Entre
cartografías e imaginarios: reflexiones en torno a los planos del frente
fluvial de Rosario (siglos XIX a XXI)
Between cartographies and imaginaries: reflections on the plans of the
riverfront of Rosario (XIX to XXI centuries)
Cecilia Inés Galimberti
Centro Universitario Rosario de
Investigaciones Urbanas y Regionales,
Universidad Nacional de Rosario,
Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (Argentina)
cecilia.galimberti@conicet.gov.ar
https://orcid.org/0000-0001-9030-0143
Resumen
El presente artículo se propone indagar sobre
los imaginarios y representaciones de la ribera del Paraná de Rosario,
Argentina, en torno a las producciones cartográficas del urbanismo y el
planeamiento desde los orígenes de la ciudad, a mediados del siglo XIX, hasta
la actualidad. El análisis crítico de los diversos mapas y planos de Rosario
posibilita repensar el territorio, abriendo nuevas maneras de observar y
reformular lo existente. A través de una metodología de tipo
crítica-interpretativa, enmarcada en el marco epistemológico amplio de los
estudios culturales, se plantea identificar las diversas ideas, propuestas y
proyectos en torno a la costa rosarina en distintos momentos históricos, desde
el siglo XIX al siglo XXI, reconociendo las permanencias y rupturas de sus
imaginarios con relación a las transformaciones que son efectivamente
materializadas. En este sentido, el estudio abordado posibilita incorporar
nuevas líneas de debate y conocimiento, resultando un aporte a las
interpretaciones de las transformaciones del frente costero rosarino,
articulando pasado, presente y futuro.
Palabras
Clave
Representaciones;
imaginarios; estudios culturales; cartografías; ribera; Rosario.
Abstract
This article aims to investigate
the imaginaries and representations of the Paraná riverfront of Rosario,
Argentina, around the cartographic productions of urbanism and planning from
the origins of the city, in the middle of the nineteenth century, until the
present day. The critical analysis of the various maps and plans of Rosario
makes it possible to rethink the territory, opening multiple imaginaries and
new ways of observing and reformulating the existing. Through a methodology of
a critical-interpretative type, framed within the epistemological framework of
cultural studies, it is proposed to identify the various ideas, proposals and
projects around the coast of Rosario at different historical periods, s. XIX to
XXI, recognizing permanencies and ruptures of their imaginaries in relation to
the transformations that are materialized. In this sense, the study addressed
makes it possible to incorporate new lines of debate and knowledge, resulting
in a contribution to the interpretations of transformations of the Rosario’s
waterfront, articulating past, present and future.heterogeneous role that indigenous secrecy
practices play in the processes of heritagization.
Keywords
Representations;
imaginaries; cultural studies; cartographies; waterfront; Rosario.
Introducción
Las ciudades ribereñas desde sus orígenes presentan una dialéctica
particular con el agua que tiende a ser responsable de su identidad, influyendo
tanto en su morfología como en la historia de sus habitantes. Dado que no solo
tiende a ser motor de crecimiento económico y productivo, a partir de las
posibilidades que generan las grandes instalaciones portuarias e industriales
que se alojan en las costas, sino que también está íntimamente vinculado a la
matriz cultural urbana (Galimberti, 2015a).
En este sentido, se considera como objeto de interés prioritario las
representaciones urbanas, consideradas tanto prácticas como discursividades,
haciendo foco en la producción cartográfica del urbanismo y el planeamiento
urbano. A través de dicha producción se posibilita medir y describir el mundo,
pero sobre todo lo crea y lo construye, permitiendo revelar y conocer su
potencial oculto. Es así, que las cartografías que condensan proyectos de intervención
en la ciudad colaboran en la configuración y reconfiguración de las identidades
sociales. Siguiendo a Corner (1999), mediante las
cartografías, los urbanistas y planificadores no solo ven determinadas
posibilidades en la complejidad y contradicción de lo ya existente, sino que
viabiliza actualizar su potencial. Por lo cual, el mapa condensa múltiples
abordajes simultáneos que posibilita la construcción de territorialidades,
comprendiendo así a las cartografías como matrices de prácticas de transformación
de lo social que, desde una modalidad eminentemente técnica, permiten
identificar marcas de subjetividad que se vinculan con determinadas
percepciones de la ciudad y su geografía.
La observación de cada una de las piezas cartográficas nos informa sobre
aspectos que exceden la lectura del propio documento, dado que asisten al plano
de lo simbólico en correspondencia a las constelaciones teóricas y los deseos
de una determinada idea de ciudad, de percepción y apropiación. Entonces, la
producción cartográfica, lejos de implicar una estrategia meramente técnica,
impone significados y se carga con todos los valores de la cultura:
ideológicos, políticos y estéticos (Cicutti & Ponzini, 2016). Pensar la ciudad, proyectarla, dibujarla,
es también imaginarla. La construcción de imágenes sobre ella es un medio de
comprensión, de hacer inteligible aquello que, posiblemente, sea un objeto
imposible de abordar en su totalidad; pero, especialmente, es un modo de
construirla. Entonces, indagar en esas construcciones discursivas posibilita
interpretar como las ciudades se construyen y los territorios se transforman (Rausch, 2011). Abordamos la noción de representación desde
la perspectiva construccionista de Stuart Hall (1997, p.447) como “una parte
esencial del proceso mediante el cual se produce sentido y se intercambia entre
los miembros de una cultura”. Las representaciones forman parte así de la
construcción de la realidad, dado que, como explica Roger Chartier (1992), las
realidades se construyen de manera diferente en el tiempo y el espacio, por lo
cual, deben explorarse desde un sentido amplio.
