Mujeres
angoleñas en la lucha anticolonial: historiografía, fuentes y memoria[1]
Angolan women in the anti-colonial struggle: historiography, sources,
and memory
Dayane Augusta Santos da Silva
Instituto Federal de Brasilia (Brasil)
Resumen
Las narrativas de lucha contra la colonización han sido
construidas en masculino con base en documentos producidos por hombres y, por
tanto, las mujeres han ocupado un espacio periférico en esas narrativas. En
Angola, en el campo de la Historia de las mujeres, es reciente una perspectiva
crítica de escritura en femenino o en pro de las mujeres y producida por
mujeres. En este sentido, la temática de las mujeres angoleñas deviene
importante para comprender las dinámicas sociales de una Angola contemporánea.
Para ello, este trabajo invita a investigadores de diferentes áreas, principalmente
historiadores, a repensar la historiografía sobre/de las mujeres angoleñas,
considerando la forma en que se construyeron narrativas que atendieran a
necesidades teóricas y prácticas “localizadas”, a partir del contexto de
liberación nacional.
Palabras Clave
Mujeres;
Experiencia; Historiografía; Lucha anticolonial.
Abstract
The narratives of the
fight against colonization have been constructed as masculine, based on
documents produced by men and, therefore, women have occupied a peripheral
space in these narratives. In Angola, in the field of Women's History, a
critical perspective of writing in the feminine or writing produced by women is
recent. In this sense, the theme of Angolan women is important to understand
the social dynamics of contemporary Angola. To this end, this work invites
researchers from different areas, but mainly historians, to rethink the
historiography about / by Angolan women in the way narratives that meet the
“mandatory” theoretical and practical needs were constructed in the context of
national liberation.
Keywords
Women; experience; historiography; anticolonial struggle.
Este artículo es parte de la discusión que presento en mi investigación de doctorado sobre la
experiencia de mujeres angoleñas en la lucha
anticolonial entre 1961 y 1975.[2] Por medio de fuentes de
diversa naturaleza, localizadas en archivos de Angola y Portugal, tales como
periódicos, fotografías, postales, panfletos, documentos e informes oficiales y
varias entrevistas, esta investigación busca registrar las diferentes facetas
de actuación de mujeres anónimas, principalmente campesinas, concebidas como
guerrilleras en el desarrollo de “tareas militares” que ejecutaban en las bases
de los movimientos de liberación. Cortar cafeto en los cafetales y atender las
plantaciones bananeras, dar mantenimiento a las carreteras, cavar fosas para
impedir la circulación de vehículos, preparar kisaka[3]
pisada, harina de maíz y trabajar en el arado de las tierras de cultivo, son las
ocupaciones que estas mujeres desempeñaban, llamadas por ellas mismas “trabajos
de la revolución”, tareas constituidas como acciones fundamentales para la
guerra en la cobertura y trabajo logístico de retaguardia.
El principal motivo de
esta investigación fue crear condiciones a través de una revisión
historiográfica y documental para que esas mujeres afirmasen sus voces y hacer
visibles sus capacidades de elección en el contexto de la guerra de liberación nacional. Surge, entonces, con
la voluntad de constituir un aporte a la discusión historiográfica en la que
este artículo se inscribe.
De este modo, presento el debate historiográfico
organizado conforme a la realización del trabajo de campo, con base en una
metodología de historia oral con mujeres campesinas, que participaron en las
bases militares de los movimientos de liberación. El texto fue
estructurado en tres partes. En la primera, presento la lucha de liberación,
para fundamentar el surgimiento del/de los pensamiento(s)
feminista(s) africano(s) en la formulación de un conocimiento sistematizado y
organizado a partir de los años setenta del siglo XX. Así, muestro un panorama
de la presencia y visibilización de mujeres africanas
en la lucha anticolonial y a continuación, la participación de algunas de estas
mujeres en las discusiones públicas de la vida nacional angoleña, durante el
periodo pos independendiente.
Además, elaboro una reflexión crítica sobre la escritura de la historia de
Angola, considerando que ésta privilegia las narrativas masculinizantes y
cuando menciona a las mujeres lo hace a partir del “carácter ejemplar”, de la
figura de la mujer heroica, impidiendo que los observadores conozcan
otras memorias y protagonistas de la Historia.
En la segunda parte del
artículo desarrollo la discusión historiográfica producida en Angola y en el
exterior sobre las mujeres angoleñas en las guerras, principalmente los debates
que las sitúan en el contexto de la lucha anticolonial contra el régimen portugués.
En estas discusiones, me interesa el lugar de enunciación de las sujetos africanas, especialmente las campesinas, su agencia
y protagonismos. Finalmente, en la tercera parte busqué sistematizar las ideas
presentadas a lo largo del texto, no con intensión de concluir y agotar el
tema, sino más bien de tejer algunas consideraciones finales sobre el texto.
De manera general, el
artículo pretende reflejar sucintamente, desde una perspectiva multidisciplinar
y a partir de investigaciones académicas de investigadorxs
angoleñxs y extranjerxs, el
campo de estudios de género en el país. Esta área de estudios ha ido
configurándose a lo largo del tiempo y ha sido formulada a partir de estudios
que presentan nuevas propuestas de investigación y de análisis en la
demarcación de un posicionamiento contra la esencialización
y universalización de las experiencias.
Sobre el campo de estudios de las mujeres en Angola
En Angola los feminismos africanos se constituyeron a
partir de los años 70 de la segunda mitad del siglo XX en la acepción
tradicional de la lucha contra las opresiones y pro-derechos de las mujeres. Se
sabe que la lucha por la igualdad de derechos adquirió una progresiva expresión
con las guerras de descolonización. Desde entonces, las mujeres se convirtieron
en participantes activas en varias actividades y campos de combate,
“obteniendo, así en parte la admiración y el respeto de sus “camaradas” o
compañeros, no obstante, sabiéndose poco de su participación política activa” (Ferreira,
2018, 54).
El feminismo, en los términos conocidos en occidente, contó con pocas expresiones
en el contexto angoleño. No en vano, en las noticias de los periódicos
consultados entre los años 1960 y 1975, solo encontré vestigios de las pautas
de los movimientos feministas del exterior, principalmente de Estados Unidos y
Europa. En uno de los periódicos, el Provincia
de Angola, localicé para febrero de 1972 una foto pequeña de Angela Davis con sus dos dientes delanteros
pintados y una breve referencia que discurría sobre su dispensa “bajo fianza y
tras 16 meses de prisión”. Davis declara
en la nota: “me siento perfectamente capaz de defender hasta el fin mi causa
justa”.[4]
Sin embargo, es innegable que en el siglo XX hubo
“movimientos” de mujeres angoleñas en las luchas por la independencia, que
combatieron al “lado de los hombres”, como recurrentemente aparece en los relatos de época y que, a partir de ello,
pasaron a teorizar sobre sus propias experiencias[5].
Las luchas de liberación sirvieron como base de formación para los
feminismos africanos[6], por lo que éstos
se confunden y se insertan en la lucha política por la independencia de Angola
(Ferreira, 2018, 55). Tal hecho no
quiere decir que antes no hubiese lideresas organizadas en Angola, pero no las
hubo en los términos de los feminismos occidentales de la década de los 60.
Es posible considerar que la lucha por la igualdad de
derechos, como una conquista colectiva de mujeres, se remonta al siglo XIX, al
igual que el concepto “feminismo”. De ese periodo[7] -principalmente en
los países de lengua portuguesa-, existen pocos estudios conocidos sobre cómo
las mujeres angoleñas “se regían por y podían reaccionar de varias formas a las
costumbres que les impuso la sociedad de la época” (Ferreira, 2018, 54). Una excepción es Dya
Kassembe (2010), escritora angoleña todavía poco conocida en
la academia brasileña, quien presenta una producción literaria y ensayística
importante sobre Angola. La autora organizó un libro de relatos y memorias
sobre la tradición de las mujeres de Kisama, antigua
región angoleña que se extendía por un amplio territorio, del Kwanza Norte al
Kwanza Sur.
En el libro titulado:
As mulheres honradas e insubmissas
de Angola (Las mujeres honradas e
insumisas de Angola), Kassembe reflexiona sobre las “mujeres de la Angola pre
colonial, el proceso de aprendizaje que ellas vivenciaron como las más
veteranas y las estrategias que hallaban para, a
partir del espacio que la tradición les confería, construir su autonomía y
reconocimiento social” (Rabello,
2007, 126). La autora busca
“recuperar la propia historia, para fortalecer la identidad y promover la
autonomía” (Rabello, 2007, 127). Si bien existen investigaciones todavía en
proceso sobre las mujeres de la Angola pre colonial, dentro y fuera del país,[8] cabe preguntarse ¿cuántas otras situaciones que
no conocemos deben haber existido acerca de las formas de contestación al orden
vigente? Podemos imaginarlas, puesto que aún sabemos muy poco sobre la posición
de las mujeres en Angola pre colonial.
Durante el siglo XX, como destaca la socióloga senegalesa
Fatou Sow (2017), las
luchas anticoloniales orientaron a las mujeres en dirección a intereses más
ligados a cuestiones políticas que a la pauta feminista de lucha contra el
patriarcado. Algunas de ellas eran militantes de los movimientos de liberación
y en la lucha armada reaccionaron contra la opresión del poder colonial. Como miembras
partidarias difícilmente criticaron el poder patriarcal encarnado en los
líderes de la independencia, tales como Agostinho Neto, Lúcio
Lara, Jonas Savimbi, Holden Roberto y otros.
De acuerdo con Sow, la postura
de esas mujeres era de rechazo a los feminismos euroestadounidenses
dado que poco hablaban de sus vivencias y de los sistemas de jerarquía diferentes
a los suyos. Tras el periodo de lucha armada, entre los años 1960 y 1975, y de las evaluaciones críticas
resultantes del proceso de independencia, se abrió progresivamente un espacio
más amplio para el pensamiento feminista en la sociedad en general, aquel que
situaba el debate de género en y a partir de cuestiones y experiencias
del continente africano.
Las noticias de los periódicos consultados para la
realización de la investigación de doctorado inicialmente mencionada, reflejan
la incidencia de ese pensamiento localizado de reivindicaciones situadas,
principalmente después del 24 de abril de 1974, momento en que el autoritarismo
y la censura portuguesa supuestamente dejaron de existir en la prensa angoleña.
