11 de septiembre de 1973: La prensa española y el golpe de estado en Chile[1]

 

September 11, 1973: The Spanish Press and the Coup in Chile

 

 

Alfonso Díaz Aguad

Departamento de Ciencias Históricas y Geográficas,

Universidad de Tarapacá (Chile)

adiazaguad@gmail.com

orcid.org/0000-0001-7230-5485

 

Raúl Bustos González

Departamento de Educación,

Universidad de Tarapacá (Chile)

rbgonzalez@academicos.uta.cl

orcid.org/0000-0002-2363-1919

 

 

Resumen

El 11 de Septiembre de 1973, se llevó a cabo un golpe de estado en Chile contra el gobierno de Salvador Allende, el cual tuvo una gran cobertura de los medios de prensa a nivel internacional, el presente trabajo pretende desentrañar cual fue el impacto que este hecho tuvo en España, y específicamente en la prensa española, revisando de qué forma los medios abordaron la noticia del golpe, y cuál fue su reacción frente a lo acontecido en Chile, todo lo anterior tomando en consideración que España todavía estaba bajo la tutela de la dictadura franquista. En síntesis, podemos establecer que el golpe de Estado en Chile provocó una fuerte división en la prensa española, surgiendo dos posiciones totalmente contrapuestas de lo acontecido, lo cual también revelan los cambios que se estaban dando en España, desde fines de la década del 60. 

 

Palabras Clave

Golpe de Estado; Prensa Española; Dictadura; Franquismo; Allende.

 

Abstract

On September 11, 1973, a coup d'état was carried out in Chile against the government of Salvador Allende, which had a great coverage of the press at an international level, the present work tries to unravel what was the impact that this fact had in Spain, and specifically in the Spanish press, reviewing how the media addressed the news of the coup, and what was their reaction to what happened in Chile, all of the above taking into consideration that Spain was still under the tutelage of the Franco dictatorship. In summary, we can establish that the coup in Chile caused a strong division in the Spanish press, emerging two completely opposite positions from what happened, which also reveals the changes that were taking place in Spain, since the end of the decade of the 60.

 

Keywords

Coup d'etat; Spanish Press; Dictatorship; Francoism; Allende.

 

 

Introducción

 

El mes de septiembre de 1973 pasó a la Historia de Chile como el momento en que se puso fin a una larga historia democrática del país, debido a la crítica situación que se vivía a finales del Gobierno de Allende, producto de varias causas: la intención del Ejecutivo de llevar a cabo profundas reformas económicas y sociales, sin contar con una mayoría política en el Parlamento, la fuerte oposición interna de los sectores que se verían afectados por los cambios, la grave crisis económica, cuyos efectos más claros eran el desabastecimiento y una inflación creciente, sumado al boicot externo. El día 11, las Fuerzas Armadas y Carabineros, llevaron a cabo un golpe de Estado que buscaba poner fin a la experiencia socialista que, dirigida por Salvador Allende, llevaba casi tres años en el poder. Este golpe se llevó a cabo con una ferocidad inusitada, llegando a bombardear el palacio presidencial, lugar en el que el Presidente de Chile murió. Se ponía fin así a una etapa importante en la historia del país. El camino recorrido por la Unidad Popular, culminado abruptamente en 1973, llevó a Chile a insertarse en la dinámica mundial como protagonista clave de la “Guerra Fría Interamericana”.[2]

Lo descrito, explicaba también el gran interés por lo que ocurría en Chile, de parte de la prensa internacional, y en particular la española, que en esos momentos vivía una incipiente apertura (Zalbidea,1996; Barrera, 1995). Por otro lado, el golpe de estado en Chile ocurre solo dos días antes de la conmemoración del Golpe de Primo de Rivera en España, lo que hacía imposible evitar algún tipo de asociación histórica (Nuñez, 2003).

Por otro lado, tampoco puede obviarse el hecho que, probablemente en el período en estudio, la prensa expresa la aparición de una moderada oposición que matizaba la opinión pública oficial (Álvarez y Aguilera, 1995), no obstante, se continuó con la censura y cierre temporal de algunos periódicos como Triunfo, Sábado Gráfico, Cuadernos para el Diálogo y el cierre del diario Madrid (Mateos y Soto, 1996).

Aparentemente, lo acontecido en Chile, generó el espacio para que diferentes posturas se enfrentaran ante la interpretación de un acontecimiento que emocionalmente les parecía cercano. En consecuencia, emergen las siguientes preguntas ¿Cuáles fueron las posturas de la prensa española ante el golpe de estado en Chile, de 1973? ¿De qué manera estas posturas daban cuenta de contexto político y social vivido en la España de la época? En virtud de lo anterior, a partir del análisis histórico de las fuentes hemerográficas, el presente trabajo tiene como objetivo exponer la manera en que la prensa española informó acerca del golpe de Estado en Chile. Para esto, el presente estudio se ha basado de forma casi exclusiva en la revisión de una serie de diarios y publicaciones periódicas, que se ha procurado fueran lo más representativas posible, por su tirada, proyección nacional, y relación con una tendencia o familia política. Para ello hemos elegido los siguientes siete diarios, que cubren todo el período de estudio:

 

Igualmente, entre las publicaciones periódicas, no diarias, se ha revisado seis revistas de carácter político, que alcanzaron también una gran divulgación en la población española:

 

En consecuencia, se ha intentado cubrir un abanico ideológico representativo, de las diversas tendencias, dentro de los límites de la censura. 

El análisis de las fuentes se aborda desde una perspectiva cualitativa, a partir del método histórico y del análisis temático, para la identificación de las dimensiones emergentes (Escudero, 2020). La identificación de estas, utilizó tres enfoques: 1) enfoque holístico; 2) enfoque selectivo, y 3) enfoque detallado o línea por línea.

Miradas similares a las propuestas en este artículo, habían identificado como las principales temáticas analizadas por la prensa española que miraba lo acontecido en Chile los siguientes: la legitimidad de la sublevación militar, la figura de Salvador Allende, y el futuro del país (Núñez, 2003). Los dos primeros coinciden bastante con los hallazgos del presente trabajo.

 

Desarrollo

Contexto de la prensa española

Desde mediados del siglo XX, el rol del periodista había sido transformado en una herramienta central para la unidad nacional, desde los preceptos directivos de la autoridad (Chuliá, 2001). En este sentido, la existencia de instrucciones precisas a los medios de prensa privados, aseguraba la “unificación ideológica” de los medios (Terrón, 1981). La política exterior de Franco interactuaba en este escenario, para alcanzar como objetivo fundamental, la permanencia en el poder (Muñoz, 2013; Sánchez y Barrera, 1992). Lo anterior apuntaba, entre otras tareas, a la meta de legitimación social e histórica del régimen (Zalbidea, 1996). La notable capacidad de influencia sobre el sistema social y sobre el sistema político que podían alcanzar los medios de comunicación, ya era una premisa consolidada en el contexto en estudio (Haillin y Mancini, 2008).