Es decir, la representación no es un reflejo de la realidad, sino que
ésta junto a los imaginarios permiten organizar el mundo a partir de la
construcción de modelos que operan simbólicamente mediante discursos
lingüísticos y visuales (Lacarrieu, 2007). De este
modo, las representaciones de los procesos urbanos se experimentan al mismo
tiempo tanto como algo objetivo como algo soñado, construyendo una visión del
mundo a partir de los recortes que producen. Los
imaginarios forman parte de la ciudad y, por lo tanto, de su manera de
habitarla, de moverse en ella, de percibirla y de proyectarla (Basso, 2017).
Asimismo, como señala Castoriadis (1993), estas representaciones construyen
identidad cultural e instituyen la sociedad. La institución histórico-social es
aquello en y por lo cual se manifiesta y es lo imaginario social. En este
sentido, la arquitectura se manifiesta como un espacio privilegiado en el
sistema de referencias de la cultura en tanto modelo sólido de la construcción
de lo real (Solá Morales, 1995). Entonces, la ciudad “es una proyección de los
imaginarios sociales sobre el espacio. Su organización espacial le otorga un
lugar privilegiado al poder explotar la carga simbólica de las formas” (Baczko, 1999, p.31). Los imaginarios remiten así a aspectos
donde lo real y lo objetivo son poco significativos. Reconoce, en cambio, con
mayor fuerza, el carácter imaginado, aquel donde se desarrolla un proceso de
reconstrucción incesante del objeto (Castoriadis, 1993; Baczko,
1999). Siguiendo a Néstor García Canclini (1997, pp.89-93):
“los imaginarios han nutrido toda la historia de lo
urbano … constituido con leyendas, historias, mitos, imágenes, pinturas,
películas que hablan de la ciudad, ha formado un imaginario múltiple, que no
todos compartimos del mismo modo, del que seleccionamos fragmentos de relatos,
y los combinamos en nuestro grupo, en nuestra propia persona, para armar una
visión que nos deje poco más tranquilos y ubicados en la ciudad. Para
estabilizar nuestras experiencias urbanas en constante transición”.
El presente artículo se propone,
entonces, abordar críticamente los imaginarios y representaciones en torno a
las cartografías de Rosario con relación a su frente fluvial; cotejando las
ideas y proyectos vinculados a la ribera rosarina y sus transformaciones
efectivamente materializadas en ocho momentos históricos entre 1852 y 2021
(Figura 1). La metodología empleada, predominantemente cualitativa, indaga críticamente
una selección de cartografías encargadas por la Municipalidad de Rosario[1], tanto
vinculadas a planificar la transformación de costa, como también para registrar
el estado de situación de la ciudad real. Para lo cual, se han consultado
diversas fuentes documentales cartográficas como los archivos del Museo de la
Ciudad; la Secretaría de Planeamiento y la Dirección de Cartografía de la
Municipalidad de Rosario; Archivo Montes de la Biblioteca de Facultad de
Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la Universidad Nacional de Rosario (FAPyD-UNR) y el Centro de Documentación Visual de la FAPyD-UNR; haciendo especial énfasis en los planos de
urbanismo y planeamiento urbano-territorial, que condensan los anhelos de
transformación morfológica de la ciudad. Para lo cual, se utilizan técnicas de
observación documental, que suponen la exploración de diversos archivos, la
organización de la información y el análisis interpretativo de las fuentes
primarias desde una lectura orientada. Asimismo, se indaga sobre quién encarga
y quién realiza los planos seleccionados en cada momento identificado, para qué
y por qué se realizan.
Figura 1. Ocho momentos de
análisis de las cartografías de la costa rosarina entre 1852-2021. Fuente:
Elaboración propia.
En este sentido y siguiendo a Marin (1978), se
consideran estos documentos visuales no como fuentes ilustrativas de segundo
orden, sino otro modo de producción de significados, dado que, por lo expuesto,
no solo representan la realidad, sino que son agentes productivos de su
configuración. Lo que interesa entonces es su carácter indicial
que excede la lectura documental y asiste al plano de lo simbólico (Burke, 2001). La presencia del sujeto productor o del
sujeto receptor establece un plano de enunciación cuyos rastros podemos leer en
la materialidad propia de la pieza. Dicho estudio se enmarca en el marco
epistemológico amplio e interdisciplinario de los estudios culturales. Dado
que, como explica Aparicio (2018, p.115), entendemos a:
“los Estudios Culturales como un campo de estudio e
intervención que busca diagnosticar mejor el presente … a comprenderlo de una
manera compleja sin reducirlo a los textualismos, a
la dialéctica, al presentismo metodológico, a la determinación unilineal, ni a
las correspondencias entre la conciencia y las condiciones sociales de
existencia … entenderlo complejamente para avizorar tanto las potencialidades
como las mismas moradas afectivas donde habitan los sujetos, perdurando en
medio de tiempos tan tumultuosos como los del presente”.
A través de dicho enfoque se posibilita producir “un nuevo archivo
-donde lo cultural y lo político resultan determinantes- y reclaman una
reflexión y autocríticas continuas por parte de sus “practicantes”, frente a
sus propios procesos de investigación y escritura” (Ríos, 2002, p.248). En tal
sentido, la orientación más relevante de los estudios culturales radica en
investigar la manera en la cual los elementos del discurso están asociados unos
con otros y así presentar una imagen de nuestro mundo cultural (Altamirano,
2008). Como anticipábamos, estos estudios se distinguen porque se nutren en una
variedad de perspectivas teóricas y por sus características multi-interdisciplinarias
se abordan distintos métodos pertinentes a nuestro tema (Sautu,
2003).
Si bien el río Paraná y sus márgenes han sido explorados desde múltiples
enfoques y a través de abordajes y lecturas diversas, gran parte de éstas se
realizan desde otras miradas (principalmente desde la historia, el urbanismo o
el paisaje). Siguiendo a Favelukes (2012), abordar
las cartografías del pasado contribuye a iluminar nuevos aspectos de los
procesos urbanos, poder revisitar historias conocidas desde otras perspectivas,
a fin de profundizar nuestra comprensión de las complejas relaciones entre ver,
conocer, gobernar y transformar la ciudad. Es decir, posibilita abrir nuevas
preguntas, formular nuevos anhelos, imaginar nuevos procesos. El análisis
crítico de las cartografías oficiales del urbanismo y el planeamiento urbano (y
las transformaciones materializadas), constituye un aporte a nuevas
interpretaciones de los procesos de cambio y permanencias vinculadas a la
identidad de la ciudad en relación con su frente fluvial.
