivo del gobierno radical
intransigente de Arturo Frondizi mediante la declaración del estado de sitio y
la aplicación del Plan CONINTES en 1958 (Chiarini y Portugheis, 2014) y la derrota del movimiento obrero
(James, 2010). Ello se encuadra en un proceso que venimos demostrando en los
avances de investigación, signado por la reaparición del sindicalismo comunista
como un sector insoslayable del movimiento obrero entre 1955 y 1960 (Murmis, 2018 y 2020).
El PC caracterizó en el VIIIº Congreso
partidario de 1928 la estructura socioeconómica argentina como un capitalismo
deformado por la dependencia con el imperialismo, el latifundio y los resabios semifeudales, cuya superación podría lograrse mediante una
revolución democrático-burguesa, agraria y antiimperialista. Ese planteo tomó
una nueva forma con la adopción del frente
popular en 1935, una línea que persistió en las décadas siguientes con
adecuaciones coyunturales (Camarero, 2014). A partir de 1955, el PC insistió en
la necesidad de conformar un Frente Democrático Nacional antioligárquico,
antiimperialista y pro paz con sectores democráticos y progresistas del país,
para la formación de un Gobierno de coalición democrática, una orientación que
asumió aspectos particulares durante la presidencia de Frondizi en función de
la configuración de la lucha de clases y la situación específica de las
organizaciones sindicales. En base a ello, en este escrito se pretende
demostrar que el PC actuó a fines del ’50 siguiendo una política de acercamiento
al peronismo que se materializó en las organizaciones obreras en el MOU, luego
de la experiencia en la Comisión Intersindical y las 62 Organizaciones de
1957-1958 (Murmis, 2018).
Explorar las características del encuentro entre peronistas y comunistas
en el MOU implica, por un lado, cubrir un vacío historiográfico en tanto la
producción acerca del mismo es escasa, aun contando con los aportes de Tortti (2012) en su estudio de la publicación Soluciones. Existen apenas referencias
generales al MOU en los trabajos de largo alcance sobre el movimiento obrero
argentino (Senén González, 1971; Rotondaro, 1971;
Zorrilla, 1974), en aquellos centrados en los conflictos laborales de la
segunda mitad del siglo XX (Acha, 2008; James, 2010; Salas, 1990; Schneider, 2005)
y en un libro dedicado a la historia de la juventud comunista (Gilbert, 2009).
Por otro, permite revisar alguna de las ideas sobre las que se estructura la
investigación en torno al surgimiento de una “nueva izquierda” en la historia
reciente argentina.[1] En ese
sentido, se busca cuestionar la hipótesis que afirma que, tras el golpe de
Estado de 1955 contra el gobierno de Juan D. Perón, se abrió un proceso de
revisión y reevaluación de la experiencia peronista por parte de las nacientes
organizaciones políticas y culturales de izquierdas durante los años ’60 y ’70
que se produjo al margen de la
llamada “izquierda tradicional”, de la cual el PC es uno de los principales
representantes (Altamirano, 2001). Como veremos,
la participación comunista en el MOU muestra que el PC no fue ajeno a dicha
situación revisionista, razón por la cual entendemos que, en el análisis del
surgimiento de la “nueva izquierda”, la dimensión programática del partido se
revela como el aspecto central a poner en tensión, relegando la influencia de
la “cuestión del peronismo”.[2]
Buscaremos avanzar en el
conocimiento de este capítulo de la historia del movimiento obrero argentino y
de las izquierdas a partir de una exposición que recupera, en la primera parte
de este trabajo, la división de las 62 Organizaciones y el surgimiento del
agrupamiento liderado por el sindicalismo comunista: el Movimiento de Unidad y
Coordinación Sindical (MUCS). En una segunda parte se analizan los factores que
posibilitaron la concreción de esta acción conjunta durante 1959, destacando la
situación general de una derrota del movimiento obrero en la conflictividad
social y los posicionamientos de los nucleamientos sindicales. Por último, se
analizan las características que asumió la breve experiencia del MOU entre su
nacimiento a mediados de 1959 y su disolución tras las elecciones legislativas
de 1960. Para llevar a cabo este trabajo desde la óptica comunista se utilizan
las publicaciones partidarias del PC como el diario La Hora (LH), el semanario Nuestra
Palabra (NP) y la revista teórica mensual Nueva Era (NE); y los documentos disponibles en el “Archivo del
Sindicalismo Argentino - Senén González” de la Biblioteca de la Universidad
Torcuato Di Tella (ASASG - UTDT).
La división en el
movimiento obrero: entre las 62 Organizaciones y el surgimiento del Movimiento
de Unidad y Coordinación Sindical (MUCS)
El apoyo brindado por el grueso de movimiento peronista y el PC a la
candidatura de Arturo Frondizi en las elecciones de febrero de 1958 no
significó la esperada derrota del continuismo,
es decir, de la política de la
autodenominada “Revolución Libertadora (1955-1958).[3]
Si bien asumió otorgando una serie de concesiones hacia el movimiento obrero,[4] la
implementación del programa desarrollista a partir del establecimiento de
acuerdos con capitales extranjeros para la explotación de petróleo en
territorio nacional, el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el
“Plan de Estabilización Económica”, así como la aprobación de la enseñanza
“libre”, quebró rápidamente el frente que se había formado de hecho detrás de
su candidatura (Rodríguez Lamas, 1984).
En materia sindical, el acuerdo establecido en secreto entre radicales
intransigentes y la cúpula del peronismo referente a la recuperación del modelo
sindical imperante entre 1945 y 1955 mediante la sanción de una nueva ley de
Asociaciones Profesionales, sentó las bases para una convivencia entre el
gobierno de Frondizi y las 62 Organizaciones durante 1958 que no sólo se alteró
en pocos meses, sino que reavivó la lucha por la conducción del movimiento
obrero. La nueva división producida en ese año, luego de los acercamientos
impulsados durante la “Revolución Libertadora”, presentaba un rasgo
significativo: la reaparición del sindicalismo comunista como un sector
insoslayable en las organizaciones sindicales (Murmis,
2018 y 2020).
