Fabián Herrero

Voluntarismo revolucionario y racionalidad política. Un caso en Entre Ríos hacia 1830

Revolutionary voluntaryism and political rationality. A case in Entre Ríos around 1830

Fabián Herrero

                   Instituto Ravignani,

Universidad de Buenos Aires,

 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas,

Universidad Autónoma de Entre Ríos (Argentina)

herrerofab@gmail.com

Resumen

Las décadas de 1810 y 1820 son conocidas bajo el signo de la “anarquía entrerriana”. La historiografía del periodo ha mencionado, pero no analizado suficientemente esas recurrentes alteraciones de poder. El presente trabajo explora, en particular, aspectos ligados a la organización de la irrupción militar producida en noviembre de 1830, completando otros estudios que hemos escrito sobre este episodio. Como sucede en otros casos parecidos, he tratado de mostrar, a modo de hipótesis, que se presenta una combinación de racionalidad política y de voluntarismo. Su particularidad es que, en esa combinación, el último aspecto resulta predominante. En esta línea, importa comprender, los elementos que hacen a la organización del movimiento, entre otros, qué recursos emplean, como se comunican, qué dificultades se presentan. Las fuentes utilizadas son variadas. Las principales son el intercambio epistolar entre los revolucionarios y los fondos de gobierno del Archivo de la provincia de Entre Ríos y el fondo Urquiza del Archivo General de la Nación.

Palabras Clave

Entre Ríos; siglo XIX; voluntarismo; racionalidad política.

Abstract

The dissemination of technically based farming knowledge was one priority of the National Agricultural Ministry, solidified through the creation of Regional Agronomy Offices to meet the different regional demands across the country. Particularly, implementing an outreach system required the strategical partnership with the railroad companies to broaden the scope of the service, both in terms of extension and potential recipients. This article is intended to explore the first discussions on the Regional Agronomy network and the scale of implementation reached thanks to the railroad's support, in the cases of Tucumán, Mendoza, and La Pampa.

Keywords

Entre Ríos; XIX century; voluntarism; political rationality.

Introducción

Distintos y variados acontecimientos disruptivos se suceden en territorio entrerriano a comienzos de la década de 1830. En rigor, en noviembre de este último año, un movimiento militar encabezado por Ricardo López Jordán derroca al gobernador León Sola. Su fracaso no es definitivo. No lo es porque, entre los meses de febrero y marzo de 1831, surge un movimiento conspirativo con algunos de los protagonistas del episodio anterior (López Jordán, los hermanos Urquiza, entre otros). Finalmente, un tercer momento de anormalidad institucional es generado, en julio de ese año, por Pedro Espino. El hecho, resulta exitoso en el desplazamiento del gobierno provisorio, pero su experiencia de poder provincial solo dura hasta diciembre de ese año.

La intención principal de este trabajo es analizar el primer episodio disruptivo, noviembre de 1830, en sus formas organizativas y de comunicación. En este sentido, resulta útil aclarar que se trata de un eslabón más de una investigación mayor. He escrito varios artículos: sobre cómo calificar el acontecimiento, quienes son los sujetos, su matriz ideológica y los motivos de su derrota (Herrero, 2021a); sobre qué rol cumple el congreso provincial antes, durante y después de la revolución (Herrero, 2021b; 2022) y, finalmente, la experiencia de gobierno de Pedro Barrenechea luego de la revolución de noviembre, como un intento de una administración provisoria que intenta, en base a profundas reformas, romper el nudo de los gobiernos efímeros. (Herrero, 2020). De este modo, analizar las formas de organización y de comunicación de este episodio disruptivo completa de alguna manera nuestra investigación sobre la revolución de 1830.

Varios hechos sustantivos nos advierten sobre su importancia: los tres movimientos de cambio de gobierno son derrotados, ese ciclo de revueltas se cierra con la asunción al poder de Pascual Echague, quien por primera vez luego de la revolución de 1810, mantiene una serie de administraciones, con relativa estabilidad, hasta los comienzos de la década de 1840. Es de notar, en segundo término, que, en los dos primeros sucesos señalados, en el bando de los vencidos, participa Justo José de Urquiza. Estamos, por cierto, en un ciclo negativo del futuro líder de la provincia, que, si bien no es desconocido, sí, en cambio, no ha sido suficientemente estudiado. No tengo duda, que resulta un hecho importante a la hora de evaluar su trayectoria y, sobre todo, sus experiencias y lógicas de poder.  También es necesario destacar, en tercer lugar, que la Liga del Litoral tiene algún tipo de participación en los tres sucesos. La impronta política de carácter “interprovincial”, juega un papel en estos acontecimientos donde se cruzan las tramas de poder en escala local e interprovincial. Para poder entender el acontecimiento que aquí analizo, es necesario emplear una forma narrativa que haga posible hacer ver sus elementos generales, los cuales, estoy cada vez más convencido, permiten establecer conjeturas más precisas.

Son pocas las menciones sobre estos episodios disruptivos. Un trabajo particular, es el que escribe Juan José Segura a fines en la década de 1960. Su hipótesis tiene un doble recorrido. Califica al acontecimiento como “una “revolución entrerriana”, no obstante, aclara que, como “las directivas, los fondos y algunos participantes eran unitarios, la designaremos también “invasión unitaria de 1830-1831”. (Segura, 1966-67, 153) Su estudio, en efecto, intenta reconstruir los hechos a partir de distintas fuentes del archivo de Entre Ríos y, tiene como principal objetivo, desmentir algunas afirmaciones vertidas por la historiografía provincial. Particularmente, la actuación de Urquiza, sobre todo, aquellas cuestiones que cree inexactas cómo por ejemplo el lugar de su detención y posterior prisión. Se puede destacar también, tres estudios donde se intenta describir, de modo muy sugestivo, por otra parte, algunas acciones producidas por López Jordán y Pedro Espino, protagonistas de los hechos revolucionarios (Quesada, 1969-1971; Bourlot, R. I, 2007; Capdevila, J. D. 2007)

Resultan valiosas algunas historias generales del periodo, donde se trata de ubicar a la revolución de López Jordán en el marco de la disputa entre la liga federal y la liga del interior (Barba, 1982; Busaniche, 1984; Halperin, 1993).

