El Frente Estatal Rionegrino: un caso de unidad sindical en un espacio subnacional (Río Negro, 1994-1996)

El Frente Estatal Rionegrino: un caso de unidad sindical en un espacio subnacional (Río Negro, 1994-1996)

The Frente Estatal Rionegrino: a case of union of the trade unions in a subnational space (Rio Negro, 1994-1996)

Franco Emiliano Gutiérrez

Instituto Patagónico de Estudios de Humanidades y Ciencias Sociales,

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas,

Universidad Nacional del Comahue (Argentina)

francogutierrez15@gmail.com

https://orcid.org/0000-0001-9502-0108

 

Resumen

En este artículo estudiamos una experiencia subnacional de organización colectiva de los trabajadores estatales, el caso del Frente Estatal Rionegrino (FER). Desde una óptica subnacional de la Historia política, indagamos las razones inmediatas de la alianza entre los sindicatos de trabajadores estatales que originó el FER y las implicancias de las elecciones de 1995 en la dinámica de confrontación entre el Frente y el gobernador radical Horacio Massaccesi durante la crisis del Estado rionegrino (1994-1996). Adoptamos un enfoque de la acción colectiva que repara en los cambios en las “oportunidades políticas” como incentivos para la acción contenciosa (Tarrow, 1997) y un análisis de la discursividad política del FER desde la óptica de Eliseo Verón (1987). En términos metodológicos, el trabajo se nutre del análisis de documentación oficial y periodística y del testimonio oral de actores sindicales y políticos clave para el periodo en estudio.

Palabras clave: Frente Estatal Rionegrino; sindicatos; protesta; crisis provincial.

Abstract

In this article we study a subnational experience of collective organization of the state workers of Río Negro, the case of Frente Estatal Rionegrino (FER). From a subnational perspective of political history, we investigate why the state workers' unions established alliances that triggered the birth of the FER and what were the implications of the 1995 elections in their confrontation with Governor Horacio Massaccesi during the crisis of the Rio Negro state (1994-1996).This research feeds on the perspective of collective action that focuses on changes in "political opportunities" as incentives for contentious action (Tarrow, 1997) and an analysis of the political discourse of the FER from the point of view of Eliseo Verón (1987). In methodological terms, the work draws on a set of sources, from official and journalistic documentation to the oral testimony of union leaders.

Keywords: The Río Negro State Front; Trade Unions; Social protests; Provincial crisis.

Introducción

En este artículo estudiamos el surgimiento y el accionar del Frente Estatal Rionegrino (FER) durante la crisis del Estado provincial de mediados de la década de 1990 y las elecciones de 1995.[1] El interés surge de un diálogo con las investigaciones abocadas al estudio de las distintas estrategias de acción sindical frente al avance de las reformas neoliberales en Argentina durante la década de 1990.[2] Entre ellas, destacamos especialmente las que analizan las acciones conjuntas de los sindicatos en algunas provincias como La Rioja, Santiago del Estero, Jujuy o Córdoba o las que para el caso rionegrino estudian la dinámica que adquirió la protesta social.[3] Estos abordajes, entre otros, realizan un aporte significativo en tanto permiten comprender la generalidad del proceso de movilización social y resistencia social y sindical al neoliberalismo durante los noventa. No obstante, en algunos de ellos el FER concitó sólo una mención acontecimental.

Por ello, este artículo surge de la voluntad de contribuir al estudio de una experiencia de acción colectiva de los trabajadores estatales ajustando la escala de observación al espacio rionegrino, desde una óptica subnacional de la historia política.[4] Esto nos permitirá ubicar preguntas con un valor general -aquellas que interrogan acerca de las estrategias sindicales frente al neoliberalismo en Argentina y las tendencias de unidad y/o fragmentación del campo sindical argentino- para encontrar respuestas con particularidades locales (Levi, 2018: 22). Nos interesa indagar las razones inmediatas y coyunturales que expliquen el surgimiento del Frente Estatal Rionegrino hacia fines de 1994. Y, sobre todo, responder el siguiente interrogante: ¿por qué el FER a pesar de haberse constituido rápidamente en un actor intersindical de confrontación con el gobierno de Horacio Massaccesi y haber liderado las protestas sociales durante la crisis del Estado en Río Negro, no constituyó una experiencia intersindical sostenida en el tiempo? Para ello, pondremos a prueba el enfoque teórico de la acción colectiva que repara en las “oportunidades políticas” (Tarrow, 1997). Desde allí, intentaremos analizar la movilización del FER en relación con las disputas de poder políticas e institucionales y los cambios en la política estatal. Puntualmente, relacionaremos dos fenómenos políticos importantes en nuestro recorte temporal: el accionar sindical organizado en torno al FER y las “oportunidades políticas” de confrontación con el gobernador provincial abiertas durante la campaña electoral de 1995, en el marco de la crisis del Estado provincial.

Para llevar a cabo este estudio, recurriremos a fuentes periodísticos (mayormente del diario Río Negro, en adelante DRN, el periódico más antiguo y de mayor circulación de la región norpatagónica), a documentación oficial y al testimonio oral de los dirigentes de primera línea de los dos sindicatos más representativos del periodo de conflictividad analizado: UPCN y Unter; este análisis sigue una estrategia metodológica cualitativa. En términos expositivos, organizamos el trabajo en dos apartados. En el primero, buscamos explicar el surgimiento del Frente Estatal Rionegrino como una organización intersindical ligando su origen al impacto de la crisis estatal en los trabajadores públicos. En el segundo, ponemos a prueba el concepto de “oportunidades políticas” para intentar explicar por qué el FER no fue una organización que sostuvo un proyecto intersindical pensado para trascender el momento electoral y sostenerse en el tiempo. Finalmente, a modo de cierre parcial, ofreceremos un último apartado de reflexiones en el que recuperamos los principales aspectos analizados.

La unidad del sindicalismo estatal rionegrino: ¿entre la urgencia y la necesidad?

Hacia mediados de la década de 1990, más precisamente entre fines de 1994 y comienzos de 1995, los sindicatos de trabajadores estatales de Río Negro conformaron una organización intersindical: el Frente Estatal Rionegrino. Allí confluyeron la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN seccional Río Negro), la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE seccional Río Negro), la Unión de los Trabajadores de la Educación de Río Negro (UNTER), el Sindicato de Trabajadores de la Justicia Rionegrina (SITRAJUR), la Asociación Personal Empleados Legislativos (APEL), la Asociación de Profesionales y Técnicos de la Salud, el sindicato que representaba a los trabajadores Viales de Río Negro y la Comisión Intergremial de Jubilados y Pensionados de la provincia. Las razones inmediatas y coyunturales que marcaron el surgimiento de esta organización intersindical de provincia serán abordadas en este primer apartado. Para ello, ubicaremos este caso de unidad sindical (o, mejor dicho: las condiciones inmediatas que lo provocaron) en un tiempo de mediana duración y en diálogo con aquellas experiencias de unidad sindical suscitadas al calor de las transformaciones neoliberales en la Argentina de fines del siglo XX. En efecto, realizaremos un ejercicio de necesaria reconstrucción del contexto de surgimiento del FER y un tránsito de lo nacional a lo subnacional.

Durante la década de 1990 se aceleró el proceso de desalarización y retiro masivo del Estado social que se inició con la última dictadura militar de 1976. El gobierno de Carlos Menem (1989-1999) impulsó un ciclo de reformas de orientación neoliberal que cambió de modo irreversible la estructura social orientada en torno al trabajo y al salario (Merklen, 2010), reemplazando el modelo de desarrollo previo (sustentado en la industrialización de la economía y el sostenimiento del rol distributivo del Estado en las relaciones de fuerzas entre el capital y el trabajo) por un patrón de acumulación de capital orientado principalmente en torno a la valorización financiera (Basualdo, 2011).