Por otro lado, para comprender la situación en que se encontraba la prensa española al inicio de la década de los 70’, es necesario remontarse al año 1962, cuando asume el cargo de Ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne y su filosofía política, tendiente a la necesidad de transformaciones graduales para evitar cambios violentos, previendo los cambios con el fin de encauzarlos (Chuliá, 2001). Este propósito de lograr una mayor apertura hacia las corrientes de opinión de la sociedad española, fue apoyada por las más altas instancias del poder, decisión que fue asumida por el Ministerio de Información y Turismo, elaborando un anteproyecto de Ley de Prensa e Imprenta que sería promulgado definitivamente en marzo de 1966 (Terrón, 1981). Existe casi unanimidad entre los estudiosos, que la promulgación de esta Ley constituyó una de las medidas políticas más importantes del último período del régimen Franquista, dado que tendía a resquebrajar el hermetismo reinante en la vida pública del país (Barrera, 1995; Nuñez, 2003; Ibañez, 2019).  

 La Ley de prensa de 1966, si bien eliminaba la censura previa, y permitía la libre designación del director, establecía duras sanciones contra quienes traspasaran los límites de ella, lo cual ha llevado a algunos estudiosos a cuestionar su aperturismo:

 

“Fueron muchos los periódicos y periodistas que pudieron comprobar, muy a pesar suyo, que la sustitución del sistema preventivo por el represivo tenía mucho menos de liberal abierto y progresivo de lo que algunos pretendían. Si la suspensión de la censura previa posibilitó la aparición de noticias y comentarios que sin ella no se hubieran publicado, las sanciones posteriores fueron cien veces más duras y severas. Del 9 de abril de 1968 al 9 de abril de 1969 la Administración inició 201 expedientes administrativos, de los que 118 se resolvieron con sanción” (Zabildea, 1996, p.253). 

 

Terrón indica las publicaciones sancionadas y sus castigos entre los años 1966-1977, cuya principal víctima fue el diario Madrid, que fue cerrado por el Gobierno, en noviembre de 1971.  Ese mismo año, el semanario Triunfo recibiría su primera sanción grave, motivada por un número extraordinario, correspondiente al 24 de abril de 1971, dedicado a la crisis del matrimonio, que se inscribía en la serie de extras que, sobre distintos temas de actualidad, venía publicando desde Julio de 1970. Un mes después de la aparición del número sobre el matrimonio, la Dirección General de Prensa abrió expediente al semanario por infracción del artículo 2º de la Ley de Prensa. En junio de 1971 se conocería la sentencia: cuatro meses de suspensión y multa de 250.000 pesetas. La suspensión de Triunfo dio lugar a la fundación por parte de algunos de sus colaboradores, del semanario de humor Hermano Lobo, que nacía en mayo de 1972 como expresión de un humor renovado, capaz de conectar con un público más joven y progresista (Terrón, 1981).             

A pesar de los cuestionamientos anteriores, los aspectos positivos de la Ley son mayores, ya que esta abrió una vía de libertad de expresión:

 

“…que constituía en el contexto de una España políticamente cerrada, un privilegio que convertía a la prensa en una de las pocas instituciones sociales con capacidad de generar un diálogo político, una confrontación de pareceres diversos. Las circunstancias, pues, hicieron que la prensa tuviese el protagonismo de una tribuna política, a través de la cual se desarrollaron algunas luchas políticas, y se pudieron esparcir ideas que, de otro modo, difícilmente hubieran podido llegar al conocimiento público” (Barrera, 1995, p.107).

 

 

En síntesis, la visión de la mayoría de los estudiosos de este período, apunta a valorar la Ley de Prensa de 1966, como uno de los principales acontecimientos de los últimos años del franquismo, que permitió entre otras cosas, que la posterior transición a la democracia, se desarrollara, salvo excepciones, dentro de un ambiente de tranquilidad, sin grandes convulsiones, como las que vivieron otros países, en el paso de la dictadura al sistema democrático (Rodríguez-Martínez, Tulloch y Guillamet Lloveras, 2017).  

Una de las principales consecuencias de la implantación de esta ley, fue la definición pública de ciertos medios más comprometidos frente a temas políticos trascendentes, la que varió según el  perfil empresarial, la tradición política y la relación de los periódicos con el régimen (Rodríguez-Martínez, Tulloch y Guillamet Lloveras, 2017). Es así que: “ABC pudo por fin mostrar con menos trabas su monarquismo. YA, periódico con una orientación cada vez más claramente democristiana, comenzó a revelar con mayor claridad su afán aperturista y reformista del régimen” (Barrera, 1995, p.108-109).

Es interesante visualizar como estos dos periódicos más aperturistas en lo que se refería a temáticas de orden interno, adoptan hacia el caso chileno posiciones más conservadoras, y periódicos que seguían la línea informativa del Gobierno, como Pueblo, defiendan posturas progresistas en Chile.

Debido al nuevo contexto aportado por la Ley de Prensa de 1966, esta discriminaba tres grupos de empresas periodísticas: Las que apoyaban al régimen; las que deseaban investirse de una imagen de distanciamiento crítico, exasperando lo menos posible a la administración; y las que habían decidido ganarse el reconocimiento de prensa de oposición y asumían los riesgos (Chuliá, 2001).

Dentro del primer tipo encontramos a; Pueblo, El Alcázar, Arriba, Fuerza Nueva. En el segundo a; ABC, YA, La Vanguardia, Informaciones y Blanco y Negro. En el tercero y último a las revistas Triunfo, Cuadernos para el Diálogo y Cambio 16.   

 

 La Noticia del Golpe

 

El mismo día 11 de septiembre, los periódicos Informaciones y Pueblo, al ser periódicos de la tarde, dieron a conocer las primeras noticias que se publicaron en España sobre el levantamiento militar en Chile, que no dimensionaban totalmente el alcance de la tragedia, debido a la diferencia horaria existente entre ambos países. 

Informaciones titulaba en portada; Sublevación en Chile, publicando los primeros antecedentes que se tenían del golpe militar. Pueblo, por su parte, daba a conocer una breve información del suceso:

 

“Las fuerzas armadas y el cuerpo de carabineros dieron hoy un golpe de Estado y proclamaron una Junta de Gobierno. La comunicación está firmada por el comandante en jefe del Ejército, general Augusto Pinochet; el comandante en jefe de la Fuerza Aérea, general Gustavo Leigh; el comandante en jefe de la Armada, almirante José Toribio Merino y el director general de Carabineros, general César Mendoza…” (Pueblo, 11 de septiembre de 1973, p.1).