Es de notar, que hay referencias valiosas sobre el periodo en distintas obras de testigos y viajeros (Cuyas, 1888, Lacasa, 1973; Beaumont, 1957, Paz, 1957) Con relación a la economía y la sociedad, se ha avanzado sobre algunas cuestiones vinculadas a la producción, las finanzas públicas y el comercio (Djenderedjian, Julio, 2002; Schmit, 2004; Tedeschi, 2021; Camarda, 2021). Otros trabajos ponen el foco de análisis sobre algunos temas que vinculan la historia política y militar (Tedeschi, 2015; Kozul, 2016) La relación importante entre los comandantes y las practicas judiciales ha sido indagada recientemente. (Pressel, 2021). Se ha comenzado a reflexionar, en una mirada integradora, sobre la participación popular en la región que incluye a Entre Ríos (Fradkin, 2013). También con una mirada similar, se ha analizado a las facciones y las identidades en Entre Ríos con relación al contexto interprovincial (Herrero, 2021). Distinto es el caso de López Jordán (hijo) en la segunda mitad del siglo XIX, donde puede leerse con mucha utilidad artículos que lo exploran desde perspectivas diferentes. (Bressan, 2019; Pérez, 2021)

No puede resultar extraño, entonces, que la historiografía sobre la provincia de Entre Ríos analice el acontecimiento desde una perspectiva general. Han destacado que estos sucesos constituyen un eslabón más de lo que denominan, no sin razón, período de anarquía entrerriana, ya que consideran que se trata de gobiernos e intentos de revolución protagonizados por “caudillejos” locales. En este sentido, advierten sobre la tensión casi permanente de carácter regional entre las zonas de Paraná y de Uruguay. En el caso particular que aquí analizo se sostiene que se trata de un fenómeno revolucionario abrupto y rápido. Al mismo tiempo, afirman que el gobierno de López Jordán fracasa porque no tiene el apoyo ni de Santa Fe ni de Buenos Aires (Martínez, 1910; Bosch, 1978, Cuyas, 1888).

El objetivo de este trabajo es tratar de conocer cuales son las formas en las que se organiza la revolución de 1830 en Entre Ríos, y cuales, además, son las formas de comunicación tanto de los revolucionarios como las del gobierno con respecto a su preparación e irrupción. Interesa también comprender, los elementos que hacen a la organización del movimiento, entre otros, qué recursos emplean, como se comunican, qué dificultades se presentan. Los problemas que se presentan aquí son habituales en este tipo de episodios, en particular, pongo el foco de indagación en las formas ligadas a la racionalidad política y al voluntarismo. Nuestra intención es tratar de conocer si ellas funcionan también aquí, pero, sobre todo, si hay una mezcla entre una y otra, si una sola es la que emerge, o bien si se advierten ambas, pero en distinta proporción.

1.Organizar una revolución

Recurso del imaginario: voluntarismo en la acción y ganar tiempo

Es posible señalar cómo algunos actores en sus actitudes y percepciones, presentan una doble línea estratégica que denomino voluntarismo en la acción y ganar tiempo. La primera, alude a qué algunos revolucionarios depositan una cuota importante de triunfo en la acción misma. No hay, dicen, que planificar mucho ni pensar en aliados firmes, sino que, todo lo deseado, se conseguirá luego de la victoria del movimiento. La segunda, vinculada estrechamente a la primera, remite a la creencia del ritmo que debe imponerse a las acciones. Esto es, si debe acelerarse las acciones en procura de llegar a la meta propuesta o bien si se debe demorar las acciones, en cuanto se considera que aún no es hora de actuar.

Tanto la idea de voluntarismo en la acción como la de ganar tiempo, descansan en una doble creencia de fondo. Por un lado, lo que Georges Balandier define como recurso de lo imaginario, que no es otra cosa que la “convocatoria a un porvenir en el que lo inevitable traerá consigo mejoras para la mayoría de los súbditos”. Es justamente en este punto que puede entenderse la metáfora de que “las luces de escena del futuro iluminan el presente” (Balandier, 1994, 19). Y, por otro lado, lo que Todorov resume en la expresión estrategia finalista de interpretación (Todorov, 2008), basada en un argumento de autoridad, de verdad. El que habla sabe (o desea hacer creer) desde el inicio lo que va a encontrar, en nuestro caso, la fe ciega en la acción por la acción misma, y el poder que deposita en ganar tiempo.

En esta precisa línea, Salvador María Del Carril le señala a Martiniano Chilavert, “estando usted allá es bastante.” Y luego afirma, “hoy lo que conviene es obrar mucho y consultar poco; obrar con actividad y ganar en tiempo”, ya que “como todo es de ejecución, unos sucesos echan tierra a otros y los buenos tapan los malos.”[1]Lo sobresaliente, entonces, es la acción misma, por este motivo sostiene, “salten ustedes” porque “hay un voto enérgico, y no me digan que plata y que gente porque el suceso nos abrirá las bolsas y nos conquistará los ánimos”.  Y concluye, “adelante, pues. Basta de chasque, que con pocos más sabrá todo el mundo lo que está oculto”.[2] (subrayado mío)

Resulta del todo pertinente, que nos detengamos en varias de las cuestiones sustantivas señaladas. El voluntarismo, entonces, se expresa en la fe casi ciega en la acción, ya que a sus ojos los propios hechos por si solos ordenaran la situación, habrá recursos económicos y se elevará el sentimiento de los involucrados en procura de los objetivos de la causa.