La reforma del Estado iniciada en la década (aún con distinto ritmo e intensidad en todo el país) implicó el ajuste y la aplicación de pautas flexibilizadoras en la administración pública, la descentralización y/o transferencia de servicios -educación, salud, agua- desde la órbita nacional a las provincias y municipios, la privatización de empresas y bancos estatales y el traspaso a la gestión privada de funciones y obligaciones que eran prerrogativas del Estado -como el caso de la previsión social-. La transferencia de estas obligaciones a los estados subnacionales estuvo acompañada además por el recorte de los recursos coparticipables (establecido en los Pactos Fiscales de 1992 y 1993), lo que generó un ahogo fiscal y financiero de las provincias que dinamitó sus crisis.[5]

La consecuencia de este proceso de reformas de desigual ritmo y distribución en el país (Gordillo, 2010: 25) fue el desplazamiento del protagonismo de las organizaciones sindicales industriales a las de trabajadores estatales de servicios y la pérdida de gravitación de los sindicatos en la toma de decisiones sobre la política estatal (Natalucci, 2011: 2).[6] Esto recaló, indudablemente, en una recomposición del mundo sindical tradicionalmente peronista -tras la ruptura de la CGT en 1992-[7] (Svampa y Pereyra, 2005) y en la aparición de nuevos repertorios de acción y movilización colectiva que se agregaron o incluso reemplazaron a la “vieja” acción de los sindicatos (Merklen, 2010: 67).

Durante este proceso, “los sistemas de acción colectiva atravesaron un momento de inflexión histórico” (Svampa y Pereyra, 2003: 24) que fue visible tanto en el declive de las formas tradicionales de acción sindical en torno a la huelga como en la emergencia de nuevos repertorios de acción ligados a conflictos puntuales y heterogéneos en distintas provincias como Santiago del Estero, San Juan, Jujuy, Córdoba y Río Negro[8] (Gordillo, 2010; Arriaga, 2012; Battezzati, 2012). En este contexto, surgieron distintas estrategias de movilización sindical que impidieron la privatización de empresas estatales. Podemos considerar el accionar del sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba que durante 1992 y 2001 resistió y evitó la privatización de la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (Arriaga, 2012). También las experiencias de unidad sindical que bajo la forma de frentes gremiales provinciales resistieron durante los noventa el avance de las políticas de ajuste y privatizaciones, como el caso del Frente de Gremios Estatales[9] en Jujuy y la Coordinadora de Gremios Estatales en Córdoba.[10]

En este contexto de profundas transformaciones del Estado y la sociedad salarial, Río Negro ingresó al promediar la década en una crisis fiscal y financiera que derivó en intensas protestas sociales. Como una variable desencadenante de la crisis aparece el intento de sostener por parte del gobierno radical de Horacio Massaccesi[11] (1989-1995) un tipo de política estatal que colisionó en gran medida con la que pregonaba el gobierno nacional de Carlos Menem (Villca, 2004; Landriscini, 2004; Camino Vela, 2011). Esas políticas provinciales se habían sustentado desde el retorno a la democracia en 1983 en un aumento de la inversión y el empleo públicos (Villca, 2004, p. 90). Una masa muy importante de trabajadores dependía directa e indirectamente de aquel.[12] Sin embargo, desde 1991, el cumplimiento de las obligaciones del Estado rionegrino con prestadores y contratistas, municipios y trabajadores se vio condicionado por un esquema de gastos crecientes y un déficit fiscal insostenible, sobre todo cuando hacia 1994 las consecuencias de los Pactos Fiscales comenzaron a impactar en las cuentas públicas (Favaro, Iuorno y Cao, 2006).

A mediados de 1994, el endeudamiento público dificultó el funcionamiento de la provincia (Landriscini, 2004: 241-242). Los trabajadores estatales provinciales comenzaron a sufrir en carne propia la situación fiscal y el descalabro económico de Río Negro cuando comenzaron a padecer el sostenido y casi sistemático retraso salarial (DRN, 5/01/1995).[13] Otros importantes sectores que dependían de la propensión al consumo de los asalariados y de la actividad económica que impulsaba el Estado vieron disminuir sus ingresos y sus posibilidades de acceso al consumo de bienes y servicios (DRN 1/02/1995, 3/02/1995 y 4/02/1995).[14]

En efecto, hacia fines de 1994 el conflicto social en el mundo de los trabajadores estatales parecía irreversible. Los docentes provinciales realizaron seis jornadas de paro durante el segundo semestre de aquel año y decidieron la ocupación de varios edificios de la administración estatal. Los trabajadores de la salud realizaron medidas de fuerza hacia fines de 1994 que generaron la suspensión de la atención de los consultorios externos de los hospitales públicos, prestando atención solo a urgencias y a pacientes internados. Por su parte, los agentes judiciales de Sitrajur elaboraron un “cronograma de retención gradualizada” que condujo a un paro total para el 12 de diciembre de 1994 en el que incluso magistrados y demás funcionarios amenazaron con retener los servicios, convirtiéndose esta medida en un hecho pocas veces visto en Río Negro (DRN 21/01/1995: 6 y 7).

En las puertas del año 1995 (un año clave en términos electorales)[15] el atraso salarial de más de tres meses se resolvió coyunturalmente con fondos extraordinarios del Gobierno Nacional o con préstamos contraídos por la administración de Massaccesi con la banca privada. Estos sólo alcanzaron para cubrir de forma parcial el pago de salarios y aguinaldos a determinados trabajadores - principalmente de aquellas ciudades en las que la masa salarial de trabajadores estatales era considerable (DRN 21/01/1995: 6 y 7)- y para engrosar aún más el endeudamiento público. La situación escaló un nivel mayor de confrontación cuando la crisis que afectó por igual a docentes, enfermeros, médicos, personal judicial y legislativo, y a jubilados y pensionados determinó la coordinación de las acciones de los sindicatos estatales y la retención de los servicios con cierto grado de simultaneidad. Las diferencias estratégicas de confrontación de los distintos sindicatos pasaron coyunturalmente a un segundo plano. El descalabro económico y la crisis social expresada en el retraso salarial posibilitaron la alianza de los principales sindicatos estatales y sellaron la conformación del FER, con la participación de los gremios más representativos del mundo de los trabajadores estatales (tal como graficamos en la Figura 1).

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Figura 1: Los integrantes del Frente Estatal Rionegrino. Fuente: elaboración propia a partir del diario Río Negro y de las entrevistas realizadas.

La reivindicación que originó las alianzas y la confrontación del Frente con el gobierno provincial estuvo ligada a un aspecto del mundo del trabajo: la normalización salarial. Las solidaridades intergremiales se activaron cuando la afectación por la pérdida del derecho al salario alcanzó un punto de no retorno. Un histórico dirigente sindical y ex secretario general de Unter entre 1986 y 1992, Héctor Roncallo,[16] testimonia que las conversaciones entre los sindicatos ya habían comenzado en 1991 y que la dirigencia del gremio docente había alcanzado un fuerte protagonismo en la conformación del Frente. Roncallo sostiene que en la antesala de la crisis estatal, el gremio provincial docente había alcanzado un nivel creciente de confrontación con el gobierno de Horacio Massaccesi por la presunta “municipalización” de la educación pública que impulsaba el gobernador desde 1987 (Roncallo, 2019: 255); intento que no avanzó producto de la lucha y la resistencia organizada del gremio Unter.[17] Sin embargo, la demora en el pago de los salarios en 1991 comenzó a acercar a los sindicatos de trabajadores públicos y delinear la confrontación de buena parte de los sindicatos públicos con el gobierno de Río Negro.[18] Al respecto, el dirigente sindical afirma:

“En el año ‘91, yo estaba todavía en la Secretaría General, empezamos las conversaciones para formar un Frente Sindical con UPCN, con Apel, con Sitrajur. ¿Por qué? Porque en el ’91 con Massaccesi nos enfrentábamos todos, ya en ese momento la hecatombe se estaba produciendo y había grandes problemas con su gobierno. Entonces ahí ya empezamos a armar una estructura que después se consolidó en la época del compañero Daniel Gómez[19]. El formó el Frente Estatal, aquello que había empezado como un atisbo de organización” (Entrevista a Héctor Roncallo junto a Francisco Camino Vela, Neuquén, 5/04/2021).

