Régimen laboral, sindicalismo y reproducción social. Cómo los sindicatos articulan el espacio productivo y reproductivo en la salmonicultura chilena

Régimen laboral, sindicalismo y reproducción social. Cómo los sindicatos articulan el espacio productivo y reproductivo en la salmonicultura chilena

Labour regime, unionism and social reproduction. How trade unions articulate the productive and reproductive space in Chilean salmon farming

Diego Velásquez

 Pontificia Universidad Católica de Chile,

Universidad Andres Bello,

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales de Chile (Chile)

dvelaquez1@uc.cl

Patricia Retamal[1]

Universidad de Chile (Chile)

patricia.retamal@uchile.cl

Resumen

Históricamente, los sindicatos han sido considerados organizaciones pertenecientes al espacio de producción, por lo que su papel en el ámbito reproductivo ha sido poco estudiado. Para contribuir en esa línea, este estudio analiza cómo los sindicatos articulan las demandas del ámbito productivo y reproductivo en una industria fuertemente feminizada. Mediante el estudio del caso de la salmonicultura chilena, se observa que las mujeres han aumentado su participación en los sindicatos desde los años ‘90, lo que ha permitido incluir la perspectiva de género en sus demandas. En estos contextos se superan las discusiones sobre la producción y se extienden a cuestiones de la esfera reproductiva, como la maternidad, las tareas de cuidado, la violencia doméstica y los obstáculos que experimentan en su mayor inserción en el mercado laboral. Por lo tanto, el sindicato actúa como un espacio que articula las esferas productivas y el reproductivas, donde las mujeres que participan en las directivas juegan un rol central.

Palabras clave: Régimen laboral, reproducción social, sindicatos feminizados, salmonicultura.

Abstract

Historically, trade unions have been considered organisations belonging to the production space, so their role in the reproductive sphere has been understudied. In order to contribute to this issue, this study analyses how trade unions articulate the demands of the productive and reproductive spheres in a largely feminised industry. Through the case of the Chilean salmon farming industry, it is observed that women have increased their participation in labour unions since the 1990s, which has made it possible to include a gender perspective in their demands. In these contexts, the discussions about production are extendeded to issues of the reproductive sphere, such as maternity, care work, domestic violence and the obstacles they experience in their increased insertion into the labour market. Therefore, the trade union acts as a space that articulates the productive and reproductive spheres, where women who participate in the union leadership play a central role.

Keywords: Labour regime, social reproduction, feminised trade unions, salmon farming.

Introducción

Desde distintos enfoques teóricos se ha buscado entender la relación que existe entre los espacios de producción y reproducción social. Por ejemplo, los estudios del trabajo han buscado expandir su foco fuera de los límites de la empresa, considerando al territorio y al régimen laboral, incorporando en el análisis a la producción, la reproducción y el consumo(Baglioni, Campling, Coe, et al., 2022b). Por su parte, los enfoques feministas (Fortunati, 2019, Federici, 2020, Weeks, 2020) han discutido la importancia del trabajo reproductivo, doméstico y de cuidado en la provisión de fuerza de trabajo para el capital, donde históricamente las mujeres han sido quienes se han hecho cargo de esa labor. A pesar de estos y otros esfuerzos (por ejemplo, Moore, 2020 desde un enfoque de la ecología política), la discusión se ha centrado en las acciones estatales y del capital que articulan a ambos espacios, pero no se ha indagado lo suficiente en el rol que juegan organizaciones de la sociedad civil. Es por ello que esta investigación busca aportar en esta línea al indagar en cuál es el papel que han desempeñado los sindicatos en una industria altamente feminizada, es decir, la salmonicultura chilena.

Uno de los enfoques que ha intentado vincular al espacio productivo y reproductivo desde los estudios del trabajo es el régimen laboral. Este enfoque se basa en el hecho que el capital necesita establecer una estabilidad social y económica en los mercados laborales donde actúa, adoptando lazos y reciprocidades entre los sitios de producción y consumo, generando interrelaciones entre lugares de trabajo, familia, instituciones comunitarias, sindicatos y partidos políticos locales (Jonas, 1996). Por un lado, los empleadores adaptan sus prácticas de contratación laboral a estas particularidades locales; mientras que, por otro lado, las relaciones sociales y el arraigo de los habitantes del territorio son una condición previa al establecimiento de la industria. En ese sentido, la división sexual del trabajo (Rodríguez, 2015) preexistente a la industria y los roles definidos para ambos sexos son apropiados y resignificados en el trabajo, a la vez que son transformados por la territorialización del capital. En este proceso se produce una disputa por el control que necesitan las compañías para tener un acceso irrestricto a la fuerza de trabajo de “libre” movilidad, garantizando la estabilidad al mercado laboral; y la reproducción social.

Por su parte, la organización social de las mujeres ha permitido visibilizar demandas vinculadas tanto con la esfera productiva como con la reproductiva, “el paso clave para ello fue separar la producción de las personas y la producción de la ganancia, asignando el primer trabajo a las mujeres y subordinados al segundo” (Arruzza, et al, 2020: 38). En relación a la primera, se han problematizado aspectos como la precarización laboral, la brecha salarial, el acoso sexual y la violencia de género en el ámbito laboral. Por otra parte, en lo que respecta a la esfera reproductiva, se han abordado cuestiones como la alta carga de responsabilidad que recae sobre las mujeres en temas como la salud y educación de hijos e hijas, la demanda de vivienda propia, la exigencia de mayor movilidad y seguridad, así como la necesidad de atender la violencia de género experimentada en el ámbito doméstico.

Bajo este escenario,  los sindicatos, definidos como organizaciones creadas para defender los intereses colectivos de las y los trabajadores, se han considerado como una organización perteneciente al espacio productivo, que buscan disputar el excedente del trabajo social. Al respecto, Hyman (1978) sugiere que existen tres conceptualizaciones sobre el quehacer sindical: (i) aquellas que los consideran como organizaciones de interés con funciones predominantes en el mercado laboral; (ii) las que los ven como vehículos para elevar el estatus de los trabajadores en la sociedad en general y promover una forma de justicia social; y (iii) las que los posicionan como organizaciones que nacen en el marco del conflicto de clases inherente al capitalismo y que buscan trascenderlo. Por lo tanto, queda en evidencia que ninguno de estos enfoques hace una alusión explícita al rol que juegan en la reproducción social y en la articulación entre el espacio productivo y reproductivo. Por ello, esta investigación busca responder ¿cómo los sindicatos articulan las demandas del ámbito productivo y reproductivo en la salmonicultura chilena?

