La antesala del final. El peronismo y la oposición en Chaco en vísperas del golpe de Estado de 1955

La antesala del final. El peronismo y la oposición en Chaco en vísperas del golpe de Estado de 1955

The prelude to the end.  Peronism and the opposition in Chaco on the eve of the 1955 coup

Mayra Maggio

Facultad de Humanidades,

Universidad Nacional del Nordeste,

 Instituto de Investigaciones Geohistóricas,

Universidad Nacional del Nordeste,

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina)

mayitamaggio@hotmail.com

 https://orcid.org/0000-0002-0305-3701

Anabella Barreto Oliva

Facultad de Humanidades,

Universidad Nacional del Nordeste,

 Instituto de Investigaciones Geohistóricas,

Universidad Nacional del Nordeste,

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina)

annabellabarretto@outlook.com 

https://orcid.org/0000-0002-8527-4080

Resumen

El golpe de Estado de septiembre de 1955 constituyó el acontecimiento más visible del proceso de conflictividad política y social que tuvo lugar durante la segunda presidencia de Juan Domingo Perón. Una de las características de esta etapa fue la incorporación de la Iglesia Católica al sector antiperonista, que dio a los partidos políticos un importante elemento legitimador, ensanchando las bases de la oposición. A partir de entonces se multiplicaron los episodios de violencia y se aceleraron los planes conspirativos. La escalada de conflictos se vio jalonada por medidas de conciliación ensayadas por el gobierno con el fin de descomprimir la tensión y evitar la agudización de la confrontación política. En este artículo exploramos esta dinámica analizando los últimos años del gobierno peronista en Chaco -denominado entonces provincia “Presidente Perón”- atendiendo a las particularidades de este espacio, donde el peronismo había construido una fuerza hegemónica y exhibía una fuerte impronta sindical, así como estrechos vínculos con la Iglesia Católica.

Palabras clave: Peronismo; Chaco; oposición, golpe de Estado de 1955.

Abstract

The coup d'état of September 1955 was the most visible event in the process of political and social conflict that took place during the second presidency of Juan Domingo Perón. One of the characteristics of this stage was the incorporation of the Catholic Church into the anti-Peronist sector, which gave political parties an important legitimizing element, broadening the bases of the opposition. From then on, the episodes of violence multiplied and the conspiratorial planes accelerated. The escalation of conflicts was punctuated by conciliation measures tested by the government in order to decompress the tension and prevent the sharpening of the political confrontation. In this article we explore this dynamic by analyzing the last years of the Peronist government in Chaco -called then "President Perón" province- taking into account the particularities of this space, where Peronism had built a hegemonic force and exhibited a strong trade union imprint, as well as close Links with the Catholic Church.

Keywords: Peronism; Chaco; opposition, coup 1955.

Introducción[1] 

​​El golpe de Estado de 1955, que puso fin al segundo gobierno de Juan Domingo Perón, representó un punto de inflexión en el proceso de creciente polarización política que caracterizó los años previos. El levantamiento, posteriormente autodenominado "Revolución Libertadora", fue llevado a cabo por las Fuerzas Armadas con el respaldo de la Iglesia Católica y los partidos de oposición, quienes desempeñaron un rol crucial tanto en los preparativos como en la posterior legitimación del golpe. En el Chaco, este hecho marcó el final del primer gobierno constitucional que, tras apenas dos años de ejercicio, se encontraba abocado a la organización institucional del estado provincial.

Hace tiempo, Arrascaeta (2007) destacó que parte de los estudios que abordaron el golpe de Estado tendieron a buscar, implícita o explícitamente, una justificación del mismo en las acciones conspirativas orquestadas por los partidos políticos y las Fuerzas Armadas en los meses previos y, ante esto, la necesidad de una exploración menos maniquea de este período. En los últimos años, han surgido nuevas investigaciones que fueron matizando esta postura. En este panorama encontramos estudios que abordan el golpe de Estado desde con un enfoque centrado en la relación entre catolicismo y peronismo (Zanatta, 1999; Bianchi, 2001; Caimari, 2010). Otros trabajos se ocuparon de los cambios operados en las Fuerzas Armadas y su actuación en el levantamiento (Potash, 1994; Ruiz Moreno, 1994; Sáenz Quesada, 2011). Y finalmente, algunas obras exploraron el viraje de la oposición hacia posiciones conspirativas en los últimos años del gobierno peronista (Tcach, 1991; Spinelli, 2005; García Sebastiani, 2006; Pizzorno, 2020). Sin embargo, es evidente que la historiografía argentina ha prestado más atención a los orígenes del peronismo y la primera presidencia de Perón que a los últimos años y los momentos precedentes a su derrocamiento. Muchos de los trabajos mencionados han elaborado sus explicaciones a partir de los acontecimientos que tuvieron lugar en Córdoba y Buenos Aires, extrapolando sus interpretaciones al resto del país.

En los últimos años, nuevas investigaciones han demostrado que el peso y la actuación de los tres actores fundamentales de la coalición golpista -la Iglesia Católica, los partidos opositores y las Fuerzas Armadas- adquirió rasgos particulares, de acuerdo a sus relaciones previas con el peronismo y el grado de implantación en cada espacio (Santos Lepera y Lichmajer 2012, Santos Lepera, 2015 y 2022; Mauro, 2019; Zink, Moroni, et al, 2011; Ruffini, 2012; Blanco, 2014; Alonso, 2015; Solís Carnicer, 2017; Carrizo, 2019 -2020; Rodríguez y Funkner, 2022, entre otros). Por su parte, en Chaco la experiencia del peronismo entre la provincialización y el final del gobierno (1951-1955) todavía ha sido objeto de escasas investigaciones académicas. Sobre este periodo continúa siendo de referencia la obra pionera de Leoni (2001), complementado con otras que refieren el proceso de formación del peronismo (Maggio, 2014, 2017 y 2023), la constitución chaqueña (Rodas, 2020) y el elenco del primer gobierno provincial (Barreto Oliva, 2021). Asimismo, la reconstrucción de los momentos previos a la Revolución Libertadora se encuentra en etapa exploratoria, destacándose los trabajos iniciales de Leoni (2013), Herrera (2013) y Vega (2019).

En este artículo nos proponemos reconstruir la última etapa del gobierno de la provincia de Chaco en el marco de la segunda presidencia peronista. Como se sabe, los territorios de Chaco y La Pampa fueron provincializados en agosto de 1951 y renombrados como “Presidente Perón” y “Eva Perón” respectivamente. Este hecho marcó el inicio de una etapa política autónoma y de organización institucional. Chaco se caracterizó por ser un espacio donde el sindicalismo tuvo una posición predominante, ya que sus dirigentes desempeñaron un rol clave en la elaboración y sanción de la Constitución de 1951 y en la dirección del proceso de construcción del Estado provincial.