El artículo publicado en el periódico Diário de Luanda, del 4 de julio de 1975, da muestras de ese movimiento
de mayor apertura política al/a los pensamiento (s)
feminista (s) africano (s). En la sección titulada:
“Actualidad africana” se reclamaba el cúmulo de funciones económicas y sociales
ejecutadas por las mujeres africanas. El
texto, resultado de la elaboración del Documento de la Comisión Económica para
África (CEA), versa sobre el papel de las mujeres en la valorización del
continente africano. Postula: “la sociedad africana continúa siendo
esencialmente tradicional y los sectores de la economía se asientan en gran
parte en las mujeres. Sin embargo, esto no se reconoce”.[9]
Se presentan datos estadísticos, considerando la fecha de
publicación del texto, en los que se afirma que del 60% al 80% de los trabajos
agrícolas en África eran realizados por mujeres, más del 80% de los pequeños
comerciantes también eran mujeres y más del 50% del trabajo efectuado en el
desarrollo de trabajos comunitarios (construcción de carreteras, escuelas
maternales y primarias y centros
de aldea) también eran confiados a las mujeres[10].
El artículo referido enfatizaba el poder de las familias numerosas
en gran parte de África, que más allá de engendrar hijos, confería a la mujer
africana un cierto prestigio social. No obstante, ni por las condiciones de
embarazo, parto y lactancia, las africanas dejaban de trabajar en los campos o
en el mercado. Es decir, el texto identificaba que la mentalidad y opiniones
concernientes al papel de la mujer en las sociedades africanas estaban
profundamente marcadas por la tradición. La publicación cita ejemplos de la
situación de las mujeres en Marruecos, Zambia, Sierra Leona, Etiopía,
Sudáfrica, Senegal y Costa de Marfil, Liberia, Gana y Nigeria, con el objetivo
de defender la idea de que la emancipación de las africanas tendría que ser a
escala continental.
Sin autoría individualizada, estas indagaciones provenían
de grupos de mujeres emergentes, jóvenes, pensadoras, lideresas colaborativas, que
no se declaraban abiertamente feministas, pero con pautas informadoras de ese
movimiento y habiendo protagonizado, algunas de ellas, la lucha de
liberación. Como se refirió
anteriormente, se trata de cuestionamientos que posibilitaron una apertura para
considerar a las mujeres como sujetos históricos.
A pesar de eso, las narrativas acerca de la lucha contra
la colonización han sido construidas en masculino y las mujeres han ocupado un
espacio periférico, lo que sugiere la continuidad de las formas coloniales de
poder en la política interna angoleña. Y aunque las angoleñas participaron
efectivamente en la guerra -sin llegar a ocupar puestos de mando-, no fueron
reconocidas como actoras en la historia nacional de liberación, salvo en el
caso de los mitos nacionales construidos por la historia oficial del país.
En consonancia con Maria Paula
Meneses (2017), investigadora del Centro de Estudios Sociales de la Universidad
de Coímbra, por historia oficial entiendo la narrativa hegemónica y política
construida en el imaginario nacional colectivo, que ha omitido de forma
consciente la participación de otras organizaciones y sujetos en la lucha por
la independencia. Así, la historia oficial refleja una opción política
tomada por un determinado grupo y no considera memorias e historias subalternizadas. Recurriendo al caso de Mozambique, donde
existe un mayor volumen de publicaciones sobre las mujeres en la lucha de
liberación, y a recortes recientes de la historia de Angola donde los
movimientos de mujeres son mucho más plurales e independientes de la
supervisión del poder instituido, Meneses busca problematizar otras versiones
de la historia de lucha anticolonial. Cita por ejemplo,
el caso de Joana Semião en Mozambique, importante
estratega política que usó ingeniosamente los recursos asociados a su condición
puestos a disposición por el régimen (derecho, educación, etc.) para consolidar
su posición y, paralelamente, desafiar el sistema que la representaba como
subordinada.
Según la investigadora, la historia de la participación
política de mujeres en las luchas nacionalistas, como es el caso de Semião, revela los antagonismos y tensiones que permearon
este periodo. Además de incluir a las mujeres en la Historia, se trata de
“cuestionar y desafiar la propia idea de historia ‘oficial’ y problematizar la
dicotomía entre lo personal y lo político, entre lo ‘oficial’ y las historias
que se intentan silenciar” (Meneses,
2017, 75).
En la etapa pos independiente mujeres como Muthoni Wa Kirima (Kenia), Deolinda Rodrigues (Angola), Titina Ernestina Silá
(Guinea-Bissau), Josina Muthemba
Machel (Mozambique) se convirtieron en referencias
femeninas nacionales por sus participaciones en la lucha armada. Esta es una
experiencia compartida por muchos países del continente africano, en su amplio
proceso de luchas anticoloniales.
En Angola, las guerrilleras que murieron en los campos de
batalla defendiendo sus causas, como es el caso de Deolinda Rodrigues,
Irene Cohen, Egrácia dos Santos, Lucrécia
Paim y Teresa Afonso,
fueron vanguardistas, asentando sus bases en un ámbito, que en principio era predominantemente
masculino y desafiando la estructura patriarcal tradicional, ocupando espacios
que fueron negados a la mayoría de las angoleñas. Las cinco guerrilleras
citadas fueron partidarias del Movimiento Popular de Liberación de Angola
(MPLA), tuvieron conexión directa con la Organización de las Mujeres Angoleñas
(OMA) y, por lo tanto, sus historias fueron rememoradas.
En los libros de historia, en los carteles y monumentos
erigidos en el país, las imágenes y nombres de estas guerrilleras representan
la personificación del mito de la heroína en Angola. El monumento en su
homenaje, situado en una de las principales calles de Luanda, la avenida
Ho-Chi-Min, es una de las expresiones de tales personificaciones. En la
escultura, las guerrilleras cargan un libro, una azada y un arma, símbolos construidos por el MPLA
y una de las banderas de la lucha anticolonial. Son los rostros de la memoria
oficial y del ejemplo revolucionario; pero también imágenes que impiden que sus
observadores conozcan otras memorias y protagonistas de esa historia. Es decir,
al mismo tiempo que promueven las memorias de unas, propagan una política de
olvido desde el punto de vista oficial. La escritura de la Historia de Angola
es parte de ese proceso y, con respecto a la historiografía que trata del
periodo colonial, todavía queda mucho por hacer.
En la perspectiva de Paul Zeleza,
historiador malauí y crítico literario, esto es parte de una larga tradición
intelectual que invisibiliza y marginaliza a propósito las discusiones de
género en la historiografía africana, pero no solo eso. Para el autor, esa fijación en celebrar y
establecer mitos históricos, recuperando y glorificando los grandes estados,
ciudades de África y líderes, no solo consumió la energía de los historiadores,
sino que también los cegó para los análisis de género.
Las perspectivas son predominantemente androcéntricas y
sexistas con un lenguaje que menosprecia y trata con negligencia las
actividades y experiencias de las mujeres. Y en el caso de los estudios
históricos, que tratan de temas regionales y/o específicos, esto no cambia.
Algunos las ignoran por completo, otros las mencionan solo de pasada. El
historiador describe una larga lista de textos utilizados en la comprensión de
los diversos aspectos de los diferentes países del continente africano que
subestiman a las mujeres y además demuestra los problemas que esto trae
aparejado (Zeleza, 1997, 21). La marginación de las mujeres también se
manifiesta en el contenido y la bibliografía. Las publicaciones sobre mujeres africanas
reciben pocos párrafos en el conjunto de las obras.
Entonces, esa historiografía considerada por Zeleza como “nacionalista” fue un proyecto emancipatorio
que devolvió a África y a los africanos su historia, mientras que, al mismo
tiempo, los excluía. Incluso así, la historia de las mujeres fue ganando
expresión gradualmente. Para el historiador, las investigaciones que involucran
a la categoría género todavía están, en gran parte, en la etapa de recuperación
de las mujeres en la historia africana, enfatizando su contribución,
experiencias, actuaciones, narrativas, en detrimento de la escritura de la
historia del género en sí.[11] Se trata del desafío de llevar esas
narrativas a la escena pública, complejizándolas y demostrando sus ambigüedades,
diferencias y desigualdades.
La mayor parte del trabajo crítico de revisión
historiográfica viene siendo realizado por diferentes investigadorxs,
prioritariamente investigadoras interesadas en la crítica de los prejuicios y
distorsiones de cada campo en el estudio de las mujeres desde una perspectiva
multidisciplinar. Para ello, hacen uso de una variedad de enfoques, métodos y
técnicas, con el fin de recuperar las experiencias y voces de las mujeres.
Según el autor, además de comprender la historia política
y las grandes élites africanas, se trata de recuperar las historias sobre las
“masas”, sean hombres o mujeres, la historia social y económica; analizar la
explotación y la opresión, no sólo en referencia al colonialismo, sino llevar a cabo un movimiento doble de revisión de la historia y la
historiografía, en la demarcación de un posicionamiento contra la esencialización y universalización de las experiencias.
El debate de
género en la historiografía de/y sobre Angola
En Angola, en el campo de la Historia de las mujeres, la
perspectiva crítica de la escritura, sea sobre o hecha por mujeres es reciente.
La primera iniciativa en el sentido de realizar una discusión historiográfica
sobre la participación de las mujeres en el proceso de lucha contra el régimen
colonial, fue de la investigadora Maria do Céu Carmo Reis.
En el artículo pionero, publicado en 1987 en la Revista do Centro de Estudos
africanos da USP, titulado “Representation sociale de la femme dans le discours nationaliste: le cas de
la géneration des annees 50
en Angola” (Representación social de la mujer en el discurso nacionalista:
el caso de la generación de los años cincuenta en Angola), Carmo Reis demuestra
de qué manera fue posible discernir el paradigma de representación social de la
mujer en Angola a partir de historias y situaciones sociológicas específicas
durante la década de 1950 e inicio de los sesenta.
