Resistencia antifascista en Mendoza en la década del 30: el resurgimiento de la Federación Obrera Provincial Mendocina a partir de la lucha contra el fascismo

Resistencia antifascista en Mendoza en la década del 30: el resurgimiento de la Federación Obrera Provincial Mendocina a partir de la lucha contra el fascismo

Anti-fascist resistance in Mendoza in the 1930s: the resurgence of the Mendoza Provincial Workers' Federation in the fight against fascism

Mariana Pereyra

Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales,

 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina)

marianamza1986@gmail.com

https://orcid.org/0000-0002-5770-6528

Resumen

El artículo tiene como objetivo analizar las formas de resistencia al fascismo -y sus variantes- que desarrolló el movimiento obrero local entre 1930 y 1936. Sostenemos como hipótesis que, hacia 1936, una parte importante de los trabajadores provinciales tuvieron políticas y prácticas antifascistas por la cultura forjada en la unidad y solidaridad de clase durante esos años. Esto, a su vez, estableció las bases sobre las que resurgió la Federación Obrera Provincial Mendocina (FOPM). Para esto, teóricamente, nos ubicamos desde los estudios que observan los aspectos culturales de la clase trabajadora provenientes de la tradición de la historia social del marxismo inglés, utilizando una variedad de diarios provinciales y nacionales con diversas orientaciones. Entre los resultados observamos que algunas de las formas de resistencia fueron la organización independiente de una federación obrera con una orientación basada en los principios de unidad y solidaridad de clase; las campañas educativas y las actividades de socialización; las acciones que implicaban poner el cuerpo en las calles durante los conflictos que cuestionaban políticas reaccionarias; la construcción de una variedad de organizaciones antiguerreras y la construcción del Frente Popular que agrupaba a partidos de izquierda y democráticos.

Palabras clave: Antifascismo; Movimiento Obrero Mendocino; Década del 30; Izquierdas.

Abstract

The article aims to analyze the forms of resistance to fascism - and its variants - that the local labor movement developed between 1930 and 1936. We hypothesize that, around 1936, a significant portion of provincial workers embraced anti-fascist policies and practices due to the culture forged in class unity and solidarity during those years. This, in turn, laid the foundations upon which the Mendoza Provincial Workers Federation (FOPM) reemerged. For this, theoretically, we are based on studies that observe the cultural aspects of the working class coming from the tradition of social history of English Marxism, using a variety of provincial and national newspapers with diverse orientations. Among the results we observed that some of the forms of resistance were the independent organization of a workers' federation with an orientation based on the principles of class unity and solidarity; educational campaigns and socialization activities; the actions that involved putting the body in the streets during conflicts that questioned reactionary policies; the construction of a variety of anti-war organizations and the construction of the Popular Front that brought together left-wing and democratic parties.

Keywords: Antifascism; Mendoza Workers' Movement; 1930s; Lefts.

Introducción

La década del 30 fue escenario de múltiples cambios económicos, políticos y sociales. A inicios de ésta, la crisis económica mundial golpeaba con altos niveles de desempleo a la clase obrera de todos los países y en particular de América Latina. Asimismo, el fascismo se estaba expandiendo como ideología política a lo largo del globo y Argentina no fue la excepción. El golpe de Estado de Félix Uriburu, que profesaba ideales nacionalistas y anticomunistas, y el posterior gobierno de Agustín P. Justo, mostraban en la práctica la admiración por las políticas corporativistas y reaccionarias. Hubo una fuerte persecución y represión al movimiento obrero y a las izquierdas durante todo el período. Además, en diferentes provincias se destacaron violentos ataques de grupos de extrema derecha como la Legión Cívica Argentina (LCA) hacia sectores sindicalizados y agrupaciones que se reivindicaban antifascistas.[1] Ante esto, el movimiento obrero y las izquierdas se replegaron durante los primeros años de la década y hubo una etapa de descenso en las luchas que se mantuvo hasta 1935 aproximadamente (Korseniewicz, 1993). Sin embargo, internamente se estaban gestando los gérmenes de un movimiento obrero que cobraría nuevas características y que encararía originales objetivos entre los que se destacaba la lucha contra el fascismo y sus semejantes de diferentes latitudes, cuestión que abordaremos específicamente en relación a la provincia de Mendoza.

En las últimas décadas algunas investigaciones han comenzado a cuestionarse sobre el fenómeno del antifascismo en Argentina. En este sentido, los trabajos de Passolini (2004; 2005; 2006) sobre la Asociación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores en los 30, y el posterior Congreso Argentino de la Cultura muestran, en una mirada de largo plazo, las características que tuvo la cultura antifascista de corte comunista en el país. Por otro lado, las pesquisas de Bisso (2005; 2007, entre otros) abordan al antifascismo argentino como un movimiento que, ligando las ideas universales antifascistas con la oposición a los regímenes locales, se postulaba frente a los gobiernos conservadores y militares con un discurso radicalizado que, sin embargo, no se proponía grandes transformaciones, abogando solo por el restablecimiento de la normalidad política y la democracia existente previo al golpe de Uriburu. Asimismo, estudios más recientes exponen procesos en los que intervinieron grupos antifascistas en momentos y lugares puntuales alejados de la Capital de Buenos Aires, como es el caso de Entre Ríos (Leyes, 2019), Córdoba (Sánchez, 2024) y Tucumán (Ulivarri, 2009), entre otros.

Particularmente sobre Mendoza no existen pesquisas que se focalicen en el fascismo/antifascismo en los 30. Sin embargo, sobre la década del 40, Mariana Garzón Rogé (2010; 2012), expone las políticas y prácticas de quienes intentaron enfrentar el régimen militar entre 1945/1946 bajo ideales antifascistas, y aborda las ideas del periódico provincial Crónica entre 1943 y 1946. Esto nos permite tener una imagen de la influencia de dichas tendencias a nivel local. Por otro lado, hay investigaciones que indagan en las experiencias del movimiento obrero mendocino en la primera mitad de los 30 (Pereyra, 2023; 2024a; 2024b; 2025) que brindan pistas para poder observar en concreto las acciones que llevaron adelante los trabajadores locales y que, en algunos casos, fueron realizadas bajo reivindicaciones antifascistas. También, desde la historia militante, encontramos el trabajo de Roberto Vélez (1983)[2] que aporta datos sobre los acontecimientos del 1ro de Mayo de 1936, momento en los que hubo enfrentamientos entre los trabajadores y sectores fascistas de la provincia.

