Reseña bibliográfica
López Cantera, M (2023). Entre la reacción y la contrarrevolución. Orígenes del anticomunismo en Argentina (1917-1943). Ediciones Imago Mundi: Buenos Aires, 372 páginas.
Enmarcada dentro de la colección Archivos sobre las izquierdas y el movimiento obrero en Argentina, la obra de Mercedes López Cantera representa una contribución significativa al entendimiento del anticomunismo en el país, analizado como un fenómeno constitutivo de las derechas desde una perspectiva trasnacional. La autora desmantela la idea de que el anticomunismo sea un concepto homogéneo o esencialista; por el contrario, lo presenta como una amalgama compleja de representaciones que emergieron desde diversas tradiciones y espacios. Este enfoque permite una comprensión más matizada de cómo el temor hacia el denominado “peligro rojo” fue configurando un discurso antagonista, que finalmente consolidó la noción del enemigo interno, ampliamente utilizado durante las dictaduras militares que asolaron el país en décadas posteriores.
El primer capítulo del libro se centra en el período de 1917 a 1930, momento en que la Revolución Rusa inspira en las elites un temor exacerbado hacia la expansión del maximalismo. La autora argumenta que, percibiéndose como guardianes del orden establecido, estas elites promovieron y financiaron grupos de choque y de represión, tales como la Liga Patriótica Argentina y la Asociación del Trabajo. López Cantera examina episodios clave, como la Reforma Universitaria de 1918 y el ciclo de huelgas obreras de 1917-1922, interpretándolos como manifestaciones locales de un fenómeno de alcance más amplio. Cabe resaltar, además, el interés en las incorporaciones de efectivos del Ejército Blanco en las Fuerzas Armadas, lo cual prefigura la importancia que el tema del comunismo adquiriría en el futuro, como parte del entramado estatal en la lucha contra esta ideología.
En su segundo capítulo, la autora se adentra en la Sección Especial de Represión al Comunismo (SERC) de la Policía Federal, reconstruyendo las estrategias implementadas por las fuerzas de seguridad a inicios de los años treinta. Esta sección tuvo la tarea de identificar y reprimir cualquier manifestación del enemigo comunista, lo cual abarcaba actividades que iban desde la vigilancia de actos y manifestaciones hasta el allanamiento de locales partidarios y la clausura de medios de comunicación de izquierda. La amplia represión motivó que legisladores socialistas solicitaran informes al ministro del interior, Leopoldo Melo, sobre las actividades de la SERC. Sobre este punto, López Cantera destaca que las descripciones de los militantes comunistas, derivadas de los informes de la sección, no solo revelan la complicidad del Poder Judicial en la maquinaria represiva, sino que también sirven como un antecedente crucial para entender la construcción de la noción de enemigo interno.
En el tercer capítulo de la obra, la autora aborda al universo nacionalista y católico en Argentina, que emergió como un ferviente adversario del liberalismo y, como advierten sus protagonistas, de su supuesto derivado: el comunismo. Durante este periodo, las fuerzas nacionalistas y católicas convirtieron la percepción de una infiltración comunista en una táctica de movilización interna. A través de publicaciones periódicas como Crisol, Bandera Argentina y Criterio, comenzaron a construir un discurso de resistencia, denunciando una supuesta infiltración maximalista que, según su perspectiva, amenazaba el ámbito cultural y educativo del país, particularmente impactando negativamente en la juventud y en las mujeres.
El cuarto capítulo se centra en un nuevo contexto de lucha que enfrentaron los sectores de derecha tras la unificación del radicalismo en 1935 y los ecos de la Guerra Civil española en 1936. El surgimiento de un ciclo de huelgas y una estrategia frente-populista de las fuerzas progresistas intensificó la sensación de amenaza por parte de los nacionalistas y católicos, quienes se sintieron compelidos a proponer una legislación que prohibiera las actividades comunistas. El proyecto de ley, impulsado por Matías Sánchez Sorondo, senador conservador de Buenos Aires, aunque no alcanzó la aprobación por ambas cámaras, refleja la inquietud dominante en las derechas por establecer un marco legal que facilitara la persecución del enemigo.
En el quinto capítulo, la autora dirige su atención hacia el papel de los empresarios y las organizaciones sindicales. Acusados de ser cómplices de intereses extranjeros, católicos y nacionalistas intentaron ofrecer una interpretación alternativa de la puja entre el capital y el trabajo. Desde su perspectiva, buscaban superar los “mascarones rojos” del sindicalismo revolucionario y desacreditar los intereses espurios del empresariado identificado con lo “anglo-yanki-judío”. Promoviendo un discurso que conjugaba antiimperialismo y antiliberalismo, se defendió el modelo de los Círculos de Obreros, y se bregó por resolver los conflictos laborales a través de formas mediadoras del Estado.
En el sexto capítulo, López Cantera examina cómo el combate contra el comunismo entre 1937 y 1943 se convirtió en una herramienta para perseguir a la oposición política. El contexto de efervescencia ideológica, potenciado por los ecos de la Guerra Civil Española y el inicio de la Segunda Guerra Mundial, catalizó un fuerte rechazo de las derechas hacia las organizaciones que apoyaban la causa antifascista. Este ambiente culminó en la conformación de comisiones parlamentarias cuya misión era investigar la supuesta infiltración extranjera en el país. La inclusión del comunismo en el catálogo de actividades "anti argentinas" revela una intención más profunda: el control social justificado bajo la defensa de la democracia y las tradiciones nacionales.
La autora, en el epílogo, reflexiona que entre 1917 y 1943, un grupo variado de actores políticos, conformados por conservadores, católicos y nacionalistas, gestó un discurso anticomunista que denotaba la necesidad de erradicar este enemigo. Este proceso de identificación, caracterización y represión se transformó progresivamente, pasando de una denuncia sobre amenazas externas a una intensa vigilancia y coerción sobre los enemigos internos. El antagonismo generado constituyó una amalgama de narrativas y simbologías que no solo se retroalimentaron en el momento, sino que establecieron un sustrato contrarrevolucionario que persistiría a lo largo de las décadas siguientes.
En conclusión, la obra de Mercedes López Cantera se erige como un análisis profundo y pertinente del anticomunismo en Argentina, desafiando narrativas simplistas al ilustrar la complejidad de sus orígenes y manifestaciones. A través de un enfoque meticuloso y crítico, la autora demuestra cómo el temor al comunismo fue instrumentalizado por diversas élites y grupos ideológicos a lo largo de la historia del país, configurando un discurso de enemigo interno que tuvo consecuencias futuras. Su investigación no solo enriquece el debate académico sobre las dinámicas políticas y sociales argentinas en el periodo de entreguerras, sino que también invita a reflexionar sobre las implicaciones actuales de estas construcciones en un mundo donde las polarizaciones ideológicas continúan vigentes.
Nicolás Daniel Motura
Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales del Litoral (Argentina)
https://orcid.org/0000-0003-2557-0811