 

Pueblo e Informaciones sólo pudieron publicar lo que ocurrió en las primeras horas de la mañana, no alcanzando a rescatar el desenlace de esta noticia. El 12 de septiembre de 1973, todos los periódicos revisados publicaban en portada la noticia del Golpe de Estado en Chile, entregando mayores detalles sobre este suceso. La Vanguardia, titulaba; Golpe de Estado en Chile, junto al cual aparecían las fotos de Salvador Allende y Augusto Pinochet, los dos protagonistas de la crisis chilena. Es interesante consignar que este periódico, fue uno de los pocos, que el día después del golpe, ya asignaba a Augusto Pinochet un papel relevante en el nuevo Gobierno, pues la gran mayoría mencionaba al Almirante José Toribio Merino como el presidente de la Junta de Gobierno, quien precisamente había sido el principal inductor del golpe militar.

ABC, destacaba en portada una gran foto de Allende, titulando; Cae Allende. Al costado de la foto aparecían unas palabras:

 

“Contra el caos creciente, contra la vía al socialismo de Allende que ha arruinado al pueblo chileno, contra la amenaza de una dictadura marxista, contra el desastre absoluto social, económico y político del país; en defensa de la paz, del orden, de la ley, de la libertad, de las conquistas sociales de los trabajadores, del diálogo y la convivencia normales se ha alzado el Ejército de Chile, columna vertebral de la nación y única posibilidad de salvación, hoy, para el entrañable país hermano (ABC, 11 de septiembre de 1973, p.1).

 

Las palabras de ABC, reflejaban claramente la línea editorial de este periódico, que durante todo el mandato de Allende, adoptó una postura crítica hacia su gestión. La utilización de la fuerza para derribar a un régimen legítimo parecía estar justificada.

Pueblo, titulaba; Muerto Allende: Hora trágica en Chile, al lado de estas palabras se publicaba una foto de Salvador Allende.

YA, por su parte escribía; Chile: Allende depuesto militarmente, junto al que aparecía una foto de Allende en un costado, además de una foto más grande del palacio de la Moneda rodeado por efectivos militares. En su interior destacaba la noticia de la muerte de Allende que provocó durante mucho tiempo polémica, tanto en Chile como en el extranjero. Este periódico planteaba la tesis del suicidio como la más probable. El paso del tiempo ha mostrado que esta versión era verdadera.

Informaciones titulaba; Se lucha en las calles de Santiago, al lado aparecía una pequeña foto de Allende, y abajo una del palacio de la Moneda, dando a conocer la crítica situación que se vivía en Chile en esos momentos:

 

“Algunos corresponsales en Santiago de Chile hablan de numerosos brotes de resistencia; pero la red de emisoras ha señalado que solamente francotiradores civiles se oponen a la Junta Militar. El Ejército ha iniciado una ofensiva para limpiar los tejados y las azoteas, desde donde se hacen fuertes estos elementos resistentes. El estado de sitio es la característica de la situación. Fue declarado desde el comienzo de la sublevación militar, advirtiéndose que todo aquel que quebrantase la queda, sería sometido a juicio sumarísimo y fusilado en el acto” (Informaciones, 12 de septiembre de 1973, p.1). 

 

El Alcázar, publicaba una foto de Allende caminando por las calles de Santiago y titulaba; Golpe militar en Chile: Murió Allende.  Arriba, en tanto, publicaba en portada una foto de una manifestación contraria a Allende, titulando; Allende Derrocado: Noticias sin confirmar dicen que se suicidó.                             

El 13 de septiembre, ABC publicaba en portada una foto a toda página de un grupo de militares chilenos, titulando; A Tiempo, junto al que se escribe:

 

“La atención del mundo vive pendiente de Chile. En la imagen de nuestra portada, los soldados en el momento de tomar el Palacio de la Moneda, sede de la presidencia, consumando así el Golpe de Estado. Golpe de Estado que ha frenado a tiempo el inevitable deslizamiento del país desde la anarquía y el caos a la dictadura marxista. La vía al socialismo de Allende ha terminado entre el fango, la sangre y la tragedia” (ABC, 13 de septiembre de 1973, p.1).

 

ABC, con esto trataba de provocar un gran golpe de efecto, indicando lo providencial de la intervención militar. Este periódico optaba por destacar lo positivo que significaba para Chile, el que se pusiera término a una experiencia que llevaba al país al caos.  Al día siguiente, 14 de septiembre, los sucesos chilenos volvían a ocupar la portada de varios periódicos españoles. YA publicaba cuatro fotos, la primera del General Pinochet, la segunda la última imagen de Allende asomado a los balcones de la Moneda, y las otras dos de las tropas militares tomando el control de la capital chilena. Lo anterior nos reflejaba el fuerte impacto que tuvo la noticia del Golpe de Estado en la prensa española.

La Vanguardia, al igual que YA, publicaba cuatro fotos, tres de las cuales las mismas que este último periódico, en la cuarta se aprecian tanques del Ejército en las inmediaciones del palacio de la Moneda. Junto a estas fotos se titulaba; Dramáticas Imágenes de Chile. A diferencia de YA, que sólo se limitaba a identificar las fotos, en la portada de La Vanguardia se hace referencia a una información de última hora que estimaba en cuatro mil los muertos de Chile. A través de esta portada podemos analizar como a veces con los mismos elementos, en este caso las fotos, e incorporando un titular impactante se pueden obtener resultados muy diferentes.    

 ABC publicaba la foto de Allende en el balcón de la Moneda, en toda la extensión de la página, con un título que decía; Marxista antes que Presidente, nuevamente vemos cómo una foto aparecida también en los otros dos periódicos revisados anteriormente, toma un cariz totalmente diferente, al publicar junto a ella un título claramente indicativo de la línea editorial del diario con respecto a los sucesos ocurridos en Chile.

 Informaciones publicaba dos fotos, una del General Pinochet, y otra de personas en Santiago comprando alimentos. Al lado de la foto de Pinochet se titulaba: Chile: Ya son cinco mil los muertos, repitiéndose el efecto indicativo del título, que ya hemos revisado en los periódicos anteriores, mostrándonos en este caso a un medio que buscaba provocar el efecto contrario, al que, por ejemplo, trataba de realizar ABC. 