La coincidencia entre comunistas y peronistas no se redujo a la opción
por el mismo candidato en las elecciones presidenciales, sino que venía
construyéndose al calor de la experiencia conjunta en el movimiento obrero de
1957. La resistencia en los sindicatos –que diagramó
un nuevo y complejo mapa del movimiento obrero cruzado entre viejas y nuevas
camadas dirigentes, posiciones “duras” y “blandas” y, finalmente, habitado por
sectores heterogéneos revitalizados con la suspensión de la hegemonía peronista
(James, 2010; Salas, 1990; Schneider, 2005)–
encontró a ambos sectores peleando en la Comisión Intersindical primero y luego
en las nacientes 62 Organizaciones por la liberación de presos, el
levantamiento del estado de sitio, la derogación de leyes represivas, un
mejoramiento de las condiciones de vida de la clase trabajadora y la
normalización de la CGT.[5] Estos dos
organismos intergremiales que expresaron el saldo organizativo de la clase
obrera en la Resistencia presentaron, además de la similitud en sus programas y
de los sectores que los integraban, una diferencia fundamental: mientras el
signo característico de la primera fue la organización por parte del
sindicalismo comunista, en la segunda, la dirección pasó a ser ejecutada por el
sindicalismo peronista en la medida en que se fue fortaleciendo al calor de las
normalizaciones sindicales durante 1957. Si bien el PC fue una de las fuerzas
centrales en la reorganización del movimiento obrero, el peronismo logró
ponerse a la cabeza de aquel proceso organizacional, mostrando así que la
medida del crecimiento del peronismo organizado en los sindicatos fue en
sintonía con la pérdida de influencia del sindicalismo comunista en el
movimiento obrero (Murmis, 2018).
La acción conjunta
entre estos dos sectores durante 1957 se quebró en los primeros meses de 1958
con la asunción de Frondizi. Tal como se conoció más adelante, el triunfo en
las elecciones había contado con la fuerza del peronismo luego de acordar una
serie de medidas, entre las que se encontraban el levantamiento de las
inhabilitaciones, la normalización de los sindicatos y de la CGT y la
realización de elecciones con interventores (Rodríguez Lamas, 1985). En ese
sentido, la sanción de una nueva ley de Asociaciones Profesionales basada en el
modelo de organización sindical de los años peronistas fue la herramienta para
cumplir el pacto. Sancionada el 8 de agosto de 1958 en reemplazo de las
modificaciones realizadas por el gobierno de Aramburu, tendientes a la
atomización de la organización gremial (Zorrilla, 1974; 71), la ley abolía la
representación de la minoría en el sindicato, reconocía a las organizaciones
que nuclearan a trabajadores y trabajadoras por actividad o por oficio (art.
3), obteniendo la personería gremial aquella más representativa (art. 18): es
decir, restablecía el modelo peronista de sindicato único con derechos de
negociación. Además de estas organizaciones de primer grado, reconocía a las
federaciones que agruparan a éstas y a la confederación que reuniera a las
federaciones (art. 4). Si bien la cuestión de la posibilidad de agremiarse por
oficio revistió críticas por parte del PC por su carácter “divisionista” (Marischi, 1958; 11), el principal punto de conflicto estuvo
en el proceso de reglamentación de la ley, que ordenaba desde el Ejecutivo la
renovación de autoridades en un lapso de 90 días (art.57).[6]
Esta disposición
fue aquella que desató las discrepancias latentes en el movimiento obrero en
general y en las 62 Organizaciones en particular, que se fracturaron en torno
al problema de la intervención estatal en los sindicatos. Mientras los sectores
peronistas de “las 62” apoyaban la declaración del estado de asamblea y la
realización de nuevas elecciones en los sindicatos,[7]
el sindicalismo comunista se mantuvo en contra de la participación de
interventores en una cuestión privativa de los trabajadores como lo son las
elecciones de su gremio. Ello se acompañaba con el rechazo a un proceso
eleccionario que demoraría la elaboración y discusión de convenios colectivos
tras varios años sin negociación colectiva en numerosos sindicatos, una
cuestión que se hizo efectiva con la prórroga del
decreto 824 de la “Revolución Libertadora”, que implicaba la postergación de la
negociación colectiva –suspendida desde 1954– hasta el 1º de diciembre de
1958.[8]
El meollo del asunto estribaba en que, no sólo se rompía el programa de “las
62” al solicitar una nueva intervención estatal, sino también en la presión que
ejercía el sindicalismo peronista para conquistar la CGT e imprimirle su signo
político (Marischi, 1958). Esta disputa se aceleró
cuando se anunció oficialmente que el nuevo interventor de la CGT, Alfredo
Insaurralde, encabezaría la normalización de los sindicatos mediante la
declaración de ‘estado de asamblea’ en todos los gremios y la realización de
nuevas elecciones con veedores estatales.[9]
Por esa razón, el
sindicalismo comunista junto a otras direcciones opositoras a este proceso –la
mayoría perteneciente a las 62 Organizaciones– lanzaron un documento firmado
por 19 organizaciones denunciando la acción de un núcleo de dirigentes que
llamaba a la intervención del Estado en nombre del conjunto de “las 62”.[10] Ese nuevo
grupo tomó como nombre la cantidad de sindicatos que firmaron el documento en
discrepancia con la ley, independientemente del número de organizaciones que
participaron en él con el desarrollo de los acontecimientos. Se trató, en
definitiva, de un agrupamiento de sindicatos compuesto por un núcleo de 13
organizaciones, no todos ellos dirigidos por el PC, que traccionaba
alternativamente a otras.[11]
Confluyeron allí por la coincidencia en el reclamo en contra de la intervención
estatal en la normalización de las organizaciones, de modo que
circunstancialmente se acercaron no solo las que pertenecían y fueron
abandonando “las 62” sino también algunas de los 32 Gremios Democráticos e
incluso independientes. De este modo, tal como afirmó
el dirigente comunista de la madera Vicente Marischi
(1958), llegaron a participar 29 organizaciones en total.