La expresión ganar tiempo, va unido a la idea de la fe ciega en la acción, hay que acelerar el tiempo para lograr el fin deseado. Esto es, haciendo una revolución en Entre Ríos es posible que lo que se pide ahora, dinero y apoyos, se consiga con el triunfo y lo que ella trae aparejado.

Esta expresión adquiere otro significado luego de la revolución, con la circulación de rumores y la descripción de un diagnóstico de la situación. Desde la trinchera de la Banda Oriental se tiene la percepción que Buenos Aires no es un problema para los sublevados y que el líder de la Liga del Interior ya está avisado de la situación en Entre Ríos. “En Buenos Aires amainan. Quieren paz; mandan una comisión compuesta de Castro, Guido y Larrea a Córdoba”. Inmediatamente afirma, “quieren con esto ganar tiempo; no sacarán nada. Se ha dado cuenta del movimiento del Entre Ríos al general Paz, y se le insta a ponerse en acción.”[3] (subrayado mío)

Al mismo tiempo, hay otros datos que contradicen lo que afirman. Aún, en efecto, se tiene la percepción de que Sola tiene injerencia. “Don Mateo García ha ido diciendo a Buenos Aires que la mitad de la provincia está con Solá, y que él se iba allá porque no lo crean comprometido”. Posteriormente, aclara, “manda a Sola de Buenos Aires un buque con armamentos, y preparan una escuadrilla para el Paraná al mando de Menón. Rosales vendrá de acá a dos días y lo despacharemos contra ella”.[4]

Como se ve, en plena revolución, a los ojos de los revolucionarios en el poder, ganar tiempo cobra otro sentido. Son los adversarios los que la emplean, ahora ganar tiempo significa demorar las acciones, en cuanto no tienen suficiente fuerza para enfrentar a los revolucionarios. En este punto, hay aquí también un diagnostico exagerado. Como se ha mostrado en otro trabajo, en Córdoba se presentan problemas en el orden local y, Buenos Aires, esta consolidado en el plano domestico a partir de una nueva alianza conformada por sectores rosistas y dorreguistas (Herrero, 2021a).

Llegados a este punto, resulta oportuno destacar que los ingredientes señalados en esta estrategia forman parte de la cultura política del periodo. La hemos advertido por ejemplo en la Convención Nacional de Santa Fe. En ese caso, ganar tiempo es tratar de demorarlo. Por este motivo, se pretende lograr que haya elecciones y luego se decida qué hacer, con la intención que, en ese periodo donde hay que volver a votar y elegir funcionarios, en esa demora, pueda cambiar el escenario, y se logre producir finalmente un cambio de rumbo político (Herrero, 2021).

Voto enérgico. Esta creencia, señalada más arriba, también forma parte de la política. Es la creencia de que los que apoyan la revolución son muchos, o bien todo el pueblo. Este tipo de afirmaciones las hemos advertido en otros casos de movimientos revolucionarios (Herrero, 2012). Es una lógica que trasciende el periodo aquí estudiado. En un excelente libro sobre las manifestaciones públicas se ha señalado a este ingrediente como fundamental a la hora de protestar o hacer política. Los que protestan deben mostrar en su discurso una amplia representatividad, más allá de que sea o no del todo real (Fillieule-Tartakowsky, 2015).

Otra idea ya mencionada es señalar lo que se supone esta invisibilizado. “Todo el mundo sabrá lo que esta oculto”, la idea de lo que emerge, se supone invisibilizado, es parte de la cultura rioplatense. Los casos históricos más conocidos, son la asonada de 1809, donde en la escena se disputan el poder el Cabildo de Buenos Aires y el Virrey, pero en definitiva quien decide cual es el rumbo a seguir (en este caso el apoyo al virrey cuestionado) es Saavedra, jefe de las milicias. Tanto es así que, es el único actor, que puede mover la palanca de la revolución un año después. El otro caso relevante, es el de Artigas, en 1812, quien, como se sabe, toma su poder en la campaña de la Banda Oriental, espacio que no podía disputar poder con Montevideo, donde se suponía estaba hasta allí el único espacio de poder político. Estos ejemplos, muestran que aquello que se supone no esta a la vista, sí puede estar o hacerse ver, si se mueven los actores en ese sentido.

Ese voluntarismo, en efecto, muestra de algún modo sus límites cuando se advierten tensiones o desacuerdos.  Ellos se presentan en distintos momentos del curso de la revolución, hay, digamos, ritmos de cambio. La racionalidad política está en tensión cuando se advierte desacuerdos, reclamos, quejas.

“Hay hombres que nunca ven sino lo que vieron, sin advertir que los sucesos siguen su carrera invariable”. Tensiones, desacuerdos 

El movimiento revolucionario tiene distintos grupos de apoyo. El principal es el que hace la revolución. Son los militares más importantes del Uruguay (López Jordán, los hermanos Urquiza, Espino, entre otros). Otros grupos y actores participan de distinto modo. Los que adhieren a Lavalle, a Fructuoso Rivera (Herrero, 2021). Este contingente, como señalé ya, es heterogéneo, no es compacto. Tiene tensiones, desacuerdos, en los cuales se puede advertir ritmos de cambio.

Un primer momento, es lo que sucede antes que emerja el acontecimiento. Se presentan distintos puntos de vista en cuanto a cómo actuar y, al mismo tiempo, se destaca que las tareas que se realizan resultan excesivas. Por este motivo, Del Carril señala que “Don Ricardo (alude a López Jordán) me dice que vaya a situarme en Paysandú o Chain para aconsejarle. No lo veo absolutamente necesario por ahora”. Y luego, aclara, “mucho más cuando usted sabe que todo lo he de hacer acá.”[5]

Puede determinarse un segundo momento, cuando ya se produjo la revolución. Del carril es parte de la organización y cumple diversas funciones. En este sentido, espera ordenes, y se pone a disposición para lo que sea necesario. De este modo sostiene, “espero sus avisos y recoger mis hombres y mis recursos para marchar si soy necesario”. Luego señala, “si me quieren entender, y si usted calcula que nos podremos entender con los nuestros y con los extraños”.[6] Los que militan por la alteración del poder en Entre Ríos no son un grupo homogéneo. Es lo que se puede advertir con la idea de “un nosotros y los extraños”.

