Cooptación, militancia e imaginarios políticos en la poesía. Un catálogo razonado de la cultura política venezolana de la Guerra Fría
Cooptación, militancia e imaginarios políticos en la poesía. Un catálogo razonado de la cultura política venezolana de la Guerra Fría
Cooptation, Militancy and Political Imaginaries in Poetry. A reasoned catalog of the Venezuelan political culture of the Cold War
Alejandro Cardozo Uzcátegui
Universidad Sergio Arboleda (Colombia)
https://orcid.org/0000-0002-4461-3285
Lubio Cardozo
Universidad de Los Andes (Venezuela)
cardozouzcategui@usb.ve
https://orcid.org/0000-0001-6099-2484
«[…] la poesía es el lenguaje primitivo de un pueblo histórico»
Martin Heidegger, 1952.
Resumen
El artículo propone una mirada transdisciplinaria del arte poético venezolano y sus vínculos político-ideológicos durante la Guerra Fría (1948-1991) con una metodología de análisis de grupos etarios para poder dar cuenta de las filiaciones ideológicas de los subconjuntos que se registran en un “Catálogo de muestra representativa de poetas y militancias” a partir de varias preguntas de investigación: ¿por qué son mayoría los poetas militantes o afines a una ideología de izquierdas? ¿por qué el “problema de Venezuela” es más representativo en un grupo ideológico de poetas que en otro? Al tiempo, aspiramos a explicar qué factores foráneos de la Guerra Fría cultural en Venezuela pudieron intervenir para dar forma a las adscripciones ideológicas de izquierdas y afines al Partido Comunista. En el “Catálogo” se identificaron 131 poetas aprovechando técnicas de investigación bibliohemerográfica, diferentes instrumentos de referencia y lo más original de la pesquisa, el aporte de uno de los coautores, experto crítico de la poesía venezolana y contemporáneo de buena parte de los sujetos de estudio.
Palabras clave: Guerra Fría cultural; poesía; Venezuela; Partido Comunista; Acción Democrática; Democracia.
Abstract
The article proposes a transdisciplinary view of Venezuelan poetic art and its political-ideological linkage during the Cold War (1948-1991) with an analysis methodology on age groups, to demonstrate the ideological affiliations of the emanated subsets in a “Catalog of representative sample of poets and militancies” starting from several research questions: Why are the militant poets or those related to a left-wing ideology in the majority? Why is the “Venezuela problem” more representative in one ideological group of poets than in another? At the same time, we aspire to explain what foreign factors of the cultural Cold War in Venezuela could intervene to shape the ideological ascriptions of the left and related to the Communist Party. In the “Catalog” 131 poets were identified, taking advantage of bibliohemerographic research techniques, different reference instruments and the most original of the research, the contribution of one of the co-authors, an expert critic of Venezuelan poetry and contemporary with a good part of the subjects of study.
Keywords: Cultural Cold War; poetry; Venezuela; Communist Party; Acción Democrática; Democracy.
Introducción
La Guerra Fría como fenómeno geopolítico, ideológico, político, militar y cultural adolece de un enfoque regional latinoamericano en el ámbito de la denominada “Nueva Historia de la Guerra Fría” (Gallardo-Saborido & Ilian, 2022), desde perspectivas no centradas solo en el razonamiento geopolítico, sino en fenómenos de representación indirectamente políticos y más culturales. De hecho, a la comprensión geopolítica y militar, más evidente en los grandes trabajos sobre este periodo (Field, Krepp, & Pettinà, 2020; Darnton, 2014; Harmer, 2014; Grow, 2008) se debe sumar una máxima de los artífices de la política exterior durante la Guerra Fría en Estados Unidos: el nuevo desafío expansionista del sovietismo mundial como una maniobra en esencia intelectual y artística, así lo definió Melvin Lasky en 1947, el responsable estratégico de la Guerra Fría cultural estadounidense (Scott-Smith, 2000 & Stonor, 1999). En tal sentido, han surgido nuevos enfoques procedentes de los estudios históricos del período (circa 1947-1991), a partir del campo de los estudios literarios con sugerentes aproximaciones (Voionmaa, 2022; Field, 2022; Hammond, 2020; Iber, 2015; Cohn, 2012).
Aunque trabajos como el de Andrew Hammond o Deborah Cohn proponen una lectura global de la literatura de la Guerra Fría, buena parte de estos estudios se han centrado en la narrativa y en la acogida de la literatura del mundo ex-comunista en Latinoamérica o viceversa, igualmente en los movimientos intelectuales de izquierda como astiles de una cultura política colectiva, nacional o regional (Gallardo-Saborido, & Ilian, 2022). Nuestra propuesta, a diferencia de estos acercamientos, se centra en la expresión literaria nacional venezolana, particular y especialmente de la poesía, por consideraciones del propio arte poético como una expresión acaso esencial, de la cultura política de este período en Venezuela. Esta escogencia se explicará en el apartado que sigue.
Lejos de tratarse de una historia literaria, es una aproximación al creador como sujeto político, más que la obra de arte como producto o factor que atribuya meramente líneas ideológicas; se trata de un balance etario de artistas creadores ubicados en un contexto histórico, en una relación con la realidad política que los poetas configuraron y, a su vez, configuró a los poetas por una serie de factores que ensayamos en este artículo: cooptación académica, atracción cultural, propaganda y, en menor medida, migración.
Justificación
Los poetas son artistas e intelectuales representativos dentro de la lectura social de la historia de un país –entre escritores y diversos creadores–, por ello su mirada política y filosófica es, en la mayoría de las veces, una aproximación que mide sus filiaciones ideológicas de manera traslúcida. Los bardos tienen la intención de demostrar a través de su obra la transparencia creativa de sus vínculos ideológicos, al mismo tiempo una aptitud clarificada de su tensión política existencial. Son, además, los intelectuales distintivos de su tiempo histórico pues son sus circunstancias, su contexto y su época los motivadores de su obra. En diferentes sociedades del mundo, sus poetas respectivos son escogidos como una suerte de representantes del “ser nacional”, porque de una u otra forma, el poeta en su obra, sintetiza la idiosincrasia –por contradicción, autocrítica, afinidad o identidad– de su nación. Los “poetas nacionales”, como se define a unos, o el gran poeta… (argentino, español, colombiano, francés), termina por llevar a cuestas las insignias y emblemas de su país[1].
Esto último no quiere decir que la obra poética de un autor obligatoriamente revele su filiación ideológica, por lo que hemos recurrido a un análisis documentado de autores en diversas bases de datos y sistemas de referencia cruzados[2] y, acaso, el mayor aporte y originalidad de este documento fue la posibilidad de apelar como método investigativo a la memoria de más de medio siglo de experticia en crítica literaria venezolana, exploración y trato personal –con los sujetos de estudio– de uno de sus coautores. Buena parte de los escritores del catálogo fueron tanto colegas, condiscípulos y afectos de Lubio Cardozo, asimismo, la obra poética de estos bardos fue acuciosamente estudiada por él.
Vale mencionar que se hizo caso omiso a las derivas y transformaciones políticas o ideológicas de estos escritores después del periodo de Guerra Fría (circa 1989-1991), aunque, también es cierto, buena parte de los miembros de este catálogo razonado contribuyeron a la conversación política de la posguerra fría venezolana, etapa que atañe a un período específico de la historia del tiempo presente de Venezuela, como fue la Revolución Bolivariana y su deriva autoritaria, estudio que corresponderá abordar en otro momento.