“Las
19” transcurrieron sus primeros meses como agrupamiento sindical presentando un
memorial en el Congreso,[12] un
proyecto con reformas para limitar la intervención estatal en los sindicatos[13] y
expresando su posición ante el mismo Frondizi[14]
sin lograr su cometido. También organizaron una manifestación en las calles el
14 de agosto contra la carestía de vida en la que participaron 18 federaciones
y 21 sindicatos.[15] A
su vez, se sumaron al paro convocado por “las 62” el 10 de octubre contra la
carestía de vida, aunque con distintas consignas. Finalmente, el grupo de “las
19” resolvió constituirse como Movimiento de Unidad y Coordinación Sindical
(MUCS) a fines de diciembre de 1958, es decir como una comisión cuyo propósito era “promover un movimiento de
unidad y coordinación sindical” en base a un programa inmediato. Esto implicaba
para sus integrantes un mayor compromiso en la lucha por la unidad, en el marco
de un movimiento obrero dividido y desorganizado. Si en sus orígenes “las
resoluciones que adoptaran los gremios antiintervencionistas
no eran obligatorias para estos”, el objetivo de esta nueva comisión era
“sentar las bases de la unidad de los trabajadores argentinos”. En ese sentido,
la comisión integrada por delegados de los gremios mercantil, bancario, madera,
gastronómico, construcción, prensa y ferroviario de La Fraternidad, definió en
tres puntos su guía de acción: la lucha contra la carestía de vida; la
desmovilización de los ferroviarios y la inmediata liberación de los detenidos;
y el levantamiento del estado de sitio.[16]
A este programa inmediato se le sumaban otros puntos como la normalización
sindical y la recuperación de la CGT; la negociación de convenios colectivos
que contemplen las aspiraciones obreras; y la oposición a todo plan económico
tendiente a descargar la crisis sobre la clase trabajadora.[17]
1959: la derrota como factor de unidad
La acumulación de
derrotas en los principales conflictos llevados a cabo entre noviembre de 1958
y mediados de 1959, pusieron en el centro de escena la debilidad de un
movimiento obrero dividido ante la ofensiva represiva del gobierno de Frondizi.
En ese marco, el año 1959 presentó algunos factores que promovieron la nueva
alianza entre peronistas y comunistas en el llamado Movimiento Obrero Unificado
(MOU): en primer lugar, con la privatización de la explotación petrolera y el
anuncio del plan económico se quebró la tregua otorgada al gobierno por el
sindicalismo peronista en 1958. Eso se reflejó a fines de enero de 1959 con el
cambio de la Mesa Directiva de “las 62”, que pasó a estar integrada por
delegados del interior y sindicatos pequeños ligados a posiciones “duras” tras
la toma del frigorífico “Lisandro de la Torre” (James, 2010; 163; Salas, 1990; Gazzera y Ceresole, 1970). Relacionado a ello, las
elecciones sindicales realizadas bajo la renovada ley de Asociaciones
Profesionales no arrojaron los resultados deseados para el sindicalismo
peronista: si bien en los años siguientes la nueva ley sirvió a la
consolidación de ese sector, no es menos cierto que tras las elecciones de
1958-1959, no solo la joven camada peronista derrotó en varios sindicatos a los
antiguos jerarcas (Senén González, 1971) sino que también una veintena de
organizaciones ratificaron la existencia del MUCS como un polo ineludible en el
movimiento obrero (Zorrilla, 1974; Murmis, 2020). En
tercer lugar, el pico de jornadas laborales perdidas alcanzado ese año a pesar
de la baja de la cantidad de huelgas es un indicador tanto de la combatividad
obrera como de la intransigencia del gobierno y de los sectores del capital
para acceder a las demandas (James, 2010; Schneider, 2005). Finalmente, a la
proscripción del peronismo se añadió la ilegalización del PC en abril de 1959,
situación que los emparentó al encontrarse marginados a menos de un año de las
elecciones legislativas a realizarse en marzo de 1960.
La aplicación del
programa desarrollista fue encarada con determinación por el gobierno a fines
de 1958, cuestión que se evidenció en su enfrentamiento con los sindicatos de
dos sectores estratégicos: tanto la huelga del Sindicato Unido de Petroleros
del Estado (James, 2010; Schneider, 2005) como la de la Unión Ferroviaria
(Sánchez, 2018) culminaron con la movilización militar del personal, centenares
de detenciones, la declaración del estado de sitio y la aplicación secreta del
Plan CONINTES.[18] El alza
de la conflictividad encontraba un límite en la falta de coordinación de las
acciones, a pocos meses de producido el alejamiento de “las 19” y con unas “62”
que buscaban suavizar el enfrentamiento con el gobierno.
La política unitaria enarbolada por el PC a nivel nacional, sintetizada
en la apuesta por crear un Frente Democrático Nacional antioligárquico,
antiimperialista y pro paz con los sectores democráticos y progresistas del
país, tenía su correlato en la intervención en los sindicatos. La orientación
que seguían en el movimiento obrero se basaba en tres pilares conectados entre
sí: la lucha por la unidad de la clase obrera organizada en sindicatos,
federaciones nacionales por industria y una única central; la organización
independiente del Estado y la patronal; y la apuesta por hacer del Partido
Comunista el partido del proletariado en su conjunto, mediante una labor
esclarecedora de los intereses y la propia fuerza de la clase trabajadora.
