Dossier 32

 

 

 

" Genealogías de devenires feministas en África "

 

 

Este dossier presenta diversas expresiones contra-hegemónicas que dan cuenta de las disputas de poder y develan historias únicas del relato oficial y académico dominante sobre las condiciones y agencia social de las mujeres en África. En contrapartida se hacen evidentes las historias de las mujeres y las mujeres -y sus ausencias- en la(s) Historia(s) de África. También se ponen sobre la mesa las múltiples expresiones de la(s) violencia(as) contra las mujeres -incluida la epistémica- desde y en contextos africanos en las voces, experiencias y reflexiones de las mismas africanas.

Quienes lo coordinamos agradecemos a la Revista Páginas la oportunidad de situarnos en el triple compromiso de atraer a historiadorxs, estudiosxs e interesadxs en África, y también en los estudios de género, feministas y de las mujeres en clave de diálogo desde el sur global, convocando e integrando un dossier para abonar a la crítica anticolonial y antipatriarcal desde las voces e historias de mujeres. De allí la importancia que le dimos a la traducción de textos al castellano que invitan a la reflexión al respecto.

La diversidad de escritos que lo integran nos permiten vislumbrar la tensa lucha de las mujeres -tanto de las protagonistas como de aquellas que desde la academia y el activismo se dieron a la tarea de posicionarlas en los relatos nacionales- en la transformación de sistemas simbólicos y sus correlativas relaciones de poder y posibilidades de acceder a recursos durante el proceso de transición de las retóricas coloniales de dominación a las del periodo pos independiente. El dossier se nutre de entrevistas con feministas; una conferencia magistral; análisis historiográficos, de fuentes primarias y literarios, que interpelan la construcción de sujetos nacionales femeninos -generalmente de manera dicotómica como figuras heroicas o como víctimas- y en particular de su condición ciudadana, el lugar de las africanas en las ciencias sociales y como creadoras de conocimiento -sobre todo en los estudios sobre África-, su no-lugar en la historiografía de las luchas de liberación sobre todo en las guerras de independencia, así como genealogías locales de los feminismos y sus tensiones.

Patricia McFadden, destacada feminista radical de Eswatini (ex Suazilandia) de cuyo pensamiento y extensa escritura carecemos prácticamente de traducciones al castellano, plantea una pregunta crucial en su conferencia magistral “Radical y feminista: africana de otra manera” ante la Asamblea de Mujeres de la Asociación estadounidense de estudios africanos (African Studies Association, ASA) en el marco de la conferencia anual de 2019 celebrada en Boston, que resuena con el objetivo de esta serie de artículos sobre las experiencias de las mujeres en contextos africanos y escritos de mujeres. Ella cuestiona: “¿No deberíamos preguntarnos, como mujeres que conocen las verdaderas realidades de la vida en el terreno existencial africano y plenamente conscientes de la urgencia de crear nuevas formas de vida y de vivir, cuánto tiempo seremos la audiencia de los hombres? ¿De discursos parlanchines y a menudo profundamente reaccionarios y conservadores que reiteran el status quo en todos los lugares donde los africanos viven y luchan?” De inmediato, se pregunta sobre el futuro del feminismo y las feministas en los estudios africanos. Así, el título de nuestro dossier, “Genealogías de devenires feministas en África”, contribuye a una erudición creciente, aunque académicamente marginal, que aborda el conocimiento y el rigor (en términos del valor científico del análisis) de las experiencias de las mujeres en África. Y no sólo para recuperar las voces de las mujeres en aras de la paridad académica, sino para que las mujeres se comprendan a sí mismas como parte crucial de una historia colectiva.