La noticia del Golpe de Estado en Chile, como hemos visto, provocó un gran impacto en la prensa española, dedicando la gran mayoría de los periódicos, sus portadas por varios días a esta información. Cada medio interpretó de manera diferente lo acontecido, radicalizándose en algunos casos, las posiciones que generalmente habían tenido sobre Chile. En este sentido, destacó ABC que en cierto modo mostró satisfacción por lo ocurrido en ese país, saludando la acción de las Fuerzas Armadas, convirtiéndose en el medio español que más exteriorizó su postura sobre lo acontecido. Por otro lado, Pueblo no ocultó su decepción por la caída de Allende, que terminaba con una experiencia en la que este periódico había puesto sus esperanzas. La Vanguardia e Informaciones adoptaron una postura crítica frente al golpe militar, lo cual se podía apreciar claramente en sus titulares. YA, El Alcazar y Arriba, destacaron la noticia estudiada, no ocultando un cierto alivio por lo ocurrido, pero en ningún caso como hizo ABC.  

 

La Reacción de la Prensa Española

El impacto del golpe de Estado chileno en la prensa española fue muy importante, y sirvió para que cada uno de los medios tomara clara posición ante lo acontecido; dividiéndose claramente entre los que apoyaban el golpe y los que lo rechazaban. ABC, YA, El Alcázar, Arriba y Fuerza Nueva, mostraron su satisfacción por la intervención militar, aportando numerosos artículos que buscaban justificarla, culpando al Gobierno de Allende de todo lo ocurrido. En este sentido ABC ocupó el liderazgo, especialmente por lo fuerte y directo de sus artículos, que llegó a merecer los elogios de Fuerza Nueva.  Pueblo, La Vanguardia, Triunfo, Cuadernos para el Diálogo, Cambio 16, e Índice, optaron por hacer una defensa del Gobierno de Allende, manifestando que se había puesto fin a una tradición democrática en Chile, debido a que la experiencia socialista significaba un peligro para los poderosos. Además, destacaban la inmolación de Allende como un ejemplo de su consecuencia política. Sólo el periódico Informaciones y la revista Blanco y Negro, no mostraron claramente su posición, dedicándose a publicar noticias que daban a conocer lo que ocurría en Chile. 

El 13 de septiembre, El Alcázar publicaba un artículo firmado por Rafael García Serrano en el que criticaba la actitud asumida por algunos periódicos españoles frente al golpe de Estado en Chile:

 

Entretanto, es curioso observar el despliegue periodístico nacional en torno al acontecimiento. Algún diario acentúa conmovedoramente, la legitimidad del régimen de Allende, sin ni siquiera pararse a considerar que su propia cabecera nace de un acto de rebelión militar y civil contra un Gobierno seguramente tan legítimo como el de Chile” (El Alcázar, 13 de septiembre de 1973, p. 35)

 

Serrano alude directamente a Pueblo, pues ve contradictoria su actitud al defender a Allende y ser el vocero de la sección sindical del Movimiento, nacido el 18 de Julio de 1936.  

 Por su parte, el 18 de septiembre, El Alcazar publicaba un artículo de Europeo, en el que denunciaba los ataques internacionales en contra del Gobierno militar chileno, situación que explicaba por la derrota del comunismo en Chile:

“Así se entiende el inmenso alarde de movilización propagandística que contra el Ejército de Chile se está realizando. Ni más ni menos porque ese Ejército, al que los comunistas y sus compañeros de viaje creían haber engañado, adormecido, neutralizado, se ha puesto en pie. Cuando los comunistas esperaban tener ya en sus manos a diez millones de chilenos, empujados dulce y suavemente hacia la marxistización, el Ejército les ha cerrado el paso. Es la primera derrota que el comunismo sufre desde hace tiempo” (El Alcázar, 18 de septiembre de 1973, p. 12).

Es interesante que la argumentación utilizada por Europeo para explicar la campaña internacional contra el Gobierno militar chileno, sea la misma que el propio régimen utilice cuando enfrente los momentos más delicados de su gestión: el triunfo sobre el comunismo.

Fuerza Nueva en su edición de la última semana de septiembre publicaba un artículo de Gómez Tello, titulado; Aplastado el Frente Popular: Chile se salvó, en el que, junto con saludar el Golpe Militar, mostraba su extrañeza por la reacción de algunos medios de prensa españoles, frente a este acontecimiento:

 

“No comprendemos en absoluto, la razón por la que hay quienes lloran lágrimas de dolor por la eliminación del Frente Popular en Chile y atacan violentamente al Ejército chileno y a la población no marxista, que han secundado su alzamiento. Y mucho menos, que esa labor de apología del régimen del socialista marxista leninista, masón y ateo Allende sea alterada, silenciando el verdadero objetivo del Ejército chileno; Liberar a la patria del marxismo. Que apologías, apenas disfrazadas, del régimen marxista de Allende hayan sido publicadas en cierta prensa, en España, es ya intolerable” (Fuerza Nueva, N.º 350 septiembre 1973, p. 25).

 

En su postura ideológica, Gómez Tello, no podía comprender que existieran sectores, dentro de la prensa española que criticaran el golpe militar chileno, más aún si esto ocurría bajo el régimen franquista. Con lo que indirectamente mostraba su disconformidad con la apertura informativa existente en España en ese período, resucitando alguno de los fantasmas del régimen, como la masonería (Núñez, 2003).

La revista Triunfo, también a fines de septiembre, dedicó importantes páginas de su edición al Golpe militar en Chile, destacando de ellas su editorial titulada; Fascismo En Chile, en la que se planteaba que lo ocurrido en ese país era una verdadera matanza:

“La sorpresa en la opinión mundial y en la prensa, es la del exceso de medios para acabar con un cadáver. No porque no haya precedentes, sino porque los últimos eran muy lejanos. La terminología que se emplea para describir este suceso está desplazada. Golpe de Estado, golpe militar, tiene desde hace años otras acepciones y están ligados a una cierta asepsia, como profesional, que tiene poca relación con esta carnicería. Tampoco es una guerra, es una matanza. Para buscar un precedente hay que recordar Indonesia, cuando la matanza de partidarios de Sukarno se calculó en 400.000 personas. Pero Indonesia tenía decenas de millones de habitantes. Los 15.000 muertos en Santiago de Chile se están refiriendo a una población de menos de dos millones de habitantes. En busca de nombres hay que rechazar el de golpe militar y acudir a uno más explícito: Fascismo” (Triunfo, Nº 573 septiembre 1973, p. 5).

Triunfo más allá de analizar lo que había pasado en Chile, cosa que generalmente hacían los medios españoles más proclives al nuevo Gobierno militar, se preocupaba de lo que ocurría en esos momentos en el país sudamericano.   