Consideraban que la delimitación de los intereses obreros y la actuación en
unidad serían la garantía para impulsar el curso democrático y progresista del
país, lo cual estaba en estrecha relación con el programa partidario (Marischi, 1958).
En las elecciones sindicales de fines de 1958 y principios de 1959
convocadas conforme a la nueva ley de Asociaciones Profesionales, reeditó el
planteo sostenido de cara a las mismas elecciones desarrolladas en 1956-1957:
la necesidad de conformar listas unitarias en los sindicatos para impedir la
división por cuestiones políticas o religiosas. En
ese sentido, el PC participó en el armado de listas unitarias en los gremios en
los que tenía inserción, buscando no solo revalidar las posiciones conquistadas
en 1956-1957 sino obtener nuevos triunfos frente a sus adversarios: los
“jerarcas” sindicalistas tanto del peronismo como los nucleados en los 32
Gremios.[19]
Si bien la
consigna unitaria en el movimiento obrero formó parte de la política del PC
desde la intervención de la CGT, estos sucesos impulsaron al grupo de “las 19”
a “disolverse
con el fin de no ahondar las divisiones configuradas en nucleamientos como las
32 o 62, y dar lugar a una comisión –de carácter provisional- que tenga por
meta sentar las bases de la unidad de los trabajadores argentinos”.[20] La
creación del MUCS en medio del alza represiva buscaba establecer acercamientos
para impedir la aplicación de la política económica luego de mostrarse las
diferencias de acción entre los agrupamientos, fundamentalmente en el conflicto
petrolero.
No obstante, la
intervención del novel MUCS y de las 62 Organizaciones en la toma del
frigorífico “Lisandro de la Torre” en enero 1959 (Salas, 1990) y en conflicto
bancario de abril a junio de 1959 (Acha, 2008) volvió a mostrar la falta de
coordinación en los agrupamientos. La histórica huelga general y toma del
establecimiento por parte de trabajadores y trabajadoras contra la
privatización del frigorífico contó con la participación de ambos
agrupamientos, aunque el MUCS lo hizo declarando la huelga por 48hs y “las 62”
por tiempo indeterminado. El brutal desenlace del conflicto, en un país con
estado de sitio, incluyó la declaración de ilegalidad de la huelga, represión,
la movilización militar del personal del frigorífico y de Transportes de Buenos
Aires, la intervención de los principales sindicatos dirigidos por peronistas (tranviarios,
textil, carne y metalúrgico) y comunistas (madera, químicos y construcción), la
clausura de locales del PC, el secuestro de sus publicaciones La Hora y Nuestra
Palabra. En ese contexto, el PC analizó la huelga destacando la combatividad y
resolución obrera para la lucha y señalando el hiato entre la unidad “por
abajo” y las diferencias entre dirigencias sindicales. De ese modo, la
conclusión fue que “la convicción de la clase obrera sólo podrá lograr el
triunfo de sus demandas cuando realice sus luchas organizadamente y cuente,
para lograrlo, no con pluralidad de comando, sino un comando único”.[21]
El ataque del
gobierno contra los principales sindicatos conducidos por peronistas y
comunistas propició la realización de un paro nacional en la tarde del 3 de
abril convocado conjuntamente por las organizaciones sindicales intervenidas (metalúrgicos, construcción, textiles, carne, madera,
petroleros, químicos, tranviarios, obreros del frigorífico y portuarios de
Buenos Aires) en el que reclamaron el levantamiento de intervenciones, la
reanudación de la discusión de convenios colectivos y aumento salarial de
emergencia, reincorporación de cesantes
en el frigorífico y de los despedidos en general, la liberación de los presos y
una política de defensa de la industria nacional.[22]
La acción, que contó con la participación del MUCS, “las 62” y sindicatos
independientes, terminó con la detención de 138 manifestantes[23] y
la ilegalización del PC a las pocas semanas.
La
huelga bancaria y del seguro en la primera mitad del año volvió a evidenciar la
diferencia entre la fragmentación de las corrientes sindicales y la solidaridad
de las bases, una cuestión que se reveló central para el triunfo de un gobierno
decidido a doblegar al gremialismo (Acha, 2008). La reiteración de estos
aspectos habilitó la posibilidad de una acción conjunta entre comunistas y
peronistas en los sindicatos, la cual se concretó el 17 de agosto en el
Movimiento Obrero Unificado. En palabras del maderero comunista Marischi, la huelga bancaria “fue la piedra de toque que
facilitó las condiciones para la unidad de acción” (1960; 17) por la valentía y
el carácter unitario de la combatividad de las bases, que obtuvieron el apoyo
de la clase obrera en el paro general del 15 de mayo. El análisis realizado por
el dirigente ponía sobre la mesa la exigencia de la militancia comunista y la
acción del MUCS como factores que sirvieron para quebrar la resistencia a la
unidad de dirigentes de “las 62”, quienes cedieron tras la huelga y
constituyeron la Comisión Permanente de Enlace del Movimiento Obrero Unificado.
La breve experiencia del MOU
La
experiencia unitaria que reunió en el MOU a las 62 Organizaciones, el MUCS y
sindicatos independientes (la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y
Fuerza, la Asociación del Personal Aeronáutico y la Asociación Argentina de
Telegrafistas, Radiotelegrafistas y Afines) se extendió apenas entre agosto de
1959 y abril de 1960. A la luz de las expectativas que tenían el PC y el MUCS,
la misma fue un fracaso en tanto el MOU no se convirtió en el centro dirigente
y unificador del proletariado de cara a la formación del Frente Democrático Nacional, antioligárquico
y antiimperialista que estructure el gobierno de amplia coalición democrática.[24] Si bien
el MOU tuvo su presencia tanto en las calles como en la intervención de los
conflictos del período, la convivencia entre peronistas y comunistas apenas
alcanzó para la coincidencia en el voto en blanco de las elecciones
legislativas de 1960.
