Reseña bibliográfica

Salcedo, J. (2022) Los Montoneros del Centro. Tácticas y estrategias de la conducción montonera, 1966-1976. Buenos Aires: Prometeo, 396 páginas.

El nuevo libro de Javier Salcedo puede pensarse como el anverso de su trabajo anterior, Los Montoneros del barrio (EdUNTREF, 2011). Allí, el autor abordaba la inserción de Montoneros en Moreno a partir de su vinculación con organizaciones locales de base peronista; analizaba las técnicas de integración y captación así como los mecanismos de observación, acercamiento y posterior encuadramiento de militantes, dando lugar también a la consideración de otras formas de la política, como la organización de campeonanos de fútbol, kermese, obras de teatro, proyección de películas, etc.

El texto se proponía como objetivo la reconstrucción de la dinámica política desde abajo hacia arriba; elemento que se reflejaba en el uso de testimonios de “los sin poder” (militantes de base, sin formación teórica) y en el recorte de la investigación: un estudio de caso que permitía pensar la deliberada política de desarrollo territorial de la organización, con miras a la incorporación de militantes y cuadros. Se trataba, en síntesis, de una mirada más de corta duración, situada esencialmente entre los años 1971 y 1974, que buscaba reponer los desplazamientos tácticos de la organización en la coyuntura y sus repercusiones para la militancia local de Moreno.

En el caso de Los Montoneros del centro se trata de “definir y contrastar el pensamiento estratégico” de los y las militantes que confluyeron en los cuadros superiores de la orgánica de Montoneros, definidos como aquellos que “dirigieron la lucha armada y pretendieron alcanzar una guerra revolucionaria para la toma del poder” (pp. 11-12). Valiéndose del análisis de documentos de circulación restringida confrontados con otros de carácter público y con la propia práctica político-militar, hace hincapié en los lineamientos de los objetivos a largo plazo y en las estrategias que definían su proyecto revolucionario (bajados dosificadamente a la población y a los frentes de masas), aspectos estos en los que la investigación aspira a ser concluyente.

No obstante, asume no poder abarcar la acción de todos los cuadros estratégicos debido a la dificultad que comporta “censar la práctica de una militancia tan variada […] no solo geográficamente hablando, sino también por la existencia de diferentes estilos entre sus militantes de conducción”. A ello se agrega una dificultad adicional: “la gran mayoría de estos militantes estratégicos murieron en combate o víctimas de la represión del terrorismo de Estado y solo pocos sobrevivientes dan testimonio sobre su pasado, en el que además, priman los varones” (p. 16).

El libro se estructura en nueve capítulos, cada uno de ellos con sus respectivas conclusiones, a los que se agregan una introducción y las consideraciones finales. En él se retoman algunas líneas ya planteadas en Los Montoneros del Barrio con relación a temas largamente discutidos en los trabajos testimoniales e históricos sobre Montoneros. En primer lugar, respecto del vínculo con Perón, al que caracteriza como una temporal y táctica alianza política que se extiende desde principios de 1971 hasta finales de 1972. En segundo lugar, respecto de la “militarización”, a la que asume como parte intrínseca de la organización, siendo la metodología de la lucha armada una de sus bases fundacionales, estrategia inicial y permanente de los cuadros de conducción.

Los Montoneros del centro realiza considerables aportes a los ya mencionados en orden a reponer la búsqueda, por parte de estos cuadros estratégicos, de una asociación simbólica con las luchas de la Resistencia, en una especie de continuidad operativa (Cf. Otero, 2019). Allí se inscribe el señalamiento, presente en muchos de los testimonios, del Movimiento Revolucionario Peronista (MRP) de Gustavo Rearte “como antecedente o como mojón en la historia de las organizaciones”, por haber alcanzado la tan mentada síntesis entre identidad política peronista, lucha armada como metodología y socialismo nacional como objetivo (p. 53).

