La visión económica de la revista Cabildo
frente al
regreso de la democracia argentina (1983-1985): nacionalismo
católico y
economía nacional[1]
The economic vision of the Cabildo magazine in the
face of the return of Argentine democracy (1983-1985): Catholic
nationalism and
the national economy
Ignacio Andrés Rossi
Comisión de
Investigaciones Científicas de la provincia de
Buenos Aires,
Universidad Nacional de General
Sarmiento (Argentina)
https://orcid.org/0000-0003-3870-1630
Resumen
La revista
Cabildo ha sido reconocida por diversos
investigadores dado su repercusión e importancia en los
años 1970. Con una
impronta nacionalista católica, la publicación constituye
una pieza importante
de análisis dentro de los nacionalismos religiosos argentinos.
Analizada desde
diferentes perspectivas políticas por múltiples
investigadores, en el presente
trabajo proponemos específicamente un abordaje sobre sus
columnas económicas
durante los primeros años del gobierno de Raúl
Alfonsín (1983-1985). La sección
económica contó con persistencia y continuidad, revelando
la visión
programática del grupo editorial en esa dimensión, aunque
no sin tensiones
importantes. Para ello se consultaron las columnas económicas y
de política
económica incluidas en los meses que van de diciembre de 1983
hasta junio de
1985, aunque también se realiza un análisis integral de
la publicación. Se
concluye en que la visión nacionalista de Cabildo,
crítica hacia los poderes
económicos considerados antinacionales, convivió con
otras miradas inclinadas
hacia la estabilización económica y las consignas
proexportadoras. Además,
observamos que la insignia general de la revista que asoció al
alfonsismo al
marxismo las izquierdas, no fue lo la
consigna principal en la visión económica y en las
críticas formuladas a los
funcionarios radicales.
Palabras
Clave
Economía;
deuda; Argentina; Cabildo;
derechas; izquierda.
Abstract
The
Cabildo magazine has been recognized by various researchers given its
repercussion and importance in the 1970s. With a Catholic nationalist
imprint,
the publication constitutes an important piece of analysis within
Argentine
religious nationalisms. Analyzed from different political perspectives
by
multiple researchers, in this paper we specifically propose an approach
to its
economic columns during the first years of the government of
Raúl Alfonsín
(1983-1985). The economic section had persistence and continuity,
revealing the
editorial group's programmatic vision in this dimension, although not
without
significant tensions. For this, the economic and economic policy
columns
included in the months from December 1983 to June 1985 were consulted,
although
a comprehensive analysis of the publication is also carried out. It is
concluded that the nationalist vision of the Cabildo, critical of the
economic
powers considered anti-national, coexisted with other views inclined
towards
economic stabilization and pro-export slogans. In addition, we observe
that the
general insignia of the magazine that associated the Left with
Alphonsism with
Marxism, was not the main slogan in the economic vision and in the
criticisms
made of radical officials.
Keywords
Economy; debt; Argentina; Cabildo; right; left.
Introducción
El abordaje de las publicaciones
periódicas,
especialmente de revistas, ha alcanzado un gran desarrollo en la
Argentina.
Tradicionalmente, los historiadores han trabajado con este tipo de
materiales utilizándolas
en carácter de fuentes históricas. Es decir, como un
insumo elemental de la
investigación histórica a la hora de articular la
construcción de un relato
sobre el pasado, teniendo en cuenta los debates entre grupos sociales,
las
visiones sobre determinados hechos o, más generalmente, los
hilos conductores
en torno a las disputas en el espacio público. Quizás
desde esta perspectiva,
las revistas han constituido un elemento de segundo orden en el
repertorio de
objetos analizados por los historiadores, en tanto formaron y forman
parte de
un arsenal heterogéneo de fuentes para abonar ideas e
interpretaciones
históricas. Los trabajos pioneros que se han propuesto examinar
publicaciones
como objeto de estudios (Lafleur, Provenzano y Alonso, 1968), aunque se
han centrado
en revistas literarias, iniciaron un avance importante para comprender
desde
otros ángulos las revistas argentinas. Más recientemente,
trabajos de
colaboración colectiva con un tinte interdisciplinar vienen
realizando
progresos en el marco de la historiografía. En este sentido, se
han estudiado las
publicaciones relacionadas con la encomia, la producción, el
comercio y las
finanzas (Girbal-Blacha y Quatrochi-Woisson, 1999; Delgado y Roger,
2016). Desde una mirada más
novedosa, estos trabajos
buscan conciliar herramientas propias de la historia económica,
cultural y política,
en sintonía con otras investigaciones que vienen
interesándose por conciliar la
economía y las ideas en la historia (Rougier y Odisio, 2018;
Rougier y Mason, 2021)
generando así nuevas herramientas para entender el papel de las
revistas en el
pasado. Este tipo de perspectiva permitiría reconstruir los
debates de la
historia económica y la política económica,
integrándolos al conjunto de
valores, creencias y proyecciones de los sujetos y grupos involucrados
en los
proyectos editoriales de las revistas.[2]
De modo que, como lo ha
señalado
recientemente Girbal-Blacha (2021), las revistas se diferencian de los
libros y
los diarios, en tanto estos últimos se encontrarían
enmarcados en una discusión
inmediata, y quizás algo ansiosa. Sin embargo, las revistas
tendrían la virtud
de captar las discusiones, intereses y preocupaciones de los actores en
una
coyuntura de tiempo medio. Es decir, permitiendo registrar
continuidades y
cambios profundos que se desarrollan en el ámbito de las
instituciones sociales
y, por eso, se tornan como objetos de estudio legítimos en
sí mismo, y no ya
como una fuente adicional. Incluso, como la ha registrado la misma
autora en
otros trabajos recientes (Birbal-Blacha, 2018), las revistas se
proponen más
que informar debatir, expresado pasiones individuales a la vez que
colectivas y
formando, también, un espacio importante de sociabilidad para
abrir discusiones
e intervenir en los asuntos públicos. Sin importar tanto si la
intervención en
esos asuntos se haga desde un abordaje cultural, político o
económico, es claro
que las revistas constituyen en sí la expresión de
actores relevantes (Mason y
Rougier, 2021).
Desde un punto de vista
teórico, el marxismo
cultural propuesto por Raymond Williams (2000) ha dado cuenta de
cómo los
aspectos inmateriales de la vida humana (ideas, conceptos, creencias,
etc.) se
insertan en los medios de comunicación dando cuenta,
también, de importantes
procesos económicos que se les vinculan. Por eso, se torna
importante en las
revistas entender la lengua y la escritura (como parte indisociable de
ella)
como continuidad de la realidad social con un significado traducido en
acciones
donde se construyen sentidos sobre el mundo. De esta forma, las
relaciones
entre economía y sociedad podrían pensarse a partir de
que el lenguaje puede
funcionar como un medio de producción, en tanto no se puede
pensar la
reproducción material de la vida sin ideas. A su vez, el
historiador cultural
Robert Darton (2010) planteó cómo en las ediciones
impresas es importante
destacar el rol que cumplen los actores como editores, autores,
impresores,
libreros, etc., en definitiva, el mundo que constituye el proceso por
el cual
el lector sería el último eslabón. Lo que
quizás más interesa destacar de este
punto, es que sobre el soporte material de las revistas se encuentra un
complejo espacio de relaciones entre actores y la coyuntura
histórica, entre
ideas, discusiones e inquietudes y la sociedad misma. Con este
énfasis y, en
resumen, Mason y Rougier (2021), propusieron destacar que las revistas
culturales, políticas y económicas no solo son recursos
documentales, es decir,
contenedoras de textos e ideas, sino también formas complejas de
intervención en
el proceso social contemporáneo” (17).
Siguiendo estas
convicciones,
proponemos analizar la revista Cabildo, una significativa
publicación
ligada al nacionalismo católico argentino, una
publicación donde su superficie
redaccional y narrativa puso mayor énfasis en la sensibilidad
nacionalista
tradicionalista que en sus inquietudes en materia religiosa (Mallimaci,
2008). La
misma, mantuvo una
sección económica fija y constante en los complejos meses
de la transición
democrática desde fines de 1983. Centramos
en la
dimensión económica de la misma, entendiendo que a
pesar de que esta no
fuera la especialización de la revista, puede aportar algunas
claves nuevas
sobre cómo se posicionaron sus mentores ante los convulsos
eventos económicos
en los años de del regreso de la democracia.