En este contexto, los principales partidos de oposición vieron reducirse drásticamente sus espacios de participación y quedaron excluidos del proceso de organización de la provincia. A modo de hipótesis planteamos que, durante el período 1951-1955, si bien se profundizó la hegemonía del peronismo con una escasa valoración de las instancias de debate y negociación con otras fuerzas políticas, también existieron momentos de acercamiento y colaboración. En este sentido, nuestro trabajo intenta responder a una serie de interrogantes planteados en torno a las formas en que se tradujo en el ámbito provincial la conflictividad y la polarización política en el periodo previo al golpe de Estado, el rol de los partidos opositores y la Iglesia chaqueña en este contexto y las distintas iniciativas que se propusieron desde el oficialismo para disminuir los niveles de conflictividad.

El artículo está organizado en cuatro apartados. En el primero abordamos la relación del gobierno peronista con los partidos opositores en el marco del proceso de organización institucional de la provincia, con la sanción de la Constitución y la celebración de las primeras elecciones. En segundo lugar, indagamos en la transformación del vínculo entre el peronismo y un actor central como fue la Iglesia católica. A nivel nacional esta institución pasó de ser considerada una aliada a uno de los sectores más firmemente opositores al peronismo, sin embargo, en el ámbito provincial es posible establecer algunos matices. En el tercer apartado, exploramos la radicalización del conflicto entre el peronismo y la oposición que se produjo a lo largo del año 1955, tomando como referencia los acontecimientos entre los meses de junio-septiembre y sus repercusiones. Por último, analizamos las semanas previas al golpe de Estado, relevando el posicionamiento de los partidos y la Iglesia ante la política de pacificación del peronismo, llegando hasta el triunfo de la autodenominada “Revolución Libertadora”.

Realizamos esta reconstrucción preliminar en base a la consulta de fuentes como la prensa, particularmente el diario El Territorio, publicado en Resistencia y la revista Acción Chaqueña, órgano oficial de la diócesis chaqueña[2]. También incorporamos testimonios de protagonistas del período, extraídos de memorias, autobiografías y entrevistas como las del gobernador Felipe Gallardo, Deolindo Bittel y Manuel Millán Ford[3].

Entre la participación y la abstención: la dinámica política del peronismo y la oposición en la provincia “Presidente Perón”

Las relaciones entre el peronismo y los demás partidos políticos se reconfiguraron hacia el final de la primera presidencia de Perón. La nueva normativa electoral sancionada en 1951 restringió las posibilidades de los partidos opositores para mantener los niveles de representación previos[4]. Frente a esta situación, algunas agrupaciones buscaron alternativas que les permitieran sortear estas limitaciones y lograr una salida favorable. Una de las estrategias adoptadas fue el respaldo al fallido levantamiento militar liderado por el general Benjamín Menéndez en septiembre de 1951, apenas dos meses antes de los comicios, con el objetivo de impedir un nuevo triunfo del peronismo.

La consecuencia inmediata de este acontecimiento fue la sanción de un decreto, luego convertido en ley, que estableció el estado de guerra interno en todo el país.  Se autorizó el arresto irrestricto de individuos por tiempo indeterminado y la suspensión de las garantías constitucionales. A partir de entonces primó un estricto control a la actividad política que afectó directamente la campaña electoral de ese año y las tareas organizativas de los partidos en los años posteriores. Esta figura legal no estaba prevista en la Constitución, y permaneció sin cambios hasta la caída de Perón, lo que llevó a la oposición a percibirla como una manifestación cabal de todo el autoritarismo gubernamental (Pizzorno, 2020).

Otra cuestión que contribuyó a exacerbar la polarización de la vida política detrás de una dinámica excluyente fue la creciente politización de ciertos aspectos de la vida cotidiana y de la cultura popular, extendida a los ámbitos educativo, militar, universitario, de la administración pública y de los medios de comunicación. En ese sentido, la postura más crítica fue la del Partido Socialista, que a partir de sus denuncias contribuyó a cimentar en la opinión pública la idea de que el peronismo representaba la versión criolla de los totalitarismos europeos (García Sebastiani, 2006).

Del mismo modo que a nivel nacional, el triunfo del peronismo en la provincia en 1951 y 1953 le brindó el control de los recursos estatales, lo cual representó una clara desventaja para la oposición. La Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Socialista (PS) disminuyeron notablemente su participación en el electorado y el protagonismo del que habían gozado desde principios del siglo. Por otro lado, el Partido Demócrata Progresista (PDP) y el Partido Comunista (PC) si bien estuvieron presentes en el escenario político, no lograron consolidarse como alternativas de relevancia en la provincia[5].

Las elecciones de 1951 fueron las únicas en la que los dos principales partidos de oposición compitieron por cargos a nivel provincial. Sin embargo, los resultados adversos los excluyeron del proceso constituyente y los llevaron a mantener una postura de abstención en las elecciones provinciales posteriores. En los comicios de 1953 el único partido no oficialista que participó fue el comunismo y al año siguiente, en las elecciones de 1954, la UCR y el PDP participaron sólo en las categorías nacionales.

La continua abstención tuvo como consecuencia un incremento de los votos en blanco en las categorías provinciales en disputa, que pasaron de un 1,4% en 1951 a un 10% en las elecciones de 1953. Esto marcó una importante diferencia con respecto a otros espacios provinciales donde la oposición tuvo representación en la Legislatura, convirtiéndose en una arena de disputa e intercambio con el oficialismo. Además, la eliminación de la instancia electiva en la capital - según lo dispuesto en la Constitución- afectó el principal ámbito de actuación política del socialismo y del radicalismo, así como su mayor base electoral[6].

Luego de la provincialización, los partidos opositores impugnaron, tanto a nivel provincial como en el plano nacional, la legitimidad del resultado de las elecciones de 1951. El diputado Lorenzo Blanco de la UCR denunció ante la Cámara de Diputados de la Nación las presiones ejercidas por las autoridades del territorio al personal administrativo y a los trabajadores rurales para que votaran por el peronismo. El socialismo a través de su apoderado Edgardo Rossi, en un memorial enviado a los convencionales constituyentes criticó duramente el sistema electoral vigente, por la supresión de las minorías y la premura del proceso eleccionario que impidió a los partidos no oficialistas difundir sus plataformas electorales (Leoni, 2001, p. 22-23).