Asimismo, otro de los protagonistas e impulsores del FER, Juan Carlos Scalesi,[20] sostuvo que dicha organización apareció finalmente en la escena pública a inicios de 1995, cuando “[los trabajadores estatales] estuvimos cuatro meses sin cobrar los salarios”: “Había algo que nos juntaba, era un solo eje que nos llevaba a juntarnos que era no cobrar los salarios. No había otra protesta…Nos juntó la desesperación de que la gente no podía comer” (Entrevista a Juan Carlos Scalesi junto a Francisco Camino Vela, Neuquén, 11/03/2021).

Lo dicho hasta aquí permite pensar que fue la urgencia y la necesidad frente a la crisis lo que condujo a la aparición del FER, sin que por ello desconozcamos los conflictos preexistentes que los sindicatos mantenían con el gobierno provincial. Estos establecieron alianzas intergremiales en un contexto de afectación generalizada del derecho al salario de los trabajadores estatales (condicionada por la crisis del Estado de mediados de la década de 1990) y el FER se convirtió en la principal herramienta de movilización intersindical del periodo en estudio, al punto de impulsar y liderar coyunturalmente la protesta social y sindical contra las autoridades provinciales. Con el ropaje de los ‘viejos tiempos’, utilizando como modalidad de presión la retención de servicios por falta de pago y la movilización callejera, el FER impulsó la demanda por el pago de los salarios a los más de 31 mil empleados públicos como un reclamo de “normalización” concreta y urgente al Gobernador provincial. En el reclamo, se ponía en escena la necesidad de contar con los medios necesarios para el mantenimiento de la vida a través del salario, la responsabilidad de las autoridades estatales de cumplir con esa obligación y el derecho de exigir la retribución por el trabajo realizado.

La unión sindical se terminó sellando en la “Casa del Jubilado” de Viedma, la capital provincial, en diciembre de 1994.[21] Tanto UPCN, Unter y la Comisión de Jubilados y Pensionados de Río Negro comenzaron a reunirse en los locales sindicales para delinear las acciones conjuntas que tomaron la forma de retención de servicios, ocupación de edificios y espacios públicos, manifestaciones callejeras, mítines, radios abiertas, asambleas y plenarios, entre otros repertorios, en las distintas ciudades de la provincia, sobre todo en San Carlos de Bariloche, General Roca, Cipolletti y Viedma. Los referentes sindicales de los gremios participantes aparecían públicamente en los medios de comunicación no ya en representación de sus entidades de origen sino bajo el amparo del Frente Estatal Rionegrino. Las primeras declaraciones del Frente, casi siempre en la voz de Juan Carlos Scalesi o Daniel Gómez, apuntaron a instalar la reivindicación salarial como un tema de primer orden; también buscaron responsabilizar por la crisis a la gestión del gobernador Horacio Massaccesi,[22] a quien además cuestionaban su poca presencia en el territorio provincial a raíz del inicio de su campaña proselitista como candidato a presidente de la Unión Cívica Radical en las elecciones de 1995.[23]

Analizando las razones coyunturales de surgimiento del FER como una experiencia local a transformaciones que tienen en la historia reciente un valor general (aquellas tendencias de unidad y fragmentación del campo sindical en la Argentina neoliberal), merece la pena recuperar algunas especificidades del contexto para situar históricamente esta experiencia de acción colectiva de los trabajadores en relación con otros casos similares. La aparición del Frente como actor intersindical de protesta hacia 1994 puede ubicarse temporalmente en la difusa frontera que encierra el primer lustro de la década de 1990. Siguiendo a autores como Merklen ([2005] 2010), a Svampa y Pereyra (2003), Gordillo (2010), Bonifacio (2011) y Aiziczon (2017), identificamos un aspecto como característico de este periodo: la preminencia sindical en el campo de la protesta social. En efecto, fue un momento con grandes mutaciones tras la fractura de la CGT, pero también de surgimiento de otras estrategias gremiales de unidad, como el Frente de Gremios Estatales de Jujuy, la Coordinadora de Gremios Estatales en Córdoba, y, podemos incluir en esta característica general, el Frente Estatal Rionegrino. En los dos primeros casos los protagonistas fueron sobre todo trabajadores estatales que desplegaron estrategias sindicales de resistencia frente a las distintas marchas que adoptó la reforma del Estado en sus provincias. En el caso cordobés las estrategias fueron exitosas: Luz y Fuerza resistió la privatización de la EPEC durante diez años y con la presión ejercida por los sindicatos movilizados logró evitarla (Arriaga, 2012). En el caso del Frente de Gremios Estatales de Jujuy, el devenir de su accionar no indicaría un triunfo en la resistencia al neoliberalismo, pero sí un protagonismo en las protestas que desde la calle acorralaron hasta la renuncia a los gobiernos peronistas de Ricardo de Aparici (1990) y Carlos Ficoseco (1994) (Battezzati, 2012).

Algunos elementos marcan la singularidad del FER en relación con las experiencias mencionadas. En el caso del Frente de Gremios Estatales de Jujuy, los sindicatos que confluyeron adhirieron en mayor medida a la CTA, la cual adoptó una estrategia confrontacionista respecto de la política económica del Gobierno de Carlos Menem y del accionar sindical de la CGT “oficial”. El FER, por su parte, logró sintetizar en un espacio subnacional atravesado por la crisis del Estado la unidad de aquellos sindicatos de trabajadores estatales que en el plano nacional mantuvieron estrategias de acción disímiles; hablamos de UPCN y ATE (Armelino, 2015). La diferenciación fue de tal magnitud que convergieron en centrales diferentes: mientras la UPCN estaba alineada a la CGT, ATE, por su parte, era uno de los impulsores de la reciente CTA (Armelino, 2005; Aiziczon, 2017). Además de esta particularidad provincial, el otro gremio mayoritario en Río Negro, Unter (que había dejado de pertenecer a la CGT en 1989 cuando la CTERA fue expulsada de la central cegetista),[24] adhería activamente a la CTA, sosteniendo en la provincia una estrategia de oposición tanto a las políticas de ajuste del gobierno nacional como a las del gobernador Massaccesi. Esta confluencia, virtualmente imposible en el plano nacional, constituyó una marca de originalidad y singularidad del FER que seguiremos indagando en futuras investigaciones. Desde la unidad en la urgencia, logró coyunturalmente evitar el traslado de las diferencias entre la CGT y la CTA nacionales y trascender el reclamo inicial por los salarios en la provincia. Generalizó sus reivindicaciones como una afectación de los trabajadores y colocó al FER como el interlocutor de los problemas de los rionegrinos. Como veremos a continuación, cuando existieron las oportunidades políticas para hacerlo, articuló en el espacio público demandas “sindicales”, propias del “mundo del trabajo”, con reclamos orientados a desentrañar las responsabilidades del gobierno provincial en el estallido de la crisis del Estado rionegrino.

El FER ante la oportunidad de confrontar a un “mal administrador”

Surgido en un contexto de urgencia y necesidad, ¿por qué el FER no fue una organización que trascendiera el tiempo electoral de 1995 y sintetizara una estrategia de más largo aliento destinada a resistir el avance de las reformas del Estado en Río Negro? En la búsqueda de una respuesta posible, la perspectiva de la acción colectiva que repara sobre todo en el impacto de los cambios y oportunidades políticas[25] en los procesos de conflictividad social (Tarrow, 1997) nos es de utilidad teórica por dos razones. Primero porque nos invita a pensar y analizar el Frente Estatal Rionegrino como una “breve experiencia”; es decir, analizar por qué sus miembros sindicales adquirieron en la coyuntura electoral una considerable capacidad de presión contra las autoridades provinciales y rápidamente se diluyó con el cambio de gobierno. En segundo lugar, porque posibilita indagar cómo se extendió la movilización hacia sectores y colectivos que, a priori, no parecían estar abrazando “el recurso a la calle” (por no contar con capacidades organizativas y de movilización preexistentes) pero que en algún momento advirtieron los “beneficios” que comportaba el pasaje a la acción de protesta en el procesamiento de sus demandas.