Siguiendo a Bisso (2000) comprendemos que el antifascismo se erigió en Argentina bajo los ideales universales antifascistas y la oposición a los regímenes locales, con las consignas de frente popular y la defensa de la Guerra Civil Española. En Mendoza dichas demandas cobraron relevancia hacia 1936, año en el que se puso en pie el Frente Popular Democrático (FPD) donde confluyeron una variedad de fuerzas políticas que fueron aglutinadas por la FOPM. Para observar más en concreto este fenómeno, en el siguiente estudio nos proponemos como principal objetivo analizar las formas de resistencia al fascismo que desarrolló el movimiento obrero local entre 1930 y 1936. Sostenemos como hipótesis que, hacia 1936, una parte importante de los trabajadores provinciales tuvieron políticas y prácticas antifascistas por la cultura forjada en la unidad y solidaridad de clase durante esos años. Esto, a su vez, estableció las bases sobre las que resurgió la FOPM -única federación obrera durante esos años. Para esto, teóricamente, nos ubicamos desde los estudios que observan los aspectos culturales de la clase trabajadora provenientes de la tradición de la historia social del marxismo inglés como fueron los de Edward Palmer Thompson (1989; 1994), así como las contribuciones de Richard Hoggart (2013) y Eric Hobsbawn (1987). En relación a las fuentes, hemos revisado una variedad de diarios locales con diversas orientaciones (Los Andes, La Palabra, La Libertad) y prensas de las izquierdas nacionales y provinciales (Despertar Obrero, La Vanguardia).[3] A partir de esto realizaremos un primer acercamiento al proceso de reconstrucción de la FOPM en los 30, los ideales sobre los que se reorganizó y la cultura obrera que se estaba gestando. Posteriormente, nos detendremos en 1936, considerado un año bisagra para el movimiento obrero mendocino que experimentó un proceso de ascenso en la lucha de clases (Pereyra, 2025), para finalmente abordar la manifestación del 1ro de Mayo de 1936, donde observaremos enfrentamientos entre los manifestantes y sectores fascistas. Este último suceso terminó dándole una visibilidad y apoyo gubernamental al partido que reivindicaba la causa del nazismo en la provincia.

La construcción de una organización basada en la solidaridad de clase y en la lucha contra la reacción

A inicios de los 30 la histórica FOPM y gran parte de los sindicatos locales más importantes, se encontraban desorganizados. Asimismo, la intervención federal de José María Rosa estableció una feroz represión y persecución al movimiento obrero y a las izquierdas. Además del crack de 1929, Mendoza venía sufriendo las vicisitudes de una de las cíclicas crisis vitivinícolas. El correlato político y la debacle económica fueron acompañados de importantes niveles de desempleo que, entre otros factores, dieron pie a un proceso de reflujo en la organización de los trabajadores mendocinos. Con la llegada de Justo al poder se levantó la intervención federal y en la provincia comenzó a gobernar el conservadurismo agrupado en el Partido Demócrata local que logró mantenerse en el poder hasta 1943 (Lacoste, 1993; Caroglio, 2017). Sus gobiernos se basaron en una fuerte intervención estatal en los aspectos económicos y políticos que, hacia 1936, implicaron incluso la intervención sindical.

En ese contexto, por demás adverso para la clase trabajadora, fue a fines de 1932 que la FOPM comenzó a recuperar su vitalidad e incipiente potencia. Es necesario destacar que antes de poner en pie la federación se crearon agrupaciones de desocupados, comités, etc. que decantaron en la reorganización de la FOPM.[4] Además, intervenían activamente poderosos e influyentes sindicatos como la Unión Ferroviaria, que en la provincia se encontraba dirigido por el socialismo y se pronunció por la disolución de grupos de extrema derecha como la LCA y contra la represión a los trabajadores organizados.[5]

La FOPM fue primeramente reorganizada de la mano de una tendencia anarcosindicalista que fundó Despertar Obrero (DO) donde se exponían los principales lineamientos de la federación. Entre ellos se destacaba la lucha contra lo que denominaban “reacción desenfrenada” de la dictadura impuesta sobre los trabajadores. En una nota en la que hablaban de la unidad de la clase obrera, denunciaban que los planes de Matías Sánchez Sorondo[6] serían un ejemplo de la perpetuación de los ataques sobre el proletariado. Según Despertar Obrero las leyes que éste quería implementar avalaban un “movimiento armado con todas las características delictuosas del fascismo, organización que encuentra en el Estado sus mejores auspicios” y que ante esto los trabajadores debían formar un frente único y colocarse en “condiciones defensivas” reivindicando la construcción de una nueva organización económica. Aquí podemos advertir una caracterización del contexto hostil para la clase trabajadora, ya que se estaba gestando un movimiento con características fascistas. Por esto, la salida sería la formación de un frente único defensivo, del que no se daba mayores especificaciones.   

Por otro lado, se enunciaba que, además de las dificultades salariales, había problemas sociales y morales, siendo el más grave la “ignorancia” de los trabajadores sobre la situación de pauperismo que estaban atravesando (DO, 12/1932). Es decir, la clase obrera no conocía las causas de la crisis que la llevaba a la situación catastrófica en la que se encontraba, y esto la colocaba en un lugar de pasividad y resignación. Por esto proponían una intensa campaña para la comprensión de estos fenómenos. De allí que la orientación de la FOPM entonces se basara en una campaña educativa para que las/los trabajadores pudieran ser conscientes de sus derechos y deberes. Dicha campaña puede observarse desde varios ángulos. Por un lado, como formación político sindical para fomentar que los trabajadores reflexionaran sobre su propia práctica y experiencias, y de esta manera “despertar su conciencia”. Y, por otro lado, como un espacio de socialización que le permitiera fortalecer cierta identidad de clase y una “moral societaria” en un momento de repliegue y, a su vez, de resistencia ante una importante ofensiva del Estado. 

Siguiendo estos lineamientos, se realizaron una multiplicidad de actividades tales como conferencias referidas a temas culturales,[7] problemas económicos y sociales de la provincia,[8] festivales artísticos, bailes y veladas para financiar bibliotecas, entre otras. Estas acciones eran habitualmente realizadas fuera del horario laboral, es decir durante el tiempo libre. Este elemento es importante porque muestra el modo en que las ideas sobre derechos y deberes del movimiento obrero provincial no solo se construyeron al interior de los lugares de trabajo, sino también en espacios de socialización fuera de éstos. En éstos no participaba solo el –en general- varón empleado y agremiado a la FOPM, sino que la familia obrera era parte activa de éstos y por lo tanto protagonista de la reflexión sobre los problemas cotidianos del hogar, del desempleo, los bajos salarios, las dificultades para acceder a ciertos productos, el avance del fascismo a nivel internacional, entre otros tópicos. A su vez, la familia intervino en la construcción de las demandas, en la concepción de derechos y en la elaboración de una nueva cultura obrera,[9] entendiendo por ésta al conjunto de creencias, formas de comportamiento y rituales articulados con relación a una identidad obrera, que dejan translucir una conciencia de clase proletaria (Camarero, 2016). Sobre este aspecto volveremos más adelante.