Patricia McFadden en particular, nos explica su posicionamiento como mujer radical en un devenir que adquiere sentidos en contextos africanos y también del norte global. Y lo hace siguiendo cuatro ejes ontológicos: “ser”, “radical”, “feminista” y “pertenencia” construyendo un contradiscurso que interpela al tema que congrega a estudiosxs sobre el continente en la mencionada Conferencia: “Ser, pertenecer y devenir en África” (Being, belonging and becoming in Africa). Ella es consciente sin duda desde dónde, dónde y cómo a quién dirige esas palabras.

La activista feminista senegalesa Maïmouna Dembele es sin duda una mujer consciente de su papel en esta historia colectiva a través de diversos tipos de activismo. En nuestra conversación con Maïmouna en noviembre de 2020, ella lamenta el hecho de que a pesar de algunos avances, las mujeres siguen siendo consideradas ciudadanas de segunda clase: “Los hombres tienen poder económico, eso es todo, no tienen nada más. Nosotras en cambio, todo está sobre nuestros hombros, portamos todas las cargas del mundo y logramos manejarlas con la cabeza en alto. Su humanidad existe porque estamos ahí”. Maïmouna también menciona la propia noción de feminismo en contextos africanos y las resistencias y logros cotidianos de las mujeres en Senegal que configuran su propia definición. Aquí cobra relevancia el vínculo intergeneracional entre mujeres, a reconocer a las ancestras y sus historias como base de ese feminismo y esto lleva a revisar la definición de familia, lo que a su vez posibilita luchar contra las violencias que afectan a niñas y mujeres. Ella sugiere que las senegalesas comprenden los desequilibrios de género en el ámbito económico -que entran en conflicto con las interpretaciones de las historias de Khadija, la primera esposa del profeta Muhammad, mujer de negocios quien inicialmente empleó al profeta- porque en la realidad es a través de las actividades económicas de las mujeres que se sostienen las familias. Y es mediante estos actos de generación económica colectiva, que las mujeres también ejercen una especie de activismo feminista.

En la entrevista realizada por Indira Sánchez Bernal, la tunecina Rania Benzina, integrante de la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas, subraya la complejidad a la hora de reflexionar qué significa ser una mujer en Túnez, en medio de procesos de redefinición política luego de las protestas sociales de 2011. Procesos que Sánchez Bernal sitúa como de más largo aliento y ligados a la historia colonial y posterior a la independencia plasmados en un proyecto nacionalista árabe anticolonial y a la vez reproductor de la matriz colonial moderna. Bajo un Estado tutelar, en tanto se concibe como el que “otorga” derechos, se cuenta con “libertades” para las mujeres: derecho al divorcio y abolición de la poligamia (1956) y el derecho al aborto (1973). A ese proyecto se van a oponer los grupos islamistas sobre todo desde 2011. Al igual que Maïmouna, Rania señala como origen de su feminismo a sus experiencias desde niña a partir de las vivencias familiares, para luego problematizar el proceso de oposición entre lo que define como feminismo laico, ligado al Estado, y feminismo islámico a partir del Corán.  En voz de Rania, para ser feminista, no es necesario integrarse a asociaciones feministas -como es el caso de Senegal al que refiere Maïmouna-, ya que se puede luchar como tal desde la cotidianeidad. La autora de la entrevista quien introduce el contexto y dialoga como mexicana estudiosa de la región concluye que la mujer tunecina no es sólo árabe o islámica, es amazigh (bereber), es magrebí y es africana, en tanto que su entrevistada cierra subrayando la importancia de reescribir la historia de las mujeres y continuar la lucha contra las violencias.