En lo que sigue, intentaremos explicar cómo la coyuntura electoral ofreció incentivos para que el FER lograra poner en cuestión la gestión del gobernador rionegrino y pudiera expresar en la acción y en el discurso público de sus principales dirigentes, demandas propias del “mundo del trabajo” con reclamos que apuntaban a confrontar directamente con la figura del gobernador radical Horacio Massaccesi. Una vez producido el cambio de gobierno, la capacidad de presión del FER se habría diluido conforme las diferencias internas se acrecentaban respecto a cómo actuar frente a la política reformista de la nueva administración provincial a cargo de Pablo Verani.[26]

La campaña y las elecciones de 1995[27] incentivaron un aumento en la escenificación de la conflictividad social. Le permitieron al FER un rápido pasaje de actor eminentemente intersindical a uno con capacidad de intervenir en la discusión pública acerca del origen de la crisis del Estado y de las responsabilidades políticas del cuestionado gobernador rionegrino: Horacio Massaccesi. De modo que en 1995 tuvo lugar la síntesis de una tendencia de doble activación de la “política contenciosa” (McAdam, Tarrow y Tilly, 2003): por un lado, en las urnas, con las elecciones de mayo de aquel año, y, por otro lado, en las calles, con la intensificación de la conflictividad social (Favaro, Iuorno y Cao, 2006; Ertola, 2010). En las urnas, Carlos Menem competía por la reelección presidencial y buscaba profundizar las reformas neoliberales en marcha. En Río Negro, el modelo de un Estado en crisis se puso en discusión y finalmente se proclamó por la vía electoral el comienzo del fin de aquellas políticas estatales providencialistas que habían sustentado el “modelo rionegrino” (Villca, 2004), para asumir aceleradamente desde el comienzo de la gestión del radical Pablo Verani (1995-2003) la forma de un estado que basó sus políticas en el ajuste y la “racionalización administrativa”, a partir de un nuevo “pacto institucional de gobernabilidad”.[28]

Pero en la inmediatez de la coyuntura proselitista y electoral, las elecciones tuvieron un condimento de importancia para la política rionegrina: su cuestionado gobernador, Horacio Massaccesi, era el candidato presidencial de la UCR que competía con Carlos Menem. Según su propio testimonio, Massaccesi era consciente que sus posibilidades de triunfo en la disputa por la presidencia eran remotas; no obstante, aseguró que una de las principales razones por las que decide competir tenía que ver con garantizar la continuidad de la Unión Cívica Radical al frente del gobierno rionegrino. A propósito, el dos veces gobernador sostuvo:

“El proyecto del radicalismo en Río Negro fue muy sólido. Pasó todas las tempestades. La tempestad del ’95 es dura, pero nosotros fuimos a elecciones con los sueldos impagos por dos meses y medios y ganamos la elección … Una de las razones por las que yo decido ser candidato a presidente es porque yo no podía sostener la provincia ‘con Horacio Massaccesi gobernador’. Tenía que crear un foco de poder. Finalmente, esa actitud de ser candidato a presidente, ganar la candidatura presidencial, sabiendo que no ganaba la presidencia, es lo que me permitió gestionar de otra manera. Me permitió tener una audiencia con el embajador de Estado Unidos. Eso me dio otro juego y eso es lo que nos permite sostener Río Negro. Nosotros sostenemos Rio Negro por la candidatura presidencial mía. Es la que crea esas condiciones, me permite el plebiscito, me permite mantener la llama viva. Mas allá de que Menem me ganó en Río Negro por ocho o diez mil votos. Si yo no hubiese sido candidato a presidente nos gana por cincuenta mil y lo arrastraba a Verani. La noche del escrutinio no miraba mis votos de candidato a presidente, miraba los votos de Verani para que conserváramos Río Negro. Y es lo que me permite no irme a casa antes de tiempo” (Entrevista a Horacio Massaccesi, junto a Francisco Camino Vela, Neuquén, 30/08/2022).

La crisis de la provincia y su impacto en el bolsillo de los trabajadores estatales a mediados de los noventa horadaron la figura de Massaccesi; su afán presidencialista, aun sabiéndose derrotado, alimentó este cuestionamiento por parte de la dirigencia sindical y política provincial. Su campaña a lo largo y ancho del país lo apartó por varios meses de la provincia en medio del caos financiero y de las protestas de los estatales. El principal diario de la región Norpatagonia, el Río Negro, que pertenecía a quien se había convertido en un férreo opositor al gobierno de Massaccesi, Julio Rajneri, registraba en el matutino las encendidas críticas vertidas por el FER y por sectores de la oposición política (DRN 06/02/1995 a 09/02/1995).[29] 

A poco de sellarse la unidad sindical, durante el inicio de la campaña electoral en enero y febrero de 1995, la presencia del FER en las calles de Bariloche, General Roca, Cipolletti y Viedma adquirió un mayor grado de coordinación y organización. En estas ciudades, los formatos de la protesta impulsados por el Frente sindical incluyeron la ocupación momentánea de la calle por medio de la concentración y movilización urbana, fundamentalmente a la Casa de Gobierno en Viedma y hacia otros entes públicos como los Concejos Municipales, la sede de la Caja de Previsión Social y el Consejo de Educación también en la capital provincial (DRN 24/02/1995); y la ocupación de edificios públicos como la Legislatura de la Provincia o las sucursales del Banco Provincia de Río Negro de Bariloche, General Roca y Viedma. Sin embargo, el FER ensayó una estrategia de ocupación del espacio público que significó un salto cualitativo en los niveles de organización y de coordinación de las protestas a nivel provincial. Bajo el lema “Justicia para todos”, la organización intersindical convocó a la primera “marcha provincial” para el 15 de febrero de 1995 y una segunda, con las mismas características para el 5 de mayo, a solo nueve días de las elecciones (DRN 16/02/1995).

A los repertorios de protesta conocidos y rutinizados en la lucha sindical provincial, se incorporó un formato sino innovador al menos hasta entonces poco recurrente en las formas de confrontación que tuvieron lugar en el escenario rionegrino. La difusión geográfica de la protesta fue una de sus principales características y cobró la forma de movilizaciones simultáneas de manifestantes desde las principales ciudades de la provincia y por el traslado organizado de contingentes sindicales y de organizaciones sociales hacia Viedma, la capital rionegrina y sede de la administración de Gobierno. La nota distintiva de aquellos episodios en tiempo electoral fue que junto a la “agenda” de problemas enarbolados hubo lugar para la aparición de cierto sentido “impugnador” por parte de los protagonistas de las manifestaciones. Este sentido cobró cierta notoriedad a partir de campañas públicas y de pedidos de juicio político para los miembros del ejecutivo provincial (a través de volanteadas masivas y acciones judiciales).[30] También circuló un sentido de finalización y cambio frente a la difícil situación salarial a partir del pedido de adelantar la entrega del poder en la provincia al nuevo gobierno o el reclamo de renuncia de quien fuera el reemplazante en el gobierno, Edgardo Gagliardi (quien también se encontraba en campaña y buscaba acceder a la intendencia de Bariloche. DRN 2/04/1995), mientras Massaccesi se abocaba a su campaña presidencial.

En una provincia desintegrada,[31] vistos en retrospectiva los eventos en desarrollo parecieron achicar las distancias y la dispersión entre regiones, para unificar en un solo acto y de forma simultánea a los manifestantes de los principales centros urbanos de Rio Negro, replicando a menor escala la experiencia reciente de la “Marcha Federal” del año anterior, que culminó en Buenos Aires.[32] En estos episodios comenzó a delinearse en el espacio rionegrino un proceso de “unificación” de diversos sectores en la movilización social (estatales, jubilados, padres y estudiantes, comerciantes, entre otros) (DRN 1/04/1995).