Para responder a esta pregunta, se analiza el caso de la salmonicultura chilena. Este caso se caracteriza por ser una industria con una gran preponderancia en los territorios donde se ha insertado y que ha impactado en el modo de vida de sus habitantes. Además, es un sector altamente feminizado, donde cerca del 40% de los puestos de trabajo son ocupados por mujeres, particularmente en aquellos donde se desarrollan tareas rutinarias y que requieren de una mayor habilidad motriz (Macé & Bornschlegl, 2010). Esta inserción les ha permitido tener una mayor presencia en las directivas sindicales (Cid, 2012) e incluir la perspectiva de género entre sus demandas. Por lo tanto, es un sector que permite analizar de manera clara la forma en que el quehacer sindical se ve permeado por las problemáticas provenientes del espacio reproductivo y analizar las acciones que realiza al respecto.

El texto continúa de la siguiente manera. A continuación, se presenta la metodología empleada para la investigación. Posteriormente, se discute la teoría de regímenes laborales, para luego vincularla con la teoría de la reproducción social. En consiguiente, y a modo de profundizar en el caso de estudio, se describe el régimen laboral de la acuicultura chilena para, luego, describir la participación de las mujeres en los sindicatos salmoneros. Finalmente, se presentan las conclusiones del estudio y su discusión.

Metodología

Para esta investigación, se tiene por objetivos específicos: 1) la caracterización de la participación femenina en los sindicatos acuícolas, 2) las dificultades que enfrentan en la participación en sindicatos; 3) describir las acciones que realizan los sindicatos para subsanar dichas dificultades; y 4) explicar cómo cada dimensión del régimen laboral genera desafíos para la articulación entre el trabajo productivo y reproductivo. Para ello, se desarrolló una metodología de estudio de caso, ya que se busca obtener una comprensión profunda y detallada del fenómeno.

La selección del caso estudiado responde a que se caracteriza por ser un caso típico de una industria con alta participación femenina y han ocupado paulatinamente puestos dirigenciales dentro de los sindicatos. En ese sentido, busca representar a una industria de recursos naturales donde las mujeres han logrado involucrarse en la actividad sindical y canalizar demandas de género y de ámbitos externos al espacio de trabajo.

Las fuentes de información combinan datos cuantitativos y cualitativos. Respecto de los primeros, se utilizaron bases de datos estadísticos de fuentes oficiales, como la Dirección del Trabajo (DT) de Chile y el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (SERNAPESCA), los cuales se analizaron mediante estadística descriptiva y que permiten abordar el primer objetivo.

En cuanto a las fuentes cualitativas, se realizaron quince entrevistas semi-estructuradas y en profundidad a dirigentes sindicales de las regiones de Aysén y Los Lagos, de las cuales siete corresponden a mujeres y ocho a hombres, abarcando puestos de trabajo de centros de cultivo y plantas de procesamiento. Además, se entrevistaron a tres representantes de los gremios empresariales y a un empresario salmonero. Mediante estas entrevistas se indagó en la historia del sindicato, su organización, la participación femenina en la industria y en los sindicatos, y en las acciones que las organizaciones desarrollan respecto a las problemáticas propias de la esfera reproductiva, por lo que se posibilita responder los objetivos dos, tres y cuatro. Esta información fue analizada mediante análisis de contenido dirigido (Hsieh & Shannon, 2005), que permite codificar el texto utilizando categorías de análisis preexistentes, por lo que sigue una estrategia deductiva, donde la unidad de análisis son los temas presentes en los discursos.

Regímenes laborales

Los Régimen laborales son un enfoque que ha buscado expandir la discusión respecto al control sobre la fuerza de trabajo en las últimas décadas. Este es definido como un conjunto de relaciones sociales e instituciones que crean trabajadores, y dan forma a la explotación en múltiples escalas mediante diferentes esferas en  la economía global (Peck, 2022; Taylor & Rioux, 2018).

Este concepto tiene su raíz histórica en el trabajo de Michael Burawoy (1982), quien buscó entender las consideraciones del control del trabajo más allá del centro de trabajo para incluir las “políticas de producción” en sentido amplio. Más tarde, en la década de los ‘90, geógrafos económicos utilizaron el concepto para entender la formación social y particularidad de los mercados de trabajo local (Baglioni, Campling, Coe, et al., 2022a), la cual fue entendida como una “institucionalización geográficamente específica de estructuras de mercados de trabajo, convenciones y prácticas, que proveen contextos únicos contra las cuales las estrategias son formuladas por los actores del mercado laboral” (Peck, 1996:266).

En ese contexto, se destaca el trabajo de Jonas (1996), quien acuñó el concepto de “regímenes locales de control laboral” (LLCR por sus siglas en inglés) para referirse al “conjunto de mecanismos históricamente contingente y territorialmente arraigados que coordinan la reciprocidad entre producción, trabajo, consumo y reproducción del trabajo dentro del mercado laboral local” (Jonas, 1996: 325). Este enfoque destaca por el desarrollo desigual de las prácticas de control laboral en localidades específicas, así como el arraigo social en la producción, consumo y reproducción. En ese sentido, desarrolla una versión localmente arraigada de la teoría de la regulación (Baglioni & Mezzadri, 2019), sirviendo de puente analítico entre las redes globales de producción y el proceso de trabajo con el objetivo de ayudar a explicar las desiguales condiciones laborales y habilidades para organizarse (Pattenden, 2019). Por lo tanto, el asunto central es el control de las actividades de las y los trabajadores dentro y fuera de la industria y cómo es ejercido el poder por agentes locales y sus estrategias particulares (Jonas, 1996). De esta manera,  la noción de control es entendido en sentido amplio, más que sólo en términos de eficiencia o productividad, sino que incorpora al amplio rango de trabajadores, hogares, firmas, sociedad civil y Estado e instituciones que están involucradas en darle forma a los LLCR (Baglioni et. al 2022).

De forma paralela al análisis de los regímenes fabriles, un  conjunto de académicas feministas, a través del estudio de la economía política global y agraria, investigó la naturaleza sexista de los regímenes laborales inscritos en la globalización de la producción (Bair, 2022). Este cuerpo teórico, influenciado por diferentes corrientes marxistas, se involucró en los debates de los modos de producción y la relación entre la producción y reproducción y el valor del trabajo doméstico (Baglioni et al., 2022:18).

