El inicio de la actividad pesquera industrial en la Patagonia: un análisis con foco en Puerto Rawson, Chubut

El inicio de la actividad pesquera industrial en la Patagonia: un análisis con foco en Puerto Rawson, Chubut

The beginning of the industrial fishing activity in Patagonia: an analysis focused on Puerto Rawson, Chubut

Gonzalo Pérez Álvarez

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas,

Instituto de Investigaciones Históricas y Sociales,

Universidad Nacional de la Patagonia (Argentina)

gperezalvarez@gmail.com

https://orcid.org/0000-0002-3324-6328

Resumen

Describo y analizo el inicio de la actividad pesquera industrial en la Patagonia, reconstruyendo parte de la historia del desarrollo de esta rama económica en la región a partir de diversas fuentes (medios de prensa locales, documentos oficiales, estudios científicos, etc.). El punto de asiento clave de esta pesquería fue Puerto Rawson, en el noreste de Chubut.

Allí, desde mediados de la década del ’40 del siglo XX, comenzó a estructurarse una actividad pesquera con características industriales. Se registra la transformación generada por la dinamización de esta pesquería, a partir de la demanda del aceite vitamínico provisto por el hígado de cazón y luego por la captura de langostinos y otras especies.

Hacia el final del período analizado, la región empezó a transitar la implantación del modelo de polo desarrollista sobre su territorio, proceso en el cual la pesca no fue considerada un eje clave. La actividad quedó reducida a una lógica de enclave, dependiente de mercados extrarregionales y con extremas fluctuaciones según la presencia o escasez del recurso, sin que las políticas estatales generasen respuestas ante esos ciclos. Por ello describir, analizar y periodizar el inicio de esta rama económica en Patagonia aportará a pensar caminos para no repetir esas dinámicas.

Palabras clave: Pesquerías; Industria; Patagonia; Comienzo.

Abstract

I describe and analyze the beginning of the industrial fishing activity in Patagonia, recovering part of the history of the development of this economic branch in the region from various sources (local media, official documents, scientific studies, etc.). The key entry point for this fishery was Puerto Rawson, in the northeast of Chubut.

In the mid-40s of the 20th century, a fishing activity with industrial characteristics began to take shape. Here the transformation generated by the revitalization of this fishery is recorded, from the demand for the vitamin oil provided by the dogfish liver and later by the capture of shrimp and other species.

Towards the end of the analyzed period, the region began to move towards the implementation of the development pole model on its territory, a process in which fishing was not considered a key axis. The activity was reduced to an enclave logic, dependent on extra-regional markets and with extreme fluctuations depending on the presence or scarcity of the resource, without state policies generating responses to these cycles. For this reason, describing, analyzing and periodizing the beginning of this economic branch in Patagonia will contribute to thinking about paths to avoid repeating these dynamics.

Key words: Fisheries; Industry; Patagonia; Beginning

Introducción

Describo el inicio de la actividad pesquera industrial en la Patagonia, recuperando la cobertura que los medios de prensa locales, y otras fuentes documentales, dieron al desarrollo de esta rama económica en la región. Su punto de asiento clave fue Puerto Rawson, ubicado en el noreste de Chubut, a 70 kilómetros del otro puerto relevante de la región (Puerto Madryn, ver Pérez Álvarez, 2021a; Kaminker, 2019) y a unos 400 kilómetros al norte de Comodoro Rivadavia y 300 kilómetros al sur de San Antonio Oeste.

Desde la llegada de los colonos galeses, hacia 1865 (Jones, 1966; Jones, 1997), el puerto de Rawson tuvo una relevante actividad, en una relación de competencia y complementariedad con el puerto de Madryn. Durante la fase de auge de Patagonia (Barbería, 1995), el período 1880-1920, ambos puertos recibían cargueros que los conectaban con el conjunto de la región (Ibarra y Hernández, 2017). Puerto Rawson se ubica en la desembocadura del río Chubut, siendo complejo para la navegación por la falta de reparos naturales de su ingreso y los problemas de dragado. Su historia aún debe ser reconstruida de manera integral, aunque ya se cuenta con algunos avances de relevancia que han sido aportes claves para este trabajo (Mendía, 2022; Mendía, Góngora y Pérez Álvarez, 2021; Gatica y Pérez, 2018).

Mapa 1: Ubicación de Puerto Rawson en el sistema portuario del litoral atlántico argentino

Fuente: Cristián Hermosilla - Laboratorio SIG y Teledetección. Trelew.

Hacia mediados de la década del ’40 del siglo XX comenzó a estructurarse una actividad pesquera con características industriales, con asiento fundamental en Puerto Rawson. Aquí se registra la transformación generada por la dinamización de esta rama económica, a partir de la demanda del aceite vitamínico provisto por el hígado de cazón y luego sostenido por la captura de langostinos y otras especies. La actividad pesquera comenzó a descentrarse de la costa bonaerense, iniciando la explotación del recurso desde puertos patagónicos: esta historia es reconstruida aquí desde medios de prensa regionales, relevamiento bibliográfico y otras fuentes.

Se analizaron los semanarios El Pueblo (de 1940 a 1953, cuando dejó de editarse; publicado en Trelew), Avisador Comercial (desde 1944 a 1948, cuando dejó de editarse; de Trelew), El Progreso (ediciones varias desde 1939 a 1948; de Trelew), El Regional (ediciones varias hasta 1961; de Gaiman), La Voz del Sur (ediciones de 1952; de Rawson), La Cruz del Sur (ediciones de 1942 a 1949; de Rawson) y el diario Jornada (primer diario de la región, relevado desde 1954 hasta mediados de los ’60s; de Trelew).

Se integran otros registros, como periódicos de breve vida comercial (El Chubut en su primera etapa o Tribuna, entre otros), documentos de prefectura, informes oficiales y expedientes del Archivo Histórico Provincial (AHP). El artículo retoma una perspectiva “a ras del suelo” (Nieto, 2018), recuperando los nombres de embarcaciones, marineros y empresarios que aparecen mencionados en las crónicas: se trata de reconstruir esa historia realizada por hombres y mujeres[1] de carne y hueso.

A través de ese conjunto de aportes se busca profundizar el conocimiento acerca del accionar obrero en un período clave de la historia nacional y regional, desde la especificidad del noreste de Chubut. Era un territorio que vivenciaba una profunda transformación, en particular su proceso de provincialización (Perrén y Pérez Álvarez, 2011), al tiempo que sucesos de alto impacto sucedían en toda la Argentina.

El período es de una gran complejidad política y social: va desde el final del siglo XIX hasta la “década infame” (Iñigo Carrera, 2000), pasando por la dictadura de 1943 a 1946 (del Fierro, 2017), los primeros gobiernos peronistas (Torre, 2002), la dictadura de 1955 a 1958 (Ruffini, 2016), el gobierno de Arturo Frondizi (Sikkink, 2009), el golpe de 1962 y el breve mandato de Guido (Hudson, 2009) y parte de la presidencia de Illia (Míguez, 2015).

