La articulación del asociacionismo italiano de Buenos Aires, 1878-1918

 

 

The interaction of Italian associationism from Buenos Aires, 1878-1918

 

 

 

Leonardo Maggio

Universidad de Buenos Aires,

Instituto de Investigaciones "Gino Germani",

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina)

maggioangel@gmail.com

 

 

Resumen

El propósito de este trabajo es analizar el proceso de articulación entre las diversas asociaciones de la comunidad italiana de Buenos Aires, hacia mediados del siglo XIX y principios del XX. Si bien el asociacionismo italiano en la Argentina ha sido abordado desde diversas perspectivas, nos proponemos hacer foco en las relaciones que se establecieron entre las distintas instituciones. En este sentido, podemos pensar esta articulación como la interacción de las asociaciones que los inmigrantes italianos fueron conformando en una misma estructura. La multiplicidad de instituciones y su superposición, las crisis financieras recurrentes, los grandes emprendimientos y los conflictos que fueron surgiendo entre los líderes de las asociaciones requería de la conformación de un ámbito de confluencia donde se pudieran abordar estas problemáticas. Sin embargo, los fuertes enfrentamientos ideológicos fueron determinantes para postergar la unidad. Esto cambió ante la incursión de Italia en la Guerra de Libia y la Primera Guerra Mundial, en un contexto internacional atravesado por un fuerte nacionalismo, lo cual favoreció diversos emprendimientos por parte de los inmigrantes italianos que derivaron en el desarrollo de una estructura propia para el asociacionismo.

 

 

Palabras Clave

Asociacionismo migratorio; liderazgo étnico; inmigración italiana; nacionalismo; identidades colectivas.

 

 

Abstract

The purpose of this work is to analyze the process of articulation between the various associations of the Italian community of Buenos Aires, towards the middle of the 19th century and the beginning of the 20th. Although Italian associationism in Argentina has been approached from different perspectives, we propose to focus on the relationships that were established between the different institutions. In this sense, we can think of this articulation as the interaction of the associations that the Italian immigrants were forming in the same structure. The multiplicity of institutions and their superposition, the recurring financial crises, the great entrepreneurships, and the conflicts that arose between the leaders of the associations required the formation of a confluence area where these problems could be approached. However, the strong ideological confrontations were decisive to postpone the unit. This situation changed with the Italy's incursion into the Libyan War and World War I, in an international context crossed by a strong nationalism, which favored diverse undertakings by the Italian immigrants that derived in the development of their own structure for the associationism.

 

Keywords

Migratory associationism; ethnic leadership; Italian immigration; nationalism; collective identities.

 

 

 

 

Introducción

 

La Argentina constituyó uno de los principales países de destino de los más de 17.000.000 de inmigrantes italianos registrados durante 1880 y 1929 (Rosoli, 1978, pp. 345-355). Entre 1881 y 1914 ingresaron al país cerca de 4.200.000 personas, de las cuales 2.000.000 eran italianos. Aquí debemos considerar también el porcentaje de retornos, ya que entre 1861 y 1920 se produjeron 2.328.771 ingresos, por sobre 1.226.013 egresos de italianos, lo que nos estaría sugiriendo que casi la mitad de los peninsulares que entraron se establecieron (Devoto, 2003, pp. 235-248).

El aumento de inmigrantes italianos a la Argentina desde mediados del siglo XIX provocó el surgimiento de una gran cantidad de asociaciones y periódicos “étnicos”. Este proceso se extendió hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial, la cual ocasionó una brusca interrupción en los flujos migratorios. Según el censo nacional de 1914 existían cuatrocientas sesenta y tres asociaciones mutuales italianas, las cuales contaban con ciento sesenta y seis mil socios. En la ciudad de Buenos Aires en particular, se registraron sesenta y seis sociedades mutuales italianas con cincuenta y un mil quinientos socios. Si bien sabemos por diversas fuentes que muchas instituciones no fueron relevadas en este censo, nos permite tener una idea concreta acerca de la magnitud de asociaciones en el momento mayor auge.

El trabajo de Baily (1982) respecto al surgimiento de las asociaciones italianas en Argentina a partir de mediados de siglo XIX, y su influencia en el proceso de asimilación de los inmigrantes, abrió las puertas a una vasta producción historiográfica dentro de esta área de estudio, como así también a nivel metodológico. Entre las múltiples investigaciones que han abordado el tema del asociacionismo italiano en los estudios migratorios, podemos mencionar los conflictos en el interior de las asociaciones italianas (Devoto, 1985); la élite dirigente italiana a mediados del siglo XIX (Devoto, 1989); la importancia del liderazgo “étnico” para la reproducción de la estratificación social (Devoto y Fernández, 1990); o la relación entre clase y etnia dentro de estas instituciones (Gandolfo, 1992). También hubo algunos autores que han puesto la mirada en comprender el asociacionismo italiano en la Argentina como un fenómeno de largo plazo con continuidades y rupturas (Bernasconi, 1993 y 2018; Devoto, 2006).

El importante desarrollo de las asociaciones italianas en la Argentina, que en comparación con otros países de destino de estos inmigrantes tuvieron una menor tendencia a la fragmentación, lo cual les permitía contar con una elevada masa societaria y un considerable capital, se debió en gran medida al rol desempeñado por los militantes republicanos que habían migrado y su tradición para la conformación de las primeras asociaciones mutuales (Devoto, 2006, pp. 168-169).

De todas formas, debemos tener en cuenta que una porción muy baja de los inmigrantes italianos de la Argentina participaba activamente de la vida asociativa. Los momentos de mayor convocatoria de los socios ocurrían cuando se daban los enfrentamientos entre grupos dirigentes, los cuales se dirimían en grandes eventos, asambleas relevantes o elecciones internas (Devoto y Fernández, 1990, pp. 141-143).

Ante la gran cantidad de asociaciones italianas, se hizo evidente para los contemporáneos la necesidad de conformar una entidad que agrupara a todas las instituciones de la comunidad, aunque su concreción demandó un proceso de más de veinte años. La dirección de emprendimientos y actividades propias de los inmigrantes durante esos años fue necesaria para la construcción de prestigio en una elite que tenía fuertes vínculos con los funcionarios locales. Estos inmigrantes habían logrado cierto “éxito” económico, o bien eran reconocidos profesionales, lo cual les permitía conducir diversos espacios de representación de la comunidad y desarrollar un liderazgo de proyección (Núñez Seixas, 2006, pp. 21-22).

Sin embargo, el enfrentamiento ideológico de los líderes fue el principal motivo que impidió el agrupamiento de todas las asociaciones bajo una misma institución. Debemos tener en cuenta que el surgimiento de estas sociedades precedió en muchos casos a la unificación del Reino de Italia. En ese contexto, hubo fuertes enfrentamientos entre republicanos y monárquicos, y entre católicos y anticlericales, que provocaron el exilio de muchos italianos y trasladó estos debates a las comunidades en el exterior. Por tal motivo, la unidad de los italianos fue un proceso lento, el cual se dio a través de la creación y selección de elementos culturales comunes que terminaron definiendo la “italianidad”.

En este sentido, podemos pensar la “italianidad” como una categoría histórica y cultural, que apela a consolidar el sentimiento nacional en la sociedad italiana. Si bien la misma fue utilizada desde mediados del siglo XIX, durante el fascismo fue adoptada para referir al compromiso del ciudadano con la nación italiana y su pertenencia a la misma (Gentile, 1986, pp. 143-144). Pero incluso con la caída del régimen fue empleada para dejar de lado las divisiones políticas. Sin embargo, en un país fuertemente marcado por las diferencias regionales, ya sea el idioma, la economía o la historia, entre otras cuestiones, la “italianidad” fue promovida para confluir hacia una homogenización cultural.

El objetivo de este trabajo consiste en desarrollar el contexto en que se conformó una estructura que permitió agrupar a todas las instituciones italianas de la Argentina, a partir de la consolidación de un grupo dirigente con objetivos concretos. Esto es sumamente interesante, ya que el agrupamiento del asociacionismo a través de federaciones fue la forma de organización que permitió la integración de estas asociaciones en una misma estructura, manteniéndose hasta el presente, con significativos cambios.