Hacia la construcción de una ciudad
desde el progreso
- Primer momento: declaratoria de la Ciudad de Rosario (década 1850)
Si bien Rosario surge como un pequeño caserío junto al caudaloso río
Paraná, no es hasta mediados del siglo XIX que su historia se transforma en
torno a su curso de agua. Es a partir de la derrota de Juan Manuel de Rosas
frente a Justo José de Urquiza en la Batalla de Caseros que cambia el destino
de este territorio; y es éste quien en 1852 solicita erigir a Rosario como
ciudad y la declara Puerto y Aduana de la Confederación Argentina. Asimismo, ese
mismo año, se firma un decreto unilateral que plantea la libre navegación de
los ríos Paraná y Uruguay, permitiendo así que todo buque mercante (cualquiera
sea su nacionalidad, procedencia y tonelaje) pueda operar en sus costas. Esto
se consolida con la sanción, en 1856, de la Ley de Derechos Diferenciales para
la importación y, en 1858, la Ley de Derechos Diferenciales para la
exportación, las cuales también influyen notablemente en el desarrollo
portuario y comercial de la ciudad (Galimberti, 2015b). De manera que, con
estas medidas (liberación de los ríos, creación de la aduana y leyes de tarifas
diferenciales que favorecen a Rosario) la ciudad y su región comienzan un
período de creciente desarrollo, cambiando así plenamente su estructura
económica.
Figura 2. Plano de Rosario
de
Rosario, que en su primer registro gráfico de la ciudad (atribuido a
Timoteo Guillón) (Figura 2), presenta siete por siete manzanas junto al río
Paraná, cambia completamente su morfología en el primer plano impreso realizado
por el ingeniero genovés Nicolás Grondona en 1858 por encargo de la
Municipalidad de Rosario[2] (Figura
3). En la cartografía de Grondona se condensa el imaginario del desarrollo y el
progreso de la urbe de rápido crecimiento. Lejos de inmortalizar el caos y la
transición de cambio acelerado, como explica Megías (2012, p.258), este plano
“representa un orden inexistente o, dicho de otro modo, representa algo que no
es, que no está”. Rosario, en 1858, registra aproximadamente 50 manzanas, sin
embargo, en el mencionado plano se presentan 224 (además de realizar un recorte
gráfico que implica su extensión en el territorio). Podemos identificar como, a
través de la práctica cartográfica, se quiere registrar una ciudad en pujante
desarrollo y crecimiento vertiginoso; íntimamente vinculada con el incremento
de instalaciones portuarias, depósitos, vías férreas, fábricas e industrias a
lo largo de la ribera del Paraná. Rosario para la segunda mitad del siglo XIX
no presenta historia ni tradición, se trata de una ciudad nueva, mercantil, que
surge de las actividades portuarias
Figura 3. Plano de Ciudad
del Rosario de Santa Fe de 1858. Fuente
Las cartografías condensan gran parte de los imaginarios de los
representantes del poder, los políticos y los técnicos, sobre cómo se refleja
la ciudad del progreso, pero también así de la sociedad en general,
consolidando el relato colectivo de quienes conforman este territorio. El plano
de Grondona posiciona así en un lugar central al río Paraná y sus barrancas,
que comienzan a ocuparse con instalaciones portuarias, incorporando una viñeta
central de una perspectiva que refleja la gran cantidad de embarcaciones que
navegan cotidianamente junto a su ribera. El frente fluvial se posiciona como
eje central de debate, proyectos y propuestas desde la primera cartografía a
mediados del siglo XIX, hasta la actualidad.
- Segundo momento: la construcción del puerto (décadas 1890-1900)
En las décadas siguientes al plano de Grondona, frente al gran
incremento poblacional por la recepción de inmigrantes europeos y al desarrollo
de la infraestructuras portuarias y ferroviarias, se requiere la realización de
nuevas cartografías, a fin de delinear y establecer las direcciones de
expansión del tejido urbano. El inminente crecimiento de las obras del puerto
trae aparejado la confección de diversos proyectos y propuestas en torno a éste.
En dichos planos se registran tanto las nuevas instalaciones (muelles y
construcciones de almacenaje de granos), como también se indican las aperturas
de calles y vías férreas de conexión al río, a fin de asegurar el acceso de la
mercancía trasladada (mayormente granos de cereales cosechados en el hinterland
aledaño) y mejorar el vínculo con el resto de la ciudad.
En 1887 Juan Canals firma un contrato con el gobierno nacional para
edificar la primera sección del puerto y en 1889 el Poder Ejecutivo llama a
licitación para desarrollar la construcción de la segunda sección del puerto y
obras anexas, en la parte sur de Rosario, de la que también es adjudicado
Canals. En dicho contexto, en 1890 los agrimensores Werner y Pusso realizan el plano de Ensanche y Puerto Aprobados de
la Ciudad de Rosario, el cual es incluido en el libro Concesión del Puerto del
Rosario a favor de Don Juan Canals (1891). En dicha cartografía se proyecta
tanto la expansión del puerto como de la ciudad hacia el sur a través de una
morfología particular con una serie de diagonales que presentan mayores
analogías con París o la ciudad de La Plata que con la ciudad de Rosario (Ponzini, 2017). Sin embargo, las obras proyectadas no son
llevadas a cabo y en octubre de 1892 el Poder ejecutivo nacional rescinde el
contrato con Canals (Garcilazo, 2014). (Figura 4)
Figura 4. Izquierda: Plano de Ensanche y Puerto
Aprobados de la Ciudad de Rosario de 1890. Derecha: Plan General del Puerto de
Rosario de 1903. Fuente: cartotecadigital.icc.cat y Hersent
(1903).