Estas dinámicas son trabajadas desde una periodización propia de la dinámica pesquera, parcialmente reformulada de la propuesta por Mendía (2022). Hacia el final del período, la región empezó a transitar la implantación del polo desarrollista, proceso que transformaría su estructura económica-social y en el cual la pesca no fue considerada como un insumo clave. La actividad quedó reducida a una lógica de enclave (Falero, 2015; Zapata, 1977), dependiente de la demanda de mercados extrarregionales y con extremas fluctuaciones según la presencia o escasez del recurso, sin que se desarrollasen políticas estatales que buscasen solucionar, o al menos atemperar, esos procesos. Por ello describir, analizar y periodizar el inicio de esta rama económica en Patagonia, aportará a pensar caminos para no repetir esos ciclos y proyectar una actividad pesquera sustentable y articulada regionalmente.

La pesca en Patagonia antes del cazón

Además de las actividades de recolección que realizaban en las costas los pueblos originarios de la región (Orquera y Gómez Otero, 2007), con el arribo de los galeses comenzó una explotación sistemática de algunas especies para consumo humano. Así lo evidencia una carta de John Morgans, fechada el 17 de noviembre de 1865: “…mi trabajo es pescar (…) Tres vamos por partes iguales con el bote y la red: Griffith Price, Festiniog, Edwin Roberts y yo, mientras que los otros dos van a sueldo” (Coronato, 2015: 55). Era una tarea artesanal, en la cual ya se observa la presencia de trabajo asalariado (Pérez Álvarez, 2020).

En 1907 la prensa regional daba cuenta de su preocupación por el desarrollo pesquero en Patagonia, señalando que existía un proyecto del Ministerio de Agricultura para implementar actividades en la costa del sur (El Chubut, 15/11/1907: 2). Montini (1986: 48) destaca que una crónica de 1918 registró que un pescador había capturado 500 kilógramos de pejerrey, comercializados regionalmente. La riqueza pesquera atrajo diversas iniciativas, malogradas por distintos factores, en especial los costos para afincarse en ámbitos sin infraestructura y la dificultad para conseguir fuerza de trabajo permanente.

Donato (2018) señala que la primera fábrica de conservas en la Patagonia se instaló en Bahía Cracker (playa cercana a Puerto Madryn), en julio de 1911. Se denominaba La Primera y producía elaboraciones a base de pejerrey y saladero de bacalao y mero. También se conoce la intención de instalar una planta en San Julián (Santa Cruz) a inicios del siglo XX y un proyecto semejante en Ushuaia (para lo cual se habrían traído mujeres de Galicia que “bien pronto se casaron y abandonaron el trabajo”; Jornada, 5/7/1954: 2).

Además, podría referenciarse (y así suele hacerse en las crónicas de los años ’50 y ’60 sobre la historia pesquera regional), la caza de lobos marinos (Haller, 2022a), ballenas (Quiroz y Carreño, 2017) y pingüinos (Haller y García, 2022), y hasta la extracción de guano (Haller, 2022b). Es destacable la presencia de este tipo de explotación durante la década del ’50 y ’60, registrable en la prensa regional sin cuestionamientos éticos o ambientales y siendo identificados como una parte más de la actividad pesquera.

El emprendimiento en Cracker encuentra referencias con fechas alternativas, que pueden evidenciar la presencia de otras iniciativas. El mismo Donato señala que Roberto Payró (2001), en su visita a estas costas durante 1898, señala “…el gran galpón de la pesquería de Eyroa y Compañía (…). Ese establecimiento de pesca ha fracasado…”. Luis Moisset, tripulante de la fragata Sarmiento, registró en 1899 la presencia de una pesquería operativa, y Jozwicki (2010) relata que esa planta se construyó “cerca de 1900” (129).

La única actividad permanente seguía siendo la captura de pescadores artesanales en las costas de Rawson y Madryn para consumo regional. A nivel nacional se desalentaba la instalación de pesquerías en Patagonia: entre 1898 y 1913 serían 47 las solicitudes denegadas para Patagonia (Donato, 2018). Existen indicios de otros intentos de plantas en Madryn y Rawson durante el inicio del siglo XX (Jozwicki, 2010: 131-132).

Esa situación de la actividad pesquera en Patagonia se extendió hasta avanzado 1943. El puerto de Rawson había quedado especialmente relegado, ya que nunca había llegado el ferrocarril hasta su muelle, como sí sucedía con el de Madryn (Dumrauf, 1993). Así lo reclamaba el semanario Tribuna, señalando que las obras se paralizaron cuando faltaban sólo dos kilómetros hasta el puerto (Tribuna, 13/9/1934: 1).

Ya en 1943 se publica una nota titulada “La costa patagónica sin explotar”. Allí se destaca que un grupo de inversores había propuesto construir una flota pesquera para las costas patagónicas, pero finalmente desistieron (El Pueblo, 23/4/1943: 2). El 30 de julio se indica la posibilidad de conformar una flota pesquera del estado, como una alternativa para empezar la actividad en esta región. Ambas noticias, en uno de los medios de mayor circulación local, evidencian que aún no había actividad pesquera industrial.

Pero la transformación aparecía en el horizonte: Montini (1986) señala que en 1942 había comenzado la exploración al sur del río Negro para explotar el aceite de tiburón, muy valorizado a nivel internacional.[2] Eso ya había generado cambios en la costa bonaerense: “a partir del año 1943 la pesca del tiburón comenzó a cobrar una gran importancia en la zona de Mar del Plata” (Mateo, 2006: 127).

Todavía en 1942 la captura clave, en Rawson, era de pejerrey y realizada desde embarcaciones artesanales[3]. Ese año la pesquería regional proporcionó 55,4 toneladas de pescado, de las cuales 51 correspondían a dicho recurso (Montini, 1986: 50). En 1944 la prensa hacía referencia a una “pesca excepcional”: el domingo al caer la tarde, “el público que se hallaba en el puerto de Rawson tuvo ocasión de presenciar una extraordinaria pesca de pejerrey (…) Los pescadores, que habitualmente desarrollan allí su tarea para abastecer a nuestras poblaciones del consumo de pescado, tuvieron una de esas tardes felicísima y productiva, pues en una sola tirada de red extrajeron más de 500 kilos de hermoso pejerrey” (Avisador Comercial, 18/3/1944: 4); se evidencia que aún se hablaba de una pesca artesanal, con embarcaciones que operaban muy cerca del puerto.

Sin embargo, en esos días todo empezaba a cambiar. Señala Montini que “En el atardecer del sábado 14 de marzo de 1943, sale camino a San Antonio una camioneta, conducida por Luis A. Amalfi e Ignacio Ardanaz, llevando los dos primeros barriles de aceite de tiburón que salieron del Territorio del Chubut” (1986: 50). Se iniciaba algo nuevo…

La fiebre del cazón: 1944-1948

Durante enero de 1944 ingresó a Rawson el pesquero Don Bosco, al mando de Manuel González Trillo: la crónica de Montini (1986) lo cita como el primer buque abocado a la pesca del cazón en este puerto. Jornada, sostiene que otro impulso fue de los hermanos Inssini, de Capital Federal, que formaron EISA (Especialidades Ictiológicas Sociedad Argentina) y trajeron un vapor a inicios de febrero, con el que pescaban cazones para extraer aceite vitamínico y preparar su carne como bacalao. En marzo de 1944 otra compañía, Dulmar, llegó a Chubut con dos vapores y luego arribaron nuevas empresas en las siguientes temporadas (Jornada, 27/8/1954: 3). Según el Avisador Comercial para junio ambas empresas llevaban capturados más de diez mil cazones, extrayendo aceite y salando su carne (14/6/1944: 1).