Este proceso estuvo atravesado por algunos intentos fallidos de consenso, como fue el Primo Congresso delle Società Italiane en 1891, el cual abordaremos de forma particular. Respecto de este evento, Devoto sostiene brevemente que más allá de las problemáticas abordadas y de los deseos de sus organizadores, poco pudo hacerse para lograr la unidad de las entidades (2006: 175). A pesar de esto, como señala el autor, otros agrupamientos puntuales más acotados y fusiones de entidades afines fueron posibles por aquellos años. En nuestra opinión, consideramos que, a pesar de no haberse logrado el objetivo principal – la conformación de una federación que agrupara a todas las asociaciones –, este congreso fue importante en términos de organización, movilización y experiencia para los dirigentes del asociacionismo italiano en la Argentina.

Nuestra hipótesis es que la unidad de los líderes se terminó de concretar gracias al impacto que tuvieron en los inmigrantes italianos el estallido de la Guerra de Libia de 1911 y 1912, entre Italia y el Imperio Otomano, y la Primera Guerra Mundial. Esto es algo que identificó Bertagna en su trabajo sobre el nacionalismo de los inmigrantes italianos de la Argentina ante el estallido de la Guerra de Libia (2007: 451), y que nosotros pretendemos presentar de forma integral con los acontecimientos previos y posteriores que se vinculan para comprender la complejidad del proceso.

Para esto analizaremos brevemente el surgimiento de aquellas primeras asociaciones italianas en Buenos Aires y algunos emprendimientos comunitarios que permitieron ir desarrollando cierta forma de representación colectiva, así como lo enfrentamientos que determinaron la necesidad de establecer acuerdos para construir consenso entre los dirigentes.

En un contexto de exaltación y exacerbación del nacionalismo a nivel internacional, contemporáneo en el caso de la Argentina con la entrada de una importante cantidad de inmigrantes, la construcción de una identidad nacional atravesó a la dirigencia política argentina hacia fines del siglo XIX y principios del XX. En este sentido, la intervención del espacio público a través de la implementación de diversos dispositivos culturales tuvo como propósito la consolidación del patriotismo y la memoria. De igual manera es posible pensar los festejos y emplazamientos de monumentos realizados por la comunidad italiana de Buenos Aires como una respuesta directa a las elites locales para reafirmar la “italianidad” del grupo (Dosio, 2010, pp. 64-65).

Para llevar adelante este trabajo utilizaremos como fuentes principales las actas del mencionado congreso publicadas en 1891, que hasta el momento no han sido analizadas de forma exhaustiva. También incorporaremos la obra presentada por los propios líderes italianos en la cual describieron las acciones emprendidas ante el estallido de la Primera Guerra Mundial. Finalmente, utilizaremos como fuentes secundarias el periódico La Patria degli Italiani y la revista Caras y Caretas, además de obras testimoniales y conmemorativos de la época que nos permitirán complejizar el desarrollo de nuestra investigación, al tiempo que nos brindarán acceso a determinados discursos de los principales líderes. Para reconstruir la trayectoria de la mayoría de los dirigentes mencionados utilizamos como fuente el Diccionario Biográfico Ítalo-Argentino de Petriella y Sosa Miatello (1976).

 

La conformación de las primeras asociaciones italianas en la Argentina

 

El 14 de septiembre de 1853 se constituyó la Società di Beneficenza en una reunión de la cual participaron el Encargado de Negocios de S. M. el Rey de Cerdeña, Marcello Cerruti, y el Conde Giovanni Albini, en representación del Rey Vittorio Emanuele II de Cerdeña, junto a otros líderes. El objetivo principal de esta nueva sociedad era la conformación de un hospital para toda la comunidad italiana, a pesar de que esta empresa corría con la representación del gobierno sardo. Sin embargo, la celeridad con la que comenzó este proyecto contrastó con la parálisis total de la obra en 1857. Entre los diversos motivos expuestos por los representantes oficiales se mencionaba una disminución de las contribuciones de diversos sectores de la comunidad debido al enfrentamiento entre republicanos y monárquicos. (Rezzónico, 1985, p. 22).

En este contexto fue que surgió, en 1858, la Unione e Benevolenza de Buenos Aires. Esta asociación fue conducida principalmente por republicanos, quienes tenían como máximo referente político a Giuseppe Mazzini. De carácter mutual y con una fuerte composición de sectores medios, la conformación de esta institución puede también ser interpretada como una nueva iniciativa con aspiraciones más concretas, ante el fracaso de las élites de la comunidad (Devoto, 2006, pp. 81-82). Detenido el desarrollo del hospital por los enfrentamientos ideológicos, la asociación pretendía contribuir a la solución de los problemas que demandaba la comunidad bajo el reconocimiento de un espacio de pertenencia propio.

Con la conformación del Reino de Italia en 1861, un grupo de socios de la Unione e Benevolenza propuso la inclusión del escudo de la Casa Real de Saboya en la bandera italiana de la institución. El rechazo de la mayoría, militantes del republicanismo, fue contundente. Ante esto, veinticuatro socios renunciaron a la institución y, por recomendación del Encargado de Negocios, Marcello Cerruti, fundaron la Nazionale Italiana ese mismo año (Cibotti, 1987, pp. 20-25). A pesar de las diferencias, ambas asociaciones compartieron su anticlericalismo, lo que las alejaba de las instituciones católicas.

En 1862 se conformó una nueva comisión edilicia para concluir la obra del hospital. Si bien las nuevas contribuciones reactivaron el emprendimiento, no estuvo en pleno funcionamiento hasta 1872, diecinueve años después de que se constituyera la Società di Beneficenza, a pesar de que durante los últimos años del proceso había sido utilizado de forma parcial por el ejército brasilero durante la Guerra de Paraguay y por el gobierno de Buenos Aires durante la epidemia de fiebre amarilla (Rezzónico, 1985, p. 23).

De esta manera la institucionalización de los inmigrantes italianos de Buenos Aires, a través de la proliferación de diversas asociaciones, fue la base de la organización del grupo que se percibía a sí mismo como una colonia. La conducción de estos espacios atrajo desde el principio a renombrados inmigrantes que se fueron posicionando como los líderes y representantes naturales de la comunidad italiana. Mientras que los monárquicos se hicieron con el control del hospital, los republicanos, muchos de los cuales eran exiliados políticos, se hicieron fuertes en el desarrollo y proliferación de las asociaciones mutuales. Las mismas estaban conducidas en su gran mayoría por sectores medios y profesionales, y tenían una fuerte representación de la clase trabajadora inmigrante (Devoto, 1989, pp. 174-175).

El enfrentamiento entre monárquicos y republicanos había comenzado a encausarse cuando aquellos republicanos de ideas más radicalizadas, denominados mazzinianos, fueron expulsados de la conducción de Unione e Benevolenza en 1864. La anexión de Roma al Reino de Italia en 1870 motivó el apaciguamiento de los monárquicos que se apoyaban en la figura del rey, y que también destacaban el rol de Giuseppe Garibaldi en el proceso de unificación, lo que sin dudas los acercaba a los republicanos más moderados. Por el contrario, la inclusión de aquellas asociaciones donde los mazzinianos tenían mayor peso fue un proceso más lento, que comenzó con el debilitamiento de estos líderes a partir de la muerte de Giuseppe Mazzini en 1872 (Devoto, 1989, p. 184).

Por otra parte, debemos considerar que, con la constitución de la monarquía en Italia, los dirigentes liberales argentinos privilegiaron los lazos formales con funcionarios y diplomáticos italianos, alejándose de los mazzinianos (Sábato y Cibotti, 1990, p. 24). Al mismo tiempo, los republicanos moderados que habían llegado a la conducción de la Unione e Benevolenza en 1864 comenzaron a consolidar la idea de que la única forma de que el asociacionismo italiano pudiera mantenerse en el tiempo sería a través de la apoliticidad. Esto fue retomado incluso por los propios historiadores y cronistas de la comunidad, quienes atribuyeron esta construcción impuesta por los dirigentes como una característica natural del grupo (Cibotti, 1987, pp. 12-13).