Aquellas experiencias de síntesis sectorial y unidad geográfica provincial en el marco de la campaña electoral tuvieron un elemento discursivo que acompañó el despliegue de las acciones de protesta.[33] En la discursividad que enmarcó las “marchas provinciales” de febrero y mayo de 1995, el FER ubicó al gobernador provincial como el adversario político, y como el principal destinatario de sus demandas. En el acto de tomar la palabra, construyó la voz del locutor sobre la superficie de una entidad colectiva específica: “los trabajadores estatales rionegrinos” en oposición a “los funcionarios”. Vinculado al componente adversativo (Verón, 1987), los enunciados políticos del FER contenían elementos de una disputa polémica con el gobierno provincial en torno a una cuestión tematizada como impostergable: la normalización del pago de los salarios. En su conjunto, estos rasgos que enmarcaban la acción sindical tenían un contenido de interpelación a propósito de una campaña electoral en la que uno de sus principales animadores, Horacio Massaccesi, se convertía en objeto de las más encendidas críticas de parte de los dirigentes sindicales de FER.

Un breve recorrido por algunas declaraciones sindicales permite reconstruir parte de esta confrontación sindical con la figura de Massaccesi. Eduardo Fernández Novoa, dirigente del sindicato de trabajadores judiciales SITRAJUR, arremetía directamente contra la “incapacidad” de Massaccesi de dar respuestas frente a la crisis:

“Frente a este gobernador fantasma que solo viene para mentir y para trampear le digo, respetuosamente, que para eso no venga nunca más. Quédese con su irresponsabilidad y su incapacidad crónica para resolver nuestros problemas, porque este pueblo ya no necesita nada de usted, porque Río Negro ha elegido quedarse con el protagonismo de este pueblo, que, más allá de la coyuntura, ya cuenta con el triunfo final” (DRN 15/02/1995).

El reclamo por normalización de la situación salarial se articulaba además con la apelación a un sentido democrático de las demandas. A propósito, un importante dirigente de la Coordinadora de Jubilados y pensionados de Río Negro, Eliseo López, advertía:

“Acá está el “demos” de la famosa democracia que se habla permanentemente y no se ejerce jamás. [Reclamamos] que nos terminen de pagar lo que nos deben y después empiecen a atender las campañas políticas” (DRN 15/02/1995).

Asimismo, como parte del estado de debate que habilitaba el contexto electoral, las demandas de carácter corporativas y laborales se articulaban con un sentido de oposición a cualquier medida que apuntara a reformar el estado y la administración pública y advertían la capacidad de movilización de los sindicatos. En este sentido, Daniel Gómez denunciaba:

“El gobierno de la provincia no provee a los gastos de su administración ni da explicaciones sobre la forma y condiciones en que contrae empréstitos, ni da cumplimiento a los principios de política económica establecidos en el art. 86 de la Constitución provincial” (DRN 15/02/1995).

En síntesis, en un documento público que circuló con la rúbrica del Frente Estatal Rionegrino, los sindicatos extendían la crítica no sólo a la figura de Massaccesi sino directamente al gobierno provincial:

“[Este es] un repudio de los estatales al gobierno provincial y a cualquier política de ajuste y de flexibilización laboral … La irresponsabilidad y la falta de previsión de este gobierno provincial lo han llevado hoy a no garantizar derechos legítimos, elementales y constitucionales indelegables del Estado como la salud, la educación seguridad y justicia … no toleraremos que nos atribuyan actitudes antidemocráticas. En las más de 47 movilizaciones realizadas en 5 meses, [se] demostró la madurez de los trabajadores estatales de Rio Negro y su dirigencia sindical” (DRN 06/05/1995).

En el marco de la campaña, y de modo más o menos sostenido entre los resultados electorales de mayo y la asunción de Verani en diciembre de 1995, destacamos otro elemento como posibilitador del salto y la gravitación que tuvo el FER en el escenario de la confrontación con el gobierno: “la disponibilidad de aliados” en este caso dentro del campo de la protesta y por fuera del espacio sindical original. En este contexto, y desde la ausencia de un proyecto intersindical que trascendiera las fronteras de lo urgente, el FER tendió lazos de solidaridad con otros agrupamientos afectados por la crisis desde los mismos jubilados y pensionados hasta estudiantes y padres secundarios, comerciantes autoconvocados, sectores ligados a la actividad frutícola del Alto Valle rionegrino, entre otros, y los convocó a movilizar por la “justicia” (DRN 16/02/1995: 6 y 8, 5/05/1995: 6 y 7, 6/05/1995: 17). 

Durante 1995, al calor de las sucesivas manifestaciones, se fue configurando un escenario en el que la cuestión del retraso salarial y sus implicancias económicas apareció cada vez más como un problema de afectación común al conjunto de trabajadores estatales organizados en el FER, jubilados y pensionados,[34] comerciantes,[35] taxistas,[36] entre otros sectores. La difusión sectorial del conflicto produjo un efecto expansivo de la acción colectiva. Trabajadores hasta entonces no movilizados y no organizados en el ámbito sindical comenzaron a participar de las manifestaciones, como el caso de taxistas y comerciantes de las ciudades de Viedma y General Roca.[37] En Bariloche, El Bolsón y General Roca padres y estudiantes secundarios se sumaron a las manifestaciones en “repudio” al retraso salarial de estatales y jubilados y en reclamo de mejores condiciones para el funcionamiento de las escuelas públicas, dándole continuidad a los problemas que tenía el sector desde los años previos. En este nuevo contexto, decidieron tomar pacíficamente algunas escuelas secundarias como forma de protesta.[38]

En este escenario, y como lectura de conjunto del accionar colectivo del FER, podríamos sintetizar las estrategias de acción contra el gobierno provincial en dos grandes tendencias. Por un lado, la confrontación y cuestionamiento a Massaccesi y funcionarios políticos y legislativos, y por otro, la judicial, por la cual se solicitaba la normalización salarial y el pedido de juicio político a todos los funcionarios del gobierno provincial (DRN 14/02/1995). Como anticipamos, también existió una estrategia intersindical de generalización de la demanda y de búsqueda de apoyos en otros colectivos de inscripción en el espacio público de la protesta: la movilización en las calles y la articulación política con sectores del espacio extra sindical, especialmente las comunidades educativas (estudiantes y padres) comerciantes y jubilados y pensionados. Estas estrategias se fueron superponiendo en algunas ocasiones o sucediéndose en otras. No obstante, en el plano de la acción parecieron darles un contenido más “social” y extra sindical a las acciones del FER.

A propósito, el propio Massaccesi ofrece una lectura del accionar del FER durante la crisis estatal. Este modo de interpretar la experiencia intersindical por parte del exgobernador es clave ya que proviene de quien encabezó el gobierno que fue foco de las principales acciones de confrontación por parte del FER. Permite complejizar nuestro análisis respecto del alcance y el poder de acción del sindicalismo estatal en general, y del frente gremial en particular. En su testimonio, Massaccesi sostiene:

“El sindicalismo en Río Negro tiene una particularidad, sobre todo en mi época [de gobernador]. Una cosa es UPCN, el gran gremio de los empleados públicos, y otra cosa es la Unter. Es más lineal y sencillo de explicar lo de UPCN. Con respecto a UPCN, si uno paga los sueldos y va generando las leyes que acompañan los ascensos, y la dinámica de la relación del empleado público con el Estado, uno no debiera tener problemas. Como balance general, la dirigencia gremial de UPCN es una dirigencia muy clásica: primero el comunicado, después la amenaza de movilización, después el acto, etc. Dan señales para después arreglar. Son herederos de Vandor. Otra cosa es Unter, que tiene una visión confrontativa. No le interesa la educación. A Unter le interesa la confrontación. Ha confrontado con todos los gobiernos (Entrevista a Horacio Massaccesi junto a Francisco Camino Vela, Neuquén, 30/08/2022).

Puntualmente con respecto a la experiencia del FER, el exgobernador radical limitó el alcance y la capacidad de movilización del frente y aseguró que fue una organización que solo se reunió para protestar:

“El Frente Estatal Rionegrino se reunía para armar la movilización. El FER era una sala de situación: [se juntaban] para ver ‘qué edificio rompemos mañana’. Y, además, sólo tuvo incidencia en Viedma” (Entrevista a Horacio Massaccesi junto a Francisco Camino Vela, Neuquén, 30/08/2022).