En este mismo sentido la investigación destaca la relevancia de las tesis de Cooke para los cuadros superiores de la orgánica montonera. Su primacía, por sobre otros teóricos de la izquierda (nacional o peronista), estaría dada por su origen y por los pergaminos que ostentaba: haberse fugado de la cárcel de Rawson; haberse desempeñado como delegado de Perón (el único al que este designó como heredero político en caso de fallecimiento); también por la profusa correspondencia mantenida con el líder exiliado (pp. 63-64).

Su rol, como “verdadero puente de contenidos o programas”, se evidencia en su praxis (a través de Acción Revolucionaria Peronista, que fundó 1963) y en los numerosos aspectos de su “producción ideológica” y su “propuesta metodológica” recuperados por esta “militancia estratégica” (p. 97): 1) la valoración del peronismo como experiencia histórica e identidad del pueblo; 2) la necesidad de operar políticamente dentro de las estructuras del Movimiento peronista; 3) las definiciones acerca de leales y burócratas; 4) la posibilidad de superar dialécticamente a Perón en lugar de confrontarlo (mediante la creación de “nuevos mitos”); 5) el rol de la “propaganda armada” para estimular a las masas, agudizando la contradicción fundante entre peronismo y régimen; 6) la lógica de desarrollo de la vanguardia a partir de la dialéctica práctica-teoría-práctica.

Salcedo reconstruye, además, el vínculo que desde 1965 establecieron con Cooke los grupos influidos por el “Diálogo católico-marxista” (sic) y reunidos en torno a Cristianismo y Revolución a los que denomina, retomando la categoría de Gillespie (1987), “protomontoneros”; junto con la revista, editada desde septiembre de 1966, integraban este “dispositivo político” el Centro de Estudios Diálogos, los Comandos Camilo Torres (activos en Buenos Aires y en Córdoba) y el Movimiento Latinoamericano Camilo Torres (p. 114). De esta experiencia, el autor recupera especialmente la adopción de una “pedagogía” ligada a la construcción progresiva de sentidos acerca de la violencia revolucionaria y el rol relevante que tuvo en esta tarea la figura mítica de Camilo Torres, enrolado en el Ejercito de Liberación Nacional colombiano y muerto en combate; también destaca el lugar que correspondió a los teóricos más representativos de la nouvelle theologie en la incorporación del marxismo como herramienta de análisis de la realidad histórico-político-social argentina.

Fue, por otra parte, a instancias de Juan García Elorrio (principal referente de esta red de “católicos radicalizados”) que algunos de los miembros de los “grupos fundadores” de Montoneros realizaron su iniciático viaje a Cuba e incorporaron la teoría que posteriormente los llevaría a la escisión conocida como “rebelión de los enanos” y a la fundación de los Comandos Peronistas de Liberación, cuya actuación no fue pública; estos sucedieron a “Los Camilos” y constituyeron el antecedente directo del grupo político-militar unificado en 1970 alrededor de “los que mataron a Aramburu” (pp. 131- 133).

Así, al revisar los itinerarios estos grupos entre 1965 y 1970, la obra aspira a establecer una continuidad en los planteos estratégicos de sus miembros y quienes conformaron posteriormente las estructuras de conducción de la organización, hacia finales de 1971 y promovieron su crecimiento, al menos entre 1972 y 1973. En ese sentido se destaca la incorporación de documentos elaborados por estos pequeños grupos porque permiten situar históricamente, de una forma precisa, dos aspectos importantes de esta militancia como son la decisión de adoptar la lucha armada como metodología y del peronismo como identidad política.

El crecimiento político de Montoneros y la conformación de su estructura de cuadros se analizan a la luz del primer documento interno y “estratégico” de la organización: Línea política militar, producido entre mediados de 1971 y principios de 1972 (pp. 229-239). En él puede apreciarse la novedad organizativa que representó la incorporación de aspirantes a través de las Unidades Básicas Revolucionarias (UBR); estos ocuparon un lugar intermedio entre los militantes de base, integrados a los frentes de masas y los combatientes, incorporados a las Unidades Básicas de Combate (UBC). Su creación e implementación constituyó “una apuesta táctica que podría ser considerada como una de las más importantes dentro de la estrategia de Guerra Revolucionaria […] Las UBR, un nivel intermedio, eran el germen del reclutamiento entre los sectores populares para el ejército revolucionario” (p. 247). 

