Adrián Almirón

Tras la práctica estatal: instituciones, proyectos y expertos durante la reconversión del agro en el Chaco (1976-1981)[1]

After the state practice: institutions, projects and experts during the reconversion agriculture in the Chaco (1976-1981)

Adrián Almirón

Facultad de Humanidades,

Instituto de Investigaciones Geohistóricas,

Universidad Nacional del Nordeste (Argentina)    

                      almiron.historia@gmail.com

Resumen

Las políticas agrarias aplicadas en la provincia del Chaco entre 1976 y 1981 cambiaron la estructura del campo con la aceleración del proceso de titularización de la tierra, la expansión de la frontera agropecuaria y la inserción de cultivos oleaginosos. Esta ruptura en el campo chaqueño fue propiciada por el gobierno para modernizar el agro, enfatizando la mecanización, el uso de semillas y la difusión de las nuevas formas de cultivo por parte de las instituciones técnicas y de investigación especializadas del agro, así como la diversificación productiva.

De esta forma, en el artículo reconstruimos las principales instituciones que se enfocaron en desarrollar estrategias para promover los cambios en el agro chaqueño. En particular, se analizan los trabajos realizados por las secretarías de Asuntos Agropecuarios, la Dirección de Extensión y el Instituto de Colonización y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.  Para la elaboración del artículo examinamos los informes y las resoluciones emanadas de cada una de estas entidades públicas, de diversa jurisdicción, y la prensa local.

Palabras Clave

Tierras; políticas agrarias; instituciones; Chaco; modernización.

Abstract

The agrarian policies applied in the province of Chaco between 1976 and 1981 changed the structure of the countryside with the acceleration of the land titling process, the expansion of the agricultural frontier and the insertion of oil crops. This rupture in the Chaco countryside was possible through the push made by the government to modernize agriculture, emphasizing mechanization, the use of seeds, and the dissemination of new forms of cultivation by specialized technical and agricultural research institutions.

In this way, the article reconstructs the main institutions that focused on developing strategies to promote changes in agriculture in Chaco. We will analyze the work carrie out by institutions of the province, highlighting the Secretaries of Asuntos Agropecuarios, la Dirección de Extensión y el Instituto de Colonización y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria. For the preparation of the article, the reports made and the resolutions issued by each of these public entities and the local press were examined.

Keywords: Lands; agrarian policy; institutions; Chaco; modernization.

Introducción

La provincia del Chaco hacia la década del setenta atravesaba una delicada situación social, los pequeños productores requerían la regularización de la tenencia de la tierra, los cultivos agrícolas y su comercialización. El golpe de Estado de 1976 autodenominado Proceso de Reorganización Nacional (PRN) fue el inicio de un programa de obras públicas que planteaba diversificar la producción, concretar obras de infraestructura e iniciar la expansión de la frontera agropecuaria en tierras fiscales, lo cual significaría dar respuesta a esas problemáticas.

Estas políticas estuvieron enfocadas en afianzar nuevas formas de cultivo y reconfigurar los perfiles productivos, avanzar a una agricultura de tipo empresarial que pudiera tener competitividad a nivel internacional. De modo que se vinculan con las medidas que inició el PRN a nivel nacional para una mayor apertura de la economía, iniciándose así la internacionalización de la economía chaqueña (Roze, 2007, p. 135). La modernización agraria se centró en tres ejes: el fomento del crédito estatal, la reorganización agraria y la exposición del sector algodonero local al mercado internacional. Este último fue central en el desarrollo de la economía, la comercialización se orientó al mercado internacional, lo cual significó un cambio en los medianos y grandes productores que asumieron la empresa de mejorar su producción, adaptarse y buscar la mejora en la calidad del textil y sus rendimientos (Moglia, 2019, p. 282). Para ello, fue necesario el uso de tecnología, la formación técnica de los productores y la revisión de las prácticas culturales en sus campos. Para Bageneta el aperturismo llevó a un alza de los precios de la cotización del producto y repercutió en el incremento de las áreas cultivadas. Sin embargo, desde 1979, la combinación del retraso cambiario y los bajos precios externos derivaron en una pérdida de rentabilidad en el sector, lo cual generó reclamos por parte de los endeudados sectores medios (2015, p. 90).

Estas trasformaciones aplicadas en el territorio produjeron también modificaciones en lo económico y social que han sido analizadas por la literatura especializada (Girbal Blacha 2020; 2021). Uno de los primeros aportes que discute y revisa el conflicto social y político durante el Proceso, refleja las  tensiones de  las políticas públicas en la región Nordeste, y con ello identifica las consecuencias en lo social (Rofman, Manzanal y Quitar, 1987).Otros aportes  examinan las trayectorias de los sectores subalternos, abordándolo desde la organización en sus distintas etapas, destacándose las Ligas Agrarias, la represión y su desarticulación durante el Proceso (Ferrara, 1972; Roze, 1992, 2007; Galaffasi, 2003; Calvo, 2021). Otras investigaciones amplían la mirada sobre la política pública agraria durante la década del setenta desde una perspectiva institucional a nivel nacional, analizando la composición del aparato estatal y las vinculaciones con el sector privado (Canelo, 2016, Menazi, 2018) así como el lugar que ocupó la política científica del PRN (Pucciarelli, 2004). Las dinámicas de los expertos en agencias técnicas como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y otros institutos, han sido repasadas por pesquisas que también abordan las relaciones de poder, las resistencias y los proyectos generados durante la dictadura (Alemany, 2003; Gárgano y Hurtado, 2018; Gárgano, 2015, 2021; Martocci, 2020).

En los últimos veinte años, para la provincia del Chaco, las investigaciones historizaron las políticas económicas y los conflictos sociales destacando la práctica estatal (Bageneta 2015; Manoiloff, 2001; Schaller y Almirón, 2021). También se enfocaron en el accionar de las corporaciones y entidades económicas durante estos años (Moglia, 2016, 2019; Carlino, 2008). El desempeño estatal en la implementación de políticas agrarias entre 1920 y 1970 ha sido abordado en un trabajo previo (Almirón 2017), allí se observa un claro predominio de las dependencias de cuño nacional, así como también la elaboración de una serie de diagnóstico que parece encontrar respuesta en el período analizado en este artículo.