A pesar de la gravitación del FER en el campo de la protesta, su dirigencia sindical no suprimió sus diferencias internas y el nuevo contexto abierto tras el recambio gubernamental activó las divisiones en su interior. En el marco del nuevo “pacto institucional de gobernabilidad” impulsado por Pablo Verani tras su victoria electoral, algunos sindicatos que habían impulsado el FER (como el caso de UPCN, Viales y APEL) participaron de la “Comisión Especial para la Reconversión del Estado Rionegrino”,[39] dispositivo legal orientado a reformar el aparato estatal. Mientras que otros (como el caso de Unter, Sitrajur y parte de la Coordinadora de Jubilados y Pensionados) sostuvieron una postura de oposición y no negociación con las nuevas autoridades. Así, los primeros adoptaron una postura de participación y negociación mientras los segundos resistieron las reformas estatales que llevó adelante el gobierno de Pablo Verani.

La situación abierta tras las elecciones y el cambio de gobierno selló, en muy poco tiempo, la fractura del FER y su posterior retiro de la arena de confrontación política y sindical. Lo antedicho nos permite pensar que el FER no habría constituido una estrategia intersindical pensada para trascender el tiempo electoral ni erigirse como proyecto sindical de resistencia a las reformas del estado provincial.[40] La unidad de los gremios en el contexto de crisis dio lugar a un espacio coyuntural de oposición al gobierno de turno, y específicamente a la deslegitimada figura del gobernador radical Horacio Massaccesi. El FER surgió ante la crisis como producto de la afectación y la demanda laboral por la normalización de los salarios, y se constituyó rápidamente en un actor sindical y político de peso sólo como respuesta circunstancial a un contexto de crisis estatal en medio del conflicto público y político que habilitaron las elecciones de mayo de 1995.

Reflexiones finales

Algunas consideraciones son útiles a modo de síntesis. Las reformas estatales no siguieron en las provincias el mismo ritmo ni la misma intensidad durante la década de 1990 (Gordillo, 2010). Algunas administraciones provinciales “demoraron” el ajuste a pesar de las presiones y las exigencias del gobierno nacional. Quizá por esta razón, la crisis rionegrina no fue excepcional. Muchas provincias se vieron perjudicadas por condiciones similares que durante el mismo periodo histórico derivaron en la renuncia de sus gobernadores, como los casos de Jujuy (en 1990, 1993 y 1994) y Córdoba (en 1995). Si bien estos aspectos habilitan el trazado de comparaciones, cada provincia denota los múltiples ritmos y las distintas facetas del proceso.

El caso rionegrino no solo pone en escena la continuidad de una misma fuerza política en el gobierno y la sucesión electoral en el marco de la crisis del Estado. También permite pensar singularidad que adoptó el proceso de reforma estatal que se demoró hasta 1995-1996; a pesar de provenir del mismo partido político, Horacio Massaccesi y Pablo Verani encarnaron dos modos distintos de gestionar el Estado, de pensar la provincia y de procesar las demandas y los conflictos sociales. Asimismo, el espacio rionegrino comporta otra peculiaridad: la existencia del FER en el escenario de la protesta social. Provincias que atravesaron crisis y reformas semejantes no atestiguaron la emergencia de un frente gremial en el que confluyeron sindicatos que siguieron líneas de acción discrepantes en el ámbito nacional (como el caso de UPCN y ATE). Esta característica marca la singularidad de esta experiencia y su implicancia para la dinámica del conflicto político en la provincia, aun cuando su duración haya sido breve.

Como parte de una investigación historiográfica de mayor alcance, el análisis centrado en las razones de surgimiento del FER como organización colectiva de los trabajadores estatales y en las condiciones políticas que incentivaron y profundizaron su confrontación con el gobierno de Horacio Massaccesi intentó aportar al estudio de las formas, los actores y las temporalidades del conflicto social en Rio Negro hacia fines del siglo XX. Precisamente, se intentó poner en evidencia cómo el descalabro económico de la provincia, al promediar la década de los noventa, activó recursos de movilización preexistentes en el mundo de los sindicatos estatales provinciales para orientar y conducir, bajo el amparo del FER, un accionar que comenzó siendo intersindical pero que en la dinámica de las acciones se articuló con actores extra-gremiales interpelados por un reclamo general de “justicia” al gobierno provincial.

En efecto, la parálisis de la administración pública provincial y la suspensión del pago de los salarios a los trabajadores estatales forzaron la conformación del FER y permitieron a sus actores articular sus demandas en el espacio público como “sentidos de injusticia” y afectación por la pérdida de derechos laborales. La urgencia y la necesidad de actuar frente a la situación social abierta por la crisis permitieron articular alianzas intersindicales y tender solidaridades con otros actores de protesta, como jubilados y pensionados, comerciantes y comunidades educativas. En este breve derrotero, aunque no por ello carente de impacto, sobre todo en el plano de la confrontación política y social, no existió un proyecto intersindical pensado para perdurar en el tiempo ni para confrontar o resistir el avance de las reformas neoliberales en la provincia. Las discrepantes estrategias adoptadas por los sindicatos del FER ante el comienzo de las reformas del Estado provincial evidenciaron su naturaleza coyuntural. El cambio de gobierno en 1995 y la convocatoria a un “nuevo pacto de gobernabilidad” para decidir los términos de la reforma del Estado rionegrino situó en primer plano las diferencias intergremiales frente a la política reformista del gobierno de Pablo Verani, sellando prontamente su fractura.

A diferencia de las experiencias de los frentes gremiales de Jujuy y Córdoba, que confrontaron a las autoridades provinciales, pero también resistieron las reformas neoliberales que aquellas impulsaban, el FER fue más una organización intersindical de oposición a un deslegitimado gobernador en el marco de la crisis estatal y del proceso electoral que de oposición al neoliberalismo. La marca corporativa que estuvo en su origen se conjugó con una estrategia de confrontación con el gobierno provincial y sus políticas, y de cierta articulación con actores extra sindicales, con quienes pretendió trazar en el campo de la acción colectiva de protesta un espacio de generalización de las demandas por el retraso salarial y la caída de la actividad económica.

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Fuentes

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Artículos periodísticos

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“Seis mil personas marcharon en Viedma”. (6 de mayo de 1995). Río Negro, p. 17.

Legislación provincial

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Editas

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Testimonios orales

Juan Carlos Scalesi, comunicación personal, Neuquén, 11/03/2021.

Héctor Roncallo, comunicación personal, Neuquén, 5/04/2021.

Horacio Massaccesi, comunicación personal, Neuquén, 30/08/2022.

Recibido: 28/05/2022

Evaluado: 01/08/2022

Versión Final: 18/12/2023

páginas / año 16 – n° 40/ ISSN 1851-992X /2024                           


[1] Cabe señalar que este artículo se enmarca en una investigación doctoral de mayor alcance y, por tanto, constituye la comunicación de resultados de un análisis todavía en proceso. Por ello, seguimos construyendo la trama de la conflictividad social y política a partir de entrevistas que hemos hecho y continuaremos haciendo a políticos y dirigentes sindicales rionegrinos, entre otros; asimismo, seguiremos indagando y revisando los repositorios del diario Río Negro, de periódicos locales como El Cordillerano, Noticias de la Costa y La Mañana del Sur/La mañana de Neuquén, y de diarios con alcance nacional como Clarín, La Nación y Página 12, con el objetivo de ampliar nuestro umbral de datos e información para el análisis histórico.

[2] Sugerimos Armelino (2005 y 2015), Gómez (2009), Duhalde (2010), Duhalde, Picchetti y Ventrici (2015), Arriaga (2012), Natalucci (2011) y Murillo (2013).

[3] Nos referimos a Gordillo (2012), Arriaga (2012) y Lagos (2009), y para el caso rionegrino hacemos referencia a los estudios de Favaro e Iuorno (2006 y 2007), Favaro, Iuorno y Cao (2006) y Ertola (2010).

[4] Nuestro enfoque se sustenta en la lectura de Bonaudo (2012), Mauro, Ortíz de Rozas y Paratz Vaca Narvaja (2016) y Fernández (2019).