Esto permitió evidenciar, por ejemplo, que el aumento de mano de obra femenina en estas firmas ocurrió porque son mano de obra barata y que puede ser ofrecida de manera informal, especialmente “para la cosecha, packing y empaque, [donde] la mecanización de las actividades fue irregular y extremadamente variada y las empresas combinaron diversas formas de empleo” (Baglioni, 2018). Lo anterior ha provocado que en zonas agroindustriales exista un alza desproporcionada del empleo informal, en donde las mujeres ocupan entre el 60% y hasta 90% del total de puestos de trabajo. De igual forma, se identifican que existen iniciativas lideradas por las empresas, como por ejemplo, arriendos a pequeños granjas, donde trabajan por igual hombres y mujeres de la familia pero el trato es establecido directamente con los hombres, o el aumento de los dormitorios y albergues al interior de las firmas, más conocidos como “régimen laboral de dormitorio” (Ngai y Smith, 2017, citado por Mezzadri, 2021:257) que han provocado que el control y el disciplinamiento laboral genere una subsunción más amplia del trabajo. Es decir, hay control dentro y fuera del lugar de trabajo (en los casos mencionados) con efectos positivos para la producción, no así para la reproducción y para la vida de las y los trabajadores.

Bajo este escenario, los mecanismos de control pueden expresarse de diferentes maneras: automatización, informalidad, segmentación de género y subordinación, y separación de los trabajadores entre firmas y hogares. Por ejemplo, Baglioni (2017) distingue entre disciplinamiento espacial y social, donde el primer se refiere a la fragmentación espacial de la fuerza de trabajo a través de la subcontratación y su contención dentro de las firmas; mientras que el disciplinamiento social es la segmentación social de los trabajadores principalmente por géneros en el mercado de trabajo y la subordinación de las mujeres en los hogares. Ambos se desarrollan a través de la interacción entre firmas y hogares.

Ahora bien, es posible desprender algunas dimensiones que facilitan el análisis de los regímenes laborales. Al respecto, Baglioni, et al. (2022b) sugiere que su análisis debe incorporar los siguientes elementos: a) la identificación del proceso de producción, circulación, reproducción social y ecología como esfera central en la explotación capitalista; b) la articulación de estos procesos y su mediación en contextos históricos, espaciales e institucionales particulares, y c) las formas concretas en que dichos procesos pueden ser estudiados operacionalmente. A continuación se describe a cada uno de ellos de manera separada.

El primero de ellos es la esfera de la producción, es decir, el lugar donde se extrae el plusvalor y se asegura la reproducción del capital más que del trabajo. Su análisis se enfoca en la descripción de la organización del proceso de producción y en los distintos mecanismos de control y disciplinamiento desplegados por los capitalistas para asegurarse que el trabajo comprado (en forma de fuerza de trabajo) se vuelva trabajo efectivo (Thompson, 1989). En este marco, las formas de contratación, nivel de salarios y autonomía, sanciones e incentivos, etc. operan como reguladores del comportamiento. En segundo lugar, se encuentra el proceso de circulación, el cual refiere a la distribución de los medios de producción, seguido de la distribución de insumos (commodities) y abarca el momento del intercambio, cuando la plusvalía es realizada como ganancias en formas monetarias. En tercer lugar, se considera a la ecología, la cual es entendida en base a la relación metabólica existente entre humanos y naturaleza no-humana, representando un elemento crucial para entender cómo la materialidad de los recursos naturales y el medioambiente dan forma a las estrategias de apropiación y comodificación por parte del capital, abriendo nuevas fronteras de commodities y posibilitando la comprensión del capitalismo como un régimen ecológico (Moore, 2020; Smith, 2007). Por último, se encuentra la esfera de la reproducción, los cuales son espacios donde las relaciones de clase son constantemente formadas, fragmentadas y jerarquizadas a través de producción de diferencias, en este caso, las asociadas al género. Por consiguiente, la producción es objeto de cuestionamiento y confrontación en función de las diferencias de género presentes en ella (Baglioni et al, 2022b). A continuación se profundizará en esta última dimensión como uno de los ejes centrales de observación y análisis.

Las teorías de reproducción social en los análisis sobre regímenes laborales

La reproducción será entendida como aquella dimensión en donde se desarrollan las actividades que permitan la contención humana y social. En este sentido las teorías de reproducción social (TRS) han aportado una dimensión poco explorada en los estudios de regímenes laborales. En primer lugar, esta discusión teórica busca comprender de forma relacional las actividades productivas y reproductivas desarrolladas por las mujeres, definiendo el concepto como un híbrido que considera desde el esfuerzo físico y remunerado en la economía capitalista, hasta el mantenimiento y la renovación de la población (Bezanson y Luxton, 2006). Esto puso en el centro e hizo visible la reproducción como “un nuevo campo de acumulación y de batalla, y también [permitió comprender] la duración total de la jornada laboral y hasta dónde llega la dependencia que tiene el capital del trabajo no asalariado” (Federici, 2018: 86). En particular, hablar de la reproducción social, es indagar de forma profunda en las responsabilidades domésticas y de cuidado en diálogo con las responsabilidades labores remuneradas. Este último es reconocido por la literatura feminista, como relevante en el proceso de acumulación capitalista (Carrasco, 2017). De esta manera, las TRS buscan conocer el trabajo asalariado, doméstico y de cuidados bajo distintos regímenes laborales.

Una de las primeras campañas que fortalecieron esta discusión, fue la denominada Campaña por el salario para el trabajo doméstico (Toupin, 2022) que buscó, a partir de una retribución económica, es decir, un salario, poner en valor el esfuerzo y energía invertida por las mujeres que “en lugar de orientarse a su satisfacción personal, tienen como fin la reposición diaria y generacional del trabajador” (Jiménez, 2020: 190). Esta discusión no estuvo exenta de críticas, ya que al corresponderles salarios a las mujeres a cargo del trabajo reproductivo bajo esta estructura capitalista “la figura del patrón se difumina detrás de la del marido. Éste parece el único destinatario de los servicios domésticos y eso da una connotación ambigua y esclavista al trabajo del ama de casa” (Dalla Costa, 2009: 38). Por lo anterior, el reto del movimiento de mujeres y feministas “consiste en encontrar modos de lucha que, liberando a la mujer del hogar, por un lado, le eviten una doble esclavitud y, por otro, quiten espacio a una nueva posibilidad de control y de sometimiento capitalista” (Dalla Costa, 2009: 51).