Sin embargo, es necesario insistir en la razón metodológica de este estudio: señalar que por determinadas razones –analizadas también– los poetas de izquierda tienden a transparentar su identidad ideológica de manera más acusada que los poetas de otras adscripciones ideológicas venezolanas de la Guerra Fría (perezjimenistas, socialdemócratas o democristianos), por ende, nuestras estrategias de investigación y análisis resultan eficaces para determinar la filiación política aproximada de los distintos poetas agrupados en los diferentes conjuntos y subconjuntos etarios, ideológicos y partidarios que, vale decir, significa un aporte a la historia intelectual venezolana y, por ende, de la Guerra Fría latinoamericana. Asimismo, los poetas comunistas o cercanos a ese partido (Partido Comunista de Venezuela, PCV) resultaron ser mayoritarios en la muestra, en contraste con las otras corrientes.
Hemos hecho un inventario de los poetas más significativos de Venezuela durante la Guerra Fría (1947-1991), un catálogo, insistimos, extraído de dos fuentes válidas dentro del método que proponemos: 1) la sistemática revisión documental devenida de diferentes catálogos literarios –autor y obra– y sus claves bibliográficas; 2) y la memoria personal de un investigador experimentado, avezado crítico literario venezolano, bibliógrafo, coautor de esta investigación, y una de las máximas autoridades intelectuales en el tema[3].
¿Por qué la poesía?
En una buena muestra de la narrativa venezolana del período que nos incumbe, el narrador venezolano, por lo general, establece distancia entre el escritor y la obra narrativa; es menos común que el narrador se involucre en su propia obra narrativa; el poeta es una suerte de vidente, tiene que tener una presencia vidente, protagónica en la obra (Rómulo Gallegos no es Santos Luzardo de Doña Bárbara); el poeta es copartícipe de su creación poética, por lo tanto es copartícipe de la existencia, del país, de su obra. Se trata de la escritura del yo.
La obra dramática –tragedia o comedia– le impone al escritor ciertas exigencias consolidadas por la tradición del género: 1) el espacio de la escena; 2) el carácter de espectáculo; 3) el espectador activo: el público (diferente siempre del lector pasivo); 4) la fuerza del argumento no descansa en la fábula sino en el objetivo ético, moral, a transmitir en la siguiente dirección: la hamartia, el error trágico (o el error desencadenante de la comicidad en la comedia) el cual se convierte en el horror trágico –o en la risa–; 5) buscar mediante el error trágico la catarsis o purgación: efecto de suscitar y purificar la conciencia del espectador mediante la compasión, el miedo, el horror (en el caso de la comedia el efecto de purificación se logra mediante la bufonada, la ridiculización, la burla, la sátira, lo grotesco, la irrisión) para el escritor introducir en estos moldes una concepción del país, de su historia, no resulta fácil y siempre predominarán los objetivos señalados, sobre todo la catarsis junto a la moral.
Sin embargo, las obras dramáticas de César Rengifo (tragedias) o de Román Chalbaud (tragicomedia y cine) fueron en este sentido exitosas, curiosamente los dos vinculados al pensamiento comunista. De Román Chalbaud se recordará siempre Sagrado y obsceno, La quema de Judas; de César Rengifo Los hombres de los cantos amargos (Cabrera, 55-61)
Aunque el poeta es obviamente posterior a la creación, él se siente por un sentimiento amnésico (reminiscencia) cual responsable de ella y convierte entonces aquel ínsito impulso en vaticinar, en nostalgia de creatividad, pacta entonces con su reminiscencia el canto. El poeta es el cantor de la creación, por lo menos en Occidente. Tal vez por ello hay un misterio correlativo en la lengua griega entre el nombre poeta (poyetés) y crear (poiéo) y creación (poesis). El poeta asume esa responsabilidad de inventar el canto, la poesía, como una manera de contribuir también a hacer su mundo consolidando lo creado mediante la poesía, los versos, la musicalidad, el mito; con estos últimos el mito, la musicalidad, el poeta revela el ser de su gente, de su territorialidad, de su sociedad, su canto ilumina el nervio religioso, valga decir lo deífico, lo divino en el sentido de divinizar, de aquel acontecer, de la inherente historia, por cuanto nada ocurre al azar, hay un vínculo entre la realidad histórica y deífica, el poeta canta ese enlace entre lo sucedido o lo por suceder con la Idea, en su anhelo de hacer mejor su realidad en perseguir la posible perfección. Es su homenaje a su sociedad, a su espacio nativo, el canto.
Objetivos, teorías y método
Ensayaremos tres teorías para comprender por qué los poetas venezolanos fueron en su origen y madurez intelectual –mayoritariamente– comunistas o cercanos a la ideología del PCV; el éxito pues, de los aparatos culturales de izquierda en Venezuela que, en alguna medida, podrían explicar también ese triunfo en América Latina: 1) la inserción de una épica –fabulada y romantizada– de la revolución cubana en los circuitos culturales urbanos venezolanos –en las ciudades donde hubo sedes centrales o provinciales de universidades autónomas públicas–; 2) la diplomacia de canonjías soviéticas para formar estudiantes universitarios en el mundo socialista; y 3) el entorno cercano o familiar relacionado con la migración republicana española y de las repúblicas del sur que transitaban por gobiernos autoritarios de derecha, ocasionaron también una migración intelectual y artística de izquierda.
Para la construcción del catálogo que constituye la muestra de este artículo y por sí mismo, la prueba empírica de nuestros argumentos, hemos hecho cinco grupos ideológicos y de partido: 1) Poetas del Partido Comunista de Venezuela o cercanos a su ideología, 2) Poetas de Acción Democrática o cercanos a ese partido, 3) Poetas del Partido Social Cristiano Copei, 4) Poetas vinculados al perezjimenato y 5) Poetas no vinculados a las actividades partidistas ni ideológicas anteriores; estos conjuntos a su vez están divididos en catalogaciones de grupo etario: a) aquellos poetas nacidos cerca de los principios del siglo XX (poco antes o poco después de 1900), testigos del clivaje entre el final de la larga dictadura gomecista y la evolución del sistema político venezolano hacia una búsqueda de renovación partidista –una azorada exploración hacia la democratización–; vivieron los años suficientes para experimentar en su adultez la atmósfera –política y cultural– de la Guerra Fría. Esa muestra de poetas va a inclinarse por una suerte de “neutralismo ideológico”, o simpatías con el temprano perezjimenato (entre 1952-1956) y, en el caso de mayor politización e ideologización, serán más cercanos al partido Acción Democrática; b) los poetas nacidos cerca –o ligeramente posteriores– al primer cuarto del siglo XX, tenderán marcadamente a una mayor adscripción ideológica comunista: militarán en el PCV o serán cercanos a su ecosistema ideológico. Este último conjunto experimenta la atmósfera de Guerra Fría de manera distinta al primero: en la etapa denominada de la “primera Guerra Fría” (Westad, 2017; Gaddis, 2011; McMahon, 2009) estos bardos estarán en su plena juventud (tendrán entre 22 y 33 años cuando el derrocamiento de los dictadores Fulgencio Batista en Cuba y de Marcos Pérez Jiménez en Venezuela), cuando las efervescencias ideológicas brotan. Este subconjunto etario estaba comprometido de una u otra forma con el clivaje dictadura-democracia (en 1959 estaban cerca de la mayoría de edad o gozaban cierta madurez en su ars poetica); c) el siguiente subconjunto vivirá el clivaje (1960-1969) democracia-guerrilla revolucionaria (Mondolfi, 2017) pues entre los años de lucha armada gozarán de alguna madurez intelectual para percibir el instante histórico. Este subconjunto que nace cerca de 1940 tiende a una clara adscripción izquierdista, y además –a diferencia de sus antecesores– disfruta la tolerancia política de la naciente democracia, sistema que además auspiciará espacios culturales plenamente abiertos (Cardozo, 2019).
Igualmente, los subconjuntos “b” y “c” serán los forjadores de las corrientes y movimientos literarios inaugurales del postperezjimenato (correspondientes también al nacimiento de los principales grupos intelectuales de la Guerra Fría: Sardio, Tabla Redonda, Enhaa, Trópico Uno y Techo de la Ballena) hasta el ocaso de la Guerra Fría cultural con los movimientos literarios Tráfico y Guaire (Sainz, 2007).