La
carta de presentación del MOU fue la “Declaración de Principios” en contra de
la política económica del gobierno, en la que se denunciaba “el plan elaborado
por el Fondo Monetario Internacional, aplicado fríamente por sectores
oligárquicos y reaccionarios”, la entrega de riquezas nacionales a monopolios
imperialistas y enunciaba el programa de reivindicaciones compuesto por 13
puntos, que abarcaba desde el levantamiento del estado de sitio, la libre
discusión de convenios, el cese de intervenciones y la devolución de la CGT
hasta el desarrollo de la industria nacional y la reforma de la estructura
latifundista.[25] El
acuerdo suscripto incluía que los grupos integrantes conservaban su autonomía y
estructuras organizativas propias y que la conducción del MOU fuera ejercida
por una Comisión Permanente de Enlace integrada por representantes del MUCS, de
“las 62” e independientes.[26]
La
creación del MOU fue en paralelo a la huelga metalúrgica que se extendió
durante mes y medio por aumentos salariales y en contra de la racionalización
productiva y de la reglamentación patronal de los órganos de base fabriles.
También se produjo en ese tiempo el conflicto textil de similares
características entre septiembre y noviembre, finalizando ambos con
resoluciones poco beneficiosos de acuerdo a los reclamos obreros (Schneider,
2005). En ese marco, el MOU declaró un paro nacional de 48hs para los días 23 y
24 de septiembre en solidaridad con los gremios en lucha que contó, según la
prensa comunista, con el acatamiento de 4 millones de personas.
El
gobierno respondió en la víspera del mismo con razzias policiales que llevaron
detenidas cerca de un centenar de militantes político-sindicales, entre los que
encontraban dirigentes como el comunista Rubens Iscaro (Secretario general de la
Construcción), Rodolfo Aráoz Alfaro (apoderado del PC), Andrés Framini (Secretario general de la Asociación Textil),
Venido Matheu (Secretario adjunto del Sindicato de Prensa), Luis Trossi (Secretario de organización de la Construcción de
Capital), José Luis Cora (Secretario de la juventud peronista), Ricardo Trecarichi (miembro de Mesa del MOU), José Zeballos (ex
Secretario general del Transporte), directivos del
sindicato metalúrgico como Luciano Pani (Mesa Coordinadora de “las 62”) y José Rucci.[27] El
golpe asestado contra la dirigencia del MOU estuvo acompañado de la causa
presentada por el gobierno ante la justicia para el desconocimiento de
la personería del PC y para su disolución. En ella se acusaba al PC de gestar
un plan de perturbación mediante el terrorismo y el sabotaje,[28] con el
objetivo de dejarlo fuera de la contienda electoral de 1960.
En ese contexto el
MOU convocó a la realización de su primer –y único– Plenario Nacional para el 6
de noviembre de 1959 con la previa actuación de Plenarios Regionales. El mismo
sesionó con la presencia de 212 delegados representantes de 43 asociaciones, 19
delegaciones de regionales de la CGT[29]
y estuvo presidido por una Mesa de Enlace integrada por Jorge Cabrera
(aeronáutico), Raúl Oscar Russo (radiotelegrafista), José Miguel Zárate
(construcción, que fue detenido a la salida del Plenario), Radames
Grano (comercio), Castillo (vidrio), Juan José Jonsch
(telefónico) y Roberto García (caucho) (Tortti,
2012). Allí se ratificó el programa de 13 puntos y resolvió presentar un
memorial al Congreso con el acompañamiento de una concentración en la plaza el
día 12, reclamando la liberación de los presos, la solución de los conflictos
gremiales y la participación de todos los partidos en las elecciones sin
discriminación.[30]
Uno de los
principales terrenos de lucha del MOU fue el de la defensa de los presos
político-gremiales. Se formó una Comisión Jurídica para atender a los
detenidos, se realizó una la campaña por las liberaciones y el fin de las
detenciones que contó con tres jornadas de solidaridad con los presos el 19, 20
y 21 de noviembre y la realización de un acto en Plaza Once el 15 de diciembre.[31]
El otro de los
ejes que estructuró la actividad del MOU fue la campaña por el voto en blanco
para las elecciones legislativas del 27 de marzo de 1960. De acuerdo a la
investigación de Tortti (2012), el proyecto del
semanario Soluciones como vocero del
MOU tomó cuerpo precisamente para hacer campaña por el voto blanco. Mientras el
PC peleaba en la justicia y juntaba firmas contra la proscripción,[32] el
Consejo Coordinador y Supervisor del Peronismo adelantó en octubre su postura a
favor del voto blanco tras la confirmación oficial de la imposibilidad del
peronismo para participar de las elecciones. En sintonía con esa postura, “las
62” resolvieron votar del mismo modo en su plenario realizado en diciembre en
Rosario, cuestión que fue motivó críticas.[33]
Reproduciendo un
conflicto como el de 1958, el MUCS conducido por comunistas reprochó a “las 62”
el haber decidido por su cuenta el voto blanco, dado que el MOU había
determinado pelear por el levantamiento de las proscripciones con la
movilización de masas: es decir, acusó a peronistas de no acatar las
resoluciones del Plenario y de haber desestimado la capacidad de la
movilización para la conquista de libertades democráticas (Marischi,
1960). No obstante, dado que la lucha por el levantamiento de las
proscripciones no prosperaba, el Comité Central del PC hizo su llamado para
votar en blanco[34] “porque
no quedaba otro camino” (Marischi, 1960; 21). De ahí
en más el PC inició la campaña haciendo hincapié en la necesidad de empeñar energías
junto a peronistas para la creación de comités de lucha en cada terreno para
organizar el voto en blanco contra el fraude y el estado de sitio y por
elecciones democráticas.[35] En
paralelo a esa organización “por abajo”, el MOU presentó sus reivindicaciones
en un memorial al Presidente de cara a las elecciones[36]
cuya respuesta estuvo acorde a la política represiva de entonces: la ejecución
pública del Plan CONINTES en todo el territorio nacional mediante el decreto
2628 del 13 de marzo de 1960 (Chiarini y Portugheis, 2014), en una maniobra que el PC calificó de
“golpe militar palaciego” al someter el poder civil al militar.[37]
Finalmente, las
elecciones legislativas se realizaron bajo el estado de sitio, con
persecuciones políticas y detenciones, proscripciones y con el Plan CONINTES.