Un segundo momento de esta teoría se desarrolla desde los años 2000 en adelante, considerando la herencia de las académicas y activistas de los años 70. En esta etapa se integra la multiplicidad de factores a un nivel diario y generacional por el trabajo físico, emocional y mental para la producción de la población y su organización social (Arruza et al., 2019). Por lo que esta teoría complejiza y busca observar “todas aquellas actividades que sustentan a los seres humanos como seres sociales y encargados, que no solo necesitan comer, dormir sino también criar hijos, preocuparse por sus familias y sostener sus comunidades, todo mientras buscan hacer realidad sus esperanzas para el futuro. Estas actividades de producción de personas tienen lugar, de una forma u otra, en las sociedades” (Arruzza et al., 2019: 99). Por ello se abre un abanico de nuevos estudios que incorporan la perspectiva del cuidado, observando sus dinámicas en espacios íntimos o locales, nacionales y globales. En particular, las teorías de reproducción social, “más que centrarse en demostrar el carácter productivo de las actividades de cuidado, afirmar la importancia del tiempo de cuidado significa llamar la atención y hacer tiempo para una serie de prácticas y experiencias vitales que son descartadas, o aplastadas, por el ethos productivista” (Puig de la Bellacasa, 2015: 708).

En el contexto de Latinoamérica, esta discusión ha sido abordada considerando diversos factores, como la violencia experimentada por las mujeres y la carencia de políticas efectivas para su prevención. Este problema ha sido ampliamente estudiado en el continente, relevando la violencia sistemática contra mujeres y niñas manifestadas en formas de violencia física y sexual. A través de estos estudios, emerge el concepto de violencia expresiva, que busca ejercer un control absoluto de una voluntad sobre otra (Segato, 2006: 21). La autora profundiza en la caracterización de la violencia de género en América Latina, a partir de la profundización del caso de las mujeres trabajadoras asesinadas en Ciudad Juárez, la que marca la agenda de investigación feminista que logra abordar la violencia y caracterizarla (Segato: 2006). Conforme a Lamas, la intensificación de esta violencia ha sido un impulsor de las protestas feministas y, por consiguiente, de la acción política. Por lo anterior la autora establece una conexión entre la emoción y la política que ha dejado su huella en la historia del continente (Lamas, 2020).

Por lo anterior, esta investigación aborda como un tipo de organización, en este caso los sindicatos, se ha enfocado en discutir y avanzar sobre demandas específicas de la esfera productiva, pero que, de manera simultánea, realiza acciones que sobrepasan lo exclusivamente laboral, ampliando su espectro fuera de los límites de la empresa e incidiendo en otros espacios, como la política, la economía, el consumo y la reproducción. En consecuencia, dentro de su gestión se incorporan problemáticas vinculadas al espacio doméstico, como por ejemplo, violencia de género en los hogares, educación de los hijos e hijas, transferencias económicas para comprar alimentos, entre otros. Además, se espera que las mujeres sean quienes tomen la iniciativa respecto a estas demandas, permitiendo asociar al hogar como un espacio inmerso y presente en el sindicato (Harvey, 2014). En ese sentido, se vuelve pertinente analizar una industria altamente feminizada como lo es la salmonicultura chilena, por lo que a continuación se describe el régimen laboral salmonero para luego profundizar en el rol de las mujeres en los sindicatos del sector.

El régimen laboral de la salmonicultura chilena

A continuación se describe el caso de estudio, es decir, el régimen laboral de la salmonicultura, considerando las dimensiones propuestas por Baglioni et al. (2022b), es decir, la producción, la circulación, la ecología y la reproducción, para luego profundizar en el sindicalismo como un espacio de reproducción.

Producción

La salmonicultura es un tipo de cultivo intensivo enfocado a la producción de peces de la familia del salmón que, entre otras características, requiere de aportes alimentarios externos al ambiente donde se inserta. El proceso productivo consta de distintas etapas, controladas por los factores de temperatura y luz (Bustos, 2015). Las primeras fases se desarrollan en agua dulce, las cuales comprenden la fertilización, incubación, eclosión, alevinaje y esmoltificación u osmoregulación de los peces. Una vez completan su fase de desarrollo, están listos para pasar al agua salada, donde sus primeras fases duran entre 8 y 16 meses, alcanzando un peso entre 70 y de 300 gramos. Una vez se concluye ese proceso, viene la fase de engorda, siendo trasladados a los bordes costeros donde son mantenidos hasta alcanzar su talla de cosecha, o bien hasta alcanzar su madurez sexual para ser usados como reproductores. En total, este proceso puede durar entre tres y cuatro años (Banoub et al., 2021). Una vez consechados, son enviados a centros de procesamiento, donde son fileteados, congelados o enfriados frescos. Finalmente, son transportados a puertos o aeropuertos para ser exportados.

Geográficamente, la producción de salmón se desarrolla en las regiones más australes de Chile (Figura 1). La región de Los Lagos es donde se concentra la mayor parte de la producción de salmón de Chile con el 81% del total, estando fuertemente concentrada en el eje territorial entre en la costa sur del lago Llanquihue, las áreas costeras de Puerto Montt, Reloncaví, Calbuco, Hualaihué y el mar interior de Chiloé (Montero, 2004), donde se genera el 25% de la producción global. Igualmente, se extiende a la región de Aysén y Magallanes, donde tiende a desarrollarse el cultivo más que el procesamiento.

        

Figura 1. Mapa de la salmonicultura en las regiones de Los Lagos y Aysén Fuente: Elaboración propia

En términos laborales, el trabajo que provee la industria es precario. Desde distintos estudios, el sector se ha caracterizado por sus malas condiciones laborales expresado en los bajos salarios y condiciones inseguras de trabajo debido a las tareas rutinarias realizadas en lugares fríos y húmedos (Estrella Díaz, 2009; Barton y Román, 2016). Ello fue el campo de cultivo para el surgimiento de sindicatos y huelgas, especialmente en la primera década de los 2000 (Velásquez y Ayala, 2023).

Circulación

Esta industria ha experimentado un enorme éxito económico, acompañado de una constante expansión, aunque con desiguales impactos en los territorios (Román et al., 2015). Esto se evidencia en la relevancia que ha adquirido para la economía nacional en términos de intercambio, equiparando a la agricultura como el segundo sector que más exporta, donde no sólo participan firmas productoras, sino que también pequeñas y medianas empresas que ofrecen servicios sanitarios, como monitoreo, limpieza, procesamiento de desechos, etc., y también de manipulación genética, como procesamiento de ovas, vacunación, alimentación, etc.