El estudio se circunscribe entre
los primeros
años de Alfonsín hasta el recambio ministerial de
Sourrouille en 1985. En esta
etapa, donde Cabildo reaparecía en la escena
pública, Alfonsín asumía el
poder izando los valores de la república, la democracia, el
pluralismo y el
bienestar de las mayorías. Sin embargo, las limitaciones
económicas impuestas
por una crisis gestada a lo largo del Proceso de Reorganización
Nacional
(1976-1983) se convertirían en importantes limitaciones a las
aspiraciones del
nuevo presidente. En aquel entonces, el desempleo comenzaba a ser
significativo
y las inflaciones del más del 400% anuales guardaban,
además de los fuertes
déficits públicos y desequilibrios de los precios
relativos, un importante
componente inercial e indexatorio. Esto, junto a una deuda externa que
sobrepasaba los 45. 000 millones de dólares, y que el Estado
había privatizado
durante la gestión de Domingo Cavallo en 1982, agravaba las
posibilidades de
que los asalariados y las capas más favorables de la sociedad
recuperaran algo
del nivel de vida perdido durante el régimen anterior.
También deben
mencionarse otros problemas a la hora implementar una política
económica
expansiva, como se lo propuesto en un primer momento Grinspun, como la
escasez
de reservas del Banco Central de la República Argentina,
estimadas en menos de
1.000 millones de dólares. Por otro lado, agravaban el cuadro
nacional la
recesión que la economía argentina venía
experimentando, la cual se encontraba
en niveles del PBI comparables a los de 1974, una caída de la
inversión que
acumulaba alrededor de un 30% en una década y un déficit
fiscal que alcanzaba
un 15% del PBI. El contexto internacional, por otro lado, donde se
acumulaba
una sostenida caída de los términos de intercambios hasta
1987 y las altas
tasas de interés internacional (que habían incrementado
subas de más del 10% en
menos de una década), no resultaba favorable a la Argentina.
En un primer momento Grinspun,
un hombre
perteneciente a la guardia radical, intentó llevar a cabo un
plan económico
keynesiano. El mismo, que proyectaba un crecimiento de 5% anual, un
acuerdo
directo con los acreedores privados en torno a la deuda, aumentos de
salarios
en un 8% y una política de ingresos sustentada en impuestos a la
riqueza, no
tardó en sucumbir ante los poderes externos e internos que
complicarían las
perspectivas de la democracia. Los intentos por no retomar el programa
Stand By
del FMI acordado con la gestión anterior, en un intento por
eludir los ajustes
recesivos, y formar un club de deudores con países
latinoamericanos, se
truncaron ante la presión de los bancos comerciales y el
organismo
internacional por renegociar los abultados cronogramas de pagos
(Rapoport,
2020). Por su parte, los aumentos de salarios y de tarifas
públicas, los
controles de precios en sectores industriales y la reducción de
las tasas de
interés, eran herramientas graduales que buscaban contener la
inflación en una
sociedad donde la misma se había vuelto un hábito social
difícil de desarraigar
y donde los actores más poderosos encontraban mayores
herramientas para sortear
los controles. Tanto el desinterés en los sectores
oligopólicos de la industria
y la presión del FMI, perjudicaron los intentos por recuperar la
actividad
económica. En septiembre de 1984, y finalmente acordado hacia
fines de ese año,
se buscó llegar a un entendimiento con el FMI, retomando el
programa Stand By
inmediatamente anterior (Belini y Korol, 2020). El mismo, tampoco
lograría
grandes progresos ya que, a pesar de la recesión y la
reducción del salario
real, producto de las políticas de reducción del
déficit, de la emisión
monetaria, la devaluación de la moneda y de
reprogramación de los pagos, alentó
la inflación a niveles históricos. Las tasas
inflacionarias y las cuentas fiscales
siguieron su deterioro, pues la necesidad de divisas, agravada por el
deterioro
de los términos de intercambio, presionaba sobre el mercado
cambiario. Finalmente,
sería el mismo presidente quien decidiera la renuncia de
Grinspun y
retrocediera en la estrategia confrontativa para alinearse con
más firmeza a
las prescripciones norteamericanas (Brenta, 2019).
Los motivos del recorte temporal
circunscripto
a los primeros años del gobierno alfonsinista son dos. En primer
lugar, el
recambio del primer ministro de Economía Bernardo Grinspun por
Juan Sourrouille
hacia enero de 1985 debe entenderse como una ruptura no solo de la
estrategia
económica radical, sino del entendimiento que los actores
tendrían sobre el
devenir, los abordajes y los intereses en pugna en torno a la
política
económica. Este punto marca dos etapas que merecen ser abordadas
en diferentes
espacios, quedando la segunda para futuras indagaciones. En segundo
lugar,
porque la sección económica fue constante en los meses
analizados, de modo que
tratar con densidad el debate y desentrañar la mirada
económica de Cabildo
en la etapa inicial de la democracia planteo límites de espacios.
Así, el trabajo se
encuentra dividido en tres
secciones. En la primera de ellas, reconstruimos repasamos los estudios
que se
han ocupado de abordar la revista, analizamos sus principales temas de
intereses y otras cuestiones como la relación de los precios en
su contexto. En
los dos próximos apartados nos ocupamos de los temas de
interés de Cabildo,
dividido en política productiva, centralmente energética,
y política económica.
En la primera de ellas revistamos los debates en torno a los contratos
petroleros, la energía nucleoeléctrica y su
relación con la visión estrategia
que se tenía. En el segundo bloque, nos adentramos puntualmente
en la visión
programática que incolora la dimensión económica
en torno al papel de la deuda
externa, las empresas, el poder financiero y las alternativas
sugeridas. Sostenemos,
como premisa general, que a pesar de la fuerte postura que acusaba de
marxista
e izquierdista alfonsinismo, en la visión económica de
los columnistas de Cabildo
predominaron otras miradas. Entre ellas, las que señalaron las
limitaciones del
gobierno frente a los poderes internacionales y nacionales, por sobre
la naturaleza
política del alfonsinismo. Pero, sobre todo, también
señalamos que convivieron
las consignas de política económica clásicamente
nacionalistas con algunas
estabilizadoras y proexportadoras que replicaban el debate en torno a
pagar o
no pagar la deuda externa.
La revista Cabildo:
algunas precisiones generales sobre su abordajes históricos y
principales
consigna políticas
La revista Cabildo
fue uno
de los principales organismos de prensa de sectores nacionalistas
católicos de
argentina durante los años 70. Lvovich (2011) ha trabajado
extensamente sobre
el fenómeno nacionalista, desde sus origines en el Rio de la
Plata hasta su
versatilidad en la segunda mitad del siglo XX. Sobre todo, en esta
última etapa
histórica, dio cuenta de cómo se hace más
dificultoso para los observadores sociales
encontrar aquello que denominó como común denominador
ideológico (Lvovich,
2003: 23). Es decir, un corpus de ideas imprescindibles y relativamente
homogéneos que dieran base al fenómeno nacionalista, a
pesar de la trascendencia
de la combinación de posturas antimodernas, antiliberales,
antiizquierdistas y
corporativas (Orbe, 2011). Cabe señalar que estas posturas, que
en general
pueden estar presentes en los idearios de los nacionalismos, motorizan
en el
caso del catolicismo una lucha contra una red corporativa compuesta por
marxistas, liberales, democráticas, judíos, entre otros.
No obstante, la porosidad
de ideas que caracterizó a la segunda mitad del siglo XX,
trascendió los
antiguos límites del nacionalismo, lo que problematizaría
la existencia de un
consenso historiográfico en torno a los pilares y límites
del nacionalismo
(Lvovich, 2009).[3] En suma, la
segunda mitad del
siglo XX funcionó como una etapa caracterizada por una profusa e
intensa
circulación y apropiación de ideas, referentes
intelectuales y trayectorias
militantes por diversas derivas. De modo que, como lo recomienda el
autor, es
más factible analizar en estos grupos las formas de actuar y
desenvolverse en
cada situación histórica concreta que buscar encuadrar
posiciones ideológicas
estancas, uniformes e invariables. Justamente, creemos que analizar la
faceta
económica de la revista, como se propone, puede aportar
hallazgos
enriquecedores en relación con las consignas políticas y
culturales ya señaladas
por Saborido (2011), vinculadas a el rechazo de la modernidad, el
liberalismo y
la democracia.