Esas contribuciones sirven de sustrato para avanzar en un punto que no fue abordado suficientemente: la articulación institucional nacional y provincial planificando medidas de transformación agraria en el territorio. Identificando el rol de los expertos en el marco de tales medidas para construir y poder avanzar sobre las transformaciones territoriales. Analizar a estas prácticas estatales, a partir de sus expertos nos llevara a encontrar y a identificar los proyectos desarrollados y aplicados en el campo chaqueño. En tal sentido, surgen interrogantes sobre si las instituciones estatales(provinciales-nacionales) definieron objetivos de corto y largo alcance para cumplir con la diversificación productiva, y apoyar a los sectores medios y grandes.

Para analizar estos interrogantes resultan también enriquecedoras las perspectivas que entienden al Estado como un espacio polifónico, con múltiples caras y capacidad de acción  (O’Donnell, 2010;  Bohoslavsky y Soprano, 2010; Chao, 2019), heterogéneo en su composición institucional y en donde las trayectorias individuales de cada uno de sus miembros , demuestran vínculos y redes  de sociabilidad, en algunos casos  que interactúan en la esfera privada y pública (Neiburg y Plotkin, 2004;  Plotkin y Zimmerman, 2011, 2012 ; Morresi y Vommaro, 2012). Nuestra indagación parte de reconocer que tales vínculos y redes son fundamentales para comprender la constitución y la formulación de las políticas públicas. Los resultados de tales acciones las podemos analizar a partir de la práctica estatal, la cual la entendemos como la capacidad que disponen los entes estatales para alcanzar sus fines, planificar y diseñar en el territorio (Bertranou, 2015).  En ese marco, resulta importante conocer la formación de estos expertos y las instituciones en las que se desempeñaron, así como su grado de participación en el diseño y la intervención en el terreno.

De esta forma, en el siguiente artículo, analizaremos los matices de la política desarrollada por el gobierno de facto, poniendo el foco en las instituciones especializadas, sus aportes a la cuestión agraria y la articulación con organismos técnicos científicos, en este caso el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) pero también con instituciones provinciales, en especial el Instituto de Colonización de Chaco.  Analizaremos la documentación oficial generada desde estas instituciones, las memorias de las Direcciones de la provincia y del INTA, junto con la documentación del Instituto de Colonización. Asimismo, hemos consultado periódicos y revistas de la época las cuales nos permiten reconstruir las discusiones y las repercusiones de esta política pública aplicada en el campo chaqueño.

Políticas agrarias del gobierno chaqueño durante el Proceso

El PRN en el Chaco ha tenido características particulares que correspondieron a la forma de organización estatal provincial. Durante estos años los gobernadores fueron el General Antonio Facundo Serrano, entre 1976 y 1981,[2] mientras que entre 1981 y 1983 fue el Coronel José David Ruiz Palacios. Las políticas agrarias fueron definidas a partir de los lineamientos de modernización y, a su vez, instalaron la idea de refundación de la sociedad chaqueña, esta representación está vinculada a las medidas aplicadas a nivel nacional que apelaban a la imagen de refundar la nación argentina (Canelo, 2008, p. 13). Esto para el proceso chaqueño se convirtió en el lema “Chaco puede”[3] y se tradujo en diversas medidas implementadas por el gobierno local. En torno a la política agraria, destacamos tres tópicos que marcaron el pulso de la acción estatal durante estos años: 1. Desarrollo del sector privado a partir de las exenciones impositivas y una línea de créditos, 2. Inversión pública en la infraestructura, siendo la etapa de los grandes proyectos: acueductos, red de canales y defensas para terrenos bajos, trazado de rutas provinciales, electricidad rural, creación de colonias y colonización. 3. Promoción y facilidades en la compra de la tierra pública y regularización de la tenencia, principalmente en el Impenetrable Chaqueño.[4]

Mediante estas acciones se esperaba alcanzar la modernización del agro chaqueño, a esta debemos entenderla como el conjunto de transformaciones producidas a partir de la introducción de factores de producción, con cambios técnicos en las formas tradicionales de cultivo y las innovaciones tecnológicas en su búsqueda por lograr la eficacia productiva.

Inicialmente, la planificación de estos cambios se dio a partir de reflexiones e investigaciones desarrolladas durante década del sesenta en la provincia, por expertos e intelectuales que reconocían la dependencia del monocultivo algodonero y su comercialización al mercado interno. El INTA y la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) a través de sus expertos realizaron pioneras investigaciones, en las que sugerían la diversificación de la producción agrícola, destacándose los trabajos de Jones Valentín Howell Washington, miembro de la Estación Experimental de Presidencia Roque Sáenz Peña y Antonio Besil, docente investigador de la Facultad de Ciencias Económicas (Bageneta 2015, Almirón 2017). Sus contribuciones generaron la inquietud en miembros de distintas entidades corporativas y de sectores políticos, los cuales pudieron analizar y entender los límites del ciclo algodonero.

Seguidamente, la aplicación de la modernización del campo, estuvo a cargo de una burocracia técnico-agraria (Cicirello, 2020) la cual participó en distintas áreas de la estructura de gobierno, previo a su participación en la gestión de facto, formó parte de entidades agrarias representativas como la Sociedad Rural, Federación Agraria, y cooperativas agrícolas. En su mayoría, dirigió, o tuvo injerencia directa, en el diseño de las políticas rurales en las siguientes áreas:  Secretaría de Estado de Asuntos Agropecuarios, Subsecretaría de Asuntos Agropecuarios, y en las Direcciones de Extensión Agropecuaria, de Economía Agropecuaria, de Ganadería y Granja, de Agricultura, y del Algodón. Su formación técnica y de grado se inscribía de la Escuela Regional de Agricultura, Ganadería e Industrias Afines (ERAGIA) –ubicada en Corrientes capital-, ingenieros agrónomos, veterinarios o también contadores egresados de la UNNE, es decir, que estamos en presencia de una masa crítica preparada en instituciones regionales, los cuales se insertaron en instituciones estatales y entidades sectoriales.