La salmonicultura pertenece a la cadena global de producción del salmón, y en términos más generales, a la red global de producción de alimentos. Esto tiene dos implicancias. Por un lado, dada la política de desarrollo extractivista chilena, la gran mayoría de su producción es vendida en mercados internacionales, donde los principales destinos son Estados Unidos, China y Brasil. Su principal cliente son las grandes empresas del retail, con quienes mantienen contratos de provisión del producto en forma de promesas de ventas o “futuros”. Por otro lado, en la producción participan industrias transnacionales. Tras el crecimiento expansivo del sector, comenzaron a llegar empresas extranjeras a través de la creación de centros de cultivo, producción de alimento para peces, manufactura de jaulas, producción de procesados, contenedores de refrigeración y logística de transporte (Perez-Aleman, 2005). Entre ellas se encuentran empresas japonesas, noruegas y chinas, entre otras.

Finalmente, en términos de la circulación de fuerza de trabajo, la acuicultura ha impulsado la llegada de trabajadores migrantes. La salmonicultura necesita de trabajo especializado, por lo que la industria atrae y dirige el flujo migratorio a un gran número de trabajadores especializados para distintos puntos dentro de la cadena de producción (Gobantes & Frías, 2015). De esa manera, es posible identificar empleados provenientes de otras regiones, que se emplean en turnos de 15 o 20 días (Saavedra Gallo, 2015).

Ecología

Para describir la cuestión ecológica en la salmonicultura, hay que atender a la materialidad del recurso natural y al medioambiente donde es producido. Es por ello que seguiremos el enfoque tiempo-espacio-forma (Prudham, 2005) y que se elaboró en el estudio de Banoub et al. (2020) para observar cómo las características del salmón inciden sobre las estrategias de apropiación y comodificación del recurso. Estos resultados se resumen en la tabla 1.

En primer lugar, el tiempo tiene un efecto sobre las estrategias de apropiación y comodificación de la naturaleza a través del ciclo de reproducción del recurso y sus temporadas. Se busca extraer valor desde un recurso renovable, por lo que su reproducción resulta fundamental para posibilitar un nuevo ciclo de acumulación, donde el factor temporal necesario para alcanzar el peso comercial puede durar varios años. Por lo tanto, el ciclo biológico busca ser reducido mediante el control de todo el proceso de reproducción del recurso en cada una de las fases del proceso mediante selección de ovas, manipulación genética y la alimentación. Además, una vez extraído del agua, comienza un proceso de descomposición, el cual debe ser manejado a través de soluciones logísticas de congelamiento, transporte y otros procesamientos para la conservación del alimento fresco.

Tabla 1. Importancia del tiempo, espacio y forma en la salmonicultura

Dimensión de la naturaleza

Recursos de poder afectados

Tiempo

- Tiempo biológico (múltiples años en los ciclos de crecimiento y reproducción)

- Recurso renovable

- La selección de especies, la manipulación genética y el manejo de inputs (nutrientes y oxígeno) pueden acelerar la tasa de acumulación de la biomasa y el tiempo total para alcanzar el precio de mercado

- El tiempo del trabajo coincide con el tiempo de producción (alimentación, monitoreo y manejo)

- Inestabilidad temporal del recurso (descomposición y preservación del pescado fresco)

Espacio

- Limitaciones en el área de distribución fisiográfica (temperatura del mar, olas, corrientes y calidad del agua)

- Forma espacial de la acuicultura: capitalización de las condiciones ecológicas de la producción de peces (alimento, oxígeno, etc.) posibilitadas en áreas discretas y confinadas; pero últimamente dependiente de la apropiación de alimento vía pesca de captura espacialmente extendida

- Requisitos de regulación espacial (licencias, evaluaciones de impacto)

Forma

- Selección de especies basado en la capacidad de acumular biomasa y susceptibilidad de enfermedades

- Ensamblado en un monocultivo denso (corrales de una única especie) para maximizar los resultados y facilitar la cosecha

- “Forma ajustada al mercado” basada en la conmensurabilidad con especies salvajes (y/o facilidad de procesamiento)

Fuente: Banoub et al. 2020

En segundo lugar, el espacio incide a través de la capitalización de las características del ecosistema y su conservación ecológica. En el caso de la acuicultura, se busca capitalizar las condiciones ecológicas para el desarrollo del cultivo debido a que el salmón no es una especie nativa del territorio, pero su explotación es posible por las condiciones geográficas que posee la región en tanto temperatura del agua, mareas, etc. Como contrapartida, su producción ha puesto en riesgo la conservación del medioambiente al utilizar los recursos disponibles del mar como insumos para la reproducción del recurso, reduciendo así el stock de peces y otras especies nativas. Además, genera desechos biológicos y no-biológicos que quedan depositados en el mar, como fecas, desechos alimenticios, escapes de peces, redes, boyas, etc.

Finalmente, la forma incide la acuicultura a través de la producción mediante monocultivo, selección de las especies y la forma en que se ajusta al mercado. El recurso es un bien privado, el cual busca ser controlado en todo su ciclo vital, por lo que el proceso de producción se concentra en el cultivo de una única especie y se despliega según las distintas etapas necesarias para su reproducción. Por lo tanto, sus características van a definir qué especies serán seleccionadas para el cultivo, y su forma se ajusta a las demandas que exige el mercado. Dada sus características biofísicas, el pez depende del ciclo de reproducción y maduración, en donde se necesita controlar las enfermedades y la calidad del producto, tanto en su ciclo de vida como una vez muerto. Es por ello que la alimentación y el monitoreo se vuelven tan importante.

Reproducción

En estos sectores, históricamente los hombres que habitaban las costas desempeñaban su labor como pescadores artesanales, embarcándose por varios días para buscar el alimento para el hogar; mientras que las mujeres se enfocaban en las tareas del hogar, incluída la agricultura familiar campesina y el trabajo textil. Con la llegada de la salmonicultura, las mujeres han dejado sus hogares con el fin de emplearse en los centros de cultivo y plantas procesadoras del salmón, mientras que los hombres no necesitan desplazarse grandes distancias, sino que pueden emplearse en el centro de cultivo más cercano.

Esta transformación ha traído consigo un significativo cambio cultural, en particular en el desarrollo de los roles de género, producto de la alta inserción de las mujeres en los puestos de trabajo acuícola (Rebolledo, 2012). Si bien su inclusión ha ocurrido en posiciones de bajas calificaciones con tareas rutinarias y bajos salarios, ellas han obtenido un mayor estatus social (Lazo, 2017), obteniendo una mayor confianza y autonomía, debido a las contribuciones económicas que realizan al hogar.

Además, el trabajo asalariado ha permitido a las mujeres sobrellevar el aislamiento rural y establecer contactos con otras mujeres y hombres. Sin embargo, la participación femenina no ha sido un proceso sencillo o liberador, sino que ha ido aparejada de conflictos en los hogares por el cambio en los roles de género establecidos (Macé y Bornschlegl, 2010). Por su parte, los hombres han perdido -en parte- su identidad como el único proveedor.