Fue el 17 de mayo
de 1973 cuando Cabildo
comenzara su primera tirada, caracterizada por una postura
crítica hacia los gobiernos
peronistas, un antisemitismo de época y por posicionarse en
favor de golpes
militares.[4]
Sin embargo, fue intervenida en tres ocasiones tras la muerte de Juan
Perón.
Luego de su reaparición en agosto de 1976, nuevamente fue
intervenida por el régimen
de 1976, tras haber cubierto el secuestro del reconocido periodista
Jacobo
Timerman. Luego, en los años del regreso de la democracia, Cabildo
inicia su segunda época hasta 1989, cuando el grave contexto
económico del país
la interrumpiera hasta un ciclo posterior. Por eso, los años
democráticos dotan
a la publicación de cierta irregularidad a consecuencia de las
periódicas
crisis económicas en esta etapa. Como lo ha señalado
Saborido (2008), los años
de mayor estabilidad de la publicación fueron los de referidos
al periodo
1976-1983. Durante esta época, la publicación se
caracterizó por un papel de
alta calidad, a color y de circulación mayormente circunscripta
a ámbitos intelectuales.
Por su parte, la los datos específicos de la tirada no son
fehacientemente
conocidos, aunque se ha estimado que en aquel entonces se posicionaba
entre las
mayores del país (Beraza, 2005). Respecto a sus
temáticas, Saborido (2008) también
ha señalado cómo, a pesar de mantener una línea
editorial estrictamente
alineada al espíritu de la publicación, en el área
económica pueden datarse
ciertas divergencias como consecuencia de la falta de especialistas
ligados al
nacionalismo católico. En los años democráticos,
donde los primeros años se mostrará
cierto vigor y continuidad en las tiradas, la publicación
identificó al alfonsinismo
con ideas modernistas y de izquierdas vistas como contrarias a los
valores fundacionales
del nacionalismo católico (Saborido y Borrelli, 2014).
En este sentido, y
como lo señaló
Patin (2020), la revista Cabildo, entre otras de raíz
nacionalista y
católica, ha sido ampliamente abordada. Más
específicamente, fue a partir del
regreso de la democracia que comenzaron a analizarse las posturas
conservadoras, tradicionales, nacionalistas y, en alguna medida
también
católica, con un importante énfasis en comprender su
estrecho vínculo con el
autoritarismo. Es decir, en los años en que la Argentina
comenzaba la senda
democrática, pero que también comenzaba a preocuparse -al
menos para una parte
significativa de las izquierdas y los progresismos locales- por asentar
un
nuevo régimen de ese carácter. Así, los trabajos
específicos sobre la
publicación definieron su perfil nacionalista católico,
su vinculación con las
derechas (Beraza, 2005) y su espíritu dentro del complejo mundo
católico
(Saborido, 2005). En lo referido a los abordajes de la historia
política en
torno a la publicación, pueden destacarse la relación con
los gobiernos
militares, las disputas en la cúpula clerical, las
prácticas políticas
reivindicadas, entre otras. En los años democráticos, los
abordajes se
centraron en la relación con las nuevas autoridades
políticas (Fabris, 2018),
las trayectorias intelectuales y redes editoriales (Pattin, 2020), los
perfiles
y debates educativos (Rodríguez, 2014), la representaciones
identitarias y políticas
desde la sociolingüística histórica (Orbe, 2012) o,
más específicamente, el
tratamiento que le dio la publicación al denominado
levantamiento militar de
carapintadas en abril de 1987 (Saborido y Borrelli, 2014).
La revista es
identificada por sus
portadas de color rojo fuerte y grandes primeras planas que resaltaban
las
principales preocupaciones sobre la política nacional. Las
mismas, a su vez,
eran acompañadas de interrogantes y/o afirmaciones que se
realizaban desde un
punto de vista contrario al régimen. En ocasiones, las portadas
podían contener
gráficas caricaturescas de los principales ministros como del
ejecutivo, o bien
solo reflejar el estado político de ánimo de la
publicación con una frase
contundente y polémica. En general, puede observarse el tono
crítico hacia el
gobierno, al que se asociaba a la izquierda socialista, la desgracia
política y
la inestabilidad de la nación. La publicación
comenzó valiendo a comienzos de
1983 70.000$ moneda nacional, pasando en noviembre de 1983, ya electo
Alfonsín,
25$ argentinos (precio que siguió subiendo hasta 110$). Luego,
una vez que se
implementara el Austral, esta comenzó julio de 1985 valiendo
1,30 australes,
para llegar al año 1987 valiendo 3 (es decir, subió casi
un 300%). Finalmente,
hacia 1988 con el proceso inflacionario, su precio salto de 8,50
australes a
45. Esto demuestra la inestabilidad de los precios, en un comienzo por
el
cambio de moneda aún en el régimen militar, pero
posteriormente por la subida
de precios casi hiperinflacionaria entre 1984 y 1985 con el fracaso de
Grinspun. Luego que el Austral estabilizara los precios en un piso
más bajo, la
devaluación de la moneda siguió su curso hasta desbocarse
en enero-febrero de
1989. Es dificultoso realizar comparaciones con otros precios, pero si
tenemos
en cuenta los equivalentes del diario de alcance nacional Clarín,
vemos
que esta tenía un precio de 15.000$ en marzo de 1983, 0.50$
argentinos en
noviembre de 1983, 0.02 australes en julio de 1985 y 0.10 australes en
julio de
1987. Así, teniendo en cuenta que en junio de 1983 se
reemplazara el peso ley,
por el peso argentino (lo que explica la devaluación entre 1983
y 1984)[5]
y que en julio de 1984 se implementara el Austral (paridad 1
austral=1.000
pesos argentinos), se puede inferir que Cabildo era más
costosa.[6]
Al menos, esta costaba más del doble que Clarín, lo que
es lógico teniendo en
cuenta los costos gráficos de la revista, como sus planas a
color y fotografías
e imágenes, que, aunque en blanco y negro, eran frecuentes. Si
la comparación
se realiza con otra revista que, aunque de temáticas diferentes
y signo
político contrapuesto, tuvo (a nuestro juicio) un formato
estético similar,
como la revista del movimiento de izquierda Todos por la Patria Entre
Todos,
pueden obtenerse comparaciones más fructíferas.[7]
Esta, Valia
200$ argentinos hacia febrero de 1985 contra 470 de Cabildo. De la
misma forma,
una vez implementado el Austral, esta valía 0.65 australes en
julio de 1985
contra 1.30 de Cabildo. En definitiva, Cabildo no solo
era una
publicación más cara que los diarios, sino que,
aparentemente, las revistas que
mantenían un formato y tamaño análogo en la
época.
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Imagen
1 Primera
plana de la revista Cabildo. Revista
Cabildo (noviembre de 1983), Año VIII, N. 70. |
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Imagen
3 Primera
plana de la Revista Cabildo. |
Imagen
4 Primera
plana de la Revista Cabildo. Revista Cabildo (enero de
1989), Año XIII, N. 128. |
Inmediatamente luego de las
portadas, seguía
en su primera página una plana completa que podía variar
según la ocasión a
solicitadas en contra del régimen liberal y de partidos,[8]reivindicaciones
de corte
patriota en apoyo al movimiento nacionalista de restauración
(entonces liderado
por Federico Ibarguren con la participación de Ricardo
Curutchet), propuestas
de militancia política (como la lanzada en contra de la Ley
23.515 de divorcio vincular
impulsada por el alfonsinismo en aquel entonces), insignias referidas a
festividades católicas y consignas de corte político,[9]
como las realizadas contra
la subversión[10]
y
en favor de la Guerra de Malvinas (1982) en diferentes conmemoraciones.[11]
La publicación
abordaba en su mayor medida de noticias críticas sobre la
política nacional,
principalmente sobre el ejecutivo y sus ministros. También se
cubrían
personajes relevantes de la cultura católica como de las
derechas a nivel
internacional.[12]De
la misma forma, no faltaban los análisis de política
internacional en torno a
temas de interés, con una importante densidad intelectual,
aunque también
ideológica, como los realizados en torno al régimen
cubano, las
socialdemocracias europeas y el papel de la Iglesia Católica en
el mundo. [13]Un
papel no menos importante lo ocupaban los artículos sobre
celebraciones históricas
argentinas como de personajes envalentonados en un tono nacionalista de
la
cultura católica argentina.[14]
La revista se encontraba bajo la
dirección de
Ricardo Curutchet, en aquel entonces un histórico personaje del
nacionalismo
argentino. En los años 30 había fundado la Acción
Nacionalista de Estudiantes
Secundarios (ANDES), y desde entonces atravesó una larga
trayectoria en el
nacionalismo católico desde la revista Nueva Política,
aunque también
estuvo vinculado a Azul y Blanco y Tiempo Político.
