Condiciones de (in)accesibilidad al patrimonio
fotográfico de indígenas patagónico-fueguinos
(In)accessibility conditions to the Photographic heritage
of
Patagonian-Fuegian Indigenous People
Ana Butto
Centro
Austral de Investigaciones Científicas,
Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina)
anabutto@gmail.com
Resumen
En este
artículo presentaremos un panorama sistemático acerca las
condiciones de accesibilidad a las fotografías
etnográficas de indígenas
patagónico-fueguinos, a fin de evaluar y discutir las
posibilidades reales de
ejercer el derecho de acceso público a la información que
aportan estos
documentos. Primero, indagaremos en el nuevo lugar que ocupa la
fotografía en la
investigación en ciencias sociales y en el rol que cumplen los
archivos en la
custodia de estos documentos. Luego, analizaremos de manera rigurosa la
localización y las condiciones de accesibilidad a las 1465
fotografías
relevadas en un total de 13 archivos, tanto públicos como
privados y tanto
centrales como locales y extranjeros. Para ello, analizaremos: a) la
cantidad
de fotografías conservadas en cada archivo, b) la existencia de
datos
contextuales como autor, fecha, lugar y epígrafe, c) las
condiciones de
preservación, d) el orden, clasificación y
descripción, e) la consulta y el
acceso y f) la difusión de cada archivo. Finalmente, indagaremos
en cómo estos
problemas de accesibilidad al patrimonio fotográfico
indígena obstaculizan una
valoración real de la historia, la memoria y la identidad.
Palabras
Clave
Patrimonio;
Fotografías etnográficas; Archivo; Indígenas;
Patagonia.
Abstract
In
this paper we will
present a systematic overview about the accessibility conditions to the
ethnographic photographs of the Patagonian-Fuegian Indigenous People,
in order
to assess and discuss the real possibilities to exercise the right of
Public
Access to the Information provided by these documents. First, we will
look into
the new place occupied by photography in the social science research
and the
role played by archives in the custody of these documents. Then, we
will
rigorously analyze the location and accessibility conditions of the
1465
photographs surveyed in a total of 13 archives, both public and private
and both
central, local and foreign. In order to do this, we will analyze: a)
the number
of photographs stored in each archive, b) the existence of contextual
data such
as author, date, place and epigraph, c) preservation conditions, d)
order,
classification and description, e) consultation and access and f)
outreach of
each archive. Finally, we will inquire into how these problems of
accessibility
to indigenous photographic heritage hinder a real assessment of
history, memory
and identity.
Keywords
Heritage; Ethnographic photography; Archive; Indigenous
people; Patagonia.
Introducción:
el acceso
y estudio de los documentos fotográficos
La
investigación de documentos fotográficos
comienza, al igual que muchas investigaciones de las ciencias sociales,
con una
dificultad inicial que es la localización de los documentos a
analizar. Para
conformar el corpus de fotografías con el que trabajará
el/la investigador/a es
necesario en muchos casos recorrer múltiples y diferentes
archivos, que presentan
diversas condiciones de preservación, organización y
acceso a los documentos
fotográficos.
Este artículo
surge como una sistematización y
reflexión acerca de mi propio transitar por distintos archivos y
museos en la
búsqueda del corpus de fotografías etnográficas de
indígenas
patagónico-fueguinos obtenidas durante la conformación y
expansión del estado-nación
argentino, entre fines del
siglo XIX y mediados del XX, que constituyeron finalmente el objeto de
estudio
de mi tesis doctoral (Butto, 2016, 2019). La investigación se
centró en la evaluación
de las pautas sociales y de cultura material de los Pueblos Originarios
Patagónico-fueguinos (Mapuches, Tehuelches, Selk´nam,
Yagán y Kawésqar), a fin
de evaluar las diferentes influencias que la expansión estatal
tuvo sobre
ellos. Dado que consideramos que a partir del estudio de grandes
muestras de
fotografías es posible evitar los sesgos generados por el
trabajo con pocas
imágenes, que podrían reflejar patrones
especiales o excepcionales, pero no generales de los sujetos
fotografiados
(Scherer, 1992¸
Fiore y Varela,
2009), resultaba especialmente necesario conformar un gran corpus de
imágenes.
Para ello, fue
precisa la visita y consulta de un total de 13 archivos y
museos, tanto
públicos como privados, tanto centrales como regionales y
extranjeros, que
permitieron la reunión de un total de 1465 fotografías.
Las experiencias de
consulta en esas instituciones fueron diversas,
incluyendo desde el acceso abierto y gratuito de los archivos, los
catálogos
organizados y bien descriptos, los precios bajos e incluso gratuitos de las copias de las
imágenes, hasta la dificultad en el acceso a los fondos
documentales, la inexistencia de catálogos centralizados de los fondos
fotográficos, la imposición de altos precios por las copias
de las imágenes e incluso la
imposibilidad de acceso a un archivo.
Por ello, en este
trabajo me propongo analizar las
verdaderas condiciones de (in)accesibilidad a los documentos
fotográficos a
partir del estudio de las siguientes variables: a) la cantidad de
fotografías
conservadas en cada archivo; b) la existencia (o no) de datos
contextuales como
el autor, la fecha, el lugar de la toma fotográfica, el
epígrafe original y los
nombres de los sujetos fotografiados; c) las condiciones de
preservación; d) el
orden, clasificación y descripción; e) la consulta y el
acceso y f) la difusión
de cada archivo.
De esta manera,
indagaremos en los problemas y desafíos que surgen a la hora de
investigar fotografías etnográficas de indígenas
salvaguardadas en diferentes
archivos y museos, a fin de evaluar las implicancias
tanto teóricas como políticas de los problemas de acceso
al patrimonio
fotográfico indígena.
Las fotografías etnográficas como
patrimonio
Desde la
invención y
presentación pública de la fotografía en 1839,
ésta ha despertado un amplio
debate acerca de su naturaleza: mezcla de arte y técnica, de
subjetividad y
objetividad, de magia y racionalidad (Sorin, 2004). Ese debate se
intensifica
cuando se trata de fotografías etnográficas, es decir, de
imágenes
fotográficas del “otro” cultural, considerado
salvaje, exótico o primitivo (Reyero 2009). Este tipo de
fotografías retratan mayormente a grupos indígenas y fueron
tomadas
desde fines del siglo XIX por exploradores, etnógrafos,
misioneros, gobernantes
o comerciantes que recorrieron las distintas partes del globo. Ya
sea por considerarlos relictos de una humanidad pasada en vías
de extinción,
especímenes exóticos dignos de ser apreciados o amenazas
al orden social
(Penhos, 2005; Butto, 2019), los pueblos originarios de todas las
latitudes
fueron ampliamente fotografiados. Estas
fotografías
muestran una situación especialmente ambigua respecto de aquello
que
representan, mezclando la estética, la alterización
y el registro (Reyero, 2009) y dificultando no solo su estudio sino
también su
catalogación.