A su vez, durante estos años los convenios con instituciones nacionales e internacionales fortalecieron los programas del gobierno. Se firmaron acuerdos con el INTA, el Consejo Federal de Inversiones(CFI), la UNNE y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA)[5]. Se preveía que la vinculación y coordinación con las cuatro instituciones consolidaría la cooperación institucional. Por ejemplo, en 1980 se firmaron dos convenios con el IICA, para estudiar la factibilidad de la explotación ganadera en el Impenetrable y lograr el desarrollo agropecuario sostenido en el territorio provincial. La vinculación de estos técnicos facilitó el desarrollo de proyectos que buscaban la expansión de la frontera agropecuaria (IICA, 1980).

En cuanto a la ejecución de trabajos de las distintas oficinas destacamos dos estrategias, las cuales podemos definirlas como: territorial y comunicativa. La primera se caracterizó por el trabajo con los colonos por medio de capacitaciones impartidas por extensionistas, estos profesionales actuaban como una correa de transmisión (Schiavoni y Micco, 2008, p. 17) desde los institutos de investigación hacia los colonos. Así, se crearon programas de asistencia a colonos para el cultivo de maní, soja entre otras siembras. En lo que se refiere al maní, siendo este un cultivo de baja incidencia que fue extendido a partir de la acción de los agrónomos, se lograron cultivar 350 hectáreas (ha) en el sureste de la provincia. Esta experiencia fue proclive para que los técnicos promovieran en otras zonas, dada su adaptabilidad a las condiciones climáticas y las posibilidades económicas que la misma podría ofrecer:

“el maní fertiliza el suelo enriqueciéndolo en nitrógeno, tal como lo hacen leguminosas conocidas como la soja, los tréboles y alfalfa. Esto implica, por lo tanto, la perspectiva de una producción de resultados económicos atrayentes que, al mismo tiempo, favorezca la recuperación de suelos generalmente desgastados por cultivos de la envergadura del algodón y del girasol”(Subsecretaria de Estado de Asuntos Agropecuarios. Chaco Rural, 1979, p. 4).

Señalaba una publicación oficial los avances de la política agraria provincial.  No obstante, el principal problema que se reconocía era la carencia de máquinas cosechadoras. Para revertir esta falta, el Banco del Chaco desarrolló una línea de créditos a productores para la compra de estas maquinarias. El cultivo de la soja también tuvo incentivo, el Estado provincial distribuía semillas y prestaba asesoramiento para las siembras, a través de los técnicos. El ingeniero agrónomo Luis Booth, de la Secretaría de Asuntos Agropecuarios destacaba la experiencia colaborativa llevada adelante con un colono:

“Nosotros pensamos que es factible, por eso nos atrevemos a animar a los productores. Ya teníamos subconcientemente el propósito, estábamos en la tónica de que la soja tenía que rendir (…) paralelamente en esta chacra se hicieron ensayos de tres variedades en coordinación con la Agencia de Extensión del INTA de Villa Ángela a cargo del técnico agrónomo Agustín Simonella”(Norte, 13 de mayo de 1979, p. 13).

Sin embargo, la Dirección de Agricultura en 1980 señalaba los límites del cultivo debido a que se había implantado en lotes degradados. Mientras que para lograr un salto cuantitativo y cualitativo de la siembra, la labor debía extenderse en lotes de desmonte (Provincia del Chaco, 1981, p 99) . Además, se impulsó la promoción del cultivo del cártamo en zonas marginales -en donde también se producía girasol-, en el centro y sureste de la provincia. Sin embargo, uno de los principales inconvenientes en las 13 oficinas de la Dirección de Extensión fue la escasez de semillas disponible para todos los interesados.

El incentivo a los cultivos industriales y frutícolas también fue una alternativa que se desarrolló desde la Secretaría de Asuntos Agropecuarios. Se firmó un convenio con el INTA y con la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UNNE y se desarrolló un trabajo coordinado en la chacra experimental Juan Penco –dependiente del INTA-, a la vez que se ofreció asesoramiento a los productores, semillas y plantines.

En cuanto al algodón, principal cultivo, las tareas de concientización sobre su tecnificación y preparación fueron permanentes, destacándose las capacitaciones a medianos productores sobre el uso de la maquinaria agrícola, las plagas del algodón, y charlas sobre el desmonte. Hacia 1981 se había logrado integrar 1786 ha de tierras que fueron desmontadas para el cultivo algodonero.

La segunda estrategia del Estado provincial, fue la “comunicativa”. Esta se evidencia a través de dos líneas de acción, por un lado, la difusión de los medios de comunicación masivos locales y, en forma complementaria, la coordinación con el sistema educativo del área rural. Esta última fue relevante para lograr impartir nuevas prácticas de cultivos en los hijos de agricultores. Para ello el gobierno coordinó un trabajo en conjunto con la Dirección de Divulgación Conservacionista del Instituto Agrotécnico de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la UNNE, la prioridad fue establecer contenidos en la currícula primaria para concientizar aspectos sobre las características del suelo, su cuidado y los diferentes cultivos. Dos encargados de esta área, que tenían experiencia en llevar adelante la creación de materiales educativos, fueron los ingenieros agrónomos Justo Morales y Edwin Mac Donald. Los materiales generados contenían una guía de temas dirigida al docente para trabajar con los estudiantes, uno de los recursos destacaba

“Hay que formar previamente una conciencia pedagógica del problema y dotar a los docentes de los métodos, las técnicas y de los instrumentos apropiados para que la enseñanza alcance los resultados que se consideren óptimos(…) a lo largo de todo el programa, es decir 4°, 5° y 6° grados, debe insistirse en el tema de la “conservación” asociándolo estrechamente con otros factores y recursos naturales: agua, fauna, condiciones climáticas, praderas, etc, en forma incidental o sea, en oportunidad de tratar cualquiera de los demás puntos del programa, de la misma manera que se enseña una regla ortográfica al darse una clase de historia o de matemáticas” (Mac Donald, 1980, pp. 1-2).