Avanzando temporalmente, a fines de 1933 se produjo un Congreso de Unidad, compuesto por la FOPM y un Comité Pro Reorganización Gremial, del cual surgió una renovada federación integrada por 16 gremios[10] y en la que el Partido Socialista (PS), el sindicalismo –y probablemente el comunismo-[11] intervinieron activamente. Uno de los lineamientos que persistió en relación con la orientación de 1932 fue seguir sosteniendo la necesidad de la formación obrera a partir de conferencias, veladas, obras teatrales, publicación de libros y periódicos, y se continuaba bregando por la unidad de todos los trabajadores sin distinción de partido político, sexo, raza o religión. Por otro lado, se planteaba reunir a los trabajadores de diferentes ramas, la industria, comercio y demás actividades para mejorar sus condiciones morales y materiales practicando el principio de solidaridad de clase a fin de forjar relaciones estrechas con otras organizaciones del país y del exterior (LA, citando el manifiesto de la FOPM de 1933, 26/12/1937). Conviene resaltar que la unidad devendría como producto del ejercicio y la praxis del principio de la solidaridad de clase, en detrimento del ideal de resguardo individual que podría llegar a generarse en las familias obreras frente a una situación extendida de pauperismo que se padecía.

Esta práctica significó también una herramienta de lucha política contra la burguesía. Si bien es una idea que históricamente han empleado los sindicatos y partidos arraigados en la clase obrera, resulta llamativo el énfasis que se le daba en las declaraciones.[12] Por lo tanto, es válido pensar que las experiencias que habían atravesado los trabajadores a partir de la crisis de 1929, sumado a la persecución y represión sufrida por los gremios con el golpe de Estado de 1930, le hayan dado un nuevo sentido y valor a dicho principio.

Estas acciones fueron haciéndose cada vez más frecuentes, impregnando diferentes aspectos de la vida cotidiana tales como las actividades realizadas en el tiempo libre, las relaciones personales, el lenguaje, etc. Así como a nivel estructural se desplegaban transformaciones que afectaban directamente las relaciones sociales y materiales tal y como se las conocía hasta ese momento, en el plano subjetivo se venían creando costumbres y una nueva cultura obrera generada por las duras experiencias de supervivencia que atravesaba la clase y por la orientación gestada desde las organizaciones obreras. El principio de solidaridad de clase no fue solo una frase decorativa en la orientación de la FOPM de 1933, sino que era resultado de la reflexión de los trabajadores sobre sus propias experiencias vividas, en un contexto por demás adverso.

Continuando con el programa de la FOPM de 1933 vemos que, a diferencia de la sostenida en 1932, ya no se proponía organizar a los trabajadores en sus sindicatos de oficio, sino que se planteaba reunir a todos los trabajadores de diferentes ramas de la producción, y hacía énfasis en fijar “…la jornada de trabajo de acuerdo con el perfeccionamiento de la maquinaria y del desalojo de brazos en la producción” (LA, 26/12/1937 citando el manifiesto de la FOPM de 1933). Esto muestra, por un lado, el cambio de dirección en la federación, que pasó del anarcosindicalismo en 1932, a reunir obreros de las tendencias socialistas, sindicalistas -y probablemente comunistas- a partir de 1933, lo cual era un indicador de la unidad que se estaba gestando. Por otro lado, se observa una preocupación por el control de los tiempos laborales en base a la incorporación de la maquinaria que manejaban en las fábricas. Esta disputa por el control del empleo en manos de las organizaciones obreras también era un ejemplo de solidaridad de clase, donde los ocupados pujaban por manejar la bolsa de trabajo con el objetivo de incorporar a desocupados y restringir la entrada de sectores rompehuelgas o cercanos a la patronal.

Adentrándonos en 1936, en marzo de ese año se realizó el tercer congreso de la FOPM al que asistieron delegados de toda la provincia. Varias de las proposiciones aprobadas mostraban la adhesión de la FOPM al programa de la CGT Independencia.[13] Esto seguía reiterando la tendencia a la unidad que también se estaba dando a nivel nacional. En segundo lugar, se proponían actividades en solidaridad con diferentes causas. Uno de los ejemplos en este sentido fue el acompañamiento a la lucha de las obreras de Arcanco a través de mítines.[14] Las acciones que se plantearon con dicho conflicto no fueron puramente declamativas, sino que llamaban a poner el cuerpo en las calles en un contexto en el que la represión estaba a la orden del día. Esto muestra que la consciencia y solidaridad ya no solo se argumentaba con discursos, sino que buscaba sostenerse con la acción directa.

La solidaridad se hacía flamear a nivel internacional, particularmente con los trabajadores y militantes que se encontraban en participando en la Guerra Civil Española. En este sentido, la FOPM estaba abocada al fortalecimiento del Comité Antiguerrero y de la Asociación Juvenil Antiguerrera. Hubo mítines, manifestaciones y un arduo proceso de concientización sobre lo que estaba pasando en España y contra el fascismo. Asimismo, fueron de gran importancia diversos agrupamientos que se encontraban activando contra la guerra en la provincia a la Asociación Femenina Antiguerrera (AFA)[15] que realizó una multiplicidad de actividades y que estuvo encabezada por militantes destacadas de Mendoza. Esta organización en particular era muy activa enviando incluso telegramas a la Liga de las Naciones y al mismísimo Benito Mussolini para el cese de su “actitud hostil”, cuestión que le valió la protesta de una organización fascista local de mujeres llamada “Le Donne Italiane Del Fascio de Mendoza (LA, 27/9/1935).”[16] Por otro lado, se destacaba el Comité Popular Contra la Guerra que brindaba conferencias, realizaba mítines, manifestaciones, y del que participaba la FOPM (LA, 30/4/1935). Otra de las organizaciones a resaltar es el Socorro Rojo Internacional (SRI) que en la provincia dirigió numerosas conferencias, veladas y campañas en solidaridad con presos políticos y prisioneros de guerra.[17]

Como hemos podido observar, la FOPM no solo había crecido de manera cuantitativa, sino que estaba planteando una orientación cualitativamente más abarcativa para los hogares proletarios y, a tono con la situación nacional e internacional, contra el fascismo. Esto la colocaba en un lugar de disputa de poder en la provincia, dentro de los márgenes del sistema capitalista. Las experiencias vividas a lo largo de esos años dieron forma a una organización que iba asumiendo roles cada vez más importantes. La reflexión sobre sus prácticas llevó a la preparación cada vez más consciente de las luchas, que requirieron de una organización minuciosa para enfrentar al gobierno y a las patronales provinciales. La solidaridad de clase como principio se hizo carne en la orientación y acciones de la FOPM. Esto implicó en los hechos una disputa con las tendencias fascistas locales, a las que nos referiremos más adelante.

