11 de septiembre de 1973:
La prensa española y el golpe de estado en Chile[1]
September 11, 1973: The Spanish Press and the Coup in Chile
Alfonso Díaz Aguad
Departamento
de Ciencias Históricas y Geográficas,
Universidad
de Tarapacá (Chile)
adiazaguad@gmail.com
orcid.org/0000-0001-7230-5485
Raúl Bustos González
Departamento
de Educación,
Universidad
de Tarapacá (Chile)
rbgonzalez@academicos.uta.cl
orcid.org/0000-0002-2363-1919
Resumen
El 11 de Septiembre de 1973, se llevó a cabo un golpe de estado en
Chile contra el gobierno de Salvador Allende, el cual tuvo una gran cobertura
de los medios de prensa a nivel internacional, el presente trabajo pretende
desentrañar cual fue el impacto que este hecho tuvo en España, y
específicamente en la prensa española, revisando de qué forma los medios
abordaron la noticia del golpe, y cuál fue su reacción frente a lo acontecido
en Chile, todo lo anterior tomando en consideración que España todavía estaba
bajo la tutela de la dictadura franquista. En síntesis, podemos establecer que
el golpe de Estado en Chile provocó una fuerte división en la prensa española,
surgiendo dos posiciones totalmente contrapuestas de lo acontecido, lo cual
también revelan los cambios que se estaban dando en España, desde fines de la
década del 60.
Palabras Clave
Golpe de
Estado; Prensa Española; Dictadura; Franquismo; Allende.
Abstract
On September 11,
1973, a coup d'état was carried out in Chile against the government of Salvador
Allende, which had a great coverage of the press at an international level, the
present work tries to unravel what was the impact that this fact had in Spain, and
specifically in the Spanish press, reviewing how the media addressed the news
of the coup, and what was their reaction to what happened in Chile, all of the
above taking into consideration that Spain was still under the tutelage of the
Franco dictatorship. In summary, we can establish that the coup in Chile caused
a strong division in the Spanish press, emerging two completely opposite
positions from what happened, which also reveals the changes that were taking
place in Spain, since the end of the decade of the 60.
Keywords
Coup d'etat; Spanish Press; Dictatorship; Francoism; Allende.
Introducción
El
mes de septiembre de 1973 pasó a la Historia de Chile como el momento en que se
puso fin a una larga historia democrática del país, debido a la crítica
situación que se vivía a finales del Gobierno de Allende, producto de varias
causas: la intención del Ejecutivo de llevar a cabo profundas reformas
económicas y sociales, sin contar con una mayoría política en el Parlamento, la
fuerte oposición interna de los sectores que se verían afectados por los
cambios, la grave crisis económica, cuyos efectos más claros eran el
desabastecimiento y una inflación creciente, sumado al boicot externo. El día
11, las Fuerzas Armadas y Carabineros, llevaron a cabo un golpe de Estado que
buscaba poner fin a la experiencia socialista que, dirigida por Salvador
Allende, llevaba casi tres años en el poder. Este golpe se llevó a cabo con una
ferocidad inusitada, llegando a bombardear el palacio presidencial, lugar en el
que el Presidente de Chile murió. Se ponía fin así a una etapa importante en la
historia del país. El
camino recorrido por la Unidad Popular, culminado abruptamente en 1973, llevó a
Chile a insertarse en la dinámica mundial como protagonista clave de la “Guerra
Fría Interamericana”.[2]
Lo descrito, explicaba también el gran interés por
lo que ocurría en Chile, de parte de la prensa internacional, y en particular la española, que en esos momentos
vivía una incipiente apertura (Zalbidea,1996; Barrera,
1995). Por otro lado, el golpe de estado en
Chile ocurre solo dos días antes de la conmemoración del Golpe de Primo de
Rivera en España, lo que hacía imposible evitar algún tipo de asociación
histórica (Nuñez, 2003).
Por otro lado, tampoco puede obviarse el hecho
que, probablemente en el período en estudio, la prensa expresa la aparición de
una moderada oposición que matizaba la opinión pública oficial (Álvarez y
Aguilera, 1995), no obstante, se continuó con la censura y cierre temporal de
algunos periódicos como Triunfo, Sábado Gráfico, Cuadernos
para el Diálogo y el cierre del diario Madrid (Mateos y Soto, 1996).
Aparentemente, lo acontecido en Chile, generó el espacio para que
diferentes posturas se enfrentaran ante la interpretación de un acontecimiento
que emocionalmente les parecía cercano. En consecuencia, emergen las siguientes
preguntas ¿Cuáles fueron las posturas de la prensa española ante el golpe de
estado en Chile, de 1973? ¿De qué manera estas posturas daban cuenta de
contexto político y social vivido en la España de la época? En virtud de lo
anterior, a partir del análisis histórico de las fuentes hemerográficas, el
presente trabajo tiene como objetivo exponer la manera en que la prensa
española informó acerca del golpe de Estado en Chile. Para esto, el
presente estudio se ha basado de forma casi
exclusiva en la revisión de una serie de diarios y publicaciones periódicas,
que se ha procurado fueran lo más representativas posible, por su tirada,
proyección nacional, y relación con una tendencia o familia política. Para ello
hemos elegido los siguientes siete diarios, que cubren todo el período de estudio:
Igualmente, entre las publicaciones periódicas, no diarias, se ha
revisado seis revistas de carácter político, que alcanzaron también una gran
divulgación en la población española:
En
consecuencia, se ha intentado cubrir un abanico ideológico representativo, de
las diversas tendencias, dentro de los límites de la censura.
El
análisis de las fuentes se aborda desde una perspectiva cualitativa, a partir
del método histórico y del análisis temático, para la identificación de las
dimensiones emergentes (Escudero, 2020). La identificación de estas, utilizó
tres enfoques: 1) enfoque holístico; 2) enfoque selectivo, y 3) enfoque
detallado o línea por línea.
Miradas
similares a las propuestas en este artículo, habían identificado como las
principales temáticas analizadas por la prensa española que miraba lo
acontecido en Chile los siguientes: la legitimidad de la sublevación militar,
la figura de Salvador Allende, y el futuro del país (Núñez, 2003). Los dos
primeros coinciden bastante con los hallazgos del presente trabajo.