Carmo Reis narra que, en las prácticas culturales de los
años 50, en ese momento de ebullición y emergencia del pensamiento protonacionalista angoleño, de legitimidad de una élite
africana con vocación intelectual, la mujer no era percibida como un sujeto
histórico. En el pensamiento de la investigadora, la representación de la mujer
estaría inscripta en los discursos nacionalistas de forma difusa y
circunstancial. La dimensión femenina no era un criterio. Fue solamente a
partir del periodo que va de mediados de los cincuenta a inicio de los años
sesenta, que la representación de la mujer, en la perspectiva de la autora,
toma forma asumiendo contornos más determinados.
En el contexto de los acontecimientos que marcaron la
historia de Angola las revueltas del 4 de febrero y del 15 de marzo de 1961 y
las manifestaciones de los nacionalistas organizados en el escenario
internacional, en el interior del Movimiento Popular de Liberación de Angola
(MPLA) se formaron los primeros “corpus” de textos políticos, propaganda,
entrevistas, periódicos, orientaciones generales de las primeras estructuras
organizacionales del movimiento, elaborados por muchos de los actores del
Movimiento Literario-Cultural de los años 50, como Viriato da Cruz, Mário de Andrade y Agostinho Neto.
En este núcleo dirigente
del MPLA, formado por hombres, las mujeres van integrándose lentamente como
“militantes”, desarrollando papeles adicionales, es verdad, pero también como
una fuerza de apoyo moral y a veces material, liberándose de los sufrimientos
cotidianos, lo que les permitirá gestionar mejor los asuntos nacionales. Aunque
de acuerdo a la autora, para muchas de esas mujeres la consciencia política fue
gregaria debido al papel que desempeñaban en la familia y estaba teñida de
afectividad al “acompañar” al novio o al marido.
Maria do Céu Carmos Reis, explica que las mujeres sufrieron cruelmente
por el declive de las familias criollas[12]
a partir de mediados del siglo XIX (acentuándose este proceso a inicios del
siglo XX) a causa de las medidas económicas y políticas destinadas a consolidar
el poder colonial. Éstas se sumaron a la dictadura de Salazar, iniciada en 1920
y a la acelerada política de colonización después de la Segunda Guerra Mundial.
Todos esos cambios, trajeron como consecuencia la pérdida del poder económico
de estas familias y, por ende, de estatus social; la restricción de las mujeres
al espacio de convivencia familiar, donde desempeñaban el papel de madre y
guardiana del hogar; dificultades en el acceso a la educación, etc.
De este modo, según Carmo Reis, no resulta extraña la
ausencia de las mujeres en términos de su participación en las discusiones
políticas de 1961. Y cuando la hubo, aunque se tratara de un periodo de gran
efervescencia política, las referencias eran en relación a su condición de
madre y esposa, temas conectados a la regulación de los problemas cotidianos,
de constitución de diferentes cuerpos políticos, formulaciones de estrategias.
Es de ese conglomerado que comienza a emerger una cierta
representación de la mujer en el programa principal del MPLA, que define
los objetivos generales de la lucha anticolonial y otorga a las mujeres un
papel como categoría específica. En el pensamiento de la investigadora, la
Organización de la Mujer Angoleña (OMA) surge como respuesta a la necesidad de
preparar a las mujeres angoleñas para la lucha de liberación, definida como la
participación en los bosques, la preparación de la comida para los
guerrilleros, su desempeño como mensajeras, etc. En las palabras de la autora, “pour cimenter cette
action, le mot d’ordre adressé spécialement aux femmes et riche de la charge émotionnelle, fait son apparition: “Unies nous Vincrons”.[13]
La investigadora presenta un mapa de los elementos que
contribuyeron a la tesitura de una representación social de la mujer angoleña
como entidad específica organizada cuya existencia solo puede ser comprendida
en su contexto y en el juego de otras categorías necesarias al entendimiento de
la ideología nacionalista. Reis explica que la división sexual del trabajo
concederá a la mujer el papel de ayudar a los guerrilleros en la realización de
su objetivo político-militar, principalmente como “cuidadoras de los
guerrilleros” y “proveedoras de la guerrilla”; “ella deviendra
Femme-Peuple”[14].
Según la investigadora, la lucha anticolonial permitirá a
la mujer convertirse en sujeto, “mujer-persona” y esa representación le dará
una identidad, una conciencia de pertenencia y también una diferencia. Además
de eso, le otorgará legitimidad, la fuerza que la libera como pueblo y
específicamente como mujer. Para la
autora, “être femme-peuple
c’est qualifier la femme de
telle sorte que sa situation de femme, étant subsidiaire, ne peut apparaître
presque sans qualité”[15].
En otras palabras, es una representación que ofrece la
substancia necesaria para alimentar a la guerrilla, en la que las viejas formas
simbólicas, disfrazadas de la mujer-proveedora reaparecen enriquecidas con la
grandeza del celo por el “héroe”; pariendo, haciendo existir el “nuevo hombre”
y en cierto sentido, participando de la fundación de ese nuevo orden humano en
Angola por medio de la lucha por el cambio social.
La publicación del artículo referido es de 1987. Maria do Céu Carmo Reis fue
responsable del Departamento de Información y Propaganda y participó en el
Departamento de Educación y Cultura del MPLA. Fue incluso objeto de persecución
de la PIDE (Policía Internacional de Defensa del Estado) y fue enjuiciada. Es
desde los años de lucha anticolonial que esta autora reflexiona sobre la
participación de las mujeres en la guerrilla[16].
Carmo Reis critica los condicionantes y las limitaciones
resultantes de la condición del ser social femenino en la sociedad
angoleña. A pesar de los límites, busca
reconstruir e historizar, a partir de los discursos nacionalistas, ciertas
representaciones de la mujer en Angola. El enfoque de la estudiosa tiene en
cuenta el espacio urbano específico de Luanda y un tiempo concreto que no es el
de la totalidad del proceso nacionalista. En sus argumentos enfatiza que si bien la posición de las mujeres declinó en el periodo
anterior a 1961 debido a las políticas de esa colonización tardía, incluso así,
ellas llevaron a cabo iniciativas que remodelaron sus vidas y las representaciones
sociales vigentes desafiando el orden hasta entonces establecido.
Otra iniciativa respecto al modo de organizar fuentes y
bibliografía, en el sentido de comprender de qué formas las mujeres angoleñas
se insertaron en la lucha anticolonial, viene de la mano de la historiadora Maria da Conceição Neto y de la
antropóloga Nicásia Matias,
a pesar de que tales investigaciones no han sido todavía publicadas (Paredes, 2015, 61)
En el libro Combater duas vezes – mulheres
na luta armada em Angola (Combatir dos veces. Mujeres en la lucha armada
en Angola), Margarida
Paredes relata que esa iniciativa fue del Gabinete de Estudios y Proyectos de
la OMA que en 1990 encomendó la investigación al Ministerio de Cultura de
Angola, nombrando como responsables a ambas profesoras. De esta iniciativa surgió
la ponencia titulada “História da OMA e da Participação
da Mulher Angolana na Luta de Libertação Nacional: Considerações acerca da Experiência”
(Historia de la OMA y de la
participación de la mujer angoleña en la lucha de liberación nacional), presentada en el IV Congreso
Luso-Afro-Brasileño de Ciencias Sociales en septiembre de 1996, en la UFRJ, Río
de Janeiro.[17]
Publicado en 2008 en Luanda, O livro da paz da mulher
angolana – as heroínas sem nome
(El libro de la paz de la mujer angoleña. Las heroínas sin nombre),
coordinado por Dya Kassembe
y Paulina Chiziane (2008), es otro emprendimiento que
conformó un equipo multidisciplinar de 18 personas de diferentes nacionalidades
-Angola, Mozambique y Noruega- reuniendo un conjunto de testimonios sobre
varios aspectos de la vida cotidiana de mujeres de diferentes áreas rurales de
Angola.
Es un libro de memorias femeninas que parte del registro
de la insatisfacción de las mujeres por su limitada participación en los
diferentes procesos de negociación de la paz en Angola. Durante la recopilación
de informaciones, las entrevistadoras se quedaron sorprendidas pues al tratar
de hablar de la paz, las mujeres primero
hablaban de las guerras (Kassembe y Chiziane, 2008, 14).
En la perspectiva de las autoras, es el “grito de millares y millares de
mujeres angoleñas a quienes les hubiera gustado contar con la oportunidad de
decir algo, de ser escuchadas, de poder explicar sus anhelos y la voluntad de
construir una nueva nación” (Kassembe y Chiziane, 2008, 15).
Las historias contenidas en el libro configuran un
poderoso arsenal de investigación y el descubrimiento de cómo mujeres comunes,
de diferentes áreas geográficas de Angola, reaccionaron ante los desafíos
impuestos por las guerras. Esas mujeres, al recordar sus experiencias
subjetivas, posicionaron cuestiones sensibles, que muchas veces incluían
recuerdos traumáticos de lo que habían vivido en la lucha como
guerrilleras.
Este conjunto de relatos escritos en base a testimonios
orales posibilita una mirada de las relaciones sociales en el periodo del
colonialismo tardío angoleño, donde se pueden observar indicios de las
interacciones en las formas de relacionarse, de percibir, comunicar, celebrar,
convivir.
Tal proyecto se inscribió en la memoria e historia de
Angola, en narrativas no tradicionales de participación en la guerra, en los
discursos de las heroínas sin nombre,
en los relatos al margen de las descripciones dominantes de participación en la
historia de la lucha anticolonial. El libro permite otras interpretaciones de
lo cotidiano durante guerra y además cuestiona las representaciones de las
mujeres comunes, supuestamente “remolcadas” por los movimientos de liberación.
En Luanda, otro esfuerzo embrionario respecto de dicho
tema, viene de la mano del historiador del Instituto Superior Politécnico Tocoísta/ISPT, Patrício Batsîkama[18]. En el artículo de
2016, titulado “A mulher na
luta de libertação e na construção do Estado-Nação” (La mujer en la lucha de liberación y en la
construcción del Estado-Nación),
publicado en el dossier “Áfricas” de la Revista Cantareira, el investigador escribe sobre la participación de las mujeres en
las Fuerzas Armadas, en la administración pública y en el aparato del Estado,
abordando el caso específico de Luzia Inglês Van-Dunem, primera Generala de las FAA en la reserva y ex
secretaria de la OMA/MPLA[19].