Montini (1986) relata que a fines de 1944 ya se observaba un movimiento de “gente de mar” (p. 50) y eran unas doce las embarcaciones que operaban en Rawson. En 1945, Rawson tomaba una fisonomía de puerto pesquero, y a la vez comenzaba la sucesión de tragedias. Eran capitales que buscaban ganancias rápidas, enviando embarcaciones sin equipamiento ni seguridad, tripuladas por personal con escasa o ninguna capacitación (que en muchos casos ni siquiera sabían nadar). En mayo naufragó en Puerto Rawson la lancha Viento Norte, de la compañía Sudatlántica, falleciendo Epifanio Erreguerena, Salvador Pipito y Juan Goyeneche; se salvaron Eliseo Sánchez y Silverio Cichelli, que nadaron hasta la costa y caminaron hacia Rawson “cayendo desmayados al llegar al pueblo” (El Pueblo, 4/5/1945: 3; La Cruz del Sur, 5/5/1945: 1).

El 27 de julio naufragó la lancha Mandinga cerca de Madryn, en este caso sin muertes. El nombre “lancha” es el término con el que solían nominar los medios regionales a estas embarcaciones, indicando sus precarias características. Su tripulación que no superaba las cinco o seis personas, eran abiertas y de pequeño porte, conocidas como “tucu-tucu” por el sonido de sus motores provenientes de automóviles de la década del XX (Montini, 1986).

Una nota en tapa de El Pueblo, del 3 de agosto de 1945, señala que se trataba de embarcaciones improvisadas y reclama barcos más seguros. A la vez permanentemente se exigían obras para el puerto, de infraestructura y dragado. La mayoría de las embarcaciones pesqueras dedicadas a la pesca del cazón navegaban río arriba para amarrar en el “Puente del Poeta”, ubicado en el pueblo de Rawson y a varios kilómetros de la desembocadura, dada la precariedad de los muelles más cercanos Montini (1986).

Imagen 1: Barcos amarrados en el “Puente del Poeta”. Fuente: Dr. Gabriel Kaless

En ese marco, y a solo un año del inicio de la pesquería, se registra la primera acción con características de huelga: los pescadores exigían un mejor pago por su actividad, reclamando contra el monopolio que ejercía la empresa Washington, que absorbía el 80% de la producción. Se realizan acciones y hay negociación con dirigentes obreros, aunque no se registra agremiación (de hecho, esa falta de voluntad por sindicalizarse es destacada en el informe de la policía territorial; AHP, Exp. 7652; 27/12/45). Los trabajadores obtuvieron parte de sus reclamos y mejoraron sus ingresos.

Hacia inicios de 1946 ya se evidenciaba el impacto económico regional de la actividad y su capacidad para generar encadenamientos productivos locales[4]: se construyó un frigorífico de la compañía Sudatlántica en Trelew, en el barrio de La Loma, para almacenar y manipular sus productos (Avisador Comercial, 12/1/1946: 2). La Cruz del Sur también destacaba ese proceso, reseñando varias inversiones regionales en la pesca, en una nota subtitulada El Capital Local (13/4/1946: 1).

En febrero de 1946 la Corporación para la Promoción del Intercambio (Kabat, 2013) subrayó que la industria del cazón era promisoria, generando el aceite vitamínico demandado a nivel internacional. Durante mayo El Pueblo señalaba que desde hacía dos años esta era una actividad relevante para el país y la región, pero aún con medios precarios que debían consolidarse en una flotilla de embarcaciones modernas y con mayor tonelaje. Se registra una denuncia por embarcaciones pesqueras extranjeras que operaban ilegalmente. A la vez ya se señala cierta escasez del cazón, y se dice que esto sería culpa de la explotación realizada por los buques foráneos (Avisador Comercial, 2/2/1946: 3).

En abril se produjo una nueva tragedia en la entrada a Puerto Rawson, cuando la embarcación La Piloto naufragó cayendo al mar sus tripulantes. A pesar de que fueron auxiliados por los marineros de la César Tomas, el joven Esteban Castro, que tenía 19 años y era de Rawson, murió. Sus compañeros lograron salvarse: Luis Bastida, Saiz y Mariño (Avisador Comercial, 20/4/1946: 3).

Por eso días llegó una nueva embarcación pesquera, con el nombre de Marilú, propiedad de una sociedad formada por vecinos de Trelew; se volvía a destacar la presencia de capitales locales que se orientaban hacia esta industria regional (Avisador Comercial, 27/4/1946: 4), algo que no sucedería luego con la promocionada industria textil (Pérez Álvarez, 2017).

Esa temporada se mantuvo hasta finales de mayo, cuando se suponía que en marzo o abril empezaba a decaer. En marzo se habían llegado a capturar 21401 cazones distribuidos entre 35 embarcaciones y en abril se superó esa marca, llegando a 21820 unidades; el récord en abril lo tuvo la embarcación Boca Juniors con 4262 cazones, superando su cifra del mes pasado que era de 2477 unidades. Le siguieron, Esperanza, Quien Diría, Aguará Popé, Annunziata, Dulmar I, Calandria y otras que no son mencionadas. Por el cierre de temporada ya había comenzado el traslado de embarcaciones a Necochea y Mar del Plata, las de mayor tonelaje por mar y las otras por tierra (Avisador Comercial, 18/5/1946: 3).

Rawson se había estructurado como un puerto zafrero, característica que marcaría su dinámica hasta el presente. Por la presencia del recurso, las condiciones climáticas y las características de las embarcaciones, este puerto opera a pleno únicamente durante los meses de zafra, desperdiciándose su potencial productivo el resto del año. Durante el mes de marzo de 1946 se consideró perdida la lancha Amelia y su tripulación: tras esta tragedia, otra vez se reclamó el dragado del puerto.

El 31 de agosto, ya comenzando la temporada 1946-47, llegó otra embarcación, que también pertenecía a una sociedad formada por vecinos de Trelew (es mencionado José Luis Alvariños) y se construyó un local en Puerto Rawson (de José Quaglia), para vender mercaderías y comidas.

Por la escasez de capturas el ministro de agricultura dictó una resolución por la que se prohibían en todo el litoral atlántico la pesca de ejemplares de tiburón de la familia Galidae, especies conocidas como cazón y gatuzo[5], cuyo largo fuera menor a 80 centímetros, y se prohibía al norte del paralelo 41 la pesca de hembras (Avisador Comercial, 12/10/1946: 1). Fue la primera medida de manejo de esta especie en el país, cuya captura sistemática había comenzado recién hacia 1943-44, evidenciando los niveles de explotación del recurso y su escaso potencial biótico (Siccardi, 1950: 130).

Mateo (2006), conecta ambas tragedias, la ambiental y la mortandad humana: “El tiburón vitamínico no sólo fue la primera especie haliéutica sometida a estrés de sobrepesca, sino que su captura produjo la mayor pérdida de vidas humanas que recuerda la actividad pesquera en Argentina” (120). Señala que “fueron los propios pescadores quienes elaboraron el proyecto de ley para una veda de esta pesca que se estableció a partir del 30 de septiembre hasta fin de año” (136).