Desarrollo
Contexto de la prensa española
Desde mediados del siglo XX, el rol del periodista
había sido transformado en una herramienta central para la unidad nacional,
desde los preceptos directivos de la autoridad (Chuliá, 2001). En este sentido,
la existencia de instrucciones precisas a los medios de prensa privados, aseguraba la
“unificación ideológica” de los medios (Terrón, 1981). La política exterior de
Franco interactuaba en este escenario, para alcanzar como objetivo fundamental,
la permanencia en el poder (Muñoz, 2013; Sánchez y Barrera, 1992). Lo anterior
apuntaba, entre otras tareas, a la meta de legitimación social e histórica del
régimen (Zalbidea, 1996). La
notable capacidad de influencia sobre el sistema social y sobre el sistema
político que podían alcanzar los medios de comunicación, ya era una premisa
consolidada en el contexto en estudio (Haillin y Mancini, 2008).
Por
otro lado, para comprender la situación en que se encontraba la prensa española
al inicio de la década de los 70’, es necesario remontarse al año 1962, cuando
asume el cargo de Ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne y su
filosofía política, tendiente a la necesidad de transformaciones graduales para
evitar cambios violentos, previendo los cambios con el fin de encauzarlos
(Chuliá, 2001). Este propósito de lograr una mayor apertura hacia las
corrientes de opinión de la sociedad española, fue apoyada por las más altas
instancias del poder, decisión que fue asumida por el Ministerio de Información y Turismo, elaborando un
anteproyecto de Ley de Prensa e Imprenta que sería promulgado definitivamente
en marzo de 1966 (Terrón, 1981). Existe casi
unanimidad entre los estudiosos, que la promulgación de esta Ley constituyó una
de las medidas políticas más importantes del último período del régimen
Franquista, dado que tendía a resquebrajar el hermetismo reinante en la vida
pública del país (Barrera, 1995; Nuñez, 2003; Ibañez, 2019).
La Ley de prensa de 1966, si bien eliminaba la
censura previa, y permitía la libre designación del director, establecía duras
sanciones contra quienes traspasaran los límites de ella, lo cual ha llevado a
algunos estudiosos a cuestionar su aperturismo:
“Fueron muchos los periódicos y periodistas
que pudieron comprobar, muy a pesar suyo, que la sustitución del sistema
preventivo por el represivo tenía mucho menos de liberal abierto y progresivo
de lo que algunos pretendían. Si la suspensión de la censura previa posibilitó
la aparición de noticias y comentarios que sin ella no se hubieran publicado,
las sanciones posteriores fueron cien veces más duras y severas. Del 9 de abril
de 1968 al 9 de abril de 1969 la Administración inició 201 expedientes
administrativos, de los que 118 se resolvieron con sanción” (Zabildea, 1996,
p.253).
Terrón
indica las publicaciones sancionadas y sus castigos entre los años 1966-1977,
cuya principal víctima fue el diario Madrid,
que fue cerrado por el Gobierno, en noviembre de 1971. Ese mismo año, el semanario Triunfo recibiría su primera sanción grave, motivada
por un número extraordinario, correspondiente al 24 de abril de 1971, dedicado
a la crisis del matrimonio, que se inscribía en la serie de extras que, sobre
distintos temas de actualidad, venía publicando desde Julio de 1970. Un mes
después de la aparición del número sobre el matrimonio, la Dirección General de
Prensa abrió expediente al semanario por infracción del artículo 2º de la Ley
de Prensa. En junio de 1971 se conocería la sentencia: cuatro meses de
suspensión y multa de 250.000 pesetas. La suspensión de Triunfo dio lugar a la fundación por parte de
algunos de sus colaboradores, del semanario de humor Hermano Lobo, que nacía en mayo de 1972 como expresión de
un humor renovado, capaz de conectar con un público más joven y progresista
(Terrón, 1981).
A
pesar de los cuestionamientos anteriores, los aspectos positivos de la Ley son
mayores, ya que esta abrió una vía de libertad de expresión:
“…que constituía en
el contexto de una España políticamente cerrada, un privilegio que convertía a
la prensa en una de las pocas instituciones sociales con capacidad de generar
un diálogo político, una confrontación de pareceres diversos. Las
circunstancias, pues, hicieron que la prensa tuviese el protagonismo de una
tribuna política, a través de la cual se desarrollaron algunas luchas
políticas, y se pudieron esparcir ideas que, de otro modo, difícilmente
hubieran podido llegar al conocimiento público” (Barrera, 1995,
p.107).
En
síntesis, la visión de la mayoría de los estudiosos de este período, apunta a
valorar la Ley de Prensa de 1966, como uno de los principales acontecimientos
de los últimos años del franquismo, que permitió entre otras cosas, que la
posterior transición a la
democracia, se desarrollara, salvo excepciones, dentro de un ambiente de
tranquilidad, sin grandes convulsiones, como las que vivieron otros países, en
el paso de la dictadura al sistema democrático (Rodríguez-Martínez, Tulloch y
Guillamet Lloveras, 2017).
Una de las
principales consecuencias de la implantación de esta ley, fue la definición
pública de ciertos medios más comprometidos frente a temas políticos
trascendentes, la que varió según el
perfil empresarial, la tradición política y la relación de los
periódicos con el régimen (Rodríguez-Martínez, Tulloch y Guillamet Lloveras,
2017). Es así que: “ABC pudo por fin mostrar con menos trabas su monarquismo. YA, periódico con una orientación cada vez más
claramente democristiana, comenzó a revelar con mayor claridad su afán
aperturista y reformista del régimen” (Barrera, 1995, p.108-109).
Es interesante visualizar como estos dos
periódicos más aperturistas en lo que se refería a temáticas de orden interno,
adoptan hacia el caso chileno posiciones más conservadoras, y periódicos que
seguían la línea informativa del Gobierno, como Pueblo, defiendan posturas
progresistas en Chile.
Debido
al nuevo contexto aportado por la Ley de Prensa de 1966, esta discriminaba tres
grupos de empresas periodísticas: Las que apoyaban al régimen; las que deseaban
investirse de una imagen de distanciamiento crítico, exasperando lo menos
posible a la administración; y las que habían decidido ganarse el
reconocimiento de prensa de oposición y asumían los riesgos (Chuliá, 2001).
Dentro
del primer tipo encontramos a; Pueblo,
El Alcázar, Arriba, Fuerza Nueva.
En el segundo a; ABC, YA, La Vanguardia,
Informaciones y Blanco y Negro. En el tercero y último a las revistas Triunfo, Cuadernos para el Diálogo
y Cambio 16.
La Noticia
del Golpe
El mismo día 11 de septiembre, los periódicos Informaciones y Pueblo, al ser periódicos de la tarde, dieron a conocer las
primeras noticias que se publicaron en España sobre el levantamiento militar en
Chile, que no dimensionaban totalmente el alcance de la tragedia, debido a la
diferencia horaria existente entre ambos países.