A estos trabajos desarrollados, se destaca además la labor de Mac Donald a la hora de transferir su conocimiento y experiencias en forma de novela. Su libro El cansancio de la tierra, publicado en 1980 por el Banco del Chaco, contó con el prólogo del historiador chaqueño Guido Miranda[6], y en sus palabras de agradecimiento el autor  señalaba

No soy escritor. Este relato es simplemente un intento para transferir conocimientos agronómicos fundamentales del carácter universal.

Se ha desechado un lenguaje excluyentemente técnico, eligiéndose, en cambio, una metodología didáctica más bien simple para llegar al lector corriente. Sin embargo, no se han alterado el tratamiento del tema constituyo, en verdad, un auténtico desafío.

Los personajes que intervienen en el relato son reales en su mayor parte. He agregado simplemente una pizca de imaginación, en algunos capítulos, para compensar lo árido que podría resultar el tema de haber sido tratado en otra forma (Mac Donald, 1980, p 9)

Este trabajo muestra lo comprometido de este grupo de expertos en divulgar las técnicas agrícolas pero también aportar un panorama sobre la realidad del campo chaqueño. Particularmente esta novela tenía como protagonista a una familia correntina (Rosa y Pedro) que se había ubicado en tierras fiscales en Machagai. Era monoproductores algodoneros y, ante la crisis algodonera, buscó soluciones con otros colonos, mientras que su único varón estudiaba agronomía, con la expectativa de que una vez graduado trabajara con sus padres en el campo. El final de la novela pondera la visión del gobierno provincial y apunta a demostrar los beneficios que implica el acceso a educación formal: el hijo, ya graduado de agrónomo, tiene a su cargo la chacra familiar, en donde aplica los conocimientos y técnicas aprendidas en la universidad, mientras que sus padres regresaban a Corrientes, a vivir sus últimos años de su vida, con una casa frente al río Paraná. Esta publicación reconstruyó parte de las vivencias del experto (Mac Donald), pero también fue una manera de transmitir las tensiones y dificultades que vivían los colonos en el marco de la crisis del modelo algodonero, así como también introduce las dificultades que implica la compleja tarea del extensionismo. En efecto, un pasaje de la obra refleja las dificultades con las que tropiezan los agricultores frente al excesivo tecnicismo de los agrónomos[7].  Lo cual puede ser interpretado como una crítica a las formas de divulgación impartidas desde el Estado.

Otras formas de difusión llevada adelante por el gobierno, fue mediante los diarios, revistas y la radio, la participación de los agrónomos en estos medios, hizo construir una “voz propia” que le hablaba a la sociedad (Morresi y Vommaro, 2012, p. 15). Las publicaciones de las revistas Agro noticias Chaco Rural y el diario Norte, fueron espacios donde brindaban consejos y apreciaciones sobre los nuevos cultivos. La radio por su parte, en el programa Chaco Rural, emitido en diversas emisoras locales (Lt 5 Radio Chaco de Resistencia, LT 16 Radio Sáenz Peña, LT 43 Radio Mocoví), se difundían orientaciones técnicas para los productores. A su vez, Se realizaban reportajes de interés en donde participaban técnicos, productores y dirigentes sectoriales.

Finalmente, durante estos años se organizaron encuentros académicos y de difusión con técnicos de la provincia. El más relevante fue el Congreso del Gran Chaco Americano en 1980, en donde participaron distintos representantes provinciales y de países limítrofes, principalmente, con el propósito de demostrar cómo la agroindustria en la región posibilitaría el desarrollo. En este congreso tuvieron especial protagonismo los ingenieros agrónomos, al brindar charlas sobre diversos temas desde las características del suelo a las productivas.[8](El Territorio, 27 de septiembre de 1980, p. 4).

En el congreso, los asistentes podían ver y visitar los avances realizados en el Impenetrable Chaqueño, en el marco de la campaña del Oeste. Para ello se programó un viaje desde la ciudad de Resistencia en ómnibus, pero la lluvia lo imposibilitó, debido a las condiciones de los caminos los interesados solo llegaron hasta Juan José Castelli. El resultado de este encuentro, además de la socialización de proyectos, fue la conformación de un consejo permanente constituidos por representantes de Argentina y Paraguay junto con la creación de un banco de datos para centralizar, ordenar y difundir toda la información relativa a la región.

De esta forma las investigaciones, junto con la generación de informes de distintas instituciones tanto nacionales como locales permiten describir un escenario de implementación de diversos cambios y propuestas de innovaciones tecnologías.  Las instituciones provinciales se focalizaron en lograr la difusión de forma territorial y comunicativa, a partir de las vinculaciones y desarrollo del personal técnico, la divulgación y la transferencia a los colonos y la sociedad en general fue realizada a gran escala, esto responde por un lado a la necesidad de modificar las prácticas en el campo, pero también debemos vincularlo como una forma de mostrar al resto de la población los cambios promovidos por el gobierno de facto, en lo que se denominó como “Chaco puede” con las acciones de estos expertos.  

Además de estas prácticas de gobierno por parte de la provincia, analizaremos las acciones en particular del INTA y del instituto de Colonización  que también fomentaron con sus trabajos la modernización del campo.

El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria en el Chaco

Al iniciar el Proceso dictatorial, el INTA fue intervenido y se llevaron adelante operativos de secuestro y desapariciones de personas (Gárgano, 2015, p. 141). En las nueve dependencias del Chaco, los cesanteados fueron 5, quienes trabajaban en la Estación Regional agropecuaria Presidencia Roque Sáenz Peña, mientras que en la Estación Experimental de Las Breñas 1 trabajador fue cesanteado (Resolución 1/76)

La relación del INTA con la provincia se mantuvo, organizándose durante todo el Proceso trabajos de coordinación para tecnificar el campo y lograr lo que establecía como prioridad dentro de las metas: la expansión de la frontera agropecuaria. Se afianzaron los trabajos con los medianos productores y miembros de las cooperativas agrícolas, el gobierno destacaba que desde 1976 se firmaron convenios con cooperativas independientes y afiliadas a cooperativas de segundo grado como Unión de Cooperativas Algodoneras Limitada (UCAL). Las capacitaciones estuvieron enfocadas en la diversificación de cultivos, e incluían la implantación de pasturas y la utilización de herbicidas (que reducía la cantidad de mano de obra requerida para la carpida del campo).