La unidad y fomento de actividades de socialización que promovían una cultura obrera en disputa con la burguesía, fueron los trazos gruesos que delinearon una organización que no se restringió a demandas puramente sindicales, sino que aglutinaba al propio colectivo obrero en sentido ampliado para comenzar a tejer alianzas y disputar poder con las demás clases. La conciencia de éstos sobre sus derechos y deberes como colectivo, también explica la preparación que desarrollaron los gremios y la federación en los conflictos de 1936, formando inmediatamente comités de huelga que custodiaban los lugares de trabajo y expulsaban a rompehuelgas que atentaban contra los valores y derechos que de conjunto iban construyendo y conquistando.[18] Como plantea Thompson (1989):

“…es posible afirmar que los valores colectivistas dominan en muchas comunidades industriales; existe un código moral con sanciones contra el esquirol, los “instrumentos” del patrono o la mala vecindad, que además es intolerante hacia los excéntricos o los individualistas. Los valores colectivistas se sustentan de forma consciente y se propagan en la teoría política, las ceremonias de los trade unions, la retórica moral. En realidad, es esta conciencia colectiva de sí mismos, con su correspondiente teoría, instituciones, disciplina y valores comunitarios…” (p.471).

Podemos entonces afirmar entonces que la cultura obrera que se había conformado durante estos años se basaba a grandes rasgos en, al menos, tres aspectos: el primero fue la unidad y solidaridad de clase en los ámbitos laborales y de socialización cotidianos, la ayuda al vecino que atravesaba la misma situación económica, al obrero que había perdido el empleo, etc.; en segundo lugar, la formación y reflexión sobre política, economía, sobre los problemas cotidianos, fomentada desde las actividades de socialización que promovía la FOPM; y el tercero la solidaridad internacional con quienes se estaban enfrentando a la reacción y al fascismo. Estos elementos le daban al movimiento obrero local una identidad en clara oposición a aquellos sectores que se enfrentaban al momento de ascenso que estaban experimentando los trabajadores en la lucha de clases. Y aquí no solo nos referimos a los rompehuelgas, sino también a quienes estaban en contra de los valores democráticos y las luchas que estaba desarrollando el proletariado a nivel internacional. Esto fue lo que conformó un “ellos y nosotros”,[19] lo cual también pudo observarse en la conformación del Frente Popular Democrático como veremos a continuación.

1936, año decisivo para el movimiento obrero provincial

El avance de la organización y combatividad de la clase obrera mendocina en los inicios de 1936 fueron advertidas por las tendencias de derecha y sobre todo por el Estado. Esto trajo, entre otras consecuencias, cambios en el rol que tomaba el gobierno provincial frente a las luchas. En este sentido, luego de finalizada una importante huelga del transporte en febrero de 1936 se estableció el Decreto 110 que regulaba la modalidad en la que correspondía dirimir los enfrentamientos capital-trabajo, estableciendo que se debía comunicar al Departamento Provincial del Trabajo (DPT) sobre cualquier conflicto existente. A tono con lo que pasaba en muchas provincias del país, esto implicaba una intervención creciente del DPT y, por lo tanto, del Estado en las organizaciones obreras. Cuestión que fue totalmente repudiada por la FOPM durante la sesión de su tercer Congreso, resolviendo no aceptarlo por considerar que atentaba contra la organización sindical. Por eso exigían su derogación y promovieron una campaña de agitación en la provincia, a la que convocaron a todos los partidos políticos de izquierda (LA, 17/03/1936).En un contexto en el que gobernaba el conservadurismo en consonancia con el crecimiento de la organización sindical y la expansión de la conflictividad, este tipo de intervención estatal resultaba perjudicial para el movimiento obrero. La advertencia que planteaba la FOPM era válida debido a las persecuciones desplegadas sobre las organizaciones obreras y de izquierda.

Por otro lado, una vez finalizado el congreso de la FOPM de 1936, a fines de abril, se reunieron dirigentes de entidades gremiales y políticas que se reivindicaban de izquierda y parte de la clase obrera -como el PS y el PC-, y partidos con una orientación democrática nacionalista, que representaban a sectores de la burguesía –como la Unión Cívica Radical (UCR)- para dejar constituido un comité que organizaría el acto del 1° de Mayo en la provincia. Hubo delegados de la FOPM, UCR, PS, PC, del SRI, de la Junta de Defensa de la Producción, de La Fraternidad y de la Unión Ferroviaria. Además de debatir sobre los actos a realizarse el 1° de Mayo, se dejó establecido un frente de fuerzas políticas y gremiales “…con el propósito fundamental de llevar a la práctica una campaña de afirmación democrática, anti reaccionaria y antiimperialista” (LA, 27/04/1936).

Esta nueva organización, cuyo nombre era Frente Popular Democrático (FPD), dio a publicidad una declaración en la que planteaba reivindicaciones políticas, gremiales y económicas. Las demandas eran las mismas que dicha entidad llevaba adelante en Capital Federal y en las provincias en las que tenía representación –excepto variaciones específicas referidas al precio de la uva en Mendoza y a la derogación del Decreto 110. Las consignas políticas hacían referencia a las libertades democráticas, a la defensa de la Ley Sáenz Peña condenando el fraude y la violencia, a su vez que repudiaban las dictaduras, a la oligarquía y al fascismo, y pedían la derogación de la Ley de Residencia, la amnistía para los presos políticos y sociales y el reconocimiento legal de los partidos políticos democráticos. Entre las reivindicaciones gremiales se reclamaba la derogación del Decreto 110, la libertad sindical y la defensa de la ley N°11.729.[20] Finalmente, a nivel económico se planteaba el control del capital financiero internacional, la oposición a los monopolios privados, la lucha contra la desocupación y por la elevación del nivel de vida de la clase obrera (LA, 27/04/1936).

La puesta en pie de este frente, a partir de la iniciativa de la dirección de la CGT Independencia –compuesta por socialistas y comunistas- era un indicador del intento del movimiento obrero para lograr un rol dirigente en la alianza política y social que se estaba desarrollando en el país (Iñigo Carrera, 1993). Aspecto en el que la FOPM fue parte activa de la política planteada por la dirección cegetista con singularidades propias de una experiencia organizacional que había alcanzado altos niveles de unidad en el movimiento obrero local. La reconstrucción de la federación en 1932, la posterior fusión entre el Comité Pro Reorganización Gremial y la FOPM en 1933, la lucha contra las políticas reaccionarias de los gobiernos de turno, las demandas que incluyeron a sectores cada vez más amplios y heterogéneos de trabajadores, así como las reivindicaciones que abarcaban al conjunto de la población de escasos recursos, exponía que la clase obrera estaba superando el estado de “…grupo meramente económico…” (Gramsci, 2014) y esto implicaba que podía y debía aglutinar y convertirse en dirección de los intereses de otros grupos subordinados.