Informaciones titulaba en portada; Sublevación en Chile, publicando los primeros antecedentes que se
tenían del golpe militar. Pueblo, por
su parte, daba a conocer una breve información del suceso:
“Las fuerzas armadas y el
cuerpo de carabineros dieron hoy un golpe de Estado y proclamaron una Junta de
Gobierno. La comunicación está firmada por el comandante en jefe del Ejército,
general Augusto Pinochet; el comandante en jefe de la Fuerza Aérea, general
Gustavo Leigh; el comandante en jefe de la Armada, almirante José Toribio
Merino y el director general de Carabineros, general César Mendoza…” (Pueblo, 11 de
septiembre de 1973, p.1).
Pueblo e Informaciones sólo pudieron publicar lo que ocurrió en las primeras
horas de la mañana, no alcanzando a rescatar el desenlace de esta noticia. El
12 de septiembre de 1973, todos los periódicos revisados publicaban en portada
la noticia del Golpe de Estado en Chile, entregando mayores detalles sobre este
suceso. La Vanguardia, titulaba; Golpe de Estado en Chile, junto al cual
aparecían las fotos de Salvador Allende y Augusto Pinochet, los dos
protagonistas de la crisis chilena. Es interesante consignar que este
periódico, fue uno de los pocos, que el día después del golpe, ya asignaba a
Augusto Pinochet un papel relevante en el nuevo Gobierno, pues la gran mayoría
mencionaba al Almirante José Toribio Merino como el presidente de la Junta de
Gobierno, quien precisamente había sido el principal inductor del golpe
militar.
ABC, destacaba en portada
una gran foto de Allende, titulando; Cae
Allende. Al costado de la foto aparecían unas palabras:
“Contra el caos creciente, contra la vía al socialismo de Allende que ha
arruinado al pueblo chileno, contra la amenaza de una dictadura marxista,
contra el desastre absoluto social, económico y político del país; en defensa
de la paz, del orden, de la ley, de la libertad, de las conquistas sociales de
los trabajadores, del diálogo y la convivencia normales se ha alzado el Ejército de Chile, columna vertebral de la nación y única
posibilidad de salvación, hoy, para el entrañable país hermano” (ABC, 11 de septiembre de 1973,
p.1).
Las palabras de ABC,
reflejaban claramente la línea editorial de este periódico, que durante todo el
mandato de Allende, adoptó una postura crítica hacia su gestión. La utilización
de la fuerza para derribar a un régimen legítimo parecía estar justificada.
Pueblo, titulaba; Muerto
Allende: Hora trágica en Chile, al lado de estas palabras se publicaba una
foto de Salvador Allende.
YA, por su parte escribía; Chile: Allende depuesto militarmente, junto al que aparecía una
foto de Allende en un costado, además de una foto más grande del palacio de la
Moneda rodeado por efectivos militares. En su interior destacaba la noticia de
la muerte de Allende que provocó durante mucho tiempo polémica, tanto en Chile
como en el extranjero. Este periódico planteaba la tesis del suicidio como la
más probable. El paso del tiempo ha mostrado que esta versión era verdadera.
Informaciones titulaba; Se
lucha en las calles de Santiago, al lado aparecía una pequeña foto de
Allende, y abajo una del palacio de la Moneda, dando a conocer la crítica situación
que se vivía en Chile en esos momentos:
“Algunos corresponsales en Santiago de
Chile hablan de numerosos brotes de resistencia; pero la red de emisoras ha
señalado que solamente francotiradores civiles se oponen a la Junta Militar. El
Ejército ha iniciado una ofensiva para limpiar los tejados y las azoteas, desde
donde se hacen fuertes estos elementos resistentes. El estado de sitio es la
característica de la situación. Fue declarado desde el comienzo de la
sublevación militar, advirtiéndose que todo aquel que quebrantase la queda,
sería sometido a juicio sumarísimo y fusilado en el acto” (Informaciones, 12 de septiembre de 1973, p.1).
El Alcázar, publicaba una foto de Allende caminando por las
calles de Santiago y titulaba; Golpe
militar en Chile: Murió Allende. Arriba, en tanto, publicaba en portada
una foto de una manifestación contraria a Allende, titulando; Allende Derrocado: Noticias sin confirmar
dicen que se suicidó.
El 13 de septiembre, ABC publicaba en portada una foto a toda página de un grupo de
militares chilenos, titulando; A Tiempo,
junto al que se escribe:
“La atención del mundo vive pendiente de
Chile. En la imagen de nuestra portada, los soldados en el momento de tomar el
Palacio de la Moneda, sede de la presidencia, consumando así el Golpe de
Estado. Golpe de Estado que ha frenado a tiempo el inevitable deslizamiento del
país desde la anarquía y el caos a la dictadura marxista. La vía al socialismo
de Allende ha terminado entre el fango, la sangre y la tragedia” (ABC, 13 de septiembre de 1973,
p.1).
ABC, con esto trataba de provocar un gran golpe de
efecto, indicando lo providencial de la intervención militar. Este periódico
optaba por destacar lo positivo que significaba para Chile, el que se pusiera término a una
experiencia que llevaba al país al caos.
Al día siguiente, 14 de septiembre, los sucesos chilenos volvían a
ocupar la portada de varios periódicos españoles. YA publicaba cuatro fotos, la primera del General Pinochet, la
segunda la última imagen de Allende asomado a los balcones de la Moneda, y las
otras dos de las tropas militares tomando el control de la capital chilena. Lo
anterior nos reflejaba el fuerte impacto que tuvo la noticia del Golpe de
Estado en la prensa española.
La Vanguardia, al igual que YA,
publicaba cuatro fotos, tres de las cuales las mismas que este último
periódico, en la cuarta se aprecian tanques del Ejército en las inmediaciones
del palacio de la Moneda. Junto a estas fotos se titulaba; Dramáticas Imágenes de Chile. A diferencia de YA, que sólo se limitaba a identificar las fotos, en la portada de La Vanguardia se hace referencia a una
información de última hora que estimaba en cuatro mil los muertos de Chile. A
través de esta portada podemos analizar como a veces con los mismos elementos,
en este caso las fotos, e incorporando un titular impactante se pueden obtener
resultados muy diferentes.
ABC publicaba la foto de Allende en el balcón
de la Moneda, en toda la extensión de la página, con un título que
decía; Marxista antes que Presidente, nuevamente vemos cómo una
foto aparecida también en los otros dos periódicos revisados anteriormente,
toma un cariz totalmente diferente, al publicar junto a ella un título
claramente indicativo de la línea editorial del diario con respecto a los
sucesos ocurridos en Chile.