Hacia 1979, el secretario de Asuntos Agropecuarios, Hugo Fragoso, destacaba sobre la relación de la provincia con el INTA:

“La provincia trabaja muy cerca del INTA y tenemos convenios en todos los aspectos porque en lo que se refiere a política tecnológica debemos diferenciar tres aspectos que comprende la tecnología que son la investigación, experimentación y extensión. En lo que trabajamos muy de cerca, principalmente es en lo que se refiere a la experimentación y a la trasferencia tecnológica a nivel de productor, aspecto que en el que tenemos convenios con el INTA y en el que trabajamos juntos” (Diario Norte, 20 de junio de 1979, p. 7).

La coordinación con el gobierno en cuanto al trabajo regularizado podemos comprenderla y analizarla a partir de dos principales políticas, por un lado, a partir de la realización de informes técnicos solicitados. Se destacan los estudios que se vinculan directamente con los planes agrarios, uno de ellos se tituló Planificación Agropecuaria, y fue realizado por expertos de la Estación Experimental de Presidencia Roque Sáenz Peña.

Otros tipos de informes fueron los estudios sobre el suelo chaqueño, que brindaron el conocimiento sobre las características de la tierra de toda la provincia. El ingeniero agrónomo encargado de esta tarea fue Lino Luis Ledesma,[9] quien había iniciado indagaciones sobre este tema en 1970: sus primeras publicaciones fueron en 1973 y resultaron de consulta obligatoria para las oficinas públicas. La trayectoria profesional del agrónomo reconstruye vínculos a nivel nacional e internacional.  En 1979 se publicó un informe junto con un mapa de suelos, titulado Mapa de clasificación por capacidad de uso de las tierras de la Provincia del Chaco. Mediante interpretación de imágenes Landsat, que fue desarrollado a partir del trabajo de campo y las imágenes del satélite. La combinación de ambos dio como resultado una cartografía ilustrativa de las características del campo chaqueño (Diario Norte, 5 de junio de 1979, p. 10). En su análisis, Ledesma destacaba

“En los últimos veinte años, nuevas posibilidades en el uso de las variedades de plantas mejoradas, modernas maquinarias agrícolas y mejores productos agroquímicos permitieron un aumento en la producción, a pesar de mantenerse más o menos estable la superficie bajo cultivo (alrededor del 8% del total de la Provincia). Dado que la disponibilidad de tierras es muy superior, aunque ese 8% sea manejado indebidamente o usando inapropiadamente, no se vislumbra que falte tierra para trabajar en el Chaco” (Ledesma, 1979, p. 3).

Otro informe similar, realizado en 1980, se tituló “Ocupación agropecuaria -Forestal y su zonificación provincial. Mediante la interpretación de Imágenes Landsat”. Este trabajo fue llevado a cabo por dos miembros del Instituto de Ecología, que había creado el gobierno, y un agrónomo del INTA.[10] También en este año se realizó  el “Estudio agroeconómico para la reactivación de la agricultura del Chaco”(1980), que estaba vinculado al plan de la provincia denominado  Proceso de Reorganización Agraria del Chaco(PRACHACO), los encargados fueron ingenieros agrónomos de la Estación de las Breñas y de Presidencia Roque Sáenz Peña. Mientras el PRACHACO describía que iban a aplicarse nuevas formas de cultivo, este informe del INTA explicaba en detalle los modelos productivos empresariales que debían realizarse para capitalizarse y diversificar su producción. Para realizar este estudio, se procedió a realizar una serie de encuestas a productores donde se registraba las características de las formas de trabajo, el suelo, la comercialización de su producción.

La mecanización de los productores se presentaba como una solución a la falta de braceros, que fue una nota recurrente en los diarios locales de la década del 70, esto se debía a las restricciones de circulación que tenían los cosecheros para desplazarse de una provincia a otra, y a las posibilidades de trabajo que tenían estas familias en sus lugares de origen, generalmente en su mayoría precedían de las provincias de Corrientes y Santiago del Estero, y del limítrofe país de Paraguay.  El informe de 1980 del INTA señalaba

“El problema se ha venido agravando con el transcurso del tiempo, debido en parte, a los permanentes procesos de emigración que sufren las áreas rurales del Chaco, como así también las otras provincias proveedoras de mano de obra: Santiago de Estero y Corrientes(…) En la República del Paraguay, el área de cultivos de algodón se encuentra en pleno proceso de expansión; es así que en los últimos cinco años ha triplicado la superficie destinada a dicha actividad, con lo que ha retenido y retendrá gran parte de los cosecheros que habitualmente se trasladan a las provincias del Chaco y Formosa”(INTA, 1980, p. 200).

Bajo ese contexto, la utilización de la cosecha mecánica era vislumbrada como una manera de alcanzar el ordenamiento y la modernización en la chacra. Hacia 1980 se contaba con 58 unidades funcionando en el centro de la provincia, estos se ubicaban en campos con explotaciones mayores a las 300 ha. (Nadal, 1987, p 80). Las estaciones experimentales funcionaron como espacios que promovían la demostración de los beneficios de su utilización y brindaban capacitación a los medianos productores interesados. A su vez, se trabajó de manera conjunta con la concesionaria de Jhon Deere de Presidencia Roque Sáenz Peña, propiedad de Andrés Parra y Cia. El jefe del INTA de Villa Ángela, Agustín Simonella, expresaba:

“Desde hace diez años, en nuestra institución, en Villa Ángela, Sáenz Peña y Las Breñas, se viene trabajando con cosechadoras; incluso con equipo muchos más viejos de los que en este momento están operando en la provincia y desde aquel momento hasta la fecha hemos venido notando un gran progreso (…) la mecanización del agro-continuo diciendo el señor Simonella- no es un capricho. No se trata de sacarle el pan a los cosecheros, esta es una cuestión que necesariamente se tiene que mecanizar porque el problema de la mano de obra, evidentemente es cada vez mayor” (Diario Norte, 14 de junio de 1979, p. 16).