Lo acompañaron
en la secretaria de redacción Juan Carlos Mondero, Ricardo
Bernotas y Antonio
Caponnetto sucesivamente, develando en este cargo cierta inestabilidad.
Todos
eran hombres ligados al pensamiento católico, y como
señaló Saborido (2008), el
plantel de colaboradores estuvo caracterizado por entonces
polémicos personajes
que tuvieron un papel en la lucha contra grupos subversivos en los 70
como Adel
Edgardo Viñas e intelectuales de gran trayecto en la militancia
nacionalista
como Julio Irazusta, Federico Ibarguren, Osiris Villegas, Francisco
Vocos,
entre otros. En su sección final,
la
publicación promocionaba los libros comerciados por la
librería Huemul, y
editados en la mayoría de los casos por Ediciones Thule
Antártica. Estos, se
encontraban referidos a la historia nacional del país, pero
también a temáticas
referidas al catolicismo en tiempos del imperio romano, el marxismo
latinoamericano
y la filosofía política, entre otras. Esto da cuenta de
un soporte intelectual
importante, además de perfilar al público al que se
encontraba dirigido. Fuera
de estos ejemplos, la publicidad era escasa en la revista, lo que
quizás
sugiera una posición financiera sólida, al menos hasta su
desaparición, que le
permitió sostener las más de treinta páginas por
edición desde 1983 hasta 1988.
En este sentido, de acuerdo a lo señalado por los estudios
mencionados, la
revista tuvo una presencia importante, por lo que cabe señalar
que se realizaba
la distribución en Capital Federal, por un lado, y en el
interior del país, por
el otro. Esta, estaba a cargo de dos empresas diferentes. Ademes, se
ofrecían
suscripciones de 6 meses y 1 año, incluso al exterior del
país y se
promocionaban ejemplares atrasados constantemente.
Respecto de los columnistas que
nutrieron las
páginas, resultan difícilmente rastreables,
específicamente conocer si hubo
especialistas convocados para nutrir las ideas económicas.
Habitualmente las
notas no eran firmadas, y en la mayoría de los casos ocasiones
aparecían con
seudónimos. Sin embargo, hasta donde se sabe, Juan Olmedo y
Víctor Eduardo
Ordoñez, que en verdad no poseían trayectoria en el
área de la economía, eran
encargados de articular la sección.
Críticas en torno a la
política energética
Recién asumido
Alfonsín, en su número de
noviembre de 1983, un nota anónima de Cabildo afirmaba
que el ministro
de Economía Grinspun “posee oficinas comerciales en el
edificio Watergate, de
Nueva York, la forma sede del partido Demócrata
norteamericano”.[15]En
la misma línea, sostenía que el vicepresidente
Víctor Martínez, ex gobernador
de Córdoba, durante la época de Arturo Illia (1963-1966),
“habrá retirado del
banco municipal en que se hallaban los fondos municipales […]
para depositarlos
en las sucursales respectivas del City Bank y el London Bank”.[16]
También,
se apuntó al director de la sociedad del Estado Telám
(Agencia Nacional de
Noticias) Hugo Gambini, por su extracción marxista. Así, Cabildo
pintaba
a los empresarios de Estado y funcionarios económicos asociadas
a la izquierda
y el antinacionalismo, mostrando una excesiva desconfianza inicial.
Sin embargo, las notas sobre
economía no
fueron abundantes en los primeros números de la democracia,
aunque si ocuparon
un lugar las referidas a diferentes sectores productivos. Por ejemplo,
sobre la
política Nuclear inquietaba la continuidad del titular de la
Comisión Nacional
de Energía Atómica (CNEA), vicealmirante Castro Amadeo,
ligado al régimen anterior.[17]
En
esta línea, se decía que “si Alfonsín es
consecuente con los apoyos externos
recibidos durante su campaña, es decir, si sede a las presiones
de la
socialdemocracia nuestro Plan Nuclear está condenado a
muerte”.[18]De
lo único estrictamente económico que se pronunciaba al
respecto, en la nota
firmada por Molina se entendía que la grave situación
fiscal del Estado
argentino lo haría relegar la visión nuclear nacional
estratégica en un segundo
plano. Luego, en la tirada de noviembre de 1983, la sección
política nuclear se
ampliaría, nuevamente de la mano de Luis Molina. Este,
más precisamente entendía
que “el sector se ha convertido en uno de los ejes
principalísimos de la
presencia argentina en el sistema internacional”.[19]Los
debates en tono internacional
eran dirigidos “a los centros de poder mundial que vinieron con
el cuento de la
bomba argentina”[20]
pero, especialmente se expresaba “el temor con respecto a la
actitud que
asumirá el gobierno radical en esta materia”.[21]Se
partía de que el alfonsinismo
tenía una perspectiva socialdemócrata que replicaba una
visión negativa sobre
la política nuclear, asociándola al totalitarismo, lo
cual también tendría las
intenciones de “lavar la imagen argentina en el mundo”.[22]
En este aspecto, se
entendía que el alfonsinismo iría contra los intereses de
la Nació en materia
nuclear, producto de las limitaciones impuestas por los presuntos
apoyos
externos de las socialdemocracias europeas.
Aunque no siempre firmadas por
Luis Molina,
las noticias que cubrían la política nuclear fueron
estables en prácticamente
todas las ediciones. Se cuestionaba que el secretario de Energía
de la
democracia, Conrado Storani, aunque había cuestionado en el
pasado el manejo de
los funcionarios del proceso en la central eléctrica de
Yacyretá, se disponía a
hacer lo mismo que se venía haciendo. Los errores
señalados como continuidad
eran “carencia de objetivos, ineptitud, irresponsabilidad,
dilapidación de
recursos, corrupción, negociados”, entre otras.[23]Al
respecto, se afirmaba que
“el hombre común olfatea que hay algo muy podrido en
Yacyretá”,[24]luego
de reproducir acusaciones sobre la interrupción de las obras de
construcción de
la central junto al Paraguay y de sugerir la posibilidad de que el
radicalismo
ignoraba la importancia de la energía nuclear en materia
geopolítica y que sus
funcionarios carecían de aptitudes en la materia.[25]
Nuevamente, además de
esto, se reconocía que
el radicalismo llegaba al gobierno condicionado por el apoyo financiero
de las
socialdemocracias europeas, poco interesadas, según la revista,
en desarrollar
este tipo de recursos. Por último, además de
señalar la continuidad de
funcionario del proceso en el área, como como el secretario de
Recursos Hídricos
Ferrari Bono, se cuestionaba la posibilidad de que se interrumpiera el
Tratado
Virgens de 1973 que prescribía el desarrollo de la central.[26]Así,
ya en febrero de 1984
se anunciaba que “Conrado Storani pasará a la historia con
el dudoso honor de
haber sido el funcionario que decretó la muerte del Plan Nuclear
argentino”,
debido a los anuncios de que Atucha II sería la última
central núcleo-eléctrica
que construiría el país.[27]
Así, se entendía
que, en materia de política
nuclear, el gobierno de Alfonsín asistía a virajes
contradictorios, como con
los contratos petroleros, abordados más adelante.[28]En
los hechos, se aseguraba
que el nuevo equipo económico radical se disponía a
reducir las arcas del CENEA
en un 30%, y se dudaba de la competencia los funcionarios Dante Caputo,
Jorge
Federico Sábato y Jorge Roulet, quienes tendrían un
antecedente en un
anteproyecto presentado al Congreso en la materia en 1974. Sobre la
base de
este proyecto, se afirmaba que los mismos desconocían las
potencialidades del
uranio enriquecido, el plutonio o el torio. También se resaltaba
la ignorancia
en torno a otros procesos afines como los que ofrecían los
reactores
reproductores, la fusión nuclear, la disposición final de
los desechos de alta
radioactividad, entre otras.[29]En
este marco se aseguraba que el alfonsinismo se encontraba en un
ambivalencia
que, a pesar de decir los contrario, suscribiría a los tratados
internacionales
de no proliferación nuclear, afectando aún más al
sector.[30]Esta
postura crítica
respecto del alfonsinismo y sus funcionarios, se articulaba en torno a
los
apoyos del gobierno a la política internacional de desarme
nuclear, donde se
entendía que el mismo se encontraba condicionado, aunque
también se entendía
que en su naturaleza la energía no constituía un pilar de
importancia.