Informaciones publicaba dos fotos, una
del General Pinochet, y otra de personas en Santiago comprando alimentos. Al
lado de la foto de Pinochet se titulaba: Chile:
Ya son cinco mil los muertos, repitiéndose el efecto indicativo del título,
que ya hemos revisado en los periódicos anteriores, mostrándonos en este caso a
un medio que buscaba provocar el efecto contrario, al que, por ejemplo, trataba
de realizar ABC.
La noticia del Golpe de Estado en Chile, como hemos
visto, provocó un gran impacto en la prensa española, dedicando la gran mayoría
de los periódicos, sus portadas por varios días a esta información. Cada medio
interpretó de manera diferente lo acontecido, radicalizándose en algunos casos,
las posiciones que generalmente habían tenido sobre Chile. En este sentido,
destacó ABC que en cierto modo mostró
satisfacción por lo ocurrido en ese país, saludando la acción de las Fuerzas
Armadas, convirtiéndose en el medio español que más exteriorizó su postura
sobre lo acontecido. Por otro lado, Pueblo
no ocultó su decepción por la caída de Allende, que terminaba con una
experiencia en la que este periódico había puesto sus esperanzas. La Vanguardia e Informaciones adoptaron una postura crítica frente al golpe
militar, lo cual se podía apreciar claramente en sus titulares. YA, El
Alcazar y Arriba, destacaron la
noticia estudiada, no ocultando un cierto alivio por lo ocurrido, pero en
ningún caso como hizo ABC.
La Reacción de la Prensa Española
El impacto del golpe de Estado chileno en la prensa
española fue muy importante, y sirvió para que cada uno de los medios tomara
clara posición ante lo acontecido; dividiéndose claramente entre los que
apoyaban el golpe y los que lo rechazaban. ABC,
YA, El Alcázar, Arriba y Fuerza Nueva, mostraron su satisfacción
por la intervención militar, aportando numerosos artículos que buscaban
justificarla, culpando al Gobierno de Allende de todo lo ocurrido. En este
sentido ABC ocupó el liderazgo,
especialmente por lo fuerte y directo de sus artículos, que llegó a merecer los
elogios de Fuerza Nueva. Pueblo,
La Vanguardia, Triunfo, Cuadernos para el
Diálogo, Cambio 16, e Índice, optaron por hacer una defensa
del Gobierno de Allende, manifestando que se había puesto fin a una tradición
democrática en Chile, debido a que la experiencia socialista significaba un
peligro para los poderosos. Además, destacaban la inmolación de Allende como un
ejemplo de su consecuencia política. Sólo el periódico Informaciones y la revista Blanco
y Negro, no mostraron claramente su posición, dedicándose a publicar
noticias que daban a conocer lo que ocurría en Chile.
El 13 de septiembre, El Alcázar publicaba un artículo firmado por Rafael García Serrano
en el que criticaba la actitud asumida por algunos periódicos españoles frente
al golpe de Estado en Chile:
“Entretanto, es curioso observar el despliegue
periodístico nacional en torno al acontecimiento. Algún diario acentúa
conmovedoramente, la legitimidad del régimen de Allende, sin ni siquiera
pararse a considerar que su propia cabecera nace de un acto de rebelión militar
y civil contra un Gobierno seguramente tan legítimo como el de Chile” (El
Alcázar, 13 de septiembre de 1973, p. 35)
Serrano alude directamente a Pueblo, pues ve contradictoria su actitud al defender a Allende y
ser el vocero de la sección sindical del Movimiento, nacido el 18 de Julio de
1936.
Por
su parte, el 18 de septiembre, El Alcazar
publicaba un artículo de Europeo, en el que denunciaba los ataques internacionales
en contra del Gobierno militar chileno, situación que explicaba por la derrota
del comunismo en Chile:
“Así se entiende el inmenso alarde de
movilización propagandística que contra el Ejército de Chile se está
realizando. Ni más ni menos porque ese Ejército, al que los comunistas y sus
compañeros de viaje creían haber engañado, adormecido, neutralizado, se ha
puesto en pie. Cuando los comunistas esperaban tener ya en sus manos a diez
millones de chilenos, empujados dulce y suavemente hacia la marxistización, el
Ejército les ha cerrado el paso. Es la primera derrota que el comunismo sufre
desde hace tiempo” (El Alcázar, 18 de septiembre de
1973, p. 12).
Es interesante que la argumentación utilizada por Europeo para explicar la campaña
internacional contra el Gobierno militar chileno, sea la misma que el propio
régimen utilice cuando enfrente los momentos más delicados de su gestión: el
triunfo sobre el comunismo.
Fuerza Nueva en su edición de la última semana de septiembre
publicaba un artículo de Gómez Tello, titulado; Aplastado el Frente Popular:
Chile se salvó, en el que, junto con saludar el Golpe Militar, mostraba su
extrañeza por la reacción de algunos medios de prensa españoles, frente a este
acontecimiento:
“No comprendemos en absoluto, la razón por
la que hay quienes lloran lágrimas de dolor por la eliminación del Frente
Popular en Chile y atacan violentamente al Ejército chileno y a la población no
marxista, que han secundado su alzamiento. Y mucho menos, que esa labor de
apología del régimen del socialista marxista leninista, masón y ateo Allende
sea alterada, silenciando el verdadero objetivo del Ejército chileno; Liberar a
la patria del marxismo. Que apologías, apenas disfrazadas, del régimen marxista
de Allende hayan sido publicadas en cierta prensa, en España, es ya
intolerable” (Fuerza
Nueva, N.º 350 septiembre 1973, p. 25).
En su postura ideológica, Gómez Tello, no podía
comprender que existieran sectores, dentro de la prensa española que criticaran
el golpe militar chileno, más aún si esto ocurría bajo el régimen franquista.
Con lo que indirectamente mostraba su disconformidad con la apertura
informativa existente en España en ese período, resucitando alguno de los
fantasmas del régimen, como la masonería (Núñez, 2003).
La revista Triunfo, también a fines de septiembre, dedicó importantes páginas
de su edición al Golpe militar en Chile, destacando de ellas su editorial
titulada; Fascismo En Chile, en la
que se planteaba que lo ocurrido en ese país era una verdadera matanza:
“La sorpresa en la opinión mundial y en la prensa, es la del exceso de
medios para acabar con un cadáver. No porque no haya precedentes, sino porque
los últimos eran muy lejanos. La terminología que se emplea para describir este
suceso está desplazada. Golpe de Estado, golpe militar, tiene desde hace años
otras acepciones y están ligados a una cierta asepsia, como profesional, que
tiene poca relación con esta carnicería. Tampoco es una guerra, es una matanza.