El voto en blanco ocupó el primer lugar con un 25% de los sufragios, relegando
al segundo lugar por una diferencia de dos puntos a la UCRP y al tercer lugar a
la UCRI de Frondizi, que obtuvo un 20%. El triunfo del voto blanco fue un
indicador de la centralidad de la clase obrera en la estructura social del país
y del peronismo como su representación política. Si bien el balance del PC
ponía en el centro de escena a su propio partido, lo cierto es que el voto
blanco fue producto de una alianza entre ambos sectores, con preponderancia del
peronismo. El tono triunfalista del análisis posterior, en el que se llamaba a
consolidar el MOU y la alianza obrero-campesina, incluía un aspecto que resulta
revelador a los fines de lo que se pretende asentar en este escrito: allí se
afirmó que los resultados de las elecciones demostraban que la clase obrera
estaba en condiciones de conquistar la hegemonía del mentado Frente Democrático
Nacional, antioligárquico, antiimperialista y pro paz
mediante “la unidad de acción comunista-peronista”.[38]
El interés
estratégico que el PC depositaba en esta alianza pronto fue quimera con el
abandono del MOU a su suerte por parte de “las 62”, que definieron en su
Plenario Nacional realizado tras las elecciones:
“El MOU representa
un momento de nuestra vida gremial y el mismo llenó las necesidades en su
oportunidad. […] Si bien la conformación de la dirección del MOU pudo aceptarse
oportunamente, hoy ya es totalmente inoperante y carece de posibilidades de continuación”.[39]
Las tratativas por reflotar el agrupamiento por parte del PC y el MUCS
tras las elecciones cayeron en saco roto. El Plenario del MUCS de junio 1960
resolvió promover un nuevo plenario del MOU, aun cuando ya aceptaban que el
mismo se encontraba paralizado. La disolución fue un hecho en los meses
siguientes cuando el gobierno reencauzó la normalización de la CGT a partir de
la formación de la “Comisión de los 20” con la total exclusión del MUCS.[40] En
definitiva, el final del MOU se enmarcó en la disputa de dirigentes por la
conducción del movimiento obrero y su parálisis fue interpretada a partir de la
acción deliberada de la Mesa de “las 62”, que trabó la unidad confiando en ser
la “depositaria exclusiva de la representación de la clase obrera” (Marischi, 1960; 18).
Conclusiones
La política de acercamiento al peronismo que se delineó a partir de 1955
tenía un sustento general en la definición programática orientada hacia la
revolución democrático-burguesa junto a diversos sectores democráticos y
progresistas. Aquello que se pretendía concretar a nivel político, sintetizado
en la apuesta por formar un Frente Democrático Nacional hacia la formación de
un Gobierno de coalición democrática, se buscó llevar a cabo en los sindicatos
a partir del establecimiento de una política de acción unitaria junto a los
diversos sectores del movimiento obrero para la conquista de sus
reivindicaciones.
La alianza entre comunistas y peronistas en la arena sindical fue
posible, en primer término, por ese encuadramiento político. No obstante, el
mismo no alcanza para explicarla. Los reiterados llamados del PC para
concretarla en todo el período de la Resistencia solo fueron respondidos cuando
los sectores peronistas lo habilitaron. El primer caso fue en la Comisión
Intersindical y en las 62 Organizaciones, cuando la acción conjunta se revelaba
necesaria para imponerse ante el llamado “sindicalismo libre” en 1957-1958; el
segundo, como hemos visto, en el MOU de 1959-1960.
La derrota del movimiento obrero, el incremento represivo y el quiebre
del acuerdo entre el gobierno y el peronismo fueron algunos de los factores
coyunturales que hicieron posible el nuevo acercamiento. La ilegalización del
PC fue también un aspecto que emparentó a ambos sectores en el camino de la
exclusión institucional, más no agota los elementos para comprender esta
alianza. Es necesario completar el cuadro poniendo en la balanza el peso
específico adquirido por el sindicalismo comunista en el período.
Uno de los aspectos novedosos del período es la reubicación del
comunismo en los sindicatos luego de una década de hegemonía peronista. Su
crecimiento a partir de la conquista de direcciones sindicales, el armado de
agrupamientos y su intervención en los principales conflictos obreros le
permitieron ocupar un lugar insoslayable en el mapa de las direcciones obreras.
Aun siendo un sector con menos influencia que el peronismo mayoritario, se
trató de un polo significativo para enfrentar al gobierno de Frondizi.
Ahora bien, el repaso de esta relación muestra que, si para el PC el
peronismo era un aliado estratégico, para el peronismo el PC era apenas un
aliado táctico. Los lazos de la alianza demostraron ser endebles cuando el
sector peronista rompió el MOU luego del golpe asestado al gobierno con el
triunfo del voto blanco en las elecciones legislativas de 1960. La coincidencia
entre el final del MOU y la conformación de la “Comisión de los 20” para la
normalización de la CGT evidenció una táctica que el sindicalismo peronista
desarrolló en la década siguiente: golpear
para negociar.
La experiencia de acción conjunta en el MOU fue un fracaso a los ojos
comunistas en tanto las pujas entre dirigencias frenaron la posibilidad de
construir un comando único y centralizado de dirección que reemplazara a la CGT
intervenida. No obstante, la política de acercamiento al peronismo continuó en
los años siguientes, orientada bajo el diagnóstico del “giro a la izquierda del
peronismo” en 1962: será cuestión de analizar en futuros trabajos la forma en
que ello operó en el movimiento obrero.