Esa temporada en Puerto Rawson se dinamizó tardíamente (hacia mediados de diciembre), pescándose antes en el Golfo San Matías y Puerto Madryn. Parecía agravarse la escasez del recurso, mientras naufragaba otra lancha, El Tranquilo, a unas dos millas del Golfo Nuevo: los siete tripulantes lograron llegar a la costa a nado. Al iniciarse la actividad en Rawson, el periódico La Cruz del Sur destacaba las características de algunas embarcaciones: Chacho Antonio (20 toneladas), San Antonio Abate (13 tn), San Pedro (37 tn), Indómito (23 tn), Aquí Estoy (14), Tossa (4), La Susana (s/d), Aguará Guazú (16), Planes (4), Rabat (4), Sita (5), Tifón (17), Stella Maris (12), Progreso de la Juventud  (12), Osvaldo R. (19), Princesa Yolanda (6), Doctor Pedro Priani (5), Nuevo San Giorgio (6), La Paz del Universo (6), San Juan Bosco (9,96), Aurora del Porvenir (5), La Aurora (9), Rex (10), Annunziata (7), Tranquilidad (6), Neptunia (10), Dulmar I (23,43), Dulmar II (29,27), Guarumba (27), Duilio D. (9,96), Qué Hacés (7) (14/12/1946: 2). Además, esa temporada el problema de la vivienda obrera emergió como noticia y urgencia: El Regional relataba que los habitantes de Rawson se duplicaban en la temporada, con cientos de pescadores y obreros de las plantas en tierra que buscaban casas para ellos y sus familias (25/1/1947: 8). Cordini, ya para la década del ’60, destacaba la continuidad de la misma problemática como factor que explicaba la carencia de población estable dedicada a la pesca en Rawson: “La carencia de viviendas, la falta de comodidad en las que existen y los elevados precios de arrendamiento, son factores que atentan contra la imposibilidad de instalarse ahí definitivamente” (Cordini, 1963: 24).

Se produjo un conflicto laboral con características de huelga, la segunda que encontramos en la pesca de Patagonia. La temporada empezó pagándose a más de $20 por ejemplar de cazón y ese precio generó una gran afluencia de lanchas y marineros. Al comenzar la pesca con mayor cantidad de embarcaciones los fabricantes bajaron la cotización a $12, y los propietarios y tripulantes realizaron una huelga de hecho (aunque no es nominada de esa manera en los medios, ni hay organización gremial que lo plantee). Además, los compradores rechazaban los animales que medían menos de un metro treinta y cinco centímetros.

Se paralizaron las tareas pesqueras e intervino el gobernador del Territorio y el delegado local de Trabajo y Previsión, llevando a que se retomase la actividad prácticamente con las condiciones impuestas por los fabricantes ($12 el ejemplar grande y $2 los menores). La prensa reclamó un rol más decidido en defensa de la pesca local, denunciando que ya habían naufragado cuatro lanchas (Viento Norte, Piloto, Amelia y Rabat[6]) en las inmediaciones del puerto, todas con muertes de trabajadores (El Regional, 25/1/1947: 7)

El gobierno nacional destacaba la industrialización de tiburones como un recurso clave, señalando que durante 1945 se produjeron 57 toneladas de aceite vitamínico en Rawson. Más de 80 embarcaciones operaron en 1945, y en 1947 se estimaba que serían muchas más, desplazándose desde Mar del Plata y otros puntos (Avisador Comercial, 18/1/1947: 1). A fines de enero se incendió una embarcación llamada Emma, fondeada frente a Puerto Madryn. Durante febrero, ahora en Puerto Rawson, se prendió fuego la lancha Stella Maris y la Dios te Guarde, que estaba amarrada al lado y era del mismo propietario. Además, naufragó el barco San Lorenzo: sus cinco tripulantes se salvaron nadando hasta la costa.

A fines de marzo se destacaba el aumento de la actividad por la pesca del cazón, tras una mala temporada que ya no alcanzaría el volumen de años previos. Se detallan las embarcaciones que operaron desde Rawson durante febrero y el número de cazones pescados: San Antonio Abate (1632), Neptunia (1493), San Cosme y Damián (1410), Atlántico (1364), Indómito (1300), Aguará Popé (1287), Aguará Guazú (1117), Fortunatella (1059), Superior Diesel (980), Chacho Antonio (953), Felicitas (910), Calandria (700), Campesino (588), Bolinda (557), Rosita (530), Sudatlántica (510), Dulmar I (430), Princesa Yolanda (402), Príncipe del Mar (352), Sirena del Mar (352), Margarita Galante (321), Pira Guazú (318), Chiche (241), Conde di Savoia (230), Nuevo San Giorgio (213), Monte Líbano (191), Guillermo Marconi (190), Ciudad de Venecia (161), Dulmar II (151), Planes (149), Guarumba (140), Bibi (132), Santa Laura D. (131), Lola (125), La Paz del Universo (120), San Juan Cayetano (114), Aurora del Porvenir (94), Pradelia (58), Palamos (56), Tossa (48), Ángela Madre (42), Inesita (20), Silges (15), César Tomas (14), Annunziata (6): 21206 en total (Avisador Comercial, 22/3/1947: 2).

Durante julio naufragó otra lancha, esta vez en el Golfo San Matías (no era temporada para Rawson): se llamaba El Tordillo, desapareciendo 5 de los 6 tripulantes que llevaban, siendo dos de las víctimas de Madryn y una de Rawson. A fines de noviembre se inició la temporada del cazón frente a Rawson y las lanchas pesqueras regresaban con centenares o hasta más de mil cazones; ese año la pesca se comenzó a efectuar con un método diferente, el espinel de anzuelos era reemplazado por la red de trasmallo. Se reseñaba que ello volvería a generar oferta de pescado en las poblaciones de la región, ya que desde la orientación de la actividad hacia el cazón directamente no se capturaban otras especies (Avisador Comercial, 29/11/1947: 2), por su alineación hacia la demanda internacional y la falta de atención al mercado interno (Masid y Mateo, 2008).

La temporada de 1947-48 no fue muy exitosa, atravesando fuertes temporales de viento que impidieron la operatoria durante varias semanas. El Progreso señalaba que ese año se había llegado al número récord de 105 embarcaciones en el puerto de Rawson: durante enero capturaron 25000 cazones, descendiendo en febrero a 11000 por las condiciones climáticas (11/3/1948: 1).

En diciembre de 1948 se anunció la llegada de una anhelada draga para el río Chubut, que se constituyó en una nueva frustración porque finalmente no consiguió mejorar el ingreso.

En el inicio de la temporada 1948-49 se destacaba que, así como antes era el cazón lo que entusiasmaba a los pescadores, el futuro parecía estar en la captura del langostino. La pesca del tiburón había profundizado su crisis: Siccardi (1950) cita que un propietario había comprado su lancha cazonera en $80 mil y que ahora sólo conseguía ofertas por $20 mil (135).

Desde fines de noviembre de 1948 cuatro embarcaciones se abocaron al langostino, consiguiendo excelentes resultados. En algunos viajes obtuvieron más de 3.000 kilos, que en el puerto de Rawson se pagaban a $2, para venderlos por arriba de los $25 en la Capital Federal. En la nota se insistía en la necesidad del dragado del río Chubut para que las lanchas pudieran operar en cualquier momento sin sufrir tantos riesgos (El Pueblo, 3/12/1948: 1).