Posiblemente esta postura, se inclinaba excesivamente por la
crítica no solo
alfonsinismo, sino a la política internacional en la materia y a
las
socialdemocracias europeas, dejando de lado la delicada
situación fiscal en la
que se encontraban las empresas públicas en aquel entonces.
Luego, ya entrado el año
1984, las notas
firmadas por R.C. Bello o R.C.B., replicaban las ironías de los
funcionarios
radicales, como Conrado Storani, Juan Sábato y Carlos
Emérito González, que
habían prometido investigar los contratos petroleros que, desde
el control
militar de la petrolera estatal Yacimientos Petrolíferos
Fiscales (YPF),
durante la dictadura militar habrían generado más de
1.000 millones de dólares
para el sector privado, especialmente a la empresa Bridas y Bulgheroni,
a costa
del país.[31]Puntualmente,
y reproduciendo las declaraciones de los funcionarios en otros medios, Cabildo
cuestionaba que, a pesar de haber denunciado los contratos
petroleros con
empresas privadas, ahora los funcionarios “aseguran que son
secundarios y que
compete al Congreso Nacional”.[32]
Así,
se entendía que el radicalismo “se lava las manos en
público”,[33]mientras
que ahora, como consecuencia, advierten
que “el autoabastecimiento de
petróleo corre el peligro de perderse”[34]si
no se revisan los
contratos con privados. Así, Cabildo subrayaba la
continuidad del
alfonsinismo con el régimen,[35]
como también “la devoción por unirse con el
enemigo”.[36]De
esta manera, hacia
finales de 1984 se aseguraba que el radicalismo, a pesar de su
tradicional
postura en favor del petróleo nacional “hay un continuismo
con todo lo que
resolvió el gobierno del Gral. Videla”.[37]Especialmente,
se denunciaba
que “se mantienen los mismos contratistas […], se
mantienen todas las medidas
de privatizaciones [y, se pretende otorgar] a un consorcio de la Shell
la
explotación de un yacimiento (Estrecho de Magallanes)”.[38]
Así, se entendida no solo
no se ha corregido el vaciamiento económico-financiero, sino que
se ha agravado
y no se han modificado ninguna de las medidas en defensa de las
multinacionales
petroleras”.[39]Este
tipo de acusaciones eran recurrentes, especialmente centradas en el
secretario
de Energía Conrado Storani, de quien ante un posible acuerdo con
Shell para la
explotación petrolera en el área del Estrecho de
Magallanes, se decía “en
julio de 1983 no trepida en formular una
denuncia acusando a la empresa Shell de haber exportado fuel oil
durante
la guerra de Malvinas y que dicho combustible podría haber sido
utilizado para
abastecer los buques de guerra de la armada británica. En julio
de 1984
pareciera que, inspirado en el viraje que dio en 1958 el Dr. Arturo
Frondizi
[polémico por acordar contratos petroleros con monopolios
extranjeros],
concurre a agasajar al nuevo presidente de la Shell, empresa que como
antes se
señaló se encuentra indirecta por pertenecer a capitales
británicos”.[40]
Aquí tenemos otro pilar
de los análisis
coyunturales de la revista, donde la continuidad con la política
del régimen de
1976 va a constituir un punto vertebral a la hora de señalar las
contradicciones del radicalismo, que en aquel entonces dada la
combinación
entre las presiones cruzadas que atravesaba el partido como el
deterioro
creciente de la situación económica van a ser frecuentes.
Así se siguió
desarrollando la misma lógica
en las siguientes secciones, a tal punto que, durante marzo de 1983, se
reprochaba al gobierno no terminar con los contratos que costaban al
Estado
unos 400 millones de dólares, pese a sus promesas. Así,
se siguió denunciando
que “se esperaba la condena de Sábato, pero hasta ahora no
ha tenido lugar. Se
confiaba en la fulminación de Emérito González,
que había enjuiciado duramente
la renegociación de Bignone, pero nada ha ocurrido”.[41]
De hecho, se entendida que
este último, del que se esperaba que presida YPF, había
sido derivado a Agua y Energía,
“para callarse la boca en materia de petróleo”.[42]Luego,
durante abril de 1984
se afirmó que el recorte que sufriría el CNEA
sería de 3.600 millones de pesos
argentinos, de la mano del actual presidente de la organización,
funcionario
del proceso y del radicalismo -como se remarcaba-, Alberto Constantitni.[43]Especialmente,
preocupaban a Cabildo las obras interrumpidas como la planta de
agua
pesada de Arroyito, Atucha II, el Laboratorio de Procesos
Radio-químicos y se discutía
“la campaña antinuclear yanqui a la que cedería el
canciller [Dante] Caputo.[44]
Por su parte, el tema de la
política Nuclear
estuvo también asociado a las noticas que cubrían la
política económica,
demostrando así el amplio interés que generaba. En este
sentido, un artículo
firmado por Rómulo Lucena aseguraba que el gobierno se
encontraba dispuesto a
desmantelar la CNEA “único punto de vanguardia de la
experiencia argentina de
los últimos 50 años”,[45]mientras
el partido no atacaba a “la patria financiera” tal como
había afirmado en la
inmediata transición política. Así,
aparecía una exigencia concreta al
alfonsinismo, quien no contrarrestaba al poder económico
fortalecido tras la
dictaduras beneficiado de la financiarización económica,
algo que había sido un
punto significativo de Alfonsín y Grinspun tanto en la
campaña como en sus
primeros años. Y, en la misma línea pero considerando los
condicionamientos
económicos, Álvaro Riva entendida que el país ya
sufría las consecuencias de la
deuda externa, la caída de los términos de intercambio,
las consecuencias de la
crisis del norte industrializado y que, “la pérdida o
renuncia de esta
formidable arma que representa la tecnología nuclear […]
viene a cerrar este
anillo de hierro que asfixia a la Nación”.[46]Así,
se cuestionaba al
gobierno al afirmar que “se beneficia de una mentalidad
economicista y por una
estructura social. Finalmente, hacia diciembre de 1984 se aseguraba que
la
Argentina “finalmente enterró el Plan Nuclear",[47]
en tanto desde los acuerdos
de estabilización con el FMI, el gobierno sólo
habría otorgado 17.056 millones de
pesos de los 29.971 previstos de presupuesto para la CNEA (el cual
aprobado
mediante el Congreso en 15.000).[48]Respecto
de esta última parte, puede verse que Cabildo consideraba la
crítica situación
externa que azotaba a la Argentina, pero aún así
entendía que el alfonsinismo
elegía inclinarse por las recetas monetaristas del FMI
adhiriendo a un
economicismo que iba a contramano de los beneficios de la
Nación, como la
política nuclear.
Cabildo y la política
económica inicial del
gobierno de Alfonsín
Desde un comienzo se
tornó importante la
cuestión de la deuda externa, punto vertebral en el gobierno de
Alfonsín. Sobre
esta, en un artículo anónimo aseguraba que el
endeudamiento argentino había
sido excesivo e irregular desde 1976, y se exhibía una
transcripción de un informe
judicial presentado a los contadores Sabatino Forino y Alberto
Tandurella
denominado: “La Trampa de la Deuda Externa”.[49]En
este, no solo se demostraba
el caso del endeudamiento argentino como uno de los más graves
de la región,
sino que responsabilizaba a los acreedores externos, a los funcionarios
del
régimen dictatorial de 1976 y a los actuales por continuar con
los pagos y la
refinanciación de la misma.[50]Aparecía
así otro punto central no solo de continuidad con el
régimen anterior, sino de
sensibilidad a la hora de señalar las contradicciones del
alfonsinismo, que
paralelamente denunciaba la legitimidad de la deuda externa, aunque
debió dar
marcha atrás completamente posteriormente, hacia septiembre de
1984.