 

 

Discusión en torno a las causas

 

A partir del día siguiente al golpe de Estado en Chile, los periódicos españoles comenzaron a publicar numerosos artículos que analizaban lo ocurrido en ese país, desde la perspectiva particular que cada medio tenía sobre este hecho. El 12 de septiembre de 1973, La Vanguardia publicaba un artículo editorial sin firma, titulado El fin de una experiencia, en el que se daba a conocer la visión del periódico respecto a lo acontecido en Chile:

“La creciente tensión que se venía notando en el país en los últimos días ha desembocado en la sublevación de ayer por la mañana. El amplio movimiento huelguístico, disfrazado en un principio con ropaje puramente sindical, acabó por descubrirse como esencialmente político. Su exclusiva intención no era otra que provocar y conseguir la caída del presidente Allende. Desde el mismo momento de su triunfo, Allende se vio inmerso en una carrera de obstáculos, cada vez más duros y peligrosos. Encerrado en un callejón sin salida, sólo le quedaba a Allende optar por el camino del diálogo con la Democracia Cristiana. Y aquí se jugó el futuro del sistema allendista, un futuro que se presentaba como una bomba de efecto más o menos retardado y cuya espoleta ha sido la negativa de la DC a aceptar el diálogo” (La Vanguardia, 12 de septiembre de 1973, p.3).

 

En la misma edición de Pueblo, aparecía publicado también un artículo titulado; Allende: 1.027 días de lucha contra el miedo, en el que se planteaba la dificultad más grande que tuvo que enfrentar Allende, el miedo que su Gobierno provocaba entre importantes sectores del país. Este artículo firmado por M. Cruz daba a conocer el impacto diverso que había tenido en Chile y en el mundo la experiencia socialista de Allende: la fascinación en algunos sectores y la inquietud en otros, contradicción que hacía prever su caída.  También el 12 de septiembre de 1973, YA publicaba un artículo editorial titulado; Allende y su Fracaso, en el que culpaba al Gobierno de la Unidad Popular de ser responsable de la grave crisis que llevó al golpe militar:

 

“Lo que acaba de suceder en Chile se veía venir, aunque sea de lamentar que la incapacidad de un Gobierno haya puesto al país bajo régimen de excepción. El país se halla en bancarrota y ha tenido que negociar una moratoria por dos veces durante la etapa allendista, para aplazar el pago de su cuantiosa deuda externa. Casi dos meses lleva Chile paralizado por la huelga de los camioneros, y a esta huelga se han unido, los comerciantes, los profesionales y muchos sectores fabriles. Allende recabó de mala gana el apoyo de los jefes de las Fuerzas Armadas, que se hicieron cargo, de las carteras más difíciles del Gobierno, a cambio de unas condiciones que el Presidente nunca cumplió” (YA, 12 de septiembre de 1973, p.12).

 

Esta crónica es claramente una justificación del golpe de Estado ocurrido en Chile, al considerar este levantamiento como una consecuencia lógica de la desastrosa gestión del Gobierno de Allende. En la misma edición de YA, se publicó también un artículo de Bartolomé Mostaza, titulado La Caída de Allende, el que también atribuía a su Gobierno la principal responsabilidad del levantamiento militar:

“Desde hace mucho tiempo, en esta sección expresamos el temor que el Presidente Allende acabaría cayendo del pedestal. Su choque frontal con las cámaras le hizo exagerar un presidencialismo que no era tan absoluto como Allende quizás pensaba de buena fe. Por otra parte, olvidó Allende que, sin los votos de la democracia cristiana no hubiera sido Presidente y después se negó siempre al compromiso con la oposición moderada. Pretendió consumar durante su mandato presidencial la revolución marxista, cosa que requiere en el mejor de los casos, conseguir la tolerancia de la oposición. Pretextando gobernar en democracia, despreció una y otra vez las advertencias de la mayoría, con lo que de hecho ejercía un poder absoluto” (YA, 12 de septiembre de 1973, p.12). 

 

 

En este artículo no existe ninguna referencia al quiebre de la institucionalidad democrática en Chile, ninguna crítica a la utilización de la fuerza. Para Bartolomé Mostaza, Allende, era el causante de todos los males de Chile, y por lo tanto su caída estaba justificada. 

El 13 de septiembre de 1973, ABC publicaba un artículo de Veritas en el que analizaba las causas del golpe militar:

 

“El cuadro que presentaba Chile en el presente año en el que los principales problemas nacionales habían alcanzado una dimensión exasperante, era ya muy conocido en el mundo entero; una inflación desorbitada, una dramática escasez de artículos alimenticios, medicamentos, materias primas y repuestos, un amplio y creciente mercado negro, continuos movimientos huelguísticos, frecuentes desórdenes. A principios de septiembre, como una bola de nieve desencadenada por la huelga de camioneros, el país se encontraba semiparalizado por los paros del comercio y de otros grandes sectores laborales. Fue entonces cuando se intensificó una vasta campaña de partidos políticos, colegios profesionales, organizaciones femeninas, entidades estudiantiles, pidiendo la renuncia del presidente de la República” (ABC, 13 de septiembre de 1973, p.23).

 

El 14 de septiembre YA, publicaba un artículo editorial sin firma, titulado; Factores del Golpe de Estado, en el que realizaba un crítico análisis del Gobierno depuesto:

“Sería torpeza o sectarismo negar que el Gobierno de Allende había fracasado en su tarea y que el país iba, de tumbo en tumbo, a la ruina y quizás a la guerra civil. El problema de Chile no era tanto las nacionalizaciones; se trataba de la galopante carrera de los precios, de la pérdida vertical del valor de la moneda, de la falta de víveres, del caos social y del enfrentamiento armado entre los extremismos de uno y otro bando.” (YA, 14 de septiembre de 1973, p. 7). 

 

YA, continuaba publicando artículos que claramente buscaban justificar el golpe de Estado en Chile, reafirmando su postura de considerar que lo que había pasado en Chile era lo mejor que podía ocurrirle a este país. También ese día, Pueblo publicó un artículo firmado por Cándido, titulado; Chile: Sin Comentarios, en el que analizaba la intervención norteamericana en Chile durante el Gobierno de Allende:

“Allende se hizo cargo del poder el 4 de noviembre de 1970. Los Estados Unidos comenzaron su fuego duro contra Chile, realizando como proponía la ITT, solapados esfuerzos para llevar a la bancarrota a una de las dos más grandes asociaciones chilenas de ahorro y préstamos, utilizando la presión resultante  del caos económico y procurando la intranquilidad y el desempleo masivos, lo cual, según añadía la ITT, puede originar la violencia suficiente para forzar a los militares a intervenir, dado que los chilenos no han reaccionado violentamente contra Allende. Los documentos de la ITT, prueban de modo palmario que la opinión oficiosa de los Estados Unidos, consideraba el golpe militar como la acción más adecuada para aniquilar a Allende” (Pueblo, 14 de septiembre de 1973, p. 20).