En la misma carta de Del Carril, se hace notar como los emigrados en la Banda Oriental no se muestran como un espacio sin fisuras. La carta da por supuesto que hay malestar y quejas hacia adentro de las filas de los emigrados en la Banda Oriental “¡Que se queja Maciel! Haga usted entender a ese y a todos los emigrados que su deber es sufrir con resignación y trabajar con constancia”, e inmediatamente aclara, “llenar cada uno las obligaciones de su puesto y no mezclarse con atrevimiento y audacia en las cosas que no les corresponde ni pueden tocarlas. El que así no lo hiciere, que se mude.”[7](Subrayado mío) Si se actúa como un revolucionario va de suyo que se aceptan determinadas condiciones de vida: obligaciones, constancia, sacrificio. Todas ellas son ingredientes típicos de los actos revolucionarios (Todorov, 2004).

Se supone que se trata de un mensaje que le envía Maciel a Lavalle. En ella es posible advertir como nuevamente pone de relieve el tema de las emociones, su enojo. Así afirma, al “Querido amigo: acompaño (bajo la mayor reserva para usted y Olavarría) copia de la carta célebre que dirigió Maciel a don Juan; usted que está instruido de las cosas, sabrá si ella me ha dado un rato de mal humor”.[8]

El tema es considerado grave en cuanto la actitud de Maciel supone desavenencias con las autoridades de Entre Ríos, lo cual puede traer consecuencias entre la población y los revolucionarios.

“Pero son muy graves las consecuencias que yo deduzco de esta carta. Ud. percibirá que este hombre funesto ha propagado todas esas picardías con los S. S. del Entre Ríos que no tienen motivo de conocernos; usted calculará cuánto van a decir y a obrar sobre la moral de los amigos y subalternos esas especies, en medio de que en ningunas circunstancias necesitamos de más orden y regularidad. En fin, no estaré contento mientras que usted no desvanezca las impresiones que Maciel haya hecho de nuestros amigos, y mientras que Olavarría y usted, indagando la causa del desorden que asoma entre nuestros subalternos, no las desarraiguen a cualquiera costa mándennos al díscolo, cualquiera que sea, con el primer pretexto que les parezca.” [9]

“Ud. calculara”, como en otras cartas, se apela a la racionalidad política, a especular qué es lo que más adecuado para hacer. Los resultados negativos repercuten en el ánimo de los propios: “la moral de los amigos y subalternos”. La apelación como premisa, es la acción de “orden y regularidad”. Ya alerta sobre el desorden en los subalternos y la necesidad de que ello “desaparezca”, esto es, resulta vital para el curso de la revolución. En los momentos en que López Jordán se supone tiene contralada la revolución, se advierte desorden y falta de disciplina entre los propios. En esta línea, puede proponerse a modo de conjetura, que el fracaso de la revolución no es exclusivo de la injerencia de Santa Fe y Buenos Aires, sino que también juega un papel la maquinaria organizativa y los vínculos del grupo revolucionario.

Hay desconfianza entre los que apoyan en la Banda Oriental y los que hicieron el movimiento disruptivo, cuando ya ha estallado el conflicto. La creencia del voluntarismo muestra aquí sus tensiones, una vez hecha la revolución, no se puede prometer sobre un futuro concreto, sino que las cosas “están sucediendo” y lo que sucede muestra problemas que se convierten en reclamos. En este preciso sentido, sigamos leyendo a Del Carril.

“Los amigos del Entre Ríos no tienen ninguna razón para quejarse de nosotros; es menester hacerles entender que los hemos servido aun más de lo que nos han pedido, y que los sacrificios que hacemos realmente nos cuestan todos los esfuerzos de que somos capaces; no podemos más; pero esto no debe perjudicar nuestra buena fe y seria una ingratitud que ellos nos negasen los servicios que tan justamente esperamos. No están en aptitud de contestarlos con nuestras riquezas ahora.”[10] (subrayado mío)

Da por sentado la existencia de malestar entre los entrerrianos que participan de la revolución y los emigrados. La percepción, por parte de estos últimos, es que los entrerrianos no estarían valorando el esfuerzo que los emigrados suponen están haciendo. El sentimiento que emerge es el de ingratitud.

Un tema recurrente en este tipo de episodios políticos son los rumores mal fundados, los cuales afectan la marcha de las acciones.

“A propósito de don Frutos (Rivera): ha dicho que si don Ricardo se coloca en el gobierno la influencia será de García y tras de éste de Echandía, a quien dice que escucha como un oráculo. Por esta parte han concebido nuestros amigos de Montevideo recelillos. Será bueno que usted sepa manejarse convenientemente para desmentir y desvanecer estas impresiones viejas que conservan los historiadores del Entre Ríos. Hay hombres que nunca ven sino lo que vieron, sin advertir que los sucesos siguen su carrera invariable, sin acordarse de que las personas quedan atrás, si no vuelan con la misma rapidez que ellos.” [11]

El orden de los sentimientos tiene un cambio de ritmo, si antes de la revolución, las emociones están puestas en la esperanza, en plena revolución, con las tensiones entre los grupos, aparece el enojo y la ingratitud.

Estrategia en plena revolución: cómo actuar con los propios

Del carril da instrucciones sobre qué debe hacer Chilavert en Entre Ríos en pleno alzamiento militar.