Para comienzos de la década de 1870 el “éxito” económico de diversos empresarios italianos en la Argentina derivó en la conformación de redes interpersonales, que tenían como propósito la diversificación de sus emprendimientos. Este fue el caso del “grupo Devoto”, dirigido por Antonio Devoto, junto a sus hermanos Bartolomé, Tommaso y Gaetano quienes, además de contar con una red familiar ampliada para el mundo de los negocios, encabezaron una trama más extensa con otros empresarios de origen italiano en torno al Banco de Italia y Río de la Plata. La gran mayoría de estos empresarios estuvieron vinculados desde temprano al asociacionismo, formando parte de instituciones como el Círculo Italiano y la Società di Beneficenza. También participaron de diversos emprendimientos llevados adelante por la comunidad, a través de la conformación de distintos comités. Algunos de los principales miembros de este grupo eran Tommaso Ambrosetti, Onorio Stopani y Giovanni Massone, entre otros (Barbero, 2009, pp. 34-35). Asimismo, se establecieron otras redes en torno a un líder destacado que incursionaba en el asociacionismo y convocaba a otros empresarios, como, por ejemplo, al comerciante Achille Maveroff, al industrial Giuseppe Solari, o a los abogados Annibale Blosi y Giovanni Rolleri (Baily, 1982, pp. 508-510).

El Círculo Italiano (1873) estaba compuesto principalmente por miembros de la elite económica y dirigencial italiana. Muchos socios fundadores del Círculo participaron del Hospital Italiano, sus primeros dos presidentes, Carlo Gallarani (1873-1874) y Paolo Marnego (1874-1875), quien ejerció la presidencia la Società di Beneficenza del Hospital durante 1872 y 1875, constituyen una muestra de lo señalado. También podemos agregar a esta lista a dos presidentes más del Círculo: Mario Froncini (1878), que presidió la Società di Beneficenza entre 1881 y 1882, y a Alessandro Ferrari (1888), quien estuvo al frente de esta asociación en 1887 (Cien Años del Círculo Italiano de Buenos Aires, 1974).

La reconstrucción del surgimiento de las primeras sociedades de beneficencia y socorros mutuos nos permite evidenciar como estas instituciones fueron un espacio para el desarrollo de diversas prácticas políticas, y como los enfrentamientos entre republicanos y monárquicos también se dirimieron en estos espacios. Rápidamente, en la cúpula de estas asociaciones se fueron posicionando inmigrantes italianos que habían logrado el crecimiento económico deseado y tenían aspiraciones de conformar una elite dirigencial a partir de sus vínculos personales. Reduci delle Patrie Battaglie (1869), Unione Operai Italiana (1874), Colonia Italiana (1877), Italia (1878), Giuseppe Garibaldi (1890), Dante Alighieri (1896) y Club Ciclístico Italiano (1898) – posteriormente rebautizado como Club Italiano –, son algunas de las instituciones más importantes que fueron conformándose rápidamente en Buenos Aires. Pero también surgieron otras de menor tamaño que, a pesar de no brindar la misma calidad de servicios que las más grandes, ni de tener la misma relevancia, contribuyeron a la proliferación del movimiento asociativo (Baily, 1982: 489-492).

De todas formas, no debemos limitar el surgimiento de estas instituciones a la capital del país, ya que en varias ciudades del interior se dio un proceso similar, aunque con sus particularidades. Acompañando el desarrollo de la infraestructura en el territorio nacional por parte del Estado, los inmigrantes italianos fueron una de las principales fuentes de mano de obra y, en muchos casos, terminaron asentándose en aquellos lugares. Por tal motivo, en diversas ciudades de la provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, la instalación de comunidades italianas se dio a la par del avance del ferrocarril (Bernasconi, 2018, p. 45). Este proceso, sumado a la importante cantidad de colonias agrícolas que recibieron a los italianos, derivó en la creación de asociaciones en gran cantidad de pueblos y ciudades de la Argentina.

 

Las celebraciones y emprendimientos comunes, a pesar de los enfrentamientos

La organización de la comunidad italiana a través de instituciones de diversa índole fue una característica determinante del grupo. Al mismo tiempo que se dio un fuerte enfrentamiento ideológico en dichos espacios, los grupos dirigentes fueron tejiendo alianzas con miembros de la élite local. En este contexto, las demostraciones públicas de la comunidad tuvieron un gran impulso y fueron una práctica recurrente, aun cuando se impuso su apoliticidad.

El momento de mayor exposición pública de los inmigrantes italianos era la celebración anual del XX de septiembre, conocida como “la pascua de los italianos”, la cual conmemoraba el ingreso del ejército del Reino de Italia a Roma en 1870 para lograr la unificación de la península. Aquí se realizaban importantes festejos públicos, caracterizados por sus coloridos desfiles, contiendas y banquetes (Leiva, 2012). Esta fecha que sin dudas puede ser pensada como un punto de encuentro entre monárquicos y republicanos que buscaban la unidad, marginaba a los católicos. De todas formas, las crónicas de aquel primer festejo dan cuenta de un importante impacto en la mayoría de los inmigrantes italianos.

Por aquellos años, la ausencia de telégrafos entre Europa y Sudamérica hacía que las noticias provenientes de los barcos tardaran más de veinte días en llegar. Por tal motivo, el anuncio de la entrada de las fuerzas realistas a Roma a Buenos Aires fue el 26 de octubre. Posterior al estruendo de bombas y diversas manifestaciones espontaneas de la comunidad, algunos periódicos de la época, como La Prensa, El Nacional o La Tribuna, entre otros; publicaron un boletín especial por la tarde anunciando la unificación. Rápidamente, los principales líderes del grupo resolvieron conformar un comité especial para la organización de un festejo, el cual estuvo presidido por el representante del Rey, el conde Della Croce, compuesto por dirigentes de las principales instituciones. La celebración tuvo lugar a fines de noviembre, en el café Il Povero Diabolo, en la que predominaron las banderas tricolores, entre otros símbolos patrios (Caras y Caretas, 22/09/1917, p. 54).

La imposibilidad para alcanzar la unidad de todo el asociacionismo italiano de la Argentina en un único espacio no impidió la realización de otros emprendimientos y conmemoraciones que, de cierta forma, reivindicaban diversas representaciones colectivas dentro del grupo. Un ejemplo que refleja el desarrollo de proyectos comunes para gran parte de la comunidad fue la construcción del monumento a Giuseppe Mazzini en 1878. Esta obra se emplazó en la actual plaza Roma de la ciudad de Buenos Aires.

La “Comisión popular para el monumento de Giuseppe Mazzini” estaba compuesta por varias personalidades que detentaban cargos en espacios donde los mazzinianos no eran tan fuertes. El presidente de la Comisión fue Mario Froncini, presidente del Círculo Italiano en 1878 y quien, posteriormente, sería presidente del Hospital Italiano entre 1881 y 1886. También estaban, entre otros, Antonio Tarnassi, que presidió las mismas instituciones que Froncini en diversos períodos; Basilio Cittadini, fundador del periódico La Patria degli Italiani (1893-1931) y presidente de la Asociación Dante Alighieri de Buenos Aires; y Gaetano Pezzi, quien había sido secretario de la Unione e Benevolenza y que, al igual que su hermano Filippo, había sido desplazado de la misma por su radicalización republicana en 1864 (Petriella y Sosa Miatello, 1976).

El emplazamiento del monumento tuvo varios detractores en el gobierno y en algunos periódicos locales. Muchos nacionalistas cuestionaban fuertemente la realización de un monumento a un héroe extranjero. Esto provocó una escalada de apoyos por parte de la comunidad italiana que, finalmente, logró la inauguración del monumento a Mazzini en Argentina antes que en Italia gracias a un decreto del presidente Avellaneda. Siendo Mazzini el mayor exponente del republicanismo italiano, los representantes diplomáticos del Reino de Italia no concurrieron al acto inaugural (Smolensky, 2013, pp. 256-257).