No obstante, los diversos reclamos de la imperiosa necesidad de la
construcción del puerto conducen a que en 1902 se contrate y adjudique a la
firma Hersent et fils (asociados a Schneiders y Cía) a la
construcción y concesión por 40 años de las infraestructuras portuarias. En la
publicación denominada “Puerto de Rosario: su presente – su futuro” de 1903 elaborada
por M. Georges Hersent (Ingeniero de Artes y
Manufacturas) se publica el Plano General del Puerto de Rosario, según el cual
se realizan las obras propuestas y que cambian la configuración de la ribera de
Rosario a comienzos del siglo XX. La dinámica del río y el canal de navegación
principal se abordan de manera integral. El tema principal de la ciudad, según
estos registros gráficos, nuevamente es el río y sus instalaciones portuarias.
El desarrollo cartográfico inicial de Rosario responde a un doble
desafío, por un lado, promover el reconocimiento de la sociedad creciente como
integrantes de una misma comunidad de intereses y, por otro, posicionar la
incipiente ciudad en el contexto nacional como también internacional. Siguiendo
a Cicutti y Ponzini (2016,
p.10): “los primeros planos … se convierten en un dispositivo visual que
elabora un orden inicial al tiempo que construye un imaginario de futuro a
través de prácticas en la que intervienen nativos y extranjeros, residentes o
recién llegados”. Por lo cual, los primeros planos de embellecimiento,
delineamiento o ensanche juegan un papel principal en consolidar a la ciudad
como una urbe moderna.
El crecimiento acelerado de la ciudad y
la necesidad de nuevas cartografías de conocimiento y de proyecto para la
transformación de la ribera
- Tercer momento: propuesta de reestructuración ferroportuaria
(décadas 1920 y 1930)
A pesar del gran crecimiento portuario y del rol central de dichas
infraestructuras como motor de transformación de la ciudad, desde las primeras
décadas del siglo XX aparece un malestar por parte de la sociedad debido al
desarrollo de actividades productivas en la costanera central, tan próximas a
la residencia. A su vez, numerosas pestes y enfermedades tienen su epicentro en
las instalaciones portuarias, ya sea por las aguas contaminadas o por las
bolsas de cereal que se almacenaban junto al río y atraen roedores[3].
Prontamente, la costa se convierte en contienda de debate, protagonizado
por diversos actores desde distintos ámbitos que perciben el desarrollo local
como caótico, carente de un orden y con gran intromisión del capital
extranjero. Todas las miradas son puestas en la ribera rosarina, dado que la
infraestructura ferroviaria y portuaria se visualiza como el punto de conflicto
para cualquier cambio de transformación de la ciudad, siendo el principal
obstáculo para el ordenamiento urbano. La costa rápidamente tiende a concentrar
la opinión pública que reclama su reestructuración, demandando la constitución
de un nuevo parque y avenida costanera (Cicutti,
2007).
En 1927, en el marco del Consejo Deliberante, se crea la Comisión
Especial “Pro-Embellecimiento Edilicio” que solicita
la realización de un Plan Orgánico para la ciudad. Es así como, en 1929, a
través de la Ordenanza N°58 la Municipalidad de Rosario encarga la realización
del primer Plan Regulador de la ciudad al ingeniero y urbanista Carlos María
Della Paolera, al arquitecto e ingeniero Ángel Guido
y al ingeniero Adolfo Farengo. En dicho documento
(realizado entre 1929 y 1935) se plantea un “divorcio entre la ciudad y el
río”, debido a la existencia de las infraestructuras ferro-portuarias que
resultan una “verdadera muralla que, en la región costanera, ha desvinculado
totalmente a la ciudad de su grandioso río. Por tal causa, la población de
Rosario ignora la presencia del “majestuoso Paraná” (Della Paolera,
Farengo & Guido, 1935, p.12).
A su vez, el Plan reconoce una notable falencia de espacios verdes para
Rosario, dado que, en la década de 1930, la ciudad presenta 0,80% de espacios
libres (sin contar los trazados de calles y el área rural de la jurisdicción)[4]. Por este
motivo, desde una perspectiva influida por la higiene urbana, se plantea
trasladar las infraestructuras ferro-portuarias ubicadas en el centro hacia el
puerto norte y el puerto sur[5]; a fin de
reconvertir la ribera central en un conjunto de espacios públicos. Éste resulta
uno de los principales ejes que presenta el Plan, postulando así uno de los
temas centrales de transformación para Rosario, que se reiteran hasta comienzos
del siglo XXI. Como manifiestan los propios autores del mencionado plan: “es
indispensable defender a la ciudad de la extensión del continuo desalojo de las
barrancas del Paraná que ha consumado el sistema portuario actual. La ciudad
aislada del río, desde el Frigorífico Swift hasta la Refinería, no tiene en la
actualidad, sobre su barranca, 50 metros de balcón hacia el río Paraná” (Della Paolera, Guido & Farengo,
1935, p.51).
El Plan presenta así una serie de planos de diversas escalas, que
desarrollan la reconversión ribereña propuesta. A su vez, resulta innovador
Si cotejamos estas propuestas con un plano de la ciudad existente de
1927, encargado por el Municipio de Rosario, se identifica que las cartografías
que reflejan la ciudad deseada distan en gran medida con la situación real
(Figura 6). El puerto en la década de 1930 se encuentra activo, presentando
altos niveles de importación y exportación. Asimismo, el sistema ferroviario
era entonces gestionado por empresas privadas, mayormente de capitales
ingleses.
Figura 5. Propuesta de reconversión de
la costa central de Rosario, fragmento cartográfico del Plan Regulador y de
Extensión de Rosario, 1935. Fuente: Della Paolera, Farengo y Guido (1935).