Para buscar un precedente hay que recordar Indonesia, cuando la matanza de
partidarios de Sukarno se calculó en 400.000 personas. Pero Indonesia tenía
decenas de millones de habitantes. Los 15.000 muertos en Santiago de Chile se
están refiriendo a una población de menos de dos millones de habitantes. En
busca de nombres hay que rechazar el de golpe militar y acudir a uno más
explícito: Fascismo” (Triunfo, Nº 573 septiembre 1973, p. 5).
Triunfo más allá de analizar lo
que había pasado en Chile, cosa que generalmente hacían los medios españoles
más proclives al nuevo Gobierno militar, se preocupaba de lo que ocurría en
esos momentos en el país sudamericano.
Discusión en torno a las causas
A partir del día siguiente al golpe de
Estado en Chile, los periódicos españoles comenzaron a publicar numerosos
artículos que analizaban lo ocurrido en ese país, desde la perspectiva
particular que cada medio tenía sobre este hecho. El 12 de septiembre de 1973, La Vanguardia publicaba un artículo
editorial sin firma, titulado El fin de
una experiencia, en el que se daba a conocer la visión del periódico
respecto a lo acontecido en Chile:
“La creciente tensión que se venía notando en el país en los últimos
días ha desembocado en la sublevación de ayer por la mañana. El amplio
movimiento huelguístico, disfrazado en un principio con ropaje puramente
sindical, acabó por descubrirse como esencialmente político. Su exclusiva
intención no era otra que provocar y conseguir la caída del presidente Allende.
Desde el mismo momento de su triunfo, Allende se vio inmerso en una carrera de
obstáculos, cada vez más duros y peligrosos. Encerrado en un callejón sin
salida, sólo le quedaba a Allende optar por el camino del diálogo con la
Democracia Cristiana. Y aquí se jugó el futuro del sistema allendista, un futuro que se
presentaba como una bomba de efecto más o menos retardado y cuya espoleta ha
sido la negativa de la DC a aceptar el diálogo” (La Vanguardia, 12 de septiembre de 1973,
p.3).
En la misma edición de Pueblo, aparecía publicado también un artículo titulado; Allende: 1.027 días de lucha contra el miedo,
en el que se planteaba la dificultad más grande que tuvo que enfrentar Allende,
el miedo que su Gobierno provocaba entre importantes sectores del país. Este
artículo firmado por M. Cruz daba a conocer el impacto diverso que había tenido
en Chile y en el mundo la experiencia socialista de Allende: la fascinación en
algunos sectores y la inquietud en otros, contradicción que hacía prever su
caída. También el 12 de septiembre de
1973, YA publicaba un artículo editorial
titulado; Allende y su Fracaso, en el
que culpaba al Gobierno de la Unidad Popular de ser responsable de la grave
crisis que llevó al golpe militar:
“Lo que acaba de suceder en Chile se veía
venir, aunque sea de lamentar que la incapacidad de un Gobierno haya puesto al
país bajo régimen de excepción. El país se halla en bancarrota y ha tenido que
negociar una moratoria por dos veces durante la etapa allendista, para aplazar
el pago de su cuantiosa deuda externa. Casi dos meses lleva Chile paralizado
por la huelga de los camioneros, y a esta huelga se han unido, los
comerciantes, los profesionales y muchos sectores fabriles. Allende recabó de
mala gana el apoyo de los jefes de las Fuerzas Armadas, que se hicieron cargo,
de las carteras más difíciles del Gobierno, a cambio de unas condiciones que el
Presidente nunca cumplió” (YA, 12 de septiembre de 1973, p.12).
Esta crónica es claramente una
justificación del golpe de Estado ocurrido en Chile, al considerar este
levantamiento como una consecuencia lógica de la desastrosa gestión del
Gobierno de Allende. En la misma edición de YA,
se publicó también un artículo de Bartolomé Mostaza, titulado La Caída de Allende, el que también
atribuía a su Gobierno la principal responsabilidad del levantamiento militar:
“Desde hace mucho tiempo, en esta sección
expresamos el temor que el Presidente Allende acabaría cayendo del pedestal. Su
choque frontal con las cámaras le hizo exagerar un presidencialismo que no era
tan absoluto como Allende quizás pensaba de buena fe. Por otra parte, olvidó
Allende que, sin los votos de la democracia cristiana no hubiera sido
Presidente y después se negó siempre al compromiso con la oposición moderada.
Pretendió consumar durante su mandato presidencial la revolución marxista, cosa
que requiere en el mejor de los casos, conseguir la tolerancia de la oposición.
Pretextando gobernar en democracia, despreció una y otra vez las advertencias
de la mayoría, con lo que de hecho ejercía un poder absoluto” (YA, 12 de septiembre de 1973,
p.12).
En este artículo no existe ninguna referencia al
quiebre de la institucionalidad democrática en Chile, ninguna crítica a la
utilización de la fuerza. Para Bartolomé Mostaza, Allende, era el causante de
todos los males de Chile, y por lo tanto su caída estaba justificada.
El 13 de septiembre de 1973, ABC publicaba un artículo de Veritas
en el que analizaba las causas del golpe militar:
“El cuadro que presentaba Chile en el
presente año en el que los principales problemas nacionales habían alcanzado
una dimensión exasperante, era ya muy conocido en el mundo entero; una
inflación desorbitada, una dramática escasez de artículos alimenticios,
medicamentos, materias primas y repuestos, un amplio y creciente mercado negro,
continuos movimientos huelguísticos, frecuentes desórdenes. A principios de
septiembre, como una bola de nieve desencadenada por la huelga de camioneros,
el país se encontraba semiparalizado por los paros del comercio y de otros
grandes sectores laborales. Fue entonces cuando se intensificó una vasta
campaña de partidos políticos, colegios profesionales, organizaciones
femeninas, entidades estudiantiles, pidiendo la renuncia del presidente de la
República” (ABC,
13 de septiembre de 1973, p.23).
El 14 de septiembre YA, publicaba un artículo editorial sin firma, titulado; Factores del Golpe de Estado, en el que
realizaba un crítico análisis del Gobierno depuesto:
“Sería torpeza o sectarismo negar que el
Gobierno de Allende había fracasado en su tarea y que el país iba, de tumbo en
tumbo, a la ruina y quizás a la guerra civil. El problema de Chile no era tanto
las nacionalizaciones; se trataba de la galopante carrera de los precios, de la
pérdida vertical del valor de la moneda, de la falta de víveres, del caos
social y del enfrentamiento armado entre los extremismos de uno y otro bando.” (YA, 14 de septiembre de 1973, p.