Estos ensayos de demostración fueron presentados por la prensa como un avance en torno a la problemática de braceros y las soluciones que para la modernización agrícola. En forma complementaria, y para lograr que el mayor número posible de agricultores se mecanizaran, se organizó la Cooperativa de Maquinarias Agrícolas, que reunía pequeños productores en Colonia Elisa, coordinada por el ingeniero agrónomo Humberto Nery Sosa, quien se desempeñaba en la Dirección de Extensión Agropecuaria.

Pero estos cambios en torno al trabajo en el campo afectaban a los cosecheros y peones poco calificados. Los informes del INTA señalaban la reconversión de la mano de obra, dado el nivel de adiestramiento que se requería para las labores. En cuanto a los primeros, su labor era suplantada por el uso de las máquinas. Respecto de los segundos, quienes carecían de capacitación, se encontraban con menores posibilidades de poder insertarse frente a tractoristas y operadores de máquinas de cosechadoras, los cuales estaban en mejores condiciones (Nadal, 1987, p. 89).

Al uso de las maquinarias debemos sumarle la utilización de las semillas. Esto fue elemental para los cambios en la producción, sobre todo algodonera. Las semillas INTA 586 y Toba II generadas en las estaciones experimentales eran distribuidas a los productores de la zona. Con estas dos nuevas especies se obtuvo como resultado que la planta de algodón tuviera una floración concentrada en periodos más cortos y adaptadas al uso de la maquinaria, requería menos tiempo de cosecha para quienes no disponían de equipamiento para esa tarea. (Roze, 2017, p. 214).

Acompañada a estas labores, también se destaca la vinculación de la institución con entidades privadas, como por ejemplo con el criadero Norte, con el cual coordinaron experimentos en campos privados donde cultivaron algodón y girasol (Diario Norte, 14 de junio de 1979, p. 16). Similar vinculación tuvo la institución con la empresa Cargill, que llevaba adelante trabajos en campos particulares, probando semillas y técnicas de cultivo

El INTA, además, contaba con expertos que trabajaban junto con los productores en el Impenetrable chaqueño: se registran colaboraciones en campos de Tres Isletas, Juan José Castelli, Fortín Lavalle, Nueva Población, Estancia la Fidelidad, El Pintado y Taco Pozo. Hacia 1980 se contaba con 76 dependencias en toda la provincia del departamento de Recursos Naturales. Se intentaba fortalecer y acompañar a los productores ganaderos y agrícolas de la región. La asistencia técnica de los extensionistas contribuía en la toma de decisiones sobre el uso adecuado y las técnicas más aptas para el suelo.

Quien llevó adelante este trabajo fue la extensionista Sara Máxima Gómez de Bentrón Esquivel, quien interactuó con productores en la zona de Tres Isletas. De sus momentos de trabajo con los agricultores, recuerda que los encuentros en el campo durante la dictadura tenían que anunciarse previamente a la comisaría donde iban a realizarse las reuniones y adelantar los temas a tratar (INTA, 2011, p. 77).

En cuanto a los eventos científicos, se organizaron espacios para lograr la difusión sobre los trabajos de tipo extensionista y de investigación que se encontraban en desarrollo. En 1979 se organizaron las primeras Jornadas Saenzpeñenses sobre el Impenetrable, en cada una de las exposiciones, se destacaba los avances de la colonización del Oeste. Este evento fue demostrativo de los avances en torno al proceso de colonización y desarrollo agrícola de la región.

De esta forma, las relaciones entre el gobierno provincial y el INTA fueron significativas, desde la realización de informes para el gobierno, hasta el trabajo en el territorio. La acción del INTA contribuyó en las transformaciones agrícolas, la asistencia de los expertos y la extensión resultaron fundamentales para lograr la modernización agraria. Estos trabajos fueron realizados en coordinación, como mencionamos, con instituciones de la provincia y, en especial, en el marco de la transformación territorial que se llevó adelante con el Instituto de Colonización.

Mapa N°1: Instituciones en la provincia del Chaco hacia 1981

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Fuente: Elaboración propia con base en la Revista La Chacra (Julio 1972) y Memorias de gobierno 1976-1981.

El Instituto de Colonización de la provincia del Chaco

En 1976 el Instituto, creado en 1972, se encontraba en un proceso de profesionalización, el cual se basó en mejor equipamiento material y la incorporación de recursos humanos. Hacia 1980 había 341 personas trabajando, de las cuales 54 eran profesionales. La repartición había logrado diseñar programas y establecer una dinámica que aceleró el proceso de regularización de la tenencia del suelo.

El director del instituto fue el militar Tte. (R.E) Guillermo Jorge Berry, y sus planes de colonización giraron en torno a dos vertientes: la conquista del Oeste y la regularización de la tenencia del suelo en el centro de la provincia. El primer proyecto permitió ampliar la frontera productiva de la provincia en 4 millones de ha, que iban a ser integradas a la economía provincial. La campaña del Oeste era una nueva versión de la Campaña del Desierto, ocurrida a finales del siglo XIX, representada como un espacio en el que el Estado debía acelerar el poblamiento y regular su ocupación: fue presentada en los medios como la Segunda Colonización.