La mayoría de
los
estudios históricos y sociales han utilizado las imágenes
y las fotografías
como ilustraciones, para complementar trabajos escritos y abordados
desde el
estudio de otras fuentes (Broquetas, 2011). De esta manera, las
imágenes
funcionaron usualmente como apoyo de la palabra escrita, meramente
ayudando a
imaginar el pasado de un modo más vivo (Burke, 2005). Este uso
ilustrativo no
requería la necesidad de la información contextual de las
imágenes (autor,
fecha, lugar, nombre de las personas
retratadas, etc.), ya que los datos importantes eran aportados
por otro
tipo de fuentes, escritas o materiales.
Sin embargo, a lo
largo del siglo XX muchos autores
comenzaron a defender la relevancia de la imagen como fuente documental
en los
estudios de investigación histórica, social y cultural.
Múltiples estudiosos de
la fotografía sostuvieron que la naturaleza fotográfica
constituía una
perfección analógica, subrayando la transparencia del
medio fotográfico y
convirtiéndola entonces en un mensaje continuo, un mensaje sin
código (Batchen,
2004; Barthes, 2009). De esta manera, la
fotografía proveería “el testimonio visual y material de
los hechos a los espectadores ausentes de la escena” (Kossoy,
2001:30), ya que
se convertiría en un fragmento congelado de una realidad pasada.
El prestigio y
la riqueza documental de la fotografía, como herramienta de
trabajo de las
ciencias sociales, radicaría entonces en que capta un instante
de la realidad,
que sobrevive tanto al fotógrafo como a los sujetos
fotografiados (Sontag,
1996) y se convierte en un “instante de verdad”
(Didi-Huberman, 2004). Pero ese
artefacto fotográfico convertido en fuente documental informa no
solo acerca de
la cultura representada, sino también acerca de la cultura del
que toma la
foto, convirtiéndose así en un registro doble de los
fotógrafos y los sujetos
fotografiados (Freund, 1976; Ruby, 1996).
Este carácter
documental de la fotografía ayudó a
postular una historia con o desde las imágenes como fuentes
primarias en la
que, al margen de su valoración artística, fueran
aprehendidas en su conjunto
como testimonios históricos (Warburg, 1992). Esta
recuperación del valor de las
imágenes, y especialmente de las fotografías, como
documentos de la historia
social del siglo XIX y XX permitiría el desarrollo de una
“historia desde
abajo”, centrada en la vida cotidiana y en las experiencias de
los agentes
subalternos (Samuel, 1994). Las fotografías terminaron por
ofrecer
posibilidades investigativas que antes no habrían sido
consideradas, ya que se
constituyeron en testimonios de aspectos de la praxis social no
documentados
por ningún otro tipo de registro (material o escrito) (Brisset,
1999; Aguayo y
Roca, 2005).
En las últimas
décadas se ha recuperado
especialmente el valor de las fotografías etnográficas,
como documentos que
aportan un tipo de información que no se encuentra en los textos
escritos y que
permite traducir las particularidades culturales de los distintos
pueblos
retratados en generalidades antropológicas (Edwards,
2002). Los enfoques teórico-metodológicos que
abordan el
estudio de las fotografías etnográficas pueden dividirse
a grandes rasgos en
tres: los que se centran en el rol del productor de las
fotografías, los que
analizan su circulación social y los que subrayan los patrones
presentados por
los sujetos retratados (Butto, 2016). Las investigaciones centradas en
el rol
del productor de las fotografías subrayan los problemas de la
imagen a la hora
de representar la realidad de forma “objetiva” y consideran
al fotógrafo como
el constructor de las imágenes mediante la manipulación
de múltiples recursos y
dispositivos (Alvarado, 2004). De esta manera, los fotógrafos
construirían una
imagen que muestra la alteridad de una manera que parece propia de ese
grupo
representado, pero que sin embargo encarna los intereses, la
ideología y el
poder de los grupos hegemónicos (Giordano, 2007). Por
otro lado, los autores que subrayan la circulación social e
institucional de las fotografías de indígenas enfatizan
en su recepción por
parte de diferentes públicos: el público metropolitano
contemporáneo a las
imágenes, el público actual de las imágenes
etnográficas, las instituciones que
albergan y difunden estas imágenes, el mercado del arte que se
apropió de las
mismas como un objeto de arte estético y las comunidades
indígenas actuales que
reconocen signos de ancestralidad en esas imágenes (Poole, 2000;
Giordano,
2007). Entre los autores que enfocan la mirada sobre los
patrones
presentados por la sociedad retratada, encontramos una variedad de
posicionamientos que intentan rescatar la impronta de los sujetos
fotografiados
y comprenderlos no como sujetos
pasivos, controlados por el productor de la imagen, sino como
individuos
activos que al posar ante la cámara fotográfica imponen
parte de su agencia
(Fiore y Varela, 2009; Butto, 2019).
Este cambio de
perspectiva en el análisis histórico y social de las
imágenes llevó a nuevas
exigencias para con los archivos y museos que salvaguardan estas
fotografías.
El uso de las imágenes como ilustración no
requería de ninguna información
contextual, pero su uso como objeto de estudio en
sí
mismo requiere del análisis de su carácter
situado, para poder comprender el significado de aquello fotografiado.
Estas
investigaciones requieren de datos acerca de la imagen como: el
fotógrafo; el
agente que encargó la imagen (que muchas veces no es el
fotógrafo); la fecha;
el lugar de la toma fotográfica; los nombres, edades, oficios y
parentescos de
los sujetos fotografiados; el epígrafe original dado por el
fotógrafo o editor
y su pertenencia o no a un conjunto documental más amplio (como
series,
reportajes o álbumes) (Valle Gastaminza, 2004; Bajas, 2005). A
su vez, entre
las fuentes complementarias a la fotografía sería
importante contar con: la
documentación de los propios fotógrafos y de las
instituciones en que se
enmarcó su actividad, la prensa periódica en la que se
publicó esa fotografía
(si fue efectivamente publicada), las publicaciones y estudios en los
que se
analizó o incluyó esa fotografía y los
catálogos de las exposiciones en las que
se exhibió la fotografía en cuestión (si es que
fue expuesta) (Broquetas, 2011).
De esta manera,
“la
localización de las imágenes y la identificación
de sus autores,
significados originales y canales de circulación constituyen las
bases para una
Historia con y desde las fotografías, capaz ya no solamente de
adornar o
ilustrar textos, sino de generar conocimiento renovado y novedoso”
(Broquetas, 2011: 184).
Sin embargo, dado el
tardío reconocimiento de este
carácter documental y patrimonial de las fotografías y su
consecuentemente
tardía y marginal incorporación a los acervos
institucionales de archivos,
museos y bibliotecas (Aguayo y Roca, 2005), la mayoría de esos
datos suelen
estar ausentes. Pero este no es el único problema de los
archivos que custodian
fotografías, en la próxima sección ahondaremos en
las funciones de los archivos
y las condiciones de conservación y acceso a los documentos
fotográficos.