Comienza la fiebre del langostino y decae el cazón: 1949-1953

Cuando se iniciaba la nueva fiebre también se iba consolidando la estructura del puerto de Rawson. Se construyeron depósitos, plantas, comercios y servicios, un almacén naval, un tanque de combustible y una cámara frigorífica para el langostino. El problema clave era la carencia de agua potable, la que se traía en tambores desde el pueblo.

Ya para 1949 la “estrella” de la captura era el langostino, obteniendo en quince días 200.000 kilogramos, con excelente tamaño y características. Rawson se consolidaba como el primer puerto pesquero patagónico y el tercero en el país, luego de Mar del Plata y Bahía Blanca[7] (Montini, 1986).

El primero de febrero El Pueblo publicó un poema a los pescadores, centrado en los riesgos que afrontaban cada vez que salían al mar. A inicios de marzo se hundió otro pesquero, llamado Nuevo Viento Norte (el Viento Norte original también había naufragado) y la tripulación fue rescatada por los barcos San Pedro y Juncal. Hacia fin de año (comenzando la nueva temporada) volvían los reclamos por las obras portuarias y las protestas por la falta de pescado para consumo regional. El Pueblo titula “Muchos langostinos, pero nada para el pueblo” (2/12/1949: 1), afirmando que la temporada se presentaba con buenos rindes, recogiendo un promedio diario de ocho toneladas del crustáceo y generando grandes ganancias: el reclamo era que ningún producto se comercializaba en la región. Los langostinos eran vendidos al exterior y muchos de los peces capturados (que antes se vendían y consumían localmente) eran descartados al mar porque preferían llenar las bodegas con el crustáceo.

En diciembre naufragó otra embarcación, El Sureño, a una milla de la costa y sin víctimas. Durante enero de 1950 se proyectó la construcción de un frigorífico en Rawson, centrado en la pesquería. Son años con récords de ganancias, el eje era la captura de langostino y aún se mantenía una producción relevante de aceite del cazón.

En el puerto de Rawson durante 1950 se capturaron 557995 kilos de langostinos, 42990 de camarones, 170000 de otras especies y 11531 cazones (única especie registrada por ejemplar, el resto en kilos). En 1951 se obtuvieron 1203473 de langostinos, 16290 de camarones, 52000 kilos de otras especies y 34495 cazones (Jornada, 15/9/1962: 15).

En febrero de 1952 naufragó la lancha Aguará Guazú, propiedad de la firma Margara y Sartori: desaparecieron dos personas de una tripulación de cinco miembros. Los fallecidos fueron José Abeledo, de Rawson, y Juan Galarza, con familiares en Rawson, Trelew y Telsen. El sepelio tuvo importante asistencia, congregando al personal de las pesqueras y una delegación del gobierno.

A los pocos días hubo un incendio en Puerto Rawson, en la fábrica de conservas La Angeliquita, de la cual era propietario Luis Rafael Espósito. Era uno de los mayores establecimientos, con maquinarias para preparar pescado envasado, una actividad que iba perdiendo peso frente a la venta de productos frescos. En marzo se destaca la firma de convenios de trabajo en la Delegación Regional del Ministerio de Trabajo y Previsión, entre ellos el de la Industria de la Pesca de Trelew, Madryn y Rawson, primera referencia a un acuerdo en este ámbito.

El año 1952 trajo un récord de 2554200 kilos de pesca ingresados por Rawson, y la confirmación del declive del cazón (Montini, 1986: 53). El término de la guerra, origen de la mayor demanda de aceites vitamínicos, y la posibilidad de sintetizarlos químicamente, provocaron el inicio de la extinción de esa industria.

En La Voz del Sur se destaca que el plan económico peronista centraba en el combustible y la pesca sus esfuerzos en la Patagonia, ya que ambas riquezas eran propias de la región. A la vez registraba una multa municipal a la pesquera Torino y Daneri (de Rawson), por falsear sus ganancias para no pagar las tasas (12/4/1952: 1-2). Durante 1953, las fábricas continuaron comprando langostino hasta finales de abril. Estos eran trasladados a Puerto Madryn para que los vapores los llevasen a Buenos Aires, y desde allí a Norteamérica. Según el periódico esa comercialización beneficiaba a dueños de lanchas y pescadores, y les proporcionaba seguridad para vender sus cargas, ya que la temporada pasada muchos no conseguían compradores. Seguían pescándose cazones, pero en una dinámica declinante: los barcos volvían con un máximo de 400 por día, y sólo Agripesca los compraba (El Pueblo, 17/4/1953: 1).

Esos meses recorrieron la Patagonia funcionarios de la Dirección General de Pesca, relevando los puntos pesqueros, apostaderos de lobos marinos y pingüinos, yacimientos de guano y emplazamientos de futuras estaciones biológicas. A fines de octubre empezaban los preparativos para la temporada, y El Pueblo destacaba la dinámica económica que se generaba, repercutiendo en los comercios y en la actividad de las fábricas e industrializadoras de pescados que empleaban cientos de obreros (23/10/1953: 1).

La pesquería se centraba en el langostino, con 3 a 6 mil kilos por embarcación, aportando más de 80 toneladas por marea. Jornada registraba la alegría de la población, con una actividad en plena producción que generaba grandes ganancias, aunque la mayoría no quedaba en la región: el langostino se vendía a $1,20 el kilo en el muelle de Rawson y en Buenos Aires se cotizaba a $6,50 (14/1/1954: 7).

Durante 1953 se totalizó una captura de 1583120 kilos de langostinos, 56636 cazones, 7435 de salmón, 27840 de merluza, 13150 de pez gallo y 4250 de camarones. El registro indicaba que en julio, agosto y septiembre no hubo actividad pesquera en la región, y se denuncia la presencia de “lanchas belgas y algún otro barco grande” (Jornada, 31/3/1954: 3) que capturaban langostinos para vender a compradores norteamericanos.

Fiebre y crisis del langostino: 1954-1965

Durante 1954 las editoriales de Jornada plantean constantes reclamos por la falta de obras en el puerto de Rawson. Señalan que este debe ser el gran centro pesquero de la Patagonia, por su historia y riqueza, pero que para ello necesitaba que se concretasen las anheladas mejoras en el dragado, reparos y muelles, contenidas en el primer y segundo plan quinquenal pero aún no realizadas.

Empezaba a plantearse la disputa por cuál sería el eje pesquero de Patagonia. Los promotores de las políticas desarrollistas planteaban que Madryn debía reemplazar en ese rol a Rawson, por su puerto de aguas profundas y sin necesidad de dragado (Altimir, 1970). No es casualidad que empezasen las noticias sobre inversiones en Madryn: en julio se anuncian dos proyectos de plantas pesqueras en esa ciudad.[8]

Pero la pesca seguía obteniéndose desde Rawson; a fines de agosto se prepara la nueva temporada, instalando otro edificio para preparar conservas cerca del puerto y la planta Pensacola. De enero a abril se habían capturado 398408 kilos de langostinos, 31350 de salmón, 15000 de pez gallo, 880 de merluza (aunque otra parte se usó para carnada y quedó sin contabilizar), 290 de camarones, 80 de pejerrey (también se considera subestimado) y 37241 cazones. De mayo en adelante no se pescó nada, el grueso de la captura se concentró en los primeros meses y los langostinos fueron centralmente extraídos durante enero y febrero.