Hacia 1981 se habían vendido en concurso a 52 personas un total de 201.290 ha, en forma directa por el Instituto de Colonización un total de 218 personas habían obtenido 233.700 ha, mientras que se había logrado entregar en arrendamiento a 141 productores los cuales disponían de un total de 51.004 ha y solamente a la fecha se había escriturado 1 título de propiedad con una superficie de 216 ha (Instituto de Colonización, Departamento Legal, 1981)

En 1980 el gobierno lanzó un programa de acción de terreno para regularizar, mecanizar y modernizar el campo, denominado PRACHACO, este fue coordinado y diseñado desde el Instituto de Colonización. El nuevo plan, que adoptó el nombre impuesto por el proceso a nivel nacional, proponía alcanzar la regularización de la tenencia legal y extender las áreas de cultivo, con la finalidad de poder obtener una mejor producción.

Entre los reparos sobre el plan, se sostenía que un productor en Chaco debía disponer desde 300 ha en adelante para obtener los beneficios de este plan, es decir, se fortalecía el proyecto de promover a una clase media rural que pudiera mecanizarse y tener una demostrable diversificación de la producción. Esto producía una real reorganización de la tenencia, dada la estructura agraria que había caracterizado a la provincia con el monocultivo. Serrano, al iniciar el PRACHACO, destacaba:

“El Chaco no debe tener el 86% de sus agricultores con menos de 100 ha. No es bueno para él ni par su familia. Por ello, hemos creado las condiciones para hacer accesible el Proceso de Reorganización del Agro; pero la decisión debe partir de cada uno de los hombres que trabajan la generosa tierra chaqueña. Este es el Chaco Agrario del año 2000 que esperamos concretar” (Provincia del Chaco. Memoria de la acción de gobierno 1976-1981, 1981, p. 97).

A los grandes productores, con explotaciones de más de 500 ha (los cuales representaban menos de 200 productores en la provincia) se les ofrecía un Plan Tecnológico, implicaba la asistencia y asesoramiento técnico obligatoria con ingenieros agrónomos de las cooperativas o del INTA.  El gobierno, además, proponía que se constituyan Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (grupos CREA) desde los agricultores de la provincia, para fomentar paquetes y planes de desarrollo, tomando como ejemplo las experiencias que se registran en la región pampeana, en especial en la provincia de la Pampa, en donde hacia 1980, se contaban con experiencias en donde el gobierno oriento hacia el sector privado el asesoramiento técnico, con la finalidad de lograr la reducción del peso de algunas agencias estatales( Martocci,2020  p 159)

También se tenía pronosticado un plan de medidas para apoyar a los agricultores en la adquisición de semillas, en maquinarias, en la amortización de las deudas con el fisco. Se había identificado que un total de 14435 productores (hasta 400 ha), distribuidos en distintos puntos de la provincia, tenían una deuda total promedio de $ 356.000. Quienes más desfavorecidos se presentaban en esta realidad eran los productores algodoneros.  (Larramendy 1980, p. 29)

El resultado del PRACHACO se tradujo en un éxodo de 2793 pequeños productores quienes vendieron sus lotes dada la incapacidad para abordar las deudas con el Estado (Roze, 2007, p. 224). La modificación del campo algodonero por uno de cultivo intensivo se afianzaba conllevando su transformación por un modelo agrícola-empresarial. Nadal describe las principales características: “un crecimiento desequilibrado del sector agropecuario en detrimento del pequeño y mediano productor, sobre todo de las áreas marginales, la descapitalización de los mismos y un endeudamiento acelerado” (1987, p. 63). En lo que se refiere a los colonos algodoneros, la expulsión de los mismos con estas políticas se intensificó y no logró subsanar el proceso de emigración de campesinos hacia los grandes centros urbanos.  

Con los planes ejecutados, se avanzó en la difusión de las tecnologías y, sobre todo, en la colonización del territorio, esto enmarcado en las medidas propuestas a nivel regional y que tenían un objetivo geoestratégico ocupando las tierras fiscales. La aplicación del PRACHACO logró afianzar a los medianos y grandes productores, los cuales se diversificaron y lograron tecnificarse. Como lo hemos analizado, esto se vincula también con las tareas desarrolladas por el INTA.

Al final del PRN, los cambios en la provincia marcaron las prioridades del gobierno democrático, desde atender la situación de los monoproductores hasta la fomentar la continuidad de la explotación y favorecer el estudio del Impenetrable chaqueño. Las diversas acciones de estos años nos permiten reflexionar sobre el trabajo en conjunto y la planificación, que, de manera progresiva, favorecieron la transformación del territorio.

Consideraciones finales

Durante los años del Proceso, en la provincia del Chaco las políticas de expansión de la frontera agraria y colonización demandaron un esfuerzo de coordinación por parte de distintas reparticiones públicas locales y nacionales, en el marco de las iniciativas públicas para diversificar la producción agrícola. Esto implicó una ruptura en cuanto al acompañamiento de las medidas sociales y económicas dirigidas a los pequeños productores, tales acciones en adelante estuvieron direccionadas en afianzar a los sectores medios y grandes, con líneas de crédito y apoyo tecnológico a través de las distintas agencias estatales.

En este sentido, la modernización agraria implicó aplicar y transferir experiencias y conocimientos, generados desde el Estado desde sus agencias, hacia los sectores medios del campo para lograr los objetivos propuestos. Estas iniciativas fueron complementadas con obras públicas para el desarrollo territorial, como la creación de colonias, rutas y acueductos, entre otras acciones.

En concreto, el trabajo de extensión permitió la difusión ampliada de ideas y de propuestas de desarrollo tecnológico entre productores de distintos puntos de la provincia. En relación con esto, los ingenieros agrónomos y técnicos rurales de las distintas dependencias del Estado provincial y nacional, en especial la Dirección de Extensión y el INTA con sus extensionistas cumplieron un rol distintivo. Los medios masivos de comunicación de la provincia, en particular, diarios y radios difundieron consejos para mejorar el rendimiento en cada campo. Asimismo, las demostraciones organizadas por el INTA con empresas privadas sobre el funcionamiento de la maquinaria permitieron extender la difusión en los sectores rurales.

Finalmente, otro espacio relevante fueron los encuentros de especialistas, dirigentes y productores para el debate sobre las problemáticas del sector y presentar las novedades tecnológicas, durante estos años los eventos referidos al Impenetrable organizados por la provincia y por el INTA, reconstruyen la relevancia del mismo.