Entre 1920 y 1940 comienza a producirse una metamorfosis del imaginario
colectivo, cambiando la mirada de Rosario como “ciudad-puerto” y
“ciudad-granero” a un nuevo imaginario que establece que Rosario crece “de espaldas
al río”. Principalmente esto se debe a la desconexión que ocasiona la presencia
de las infraestructuras ferro-portuarias entre el Paraná y el tejido urbano. Si
bien esta postura se exhibe en distintos medios, como la prensa, y es reforzada
por diversas vivencias y situaciones[6],
los planos del primer plan regulador de la ciudad contribuyen a consolidar
dicho imaginario, instalando la imagen anhelada de una ciudad con un frente
costero central verde, para usos recreativos y deportivos, como nuevo mirador
hacia el majestuoso Paraná y restituyendo el diálogo entre la trama urbana y el
río.
Figura 6. Fragmento de Plano del Municipio de
Rosario de Santa Fe 1927. Fuente: Municipalidad de Rosario – Dirección de
Cartografía.
El desarrollo de cartografías
regionales de planificación: el río como pieza clave
- Cuarto momento: El Plan Rosario y su perspectiva regional en torno a
la costa y la transformación del predio del FF.CC Oeste Santafesino en un nuevo
parque (décadas 1940 y 1950)
En el marco de un nuevo contexto político-económico, y luego de la
nacionalización de las infraestructuras portuarias en 1942 y del sistema
ferroviario en 1948, se aborda una nueva etapa en el urbanismo de Rosario y con
ella la elaboración de cartografías. Desde el Poder ejecutivo municipal se
encarga la realización de un nuevo plan regulador al agrimensor Alberto Montes,
quien reclama reivindicar la función técnica de la planificación, alejándose
del urbanismo “modelístico” (que caracterizaba al
plan anterior) por un urbanismo técnico, objeto de una praxis política[7].
Dado que Montes (1963, p.20) considera que “las cartografías preparan el
camino de la comprensión, que es como decir preparan el camino de un futuro
mejor”, propone la confección de una nueva cartografía “con la finalidad de que
se dispusiera de una información amplia y en escalas adecuadas para el estudio
de los problemas creados por la anarquía de las instalaciones ferroviarias
rosarinas y por el desarrollo de la economía regional” (Montes, 1963). Por lo
cual, se procede a realizar un mapa regional[8]
y la propuesta para la ciudad de Rosario. (Figura 7)
Figura 7. Izquierda: Mapa del “Pago de los Arroyos”
escala 1:50.000 y plano de la ciudad y sus alrededores en escala 1:20.000.
Fuente: Montes (1963)
Entonces, en agosto de 1950, se presenta el mapa regional en escala
1:50.000 y el plano de la ciudad y sus alrededores en escala 1:20.000. Es
importante destacar que estos planos se agregan al Plan Rosario, lo cual denota
la mirada regional que éste persigue, a fin de dar respuesta a las diferentes
problemáticas presentes en la ciudad y su área de influencia (Galimberti,
2016).
Las cartografías que se incluyen en el Plan Rosario refuerzan el diálogo
entre el Paraná y la ribera de Rosario. Es decir, dado el carácter
productivo-portuario que presentan las localidades de la región del Gran
Rosario, la costa central de la ciudad es propuesta para su desafectación y
transformación en nuevos espacios públicos. Es de gran relevancia que el
proyecto de liberación de la ribera de Rosario no solo queda como un anhelo en
este período, dado que, en base a lo planteado por dicho Plan, se inicia la
reconversión del predio ferroviario del ex Ferrocarril Oeste Santafesino en un
nuevo parque público, originalmente llamado Parque de los Derechos de la
Ancianidad (actualmente Parque Urquiza). Vemos en la figura 8 el plano de
propuesta de reorganización del predio ferroviario para un nuevo parque[9], en el
cual se indican las primeras transformaciones de la costa central con el Parque
de la Bandera, la construcción de la Estación Fluvial y el Parque de los
Derechos de la Ancianidad, junto a un plano de divulgación que se presenta en
el periódico La Acción (8 de noviembre de 1950). En este sentido, la prensa
periódica tiene un rol central en la divulgación de las transformaciones
urbanas a realizar, incorporando cartografías representativas de las
transformaciones anheladas.
Figura 8. Arriba: Plano de reorganización del ex
FFCC Oeste Santafesino para Parque Público. Abajo: Diario La Acción, 8 de
noviembre de 1950. Fuente: Archivo Montes Biblioteca FAPyD-UNR.
- Quinto momento: Un nuevo Plan Regulador, la persistencia de la
liberación de la costa central de usos productivos y la interrupción del golpe
de Estado en la transformación material anhelada (décadas 1960 y 1970)
En la década siguiente, se retoman los lineamientos anunciados y desde
el municipio se encarga a la Comisión Coordinadora Urbanística, Ferroviaria,
Vial y Portuaria de Rosario la realización de un nuevo Plan Regulador[10]. Dicho
documento es presentado en 1967 y en sus lineamientos se continúa indicando la
reestructuración ferro-portuaria y la liberación de la costa central para usos
recreativos y el traslado definitivo del puerto al sur de la ciudad. Sin
embargo, con el golpe de estado de 1976 en Argentina, autodenominado “Proceso
de reorganización nacional”, no solo se anulan y suspenden las diversas
iniciativas en curso, sino que también se toman disposiciones contrarias a las
previamente establecidas. Por ejemplo, se habilitan nuevas actividades
portuarias e industriales en el llamado puerto norte, sector previamente
definido a desafectar de instalaciones productivas. (Figura 9)
Figura 9. Izquierda: Propuesta de reestructuración
del sistema portuario según Plan Regulador de 1967. Derecha: Fragmento del
plano oficial del Municipio de Rosario de 1977. Fuente: Decreto municipal N°34.318/67 y Municipalidad de Rosario – Dirección de
Cartografía.