Durante las sesiones de la Convención y la posterior sanción de la Constitución provincial se vivieron algunos de los momentos más álgidos en la relación con la oposición. Fue impugnado el cambio de nombre de la nueva provincia -que pasaría de llamarse Chaco a Presidente Perón- y la particular composición de la Legislatura establecido en el artículo 33°.  Desde el socialismo se solicitó a la Convención la inclusión de diversos artículos referidos al derecho de huelga, la prohibición del juego, el fomento al cooperativismo, la limitación de las intervenciones federales; cuestiones que no fueron consideradas (El Territorio, Resistencia, 21/12/1951, p. 4). El radicalismo, por su parte, adoptó una táctica distinta: cuestionó la legitimidad de la Convención desde el periódico La Causa, lo que le valió la censura y encarcelamiento del director del mismo, José Evaristo Ramírez, por lesionar los fueros de los convencionales (El Territorio, Resistencia, 22/12/1951, p. 5).

A principios de 1952, ante la imposibilidad de revertir los hechos consumados, la postura del socialismo se exacerbaría en extensos ensayos, documentos, recursos de amparo y artículos dados a conocer por diversos medios de difusión. En el libro "Reivindicación del Chaco. En defensa de la República” publicado en 1953 por el abogado socialista Edgardo Rossi, se repudió “la torpe desnaturalización de las bases político sociales del Chaco que las híbridas normas sancionadas pretenden institucionalizar” y el “malicioso intento de coaccionarlo bajo la presión de una carta constitucional xenófoba, clerical y corporativista, hacia el más execrable totalitarismo” (Rossi, 1953, p. 8). El radicalismo no se quedó atrás, el diputado nacional Santiago Nudelman presentó el 3 de julio de 1952 un proyecto de ley para solicitar una intervención federal a la provincia, argumentando que el artículo 33° de la Constitución provincial había quebrado la forma representativa y republicana de gobierno (Rodas, 2020; Leoni, 2001).

Las críticas y cuestionamientos se profundizaron debido a la demora de la convocatoria a elecciones provinciales. Finalmente, las autoridades del gobierno nacional, en agosto de 1952, convocaron al electorado para el 12 de abril de 1953. El radicalismo, alegando la falta de garantías y las condiciones antidemocráticas imperantes decidió la abstención y dio por concluida la campaña electoral que había iniciado (Leoni, 2001, p. 40). Por su parte, el socialismo chaqueño organizó, el 10 de marzo de 1953, un acto en la Plaza 25 de Mayo en el que se leyó la resolución que declaró la abstención electoral y contó con la presencia de Alfredo Palacios (El Territorio, Resistencia, 11/03/1953, p.8). De este modo, en las primeras elecciones provinciales participaron solamente los candidatos del Partido Peronista y Comunista. El triunfo del peronismo por más del 86% dejó a la oposición fuera de la Cámara Legislativa y el binomio Felipe Gallardo - Deolindo Bittel obtuvo sin esfuerzo la gobernación.  

Un reflejo del tono que el gobierno provincial imprimió a las relaciones con la oposición, podemos encontrarlo en el discurso pronunciado por el gobernador en el acto de asunción. Éste sostuvo que requeriría para su gestión la colaboración de los demás partidos políticos, aunque “no toleraría la calumnia o la injuria de la oposición” (El Territorio, Resistencia, 5/06/1953, p.12). A su vez en el marco de la organización del nuevo estado provincial, específicamente en el ámbito de la Policía, se creó la oficina de Dirección de Orden Social y Político que tuvo a su cargo el control de las actividades realizadas por los partidos opositores, impidiendo en no pocos casos la realización de actos públicos, deteniendo dirigentes y apartando a sus afiliados que ocupaban cargos en la administración (Leoni, 2001, p. 54).

En las elecciones del 25 de abril de 1954, en las que se eligieron vicepresidente, legisladores nacionales, diputados provinciales, intendentes, concejales y jueces de paz, nuevamente la UCR y el PS decidieron no participar en la contienda para los cargos provinciales. En esta categoría sólo compitieron los partidos Peronista y Comunista, mientras que el radicalismo y los demócratas progresistas lo hicieron por los cargos nacionales. Nuevamente el peronismo triunfó holgadamente obteniendo todos los cargos en disputa y reteniendo la unanimidad de la Cámara Legislativa (AGN, Dirección Nacional Electoral, Resultados Electorales, caja 10, carpeta 20, año 1954, Chaco).

La llegada del peronismo al gobierno provincial impactó notablemente en el accionar de los partidos políticos, los que implementaron diversas estrategias, desde el reclamo, la crítica y la denuncia, hasta la abstención electoral, con el fin de consolidar su posición y restar legitimidad al oficialismo. No obstante, a diferencia de los partidos, otros sectores que se ubicaron en la oposición, como la Iglesia católica, siguieron un camino distinto en Chaco. Como veremos en el siguiente apartado, la Iglesia mantuvo un estrecho acercamiento y alineación con el gobierno provincial, hasta que, a fines de 1954, la relación se deterioró debido a los cambios y realineamientos en el panorama político nacional. Este contraste evidencia las diferentes trayectorias dentro de la oposición, revelando la complejidad de las dinámicas políticas a nivel local.

Las repercusiones de un conflicto nacional: contradicciones en la alianza entre la Iglesia católica y el peronismo a nivel provincial

En el escenario político de finales de la segunda presidencia de Perón fue sin dudas relevante el rol de la Iglesia Católica. La relación del gobierno provincial con esta institución exhibió algunas excepcionalidades dado el vínculo previo que existió entre Perón y el primer obispo de Resistencia, monseñor Nicolas De Carlo, al punto de que este sacerdote se convirtió, para el presidente, en una referencia sobre el proceder que esperaba de la curia. Maggio y Solís Carnicer (2023) advirtieron que esta cercanía se dio en dos niveles: uno social que implicó una imbricación entre las obras de ayuda social impulsadas por el obispo y las del gobierno, a través de los distintos ministerios y la Fundación Eva Perón. Por otro lado, a nivel político hubo una fuerte colaboración por parte de la Iglesia en todas las iniciativas planteadas desde el gobierno, como la sanción de la ley de voto femenino, la provincialización y la convocatoria a elecciones en 1951[7].