Hable usted a don Ricardo, Espino, Felipillo, Urquiza, etc, etc, en mi nombre, y hábleme de ellos extensamente; llévese bien con Olavarría y dígale a usted de acuerdo en todo y para todo: llenen ustedes mis instrucciones, y háganse cargo de los objetos: que sean 100, 50, cualquier número; pero que sean en este caso como la lumbrera de la esperanza, por el orden, regularidad subordinación, etc, etc….que se despliegue, dando el ejemplo los jefes; avíseme a este respecto las menores cosas; mire usted, amigo, que en las milicias sucede como en las religiones; con tal que haya entusiasmo y se sepa mantener, la más austera hace mas prosélito. Adiós, amigo: su affmo. (firma) [12]

Uno de los jefes de los emigrados pide que haya comunicación directa con los principales militares de la revolución, pone el acento en una consigna que, como se ha visto ya, resulta clave para el éxito, disciplina, regularidad, subordinación. En este punto, no hace más que señalar los requisitos esenciales no solo de la tropa en general sino también de los jefes. Requisitos típicos del elenco revolucionario. (Todorov, 2004; Todd, 2000). En este marco, si bien se apunta a aspectos de racionalidad política concluye con un ingrediente que vuelve a introducir el voluntarismo, al señalar la importancia del entusiasmo y sus consecuencias.

En esta misma carta se describe a los sujetos que debería surgir de la revolución. La idea, en el caso de los allegados a Lavalle, es no ser complacientes con aquellos que estaban con Sola, como Barrenechea.

“P:S. Añada usted al párrafo a propósito, que el hombre ha insinuado que es necesario introducir en el Entre Ríos gente nueva. un cáncamo para él: esto quiere decir que B….(Barrenechea), pero un demonio, don Ricardo y don Ricardo (Reservadísimo)” [13]

Como se ve, no solo se alude a lo que hay que hacer sino también a aquello que no debe realizarse. “Dígame cómo han recibido a Olavarría, y cómo va la guardia de honor de Ramírez”.[14] 

En suma, se advierte que hay una intención de establecer líneas de acción de acuerdo a aspectos vinculados a la racionalidad política, sin embargo, ellos se combinan con otros ligados al voluntarismo. Se intenta, al mismo tiempo, definir a los sujetos deseables del nuevo proceso político.

2. “La necesidad del dinero como principal elemento.” Recaudar y distribuir recursos económicos

Los trabajos que han analizado revoluciones, conspiraciones o alteraciones de poder han señalado que el dinero es visto como un aspecto clave para su realización y, sobre todo, para su éxito (Todd, 2000; Tilly, 2000). Importa conocer, en efecto, quienes aportan, como se distribuye, quienes son los que lo reclaman. Hemos detectado, durante todo el proceso de la revolución, ritmos de cambio al respecto.

Quienes aportan

Los principales recursos económicos provienen de distintos grupos. Juan José Segura, afirma que Pedro Lacasa, hombre de Lavalle, señala que fue justamente él quien mandó a Chilabert y al teniente coronel Maciel para que, de acuerdo con Joaquín Hornos, su agente en Entre Ríos, preparen los medios con que se debía obrar el cambio de poder de esta provincia. (Segura, 1967) El envío de los comisionados se verificó en octubre (Lacasa, 1973). Esto es, en los momentos previos a la irrupción militar.

El General Tomas Iriarte, por su lado, sostuvo que los gastos de la empresa fueron absolutamente costeados por el general Martín Rodríguez, emigrado en Montevideo. “Rodríguez, afirma Iriarte, perdió su fortuna, tan caro le costó su pretensión de ser gobernador de la provincia de Buenos Aires: sembró para recoger y la cosecha se agotó” (Segura, 196 7, p.153). El otro principal aportante y mediador, como lo hemos empezado a insinuar más arriba, es Salvador Del Carril.

Reclamos y urgencias

En los momentos previos a la irrupción militar, se puede advertir el movimiento de recursos económicos. A fines de octubre, Del Carril le escribe a Chilavert, “hemos mandado a Medina (es un militar subordinado del presidente de la república oriental, y es el encargado de llevar el dinero) treinta onzas de oro sellado.” Y luego afirma, “Don Ricardo me pide dinero verá las instrucciones que doy a Medina para que le mande de lo que le he remitido”. Inmediatamente, aclara, remitimos a “Medina 500 pesos papel para que pueda disponer con más facilidad del oro en favor del amigo López, es decir, don Ricardo.”[15] 

Como se ve, no todos los recursos económicos son iguales, el dinero, se hace notar, es más sencillo que el oro para poder operar. Todo hace suponer que, en una coyuntura urgente, el dinero es más fácil de negociar a la hora de pagar a la tropa o comprar cualquier tipo de cosas que hacen a la guerra, alimentos, material bélico, etc. La apelación a las “instrucciones”, como ya lo hemos señalado, resulta un elemento clave a la hora de tener en claro qué hacer con los recursos que se envían, pero además para justificar en qué debe emplearse. Finalmente, el que lleva el dinero, una suerte de mediador, resulta alguien de confianza. En este caso, no se detallan sus cualidades, pero hemos analizado otros casos en el que se explica que se trata de alguien leal y de confianza. En el ejemplo citado, se lo da por supuesto.

Ahora bien, no siempre hay dinero. En esta situación, se recurre a otras alternativas. Se apela a la autoridad de sujetos notables y a la promesa de su pago. “En los primeros momentos use usted del crédito de los amigos, que nosotros los cubriremos tan pronto como tengamos los fondos que usted sabe.”[16] Pero, además, en este tipo de recursos que son típicos en las revoluciones del periodo, gane quien gane, hay datos que confirman que, en general, se suele pagar la deuda. Es lo que advertimos en la revolución de octubre de 1820 en Buenos Aires (Herrero, 2012).