Los
archivos y el acceso
público a la información
Los archivos, esas
“acumulaciones de papeles en el
tiempo, conservados conforme cierto ordenamiento y signados por marcas
personales y distintivas” (Janello, 2015: 7), se constituyeron en
los últimos
años en objeto de la reflexión académica. A partir
del auge de las nuevas
perspectivas para el análisis de la historia social,
renovación historiográfica
desarrollada durante el siglo XX, se comenzó a explorar de forma
innovadora las
viejas fuentes y a buscar documentos no conocidos o no utilizados
(Nazar,
2006/7), entre ellos las fotografías.
Estas instituciones de
guarda son las responsables
de la reunión, tratamiento, inventario, conservación y
comunicación del
patrimonio documental, el cual incluye documentos escritos, sonoros,
fotográficos y/o fílmicos. Esos documentos constituyen el
testimonio de la
actividad desarrollada por una institución o persona
física, pública o privada,
en el cumplimiento de sus funciones (Alberch I Fugueras, 2008). A fin
de ser
considerados documentos a ser protegidos, éstos deben cumplir
con las
características particulares de originalidad,
organicidad, integridad y carácter seriado,
convirtiéndose así en fondos
documentales (Balbuena y Nazar, 2009).
Así, las
principales funciones del archivo son: localizar y recopilar
los documentos de interés, gestionar la información
allí salvaguardada,
custodiar esos documentos y garantizar el acceso a esa
información, de manera
que estén disponibles para trazar la historia de la sociedad y
para proteger
los derechos de los ciudadanos (Nazar, 2007). Sin embargo, para poder
cumplir
con esas funciones, el archivo debe poseer ciertas condiciones de
accesibilidad, las cuales pueden ser legales o prácticas (Nazar,
2007). Entre
las condiciones de orden legal se encuentra la normativa que clasifica
los
documentos y permite o no su consulta, contando entre ellas razones de
seguridad de Estado, derecho a la propiedad privada y derecho a la
intimidad
(Lombardi, 2011). Entre las condiciones de accesibilidad de orden
práctico se
encuentran: la preservación física de los documentos; el
orden, clasificación y
descripción respetuosa de los fondos documentales (que incluyen
la existencia
de repositorios, los servicios y equipamientos de los archivos, la
organización
de los fondos documentales y la elaboración de instrumentos de
descripción
correctos); la apertura al acceso y la consulta (que implica desde la
asignación de presupuesto y personal para el archivo hasta la
posibilidad de
realizar copias de los documentos) y la difusión del archivo (de
su existencia
y de los fondos documentales que protege) (Duchein, 1983; Balbuena y
Nazar,
2009; Lombardi, 2011).
El cumplimiento de
estas condiciones de accesibilidad son las que
permiten la salvaguarda, acceso, utilización y transferencia de
la información
conservada en los archivos, convirtiéndolos entonces sí
en una fuente de
información, de preservación de la memoria y de
“garantía de derechos” (Nazar,
2007). La valoración y la generación de condiciones para
la preservación y
socialización del patrimonio documental es entonces el primer
paso necesario
para que los archivos se constituyan en uno de los marcos espaciales
donde se
anclan las memorias, que siempre son colectivas y sociales (Halbwachs,
2005). Así,
los archivos que custodian fotografías funcionarían como
sitios que albergan
documentos plausibles de despertar memorias, que permitirían
reafirmar la
identidad y construir una memoria menos homogénea.
En tanto la
búsqueda, recepción y difusión de los documentos
de archivo
permite recuperar e investigar la memoria histórica, su acceso
igualitario se
convierte en un instrumento básico para la participación
ciudadana en un
sistema democrático. Ese acceso igualitario implica la puesta a
disposición de
los recursos necesarios para la búsqueda de la
información pública por parte de
todos los ciudadanos. El derecho al
acceso a la información pública se constituye
entonces
en un derecho instrumental, una llave que garantiza y habilita el
ejercicio de
otros derechos (como los políticos, económicos, sociales,
culturales, etc.) por
parte de la sociedad civil, convirtiéndose en una herramienta
esencial del
ejercicio democrático (Nazar, 2018). Por ello, en tanto los
archivos aseguran
el acceso a la memoria colectiva es que se constituyen en garantes de derechos
(Almada, 2016).
El derecho de acceso
público a la información se constituye así en una
herramienta esencial para que el ciudadano haga valer sus derechos. De
esta
manera, se entiende la creciente presión democrática por
el Acceso Público a la
Información (Caletti y Poczynok, 2018), que ha implicado
especialmente a los
archivos. Si los archivos son garantes de derechos, que proporcionan
acceso a
documentos, tanto escritos como sonoros o fotográficos, que
permiten recuperar
e investigar la memoria histórica y la identidad (Butto, 2019),
el reclamo de
acceso público a la información contenida en los archivos
se constituye en un
reclamo legítimo (Nazar, 2018).
Custodia y acceso al
patrimonio fotográfico
Con el objetivo de
analizar y evaluar
sistemáticamente las condiciones de custodia y acceso a las
fotografías
etnográficas de indígenas patagónico-fueguinos,
desarrollaremos una descripción
analítica de la situación de los archivos consultados.
Para sistematizar la
información, seguiremos seis variables de análisis: a) la
cantidad de
fotografías conservadas en cada archivo; b) la existencia (o no)
de datos
contextuales; c) las condiciones de preservación; d) el orden,
clasificación y
descripción; e) la consulta y el acceso y f) la difusión
de cada archivo. De
esta manera, abordaremos tanto los problemas de la localización
como de las
condiciones de accesibilidad de los fondos fotográficos.
Para sistematizar
el análisis, organizamos los archivos y museos en tres tipos:
los archivos
centrales ubicados en el Área Metropolitana de Buenos Aires
(Argentina), los
archivos locales ubicados
en
Patagonia y Tierra del Fuego (Argentina y Chile) –los territorios
donde fueron
obtenidas las
imágenes- y los
archivos extranjeros (Alemania).
Como veremos más adelante, este orden obedece no sólo a un
carácter geográfico, sino que permite pensar en las
desiguales formas de distribución de las fotografías
etnográficas y las
consecuentes dificultades de acceso para los
investigadores sudamericanos.
De esta manera, a
partir de la descripción
etnográfica de las experiencias
propias de consulta en los múltiples archivos y museos en los
que se conservan las
fotografías etnográficas,
confeccionaremos un mapa estructural (Da Silva Catela, 2007) de la
situación de
los archivos encargados de custodiar este patrimonio fotográfico.