Sobre estos subconjuntos nace la última pregunta del artículo: después del cómo –se hacen o no comunistas–, surge ¿por qué en el metarrelato poético comunista está más presente la imagen de Venezuela como problema existencial o como proyecto –fenómeno que se da en buena parte de la poesía “trunca” latinoamericana– que en el metarrelato poético de Acción Democrática (AD) o de los socialcristianos del partido Copei? (Benedetti, 1980; Ulloa, 2006).
Esto último podría parecer contradictorio: el marxismo-leninismo, a pesar de que es una ideología internacionalista, entre los poetas de esta corriente política el tema nacional y patriota –el culto a Bolívar como “padre de la patria” y adalid antiimperialista– es importante en sus obras. Para el otro gran grupo ideológico que domina las letras venezolanas, el socialdemócrata del partido AD, la exploración poética se centra menos en la patria como fatalidad histórica; y en los temas en torno a Bolívar acaso se explora su perfil más humano y menos heroico como el poemario de Rafael Pineda Amores de Bolívar y Manuela (1970). Surgen, de esta última pregunta, las conclusiones abiertas de nuestro estudio.
La Guerra Fría es de naturaleza cultural: los aparatos culturales en la Guerra Fría venezolana
La poesía de Venezuela durante la Guerra Fría estuvo, mayoritariamente, bajo el control de las izquierdas, como veremos en la muestra representativa de poetas y militancias que presentamos en el Catálogo. Críticos literarios como Juan Liscano llegaron incluso a decir que la intelectualidad venezolana estaba en manos de comunistas y socialistas (Liscano, 1973). Incluso, que la misma universidad autónoma, en sus facultades de ciencias sociales y humanidades, eran sus nichos (Cardozo, 2014).
La militancia intelectual de izquierda estaba apoyada por toda una estructura internacional ideológica que invertía recursos, esfuerzos y estrategias en la cooptación de adeptos políticos, jóvenes que se comprometieran con la doctrina revolucionaria marxista-leninista ¿fue eso suficiente para que en el arte poético la izquierda fuera hegemónica?
Desde los tempranos años de la década de 1930 podríamos percibir cierta penetración en escritores y políticos latinoamericanos que vivieron la experiencia soviética de cerca, o a través de algunas publicaciones que se empezaron a colar tímidamente en los sistemas culturales locales: el Plan de Barranquilla (1931) el proyecto político de corte marxista de uno de los padres del partido venezolano Acción Democrática, Rómulo Betancourt; Latifundio (1937) de Miguel Acosta Saignes, o de Carlos Irazábal su libro paradigmático Hacia la Democracia (1939), son textos y visiones inaugurales del marxismo epistemológico y militante en Venezuela, sin embargo, será una medida modestísima –y ciertamente se trata de textos de política e historia donde el marxismo como corriente metodológica había causado un fuerte impacto en los investigadores regionales– en contraste con la era siguiente cuando una década más tarde tras la derrota del eje nazi-fascista, la Unión Soviética va a activar una maquinaria ideológica mucho más eficiente en el contexto bipolar: la “Guerra Fría es de naturaleza cultural” (Lasky en Stonor, 1999: 51).
Esta infraestructura detrás de los jóvenes creadores y artistas no la tenían aquellos que prefirieron un relato libre de ataduras y dogmas. No quiere decir que se cuestione la capacidad de seducción y cooptación de ambos aparatos culturales y sus sistemas de propaganda, pero es indiscutible que, como lo ha demostrado la literatura sobre la llamada “Guerra Fría cultural” (Benedetta, 2010; Stonor, 1999), el mundo capitalista liberal fue más tímido –y comenzó la “carrera cultural” con retraso– en esta lucha por adeptos en América Latina; acaso se interesó más por cuidar su nicho en Europa, especialmente en Alemania del oeste.
Los poetas de Acción Democrática o cercanos a su dimensión política, asimismo, los del partido socialcristiano Copei y aquellos “independientes” de agrupaciones e ideologías, no contaron con esa poderosa intervención cultural-propagandística de la Unión Soviética en becas, viajes, congresos, cargos internacionales y reconocimientos; el poeta Carlos Augusto León fue presidente de la seccional del Congreso Mundial de la Paz soviético y varias veces condecorado por Moscú (Cardozo, 1997). Paradójicamente, en ocasiones y entre algunos sectores se veía, se percibía, como una suerte de selecto grupo de elite de izquierda intelectual quienes gozaban los privilegios de la diplomacia pública del mundo socialista.
En un coloquio literario cerca del año 2001, el poeta José “Pepe” Barroeta (1942-2006) –a quien conocimos y tratamos personalmente–, respecto a las nuevas lides ideológicas que atravesaba Venezuela con el arribo de la corriente chavista de izquierda, ironizaba sobre sus cofrades del Movimiento al Socialismo (MAS) y del Partido Comunista de Venezuela (PCV) ganados por el proyecto de dimensión populista de Hugo Chávez, por parecerle adscripciones incompatibles. Su tesis la sustentaba con esta anécdota del célebre narrador Salvador Garmendia (1928-2001) quien a su vez le contaba al poeta Barroeta, alrededor de los años ochenta, que él quiso advertir a sus padres que empezaría a militar en el comunismo, a lo que sus padres le respondieron, irritados, que ellos no tenían dinero para financiar su nueva filiación ideológica, no podían costearle los viajes a Europa, las estadías en París, cursos en Praga o Moscú, ni mucho menos una vida de vodka y caviar. ¿Ficción, humor, sorna? Seguramente, pero se correspondía con una realidad infranqueable: la Unión Soviética invertía atención, tiempo y dinero en los artistas, creadores e intelectuales latinoamericanos que podían potencialmente coadyuvar el proyecto propagandístico soviético en un lugar tan exótico como estratégico, la Venezuela aliada política y socia petrolera de Estados Unidos.
La Universidad Patricio Lumumba de Moscú abierta en 1960 (refundada en 1992 como la Universidad de Rusia de Amistad de los Pueblos) fue una aspiradora de voluntades ideológicas. Atrajo y formó a “miles de latinoamericanos” durante la Guerra Fría. Sus egresados durante la era bipolar se hacen llamar “los lumumberos” (Pedemonte, 2017) y se reúnen en una sociedad llamada Latinosoyuzniki donde, a pesar del tiempo transcurrido, piensan en aportar algo desde su experiencia universitaria en la antigua capital del comunismo mundial[4]. Asimismo, otros trabajos han contribuido con importantes aproximaciones a la experiencia del viaje de intelectuales por el mundo socialista (Zourek, 2017, Rupprecht, 2015, Saitta, 2007, Hollander, 1981, Caute, 1988, David-Fox, 2012) y algunos, precisamente, en clave poética.
No obstante ¿cómo lograron los soviéticos penetrar culturalmente en América Latina y el Caribe, el espacio natural de influencia de Estados Unidos y, desde los primeros años de postguerra, una zona geopolítica dentro del marco de su gran estrategia de Guerra Fría? (Cardozo y Dávila, 2021). La respuesta puede ser evidente: la revolución cubana de 1959 y su repentino giro ideológico hacia Moscú hizo que la isla diseñara rápidamente un aparato cultural muy eficiente que cooptó las voluntades de prometedoras figuras literarias y artísticas y, además, llevó a cabo un ejercicio de traslación y traducción ideológica de los valores, mensaje, estéticas y dogmas soviéticos para el resto de América Latina; es decir, los cubanos castristas tradujeron el bolchevismo al “latinoamericanismo” en las artes y la política (Petkoff, 1969: 9).