En el texto Batsîkama señala que,
a pesar de la multiplicación de voces femeninas en los espacios públicos, en
las redes sociales y en las plataformas de discusión, su crecimiento todavía es
tímido en la academia angoleña. El historiador afirma que existen discusiones
sobre el tema de la participación de las mujeres en la lucha de liberación de
Angola, aunque no “orquestada con pompa como tal vez a algunos les gustaría” (Batsîkama, 2016, 75).
Este es un artículo que parte de una perspectiva
tradicional, en la medida en que continúa vinculando esa participación a casos
excepcionales, como el de la figura histórica de Deolinda Rodrigues.
El historiador opta por enfatizar la historia de Luzia Inglês
Van-Dúnem, por su peculiaridad, “rica y típica de la
mujer guerrera angoleña” (Batsîkama,
2016, 73), no cita nombres de
mujeres de otros movimientos que hayan tomado las armas (concretas y
simbólicas) para alcanzar la liberación de Angola, o que no tengan el estatus y
graduación de Luzia Inglês, como agente civil y
militar.
Al realzar aspectos importantes que confieren a Van-Dunem cierta distinción, Batsîkama
afirma que sus orígenes “hubieran sido un motivo para su elegibilidad, a pesar
de poner en evidencia su trayectoria”, y que su aceptación en la lucha no
“puede ser vista como un favor machista,
sino por mérito” (Batsîkama, 2016, 80). Completa el autor:
Hija de un pastor
intelectual, la joven Luzia Inglês tuvo noción de la
importancia del know-how, la
tecnicidad profesional o la académica y las “ideologías anticoloniales” para
alcanzar la independencia. (...) es la misma postura que tomó en el liderazgo
de la Organización de la Mujer Angoleña,
aunque los contextos hayan cambiado. Durante toda la lucha de liberación, ella
desempeñó funciones militares. (...) El presidente del MPLA conocía a su padre
y la historia social del “capitán” Inglês, en la
instalación de la Iglesia Metodista en Angola, y eso nos parece –en nuestra
humilde opinión– una razón sensata (Batsîkama, 2016, 82).
Según el autor, durante mucho tiempo, Luzia Inglês tuvo la “responsabilidad de trabajar en las
políticas de inserción de la representatividad femenina y la reestructuración
de la familia angoleña”, pues “entre varios problemas identificados, se notaba
la pobreza simbólica de la mujer”, fuese académica, política, financiera o económica (Batsîkama, 2016, 84-85). Los frutos de esta participación surgieron en la creación del “Nuevo
Código de Familia, del Ministerio de la Familia y Promoción de la Mujer, en la
Constitución de Angola de 2010.” (Batsîkama,
2016, 72).
Para Batsîkama, la necesidad de
revalorizar a la mujer angoleña se justificaba incluso con base en los datos del
reporte del PNUD de 1997, en el alto índice de analfabetismo entre las mujeres
-un 75%, mientras que el de los hombres era de 24%-, lo que las convertía
supuestamente en “más vulnerables”, por no ser alfabetizadas. En palabras del
historiador:
La cultura representa
simbólicamente el valor sociohistórico de un pueblo, de manera que utilizar esa
teoría, en la institución del estado-nación es importante para eliminar la
pobreza simbólica que existe entre diferentes ‘grupos’ representativos que
ocupan el territorio. En ese aspecto, el fortalecimiento de la mujer es una
opción, puesto que justamente es resultado del propio mérito (Batsîkama, 2016, 86).
El autor referido da a entender, por ejemplo,
que tener escolaridad y ocupar altos cargos es una cuestión de “opción” y
mérito individual de la mujer. Y esto, ya sabemos que es cuestionable, dado que
el acceso a la educación y a los espacios de poder en Angola es una cuestión
social y política estructural del sistema patriarcal. Las mujeres se encuentran
excluidas del derecho a la educación y a espacios de poder. Además, una mujer
“empoderada” no necesariamente ocupa posiciones de poder en la sociedad, ni
tiene total libertad en el ejercicio de su función.[20]
Es evidente que en
este artículo, aunque no sea especialista en el asunto, el autor escribe con
vistas a valorar la presencia de la Mujer en la lucha de liberación de
Angola dándole visibilidad al tema a partir de un caso ejemplar. Sin embargo, a
lo largo del texto, continúa preso de la idea de la mujer como “educadora
primaria de las/os niñas/os”, “epicentro de la cohesión familiar”, “madre que
transmite los valores”, “centro de la estabilidad entre varias familias y
clanes” etc. El historiador no aborda
las diferentes y múltiples formas de participación de las mujeres, más allá del
papel tradicional asociado a su género como dimensión rígida, estática y
congelada.
En términos historiográficos se percibe un
movimiento endógeno de investigadores e investigadoras angoleñas y angoleños en
el análisis de temas de recopilación y producción de fuentes y bibliografía
conectados a la historia de las mujeres y, al mismo tiempo, se da la
formulación de un campo de estudios. Estos investigadores e investigadoras
buscan responder sus propios interrogantes y conocer las necesidades tanto
intelectuales como materiales de su sociedad.
En Brasil, en el área de Historia, el primer
trabajo sobre tal temática se titula Um outro
lado da guerra colonial – História de mulheres que participaram da luta pela Libertação de Angola (El otro lado de la guerra colonial. Historia
de mujeres que participaron de la lucha por la liberación de Angola (1961-1975) de Daiana Castilho Dias[21]. Esta fue una
disertación de maestría presentada en la Universidad de Brasilia en abril de
2002, cuando Luanda todavía vivía al calor de la guerra civil. Castilho Dias realizó
investigaciones en los archivos de Lisboa, puesto que en esa época debido a la
situación de guerra civil del país “los testimonios directos de las mujeres se
convirtieron claramente en poco probables” (Castilho Dias, 2002, 5).
En la tentativa de buscar otros relatos que no fueran de
ex guerrilleros o líderes de movimientos relacionados a una literatura llamada
“panfletaria” que promovía acciones del movimiento de Liberación, Daiana Castilho Dias investigó la
historia de mujeres angoleñas en los archivos de la Policía Internacional de
Defensa del Estado (PIDE/DGS), localizados en el Archivo Nacional de la Torre
del Tombo (ANTT) en Lisboa, Portugal.
Con base en una perspectiva de género, la investigadora
examinó más de 200 procesos, individuales y colectivos, con el propósito de
“observar, describir y analizar las imágenes de mujeres combatientes,
formuladas por sus compañeros de lucha, por las organizaciones en las que
participaban y por la política represiva del Estado” (Castilho
Dias, 2002, 7).
Castilho Dias identificó
que estas mujeres eran vistas como “putas comunistas”, “compañeras de lucha”
y/o “madres protectoras y cuidadoras”; todas ellas personificadas en la figura
de la “mujer combatiente”. En la definición de Margarida
Paredes (2015, 34), una ex-combatiente es aquella mujer que participó en una
guerra con arma en mano y sobrevivió al conflicto. Completa Daiana Castilho Dias:
(...) tres imágenes diferentes fueron
atribuidas a esas mujeres: los colonialistas las trataban como las “prostitutas, analfabetas y terroristas”,
mientras que los Movimientos de liberación intentaban transformarlas en “Diosas protectoras, guardianas del futuro de
la Nación que estaba por surgir”. Los compañeros de lucha vivían en
constante conflicto, pues debían “admitir” la presencia de mujeres en las
milicias sin verlas sexualmente y todavía más, intentando transformarlas en
“verdaderos hombres”, sin olvidar, no obstante, que eran el “sexo débil” y que
de ninguna manera significaban algún tipo de competencia a su dominación (Castilho Dias, 2002, 121).
Según la autora, estas imágenes impregnaron e
influenciaron de tal manera a la sociedad que es posible percibir por medio de
la documentación, que las propias mujeres asumían comportamientos diferenciados
durante la guerra de liberación, adoptando aquellos semejantes a los dichos
masculinos o masculinizantes, como por ejemplo en el uso de su indumentaria de
guerra.
Esta es una investigación valiosa desde el punto de vista
de la deconstrucción de estereotipos y de la discusión de la demarcación de
espacios entre hombres y mujeres en la guerrilla. La relación establecida entre
la represión del régimen colonial entre hombres y mujeres nacionalistas está
atravesada por estructuras de poder y, por ende, éstas deben ser estudiadas.
Sin embargo, bajo la idea de dar visibilidad y
deconstruir la pluralidad de imágenes negativas de la mujer guerrillera, Castilho Dias explora poco el
papel de las mujeres que desafiaron ese lugar común, puesto que las mujeres
enfrentaron los estereotipos como espías, informantes, instaladoras de bombas,
estando presentes o no en la dirigencia de organizaciones. Aunque de modo
diferente a como lo plantea Batsîkama, la autora
muestra relatos de mujeres hablando por sí mismas y actuando como sujetos de su
propia historia, aún cuando hombres y mujeres estuvieron unidos en la búsqueda
de un objetivo común y tales diferencias, a priori, no pudieron
aparecer.
En relación a
esto, en el texto Biografia, memórias coloniais e legados pós-coloniais
(Biografía, memorias coloniales y legados poscoloniales), Margarida
Paredes apunta que las africanas sufrían doble marginalidad, como mujeres y
colonizadas. Para la autora, ambas condiciones de marginalidad llevaron a las
mujeres a explorar nuevas formas de lucha y solidaridad, “porque los
movimientos de liberación subordinaban la emancipación de las mujeres a la
prioridad de la liberación nacional y ellas mismas -las mujeres que lucharon en
las guerras anticoloniales- no se identificaban como feministas” (Paredes,
2017, 405).
En ese sentido, a primera vista, parece que no hubo un diálogo
entre la participación de esas mujeres en los movimientos de liberación y en la
lucha feminista, pese a que las ideas de resistencia y enfrentamiento estuvieran
presentes como prácticas.
En el tercer capítulo de la disertación de Daiana, la
investigadora destaca las historias de vida de guerrilleras renombradas,
Deolinda Rodrigues e Irene Cohen y evidencia incluso,
el caso de la médica Ana Wilson y de la primera presidente de la OMA, Mariana
Ana Paz. En el cuarto capítulo, titulado: “Nosso
país é onde o coração está!” (¡Nuestro país es donde
está el corazón!) Castilho Dias analiza la historia
de mujeres como Alda Espirito Santo, Noemia de Sousa
y otras, algunas de ellas extranjeras, que lucharon por los mismos ideales de
libertad y justicia en la liberación de los países bajo dominio del
colonialismo portugués. Son mujeres que fueron “activistas” en varios
movimientos y “marcaron no solo la historia de liberación frente al
colonialismo portugués en sus países, sino que principalmente, influenciaron y
concientizaron a muchas otras mujeres y hombres que soñaban con una condición
más humana para el africano” (Castilho Dias, 2002, 105).