En “De emancipadas a invisibles: las mujeres guineanas en la producción intelectual del Instituto Nacional de Estudios e Investigación (INEP)” -traducción al castellano de la publicación original en portugués en 2017-, la historiadora nacida en Angola y de nacionalidad guineana, Patricia Godinho Gomes nos señala la acuciante “necesidad de auscultar las voces invisibilizadas de la historia guineana” y nos propone discutir teóricamente la producción de conocimiento en torno de los estudios de género y de las mujeres en Guinea Bissau. Reflexiona sobre la dependencia epistemológica y la ausencia de mujeres en documentos “nacionales” de la historia de ese país en un contexto marcado por la pervivencia de la dominación (neo)colonial y una condición poscolonial caracterizada por un proceso continuo de resistencia y reconstrucción. La producción de conocimiento en Guinea Bissau, especialmente respecto a los estudios sobre mujeres y género, es escudriñada así por la historiadora invitándonos a un diálogo con teóricas y teóricos africanos como el filósofo e historiador beninés Paul Hountdonji y la socióloga nigeriana Oyeronké Oyèwùmi para hablar de la extroversión del conocimiento en África, del vacío teórico, la racialización del conocimiento (el dominio de las categorías sociales occidentales en la historiografía de las sociedades africanas), entre otros argumentos y de la condición periférica de lxs intelectuales africanos en la producción y transmisión de conocimiento sobre el continente. El resultado, según la autora, es la dependencia epistemológica por lo que es necesario “encontrar mecanismos internos para comprender sus propias dinámicas sociales y precisan elegir los temas y las metodologías de investigación que mejor se adecuen a las necesidades locales, en lugar de a las demandas externas”. También convoca al diálogo a lxs intelectuales guineanxs Carlos Lopes y Diana Lima Handem, lo que le permite localizar la discusión en el contexto particular de la historia nacional guineana. Lima Handem, sobre todo, le permite identificar “limites metodológicos y conceptuales” conducentes a la invisibilización de las guineanas en el discurso del desarrollo y con esto entrar de lleno al caso específico de “la ausencia de mujeres académicas en la producción intelectual del INEP (Instituto Nacional de Estudos e Pesquisas) y también de temas relativos a las mujeres y a las relaciones de género en las líneas y programas de investigación de la institución”.

Las experiencias de las mujeres angoleñas en la lucha anticolonial entre 1961 y 1975 son exploradas en el artículo de Dayane Augusta Santos Da Silva “Mujeres angoleñas en la lucha anticolonial: historiografía, fuentes y memoria” (escrito originalmente en portugués y elaborado a partir de su investigación doctoral en curso), mediante una revisión historiográfica y documental del periodo en archivos angoleños y portugueses puesta en diálogo a través de la historia oral con mujeres campesinas que participaron en las bases militares de los movimientos de liberación. La historiadora brasileña considera clave esta revisión tomando en cuenta el lugar de enunciación de las africanas, “especialmente las campesinas, su agencia y protagonismos”.

“Tareas militares” vs “trabajos de la revolución” incluyendo estos últimos labores del “trabajo logístico de la retaguardia” con activa participación de las mujeres, muestran la amplitud de las tareas vinculadas a la lucha desde la perspectiva de las angoleñas, lo que demuestra otra interpretación de la división sexual del trabajo en medio de las guerras y el uso de la misma desde las voces autorizadas de la historia oficial para borrar la agencia de las mujeres. La autora sitúa el surgimiento del/de los pensamiento(s) feminista(s) africano(s) en la formulación de un conocimiento sistematizado y organizado a partir de los años setenta del siglo XX, a la vez que reflexiona sobre la escritura de la historia de Angola, identificando en ella una fuerte tendencia a privilegiar narrativas androcéntricas. En particular, en la historia relativa a los años de lucha de liberación, las mujeres aparecen constreñidas al arquetipo ejemplar de la mujer heroica ocluyendo la posibilidad de otras memorias y protagonistas de la Historia con mayúsculas. También nos introduce en los vericuetos de la discusión historiográfica producida tanto en Angola como desde otros contextos sobre las angoleñas en las guerras, en particular en las libradas contra el régimen portugués.