De todos modos, este avance de investigación permite repensar la forma
en que se interpretó el quiebre entre “vieja izquierda” y “nueva izquierda”
producido en los ’60 y ’70. En definitiva, entendida
como conjunto, el accionar y razón de ser de la “nueva izquierda” en estas décadas
pareció basarse en el intento por resolver la cuestión de cómo hacer
la revolución (nacional, antiimperialista, socialista, según la variante
política que se trate) con las masas ya hegemonizadas por el peronismo; es
decir, fue protagonista de lo que Altamirano (2001) denominó como una
“situación revisionista” del vínculo entre los idearios de izquierdas y la
clase obrera, en donde los polos principales de la cuestión eran, claro está,
comunismo/socialismo y peronismo. En la investigación en torno a la morfología
de la “nueva izquierda” se construye un juego de oposiciones en el que esta
asume una serie de características contrastantes con la “vieja”, al tiempo que
elabora un discurso sobre “lo otro”. En los sentidos construidos, una de las
premisas fundamentales para interpretar a la “vieja izquierda” es la distancia
entre el PC y la clase obrera en sentido amplio, en una fractura que puede
ubicarse en 1946 y que parece verse como una herida histórica basada en el
fracaso por conquistar a la clase obrera ante el avance del peronismo; se trata
de una imagen que sobrevuela las lecturas del pasado como la cruz que cargó la
“vieja izquierda”, como el símbolo de la desconfianza de la militancia sesentista frente a la estructura rígida del
representante soviético en el Sur que habría actuado siguiendo un manual
teórico mientras las masas que pretendía conducir le daban la espalda.
El estudio
de esta experiencia particular entre estos dos sujetos sociales, el partido y
la clase obrera organizada, nos permite advertir que el surgimiento de
nuevas agrupaciones que cuestionaron el programa del PC, sus modos de
conducción, su relación con Moscú o su interpretación del peronismo, no puede
explicarse sobre la base de un esquema estático anclado en el vínculo entre esos
dos sujetos en 1946. La participación del PC en el MOU (y no sólo en él, sino
también en la Comisión Intersindical y las 62 Organizaciones, mismo el “caso
Real” de 1952 o el voto conjunto en diversas elecciones) sirve para demostrar
que el partido reorientó sus acciones y concretó alianzas con el peronismo: es
decir, que el partido también atravesó y fue sujeto de una “situación
revisionista” del fenómeno peronista, con lo cual habría que pensar las
fracturas y conflictos principalmente en función del programa, los modos de
conducción internos y el tipo de revolución pregonado por el comunismo en la
Argentina. En definitiva, en adelante podría profundizarse esta hipótesis
analizando el surgimiento de la “nueva izquierda” más allá de los acercamientos del PC al peronismo en los distintos
terrenos de intervención.
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Recibido: 21/07/2020
Evaluado: 07/09/2020
Versión Final: 24/09/2020
[1] El desarrollo más
sistemático del concepto corresponde a María Cristina Tortti (2014), que lo
define de un modo amplio como un movimiento social o un actor
político con una heterogénea y potente fuerza renovadora compuesta por diversos
grupos provenientes del peronismo, las izquierdas, el catolicismo y el
nacionalismo, que puede analizarse a partir de una unidad “de hecho” coaligada
en base a un lenguaje compartido y un estilo político común en la crítica al
sistema
[2] Recientemente
Rupar (2018) publicó un trabajo que comparte esta perspectiva.
[3] “La gran tarea de
la hora es derrotar el continuismo” NE,
año X, nº1, enero 1958
[4] Entre las
principales medidas se encuentran la derogación de la ley de residencia de
1902, de los decretos de 1956 de la “Revolución Libertadora” referentes a la
prohibición de propaganda y símbolos peronistas y de inhabilitación para
ejercer cargos gremiales; el otorgamiento de un aumento del 60% sobre las
remuneraciones fijadas el 1º de febrero de 1956; el levantamiento de las
intervenciones sindicales de fines de 1957 y la sanción de una ley de
Asociaciones Profesionales de acuerdo al
modelo de organización sindical estructurado durante el peronismo.
[5] Se pueden
consultar los programas en “La lucha por la unidad de la clase obrera” de
Vicente Marischi. NE, año IX, nº 5,
pp 8-12 y “Llamamiento a reforzar el estado de alerta de todos los gremios del
país”, NP nº 383, 10/10/57, p. 4.
[6] Ley 14455.
Honorable Congreso de la Nación Argentina. 8 de agosto de 1958.
[7] “Para
llevar a cabo el programa de las 62 presentado a Frondizi” LH, 27/3/58, p.6
[8] “Reforzar la
unidad y la independencia sindical”,” LH 25/8/58,
p.6
[9] “Interventor en
la CGT sería el Sr. Insaurralde” LH, 15/5/58,
p.1
[10] “A los
trabajadores y la opinión pública” ASASG-UTDT. C1-538, 00038. Una reproducción
de ese documento se encuentra publicado en “No se puede hablar en nombre de las
‘62’ sin consultar a los gremios adheridos” LH,
28/6/58, p.4. Las 19 Organizaciones firmantes eran: Federación de
Sindicatos Unidos Petroleros del Estado; Unión Obrera de la Construcción de la
República Argentina – Capital; Unión de Sindicatos de la Industria Maderera de
la República Argentina; Federación Obreros Cerveceros y Afines; Sindicato del
Seguro; Federación Argentina de Trabajadores de Edificios de Renta y
Particulares; Federación Argentina de Trabajadores de la Industria Química;
Asociación Argentina de Telegrafistas y Afines; Sindicato Argentino de Músicos;
Sindicato Argentino de Prensa; Asociación del Personal Aeronáutico; Asociación
de Trabajadores de Barracas, Depósitos Afines al Puerto; Sindicato del
Fibrocemento y Afines; Federación de Vendedores de Diarios, Revistas y Afines;
Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor; Unión Obrera
Gastronómica (Capital – San Martín), Sindicato de Empacadores de Frutas de Río
Negro y Neuquén; Sindicato del Aceite (Capital) y Sindicato de Obreros y
Empleados de la Industrial del Papel Cartón y Afines.