Esta primera pista es clave, comprender el dinámico papel de la Cuba revolucionaria sobre los espacios latinoamericanos más sensibles, especialmente en el claustro universitario por medio de su diplomacia cultural en manos de la llamada Nueva Trova[5], de los grupos editoriales y sus premios de literatura, teatro y cine –la revista, sello editorial y premio internacional Casa de las Américas, el premio Julián del Casal de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, los numerosos festivales de cine y de diversa índole humanística– (Cardozo, 2021). La fuerza de esta penetración ayudó a cooptar escritores y artistas venezolanos, poetas, narradores, músicos, pintores y cineastas. Asimismo, la Unión Soviética, una vez puesto un pie en Cuba, logró una súbita e impensada penetración –y cooptación– de los gremios humanísticos e intelectuales venezolanos y latinoamericanos, desplegando una oferta de becas de formación en el mundo socialista, atractivas para una juventud inquieta, ciertamente seducida por esta agenda cultural-propagandística (Hamburg, 1965; Dinerstein, 1967; Hough, 1981; Blasier, 1987).
No en vano, el gobierno de Venezuela establece en 1975 el programa de becas Gran Mariscal de Ayacucho como, acaso, una contraoferta al sistema de cooptación soviético. Evidentemente no era el propósito principal del programa Gran Mariscal de Ayacucho, sin embargo, el proyecto pivoteaba en tres grandes ejes: la modernización del país (comprendida como las metas de transformación socioeconómica); vinculación con el mercado capitalista mundial; y una superestructura de profesionales en política y gobierno: la incipiente democracia venezolana necesitaba especialistas en “trabajo político, trabajo parlamentario, trabajo de partidos”, todos elementos contrarios a la doxa impartida en la órbita académica soviética (Marsiske, 2001).
De la misma forma, las relaciones de la Unión Soviética con América Latina en el ámbito comercial se fortalecieron entre 1960 y 1970 y fueron establecidas entre la región y los países miembros del Consejo de Asistencia Mutua Económica –del cual Cuba fue las más favorecida–, sin embargo, en el ámbito cultural se tramaban estas redes de cooperación por un variopinto tablero de posibilidades (Blasier, 1987), desde la sede nacional del partido comunista, el PCV en Venezuela, donde su “agregado” cultural ad hoc era el pintor y dramaturgo César Rengifo, como especie de gatekeeper (Marling, 2016), era quien decidía las becas otorgadas para viajar al mundo socialista (Medina, et al., 2020), así como con las embajadas y con diferentes universidades del Pacto de Varsovia directamente. Otro ente muy activo en aquel sentido fue el ya referido Consejo Mundial de la Paz, órgano tanto de activismo político como de propaganda y reclutamiento burocrático.
Estados Unidos empezó a hacer esfuerzos a través de la United States Information Agency y, de la misma forma, con becas de fundaciones como la Guggenheim, Rockefeller y Ford (Benedetta, 2011; Mc Carthy, 1987) se crearon incentivos como el premio literario de la Fundación Faulkner que se concedió en 1965 a Ramón Díaz Sánchez por Cumboto o, precisamente, intentó establecer un foco de atracción cultural cuando se planificó la visita del mismo Faulkner a Caracas a través de la Asociación Norteamericana de Venezuela, pero no hubo mayor éxito en estas iniciativas (Oakley, 2004), pues la intelectualidad y el arte venezolanos ya estaban encandilados por este correlato revolucionario de las izquierdas.
Acaso y tal vez, Estados Unidos prestó más atención en esta carrera propagandística cultural a Europa (Bozza, 2009; Mudrovcic, 1997), especialmente, como dijimos a la Alemania dividida, tal cual medida de contención contra todas las iniciativas culturales soviéticas que habían comenzado antes (Stonor, 1999). Influyentes intelectuales estadounidenses coordinados por Tom Braden (agente de la CIA autor de la División de Organizaciones Internacionales) asistieron a docenas de eventos culturales en Europa a favor de la sociedad abierta y la democracia liberal, incluido el Congreso por la Libertad Cultural, donde la estrategia era la agitación intelectual para lanzarse contra el sovietismo cultural en el viejo mundo.
La evidencia apunta que —más allá de un interés estratégico preferente hacia Europa— hubo errores durante los primeros pasos en materia de agitación cultural en América Latina, tal como que Estados Unidos permitiera que develaran en Chile (1965) el “Project Camelot” del Departamento de Defensa de Estados Unidos, lo cual alertó a los sectores intelectuales latinoamericanos sobre el rol de la diplomacia cultural de Estados Unidos en América Latina (Marchesi, 2006). Estos hechos le costaron prestigio y credibilidad al Congreso por la Libertad Cultural (1966), que solo logró reflotar por la intervención salvadora de la Fundación Ford (Benedetta, 2011). La pregunta que siempre surgirá es por qué hubo tanta ojeriza hacia la acción de Washington en estos temas y, por otro lado, tanta tolerancia, aprobación o conformismo frente al mismo principio intervencionista de Moscú y de La Habana en toda la región.
Motivos mentales y espirituales del ethos: el poeta en el ámbito creativo, lo nacional y lo político
En Venezuela con la muerte de Juan Vicente Gómez (1935) no solo finaliza su dictadura sino también las múltiples maneras de la conducta civil de la sociedad del país. La nación comenzó a abrirse, a entender, la riquísima realidad del siglo XX. La inserción de la nación con los retos del siglo no se dejó esperar: comenzó la participación por los sectores sociales vinculados a la administración política, al complejo manejo del necesario desarrollo económico, penetrado por la ingente riqueza del petróleo. Las exigencias democráticas del siglo obligaron a la sociedad a organizarse en partidos políticos de acuerdo con sus peculiares intereses. Sucedió algo así cual una revolución sin “revolución” pero la manera total del vivir en el territorio se transformó siguiendo un anhelo más bien existencial: mejorar relativamente las múltiples condiciones de la vida para todos sus habitantes.
También se reflejó este cambio de la existencia de los venezolanos en su labor intelectual. Para los compromisos de este escrito solo se estudiará lo referente a las singularidades de la creación poética durante las décadas de la Guerra Fría. Los artistas venezolanos en las múltiples disciplinas de esta actividad –pintores, cineastas, escultores, músicos, narradores, dramaturgos, poetas– quisieron propalar en sus obras sus interpretaciones de la realidad epocal así como sus aportaciones para expresar a través de ellas, con sus originales rasgos personales, la presencia de su país de Venezuela. Tal vez en los poetas este perfil adquirió mayor agudeza a la par de profundidad cuando así se lo propusieron. Con la Guerra Fría, de repente, el pensar político dividió lo que era antes un libre y múltiple colegir sobre las soluciones socioeconómicas para el mundo: dos grandes océanos cuyas aguas no podían confundirse sino radicalmente excluirse, rechazarse: el capitalismo, el comunismo (ambos expresados mediante una rica sinonimia cual una manera de amortiguar su talante de violenta radicalidad). Los poetas venezolanos, leales a la asunción de su destino secular –advenidos más por sus lecturas, sus estudios, sus conocimientos de diversas fuentes y menos por sus procedencias de índole social– alegorizaron con sus composiciones líricas su pensar, su sentir, su vocación de montar en sus palabras a su nación a la cual se debían para fortalecerla al sumarla, impulsados por su noble intención de poetas, en alguno de los dos estratos excluyentes.
En Venezuela, tal vez el primer alias de la mencionada poderosa seudonimia de la Guerra Fría fue el Nuevo Ideal Nacional, concepto rigurosamente elaborado en un texto donde se expone lo político, lo económico, lo militar, las relaciones internacionales de la dictadura representada por su líder y presidente del país Marcos Pérez Jiménez, durante los años 1952-1958. Dos poetas venezolanos se identificaron con ese “nuevo ideal nacional”: Manuel Felipe Rugeles y Juan Beroes. Del nuevo gobierno militar de entonces, percibieron estos poetas libertad y apoyo institucional de poder dedicarle a su país, con la aceptación de la inteligencia rectora del desenvolverse intelectual libérrimos poemas a la existencialidad venezolana, desde su singular paisaje hasta su gente. En dos libros recoge Manuel Felipe Rugeles el ser de la belleza de la Venezuela de entonces: Canta, pirulero (1950), Cantos de sur y norte (1954). Halló Juan Beroes en ese mencionado espacio político de escribirle a Venezuela su poemario más denso y abarcante de los imprescindibles aspectos de una nación perezjimenista, lo tituló con una metáfora ya de por sí reveladora: Materia de eternidad (1956), integrado por 34 odas de alta calidad lírica.