El crecimiento de la FOPM y de una cultura obrera basada en los principios de la solidaridad de clase que derivó en la lucha contra el “ellos” encarnado, entre otros sujetos, en el fascismo, fue objetivamente visible en la manifestación en conmemoración por el Día del Trabajador, cuestión sobre la que abrevaremos en el siguiente apartado.

1° de Mayo de 1936 en Mendoza

La conmemoración del Día de los Trabajadores de 1936 ha sido considerada un hito en la historia del movimiento obrero nacional (Iñigo Carrera, 2011). En Buenos Aires se manifestaron alrededor de 100.000 personas y en el resto de las provincias también hubo importantes actos, destacándose Santa Fe y Mendoza, entre otras.

Adentrándonos en las particularidades locales, en primer lugar, destacamos la unificación de las tendencias de izquierda para invitar a las acciones a realizarse. A diferencia de otras conmemoraciones en momentos de ascenso del movimiento obrero, como fue el 1° de Mayo de 1919 (Latorre y Pereyra, 2023), en 1936 no hubo convocatorias separadas. La unidad conquistada por la FOPM y la conformación del FPD significaban una primera victoria. Por otro lado, se destacó la paralización total de todas las actividades, es decir, la huelga general, en una clara afirmación simbólica del poder fundamental de la clase obrera. Pero además de esta importante acción, hubo numerosos mítines y manifestaciones en diferentes localidades de la provincia, que exhibieron el crecimiento de la organización obrera, de la reivindicación de su identidad clasista en el marco de una alianza policlasista, y de la postulación de la FOPM como dirigente del FPD que estaba teniendo su bautismo ese 1° de Mayo; lo que muestra que la asociación con otras clases –como eco de las dinámicas nacionales- no obturó la dinámica del movimiento obrero que se venía dando en la provincia.

Como sucedía todos los años, las actividades comenzaron los días previos al Día del Trabajador. De esta manera, el 30 de abril en la Sociedad Israelita de la Capital mendocina se presentó la obra teatral “Hombres que luchan”, en el Cine Coliseo de Godoy Cruz hubo una velada cinematográfica y una conferencia a cargo de Carlos Ochoa Castro, en Luján de Cuyo se realizó una conferencia cuyo orador fue Benito Marianetti y en Fray Luis Beltrán hubo una velada y conferencia a cargo de Gustavo Cisternas (LA, 30/04/1936).Así como en otras demostraciones del movimiento obrero, para la fecha en cuestión se realizaron varias acciones organizadas por una comisión ad hoc, que en este caso fue el Comité Mixto “Pro Conmemoración del 1° de Mayo”.

Desde las primeras horas del Día del Trabajador, los mítines se multiplicaron en los departamentos y localidades provinciales. A las 10 de la mañana comenzaron a llegar las familias de extracción popular a los actos convocados en Maipú, Las Heras, Luján de Cuyo, Rivadavia, Palmira, San Martín, La Paz, Godoy Cruz, San José, General Alvear, San Rafael, Monte Comán, Villa Atuel, en la Capital y en la Plaza Chile donde se realizó el mitín central. Cada uno de dichos actos contó con oradores de las diversas organizaciones que dirigían el Frente Popular y, en algunos casos, también de las agrupaciones que representaban una minoría dentro del mismo, tales como la Unión Viñateros, la Junta Defensa de la Producción, la AFA. Además de los mítines y manifestaciones se realizaron picnics y otras actividades que reunieron a las familias trabajadoras.

En la Capital provincial y departamentos circunvecinos se realizó una caravana de autos que partió desde el local de la FOPM repartiendo volantes invitando al acto general que se realizaría en la Alameda (San Martín y Córdoba) en horas de la tarde. Una vez unidas todas las columnas en Plaza Chile se organizó la manifestación general hacia la Alameda. Las calles de la capital mendocina fueron tomadas por la masa trabajadora. La manifestación partió por calle Necochea, siguiendo por San Martín hasta Córdoba, donde se levantó una tribuna en la que disertaron las/os oradores. El comité mixto “Pro Conmemoración del 1° de Mayo” compuesto por las diversas tendencias del FPD, repartió volantes que contenían el manifiesto oficial de dicha entidad y de los sindicatos adheridos. Por otro lado, desfiló un coro del PS, que venía desde la comuna de Godoy Cruz -donde gobernaba dicho partido. Éste encabezó la manifestación general, con uniformes confeccionados especialmente para el acto, entonando canciones proletarias.

Durante la manifestación, no se registraron enfrentamientos con la policía ni con grupos como la LCA. Sin embargo, hubo algunas acciones que exhibieron que el “sentimiento antinazi y antifascista era muy profundo en el pueblo mendocino” (Vélez, 1983, p.67). Al pasar por calle San Martín y Espejo, algunos manifestantes “hicieron demostraciones hostiles a la bandera alemana colocada en un negocio situado en esa esquina” (LL, 06/05/1936). El negocio en cuestión, de nombre “Ferretería Alemana” tenía colgada una bandera nazi con una cruz esvástica (Vélez, 1983), la cual fue inmediatamente destrozada por los manifestantes. Posteriormente, al pasar por la puerta de la óptica Birle, ubicada en calle San Martín, arrojaron piedras al edificio, dado que las banderas con la misma simbología estaban colgadas a gran altura y no podían alcanzarlas. Por esto, la policía procedió a entrar al edificio y retirarlas, siendo quemadas luego por los obreros. Esto tuvo posteriores consecuencias que abordaremos más adelante.

Una vez llegada la manifestación a la Alameda, se realizó el acto central que reunió a 15.000 personas (Vélez, 1983),[21] convirtiéndose en una muestra del poderío que había conquistado el movimiento obrero provincial. En el acto se abordaron temas como la situación económica y social de los obreros mendocinos, los objetivos del FPD, la situación nacional e internacional y centralmente “… fue una contundente expresión de lucha de las fuerzas democráticas y progresistas contra la reacción y el fascismo” (Vélez, 1983, p.67). La gran concurrencia que tuvo el 1° de Mayo en la provincia era algo esperable, ya que solo dos meses atrás, con motivo de la huelga general de febrero, hubo alrededor de 10.000 trabajadores en las calles (Ver Pereyra, 2025). En mayo de 1936 los hogares proletarios marchaban orgullosos en su día. Las luchas que habían llevado adelante solo unos meses atrás habían moralizado a la clase, que salía a manifestarse en un contexto en el que la represión era moneda corriente. Mujeres, varones, infancias y ancianos, desde tempranas horas de la mañana, se habían preparado para dirigirse hacia la jornada de conmemoración, partiendo desde los puntos de encuentro de cada sección, y posteriormente confluyendo en la movilización y actos generales. En la siguiente imagen observamos ángulos del multitudinario mitin realizado en la Alameda, donde podemos divisar un cartel con la palabra “Socialismo” y otro, ubicado en el margen derecho de la fotografía, en el que se lee “Unidos…contra la reacción. Comité mixto”. Quien se encuentra en el centro de la composición fotográfica es el Dr. Alejandro Mathus Hoyos, uno de los oradores del evento.