Por último, la participación femenina en la industria salmonícola ha permitido a las mujeres una mayor inclusión en las organizaciones sindicales, donde participan en posiciones dirigenciales (32% de los puestos dirigenciales en los sindicatos son ocupados por mujeres) y han podido movilizar demandas de género (Cid, 2012). Sin embargo, esto ha generado una extensión en su jornada de trabajo -incluso triplicándose-, ya que deben compatibilizar la jornada de trabajo productiva, el trabajo doméstico y de cuidados y el trabajo sindical. Por esto, el trabajo sindical ha ampliado las labores desarrolladas, ya que las mujeres han incorporado nuevas problemáticas, en base a sus responsabilidades en el espacio reproductivo.

A continuación se profundizará en el sindicalismo, como espacio de reproducción social a partir de los datos recogidos.

Sindicalismo femenino en la salmonicultura chilena: trabajo y espacio de reproducción social

Participación femenina en los sindicatos salmoneros

En la salmonicultura, los sindicatos se forman de manera dispersa según cada una de las etapas del proceso productivo. Al hacer una panorámica general, se evidencia que el sindicalismo sufre de una fuerte fragmentación interna debido al gran número y dispersión de organizaciones laborales. En efecto, según datos de la Dirección del Trabajo, actualmente existen 320 sindicatos activos[2] en la región de Los Lagos y Aysén. En su mayoría se trata de sindicatos de empresa, aunque se registran diez federaciones y 18 sindicatos Interempresa.

A pesar de la diversidad,  la salmonicultura es un sector que emplea a una gran cantidad de mujeres, las cuales tienden a concentrarse en las plantas de procesamiento. Por ejemplo, según el Consejo del Salmón (2021), el 40% de los empleos directos provistos por las empresas del gremio son desarrollados por mujeres en la región de Los Lagos, ascendiendo al 45% en las plantas de proceso. En el caso de Aysén es menor (29%), debido a que la mayor proporción de empleos en la región opera en fase de agua, donde hay una menor participación femenina. Su trabajo es particularmente solicitado en las tareas de fileteo, desespinado, el decorado, etc.

El aumento de la participación femenina en el mercado de trabajo salmonero ha ido acompañado de una mayor presencia en las organizaciones sindicales. Al respecto, la Figura 2 indica la proporción de mujeres en la constitución anual de sindicatos en las regiones de Los Lagos y Aysén. En ella se observa una tendencia creciente de mujeres afiliadas en este tipo de organizaciones, particularmente desde la segunda mitad de la década del ‘90, alcanzando una proporción del 50% en el año 2020 del total de sindicatos constituidos. “Desde el tiempo en que nosotros nos organizamos, no se veían dirigentas mujeres. Era como raro ver que una mujer era dirigenta. Este tema del sindicalismo era como bien machista antiguamente.” (Dirigenta sindical). Conforme fue aumentando su participación, ellas se involucraron más en las actividades sindicales y ocuparon los espacios de organización que históricamente han sido masculinizados “(...) hay mujeres que hemos ido atreviéndonos más, hemos ido desafiando nuestros propios parámetros te fijas para ir teniendo mayor participación en las cosas” (Dirigenta de Federación). En consecuencia, se han generado lazos de sororidad y apoyo mutuo que refuerza la importancia de utilizar esos espacios.

Figura 2. Proporción anual de mujeres que participan en la constitución de sindicatos entre 1980 y 2020. Elaboración propia.

“Hoy día yo voy por ejemplo a una reunión y yo me siento acompañada con muchas más mujeres que están en el mismo rol mío y yo también he ayudado a potenciar mucho eso, a cómo hacer, a formar redes, lazos a cómo irnos protegiendo unas con otras e ir fortaleciéndonos más, eso es lo que hay que hacer.” (Dirigenta de Federación).

Este aumento se relaciona con las cifras nacionales (Andrade, 2021), lo que ha obligado a la institucionalidad a adaptarse, generando regulaciones que favorecen su involucramiento de las mujeres. “Hoy día, ya hay… la ley estipula que tiene que haber una mujer dentro la organización teniendo mujeres la empresa. Ahora es un poco más fácil y la gente también se atreve, las mujeres se atreven a llevar una organización. (…)” (Dirigenta sindical).

A pesar de la mayor presencia en la industria y en las organizaciones sindicales, la participación de las mujeres en las negociaciones colectivas ha sido bastante estable. Al respecto, la Figura 3 muestra la cantidad y proporción de mujeres involucradas en negociaciones colectivas, donde se observa que aunque hubo una irrupción en el sindicalismo lo largo de la década de los ‘90, consolidándose a finales del siglo, no fue hasta el año 2003 donde se registran las primeras negociaciones con participación femenina. En términos proporcionales, su involucramiento se mantiene estable y fluctúa alrededor del 30% hasta el año 2014, cuando decae, alcanzando su punto más bajo en el año 2020.

Figura 3. Cantidad y proporción de mujeres participantes en negociaciones colectivas. Fuente: Elaboración propia.

Estos datos dan cuenta que el proceso de participación femenina en las organizaciones sindicales no ha sido una tarea fácil. “El sindicalismo, ser dirigente sindical es difícil, más cuando eres mujer.” (Dirigenta sindical). Ciertamente, este proceso se ha visto dificultado por los roles  de género en el territorio, gestado por décadas (y siglos) previos a la llegada de la industria. Esto quiere decir, que a pesar de su inclusión en la industria y en los espacios de organización sindical, se imponen barreras culturales, y también asociadas al trabajo reproductivo, que impiden que estén presentes en los procesos de negociación. Si bien la ley 20.940 obliga que los sindicatos de empresas con más de 25 trabajadores tengan un porcentaje de mujeres en sus directivas, pocas veces ocupan el cargo de presidenta. “(…) es como cuando eran los centros de curso. Así como que la tesorera siempre tiene que ser una mujer, la secretaria siempre tiene que ser una mujer. Y el resto son todos hombres”. (Dirigenta sindical).