A pesar de no haber anexado las transcripciones de las
entrevistas que cita a lo largo del texto, la autora suma una recopilación de
nombres de activistas en las luchas de liberación que actuaron en el contexto
africano y en la clandestinidad, con número de juicio y carpetas contenidas en
el sector correspondiente de los archivos de la PIDE, una recopilación que
puede ser útil a otros investigadores.
Las luchas de liberación de los países africanos
sirvieron como base de formación para la actuación de mujeres en diferentes
espacios. Las constantes batallas contra el imperialismo, el colonialismo y el
racismo acabaron por demostrar que las mujeres también tienen un campo de
actuación, aunque solas no consigan reaccionar contra la red de elementos que
las encarcelan en un lugar de sumisión, incluso la historiográfica. Según Castilho Dias, “estas mujeres
penetraron un espacio definido por y para los hombres y marcaron presencia en
la guerrilla, donde actuaron en las más diversas actividades” (Castilho Dias, 2002, 121), pese a
que raramente hayan tenido un papel reconocido como sujetos de la guerra.
En ese sentido, el libro de la antropóloga Margarida Paredes, Combater duas vezes – mulheres
na luta armada em Angola (Combatir dos veces. Mujeres en la lucha
armada en Angola), fruto de
las entrevistas que la autora realizó a mujeres que combatieron en diferentes
formaciones políticas y militares de Angola como prisioneras de guerra y
disidentes, configura un extenso archivo “superior a una centena de
entrevistas, que pretenden contribuir a la construcción de memorias en femenino
en Angola, para su estudio e interpretación” (Paredes, 2015, 44-46). Explica
Paredes:
En el sentido de rescatar el papel histórico
y la memoria de la participación de estas mujeres en las luchas de liberación,
en los conflictos poscoloniales y en la construcción de los nuevos
estados-nación, incluso de aquellos que están siendo construidos bajo el signo
de exclusiones múltiples, como es el caso de Angola, creé un archivo de
memorias de guerra en femenino, dado que estos testimonios no solo permiten
salvar lo dicho para las generaciones futuras, sino también descentrar de
occidente las grandes narrativas y así revelar las operaciones del imperialismo
conceptual, intelectual (...) evidente en las formas del colonialismo y del
racismo (Paredes, 2017, 407).
Paredes amplia la investigación de Daiana Castilho Dias, abordando como
vivencia, testimonio y resistencia, la participación de las mujeres angoleñas
en el periodo de guerras de 1961 a 2002 por medio de narrativas biográficas
ancladas en la historia oral. La antropóloga portuguesa y también antigua
combatiente de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola
(FAPLA/MPLA) desde 1973, defendió su tesis de doctorado en 2014 en el Instituto
Universitario de Lisboa (ISCTE-IUL) y la publicó un año después. Margarida Paredes escribe desde la múltiple condición de ex
guerrillera, escritora y antropóloga, cruzando su historia de vida con los
pensamientos poscolonial y feminista (Paredes,
2017, 397).
Según la investigadora, el libro surgió de la demanda de
las propias combatientes angoleñas, que reclamaban la falta de visibilidad y
acceso al espacio público como sujetos históricos, “muchas de ellas se quejaban
del silenciamiento y del hecho de que los hombres se apropian de la Historia y
del protagonismo en ese proceso” (Paredes,
2017, 403). Paredes afirma que, el
“deseo de protagonismo evidenciado por las entrevistadas se inscribe también en
la conciencia subjetiva que tienen las veteranas de que el reconocimiento de
sus luchas contribuirá a aumentar la representatividad política de las mujeres”
(Paredes, 2015, 47).
Por tanto, según la autora, la historia de las
excombatientes, “sus compañeras de armas”, no puede ser estudiada como una
categoría monolítica o grupo homogéneo, porque, “como recuerda Jacklyn Cock, estas mujeres
tienen edades, niveles educativos, contextos culturales y vivencias personales
y políticas muy diversas”, de ahí la importancia de las intersecciones de
categorías que permean lo racial, social, religioso etc., las cuales operan en
el periodo de guerra atravesadas por el género (Paredes,
2017, 34).
Paredes comenta
que la Historia con nombre, cuerpo, voz, emoción y esperanza se confronta con
la teoría crítica de los estudios subalternos, que plantea a un sujeto femenino
silenciado, apagado y/o marginalizado de la Historia y de los discursos hegemónicos.
En esa perspectiva y siguiendo a Gayatri Spivak (2010), ella argumenta que las mujeres africanas no han estado
en silencio, sino que no han sido escuchadas ni comprendidas, porque “otros/as”
han hablado por ellas o en sus nombres. “Este peligro de constituir el “otro”
como objeto de conocimiento puede llevar a los intelectuales a intermediar el
habla de los “subalternos” y a tener la ilusión de que pueden hablar por ellos”
(Paredes,
2015, 50-51).
En esta línea de pensamiento, como dije anteriormente, en
la discusión de género propuesta en su investigación de doctorado interesa el
lugar de enunciación de las mujeres angoleñas, su agencia y su protagonismo
como formas de acción institucionalizada o no, pese a que “resulte imposible
que el “subalterno” sea escuchado sin interpretar los mecanismos de dominación
de poder encubiertos por la ideología dominante, por relaciones de poder
desiguales” (Paredes, 2015, 51).
La investigación de Margarida
Paredes permite comprender las luchas de liberación y la guerra civil debido al
sentido presente en las narrativas de las antiguas guerrilleras del Movimiento
Popular por la Liberación de Angola (MPLA), así como de las mujeres-soldado de
las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola (FAPLA) o de las ex
combatientes del Frente Nacional por la Liberación de Angola (FNLA) y de la
Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA).
Tales relatos nos invitan a revisitar los aspectos
contextuales de esos dos periodos: el de la independencia (1960-1975) y el de
la guerra civil (1975-2002), abordados como un “único” conjunto por Margarida Paredes, buscando tejer comparaciones, cruzar
testimonios y contrastar historias. Considero que desde el punto de vista
histórico debe prestarse atención, dado el carácter diferenciado de esos
momentos y sus peculiaridades, a pesar de ciertas continuidades en varias
experiencias.
La primera guerra ocurrió cuando Angola todavía estaba
bajo el mandato del colonialismo portugués y vivía a la sombra del
luso-tropicalismo, al mismo tiempo que grandes centros urbanos como Luanda
pasaban por un periodo de crecimiento económico e industrial. La segunda guerra
estalló cuando abiertamente las élites africanas se disputaban el poder,
confrontándose entre sí, lo que no significa que eso no ocurría antes. Fue éste
el momento en que hubo un mayor número de muertes, y mayor introducción de
arsenal armamentista y la implicación directa de potencias extranjeras en la
disputa, etc. Ocasión también en que las angoleñas ya estaban organizadas e
insertas en los destacamentos militares de los movimientos de liberación,
estructurados efectivamente a partir de 1974. Por todo esto, se trata de dos
periodos históricos que deben ser cuidadosamente historizados.
Tanto el trabajo de Daiana Castilho
Dias como el de Margarida
Paredes utilizan la perspectiva de género para contestar la desigualdad de
poder entre hombres y mujeres en Angola. Se trata de la consolidación de
mujeres intelectuales mediante investigaciones a un nivel de posgrado en un
movimiento que parte de afuera hacia adentro en relación al campo de estudios
de historia de las mujeres de Angola. Son trabajos precursores en el tema, que
fundan líneas de investigación en el área de género en Brasil y en Portugal, y
amplían los enfoques sobre la cuestión en los países de lengua portuguesa. Poco
a poco, este tipo de investigaciones renuevan el campo de estudios con otros
enfoques, no necesariamente nuevos, pero con perspectivas renovadas para el
análisis de cuestiones anteriormente abordadas.
El artículo titulado “Intimating
Nationalism: Gender in the MPLA’S maquis”
(Nacionalismo íntimo: género en
los maquis del MPLA) de la historiadora estadounidense Marissa J. Moorman (2016) suma esfuerzos a la comprensión de las
vivencias de las mujeres en la guerra. Publicado en 2016, es un texto que
utiliza la experiencia de investigación de un trabajo anterior sobre la música
en los musseques de Luanda, para posicionar cuestiones
de género.[22]
Basándose en las memorias de jóvenes oficiales, en sus descripciones de la vida
cotidiana en los campos de lucha, en el profundo aburrimiento de marchar,
acampar y esperar, Moorman revela los detalles de la
convivencia entre hombres y mujeres, definida también por el género.
Para la estudiosa, el tropo de la
familia como elemento clave que conecta la nación, continúa siendo una
narrativa poderosa de determinación de papeles. Moorman
dialoga con la publicación de Margarida Paredes (2010) sobre Deolinda Rodrigues
y la influencia de la familia metodista en el seno de la familia MPLA resultado de una moral y una ética heredadas del
puritanismo protestante Lo que induce a ambas investigadoras a pensar que los
“dirigentes fueron llevados a reproducir modelos y estándares de esa cultura
religiosa en su modus operandi, en el
movimiento de liberación” (Paredes, 2010, 14). Paredes se arriesga a afirmar que el
autoritarismo del MPLA al exterior, erudito y masculino -como la antropóloga lo
describe-, puede tener relación con el paternalismo característico de las
misiones metodistas.
De acuerdo con Moorman (2016),
si bien la familia fue el principio fundamental hegemónico para la comprensión
del género y la nación, también podía ser comprendida como un espacio dinámico,
en el que las tensiones se manifestaban como alegoría, más que como metonimia
para la nación. Es decir, interpretada no como un modelo estancado, sino como
un lugar donde el poder opera, no sólo como símbolo.