Por este motivo, la práctica estatal durante estos años para el campo chaqueño se caracterizó por los grandes planes de colonización y expansión agrícola, en conjunto con las labores de expertos y especialistas que trabajaron de forma coordinada para lograr la innovación del agro. El final de la dictadura dejó como escenario con una parte del campo, más diversificado, moderno y reorganizado en cuanto a los sujetos agrarios.

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Recibido: 18/04/2022

Evaluado: 30/05/2022

Versión Final: 15/07/2022

páginas / año 15 – n° 37/ ISSN 1851-992X /2023                             


[1] Agradezco la atenta lectura y observaciones de la Dra Florencia Rodríguez Vázquez y el Dr Federico Martocci junto con los/as investigadores que han hecho sugerencias y comentarios sobre el mismo.

[2] Durante el gobierno de Facundo Serrano la represión, tortura y desaparición de militantes fue intensa y fue llevada adelante por la policía provincial en coordinación con fuerzas federales. El caso emblemático fue la Masacre de Margarita Belén, en diciembre de 1976 cuando fueron fusilados 22 presos políticos. De acuerdo a las investigaciones de la Comisión Provincial por la Memoria de la provincia, la dictadura causó el asesinato/desaparición de 138 personas vinculadas a la población del Chaco, 29 mujeres y 110 hombres, integran este registro, donde consta que 22 fueron asesinados y 116 detenidos y desaparecidos. Los principales centros de detención y tortura funcionaron en las instalaciones de la Brigada de Investigaciones de la policía provincial del Chaco, en calle Juan B. Justo entre (1974-1975) y después se trasladó a Marcelo T. de Alvear n° 32 (1976-1978). Otros lugares que se reconocen como centros clandestinos de tortura fueron la Alcaidía Policial, la Prisión Regional del Norte Unidad 7 y el Regimiento de la Liguria en la Avenida 9 de Julio.

[3]  Serrano sostenía que la misma resumía el espíritu chaqueño. “ El espíritu del Chaco, que es fuerte, que es capaz, que vence sus dificultades y va a superar cualquier adversidad. Esto, que es condición innata de sus problemas, hacen del Chaco una provincia que puede lograr todos sus objetivos” ( Ya,  1980, p. 11)

[4] El Impenetrable como región del Gran Chaco Argentino es un área boscosa que comprende una superficie aproximada de siete millones de hectáreas y se expande por las provincias de Chaco, Formosa, Salta y Santiago del Estero. En la provincia de Chaco, se localiza en los departamentos de Almirante Brown y General Güemes al oeste provincial.

[5] El INTA, creado en 1956, proponía revitalizar las prácticas de investigación y la extensión en las distintas regiones del país. En Chaco, las dependencias se ubicaron en las Estaciones Experimentales dependientes del Ministerio de Agricultura.  El CFI se inauguró en 1959 con el objetivo de brindar herramientas teóricas y de planificación para el desarrollo de las obras públicas. Se partía de una visión del Estado como promotor y diseñador de políticas públicas a través de diferentes profesionales. Desde su año de creación, el CFI desempeñó diferentes acciones coordinadas con el poder ejecutivo de la provincia. (Almirón 2019) El IICA funcionó desde 1942 su sede se estableció en Costa Rica. Los países miembros interactuaban con la coordinación de la institución a fin de promover y establecer redes de contacto, proyectos y vinculaciones de expertos. 

[6] Guido Miranda (1912-1994) nació en Vera (Santa Fe), llego al Territorio Nacional del Chaco en 1924.  fue maestro Normal Nacional y desarrollo en Chaco una prolífica actividad intelectual: Periodista, historiador, sociólogo. Se ha destacado por su actividad literaria y periodística, ha sido redactor y director de diferentes medios gráficos. Una de sus obras con mayor difusión fue Tres Ciclos Chaqueños.

[7] El hijo, estudiante y agrónomo, Joaquín para Mac Donald, señala en algunos diálogos, parte de las dificultades que se encontraba para difundir y realizar la extensión en los campos. En un dialogo con su hermana, describe: “Es verdad, hermana. Si te sientas y cebas mates un rato te voy a explicar algo de lo que te interesa descubrir. En estas libretas se esconde en verdad un mundo prestigioso. Toda una ciencia. La ignorancia de esta ciencia se paga muy caro. Todo el Chaco ya ha pagado un precio muy elevado por desconocerla (…) Te acordas entonces que el Profesor Morán decía que era muy importante o mejor dicho, fundamental, estudiar los efectos que los productos biológicos de la descomposición aerobia ejercen sobre él… Para Joaquín, para dijo, Rosita, casi indignada. No entiendo una jota. Descomposición aerobia… pero qué diablos es eso! Como querés que te entiendan si hablas así. En esa forma nadie te va a entender y mucho menos los colonos”.  (Mac Donald, 1980, p 80)

[8] Los expertos que participaron de este evento fueron Vicenta Torcassso, José Tinto, Carlos Ravia Toledo, Juan Carlos León.

[9]Nació en 1933, egresó como ingeniero agrónomo en 1969, se desempeñó en agencias experimentales de la provincia del Chaco. En cuanto su formación de posgrado, realizó estudios en Estados Unidos a través de las relaciones con técnicos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura(FAO) y realizó una maestría en Morfología, génesis y clasificación de suelos. Fue decano de la facultad de Ciencias Agrarias de la UNNE entre 1975 y marzo de 1976, cuando la casa de altos estudios fue intervenida militarmente. Entre 1987 y 1989 se desempeñó como ministro de agricultura y ganadería en la provincia del Chaco. Fue distinguido con premios y homenajes por sus pares en distintas instituciones académicas nacionales y provinciales. Se jubiló en 2001 en el INTA (INTA, 2011)

[10] El trabajo consistió en analizar las imágenes tomadas, determinándose las áreas agrícolas, las que fueron relacionadas con el material aerofotográfico de una serie de años. Como resultado, se actualizó la superficie cultivada en cada área.