Archivos centrales
El Archivo
General de la Nación, que depende
del Ministerio del Interior de la Nación, es el mayor archivo de
la Argentina y
tiene como objetivo “la organización, preservación y difusión de los
acervos históricos que representan la identidad
de este país” (www.mininterior.gov.ar). Las
fotografías se conservan en el
Departamento de Fotografía y existen un total de 186
imágenes de indígenas
patagónicos y fueguinos, la mayoría obtenidas por
fotógrafos argentinos en
misiones oficiales, tanto
científicas
como militares. Entre las imágenes se incluyen: la serie de
fotografías tomadas
en 1885 por el Estudio Fotográfico de Samuel Boote a un grupo de
mapuches y
tehuelches tomados prisioneros después de la Conquista del
Desierto, la serie
fotográfica obtenida por Hermann Ten Kate en 1896 a los mapuches
y tehuelches
residentes en el Museo de La Plata, la serie de fotografías
tomadas por Lavia
de la celebración de un nguillatun[1]
mapuche en 1933 y la serie de fotografías tomadas por Barbieri
en 1966 a un
grupo de mapuches. Estos son los únicos fondos
fotográficos que constituyen un
conjunto seriado de imágenes con datos de fotógrafo,
fecha y lugar de las
tomas, ya que la gran mayoría de las imágenes se
encuentran sueltas con escasa
información contextual. La preservación de las
fotografías varía entre buena y
regular, quizás por la excesiva exposición a la que
fueron objeto a lo largo de
los años. Sin embargo, en los últimos años las
fotografías fueron digitalizadas
y pueden ser consultadas a través de una computadora. En cuanto
al orden, se
trata de un archivo muy bien organizado, con un catálogo centralizado y descriptores
claros: para el caso analizado,
existe un descriptor
“indígenas” que
reúne todas las fotografías de indígenas de
Argentina y otros lugares del
mundo. Sin embargo, como ya explicamos anteriormente, la mayoría
de las
imágenes son fotos sueltas que no cumplen con el carácter
seriado de los
documentos de archivo, y en la mayoría de los casos perdieron
valiosa
información contextual. El acceso al archivo es abierto y
gratuito y la consulta se
realiza en el Departamento de
Fotografías, que cuenta con amplios horarios de atención y personal
especializado en la temática. El pedido de
copias digitales de las imágenes es rápido y
económicamente accesible. Este
archivo es posiblemente el más difundido
entre los investigadores y los visitantes que
buscan imágenes para
ilustrar textos,
libros o películas.
La Biblioteca
Nacional Mariano Moreno, que depende
del Ministerio de Cultura de la Nación,
tiene por misión el reguardo de “los materiales con los
que se han forjado las distintas
ideas y épocas del país”
(www.bn.gov.ar). La biblioteca
cuenta
con una Fototeca, que protege
imágenes de “paisajes de la ciudad de Buenos Aires
y otras ciudades del país, monumentos históricos, palacios, instituciones, artistas y personalidades de
la historia”. En este archivo se
salvaguardan solo siete fotografías de indígenas
fueguinos, que forman parte de
los muchos álbumes fotográficos titulados “Vistas
de la República Argentina”,
tomados por el fotógrafo Federico Kohlmann entre 1920 y 1930. El
estado de
preservación de los fondos fotográficos es muy
bueno. La Fototeca cuenta con un catálogo centralizado y
organizado a partir de descriptores
claros y amplios, que incluso
puede ser consultado online. Las imágenes custodiadas se
encuentran organizadas
en los álbumes originales, por lo que se trata de fondos
fotográficos seriados
y con la información incluida por el fotógrafo: fechas,
lugares, personas y
epígrafes originales (Imagen 1).
El acceso a la biblioteca
es
abierto y gratuito, con amplios horarios de atención y el pedido de copias digitales es simple
y a un
precio muy accesible. Respecto de la difusión, a pesar de que la
biblioteca es
muy conocida y publicitada, la existencia de la Fototeca no lo es tanto.
Imagen 1. Datos originales de las fotos del Álbum n° 7 Vistas de la República Argentina de Federico Kohlman (BNA_FO005607). Nótese la anotación en birome acerca de la ausencia de la foto n° 911.
El Museo
Etnográfico Juan Bautista
Ambrosetti depende de la Facultad de Filosofía
y Letras de la Universidad de Buenos Aires y “es una
institución
dedicada a la investigación,
difusión
y conservación del patrimonio histórico y
antropológico”
(www.museo.filo.uba.ar). Las principales colecciones
del museo son arqueológicas, etnográficas y de
antropología biológica, pero
también cuenta con un Archivo Fotográfico y Documental,
que reúne documentos
escritos, fotográficos y
fílmicos de los investigadores de la institución. En este
archivo se conservan
treinta y cinco fotografías de indígenas
patagónicos y fueguinos, entre las
cuales se incluyen: tres de las fotografías tomadas por Hermann
Ten Kate en
1896 a los mapuches y tehuelches residentes en el Museo de La Plata,
tres
fotografías de mapuches tomadas por Obder Heffer Bisset en 1890,
dos
fotografías de personas del pueblo Selk´nam de Tierra del
Fuego tomadas por el
etnógrafo alemán Martin Gusinde entre 1918 y 1924 y cinco
fotografías de
yaganes tomadas por Weinstein en 1940. Las otras veintidós
fotografías, es decir
la mayoría del corpus, no se corresponden con series
fotográficas y se
encuentran archivadas sueltas, con escasa información acerca del
fotógrafo,
fecha o lugar de la toma. El estado de preservación de las
imágenes es en
general bueno. No puede decirse lo mismo sobre el orden, ya que los fondos fotográficos no
están bien
organizados y no existe un catálogo centralizado. El acceso al
museo es abierto
y gratuito, aunque los horarios de atención
del Archivo Fotográfico
varían y la visita debe ser coordinada con la única
encargada de la Sección,
quien también se encarga de hacer las copias digitales, que son
gratuitas.
Respecto de la difusión, aunque el Museo Etnográfico es
ampliamente conocido,
su archivo fotográfico no tiene mucha publicidad y los pocos investigadores que lo consultan suelen pertenecer a la misma casa de estudios.
El Museo
de
Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco depende del
Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires y centra
“su patrimonio en el período colonial”
(www.buenosaires.gob.ar/museofernandezblanco). El museo
no cuenta con un
archivo de
fotografías, pero
conserva las imágenes de muestras y exhibiciones
anteriores. De esta manera, cuenta con un total de cincuenta y un
fotografías
de indígenas fueguinos tomadas por diversos fotógrafos,
que formaron parte de
la exhibición “Fueguinos. Tres tiempos, tres
miradas” (Alvarado, Zunino y Mege,
2010). El estado de preservación de esas pocas
fotografías es bueno. Respecto del orden, no existe un
catálogo
centralizado y los descriptores de las imágenes
obedecen a las exhibiciones de las que fueron parte, por lo que es
difícil su consulta
por fuera de la lógica
museística. Pero, al haber pertenecido a una exhibición
curada por
historiadores del arte, las imágenes conservadas cuentan con
toda la
información contextual acerca de los fotógrafos, las
fechas y los lugares de
obtención. El acceso al
museo es abierto y gratuito, aunque
con acotados horarios de visita
y los pedidos de copias de las imágenes son gratuitas. Como en otros
casos, el museo tiene amplia
difusión, pero no
así su pequeño
archivo.
El Museo de Arte Popular
José Hernández depende también del
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y está dedicado a la
“colección,
investigación y promoción del arte popular argentino en
sus diferentes
variantes” (www.buenosaires.gob.ar/museojosehernandez). El
museo cuenta con una biblioteca y
archivo
propios, especializados en el arte popular, la literatura gauchesca y
el
folklore. Las doce fotos de indígenas
patagónico-fueguinos salvaguardadas en
este archivo son fotos sueltas que no corresponden a fondos
documentales
seriados y no tienen información
exacta acerca de los fotógrafos, las fechas o los lugares en que
se tomaron
(Imagen 2). El estado de preservación de esas pocas
fotografías es bueno.