Había abundancia de merluza, aunque sólo era usada para su salado o como carnada. El diario destacaba la necesidad de incrementar la actividad pesquera, especialmente la producción de conservas. La crítica era que los empresarios vendían el producto sin agregarle valor, produciendo ganancias rápidas sin necesidad de inversiones fijas, y que eso impedía el desarrollo en mayor escala, algo que sí se conseguía en Mar del Plata (Jornada, 15/10/54: 2).

A fin de año se agremiaron, “en defensa de sus intereses” (Jornada, 8/11/54: 5), los pescadores de Rawson. Lo hicieron en el marco de la CGT, conformando una filial de la Asociación Marítima Argentina (ver Contreras, 2008: 16; Caruso y Contreras, 2019), integrada por Samuel Silva como secretario general, Roque Godio secretario administrativo, Atilio Marconi secretario de actas, Francisco Caravaca tesorero, Américo Amado y Ricardo Torres como vocales, y Miguel Caillavet, Pedro Molina y Domingo Contessi, vocales suplentes. Es la única referencia sobre una organización gremial de los trabajadores agrupados en la actividad pesquera regional durante el período analizado.

La pesca de langostinos seguía muy activa en Rawson desde la última quincena de octubre, aunque los fuertes vientos obligaron a detener las tareas durante semanas. El mayor problema era que el canal de ingreso se había cargado de arena, haciéndose más peligrosa su navegación. La temporada se había iniciado con la entrada a puerto del Neptunia con ocho toneladas de langostino, pero para fines de noviembre los barcos llegaban con sólo 500 a 1000 kilos, si es que lograban salir. El año pasado los precios estaban en torno a $1.20 por kilo y en 1955, por la escasez, se llegó a pagar hasta $5, haciendo que los ingresos no menguaran tanto; de todas maneras, ya 4 de los 21 barcos operativos habían partido hacia el norte (Jornada, 20/12/54: 4).

Es significativa la merma de embarcaciones con respecto a los 105 reseñados por El Progreso en 1948 (también destacados por Montini, 1986: 55). Si bien aún no tenemos datos concluyentes sobre bodegas y esloras, es claro que para este momento ya se produjo una tecnificación, con embarcaciones cerradas, de quince o más metros de eslora, con aparejos adecuados y equipamiento de radiotransmisores (Jornada, 27/8/54: 3). Esa mejora en las condiciones de los barcos fue incentivada por el cambio de especie objetivo hacia el langostino, que demandaba aparejos más complejos y bodegas más amplias.

Datos de la Secretaría de Asuntos Técnicos de Nación destacan que entre 1948 y 1953 el 70% de la producción pesquera de la costa sur se obtuvo en el puerto de Rawson. En Comodoro solo hubo buena captura en 1948 (262.400 kilos), cayendo a 59700 en 1953. Patagonia, como conjunto, pasó de 1.520.100 kilos en 1948 a 2.331.100 en 1953. El mayor rendimiento fue en Rawson, con 2.176.500 kilos en 1953, cayendo la captura de cazones y aumentando la de langostinos (Jornada, 28/6/55: 5)

Recién en febrero del ’55 volvió a pescarse cazón, llegando cada barco con 400 a 700 ejemplares. Este recurso se podría capturar hasta abril, logrando resarcirse en parte por la escasez de langostinos en esta temporada. A inicios de marzo dos barcos vararon en el ingreso al puerto: el Venite Acá y El Triunfador, ambos sufriendo daños estructurales.

Hacia el final de la temporada “más irregular de las conocidas” (Jornada, 31/3/55: 5) nuevamente se pescó langostino en Rawson. De los 31 barcos que llegaron a operar en diciembre y enero pasados, sólo quedaban seis que realizaban sus últimas mareas. El mayor problema fueron los constantes vientos y la merma del recurso, aunque el precio aumentó por la escasa oferta.

A inicios de noviembre comenzó otra temporada de pesca, con la llegada de las primeras cinco lanchas. El diario destacaba que esto ponía en movimiento la economía local, con fábricas de cientos de obreros inactivas durante el invierno. Se presentó un petitorio por el dragado del puerto de Rawson, impulsado por tripulantes, obreros, capitanes de barcos e industriales, al interventor designado por la dictadura. A la entrevista asistieron Víctor Ledesma, G. Gannuni, J. Molina, Juan Godio, J. Barrios, José Fondacaro, José Hanla, Juan Iglesias, Roberto Rouni, Vicente Georgetti, Pablo Menini, Alberto Olanda, Liberato Lavalle, Francisco Stábile, Víctor Cirigliano, Amado Blessa, Vicente Di Bona y Luis Guisamburu (Jornada, 14/11/55: 4).

Al inicio de 1956 se produjo un repunte coyuntural de la pesca de cazón. Una noticia afirmaba que la captura de una lancha evidenciaba la riqueza pesquera: la Santa Lucía, en menos de cuatro meses, capturó cazones que le reportaron un ingreso de 483.000 pesos (Jornada, 12/4/56: 1). Hacia fines de junio se conoció el decreto que otorgaba subsidios para la instalación de plantas textiles en Patagonia. A los pocos días se aprobaba el estatuto que regiría en las nuevas provincias, por el cual se debía convocar a asamblea constituyente. Ambos procesos no eran coincidentes por azar: se trataba del intento por incorporar la Patagonia al nuevo orden nacional, en el marco de la retórica de soberanía, integración y desarrollo[9] (Villegas, 1969).

Esto se daba en un contexto autoritario, expresado en el origen dictatorial del gobierno que promovía estas acciones y en la escasa participación de la población regional. Que se incentivase una industria como la textil sintética, sin tradición, sin empresarios locales y sin materia prima propia, y se dejase sin inversiones estatales a la actividad pesquera local, expresa esa misma lógica al interior de los proyectos planificadores (Pérez Álvarez, 2016).

En ese contexto se afirmaba, desde los medios de prensa regionales, que el puerto de Rawson estaba al borde de no ser operativo, pero en noviembre se inició la actividad pesquera con eje en la captura de langostinos. En septiembre de 1957 se conformó la pesquera Neptuno, con sede en Rawson, teniendo como socios a Vicente y Liberato José Lavalle, Abel Knobel, Alfredo Armisen y Gregorio Kusnetz.

Durante octubre naufragó el San Cayetano, en Carmen de Patagones, cuando viajaba hacia Rawson para participar en la temporada: sus siete tripulantes sobrevivieron. A fin de mes se produjo otro accidente, ahora en Rawson: dos lanchas chocaron entre sí (Caimán y Príncipe del Mar), hundiéndose la primera con seis marineros que fueron rescatados.

En 1958 se produjeron las primeras elecciones para gobernador de Chubut, al tiempo que se fortalecía el régimen de subsidios para las industrias textiles (Jornada, 8/3/58, p.4). Esto restaba centralidad a la actividad pesquera, algo que se evidencia en la falta de cobertura de la temporada de captura en Rawson; solo se retoma cierto debate sobre la necesidad de promocionar a las industrias que procesaban materias primas regionales, como las pesqueras (Jornada, 3/3/58, p.5; ver Pérez Álvarez, 2021b).