Resulta importante hacer notar que se presenta una retórica que apela a la voluntad, a la improvisación y a la imaginación para impulsar el movimiento disruptivo.  “Haga usted de modo que nada deje de hacerse por falta de dinero ni de gente”. Y posteriormente, afirma,

“salten ustedes en tierra, den el grito y avísennos; volaremos con los hombres que podamos llevar (esto es, promete enviar hombres); ahora usted considerará que no es posible pensar en esto, porque usted sabe que con la gente que tenemos, eso y hacer ruido sería lo mismo; lo que nos descubriría y perdería sin remedio”.[17] 

Frente a la falta de recursos económicos, la respuesta es la acción misma, lo traerá, digamos, de otra forma. Producido el hecho disruptivo continua el mismo tema.

“Mandamos ahora una buena cantidad de dinero al señor don Ricardo, no sé si lo llevará el coronel Medina porque en el momento en que escribo ésta tengo una promesa de que él llegaría aquí mañana con 15 hombres: pasarán de 20 a 25. Medina pidió licencia a don Frutos y la obtuvo.”[18] 

La buena cantidad de recursos económicos enviados nunca parecen suficientes. Que esto es así lo prueba el hecho que, seguidamente, Del Carril promete reunir aún más dinero. “Mañana marcho a Soriano en busca de dinero”.[19]

A medida que avanza la revolución, con el gobierno en funciones, desde hace días, el ritmo de los problemas y las urgencias se aceleran.  Fines de noviembre, es un momento crítico. Cipriano Urquiza, flamante Ministro de Gobierno, le señala a Chilavert, “por último, amigo, el dinero: no sea que se malogre lo que con tanta felicidad se ha conseguido.” Y concluye, “ya digo a usted bastante sobre la necesidad del dinero como principal elemento.” [20]

Como se dijo ya, el dinero es un recurso clave, sin él, la agenda política gubernamental entra en problemas. Justamente, el 30 de noviembre, para solventar el gasto de la tropa, el gobernador López Jordán solicita un empréstito a comerciantes y capitalistas de Paraná. Como lo he analizado en otro trabajo, si bien se recauda una parte, no logra reunir el dinero que se necesita para solventar los gastos de las tropas (Herrero, 2021a).

Cipriano Urquiza, detalla los problemas urgentes que hay para pagar a las fuerzas. En su discurso, una línea dramática comienza advertirse con mucha claridad. “Aquí ya no tenemos un medio para mandar a la división, pues cuanto había entre los amigos ya se ha mandado antes.” Y aclara, “acaba de llegar un oficial que envía desde su campo don Ricardo, para que le conduzca algún dinero, y no ha sido posible proporcionarle en ninguna cantidad.” [21]

Seguidamente, con un tono dramático, continúa con su relato, “diariamente se reúnen fuerzas, y sobre novecientos hombres que tienen han sido gratificados”. Y aclara, “pero no podrá suceder en los demás que se reúnan, y, lo que, es más, no hay un medio para gratificarlos luego que estén sobre el Paraná, y que es adonde muy particularmente se necesita.” [22]

El tema del dinero, no temamos insistir en ello, se vuelve algo crucial. Es el momento en que el primer mandatario debe salir con sus fuerzas por los movimientos de los conspiradores de la revolución, como es el caso de Pedro Espino. Sin embargo, se presenta la incertidumbre si es posible movilizar a la tropa sin la garantía del pago de su salario. En este sentido, el ministro de gobierno, continua su relato con un tono cada vez más dramático, donde predomina los sentimientos de incertidumbre, “Don Ricardo debe emprender su marcha dentro de hoy o mañana, y por ello es que se hace urgente el dinero”, y aclara, para que no queden dudas, “no sea que, por falta de él, haya algún disgusto en una fuerza que marcha tan contenta.” [23]

Como se dijo ya, es importante conocer quien traslada el dinero y que todo se haga de forma urgente. “El dador va con el objeto de conducir a usted y el dinero; y si usted no pudiese venir es de confianza y puede traerlo él mismo. No demore usted un instante porque se pierde mucho.”[24] Y en el mismo sentido señala, “son ya repetidas las cartas que se han dirigido y todas ellas llevaban por principal objeto la remisión de dinero.”[25]     

Algo similar ocurre con los recursos humanos. “No hay que demorar en reunir gente. Anacleto, aunque venga sólo.”[26] Es el momento crítico de la dispersión de fuerzas y la ausencia de dinero tiene su efecto en los sujetos que deben movilizarse para combatir. Los revolucionarios aun mantienen la esperanza de la dispersión de las fuerzas del ex gobernador. “Solá tiene diariamente desertores que se presentan a don Ricardo, y la fuerza que tiene aseguran es de trescientos a cuatrocientos”, y, aclara, “es verdad que entre ella hay mucha que debe abandonarlo”. [27]

En suma, el dinero es un tema clave en la maquinaria organizativa de la revolución. Proviene, especialmente, de los sectores de emigrados, pero también se solicita a notables entrerrianos que colaboren con la promesa del pago posterior, asimismo, se hace un empréstito forzoso a los grandes capitalistas. Como se ve, nunca resulta suficiente. Se buscan entonces alternativas en la promesa de los resultados de la acción revolucionaria misma.

3. Formas de comunicar. Importancia de las cartas

Las cartas, constituyen un material de análisis importante en distintas preocupaciones temáticas del siglo XIX, desde cuestiones vinculadas a indígenas, las memorias de viajeros, pero también relacionadas con distintas áreas de poder (Micheletti, 2016; Tamagnini, 2019; Adámez-Castro, 2020). Se la ha analizado, además, sobre qué aporta como fuente (Ravina, 2009).