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Imagen 1: Fotomontaje sobre el 1° de Mayo (Mendoza, 1936)

Fuente: La Palabra, 2 de mayo de 1936.

Las luchas llevadas adelante por la clase obrera, que permitieron ir por conquistas cada vez mayores, colocaron a la FOPM en un lugar en el que estaba en condiciones de abordar otras tareas y metas. En este sentido, las reivindicaciones democráticas, contra el fascismo y la reacción propuestas por el FPD, fueron tomadas en manos de los trabajadores, quienes durante la movilización dieron cuenta de su repudio a la Alemania nazi. Estas consignas no eran nuevas sino que, como vimos en las orientaciones planteadas por la FOPM desde 1932, eran parte del programa que el movimiento obrero local venía levantando.

El incidente producido durante la manifestación muestra varios elementos que es necesario analizar. Por un lado, como en otras provincias del país, el crecimiento del fascismo que, si bien no realizó su propio desfile, sí desplegó sus estandartes –quizás en forma de provocación- en la manifestación dirigida por la FOPM con un explícito carácter antifascista y que entre sus organizadores tenía partidos de izquierda, democráticas y agrupaciones antiguerreras como la AFA y el SRI. De manera similar a lo que sucedía en Tucumán (Ulivarri, 2009), en Mendoza los políticos de izquierda y los dirigentes gremiales, en buena medida, eran las mismas personas, de modo que fueron los sindicatos obreros quienes aportaron el mayor caudal de simpatizantes en la disputa contra el fascismo, situación de la que las tendencias derechistas tomaron nota.

Por otro lado, brinda elementos para comprender la cultura obrera de esa etapa. Frente a símbolos que representaban el “ellos”, es decir, la reacción y el fascismo en una manifestación en conmemoración a los Mártires de Chicago, los trabajadores-“nosotros”- respondieron espontáneamente tirando piedras a los edificios que ostentaban dichas insignias y arrancando y quemando las banderas. Podemos reconocer este tipo de acciones como una versión local de las “cencerradas” o “rough music” que analizaba Thompson (1994), entendiendo que representaron una forma de hostilidad hacia individuos –en este caso defensores del nazismo- que infringían reglas de la comunidad obrera de ese momento que se encontraba organizada bajo los principios de la solidaridad de clase y lucha contra la reacción y el fascismo. El hecho de que fueran muchos manifestantes le daba el carácter anónimo e impersonal característico de ese tipo de rituales. También, al ser una manifestación pública que ponía en evidencia a la “víctima” hizo que ésta reapareciera ante la comunidad dando algún tipo de respuesta, específicamente defendiéndose y buscando el amparo del gobierno conservador, ya que al enterarse de este hecho, el cónsul de Alemania, que se encontraba en Mendoza, hizo la denuncia policial y puso en conocimiento a la embajada de su país lo que había sucedido. Ante este último hecho, el Ministro de Gobierno, Dr. Day, pidió disculpas al cónsul por el incidente, “testimoniándole a su vez la viva simpatía que tiene por la nación amiga y su colectividad” (LL, 06/05/1936), y explicó que se había tratado de un error de la policía por desconocer una comunicación llegada desde el Ministerio del Interior por la cual se autorizaba a los residentes alemanes a enarbolar durante el 1° de Mayo, junto a la bandera argentina la de su país, en celebración de la fiesta nacional alemana.

Días después, parte de la colectividad alemana realizó un acto en el que fueron desplegados símbolos nazis junto a imágenes de Hitler. Aquel encuentro alcanzó resonancia pública. Entre variados elementos puestos en discusión, el ejemplo de la Alemania nazi servía para convalidar la aparente nulidad de la lucha de clases en un territorio donde ya no había huelgas, la garantía de que se podía ejercer la denominada libertad de trabajo –en clara contraposición a las huelgas- y el descenso de las tasas de desempleo (LL, 03/05/1936). Este discurso era una muestra de la lucha política que el fascismo estaba encarando contra los obreros y las izquierdas que se encontraban llevando adelante diferentes acciones que impedían la llamada “libertad de trabajo”.

En la siguiente fotografía tomada en el Club Alemán de Mendoza podemos observar una importante cantidad de banderas con esvásticas y una foto de Adolf Hitler en el marco de la celebración del día nacional del Reich. El orador, de nombre Adolfo Heintein se encontraba acompañado de algunas decenas de varones vistiendo camisa blanca y corbatas negras en posición firme y recta. Entre el público, la fotografía nos permite observar algunas mujeres adultas y niñas.

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Imagen 2: Acto de celebración de la fiesta nacional alemana (Mendoza, 1936)

Fuente: La Libertad, 4 de mayo de 1936.

Los incidentes producidos en la manifestación del 1° de Mayo fueron una muestra de que parte de los trabajadores estaban aglutinados y postulándose como dirección de una alianza con un programa antifascista y contra la reacción, por lo que la FOPM no iba a adoptar un rol pasivo contra las provocaciones del fascismo. La nueva cultura forjada durante más de un lustro bajo los principios de unidad y solidaridad obrera provocaron un repudio espontáneo a los símbolos nazis durante la conmemoración del Día del Trabajador. La intervención e influencia de las izquierdas (anarquismos, sindicalismo, socialismo, comunismo) fue un elemento clave en el advenimiento de un movimiento obrero fuerte que se postulaba como un poderoso enemigo del fascismo y de las políticas reaccionarias del gobierno.

Quedará para futuras investigaciones conocer el devenir inmediato del fascismo/nazismo en la provincia, ¿qué sucedió luego del acto en conmemoración del día nacional del Reich? ¿Qué influencia tuvieron esos sectores sobre el movimiento obrero provincial? ¿Qué políticas tuvo la FOPM y el Frente Popular Democrático para combatirlos? ¿Cómo se desenvolvió posteriormente el Partido Comunista dentro de la FOPM y del Frente Popular Democrático? Estos y muchos otros interrogantes, nos permitirán tener una imagen más nítida sobre la lucha fascismo/antifascismo en la provincia.