Los empresarios de la pesca comenzaron a reclamar políticas similares a su favor. En marzo se instaló en Rawson la fábrica CARVI S.A., de Vicente Cannatelli, Alfredo Galli y Pantaleón Giancastro, con aportes de la provincia para adquirir el terreno. Por esos días se realizaron reuniones para conformar un agrupamiento empresario de Chubut, defendiendo el programa centrado en la actividad textil (sería la UIP, Unión Industrial Patagónica) y sin integrar a los dueños de plantas y barcos pesqueros. Los reclamos de este sector se planteaban de manera aislada: el gobernador recibió a César Bona, Alejandro Melluso y Manuel Miguelez, representantes de la pesquería de Rawson, para analizar las necesidades de la actividad, en un contexto donde la pesca regional decaía mientras se incrementaba la captura en Comodoro Rivadavia.

El inicio de la temporada de pesca reportó siete embarcaciones que arribaron con cargas entre los 600 a 1200 kilos de langostinos, trayendo una de ellas 2500 de camarones (Jornada, 1/11/58: 7). Los avisos clasificados convocaban personal para algunas plantas (Neptuno y Agripesca), solicitando operarias desde los 14 años.

Fue una temporada mala, que durante dos meses tuvo labores prácticamente nulas, por factores sintetizados por el diario en tres hechos. El primero fue que dos barcos japoneses arrojaron desechos en las inmediaciones de Isla Escondida, desperdicios que se pudrieron y habrían alejado el crustáceo de la zona. Luego hubo varios días de mal tiempo, que impidió la salida de las embarcaciones, y más tarde se produjo una nueva paralización, esta vez por una huelga de marineros que exigían mayor precio por la pesca obtenida. Esto hizo que de las 64 embarcaciones que se hallaban operando, sólo quedaron 48 que retomaron sus tareas el 2 de diciembre de 1958 (Jornada, 5/2/59: 8).

Durante noviembre de 1959 llegaron varias embarcaciones procedentes de distintos puertos, centradas en la extracción de langostinos y camarones. Del puerto de Quequén arribó Ventura 3, Felicitas, Amapola y San Cayetano 2; de Mar del Plata, Virgen de la Lágrima, Virgen de Luján, Primavera, Supremacía 2 y Fénix. A fines de noviembre ya eran más de 40 los barcos operando en Rawson (sin obtener las capturas deseadas). En 1960 se colocó la piedra fundamental de la fábrica pesquera de Sur, frente al puerto de Rawson, y volvió a ser una temporada sin muchas novedades ni grandes capturas. Durante 1961 se realizó una mesa redonda para analizar la problemática de la pesca en Rawson, con participación de la FAO[10] y del CFI[11] (en particular de Aldo Ferrer que estudiaba la región para el primer informe sobre desarrollo regional, 1963), coincidiendo en la necesidad de agregar valor a los productos y mejorar las embarcaciones.

A los pocos días se produjo otro naufragio frente al puerto, con cuatro muertos: era la lancha El Pocho, que tenía de tripulación a Juan Manuel Molina (de Rawson), Juan Blanco, P. López y A. Castro. Había otros dos barcos sin noticias, la San Miguel y la Virgen de Luján, suponiendo que ante el temporal buscaron refugio en Puerto Nuevo o Bahía Cracker (Jornada, 27/2/61: 4)

Son años donde la actividad pesquera regional decayó, perdiendo su antigua centralidad en la economía regional, a manos de la promocionada industria textil. Las textiles ya generaban el 24% del producto bruto provincial, absorbiendo el 11,8% de la fuerza de trabajo (Jornada, 3/5/62: 2; Pérez Álvarez, 2021c). Esto se evidencia en la carencia de noticias sobre esta rama económica durante 1961 y 1962. Para enero de 1963 hubo un aumento de la captura del langostino, en un marco donde ya hace años no se obtenían cazones y tras varios años de estancamiento (Jornada, 8/1/63: 5).

Ese año Cordini (que había realizado la sección de pesca del estudio dirigido por Aldo Ferrer) publica un relevante avance de su investigación. Allí destaca que la actividad era exclusivamente temporal y ya absolutamente centrada en el langostino: “El eje de toda su actividad lo constituye el langostino cuya temporada de pesca coincide justamente con el espacio de tiempo que queda entre la época de anchoíta, y la de caballa en Mar del Plata (…) comienzan a llegar los pesqueros a Rawson en el mes de octubre o noviembre, y quedan hasta febrero o marzo. Cuando el langostino se aleja de los lugares habituales o bien cuando llega el mes de febrero o marzo, algunas embarcaciones se dedican a la pesca de cazón y de salmón de mar, en tanto que otras regresan al norte” (Cordini, 1963: 6).

Imagen 2: Marineros trabajando, Cordini, 1963: 25.

Reseña una ocupación de marineros en la pesca en torno a las 200 personas (todos varones) durante los últimos años, y trece fábricas instaladas en Rawson (de las cuáles once tenían producción actual), con apenas once trabajadores permanentes (también solamente varones) y 250 temporarias, de las cuales más del 70% eran mujeres y “cuyo jornal es algo menor que el de los hombres” (Cordini, 1963: 28).

Imagen 3: Marineros trabajando, Cordini, 1963: 37.

A fines de ese año se firmó en Trelew lo que se anunció como el primer convenio laboral provincial en la rama industrialización del pescado[12]. Incluía a unos 400 obreros en Agripesca, Miguelez, Machiavelo y D’Ambra, Camaronera del Sud, Ciudad de Sorrento, Pensacola y Pesquera Patagónica. Según la crónica, el acuerdo mejoraba las condiciones salariales y de salubridad, y establecía un salario diferencial por género y edad: Varones $40 la hora, mujeres $30, menores (de 14 a 18 años) $30. Se afirmaba que “El mayor salario asignado a los varones, corresponde por tareas de manipuleo de cajones dentro el establecimiento y carga y descarga de puerto a fábrica y cámara fría”. No se nombra sindicato firmante ni parte trabajadora y evidenciaba el peso del personal femenino y la juventud del colectivo laboral (Jornada, 5/11/63: 13).

En la siguiente temporada nuevamente se destaca la caída de la captura del langostino, señalando que el problema habría sido la sobrecaptura (Jornada, 4/2/64: 2). Además, la inauguración del Dique Ameghino (Jornada, 20/4/63: 1) disminuyó el dragado natural del río e incrementó los problemas de navegación. Esto potenció la competencia de Madryn, que empezaba a ser promovido y promocionado como puerto pesquero (Jornada, 11/5/64: 7). Pa ra 1965 el parque de barcos era declinante y en invierno disminuían hasta las cinco unidades (Montini, 1986). Ese fue el contexto con el cual se abriría una nueva etapa de la pesquería regional, primero centrada en la captura del salmón y luego en la más duradera fase de la merluza para filet fresco (Mendía, 2022), al tiempo que se impulsaba el desarrollo de la pesquería en Madryn y se quitaba centralidad a Puerto Rawson.