[5] Al promediar la década, Río Negro estaba entre las provincias con mayores desequilibrios fiscales e índices de endeudamiento (junto con Neuquén, Tucumán, Córdoba, Jujuy y Chubut). El déficit de 1994 alcanzó los 163 millones de pesos mientras que en 1995 trepó a 178 millones de pesos (Camino Vela, 2011: 405). Hacia 1996 la deuda global de la provincia ascendía a 445 millones de pesos (DRN 5/02/1996: 8 y 4/04/1996:10).

[6] Según Aiziczon (2017: 128), a partir de la década de 1990 las protestas estuvieron protagonizadas por sindicatos del sector público (estatales en un 22%, servicios un 23% y docentes en un 34%) en detrimento de los industriales.

[7] Se dividió entre la CGT “oficial” (bajo la conducción de Rodolfo Daer), la CGT “disidente” (encabezada por el jede de camioneros, Hugo Moyano) y la naciente Confederación de los Trabajadores Argentinos (impulsada por Víctor de Genaro y German Abdala) concebida como una respuesta autónoma, no partidaria, a la situación social (Svampa y Pereyra, 2003: 23). Para un estudio en profundidad de la CTA recomendamos el trabajo de Armelino (2005).

[8] La conflictividad social en el espacio neuquino durante la década de 1990 (con huelgas, puebladas, cortes de ruta, movilizaciones y resistencias al neoliberalismo por parte de distintos actores sociales) ha motivado una nutrida literatura que estudia y analiza el impacto social y económico de la reforma y el ajuste estatales, las transformaciones históricas de los repertorios de acción colectiva y la cultura política de protesta. Destacamos sobre todo los trabajos de Svampa y Pereyra (2003), Svampa (2005), Favaro (2006), Favaro, Iuorno y Cao (2007), Bonifacio (2011), Aiziczon (2017), entre otros. Sin embargo, nuestro interés en este artículo está centrado fundamentalmente en los frentes sindicales estatales como estructuras movilizadoras y de protesta durante el primer lustro de 1990; por esta razón, nos parece propicio cierto diálogo sobre todo con la literatura que investiga estas modalidades de protesta en espacios subnacionales tales como Santiago del Estero, San Juan, Jujuy o Córdoba.

[9] Surgió en 1988 para resistir las políticas del gobierno nacional y provincial que causaron el retraso y la caída del salario real de los trabajadores jujeños. La integró el Sindicato de Empleados y Obreros Municipales, el Centro de Educadores y Docentes de la Enseñanza Media y Superior, ambos ligados a la CCC; la Asociación de Docentes y Educadores Provinciales y la Asociación de Trabajadores del Estado, ligados a la CTA; la Asociación de Trabajadores de Sanidad, ligada a la CGT; y la Asociación del Personal Universitario de la Administración Pública. Durante los primeros años noventa protagonizó las protestas que presionaron las renuncias de los gobernadores peronistas Ricardo de Aparici (1990) y José Carlos Ficoseco (1994) (Battezzati, 2012:153).

[10] Lo integró el Sindicato de Luy y Fuerza Córdoba, la Asociación Bancaria, la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba, el Sindicato de Empleados Públicos, el Sindicato del Personal de Obras Sanitarias, entre otros. Aglutinó demandas sindicales contra las reformas del estado en distintos momentos de la década de 1990 (Arriaga, 2012).  

[11] Oriundo de Villa Regina (Río Negro) pertenece a la Unión Cívica Radical, partido por el que fue electo diputado provincial en 1983. En 1984 fue ministro de Gobierno del gobernador radical Osvaldo Álvarez Guerrero (1983-1987). Entre 1985 y 1987 fue Diputado nacional hasta ser electo Gobernador de la Provincia de Río Negro en 1987 y reelecto en 1991. En 1995 fue candidato a presidente de la nación por su partido. Tras culminar su mandato como gobernador fue elegido por la Legislatura de Río Negro como Senador nacional hasta diciembre de 2001.

[12] En 1995, había 31.217 trabajadores estatales: 17.000 eran de educación, 4.400 de salud pública y 3.300 de la policía provincial. Los 5.700 restantes correspondían a la Administración Central, al Departamento Provincial de Aguas, al Instituto de Planificación y Promoción de la Vivienda, al Registro Civil y Vialidad Provincial. Es decir, 80 de cada 100 trabajadores públicos estaba afectado a los servicios básicos y mantenía una relación de dependencia salarial con el estado provincial (Favaro, Iuorno y Cao, 2006: 115).

[13] Entre enero y abril de 1995, el DRN sostuvo que “el cobro a mes vencido no tiene precedentes en la provincia ya que este retraso supera incluso el registrado en enero de 1991” (DRN 1/02/1995 y 1/04/1995).

[14] Para un breve repaso por las condiciones socioeconómicas de los hogares rionegrinos entre 1991 y 2001 se sugiere la lectura de Gomiz Gomiz (2018).

[15] En las elecciones del 14 de mayo de 1995, 283.653 rionegrinos debían elegir presidente, gobernador, diputados nacionales y provinciales, intendentes, concejales y revisores de cuentas. En algunas ciudades, la boleta incluyó convencionales para modificar las cartas orgánicas municipales (DRN 13/05/1995:35). Horacio Massaccesi (Unión Cívica Radical) compitió contra Carlos Menem (PJ) por la presidencia de Argentina, quedando tercero a nivel nacional con el 16,99% de los votos. En Río Negro, su “bastión” político, logró apenas el segundo lugar con el 37,33% (Camino Vela y Rafart, 2012: 101). En Río Negro se enfrentaron por el cargo de gobernador el radical Pablo Verani (de la Alianza por la Patagonia) quien terminó triunfando con el 44,88% sobre el peronista Remo Constanzo (del Frente para el Cambio) y el frentegrandista Omar Lehner (del Frente País Solidario) (Camino Vela, 2011).

[16] Ex secretario general de Unter (1986-1992) y ex Vocal Gremial Docente en el Consejo Provincial de Educación. Fue responsable de la sección Legislación Educativa en el sitio web del sindicato Unter. Autor del libro “La Sindicalización docente y las Políticas Educativas en Río Negro. Construcción colectiva de la identidad como trabajadoras/es de la educación” editado por el sindicato en junio de 2019, y compilador del libro “Río Negro: Legislación Básica para lxs Trabajadorxs de la Educación”.

[17] Para un análisis de las políticas educativas y la conflictividad social durante el periodo de estudio se pueden consultar los trabajos conjuntos de Aliani, Alonso y Welschinger (2002) y de Miralles y Betancur (2018).

[18] El asalto al Tesoro Regional del Banco Central en el que Massaccesi a un mes de las elecciones (el 5 de julio de 1991) incautó 16,6 millones de pesos se enmarca en este contexto de retraso salarial (Camino Vela, 2011: 390-391).

[19] Fue secretario general de Unter (1992-1995, 1995-1998 y 1998-2001). Fue también secretario general de la CTA Rio Negro y el primer Congresal que tuvo CTERA en representación de Río Negro; asimismo, integró la Junta Ejecutiva de CTERA como secretario de Acción Social. Falleció el 26 de abril de 2005.

[20] Es el secretario general de la Unión de Personal Civil de la Nación (UPCN) de Río Negro desde 1994 hasta la actualidad. Ocupó una banca como diputado nacional durante el periodo 2007-2011 por la Concertación-UCR.

[21] Entrevista a Héctor Roncallo junto a Francisco Camino Vela, Neuquén, 5/04/2021.

[22] Para nuestra investigación, es fundamental la incorporación de otras “voces” y testimonios tanto de dirigentes políticos y sindicales. Por ello, seguiremos avanzando en la construcción de una historia oral de la protesta en Río Negro durante la década de 1990, como parte de nuestra investigación historiográfica.

[23] En elecciones internas, el 27 de noviembre de 1994 los afiliados de la Unión Cívica Radical eligieron con el 62,11% de los votos la fórmula compuesta por Horacio Massaccesi-Antonio María Hernández para competir en las elecciones presidenciales del 14 de mayo de 1995, superando al binomio compuesto por Federico Storani y Rodolfo Terragno (37,98%).