Depuesta la dictadura, hay un inusitado renovar del laboreo literario. Los poetas de criterio socialdemócrata –la mayoría adscritos al partido político Acción Democrática– conformaron la revista de Sardio: esta publicación siempre dejó muy claro el propósito literario de sus páginas: el de ser vehículo divulgador del pensamiento artístico contemporáneo a la par de su ubicación espacial en las zonas democráticas representativas de ese presente. Entre sus sobresalientes colaboradores se destacaron Guillermo Sucre Figarela, Edmundo Aray, Ramón Palomares (estos dos últimos cambiarán a la izquierda su militancia), Francisco Pérez Perdomo; también mantuvieron una cercanía con Sardio Vicente Gerbasi, Mariano Picón Salas, Juan Sánchez Peláez. Otra revista literaria vinculada al pensar y al sentir socialdemócrata lo constituyó Zona Franca (1964-1984) dirigida por Juan Liscano.
Los poetas vinculados al Partido Comunista de Venezuela, militantes o cercanos, produjeron tres revistas literarias: Tabla Redonda, Enhaa, Trópico Uno. Nacieron a la vida política venezolana con el impulso de Tabla Redonda: Rafael Cadenas (quien se retirará eventualmente de este orbe ideológico), Jesús Enrique Guédez, Caupolicán Ovalles, Arnaldo Acosta Bello, entre otros. Los poetas más activos de Trópico Uno: Gustavo Pereira, Luis José Bonilla, Eduardo Lezama, Víctor Salazar. Aunque en la revista Enhaa prevalecieron los narradores: Teodoro Pérez Peralta, José Balza, Carlos Noguera; sus poetas: Jorge Nunes, Argenis Daza Guevara, Lubio Cardozo.
En el caso de la poesía sus creadores nativos entienden la necesidad de elevar el respeto por sus versos, por sus composiciones: hay entonces en ese aspecto una homogeneización magnífica en el coincidir por enaltecer la elocución lírica. Mas junto a lo dicho el contenido de sus cantos difiere mucho de acuerdo con la formación ideológica del poeta en ese cuadro epocal de la Guerra Fría: en su concepción de la tierra donde habita, del espacio geográfico espiritual de la “patria”. Los poetas identificados de una u otra forma con la tesis del Partido Comunista no aceptan la realidad social de sus circunstancias, tampoco la económica, la moral, la religiosa, del país donde nacieron, magnifican las imperfecciones de ese “hoy” y oponen u ofrecen por la vía de la violencia o de los radicales cambios revolucionarios, directa o alegóricamente, la utopía del socialismo. Esta ódica de la utopía posible sobre las ruinas del país indeseado la inició un poeta y representativo funcionario del PCV, especializado en las relaciones internacionales de esa organización, representante por Venezuela en el Consejo Mundial de la Paz (URSS), Carlos Augusto León.
Desde diversas perspectivas, por múltiples estilos poéticos esa señal fue floreciente, apuntando siempre a la utopía socialista sobre el derrumbe del país nativo: la Guerra Fría no los amedrentaba, la entendían como una batalla larga en un sistema democrático que los toleraba. Por el contrario los poetas socialdemócratas, afiliados la mayoría de ellos en el partido Acción Democrática acaso consideraron a la Guerra Fría como una división natural de los espacios políticos (o humanos) del planeta, por lo tanto le auguraban una larga y necesaria estabilidad garantes de una relativa paz, siempre mejorable. Del mismo modo percibían su país Venezuela: la pluralidad social se reflejaba en la pluralidad partidista, el quid del desenvolvimiento político de la nación lo resumía una frase esencialmente genial: la democracia es perfectible. Por eso la poesía de los bardos de esta concepción del mundo apuntaba a cantar o pensar problemas inherentes a la poesía misma: el amor, la existencialidad, el alma-espíritu, el paisaje, la Idea, las singularidades de la vida cotidiana, temas ecológicos, temas científicos, los astros, los bosques, aspectos de la historia venezolana, Dios. ¿Por qué preocuparse? Había paz, Venezuela –parodiando a la novela de Hemingway– era una fiesta.
Por su responsabilidad ante la poesía, ante su querencia por Venezuela, ante la literatura nativa, el poeta paradigma del otro rostro de la lírica del país –en el espacio de la Guerra Fría– pero en el firmamento de la socialdemocracia, fue Juan Liscano sobre todo con su poemario Nuevo Mundo Orinoco (Liscano). Los adecos sentían que el proyecto nacional ya estaba constituido y encaminado.
Influencia de los exilios políticos
Otro factor, aunque no tan robusto como argumento de nuestra búsqueda, pero que no podría descartarse para explicar esta sobreexposición ideológica de los bardos hacia las izquierdas, es su relación directa –filial– o indirecta –discípulos, amigos, vecinos– con los migrados republicanos españoles (Glondys, 2021) en Venezuela, que no fueron pocos entre nacionalistas vascos, socialistas –mirados con ojeriza desde el principio por las autoridades migratorias de la época de 1930-1958 (Rey, 2011)–, y republicanos de diferente corte político; asimismo, españoles comunes y corrientes que traían la amargura de cualquier diáspora: expulsados por la realidad objetiva de su patria (economía sin oportunidades y un Estado represivo como el franquista); aquello, como fuego ideológico proclive a la izquierda, evoca a descendientes de españoles como el guerrillero y político (del Movimiento de Izquierda Revolucionaria y luego del MAS) Américo Martín –quien en sus memorias recuerda justamente esto que estamos exponiendo (Martín, 2013)–; semejante será el tránsito vital y político del poeta Eduardo Gasca en su libro Poemas y otras parodias (1981), hijo de inmigrantes españoles que huían del franquismo económico, político y social, con una carga de memorias de esa diáspora que de alguna forma animaron en su entorno la militancia comunista del joven poeta.
El exilio intelectual hacia universidades venezolanas (y distintos circuitos culturales urbanos) durante los años setenta y ochenta de Chile, Uruguay y Argentina, determinado por los regímenes autoritarios del Cono Sur, fue un afluente importante de perseguidos políticos contrarios al corolario ideológico-represivo de aquellos regímenes, así como de militantes miembros del partido Movimiento de Izquierda Revolucionario de Chile, tal fue el caso de Ernesto Carmona y Doris Jiménez (Mira, 2019). En Venezuela el exilio chileno de escritores y artistas[6] fue particularmente importante (Norambuena, 2008), eran opositores a la dictadura en su país, adscritos a un proyecto político, que traían consigo una fuerte identidad política de izquierda. De hecho, diferentes medidas de la actividad epistolar de intelectuales chilenos en el exilio, señalan que Venezuela, después de Estados Unidos, fue un activo centro de acción creativa y artística de esta diáspora (García, 2013, Monsálvez Araneda, et al., 2018). Sin olvidar al uruguayo Ángel Rama, con una intensa e influyente labor crítica, periodística y editorial que cumplió en Venezuela en los años 70. Nacionalizado venezolano (1977) estuvo a cargo de grandes proyectos editoriales como la colección de la Biblioteca Ayacucho. A pesar de la distancia que tomó Rama con la revolución cubana a partir de la purga cultural que sufrió el poeta Heberto Padilla por el castrismo (1971), fue copartícipe de aquel entusiasmo cultural durante los primeros capítulos de la revolución (como miembro del rotativo Revolución en 1959, corresponsal en la Unión Soviética de Prensa Latina, entre 1962 y 1964) y su exilio en Venezuela fue laboralmente productivo e influyente en sus circuitos editoriales e intelectuales.