Una situación similar ocurrió con el monumento a Giuseppe Garibaldi de 1904. El proyecto tuvo su origen desde que se conoció la noticia de su fallecimiento, en 1882, entre algunos miembros del Círculo Italiano. Sin embargo, la realización de este homenaje atravesó diversas discusiones en el gobierno local respecto a la figura de Garibaldi que retrasaron su emplazamiento (Dosio, 2010, pp. 74-75).

Hacia fines de la década de 1890 se dio un importante conflicto diplomático entre la Argentina y Chile por la definición de la frontera. En este contexto de exacerbación del nacionalismo, no solo en Argentina sino a nivel internacional, los inmigrantes italianos se involucraron activamente para apoyar a su país de acogida. De esta manera, el “Comité del monumento a Giuseppe Garibaldi”, conformado en 1897, aprovechó la colocación de la piedra inaugural el XX de septiembre del año siguiente para respaldar a la Argentina. A partir de este acto que convocó a una verdadera multitud, el lugar del emplazamiento pasaría a llevar el nombre de plaza Italia (Devoto, 2006, p. 305).

Si analizamos los integrantes de ese Comité, observamos nuevamente una fuerte presencia de los principales dirigentes del asociacionismo. La presidencia recayó en Tommaso Ambrosetti, quien fuera presidente del Círculo Italiano y de la Cámara Italiana de Comercio de Buenos Aires, además de formar parte del Hospital Italiano; y la secretaría en Giovanni Rolleri, presidente de la Unione e Benevolenza en 1908. Asimismo, contó con la participación de otros dirigentes como Giuseppe Gatti, presidente de la Unione Operai Italiani; Davide Spinetto, ligado al Banco de Italia y Río de la Plata y a la Asociación Dante Alighieri de Buenos Aires; y Francesco Janello, director del Banco de Italia y Río de la Plata de Buenos Aires durante 1915 y 1932, entre otros destacados dirigentes (Petriella y Sosa Miatello, 1976).

De similares características fue la composición de la “Comisión pro-monumento a Cristóbal Colón”, pensado como un obsequio de la comunidad italiana a la Argentina en conmemoración del centenario de la Revolución de Mayo. Además de Ambrosetti, Spinetto y Janello – y del propio Antonio Devoto, quien junto con varios miembros de su grupo más cercano también habían participado del monumento a Garibaldi –, comenzaron a aparecer en estos espacios de representatividad dirigentes como Vittorio Valdani, destacado empresario de la comunidad italiana de la Argentina, y Guido Buffarini Guidi, quien posteriormente sería presidente de la Federación General de Asociaciones Italianas (Petriella y Sosa Miatello, 1976). A partir de la década de 1920, esto dos dirigentes se posicionarían como los representantes más importantes del fascismo italiano en la Argentina.

La conformación de nuevas asociaciones de carácter mutual durante este período, así como las celebraciones de cada XX de septiembre y la organización de comités para el emplazamiento de monumentos muestran una comunidad italiana muy dinámica, a partir de un sólido grupo de dirigentes embanderados en la “italianidad” que abogaron por la unidad, a pesar de sus diferencias ideológicas. De todas formas, los desacuerdos se mantuvieron y fueron la principal causa para impedir el reagrupamiento de todas las asociaciones bajo un programa común. Sin embargo, estos desentendimientos entre dirigentes se dirimieron siempre al interior del grupo, evitando que trascendieran a la sociedad receptora, al igual que se escondían los conflictos entre clase y “etnia” que se daban en estas instituciones (Gandolfo, 1992: 323). La articulación formal de las asociaciones italianas de la Argentina fue un proceso de avances y retrocesos.

 

El Primo Congresso delle Società Italiane de 1891

 

Hacia fines del siglo XIX los principales enfrentamientos en la comunidad italiana de la Argentina estaban dados entre republicanos y monárquicos, y entre estos con los representantes de las asociaciones de carácter religioso. Debemos recordar que, la celebración anual del XX de septiembre los excluía, ya que marcó un fuerte conflicto entre el Reino de Italia y la Iglesia católica hasta la firma de los Pactos lateranenses en 1929. Por ende, la comunidad reflejaba los enfrentamientos ideológicos de su propio país de origen, con la particularidad de que en la Argentina los inmigrantes que adscribían a las ideas republicanas tenían una importante representatividad. Sin embargo, comenzaron a aparecer algunos puntos de acercamiento entre los republicanos moderados y los monárquicos.

En este contexto, la posibilidad de alcanzar la organización de la comunidad a partir de las diversas instituciones que los propios inmigrantes habían conformado era una posibilidad latente. La primera señal de esto fue la realización del Congreso Pedagógico Italiano de Buenos Aires en 1881. La celebración de un evento de estas características se debió a que muchas de las asociaciones mutuales contaban con instituciones educativas propias. La situación en que estas escuelas funcionaban, las condiciones materiales de desarrollo y su rápido esparcimiento fueron algunas de las cuestiones que motivaron la convocatoria (Devoto, 2006, pp. 149-150).

Por otra parte, se llevaron a cabo dos ediciones de la Exposición Artística, Industrial y Operaria Italiana, realizadas en 1881 y 1886 por la asociación Unione Operai Italiani. Respecto de la edición de 1881, la cual fue inaugurada por el presidente Roca, debemos señalar que fue la primera vez que una comunidad italiana en el extranjero organizó un acto de semejante magnitud, según informó el Comisario General de Emigración de Italia (Zuccarini, 1910, p. 402). El éxito de estos eventos alentó al grupo dirigente a ir por más.

En 1891 surgió por parte de los líderes la propuesta de celebrar el XX de septiembre de ese año con un gran festejo que abarcara a todas las asociaciones italianas de la Argentina. El objetivo final era que se pudiera lograr la deseada formalización de una estructura que integrara a todas las asociaciones italianas del país. Si bien este propósito no se logró, se alcanzaron algunos importantes acuerdos que sin dudas sentaron las bases de las dos décadas siguientes.

En primer lugar, el 5 de agosto de 1891 se conformó el Comité Permanente de Presidentes, bajo propuesta de la asociación Reduci delle Patrie Battaglie, compuesta por cuarenta y cuatro presidentes de asociaciones italianas de Buenos Aires. En aquella reunión, realizada en la sede de la Unione Operai Italiani, se eligió la Junta Directiva de ese comité conformada por Luigi Zoccola,  presidente de la Unione Operai Italiani, como presidente; Attilio Boraschi, ligado al Hospital Italiano y al Circulo Italiano, fue el vicepresidente; Andrea Seitun, de la asociación Giuseppe Garibaldi, fue elegido tesorero; Domenico Fosca, de la Società Veneta di M.S., era el secretario; y Carlo Corbellini, dirigente de Colonia Italiana y la Giuseppe Garibaldi, el subsecretario.

A los tres días se llevó a cabo una segunda reunión del Comité Permanente de Presidentes y se decidió aunar esfuerzos para la realización de un congreso que reuniera a todas las asociaciones italianas del país para el XX de septiembre. El 18 de agosto se cursaron invitaciones a cientos de instituciones de todo el país, convocándolas a participar del evento. Los temas a desarrollar serían: la ayuda mutua; la cooperación; la educación italiana; y “tutto quanto direttamente od indirettamente può interessare la collettività Italiana al Plata, fatta eccezione per argomenti di carattere politico e religioso”[1] (Primo Congresso delle Società Italiane, 1891, pp. 4-5).

Estaba claro que, en el frágil contexto de estabilidad que se había alcanzado entre sectores monárquicos y republicanos de la comunidad, la excepción de referirse a temas políticos era la base sobre la que decidieron avanzar los líderes del grupo. Sin embargo, la elección de la fecha era una declaración de hecho a la exclusión de los católicos.