Conclusiones

El dato más evidente, ya señalado por Mateo (2006), es que, a partir del proceso aquí descripto, “la pesca se expandió desde la latitud de Mar del Plata (37º 59’ S) hasta la de Comodoro Rivadavia (45º 50’ S), ampliando enormemente el horizonte de esta actividad en la Argentina” (2006: 145). Esa incorporación del litoral atlántico patagónico a la industria pesquera de Argentina se extendió luego, llegando también a las costas santacruceñas y a Tierra del Fuego (como lo evidencian otros artículos de este dossier).

Esa dinámica fue impulsada por la coyuntural “fiebre del cazón”, pero se sostuvo luego con el langostino y otras fases centradas en diversas especies. Otro cambio clave fue la orientación exportadora que, a partir de esta etapa, adquirió la actividad pesquera en Argentina, y particularmente la articulación de esta rama económica en Patagonia. Desde su origen la pesquería industrial en esta región se conectó más estructuralmente con el mercado externo que con el interno, planteando una ruptura con el paradigma previo de una pesquería artesanal que abastecía el consumo local.

En esa clave se destacan varios reclamos, expresados por la prensa, porque el incremento de la captura pesquera significó, paradojalmente, el borramiento del consumo de pescado fresco para la población de Patagonia. Los agentes involucrados en la actividad buscaron ganancias rápidas, enmarcándose en un nicho enteramente dependiente de la demanda internacional y la abundancia o escasez del recurso. En lugar de diversificar la captura y la producción, agregar valor local y generar encadenamientos productivos con base en el mercado interno (añadiendo esto a la no controlable demanda externa) la pesquería se ultra especializó en ciertas especies, profundizando su dependencia de factores externos. Es lo que denominamos una lógica de enclave, que esta actividad en Patagonia parece haber mantenido hasta el presente.

Lo evidenciado en este artículo es que eso no era un destino inmodificable. Se observa que, durante los primeros años y quizás influenciado por la dinámica mercado internista del gobierno peronista, la actividad generó encadenamientos locales, construyó instalaciones en tierra y recibió importantes inversiones de capitales locales, que en lugar de drenarse por el sistema financiero hacia la metrópolis capitalina se aprovechaban regionalmente.

Eso fue quebrado por el programa desarrollista, que sólo vio en la pesca una fuente de divisas. En lugar de generar desde el Estado las inversiones en infraestructura demandadas por el sector, se promovió la implantación de industrias textiles, sin tradición o materia prima regional y que no recibieron aportes de capitales locales. Esa rama económica, en sus casi treinta años de trayectoria en la Patagonia, no construyó encadenamientos productivos ni articulaciones locales, siendo totalmente dependiente de los subsidios estatales; cuando ellos fueron eliminados el parque textil en Patagonia se derrumbó.

Cuatro elementos más fueron destacados a lo largo de la narración, y plantean una relevante agenda de estudios hacía el futuro. El primero, escasamente tratado en este abordaje, es la necesidad de visibilizar más y mejor el rol de las mujeres. En el enfoque desde la prensa regional y la documentación oficial el sector laboral parece masculinizado; sin embargo, en cuanto revisamos un poco más allá de la superficie, se destaca el enorme peso femenino en el colectivo laboral: las mujeres, y especialmente las mujeres jóvenes, fueron claves en las plantas en tierra, aunque estuvieron excluidas desde un inicio del trabajo a bordo de los buques (que era mucho mejor pagado).

El segundo es la caza de especies como pingüinos, lobos marinos, ballenas, la recolección de guano, etc. Durante estos años aún eran actividades en desarrollo y asociadas estrictamente a las pesquerías, sin cuestionamientos éticos ni ambientales. Sin embargo, es poco lo que se conoce sobre cómo funcionaban esas ramas económicas, quienes trabajaban en ellas, qué sucedió cuando dejaron de ser consideradas viables socialmente, etc.

El tercero es la cuestión ambiental; por primera vez se observan los efectos de la sobre captura y la escasez que esto genera en ciertas especies. A su vez se suman a estos debates la pesca ilegal de buques extranjeros y la problemática del descarte (también asociada a la falta de oferta regional de pescado para consumo interno), aspectos que aún hoy son de relevancia para nuestras pesquerías y que todavía están sin solución.

El cuarto es el de las muertes obreras en esta rama económica y los riesgos que los trabajadores asumieron como normalizados para garantizar el sustento familiar. Como bien lo plantea Mateo (2006), la tragedia ambiental se integraba con la social: es difícil precisar la cantidad de fallecimientos ocurridos, pero al menos se considera un deber de memoria (Levi, 2006) nombrar a quienes quedaron registrados en las crónicas; sirva ello como un mínimo homenaje, a contramarea de tantas penas y olvidos en el mar patagónico.

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Recibido: 16/03/2023

Evaluado: 05/05/2023

Versión Final: 14/05/2023

páginas / año 15 – n° 39/ ISSN 1851-992X /2023                             


[1] Su presencia es subestimada en las fuentes. Será una tarea a futuro construir esa visibilización y evidenciar su participación en el origen de la pesquería industrial en Patagonia.

[2] Siccardi (1950) cita un dato clave para comprender el incentivo a la captura y exportación del cazón, un fenómeno generado a nivel mundial: “Una tonelada de tiburones se pagaba en 1937 entre cuarenta y sesenta dólares estadounidenses. Por igual cantidad llegó a pagarse en 1941 dos mil dólares” (128-129).

[3] Balbino Machuca, en Jornada, afirmaba en 1954 que “hacía diez años solo había en la capital del territorio unos cuatro pescadores de oficio, los que con un pequeño bote con remos y una pequeña gasolinera pescaban en el río y en las inmediaciones de la desembocadura, róbalo y pejerrey” (27/8/1954: 3).

[4] También se destacan los avisos comerciales ofreciendo cajones para langostino y bacalao, por parte de una empresa denominada Industrial Patagónica.

[5] Se habla de ambas especies (galeorhinus galeus y mustelus schmitti), indicando que las dos eran objeto de captura, aunque en los registros sólo se referencia al cazón.

[6] Se hundió cerca de Puerto Rawson, de los cuatro tripulantes, tres llegaron a la costa a nado y Manuel Aguilar, que según se dice no sabía nadar, murió (Avisador Comercial, 18/1/1947: 1).

[7] En verdad ese dato es más bien fluctuante según los registros oficiales (Ministerio Agricultura, 1955). Rawson sí es en este período el puerto pesquero más importante de Patagonia.

[8] El 25 de agosto de 1958 el SIPNA (Servicio de Informaciones de la Prefectura Nacional Argentina; Barragán e Iturralde, 2019) comunicaba que no existía actividad pesquera estable en Puerto Madryn (es respuesta a un registro nacional sobre el funcionamiento de esa rama económica). Años después registran lo que consideraron el inicio de la pesquería permanente en ese puerto, en un reporte del 11 de noviembre de 1970: allí reseñaron la puesta en operaciones del pesquero ‘Don Paco Ventura’ y la construcción de una fábrica de harina de pescado.

[9] Un editorial de Jornada, remarcaba que “Desarrollo y soberanía, van unidos porque sin desarrollo no hay soberanía, ya que una zona sin pueblo, carece de alma” (14/2/62: 3).

[10] Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

[11] Consejo Federal de Inversiones.

[12] Parece ser que el convenio de 1952 sólo incluía al noreste de Chubut; ahora se incorporaba toda la provincia, dado que el puerto de Comodoro había intensificado su actividad pesquera.