Como se visualiza en la derecha de la figura 9, correspondiente al
fragmento de la costa central del plano oficial de Rosario de 1977
(confeccionado por la Dirección General de Cartografía y Catastro de la
Municipalidad de Rosario), se registra el estado de situación existente en
dicho momento en la ribera, prácticamente obturada de instalaciones
industriales, ferroviarias y portuarias. En este sentido, se refleja la
continuidad del mencionado divorcio entre la ciudad y su río, dado que los usos
productivos generan una muralla entre el tejido urbano y la ribera. No
obstante, sí se visualizan los espacios públicos generados en las décadas
previas (Parque Urquiza y Parque Nacional a la Bandera, junto al Monumento
inaugurado en 1957) como también las avenidas costaneras (Belgrano, de la
Libertad, del Huerto, Wheelwright, Rivadavia y del
Valle).
Rupturas y continuidades en las
cartografías del frente fluvial
- Sexto momento: La recuperación democrática definitiva, el estudio de
la ciudad real y la propuesta del Plan Director de
1991 (período 1983 - 1991).
Luego del fin del período de dictaduras militares en Argentina, con la
recuperación democrática definitiva en 1983 se posibilita una nueva etapa de
planeamiento urbano y transformación territorial. Por lo cual, la producción
cartográfica realizada a partir de dicho período expone los nuevos abordajes.
Desde la Secretaría de Planeamiento de la Municipalidad de Rosario
(especialmente en la oficina del Plan Director), se
realizan una serie de planos y esquemas de estado de situación real de la
ciudad, en especial de los sectores ribereños de Puerto Norte y del área
central, a fin de comprender la ocupación efectiva de las instalaciones
productivas existentes, como de su relación con el tejido urbano aledaño (Figura
10).
Figura 10. Esquemas analíticos de la ribera de la
ciudad de Rosario en 1987 y propuestas de transformación. Fuente: Municipalidad
de Rosario (1987).
Luego del análisis y desarrollo de las características del territorio,
se procede a establecer directrices de acción e intervención exhibidas a través
de una serie de cartografías diversas; las cuales se confeccionan a partir del
plano base la jurisdicción de Rosario, realizando una serie de intervenciones
con tiralíneas y planchas adhesivas de tramas y colores. Si bien la medida
original de los planos es de 80 x 80 cm aproximadamente, se reducen en la
edición del plan a tamaño A4 (21,7 x 29 cm) y se incorporan junto a éstos las
referencias y los títulos correspondientes (Galimberti, 2017). Asimismo, se
realizan una serie de esquemas síntesis sobre la recuperación del frente
costero y la reconversión de la costa (Figura 11). Dichos gráficos forman parte
de la Actualización del Plan Regulador, comúnmente denominado Plan Director de 1991 y prefiguran la transformación iniciada en
la costa central.
Figura 11. Izquierda: Plano original realizado para
el Plan Director de 1991. Derecha: su reproducción
oficial en el documento presentado del Plan Director
de 1991. Fuente: Municipalidad de Rosario (1991) y Archivo Secretaría de
Planeamiento.
- Séptimo momento: La actualización del Plan Director:
Nuevas bases para el acuerdo y la inauguración de numerosas obras en la costa
central para espacio público y de revalorización patrimonial (período
1991-2007)
A mediados de la década de 1990 desde la Secretaría de Planeamiento de
la Municipalidad de Rosario se retoma la actualización del Plan Director presentado al Concejo Municipal en 1991. Es así que
se presenta un nuevo documento en 1999 bajo el nombre de Nuevo Plan Director: Bases para el Acuerdo. En éste se registran
cambios tanto en las técnicas utilizadas para su desarrollo como también en la
implementación de instrumentos específicos para el estudio e intervención de la
costa rosarina[11],
especialmente se destaca la incorporación del Plan Maestro de la Costa. Si bien
estos planos se construyen desde el planeamiento urbano-territorial, desde las
cartografías que constituyen el estado real del territorio también se refleja
esta mirada. Por ejemplo, en el plano oficial de la ciudad de 1999[12], se
visualiza de color verde el frente costero central indicando los diversos
nombres de los parques creados (Figura 12). Se fortalece así el imaginario de
Rosario como una ciudad transformada ahora “de cara al río”. No obstante, es
durante la primera década del siglo XXI que se inauguran diversas y grandes
obras que realmente conforman la sucesión de espacios recreativos[13] .
Figura 12. Izquierda: propuesta de transformación
de la ribera de Rosario según el Plan Maestro de la Costa. Derecha: Plano
oficial de la ciudad de Rosario de 1999. Fuente:
Municipalidad de Rosario (1999). Archivo Secretaría de Planeamiento y Dirección
de Cartografía.
Nuevos desafíos multiescalares
- Octavo momento: El Plan Urbano Rosario 2007-2017, documento base para
su actualización, los principales desarrollos realizados y los desafíos
pendientes (período 2007-2021)
En la primera década del siglo XXI, desde la Secretaría de Planeamiento
se comienza con la actualización del Plan Director
Bases para el Acuerdo[14] y se
presenta el Plan Urbano Rosario 2007-2017 en el cual el frente costero se sigue
constituyendo en uno de sus Proyectos Estructurales, dando continuidad a las
propuestas previamente definidas. En este período, uno de los sectores más
representativos de transformación costera lo constituye el área denominada
Puerto Norte. Se desarrollan nuevas cartografías, tanto analíticas como
proyectuales, que se articulan con nuevos instrumentos como son los Planes
Especiales, Planes de Detalle y Convenios Urbanísticos (Figura 13).
Figura 13. Izquierda: Proyecto estructural “Frente
costero” del Plan Urbano 2007-2017. Derecha: Plan Especial de Puerto Norte.
Fuente: Municipalidad de Rosario (2011).