Palabras finales

En este artículo nos propusimos como principal objetivo analizar las formas de resistencia al fascismo que desarrolló el movimiento obrero local entre 1930 y 1936. Como pudimos advertir, desde fines de 1932 una gran parte de las y los trabajadores mendocinos reorganizaron la FOPM –única federación obrera en ese momento- bajo los principios de unidad y solidaridad de clase. Dichos principios se podrían ejercer llevando adelante una lucha contra las políticas reaccionarias y los planes fascistas del entonces gobierno de Justo. En los hechos esto implicó iniciativas de organización (frente defensivo, sindicatos por oficio y posteriormente por rama, FPD) bajo una orientación concreta como fueron las actividades de socialización, de formación y de reflexión de trabajadores. Las familias proletarias que participaron en esos eventos pudieron nutrirse teóricamente y políticamente. Así se fue construyendo una cultura obrera que discernía claramente entre el “ellos y nosotros” y que llevó adelante determinados rituales contra sus antagónicos como pudimos observar en los sucesos acontecidos durante la manifestación del 1ro de Mayo. A partir de estos elementos es posible pensar que la resistencia al fascismo fue una deriva de la cultura obrera que habían forjado las y los trabajadores mendocinos durante el primer lustro de la década del 30.

En este sentido, podemos afirmar que una de las formas de resistencia al fascismo fue, en primer lugar, la organización independiente en una federación obrera con una orientación basada en los principios mencionados. Derivado de esto, las campañas educativas y las actividades de socialización fueron otros de los modos en las que la clase obrera ejerció esta resistencia. Asimismo, las acciones que implicaban poner el cuerpo en las calles durante los conflictos que cuestionaban políticas reaccionarias, o aquellas demandas que bregaban por la unidad de la clase, como las que buscaban la incorporación de desocupados a las fábricas, también pueden considerarse otras maneras de enfrentar la reacción y el avance del fascismo. Finalmente, la multiplicidad de organizaciones solidarias y antiguerreras, la unidad de los partidos de las izquierdas y de los que se reivindicaban democráticos, con la posterior conformación del FPD fue otra de las formas que podemos destacar.

Por otro lado, y siguiendo los planteos de Bisso (2000) los ejes sobre los que se erigió el antifascismo en el país -defensa de la Guerra Civil Española y construcción de un Frente Popular- se llevaron adelante en la provincia. A diferencia de otros lugares del país en los que dicho frente no se pudo concretar, en Mendoza tuvo un importante papel interviniendo no solo en la manifestación del 1º de Mayo, sino en diversos conflictos obreros posteriores. En cuanto a la defensa de la Guerra Civil Española pudimos encontrar un gran despliegue de agrupamientos y actividades con relación a esta gesta.

Es necesario subrayar que la participación de las izquierdas, centralmente del Partido Socialista, fue fundamental para la reorganización sindical bajo determinadas coordenadas que tuvieron como decante la resistencia al fascismo en Mendoza. La formación de una multiplicidad de organizaciones satélites como fueron la AFA, SRI, entre otras, que reunieron a sectores heterogéneos en cuanto a género, raza, clase, etc. y que se agrupaban por consignas abarcativas como la lucha contra la guerra o la ayuda a presos sociales, acercaron una mayor cantidad de adherentes al FDP encabezado por la FOPM. Esto fue importante en el proceso de ascenso y de alianzas con otros sectores que estaba experimentando la clase obrera en ese momento.  

Finalmente, como pudimos observar, el Estado y las tendencias derechistas locales tomaron nota del avance organizativo de la clase obrera y de la unidad que se estaba construyendo entre sectores democráticos. Esto explica, en parte, el Decreto 110 que implicaba una intervención directa del Estado en las organizaciones sindicales y la defensa del gobierno conservador a las provocaciones del fascismo. Asimismo, las consecuencias de las acciones desarrolladas durante la manifestación del 1ro de Mayo dieron pie a una mayor visibilización –y quizás adeptos- al partido que reivindicaba al nazismo en la provincia. Es necesario notar, como vimos en la fotografía y en una de las notas del diario, la participación de mujeres en las organizaciones fascistas locales. No poseemos mayores datos acerca de la organización “Le Donne Italiane Del Fascio de Mendoza” ni sobre quienes participaron en el evento en el Club Alemán del 4 de mayo, pero llama la atención el público femenino que se encontraba allí. A partir de esto cabe cuestionarse por las características de las mujeres que participaban de esos eventos y agrupaciones, ¿Cuál era su composición de clase? ¿Eran inmigrantes? ¿Eran madres? ¿Esposas, hermanas, hijas de los varones que veíamos en la fotografía o participaban independientemente de ellos? ¿Qué relación establecieron con la AFA?

El momento bisagra que atravesaba el movimiento obrero organizado en la FOPM en 1936 lo colocó de frente en una lucha contra el fascismo. Creemos que la hipótesis planteada al inicio del artículo queda en parte confirmada al observar los elementos sobre los que se erigió la cultura de la clase trabajadora mendocina. El antifascismo interpelaba las identidades colectivas de los trabajadores locales organizados en la FOPM pero el fascismo también se encontraba en ebullición. Sabemos que hacia la Revolución de Junio de 1943 las ideas fascistas tuvieron un rol importante en la política provincial y en parte del movimiento obrero (Ver Garzón Rogé, 2010; 2012). Consideramos que seguir aproximándonos a conocer las tramas que tejieron los trabajadores locales como sujetos políticos fundamentales durante los años 30 nos permitirá acercarnos a comprender dicho derrotero.

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Despertar Obrero, Mendoza, 12/1932.

La Vanguardia, Argentina, 12/1932; 05/1936.

Recibido: 01/03/2025

Evaluado: 13/05/2025

Versión Final: 09/06/2025

páginas / año 17 – n° 45/ ISSN 1851-992X /2025                           


[1] Para ampliar la temática de la intervención de las derechas en Argentina y el anticomunismo recomendamos el trabajo de Mercedes López Cantera (2023).

[2] Roberto Vélez fue un destacado militante del Partido Socialista, y posteriormente del Partido Comunista que realizó valiosos aportes a la historia del movimiento obrero provincial, resaltando particularmente su reseña sobre los 1ros de Mayo en Mendoza (1983).

[3] Los Andes, fundado por Adolfo Calle, aparece por primera vez en 1883. En 1903 comienza a tener una tirada diaria, reivindicándose como “prensa independiente”, es decir, que supuestamente estaría libre de influencias políticas, gubernamentales o corporativas (Oviedo, 2010). La Palabra fue un diario provincial de orientación lencinista. En algunos momentos de la década del 30 fue clausurado por ostentar dicha visión. La Libertad surgido en 1912 fue sostenedor de los principios del Partido Radical. En la década del 30 poseía una orientación conservadora y se destacaba por uno de sus fotoperiodistas de apellido López Medina que obtiene instantáneas invaluables para conocer los procesos sociales de ese período. Despertar Obrero fue el órgano oficial de la FOPM. Existe un número digitalizado correspondiente al mes de diciembre del año 1932. La Vanguardia representaba al órgano oficial del Partido Socialista de la Argentina.