Otro tema importante en cuanto a la representación de las comunidades en el congreso fue el criterio que se estableció para determinar la cantidad de delegados. Aquí hubo una fuerte impronta de las asociaciones de Buenos Aires, en detrimento de las del interior del país. Se decidió que los delegados de las asociaciones de las provincias debían ser cuatro, incluyendo al presidente de cada entidad o a un representante, sin importar la cantidad de socios. En cambio, las instituciones de la capital que contaran con menos de quinientos socios podían inscribir seis delegados, incluyendo al presidente o representante legal, con la posibilidad de sumar un delegado más por cada cien socios para aquellas asociaciones que superaran esa base (Primo Congresso delle Società Italiane, 1891, pp. 7-9).

Analizando la nómina de instituciones que participaron del congreso observamos que hubo en total ciento dieciocho asociaciones, representadas por casi setecientos delegados de diez provincias, además de la ciudad de Buenos Aires (Primo Congresso delle Società Italiane, 1891, pp. 13-27). En la tabla N° 1 se detalla el desglose de asociaciones y delegados por provincia.

 

Provincia

Asociaciones

Delegados

Buenos Aires

55

139

Ciudad de Buenos Aires

43

517

Córdoba

2

2

Corrientes

3

3

Entre Ríos

4

11

Jujuy

1

1

La Rioja

1

3

Salta

1

2

San Juan

1

4

San Luis

1

2

Santa Fe

6

10

Total

118

694

 

 Tabla Nº 1: Participación de asociaciones y delegados por provincia. Elaboración propia en función de los datos suministrados por Primo Congresso delle Società Italiane, 1891.

 

Si bien se logró un base de representatividad de la mayoría de las provincias, recordemos que muchas de las actuales eran en aquella época territorios federales en proceso de conformación, hemos observado que algunas asociaciones del interior eligieron a un miembro de una institución de Buenos Aires como delegado.

Continuando con el análisis de las fuentes, podría estimarse la cantidad de socios que han declarado tener las asociaciones de Buenos Aires, en función de lo dictaminado por el reglamento del congreso para la determinación de la cantidad de delegados. Según se observa en la tabla N° 2, donde se priorizaron aquellas asociaciones que presentaron más de veinte representantes, hubo una fuerte presencia de las asociaciones más relevantes de la época. Sin embargo, un dato llamativo, además de la ya mencionada ausencia de asociaciones de carácter religioso, es la no concurrencia del Círculo Italiano. Aunque varios de sus miembros participaron por estar vinculados a otros espacios, resulta interesante la falta de delegados propios de esta entidad.

 

Asociación

Delegados

Socios estimados

Nazionale Italiana

47

4.600

Unione e Benevolenza

40

3.900

Unione Operai Italiani

39

3.800

Italia

37

3.600

Colonia Italiana

36

3.500

Nuova Italia

30

2.900

Italia Unita

27

2.600

Giuseppe Garibaldi

22

2.100

Tabla N° 2: Socios estimados de las asociaciones de Buenos Aires que presentaron más de veinte delegados. Elaboración propia en función del criterio fijado para la designación de representantes: 6 delegados hasta 500 socios y un delegado extra por cada 100 socios más (Primo Congresso delle Società Italiane, 1891).

 

El Primo Congresso delle Società Italiane tuvo lugar entre el 21 y el 26 de septiembre. Las reuniones se llevaron a cabo en las sedes de las asociaciones Unione e Benevolenza, Unione Operari Italiani, Italia y Colonia Italiana. Los principales temas abordados fueron: los desacuerdos en las asociaciones y la mejor manera de resolverlos; las medidas a tomar para que las asociaciones de socorros mutuos puedan enfrentar las dificultades financieras creadas por la situación actual del país; la multiplicidad de asociaciones en una misma localidad; la relación entre las sociedades de ayuda mutua de un mismo lugar, especialmente en lo que respecta a las subvenciones, el servicio médico farmacéutico y las escuelas; entre muchos otros.

Cada tema contó con un informe elaborado por un referente, previamente designado por el Comité Permanente de Presidentes. Los expositores designados fueron  Annibale Blosi, ligado al Círculo Italiano y al Hospital Italiano; Vicenzo Cerutti y Carlo Francesco Scotti, del periódico L'Operaio Italiano; Luigi Albasio, abogado especialista en extradiciones; Alberto Porchietti, miembro de la Unione e Benevolenza y docente del Colegio Internacional; Alberto Massimino, de la asociación Unione Operai Italiani; Torquato Sacchi; Ausonio Franzoni miembro de la Asociación Dante Alighieri de Buenos Aires, el Hospital Italiano y Cámara Italiana de Comercio de Buenos Aires; Attilio Boraschi, ligado al Círculo Italiano y al Hospital Italiano; e Ignazio Martignetti, miembro de la Cámara Italiana de Comercio de Buenos Aires (Primo Congresso delle Società Italiane, 1891, pp. 29-32).

En las actas del congreso se detallaron las deliberaciones a las que arribaron los participantes sobre los diversos temas. Nos interesa resaltar la recomendación a todas las asociaciones para que adquirieran la personería jurídica, a fin de lograr una mejor organización interna y administrar de forma correcta su capital. Por otra parte, el contexto de crisis económica en el que se desarrolló el evento quedó evidenciado en las intervenciones de los participantes. Al respecto, se sugería que se fueran actualizando periódicamente la cuota de los socios y el padrón, para tratar de compensar los ingresos con las sostenidas pérdidas.

A su vez, se hizo mención a los conflictos que pudieran ocurrir entre dos o más asociaciones, o la multiplicidad de instituciones en un mismo lugar. Sobre este tema se recomendaba que la mejor forma de arribar a una solución sería aceptando la mediación de otras asociaciones italianas. De todas formas, esto era presentado como una respuesta paliativa, ya que el problema de fondo debería ser resuelto con la constitución de una federación que agrupara a todas las instituciones. Hasta que esto no pudiera ser alcanzado se proponían agrupamientos intermedios, como, por ejemplo, para el caso de las asociaciones que contaban con escuelas propias se mencionaba la posibilidad de formar parte de un espacio común que marcara una conducción pedagógica. Asimismo, se recomendaba que “[…] tutte le Società che hanno eguali principi ed eguali scopi possano riunirsi sotto una sola direzione suprema, pur lasciando intatta l'autonomia delle singole Associazioni”[2] (Primo Congresso delle Società Italiane, 1891, pp. 54-56).

 

El estallido de la Gran Guerra y la reorganización del asociacionismo italiano

 

Luego de muchos años de desencuentros, finalmente, el 29 de mayo de 1912 se conformó la Federación de Sociedades Italianas de Buenos Aires, siendo el primer presidente electo Alessandro Tedeschi (Caras y Caretas, 22/9/1917, p. 48). Se logró, de esta manera, un consenso inicial para que las asociaciones italianas de esta ciudad y sus alrededores comenzaran a trabajar de forma orgánica. Sin embargo, debemos mencionar que las asociaciones de carácter religioso quedaron excluidas de la Federación. En el acta de constitución quedó expuesto una disputa en torno a la decisión de proclamar el XX de septiembre fecha oficial de celebración de la nueva entidad, lo que provocó la oposición de los delegados de la Asociación Popular Católica Italiana y su posterior expulsión de la asamblea (Maggio, 2020, pp. 59-60).

La reunión tuvo lugar en la sede de Colonia Italiana dónde se aprobó el reglamento y se eligió a las autoridades gracias al voto de setenta y cinco delegados. Por otra parte, también intervino el Real Encargado de Negocios, Marchese Negrotto di Cambiaso, quien mencionó que ya se había establecido un comité nacional en Roma bajo el patrocinio del Comisionado de Emigración para recolectar los esfuerzos de ayuda para los italianos expulsados de Turquía (La Patria degli Italiani, 30/05/1912, p. 8).

La conformación de la Federación se dio en un contexto particular, ya que Italia estaba invadiendo al Imperio Otomano en la Guerra Libia, en el mismo año en que se celebraba el cincuentenario del Reino de Italia. Como resultado de este enfrentamiento, la élite de la comunidad italiana en Buenos Aires acompañó la guerra a la distancia, aprovechando el fuerte apoyo que despertaba en los inmigrantes. El periódico La Patria degli Italiani realizó una importante cobertura de la guerra, al tiempo que polemizaba con aquellos periódicos argentinos que caracterizaban el comportamiento de Italia como una avanzada colonialista. Por su parte, en muchas asociaciones se llevaron a cabo festejos, colectas de fondos y diversas muestras de apoyo (Bertagna, 2007).