Con la inesperada muerte de De Carlo en octubre de 1951, el peronismo chaqueño perdió a uno de los principales promotores del acercamiento entre la Iglesia y el gobierno nacional. Sin embargo, quien lo sucedió en el cargo, el vicario capitular monseñor José Alumni -estrecho colaborador del difunto obispo- contribuyó a mantener las buenas relaciones con el nuevo gobierno provincial. Alumni tuvo un vínculo directo con el gobernador Gallardo, éste lo nombró organizador y director del Archivo Provincial y le concedió apoyo económico para sus investigaciones históricas (El Territorio, Resistencia, 28/09/1954, p.3).

Desde fines del año 1954 se hicieron públicas las primeras señales del conflicto entre la Iglesia Católica y el peronismo. El proceso por el cual la institución eclesiástica pasó a integrar el espectro opositor al peronismo fue abordado en la historiografía teniendo en cuenta, fundamentalmente, el caso de la Capital Federal y Córdoba. Por lo general, en el resto de las provincias los niveles de confrontación fueron mucho más bajos que en estas ciudades. En este panorama se inscribe lo sucedido en la Chaco, donde las relaciones se vieron atravesadas por momentos de tensión entre ambas instituciones, pero sin llegar a un conflicto de las proporciones metropolitanas.

Fue en el ámbito de la educación donde comenzaron a observarse las primeras disidencias. A nivel nacional en abril de 1954 empezaron las pugnas por el desmantelamiento de los contenidos de religión y moral de las escuelas públicas (Caimari, 2010). En consonancia con ello en la provincia se sancionó la ley N° 89 que suprimió la enseñanza religiosa y la reemplazó por una instrucción “en cultura de contenido humanista” reforzando la enseñanza de la doctrina justicialista, los principios del sindicalismo y el cooperativismo (El Territorio, Resistencia, 25/10/1954, p. 2 y 5). Sin embargo, como muestra de la contradicción que generó este conflicto a nivel local, en la misma sesión la Cámara de Representantes aprobó la ley N° 90 designando patrona de la provincia a la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen. Además, en la Escuela Peronista los reverendos Moya y Zalazar continuaron a cargo del dictado de los cursillos de Filosofía (El Territorio, Resistencia, 6/11/1954, p. 2).

El 22 de octubre de 1954 un importante acontecimiento congregó a los miembros de la Iglesia y del gobierno en la provincia: la inauguración del edificio del Seminario Diocesano en Resistencia. Esta obra, construida a partir de los aportes realizados por el gobierno nacional, había sido pactada por De Carlo en 1947, en un acto que contó con la presencia de Perón y su esposa Eva Duarte, quienes colocaron la piedra fundamental. Desde Acción Chaqueña se reconoció el interés que mantuvo Perón en la finalización del edificio y se lo invitó a participar de su inauguración. Si bien el presidente no asistió, envió una nota de adhesión y en el acto estuvieron presentes autoridades y dirigentes sindicales de la provincia. En el mismo se recordó la amistad entre De Carlo y Perón y la senadora nacional María Carmen Casco de Aguer leyó un poema en homenaje al difunto sacerdote. En esos días no se manifestaron señales de tensión en las relaciones, al contrario, hubo muestras mutuas de afecto y se alabó la generosidad del presidente (Acción Chaqueña, Resistencia, 22 /10/1954 p. 2).

Unos días después, el 10 de noviembre de 1954, en un encendido discurso Perón acusó a sectores católicos de participar en actividades conspirativas, volviendo explícitas las tensiones que se habían multiplicado desde hacía unos meses entre ambas instituciones (Bianchi, 2001, p. 293). En la provincia, el interventor del Partido Peronista, Juan Jiménez Domínguez, dispuso que se realizaran concentraciones frente a las unidades básicas de todo el territorio en demostración de apoyo a Perón y alentó las denuncias a “la infiltración de los enemigos de la patria” (El Territorio, Resistencia, 22/ 11/1954, p. 2).

El semanario Acción Chaqueña, por su parte, reprodujo la Carta Pastoral elaborada por cardenales, arzobispos y obispos de Argentina, entre los que se encontraba monseñor Alumni. En la misma se alegaba que la Iglesia tenía derechos naturales que debían ser respetados y que si bien los hombres de la misma debían mantenerse por fuera y por encima de la política, tenían la “obligación del Altar de defender los valores de la Iglesia frente a los ataques externos, como lo eran el divorcio y la escuela laica” (Acción Chaqueña, Resistencia, 3/12/1954, p. 1). Sin embargo, por carriles institucionales, continuó la colaboración entre el gobierno provincial y la Iglesia. Fruto de ello fue el inicio de la construcción de un nuevo edificio para la catedral de Resistencia, cuya erogación de gastos fue incluida en el presupuesto provincial del año siguiente (Acción Chaqueña, Resistencia, 10/ 12/1954, p. 2).

El desenlace de estos primeros meses del conflicto con la Iglesia nos permite inferir que el mismo no se manifestó en las mismas proporciones que en Buenos Aires, sino que se trataron más bien de derivaciones de sucesos que se definieron en otros ámbitos. Entre los más polémicos se encontraron la derogación de la ley de enseñanza religiosa en las escuelas públicas, la aprobación del divorcio y la propuesta de separación de la Iglesia y el Estado. Frente a todo ello el semanario Acción Chaqueña se limitó a reproducir el contenido de las Cartas Pastorales, sin introducir más comentarios.

En una entrevista realizada años más tarde al entonces vicegobernador Bittel, éste relató su experiencia sobre este contexto. En diciembre de 1954 se celebró una gran procesión por la consagración de la Concepción de la Virgen María, erigida como patrona de la provincia.  El entonces párroco de la catedral, amigo suyo, le aconsejó no asistir para no comprometer su rol institucional. Sin embargo, Bittel alegó que concurrió por una cuestión religiosa y no por una cuestión política, agregó además que “en Chaco no hubo problemas con este asunto y que si de ellos hubiera dependido tampoco los hubiera habido en el orden nacional” (Bittel, 1987, p. 59).  De modo que las relaciones entre el gobierno chaqueño y la Iglesia transcurrió, en general, por el carril del diálogo y la colaboración. Sin embargo, la armonía aparente se vio interrumpida por nuevos momentos de tensión debido al endurecimiento de las posturas a nivel nacional. Los representantes del catolicismo en la provincia fluctuaron entre la necesidad de alinearse con las decisiones de las jerarquías superiores y el deseo de mantener el consenso en ausencia de otros motivos de peso para enemistarse.