[4] Para mayor desarrollo de este proceso ver Pereyra, 2025.

[5] En una nota publicada en La Vanguardia (25/12/1932), la seccional Mendoza de la Unión Ferroviaria se pronunciaba contra el asesinato de Severino Hevia en manos de la LCA. Por esto pedían la disolución de dicho organismo.

[6] Matías Sánchez Sorondo (1880-1959) fue un político conservador que fue Ministro del Interior durante la dictadura de Félix Uriburu y fue senador nacional entre 1932 y 1941. En el gobierno de Uriburu organizó la Sección Especial de Represión al Comunismo, que dependía de la policía federal.

[7] Conferencias como: “El maestro como educador de la juventud”, “Cultura burguesa y cultura proletaria”, “La situación económica y social en Chile”, “El origen del movimiento obrero”.

[8] “El levantamiento de la cosecha”, “La tuberculosis”, “La pena de muerte”, “El problema social de la prostitución”, entre otras.

[9] La categoría “cultura obrera” fue analizada centralmente por los historiadores marxistas ingleses entre los que se destacaba R. Hoggart (2013), quien planteaba “Vivir como clase trabajadora implica pertenecer a una clase omnipresente, una cultura que tiene una forma y un estilo como los que se atribuyen a la clase alta” (p.60). Por otro lado, también fue abordada por E. Hobsbawm (1987) y G. Stedman Jones (1989), entre otros.

[10] Los sindicatos que pertenecían a esta federación eran: Obreros Unidos de Rivadavia, Oficios Varios de Villanueva, Cañada Alegre, Jesús Nazareno, Luján, Las Heras y Godoy Cruz, Toneleros de General Gutiérrez y San Martín, La Fraternidad, Unión Ferroviaria sección Pacífico y Unión Ferroviaria Sección Trasandino, Sindicato de Artes Gráficas, Obreros Fideeros, Carpinteros, Ebanistas y Anexos, Sociedad Mutualista de Empleados de Comercio, Albañiles y Anexos.

[11] En las fuentes analizadas no hemos encontrado explícitamente la participación del Partido Comunista (PC) en el Comité Pro Reorganización Gremial ni en las acciones que dicha entidad realizaba. Sin embargo, a partir de algunos estudios (Benclowicz, 2016) se conoce que el PC promovía actividades como las que se estaban realizando en la provincia durante ese período (como la organización de desocupados por ejemplo) y esto contribuyó a la inserción partidaria en el movimiento obrero. Avanzando temporalmente, en julio de 1935 el comité regional mendocino del PC emitió una declaración de protesta contra las organizaciones fascistas, invitando a todas las izquierdas a la unidad bajo un programa que planteaba entre otros puntos, detener la amenaza fascista, disolver la Legión Cívica y las bandas armadas, asegurar el goce de las libertades democráticas, obtener la amnistía para los presos políticos y condenados sociales, asegurar la paz de América (LA, 6/7/1935).

[12] “Reunir a todos los trabajadores de las diferentes ramas de la producción, de la industria, comercio y demás actividades de la ciudad y los departamentos de la provincia, para mejorar sus condiciones morales y materiales practicando el principio de la solidaridad de clase (…) mantener estrechas relaciones con las demás organizaciones del país y del exterior, que persiguen idénticas finalidades, practicando con ellas, hasta donde nos sea posible la solidaridad de clase” (LA citando el manifiesto de la FOPM de 1933, 26/12/1937 –resaltado nuestro).

[13] En diciembre de 1935 la CGT quedó dividida en CGT Catamarca, con una dirección predominantemente sindicalista, y una poderosa CGT Independencia con dirección socialista. En concordancia con la composición y las posiciones políticas planteadas por la FOPM durante ese período, ésta se unió a la segunda CGT.

[14] Entre las proposiciones aprobadas en el tercer congreso de la FOPM se encontraba la siguiente: “Que los delegados de los diferentes sindicatos presentes inicien los trabajos para la realización de mitines de solidaridad con las obreras de la fábrica Arcanco” (LA -citando las resoluciones del congreso de la FOPM-, 25/3/1936). Para mayor desarrollo de este conflicto ver Pereyra (2024a).

[15] Existe una vacancia temática respecto a la AFA en Mendoza. Por la información que arrojan los periódicos conocemos que hacia septiembre de 1935, esta entidad agrupaba localmente a más de doscientas mujeres de diversas nacionalidades, religiones y clases sociales. Su presidenta en ese momento era Juana J. de Soler y su secretaria era Teresa R. de Basso (LA, 27/9/1935). Por otro lado, Jerónimo Boragina (2016) plantea que a principios de 1937 la AFA mendocina tenía 2000 asociadas que realizaban múltiples actividades a favor de la República Española por lo que podemos afirmar que esta organización tuvo un crecimiento importante entre 1935 y 1937.

[16] No hay estudios que aporten información sobre esta organización en Mendoza. Sin embargo, por los datos proporcionados por los diarios podemos inferir que en la provincia existían varias organizaciones que reivindicaban la causa del fascismo. Por ejemplo, a inicios de 1937 existía una secretaría provincial de la Falange Española de la JONS que informaba a los familiares de los falangistas sobre la situación de sus parientes en Estaña (LL, 9/1/1937) y en solicitadas en el diario La Libertad pedían ropa de abrigo para enviar a los soldados falangistas (ver por ejemplo LL, 3/3/1937).

[17] También hubo otras organizaciones que se formaban al por demandas puntales como el Comité Pro Libertad Presos de Bragado (25/8/1935), Comité Contra la Guerra (18/6/1935), entre otras.

[18] Ver Pereyra 2024b; 2025.

[19] Hoggart (2013) recurre a la frase “ellos y nosotros” para hacer referencia a cómo la clase trabajadora percibía culturalmente a la burguesía. En este sentido el autor plantea: “Ellos” son los que están en la cima, los “de arriba”, los que reparten “las ayudas sociales”, los que nos convocan para ir a la guerra, los que nos multan, los que nos hicieron dividir la familia en 1930 para evitar la reducción en la asignación familiar, los que “controlan nuestra vida”, los que “no son de fiar”, “hablan con una papa en la boca”, son “inescrupulosos”, “nunca te dicen nada” (por ejemplo con referencia a un familiar que está internado en el hospital), “te meten entre rejas”, “te aplastan si pueden”, “te dan órdenes”, “forman grupos cerrados” y “te tratan como basura” (p. 95 y 96).

[20] Ley que reglamentaba las relaciones laborales entre empleadores y trabajadores de comercio. Tenía como principal fin mantener la estabilidad laboral. Para mayor desarrollo ver Queirolo (2016).

[21] Según La Vanguardia (3/5/1936) fueron 18.000 personas.