Así, el tema de la deuda
externa fue ocupando
paulatinamente más espacio, al punto de afirmar hacia abril de
1984 que, para
acordar las renegociaciones habrá que implementar, antes, un
plan de ajuste económico
y que “sabremos por lo menos quien será el futuro ministro
de economía: el
Fondo Monetario Internacional”.[51]Específicamente
la nota firmada por Enrique S. Giraldi Navarro cuestionaba el
reconocimiento de
la deuda ilegítima, como la estrategia de convocar a
países latinoamericanos
endeudados para dar préstamos puentes que cierren los
vencimientos de
intereses. Ante estas declaraciones, se decía con más
vehemencia que el memorándum
firmado por el francés Jaques Larossiere, en
representación del FMI y el asesor
argentino Raúl Prebisch, era la antesala de un acuerdo entre la
Argentina y el
FMI (que llegaría finalmente en septiembre de 1984). Esto,
decían, significa
“la continuidad de una política recesiva y definitivamente
dirigida a asestar
el golpe final a la industria Nacional”.[52]El
argumento del artículo
afirmaba que se violaban principios constitucionales
interrogándose “¿Es hacer
justicia que se pague la deuda con el empobrecimiento y, en miles de
casos, con
el hambre y la desocupación?”.[53]
También
habría que aclarar que la visión opuesta al FMI, que lo
acusaba de promover un
ajuste económico ortodoxo, era contrapuesta en las filas de la
misma revista
por ideas que consideraban que el desorden del gasto público se
conjugaba con
una fuerte presión tributaria, indisciplina social y consecuente
aumento de
precios que requieren un programa económico como
precondición para balancear la
postura del FMI.[54]De
hecho
también se le cuestionó al gobierno no implementar una
necesaria devaluación
que permitiera promover un aceptable nivel de exportaciones para
satisfacer los
compromisos externos y como instrumento de reactivación
económica.[55]
En
este sentido, también se criticaba la promoción de
políticas económicas que
incentivaran el consumismo y la excesiva distribución del
ingreso porque
deteriora cualquier estrategia de grandeza de la Nación”.[56]En
suma, puede observarse
cómo convivían en Cabildo las posturas inclinadas hacia
un nacionalismo
económico, traducidas en la defensa de la industria nacional y
una critica
acérrima a la injerencia del FMI en la economía, con las
voces que promovía una
estabilización económica con defensa de medidas puntuales
como la devaluación y
las limitaciones al gasto público.
También, en la misma
edición Álvaro Riva
manifestaba su inquietud por un acuerdo secreto de
capitalización de Aerolíneas
Argentinas a manos de bancos nativos y extranjeros ligados a “la
oligarquía que
generó y se enriqueció con la patria financiera”.[57]
Del supuesto acuerdo, se
consideraba que resultaba lesivo para la soberanía de la
Nación y que el
gobierno democrático incurriría en una traición a
la patria. Quizás este tema
congeniaba en alguna medida con el problema de la deuda externa, y que
con una
visión iberoamericana -como se decía- se aseguraba que
“todas las negociaciones
celebradas en el último año y medio para reestructurar o
aligerar la carga de
la deuda […] solo han servido para incrementar la magnitud del
saqueo
financiero […] y preparar las condiciones financieras y
políticas para
obligarlas a entregar a los acreedores los bienes nacionales”.[58]Específicamente
sobre la Argentina, Cabildo se pronunciaría en una nota
cuestionando la
promesa de Alfonsín de revisar los contratos y las cifras de una
deuda externa
que se suponía de 43. 000 millones de dólares. Es
más, se decía que a pesar que
los economistas de la Unión Cívica Radical (UCR)
habían prometido realizar “el
mayor esfuerzo para sanear la deuda externa”,[59]ahora
los Grinspun se rendían
ante las recomendaciones de Raúl Prebisch.[60]De
esta forma, Cabildo
denunciaba las presiones internas dentro de la UCR, donde
convivían voces que no
iban en el mismo sentido, como las de Grinspun y Prebisch, pero que
además se
contradecían con las promesas alfonsinistas revelando los
limites de sus
ambiciones.
Así, el número de
mayo de 1984 tenía al ministro
de Economía Grinspun en la tapa y versaba “las
incoherencias de Alfonsín”.[61]Inmediatamente
en la editorial que acompañaba las primeras páginas de
todos los números, se
afirmaba que el ministro que había anunciado “la muerte de
la hiperinflación”,[62]ahora
enfrentaba un “20% de aumento del costo de vida, una
inflación [trimestral] del
87, 6%”,[63]preguntándose
inmediatamente por quien reemplazaría a Grinspun el presidente
ante una
inminente renuncia. En la misma edición, Rómulo Lucena
afirmaba que los pilares
de la reactivación económica, el mejoramiento del salario
real y la derrota de
la inflación”[64]estaban
perdidos. Sin embargo, el tono crítico se morigeraba al afirmar
que esto era así,
“no porque el gobierno haya mentido, sino más bien porque
la herencia de la
deuda externa actúa como un peligroso condicionante”[65]
y que el problema residía
en que el partido no se opusiera al enfoque Prebisch dado su
diagnóstico
“parcial, inoperante y tan contraproducente”.[66]En
este sentido, quizás es
observable como nuevamente conviven en Cabildo voces cruzadas: una
postura
critica hacia los funcionarios, sus decisiones y menos contemplativa de
los
condicionantes con otra inclinada a la ponderación de los
factores externos al
alfonsinismo como la deuda y la presión de funcionarios como
Prebisch.
Puntualmente se discutía
al asesor presidencial
el culpar al salario real como causante de las dificultades
económicas y “pensar que
desestabilizan la economía
quienes solo reciben un 30% del ingreso nacional”.[67]
Así, se cuestionaba la
parcialidad de la mirada, asegurando que se podría aceptar el
factor salario
como espiral inflacionaria acompañado de otras medidas que
tiendan disminuir la
subfacturación de las exportaciones [dado la caída de los
precios
internacionales], una reforma del sistema fiscal tendiente a
incrementar la
recaudación centrada en impuestos directos,
la erradicación de los mercados paralelos de moneda y
discutir la
ficticia deuda del FMI.[68]Así
y todo, con este planteo, se entendida que debía implementarse
una estrategia
exportadora “dirigía a
reactivar la
economía, […] fortalecer las ganancias en divisas del
país, no solo para pagar
los servicios de la deuda, sino para situarse en una posición
negociadora mucho
más atractiva”.[69]Nuevamente,
las posturas cruzadas de Cabildo se manifestaban en la estrategia
económica, donde
contrastaban una nacionalista, de carácter defensiva ante los
ajustes
económicos y otra proexportadora, que asumía que una
mayor provisión de divisas
permitirá afrontar los pagos externos.
A raíz de estas ideas es
que quizás se
entienda que, cuando en septiembre de 1984 la Argentina acordara un
programa de
estabilización con el FMI de variables macroeconómicas y
acuerdo stand by,
se dijera en Cabildo que se perdieron meses de gestión
impidiendo
desarrollar en ese lapso el mismo programa, pero con una propuesta
más integral
por parte del gobierno: “lo cierto es que el ajuste unilateral,
ya en vigor,
supone otro golpe a la economía argentina, ratificando una
situación recesiva
que alejara cualquier aspiración concreta de revertir el proceso
de empobrecimiento”.[70]De
esta manera, una postura estabilizadora en Cabildo asumía el
ordenamiento de
las cuentas y cierto sacrificio del ajuste, pero el punto
parecía estar
centrado en la injerencia del FMI sobre la autonomía de la
Nación para realizar
esta tarea.
Luego, en octubre de 1984
Rómulo Lucena
repasaba la gestión de Grinspun asegurando que una
reducción del 20% de los
ingresos reales, una inadecuada orientación del gasto y una
invencible
inflación tornan la gestión económica en un
fracaso.[71]Especialmente
se centraba en
que “el gobierno debería explicar algunos aspectos
relacionados con el gasto público
[porque] es difícil comprender el aluvión
propagandístico que rodea a la
cuestión del Beagle”[72]tras
considerar que dichos eventos enriquecen a los grandes medios de
difusión. En
el mismo sentido, se suman “la impresionante cabalgata oficial de
viajes al
exterior”[73]
privando, por otro lado, “a fondos de la Comisión de
Energía Atómica”.[74]
Este tema, que se llevaba un espacio importante de las noticias
relacionadas a
la economía y la producción, era vinculado con una
actitud negativa de Caputo,
en tanto “este capellán de la diplomacia […] lo que
logra es favorecer la
expansión industrial y tecnológica de los dos
países más expansivos de la región
[EE. UU y Gran Bretaña, mientras tanto] la Argentina deja
vacante […] nuestro
plan nuclear”.[75]
Volviendo a la cuestión
de los acuerdos con el FMI, puntalmente se
cuestionaba las concertaciones con el organismo para renegociar la
deuda como
“un destape monetarista”[76]
que significaba una caída de la producción, de la
recaudación y un virtual
fortalecimiento de la inflación futura.[77]
Directamente,
Álvaro Riva, diría que “ la estrategia desquiciante
del Fondo Monetario no es,
ni más ni menos, que el programa con Martínez de Hoz, con
tablita, hambre y
entrega”.[78]De
hecho, la crítica también diría “no deja de
ser conmovedor que el presidente
socialdemócrata haya procurado mantener la farsa hasta
último momento y más allá
aun ¿para qué seguir declamando contra un organismo que
es la encarnación del
abstracto enemigo si ya conocía los
términos de la rendición, si ya había firmado el
plan de pobreza y
desequilibrio?”[79].