Sin embargo, la integración de las asociaciones italianas de todo el país en una sola federación debió esperar seis años más y fue consecuencia directa del auge nacionalista que atravesó la comunidad italiana ante el advenimiento de la Gran Guerra. En este contexto, las acciones de beneficencia emprendidas por el grupo, la organización de una estructura capaz de incluir a la gran mayoría de las comunidades italianas de las distintas provincias, y la centralización para establecer canales de comunicación con su país de origen fueron determinantes para concretar un proceso de articulación atravesado por los enfrentamientos entre los distintos grupos dirigentes.

Con el estallido de la Primera Guerra Mundial se multiplicaron las movilizaciones y actividades propagandísticas de las comunidades de inmigrantes de la Argentina. La posición neutral adoptada por el país sudamericano, condicionada por los intereses económicos establecidos con los países beligerantes, dio lugar a que los enfrentamientos entre germanófilos y aliadófilos fueran incrementándose al calor de los acontecimientos de la guerra. En el caso de los inmigrantes italianos de Argentina es preciso señalar que el reclutamiento fue menor a otros grupos y que, a diferencia de los franceses y británicos, la ayuda se concentró en la comunidad local, como, por ejemplo, en contribuciones a las familias de los combatientes (Tato, 2011).

La entrada de Italia a la guerra implicó que muchos inmigrantes italianos retornaran a su país de origen con el fin de enlistarse en el ejército para participar en el frente de batalla. Mientras que otros hicieron uso de su posición de liderazgo y emprendieron fuertes campañas de ayuda, financiamiento y propaganda. En el periódico La Patria degli Italiani se realizó una importante cobertura de la guerra y, al comienzo del enfrentamiento, la sección especial dedicada a este tema llevaba el título de “L’Ultima Guerra d’Italia”.

A partir de una convocaría realizada por la Federación de las Asociaciones Italianas de Buenos Aires, el 27 de mayo de 1915 se constituyó el “Comité Italiano de Guerra de Buenos Aires”, a instancias del ministro Plenipotenciario y enviado extraordinario, Vittorio Cobianchi, en el antiguo Teatro Victoria. El principal objetivo de Cobianchi era lograr la unidad del asociacionismo italiano de la Argentina. El Comité estaba compuesto por el Cónsul General, Davide De Gaetani, y los principales dirigentes del asociacionismo: Antonio Devoto, Francesco Janello, Lorenzo Pellerano, Bartolomeo Gianocchio, Giovanni Buschiazzo, Giovanni Pelleschi, Tommaso Ambrosetti y Giuseppe Devoto. En la primera reunión del 30 de mayo se designaron los cargos ejecutivos, mientras que los representantes oficiales se repartirían los puestos honoríficos. Así, Antonio Devoto fue nombrado presidente, Ambrosetti vicepresidente 1ro, Pellerano vicepresidente 2do, y se decidió incorporar al experimentado Giovanni Rolleri como secretario, quien además de ser presidente de Unione e Benevolenza también había sido secretario del Comité del monumento a Giuseppe Garibaldi (Gli italiani nel Sud America ed il loro contributo alla guerra 1915-1918, 1923, p. 21).

El periódico La Patria degli Italiani destacó que el evento de masiva convocatoria había sido una irrefutable prueba de que la unión de todos los inmigrantes italianos que no había podido conseguir la Argentina, lo había logrado Italia y su incursión en la guerra, al despertar en toda la comunidad un fuerte patriotismo (La Patria degli Italiani, 28/05/1915, p. 5).

En los encuentros posteriores se fue desarrollando una estructura más compleja para ampliar la participación y articular el funcionamiento del Comité, extendiéndose a todo el territorio de la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores. Como consecuencia de esto, se conformó un Comité ejecutivo que fue convocando a distintos dirigentes de la comunidad. Finalmente, se constituyó una oficina de presidencia, en la cual estaban agrupados los cargos ejecutivos más importantes. De todas formas, la conformación del Comité estuvo abierto a nuevas incorporaciones y cambios en los cargos directivos. Al respecto, debemos mencionar el ingreso de Tito Luciani y Enrico Figari en representación de la Federación de Asociaciones Italianas de Buenos Aires, el 26 de junio de 1916; y la asunción del nuevo presidente, Giuseppe Devoto, tras el fallecimiento de su hermano Antonio el 30 de julio de ese año.

Entendemos que, el propósito de reunir a miembros de casi todos los espacios de la comunidad italiana, como, por ejemplo, asociaciones, entidades bancarias, periódicos, empresarios, excombatientes, entre otros, era lograr un comité que pudiera arrogarse la representatividad incuestionable de todo el grupo.

Se conformaron cuarenta y nueve seccionales que abarcaron el territorio de la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores. En la ciudad fueron denominadas del 1 al 43, concordantes a la misma cantidad de reparticiones policiales, y se sumaron seis de las localidades aledañas más importantes: Avellaneda, Ciudadela, Lanús, Caseros y Santos Lugares, Villa Ballester y San Isidro. Cada una de estas contaba con su respectivo presidente, vicepresidente, secretario, tesorero y un número variable de consejeros, que podríamos estimar entre diez y veinte miembros (Gli italiani nel Sud America ed il loro contributo alla guerra 1915-1918, 1923, p. 22).

También en estas reuniones se acordó un reglamento en el cual se estableció que, durante el transcurso de la guerra y mientras las circunstancias no requieran lo contrario, el Comité dedicará “[…] tutte le somme raccolte per provvedere ai bisogni dei richiamati alle armi ed in special modo delle loro famiglie […]”[3] (Gli italiani nel Sud America ed il loro contributo alla guerra 1915-1918, 1923, p. 26).

De esta manera, quedaba debidamente expresado que las aspiraciones individuales o fraccionales debían quedar de lado. A su vez, en este reglamento se creaban las siguientes comisiones: “Vigilancia, protección y trabajo”, “Finanzas”, “Distribución de víveres y vestimenta”, y “Asistencia médica, farmacéutica y legal”. También se establecía una estructura piramidal, donde cada asociación reportaba a la sección que le correspondía, las cuales rendían cuenta de lo actuado al Comité Central. Se pretendía que “[…] tutta la Colonia costituisca un immenso unanime comitato patriottico […]”[4], que requería de la “[…] cooperazione spontanea e generosa di tutti quanti sentono l’orgoglio d’essere italiani.”[5] (Gli italiani nel Sud America ed il loro contributo alla guerra 1915-1918, 1923, pp. 25-26).

Además del trabajo desarrollado por las distintas comisiones, tendientes a favorecer la inserción laboral, la distribución de víveres, vestimenta, remedios y asistencia médica; el Comité llevó a cabo otras iniciativas. Entre las más destacadas debemos mencionar, actividades de propaganda, entrega de canastas de alimento por el XX de septiembre, colecta de cereales, pago de pensiones, la impresión de un boletín periódico, y una rifa de beneficencia que vendió casi veintiocho mil billetes. En total, todas las actividades emprendidas lograron recaudar más de siete millones de pesos (Gli italiani nel Sud America ed il loro contributo alla guerra 1915-1918, 1923, pp. 38-43).

Si observamos detalladamente el balance presentado, identificamos que la principal fuente de ingresos está compuesta por las actividades llevadas a cabo por el Comité para recaudar fondos. A su vez, las iniciativas locales de cada seccional conformaron un aporte significativo. Por el contrario, las suscripciones de las entidades bancarias (Banco Italia y Río de la Plata, Nuevo Banco Italiano, Banco Comercial Italiano, Banco Ítalo-Belga y Banco Francés e Italiano) y empresas de la comunidad no logran equipararse con las anteriores (Gli italiani nel Sud America ed il loro contributo alla guerra 1915-1918, 1923, pp. 56-57).