1955:  la escalada del conflicto en la provincia peronense

El clima de colaboración entre el gobierno provincial y la Iglesia se desdibujó a causa de la postergación, por parte del Poder Ejecutivo Nacional, de la firma del decreto de nombramiento del nuevo obispo de la sede vacante en la diócesis de Resistencia. Entre septiembre y octubre de 1954 el Senado había votado la terna de los candidatos y el Papa Pio XII le concedió la administración espiritual y temporal de esta sede del episcopado a monseñor Enrique Rau. Sin embargo, a lo largo de los primeros meses de 1955 el gobierno de Perón postergó indefinidamente el pase de Bulas, requerimiento necesario para confirmarlo en el cargo. Recién en octubre de 1955, ya durante el gobierno de facto de Eduardo Lonardi se firmó el decreto y el obispo pudo tomar posesión de su episcopado (Goicoechea, 1998, p. 150).

Los partidos, por su parte, se quejaron de que habían sufrido un duro embate a la libertad de expresión con la compra del diario más importante a nivel provincial, El Territorio, por parte de la CGT regional. En un acto multitudinario, el secretario general Eduardo Vuletich, junto a funcionarios de gobierno y una nutrida concurrencia de delegados sindicales de toda la provincia, quedó oficializada la toma de posesión de las instalaciones del diario. En esta avanzada, que emulaba lo sucedido con el diario La Prensa en Buenos Aires, los dirigentes sindicales tomaron a su cargo el principal órgano de prensa escrita de la provincia, un espacio donde históricamente los referentes del radicalismo yrigoyenista habían tenido participación. Con esta medida los canales de expresión de la oposición se vieron drásticamente reducidos.

Para el mes de junio de 1955 se empezó a delinear una alianza política entre los partidos opositores y la Iglesia católica. El 11 de ese mes el arzobispado de Buenos Aires convocó a la procesión del Corpus Christi frente a la catedral metropolitana, a pesar de no haber obtenido la habilitación del gobierno. Rápidamente se convirtió en una manifestación antiperonista en la que estuvieron presentes los principales dirigentes y los cánticos religiosos se transformaron en reprobaciones al gobierno. Al terminar la procesión, los manifestantes se dirigieron al Congreso donde reemplazaron la bandera nacional por la del Vaticano, quemaron la primera y arrancaron placas recordatorias de Eva Perón. Como respuesta, al día siguiente grupos de peronistas se movilizaron a la Catedral y hubo enfrentamientos con militantes católicos que se encontraban en el templo. En este contexto la policía intervino deteniendo a más de trescientos activistas católicos acusados de instigar a la rebelión (Spinelli, 2005; Sáenz Quesada, 2011).

En la ciudad de Resistencia, la procesión se organizó por iniciativa de dos sacerdotes y de dirigentes del radicalismo, quienes convocaron a su vez a unirse a estudiantes de colegios secundarios, alcanzando una notable repercusión (El Territorio, Resistencia, 10/06/1955, p.3) Ante el conocimiento de hechos de vandalismo contra símbolos del peronismo, la Cámara de Representantes de la provincia realizó una sesión especial de desagravio a la bandera y a Eva Perón. Los diputados manifestaron un enérgico repudio al “clericalismo reaccionario y oligárquico” que, en palabras del diputado Francisco Ramón Cattaneo, no eran más que “una turba de cavernícolas pretendiendo alterar la tranquilidad del pueblo cometiendo hechos y desmanes dignos de mentalidades extraviadas, invocando para ello el nombre de Jesús, pero en abierta contraposición con su ejemplo”. Afirmó además que en la “provincia sindicalista se ha sentido el impacto de los actos de vandalismo del clero oligárquico y que, también aquí se procederá a atacar, con la bandera al frente de las columnas peronistas: la bandera azul y blanca de Belgrano” (El Territorio, Resistencia, 15/ 06/1955, p. 4).

Luego de terminada la sesión se realizó una multitudinaria concentración en la plaza principal coordinada por la delegación de la CGT. Ese día en horas de la noche, fueron allanadas por la Policía todas las casas parroquiales de Resistencia y algunos colegios católicos. Se revisaron los archivos y se clausuró el local de Acción Católica, aunque el semanario de la diócesis manifestó que el operativo transcurrió sin incidentes ni detenidos (Acción Chaqueña. Resistencia, 8/07/1955, p. 1).

En El Territorio se publicó una nota editorial titulada “La sociedad perfecta”, en la que el oficialismo realizó una contestación al artículo denominado “La Iglesia es una sociedad perfecta”, publicado en el semanario de la diócesis chaqueña:

Siendo una organización de carácter internacional, con un jefe terrenal extranjero y con una bandera a la que deben sumisión y obediencia, no es posible que pretendan que el pueblo argentino que tiene su bandera -la celeste y blanca- y un gobierno democrático, el de Perón, los sostenga financieramente. Y tampoco es posible que los hombres del clero sean funcionarios del Estado, porque entonces tendrían dos jefes y dos banderas. Y Perón dijo que el traidor más grande es aquel que lucha por dos banderas (El Territorio, Resistencia, 16/06/1955, p. 2)

Para entonces era claro que la relación entre ambas instituciones atravesaba un prolongado impasse. Un nuevo punto crítico se produjo el 16 de junio con el intento de golpe de Estado que tuvo como objetivo asesinar a Perón bombardeando la Casa Rosada. Protagonizado por miembros de la Marina y la Aeronáutica, aviones con la inscripción de “Cristo Vence” lanzaron bombas a la casa de gobierno y sus alrededores causando la muerte de centenares de civiles, pero no lograron cumplir su cometido debido a que Perón había sido alertado.

En la provincia, el conocimiento de los sucesos desencadenó innumerables manifestaciones de repudio y envío de condolencias y telegramas manifestando apoyo a Perón.  El 19 de junio el comandante del 11° Destacamento de Llanura del Ejército ubicado a las afueras de Resistencia, el teniente coronel Rafael Claudio Ortega, emitió un comunicado expresando que “no se había producido el más mínimo acontecimiento que haya perturbado el orden”, pero que como medida preventiva el estado de sitio continuaría vigente en toda la provincia (El Territorio, Resistencia, 19/06/1955, p. 1). Quedaron entonces prohibidas las reuniones y se realizaron guardias en diferentes puntos de la ciudad.

Como representante de la Iglesia en la provincia, el vicario Alumni manifestó públicamente que “deploraba profundamente los sucesos que ensangrentaron la Capital Federal causando tantas víctimas”. Además, dispuso que en todos los templos se ofreciesen misas “por el eterno descanso de las víctimas y oraciones para que reine la paz en la Patria” (El Territorio, Resistencia, 22/06/1955, p. 5).  De esta manera, la Iglesia intentó poner paños fríos a la situación. Esto contrastó con la actitud ofensiva que por esos momentos ensayaban sectores católicos en Córdoba y Buenos Aires (Tcach, 1991; Blanco, 2014).