7).
YA, continuaba publicando
artículos que claramente buscaban justificar el golpe de Estado en Chile,
reafirmando su postura de considerar que lo que había pasado en Chile era lo
mejor que podía ocurrirle a este país. También ese día, Pueblo publicó un artículo firmado por Cándido, titulado; Chile: Sin Comentarios, en el que
analizaba la intervención norteamericana en Chile durante el Gobierno de
Allende:
“Allende se hizo cargo del poder el 4 de noviembre de 1970. Los Estados
Unidos comenzaron su fuego duro contra Chile, realizando como proponía la ITT,
solapados esfuerzos para llevar a la bancarrota a una de las dos más grandes
asociaciones chilenas de ahorro y préstamos, utilizando la presión
resultante del caos económico y
procurando la intranquilidad y el desempleo masivos, lo cual, según añadía la
ITT, puede originar la violencia suficiente para forzar a los militares a
intervenir, dado que los chilenos no han reaccionado violentamente contra
Allende. Los documentos de la ITT, prueban de modo palmario que la opinión
oficiosa de los Estados Unidos, consideraba el golpe militar como la acción más
adecuada para aniquilar a Allende” (Pueblo, 14 de septiembre de 1973, p. 20).
Cándido hacía alusión a los famosos documentos de
la International Telephone and Telegraph Corporation, que fueron descubiertos
por un periodista norteamericano y publicados en los EEUU, aún gobernando
Salvador Allende, los cuales mostraban claramente el interés del Gobierno de
Nixon por derrocar a Salvador Allende. En su libro “Memorias Prohibidas”
Cándido plantea que los artículos críticos contra el golpe militar publicados
por algunos periodistas de Pueblo,
que hemos revisado en las líneas anteriores, provocaron la fuerte reacción del
Gobierno, ante la cual contaron con la fuerte defensa de su director, Emilio
Romero.
El 15 de septiembre YA publicaba un artículo firmado por Miguel González, titulado Los últimos momentos de Allende, en el
que revisaba la situación de Chile en los últimos meses de la Unidad Popular.
González planteaba una hipótesis ya mencionada por otros analistas: el
levantamiento militar como resultado natural de la descomposición del Gobierno
de Allende. YA seguía publicando
artículos que buscaban justificar lo acontecido en Chile.
El 16 de septiembre Arriba publicaba un artículo de análisis sin firma, titulado; Requiem por una Utopía, en el que
planteaba que el fracaso de Allende, se debía a las grandes contradicciones de
su modelo político:
“El allendismo iba contra la ley de
gravedad de esa supuesta ciencia; se proponía algo así como la cuadratura del
círculo: llevar adelante una revolución socialista, marxista, usando como
herramientas unas instituciones burguesas y unos pundonores democráticos que
con frecuencia, ni siquiera sirven para organizar una moderada reforma
conservadora en países con mucha más experiencia que Chile en esas lides. Nadie
mejor que Allende, hombre inteligente, aunque obstinado, sabía de la contradicción
que existía entre sus propósitos y sus medios instrumentales, y en ese saber
amargo se basaba cuando decía; -Tenemos el Gobierno, pero no el Poder-” (Arriba, 16 de septiembre de 1973,
p. 15).
El 18 de septiembre, ABC, publicaba un artículo firmado por Alonso Escalada, en el que
se insistía en la desastrosa política llevada a cabo por el Gobierno de la
Unidad Popular:
“Ha terminado el más largo y más violento
capítulo político de la Historia de Chile, desde su iniciación como Estado
libre y soberano. La vía chilena hacia el socialismo se había hecho estrecha, por sus mismos partidarios, excluyente y dogmática, y su
meta final no era otra que el sectarismo y la amenaza constante de la pérdida
de amplias libertades políticas y sociales. Allende amaba a su pueblo, pero
quiso llevarlo como un Moisés sin Dios por una vía estrecha, de exigente
aspiración, hacia una tierra de promisión, que por querer ser de todos no era
de nadie. Y esa tierra fue mezquinamente repartida, expoliada y saqueada antes
del reparto equitativo. Fue un patriota y nacionalista equivocado que, con sus
equivocaciones, llevó a su pueblo al caos” (ABC, 18 de septiembre de 1973, p. 15).
ABC continuaba en su línea de publicar la visión de un
Gobierno de Allende que tenía por único objetivo la instauración de la
dictadura marxista en Chile, convirtiéndose en uno de los principales
periódicos españoles que asumían la defensa del nuevo Gobierno militar, al
insistir en lo catastrófico del Gobierno anterior.
También ese día, YA publicaba un artículo de Miguel González, titulado; Los Militares chilenos agotaron las
reservas de esperanza antes de
derrocar a Allende, en el que revisaba la actuación de la Fuerzas Armadas
en el período previo al Golpe de Estado:
“Los militares, como gran parte del país,
esperaban que Allende cayera en su propia salsa y por sus propios pasos
equivocados. Que, dándose a razón y teniendo en cuenta que el país estaba
asfixiado y él ya no tenía nada que hacer, renunciara pacíficamente a su alto
cargo. Los altos mandos tampoco desconocían que el pueblo chileno, tiene un
aprecio excepcional hacia sus fuerzas armadas, pero por casi nada del mundo
hubieran querido verlas en el poder. A pesar de todo, se hacía por momentos más
intenso el eco que clamaba por su intervención y ellos no se hicieron sordos al
apremio” (YA, 18 de
septiembre de 1973, p. 5-6).
YA publicaba otro artículo de Miguel González, en el
que se continuaba con el análisis de los diferentes factores que habrían
provocado el golpe de Estado; en este caso se planteaban las razones de la
intervención militar, que el periodista atribuía al fuerte clamor popular, que
habría impulsado a las Fuerzas Armadas a actuar.
El 19 de septiembre, La Vanguardia publicaba un artículo de Tomás Salvador en que
analizaba la caída de Salvador Allende y la explicaba porque este era un
peligro para los sectores poderosos de Chile y el mundo. Dicho artículo da a
conocer otra visión respecto a lo acontecido en Chile, en la que se toman en
cuenta factores como: la acción de fuerzas exteriores o de los grupos
oligárquicos, que de una u otra forma habían impedido que la vía legal al
socialismo siguiera su camino. La
Vanguardia ratificaba así su postura crítica hacia el Golpe de Estado en
Chile, buscando explicaciones más complejas a lo acontecido.