 

Cándido hacía alusión a los famosos documentos de la International Telephone and Telegraph Corporation, que fueron descubiertos por un periodista norteamericano y publicados en los EEUU, aún gobernando Salvador Allende, los cuales mostraban claramente el interés del Gobierno de Nixon por derrocar a Salvador Allende. En su libro “Memorias Prohibidas” Cándido plantea que los artículos críticos contra el golpe militar publicados por algunos periodistas de Pueblo, que hemos revisado en las líneas anteriores, provocaron la fuerte reacción del Gobierno, ante la cual contaron con la fuerte defensa de su director, Emilio Romero.

El 15 de septiembre YA publicaba un artículo firmado por Miguel González, titulado Los últimos momentos de Allende, en el que revisaba la situación de Chile en los últimos meses de la Unidad Popular. González planteaba una hipótesis ya mencionada por otros analistas: el levantamiento militar como resultado natural de la descomposición del Gobierno de Allende. YA seguía publicando artículos que buscaban justificar lo acontecido en Chile. 

El 16 de septiembre Arriba publicaba un artículo de análisis sin firma, titulado; Requiem por una Utopía, en el que planteaba que el fracaso de Allende, se debía a las grandes contradicciones de su modelo político:

 

“El allendismo iba contra la ley de gravedad de esa supuesta ciencia; se proponía algo así como la cuadratura del círculo: llevar adelante una revolución socialista, marxista, usando como herramientas unas instituciones burguesas y unos pundonores democráticos que con frecuencia, ni siquiera sirven para organizar una moderada reforma conservadora en países con mucha más experiencia que Chile en esas lides. Nadie mejor que Allende, hombre inteligente, aunque obstinado, sabía de la contradicción que existía entre sus propósitos y sus medios instrumentales, y en ese saber amargo se basaba cuando decía; -Tenemos el Gobierno, pero no el Poder-” (Arriba, 16 de septiembre de 1973, p. 15).

 

El 18 de septiembre, ABC, publicaba un artículo firmado por Alonso Escalada, en el que se insistía en la desastrosa política llevada a cabo por el Gobierno de la Unidad Popular:

“Ha terminado el más largo y más violento capítulo político de la Historia de Chile, desde su iniciación como Estado libre y soberano. La vía chilena hacia el socialismo se había hecho estrecha, por sus mismos partidarios, excluyente y dogmática, y su meta final no era otra que el sectarismo y la amenaza constante de la pérdida de amplias libertades políticas y sociales. Allende amaba a su pueblo, pero quiso llevarlo como un Moisés sin Dios por una vía estrecha, de exigente aspiración, hacia una tierra de promisión, que por querer ser de todos no era de nadie. Y esa tierra fue mezquinamente repartida, expoliada y saqueada antes del reparto equitativo. Fue un patriota y nacionalista equivocado que, con sus equivocaciones, llevó a su pueblo al caos” (ABC, 18 de septiembre de 1973, p. 15).

 

 

ABC continuaba en su línea de publicar la visión de un Gobierno de Allende que tenía por único objetivo la instauración de la dictadura marxista en Chile, convirtiéndose en uno de los principales periódicos españoles que asumían la defensa del nuevo Gobierno militar, al insistir en lo catastrófico del Gobierno anterior. 

También ese día, YA publicaba un artículo de Miguel González, titulado; Los Militares chilenos agotaron las reservas de esperanza antes de derrocar a Allende, en el que revisaba la actuación de la Fuerzas Armadas en el período previo al Golpe de Estado:

 

 

“Los militares, como gran parte del país, esperaban que Allende cayera en su propia salsa y por sus propios pasos equivocados. Que, dándose a razón y teniendo en cuenta que el país estaba asfixiado y él ya no tenía nada que hacer, renunciara pacíficamente a su alto cargo. Los altos mandos tampoco desconocían que el pueblo chileno, tiene un aprecio excepcional hacia sus fuerzas armadas, pero por casi nada del mundo hubieran querido verlas en el poder. A pesar de todo, se hacía por momentos más intenso el eco que clamaba por su intervención y ellos no se hicieron sordos al apremio” (YA, 18 de septiembre de 1973, p. 5-6).

 

YA publicaba otro artículo de Miguel González, en el que se continuaba con el análisis de los diferentes factores que habrían provocado el golpe de Estado; en este caso se planteaban las razones de la intervención militar, que el periodista atribuía al fuerte clamor popular, que habría impulsado a las Fuerzas Armadas a actuar. 

El 19 de septiembre, La Vanguardia publicaba un artículo de Tomás Salvador en que analizaba la caída de Salvador Allende y la explicaba porque este era un peligro para los sectores poderosos de Chile y el mundo. Dicho artículo da a conocer otra visión respecto a lo acontecido en Chile, en la que se toman en cuenta factores como: la acción de fuerzas exteriores o de los grupos oligárquicos, que de una u otra forma habían impedido que la vía legal al socialismo siguiera su camino. La Vanguardia ratificaba así su postura crítica hacia el Golpe de Estado en Chile, buscando explicaciones más complejas a lo acontecido. 

El 20 de septiembre ABC, publicaba un artículo editorial sin firma, titulado El Precio del experimento chileno, en el que se daba a conocer la noticia de que el Gobierno de Allende había planeado un golpe de Estado, al que se habrían adelantado las Fuerzas Armadas:

 

“En los medios periodísticos y políticos de Chile se afirma, algo que ya se sospechaba. Se insiste que sólo por unos pocos días no ha sido el extremismo marxista quien ha sido el que barriera las cenizas de la vía chilena al socialismo. Dirigentes de la Unidad Popular tenían preparado, su propio golpe contra la legalidad; en la autolegitimación de que a la vista de que la construcción del socialismo por la senda democrática era imposible, no les quedaba otro remedio que acudir a la violencia organizada, para desde el propio Estado secuestrar el Poder. Necesario es preguntarse sobre cuál había sido la reacción de quienes protestan contra el entierro de la vía chilena, si tan cruento y dramático sepelio lo hubiese organizado la Unidad Popular en armas. La imagen de Salvador Allende habría sido muy otra de la que ahora su memoria ofrece; aureolada de heroica consecuencia política” (ABC, 20 de septiembre de 1973, p. 26).