En el mes de julio de 1955, luego de los sucesos ya mencionados, el presidente Perón hizo un llamado público a la pacificación. Reconoció que se había limitado el accionar de los opositores en cumplimiento de objetivos superiores y que desde ese momento “dejaba de ser el jefe de una revolución para pasar a ser el presidente de todos los argentinos, amigos o adversarios” (El Territorio, Resistencia, 16/07/1955, p. 1). Con este gesto, Perón dio un giro -que se demostró tardío tiempo después- respecto a lo que había sido su postura sobre política interior desde que asumió la presidencia.

La política de apertura generó tensiones al interior del oficialismo. La consecuencia inmediata fue la renuncia del ministro del Interior, Ángel Borlenghi y la del presidente del Consejo Superior del partido, Alberto Teisaire. En Chaco, un sector del peronismo manifestó su satisfacción por la renuncia de Teisaire y exigió también la de los dirigentes provinciales, para que de ese modo se pudiera dar paso a una corriente renovadora que permitiría una reestructuración del partido. En una publicación aparecida en el diario El Territorio, sostuvieron:

En lo que respecta a nuestra provincia, donde el Partido Peronista es la fuerza cívica mayoritaria, creemos que los actuales cuadros dirigentes deben cambiarse totalmente. No porque hayan fracasado o sus hombres carezcan de las virtudes necesarias para ocupar tales cargos, sino porque es conveniente adecuar la marcha partidaria a la evolución política operada (El Territorio, Resistencia, 24/07/1955, p. 8).

Esto evidenció que una facción del partido respaldó la adopción de una política de conciliación y diálogo con las fuerzas opositoras, con el objetivo de poner fin a la violencia que había marcado los primeros meses de ese año. A su vez, reconocían la necesidad de desplazar al sector más combativo dentro del peronismo, representado por el sindicalismo que, hasta ese momento, lideraba el gobierno provincial y se mostraba reacio a un entendimiento con la oposición.

La antesala del final: las últimas semanas del gobierno provincial y el golpe de Estado

El viraje hacia una mayor distensión significó más visibilidad para la oposición en la prensa. El Territorio habilitó un espacio en su sección “Política” para que estos sectores pudieran publicar comunicaciones y declaraciones, incluso se agregó una nueva sección en la que los dirigentes expresaron su opinión sobre la política de pacificación. Una de las primeras figuras en aparecer fue Marcelino Sánchez, dirigente del PDP de la provincia, quien sostuvo críticamente: “las causas que han producido discordia en la familia argentina son de orden general, coincidentes y concomitantes en todo el territorio de la nación, provocadas por el Partido Peronista y su gobierno, al actuar con negación de las libertades públicas y privadas”. Agregó, refiriéndose a la Constitución de la provincia, que era “impostergable y perentorio su derogación, reemplazándola por otra que responda a los principios federalistas, democráticos y republicanos” (El Territorio, Resistencia, 27/07/1955, p. 8).

Por su parte, Darío Miró, histórico referente del socialismo chaqueño, manifestó que esperaba que con el desenlace de los últimos acontecimientos “se empezara a desarmar la máquina estatal en servicio y función del partido político del presidente”. Como en el caso de la intervención de Sánchez, Miró se refirió a la Constitución:

[La Constitución] es fascista y propia para regímenes de este tipo. Su implantación fue ajena a toda consulta popular. Se impone su derogación como de las leyes locales de igual espíritu, como la ley de municipalidades y de tribunales de Trabajo. El Centro Socialista de Resistencia, en reciente declaración, antepuso como condición de pacificación, además de las expuestas por el Comité Ejecutivo, la inmediata reforma de esta aberración institucional. (El Territorio, Resistencia, 28/07/1955, p. 5)

En la misma línea, Julio Acosta, presidente del Comité provincial de la UCR y delegado del Comité Nacional por el distrito, sostuvo que “no puede haber pacificación ni tregua mientras los derechos esenciales del ciudadano y del hombre sean ignorados o mutilados por el gobierno” (El Territorio, Resistencia, 29/071955, p.3). Por último, la intervención de José Maldonado, dirigente del recién constituido Partido Demócrata Cristiano chaqueño, resaltó que era necesario -respecto de las alicaídas relaciones entre la Iglesia y el Estado- “celebrar un concordato y terminar en forma definitiva la persecución y difamación que en forma organizada y desde todo punto de vista injusto se ha hecho pasible a la Iglesia Católica y los miembros que la componen” (El Territorio, Resistencia, 30/07/1955, p.3).  

A juzgar por estas breves intervenciones que mencionamos (hay otras que se repiten en tono y contenido en los días siguientes), la política de pacificación tuvo una aceptación limitada entre los partidos. Los dirigentes opositores aprovecharon estos nuevos espacios para criticar al gobierno y denunciar las limitaciones a la libertad de expresión. Sobre todo, las críticas recayeron sobre el tópico de la inviabilidad de la Constitución provincial, considerada incompatible con un régimen republicano de gobierno. La exigencia de su derogación inmediata se imponía como condición irrenunciable para el inicio de conversaciones con el oficialismo a nivel provincial.

En el ámbito católico el llamado a la pacificación tuvo un recorrido ambiguo. El 17 de agosto monseñor Alumni participó de un acto oficial en la localidad de El Zapallar junto a las máximas autoridades de la provincia, para la inauguración de un monumento al General San Martín, el cual fue bendecido por el clérigo (Acción Chaqueña. Resistencia, 9/09/1955, p. 1). Sin embargo, la consagración, así como la presencia del Vicario Capitular -reproducidas con detalle en la prensa católica- fueron omitidas en la crónica del diario El Territorio. Días después, el 30 de agosto se dio la celebración del patrono de la Iglesia Catedral y de la ciudad de Resistencia, San Fernando. Si bien el gobierno decretó feriado provincial, a la misa no asistió ninguna autoridad ni funcionario (Acción Chaqueña, Resistencia, 9/09/1955, p. 1). Quedaba así en evidencia que esas semanas estuvieron marcadas por los desplantes y las ausencias que limitaron un nuevo acercamiento -al menos en el ámbito público- entre el peronismo y la Iglesia en la provincia.