Desde el ángulo interpretativo de las alteraciones del poder, la correspondencia resulta un recurso importante porque permite señalar aspectos de la estrategia y la organización. Es lo que advertí en el caso de la guerra de la Republica de Entre Ríos, ya que permite observar la conexión entre los revolucionarios, el intercambio de información y, sobre todo, de diagnóstico de la situación. En este sentido, examiné cómo desde distintos puntos de la Banda Oriental y desde miembros de distintas facciones federales de Buenos Aries exiliadas, enviaban cartas a Buenos Aires, dando noticias sobre la marcha de la guerra, tratando, en definitiva, de generar opinión. Y también hice lo mismo en los hechos conspirativos que rodean el tratado de Alcaraz en 1846. (Herrero, 2018; 2019. Eiris, 2021).

En la irrupción de noviembre que aquí analizo, son varios los aspectos que se destacan. Se alude, como es bastante habitual en el período, a “cartas reservadas”. Son aquellas destinadas a uno o varios actores particulares, a quienes se les hace llegar para que solo ellos puedan tener esa información. En esta línea, Del Carril escribe a Chilavert, “Querido amigo: acompaño (bajo la mayor reserva para usted y Olavarría) copia de la carta célebre que dirigió Maciel a don Juan; usted que está instruido de las cosas, sabrá si ella me ha dado un rato de mal humor.[28]

Las cartas sirven para autorizar a otro a escribir una carta a otro actor. “Escriba usted al amigo don Ricardo cuando crea conveniente” [29] Las cartas tienen una especie de “propiedad” de quien la envía, en este sentido, se autoriza al otro a mostrarlas e incluso se aclara a quién, “dé mis cartas á usted y a Medina.”[30] 

Es común que las cartas sean extensas e incluso se puede aclarar lo que parece obvio, que resulten comprensibles y no den nada por supuesto. “Espero cartas de usted larguísimas y detalladas” [31] 

Hay algunas cartas que se envían a un actor para que ese actor se las entregue a otro. A veces, en este sentido, también se producen cuestiones que es necesario aclarar también. “La adjunta de Justo la abrí yo equivocadamente”.[32]

Si el tema es urgente, es común que se envíe cartas en forma reiterada en un lapso de poco tiempo. Cipriano Urquiza señala la urgencia sobre el dinero. “Son ya repetidas las cartas que se han dirigido y todas ellas llevaban por principal objeto la remisión de dinero.”[33]     

Como se ve, no solo se hace notar la relevancia de la correspondencia como un vehículo de comunicación ideal en tiempo de política conspirativa, sino que se destacan algunos aspectos precisos: entre otros, su extensión, su claridad, su cuidado con respecto a quien debe leerla.

A modo de conclusión

A lo largo de este trabajo he tratado de probar, a modo de hipótesis, que la irrupción militar de noviembre de 1830, como es bastante habitual en este tipo de casos, presenta una combinación de racionalidad política y de voluntarismo. Su particularidad es que, en esa combinación, el último aspecto resulta predominante. En este sentido, la racionalidad política de los revolucionarios, se advierte en el armado de los apoyos de la revolución, en su evaluación de las condiciones de crisis de 1830 en Entre Ríos (no se pagan sueldos, tensiones entre las regiones del Uruguay y Paraná). Sin embargo, estos ingredientes, tienen sus límites. El diagnostico en el que se basa las acciones, si bien tiene, como acabo de señalar, aspectos ciertamente “reales”, resulta en más de un punto exagerado. Los actores que se supone apoyan vienen en retirada o están en debilidad, y por esta razón apelan a la voluntad de la acción. Como lo he mostrado en otro trabajo, la idea de una Liga Federal desunida y sin fuerza es equivocada. He advertido como las provincias que forman parte de ella, en el caso que aquí examinamos, alertan y reclaman al gobierno de Entre Ríos durante todo el año 1830 y, a su vez, una vez producida la revolución, actúan contra López Jordán cuando asume el gobierno (Herrero, 2021). De este modo, los apoyos de la revolución no son finalmente ningún ancla donde fijarla. La actitud de los miembros de la Liga federal, Santa Fe y Buenos Aires, sí resultan un tope que le ponen un freno.

En este cuadro, emergen los temas específicos de estrategias, recursos y cuestiones relacionadas con la comunicación, en donde se ve cómo, en comparación con la racionalidad política, el voluntarismo resulta efectivamente predominante.

Analicé situaciones concretas de la maquinaria organizativa y pude detectar por lo menos cuatro figuras relacionadas con ella: lo que denomino voluntad de la acción, ganar tiempo, voto enérgico y lo que está oculto, invisibilizado. Estas figuras funcionan dentro de la noción señalada por Georges Balandier de recurso de lo imaginario, esto es, la creencia de que la apelación a un futuro próximo traerá inexorablemente consigo mejoras para toda la población.

La voluntad en la acción se advierte en distintas cartas donde se pone el acento en la fe ciega en la acción misma, se afirma que ella logrará el triunfo esperado, también se obtendrá beneficios para todos.

La expresión ganar tiempo es empleada en estrecha relación a la figura anterior, ya que solo apurando la marcha de las acciones es posible lograr la meta final de alcanzar el poder de la provincia. Esto lleva a la tercera figura, la del voto enérgico, con ella se alude al supuesto que la mayoría de la población está de acuerdo con la estrategia y el objetivo final de la revolución. Lo que esta oculto, finalmente, se vincula con la anterior, en la medida que se presenta la idea que, cuando los lideres muevan la palanca del comienzo de la revolución, emergerá el apoyo de la población que hasta ahora no está visibilizado.

Como he mostrado en otro estudio, el movimiento revolucionario tiene distintos grupos de apoyo. El principal es el que hace la revolución. Son los militares más importantes del Uruguay. Otros grupos y actores participan de distinto modo. Los que adhieren a Lavalle, a Fructuoso Rivera. (Herrero, 2021) Este contingente heterogéneo no es compacto. Las dificultades, en efecto, se presentan en distintos momentos del curso de la revolución, hay, digamos, ritmos de cambio. La racionalidad política está en tensión cuando se advierte desacuerdos, reclamos, quejas.