Para la investigadora, en las familias MPLA y en la
familia nacional en formación, las mujeres fueron figuras “ambivalentes”, con
papeles e imágenes el movimiento buscaba definir. Y aunque patrones retóricos
como “padre de la nación”, “patria”, “hijos de la tierra”, estuviesen presentes
en las narrativas de nacionalistas angoleños, las mujeres no estuvieron
limitadas a seguir el ejemplo de los hombres, al contrario, fueron también una
fuerza motora. No estaban menos comprometidas con la lucha por la nación de lo
que estaban los hombres, aunque estuviesen situadas de maneras diferenciadas en
relación y dentro de la lucha anticolonial.
Según la investigadora, ellas se involucraron en trabajos
que desafiaron las nociones existentes de feminidad. En el exilio, por ejemplo,
Moorman menciona el caso de aquellas mujeres que
aprendieron nuevas habilidades en países del bloque soviético y condujeron
camiones, transportaron armas escondidas, actuaron como espías, trabajaron en
logística y combatieron en la lucha armada en las regiones militares del MPLA.
Lo que no solo perturbó las nociones de feminidad prevalecientes en la sociedad
angoleña colonial tardía y dominantes en los liderazgos del MPLA, sino que también
implicó energía retórica para contener los elementos subversivos de ese
trabajo.
La estudiosa afirma que la propaganda que describió la
participación de las mujeres buscaba atraer y movilizar a aquellas que todavía
no estaban implicadas en la lucha anticolonial como madres, protectoras de la
comunidad, esposas, hijas, etc. No obstante, tal retórica fue alternada entre
el estatus ambivalente de las mujeres, los contornos mutables de la feminidad y
los discursos de quienes producían sus representaciones. La historiadora asume
que el MPLA, vía la OMA, en sus pronunciamientos oficiales apoyó la
participación de las mujeres en la lucha de liberación, a pesar de que tanto
dentro como fuera del movimiento estuviesen bajo la tutela de los hombres.
Moorman explica que existían fuerzas sociales y
culturales que restringían inclusive la vida íntima de las mujeres. Dentro de
los maquis y/o del movimiento en general, a veces el MPLA asumía funciones de
estado, facilitando por ejemplo las uniones entre guerrilleros y guerrilleras.
Esas uniones proporcionaban una forma de construcción nacional basada en un
modelo revolucionario, pero que continuaba siendo liderado por hombres. Las
reglas y restricciones de la vida íntima de las angoleñas y angoleños que
participaban de la lucha de liberación buscaban moldear la sexualidad y crear
una nueva masculinidad que por el bien de esa nación emergente era sexualmente
disciplinada, monógama, estaba educada políticamente y era obediente a los
mandos del movimiento.
El trabajo de Moorman acentúa
la falta de reconocimiento oficial de las contribuciones femeninas y se centra
en las experiencias desde el punto de vista de la historia social, como el
ejemplo que presenta de una boda donde el MPLA se convierte en una autoridad
propia que sanciona el establecimiento de la familia.
El último trabajo del que tengo conocimiento, como
contribución a la discusión de género y lucha de liberación nacional en Angola,
es el de la filósofa keniana y doctora en estudios de género y sexualidad por
la Universidad de California, Berkeley, Selina Makana
(2017).
Con una investigación reciente y habiendo presentado su
tesis de doctorado en 2017, Selina Makana explora la
compleja relación de las mujeres en las guerras y la militarización. La
investigadora narra las múltiples formas en las que las mujeres angoleñas
fueron implicadas por esa interacción en los conflictos armados de la
independencia (1961-1975) y de la guerra civil (1975-2002) angoleña.
La filósofa comparte el consenso entre las investigadoras
anteriormente mencionadas, sobre la invisibilización
narrativa de mujeres en la historia nacional de Angola. A pesar del intento, ya
señalado por Moorman (2016) de visibilización
propagandística y panfletaria de los movimientos, en la concepción de Makana se recurrió a la “implantación del tropo de la
maternidad” como incentivo a la participación de mujeres en la lucha. Incluso
así, el espacio altamente masculinista de la lucha
armada contribuyó a la invisibilidad de las combatientes.
En su tesis, Selina Makana
tiene el propósito de restaurar la narrativa de mujeres en la historia del
nacionalismo angoleño, demostrando que ellas también fueron co-creadoras
de esa historia. El descontento anunciado por la propia investigadora es acerca
de las representaciones estereotipadas de mujeres africanas en las narrativas
de guerra.
La investigadora realizó un trabajo de campo etnográfico
que incluyó la realización de entrevistas orales (formales e informales) con
veinticinco mujeres, además de investigación en los archivos de Lisboa y revisó
reportes de Naciones Unidas, del gobierno angoleño, del MPLA, de ONG’s (por ejemplo, Human
Rights Watch y Amnesty International), etc. Este estudio atraviesa
diferentes espacios geográficos durante el proceso de investigación y
escritura.
Según Makana, el género fue
principio organizador de la militarización en la sociedad angoleña. En ambas
guerras fue organizado, financiado, comercializado, consumido y mantenido. Y a
pesar de las restricciones patriarcales dentro de los movimientos
nacionalistas, la lucha armada ofreció a las mujeres una oportunidad de
representar su agencia como sujetos políticos. Algunas mujeres vieron al servicio
militar como una posibilidad de movilidad socioeconómica ascendente.
Esa relación compleja, entre las mujeres, la guerra y su
invisibilidad, habría llevado a estudiosos y activistas a defender la idea de
que cuantas más mujeres entraran en el mundo del combate, como una oportunidad
para alcanzar igualdad de derechos, esto sería liberador en cierto sentido.
Según Makana, ser parte de las fuerzas armadas,
principalmente después de 1974, año de creación del destacamento femenino
armado del MPLA, proporcionaba una oportunidad de expandir las normas de género
que inicialmente restringían a las mujeres a papeles no combativos.
Para la investigadora, la entrada de las mujeres en esos
espacios tal vez pueda ser vista como una estrategia para desafiar las nociones
hiper masculinistas existentes en la época. Los
cuerpos de las mujeres soldados exigieron inclusión, transgredieron y socavaron
las fronteras que los definieron, a pesar de no haber eliminado o incluso
corrompido el poder patriarcal de los movimientos nacionalistas.
La estudiosa argumenta que, si bien las motivaciones de
ingreso en las fuerzas armadas fueron diferenciadas, las angoleñas también se
unieron a las diferentes instituciones militares porque tenían un fuerte
sentido de patriotismo y lealtad para con el país. Otras usaron las guerras
para redefinir los modelos de feminidad africana y las ideologías de género que
continuaban considerándolas apolíticas.
Makana interpreta los testimonios de las mujeres
angoleñas como contra-narrativas que demuestran la agencia y la resiliencia de
las mujeres, y nos permiten conocer lo que percibían sobre los roles que
desempeñaron en el cuerpo político de la nación. La lucha armada habría
ofrecido a las mujeres espacios para escenificar su agencia como sujetos políticos,
protagonistas de su propia historia.
En su tesis la investigadora keniana reflexiona sobre la
compleja relación entre la maternidad y las revoluciones armadas, ya que ambas
cuestiones involucran el nacimiento y el cultivo de una nueva nación. En Angola,
en los tres movimientos, MPLA,
FNLA y UNITA[23], el tropo de la
maternidad fue herramienta movilizadora de la inclusión de mujeres en la
guerra. Mientras tanto, si este “tropo de la maternidad” ofreció a las mujeres
una identidad política emancipatoria o no lo hizo, es un debate en curso.
Makana destaca que no basta realzar las
contribuciones de las mujeres en las historias nacionales, desconsiderando sus
traumas, las formas de violencia inscritas en los cuerpos de las mujeres en
tiempos de guerra, los procesos de luto y de volver a comprometerse con la vida,
puesto que esa historización del pasado reproduce una memoria colectiva basada
en borrones y silencios. De acuerdo con la estudiosa, toda mujer angoleña tiene
cicatrices visibles e invisibles derivadas de la guerra (estupros y violencia).
Estas investigaciones enfatizan la pertinencia de
recordar la presencia de las mujeres en la historia y cuestionan los lugares a
los que fueron tradicionalmente relegadas.
Por tanto, consideré conveniente esbozar en trazos generales, un breve
recorrido histórico de los estudios de género que asocian a la mujer y la
guerra. Los trabajos sobre el papel de las mujeres en las guerras, aunque
existen, están muy lejos de lo deseado y todavía queda mucho por hacer. En el
exterior, existe una mayor divulgación del papel de las mujeres de la
Organización de las Mujeres Angoleñas (OMA), constituida en 1961 (Ferreira,
2018, 54).
En esta discusión historiográfica, como estrategia para
incluir los estudios anteriormente mencionados sobre la participación de las
mujeres angoleñas en la primera guerra, mapeé las historias de sujetas anónimas, no militarizadas, de las
diferentes áreas rurales de Angola, mujeres comunes, principalmente campesinas,
que participaron en la cobertura de la retaguardia, en una perspectiva de
historias en plural. Faltan elementos sobre la participación de las mujeres de
áreas rurales, poco o muy afectadas por la guerra, para un mejor conocimiento
del trabajo que desarrollaron las mujeres durante la lucha anticolonial. Tal
tema exige una investigación muy profunda.
También contamos en portugués con el artículo de Aurora
da Fonseca Ferreira (2018), “La contribución de la mujer en la formación del
saber y del conocimiento”, publicado en 2018, en la 2ª edición de la obra A mulher em
África, vozes de uma margem sempre presente (La mujer en África, voces de un margen
siempre presente), organizada
por las investigadoras Inocência Mata y Laura Cavalcante Padilha, que esboza
brevemente el papel de la mujer angoleña en la liberación e independencia del
país y en el periodo pos independiente.
Ferreira corrobora la idea inicialmente enunciada de que
la conquista de los derechos de las mujeres en Angola ganó expresión
principalmente con la lucha de liberación. La autora expone que
durante ese periodo, el lugar ocupado por las mujeres en la sociedad angoleña,
de modo general, fue fruto de sus propias conquistas.
La autora comenta la importancia de la Organización de la
Mujer Angoleña (OMA) para la movilización y ampliación de sus bases después de
la liberación del yugo colonial. La OMA busca “establecer el papel de la mujer
angoleña, políticamente encuadrada o no, en el desarrollo de la lucha de
liberación nacional”. Sin embargo, la situación de las mujeres en el ámbito de
los objetivos de la lucha protagonizada por la Unión por la Liberación Total de
Angola (UNITA) o incluso por el Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA)
no es discutida, posiblemente debido a la falta de preservación de los archivos
de esas instituciones, teniendo en cuenta principalmente el contexto de guerra
civil ocurrido en el periodo posterior a la independencia.