 

 

La noticia del supuesto plan marxista, conocido como plan Z, permitió a ABC realizar un fuerte ataque a los sectores que criticaban la realización del golpe militar en contra de Allende, y que habían mitificado su figura. La crítica probablemente iba dirigida a periódicos como Pueblo y La Vanguardia y a revistas como Cuadernos para el Diálogo, Triunfo, Índice y Cambio 16. En lo que se refiere al llamado Plan Z, aún no se ha podido comprobar su autenticidad. 

Cambio 16 también dedicó importantes páginas a lo acontecido en Chile, destacando también su comentario editorial, titulado El Motín de los Ricos, en el que atribuía la caída de Allende a las poderosas fuerzas de la reacción tanto nacionales como internacionales:

 

 

“La dramática caída del doctor Salvador Allende en Chile ha puesto en evidencia, entre otras muchas cosas, el hecho meridiano de que en las cuadras de un imperio no es posible la civilidad. Las influencias exteriores que pesan sobre ellos son tan gigantescas, que cualquier proceso de crisis se resuelve a la brava y por las armas. La democracia, el respeto a la constitución y a la ley, es un lujo que sólo pueden permitirse los países fuertes.” (Cambio 16, Nº 96 septiembre 1973, p. 3).

 

Cambio 16 planteaba la hipótesis de que el fin violento de la Unidad Popular era producto esencialmente de la presión internacional, apuntando directamente hacia los EEUU. 

La revista Blanco y Negro, en su edición del 22 de septiembre de 1973, también dedicaba un número importante de páginas al golpe militar en Chile, detallando la forma en que se produjo este suceso, adoptando una posición mucho más ponderada que la del periódico de su misma empresa editorial, ABC. Un ejemplo de lo anterior es un artículo de Vicente Gallego, quien atribuía la caída de Allende, tanto a los errores de su Gobierno como a la presión internacional:

 

“El desastre económico fue acelerado ocultamente por los intereses extranjeros heridos por la política nacionalizadora de Allende. A Chile le fueron negados créditos extranjeros, con lo que la desacertada política clasista del régimen se veía considerablemente agravada por la acción exterior, principalmente norteamericana. Washington llegó a negar a Santiago la concesión de una moratoria. Nunca se aclarará si el Gobierno de Unidad Popular ha muerto estrangulado desde el exterior o asfixiado por sus errores interiores.” (Blanco y Negro, 22 de septiembre de 1973, p.29).

 

 

La revista Cuadernos para el Diálogo fue sin duda la que mayor cobertura otorgó a lo acontecido en Chile, dedicando su número de octubre de 1973 completamente al caso chileno, publicando en portada una foto en blanco y negro de Salvador Allende, junto al cual aparecían las siguientes palabras; Las trampas de la derecha, reflejando el luto que embargaba a este medio. Debido a la extensión de los reportajes, hemos seleccionado un párrafo de la editorial, titulado; Caen las Máscaras, que muestra claramente la posición de esta revista frente a los sucesos estudiados:

 

“Miles de chilenos, muertos en el campo del honor, han testimoniado con su sangre y su libertad, su firme voluntad de ser hombres libres. De nuevo, los viejos y siempre renovados intereses han ganado la batalla contra los desposeídos, contra los que tienen hambre y sed de justicia. Chile ya no es una excepción en Latinoamérica. Sus ensalzadas tradiciones democráticas, su respeto por las libertades, han saltado junto al hombre que las encarnaba, destrozadas por los cañones y las ametralladoras de quienes durante tres años han trabajado incansablemente por el derrocamiento de la Unidad Popular chilena, la coalición que con su sola presencia, desafiaba el status quo admitido para los pueblos oprimidos por el imperialismo: El expolio de sus materias primas, la dependencia política, la miseria para la mayoría de sus habitantes” (Cuadernos para el Diálogo, Nº121 octubre 1973, p. 5).

 

Cuadernos lamentaba la perdida de la tradición democrática chilena y acusaba de ello a las fuerzas reaccionarias que, durante todo el mandato de Allende, trataron de boicotear su Gobierno, pues representaba una alternativa para los oprimidos que los poderosos no podían aceptar. 

 

La figura de Allende

 

El 12 de septiembre de 1973, Pueblo publicaba un artículo firmado por Gonzalo Bethencourt, titulado Muerto en la Ley, en el que se rescataba la figura del ex Presidente Allende:

 “Salvador Allende cumplió hasta el final. Por encima de los yerros, que los hubo abundantes, de sus casi tres años de Gobierno, debe ser respetado el apego de un hombre a su palabra. Allende había dicho muchas veces, -de la Moneda sólo me sacarán muerto-. Todo indica que así ha sido. Pero también había dicho que mientras durase su Gobierno no se quebrantaría la línea de legalidad democrática, sobre la que asentaba su socialismo en las urnas, a estas horas hechas trizas por los tanques, las bombas y las ametralladoras. Desde ayer Iberoamérica contrajo una deuda con su destino futuro” (Pueblo,12 de septiembre de 1973, p.3).

 

Para Bethencourt, la experiencia socialista chilena, que abría esperanzas a toda Hispanoamérica, y que dejaba de lado el camino de la guerrilla, había sido abortada por la misma violencia que Allende siempre rechazó. Este artículo que aparece publicado en la página utilizada usualmente como editorial, reflejaba claramente la posición de Pueblo ante lo acontecido en Chile, lo que se ve ratificado por la publicación debajo de este artículo de un dibujo de Máximo en el cual se aprecia un cañón disparando hacia un busto con la figura de Salvador Allende, que con el impacto comienza a desplomarse.

Ese mismo día, Pueblo publicaba un artículo de Ciudadano, titulado; Ha Muerto una esperanza, en la que respondía a las palabras de ABC publicadas en portada el día anterior:

 

 

“Se puede estar a favor o en contra de una realidad política determinada; lo que no debe hacerse jamás es desfigurar esa realidad según unos deseos que por fin se ven satisfechos. En su edición de ayer, el diario ABC lanzaba al vuelo las campanas, incapaz de disimular su gozo por el derrocamiento del presidente legítimo y constitucional de Chile, Salvador Allende. El Gobierno de Unidad Popular ha cometido errores, pero de lo que no cabe hacerse cuestión es de que Allende encarnó hasta su último minuto la legalidad constitucional, el respeto a la libertad y a las instituciones. Otros han sido los que han quebrado este respeto, no Allende.” (Pueblo, 13 de septiembre de 1973, p.3).