De la misma manera, las continuidades con el régimen anterior,
que eran vinculaciones
recurrentes, aparecían de nuevo cuando se declaraba que
“no solo es Grinspun
quien retoma la política de Martínez de Hoz […], y
así demuestra que la patria
financiera es una sola y nunca tuvo interrupción, sino Storani,
que perfecciona
la entrega de petróleo”[80],
apuntando, en el mismo relato, a que la socialdemocracia se encuentra
con la
realidad de las transnacionales. En suma, se decía que
Alfonsín, como el
régimen anterior, lo que hizo fue “consolidar la deuda,
reconocerla y
legitimarla “de un golpe reivindicó la Patria Financiera y
convirtió en una
burla las feroces vindictas prometidas”.[81]La
postura
critica hacia el FMI, la cons0olidacion de la patria financiera y las
contradicciones del alfonsinismo en materia de deuda externa eran
partes de los
pilares más críticos de Cabildo, aunque como
hemos visto no era la única
voz económica.
Inmediatamente antes de la
salida de Grinpun
en Economía, Cabildo decía que el acuerdo al que
Argentina habría llegado
con el FMI, se encontraba subsumido “a alentar
el superávit comercial para que el país pueda
exportar más de lo que
importa y destinar ese beneficio al pago
de la deuda atrasada”,[82]resaltando
que el gobierno implementaba un tipo de cambio elevado cuando
prometió no
devaluar, encareciendo las mercaderías que se consumen
internamente y
reduciendo el poder adquisitivo de la población mientras que,
paralelamente, se
cuestionaba “no haber asociado un plan de estas
características con un programa
de crecimiento de todas las actividades generadoras de ventas al
exterior, al
tiempo de que haber negociado con los acreedores condiciones favorables
que
permitan la mejor colocación de nuestros productos en un mercado
mundial
decididamente proteccionista”.[83]Así,
como contraparte esta segundo voz económica no cuestionaba en si
el plan de
estabilización, que podría ser soportable si lo
decidían las fuerzas
nacionales, sino la falta de articulación para reactivar la
producción interna
y también externa de la Argentina.
Así, finalmente y de cara
a la salida de
Grinspun, Cabildo publicaba un conjunto de sugerencias para un
futuro plan
económico de la mano de Julio Meinvielle recomendando:
“gravar con un impuesto
progresivo a los grandes capitales y aligerar a los pequeños
[…] gravar
fuertemente ciertas inversiones de capital en regiones o en actividades
económicas saturadas […] fomentar, con subsidios y primas
[…] economías
regionales con industrias, aun familiares, sobre la base de la
producción
agrícola ganadera. De aquí que haya que fomentarse el
tipo de explotación
industrial regional como el del azúcar en Tucumán o del
vino en la región de
Cuyo y no castigarlas […]. Con el crédito sabiamente
acordado, hay que
estimular la pequeña explotación rural e industrial, de
suerte que se restrinja
la acumulación de riqueza y se fomente su dispersión
[…] hay que robustecer la
incorporación de los productores rurales en sociedades de
interés común, bajo
el control del Estado, que los libere de ser víctimas de los
usureros. Se ha de
asegurar una condición digna a las familias de obreros y de
empleados de todas
las ramas de la actividad económica, estimulando al mismo tiempo
su agremiación
[…] los recursos allegados con los impuestos a los fuertes
capitales han de
servir […] para estimular las industrias […] y sobre todo
para financiar la
industria domestica del tipo de los telares de Catamarca o de la
tejeduría de
las lanas”.[84]
Así, se exponía
con algo más de precisión que
las fuertes críticas formuladas a la política
económica del gobierno, un plan
económico con alternativas concretas. De este, se sentenciaba
que “o el Estado
domina al poder financiero y lo hace servir a los fines superiores del
bien
común, o el poder financiero absorberá -por uno u otro
lado- al Estado”.[85]Paradójicamente,
lo que vendría se centraría en busca la estabilidad
económica, apuntando en
primer término a bajar la inflación, pero hacia fines de
1988 los poderes
financieros, incentivados por los agudos desequilibrios
macroeconómicos,
“absorberán al Estado”.
Consideraciones finales
Desde un comienzo, las noticias
de Cabildo
se encontraban impregnadas de la desconfianza a la extracción
marxista, socialdemócrata
y de izquierda en general, de los funcionarios del gobierno asumido
desde fines
de 1983. Sin embargo, y aunque este fue el espíritu de la
revista, en la
sección económica predominó el balance de los
sectores productivos de energía
nuclear, la explotación petrolera y las presiones en
política económica. Las
criticas fueron contundentes, pero también los balances y
propuestas
alternativas, por sobre la desconfianza de un gobierno considerado
izquierdista. Si bien en el tema nuclear, las insignias fueron las
condiciones
que imponía la socialdemocracia internacional, ligada al
alfonsinismo, la
discusión se centraba en la parálisis que parecía
sufrir el alfonsinismo,
condenado a no revertir la continuidad con el régimen anterior.
Aún más con el
tema del petróleo, las
explicaciones se suscribieron a discusiones nacionales. En este
sentido, se
cuestionó fuertemente las promesas del alfonsinismo en revisar
los contratos petroleros
firmados con privados durante el régimen de 1976. Más
puntualmente, se habló de
una traición donde los funcionarios radicales se
inscribían en un proceso de
continuidad en materia de beneficios a privados y posibles
privatizaciones en
desmedro del sector público. Este punto resultaba vertebral para
los economistas
de Cabildo en tanto presentaban a la Patria Financiera,
empresarios que
se habían beneficiado de los contratos con el sector
público y la desregulación
financiera durante los años del régimen de 1976. Cabildo
entendía así,
como era ampliamente también debatido en las izquierdas
contemporáneas, que el
Estado se doblegaba a los poderes nacionales e internacionales. Pero
sobre
todo, que el alfonsinismo, se encontraba seriamente limitado al
descubrir en
desbalance entre sus promesas y el poder financiero.
En este último punto,
hubo una postura
monolítica en torno a que el FMI replicaba un ajuste
económico recesivo. Este,
sustentado en un excesivo monetarismo, estaba dirigido contra la
industria nacional
y pueblo argentino. También, en política económica
hubo posturas ambivalentes
que a la vez que denunciaban la promesa alfonsinista inicial para
revisar la
deuda y la entendían como una herencia condicionante,
convalidaban un necesario
ajuste económico y cuestionaban el tipo de cambio alto y el
aliento del
consumismo argentino contra la grandeza de la Nación. Pero
quizás el punto
vertebral en este asunto estaba en que, el necesario ajuste
económico, dirigido
a reordenar los déficits públicos y constituir una salida
exportadora para
pagar la deuda, debía ser orquestado por el gobierno nacional
sobre la base de
una devaluación, impuestos a los sectores más pudientes,
estímulo a la
industria nacional y regional y plan antiinflacionario progresivo,
entre otras
cosas. Así, convivían dos posturas en Cabildo,
una crítica y defensiva
de las medidas del FMI, y otra asociada a una visión más
modernista,
estabilizadora y exportadora, pero que convalidaba los pagos externos.
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Recibido:
06/09/2021
Evaluado:
15/10/2021
Versión
Final: 23/11/2021
[1] Extiendo un especial
agradecimiento al
historiador Matías Grinchpun por facilitar materiales y sugerir
recomendaciones
para la realización de este artículo.
[2] Siguiendo esta
línea de
estudios, asumimos que la lucha política por el poder
también se lleva a cabo,
en un marco simbólico, mediante una lucha por la palabra (Van
Dijk y Digital,
2001). De esta manera, sería imprescindible integrar al
análisis el papel de
los gobiernos y de la dinámica sociopolítica en cada
etapa histórica analizada.