Según la investigadora, el largo período después de la
independencia puede ser interpretado como un momento de ruptura en el marco del
proceso general de lucha por la emancipación, “aunque retomando la “tradición”
para la propuesta del análisis tradicional del lugar de la mujer, en el sistema
de producción de la relación entre familia y trabajo”, situaciones colocadas
como formas de opresión y explotación.
Pese a la falta de datos estadísticos, Ferreira sostiene
que parece haber sido en la pos independencia que las conquistas de las mujeres
ganaron un mayor impulso con el aumento del nivel de formación escolar,
posibilidades de matriculación y educación pública y gratuita como impulsoras
del nivel escolar de la población femenina. Completa Ferreira:
En conclusión, podemos percibir que fue la
preocupación de incentivar un mejor conocimiento del comportamiento de la
mujer, su rol, su función y, por consiguiente, comprender su lucha en las
sociedades africanas de Angola, lo que nos llevó a mostrar la importancia de
las investigaciones sobre las mujeres y las sociedades o comunidades en las que
se inscriben. De este modo, pensamos que puede ser posible saber en qué medida
la condición de la mujer angoleña (africana) tuvo causas y recorridos idénticos
a otros, en diversas partes del continente y del mundo (Ferreira, 2018, 65).
Conforme a lo que afirma Ermelinda Liberato
(2016) en el artículo que traza reflexiones en torno a la condición de la mujer
angoleña en los 40 años de independencia, lo que se sabe sobre las condiciones
de vida de las angoleñas y en particular sobre su posición en la sociedad (y
durante las guerras) es mucho más complejo de lo que los propios documentos nos
muestran.
Henda Ducados (2000), en el artículo “Angolan Women’s Survival in Times of War in an All-Men’s
Show” (La supervivencia de las mujeres angoleñas en
tiempos de guerra en un espectáculo exclusivamente para hombres),
argumenta que la pos independencia tendió a invisibilizar y reforzar
estereotipos de género en el ámbito de la política formal pese a que las
mujeres habían participado en la lucha de liberación. Ducados explica que los
intereses de las ex combatientes rara vez fueron priorizados en situaciones de
posguerra, mientras que los varones ex combatientes y sus familiares fueron
foco de la reintegración, reforzando el modelo del hombre como sustentador del
hogar. La violencia de género y el abuso sufrido por las mujeres durante las
guerras también fue desatendido. Para la autora, los intereses de las ex
combatientes están en segundo plano en comparación con los de sus colegas
varones en la posguerra. Sin derechos, las mujeres se encuentran subordinadas a
los intereses del partido marxista que relega a un segundo plano el debate de
género. Resume Paredes:
Ducados considera que el
machismo arraigado en los valores tradicionales africanos y en las prácticas masculinistas latinas, heredadas de los portugueses, hicieron
muy difícil a las mujeres desafiar el funcionamiento de la sociedad angoleña.
(...) En el análisis de la OMA, se argumenta que esta organización sufre de las
limitaciones comunes a las organizaciones de mujeres en contextos dominados por
el partido único marxista, en el que los derechos de las mujeres son
subordinados a los intereses del partido, restringiendo la lucha por una agenda
de emancipación y fortalecimiento de las mujeres. (Paredes, 2015, 65)
Esto significa que el género no fue una
problemática central para los movimientos de liberación. Mbembe
(2001) ya subrayó que durante el largo proceso de descolonización muchos
líderes de la resistencia dudaron entre opciones de principio y alianzas
dudosas y siguiendo una línea en zigzag, se situaron en una zona ambigua de
incógnita dependencia. Tal inadecuación originó otras estructuras, incluyendo
el movimiento de mujeres y el (los) feminismo(s), que en los años 70 conforme
fue presentado inicialmente, buscaron comprender clase, género, raza, nacionalidad,
tradición, entre otras construcciones sociales en la génesis de la opresión y
liberación de las mujeres.
Por tanto, son pocos los trabajos que abordan
tal temática, pese a que hoy las mujeres ocupen espacios importantes en el
mundo en general y en la sociedad angoleña en particular. Margarida
Paredes hace referencia a algunos trabajos escritos en inglés y de poca
circulación en los países de lengua portuguesa, los que además no se encuentran
en internet. La autora menciona, por ejemplo, la investigación del antropólogo
estadounidense Don Barnett y de Roy Harvey (2015), en el libro The Revolucion in
Angola: MPLA, Life Histories and Documents
(La revolución en Angola: MPLA,
historias de vida y documentos), sobre la historia de Marsha, una
recluta que se adhiere a la guerrilla a los 14 años siendo la única mujer en un
grupo de 90 instructores. Paredes cita una obra publicada en 1984 por la OMA, Angolan Women Building the Future, from National Liberation
to Women’s Emancipation (Mujeres angoleñas construyendo el futuro,
de la liberación nacional a la emancipación de las mujeres), en la cual la
organización defiende que “las transformaciones sociales que la revolución
promovió habrían contribuido a la emancipación de la mujer al rechazar valores
tradicionales y coloniales”, pese a
que no haya considerado las relaciones desiguales entre hombres y mujeres como
una contradicción principal dentro del propio MPLA (Paredes, 2015, 59).
Paredes hace también referencia al artículo
titulado “Men in Our
Country Behave Like Chiefs, Women and the Angola Revolution” (Los
hombres de nuestro país se comportan como jefes, las mujeres y la revolución de
Angola) de Catherine V. Scott,
publicado en 1984, en el libro Women and Revolution in Africa, Asia and the New World (Mujeres y revolución en África, Asia y el
Nuevo Mundo), en el que critica a
la OMA por evitar el análisis de género dentro del MPLA, sin tomar en
consideración la opresión masculina sobre las mujeres del partido (Paredes, 2015, 63).
El artículo de la investigadora holandesa
Inge Brinkman (2003), “War, witches and traitors:
cases from the MPLA’s Eastern Front in Angola (1966-1975)” (Guerra, brujas y traidores: casos del Frente
Oriental del MPLA en Angola 1966-1975), trata de las acusaciones, juicios y ejecuciones de brujas y
traidores en el Frente Oriental del MPLA en Angola. Según la estudiosa, estos
eventos no son parte del retrato general del MPLA como movimiento socialista y
secular, apoyado por la población angoleña sin recurrir a la fuerza. El texto
aborda cuestiones de género en la guerrilla, así como, de modo tangencial, la
política del MPLA en el interior del país durante la guerra.
De los trabajos aquí analizados, se percibe,
por tanto, un mayor número de publicaciones en los países de lengua inglesa,
habiendo así la necesidad de mayor circulación del tema en los países de lengua
portuguesa, yendo más allá de los artículos, tesis de maestría y doctorado, con
investigaciones que densifiquen las múltiples perspectivas de la participación
de las mujeres angoleñas.
Consideraciones finales
En Angola, los
feminismos africanos se constituyen a partir de los años setenta del siglo XX,
no precisamente como grupos sino más bien a partir de la elaboración de una
serie de reflexiones. Anteriormente, hubo “movimientos” de mujeres angoleñas
que en las luchas por la independencia combatieron al “lado de los hombres”. No
se dio, por tanto, un diálogo explícito entre el movimiento de esas mujeres de
la lucha armada y la lucha feminista, pese a que sus ideas de resistencia y
enfrentamiento estuvieran presentes en sus prácticas.
Las luchas de liberación
sirvieron como base de formación para el surgimiento de la organización de mujeres
dentro de los movimientos de lucha armada y, posteriormente, de los feminismos
africanos.
Al mismo tiempo, las
narrativas de combate a la colonización fueron construidas en masculino y las
mujeres ocuparon un espacio periférico en tales discusiones, a pesar de que
participaron activamente en todos los frentes de combate. Por este motivo, mi
exposición enfatizó, en primer lugar, en algunos debates de los feminismos
africanos para después abordar una reflexión sobre el campo historiográfico e
interdisciplinar de los estudios sobre mujeres y género en Angola. Entiendo que
ese diálogo está presente, aunque por momentos aparezca apenas implícito.
En el transcurso de este
artículo percibo la constitución de un campo de investigación temático e
historiográfico de estudios de género y la participación de las mujeres en las
guerras de liberación de Angola. Debido a las condiciones de guerra, la
investigación se convirtió en una actividad compleja y la aproximación a la
participación de las mujeres rurales anónimas fue infrecuente; los imperativos
de la construcción nacional encapsularon los relatos históricos en la
conformación de figuras míticas o “heroínas”, representando a mujeres que
habían participado en los combates. Con
la excepción del trabajo de Kassembe y Chiziane, se percibe, sin embargo, un interés en las
narrativas que abordan las experiencias de mujeres integrantes de la OMA/MPLA.
Esto revela indicios de un mayor problema respecto a la producción de las
fuentes escritas, que no se perdieron en el transcurrir de las guerras y que por tanto, son accesibles a los investigadorxs.
Por dar un ejemplo, es posible acceder a registros documentales que no están en
las instituciones públicas sino bajo la tutela de ciertas personas que han conservado
documentos, material privado, etc. En ese contexto de guerras, cualquier
persona puede adquirir un documento. Estas y otras prácticas de conservación de
fuentes escritas no producen un archivo en el sentido oficial, pese a que
reconstituyan la idea del documento como instrumento político e
ideológico.
Este campo de estudios
se ha ido expandiendo gracias a dinámicas epistemológicas propias y endógenas de
investigadores e investigadoras angoleñas en el análisis de temas, tratamientos
diferenciados, recolección de testimonios, fuentes escritas y producción
bibliográfica. Tales estudios intentan responder a sus propias cuestiones y
satisfacer las necesidades, tanto intelectuales como materiales, de producción
científica sobre/de su sociedad, incluso frente a las tensiones entre memoria/recuerdo/evocación
del pasado y de la producción de los discursos sobre este pasado-presente. La
agenda de investigación desarrollada dentro del campo intelectual angoleño en
el presente siglo se enriquece de los aportes relevantes realizados desde Brasil
(Daiana Castilho Dias),
Portugal (Margarida Paredes) y Estados Unidos (Marisa
Mormanm y Selina Makana).