Acerca del orden, no existe un catálogo centralizado y la
organización y
descripción de las imágenes
obedece a
los intereses folkloristas del museo, por lo que su consulta se dificulta fuera de esos
descriptores. El
acceso al museo es abierto y gratuito,
los horarios de atención son amplios y las copias de las imágenes son
gratuitas. Nuevamente, a pesar de que el museo
tiene amplia difusión entre un público especializado, el
archivo y la biblioteca son escasamente conocidos.
El Museo Roca depende del Ministerio de Cultura de la
Nación y en su
institución funcionan
un museo, un
archivo y el Instituto de Investigaciones Históricas, centrado
en el
estudio de la “vida y obra del General Julio A. Roca, la
Campaña al Desierto,
la Generación del
´80 y la
Inmigración en la Argentina”
(www.museoroca.cultura.gob.ar). El museo cuenta
con un Área de Documentación, que reúne los Fondos
Documentales de los Generales Roca, Rivas y Arce, que incluye tanto documentos escritos como
fotográficos. En
este archivo se conservan 235 fotografías pertenecientes a los
dos álbumes que
retratan la Conquista del Desierto: el álbum
“Expedición al Río Negro” del
fotógrafo italiano Antonio Pozzo que acompañó la
División del Ministro de Guerra Julio A. Roca en 1879 (N=53
fotos) y el álbum
“Vistas topográficas del Territorio Nacional del Limay y
Neuquén” de los
ingenieros topógrafos Carlos Encina y Edgardo Moreno y el
fotógrafo Alfonso
Braco, que acompañaron la campaña militar dirigida por el
General Conrado
Villegas entre 1882 y 1883 (N= 182 fotos). El carácter seriado
de estos dos
álbumes permite recuperar toda la información importante:
fotógrafos, fechas,
lugares fotografiados y epígrafes originales de las fotos
(Imagen 3). El
estado de
preservación de esas fotografías es muy
bueno. La organización y los
descriptores de los fondos documentales responden a las campañas militares
que retrata cada álbum de fotografías,
facilitando la consulta,
que es
siempre vía online. El pedido de copias digitales de las
imágenes es gratuito.
El acceso a este museo es quizás el más llamativo de
todos, ya que es gratuito
pero restringido: el visitante
debe tocar timbre, esperar la
atención del/la recepcionista que lo deriva al encargado del
área y lo insta a
contactarse por correo electrónico. De esta manera, nunca se
tiene real acceso
al archivo y no es posible visitar el catálogo de las
imágenes allí
custodiadas, restringiendo notablemente la posibilidad de
revisión del archivo
y de encuentro de imágenes nuevas o inéditas. Este
repositorio, abierto a la
consulta pública pero de forma discrecional, plantea entonces
una clara
limitación a la investigación. El museo cuenta con
difusión entre los
investigadores de la temática, pero su archivo es poco conocido, quizás
por la dificultad o
imposibilidad de
acceso.
Imagen 2.
Fotografía de una familia selk´nam (ona) resguardada en el
Museo José
Hernández (0825C). Nótese la escritura del
epígrafe sobre la imagen, pero sin
datos acerca del fotógrafo, fecha o lugar de la toma.
Imagen 3:
Epígrafes originales del álbum de fotos
“Expedición al Río Negro” tomadas por el
fotógrafo Antonio Pozzo en 1879.
El Museo
de
Ciencias Naturales de La Plata depende de la Facultad de Ciencias
Naturales
de la Universidad Nacional de La Plata y tiene como misión “resguardar colecciones de
Argentina y América del Sur y
difundirlas a través de la exhibición y extensión
educativa”
(www.museo.fcnym.unlp.edu.ar). Cuenta con múltiples colecciones biológicas, antropológicas y arqueológicas,
además de un Archivo
Histórico que conserva documentos escritos y colecciones fotográficas. En este
archivo existen: doce fotografías tomadas
por Samuel Boote en 1885 a grupos mapuches y tehuelches en las barracas
del
Regimiento de Tigre y en el Museo de La Plata entre 1886 y 1888,
diecisiete
fotografías tomadas por Herman ten Kate y Charles La Hitte en
1897 a grupos
mapuches y tehuelches residentes en el Museo de La Plata, trece
fotografías
tomadas por Julio Koslowsky en 1895 durante la Expedición de la
Comisión de Límites
del Museo de La Plata al Sudoeste de Chubut, cinco fotografías
tomadas por el
doctor Carlos Spegazzini en 1883 a un grupo tehuelche en el Hospital
Militar de
Buenos Aires, siete fotografías tomadas a grupos tehuelches por
Nicanor Larraín
en 1883 en Puerto Deseado, nueve fotografías tomadas por Fernand
Lahille en
1896 a grupos fueguinos durante la Expedición del Museo de La
Plata a Tierra
del Fuego y diez fotos tomadas a grupos yaganes por Jean Louis Doze y
Edmond
Payen en 1882-3 durante la Misión Científica Francesa.
Como vemos, este archivo
custodia mayormente fondos fotográficos obtenidos por agentes
que trabajaron
para el museo o que fueron contratados para tal fin (como el caso del
estudio
de Samuel Boote) y de imágenes que fueron obtenidas durante
expediciones
científicas (todas, excepto una, financiadas por el mismo
museo). Por ello, las
colecciones completas tienen la información de autoría,
fecha y lugares
retratados, así como la información de los
epígrafes originales y otros
escritos de los fotógrafos, que permiten recuperar por ejemplo
el nombre de los
indígenas retratados. El estado de preservación de esas
fotografías es muy
bueno y el fondo de imágenes
fotográficas del archivo fue recientemente digitalizado,
reclasificado y puesto
en valor (Podgorny, 2012). La organización, los descriptores
usados y la
existencia de un catálogo centralizado permiten
una consulta fácil y sistemática de todo el material,
permitiendo al visitante una
revisión amplia que, sin embargo, solo
puede realizarse desde el museo, ya que no existe un catálogo
online. El acceso
al museo es abierto, gratuito y con un amplio horario de atención; pero los pedidos de copias
digitales de las
imágenes implican un precio excesivo, incluso para los
investigadores locales,
que pagan el precio más bajo. Respecto de la difusión,
tanto el museo como el
archivo son ampliamente conocidos, tanto entre los investigadores como
entre el público general.