Asimismo, una generación de profesores de origen mediterráneo hizo larga vida académica en las universidades públicas más importantes de Venezuela. No puede comparárseles, desde el punto de vista de la agencia, con lo alcanzado por los aparatos culturales soviético y cubano, empero, un correlato ideológico desde aquellas experiencias de vida que huyeron del franquismo, del fascismo europeo y las dictaduras del Cono Sur, tuvieron que marcar algunos derroteros de sensibilidad poética o literaria, así como de militancia en las atractivas opciones antisistema y contraculturales que ofertaba por doquier la universidad venezolana (Cardozo, 2021). La exposición de estudiantes a estos maestros y profesores, directores de teatro y escritores, no pudo pasar desapercibida. Hubo de inocularse una cultura política a partir de la vivencia y la obra de quienes llegaron a un país que en aquel momento (1960-1990) sostenía un ecosistema democrático tolerante a las distintas manifestaciones de izquierda.
Justificación del catálogo
El catálogo siguiente es una aportación para la comprensión de la relación que existe entre la obra de arte y la ideología, por ende, de la cultura política. La Guerra Fría es un proceso histórico que acaba por definir, de forjar, el devenir de las naciones dada su implacable marca geopolítica, militar, cultural, política y económica. En Venezuela, por su característica esencial de petroestado se aceleraron varias dinámicas de la Guerra Fría que surgieron en el denominado Sur Global –modernización del Estado, democracia versus revolución, lucha armada, paz democrática–, en consecuencia, lograr una caracterización intelectual de las adscripciones ideológicas connaturales de ese proceso, en un catálogo razonado, es un aporte sugestivo, porque hemos aspirado a demostrar la hipótesis sobre cuál alero del mundo bipolar (este-oeste) venezolano ganó más ventaja y porqué, es decir, en Venezuela ¿quién ganó la Guerra Fría cultural?
Asimismo, por razones del formato de esta investigación, no habría espacio para presentar un análisis pormenorizado de los poemarios que derive en la explicación de las adscripciones político-ideológicas indicadas en cada poeta a partir de sus textos, de manera tal verificarlas efectivamente desde su obra. Se debe advertir que es una investigación que utiliza un criterio segmentado por grupos etarios para comprender el trayecto vital de cada escritor con las etapas históricas de la Guerra Fría —previas, en ciernes y plenas—, sumado a lo anterior, lo más sugerente como aporte metodológico y documental es el criterio empírico del coautor de este estudio, quien, como ya hemos señalado, es un avezado crítico literario con vínculos académicos, personales y cotidianos con parte de la muestra de los poetas presentados en el catálogo siguiente.
Catálogo: muestra representativa de poetas y militancias
| Poetas del Partido Comunista de Venezuela o cercanos a su ideología | Poetas de Acción Democrática o cercanos a ese partido | Poetas del Partido Social Cristiano Copei | Poetas vinculados al perezjimenato | Poetas no vinculados a las actividades partidistas ni ideológicas anteriores |
1893 |
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| Fernando Paz Castillo (1893-1981) La voz de los cuatro vientos (1931) Poesía (1966) |
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1895 |
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| Rafael Yépez Trujillo (1895-1972) Poesías (1974) |
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1897 |
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| Clara Vivas Briceño (1897-1977) Ala y musgo (1956) La quimera imprevista (1924) |
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1903 |
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| Manuel Felipe Rugeles (1903-1959) Aldea en la niebla (1944) |
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1904 |
| Graciela Rincón Calcaño (1904-1987) Elegía e invocación a Roosevelt (1945) El Amor de la Tierra (1949) *Feminista sufragista |
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1905 |
| Ada Pérez Guevara (1905-1997) Horizontes (1931) *Feminista sufragista |
| Alberto Arvelo Torrealba (1905-1971) Florentino y el diablo (1957) | |
1906 |
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| María Calcaño (1906-1956) Canciones que oyeron mis últimas muñecas (1956) Entre la luna y los hombres (1961) |
1907 |
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| José Parra (1907-¿?) De itinerarios habla el corazón (1954), Interludio (1946) |
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1908 | Miguel Otero Silva (1908- 1985) Agua y cause (1937) La mar es el morir (1965) |
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| J. A. De Armas Chitty (1908-1995) Candil, romances de la tierra (1948) Canto solar a Venezuela (1967) Territorio del viento (1977) | Otto de Sola (1908-1975) El desterrado en el océano (1952) El árbol del paraíso (1961) |
1909 |
| Pablo Rojas Guardia (1909-1978) Trópico lacerado (1945) El rostro de la patria y otros márgenes, atisbo y evocaciones (1968) |
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1910 |
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| Oscar Rojas Jiménez (1910-2014) Libro de los Cantos (1954) |
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1911 |
| Héctor Guillermo Villalobos (1911-1986) En soledad en vela (1954) Mujer: tú eres la madre tierra (1963) |
| Pascual Venegas Filardo (1911-2003) Círculo de tu nombre (1957) Elegía de la sombra de tu paso (1967) |
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1912 |
| Manuel Rodríguez Cárdenas (1912-1991) Tambor (poemas para negros y mulatos) (1938) |
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| Gloria Stolk (1912-1979) Catorce lecciones de belleza (1953) Amargo el fondo (1957) |
1913 |
| Vicente Gerbasi (1913-1992) Bosque Doliente (1940) Los espacios cálidos (1942) |
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| Felipe Herrera Vial (1913-1995) Campana herida (1954) Motivos de Incamar (1956) |
1914 | Carlos Augusto León (1914-1997) Canto a Corea (1949) Canto de paz (1950) La muerte en Hollywood (1950) | Aristides Parra Álvarez (1914-¿?) Banco de brumas (1951) La breve eternidad (1970) |
| Luis Beltrán Guerrero (1914-1997) El visitante (1958) Tierra de Promisión (1959) | Rafael Ángel Insausti (1914-1978) Aire de Lluvia y Luz (1952) |
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| Juan Beroes (1914-1975) Materia de eternidad (1965) |
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1915 |
| Juan Liscano (1915- 2001) Nuevo Mundo Orinoco (1959) Rayo que al alcanzarme (1979). |
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| Rosa Virginia Martínez Araujo (1915-1983) Viento ebrio. Poemas (1952) |
| Antonio Pinto Salinas (1915-1953) “Oración a tu amor” (poema s/f) |
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| Mercedes Bermúdez Belloso (1915-2000) Canto Llano (1979) | |
1916 |
| Pálmenes Yarza (1916-2007) Esquema poético (1959) Elegías del segundo (1961) |
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| Luz Machado (1916-2007) Vaso de resplandor (1946) La espiga amarga (1950) *Feminista sufragista |
Olga Luzardo (1916-2016) Flor de cactus (1942) *Feminista sufragista |
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1917 |
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| José Antonio Escalona Escalona (1917-2013) Cielo y tierra del amor (1979) Ellas poemas (1980) | Pedro Pablo Paredes (1917-2011) Alcor (1970) Transparecia (1947) |
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1918 | Ana Enriqueta Terán (1918-2017) Verdor secreto (1949) De bosque a bosque (1970) El libro de los oficios (1975) |
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1919 |
| José Ramón Medina (1919-2010) Edad de la esperanza (1947) Razón de Poesía (1960) |
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1920 | Aquiles Nazoa (1920-1976) El burro flautista (1960) | Pedro Francisco Lizardo (1920-2001) La memoria y los días (1975) |
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1921 |
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| Morita Carrillo (1921-1998) Festival del rocío (1953) Llave siete colores (1980) | |
| Luis Pastori (1921-2013) Elegías sin fin (1972) Trofeo de caza (1969) |
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| Jean Aristeguieta (1921-2016) Rostros de Dulcinea (1954) Selene (1970) | |
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| Otón Chirinos (1921-1986) Fuego que salva (1969) Podría ser el viento (1977) | |
1922 | Carlos César Rodríguez (1922-2017) Follaje redimido (1959) Aire iluminado (1963) | Alarico Gómez (1922-1955) Júbilos del Regreso (1947) Poema para Inmigrantes y turistas (1950) Los dominios visuales (1955) |
| Tomás Alfaro Calatrava (1922-1953) Décimas de amor y muerte (1954) | |
| Juan Sánchez Peláez (1922-2003) Animal de costumbre (1959) Un día sea (1969) |
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| Reyna Rivas (1922-2011) Palabra y poesía (1968) | |
1923 | Alirio Ugarte Pelayo (1923-1966) Espacio de mi tiempo: cantos nacionales y otros poemas (1952)*cercano a Unión Republicana Democrática, de una fracción rupturista, el “alirismo” | Carmen Delia Bencomo (1923- 2002) Rostro de soledad (1964) Tiempo de sombra (1967) | Ernesto Jerez Valero (1923-2006) Diario de un parameño (1964) Quiso Dios que así fuera (1962) |
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Alí Lameda (1923-1995) Polvo del tiempo (1947) El corazón de Venezuela (1966) | Benito Raúl Losada (1923-2021) Los espejos baldíos (1980) Tiempo transitado (1989) |
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1924 | Francisco Salazar Martínez (1924-2015) Como quien va llorando (Sextafonas)(1958) Gallo de Nieve (1974 ) |