Como se sabe, a nivel nacional, la política de pacificación quedó clausurada el 31 de agosto cuando en un enérgico discurso ante una multitud reunida en la Plaza de Mayo, el presidente Perón intensificó la crítica a la oposición, sostuvo la idea de reprimir cualquier intento de alteración del orden y mandó a ofrecer resistencia con violencia a los actos de la oposición[8]. Este discurso fue interpretado como una incitación a la guerra civil y aceleró los planes golpistas (Spinelli, 2005).

En esos días varias delegaciones de diferentes provincias viajaron a Buenos Aires para extender su lealtad y compromiso con la causa peronista. El 2 de septiembre una nutrida delegación chaqueña fue recibida en el recinto del Salón Blanco de la Casa de Gobierno. Junto al gobernador Gallardo se trasladaron unas cuatrocientas personas, entre ellos dirigentes sindicales, legisladores y autoridades de la provincia. En el discurso pronunciado por el gobernador se refirió, entre otros aspectos, al legado de la Constitución provincial sancionada en 1951, tantas veces atacada, calificándola como “la expresión más avanzada del justicialismo argentino… esa se la debemos a Ud. mi general y la defenderemos hasta con la última gota de sangre en los hechos y no en las palabras” (El Territorio, 3 de septiembre de 1955, p. 1 y 3.) Por su parte, Perón felicitó al gobernador y a los peronenses que lo acompañaban diciendo:

Esta provincia argentina tiene el privilegio de contar con una constitución que está a tono con nuestras ideas fundamentales… En el interior es donde los valores autóctonos se conservan más incontaminados y donde se respira más el aire de la liberación y de la dignidad del justicialismo de nuestra patria. La consigna del peronismo es la vigilancia permanente para la defensa de nuestros objetivos (El Territorio, Resistencia, 3/09/1955, p. 1 y 3.)

Este encuentro fue la última manifestación pública de apoyo al presidente por parte del gobierno peronense. Rápidamente los acontecimientos plantearon un escenario diferente. El 16 de septiembre de 1955 estalló el levantamiento militar en Córdoba que dio inicio al tercer golpe de Estado en el país. Las fuerzas del Ejército y de la policía leales al gobierno se enfrentaron a los militares y civiles rebeldes, comandados por los generales Eduardo Lonardi y Dalmiro Videla Balaguer (Spinelli, 2005, p.49).  Estos acontecimientos parecieron no alterar las actividades cotidianas en la capital de la provincia.

Desde el inicio los dirigentes del peronismo se mantuvieron atentos a la información vertida por la prensa, aunque con cierta tranquilidad ya que la Policía respondía plenamente al gobernador y el destacamento militar comandado por el coronel Ortega se pronunció leal al gobierno. Conforme los días fueron pasando, Gallardo, abrumado ante las noticias que llegaban desde Buenos Aires y el posible triunfo del levantamiento militar, decidió adoptar una actitud más proactiva.

En sus memorias, el gobernador ofreció una versión de lo ocurrido en esos días: “me apersoné a él [a Ortega] y le pedí que informara cuál era su posición ante los acontecimientos, manifestándome la lealtad hacia la constitución y al gobierno del general Perón y que esperaba orden para marchar hacia Santa Fe y Córdoba con su regimiento” (Gallardo, 1988, p. 245). Más adelante mencionó que una de las iniciativas sugeridas por el coronel fue organizar la defensa del gobierno, convocando a voluntarios entre los sindicatos y empleados estatales que conocieran el manejo de armas. Esta consigna emulaba lo sucedido en Buenos Aires, cuando la CGT intentó poner a disposición del Ejército trabajadores para defender el gobierno (Spinelli, 2005, p. 48). Según Gallardo, acudieron al llamado “unos tres mil voluntarios a los que les suministraron armas y algunos vehículos para el transporte” (Gallardo, 1988, p. 245). Este testimonio fue confirmado por Manuel Millán Ford, entonces fiscal de Estado de la provincia, quien reveló que el lugar de concentración se ubicó en la Isla del Cerrito, distante a unos cincuenta kilómetros de Resistencia, sobre la costa del río Paraná, donde los voluntarios esperaban órdenes para proceder (Millán Ford, 2011, p. 61).

El 19 de septiembre la situación se tornó insostenible para las autoridades del gobierno provincial. El desarrollo de los acontecimientos animó a grupos de militares locales encabezados por el teniente Rodrigo Uncal a desplegar las primeras medidas represivas como los allanamientos de sedes sindicales y detenciones. Ante esto Gallardo contactó nuevamente a Ortega para ofrecerle la colaboración de los voluntarios armados, pero según su criterio ya la situación estaba perdida, afirmando que: “todos los compañeros y vehículos concentrados en el Regimiento quedarían detenidos” (Gallardo, 1988, p. 246.). A partir de allí la sede donde funcionaba la gobernación quedó bajo vigilancia y le fue impuesta una escolta al gobernador. Finalmente, al culminar ese día se conoció que el presidente Perón delegó el poder en la Junta de Generales y que se refugió en la embajada de Paraguay.

En la mañana del 20 de septiembre, con el desenlace ya conocido, Gallardo convocó a sus colaboradores más cercanos y luego de un intercambio de ideas con Ángel Torresagasti (secretario privado de gobernación), Ángel Aguirre (asesor de la Cámara de Diputados) y el vicegobernador Bittel, encargó la redacción de un texto de renuncia y afirmó su deseo de alejarse cuanto antes de la capital hacia su domicilio en la localidad de El Zapallar. De modo que fue el vicegobernador quien quedó por unas horas al frente del gobierno y el día 21 de septiembre entregó el mando al coronel Ortega en la sede de la Casa de Gobierno provincial.  Una vez concretado el traspaso de autoridad, la secretaría de Prensa y Difusión quedó en poder de los militares y emitió una serie de comunicados exhortando a la calma y solicitando la colaboración de la población ante las circunstancias (El Territorio, Resistencia, 22/09/1955, p. 3).

Finalmente, a principios del mes de octubre se produjo la detención de Gallardo y sus funcionarios más cercanos, dándose por culminado el gobierno de la provincia Presidente Perón. A partir de aquí comenzó una nueva etapa en la que, en forma paralela a la aplicación de medidas revanchistas contra el peronismo, los sectores políticos que se opusieron a él tuvieron un nuevo protagonismo que se evidenció no solo en el apoyo dado al golpe de Estado, sino en el entusiasta retorno a la actividad luego de años de exclusión. 