 

El artículo de Ciudadano buscaba la rehabilitación moral de la figura del ex presidente chileno, que había sido cuestionada por ABC. En la edición de ese día de Pueblo, apareció publicado un artículo de Copérnico, que también destacaba la figura del ex mandatario chileno:

 

“Allende no se equivocaba cuando dijo que, si debía morir, no podría evitarlo, porque la bala ya había sido disparada. Ahora, con su cadáver de por medio, estas palabras vienen a confirmar menos sus dotes proféticas que la dimensión de su tragedia. Su último gesto es un homenaje a su propia lucidez y, al mismo tiempo, una demostración de su talla humana. Sabía que estaba condenado desde el principio; pero, como cualquier Sisifo camusiano, vivía y actuaba como si no fuera cierto. El signo trágico de su desaparición, como una última entrega política, reúne las condiciones necesarias para fijarse en la imaginación popular. Y las contradicciones de su gestión, le dotan de una ambigua opacidad, que le convierten en héroe” (Pueblo, 13 de septiembre de 1973, p.3).

Este analista realiza una verdadera oda a favor de Salvador Allende que, sumado al artículo anterior, confirma cómo Pueblo llevaba a cabo una fuerte defensa del ex presidente de Chile, centrada principalmente en su legitimidad como Jefe de Estado, con lo que indirectamente planteaba la ilegitimidad del levantamiento militar.  

El 23 de septiembre, La Vanguardia publicaba un artículo que llevaba la firma de Manuel Aznar, titulado; Tras el Fracaso y Sacrificio de Salvador Allende, en el que resaltaba la figura del ex Presidente chileno:

 

 

“Probablemente, el servicio más importante y más perdurarero que Allende va a prestar al turbulento ideal de una revolución popular en su país, será el de su holocausto en el palacio presidencial de la Moneda. Si murió frente a los fusiles de sus enemigos, aquella parte del pueblo que lo amaba lo exaltará como a un héroe martirizado. Si cedió a la desesperación de su derrota y cayó víctima de su propia mano lo convertirán en un inmarcesible confesor de sus ideales. A medida que el tiempo pase, la figura de Allende se irá convirtiendo en leyenda, y de él quedará vigente el mito. Allende deja un testamento no escrito, que es el de la ilusión de unas masas; ilusión de mayor felicidad y mayor justicia. El allendismo comenzará a ser, ahora, una fuerza acaso invisible y silenciosa, pero profundamente activa” (La Vanguardia, 23 de septiembre de 1973, p. 23).

 

Este artículo nos muestra a un Salvador Allende totalmente diferente al aportado por otros periódicos españoles; una persona que había muerto en pos de sus ideales de profundos cambios en su país, no el revolucionario marxista que llevó al caos a Chile. 

La revista Índice también en su edición del mes de octubre, publicó algunos reportajes sobre el golpe militar, destacando el de J. Fernández Figueroa, titulado Nos Duele Chile, en el que se resaltaba la figura del ex presidente Allende, manifestando que con su actitud se convirtió en un ejemplo a seguir.

 

 

Conclusión

La prensa española, como hemos visto en este trabajo, otorgó una gran cobertura, quizás inédita en un suceso de carácter internacional, al golpe de Estado en Chile. Lo anterior se reflejaba en el hecho de que la gran mayoría de los diarios revisados le dedicaron sus portadas por varios días, expresando los sentimientos que embargaban a los medios que estaban tanto a favor como en contra de este hecho.

Cabe destacar la postura adoptada por ABC, periódico que siempre mostró su visión moderadamente crítica respecto del Gobierno de Allende, la que cambió radicalmente después del levantamiento militar, convirtiéndose en uno de los medios españoles que más satisfacción mostró por el golpe, publicando una serie de artículos que buscaban justificarlo.

Otro medio a destacar es La Vanguardia que, durante el mandato de Allende, sólo se dedicaba a informar con asepsia de los sucesos que acontecían en Chile, sin mostrar una postura favorable o contraria a este Gobierno, situación que cambió tras el golpe, asumiendo la defensa del régimen constitucional chileno en la persona de su ex Presidente.

El resto de la prensa mantuvo en términos generales la posición que se arrastraba desde el acceso al poder de Allende, y en algunos casos de años posteriores. Medios como YA, El Alcázar, Arriba, Fuerza Nueva miraban este acontecimiento como el resultado lógico de un Gobierno desgastado que pretendía imponer un sistema, al que la mayoría de la población chilena se oponía. Medios como Pueblo, Cuadernos para el Diálogo, Indice, Triunfo y Cambio 16, que habían seguido con expectación y esperanza la experiencia socialista chilena, que abría un nuevo camino a los países del tercer mundo, no ocultaron su tristeza por lo sucedido, pero al mismo tiempo, denunciaban fuertemente el quiebre de la legalidad en Chile, a favor de un grupo minoritario.                

En síntesis, podemos establecer que el golpe de Estado en Chile provocó una fuerte división en la prensa española, surgiendo dos posiciones totalmente contrapuestas de lo acontecido, lo cual también revela los cambios que se estaban dando en España, donde desde fines de la década del 60, existía una libertad de prensa limitada, pero que para efectos de noticias internacionales no se evidenciaba mayor control,  como los referidos a noticias nacionales, lo que sin duda anticipa los cambios que se van ir dando en la política española de los años 70. 

 

 

 

 

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Fuentes

 Periódicos

 ABC, desde septiembre de 1970 hasta diciembre de 1978.

La Vanguardia, desde septiembre de 1970 hasta diciembre de 1978.

Pueblo, desde septiembre de 1970 hasta diciembre de 1978.

 YA, desde septiembre de 1970 hasta diciembre de 1978.

 Informaciones, desde septiembre de 1970 hasta diciembre de 1978.

 Arriba, desde septiembre de 1970 hasta diciembre de 1978.

 El Alcázar, desde septiembre de 1970 hasta diciembre de 1978.

 Revistas

Triunfo, desde septiembre de 1970 hasta diciembre de 1978.

Cuadernos para el Diálogo, desde septiembre de 1970 hasta diciembre de 1978.

Fuerza Nueva, desde septiembre de 1970 hasta diciembre de 1978.

Blanco y Negro, desde septiembre de 1970 hasta diciembre de 1978.

Índice, desde septiembre de 1970 hasta diciembre de 1975.

Cambio 16, desde enero de 1971 hasta diciembre de 1978.

 

Recibido: 26/07/2021

Evaluado: 16/11/2021

Versión Final: 29/11/2021



[1] Artículo es resultado del proyecto UTA-Mayor 2020 “Rescate de la memoria colectiva de la década del 50, 60 y 70 en Arica, mediante entrevistas a informantes claves”.

 

[2] Término acuñado por Tanya Harmer en la obra citada.