El 20 de septiembre ABC, publicaba un artículo editorial sin firma, titulado El Precio del experimento chileno, en el
que se daba a conocer la noticia de que el Gobierno de Allende había planeado
un golpe de Estado, al que se habrían adelantado las Fuerzas Armadas:
“En los medios periodísticos y políticos de
Chile se afirma, algo que ya se sospechaba. Se insiste que sólo por unos pocos
días no ha sido el extremismo marxista quien ha sido el que barriera las
cenizas de la vía chilena al socialismo. Dirigentes de la Unidad Popular tenían
preparado, su propio golpe contra la legalidad; en la autolegitimación de que a
la vista de que la construcción del socialismo por la senda democrática era
imposible, no les quedaba otro remedio que acudir a la violencia organizada, para
desde el propio Estado secuestrar el Poder. Necesario es preguntarse sobre cuál había sido la reacción de quienes protestan contra
el entierro de la vía chilena, si tan cruento y dramático sepelio lo hubiese
organizado la Unidad Popular en armas. La imagen de Salvador Allende habría
sido muy otra de la que ahora su memoria ofrece; aureolada de heroica
consecuencia política” (ABC, 20 de septiembre de 1973, p. 26).
La noticia del supuesto plan marxista, conocido
como plan Z, permitió a ABC realizar
un fuerte ataque a los sectores que criticaban la realización del golpe militar
en contra de Allende, y que habían mitificado su figura. La crítica
probablemente iba dirigida a periódicos como Pueblo y La Vanguardia y
a revistas como Cuadernos para el Diálogo, Triunfo, Índice y Cambio 16. En lo que se refiere al
llamado Plan Z, aún no se ha podido comprobar su autenticidad.
Cambio 16 también dedicó importantes páginas a lo acontecido
en Chile, destacando también su comentario editorial, titulado El Motín de los Ricos, en el que atribuía la caída de Allende a las
poderosas fuerzas de la reacción tanto nacionales como internacionales:
“La dramática caída del doctor Salvador
Allende en Chile ha puesto en evidencia, entre otras muchas cosas, el hecho
meridiano de que en las cuadras de un imperio no es posible la civilidad. Las
influencias exteriores que pesan sobre ellos son tan gigantescas, que cualquier
proceso de crisis se resuelve a la brava y por las armas. La democracia, el
respeto a la constitución y a la ley, es un lujo que sólo pueden permitirse los
países fuertes.” (Cambio 16, Nº 96 septiembre 1973, p. 3).
Cambio 16 planteaba la hipótesis de que el fin violento de
la Unidad Popular era producto esencialmente de la presión internacional, apuntando
directamente hacia los EEUU.
La revista Blanco
y Negro, en su edición del 22 de septiembre de 1973, también dedicaba un
número importante de páginas al golpe militar en Chile, detallando la forma en
que se produjo este suceso, adoptando una posición mucho más ponderada que la
del periódico de su misma empresa editorial, ABC. Un ejemplo de lo anterior es un artículo de Vicente Gallego,
quien atribuía la caída de Allende, tanto a los errores de su Gobierno como a
la presión internacional:
“El desastre económico fue acelerado
ocultamente por los intereses extranjeros heridos por la política
nacionalizadora de Allende. A Chile le fueron negados créditos extranjeros, con
lo que la desacertada política clasista del régimen se veía considerablemente
agravada por la acción exterior, principalmente norteamericana. Washington
llegó a negar a Santiago la concesión de una moratoria. Nunca se aclarará si el
Gobierno de Unidad Popular ha muerto estrangulado desde el exterior o asfixiado
por sus errores interiores.” (Blanco y Negro, 22 de septiembre de 1973, p.29).
La revista Cuadernos para el Diálogo fue sin duda la que mayor cobertura
otorgó a lo acontecido en Chile, dedicando su número de octubre de 1973
completamente al caso chileno, publicando en portada una foto en blanco y negro
de Salvador Allende, junto al cual aparecían las siguientes palabras; Las trampas
de la derecha, reflejando el luto que embargaba a este medio. Debido a la
extensión de los reportajes, hemos seleccionado un párrafo de la editorial,
titulado; Caen las Máscaras, que
muestra claramente la posición de esta revista frente a los sucesos estudiados:
“Miles de chilenos, muertos en el campo del
honor, han testimoniado con su sangre y su libertad, su firme voluntad de ser
hombres libres. De nuevo, los viejos y siempre renovados intereses han ganado la
batalla contra los desposeídos, contra los que tienen hambre y sed de justicia.
Chile ya no es una excepción en Latinoamérica. Sus ensalzadas tradiciones
democráticas, su respeto por las libertades, han saltado junto al hombre que
las encarnaba, destrozadas por los cañones y las ametralladoras de quienes
durante tres años han trabajado incansablemente por el derrocamiento de la
Unidad Popular chilena, la coalición que con su sola presencia, desafiaba el
status quo admitido para los pueblos oprimidos por el imperialismo: El expolio
de sus materias primas, la dependencia política, la miseria para la mayoría de
sus habitantes” (Cuadernos para el Diálogo, Nº121 octubre 1973, p. 5).
Cuadernos lamentaba la perdida de
la tradición democrática chilena y acusaba de ello a las fuerzas reaccionarias
que, durante todo el mandato de Allende, trataron de boicotear su Gobierno,
pues representaba una alternativa para los oprimidos que los poderosos no
podían aceptar.
La figura de Allende
El 12 de septiembre
de 1973, Pueblo publicaba un artículo firmado por Gonzalo Bethencourt,
titulado Muerto en la Ley, en el que
se rescataba la figura del ex Presidente Allende:
“Salvador
Allende cumplió hasta el final. Por encima de los yerros, que los hubo
abundantes, de sus casi tres años de Gobierno, debe ser respetado el apego de
un hombre a su palabra. Allende había dicho muchas veces, -de la Moneda sólo me
sacarán muerto-. Todo indica que así ha sido. Pero también había dicho que
mientras durase su Gobierno no se quebrantaría la línea de legalidad
democrática, sobre la que asentaba su socialismo en las urnas, a estas horas
hechas trizas por los tanques, las bombas y las ametralladoras. Desde ayer
Iberoamérica contrajo una deuda con su destino futuro” (Pueblo,12 de
septiembre de 1973, p.3).
Para Bethencourt, la experiencia socialista
chilena, que abría esperanzas a toda Hispanoamérica, y que dejaba de lado el camino de la guerrilla,
había sido abortada por la misma violencia que Allende siempre rechazó. Este
artículo que aparece publicado en la página utilizada usualmente como
editorial, reflejaba claramente la posición de Pueblo ante lo acontecido en Chile, lo que se ve ratificado por la
publicación debajo de este artículo de un dibujo de Máximo en el cual se aprecia un cañón disparando hacia un busto con
la figura de Salvador Allende, que con el impacto comienza a desplomarse.