| Juan Manuel González (1924-1999) Oda colectiva al General Medina (1962) Acto de amor a María: oraciones sagradas (1966) | ||
1926 |
| Rafael Pineda (1926-2005) El extranjero vate (1968) Amores de Bolívar y Manuela (1970) |
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| Marcos Ramírez Murzi (1926-1997) Antes del olvido (1951) De Amor y andar (1967) |
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1927 | Arnaldo Acosta Bello (1927-1997) Fuera del paraíso (1970) El Alud (1973) |
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| Camilo Balza Donat (1927-2020) Tierra del corazón (1950) Reino de Soledad (1955) |
1928 | Rafael José Muñoz (1928-1981) Los pasos de la muerte (1953) El círculo de los tres soles (1968) |
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Aníbal Nazoa (1928-2001) Aquí hace calor (1969) Las artes y los oficios (1973) |
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Dionisio Aymará (1928-1999) Escúchanos Libertador (1963) Aconteceres del Alucinado (1965) Todo lo Iracundo (1977) |
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1929 |
| Luis Beltrán Mago (1929- ) Bajel hacia la estrella (1955) Los pasos de la noche (1965) |
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| Francisco Pérez Perdomo (1929-1913) La depravación de los astros (1966) Ceremonias (1976) |
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| Juan Salazar Meneses (1929-1982) Los huéspedes del verano (1954) |
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| Carlos Golbertt (1929- ) Caballo de cenizas (1966) Testigo soy de ti (1968) |
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1930 | José Antonio Castro (1930-2020) Álbum para delincuentes (1966) Humano todavía (1967) | Simón Darío Ramírez (1930-1992) Surcos de la primera siembra (1965) Cabeza de piedra y sueño (1975) |
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Jesús Enrique Guédez (1930-2007) Las naves (1959) Sextantes (1965) Sacramentales (1969) | Francisco Pérez Perdomo (1930-2013) Fantasmas y enfermedades (1961) Los venenos fieles (1963) |
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Rafael Cadenas (1930) Los cuadernos del destierro (1960) Falsas maniobras (1966) Memorial (1977) |
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1931 | Juan Calzadilla (1931) Malos modales (1962) Manual de extraños (1975) | Efraín Subero (1931-2007) Estancias de amor iluminado (1956) Matarile (poesía para niños) (1968) |
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1932 | Darío Lanzini (1932-2010) Oír a Darío (s/f) | Félix Guzmán (1932-1995) Largo Olvido y otros poemas (1958) Quieta elegía (1967) |
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| J.M. Villarroel París (1932-1995) La orilla jubilosa (1958) El arquero de la nada (1969) |
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| Juan Ángel Mogollón (1932-2013) La Tiniebla y el Ciego (1962) Paraíso Desprendido (1971) |
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1933 |
| Guillermo Sucre Figarella (1933-2021) En el verano cada palabra respira en el verano (1965) Mientras suceden los días (1961) |
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Rómulo Aranguíbel Egui (1933-1980) La distante comarca (1979) |
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1934 | Efraín Hurtado (1934-1978) A dos palmas apenas (1972) Redes maestras (1969) |
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1935 | Ramón Palomares (1935-2016) El reino (1958) Paisano (1964) |
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Víctor Valera Mora (1935-1984) Amanecí de bala (1971) 70 poemas estalinistas (1979) |
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1936 | Edmundo Aray (1936-2020). Tierra roja, tierra negra (1968) Cantata del monte sagrado (1983) | Teófilo Tortolero (1936-1990) Demencia precoz (1968) Las drogas silvestres (1970) |
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Tito Núñez Silva (1936-) Tercer abismo (1965) Woman police (1978) Inminente exterminio (1981) |
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Caupolicán Ovalles (1936-2001) ¿Duerme usted, señor presidente? (1962) Copa de huesos (1972) Sexto sentido u Diario de Praga (1973) |
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1937 | Alfredo Chacón (1937- ) Saloma (1961) Materia bruta (1969) Principio continuo (1982) |
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Luis Camilo Guevara (1937-2014) Festejos y sacrificios (1971) Las cartas del verano (1973) |
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Luis José Bonilla (1937) Bajo la refriega (1964) Libro de lamentaciones (1967) |
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Ludovico Silva (1937-1988) Tenebra (1964) In vino veritas (1977) |
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1938 | Lubio Cardozo (1938-2021) Extensión habitual (1966) Contra el campo del rey (1968) Salto sobre el área no hollada (1971) | Eugenio Montejo (1938-2008) Terredad (1978) Élegos (1967) |
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Rafael José Álvarez (1938-2004) El gallo y la nube (1978) Sagrarios (1978) | |||||
1939 | Elena Vera (1939- ) El hermano el hombre y el extraño (1959) El celacanto (1980) |
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Eduardo Gasca (1939- ) Canción de Morgan el sanguinario (1972) Poemas y otras parodias (1981) |
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Argenis Daza Guevara (1939-1994) Actos de magia (1964) Irreales (1973) |
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1940 | Magaly Salazar Sanabria (1940- ) No apto para los ritos de la sacralización (1987) | Jesús Serra (1940-2007) Constancia del amor y de la muerte (1968) Mantras y ofrendas (1998) |
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Mireya Krispin (1940) Recóndita clave originaria (1981) Fin o principio (1981) |
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Víctor Fuenmayor (1940- ) Beber de la sombra. Poesía reunida 1986-2017 (2017) |
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Gustavo Pereira (1940- ) Hasta reventar (1966) Tiempos oscuros, tiempos de sol (1981) |
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Víctor Salazar (1940-1983) El desterrado (1967) Y este tropel de luces (1973) |
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1941 | Eduardo Lezama (1941-1985) Bajo la refriega (1964) Desde la yerba (1968) |
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| Teresa Coraspe (1941) Las fieras se dan golpes de pecho (1975) Vértice del círculo (1987) |
1942 | José Barroeta (1942-2006) Todos han muerto (1971) Fuerza del día (1985) |
| Guillermo Yepes Boscán (1942) El más inocente de los menesteres (1972) |
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1943 | Lydda Franco Farías (1943-2004) Las Armas Blancas (1969) Poemas circunstanciales (1965) | Alfredo Coronil Hartmann (1943- ) Nombrar contra las sombras (1971) Rosas de espadas (1967) |
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Carlos Noguera (1943-2015) Héroe y pala (1967) Laberinto (1985) |
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Jorge Nunes (1942-2012) Fuego sucesivo (1972) Imágenes y reflejos (1967) |
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Blas Perozo Naveda (1943-2020) Babilonia (1971) |
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Francisco Massiani (1944-2019) Antología (2006) |
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1944 | María Fernanda Palacios (1945-) Por alto/por bajo (1974) | Paúl González Palencia (1944- ) Alegatos al fuego (1981) En el olor confuso de los climas (1983) |
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Reinaldo Pérez So (1945- ) Para morirnos de otro Sueño (1971) Tanmatra (1972) |
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1945 | Orlando Pichardo (1945-2015) La palabra que tengo (1978) |
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Eleazar León (1946-2009) Estación durable (1976) Cruce de caminos (1977) |
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1946 | Eli Galindo (1947-2006) Los viajes del barco fantasma (1974) Ruido de las esferas (1986) |
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| Rosalina García (1946- ) De Íntima brasa (1987) De costado a sol y otras vigilias (1992) |
1947 | Armando Rojas Guardia (1949-2020) Del mismo amor ardiendo (1979) Hacia la noche viva (1989) |
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1948 | Alejandro Oliveros (1948- ) Espacios (1974) El sonido de la casa (1983) |
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1949 | Eddy Rafael Pérez (1949-2019) Me siento como un pájaro con las alas cortadas preso en una jaula de barrotes (1978) Solo abro la boca para tomar agua y comer de algunos frutos que abundan en estos campos (1990) |
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Conclusiones
Los dos grandes grupos estudiados también hubieran podido ser analizados dentro de las vertientes del realismo y del utopismo social-realista (Scarano, 2009); los poetas de Acción Democrática hubieran entrado en el realismo “que pretende ejercer la mímesis plena del mundo real” (Abraham 2017: 283), dado que el propósito democrático ya estaba consumado, y los del Partido Comunista –o cercanos a su órbita– como creadores de una utopía política, acaso conscientes de las limitaciones del proyecto en las circunstancias de su momento, la utopía se reivindicaba en parte de su poética. Sin embargo, el objetivo de este estudio es articular la existencia vital de los poetas con la atmósfera fenoménica de la Guerra Fría y cómo esta influyó en su obra –y vida política– y por ende, ellos acabaron por influir en el país político, de partidos e ideologías con su militancia cultural.