Un primer momento, es lo que sucede antes que emerja el acontecimiento. Se presentan distintos puntos de vista en cuanto a cómo actuar y, al mismo tiempo, se destaca que las tareas que se realizan resultan excesivas. Puede determinarse un segundo momento, cuando ya se produjo la revolución. Tanto en los casos de Del Carril como de Cipriano Urquiza, quienes son parte de la organización y cumplen diversas funciones, dan sobradas muestras, como advertimos en el artículo, de las quejas y los reclamos entre los actores.

El orden de los sentimientos, por su lado, tiene un cambio de ritmo, si antes de la revolución, las emociones están puestas en la esperanza, en plena revolución, con las tensiones entre los grupos, aparece el enojo y la ingratitud.

Resultó sumamente importante analizar la cuestión de los recursos económicos de los revolucionarios. Los principales provienen de distintos grupos. Los que se destacan son los del sector de los emigrados: Martín Rodríguez, Salvador del Carril.

Los reclamos y las urgencias de recursos tienen distintos ritmos de cambios.

En los momentos previos a la irrupción militar, se puede advertir el movimiento de recursos económicos. A fines de octubre, es de notar que no todos ellos son iguales, el dinero, se hace notar, es más sencillo que el oro para poder operar.

La apelación a las “instrucciones”, resulta un elemento clave a la hora de tener en claro qué hacer con los recursos que se envían, pero además para justificar en qué debe emplearse. Como he hecho notar, no siempre hay dinero. En estas situaciones, se recurre a otras alternativas. Se apela a la autoridad de sujetos notables y a la promesa de su pago.

Finalmente, tanto los aspectos de racionalidad política como de voluntarismo pudieron advertirse en el intercambio epistolar. Su examen resultó sumamente provechoso para comprender de qué modo las preferían, qué cuidados consideraban necesarios tener a la hora de recibirlas y compartirlas, pero también como un elemento más de la maquinaria organizativa.

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Recibido: 26/10/2021

Evaluado: 15/12/2021

Versión Final: 23/02/2022

páginas / año 15 – n° 37/ ISSN 1851-992X /2023                             


[1] “Salvador M. del Carril a Martiniano Chilavert, 30 octubre de 1830.” (Saldias, 1973, pp. 303).

[2] Ibíd, pp. 303-304.

[3] Ibíd, p. 306. Sobre aspectos vinculados a la política de la liga del Interior y Federal, hay más referencias al respecto en ARCHIVO HISTORICO DE ENTRE RIOS, Fondo Gobierno, Serie III, Tratados Interprovinciales 1824-1852. Archivo Histórico de Entre Ríos (AHER), Caja 1, 1820-1852; y Documentos para la Historia Argentina. Relaciones interprovinciales. La Liga del Litoral (1829-1833) (DHA-RILL). Tomo XV, Buenos Aires, 1922.

[4] “Salvador M. del Carril a Martiniano Chilavert, 30 octubre de 1830.” (Saldias, 1973, pp. 303).

[5] “Salvador M. del Carril a Martiniano Chilavert, 30 octubre de 1830.” (Saldias, 1973, pp. 303)..

[6] Ibíd, p. 306.

[7] Ibíd, p. 304.

[8] Ibíd, p. 306.

[9] Ibíd, pp. 304-305. Estos aspectos son frecuentes en el periodo analizado, véase, además, ARCHIVO GENERAL DE LA NACION, Fondo General Justo José de Urquiza, correspondencia, 1830-1835, Sala VII, legajo 1464. (AGN-AU).

[10] “Salvador M. del Carril a Martiniano Chilavert, 30 octubre de 1830.” (Saldias, 1973, p. 305).

[11] Salvador M. del Carril a Martiniano Chilavert, 30 octubre de 1830.” (Saldias, 1973, p. 305).

[12] Ibíd, p. 307.

[13] Ibíd.

[14] Ibíd, p. 306.

[15] Salvador M. del Carril a Martiniano Chilavert, 30 octubre de 1830.” (Saldias, 1973, p. 303-304).

[16] Salvador M. del Carril a Martiniano Chilavert, 30 octubre de 1830.” (Saldias, 1973, p. 303).

[17] Ibíd.

[18] Ibíd, p. 305.

[19] Ibíd, p. 306.

[20] Salvador M. del Carril a Martiniano Chilavert, 30 octubre de 1830.” (Saldias, 1973, p. 308).Estos reclamos son frecuentes, entre los distintos actores de poder, gobierno, poder legislativo, militares. Véase, ARCHIVO HISTORICO DE LA PROVINCIA DE ENTRE RIOS. Fondo Gobierno. Serie V. correspondencia entre el Poder Ejecutivo y la Legislatura, Caja n 2. Legajo n 2, 1830. (AHER, CO.PE-PL); Recopilación de Leyes, Decretos y Acuerdos de la provincia de Entre Ríos,1821-1873. Uruguay. Imp. La voz del pueblo, 1875. (RLDER).

[21] “Salvador M. del Carril a Martiniano Chilavert, 30 octubre de 1830.” (Saldias, 1973, p. 307).

[22] Ibíd.

[23] Ibíd, p. 308.

[24] Ibíd.

[25] Salvador M. del Carril a Martiniano Chilavert, 30 octubre de 1830.” (Saldias, 1973, p. 307).

[26] Ibíd, p. 308.

[27] Ibíd.

[28] Ibíd, p. 304.

[29] Ibíd.

[30] Ibíd, pp. 303-304.

[31] Ibíd, p. 306.

[32] Ibíd, p. 308.

[33] Ibíd, p. 307.