Archivos locales patagónico-fueguinos
El Museo de la Patagonia Dr. Francisco P. Moreno,
que está ubicado
en la ciudad de San Carlos de Bariloche,
depende de la Administración de Parques Nacionales y resguarda y
exhibe “el patrimonio cultural
representativo del
proceso de constitución de la
región patagónica”
(www.museodelapatagonia.nahuelhuapi.gov.ar). Además de las
salas de exhibición, el museo
cuenta
con una biblioteca y archivo documental, donde se reúne una
colección bibliográfica
y fotográfica regional. En
este archivo se salvaguardan: veintidós fotos de selk´nam
y tres de yaganes
tomadas por el etnógrafo alemán Martin Gusinde entre 1918
y 1924, una foto de
selk´nam tomada por Charles Furlong en 1907, tres fotos de
yaganes tomadas por
Jean Louis Doze y Edmond Payen en 1882-3 durante la Misión
Científica Francesa,
una foto de yaganes tomada por Alberto De Agostini entre 1910 y 1920 y
una foto
de kawésqar tomada por Pierre Petit en el zoológico
humano de Paris en 1883. Se
trata de fotografías sueltas, no solo sin datos de
autoría, fecha y lugar de
las imágenes, sino también con identificaciones
societarias incorrectas[2].
El estado de preservación de esas imágenes parece ser bueno. Respecto del orden
del archivo, no parece existir un
catálogo centralizado, dificultando la
consulta. El acceso es
abierto y gratuito,
con un amplio horario de atención y las copias de las
imágenes son gratuitas y
fáciles de obtener (incluso a distancia, como fue nuestro caso).
Al igual que
con otros museos, el museo tiene amplia difusión entre los
visitantes de la
ciudad de Bariloche, pero no así
su
archivo.
El Museo
del
Fin del Mundo, localizado en la
ciudad de Ushuaia, depende de la Dirección
Provincial de Museos y Patrimonio Cultural de la Provincia de Tierra
del Fuego,
Antártida e
Islas del
Atlántico Sur y se dedica a la protección del patrimonio
histórico, antropológico
y natural de la región
(www.mfm.tierradelfuego.gov.ar). Cuenta con múltiples salas de
exhibición, con un Archivo Documental
y un Departamento de
Fotografías, en el cual se resguardan imágenes
relacionadas con la historia
regional. En este archivo se conservan varios álbumes originales
y completos:
uno es un álbum de fotografías tomadas por Julius Popper
en 1887 y otro es un
álbum realizado por los misioneros salesianos, con treinta
fotografías de las
misiones salesianas (de Río Fuego, Río Grande e Isla
Dawson) tomadas en
diversas fechas y muchas con epígrafes en italiano.
También se custodian
fotografías sueltas: tres fotos de yaganes tomadas por Jean
Louis Doze y Edmond
Payen en 1882-3 durante la Misión Científica Francesa,
cuatro fotos de yaganes
de Federico Kohlman obtenidas entre 1920 y 1930 como parte de los
mismos
álbumes resguardados en la Biblioteca Nacional, una foto de
Polidoro Segers
obtenida en 1887 y dos fotos de Ángeles Sanchez Caballero
obtenidas entre 1901
y 1920. El estado de preservación de las imágenes y los
álbumes originales es
bueno. El archivo cuenta con un catálogo centralizado y la
organización y los
descriptores usados permiten una
fácil consulta. Sin embargo, la existencia de múltiples
“fotografías
vagabundas” (Bajas, 2005:40) que perdieron los álbumes de
pertenencia, así como
muchos de los datos de autores, fechas y lugares complica su
investigación
documental. El acceso al
archivo del museo es
abierto y
gratuito, tiene un amplio
horario de
visita y las copias de las imágenes
son gratuitas. Acera de la difusión, el museo es muy conocido
entre investigadores y turistas y su
archivo y biblioteca es conocido entre los investigadores,
aunque no tanto el Departamento de Fotografías.
El Museo
Salesiano Maggiorino Borgatello depende de la Congregación
Salesiana de Don Bosco en
Chile y se ubica en la
ciudad de Punta Arenas (Chile). Al igual que otros museos
de la
Congregación, busca promocionar la cultura y la historia de la misma y cuenta con múltiples salas de
exhibición de flora, fauna, etnografía e
historia de la región patagónica
(www.salesianos.cl). El museo cuenta con una Biblioteca y Fototeca,
donde se
salvaguardan exclusivamente
las fotografías obtenidas por misioneros salesianos que
recorrieron las
misiones de Tierra del Fuego: Río Fuego, Río Grande e
Isla Dawson. Estas
imágenes fueron organizadas en álbumes, muchas veces
editados por los propios
misioneros, mezclando fotografías de diverso formato,
época, autor y lugar,
guiados por una estética del collage (Bajas, 2005), que
dificulta su análisis
como fuente primaria de información. El estado de preservación de
las imágenes es muy
bueno y actualmente se encuentran digitalizadas. Respecto al orden, el
archivo
cuenta con un catálogo centralizado, organizado
con
descriptores claros y amplios, que facilitan la
consulta sistemática. El museo es privado y el acceso tiene un costo de entrada,
además de acotados
horarios de visita y las copias de las imágenes tienen un costo
muy alto. A
diferencia de otros museos, tanto el museo como su archivo son
ampliamente
conocidos entre los
investigadores de
la temática.
El Museo Regional de Magallanes depende de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile y se ubica también en Punta Arenas (Chile). El museo cuenta con colecciones arqueológicas, etnográficas, fotográficas y artísticas reunidas con la misión de “estimular en la comunidad la comprensión y apreciación de la diversidad cultural de la Región de Magallanes y Antártica Chilena” (ww.museodemagallanes.cl). En este archivo se conservan: diez fotos de Yaganes tomadas por Jean Louis Doze y Edmond Payen en 1882-3 durante la Misión Científica Francesa, cuatro fotografías de las misiones salesianas y seis fotos de tehuelches sin datos de autor o fecha. La mayoría son fotos sueltas que no corresponden a fondos documentales completos y muy pocas cuentan con datos de autoría, fecha o lugar de la toma fotográfica. Es de remarcar que en todos los casos la adscripción étnica de los sujetos fotografiados es correcta, incluso en uno de los casos se corrigió la adscripción étnica impuesta en la postal, tachando con lápiz el nombre de fueguino y poniendo tehuelche (aunque lamentablemente no se cuenta con información de quién, cuándo ni sobre la base de qué información realizó esa corrección) (Imagen 4). El estado de preservación de las imágenes es bueno. Respecto al orden, el archivo no cuenta con un catálogo centralizado, por lo que la consulta de las imágenes solo puede ser llevada a cabo a través del encargado del archivo, que entiende la organización y los descriptores de los fondos fotográficos. El acceso al museo es abierto y gratuito, los horarios de visita son amplios y las copias de las imágenes son gratuitas. Como los otros museos, a pesar de que el museo es una institución tradicional y renombrada en Punta Arenas, su archivo no es muy conocido, aunque cuenta con imágenes inéditas e inexistentes en otros archivos.
Imagen
4: Postal de un
indígena con su adscripción
étnica tehuelche corregida en lápiz resguardada en el
Museo Regional de
Magallanes.