Reflexiones Finales

En este trabajo nos propusimos explorar los últimos años del gobierno peronista en la entonces denominada provincia Presidente Perón (antes Territorio Nacional del Chaco) atendiendo a las particularidades de este espacio. A partir de las elecciones de 1951 el peronismo se había constituido en una fuerza política hegemónica, consolidada luego en el primer gobierno provincial durante el período 1953-1955. Un rasgo característico del proceso de formación institucional en la provincia fue el hecho de que estuvo dirigido exclusivamente por este partido. Esta situación generó una crítica inflexible de los dos principales partidos de la oposición, el radicalismo y el socialismo, que se mantuvo constante durante todo el período. Esta se centró fundamentalmente en dos puntos: la denuncia ante la falta de libertades y garantías de expresión pública y la vigencia de la Constitución provincial, considerada incompatible con un régimen democrático y republicano de gobierno.  

Por su importante rol en el clima conflictivo previo al golpe de Estado, hemos dedicado un apartado al examen de la situación de la Iglesia Católica en los últimos años del gobierno peronista. Posicionada desde fines del año 1954 como opositora al peronismo a nivel nacional, en este espacio provincial la relación se vio caracterizada por momentos de colaboración estrecha y episodios de tensión, aunque sin llegar a un conflicto abierto de las proporciones de Buenos Aires. En ese sentido, una de las figuras más relevantes, el vicario de la diócesis José Alumni continuó desempeñando funciones culturales durante todo el período, a la vez que mantuvo una actitud prudente ante la escalada del enfrentamiento desde fines de 1954. Sin embargo, los acontecimientos de junio de 1955 (la procesión de Corpus Christi y la quema de iglesias en Buenos Aires) ensombrecieron las relaciones entre el gobierno nacional y la Iglesia en la provincia. A pesar de esto, con la evidencia que encontramos hasta el momento, la Iglesia no se constituyó en un actor aglutinante y legitimador de la oposición política en la provincia, como se registró en otros espacios.

En el proceso conflictivo entre el peronismo y los sectores de oposición que vio la luz en los meses previos al levantamiento de septiembre de 1955, se produjeron varios momentos de confrontación y tensión, seguidos por otros donde primó la búsqueda de diálogo y consenso por parte del gobierno nacional y provincial. La política de pacificación implementada por el gobierno de la provincia Presidente Perón, al igual que en el resto del país, significó un intento por calmar las aguas y buscar un entendimiento con el bloque antiperonista. Sin embargo, tropezó con importantes limitaciones, la denuncia de la Constitución de 1951 continuó siendo un punto común en los discursos de los líderes opositores, y su derogación se impuso como condición sine qua non para iniciar las conversaciones con el gobierno. En cuanto a la Iglesia, el llamado a la pacificación también encontró obstáculos, sobre todo dentro del propio peronismo. Aunque monseñor Alumni asistió a algunos actos oficiales, las autoridades provinciales no correspondieron con su presencia en las celebraciones religiosas.

Finalmente, el estallido del golpe de Estado el 16 de septiembre, produjo un clima de expectativa general en la provincia, aunque las fuentes y testimonios nos revelan que las actividades cotidianas no se vieron alteradas. Desde el peronismo se puso en marcha un plan de acción para la defensa del gobierno ante la posibilidad de un enfrentamiento con las Fuerzas Armadas y la oposición. Sin embargo, el conocimiento de la renuncia de Perón y la entrega del poder a los militares de la llamada “Revolución Libertadora” interrumpió estos planes.

El análisis de este periodo nos revela que las relaciones entre el peronismo y la oposición en la provincia fueron variadas y fluctuantes. Estos cambios estuvieron determinados por eventos y disputas que la mayoría de las veces se desarrollaron en otros ámbitos, pero que tuvieron un impacto inmediato en la escena provincial. Además, las especificidades de la política en este espacio – como el marco institucional iniciado con la sanción de la carta magna chaqueña o la estrecha relación entre el peronismo y la Iglesia Católica -, le imprimieron un matiz diferenciado. En este sentido, es perentoria la necesidad de continuar la tarea de investigación sobre la etapa de la “Revolución Libertadora” en la provincia (una tarea aún pendiente) para comprender cabalmente este proceso.

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Recibido: 22/02/2023

Evaluado: 18/04/2023

Versión Final: 09/06/2023

páginas / año 16 – n° 42/ ISSN 1851-992X /2024                           


[1] Agradecemos especialmente los comentarios, críticas y sugerencias de los evaluadores anónimos de la revista.

[2]El diario El Territorio surgió en 1919 en Resistencia por iniciativa del periodista Raúl Gauna, ligado a los referentes del radicalismo yrigoyenista. Se publicó hasta 1989 y su colección se encuentra en el Archivo Histórico del Chaco. Por su parte Acción Chaqueña fue el semanario de la diócesis de Resistencia, publicado entre 1937 y 1957 y la dirección estuvo a cargo del vicario José Alumni. Su colección se encuentra en el Archivo del Arzobispado de Resistencia.

[3]Felipe Gallardo (1915-1996) fue dirigente del peronismo chaqueño de origen sindicalista y gobernador del Chaco entre 1953 y 1955. Deolindo Bittel (1922-1997) fue un escribano, dirigente de larga trayectoria dentro del peronismo chaqueño, vicegobernador en 1953, gobernador en dos ocasiones, legislador nacional y candidato a vicepresidente en 1983. Manuel Millán Ford fue fiscal de Estado del Chaco durante el primer gobierno provincial.

[4]En 1951 se sancionó la ley N°14032 que reintrodujo el sistema uninominal por circunscripciones, lo cual significaba que al momento del voto las jurisdicciones se dividirían en tantas partes como número de diputados debían elegir.

[5] En las elecciones de noviembre de 1951 el PDP obtuvo el 0,9% y el PC el 0,7%. En las elecciones de abril de 1953 el PDP no se presentó y el PC obtuvo un 3% de los votos en la categoría de gobernador y vice (Leoni, 2001).

[6] El artículo N°111 de la Constitución de 1951 estableció la eliminación de las elecciones de intendente en la capital al determinar que éste sería designado por el Poder Ejecutivo.

[7] La presencia de la Iglesia se vio favorecida por lo establecido en la Constitución: la invocación a Dios en el preámbulo, el sostenimiento del culto católico por parte del gobierno provincial, el gobernador y vice debían pertenecer a la comunión católica y los funcionarios debían prestar juramento a Dios al asumir sus funciones (Goicoechea, 1998, p. 146).

[8] Una de las frases más contundentes de ese discurso fue: “La consigna para todo peronista, esté aislado o dentro de una organización, es contestar a una acción violenta con otra más violenta. ¡Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de los de ellos!”. Véase completo en Carulli y otros (2000).