[24] Entrevista a Héctor Roncallo junto a Francisco Camino Vela, Neuquén, 5/04/2021.

[25] Las “oportunidades políticas” son “las dimensiones congruentes – aunque no necesariamente formales o permanentes – del entorno político que ofrecen incentivos para que la gente participe en acciones colectivas al afectar a sus expectativas de éxito o de fracaso”. Dentro de los cambios más importantes en las “oportunidades políticas” sobresalen: la apertura de acceso a la participación, los cambios en los alineamientos de los gobiernos, la disponibilidad de aliados influyentes, y las divisiones entre las elites y en el seno de estas (Tarrow, 1997: 155-156).

[26] Perteneció a la Unión Cívica Radical. Fue intendente de la localidad de General Roca (Río Negro) entre 1983 y 1987. Desde 1987 hasta 1991 acompañó a Horacio Massaccesi como vicegobernador de Río Negro. Entre 1991 y 1995 fue legislador provincial y presidente del bloque de la UCR. En 1995 asumió como gobernador y fue reelecto en 1999 para un segundo mandato. Desde 2007 hasta su fallecimiento, el 25 de septiembre de 2013, fue senador nacional por Río Negro.

[27] Para un estudio en profundidad de la dinámica política y de los resultados electorales de 1995 en Río Negro sugerimos revisar Camino Vela (2011).

[28] Como gobernador electo en 1995 Pablo Verani convocó a distintos sectores políticos, sindicales y empresariales provinciales para construir los consensos mínimos que permitieran sostener la gobernabilidad y llevar a cabo las reformas en el estado provincial. Para ahondar en este tema sugerimos la lectura de Villca (2004), Camino Vela (2011 y 2013) y Franco y Villca (2015). Es preciso señalar que la predominancia de la UCR al frente del gobierno provincial no supone una continuidad en términos de las políticas estatales implementadas. Horacio Massaccesi y Pablo Verani sintetizan dos modos diferentes de concebir al Estado, de gestionar los recursos provinciales y de procesar la conflictividad social y las disputas de poder. En este sentido, la asunción de Pablo Verani implica una ruptura más que una continuidad con respecto a las gestiones provinciales precedentes (Camino Vela, 2011).

[29] Julio Rajneri es un abogado, político y periodista. Fue director del diario Río Negro desde 1967 hasta 2015. Fue ministro de Justicia y Educación durante el gobierno de Raúl Alfonsín, entre junio de 1986 y septiembre de 1987. Fue candidato a gobernador de Río Negro en 1991. Desde el principal diario de la región norpatagónica y con una fuerte presencia en la política provincial, Julio Rajneri cimentó un perfil profundamente opositor y crítico a las gestiones de Horacio Massaccesi. El exgobernador, por su parte, no se apartó de la confrontación con el empresario de multimedios y, en su obra política “Haceme Senador” (2003), construyó su interpretación de los principales hechos de la política rionegrina. Allí denunció los intereses políticos y económicos del empresario, su afán de convertirse en gobernador de Río Negro y en senador nacional, y el origen de sus negocios e intereses políticos.

[30] Los gremios estatales docentes, judiciales, legislativos, viales, jubilados, estatales nucleados en ATE y Soyem se reunieron en Viedma para coordinar acciones directas y un plan de lucha conjunto. Consideraron la posibilidad de demandar a los miembros del gobierno provincial por incumplimiento de los deberes de funcionario público y decidieron movilizar y ocupar las sedes locales del Consejo Provincial de Educación y de otros edificios públicos (DRN 19/01/1995: 7).

[31] Río Negro es una provincia desintegrada social, económica y geográficamente. El poder político y económico no reside en su capital, Viedma, la cual tampoco concentra la mayor densidad poblacional. La dispersión interna se acentúa además por la lejanía geográfica entre sus principales ciudades. San Carlos de Bariloche - la ciudad más poblada de Río Negro, orientada al desarrollo económico de las actividades turísticas - está ubicada en la región andina a unos 826 kilómetros de Viedma (sede de la administración de Gobierno). General Roca y Cipolletti - segunda y tercera ciudad en términos poblacionales, respectivamente - concentran en el Alto Valle una importante actividad económica ligada a la fruticultura y, tardíamente, a la actividad hidrocarburífera. Ambas se encuentran a más de 550 kilómetros de la capital provincial. Esta dispersión ha posibilitado a lo largo de la historia provincial particulares vinculaciones entre la política y la economía provinciales (Camino Vela, 2011).

[32] La “Marcha Federal” fue una acción colectiva de protesta impulsada por la CTA contra la política económica del gobierno de Carlos Menem, entre el 3 y el 6 de julio de 1994. Adhirieron distintas organizaciones sociales y políticas, de derechos humanos, dirigentes de la UCR, del Frente Grande, y de los partidos Socialista y Obrero. Importantes caravanas con trabajadores, empleados municipales, productores rurales, desocupados, dirigentes sociales y políticos se movilizaron desde distintas partes del país hacia la ciudad de Buenos Aires, sintetizando intereses y demandas múltiples en un solo reclamo nacional y federal (Armelino, 2005: 298-299).

[33] Consideramos que la protesta social posee un componente de discursividad política y remite, al mismo tiempo, a un formato de acción colectiva pública, es decir, una especie de dispositivo extralingüístico que refuerza el carácter ilocucionario (Naishtat, 2005: 29).

[34] Al retraso del pago de pensiones y jubilaciones se sumaba además la deuda millonaria contraída por la Administración provincial con la Caja de Previsión Social, lo que condujo a la Coordinadora de Jubilados y Pensionados a movilizar y contar con el apoyo del FER (DRN 4/02/1995, 5/02/1995, 13/02/1995 y 5/04/95: 8).

[35] La participación de algunos comerciantes de Viedma y General Roca en las jornadas de protesta expone las consecuencias y el impacto social de la fuerte caída de la actividad económica, expresada en un descenso de las ventas de bienes y servicios con respecto a los mismos meses del año anterior (DRN 3/02/1995).

[36] La adhesión a las protestas por parte de los taxistas se motivó a partir de la deuda ocasionada por el gobierno provincial con dichos trabajadores cuando el ex ministro de coordinación, Eduardo Chironi, antecesor de Roberto Rulli, dispusiera eliminar la mayoría de los automóviles oficiales como medida de reducción del gasto público. Esta situación condujo a los taxistas a tender lazos de solidaridad con los demás sectores movilizados (DRN 2/02/1995).

[37] Por el retraso del pago de los salarios y la caída de la actividad económica, el diario Río Negro retrataba la aparición de “actores nuevos” en la escena de la protesta: “Caras nuevas en la protesta estatal” (DRN 2/02/1995, 4/02/1995,11/02/1995, 13/04/1995).

[38] La dinámica de las protestas de los estudiantes secundarios durante la campaña electoral de 1995 se reconstruyó con artículos periodísticos del diario Río Negro desde el 1/03/1995 hasta el 3/05/1995.

[39] Integrada por representantes del Poder Ejecutivo Provincial, de los bloques legislativos provinciales, de los gremios de la administración pública y de las organizaciones de segundo grado del sector privado. Debía elaborar “un plan operativo de carácter técnico, financiero y legal” de reforma del estado que reconvirtiera las empresas del estado y entes autárquicos; lograra el equilibrio presupuestario; modificara la estructura organizativa de la administración pública y delineara las leyes de administración financiera y la función pública. Su funcionamiento dependió de la Secretaría General de la Gobernación (Ley N°2945, BORN N° 3328, Viedma, 11/01/1996: 15-16).

[40] Esta ausencia de un proyecto político unificado o superador al neoliberalismo por parte de las organizaciones multisectoriales ha sido también destacado por Favaro e Iuorno (2006, 2007) y por Prado (2017: 43) en un trabajo que reconstruye las trayectorias militantes de dirigentes del PCR y el PC en General Roca, Río Negro. Nuestro trabajo pretende dialogar con estos aportes desde un análisis específico del FER como un caso de organización colectiva de los trabajadores que no contó con un proyecto intersindical a largo plazo.