Ese mismo día, Pueblo
publicaba un artículo de Ciudadano,
titulado; Ha Muerto una esperanza, en
la que respondía a las palabras de ABC
publicadas en portada el día anterior:
“Se puede estar a favor o en contra de una
realidad política determinada; lo que no debe hacerse jamás es desfigurar esa
realidad según unos deseos que por fin se ven satisfechos. En su edición de
ayer, el diario ABC lanzaba al vuelo las campanas, incapaz de disimular su gozo
por el derrocamiento del presidente legítimo y constitucional de Chile,
Salvador Allende. El Gobierno de Unidad Popular ha cometido errores, pero de lo
que no cabe hacerse cuestión es de que Allende encarnó hasta su último minuto
la legalidad constitucional, el respeto a la libertad y a las instituciones.
Otros han sido los que han quebrado este respeto, no Allende.” (Pueblo, 13 de septiembre de 1973,
p.3).
El artículo de Ciudadano buscaba la rehabilitación moral de la figura del ex
presidente chileno, que había sido cuestionada por ABC. En la edición de ese día de Pueblo, apareció publicado un artículo de Copérnico, que también destacaba la figura del ex mandatario
chileno:
“Allende no se equivocaba cuando dijo que,
si debía morir, no podría evitarlo, porque la bala ya había sido disparada.
Ahora, con su cadáver de por medio, estas palabras vienen a confirmar menos sus
dotes proféticas que la dimensión de su tragedia. Su último gesto es un
homenaje a su propia lucidez y, al mismo tiempo, una demostración de su talla
humana. Sabía que estaba condenado desde el principio; pero, como cualquier
Sisifo camusiano, vivía y actuaba como si no fuera cierto. El signo trágico de
su desaparición, como una última entrega política, reúne las condiciones
necesarias para fijarse en la imaginación popular. Y las contradicciones de su
gestión, le dotan de una ambigua opacidad, que le convierten en héroe” (Pueblo, 13 de septiembre de 1973, p.3).
Este analista realiza una verdadera oda a favor de
Salvador Allende que, sumado al artículo anterior, confirma cómo Pueblo llevaba a cabo una fuerte defensa
del ex presidente de Chile, centrada principalmente en su legitimidad como Jefe
de Estado, con lo que indirectamente planteaba la ilegitimidad del
levantamiento militar.
El 23 de septiembre, La Vanguardia publicaba un artículo que llevaba la firma de Manuel
Aznar, titulado; Tras el Fracaso y
Sacrificio de Salvador Allende,
en el que resaltaba la figura del ex Presidente chileno:
“Probablemente, el servicio más importante
y más perdurarero que Allende va a prestar al turbulento ideal de una
revolución popular en su país, será el de su holocausto en el palacio
presidencial de la Moneda. Si murió frente a los fusiles de sus enemigos,
aquella parte del pueblo que lo amaba lo exaltará como a un héroe martirizado.
Si cedió a la desesperación de su derrota y cayó víctima de su propia mano lo
convertirán en un inmarcesible confesor de sus ideales. A medida que el tiempo
pase, la figura de Allende se irá convirtiendo en leyenda, y de él quedará
vigente el mito. Allende deja un testamento no escrito, que es el de la ilusión
de unas masas; ilusión de mayor felicidad y mayor justicia. El allendismo
comenzará a ser, ahora, una fuerza acaso invisible y silenciosa, pero
profundamente activa” (La Vanguardia, 23 de septiembre de 1973, p. 23).
Este artículo nos muestra a un Salvador Allende
totalmente diferente al aportado por otros periódicos españoles; una persona
que había muerto en pos de sus ideales de profundos cambios en su país, no el
revolucionario marxista que llevó al caos a Chile.
La revista Índice
también en su edición del mes de octubre, publicó algunos reportajes sobre el
golpe militar, destacando el de J. Fernández Figueroa, titulado Nos Duele Chile, en el que se resaltaba
la figura del ex presidente Allende, manifestando que con su actitud se convirtió
en un ejemplo a seguir.
Conclusión
La prensa española, como hemos visto en este trabajo, otorgó
una gran cobertura, quizás inédita en un suceso de carácter internacional, al
golpe de Estado en Chile. Lo anterior se reflejaba en el hecho de que la gran
mayoría de los diarios revisados le dedicaron sus portadas por varios días,
expresando los sentimientos que embargaban a los medios que estaban tanto a
favor como en contra de este hecho.
Cabe destacar la postura adoptada por ABC, periódico que siempre mostró su
visión moderadamente crítica respecto del Gobierno de Allende, la que cambió
radicalmente después del levantamiento militar, convirtiéndose en uno de los
medios españoles que más satisfacción mostró por el golpe, publicando una serie
de artículos que buscaban justificarlo.
Otro medio a destacar es La Vanguardia que, durante el mandato de Allende, sólo se dedicaba
a informar con asepsia de los sucesos que acontecían en Chile, sin mostrar una
postura favorable o contraria a este Gobierno, situación que cambió tras el
golpe, asumiendo la defensa del régimen constitucional chileno en la persona de
su ex Presidente.
El resto de la prensa mantuvo en términos generales
la posición que se arrastraba desde el acceso al poder de Allende, y en algunos
casos de años posteriores. Medios como YA,
El Alcázar, Arriba, Fuerza Nueva
miraban este acontecimiento como el resultado lógico de un Gobierno desgastado
que pretendía imponer un sistema, al que la mayoría de la población chilena se
oponía. Medios como Pueblo, Cuadernos para el Diálogo, Indice, Triunfo y Cambio 16, que
habían seguido con expectación y esperanza la experiencia socialista chilena,
que abría un nuevo camino a los países del tercer mundo, no ocultaron su
tristeza por lo sucedido, pero al mismo tiempo, denunciaban fuertemente el
quiebre de la legalidad en Chile, a favor de un grupo minoritario.
En
síntesis, podemos establecer que el golpe de Estado en Chile provocó una fuerte
división en la prensa española, surgiendo dos posiciones totalmente
contrapuestas de lo acontecido, lo cual también revela los cambios que se estaban dando en España, donde desde fines de la década del 60, existía una libertad de prensa limitada, pero que para efectos de noticias internacionales no se evidenciaba mayor control, como los referidos a noticias nacionales, lo que sin duda anticipa los cambios que se van ir dando en la política española de los años 70.
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Cambio 16, desde enero de 1971 hasta diciembre de 1978.
Recibido: 26/07/2021
Evaluado: 16/11/2021
Versión Final: 29/11/2021