Dificultades para la participación sindical

En ese marco, su participación en el mercado de trabajo no ha exento a las mujeres de las tareas de la reproducción social. La cantidad de tareas que realizan no ha sido reemplazada por el trabajo asalariado, sino que ha significado un ejercicio adicional y, por lo tanto, más horas de trabajo. En ese sentido, la actividad sindical les ha significado una extensión de su jornada: trabajo productivo, reproductivo y sindical (Cid, 2012). “(...)a una siempre le toca doble pega, le toca ser dueña de casa, le toca el cuidado de los hijos, de los parientes enfermos y todo, más el trabajo y más el tener que hacerte dirigente, (...)” (Dirigenta sindical). En ese sentido, se repite el “triple rol” (Moser, 1993) que deben realizar al momento de comprometerse con el trabajo sindical, esto es, trabajo remunerado, responsabilidades familiares y el rol sindical,  en donde identifican las dificultades al asumir esta triada. “(...) entre las reuniones del sindicatos, las reuniones de pares, que tienes que llegar a la casa a hacer tu casa, la gente a veces también por eso no se quiere integrar (...)” (Dirigenta sindical)

Vinculado a lo anterior, la forma en que se organiza el trabajo en la industria genera más dificultades para las mujeres, en su participación laboral y sindical. En efecto, los turnos nocturnos en las plantas de proceso y los regímenes de jornada en los centros de cultivo, cuentan con una modalidad de trabajo que genera dificultades para compatibilizar las labores de cuidado, ya que las y los operarios asisten por siete días al pontón y luego tienen siete días de descanso. Esto obliga a quienes están con fuero maternal (es decir, puedan presentar licencias médicas por enfermedades de los hijos/as) o tienen personas bajo cuidado, a no poder cumplir, o bien, a pedir ayuda al entorno familiar para que la apoyen con el cuidado de los/as dependientes. “Por lo demás, los turnos que tienen las empresas...esto de turno de día, turno de noche.. igual es complicado sobrellevar el tema de los pequeños” (Dirigenta sindical). Por lo tanto, se evidencia que el trabajo asalariado genera un impacto en los ritmos del trabajo reproductivo, donde “las exigencias que plantea el trabajo en las salmoneras es el que condiciona sus tiempos cotidianos, la organización de sus familias y las tareas domésticas” (Rebolledo, 2012, pp. 8).

El rol de los sindicatos en la articulación entre el trabajo productivo y reproductivo

En ese contexto, el sindicato asume el rol de subsanar situaciones que dificultan la participación femenina en el mercado de trabajo. Esto se ve reflejado en las demandas que movilizan las dirigencias, las cuales tienen relación con el cuidado o por ser jefa de hogar.

“Por ejemplo, lo que es sala cuna, el tema de los horarios de amamantar, que esas cosas se respeten. O que las mujeres, por ejemplo, son las jefas de hogar acá en el sur. Hay como más mujeres que están llevando el tema del hogar, entonces ese es nuestro enfoque mayor y darle que haya un poco más de cosas para la mujer.” (Dirigenta sindical).

Como consecuencia, esto les ha permitido avanzar en la resolución de problemas vinculados a los fueros maternales. Si bien esto está dentro de una esfera productiva, ya que la normativa legal en Chile establece la obligatoriedad de proveer de pre y post natal para trabajadoras, junto al fuero maternal, esto no es respetado por las industrias.

“(...)Yo creo que el 2016 – 2017 todavía habían empresas que desaforaban a mujeres que quedaban embarazadas, entonces todas esas cosas hoy día, cuando tú vas poniendo los temas en la mesa, vas mostrando la realidad también ha ido un poco ayudando a contener esas situaciones que se daban antes y que prácticamente antes nadie las decía.” (Dirigenta de Federación).

La tarea sindical liderada por mujeres no se limita a sólo dirigir la organización, sino que también a trabajar por la articulación de demandas asociadas a la esfera reproductiva.

“Pasas a ser como una asistente social de la organización. Hay mujeres que se acercan a conversar de muchas cosas personales.” (Dirigenta sindical). También se identifican problemáticas asociadas al cuidado, a la demanda por pensión alimenticia y también a la violencia de género experimentada por mujeres en sus hogares.

“Se vive mucha violencia, hay mucho alcoholismo en los hogares, hay cosas de niños abusados. (…) Es bastante fuerte. Además, hay muchas demandas por temas de pensión alimenticia. Hay muchas mujeres que tienen que ir a fiscalía para poder hacer denuncias” (Dirigenta sindical).

A pesar de las dificultades mencionadas, la trayectoria de las mujeres  en los sindicatos les ha permitido fortalecer un trabajo vinculado a las demandas laborales, pero al mismo tiempo, contener y apoyar en dilemas experimentados por las mujeres por el trabajo de cuidados o la violencia de género que experimentan, en donde ellas piden ayuda u orientación al sindicato.

“Entonces eso ha venido a darle un plus distinto a la organización sindical porque una como mujer no sé, pero una es más perseverante en las cosas, más constante en las cosas, uno tiene ese sentido común que de repente,(...) que de repente le falta quizás a tu compañero varón o que se yo, en la toma de decisiones. Uno siempre está pensando un poco más, y está pensando también en el rol de la familia que cumple que una es madre, que cumple en lo educativo de los hijos. En el trabajo en todos esos aspectos, entonces complementas muchas otras cosas más que solamente ser dirigente no sé para las negociaciones colectivas o para esto o no, sino que tú siempre estás más presente en los problemas del día a día de los trabajadores, porque lo entiendes más.” (Dirigenta de Federación)

A pesar de los avances antes mencionados, aún  persisten situaciones de discriminación de género a partir de las decisiones que se toman en torno a la continuidad, así lo señala una de las entrevistadas:

“De hecho siempre que cortan personal, siempre te van a cortar a las mujeres, sobre todo las mamás o las que están en edad fértil para ser mamás, son las primeras que se van cortadas (…). Este año, en febrero, se fueron como 20 mamás”. (Dirgenta sindical).

De acuerdo a las entrevistas, este fenómeno se percibe con mayor fuerza en aquellas mujeres que son madres o potenciales mamás, lo cual las pone en una posición de mayor vulnerabilidad y desprotección del empleo.

Conclusiones: Régimen laboral salmonero, reproducción social y el rol sindical

Esta investigación buscó responder cómo los sindicatos son espacios de reproducción social en una industria altamente feminizada, es decir, cómo facilitan el desarrollo de actividades o demandas de las esferas productivas y reproductivas. Es por ello que las principales conclusiones buscan relacionar cada una de las dimensiones del régimen laboral con la reproducción social y el impacto que le significa a las mujeres que trabajan en el sector.

En primer lugar, la dimensión de la producción del régimen laboral afecta a la reproducción social y al trabajo de las mujeres a través de la división sexual del trabajo. Por un lado, la salmonicultura se apropia de la experiencia de las mujeres sobre determinadas actividades que ejercían antes de la llegada de la industria -como tejedoras o trabajando en el campo- y las utiliza en puestos de trabajo manuales y rutinarios -como el desespinado-. Por otro lado, reproduce los roles de género al estructurar el proceso de trabajo a través de etapas donde tiende a primar el trabajo de las mujeres en determinadas tareas. El rol que juega el sindicato en esta dimensión radica en movilizar temáticas que afectan a las mujeres trabajadoras,  dentro de los centros de trabajo como derechos vinculados a la maternidad y el cuidado.