Los poetas “copeyanos” de la democracia cristiana, minoritarios en cantidad –sin sumar fuerzas electorales sino el trasluz ideológico en su obra– se van a deber a una poesía mística, más cercana al mismo motivo ideológico de su organización que al país que todavía espera la revolución o a la nación democrática, pluralista y en desarrollo de los adecos. En este grupo cabría, por el sugerente y raro interés en cantarle al expresidente Isaías Medina Angarita (que no cabría en ninguno de los registros ideológicos que propusimos), el poeta Juan Manuel González con su poemario Oda colectiva al General Medina (1962), quien luego centra su poética en lo místico con el libro Acto de amor a María: oraciones sagradas (1966) y, al mismo tiempo, no conjuró ni su vida ni su literatura a los proyectos ideológicos que aquí tratamos.
Sin embargo, nos atrevemos a ensayar una hipótesis que si bien es posible, no debe ser independiente de una parte de la argumentación de esta investigación –los aparatos culturales al servicio de la Guerra Fría– que adosa a este debate un filo político y filosófico diferente, alternativo. Por un lado el poeta, como hemos adelantado antes, es un creador diferente al resto de artistas en tanto transparenta o intenta revelar una relación existencial con su nación, con su territorio-país, donde procura un tejido explicativo y sensitivo: “como sabios que expresaban en su poesía algunas observaciones sobre la vida del hombre y el mundo” (Ramos, 1991: 201). Por otro, dependiendo de la filiación ideológica su alegato poético se involucra más o menos con el país como proyecto político. Los poetas vinculados con el perezjimenato durante la década militar (1952-1958) concebían un país dentro del hito nacionalista del Nuevo Ideal Nacional donde los símbolos fundacionales de Venezuela eran parte de su poética, al servicio de los valores patrióticos alejados circunstancialmente de la deriva discursiva de la Guerra Fría, no obstante, una vez que Venezuela inicia su era democrática, los símbolos anteriores asumen una posición ideológica de Guerra Fría: el nacionalismo patriótico antimperialista pasa a ser, desde la mirada de la izquierda, un propósito desengañado por la oligarquía local, y para Acción Democrática es un logro alcanzado históricamente.
Los poetas venezolanos ideológicamente ganados por la causa comunista van a abordar al país como un problema y un proyecto en elaboración –arruinado por las oligarquías–; los poetas del otro gran universo político venezolano, la socialdemocracia, van a aproximarse al país como un proyecto ya logrado, alcanzado o que, en todo caso, se obtendrá una vez alcanzada la instauración democrática en Venezuela en 1958: la última fase de la república era la democracia; no había sino que cantarle al paisaje –histórico, humano, a la existencia misma y al amor– pues el mejor destino político y social era el democrático. Como hemos anotado antes, el texto canónico Nuevo Mundo Orinoco del poeta de Acción Democrática Juan Liscano, alcanza a explicar esta idea (Doudoroff, 1993).
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Recibido: 18/12/2022
Evaluado: 14/04/2023
Versión Final: 16/05/2023
páginas / año 16 – n° 41/ ISSN 1851-992X /2024
[1] Neruda, Parra, Lorca, Pessoa, Carranzas, Blanco, Whitman, Guillén, basta con sus apellidos para identificar al poeta, su gentilicio y la vivencia de su país.
[2] Diccionario general de la literatura venezolana: (autores) (1974), Diccionario general de la literatura venezolana, (1987). vol. 1 y 2, Diccionario de Historia de Venezuela (2019). (5 vols.), Diccionario General de la Literatura en el Zulia, Diccionario Biográfico (2015).
[3] Voces de la contemplación. Escritos sobre poesía (2016); Desde la torre de Segismundo: ensayos sobre poesía y poetas caribeños (2007); Formas estructurales del poema lírico (musicalidad, tropos, figuras) (2003); Paseo por el bosque de la palabra encantada: ensayos sobre poetas venezolanos contemporáneos 1940-1980 (1997); Historia de los estudios bibliográficos humanísticos latinoamericanos (1978); Philobiblión (1976); Bibliografía de bibliografías sobre la literatura venezolana en las bibliotecas de Madrid, París y Londres (1975); Seudonimia literaria venezolana (1974); Apreciaciones y comentarios (1969). Los diccionarios de autores y literatura venezolana (1974 y 1987) utilizados en esta investigación, también fueron dirigidos por el coautor, Lubio Cardozo.
[4] En la primavera de 1965 se graduaron los primeros 288 universitarios de 47 países diferentes. Diez años más tarde se contaban 5.600 egresados de esta universidad, de los cuales 4.250 eran extranjeros.
[5] Haydée Santamaría Cuadrado “Yeye”, dirigió el incipiente movimiento musical para su acción de diplomacia pública en el contexto internacional, y el cineasta Alfredo Guevara, director del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, además de internacionalizar la presencia del cine cubano como medio de difusión de la cultura política de la revolución, también congregó a los jóvenes músicos de la Nueva Trova, como Pablo Milanés, Rafel de la Torre, Leo Brouwer, Silvio Rodríguez, Sergio Vitier, Leonardo Acosta, Noel Nicola y Eduardo Ramos. El objetivo, además de crear una estética vanguardista y revolucionaria, fue fortalecer la diplomacia pública cubana. Algunos de ellos fueron –o siguen siendo– embajadores de Unicef (Randall, 2015).
[6] Destacan los artistas e intelectuales Aníbal Ortiz Pozo, Humberto Soto, Hugo Jorquera, Fernando Lamberg, Pedro De La Barra, entre tantos (Mira, 2019).