El análisis del destino que tuvieron esos fondos nos permite comprobar que el grueso de lo recaudado se asignó para la asistencia a familiares de combatientes, según lo dictaba el reglamento del Comité. También las contribuciones realizadas a las campañas organizadas por el Reino de Italia recibieron un fuerte monto. Es necesario destacar el aporte que se hizo para conformar un fondo de pensión de suma importancia y que también se otorgó una ayuda económica a excombatientes que habían participado de las batallas durante la unificación italiana, detallado como “Guerra de la Independencia”, ya que muchos estaban en calidad de exiliados o emigrados en la Argentina.

Por otra parte, debemos tener en cuenta que si bien este Comité fue muy importante no fue la única institución italiana de la Argentina que recaudó fondos y se organizó con fines benéficos. Otras de las más relevantes de la capital del país fueron la Delegación General de la Cruz Roja Italiana en Buenos Aires, el Comité Pro Mutilados, Comité por los huérfanos de Guerra y las organizaciones de veteranos de guerra, entre otros. En La Plata podemos mencionar al Comité Italiano Pro-Patria y la Cruz Roja. A su vez el Comité de Guerra de la provincia de Buenos Aires nucleó a cincuenta y nueve comités de guerra de distintas ciudades. También se constituyeron los Comité de Guerra en la gran mayoría de las provincias y territorios federales del país. Finalmente, hay que aclarar que muchas asociaciones participaron de forma independiente en las campañas, es decir, por fuera de los Comités de Guerra. Estas instituciones estuvieron distribuidas por todo el territorio nacional, evidenciando distintas formas de organización y coordinación (Gli italiani nel Sud America ed il loro contributo alla guerra 1915-1918, 1923, pp. 44-45).

El desarrollo de esta articulación entre las asociaciones italianas de la Argentina y el establecimiento de canales formales de comunicación con autoridades diplomáticas, en un contexto de fuerte nacionalismo, confluyó en la tan mentada unión del grupo. Aunque también debemos agregar que tanto las asociaciones grandes como las más pequeñas estaban atravesando una profunda crisis económica hacia principios del siglo XX (Baily, 1982, pp. 492-493).

En paralelo al funcionamiento del Comité Italiano de Guerra, hubo dos procesos de unidad que emprendieron las asociaciones italianas de la Argentina. El primero de estos atravesó a las asociaciones mutuales de Buenos Aires, las cuales acordaron esta nueva reestructuración debido a las crisis económicas que arrastraban. El mismo se dio en dos etapas: el 3 de enero de 1915 seis instituciones se unieron en la Unione Italiana al Plata y al cabo de un año, el 21 de febrero de 1916, esta institución junto a la Unione e Benevolenza, Unione Operai Italiani, Giuseppe Garibaldi, Veneta di M. S., Camillo Benso Conte di Cavour, La Patiottica, Fratellanza Militare y La Italiana al Plata conformaron la Associazione Italiana di Mutualitá e Istruzione (AIMI).

El segundo proceso se dio en 1918 y fue la incorporación de las asociaciones del interior del país a la Federación de Asociaciones Italianas de Buenos Aires. Reunidos en el Círculo Italiano de Buenos Aires, representantes de asociaciones italianas de distintas ciudades, como Rosario, Córdoba, Santa Fe, entre otras, establecieron la elaboración de un nuevo estatuto. En total fueron ciento setenta instituciones italianas las que conformaron la nueva Federación General de Asociaciones Italianas, que posteriormente adoptaría la sigla FEDITALIA (La Patria degli Italiani, 29/09/1918, p. 3).

Al día siguiente, el 29 de septiembre, se procedió al acto formal de constitución, donde los distintos delegados de las asociaciones procedieron a la firma de un documento. Aquí la crónica periodística solo detalló las ciento dieciocho asociaciones del interior del país que participaron: cincuenta y siete del interior de Buenos Aires, veintinueve de Santa Fe, doce de Córdoba, seis de Entre Ríos, y el resto de La Pampa, Mendoza, Corrientes, Chubut, Tucumán y Chaco. Por lo que podemos inferir que las cincuenta y dos instituciones restantes que conformaban la nueva federación eran de la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores.

Las palabras del presidente, Atilio Massone, se centraron en agradecer la amplia incorporación de las instituciones a la nueva federación, al tiempo que señaló su entusiasmo por el logro alcanzado. Luego se pronunciaron varios discursos por parte de los distintos representantes de las asociaciones y delegados oficiales, los cuales estuvieron cargados de un fuerte nacionalismo en las postrimerías de la guerra. Tito Luciani señaló que “el trabajo de retaguardia en Buenos Aires no palidecería en comparación con el trabajo realizado por los hermanos en Italia”. Por su parte, Giovanni Rolleri dijo que “dondequiera que residan en la República Argentina dos italianos, deben sentirse unidos y unánimes en el pensamiento de su patria, en el deseo de armonía, en el respeto a los recuerdos de glorias comunes” (La Patria degli Italiani, 30/09/1918, p. 9).

Sin embargo, una importante cantidad de asociaciones aún no formaban parte de la Federación. Recordemos que en 1914 se habían censado cuatrocientas sesenta y tres asociaciones italianas de carácter mutual, sin contar aquellas con fines culturales, educativas y recreativas. El proceso de federación de las distintas asociaciones del país fue una de las motivaciones personales de Massone, quien falleció dos años después de la asamblea realizada en el Círculo Italiano. Si bien la incorporación de nuevas instituciones fue lenta, para 1923 la Federación contaba con más de trescientas instituciones asociadas (Gli italiani nel Sud America ed il loro contributo alla guerra 1915-1918, 1923, pp. 239-241).

De todas formas, la unidad de la comunidad italiana de la Argentina sufrió un importante retroceso durante el fascismo, ya que los dirigentes al frente de la Federación General de Asociaciones Italianas apoyaban abiertamente el régimen, provocando el alejamiento de muchas asociaciones que se oponían. El proceso finalmente se completaría a partir de la década de 1950, justamente, cuando los líderes fascistas, que todavía contaban con el apoyado del gobierno argentino, entregaron la conducción de la Federación a un nuevo grupo dirigente (Maggio, 2020, pp. 60-61).

 

Consideraciones finales

 

A lo largo de este trabajo hemos desarrollado el largo proceso de articulación que ha atravesado al asociacionismo italiano de Argentina, desde mediados del siglo XIX hasta principios del XX, a partir de lo que ocurría en Buenos Aires. Ese período estuvo marcado por los fuertes enfrentamientos ideológicos entre los grupos dirigentes. La constitución del Reino de Italia favoreció a la disminución de las divisiones internas, algo que no fue sencillo. Aquí desempeñaron un papel importante los representantes oficiales del gobierno de Italia en la Argentina, quienes emplearon diversas estrategias para lograr esa unidad con los grupos dirigentes más afines a sus intereses. Al comienzo detallamos que, a pesar de sus diferencias, los monárquicos y los republicanos moderados pudieron construir una alianza a partir de una pretendida apoliticidad que ocultaba la historia reciente.

En este sentido, es posible afirmar que, si bien los mazzinianos fueron los primeros impulsores del asociacionismo mutual en la Argentina, luego perdieron representatividad en estos espacios. Por otra parte, pese a que durante el período analizado en este trabajo las asociaciones católicas quedaron relegadas de la unidad del grupo, posteriormente fueron integrándose a la estructura de la comunidad italiana de la Argentina, llegando a fundar en 1963 la Federación de Asociaciones Católicas Italianas de la Argentina y formar parte de FEDITALIA.

Sin superar esas diferencias ideológicas, la organización de comités para el emplazamiento de monumentos, celebraciones o festejos evidenciaron que los líderes de la comunidad italiana de la Argentina podían actuar de forma conjunta respetando la premisa de sostenerse en la “italianidad” y ocultar lo máximo posible las diferencias. En este sentido, el Primo Congresso delle Società Italiane de 1891 fue un evento determinante que mostró la potencialidad de los líderes de Buenos Aires, con una importante convocatoria de muchas asociaciones del país.