En este momento en que
las conquistas de las mujeres ganan un mayor impulso, considero que el campo,
como un área de conocimiento sistematizado, está adquiriendo formas más
definidas con trabajos como el de Henda Ducados
(2000), Emerlinda Liberato (2016) y Aurora Fonseca
Ferreira (2018). Intelectuales angoleñas que cuestionan las estructuras y
discuten las condiciones de vida de las angoleñas, y en particular sus posiciones
en la sociedad, evidenciando la violencia y las negligencias frente a los
constantes abusos contra las mujeres. Estas investigadoras valoran no sólo la
historia de las mujeres sino también los estudios de género con interés en
reforzar la agenda de emancipación y empoderamiento de las mujeres como parte
del legado de la lucha anticolonial. A pesar de esto, todavía no existe en
Angola un centro de estudios de género propiamente dicho, con vistas a fomentar
más investigaciones en dicha área.
Pretendí, por tanto,
realizar un análisis historiográfico panorámico sobre la escritura de la
historia de las mujeres en Angola, pero también en el exterior. Respecto a la
participación de las mujeres en la guerra, sus debates y significados en la
escritura de la Historia, puede afirmarse que las discusiones han oscilado en
torno a las discusiones sobre representaciones de las grandes narrativas de
carácter ejemplar, las actividades y discursos de organizaciones femeninas, más
concretamente de la OMA/MPLA y la experiencia de mujeres anónimas. Avanzando dentro
de lo que las condiciones que los testimonios orales y registros escritos
permiten.
Después de años de
guerra y la construcción de sus propios procesos democráticos en el largo
período poscolonial, pensar en Angola requiere equilibrar y reformular ideas,
narrativas y marcos teóricos. Las fuentes orales y escritas, que no son tan
escasas como imaginamos, son herramientas importantes en este proceso de
reflexión.
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Fuentes
Provincia de Angola
Diário de Luanda
Semanário de Opinião e Informação
Archivos
Archivo de la Biblioteca Nacional de Angola
Recibido: 30/11/2020
Evaluado: 20/01/2021
Versión Final: 24/02/2021
[1] Este artículo es resultado de la ponencia
presentada en el Coloquio "As Mulheres na Clandestinidade e na Guerrilha.
O papel das mulheres na Luta de Libertação Nacional: 1950-1975", realizado
por la Biblioteca Nacional de Angola, en el ámbito del Ministerio de Cultura,
en Luanda, entre los días 27 y 28 de marzo de 2019. El texto original fue
presentado por la autora en portugués, su traducción estuvo a cargo de Paola
Marugan Ricart.
[2] En el Doctorado correspondiente al Programa de posgrado en Historia de la
Universidad de Brasilia.
[3] La kisaka o Quizaca es un plato típico de
la cocina tradicional angoleña hecho de las hojas de la planta de yuca. (N.T.)
[4] Archivo de la Biblioteca Nacional de Angola. Periódico
Provincia de Angola, febrero de 1972.
[5] Utilizo el término “movimientos”,
deliberadamente, para sugerir la movilización de mujeres en varias direcciones
y el carácter dinámico de los intercambios entre las propias mujeres, mujeres y
hombres, e incluso, evocar las asociaciones de estas dinámicas propiamente
femeninas como política.
[6] Las feministas africanas se concentran en la
experiencia de las mujeres africanas y resaltan las diferentes formas de
opresión a las cuales estas mujeres están sujetas bajo otra óptica. El esfuerzo
aquí no es de categorizar o clasificar las obras de las feministas africanas,
sino analizar algunas implicaciones teóricas que el uso del término acarrea.
[7] Según Maria do Céu Carmo Reis (1987), fue
sobre todo en el siglo XIX, que las mujeres pertenecientes a la sociedad
criolla desempeñaron un papel activo en el marco de redes ideológicas primarias
como la familia, grupos de alianza, asociaciones de solidaridad, etc. De la
profusión de esas prácticas, emergerán las figuras simbólicas, ricas de
significados, de las mujeres abastecedoras, fundadoras, conspiradoras, aquellas
que armonizaron los ciclos de vida y ritualizaron los intercambios humanos.
[8] Sobre la cuestión de la mujer en la Historia
de la Angola pre colonial, existen estudios recientes de las investigadoras
brasileñas Renata Costa (2014) y Vanessa dos Santos Oliveira (2018),
remontándose a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Centrándose en
el siglo XVIII, las investigaciones de la historiadora brasileña Selma Pantoja
(2004) y del historiador canadiense José Curto (2016) también deben ser
consideradas.
A lo largo del tiempo,
es la bibliografía la que va expandiendo el conocimiento sobre este periodo
específico de la Historia de Angola, a pesar de que las lagunas todavía sean
inmensas.
[9] Diário
de Luanda. 4 de julio de 1975.
[10] Diário de Luanda. 4 de julio de 1975.
[11] Zeleza
apunta que las historiadoras feministas tienen una agenda doble acerca de la
necesidad de escribir la historia de las mujeres y la historia del género. La
historia de las mujeres, como se afirma en el cuerpo del texto, se dedica a las
experiencias, actividades y discursos femeninos. Sin embargo, la historia de
género proporciona análisis sobre cómo opera esta categoría por medio de una
cultura específica. Para el autor, ambos dominios son complementarios y deben
reforzarse mutuamente (Zeleza , 1997, 30-31).
[12] Criolla fue la
élite angoleña que hasta mediados del siglo XIX participó del tráfico de
esclavos y a lo largo de los años, en su posición de intermediaria, integró
también los órganos administrativos y militares en la colonia, además de la
Iglesia Católica y sus hermandades. La disgregación de las elites criollas se dio con la cada vez más frecuente presencia de colonos recién llegados
de Portugal y la emergencia de una élite asimilada de piel más clara y
procedente de la costa. Los factores raciales y regionales fueron usados como
armas para deteriorar las relaciones entre esas élites criollas y los nuevos asimilados. A pesar de eso e incluso con su
declive socioeconómico, en estas élites continuaba presente: 1) la consciencia
de su historicidad y la memoria de una época en que disponían de puestos
importantes; 2) la memoria del tiempo en que poseían recursos económicos; 3) la
posición que mantuvieron antes de intensificarse la penetración colonial
portuguesa a partir de finales del siglo XIX. (Bittencourt, 2002, 33)
[13]“… para cimentar esta acción, la palabra de
orden dirigida especialmente a las mujeres y rica en carga emocional, hace su
aparición: “Unidas venceremos”.
[14] “Ella será mujer-pueblo”.
[15] “… ser mujer-pueblo es calificar a la mujer
de tal manera que su condición de mujer, siendo subsidiaria, no puede aparecer
casi sin calidad”.
[16] La referida investigadora viene
reflexionando al respecto desde los años de guerra. De 1974, en el periódico Semanário de Opinião e Informação, encontré
el texto de Maria do Céu Carmo Reis que versa sobre la mujer angoleña en la
revolución y en la lucha por la emancipación de las mujeres. Semanário de Opinião e Informação. Nº
11, 21-27 de diciembre de 1974.
[17] Desafortunadamente la copia todavía no se
encuentra disponible en internet.
[18] Es también de Batsîkama el reciente artículo
de 2020 publicado en la Revista Áfricas, sobre
Deolinda Rodrigues, titulado “O poder
no feminino. Caso da Deolinda Rodrigues, ‘Langidila’” (El poder en el
femenino. El caso de Deolinda Rodrigues “Langidila”). El texto es un elogio a la figura de la guerrillera. En la
perspectiva del autor, Deolinda reunió todos los presupuestos para ser
integrada al “panteón angoleño de los héroes nacionales”. Como tal, fue
condecorada con la Orden de la Independencia, 1º grado, por el presidente de la
República João Lourenço (en 2019).
Reclama su lugar de “casi-fundadora” del MPLA y busca demostrar el
carácter de la construcción social de la exclusión de género en Angola. Por
motivos ya esbozados a lo largo del artículo, no me detendré en tal publicación
(Batsîkama, 2020). El texto es de fácil acceso en internet.
[19] Luzia Inglês es hija de Guilherme Pereira
Inglês, quien lideró actos políticos subversivos entre 1957 y 1960.
[20] Considero que en una sociedad desigual, el
poder es más una cuestión de privilegio y acceso a recursos, que de cualidades
individuales.
[21] Por motivos que desconozco, el trabajo de la
autora no fue publicado en internet y no se encuentra disponible en el
repositorio institucional de la Universidad de Brasilia. Tuve acceso al
material en el banco de tesis y disertaciones impresas del Programa de posgrado en Historia de la Universidad
de Brasilia.
[22] Marissa J. Moorman ha dedicado sus
investigaciones a repensar la nación y el nacionalismo desde el punto de vista
de aquellos que no adhirieron a la lucha armada, pero que se definían como
nacionalistas. En la perspectiva de la historiadora, en los clubes y fiestas de
los musseques de Luanda, en la
producción musical en sí, la juventud urbana y los artistas moldearon la base
cultural de la nación y, por tanto, se involucraron en el proyecto político del
nacionalismo. Distantes de la lucha de guerrilla, esta juventud y artistas
fueron de hecho centrales para la nación, produciendo temporalidades y espacios
alternativos paralelos a la lucha armada y perpendiculares al proyecto
colonial. Según Moorman, la escena musical creó un espacio alternativo donde
los participantes percibían una soberanía cultural y construían una
autosuficiencia económica, luchando contra el dominio colonial en sus prácticas
cotidianas. Para las mujeres, sin embargo, que tenían menor acceso a la
educación y al empleo, y cuyas reputaciones eran más dependientes de sus
nombres de familia y también de su comportamiento, la música tenía un
significado ambivalente. Incluso así, hombres y mujeres angoleñas crearon un
capital social y cultural de enfrentamiento, trabando la lucha en varios
frentes (Moorman, 2004).
[23] MPLA - Movimento Popular de Libertação de Angola (Movimiento Popular de Liberación de Angola); FNLA - Frente Nacional pela Libertação de Angola (Frente Nacional por la Liberación de Angola) y UNITA - União Nacional para a Independência Total de Angola (Uniçon Nacional para la Independencia Total de Angola).