Los desarrollos realizados en el área de Puerto Norte continúan el
objetivo planteado desde el Plan de 1952 (y sostenido en los planes siguientes)
a fin de liberar el sector de instalaciones productivas-portuarias,
estableciendo su traslado hacia el sur de la ciudad y lograr la refuncionalización de dichos espacios costeros. Estos
desarrollos, si bien en gran parte materializados, en el año 2021 aún se
encuentran en curso. Puerto Norte se articula con el resto del área central a
través de una sucesión de parques y paseos, con presencia de componentes
patrimoniales de relevancia identitaria, mayormente instalaciones del puerto y
del ferrocarril, que son reinventadas albergando nuevos usos, principalmente
vinculados a la cultura y a la educación. El frente costero central se
reposiciona así en el foco turístico central, la imagen que resignifica a una
ciudad ahora de frente al río, con nuevas vinculaciones a las prácticas
deportivas y recreativas de navegación, en una ribera que se consolida como un
gran mirador al Paraná y su amplio Delta (Figura 14).
Figura 14. Fragmento del plano oficial de la
Municipalidad de Rosario de 2021. Fuente: Dirección General de Topografía y Catastro,
Secretaría de Hacienda y Economía, Municipalidad de Rosario.
Reflexiones finales
A través de los ocho momentos seleccionados, entre 1853 y 2021, se
identifican rupturas y continuidades de los imaginarios en torno a la ribera
rosarina, cotejando las propuestas planteadas en las cartografías vinculadas al
urbanismo y el planeamiento, con relación a los mapas que exhiben el estado de
situación real. El primer momento refleja el imaginario de la reciente
declarada ciudad de Rosario, anticipando en el plano de Grondona el crecimiento
vertiginoso de las décadas siguientes, a través de una rápida transformación
del tejido urbano, así como de la instalación de equipamientos e
infraestructuras de relevancia.
El segundo momento, entre los últimos años del siglo XIX y comienzos del
siglo XX, las cartografías atestiguan el debate en torno a la expansión y
desarrollo de las nuevas instalaciones portuarias articulándose íntimamente con
los litigios políticos y económicos del momento, que finaliza con la
construcción y concesión del puerto a la empresa francesa Hersent
et fils (como lo plantea el “Plan del Puerto de Rosario” realizado por M.
George Hersent). Sin embargo, el tercer momento
implica un cambio radical sobre los imaginarios en torno al puerto, instalando
desde el urbanismo, la propuesta de trasladar las componentes ferro-portuarias
localizadas en la costa central a fin de reconvertir la ribera en un sector de
espacios públicos que conecten al tejido urbano con el Paraná. No obstante, a
pesar de que dicha propuesta se mantiene en los momentos siguientes, solo se
logran recuperaciones parciales antes de fines de la década de 1980. Así se
refleja en el cuarto momento, a través del plano de
reorganización del ex Ferrocarril Oeste Santafesino en un nuevo parque público,
que se propone en 1950 y se inaugura en 1952 bajo el nombre “Parque de los Derechos
de la Ancianidad” (actual parque Urquiza). Aunque desde el planeamiento se
continúa reafirmando dicha propuesta de reestructuración costera (como se
indica en el quinto momento correspondiente al Plan Regulador de 1967), el
golpe de Estado de 1976 vuelve a habilitar usos productivos en el sector de
puerto norte.
Finalmente, los últimos tres momentos que comprenden desde 1983 hasta el
2021 abordan el período democrático definitivo, durante el cual desde el
planeamiento se retoman las propuestas previas de reestructuración de la costa
y se posibilita dar continuidad a través de distintos proyectos en diversas
escalas, que consolidan el puerto en el sur y la reconversión de la costa
central para espacios públicos, logrando una nueva relación entre ciudad,
frente fluvial y río Paraná. Es así que desde las primeras cartografías
proyectivas del siglo XIX se manifiestan diversos imaginarios que tienden a
prefigurar los cambios que posteriormente (aunque a veces muy distantes en el
tiempo), se materializan en la costa rosarina.
En este sentido, la cartografía resulta ámbito clave de conocimiento y
aproximación del territorio, ya que la utilización de diversas herramientas
gráficas no solo influye en el modo de pensarlo, sino que, a su vez, también
incide en su transformación, generando nuevos dispositivos y lineamientos
cognoscitivos, ampliando los horizontes de investigación y acción. El rol de
las representaciones cartográficas resulta clave para comprender la
construcción discursiva del rol del río Paraná para la ciudad de Rosario a
través de las décadas. Su geografía particular, como los imaginarios en torno a
la misma, han marcado
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Recibido: 02/06/2021
Evaluado: 22/07/2021
Versión Final: 13/08/2021
[1] El primer momento
seleccionado (década de 1850), abarca el primer registro cartográfico de la
ciudad correspondiente a 1853 (atribuido a Timoteo Guillón) y el plano
encargado por la Municipalidad a Grondona, de 1858, que condensa un posible
desarrollo futuro próximo de Rosario. El segundo momento corresponde a la
propuesta para puerto y ensanche de la ciudad, realizada por los agrimensores
Werner y puso, en 1890 (no materializada) y los planos realizados por Hersent del puerto que se inicia en 1905. El tercer momento
coteja el estado de situación de la ciudad en 1927 (plano oficial de la
Municipalidad de Rosario) y la propuesta presentada en 1935 del Primer Plan
Regulador de Rosario (encargado por parte de la Municipalidad a Della Paolera, Guido y Farengo). El
cuarto momento se coteja la propuesta encargada por parte de la Municipalidad a
Alberto Montes para el Plan Rosario en 1952 y un plano correspondiente a las
obras efectivamente realizadas planteadas por dicho plan: la transformación del
ex predio ferroviario FF.CC Oeste Santafesino en el actual parque Urquiza. El
quinto momento aborda la propuesta del Plan Regulador de Rosario de 1967
realizado por la Comisión Coordinadora Urbanística, Ferroviaria, Vial y
Portuaria de Rosario y el plano oficial del Municipio de Rosario de 1977. Los
tres últimos momentos corresponden al período democrático definitivo 1987-1991;
1999 y 2008-2021 a través de los cuales se cotejan planos realizados por la
Secretaría de Planeamiento de la Municipalidad de Rosario (enmarcados en sus
respectivos Planes Urbanos) y cartografías que condensan el estado de situación
real de la ciudad.