La reciente investigación de Mora González Canosa (2021) permite pensar en que este elemento constituyó también un diferencial a favor de Montoneros, determinado por el éxito que ostentó esta organización en el proceso que denominó "del foco a la infección" y que las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) analizadas por la autora conceptualizaron como la "extensión de la guerra". Su trabajo evidencia que, hacia 1971, las FAR no había avanzado (a diferencia de Montoneros) más allá de una idea general de "articulación"; asimismo señala que ya en 1973, se habían subsumido en la estructura organizativa de Montoneros como “una forma de facilitar la fusión” pero también como un innegable reconocimiento a los progresos obtenidos por aquella organización en materia de inserción popular (Cf. pp. 200-204, 212-214, 220-223).

Los Montoneros del centro recupera las variaciones tácticas (y la permanencia en objetivos estratégicos) con relación a las diferentes coyunturas, especialmente desde el año 1973, sin soslayar la cada vez más evidente distancia entre los proyectos políticos y económicos de Perón y la Conducción de Montoneros (Cf. Capítulo 7: “De la primavera camporista al inverno con Perón”). A diferencia de Los Montoneros del barrio, extiende la mirada hasta 1976 y analiza los documentos vinculados a los “militantes estratégicos” para avanzar en sus posicionamientos más allá de la muerte del líder justicialista, en un período caracterizado por la (re)implantación de mecanismos represivos por parte del Estado y el crecimiento de la violencia terrorista de las organizaciones parapoliciales (pp. 347- 366).

En este sentido, la investigación aporta al estudio de la opción por el traslado y la proletarización de militantes que Montoneros ensayó como respuesta frente al aumento de la violencia paraestatal, sobre todo a partir de 1975. Asimismo, la clandestinización de la organización y el intento por construir un partido político legal, el Partido Auténtico en articulación con otros espacios (como el Bloque Sindical Peronista, la Juventud Peronista y la Agrupación Evita) se enmarcan en el intento por construir un “movimiento peronista alternativo”.

En coincidencia con lo planteado recientemente por otros autores (por ejemplo Ladeuix, 2018 y Garaño y Pontoriero, 2018) muestra, sobre el final del libro, cómo los ataques sobre objetivos militares de las tres fuerzas ejecutados por Montoneros durante el mes de agosto de 1975 (particularmente la Fragata Santísima Trinidad de la Armada, en el astillero Río Santiago; el avión Hércules, perteneciente a la Fuerza Aérea, en Tucumán; los cuarteles del Regimiento de Infantería de Monte N°29, en Formosa) contribuyeron a disponer los ánimos y las conductas para la implementación de la represión sistemática que comenzaría en los laboratorios del Operativo Independencia (pp. 365-370; Cf. Jemio, 2022; Garaño y Bocanegra, 2023).

De tal forma, aunque el proceso de escritura del libro culminó casi dos años antes de su publicación (según comentaba Salcedo en la presentación, que tuvo lugar el pasado 14 de abril en el Centro Cultural de la Cooperación) es evidente que la investigación recupera muchas de las discusiones que atraviesan actualmente  las producciones sobre las organizaciones político-militares filiadas en el peronismo en general y sobre Montoneros en particular, para ponerlas en acto en una nueva síntesis de características originales; una mirada de largo plazo que atraviesa el umbral de los largos sesenta y articula las tácticas y estrategias de los y las militantes montoneros que dirigieron la lucha armada y pretendieron alcanzar una guerra revolucionaria para la toma del poder entre 1966 y 1976.

María Belén Boetto

Universidad Nacional de Tres de Febrero,

Universidad de Salamanca,

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina)

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