Archivos extranjeros
El Instituto
Iberoamericano de Berlín (Alemania) es una
institución que depende
de la Fundación Patrimonio
Cultural Prusiano y se dedica al resguardo de
documentos escritos, fotográficos y fílmicos
referidos a Iberoamérica
(ww.iai.spk-berlin.de). Este instituto conserva múltiples
colecciones de
fotografías de
indígenas americanos obtenidas por exploradores y científicos
alemanes, entre las que se cuentan: la serie de setenta y cinco
fotografías
obtenidas por Robert Lehmann-Nitsche durante su expedición a
Tierra del Fuego
en 1902 y trece fotografías de la serie tomada por Herman ten
Kate en 1897 a
grupos mapuches y tehuelches residentes en el Museo de La Plata. Este
archivo
recopila entonces las fotografías de indígenas
patagónicos y fueguinos
producidas por etnógrafos de origen alemán, incluso
cuando estaban trabajando
para entes gubernamentales de otros países, como Argentina, y
por ello guarda
fondos documentales completos con autoría, fecha y lugares
fotografiados
detallados. El estado de conservación de las imágenes es
excelente. Respecto
del orden, existe un catálogo centralizado,
que puede ser consultado digitalmente, en el que se encuentran
todas las
colecciones fotográficas
con sus
datos contextuales. El acceso al instituto es abierto y gratuito, con
amplios
horarios de atención y las copias de las imágenes tienen
un precio accesible,
incluso para los
visitantes
sudamericanos. El instituto tiene una amplia difusión como repositorio de fondos
documentales y fotográficos sobre
Iberoamérica, ya que la mayoría
de
los documentos producidos por exploradores, viajeros y
científicos alemanes
se encuentran resguardados en
esta institución y se mantienen inéditos, dificultando y
casi imposibilitando
su acceso desde Sudamérica.
El Instituto
Anthropos, ubicado en Sankt Augustin (Alemania), es un instituto
público dependiente
de la Congregación católica
del Verbo Divino, subsidiado por el gobierno
alemán (www.anthropos.eu/anthropos/institute/). El
instituto, fundado
por misioneros y etnógrafos, salvaguarda los
archivos de sus miembros, entre los que existen documentos
escritos
(publicados e inéditos), fotográficos y sonoros. En este
archivo se conserva la
serie de 644 fotografías obtenidas por el etnógrafo y
sacerdote alemán Martin
Gusinde durante sus viajes a Tierra del Fuego entre 1918 y 1924, en los
que
retrató a los pueblos Selk´nam, Yagán y
Kawésqar. La serie fotográfica se
resguarda completa y seriada, con sus fechas y epígrafes
originales, que
permiten no solo recuperar información acerca de la localidad
exacta de la toma
fotográfica, sino también los nombres, género,
edad y relación de parentesco de
muchos de los indígenas fotografiados. El estado de
preservación de estas
fotografías es excelente y muchas están ya digitalizadas.
Respecto del orden,
existe un catálogo centralizado de todas las fotografías
y su clasificación y
descripción es la usada originalmente por los fotógrafos
miembros de la Congregación.
El acceso al instituto
es abierto y gratuito, ya que fue pensado como
espacio de
formación y consulta no solo de sus miembros,
sino de estudiantes e investigadores, por lo que las copias de
las
imágenes son también gratuitas. Sin embargo, es necesario
destacar que en los
últimos años las fotografías de Martin Gusinde
fueron reacondicionadas por un
curador particular, quien es ahora el dueño de los derechos de
reproducción,
negando el acceso a esas imágenes a los investigadores. El
instituto y el
archivo tienen amplia difusión entre los investigadores alemanes dedicados a
temáticas etnográficas, pero no es tan
conocido entre los investigadores sudamericanos, dificultando aún más el acceso
a estos materiales inéditos.
Museos |
Preservación |
Orden y clasificación |
Consulta y acceso |
Copias |
Difusión |
Total de fotos |
Archivo General de la
Nación |
regular |
muy bueno |
abierto |
costo bajo |
buena |
186 |
Biblioteca Nacional |
buena |
muy bueno |
abierto |
costo bajo |
escasa |
7 |
Museo Etnográfico |
buena |
regular |
abierto |
gratuito |
buena |
35 |
Museo de Ciencias Naturales
La Plata |
buena |
bueno |
abierto |
costo alto |
buena |
73 |
Museo de Arte Hispanoamericano |
buena |
bueno |
abierto |
gratuito |
escasa |
51 |
Museo de Arte Popular Jose Hernandez |
buena |
bueno |
abierto |
gratuito |
escasa |
12 |
Museo Roca |
buena |
bueno |
restringido |
gratuito |
escasa |
235 |
Museo de la Patagonia |
buena |
bueno |
abierto |
gratuito |
escasa |
46 |
Museo del Fin del Mundo |
buena |
muy bueno |
abierto |
gratuito |
buena |
57 |
Museo Salesiano |
buena |
muy bueno |
pago |
costo alto |
buena |
0 |
Museo Regional de Magallanes |
buena |
bueno |
abierto |
costo bajo |
escasa |
31 |
Instituto Iberoamericano |
excelente |
excelente |
abierto |
costo bajo |
buena |
88 |
Instituto Anthropos |
excelente |
excelente |
abierto |
gratuito |
escasa |
644 |
Total de fotografías relevadas |
1465 |
Tabla 1. Condiciones de accesibilidad y cantidad de
fotografías etnográficas patagónico-fueguinas por
archivo.
Discusión y reflexiones finales
A fin de trazar un
mapa estructural con las condiciones de accesibilidad
de los archivos y museos
que
conservan y protegen las fotografías etnográficas de
indígenas patagónicos y fueguinos,
reuniremos las variables de análisis para discutir el panorama
general de estos repositorios.
Al revisar la cantidad de
fotografías de indígenas patagónico-fueguinos
que resguarda cada archivo,
el primer dato que salta a la vista es su distribución desigual
(ver Tabla 1).
El 50% del total de 1465 fotografías relevadas durante la
investigación se
encuentran en solo dos archivos extranjeros, un 41% de las fotos se
encuentra
en siete archivos centrales ubicados en Buenos Aires y el restante 9%
de las
fotografías se encuentran en cuatro museos y archivos locales de
Patagonia y
Tierra del Fuego, tanto del lado argentino como chileno. Resulta
llamativo,
pero no sorpresivo, que los archivos locales patagónicos,
ubicados en los
territorios donde fueron obtenidas las imágenes, conservan la
menor cantidad de
fotografías y muchas veces son las mismas que se encuentran en
los archivos
centrales. Así, los archivos centrales concentran una gran
cantidad de
fotografías, incluyendo las que también se conservan en
los archivos locales,
permitiendo a los investigadores de los centros metropolitanos acceder
a la
información que se encuentra en los territorios, pero no
viceversa. El hecho de
que la mitad de las fotografías relevadas se encuentren
custodiadas en archivos
extranjeros constituye un verdadero “drenaje de los documentos
[sudamericanos]
hacia centros del primer mundo” (Tarcus, 2004/5). Ya sea
porque los
fotógrafos originales eran, como en este caso, de nacionalidad
europea o
mediante la venta de los documentos a centros y universidades del
exterior, el
resultado es una fuerte limitación del acceso a esas colecciones
solo para los
investigadores en condiciones de viajar y estudiar en el extranjero.