[2] Nicolás Grondona
se radica en Rosario en 1854 y es comisionado para la delineación de edificios
y calles de la ciudad. A su vez, entre 1871 y 1877 es designado Ingeniero
Municipal (Cicutti & Ponzini,
2016).
[3] Por ejemplo, en 1900, se produce la epidemia de peste bubónica,
siendo el sector del bajo el foco de la enfermedad por las ratas portadoras de
pulgas que transmiten la bacteria de la peste negra. Si bien los muertos no
llegan a ser 50, se produce un gran impacto social con amplia difusión a escala
nacional. Rosario es declarada una de las ciudades más antihigiénicas de
Argentina (Megías, 2010). Por lo cual, el reclamo del saneamiento de la ciudad
se profundiza en las décadas siguientes, vinculándose con la necesidad de
trasladar las infraestructuras portuarias, quitándolas del centro de la ciudad,
dado que se localizaban muy próximas a la residencia.
[4] En el Plan Regulador y de Extensión de 1935 compara la relación
de habitantes por hectárea entre Rosario y diversas ciudades del mundo.
Mientras Rosario registra 3600 habitantes por hectárea, otras ciudades que los
autores toman como referentes, distan mucho de esos números como, por ejemplo:
Los Ángeles, 64 hab./ha; Boston, 94 hab./ha; Washington, 206 hab./ha; San
Francisco, 214 hab./ha.
[5] Se plantea trasladar así todas las instalaciones productivas
industriales, separándolas de la residencia y limitándolas en un área de
reserva para “todas las fábricas, usinas y grandes depósitos considerados como
establecimientos insalubres” (Rigotti, 2014, p.80).
[6] Se destaca, en especial, la visita de Federico García Lorca a la
ciudad de Rosario, el 22 de diciembre de 1933, al recorrer la costa central de
la ciudad “miró con asombro el Paraná y exclamó preguntando: ¿Tenéis un río? De
inmediato, viendo la verja. ¿Por qué lo habéis encerrado? En una súbita
reacción, el espíritu sensible y alerta del poeta descubriría el antiguo drama
de la ciudad escindida, absurdamente separada de su río vital.” (La Capital,
Rosario, 2710/2003, p.4).
[7] Montes califica al Plan Regulador de 1935 de “romántico” y
plantea que sus postulados “nunca alcanzaron el nivel de las realizaciones”,
llegando a definirlo como del “reino de la fantasía” (Montes, 1980).
[8] Este plano incorpora a las islas situadas frente al margen occidental
del canal principal del río Paraná; dado que, se considera que el sector
insular, siendo clave de este territorio, no debe omitirse en la consideración
de los problemas regionales identificados.
[9] En esta
cartografía se indican los terrenos ferroviarios que se ceden a la
Municipalidad de Rosario para parque público correspondiente al expediente 8000
de 1948. Asimismo, se destaca que el actual Parque Urquiza fue habilitado en el
mes de mayo de 1952 como consecuencia de la autorización concedida por el
Ministerio de Transporte de la Nación (Resolución N°691 de 1950).
[10] En el marco del
Decreto N°7.317/67 del Gobierno provincial de Santa Fe a través del cual se
exige a todas las municipalidades y comunas a que redacten su propio Plan
Regulador.
[11] Por primera vez
se realizan todas las cartografías a través de programas informáticos
(especialmente Autocad y Corel Draw),
como también se produce la redacción y el diseño del documento por recursos
digitales. A partir de este momento, se elimina la elaboración física de los
planos realizados a mano (generalmente a gran tamaño, que luego son reducidos y
reproducidos en el plan) (Galimberti, 2017). Se transforma, así, la metodología
de producción cartográfica del planeamiento y también se modifican los medios
de divulgación, ya que las directrices y propuestas de transformación urbana se
difunden mayormente por internet y medios de reproducción digital.
[12] Realizado por la
Dirección General de Topografía y Catastro, correspondiente a la Secretaría de
Hacienda y Economía de la Municipalidad de Rosario.
[13] Se
destacan: la inauguración en 2005 de la refuncionalización
de la ex estación ferroviaria Rosario Central en el nuevo Centro Municipal de
Distrito Centro -CMD- y un complejo cultural dedicado a los niños denominado
Isla de los Inventos; en 2004 la inauguración de la Casa del Tango, en las
instalaciones del conjunto de los ex tanques de agua ferroviarios; también en
2004 se inaugura el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario -MACRO- como
restauración de la torre y los ocho cilindros utilizados originalmente como
almacenamiento de granos; entre otras.
[14] Los nuevos recursos tecnológicos posibilitan desarrollos innovadores,
tanto referidos al estudio urbano-territorial como también a la elaboración
cartográfica. Se destacan, por ejemplo, imágenes satelitales y fotografías
tomadas en nuevos vuelos de la ciudad, junto a la incorporación de programas
informáticos que resultan esenciales para la confección de gráficos, esquemas y
planos que incorpora el nuevo Plan Urbano Rosario 2007-2017 (Galimberti, 2017).
Por ejemplo, 3D Studio que posibilita crear modelos
digitales de tres dimensiones de proyectos urbanos, y Adobe Illustrator
programa a través del cual se realiza la mayor parte de las cartografías. En
este sentido, las nuevas tecnologías son instrumentos que reactualizan la
antigua ilusión de conocer y ver todo. Estas técnicas contemporáneas abren un
gran abanico de posibilidades de explorar nuevos procedimientos proyectuales y
de construcción de realidades (Favelukes, 2012).