En el caso de la circulación, la interacción se produce a través del mercado de trabajo. Por un lado, la industria salmonera se ha beneficiado al obtener fuerza de trabajo a bajo costo y con capacidad de resistir largas jornadas de trabajo. Por otro lado, esto ha permitido que las mujeres participen del mundo laboral, impactando en su cotidianeidad al sociabilizar con otras mujeres, obteniendo un mayor autoestima y autonomía, y mejorando su estatus en los hogares. Además, esto les ha posibilitado participar en organizaciones sindicales, en donde han accedido a cargos dirigenciales. En este caso, el sindicato se ha encargado de facilitar su inserción y continuidad en las empresas y proteger sus derechos.

Por su parte, la ecología incide al generar constricciones a la forma en que se organiza el proceso productivo a través de las características del recurso natural y del medio ambiente donde se produce. De esa manera, la biología del pez y el riesgo de sufrir enfermedades y morir, obliga a desarrollar la producción en turnos de constante monitoreo, especialmente en la etapa de engorda, donde se requiere de trabajo mar adentro. Esto dificulta la presencia de mujeres en los centros de cultivo, debido a sus responsabilidades de cuidado. Además, el procesamiento de los peces exige tareas rutinarias -como el desespinado o selección de filetes- que son desarrollados por mujeres por motivos culturales, como se explicó anteriormente. Por su parte, el medio ambiente permite la reproducción de salmónidos, lo que facilitó la emergencia de una industria altamente feminizada en el territorio, transformando a las actividades económicas previas y al sistema de género en las diferentes maneras que han sido detalladas previamente. Esto posibilitó la emergencia del trabajo asalariado y, por ende, del movimiento sindical salmonero en la región.

Por último, la dimensión de reproducción ha tenido su propio impacto sobre el quehacer sindical a través de la generación de problemáticas particulares al ámbito reproductivo. Junto con las temáticas vinculadas a la maternidad que han sido descritas, también ha permeado aspectos relativos a la violencia intrafamiliar, el cuidado, demandas por pensión alimenticia y la necesidad de una red de apoyo, etc. Frente a esto el sindicalismo actúa de forma receptiva, por la mayor sensibilidad de las dirigentas a estos temas, y por que ellas logran dimensionar estos asuntos como determinantes para desarrollar el trabajo.

Discusión: el sindicato como espacio de reproducción

A partir de los hallazgos, se demuestra que el sindicato opera como un espacio de reproducción social. El espacio sindical liderado por mujeres permite hacer vinculante la discusión sobre la conciliación trabajo y cuidados, y al mismo tiempo, canalizar y conducir problemáticas que experimentan las mujeres relacionados a violencia y desigualdad. Por un lado, el sindicato se ha dedicado a suplir las dificultades dentro de los centros de trabajo relacionados a las responsabilidades de cuidado, las demandas por pensión de alimentos e incluso la violencia de género experimentada en sus hogares y realizada por sus parejas. Si bien, no es un rol principal, el sindicato que es liderado por mujeres abre espacios para abordar estos problemas.

Esto es posible a partir de la inserción de mujeres a los espacios dirigenciales, y al mismo tiempo por la voluntad de las dirigentas por abordar dichas problemáticas, en la medida que estas problemáticas son recibidas, abordadas y exigidas, junto a los demás asuntos laborales. En ese sentido, la organización sindical se ve fortalecida, por lo que se sugiere que asumir este rol e incentivar un mayor involucramiento de las mujeres en las dirigencias puede ser una manera de revitalizar al sindicalismo a escala local.

Además, queda en evidencia que en el régimen laboral salmonero se reproducen las desigualdades de género. Los datos demuestran que en el sector persisten las brechas salariales, dificultad en estructura de jornada por turnos y discriminaciones asociadas a la maternidad. En el sector se combinan aspectos culturales y propios de la organización del trabajo que refuerzan la división sexual del trabajo, involucrando rasgos pre-existentes a la llegada de la industria, pero también reconfigurándolos en beneficio del proceso de acumulación, y a costa de la precarización laboral de mujeres. Por lo tanto, quedan en evidencia las complejidades de ser trabajadora en la industria de la salmonicultura, asimismo que ser dirigenta sindical en este rubro.

Los resultados obtenidos a partir de este estudio abren un campo de estudio que puede ser muy beneficioso a los estudios del trabajo y las teorías de reproducción social. Al considerar a las organizaciones sindicales dentro de sus análisis, es posible comprender de mejor manera la forma en que se articula el espacio productivo y reproductivo. En esa línea, el enfoque de regímenes laborales demuestra ser particularmente útil al proveer un conjunto de dimensiones analíticas que posibilitan indagar en los distintos factores que inciden en la interrelación de ambos espacios de la “trama de la vida” (Moore, 2015). Además, desde una perspectiva política y laboral, esta investigación ubica a los sindicatos como un espacio de gran relevancia para canalizar las demandas del movimiento feminista y para la disputa de derechos sociales y laborales que se orienten a terminar con las brechas de género.

Futuras investigaciones deberían profundizar más en experiencia de participación de las mujeres en los sindicatos y el impacto que genera en la organización. Por ejemplo, se debería indagar en las desigualdades de género que experimentan las mujeres al momento de participar en los sindicatos mixtos, esto se podría abordar a partir de las siguientes preguntas ¿cuál es el rol que desarrollan las mujeres en cargos dirigenciales?, ¿hay estrategias particulares dentro del sindicato para enfrentar las tensiones entre trabajo y cuidados? ¿cómo enfrentan la violencia de género que denuncian las mujeres al interior de los espacios laborales? ¿qué cambios organizativos adoptan dentro de los sindicatos? por mencionar algunos.

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Recibido: 16/06/2023

Evaluado: 07/07/2023

Versión Final: 13/08/2023

páginas / año 15 – n° 39/ ISSN 1851-992X /2023                             


[1] Tesista del Fondecyt regular (N° 1210331) ¿ciudadanías extractivas? Prácticas ciudadanas en territorios rurales.

[2] Es probable que esta cifra esté desactualizada y muchos de esos sindicatos no tengan actividad o simplemente desaparecieron. Sin embargo, da cuenta de la abultada cantidad de sindicatos para un mismo rubro y concentrados en prácticamente una región.