Una segunda variable
que nos interesa analizar comparativamente es la
existencia (o no) de datos contextuales
que incluyan como mínimo el fotógrafo, la fecha y el
lugar de cada toma
fotográfica. Aquí también encontramos una
distribución desigual de los datos,
ya que más de la mitad de los archivos (N= 7) no cuentan con
datos de autoría,
fecha y lugar de las tomas fotográficas, que fueron separadas de
sus series y
fondos documentales, y se convirtieron en “fotografías
vagabundas” (Bajas,
2005) que perdieron toda información acerca de su contexto.
Consideramos que
esta ausencia de datos contextuales se ancla en el uso habitual de las
fotografías como ilustración (Burke, 2005), al cual nos
referimos
anteriormente, el cual no exigía la salvaguarda de esta
información a los
archivos de imágenes. Sin embargo, las actuales perspectivas de
las ciencias
sociales requieren mayor precisión en los datos de
producción y circulación de
las imágenes (Butto, 2016, 2019), por lo cual los archivos
deberían reforzar
los esfuerzos puestos en la recuperación de esa
información.
Respecto del estado
de preservación de las fotografías
etnográficas conservadas en estos múltiples
archivos, podemos afirmar que es bueno en general y no constituye un tema de preocupación, ya que
casi todos los repositorios tienen las condiciones correctas de
conservación
(ver Tabla 1). También es necesario resaltar que la mayoría
de
los repositorios han ya digitalizado o están en proceso de
digitalizar sus fondos
fotográficos, ayudando a resguardar
las fotografías originales de la manipulación por parte
de quienes las
consultan.
El orden,
clasificación y descripción de los fondos
fotográficos constituye otro de
los problemas que más
aquejan a estos
archivos. La ausencia de catálogos centralizados es una recurrencia en la
mayoría de los repositorios (ocho de los trece
archivos descriptos) y obliga al visitante a depender de la
selección que
realiza el encargado del archivo a partir de los criterios de búsqueda dados por el investigador. Así, la búsqueda depende de una “traducción
cultural” entre los criterios del investigador
y los del encargado del archivo, imposibilitando una búsqueda
amplia y abierta.
Consideramos que esto dificulta además el posible hallazgo de
imágenes inéditas
u olvidadas que podrían sumar nueva información. A su
vez, la ausencia de
fondos documentales seriados es otro problema serio de estos archivos,
en los
cuales la mayoría de las imágenes son
“fotografías vagabundas y viajeras que
van de mano en mano y de boca en boca” (Bajas, 2005:40),
perdiendo así los
datos primarios que le otorgarían contexto y sentido en una
secuencia.
La consulta
y
el acceso a los archivos no parecen representar un problema, ya que
la
mayoría de los archivos y museos (doce de los trece visitados)
son públicos y
tienen, en consecuencia, un acceso
abierto
y gratuito. Sin embargo, una de las excepciones es el Museo Salesiano Maggiorino Borgatello, dado
que se trata
de un museo privado bajo la órbita de la Orden Salesiana y
requiere del pago para
su ingreso, incluso para los investigadores. La otra excepción
es el Museo
Roca, una institución pública cuyo acceso es recurrentemente obstaculizado y denegado.
La posibilidad de solicitar copias digitales de las imágenes es
otros de los
puntos conflictivos en el acceso
a las
fotografías etnográficas (ver tabla 1). De los archivos
visitados, siete
permiten acceder a las copias de las imágenes de forma gratuita
y cuatro piden
un pago muy accesible por
cada copia;
lo cual permite a los investigadores y al público general acceder fácil y económicamente
a estos documentos fotográficos. Sin embargo,
existen dos archivos que imponen precios
inaccesibles a las
copias digitales de las imágenes: el Museo de Ciencias
Naturales de La
Plata, un museo público, y el Museo Maggiorino Borgatello, un
museo privado. En
ambos casos, se trata de instituciones que salvaguardan colecciones
enteras de
fotografías inéditas, que fueron obtenidas por
fotógrafos pertenecientes al
museo o a la Congregación Salesiana, imposibilitando el acceso a
esas imágenes
en otros archivos. Así, ambos museos condicionan
el acceso
a las fotografías etnográficas,
especialmente en detrimento de los
investigadores
locales, que no pueden pagar los altos precios demandados por estos
materiales
de investigación.
La
difusión
de los archivos parece ser otro punto problemático, ya que solo
la mitad de
esas instituciones (seis de trece) tiene una alta difusión como
espacios de
custodia de fotografías. En la mayoría de los casos, los museos son conocidos por sus
exhibiciones y
los archivos por su conservación de documentos escritos, pero no
como espacios
de salvaguarda del patrimonio fotográfico. Así, el investigador dedicado a
las imágenes fotográficas se enfrenta no solo
a las dificultades del trabajo con archivos, sino a una
dificultad anterior que es la
identificación de los archivos y museos que efectivamente
resguardan las fotografías (Aguayo y Roca, 2005).
Para concluir,
observamos que son múltiples las
condiciones de accesibilidad que no se cumplen en los archivos que
conservan y
custodian las fotografías de indígenas
patagónico-fueguinos. El primero es la
distribución desigual de las fotografías, que favorece a
los centros
extranjeros, restringiendo el acceso a esos documentos a los
investigadores que
puedan viajar. La ausencia de fondos fotográficos seriados y de
datos
contextuales impide una valoración real de estos documentos
visuales,
condenándolos a ser meras ilustraciones de información
obtenida de documentos
escritos. La imposición de costos exagerados por la
obtención de copias
digitales de las imágenes solo puede ser entendida como parte de
una política
de fetichización de los documentos originales (Tarcus, 2004/5),
cuando la
digitalización de los archivos podría contribuir a una
mayor socialización de
estas imágenes. Finalmente, una mayor difusión de los
archivos encargados de
resguardar estas fotografías ayudaría a fomentar un
verdadero acceso público a
esta información, así como a la valoración de los
documentos fotográficos.
Las fotografías
etnográficas han demostrado en el
último tiempo constituir un patrimonio documental que ha
permitido no sólo
recuperar imágenes e historias no contadas por los relatos
hegemónicos (Fiore y Varela, 2009; Butto, 2019), sino
también reconstruir árboles genealógicos por
parte de las propias comunidades indígenas (Marticorena y
Serrano, 2012),
permitiéndoles comprobar su descendencia y su preexistencia
étnica (Vargas,
2016). Por ello, es necesario implementar una política
patrimonial que
garantice el derecho al acceso público a la información
que otorgan las
fotografías etnográficas, las cuales permiten valorar y
vehiculizar la
historia, la memoria y la identidad, convirtiéndose en
verdaderas garantes de
derechos.
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Recibido:
12/08/2021
Evaluado:
15/10/2021
Versión
Final: 28/12/2021
[1] El nguillatun es
una rogativa, en la que el conocimiento y la experiencia ancestral se
incorporan a las experiencias de vida de la sociedad y es durante esta
ceremonia
que la historia integral y total mapuche es desplegada espacialmente
(Dillehay,
1990).
[2]En este momento
nos encontramos confeccionando un informe dirigido a la
Dirección del Museo de
la Patagonia, a fin de colaborar en la corrección de esos
errores de
identificación y en la suma de información contextual
acerca de las fotografías
allí resguardadas.