De todas formas, si bien hubo acuerdos entre los grupos dirigentes para desarrollar diversos emprendimientos, la unidad del asociacionismo se logró en un contexto histórico determinado. El auge del nacionalismo a nivel internacional y el estallido de la Gran Guerra, sumado a la crisis económica de las asociaciones, fue conducido por las autoridades diplomáticas italianas en la Argentina, junto con los líderes del grupo, a partir de la implementación de una estructura representativa en una importante extensión territorial y con un fuerte centro político en la ciudad de Buenos Aires.

Esto consolidó a un grupo dirigente que se constituyó en interlocutor entre el gobierno italiano y la comunidad en el exterior. Teniendo en cuenta su composición social, los intereses de clase de estos líderes diferían de la masa trabajadora que había migrado. De todas formas, el rol mutual que desempeñaban estas instituciones no podía ser descuidado, a pesar las etapas de crisis económicas, ya que constituía el interés principal para la captación de asociados.

Es posible pensar que esta situación de fuertes enfrentamientos internos que atravesaban a la comunidad italiana de la Argentina, y las dificultades que tuvieron sus líderes para aglutinar a todas sus instituciones en una única estructura, haya sido una de las premisas que determinaron que la mayor parte de los ingresos recaudados por el Comité Italiano de Guerra se concentraran en la propia comunidad.

El éxito de aquellos líderes fue confirmar su capacidad de organización y movilización del grupo, algo que ya había sido demostrado anteriormente en diversas ocasiones, aunque en menor escala. El mayor legado de este comité fue el establecimiento de una estructura que agrupó a las asociaciones más importantes de los italianos en la Argentina, el cual sigue vigente en la actualidad, con importantes reestructuraciones, como es FEDITALIA.

 

 

Bibliografía

 

Baily, S. (1982). Las sociedades de ayuda mutua y el desarrollo de una comunidad italiana en Buenos Aires, 1858-1918. Desarrollo Económico, 84, 485-514.

Barbero, M. (2009). Estrategias de empresarios italianos en Argentina. El Grupo Devoto. Anuario del CEEED, 1, 11-43.

Bernasconi, A. (1993). Le associazioni italiane nel secondo dopoguerra. Nuove funzioni per nuovi immigrati? En G. Rosoli (ed.), Identità degli italiani in Argentina (pp. 319-340). Rome: Studium.

Bernasconi, A. (2018). Las asociaciones italianas en Argentina entre pasado y presente. Adversus, 34, 40-55.

Bertagna, F. (2007). Muestras de nacionalismo entre los italianos de Argentina: La Patria degli italiani y la guerra de Libia (1911-1912). Estudios Migratorios Latinoamericanos64, 435-456.

Cibotti, E. (1987). Mutualismo y política. Los italianos en Buenos Aires: Unione e Benevolenza entre 1858 y 1865. Un estudio de caso. Boletín del Departamento de Historia - UNCOMA, 8, 5-45.

Devoto, F. (1985). Participación y conflictos en las sociedades italianas. En D. Fernando y G. Rosoli (Eds.), La inmigración italiana en la Argentina (pp. 141-164). Buenos Aires: Biblos.

Devoto, F. (1989). La Primera élite política italiana de Buenos Aires (1852-1880). Studi emigrazione, 94, 168-193.

Devoto, F. (2003). Historia de la inmigración en la Argentina. Buenos Aires: Sudamericana.

Devoto, F. (2006). Historia de los italianos en la Argentina. Buenos Aires: Biblos.

Devoto, F. y Fernández, A. (1990). Mutualismo étnico, liderazgo y participación política. Algunas hipótesis de trabajo. En D. Armus (comp.); Mundo urbano y cultura popular. Estudios de Historia Social Argentina (pp. 130-152). Buenos Aires: Sudamericana.

Dosio, P. (2010). El monumento a Garibaldi en Buenos Aires (1882-1904). Iberoamericana, 40, 63-84.

Gandolfo, R. (1992). Las sociedades italianas de socorros mutuos de Buenos Aires: cuestiones de clase y etnia dentro de una comunidad de inmigrantes (1880-1920). En F. Devoto y E. Míguez (comps.), Asociacionismo, trabajo e identidad étnica: los italianos en América Latina en una perspectiva comparada (pp. 311-332). Buenos Aires: CEMLA.

Gentile, E. (1986). Emigración e italianidad en Argentina en los mitos de potencia del nacionalismo y del fascismo (1900-1930). Estudios Migratorios Latinoamericanos, 2, 143-180.

Leiva, M. (2012). El XX de Septiembre. La unidad italiana y la historia argentina. En M. Leiva (ed.) Fratelli d’Italia: pensamiento, arte y Política (pp. 6-23). Buenos Aires: Desde la Gente.

Maggio, A. (2020). El liderazgo étnico italiano en Argentina: el caso de la Confederación General de Federaciones Italianas en Argentina (FEDITALIA) (1912-2003). Odisea. Revista de Estudios Migratorios, 7, 55-80. Recuperado de: https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/odisea/article/view/5903/4797

Núñez Seixas, X. (2006). Modelos de liderazgo en comunidades emigradas. En A. Bernasconi y C. Frid (eds.); De Europa a las Américas. Dirigentes y Liderazgos (1880-1960) (pp. 17-42). Buenos Aires: Biblos.

Rezzónico, C. (1985). Historia del Hospital Italiano. Revista del Hospital Italiano de Buenos Aires, número extraordinario, 22-26.

Sábato, H. y Cibotti, E. (1990). Hacer política en Buenos Aires: los italianos en la escena pública porteña, 1860-1880. Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. E. Ravigani”, 2, 7-46.

Rosoli, G. (ed.) (1978). Un secolo di emigrazione italiana: 1876-1976. Roma: Centro Studi Emigrazione.

Smolensky, E. (2013). Colonizadores colonizados. Los italianos porteños. Buenos Aires: Biblos.

Tato, M. (2011). El llamado de la patria. Británicos e italianos residentes en la Argentina frente a la Primera Guerra Mundial. Estudios Migratorios Latinoamericanos, 71, 273-292.

Fuentes

Periódicos y revistas

 

La Patria degli Italiani, Buenos Aires, 1912-1918.

Caras y Caretas, Buenos Aires, 1916-1918.

 

Publicaciones

AA.VV. (1891). Primo Congresso delle Società Italiane. Atti e documenti. Buenos Aires: Tipografia Industriale di Alessandro Itter.

Zuccarini, E. (1910). Il lavoro degli Italiani nella Repubblica Argentina dal 1516 al 1910. Buenos Aires: Compañía General de Fósforos.

Censo, C. N. (1916). Tercer Censo Nacional, 1914. Buenos Aires: Talleres Gráficos L. J. Rosso, Tomo X.

Arigoni, A. y Barbieri, S. (eds.) (1923). Gli italiani nel Sud America ed il loro contributo alla guerra 1915-1918. Buenos Aires: Secondo Betta & figli.

AA.VV. (1974). Cien Años del Círculo Italiano de Buenos Aires. Buenos Aires: Frigerio.

Petriella, D. y Sosa Miatello, S. (1976). Diccionario Biográfico Ítalo-Argentino. Buenos Aires: Asociación Dante Alighieri.

 

Recibido: 10/11/2021

Evaluado: 31/12/2021

Versión Final: 07/03/2022



[1] “todo lo que directa o indirectamente puede interesar a la comunidad italiana en el Plata, a excepción de temas políticos y religiosos” [traducción del autor].

[2] […] todas las entidades que tienen iguales principios e iguales propósitos puedan unirse bajo una única dirección suprema, dejando intacta la autonomía de las asociaciones individuales [traducción del autor].

[3] “[…] todas sus energías y destinará todas las sumas recaudadas para atender las necesidades de los llamados a las armas y en especial de sus familias […]” [traducción del autor].

[4] […] la colonia constituya un inmenso comité patriótico unánime […][traducción del autor].

[5] “[…] cooperación espontánea y generosa de todos aquellos que sienten el orgullo de ser italianos” [traducción del autor].