[3] El autor
corroboró sus aseveraciones en sus estudios sobre el
grupo nacionalista Tacuara durante los años 1960, donde
especialmente analiza
una inestabilidad identitaria en relación a un contexto
político y cultural
volátil (Lvovich, 2020).
[4] Incluso, durante los años
democráticos, la revista contó con la profusa
participación de quien había sido
jefe de la Policía de la provincia de Buenos Aires Ramón
J. Camps, uno de los
principales acusados por crímenes de lesa humanidad.
[5] La moneda nacional se
había devaluado un
200.000 por ciento entre 1975-183 respecto al dólar. El
régimen militar, en
junio de 1983, decidió reemplazar el Peso Ley por el peso
argentino en una
paridad de 10.000 Pesos Ley por cada 18.188 pesos argentinos, que no
tardó en
perder su valor con inflaciones de más del 500% anuales, tanto
en ese año como
en 1984.
[6] La comparación
se realizó contrastando con
las tapas antiguas consultadas en el sitio web de Clarín. https://tapas.clarin.com/
[7] En otro trabajo hemos
indagado en la
dimensión económica de la revista Entre Todos
(Rossi, 2021), la cual
estuvo ligada al Movimiento Todos por la Patria que participara hacia
1988 de
la controversial toma del Cuartel de La Tablada, Buenos Aires. Esta,
tuvo un
discurso de izquierda clasista crítico hacia la política
económica del
gobierno, aunque más moderada respecto del régimen
político como del
alfonsinismo.
[8] Cabildo
(marzo de 1983), AÑO, 7, N.
62, p. 1.
[9] Cabildo
(febrero de 1988), Año
XIII, N. 120, p. 1.
[10] Cabildo
(enero de 1989),
Año 8, N. 128, p. 1.
[11] Cabildo
(marzo de 1986).
Año X, N. 98, p. 1.
[12] Cabildo
(noviembre de
1983), Año VIII, N. 70, p. 9.
[13] Ver, por ejemplo, Cabildo
(julio de 1985), Año IX, N. 90, p. 11 y Cabildo (febrero de
1988), Año XIII, N.
120, p. 25.
[14] Cabildo
(diciembre de
1983), Año VIII, N. 71, p. 12.
[15] Cabildo
(noviembre de
1983), A. 8, N. 69, p. 7.
[16] Idem.
[17] Esta idea de
continuidad de la
democracia respecto de las políticas del proceso también
fue recurrente en las
noticias económicas donde afirmaba que “la política
del proceso se extiende
impasible como nada hubiera pasado”. Ver Cabildo (julio
de 1984), A. VIII,
N. 78, p. 25.
[18] Ibidem, p. 18.
[19] Cabildo
(noviembre de
1983), A. VIII, N. 71, p. 20.
[20] Idem.
[21] Idem.
[22] Idem.
[23] Cabildo
(enero de 1984), A.
IX, N. 72, p. 24.
[24] Idem.
[25] Idem.
[26] Idem.
[27] Cabildo (febrero de 1984), A.
VIII, N. 73, p. 29.
[28] Idem.
[29] Ibidem, p. 30.
[30] También, en
este sentido, se
cuestionaba la postura de que la actividad nuclear fuera contaminante,
especialmente la reproducida por el funcionario radical Antonio Elio
Brailovsky, que en verdad estaría alineado a “los centros
de poder mundial para
promover la desnuclearización”. Ver Cabildo (mayo
de 1984), A. VIII, N.
76, p. 23.
[31] Ibidem, p. 29.
[32] Idem.
[33] Idem.
[34] Idem.
[35] De hecho, la primera
plana de la
siguiente edición que correspondió a febrero de 1984
versaba “Alfonsín: quinto
presidente del proceso”. Ver Cabildo (febrero de 1984),
A. VIII, N. 73.
[36] Idem.
Aún más, cuando el
tema se volviera a cubrir en la edición de febrero de 1984, R.C.
Bello
afirmaría que empresas petrolíferas reunidas en
Mónaco habrían reunido 3.000
millones para la campaña radical, lo que explicaría las
contradicciones del
alfonsinismo. Ver Cabildo (febrero de 1984), A. VIII, N. 73, p.
31.
[37] Cabildo
(septiembre de
1984), A. IX, N. 80, p. 14.
[38] Idem.
[39] Idem.
[40] Cabildo
(octubre de 1984),
A. IX, N. 81, p. 18. Fundamentalmente se cuestionaba el precio que se
compromete a pagar YPF por los hidrocarburos extraídos por Shell
(el 75%
del precio internacional), el plazo de duración de los contratos
(20 años), que
YPF asumía los costos por el incremento de bienes exentos del
pago de importación,
garantías del BCRA para la adquisición de divisas, entre
otras. Idem.
[41] Cabildo
(marzo de 1984), A.
VIII, N. 74, p. 30.
[42] Idem.
[43] Cabildo
(abril de 1984), A.
VIII, N. 75, p.25.
[44] Idem.
[45] Ibidem, p.
22.
[46] Cabildo
(junio de 1984), A.
VIII, N. 77, p. 24.
[47] Cabildo
(diciembre de
1984), A. IX, A. 83, p. 26.
[48] Idem.
[49] Ibidem, p. 21.
[50] Ibidem, p. 22.
[51] Ibidem, p. 26.
[52] Idem. De
hecho, se entendía
que el ajuste tradicional del fondo, argumentado desde la disciplina
fiscal,
restricciones monetarias y crediticias y un superávit destinado
a pagar la
deuda, descansaba en el “pretexto de que la inflación
tiene su origen en los desarreglos
del sector público”. Ver Cabildo (julio de 1984),
A. VIII, N. 78, p.24.
[53] Idem.
[54] Cabildo
(agosto de 1984),
A. IX, N. 79, p. 23.
[55] Idem.
[56] Ibidem, p. 25.
[57] Cabildo
(abril de 1984), A.
VIII, N. 75, p. 20.
[58] Cabildo (febrero
de 1984),
A. VIII, N. 73, p. 31.
[59] Cabildo (abril
de 1984), A.
VIII, N. 75, p. 5.
[60] La figura de Prebisch
tuvo un
lugar relevante en las noticias económicas, aunque fue
más bien ambivalente, en
tanto, si bien se la cuestionaba, también se entendía que
“cualquier espíritu
medianamente enterado no puede menos que compartir sus preocupaciones
antinflacionarias
y los efectos deletéreos resultantes de la lucha por la
distribución del
ingreso”. Ver Cabildo (agosto de 1984), A. IX, N. 79, p.
22.
[61] Cabildo (mayo
de 1984), A.
VIII, N. 76.
[62] Idem.
[63] Ibidem, p. 1.
[64] Ibidem, p. 21.
[65] Idem.
[66] Idem. En un
sentido
similar, una nota firmada por Rómulo Lucena entendía
afirmaba que “es difícil
formular un programa con pocos renglones, pero pueden formularse
algunas
medidas destinadas a detener la caída de la actividad
económica. Entre estas
recomendaciones, se mencionaban jerárquicamente la
reactivación productiva [combinado
con menos impuestos y
gasto publico],
una política
financiera de reducción de las tastas de interés y
estímulo productivo y, consecuentemente,
una política antinflacionaria. Sobre esta, se entendía
que no sería estimulada
por las dos primeras recomendaciones al contraatacarse
simultáneamente la
evasión considerada del 50% de lo que se recauda. Ver Cabildo
(junio de
1984), A. VIII, N. 77, p. 26.
[67] Idem.
[68] Ibidem, P. 22.
[69] Idem. Los
artículos
firmados por Rómulo Lucena defendieron esta idea de que el
ajuste del FMI, o
bien la recesión ya existente, se podría combatir con una
estrategia
exportadora, que el gobierno no tenía. Ver Cabildo
(julio de 1984), A.
VIII, N. 78, p. 25.
[70] Cabildo
(septiembre de
1984), A. IX, N. 80, p. 18.
[71] Cabildo
(octubre de 1984),
A. IX, N. 81, p. 30.
[72] Idem.
[73] Idem.
[74] Idem.
[75] Idem.
[76] Idem.
[77] Idem.
[78] Cabildo
(noviembre de
1984), A. IX, .N. 82, p. 22.
[79] Idem.
[80] Idem.
[81] Ibidem, p. 22.
[82] Cabildo
(diciembre de
1984), A. IX, A. 83, p. 27.
[83] Idem.
[84] Cabildo (enero
de 1984), A.
X., N. 84, p. 23.
[85] Idem.