[11] Sindicato Único Petroleros del Estado; UOCRA – Capital;
Unión de Sindicatos de la Industria Maderera de la República Argentina;
Federación Argentina de Trabajadores de la Industria Química; Asociación
Argentina de Telegrafistas y Afines; Sindicato Argentino de Músicos; Sindicato
Argentino de Prensa; Asociación del Personal Aeronáutico; Asociación de
Trabajadores de Barracas, Depósitos Afines al Puerto; Federación de Vendedores
de Diarios, Revistas y Afines; Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte
Automotor; UOG (Capital – San Martín) y el Sindicato de Empacadores de Frutas
de Río Negro y Neuquén. Alternativamente participan, además de aquellas
originarias 19, la Federación de Empleados de Comercio, la Unión Ferroviaria,
La Fraternidad, la Asociación de Trabajadores del Estado, Empleados del Caucho,
la Unión Personal Civil de la Nación, la Federación de Luz y Fuerza y
Asociación Bancaria
[12] “Memorial de los
gremios antiintervencionistas a Diputados y Senadores” LH 3/7/58, pp. 1 y 5
[13] “Hoy:
Antiintervencionistas en la Cámara de Diputados” LH 15/7/58, p.5
[14] “Delegados
obreros rechazan la ley de intervención estatal” LH 26/8/58, pp. 1 y 7
[15] “Hacer pagar la
crisis a los ricos es el camino para detener la carestía” NP nº 427, 14/8/58, p.1
[16] Las citas
pertenecen al artículo “Se disuelven las “19” como tales: paso hacia la
unificación obrera” LH 28/12/58, p.7.
[17] “Bases para el
entendimiento” LH, 6/1/59, p.6
[18] En la primera
noche del estado de sitio se procedió a detener a centenares de activistas
peronistas y comunistas. Un caso singular fue la detención de 52 comunistas y
25 peronistas en un barco a la deriva sin brindar informaciones sobre el
destino. “Desembarcaron a los presos; ahora deben ser liberados” LH, 24/11/58, p.1 y 16. En simultáneo se
aplicó de forma secreta el Plan CONINTES a través del decreto 9880 de noviembre
1958. El mismo adquirió carácter público en marzo de 1960 (Chiarini y
Portugheis, 2014).
[19] “Las elecciones sindicales: de
ellas debe salir la unidad y no la división de los trabajadores”, NP n° 443, 4/12/58 p.4
[20] “Se disuelven las
‘19’ como tales: paso hacia la unificación obrera” LH, 28/12/58, p.7
[21] “Las lecciones de
la gran huelga general…” Op. Cit, p
10.
[22] “Paro obrero nacional: viernes 3, a las 16” NP n° 457, 31/3/59, pp.1 y 4
[23] “138 obreros y vecinos presos por ejercer el derecho de
reunión” NP n° 459, 14/4/59, p.7
[24] “Declaración del
Comité Ejecutivo del Partido Comunista sobre los resultados de las elecciones
del 27 de marzo” NP n° 511, 12/4/60,
p.3.
[25] “Gran triunfo de la unidad obrera: el acuerdo de acción
conjunta del MUCS, las “62” y gremios independientes” NP n° 478, 25/8/59, pp 1 y 4.
[26] La Razón, 6/11/1959, ASASG-UTDT. C1-553,
00053
[27] “Exigencia
popular unitaria: ¡libertad a todos los presos político-gremiales! ¡Basta de
campos de concentración!” NP n° 484, 6/10/59, p.
3
[28] “Edificando sobre
el fango” NP n° 484, 6/10/59, pp. 1 y 3.
[29] Diario La Razón, s/d, ASASG-UTDT. C1-24, 00024
[30] “Los gremios se
movilizan unidos en la tarea de ejecutar las resoluciones del MOU” NP nº 491, 24/11/59, pp. 1 y 4
[31] “El acto de
anoche en Plaza Once”, La Razón, 16/12/59, p.6. ASASG-UTDT C1-555.
00055
[32] “En la Capital, la campaña inició el año nuevo con 130.000
firmas” NP n° 498, 12/1/60, p.3
[33] Documento “62
Organizaciones”, 29/12/59, ASASG-UTDT. C1-552, 00052
[34] “Llamamiento del
C.C. del Partido Comunista a la clase obrera y el pueblo argentino para que
voten en blanco el 27 de marzo y luche por la anulación de las elecciones
fraudulentas y por la realización de elecciones verdaderamente democráticas” NE año XII, nº1, febrero 1960.
[35] “Organizar el
voto en blanco” NP
n° 505, 1/3/60, p. 1; “La lucha
electoral bajo el plan CONINTES” NE año
XII, n° 3, abril 1960, pp 210-219.
[36] “Mañana,
miércoles 9, en Plaza Once, gran acto del Movimiento Obrero Unificado (MOU)” NP n° 506, 8/3/60, p. 1
[37] “Declaración del
Comité Ejecutivo del Partido Comunista con motivo del golpe militar palaciego” NP n° 508, 22/3/60, p. 3
[38] “El balance de
los resultados de las elecciones del 27 de marzo” NE año XII, nº3, abril 1960, p. 202
[39] “Plenario
Nacional de las 62 Organizaciones. Mayo 20 de 1960”. ASASG-UTDT C1-517. 00077
[40] “El plenario sindical” NP
n° 544, 29/11/60, p. 6