En “La construcción de una ‘nueva’ mujer argelina: diario de una guerrillera”, Julieta Chinchilla recurre a una fuente primaria: la columna anónima, aunque desde un sujeto de enunciación que se define como joven mujer de clase media urbana, de un periódico argelino de 1959 (órgano oficial del Frente Nacional de Liberación, FNL). Basándose en este documento, analiza la creación de la imagen de la “nueva” mujer argelina como producto de, por un lado, “tensiones y ansiedades generadas por la presencia de mujeres en la guerra”, y por otro, “para ir sentando las bases que sustentarían el rol de las mujeres luego de la independencia”. El contexto es el de la guerra de independencia de Argelia (1954-1962). En este escenario bélico se disputan, además de la liberación del yugo colonial, proyectos de modernidad y desarrollo bajo un discurso nacionalista que define la participación y compromiso de las mujeres en tanto esposas, madres y hermanas. De allí que parte de las estrategias psicológicas de guerra sean los discursos que apelan a la “emancipación de las mujeres” esgrimidos por el mismo gobierno francés para presentarse como paladín de la modernidad frente a lxs rebeldes. De nuevo aparece aquí el binarismo modernidad vs. oscurantismo que ya señalaba Santos Da Silva para el caso de Angola.

El discurso de la columna del periódico del FLN argelino construye a mujeres que están en la guerra no por motivos ligados a su condición de subordinación de género sino por la opresión extranjera y el colonialismo, por lo que este discurso sostiene a la liberación nacional como precondición de la liberación de las argelinas. Chinchilla problematiza el origen social de la autora de la columna como estrategia específica para posicionar a ciertas mujeres -y no a otras- en el relato nacional.

Cerramos con “Violencias contra las mujeres: análisis de tres novelas africanas recientes”, invitación de Adriana Franco Silva a recurrir a la literatura como un espacio reapropiado por las mujeres y como herramienta para recuperar memorias. También para cuestionar violencias que “atraviesan cuerpos, mentes y sentidos”, (re)construir subjetividades y cosmovisiones y delinear la dignidad de las africanas en el contexto de la modernidad capitalista-colonial-patriarcal que instaura un sistema de dominación jerárquico y dicotómico y por lo tanto violento, sustentado además en la creación de otredad. Lo que coincide con las autoras que le preceden. Son tres novelas escritas por jóvenes africanas: Volver a casa (2016), de la ghanesa-estadounidense Yaa Gyasi; La flor púrpura (2003), de la nigeriana-estadounidense Chimamanda Ngozi Adichie, y Florescencia (2018), de la sudafricana Kopano Matlwa, las que le permiten reconocer la intensión de “recuperar memoria a partir de narraciones” en sus autoras.  Esto le permite reflexionar sobre la esclavitud, la introducción de un sistema sexo diferenciado de género con el colonialismo, las transformaciones de las violencias contra las mujeres a partir de la influencia de las religiones (cristianismo/Islam), las experiencias de xenofobia, menstruación y violación en las mujeres, en otras palabras para definir de otro modo qué se entiende por poder. En términos temporales estas tres novelas posibilitan navegar tanto la etapa colonial como la posterior a las independencias, incluyendo la neoliberal.

Llama poderosamente la atención el vínculo íntimo entre los personajes femeninos y sus viajes para liberarse (del patriarcado, la violencia, etc.) y el de la libertad de las naciones africanas de la tiranía del colonialismo y el imperialismo incluyendo al neocolonialismo. De modo que se puede ir más allá de la representación de las mujeres como víctimas y símbolos caricaturizados de la nación (como las ha visto el hombre blanco), sino como agentes conectadas con las luchas significativas por -como señala Kopano Matlwa-, “ver la dignidad devuelta a nuestro continente en nuestra propia vida”.

 

 

 

 

 Mónica Inés Cejas

Departamento de Política y Cultura;

Universidad Autónoma Metropolitana;

Unidad Xochimilco (México)

monicacejas@gmail.com

 

 

Emily Jenan Riley

Centro de Estudios de Asia y África;

El Colegio de México (México)

eriley@colmex.mx